hakim bey zonas temporalmente autonomas
hakim bey zonas temporalmente autonomas
hakim bey zonas temporalmente autonomas
c. Alzina 5
Traduccion de Guadalupe Sordo.
Orginalmente publicada por Talasa Ediciones.
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UTOPIAS PIRATAS
Los piratas y corsarios del siglo XVIII crearon una "red de información" que envolvía el globo, primitiva y
dedicada primordialmente a los negocios prohibidos, la red funcionaba admirablemente. Repartidas por ella
había islas, remotos escondites donde los barcos podían ser aprovisionados y cargados con los frutos del pilla-
je para satisfacer toda clase de lujos y necesidades. Algunas de estas islas mantenían "comunidades intencio-
nales", completas mini-sociedades que vivían conscientemente fuera de la ley y mostraban determinación a
mantenerse así, aunque fuera sólo por una corta -pero alegre- existencia.
Hace algunos años investigué un montón de material secundario sobre piratería, intentando encontrar algún
estudio sobre estos enclaves, pero parece que todavía ningún historiador los había encontrado merecedores
de análisis serio. (William Burroughs había mencionado el tema, como lo hizo el anarquista inglés Larry Law
pero no se había hecho ningún estudio sistemático). Me remití a la fuentes directas, y construí mi propia teo-
ría, algunos de cuyos aspectos analizaré aquí. Decidí llamar a aquellos asentamientos "utopías piratas".
Recientemente Bruce Sterling, uno de los máximos exponentes de la ciencia-ficción cyberpunk, publicó el
relato de un futuro cercano partiendo de asumir que la decadencia de los sistemas políticos desembocaría en
una proliferación descentralizada de experimentos sobre formas de vida, gigantescas corporaciones de pro-
piedad obrera, enclaves independientes dedicados a la piratería de datos, enclaves verde-socialdemócratas,
enclaves de trabajo cero, zonas anarquistas liberadas, etc. La economía de la información que sostenía esa
diversidad era llamada "la red"; sus enclaves -y el título mismo del relato- era "Islas en la Red". Los proscritos
medievales fundaron un "Estado" que consistía en una red de remotos valles y castillos, separados por miles
de kilómetros, estratégicamente invulnerables a la invasión y conectados por un permanente flujo informa-
tivo de agentes secretos, en guerra con todos los gobiernos y dedicado exclusivamente al conocimiento. La
tecnología moderna, culminando con el satélite espía, convierte esa especie de autonomía en un sueño ro-
mántico. ¡No más islas piratas! En el futuro, la propia tecnología -liberada de todo control político- hará po-
sible un mundo entero de zonas autónomas. Pero por ahora el concepto es todavía justamente ciencia ficción,
especulación pura.
¿Es que estamos condenados, los que vivimos el presente, a nunca experimentar la autonomía, a nunca habi-
tar ni por un momento una tierra legislada sólo por la libertad? ¿No nos queda otra opción que la nostalgia
del pasado o la nostalgia del futuro? ¿Tendremos que esperar a que la totalidad del mundo sea liberado del
control político antes de que uno sólo de nosotros pueda exigir conocer la libertad? La lógica y la emoción se
alían para negarnos la posibilidad. La razón establece que uno no puede luchar por aquello que no conoce, y
nuestro corazón se rebela frente a un universo tan cruel como para imponer tal injusticia a nuestra genera-
ción, sola ante la humanidad.
Decir algo así como "no seré libre hasta que todos los humanos -o todas las criaturas sensibles- lo sean" es,
simplemente, condenarnos a una especie de estupor-nirvana, abdicar de nuestra humanidad, definirnos
como perdedores.
Creo que extrapolando las historias del pasado y el futuro sobre las "islas en la red" podríamos acumular sufi-
cientes evidencias como para afirmar que una especie de "enclave libre" no sólo es en nuestro tiempo posible,
sino de hecho ya existente. Toda mi investigación ha cristalizado en el concepto de "Zona temporalmente au-
tónoma" (que a partir de aquí abreviaré TAZ). Pese a su carácter sintético forzado por mi propio pensamien-
to, no pretendo que el TAZ sea tomado como un ensayo -en el sentido también de "intento"-, una propuesta o
una fantasía poética. Pese al entusiasmo oratorio de mi lenguaje, no pretendo elaborar ningún dogma políti-
co. De hecho, renuncio a definir el TAZ: planeo alrededor del concepto, pasando de reflejos exploratorios. Al
final, el TAZ es prácticamente auto-explicativo. En el contexto del mundo contemporáneo, podría ser enten-
dido sin dificultad ... entendido en la acción.
