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Luis Laya
Av. Panten. Foro Libertador. Edif. Archivo General de la Nacin, planta baja, Caracas- Venezuela, 1010. qKWERUJMONOFRSQOQSV q~WERUJMONOFRSQNQNN
mcu@ministeriodelacultura.gob.ve elperroylaranaediciones@gmail.com
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Carlos Zerpa
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Carlos Herrera
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c o l e c c i n Pginas Venezolanas
La narrativa en Venezuela es el canto que dene un universo sincrtico de imaginarios, de historias y sueos; es la fotografa de los portales que han permitido al venezolano encontrarse consigo mismo. Esta coleccin celebra a travs de sus cuatro series las pginas que concentran tinta como savia de nuestra tierra, esa feria de luces que dene el camino de un pueblo entero y sus orgenes. La serie Clsicos abarca las obras que por su fuerza se han convertido en referentes esenciales de la narrativa venezolana; Contemporneos rene ttulos de autores que desde las ltimas dcadas han girado la pluma para hacer rezumar de sus palabras nuevos conceptos y perspectivas; Antologas es un espacio destinado al encuentro de voces que unidas abren senderos al deleite y la crtica; y nalmente la serie Breves concentra textos cuya extensin le permite al lector arroparlos en una sola mirada.
Fundacin Editorial
elperroy larana
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Amanecer en Lecuna
I: Registro de la obra
No era un buen final de cancin. Haba que arreglarlo. Despus de todo, el grupito tena buenas ideas, pero slo a Los Beatles en el 69 o antes a Pink Floyd les eximieron no todos los crticos un the end as. Era como un chancletazo en la pared, la cucaracha que se cae. Un portazo en la cara de una suegra. Chinga. Un espacio mnimo (haba que respetar los silencios, si no pregntale a J.C.). Tres escalas, un arpista criollo errtico perdido en un pueblo fantasma y luego, K.O. All estaba, el silencio escondido, agazapado entre varias capas de guitarra como en aquel primer surco de Lecuna, pero mejor grabado. Qu mejor. Infinito. En digital, sin sndwich de pollo entre cartulas, sin aquella gelatina endurecida por sustento. Puro lser ms el estudio de Franklin Hemorroides. Ese con su cara de tiro fijo o foco fijo hara el trabajo, tena el touche, el saber apretar el botn ese (el punto G de la consola). Saba lo que tena que hacer y lo haca sin quitarse su cara de gafo. Un conjunto de escalas, escalones de escaleras de barquito, de ferry o de cafetn, de tantas cosas. Negro, raspada la pintura, varias cabillas juntas o no s la forma de lograr este efecto. Un molde de hierro comn a tantas palanganas de segunda categora ya no digamos, sino de tercera, para el uso de ciudadanos que revientan por quejarse pero prefieren
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abrazar a sus gallinas y quedarse rendidos con los ojos abiertos, viendo el paredn, el mismo paisaje. Tratando de adivinar en aquel derrumbe mil veces mirado un hilillo de un agua negra distinta, un zapato descartado que acaba de caer all, de una mujer violada, de un beb abandonado como carroa, tal vez slo desechado por algn indolente a la vuelta de la playa. Una ventana atorada por el dueo de la lnea. Me juego a que me toca el cadete con bigoticos o la seora envuelta en una rasquia sospechosa, que vuela de asiento en asiento como nieve y se contagia. La chica flaca de caderas anchas, algo estrbica pero linda, pasar de largo al ver el otro puesto ocupado. Pero me instalo igual, con suerte en esta ventanilla a ver este presente. Una cancin que terminar para lo que sea, un reencuentro frutal con la msica. Unos chcharos que germinan (vaya nombre, Los Chcharos), que trasnochan y empiezan a vivir, comienzan a amanecer mojados en camas ajenas, inician un lento arranque de tacones altos y miradas extraas, ausentes, pegadas en un punto. Y la pasin por la guitarra acstica de cuerdas como cuchillos, comprada ah mismo a cincuenta metros de la plaza Miranda. Este truco del clavito es barato, ya lo conozco. Si logro dar vuelta a la goma por detrs de l logro abrir la ventanilla unos tres centmetros. Qu escasez de canciones, volver a empezar como desde cero. A travs de la hendidura: recogelatas, indgenas del Delta y una generacin de otros aborgenes paridos en los stanos de Parque Central, huelepegas, taxistas que violan y matan, pasajeros que asaltan y emboscan, turistas que cortan cuellos, vmito transparente de borrachitos buscando la prxima esquina mientras apuesto si el semforo llegar a verde antes de que se solidifique. Paso el marco y entre el polvo duro veo un sueo, imgenes de Peppermint Frapp; esas dos putas bonitas que se sientan a tomar un marrn, pero ya no me inspiran. Ya no. Esto no era as en la poca de Lecuna Sunrise. Oigo al cadete gritar lo que ya berre quince aos atrs: Arranca chofer, mueve este catanare! Temamos que fuera la mam de John, con su cara de bagre, hipcrita como ciertos andinos del Pacfico, o tal vez recelosa, arrastrando su gran complejo hasta que por fin comprara apartamento. Pasamos de un disco de Iron Butterfly y otro de la Incredible String Band a chequear las fotonovelas porno que John encontr bajo el catre de su pap. O era un padrastro. A una chica, en un episodio extrao en colores, tres
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I: Registro de la obra
tipos la interceptaban en la periferia de un desierto. La tipa estaba buensima y llevaba una maleta, los tipos parecan matones del oeste, pero la chica slo estaba buscando una direccin. Las imgenes eran terriblemente violentas: un desierto, los rboles cortos, espinosos que parecen personas desconsoladas, el vestido caa rasgado, la ropa interior restallaba como un ltigo, pero como despus reconocera una obsesin comn a toda literatura ertica chapucera o no, la mujer conservaba sus zapatos de tacn elevado y agudo, de provinciana perdida, pero qu provinciana. Pareca espaola, la violaban entre todos aunque ella pareca disfrutar los turnos, finalmente la enterraban y a su rostro desfalleciente le eyaculaban chorros sin piedad. Y cuando la puerta son pensamos que era el pescado aplastado, la ecuatoriana de risa falsa, pero ramos heroicos y corteses. La revista trepanaba un sof y ya volvamos a la String Band o una pelcula de muertos vivientes que pasaban en el ocho. John abri la puerta a Futuro Dios. Vena con su chica, la enanita catirona (era portuguesa o hija de), nunca hablaba, slo miraba a Futuro y segua todos sus movimientos de manera anticipada. De inters: Dios traa del mango, como si tal cosa, suelto, como un aristcrata desequilibrado del Medioevo como si lo hubiera hecho toda la vida, quiero decir una Vicente Tatay de doce cuerdas. Esta guitarra yo la haba visto en una tienda del Centro Plaza una vez que baj y me pas toda la tarde deambulando, sin un medio, esperando ver a alguien conocido. Cheque los perros calientes desde lejos pero prefer derivar hacia los discos, inodoros. Estaban los dos ltimos de Status Quo: Un perro con cabeza de diamante y La cuchara grasosa de Mam Kelly, puro boogie woogie, rocanrol de linaje. Me preguntaba cmo se sentira la cuchara de la novia de Dios. Despus martill por un rato y tom un autobs que haca la circunvalacin hasta llegar a Los Altos. El tipo me dej ir en la escalerita esta, pintada de negro, que parece de cabillitas martilladas, pegadas con calor. Llegu dormido. Nadie vio al monstruo morder la cabeza del perro. La guitarra era lustrosa y djenme que les explique: las doce cuerdas vienen dispuestas en pares. Hay que saber tocarla, ser un duende y practicar mucho, de da, de noche. Aprender de los mejores. Yo quera un bajo Hofner como el de Paul, que tena un sonido envolvente, y al fin ponerme a amasar mis cuenticos, mis volutas de inspiracin, unas garrapaticas que me haba puesto a escribir en la universidad y que tenan plomo. As pesaban. Eran breves. La pinta no me importaba tanto, pero es que Futuro ya poda llevarse ese contrapeso para la banda. Lo encar
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y tom la Tatay por el cuerpo. Futuro se levant con su parsimonia de Marc Bolan. Su pelo de totuma vena ms atrs como un efecto de comiquita, se planch sus pantalones campana de lneas que se le haban arrugado, se acomod unos lentes de pasta sobre la nariz y me la arrebat. No es una pelota de basket-ball fue todo lo que le hizo falta. Yo no le oa nada. Por mis orejas pasaba una mosca de electricidad. Vamos a formar la banda ya le dije. Y me mir como si nada. Ya estaba pactado. As eran todas sus cosas. Llegaba y defina antes, por los dems. Agarr la guitarra y camin hacia la puerta con su chica imantada atrs. Todos quedaron boquiabiertos cuando abandon la sala, el televisor, la revista porno, yo. Pero ramos medio de provincia. Esto hay que entenderlo. Vivamos visualcenlo en el borde de un barranco. Eran como cinco o seis torres idnticas que suban en espiral las venitas de un volcn. Slo era una meseta pero a m me hubiera gustado lo del volcn, ese sabor a prehistoria. Se llamaba Los Conuquitos: I, II, III y as. Una terraza de grama nos haca sentir a los de la parcela cuatro como si viviramos en una Inglaterra tropical. Salas de atrs de la casa y ya no era ms un apartamento, no poda serlo con los viejos haciendo parrilla o dejndonos envolver, virtualmente enchumbados en alcohol por esos jirones de nube que siempre, siempre son imagen de montaa despus del ocaso. Nuestros padres haban hecho el gran esfuerzo de comprar en Los Altos, eran profesores, intelectuales o marxistas de clase media, con pequeos Fiats, algn Ford Falcn que trepaba contumaz una y otra vez el camino de la Panamericana. La subida en helicoide hasta el almuerzo tardo lo hacas en cola. Ya no mareaba, pero los pequeos de corazn blando, de mente voladora, se ponan a ver por la ventanilla de atrs de las camionetas de transporte y se convertan en anorxicos sin advertirlo. Quedbamos a mitad de camino entre la ciudad dormitorio y un sitio llamado La Cantera, donde como su nombre lo indica, le caan a picotazos a unas piedras enormes que soportaban la estructura de un gran pico. Como bloques disciplinados de pirmides astronmicas. De all era Freddy El Canbal, el hijo de una especie de anacoreta que era el mejor baterista y msico en general que conocamos. Era una mezcla sucia de arrogancia, poder de caer bien (casi te obligaba), risa fcil y marihuanero. Era tambin el primer adicto al monte de diecisiete aos que conocamos. Todos los dems pertenecan a otra liga,
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I: Registro de la obra
eran patoteros retirados o sembraban lechuga en los terraceados de atrs de La Cantera o ms arriba del Tambor si ese fuera el caso; algunos incluso daban miedo con su pinta de iluminados sin interiores, de regreso de algo con sus ojos de oveja carnvora y los pies enchancletados. El padre de Freddy le haba dado a leer cosas como Proust, Bretn, Sartre y Camus, pero no haba logrado despegarlo de la vida. La amaba con los ingredientes que dominaba, las mujeres, los amigos y el kit de tambores. Todo se le iba dando sin vocacin especfica, no haca el menor esfuerzo. Mientras el padre malhumoraba, pensando en cmo ver el mar mirando imposible e impasible hacia los Valles del Tuy, tratando de corregir el mundo ya sin fuerzas para impedir sus dolores seos, El Canbal haca fiestas con amigas en su troja, o trabajaba toda la maana en remover la tierra, o se sentaba carioso con l a orle sus cuentos humanos irreconciliables con la humanidad. Practicaba como un posedo, yo lo haba visto sentado en su silln de bicicleta adaptado dndole cuatro horas seguidas sin comer, hablar, beber o ir al bao. Cambiando de patrones, o puliendo una serie de golpes. l era el tipo sin saberlo, su prxima parada estaba en el breve Flan, despus Cofre. O al revs. Pero mejor hablemos de Cofre, mucho Canterbury, mal monte, poesa leda a destiempo, una guitarra inspirada sin tcnica, un bajo demolido de espaldas, la estupenda base de ritmo ponindolo todo. Y mis primeras cuitas en verborrea satnica, naturalista leninista anarco peosta. Cuando logramos bajar a El Canbal Martnez de La Cantera lleg con su bombo y platillos, dos novias, una de ellas jugadora de rugby, tres amigos alpinistas y su pap el destrozado. El ms viejo se march a los dos minutos, slo vena a reconocer el entorno, ver si era ms decadente que lo de costumbre, abreviarle la carga en su extrao jeep de cartn piedra con estacas al hijo indolente y presumido. Los dems se quedaron en las inmediaciones haciendo ruido, chistes de mal y buen gusto, todos eran muy sofisticados e inteligentes, todos desmadrados, nadie haba desayunado algo ms pesado que un huevo frito si saben a lo que me refiero. Todos menos la estrella del sexo y el rugby, ms que alimentada, menos aguda. A todos los propietarios de Los Conuquitos, y por ende tambin a mi nmero, les corresponda un maletero. Eran cuartuchos, claustros de unos seis metros cuadrados con puertas metlicas y un extrao sistema de comunicacin interno parecido a un laberinto. Despus de varios viajes llevando cosas intiles de tu madre por esos