ESPERANDO LA REVOLUCION
¿Cómo es que todo mundo puesto patas arriba siempre termina por enderezarse? ¿Por qué siempre a toda
revolución sigue una reacción, como una temporada en el infierno?
La revuelta, o la forma latina insurrección, son palabras que los historiadores utilizan para describir las revo-
luciones fallidas -movimientos que no completan la curva prevista, la trayectoria consensuada: revolución,
reacción, traición, fundación de un estado aún más fuerte y opresivo, la vuelta de la tortilla y el retorno de la
historia una y otra vez a su más alta forma: el látigo en el rostro de la humanidad por siempre.
Al fallar en el cumplimiento de la curva, la revuelta sugiere la posibilidad de un movimiento que escapa y va
más allá de la espiral hegeliana del progreso, que secretamente no es sino un círculo vicioso. Surgo, levanta-
miento, aparición. Insurgo, levantamiento, rebelión de uno mismo. Una operación de comienzo, de toma de
las riendas. Un adiós a la maniatada parodia del círculo del karma, de la fútil revolución histórica. La consig-
na "¡revolución!" se ha convertido de proclama en veneno, un maligno hado pseudognóstico, una fantasma-
goría en la que sin importar cuánto luchemos quedamos siempre atrapados por el demonio de Aión, el íncu-
bo del estado, de un Estado tras otro, cada paraíso regido por un ángel más maligno. Si la Historia es Tiempo
-como pretende- entonces la revuelta es un momento que salta por encima del Tiempo, que viola la "ley" de
la Historia. Si el Estado es la Historia -como pretende- entonces la insurrección es el momento prohibido,
una inolvidable denegación de la dialéctica -una sacudida polar que nos expulsa de lo oscuro, una maniobra
chamánica realizada desde un ángulo imposible del universo.
La Historia pregona que la Revolución quiere permanencia, o cuando menos duración, mientras que la
revuelta es temporal. En ese sentido una revuelta es como una experiencia límite, lo contrario del estándar
de la conciencia y experiencia ordinaria. Como la fiesta, la revuelta no puede ocurrir cada día -de otra forma
no sería extraordinaria. Pero tales momentos de intensidad dan forma y sentido a la totalidad de una vida. El
chamán retornará -no puedes permanecer a tope siempre-, pero todo habrá cambiado, una diferencia se ha
instaurado.
Habrá quien objete que se trata de un consuelo para desesperados. ¿Qué quedaría del sueño anarquista, del
estado sin estado, de la Comuna, de la zona autónoma duradera, de la sociedad libre, de la cultura libre?¿Va-
mos a abandonar toda esperanza por una especie de existencialista acto gratuito? El punto, se objetará, no es
cambiar las conciencias, sino cambiar el mundo.
Acepto que esta es una crítica honesta. Pero opongo pese a todo dos objeciones. Primera, que ninguna revo-
lución nos ha traído esos sueños. Su intuición aparece en el momento de la revuelta pero tan pronto como
la revolución triunfa y el Estado vuelve, los sueños e ideales están ya traicionados. No es que renuncie a toda
esperanza o deseo de cambio sino que desconfío del término revolución. Y segunda, que incluso aunque
reemplacemos el intento revolucionario por un concepto de insurrección que espontáneamente atrae un
florecimiento anarquista, nuestra particular situación histórica no es propicia para reto tan enorme. Absolu-
tamente nada, sino un fútil martirio, resultaría de una colisión frontal con el Estado terminal, el estado de la
megacorporación, de la información, el imperio del Espectáculo y la Simulación. Todas sus armas nos apun-
tan, mientras nuestros ridículos dardos no encuentran nada contra lo que disparar sino una histéresis, una
rígida nada, un fantasma capaz de absorber cada chispa en un ectoplasma informativo, una sociedad de la
capitulación regida por la imagen de la Pasma y el Ojo absorbente de la pantalla televisiva.
Brevemente: no proponemos el TAZ como un fin exclusivo en sí mismo, reemplazando todas las otras formas
de organización, tácticas y objetivos. Lo defendemos porque puede proveer la clase de intensificación asocia-
da con la revuelta sin conducir necesariamente a su violencia y sacrificio. El TAZ es como una revuelta que no
se engancha con el Estado, una operación guerrillera que libera un área -de tierra, de tiempo, de imaginación-
y entonces se autodisuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda
aplastarla. Puesto que el Estado tiene más que ver con la Simulación que con la substancia, el TAZ puede
ocupar estas áreas clandestinamente y llevar adelante sus propósitos subversivos por un tiempo en relativa
paz. Puede que incluso algunos pequeños TAZs hayan durado vidas enteras, y ello gracias a su capacidad de
permanecer ignorados, como pequeños enclaves rurales que nunca se han cruzado con el Espectáculo, que
nunca han aparecido fuera de la"vida real" que resulta invisible a los agentes de la Simulación.
Babilonia toma sus abstracciones por lo real, precisamente en ese margen de error se constituye el TAZ.
Ponerlo en marcha puede requerir tácticas de violencia y defensa, pero su mayor fuerza reside en su invisi-
bilidad, el Estado no puede reconocerlo porque la Historia carece de definición para él. Tan pronto como un
TAZ es nombrado -representado y mediatizado- debe desaparecer, desaparece de hecho, dejando tras de sí
un vacío, resurgiendo de nuevo en otro lugar, e invisible de nuevo en tanto indefinible para los términos del
Espectáculo. De esa manera el TAZ es una táctica perfecta para una Era en que el Estado es omnipotente y
omnipresente, pero también lleno de fisuras y grietas. Y en tanto el TAZ es un microcosmo del "sueño anar-
quista" de una cultura libre no se me ocurre pensar mejor táctica para trabajar por él, experimentando a la
vez algún beneficio aquí y ahora.
En suma, el realismo nos impone no sólo dejar de esperar "la Revolución", sino incluso dejar de desearla. Re-
vuelta, en cambio. Revuelta sí, tan a menudo como sea posible, e incluso asumiendo los riesgos de la violen-
cia. Los espasmos del Estado Simulador serán espectaculares, pero en la mayoría de los casos la mejor y más
radical táctica será rechazar entrar en el juego de la violencia espectacular, retirarse del área del simulacro,
desaparecer.
El TAZ es un campamento de guerrilleros ontológicos: golpean y corren. Mantén en movimiento a la tribu
entera, aunque sólo se trate de datos en el Web. El TAZ tiene que ser capaz de defensa pero tanto su ataque
como su defensa deben, siempre que puedan, eludir la violencia del Estado, que es una violencia sin sentido.
El ataque se hace contra estructuras de control, esencialmente contra las ideas y la defensa es la invisibilidad
-un arte marcial- y la invulnerabilidad un arte oculto entre los marciales. La "máquina de guerra nomádica"
conquista antes de ser notada, y se desplaza antes de que el mapa pueda ser reajustado. Por lo que concierne
al futuro, sólo los autónomos podrán planificar la autonomía, organizarla, crearla. Es una operación que se
autoinicia, fundacional. El primer paso tiene algo de satori: la realización del TAZ comienza con el simple
acto de su realización.
LA RED Y LA WEB
El siguiente factor que contribuye a la formación de TAZ s es tan vasto y ambiguo que necesita una sección
por sí mismo.
Hemos hablado hasta ahora de la red, que definiríamos como la totalidad de la información y el flujo comu-
nicativo. Algunos de estos flujos son privilegiados, y limitados a alguna élite, lo que le da a la Red un cierto
aspecto jerárquico. Otros flujos permanecen en cambio abiertos a todo el mundo, lo que en cambio le da a la
red, a la vez, un cierto carácter de horizontalidad no jerárquica. Los datos militares y de Inteligencia son res-
tringidos, como lo son los bancarios, los de divisas, etc. En su mayor parte, en cambio, los datos telefónicos,
el sistema postal, los bancos de datos públicos, etc., son accesibles a todos y cualquiera. De tal manera que
dentro de la red ha empezado a emerger una especie de secreta contrared, que llamaremos el Web (como si la
red fuese una red de pescador, mientras la Web fuese una especie de tela de araña tejida en los intersticios y
secciones rotas de la red). Normalmente usaremos el término Web para referirnos a la estructura horizontal,
alternativa, del sistema de intercambio de informaciones, a la red no jerárquica, y reservaremos el término
antired para referirnos los usos clandestinos, ilegales y subversivos del Web, incluyendo la actual piratería
de datos y otras formas de sabotaje de la propia red. La red, el Web y el antired son todos parte del mismo
modelo complejo y global, y se funden mutuamente entre sí en innumerables puntos. No son términos que
pretendan describir "áreas", sino sugerir tendencias, modos de uso.