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callejones tendas a la fcil desorientacin, a la desidia. Poda encontrarse hijos en los pasillos, descansando y descorazonados jugando con cartas de tarot. Slo tres quintas partes tenan ventilacin, bloques con huecos en la parte de arriba pegado del techo, a tres metros de altura. Y haca fro, mucho fro. Y haba polvo duro que fijaba las cosas como esqueletos en slo seis meses. Era de agradecer sin embargo que no fuera calor lo que haca all dentro. Nos propusimos el mo como local de ensayo porque era la gruta perfecta en nuestras condiciones y nos permita varias cosas: la soledad, el aislamiento y hasta el abatimiento que poda crear un efecto inteligente y de audaz tenacidad en nuestras primeras estrofas musicadas. Nadie en su juicio ira a molestar, tena enchufes. Yo haba conseguido un Marshall viejo para m y el bajo no era Hofner sino de una marca argentina, estaba usado. Tenamos un micrfono, la guitarra acstica tena su adaptador para hacerla electro y la batera, bueno, ustedes han visto una con sus clavijas apretadas y funcionando. Se ven bien en todos lados. Cada vez que bamos a tocar tenamos que entrar los estuches por partes, pero antes sacar una Honda Mini 50cc, un bidn lleno de libros de primaria, un mapa antiguo que casi no pasaba en las esquinas (hasta que decidimos quitarle el marco y enrollarlo como un pergamino), piezas de motores, juguetes viejos, un vaporizador y un paquete de cartas de amor. Tambin haba una caja con una extraa ducha. Todo eso para fuera y luego para dentro, ya calientes. El primer repertorio que sali, al mes, tena mucho de msculo por tanto. Despus fuimos desalojando cada vez ms esa cuevita hasta dejar slo el vaporizador que daba buen efecto, tocbamos con el bicho prendido y los bronquios te lo agradecan. Una vez que tenamos todo a punto haba que enchaquetarse as que era un buen comienzo, ya nos parecamos a Los Beatles en la azotea de Apple, pero slo que en un tnel lleno de araas, cagndonos de tos. Las primeras listas llevaron nombres como Deudor y Vegetal, o un literario Breve historia de un espontneo que duraba ocho minutos y medio. Eran canciones apocalpticas, de mala suerte, ficcin fantstica o enrolladas parbolas. Animalizbamos a la gente con cierta ternura. Y habamos empezado a devorar a Cream y un grupo ms o menos nuevo, regio, que se llamaba Thin Lizzy, era irlands y cantaba un negro con una tomuza increble, un poeta maldito que nos encantaba a todos. As, como power tro, sonando cabilla, pseudo virtuosos y mala onda, fue toda una sorpresa cuando apareci aquella primera cancin
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I: Registro de la obra
de amor, que rechac pocos aos ms tarde porque tocarla me humillaba (obvio, recordaba a la chica promiscua que me haba inspirado) y despus retom porque, despus de todo, empec a ganar en el amor y ya no me dola el personaje maltratado aquel del semforo cortazariano. Se llam consecutivamente Cancin de amor # 1, En ese lugar y hasta Pelos de miel, pero cuando por fin se grab en 1983 le dije al tipo que haca las cartulas: Me crees que no me acuerdo, pana? Coo, ponle slo... Cancin. Y no es nada: fue un palo. Una vez pasaron dos vainas: llegaron las vacaciones, ms bien el limbo entre bachillerato y la universidad? Todos, hasta El Canbal, habamos presentado prueba de aptitud acadmica, as que por tres meses no sabamos a qu jugar si no estaba de por medio Cofre. Pero nos estbamos apagando sin haber abierto la estufa, las canciones no funcionaban, o era yo mismo: mis conquistas haban disminuido, evaporado, se estaban borrando como el horizonte debajo de un da brumoso o unos amigos zoquetes de la infancia que en vano tratas de agarrar por el remolino. Declar que nos bamos de retiro, con unos cassettes de una banda genial llamada Cockney Rebel, un libro titulado Los guerrilleros de caf y un par de litros de ans. Sin saberlo me estaba adueando de la banda, Futuro Dios estaba consciente de que ese era el paso a seguir, slo que fui yo quien lo dijo. Al Canbal le pareci que se embarcaba en una onda hawaiana tipo psicotrpica con mujeres, mar y conchas percusivas de sobra. Puro experimento. Le encant, despach a sus dos chicas y les dijo que se olvidaran de l por un tiempo. Las dominaba brutalmente pero enterneca, descubriendo por error detrs de unas cortinillas mordidas por el sol cmo las abrazaba, consolndolas con entereza mientras ellas sollozaban un poco. Nos fuimos a un islote en Morrocoy con un cuaderno como con quinientos nombres. Eran para la banda, para la nueva que naca con los mismos integrantes. As que coloqu all todo lo que se me ocurri, agarr un diccionario, le pregunt a mi hermana y una amiga, me tom tres cafs con leche y sal de la cocina con el ceo fruncido. Hice mi tarea, mientras los dems escogan las estupideces que se llevaran. Bajamos del autobs, de otro que pareca escolar, del peero y vimos a Yecilia, una diosa hind sentada con las hermosas y largas piernas extendidas, las rodillas picudas sosteniendo un libro. Resplandeca, era blanca o color crema, como un pedazo de cuarzo sentado en una playa;
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ella pareca quemar el sol. Pero yo estaba muy ocupado con el rumbo de mi historia musical, Futuro se enred con la bota de su pantaln acampanado de listas que haba hecho desembarcar en esa piedra salina, su nica concesin al trpico era una camiseta blanca de portugus, de resto nada: llevaba la guitarra de doce cuerdas, un cigarro largo en la boca, el pelo le dejaba ciego y no s, sera con la lengua que se agarr del borde de la borda mientras un mecatillo pareca ahorcarlo. Freddy se enamor para siempre.Todava me lo encontr hace dos meses en una entidad de ahorro, o ms bien afuera, comindose un tamal y tomndose una frescolita; iba a llevarle o a arreglarle una mecedora a su suegra en el edificio viejo de por all mismo, tena un peo con Yecilia que se haba ido a exponer en una ciudad del golfo de Trieste y no le haba mandado plata. Y l estaba pelando bolas, entonces la seora Concilia, la mam de Yecilia, le iba a deslizar unos churupos o prepararle comida. Pero l saba de mimbre tambin, de mujeres y de ritmo, eso era seguro. En la noche yo hice una fogata, espant unas chiripas monstruosas que hicieron nido donde Freddy puso la carpa. Consegu unos pescaditos y los cocin a cada uno sobre unos hierros, a cada uno con un palito atravesado en el culo o lo que sea tienen los peces. Poco a poco, laboriosamente, buscando inspiracin en el aceite que burbujea cuando uno estruja esos pequeos animales con hojas de coco y ajo. Yo s de estas vainas, uno puede quedarse dejando que el tiempo no sea ms, entregado a discretos prodigios ntimos, hasta que se dispara un ro y, de coazo ests montado t en una embarcacin que no ves y slo te relacionas con ese pequeo peto en el que te metiste y las estrellas te hablan, todo pasa frente a ti como los pinginos de feria que esperan ser tiroteados. Pero no le apuntas a nada. Te sientes inmenso, lleno de alguna vaina y se te aparece una sonrisa enorme. Futuro no poda hacerlo. Volv a verlo antes de comer. Sin sus botas, con los pies descalcificados que tena, parecan unas barcazas vencidas. Luchando con sus propios demonios y atizndole a los jejenes con slo las manos abiertas. Tena un par de horas desde que haba abandonado los intentos con la guitarra. El Canbal estaba a punto de ser deglutido por Yecilia, pero no lo saba. Yo escuchaba pedazos de su conversacin rota trada a m por la brisa. La chica le haba brindado cognac, as que el muy hijo de puta de vez en cuando, antes de meterse de lleno en personaje, nos miraba divertido, alzando hacia m una copa
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I: Registro de la obra
de base ancha. En la playa, qu burla, pareca un Omar Shariff en miniatura tomando doble dosis en lugar de una cuando la muchacha iba a hacer pip o se ausentaba por algo dentro de su sitio. Como yo estaba rejuvenecido no me arrech; le di dos pescados a Futuro y una papa que as con papel aluminio. Me sent como los indios, posicin cmoda para comer en la playa y me orient mirando el mar, con Futuro como a dos metros de m, ms o menos como si fuera un carro que dejas atrs por otro canal. Esa noche la lista de nombres se redujo a cinco. Ms bien eran seis, pero uno casi repetido: Crneo, Trono, Los Cables dejando colar una anodina influencia de la nueva ola Flan y su versin larga, Flan cido. Coo, y otra vez Cofre. No era falta de imaginacin, algo pasaba con este nombre, pero no iba a permitir que sobreviviera. En la prxima ronda, antes de que Freddy regresara de su cacera, lo elimin adrede, conscientemente. Futuro Dios haba hallado la posicin adecuada por fin, yo me haba llegado a temer que fuera su primera vez en la playa porque siempre las primeras veces son atroces. La primera vez que te cepillas los dientes sin ayuda te vuelves mierda la boca e igual te quedan los pedazos de comida pegados, la primera vez que manejas un carro o una bicicleta te crees un mono, un ser prehistrico o un completo intil, y la primera vez que tocas un instrumento quieres llorar o psicoanalizarte. No habl de la primera vez que tiras con una jeva, es obvio. Son dos niveles de trauma: si ella ya lo ha hecho se queda con tu secreto para mimarte o chantajearte, para bien o para mal, no hay manera de remendar y menos de enmendar eso salvo accediendo a peticiones siniestras que tienen que ver con lo emocional; si ella es tan bolsa como t quedas a merced de tu propia habilidad para fingir, s, que esa farsa incompleta es as, te lo juro, mi amor, la prxima vez ser mejor. Y si crees en Dios, en uno presente, rezas. Chamo, es divina se sonri, dulce, El Canbal. No dijo ms nada. l era bastante discreto, pero se ve que vena de haberse comido un caramelo de los mejores, importados, adictivos. Y slo un pedacito. Mira pana, aqu mientras t no estabas adelantamos el trabajo le contest, medio en plan serio, jorungando las cenizas con una rama. Era mojn: YO, en maysculas haba puesto a nadar mi obsesin, cumplir la agenda. No estbamos un carajo de vacaciones. Pero mentira, Dios estaba sacando pieza tras pieza que daban ganas de gritar. Tena un par de intros que eran unos clsicos, yo no me atreva a
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cortarlo ni hablarle de estpidos nombres de algn grupo difuso. All estaba la verdadera pepita de oro de este viaje, la vaina estaba rodando y me empezaba, lentamente, mientras tapaba todo de paja con mis palabras, a dar cuenta. Dos das ms nos quedamos en el flamante parque natural donde comenz lento a cuecerse la historia de nuestras vidas adultas, donde se dio el botellazo en el morro a nuestro destino de eternos adolescentes. Yo me beb 1.7 litros de ans con nada, como el propio tren que descarga en la basura, pero con la elegancia de un hipcrita cazador de vampiros victoriano. Eso es, escribiendo notitas en una libreta. Bueno, en la misma de los nombres aquellos secados al fuego y evaporados al mnimo. S, Flan estaba en su punto de espesor cuando recog aquel muuo de papeles de la arena. Pero es que di unos tres pasos hacia delante en mi escritura. Yo antes lo haca as: me imaginaba una escena o varias, le buscaba la vuelta ms jodida hasta hallarle una especie de no digamos moraleja, algo menos rosa sentido vagamente filosfico; y aunque ese sera mi estilo para siempre iba abriendo nuevas esclusas, atravesando fases. Pocas veces pude darme cuenta sino en momentos posteriores de lucidez; qu digo posteriores, remotos en el futuro. El tpico viaje histrico de la humanidad pero en chiquitico, la secuencia de hechos vista de lejos y encerrada en libros gordos llenos de polvo. Pero a qu vamos, me distraje. Escrib por primera vez en un verbo automtico que tena ms que ver con pasiones encerradas que salan sin permiso, observaciones crueles que de pronto se convertan en tiernas, eran una suerte de pistoladas automticas escritas con un acabado importante personal, a lo menos de poesa. Nunca fui un falso modesto, ni falso en nada. Y eso fue mi mayor falsedad, deb en algn momento ser ms cotidiano con mi constante serie de aberraciones contradictorias. Al mismo tiempo, durante unos aos, tem que ninguna letra de esas sirviera en lo absoluto; as son las cosas y qu puedo decir. Mi abuelo haba sido vasco, de unos pobres Gurrutxaga llegados en pasaje del peor en 1925. As que lo primero que se gener entre Yecilia y yo fue una especie de relacin de primos. Ella era voladora y vanguardista, no crea en vacas, ni en fiordos, ni en riscos, ni en la olla de marmitako. Si acaso en aquelarres, pero como todos sabemos las brujas son discretas. La ltima noche vino hasta la fogata donde yo y Futuro, un tanto espachurrados, dbamos toques finales al plan de accin. Freddy y ella ya se miraban distinto, ella con su ausencia y dulzura sobrenatural le
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I: Registro de la obra
prestaba una atencin sutil pero notoria, l revoloteaba sin atinar a dar con su indiferencia alegre de siempre, aunque se apunt algn gol ridculo por el esfuerzo. A veces era un trozo de espontaneidad y all s, se iba a recoger chamiza de los matorrales, tirarle piedras a las olas, nos dejaba hablar con la chica que en su vida tribal era un despojo a la inversa de artista plstica. Ella haba viajado por todo el pas celta, empapndose de la cultura punk de los ferrocarriles. Tena un concepto preclaro del arte que quera desarrollar, desde el desmentido, de vuelta de la fama, una antidiva rompebolas y bellsima que jugaba con plastas de camello de burro seran aqu mdulas de cuernos y otros pedazos de ex vida animal. Se me dio que si me dorma hara una representacin conceptual con mis intestinos. As era como a veces se me presentaban algunos pensamientos, ms all de mi lgica aceptable, para dar lugar a escenas penosas donde quedaba a merced por un segundo de las vilezas de los dems. Sacud la cabeza y ella se me qued viendo, pensativa tambin por menos de un segundo, atravesndome la inteligencia. Futuro nos dio unos sanduchitos y entonces ella regres a una exactitud de antes de conocernos: Mi amiga Mfer tiene una casa sper buena para lo que ustedes estn pensando. Como dentro de dos semanas va a haber una fiesta con varias bandas, vamos a hacer una performance sorpresa. Es un matrimonio... ja, ja, ja dijo en forma vaca. No me gustaba su tono, pero aadi que iba a hablar para que nos presentramos all por primera vez como Flan. Habl del viejo de Mfer y el resultado no s si fue favorable a l o a nosotros, tal vez a nadie. Sera un anciano siniestro, con toda la plata, un vejuco desilusionado, encantado de proporcionarle orgas a su hija buena para nada, hipersexual. Y nosotros all, de asomados, tocando ese rocanrol de machos. S, qu dijiste? Que este salchichn est gris, chamo. Yo no me como esta vaina as Futuro en su plan crptico. Y yo: Dame ac, qu carajo preparndome para tragar el pan seco con un embutido que pisabas por un lado y se levantaba por el opuesto como aquel pas de los caudillos. La chica se haba aburrido. Freddy le dio la mano para ayudarla a incorporarse y entonces, como de paso, fisgone lo justo para ver los dos redonditos de arena estampados sobre sus nalgas sanas.