(Disgresión: antes de que se condene a la Web o la Antired por "parasitismo" y por tanto por no poder ejercer
una fuerza auténticamente revolucionaria, piénsese en qué consiste la "producción" en la era del Simulacro.
¿Cuál o qué es la "clase trabajadora", productiva? Quizás haya que admitir que tales términos han perdido su
significado. De cualquier manera, las respuestas a preguntas semejantes son tan complejas que el TAZ tiende
a ignorarlas por completo y se limita a tomar aquello que puede utilizar. "La cultura es nuestra naturaleza" y
somos los mirlos ladrones, o los cazadores grupales de la era de la Técnica).
Las formas actuales de la Web inoficial son -habrá que suponer- todavía muy primitivas: la red marginal
de "zines", las redes de BBS, la piratería de software, el hacking, el phone-phreaking, algo de influencia en
la prensa y la radio y prácticamente ninguna en ninguno de los otros grandes media: nada de estaciones de
televisión, ningún satélite, nada de fibra óptica o cable, etc. No obstante, la red se presenta como un patrón de
relaciones cambiantes y en evolución entre sujetos (usuarios) y objetos (datos). La naturaleza de esas rela-
ciones ha sido exhaustivamente explorada, de McLuhan a Virilio. Costaría páginas y páginas probar lo que a
estas alturas todo el mundo sabe. Y mejor que reescribir todo ello de nuevo, me interesa preguntarme cómo
este tipo de relaciones en evolución hace posibles modos de implementación para el TAZ.
El TAZ tiene localizaciones temporales -pero efectivas- en el tiempo y en el espacio. Y también ha de tener
una "localización" en el Web, y esa localización es de distinto tipo, no efectiva sino virtual, no inmediata pero
sí instantánea. El Web no sólo proporciona soporte logístico para el TAZ, ayuda a que aparezca. Hablando
crudamente: puede decirse que el TAZ existe tanto en el espacio de la información como en el "mundo real".
El Web puede compactar grandes cantidades de tiempo -como hace con los datos- en espacios infinitesima-
les. Ya hemos apuntado que, por su carácter temporal, el TAZ debe necesariamente renunciar a las dimen-
siones de la libertad que significan duración y una localización más o menos fija. El Web ofrece una especie
de sucedáneos de esas ausencias, puede informar al TAZ, desde su mismo inicio, con enormes cantidades
concentradas de tiempo y espacio "sutilizadas" como datos. En este momento de evolución del Web, y consi-
derando nuestras demandas de sensualidad y encuentro directo, debemos considerar el Web en primer lugar
como un sistema de soporte, capaz de llevar información de un TAZ a otro, de defenderlos, de convertirlos en
invisibles o agresivos si la situación lo requiere. Pero es más que eso: si el TAZ es un campo nómada, el Web
puede ofrecer la épica, las canciones, las genealogías y las leyendas de la tribu. Revela las rutas de las carava-
nas y las ocasiones de asalto que alimentan la economía de la tribu, incluso contiene muchos de los caminos
que recorrerán, muchos de los sueños que experimentarán como signos y portentos.
El Web no depende para su existencia de la tecnología informática. El boca-a-boca, el correo,la red marginal
de fanzines, los árboles telefónicos y cosas de ese tipo ya constituyen una Web de información. La clave no
es el tipo o el nivel de la tecnología implicada, sino la apertura y horizontalidad de su estructura. En todo
caso, el concepto de red implica el uso de ordenadores. En toda la imaginería de la ciencia ficción, la Red de
ordenadores opera como condición del ciberespacio (como en Tron o Neuromancer) y la pseudotelepatía
de la realidad virtual. Como fan del cyberpunk no puedo sino imaginar la hacker reality como algo con un
papel fundamental en la creación de TAZs. Como Gibson y Sterling, asumo que la red oficial nunca conse-
guirá clausurar la Web o la antired, la piratería de datos, las transmisiones no autorizadas y el libre flujo de
la información nunca podrá ser detenido. De hecho, y tal y como yo la entiendo, la teoría del caos establece
justamente que ningún sistema de control universal es posible.