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Chao, chao dijo en su acento del Este, con un mnimo de distorsin, la depravacin de quien vio mucho ms que los otros. Me hubiera querido parar a rendirle un honor innecesario, mofarme de ella con una extraa sutileza como, por ejemplo, decirle una cursilera de hombre de pueblo y dejarla perpleja. Pero estaba sentado con las piernas dormidas, sufriendo sntomas de ratn prematuro, unas chanclas de goma y shorts de rayas blancas sobre fondo guayaba. Era demasiado. La candela alumbraba medio rostro de Futuro, l haba mordido algo y por fin pareca demostrar con un gesto demasiado patente su deseo de que le preguntara. Pero le devolv su hermetismo acumulado y no dije nada. Ms bien me qued en esos prospectos de msica, casi seis temas de un grupo naciente, comenc a construir esa noche en una quincena ms, llena de una poblada de mujeres nbiles de avanzada, una tarima brillante donde nuestra actitud dejaba atnitos a todos, tipos y chicas con copas por igual, ese espacio donde unas canciones tambin armadas como rompecabezas de hierro hallaban su razn, una justeza digna al fin. Peso pesado. Y despus caminaramos entre la gente, borrachotes, aceptando palmadas de asombro y felicidad, habitando en un piso superior, esperando las ddivas de nuestro primer auditorio rendido. Una pizca de polvo, empero, en nuestra fulgurante carrera como la primera banda de verdadero, real rocanrol original de este pas de cactus, bedeles y calles con viruela. As que, al penetrar en ese taxi negro, y correr en silencio por el laberinto de cintas enrolladas, mi teora reforzada me hizo sonrer. Trabajamos duro los trece das que quedaron por delante despus de quitarnos la arena, la tabla de las sentaderas y la sensacin de ser un bagre pidiendo ser devuelto al agua. Y all iba, en una de las maleticas negras de Zul, ese nuevo repertorio, el set como le deca Futuro. Con: Trece das, una cancin cabalstica bellsima, demoledora, en progresin descendente, donde mi bajo sonaba como una guitarra ms o una sirena de barco engrosando as el efecto de la nueva-vieja Gibson de Dios. Zul era un pana, loco de metra, de Los Castores, algo as como un hurfano de su generacin que se quedaba como embobado oyendo cuentos de msica, arte, sexo irreal o eventuales borracheras. El da que le inventamos haber robado cigarritos Viceroy a un indigente patuleco qued de verdad impactado, convirtiendo la bajeza (que adems haba sido medio verdad) en herosmo. Era todo un hallazgo. Zul. Por l incluimos Viernes blanco, una especie de suite tropical electrificada,
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I: Registro de la obra
homenaje a un recin llegado de la selva de la incomunicacin a la vida real de los callejones y los hermanos putativos. Iba En ese..., a punto de convertirse en Pelos de miel sin an saberlo nadie, ni si iba de tercera o de cuarta, o si iba a sentirme cantndola un aborto de lobo pattico maullndole a la luna. Incluidas las tres mejores del periplo fenicio ese a los islotes de Morrocoy: Vente ya, un eslabn perdido entre Get Back de The Beatles y un punk despechado, Los Terrcolas en anfetaminas, pues; El barco, majestuosa cancin pariente consangunea de Led Zeppelin y Al Primera sobre el dinero malgastado en el Sierra Nevada. Breve historia que ya llegaba a los diez minutos y medio la dejamos para el gran final y por si haba bis ensayamos como unos chulos empecinados aquel Vegetal que no dejaba terrn sobre terrn. Un listado nada gentil, sin abreviaturas ni concesiones. Entonces recibimos la primera cachetada. Mfer era linda y fresca. Antes de ver a Yecilia en una mesa del fondo, con vestido folk y botas de sargento gorila trasandino, aspirando indiferente un cigarro largo y marrn que pareca un mojn de plastilina pude ver las diferentes facetas de Mfer, todas sanotas, aceptables y encantadoras. En esta foto grande del centro apareca frente a un salto alto seguramente en Canaima, no me jodas que no era el ngel, acull remando en un lago arrechsimo en una piragua de dos puestos con un pobre bolsa pariendo atrs, por aqu dndole un beso en la boca a un reptil de dos metros, ms ac con una seora lindsima a bordo las dos de un jeep descapotable azul (seguramente en su hacienda de cuatro mil hectreas). Y aqu, en mi cara, con su novio, el mismo bolsa del kayak, el mismo con la cara roja de estudiante de la Metropolitana y su personalidad secreta de celoso, bravucn de dos cervezas, inseguro y tira coazos. Como remate mariquito y consentido. Pero cmo poda yo entender todo eso en una breve mirada a su bienvenida correcta, a la entrada, donde se saluda a los novios y ellos hacen como si les agradara el aspecto de todo el mundo. Una fauna de infelices, variopinta a lo menos para alguien esttico que la ve pasar como un fotgrafo de la pgina de sucesos. Nosotros nos sentamos en la mesa de los msicos, con toda la cachaza, ansias de paciencia y gloria, mamarrachez y miedo. ramos el quinto acto. Una orquesta bailable con unos seores que igual le daban con soltura a Que viva Espaa que a Damirn y su Piano Merengue. Ya en la pista se atrevieron con un tema country y le brindaron Por una
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cabeza al viejo suizo amante de los tangos, pap de Mfer. Un viejo, s, adivinaron, encantador y deslumbrante. Haba un chistoso, un cuarteto de cmara para la hora de la comida, un grupito de nuevaoleros y nosotros. Por qu no salimos corriendo. Ya va. A Futuro Dios le agrad el ambiente, haba trado a su chica quien no haba asistido nunca a una boda elegante y se le notaba, es ms, no lo ocultaba. Pareca la prima rockera lejana de la prima lejana de los Duques del Peligro. Zul y Futuro comenzaron a acicalar las guitarras, Dios se trajo las dos para cambiarlas con parsimonia antes de ejecutar Cancin # 1. Las limpiaron, afinaron y acariciaron mientras Lissette se atragantaba de chupetas de pollo y whisky dieciocho aos, ante mi enhiesta cabeza, que soportaba mi cuello de palo, que esperaba la ejecucin de... m. Contestaba con monoslabos y en mi mente, borraba cada quince minutos una nueva cancin hasta dejar en tres el set. Me pareci lo justo, ms an, por qu no dos? A esa hora estaran dichosos, errticos por el jardn, los pocos asistentes que quedaran. O tal vez el jardinero envalentonado nos quisiera botar de la reunin, ya ntima. En vano trat de asirme por ltima vez a mi pelcula del arrase, editada dos semanas atrs. Quedaba un solo rollo y se estaba quemando en el proyector vuelto aicos de un anciano infartado. Cuando se bajaron Las Cintas un seor vestido de alquitrn nos pidi montarnos en veinte minutos. Zul y Futuro fueron de inmediato al escenario y yo los segu unos diez minutos despus. Me tom dos whiskies y aspirina en el trayecto. Despus de trepar los escalones comenc a darle a las clavijas del bajo, de espaldas al pblico, y sin saber muy bien qu estaba haciendo. No poda ver a El Canbal por ninguna parte. Slo la batera vaca, con una escasez de gente que espantaba. Y no me volteaba, segua viendo la batera y as me qued hasta que cheque por detrs del redoblante al de alquitrn hacindome seas. Cuando pude notar que era una persona me re, estaba entre el follaje, invisible para el pblico, como en un plat de los aos cincuenta con Carmen Miranda, el gordito Costello o Frank Sinatra. Eso en definitiva me anim, porque despus de todo, qu poda ser ms ridculo? Carraspe suavemente, me volte y Freddy vena subiendo; haba estado divirtindose con la indita Yecilia Picarreta, lleno de torta blanca hasta en las orejas, sealndola con un dedo y conteniendo la risa. Ella se puso casi en mi barbilla, l le dio tres estacazos al borde de un tambor y entonces empezamos a tocar.
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I: Registro de la obra
Extraamente casi nadie nos par bolas ni para bien ni para mal, pero ya la sensacin, de nueva, cambi a reconfortante. En el medio de una versin apasionada del que deba ser nuestro tema de cierre, me anim a hacer una sea al otro ritmero meneando la cabeza; Futuro slo nos segua, haciendo sus partes clidamente. Al final l fue el ms aplaudido. Recogimos los cables, enrollamos nuestro primer papel de pauta serio, metimos los instrumentos en sus estuches o en los sucedneos y bajamos a la grama. Vi por el rabillo del ojo a El Canbal internndose en un bosquecillo artificial de palmeras cultivadas, en el fondo, con Yecilia. Tanto amor me produca sospechas dbiles que no clasifiqu por completo. Futuro Dios le explicaba unos licks a sus dos primeros fans, par de treceaeros fuera de lugar, ladillados en esa especie de crucero inmvil. Un seor de unos setenta y siete aos me dio una cariosa palmada en el hombro la palmada s, hubiera sido una deuda insoportable de la noche y de su mano alargada colgaba un vaso. Lo acept y olisque el ron excelente sin hielo. La expresin en la mirada del viejo era en extremo amable y familiar, se me qued grabada para siempre como una foto de lbum. Termin jugando con el perro de la casa, un cocker insistente, en la periferia de la fiesta. Me percat de lo poco que gobernaba la vida, el anlisis, un patrn de movimiento que esconden las cosas al pasar por tu lado. Digo ms: a las tres de la maana el jardinero nos ofreci la cola.
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nueva casa en un sitio llamado Los Altos colinas arrasadas llenas de tractores y bajamos las maletas, me sent como un desfasado aunque todava no conoca esa palabra. Yo era un nio de ocho aos seguidor del Chelsea, los grupos The Who y Cream. Aqu slo haba seoras que hacan empanadas y olan a humo, ms seoras vestidas de luto con caras amarradas y enjutas, tambin seoras gordas sonrientes con moos que parecan tubas. Esas te besaban dejndote empegostado de sudores azucarados. Los seores y los nios vestan de caqui, todos por igual. Los mayores eran severos, el pelo raro de sienes resecas, recortado; y hacan molestos impertinentes chistes sobre m. Los nios eran crueles y me saqueaban los juguetes o me llamaban por nombres extraos. Por eso pas siete aos seguidos cayndome a pias, aprend a pelear bastante bien y tuve mi etapa de fanfarrn y traicionero con mis ms sencillos amigos. Cuando yo llegu a Venezuela vesta de braga verde, cuello de tortuga azul celeste y zapatos colegiales unisex, jams me pusieron caqui. Cmo me cago de la risa al ver la nueva disposicin del Gobierno, que obliga a los adolescentes a vestirse con ese detestable atuendo de obrero chambn, paleador de tierra en carretera, despus de haberse vivido en el mundo pocas tan vistosas como el Verano del Amor, el glam y el rock teatro, hasta el punk y la raya discotequera. Qu ganas de joder. Yo conoc al Chivo en esa patria que es Los Conuquitos, como setecientos sesenta y cuatro apartamentos con historias slo para justificar veinte existencias. La ladilla nos mataba en Los Altos, por eso. Acudimos a los grandes acontecimientos juntos y casi sin pensarlo llegamos a ser ms que camaradas: la apertura de la primera casa de la hamburguesa gigante y la gigante extra que se llamaba algo as como el Mr. Cheese, la salida del colegio de las nias del Bonifacio del Bergs, la entrada de los tractores para empezar a hacer la urbanizacin de Los Castores, la visita de un candidato en las falsas elecciones putrefactas del 73. El Chivo era vehemente, amargado, buen pana, su vozarrn era estentreo y sus lecturas no me causaban placer, aunque intua su camino correcto, subversivo, en contra de las injusticias. Pero l era un rocanrolero de corazn. Cuando grit consignas en contra de los copeyanos casi enfrente del viejito aquel, que se parecera al abuelo de Lissette, el cual despus muri con el corazn arrugado por culpa de esa derrota arreglada de antemano, yo grit con l. En realidad haca una onomatopeya pues no entenda lo que telegrafiaban sus palabras, el
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sentido completo. Recuerdo, eso s, la expresin desinflada del candidato Fernndez, antes de que la guanbana lo desahuciara sin remedio tirndolo por voladero, incrdulo ante las acusaciones de ese par de nios. El Chivo adems escuchaba msica muy rara, l estaba un poco atrasado en cuanto a rock and roll. Cuando ya los grupos glam eran la tapa del frasco l estaba todava en Beatles, Rolling Stones y vainas hippies como Traffic. Adems, en su casa oa cosas tradicionales o tira piedras como Cecilia Todd, Al Primera, Joan Bez, Vctor Jara, Facundo Cabral, discos de valses venezolanos y dems asuntos. Yo estaba ms metido en New York Dolls, Bowie, T-Rex, Lou Reed y Los Stooges. No me interesaba produccin alguna de este pas de pica piedras. Mi consigna, ms all de no pararle bola a nada, ha sido el rock and roll. Aunque me revienta la chapucera, la grosera y el gigantesco mondongo sobre el que est fundamentado este pas. Slo que no soy poltico. Por ello, la segunda sera algo as como aquel vive y deja vivir. Este es un pas lleno de mediocridades. Yo aprend a tocar con mtodos, seis meses en una academia tal, dos meses por all con un guitarrista clsico que se aburri de mis empeos por tocar msica verdadera, dura, de corazn. Ese tipo quera que yo fuera aquel que l mismo no pudo ser por cagarruta, por quemado, por cagn y acomplejado, pero te juro que a m no me interesa lo guardado en ese bal de recuerdos. El rock and roll es la representacin ms visceral de la realidad, por eso es que no te quieren y se mueren por aplastarte, porque no te doblegas y les dices en la cara que no te interesa su destino, el eterno lanzarse por el mismo tobogn para volverse a montar por el otro lado y chupuln, as para siempre. Pero ya no somos nios. Lissette lleg a m preguntndome por qu llevaba esos pantalones y esa chaqueta. Yo estaba tocando con un loco desarmador de carros que era blusero, l sali con una braga de mecnico, extrajo una harmnica de la pechera azul llena de grasa sucia y me son dos temas de Johnny Winter. Como yo soy verstil le di all mismo. Estbamos en la redoma un domingo a las cinco de la tarde. Todo el mundo estaba pendiente de la nacionalizacin del hierro, pero en este pas nadie nunca se toma las cosas muy en serio. Es hablar un poco del asunto, decir que ese tipo s es arrecho, sin saber muy bien por qu lo dices y dos pasos ms all aceptar que no te has ledo la ley. En este rincn de la tierra nadie hace su tarea, la pasan ms bien que el coo, pero se ponen mosca y caen heridos cuando alguien se quiere a s mismo.
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Entonces, cuando vinimos a ver, tenamos un auditorio de taxistas, motorizados salseros que se rean de nosotros pero les gustaba la vaina, yo los miraba cmo se les iban rodando los ojos para mis dedos y otros le daban cascazos a los asientos plsticos, carajitos que jugaban y me jalaban el pelo un rato, viejas de regreso de comprar el pan, borrachitos con las cervezas dentro de bolsas de papel, las caras rojas, y dos o tres chicas del Bonifacio. El desarmador se daba dursimo pero slo tenamos dos piezas, as que las tocamos dos veces, o sea cuatro, y yo cambi los solos para que parecieran diferentes. Al final nos chocamos las palmas cagados de la risa, ya panas, mientras las viejas se iban gozadas pero comentando (yo escuch a una) ... lo que es no tener oficio. Y la haba pasado del carrizo la maldita vieja. Seguro iba a comentarle a su marido, el camionetero, que unos drogadictos estaban poniendo el ejemplo del ocio, que esto se estaba pareciendo mucho a Caracas. No podra escaparse, si a eso es a lo que se refera, as se metiera con los chigires en el Uribante-Caparo. Ella estaba de salida y nosotros de entrada. Lissette lleg entonces, tongonendose con dos amigas. Estara como en segundo ao, por el jumper y la camisita. Era chiquitica con el pelo oxidado, no creo que conociera la playa. La cara era como un aguacate mirando para abajo y sus ojos de comiquita japonesa. Me encant. Me dijo como cantando: Mira... por qu te pones esa chaqueta? Y me miraba, embelesada, divertida y retadora. Se mova muy leve como un mueco porfiado. La chaqueta era una parecida a la que us Rod Stewart en la gira de despedida de Los Faces, en su segundo cambio de ropa. Era de cuero y tena derramada en el cuello como una imitacin de piel de animal rtico que la haca glamorosa y excesiva, al medioda era imposible cargarla porque te daba picazn. Pero casi a las seis como en ese momento, poda hacerse el esfuerzo y echar el pintn. Yo le dije: Ven ac. La agarr de la mano, la sent a mi lado en la banca de la plaza y le toqu mi nica composicin hasta ese momento, un poco un homenaje a Ron Wood pero con aires campestres. La alargu un poco con un truco de repetir notas disfrazadas con movimientos falsos de mis dedos, o innecesarios de mi mueca, intercambiando los mismos acordes pero colocndolos en partes distintas y le di un parsimonioso grand finale. Me qued un poco soador, contemplando la vista de la montaa y con el rabillo del ojo, consciente de la expectativa que
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estaba creando con mi actitud, logr ver la etiqueta engomada pegada de su cuaderno: Mueiras, Lissette del V. Y me arriesgu: Sabes cmo se llama esa cancin? No. Lissette del Valle. Era todo o nada, iba a explotar de la risa o el corazn se me saldra por la boca. Cuando la vi a la cara tena los ojos ms que almendrados, desorbitados y lindos. Una sonrisa asombrada y pcaramente desconfiada. Pero yo ya estaba en ella. Un mes y medio despus, un trajn inmenso mediante, Lissette me abri la puerta de atrs de su casa que quedaba sobre la venta de pollo en brasas de su familia. Me mir a los ojos seductora y culpable, y me tap la boca con la punta de su dedo ndice. Me dijo con voz de dormida: Chao, tonto, baja calladito. Estaba en una franela larga y medias, era la una de la maana y, con la vertical escalera metlica como testigo, haba empezado esa historia. El Chivo y Freddy menospreciaban a Lissette. O hacan como que no existiera. Freddy un poco menos, aunque todava a veces le dice cosas desagradables como: Qu pas, mi portuguesita? Pero viniendo de l, esas ofensas (mi chica odiaba recordar el origen de sus padres, ella siempre ha dicho que es v-e-n-e-z-o-l-a-n-a, as separadito, con su vocecita de pito) suenan cariosas. Ese es un tipo inexplicable, yo lo llamo un ngel cado. Aqul que alguna vez fue un semidis, pero a quien sus oscuras aficiones y adicciones le separaron de un camino menos tortuoso. Es decir, sin tropiezos. Freddy viaja con las alas mal zurcidas, cagado de la risa, a travs de un viento siempre lleno de bejucos y piedras. l tiene tropiezos de todo tipo, de plata ms que nada, aunque a veces no se da cuenta porque todo el mundo se le regala. El Chivo es ms duro con ella, yo creo que la ha saludado un promedio de dos o tres veces por ao, coo, y la conoce desde que cumplimos quince das. Esa vaina est produciendo en m algo malo, que no ha crecido pero se mantiene comiendo. Si echa un estirn, ms tarde podramos distanciarnos. Pero trato de evitarlo porque Alex es demasiado pana en otras vainas importantes y estamos juntos desde nios, compartimos de una manera nica el rocanrol y ahora que empezamos de nuevo a componer estamos armando una dupla creativa que puede asombrar al mundo. Ese es mi problema: no digo las cosas como las dems personas.
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Yo voy y se las pongo en una cancin y espero que l o cualquier otra persona las entienda. l dice entonces: Okey, arrechsimo. Vamos a trabajar antes de que se te olvide. Y eso es todo. Y obvia cualquier comentario sobre el reclamo o mi observacin. Tampoco es que voy de sermonero por el mundo, ni de rencoroso. Normalmente basta ponerme a tocar con Flan, enfrascarme dos minutos para olvidar todo lo dems, meterme en un espiral donde me consigo fcil a m mismo. Sin palabras. El Chivo ha ledo demasiado, es muy inteligente pero perdi una parte de la filo corteza, esa que pega los contrastes del mundo con una esfera de sentimientos e intuicin. Entonces acaba poniendo una letra de horror sobre una estela de sumisin que yo he propuesto con mi guitarra, aunque mientras yo no sea el letrista ms vale que me calle y a lo mo. Mis paisajes, mi intimidad. Lo anterior lo dije en un momento de despecho porque en realidad pienso que Alex Gurrutxaga es de lejos el mejor escritor de rocanrol que se ha parado sobre esta desrtica tierra, y an ser mejor si le pone ms atencin a lo que no hace ruido, a lo que calla, a lo que dicen los ojos, y lo deja fluir finalmente por sus tendones. Tiene un talento tal que se le van a caer las letras de las uas cuando eso se junte. Nuestro (posible, futurible) impasse slo es cuestin de rigidez, l quiere que estemos solos en el maletero, como al principio. Pero es que digo yo Lissette no estorba, se sienta en un balde de plstico puesto al revs, es chiquita, no habla, me reconforta saber que est all. Me quita los nervios cuando me distraigo y pelo bolas, una vez nos trajo hasta empanadas la caraja. Nosotros dos somos como Nancy y Sid sin la destruccin, o como John y Yoko sin casa propia. Hay un desacuerdo en cuanto a cul fue realmente el primer toque de Flan. Yo no puedo ser tan al pie de la letra como Alex. Okey, l dice que nosotros regresamos del espanto en Tucacas y nos montamos en diez das. Se acuerda de la fiesta aquella, yo juro slo recordarla por sus continuas referencias. A todo el mundo se lo cuenta al conocerlo. Le brindan licor y como nunca dice que no, a los tres vasos se vuelve boca floja. Yo he probado las drogas suaves y el cido pero no me interesa el alcohol, te pone adeco, hablador, discursivo y no te das cuenta cundo le escupes la cara a la gente hasta que se tapan haciendo el no tan sutil gesto con la mano. Por lo dems puedo tomarme un vinito, tampoco soy abstemio. Out. Para m el primero de los eventos de Flan
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fue el que tena la pancarta, el que hicimos con la ayuda de Triple J y el desarmador de carros, en la propia plaza donde conoc a Lissette. Una vez vi una milanesa pegada en esa pared de mi casa que se encuentra cuando abres la puerta gringa de tela metlica, antes de pasar del todo. Era una milanesa, lo juro. Pero se me olvid por un minuto o diez, pas al cuarto y cuando ms tarde busqu la confirmacin no haba ni mancha. Yo para alimentarme prefiero cosas ms fibrosas, ligeras, armnicas con mi cuerpo (estilo frutas y ensalada, un huevo duro con acelga, cosas as). En fin, en la transicin, ahora lo recuerdo de esta forma inamovible, conocimos a quien sera nuestro primer representante, el seor Jos Jess Jaramillo, J.J.J. o simple y llanamente como ya le nombr antes. Este doctor no entenda de rocanrol, pero era el ms. Tena un fluxecito gris y meda como un metro sesenta y seis, estatura de mujer. Pegaba berridos, coma cochino frito, beba cerveza y se meta perico como un perseguido. El buen paranoico tena un excelente aspecto, por lo dems, de acabado caballero del Ejercito Republicano Irlands, con cabello sobre las orejas y patillas a lo George Best. Su cutis no era lozano, es decir pareca un Rolling Stone de los llanos y de hecho traa parrandas, cantantes de baladas rocoleras y duos de tuyeros para la cervecera de junto al taller. A veces consegua contratos con el municipio y montaba sus desnalgues atroces sobre la endeble y romntica placita que quedaba tan pisoteada para ac y para all como Polonia despus de la guerra. Fue el desarmador, mientras guindaba como un mvil una puerta de Cadillac que medira tres metros, quien le habl de nosotros. l se inclua, como msico invitado en par de blues, soplando su harmnica. Bueno, qu te cuento, J.J.J. nos dio a cada uno una tarjeta personal cuando nos lo present el destornillador; era bonita, deca su nombre en dos versiones. Y tena creme el dibujo en colores de una milanesita, as como en una esquina. No me hace falta mentirte. En qu estaba? El pas, un panorama, un vistazo as alegre? Ya te lo doy, pero slo me gusta hablar de msica. T no habas aparecido, yo creo que estabas sacndole el polvo a esos platos de radio, anteriores al disco compacto, o escribiendo en las mquinas grises de la universidad, tan parecidas a un De Soto sin pintura. No haba prensa de rocanrol. Mira, para que te hagas una idea: vinieron Tierra Rara (yo tena como trece aos y no pude bajar a Caracas porque tena una rubeola nerviosa); Sangre, Sudor y Lgrimas, Santana y el androide borracho-bizarro de Joe Cocker; de Peter Frampton cinco
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aos despus se coment que era un fascista, un doble agente de la Reina o algo as. En Los Altos haba una revista llamada Vibrador que public una nota de prensa remitida por Zul. Deca esto en tres centmetros de hondo por cinco de espesor:
El 28 de abril se present, con gran calidez de pblico y de clima, el debutante grupo de la localidad los Flan, presentando compacto repertorio amenizado por rocanroles y msica moderna en general, tocada con gran potencia para alborozo de los asistentes. Una ingente masa de aficionados a las guitarras elctricas se dio.
Y all paraba, era imposible; yo haba ledo el comunicado completo donde se hablaba de nuestro verdadero estilo y se nombraban una a una las canciones del nuevo set. Esto fue picado por rdenes superiores, una mano peluda rara, o sea la censura imperante en la poca y que no te creas todava est presente con otras caras ms dizque modernas. Ahora se llaman a s mismos prensa especializada y son ms sutiles, sabes de lo que te hablo: una perorata inmunda e indescifrable, con los fines ocultos de destruirnos usando la clsica arma de la descalificacin, como quien no quiere la cosa, lnguidamente, son maricos que chismean sin control. Bueno, en Vibrador aparecimos ya cuando nuestra base de fanticos aumentaba, all por 1978, despus de nuestros conciertos nmeros ocho y nueve, en una especie de show de todos estrellas que el seor Jaramillo mont en un billar, el cual se bautiz como J.J.J. & los Panas. En el concierto, como en la revista, haba toda clase de argumentos de peluquera. De esos que se atienden mejor sobre una silla roja, rellena de goma espuma y por todo forro un acabado plstico de asiento de taxi. Los pies tomados de un aro cromado y el balanceo hacen lo dems. El marco perfecto para leer noticias sobre la nueva casa con piscina de Chelique Sarabia en Taguao, los caballos de Pierina Espaa, ver un milmetro de teta ms de lo correcto y realizable de la nueva estrella del sexy drama venezolano, Tatiana Cuerpote, esquilitas sobre la Onda Nueva de orquestas venezolanas que tocan el pajarillo en jazz, la avanzada ibrica de la cocina de Mara Teresa Chacn, y nosotros, cortados como solomo abierto en plstico y anime, por all abajo. Mirndolo todo desde la ventana, metidos en recinto caluroso, hechos unas parturientas.