De cualquier forma, y dejando al margen cualquier especulación futurística, debemos afrontar una cuestión
crucial en relación al Web y la tecnología que implica. El TAZ persigue por encima de todo eliminar la me-
diación, experimentar la existencia como inmediatez. La misma esencia de su acontecer es el contacto direc-
to, "pecho con pecho", como dirían los sufíes, o cara a cara. En cambio, la esencia del Web es mediación. Las
máquinas son aquí nuestros embajadores, la carne se convierte en irrelevante excepto como terminal, con
todas las siniestras connotaciones del término.
Puede que el TAZ encuentre su espacio propio justamente liándose a la cabeza la manta de dos aparente-
mente contradictorias actitudes en relación al hi-tech y su apoteosis, la red: una, la que podemos considerar
característica del Quinto Estado, la posición Neopaleolítica Post-situ ultraverde, que se construye como un
argumento lúdico contra la mediación y la red. Y, dos, la de los utopistas cyberpunk, futurolibertarios, reality
hackers y sus aliados que contemplan la red como un paso adelante en la evolución y asumen que cualquier
posible efecto negativo de su mediación puede ser superado al menos una vez hayamos liberado los medios
de producción.
El TAZ coincide con los hackers porque puede advenir precisamente, en parte, a través de la red, incluso a
través de la mediación de la red. Pero también coincide con los verdes porque defiende una intensa autocons-
ciencia de uno mismo como cuerpo y siente repulsión sólo por la cybergnosis en cuanto intento de trascen-
der el cuerpo mediante la simulación. El TAZ tiende a contemplar la dicotomía "técnica/antitécnica" como
una dicotomía falaz, como la mayoría de las dicotomías, en la que opuestos aparentes son en realidad falsifi-
caciones o incluso alucinaciones provocadas por la semántica. Dicho de otra forma: el TAZ quiere existir en
este mundo, no en la idea de otro mundo, algún mundo visionario nacido de alguna falsa totalización -todo
verde o todo metálico- que no puede ser sino pura fantasía vacía o como diría Alicia, mermelada de ayer o
mermelada de mañana, pero nunca mermelada de hoy.
El TAZ es utopista en el sentido de que defiende una intensificación de la vida diaria o, como los surrealistas
habrían dicho, la irrupción de la magia en la vida cotidiana. Pero no puede ser utópico en el sentido efectivo
del término, de "no lugar", el lugar sin lugar. El TAZ es y está siempre en algún sitio. Se sitúa en una intersec-
ción de fuerzas, como una especie de centro de fuerza pagano en la confluencia de misteriosas líneas cósmi-
cas, reconocibles al adepto en aparentemente invisibles fragmentos de tierra, paisaje, flujos de aire, agua o
animales. Pero ahora las líneas no están todas trazadas en el espacio-tiempo. Algunas existen sólo en el Web,
incluso aunque se entrecrucen con tiempos y lugares reales. Puede que algunas de estas líneas sean no-ordi-
narias, en el sentido de que no hay convención que pueda calificarlas. Son líneas que podrían ser estudiadas
mejor a la luz de la teoría del caos que a las de la sociología, la estadística o la economía. Los patrones de
fuerza que hacen brotar un TAZ tienen algo que ver con aquellos "atractores extraños" que aparecen, por así
decir, entre las dimensiones. Por su naturaleza, el TAZ se apropia de cualquier medio que le permita realizar-
se, puede venir a la vida lo mismo en una caverna que en una ciudad espacial. Por encima de todo, existirá,
ahora, tan pronto como sea posible, dondequiera pueda, sin tener en cuenta ninguna ideología, ni anti-ideo-
logía. Usará el ordenador, porque el ordenador existe, pero también utilizará múltiples poderes tan apartados
de la alienación y el simulacro que lograrán asegurar un cierto paleolitismo psíquico para el TAZ, un espíritu
primordial-chamánico que infectará la propia red, ese es el significado del cyberpunk, como yo lo entiendo.
En tanto el TAZ es intensificación, derroche, exceso, potlach, vida consumida en vivir en vez de en sobrevivir
(ese lamentable bienestar de los 80), no podrá ser definido ni por lo técnico ni por lo antitécnico. Se contradi-
ce a sí mismo sin dudarlo, porque se quiere a cualquier coste y sin perseguir ninguna perfección que supon-
dría su inmovilidad final.