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Triple J retir dinero suficiente de un banco, uno de los tres que quedaban en Los Altos adems del Unin. El Unin era el de todo el mundo, dos de ellos siempre estaban vacos y parecan peceras sin agua. El otro era el que el seor Jaramillo llamaba el de las putas. Siempre de acuerdo a l: ese era el banco que preferan las prostitutas de los pueblos cercanos para abrir algo ms que sus piernas: un fideicomiso ac, una cuentica de ahorros por all, girar platica para Barinas, cobrar el cheque de un desalmado. Y tena ese ojo de buen tirador de coazos que tena que vrselas con su responsabilidad de estar afirmando cosas impropias, contra ciertos hijos o enardecidos puritanos para sealar con su media sonrisa de Popeye, Mira esta es, esta no es, esta sali un momentico a coger aire, esta se acaba de levantar, esta est de paso, epa!, no te equivoques, sta es una seora de su casa o una estudiante en busca de ingresos extra para el chicle y algunos libros. Entonces nos deca que las mujeres estaban, todas, un pasito ms adelante o ms atrs de ser trabajadoras del cuerpo. Que ni su mam caa fuera de ese crculo. Un saltico hacia delante: putas. Una vacilacin hacia atrs: damas. Y que a eso se reduca el valor de la cultura femenina, y por ende el cincuenta por ciento de la humana. J.J.J. entr al banco y cobr un cheque de l mismo, pero con otra cdula que mantena para llevar abrillantada su vida financiera. No le cost mucho, en los dos cartones era igualito. Utiliz el dinero para comprar nuestro primer servicio de alimentacin requerido para un concierto. En ese evento, que le vendi a una corporacin de cemento y la jefatura del municipio, figurbamos nosotros, Ismael Jos y los Trompos Sobre La ema, cuyo nombre causaba estupor dentro de los linderos de Flan, nicamente. El pueblo pareca no atender el inequvoco origen librepensador, tal vez en bsqueda de la expansin de la mente mediante las drogas, que tena ese conjunto de joropo central. Lo encabezaba un seor bizco, de bigotico entrecano represado justo sobre su lineal labio superior. Los otros dos integrantes eran ms j-venes, uno con la cara gorda, con crteres y mares como una luna aliada con papeln, el otro era blanco, flaco y anodino. De una manera que en esa poca apreci pero no logr definir ni con palabras ni para mis adentros tan siquiera, encontr las vas de comunicacin por las que discurren y tropiezan los msicos, ms all de sus divergencias de sonido e ideologa. Se podra llamar una confraternidad o una hermandad porosa, dotada de unos pocos agujeros de salida para los menos comprometidos.
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Ismael Jos era una gota de sudor sin sal, no vale la pena mencionar su msica, aunque nadie aparentaba pensar lo mismo en Los Altos. Era un actor de la localidad que haba logrado un papel de extra en la novela del momento. l era el plato fuerte, nosotros apenas la apuesta de las jotas, un recndito impulso romntico del ms corrompido de los perdedores, o as, la prueba de que el ms vil y descartado de los humanos tiene su parte de eternidad. Su cuota de paladn. Y repito: Quires que te cuente? Bueno, las chicas se vestan con zapatillas chinas, pantalones negros de mezclilla (perdona, as aprend a decirles en Europa) y camisas vaporosas blancas, como la herona de Grease-Vaselina. Las que tenan ms de catorce aos brillaban, radiantes y sin cejas en las discotecas. Estaban de moda los patines, el bronceado y las quesadillas. Por la radio no paraba de sonar el siguiente Hit Parade: Amor is to love you (Grupo Maana). San Salvador (Grupo Desconocido). El candidato (Billos). Amaneciendo (Colombiano Desconocido). Honeymoon in Puerto Rico (Grupo Desconocido). Tragedy (Bee Gees). Mara Lionza (Rubn Blades). Cualquiera de Celi Bee y el grupo Macho. Como ves estbamos poco menos que arrinconados por los Desconocidos con nuestro rock pesado de protesta. Yo dira que azuzados y enrejados como tres jabales hambrientos en las cuadras llenas de mugre de un circo romano. Viendo la luz del sol slo cuando al guardia esclavo se le ocurra quitar las tablas del redondel de arriba para baarnos con verduras semi podridas. Pero no sentamos el dolor, con nuestra piel sancochada, inmunes al exterior bamos ciegos contra la muerte en pos del xito. Slo as se puede ganar, como ya te habrs dado cuenta en todos estos aos. J.J.J. fue un enviado. Y lleg justo a tiempo ese da con sus panes con mortadela para decirnos: Ustedes tocan a las cuatro, ni cuarenta y cinco minutos ms tarde ni ms temprano. Se enfrent con uno de los panes, puso los otros dos sobre la mesita patas largas del corraln donde esperbamos y de inmediato hinc el diente. As vol nuestra primera pedrada hasta el ojo del pblico, ya les habamos sorprendido dos o tres veces por la radio local, anunciando
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el concierto debut de Flan. Pero all pudieron vernos, al grupo, el logotipo inventado por Freddy ese mismo domingo en que se mandaron a hacer las pancartas. No un grupo que tocara canciones de despecho ecuatorianas rodeadas por el tembloroso sonido de un rgano Hammond. No; haban visto un grupo de rocanrol salido de las macetas del lugar pero tan digno como Humble Pie. Y se quedaron fritos. De un coazo (perdn, esto es para el peridico. Bueno, ponle carajazo) sali un enjambre de aficionados; como veinte carajos y seis o siete chicas comenzaron a colorear los conciertos de Flan a partir de all. Nos ayudaban a hacer los carteles, cargar cajas. Apareci Stephanie, lo mejor para el lpiz de El Chivo pero no para su nimo. Tambin se incorpor La Grgola para pegarse y quedarse cerca, engordando para siempre. Adems, el seor Jaramillo nos pag. De un peridico doble enrollado sac una bolsa marrn que ola a chorizo carupanero, y desde all dej caer doce fuertes, en torre, sobre sus garras de animalito extico. Nosotros le pagamos a Zul y yo le di tres bolvares a Lissette con los que compr un conjunto de algodn para su sobrino, un bebecito que haba quedado hurfano por un ataque de culebrilla, cuita cuyo recordatorio siempre haca brotar lgrimas a mi chica (ahora mi mujer), simplemente como manantiales aguamarina que inundaran sus ojos, no precisamente en forma de gotas. Definitivamente ese fue nuestro despegue, la vez que nos encaramamos en la plataforma. Esa y no la otra. Cobramos, hicimos brillar o redondearse los ojos de nuestras madres, apartar la pipa de la jeta hedionda de nuestros viejos. El eremita baj a ver a su canbal triunfante, presenciamos nuestro nombre grabado sobre la lona. Y todo continu igual, sin subir ni bajar hasta que lleg Boll. Pero antes de eso Triple J hizo lo que tena mandado desde sus vidas anteriores, cumpli su rol, pas el testigo escupiendo un salivazo ensangrentado y sali de nuestros telfonos. Pregntale a Freddy, l te lo puede contar mejor que yo. Su verbo es ms rico, su imaginacin est herida pero an lo tiene. Anda, llmalo.
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arriba, era lo nico que le gustaba de la tecnologa a ese viejo loco. Cuando salieron compr uno y trajo pelculas, donde este detective despachaba matones y coga chamas buensimas sin remover su cara de ladillado ni baarse correctamente. Entonces el flaco se iba hasta Caracas con la maleta metlica, que no era de acero ni nada parecido pero estaba forrada de papel aluminio y simbolizaba de alguna forma el rock de metal pesado, adems de que iba cargada, saturada por dentro te digo, de clavijas, cuerdas de hierro, tornillos, afinadores, capotrastes, tubos de pega, de resina, un sinnmero de cosas. Y le haba hecho, yo, una sobrecubierta de gamucita de mentira, ndigo para que no se regaran por todas partes las cosas pequeas. Viajaba con el equipo completo de artilugios que no caban en el Camaro. Pagaba un bolvar, llegaba primero as fuera parado y guindando. Y an as Jaramillo deca que era un vago y daba mal sabor a la banda. En fin. Haba un sitio en Santa Sofa, y algunas plazas por la Central, cerca de Las Mercedes en Bello Monte donde podamos tocar en la calle sin que nos molestaran los Metropolitanos. Acurdate de que estaba Cochino, LHC como le llamaban abreviado en los peridicos que lea refunfuando el viejo. Por esos das pusieron la televisin a color para que la gente no molestara ms, estaba la fiebre de la disco y entonces, las buenas personas, de verdad que casi no hacan nada. Los que todava eran jvenes se ponan pizpiretos e inquietos al terminar la semana; se arreglaban a veces, los tipos duraban peinndose ms que las jevas y quedaban pachuquitos todos los viernes y sbados, as slo llevaran consigo chicle y lo dems se lo chulearan al ms ansioso de salidas o compaa. Adems inventaron el da de parada, y no podamos usar el Camaro fuera de la Panamericana. Ese era un da slo de ensayos, de fumar monte, de reunirnos para poner al da los planes de la banda, de pasar por una parrilla y hablar con chicas. Eran das estupendos esos de parada, porque era como si te agarraran por el cogote y te pusieran gasolina hasta el tope. Adems nunca llovi en Los Altos un da de parada. Por ah por esa poca yo tena una camisa amarilla manga corta que no me quitaba ni para cag..., perdn, y as me aparezco en mis propios recuerdos de esos das. Fumando marihuana, con la camisa amarilla limpia, hay un chorro de sol que cae sobre una gramita y yo veo para all. Sera una foto que nos sacaron? Tambin crearon algo as como un toque de queda para los muchachos, porque pensaban que no deban estar fuera a las nueve de la noche,
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ya que se podan prostituir o alcoholizar si olan el cemento. Ms de uno se atragant de asfalto durante esos das, va balcn. Pero, nosotros tocbamos en Caracas como cuatro o cinco veces al mes, as nos pagaran o no. En Santa Sofa la gente sala de comerse unos tacos mejicanos excelentes y al lado quedaba el antro Cuchifrites, suban las escaleras sin baranda y se encontraban de frente con el peo, el autntico peo de la puerta, sin tiempo ni para eructar. Es increble, la gente iba a escuchar msica (era 1980, acurdate); yo todava no estoy tan quedado y a veces me ha agarrado la noche en Caracas y he salido a rumbear. Hay dos sitios para bandas, la gente entra y sale, se caen a cervezas, tratan de enganchar a alguien, se arreglan el pelito y la chaqueta, hablan por el celular y vuelven al carro estacionado a seguir dando crculos. Pero en ese momento s, los roqueros iban a ver los grupos y a entrarse a coazos, las jevas por consiguiente tambin eran duras. T estabas como chamita, no? Pero tambin te roz algo de eso. En tu mirada se qued pegado algo de esos momentos, es como un aburrimiento trgico que no puedes evitar, a menos que te metas un tabaco y pongas en el pic un disco de esos. Y siempre lo haces, seguro, yo tambin lo hago. En realidad yo tengo veinticinco aos fumando todos los das, y cago bien perdn como poco pero bien, soy saludable. Pero ojo: no estoy quemado. An, con todo y eso, tocbamos, en el Cuchifrites o en otro sitio: el Metra de Los Chaguaramos, una especie de restaurante chino que en la noche se converta en rumbn con salsa, jazz o rock, nunca disco. Haba dos mundos paralelos que slo se cruzaban en el cine de medianoche o en las plantas bajas de los edificios. En las plazas era ms temprano y en la universidad de da, para que los panitas pudieran vernos. Flan se infl de a poquito, pero en 1981 por as decirlo, estaba hinchado, full de canciones. Yo no compona casi nada, puros palos, pero nunca fui un tira palos, ms bien delicado, justo, preciso y fuerte; las canciones de Flan siempre tuvieron de bueno que eran treinta, treinta y treinta. El otro diez nunca estuvo, se perdi por ah, todava lo estn buscando (ja, ja). Ah, no: lo puso Trendy cuando vino, s es verdad. Pero eso fue en el tercer disco, hasta ese momento slo era un pelao que se asomaba en el estudio para vernos ensayar. ngel, fjate t: en el 82 el rock haba vuelto, nosotros estbamos ya en la cola para hacernos estrellas en este pas, coo. Mira, dos o tres radios ponan tu msica. Jaramillo consigui un trato bueno con una
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imprenta que nos sacaba todos nuestros volantes, papelitos, tarjetas y nos hizo unos diseos gratis, las pancartas y todo, a cambio de una cancioncita de un minuto para una propaganda de radio. Jaramillo era un genio, jams convenci a nadie a punta de whisky, puticas o dinero. No se le hubiera ocurrido nunca afocar a los empresarios con un carro nuevo, trabajaba con las uas y cmo botaba piedra. Era el ms bota piedra. Pero era astuto. Conoca a la gente, o como dira El Chivo: la naturaleza humana. Por eso nos puso en camino sin celular no existan, sin fax, desde su casa lanzando puteadas solo, por un telfono negro o sudando para arriba y para abajo en el Camaro. Y en el Camaro bamos todos menos El Chivo la primera vez que son Cancin, sin coba, era un estreno. No te ras, canalla. (T s que eres linda, vale). Jaramillo tena una mana fija: cada vez que se montaba en ese pingo de carro, lo aceleraba dos o tres veces esa vaina era un avin. Se meta unos lentes oscuros como los de Kojac y prenda un cigarro. Despus mientras iba manejando, dndole al volante inmenso ergonmico, deca l con una sola mano, apretaba constantemente los botoncitos del selector de la radio. Entonces bamos subiendo por la Panamericana, todos espachurrados y con hambre, estbamos desinflados porque habamos intentado dar un concierto junto a otras tres bandas: Jerusaln, Gran Fumarola y El Castillo de Naipes; nosotros cerrbamos. Y lleg el orden, las fuerzas de la ley con sus cascos blancos y nos pusieron a parir, lanzaron bombas lacrimgenas y arrastraron una chamita como de diecisis aos por el pelo. Panita, eso fue feo. No pudimos tocar y despus medio vimos en la televisin, en la pieza del to de Zul, que el Gobierno haba desmantelado una manifestacin propagandista de los guerrilleros en la Central. Se me olvid decirte antes, el toque era en un espacio vaco en una de las entradas de la universidad. No tocamos y salimos medio golpeados porque Yecilia y yo nos metimos a ayudar a la chama que era preciosa y flaca y los cabrones nos encendieron con las peinillas. Bueno, bamos todos tocados en el Camaro y el locutor dijo: Mis amigos, mis amigas: este es el pronstico de cinco para las cinco, a nombre de Discograma... Cancin, con los Flan. Dijo los, pero nadie le par pelota. Jaramillo fren el carro frente al IVIC y un camin de vaina nos lleva por delante. Omos toda la cancin, nos felicitamos y pasamos la autopista. Futuro quera llamar a El Chivo
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por un telfono monedero que haba del otro lado. Lo encontramos en su casa, el tipo se puso todo nervioso, feliz y preguntaba a cada rato la misma vaina: Dnde, cmo la oyeron? Pero cmo fue, dnde la oyeron? Cmo se dieron cuenta? Le trancamos y nos comimos all mismo unas cachapas con queso y chicharrn. Futuro tambin comi y tom cerveza como todos, no tenamos monte porque yo me lo haba fumado entero para pasar el mal trago. As celebramos. Antes de ser msico de rock t eres otra persona. Tienes a la familia, conoces nuevas mujeres y hombres, vas por la vida tomando autobuses, oyndole los cuentos al viejo militar retirado que vive tres calles ms abajo de tu casa y que te encuentras invariablemente en la parada. Te haces amigo de los panaderos, sobretodo de los que sirven los embutidos en papel, y formas una base de caras conocidas que te atan. Ests seguro, aunque a veces te d por lanzarte por un barranco, o te despees por l sin reparar en los escalones que estaban al lado. Esas son las excepciones que mueven la vida de una manera tan cronometrada que casi puedes llevar un control anual, sacar unos cuadros de estadstica y saber cundo te va a atropellar un carro, alguien va a telefonear en la madrugada para avisarte de un muerto conocido, una novia est por mandarte al carajo o te haces sorpresa! acreedor de una beca resuelta. Marcas el calendario con unas bolitas rojas y si te pelas puedes seguir jugando otro rato. Pero cuando te conviertes en msico de rock es distinto. Los accidentes, tragedias y nmeros ganadores de la lotera llegan igual, pero en los lapsos intermedios ostentas un cach diferente. Aunque seas un perdedor, un bolchevique que slo tocas frente a tus amigos fieles que se duermen ante ti implorndote silencio, el vulgo, la gente de a pie, hasta los taxistas de Galicia que conoces te reverencian, te admiran y envidian deseando que metas la pata en un hueco de la Cantev y vuelvas a ser el de antes, cuando eras como ellos. Esa es la cosa, esa pegajosa que tiene el ser rockero y tocar en una banda, no las drogas, ni las mujeres siempre en celo que te buscan para que hagas de ellas lo que quieras, tampoco los amigos de rostros veloces que se mueren porque un pedacito de minuto los veas y les oigas sus anhelos, les expliques algo de cmo manejas, no tu instrumento, sino la vida misma. Por supuesto no es la ropa, ni siquiera la msica es tan importante ya, como al fin te dars cuenta cuando termine de contarte esto.
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Todo lo que eras antes queda velado, detrs de una cortina de funeraria. Es decir, t eres reportera, yo soy qumico aunque t no lo creas, el otro es diseador, y hay un experto en relaciones humanas entre nosotros. Y ejerci en una oficina con su corbata, camisa blanca y todo. No te voy a decir quin es de los tres. Al convertirnos en msicos de rock, en este pas... (ja, ja, ja). Perdn, la vaina es de risa, porque ests viendo lo que otros no ven, recorres un semicrculo de la tierra y te pones justo del otro lado. Pero adems tienes que ir a sacar fotocopias en la papelera, pasas saltando los charcos negros igual que todo el mundo, vas al mercado y las seoras cargando bolsas que parecen transportar un asesinado en ellas, te tropiezan y bufan al hacerlo, cansadas, resignadas y odindote as vengas doblado t tambin con los ingredientes de la sopa. Pero estoy divagando: Entre 1981 y el ao siguiente nosotros dimos ms de ochenta conciertos por toda Venezuela. El seor Jaramillo nos dio la confianza, porque antes de l slo era msica, lo nuestro era pura msica. An as esas canciones tienen que salir, de lo contrario hasta Led Zeppelin se hubiera convertido en una banda mediocre hasta mala de sacadores de mocos, porque si el agua no corre empiezas a cansarte, a dar vueltas sobre los mismos territorios y lo que antes era despejado se empieza a llenar de ramas y cauchos quemados y chatarra. Se te tranca la rueda, pues. Jaramillo nos inyect, creo que estbamos dormidos, una ponzoa de bolas, hasta parecamos hiperkinticos, nosotros que siempre fuimos los agevoneados. De hecho yo manej ese nombre en secreto para el grupo o ms bien para el par de insepultos que han tocado conmigo todos estos aos, pero no lo saco a colacin a menos que est medio arrecho. Y as recorrimos las ciudades centrales, donde regalan el calor y no se agota nunca. Todos unos pueblos con carajitas pintorreteadas que se miran con sonrisas dbiles cuando pasa un carro que no conocen, todas locas por brincar al pueblo prximo ms grande. Carajos sin camisa, ahorquillados sobre sus bicicletas oxidadas y ofrecindose coazos, un poco en broma, un poco en serio. Seores con panza y guardacamisa arreglando motores de 1948 por sexagsima vez. En esos sitios lo que hay son placitas de tierra, algn anfiteatro si pasa la carretera grande por ah cerca. En las capitales de estado a veces te logras meter en el auditorio de un ateneo, o en un teatro grandecito, derrumbndose con su
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dignidad de galleta de bahareque mientras t tratas de montar, tocar, cobrar y desmontar antes de una muerte segura que algn da llegar. Estuvimos en Villa de Cura, San Juan, Guacara, Valencia, El Parral, Dos Medias, Valle de la Pascua, Cabimas, Maracay, El Tigre (donde hay un gran movimiento de rockeros que descaman y salan pescado de ro mientras cantan sus temas favoritos de grupos como Virgin Steele), Sanduche Largo, Ciudad Bolvar y Puerto Cabello. Ninguna de estas ciudades promedia menos de treinta y tres grados de temperatura, pero Futuro a menudo apareca en tarima con su chaqueta de lana, y no s cmo haca pero nunca le not sudores tranquilos. En diciembre del 82 tenamos Cancin sonando en casi todos esos lugares que te nombr, habamos ido y cerrado en Caracas una gira que patrocin el Pastelado Efe y una marca de pantaletas de Morn que se haba empeado en conquistar todo el centro, para ello abri una fbrica grande en Los Altos. All trabajaba una de las hermanas de la novia de Futuro. O una prima. Yecilia desarroll una idea a partir de esas mujeres de Los Altos, Los Teques y El Tambor que se cosan y diseaban sus propias prendas. Era una estructura de nylon con unas tipas adentro rezando, agredindose, masturbndose y dibujando. Lo ltimo nunca lo en-tend, tena movimiento, luz y era bastante heavy. Yo lo propuse como un intermedio de teatro para nuestro show de Caracas y Jaramillo me mand al coo. Entramos a Caracas y tratamos de hacer nuestro tourcito como siempre sabes la cachapera y aquel botiqun donde ensaybamos con pblico. Pero pana: la cancin haba reventado; eran las gaitas y nosotros, lo dems lo podas barrer con una escoba. Entonces Jaramillo renegoci, se qued con unos billetes gordos por primera vez. Produjo nuestro primer concierto como principales en Caracas, en la Concha Acstica, con Los Rabipelaos una banda hard core de teloneros. Ese toque sali machetsimo y nos fuimos a Nueva York a comprar, a ver esa vaina de cerca. Yo me gast todos mis reales en franelas Fruit of the Loom, un estuche de pinzas, alicates y tenazas, y un libro de pintura para Yecilia, ms un montn de accesorios para envenenar la batera. El primero de enero, todo rascado y jalado, Jaramillo nos confes que haba estado en conversaciones con ejecutivos disqueros para grabar el primer lbum de Flan, pero que estaba manejando tres ofertas. Tena un pernil atarugado entre esas palabras nuevas casi de diplomtico, porque morimos en casa de mi mujer y su mam cocina divino.
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Pero as la voz le son ms interesante; ahora resultaba que estbamos nosotros, por extensin, en unas conversaciones. Unos dilogos que por obra y gracia de las fiestas, haban levitado y se mantenan all suspendidos, esperando como caballos amarrados de un poste a que nuestro representante los retomara con cachaza despus del Da de Reyes. En menos de dos meses lleg el Viernes Negro remember El lamo? y nos lleg el agua al cuello. Pero el disco se hizo. Lo que an no sabes es cmo. Lo que fue nuestro ascenso al primer descansillo fue el final para Jaramillo, pero ninguno de nosotros lo saba en esa poca. bamos empujando por dentro de la pista como aquel caballo que no sabe que lo estn fueteando, se quiere salir para agarrar un atajo y se distrae brevemente, pero el jinete le aprieta de nuevo el bocado y el caballo, abriendo los ojotes, empareja. As que nuestra carrera y la de ese equino que alguna vez hemos visto pelando y loco por salir a perseguir las yeguas, se fundan todo el tiempo, de continuo, hacindonos perder la conciencia de presente, de lo que estbamos haciendo. Tobas Negrete era un mulato muy, muy oscuro, con rasgos de indgena, el pelo como una crin y bastante alto. Era un seor de unos cincuenta aos que conoca Jaramillo de los toros coleados, de ponerse a hablar o jugar unas partidas de domin juntos en La Encrucijada o donde los agarrara la noche despus de ver carreras en el autdromo. Apostando, claro. Cada uno llevaba en su carro lo que al otro le faltaba, mandaban a joder un rato a los chamos de Negrete al lado de la carretera y all mismo hacan su peligroso picnic, vasos de plstico en mano. Al menos as nos lo cont Jaramillo, palabras ms, palabras menos. Lo cierto es que el seor Tobas era un diablo de las inversiones, un negociante nato que saba leer los vericuetos de la suerte, pero que por alguna razn no la haba pegado en grande. Haba estado en loteras, vehculos de arado, ventas de pieles, dbilmente en la hpica, seguros y urbanizaciones, pero desde unos cinco aos estaba grabando en un galpn de los aos cincuenta que haba sido un concesionario Chevrolet. Quedaba en La Victoria, saliendo para Maracay, muy cerca de una venta de jugos excelentes llamada La empanada. All se le ocurri la idea, tomndose a regaadientes su cuarto tercio Polar y escuchando una chica de dieciocho que lo miraba pcara, mientras se arrancaba del pecho su amor y una flor, al comps de un pasaje bronco. Este seor era un apasionado aunque mantena furibundo que no tena
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aficiones del joropo y todos sus parientes. Pero la gente de Maracay y Valencia lo tena estrangulado. l baj de esa tarima parrillera a la chica que se llamaba algo as como Rosa Margarita del Valle y despidi a los mata tigres que estaban con ella, uno de ellos aparentemente un novio encaprichado que fue despachado rpidamente por las promesas de grabacin, estrellato y bla, bla. Negrete arm un buen conjunto con joroperos de la zona, poniendo un anuncio en la propia empanada, as que por un tiempo hubo desfile de msicos buenos y tambin de busca vidas zamarros frente al edificio que tena una jetota de cristal en forma de popa de barco. En el segundo piso, como si fuera un supervisor de taxis atenda el propio Negrete cuando no estaba hablando por telfono o espantando moscas. Ms tarde puso aire acondicionado y se trajeron para secretaria a la hermana embarazada de Rosa Cayena, quien ya tena cinco meses sin ver al marido. Tambin dej de ensayar a los msicos en los estudios de Maracay. Los obreros le entregaron terminados tres cuartos que luego dot, pelo a pelo, de micrfonos, goma y corcho, cables, algunos instrumentos baratos. Mont su disquera con todo y estudios, pues. All fuimos a dar cuando la corbata empez a pesarle como un yunque. Una vez, nos cont Jaramillo (como si eso dejara muy orondos nuestros egos), se estaban comiendo un solomo de cuerito encebollado, acompaado por una botella de Old Parr tipo digestivo. El hombre estaba perdiendo aire, aunque no se daba cuenta, quizs, que por primera vez en la vida buscaba ayuda. Estaba entre salirse y no del negocio, el ensimo emprendido en medio siglo. Haba descubierto un pequeo canal erizado en su crneo, as que finalmente tambin era casi un viejo. Y no era nadie. En cinco aos logr vender unos cuantos discos de joropo, baladas llaneras y un par de eleps de golpe tuyero (que yo los o, unos clsicos, el tipo era un genio y no lo saba) pero se haba cado con las artistas en quienes ms haba invertido. En dos platos, a las que les haba puesto apartamento. Se arriesg con un baladista de Turmero comprando unas canciones de Edgar Alexander y Diony Lpez que estaban a buen precio (regaladas) en el mercado. Los Elegantes del Estero hicieron lo que pudieron con el repertorio, y Oscar, que as se llamaba nuestro solista cristiano devoto, hizo lo suyo, llorando sin casi desafinar. Pero los programadores no lo quisieron y el disco se estaba congelando en las gavetas de las discotiendas, an en
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unas con techo de zinc donde en el centro podas sancochar un huevo slo apretndolo en tu mano. Jaramillo dice l lo vio de lado estilo zorro del desierto, sorbi un poco de Viejo y le auscult: Prueba con el rock. Qu vaina es esa? Fue la respuesta de Negrete. Pero ya estaba interesado, se le vea en los ojos. Unos que queran fingir no haber visto un bordecito de dnde agarrarse. As que Jaramillo hizo su primera venta importante. Nos vendi a un desesperado y nosotros felices. Oyndole slo el sonsonete del cuento ms algunas partes divertidas, mientras embalbamos todo ms meticulosamente que de costumbre para entrar en estudio. l nos afirm que eran machetsimos, que todo est listo. Claro, aquella noche de la historia haban bebido la segunda, pagada por un intrigado Negrete, y pedido dos raciones de frito hacia la una de la maana, lo que le dio tiempo a Jaramillo de dejar cimbrada la balanza definitivamente. Mira, el problema es que t ests invirtiendo mucho en vainas que no sirven se atrevi a decir, con un tanteo insolente que Negrete no atin a despejar. No, mi hermano, las cosas no son como t las ves. Este negocio tiene sus alegras tambin raquete sin conviccin, el otro. Con el debido respeto (que t te mereces, hermanazo)... t has estado gastando plvora en zamuros: mira, muy bonita la muchachita sta, pero que va; muchos gastos, compadre. El otro carajo, no tiene carisma, y los de Santa Teresa, mira pana aqu fue osado de nuevo, eso est bien para fundaciones o vainas as y retom entonces cogiendo aire: Esto es un negocio, se compra y se vende. T no has estado en Caracas hace tiempo, los discos estn saliendo como pan caliente, te los quitan de las manos: cien aqu, doscientos all, en tres tiendas recuperas la inversin; que te lo digo yo. Y sigui clavando la estocada hasta donde le dio el brazo: Lo que es la salsa y el rock estn mandando, caballero, y ms el rock porque... son de tres a cinco msicos, no hay que pagarles tanto. Adems hay unos locos que estn haciendo conciertos, como los festivales del llano pero con puros melenudos pegando gritos en El Poliedro. Despus, cuando salen pa la calle, los chamos y las pavas quieren llevarse esa msica para su casa; y tienen los reales para hacerlo. Yecilia fue la primera en entrar a la sede de Discos Torete y nos contagi el entusiasmo. El viejo Tobas la vea al descuido, como el que