En la serie de Mandelbrot y su realización gráfica por ordenador observamos -en un universo fractal- mapas
contenidos y de hecho escondidos dentro de otros mapas dentro de otros mapas ..., hasta el límite de la propia
capacidad del ordenador. ¿Para qué sirve todo ello, este mapa que en cierto sentido comporta una relación 1:1
con una dimensión fractal? ¿Qué podemos hacer con él, aparte de admirar su elegancia psicodélica?
Si imagináramos un mapa de la información -una proyección cartográfica de la totalidad de la red, tendría-
mos que incluir en él los agentes del caos, que han comenzado a aparecer, por ejemplo, en las operaciones de
procesamientos complejos en paralelo, en las telecomunicaciones, en las transferencias de dinero electróni-
co, virus, pirateo guerrillero, etc. Cada una de estas áreas de caos podrían ser representadas en topografías
similares a la serie de Mandelbrot, como penínsulas inscritas o escondidas en el mapa a punto de desaparecer.
Esta "escritura", que en parte permanece escondida, y en parte se desvanece, representa el proceso mismo en
el que la red está inmerso, incompletable en su propia representación, en última instancia incontrolable. En
otras palabras, la serie Mandelbrot, o algo parecido a ella, puede demostrarse útil para representar la emer-
gencia de una antired como proceso de caos, una "evolución creativa" en palabras de Prigogine. Si no como
otra cosa, la serie Mandelbrot sirve como metáfora para cartografiar el interfaz del TAZ con la red en tér-
minos de desaparición de información. Cada "catástrofe" en la red es un nudo de fuerza para el Web, para la
antired. La red se verá dañada por el caos, pero al contrario el Web se expandirá en él. Ya mediante el sim-
ple pirateo de datos, ya mediante desarrollos más complejos de su actual manejo del caos, el pirata web -los
cibernautas del TAZ- encontrará sistemas para sacar ventajas de las perturbaciones, problemas y caídas de la
red (maneras de producir información desde la "entropía"). Como un bricoleur, como un escarbador de es-
coria informática, como un contrabandista o un difusor de correo negro, incluso quizás como un ciberterro-
rista, el hacker TAZ trabajará a favor de la evolución de conexiones fractales clandestinas. Estas conexiones,
y la información diferente que fluye en ellas, formará poderosos dispositivos de salida capaces de albergar el
nacimiento de un TAZ, como si alguien robara electricidad de los monopolios energéticos para iluminar una
casa de okupas.
De esa forma el Web -con el fin de producir situaciones que conduzcan al TAZ- parasitará la red; pero tam-
bién cabe concebir que la estrategia tiene por objetivo construir una red autónoma y alternativa, "libre" y no
parasitaria, que pueda servir como base para ";una sociedad naciente de la cáscara de la anterior. La antired y
el TAZ pueden ser considerados en la práctica objetivos en sí mismos pero también teoricamente pueden ser
considerados formas de lucha por una realidad diferente.
Dicho todo ello, todavía debemos admitir algunas quejas contra los ordenadores, considerar algunas pre-
guntas no contestadas, especialmente acerca del ordenador personal. La historia de las redes de ordenadores,
BBSs y varios otros experimentos de "electro-democracia" han sido un gran hobby para muchos. Muchos
anarquistas y libertarios declaran gran fe en el PC como arma de liberación y autoliberación pero en realidad
no es visible su ventaja, no hay logros, no hay ningún grado palpable de libertad conquistada gracias a él.
Tengo muy poco interés en esas hipotéticamente emergentes clases de autoempleados en el procesamiento de
datos que muy pronto serán capaces de administrar una gran industria rural o una fabrica de comida rápida
trabajando para varias corporaciones y burocracias. No hace falta mucha lucidez para sospechar que esta
clase desarrollará su propia subclase, una especie de yupp-proletariado: amas de casa, por ejemplo, capaces
de traer a casa un segundo sueldo convirtiendo sus casas en una especie de electro-tiendas, pequeñas tira-
nías-obreras en las que el "jefe" es una red de ordenadores.
Tampoco me impresiona el tipo de servicios e informaciones que ofrecen las actuales redes "radicales". En
algunos lugares -se dice- existe información económica. Puede que sí, pero la mayoría de la información
que circula en las BBSs "alternativas" consiste sobre todo en chismes y "chateo". ¿Es eso una "economía"? De
acuerdo, los PCs han creado una nueva revolución impresora. De acuerdo también en que las redes margina-
les están evolucionando. Y de acuerdo en que ahora puedo por ejemplo mantener seis conversaciones telefó-
nicas a la vez. ¿Pero qué cambia todo eso de mi vida cotidiana?