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mira un perrito en la acera o cualquier animalito loco al que no hay que prestarle atencin. Corren para all, despus lo hacen para all, sin sentido, mostrando alegra despus de haber estado presos en un carro. Slo que Yecilia tena un buen culo a pesar de ser flaca, y todava lo tiene, mosca. Pill dos veces al viejo dejando la vista pegada con disimulo, incluso bajndose los Rayban por la nariz mientras su sonrisa de coleador se le quedaba en la boca un rato ms largo del respetuoso. Se la diriga a Jaramillo, pero ste no le paraba bolas. Nuestro J.J.J. observaba todo como un mafioso acabado de ascender, si Negrete le hubiera mandado a comprar helados se hubiera sorprendido en su buena fe y tardado unos minutos en recobrar la compostura de manager. Adems Triple Yey haba visto a Yeci hasta en pantaletas, con legaas, rascndose el culo y haciendo caf. Era un tipo considerado a pesar de lo que pudiera pensarse. Nosotros ramos como sus sobrinos, qu ms da. Negrete cort de arbitrario su refocilamiento mental y se encamin a la oficina area, marc cada uno de los pasos pesados sobre la escalera metlica pintada de azul antes de comunicarse por un interfono decrpito. Tard unos minutos apretando botones, azotando el viejo aparato sobre su escritorio, diciendo maldiciones que luego cambi por groseras de las gruesas y violentas. Ms hubiera valido que mandara un edecn a buscarlo. La hermana de Rosa baj con una bandejita de caf, pero all adentro no se venda mucho el brebaje caliente. Jaramillo y crelo Futuro tomaron el suyo. Yecilia hizo un ademn despectivo cado de la mata que siempre me ha encantado, yo slo me puse a jorungar mi maletica de las baquetas. Quera empezar a aporrear cueros en ese mismo momento. Alex husmeaba como les he visto hacerlo a los animales huraos en los programas de la naturaleza; esas fieras, t sabes, que no se meten con nadie pero llevan un demonio ermitao dentro. Ms vala no azuzar sus pensamientos. Me imaginaba lo que se ola, yo tambin lo haca a mi manera, pero slo quera estar sentado ya, hacer tac, tac, tac en el borde del tom y empezar con lo nuestro. El Chivo poda estar pensando en pros, contras, corrales que te paralizan y que no me interesan. Si esa era la mejor o peor compaa de discos, en ese momento a m me daba lo mismo. Yecilia lo salv por un momento: Alex, mira el techo qu alto es, pana... Esta vaina es de otra poca, est buensimo. Roque Rosales, el tcnico de grabacin, lleg hasta Futuro antes que el seor Jaramillo pudiera identificar su carn y anteponerse a
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cualquier naufragio. Futuro no le par al chamo. Estaba cuchicheando con la portuguesita y explicndole algo de unos acordes. Ella no entenda pero aquellas eran sus serenatas particulares: se las tena que calar con clases y todo. As es este pana, l no ha cambiado. Eso es lo bueno de los bichos locos de verdad, no los que se la tiran de raros y cuando empiezan a ganar plata, o al contrario, se les pone la vaina chiquitica con su mujer o los primos, cambian del todo y se convierten en la anttesis de lo interesante. Pero ese nunca ha sido el caso de Futuro. Te podr exasperar, pero l da lo que tiene, no inventa. En eso llega ste a quien me referir desde ahora como Ro-Ro porque as le puso Yecilia y es ms fcil darle cuerpo de esa forma y Futuro le debe haber dicho (no te lo aseguro porque estaba lejos y no oas sino rebuznos entre sonidos aeronuticos): Esprate un momento all, pana, no me interrumpas ahorita. Ten en cuenta que este, al final, era el hombre que nos iba a grabar. En el estudio ese mini roce prehistrico que ni lleg a impasse se reflej a veces en el volumen que el carajo le quitaba a las guitarras de Dios. O en lo apresurado que siempre pareca andar cuando haba que repetir algo que no haba dejado satisfecho a nuestro compaero. T ya lo sabes de sobra pero te repito que Futuro siempre ha sido muy meticuloso, no el mejor de los guitarristas pero s el ms sincero y preciso en emociones. Nunca quiere dejar cabos sueltos: si no era la nota que a l le pareca, as fueran las cinco de la maana, l tena que repetir todo hasta que saliera. Tuvo muchos peos con Ro-Ro que se sinti aminorado aquella vez. Yecilia adems deca que debajo de la pinta de diligenteamigo-despierto-campechano y comprensivo que quera irradiar sin demasiada naturalidad el pana Roque, lo que haba era un gay nervioso e inseguro que se sonrojaba cuando vea a Dios. A m que me registren. Amanecer en Lecuna se llam as por una cancin nueva de Gurrutxaga-Rodrguez que haba nacido de una visin del Chivo despus de haber hecho las mil y unas para montarse en un carrito por puesto en el Nuevo Circo una madrugada, la posdata que dio una noche de cotorra, amor y sexo con quien todava recuerda cuando se echa cuatro palos: Stephanie. Era el complemento de Cancin, o sea un tema de cario profundo e intelectualizado, contra la corriente y progresista. Cancin era ms romntica, comercial de pies a cabeza, pero a m siempre me gust ms Lecuna, roncaba mucho y era salvaje, incomprendida, maldita y mala leche como el propio autor. Rodrguez se lea
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tambin en los crditos porque El Chivo era ms que generoso: Futuro haba aadido unos efectos de puta madre con los pedales y unas grabaciones de perros puestas al revs, pero todo, letra y msica eran de Alex. Lo que pasa es que aqu entre nos El Chivo debe haber tenido (porque yo lo conozco y aunque l diga que esa-vaina-no-es-as yo s cundo el burro es negro) la ingenua idea de que Stephanie nunca se enterara de que esa historia era con ella. La cosa que te voy a decir ahora es seria, no es un chisme. Stephanie tena un novio y esta novela es horrible, porque el tipo despus se muri y dijeron que la chama haba sido, o sea que haba envenenado al tipo porque el carajo le pegaba y la robaba. Lo cierto es que la chica estaba enamorada del personaje, pero lo que se dice enganchada. Bueno, con mi temperamento te puedo decir que si yo hubiera sido jeva tambin habra cado en sus garras. Porque esa rata era voltil, un gordo peln hijo e puta, inteligentsimo cmo no, msico y borracho. No iba a durar mucho ms, la ginebra lo estaba moliendo, pero la chama entr en un remolino. Apareci El Chivo que le mostr otras vainas por un rato y el enganche le volvi a todos la vida un infierno. Stephanie siempre ha sido una referencia en nuestros discos, aparece por aqu y por all, pero nunca fue mujer fija de El Chivo, o sea, no vivieron juntos. Lo cierto es que la muchacha y aqu estoy hablando como mi mam se vio envuelta en un problema sin solucin: no poda dejar al carajo porque el tipo era un genio y tena poder sobre ella. Tampoco empatarse bien con El Chivo, y eso la deprima. Entonces le meti un polvito mata ratas a la botella que el carajo se rajaba todos los das, le machuc el aparato digestivo y le revent las arterias. Eso debe haber pasado como en cuatro meses. Despus no le qued otra: se arranc y nunca ms la han visto. Ahorita debe estar metida a junkie en Barcelona, quebrndose el coco a fuerza de tripas cidas si es que todava le queda espacio en los bracitos para seguir pinchndose; pero ese es el cuento ms o menos de la pelirrojita de Lecuna Sunrise. Y es que ese era el nombre original. Hay unos discos que salieron con l; en Maracay yo me consegu dos en una tienda de fotos del Centro, pero no tena dinero suficiente y all deben estar todava. Torete edit como doscientas copias as pero al final como una edicin revisada de Amanecer que nosotros pedimos especialmente y como el jefe estaba de buenas acept. Iban a ser dos mil, pero cuando el viejo vio el verdadero amanecer, despus de la comemierda que se ech,
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tambin recul, dijo: la pinga, llam a Azucena y cambi la sea con nosotros de vacaciones y de espaldas al asunto. El ttulo era Lecuna Sunrise no porque nos la diramos de sper gringos y tal, sino que de alguna forma era un nombre ms evocador que su equivalente. Adems haba una cancin del volumen cuatro de Black Sabbath que usaba la palabra, as que era como una especie de referencia para los seguidores del rock pesado de los aos setenta, algo as como reencontrarnos con ellos en la otra orilla, pasando la pgina y sin habernos perdido, saber de lo que estbamos hablando en ausencia de mayores explicaciones. Es una historia de sensaciones. Ese es el nivel de anlisis del rocanrol al que no quisiera llegar, quiero mantener todo en el estado puro, ajeno a la intelectualizacin, pero si me puyas con el atizador te voy a decir que es indudable: hay todo un juego de intenciones y mientras a m me gusta ms la parte tribal del rock, el sentido atvico, la vuelta a lo primario (Tn, ps, tn, ps!) cada cual tiene un mundo de intereses por dentro y eso es lo que hace una banda cuando est bien enroscada. Nosotros tres hemos sido tres y a veces cuatro, cinco o seis integrantes diferentes de una misma razn, pero esa banda se sostena en sus mejores momentos por los distintos blancos a los que apuntbamos... Y hablo en pasado porque tenemos rato sin grabar, pero en cualquier momento nos montamos y somos un camin como siempre. El hecho es que el objetivo de El Chivo siempre ha sido el literario, de bolas que le mata el ataque del ruido, la belleza de las melodas y ese empaque del artesano cuando una pieza queda redondita. Pero esa es otra historia. Entonces un da de reunin, cerca ya del disco, nos dice el viejo Negrete: Nooo, seores, nooo! En eso no habamos quedado. El lbum no puede nombrarse en ingls, eso va contra la lgica bsica de una disquera nacional que adems est impulsando cultura y tiene otros artistas en su sello que debe respetar. La cartula entra en fabricacin maana as que bsquense un nombre en cristiano, que nos guste a todos, de acuerdo con la personalidad del grupo... pero no me vayan a echar esa vaina de en ingls. Nooo, no. Y te digo, este viejo era muy buena gente. No saba nada de rocanrol y se atrevi a invertir sin conocernos a nosotros tampoco, slo por lo que le dijo Jaramillo. De paso, yo s que lo mova la economa, el pegar un negocio, redondear la arepa o lo que sea (no soy un ingenuo), pero
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no lo hizo de mala manera. Poda haberse dedicado al hurto o la poltica, pero hizo discos Qu tiene de malo? Y lo nico que nos peda era un cambio de nombre, que bien sabes que para un artista puede ser trascendental. Pero, con tu primer disco a punto de empezar a prensarse te sientes que ya ests en carretera, que el sueo se cumpli y, sin dramatizar: Al carajo con el ttulo, busquemos otro! El Chivo entr en razn hablando a solas con nosotros, pero pidi poner en el cartn, aunque fuera en letras en miniatura, el nombre original. Bueno, a ver, se me olvidaba... la foto de la cartula tambin sufri un pequeo cambio de ltima hora. El arte original de Lecuna era una foto de Yecilia ella la tom y la intervino que yo mismo haba promovido, con los tres de Flan abandonando el encuadre por un vrtice, caminando con los brtulos encima, mientras unos autobuses a lo lejos se marchaban estilo video de Atlantic City. Era un amanecer pero no resultaba obvio: poda ser un mundo posnuclear o una tardecita llena de monxido, y la foto estaba retocada. Arriba de todo estaba nuestro logotipo, el mo, mejorado como si fuera un avin de los cincuenta sobrevolndonos. De apa habamos tomado otras fotos, como tres sesiones, alcanzando resultados diversos: en unas aparecamos muy hippies en un parque, otras se velaron de una, eran en el escenario tocando full pata y yo tena inmensas expectativas con ellas. Esas se jodieron, qu carajo. Las ltimas eran una joda, nosotros vestidos de gorilas, con una mscara de Jimy Carter de goma, un total ridculo. Entonces lo inesperado ocurri, los negativos de la portada escogida se mancharon, se podan arreglar pero haba que esperar dos semanas, y como tenamos la esperanza de una segunda edicin pronta, con el atore, dimos unas indicaciones por telfono a favor de la foto hippy, y el italiano de la litografa oy mal, nos sac disfrazados, delante de un sinfn de tonos Prismacolor fuera de registro; y con las primeras letras que le parecieron recuerdan a las de Nicola Di Bari de los festivales de San Remo puso Amanecer en Lecuna. Antes de colgar, Alex le arrebat el telfono a Futuro y le dijo al viejo, muy despacito: Las letras en ingls tienen que aparecer debajo del ttulo original, pequeas, como de cinco centmetros de ancho y en rojo escarlata. De repente, me cuenta El Chivo que el italiano emiti un sonido de asmtico y despus la bocina se qued como sorda, senta que un vaco le estaba chupando la oreja o lo que tena adentro. Le dio varias