La verdad, todavía hay grandes cantidades de información que pueden enriquecer mi percepción, en libros,
televisión, teatro, teléfonos, el servicio postal, los estados alterados de conciencia, etc. ¿De veras necesito un
PC para tener más de todo eso? ¿Es que acaso se me ofrece información secreta? Bueno, puede que me sienta
tentado -pero todavía reclamo secretos maravillosos, no simplemente números telefónicos que no aparecen
en las guías de políticos y policías. Más que nada, me gustaría que los ordenadores me ofrecieran información
sobre bienes reales, las "cosas buenas de la vida", como las definía el preámbulo de la IWW. Y aquí, y en tanto
acuso a los hackers y usuarios de BBS de no irradiar sino vaguedades intelectuales, me veo obligado a descen-
der de las nubes barrocas de la Teoría y la Crítica, y explicar con precisión lo que quiero decir cuando hablo
de "bienes reales".
Digamos que por razones a la vez políticas y personales deseo comida buena, mejor de la que puedo obtener
del capitalismo, comida no polucionada, bendecida con sabores y olores naturales. Para hacer la cosa más
complicada, imagínense que la comida que me apetece es ilegal: leche natural, por ejemplo, o el exquisito
mamey cubano, que no se puede importar a los USA porque -se supone- su semilla es alucinógena. No soy
granjero. Imaginemos que soy un importador de raros perfumes y afrodisíacos, y compliquemos de nuevo
el juego suponiendo que parte de mi stock es también ilegal. O que por ejemplo quiero ofrecer mis servicios
de procesamiento de textos para rizomas orgánicos, pero no quiero comunicar mi trabajo a Hacienda (a lo
que obliga la ley, se crea o no). O imagínese que me apetece contactar a otros humanos para realizar con ellos
actos de mutuo placer consensuados aunque no legales, algo que evidentemente se ha intentado, pero ahora
todas las BBSs de sexo duro han sido desmanteladas, y qué sentido tienen las actuales redes underground,
carentes de suficiente seguridad. En definitiva, asúmase que me alimento simplemente de información, el
fantasma de la máquina. De acuerdo con los apólogos, los ordenadores podrían ser capaces de facilitar la sa-
tisfacción de todos mis deseos de comida, drogas, sexo, evasión de impuestos ,... Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por
qué todo ello no está ocurriendo?
El TAZ ha acontecido, está aconteciendo y seguirá aconteciendo con o sin ordenadores. Pero para que el TAZ
alcance todo su potencial, tiene que tratarse menos de un proceso de combustión espontánea que de un tema
de "islas en la red". La red, o mejor la antired, asume el compromiso de un aspecto integral del TAZ, un su-
matorio que aumentará exponencialmente su potencial, produciendo un "salto cuántico", es extraño que esa
expresión haya pasado a significar un "gran salto"en complejidad y significancia. El TAZ tiene que empezar
a existir en un mundo de espacio puro, el mundo de los sentidos. Liminar, incluso evanescente, el TAZ debe
combinar información y deseo para completar su aventura -su acontecimiento-, para habitar su propio límite,
para saturarse en su propio existir.
Quizás la escuela neo-paleolítica tiene razón cuando defiende que toda forma de alienación y mediación debe
ser destruida o abandonada antes de que nuestros objetivos puedan realizarse o quizás la verdadera anarquía
sólo pueda realizarse en el espacio exterior, como defienden algunos libertarios futurísticos. Pero el TAZ no
tiene realmente que ver con lo que "fue" o "será". Sino con resultados, con ataques efectivos y realidad con-
sensuada, rupturas hacia una vida más intensa y abundante. Si el ordenador no sirve para ello, entonces no
prosperará. Mi intuición sin embargo es que la antired se está constituyendo, e incluso que quizás en efecto
existe ya -pero no puedo demostrarlo. Toda mi teoría del TAZ se basa en parte en esta intuición. Por supuesto
que el Web es más amplia que la mera red de ordenadores, e incluye por ejemplo al samizdat o el mercado
negro. Pero el gran potencial de una red de información no jerárquica, lógicamente, reposa en el ordenador
como herramienta por excelencia. Ahora, queda esperar que el trabajo de los hackers demuestre que estoy en
lo cierto. ¿Dónde están mis rizomas?