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veces furioso a esa asta metlica que tienen los auriculares de telfono pblico, me pidi sencillo para volver a llamar pero nos estaban gritando desde el Camaro para ir a tomar cerveza. Le seal la cosa y me hice el apurado, realmente tena ganas de rumbear. El Chivo tambin, en el fondo, as que dejamos esa vaina as. En el carro yo abrac a Yeci y a Alex y le dije a ste, feliz, que no se preocupara. Me mir con cara de estar pensando en otra materia. No vale, no hay peo, ese cagalitroso me oy antes que la lnea se volviera mierda... Adnde vamos? T viste la cartula. Un clsico del chaborrismo. Ahora es un hito camp pero en su momento fue nuestra ruina moral. All dentro, en su pasta de vinilo estaba todo lo que ramos hasta la fecha, a duras penas. Me cuesta tragar todo el aire que necesito para comentar esto. Los dos primeros aos, cuando empezamos a aparecer en tiras de peridico, con las fotos cambiadas o bien, a pegarnos los madrugonazos para las entrevistas de radio y dems, desde esos das y catorce aos hacia adelante deb decirlo unas ciento cincuenta veces a periodistas, locutores y no tanto a locutoras me daba pena. Si contamos los amigos es una ballena azul de ocasiones en que lo repet, en fiestas, con tequeo masticado entre los dientes, soltando el vaso para explicarlo mejor y sentado en una cueva como un ermitao, hasta que decid no mojar ms el pan en esa herida. Te lo recalco en tinta china a ti, por ltima vez hasta que me muera porque esto es, eh?, como una entrevista definitiva. Y en la biografa oficial del grupo no podemos aparecer cayndonos a pasiones ni estar pasando por comiquitas. No tenamos productor. El mismo bicharango que te coment antes (pobrecito, s, pero nos jodi igual) nunca antes haba grabado rock y tampoco saba mucho lo que era mezclar. Casi siempre se iba de arriba abajo con los grupos de joropo, todos los msicos juntos en directo. Despus agarraba la mejor toma, pegaba aqu y all los bajos, unas voces que estuvieran ms decentes y dejaba as esa vaina. Claro, nosotros estuvimos en la cnsola un rato por espacio de dos a tres semanas despus de literalmente eyacular nuestra msica a travs de ese bojote de cables y corriente. Todo qued atrapado en esas tortas grises en las que se grababa antes. Era analgico, ests pillada, no te acordabas de ese detallito. Eso tena que ir a una mezcla final y por ltimo formar el tan reputado y puto master que era como un disco pero metlico con el que le podas cortar la cabeza a
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alguien. Eso era como el negativo del lbum y tal, pero esos aspectos tcnicos te pueden hacer crecer un tumor, as que a callar. Lo que viene a cuento lo que te interesa saber es que este majito se empez a conseguir revistas sobre tcnicas de mezcla, audio y cosas por el estilo, que luego vena de madrugada a discutir con nosotros. Traa como un rollo de papel toilet relleno por los dos lados de propuestas, las cuales no coincidan con las de nosotros, eso era una periquera todas las noches despus de las once y no se avanzaba ni un milmetro en Amanecer. Aquello exasperaba, y el men era el nico que poda tocar los botones y mover las palancas. El hecho es que fuimos dndole en jornadas donde alguien intercambiable siempre desapareca por un rato, llegando ms tarde o el da siguiente con cara de bucanero. La energa se fue diluyendo a medida que el tiempo y la plata que pona el viejo tambin se agotaban, as que el resultado final nunca nos satisfizo. Todo el asunto prob ms tarde ser consideraciones de aspirantes a rockstars. T sabes que Amanecer se lanz con la versin completa, a toda mecha, de Cancin; y vendi ochenta mil. Me salto todo este tramo de la historia porque es abominable. Las guitarras rtmicas de Futuro suenan como un cuatrico astillado y sus solos desaparecieron casi todos, el disco suena ms plano que Apure y sobretodo carrasposo, tiene ese sonido de esttica que odibamos todos menos Futuro y que fue lo que caus que el tipo no abandonara la banda o se suicidara prematuramente. Ahora s me gusta ese zumbido; creo que tiene personalidad, fjate t. A un volumen medio la voz de Alex suena gruesa y pastosa, pero en eso s el chamo le dio duro. Agarr las mejores tomas de aquellas malandras sesenta horas. El lbum ponindolo casi veinte aos despus camina, porque las canciones tienen luz. Esa banda, en esa poca era como un triciclo envenenado.
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y acondicionado, por ejemplo, Margarito. Mira, vamos a hacer como catorce ciudades y a todas le vamos a tocar la fibra que tengan all. Si es por el lado del volumen, ya estamos montados, Torete nos est dando soporte tcnico y Tardares Producciones que son unos tipos de Punto Fijo la parte logstica y sustentacin de la banda. Futuro: Vamos a tocar real rocanrol como nunca se ha escuchado sobre una tarima de El Tigre por ejemplo. Cero sucedneos, si tenemos que estrellarnos lo haremos porque esto es como una cruzada... No s si me explico, tendras que venirte con nosotros de gira y documentarla toda. Freddy: Mira, esto es lo que vamos a hacer. Coger cada uno el aparato que domina, meternos en trance y arrancar, primero que todo est la msica y la vamos a disfrutar. De eso puedes estar seguro, igual que si estuviramos en el huequito ensayando... Que por cierto todava le damos all. ES: Por qu Flan? Futuro: Por qu zanahoria? Alex: Es un balance de lo que somos visto desde una perspectiva subconsciente, de repente no podamos ser otro postre, ms dulce o menos agresivo. Tenamos un sabor ya definido. Y adems tenamos que botar por la borda el peligro de llamarnos Cofre. Freddy: Yo tengo otra teora... ES: Amanecer en Lecuna es un disco bastante fuerte Cmo ha sido la aceptacin del pblico y de sus colegas msicos? Futuro: Es una pregunta bastante fuerte, no sabra cmo contestarla. Es muy complejo pero todo se reduce al feeling que t sientas en el escenario. Freddy: Todos los panas pegaron del techo con el lbum. Y bueno, el tema de este muchacho sac a la Billo de circulacin. Este tipo es el hroe del rock alimentado con arepas... (se refiere a su compaero de banda Alex Gurrutxaga que lo mira con una mezcla de complicidad y una sonrisa socarrona entre los labios). Alex: El disco (ejem) ha vendido muy bien. Cnchale, ya era hora de que sonara por la radio algo ms que La Burriquita y msica disco. Bueno, si fuera slo La Burriquita y Flan sera mucho mejor. Lo que te quiero decir es que, que nosotros lleguemos aunque slo sea hasta la mezzanina hace que otros que vienen atrs le puedan seguir echando pichn y no decaigan tan rpido. Los amigos de otros grupos, mira, yo
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creo que estn contentos. Yo he estado hablando con Piroloco que tiene el primer grupo de salsa punk del hemisferio y me dice que ha gozado un puyero ponindolo en su casa. Hay otros que tal vez no tanto, se creern que uno les ha robado el puesto. Pero esos son unos vejucos quedados en la nota... ES: A quin se refiere especficamente? Alex: Gente que tambin se comi un cable en su momento y no quiere que los nuevos sonidos fluyan. Futuro: Gente ordinaria, como uno. Freddy: Baladistas, bichitos de cartn... Tambin uno que otro disquero. ES: Se refieren a presiones? Freddy: No vale, todava no somos tan importantes. Futuro: El rocanrol es un idioma universal pero todava hay quienes no lo quieren aceptar. Dejen que los chamos se acerquen a nosotros, pedimos que no sean tan hipcritas. ES: Los que han comprado los cuarenta mil discos que reporta Torete? Alex: Evidentemente, esos no. Flan es una banda formada entre 1979 y 80. Maana comienza la segunda manga de su gira la cual abarcar las ciudades de Petate y Medio, Mrida, San Carlos, Valencia, Tintorero, Ciudad Bolvar, Barquisimeto, Coro y Puerto La Cruz, terminando en Caracas hacia mediados de octubre. Su rock est mezclado con poesa ntima y social, a veces demasiado crptica (alusiones a las drogas?), pero un tema con un nombre muy directo: Cancin, es la excepcin a la regla. Ese surco romntico de su lbum debut es el responsable principal de que por primera vez en el pas un grupo rockero empiece a funcionar casi como una empresa con sucursales. Han generado una fiebre por cantar en espaol y provocado un porfiado rechazo entre los nacionalistas de vieja cepa y algn que otro baladista. Por lo pronto descargan toda la ira y esperanza contenidas con cierta ingenuidad en su primer disco Amanecer en Lecuna en este tour indito en dimensiones y franqueza que los llevar tal vez a un contrato mayor en el futuro cercano. Se oyen ofertas y nos vemos por ah. j~~ o~
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Valencia, 13 de julio de 1985 (Control: Estribillo del programa Pero... piedras trae con ngel Lugo). Radio KYC: Aqu estn con nosotros unos muy buenos amigos (buzz, jissss)... tenemos unos problemitas con el audio que ya vamos a solucionar, pero primero vamos a saludarlos porque la gente que nos acompaa va a estar esta misma noche en la Plaza de Toros, con toda su msica, nos referimos a Flan... Hola muchachos. Flan (todos por un micrfono): Hooola, ngel. ngel: Bueno, estos como que se las dan de mis alumnitos, a ver si unos correazos no les caen mal (ji, ji)... Mira, t deja esos audfonos as, chico... Cmo se preparan para su encuentro con el pblico de Valencia?, este es un pblico muy exigente. Freddy: Las entradas ya estn casi todas vendidas as que nos vamos a escapar, ahorita mismo estamos saliendo para Canaima. Futuro: Nosotros tambin somos muy eficientes y excelentes. Alex: sta fuera de echadera de broma es la cuarta ciudad del tour. Nos faltan diez pero ya estamos calibrando unos pequeos detalles que se nos presentaron en Quiriquire, Morrocoy, y nos trancaron el serrucho un poquitico. Estoy seguro que vamos a fusionarnos totalmente con la gente, yo creo que va a ser una oportunidad para que en Valencia escuchen una banda como nosotros que est haciendo cosas diferentes y no slo... Bueno, t sabes, rock satnico y cosas de esas con monstruos. ngel: Y si escuchamos un abrebocas... Para la gente que siente KYC, all les va... Cancin... (Control: Entra surco nmero 1B). ngel: Ufff, qu sentimiento, qu bello es ese tema... A m por lo menos me encanta y es tan, tan... Diferente. En qu se inspiran para componer sus canciones? Freddy: Yo me inspiro en las mujeres, pero ltimamente no he escrito nada nuevo porque estoy empatadsimo con quien ves all afuera, la flaca Yecilia, ahora no tan flaca porque est (suena silbido con mmica de baln en una barriga)... Hola mi amor. Futuro: Las letras casi todas son de Alex. Alex: Futuro y yo hacemos la msica y las letras, aunque yo me aplico ms seguido escribiendo. Son cosas que pueden pasarle a cualquiera, situaciones que ves y pueden convertirse en metforas de algo ms grande. No nos gusta ser solemnes y hemos estado aprendiendo.
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Algunos temas narran historias, otros slo traducen sensaciones. Todo depende... Yo creo que hay que escuchar el disco, no dejar que te lo explique nadie. ngel: Ufff, qu directa manera de promocionar, bueno a m me encanta y creo que esta es mi percepcin ustedes son una mezcla de profundidad con sencillez, contundencia con serenidad, aunque a veces son un poquito fuertes... Qu les parece si omos otro tema de los Flan para todos los amigos de KYC? (Control: Surco 1B). ngel: Bueno, volvi a sonar Cancin, la cual es una de mis favoritas de este disco. Felicitaciones muchachos, quiero darle las gracias por venir y si quieren den un ltimo mensaje por hoy... Por cierto Alex, t crees en el tarot? (buzz, jissss). Control: Suena estribillo y entra cua de paales Nubecita.
El Transicional Primera pgina Mrida, 4 de agosto de 1985 Nada pareca hacer presagiar el idilio que iba a vivir la otrora Ciudad de los Caballeros con la nueva modalidad del rock venezolano de estilo internacional, pero esto ha cambiado despus de la visita de los Flan a la capital de los picos nevados y la amabilidad sonriente. Despus de lidiar con los problemas en la puerta del estadio Francisco Soto Rosas con capacidad para veinte mil almas tiritando de fro logr entrar al recinto algo deteriorado el equipo de El Transicional, formado por el reportero grfico Paco Chupa Bez y mi persona, Emeterio Cspedes, y as observar de cerca este fenmeno del rock elctrico. No hace mucho haban venido a esta localidad estudiantil preferentemente los conciertos del cantautor de dulcinea voz Jorge Travieso, los ms bailables Vegetal y sus Machetes y tambin Los Gorilas del Tchira quienes impactaron con su xito en ritmo raspa canillas Cochabamba, te quiero. Largo es el camino recorrido por nuestro pblico desde aquel llenazo en la Plaza de Toros con Los Terrcolas en 1979. El ao pasado se haba dado un prolegmeno con el ya cotizado y atribulado compositor Ilan Chester, proveniente tambin de Caracas. Pero un show de rock prepara muchas sorpresas y Flan tena para dispendiar a manos achocolatadas. En primer lugar llama la atencin la especie de legin de fanticos que este grupo empieza a cosechar en todo el suroccidente y Los Andes, con camioncitos de frutas y todo
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gnero de pequeos transportes trayendo banderolas y encaminados al camping que se improvis frente al terreno de ftbol, en horas de la tarde de ayer. Con medio estadio lleno por equipos de gente dispuesta a disfrutar con los altos decibelios, una pertinaz lluviecita no hinch los nimos de nadie, quienes se aprestaron a escuchar la banda abridora, duea de mucha energa en escenario y con canciones algo extraas, personales, ya que mezclan la msica bailable con el rock de la nueva ola. Se llaman Piroloco y el Ensamble Machetrico, y con este nombre pusieron a brincar a toda la juventud. Casi a las siete y media, se apagaron las luces por espacio de cuarenta minutos, lo que provoc expectativa y rechiflas de los presentes. El Transicional habl en este breve interludio con Alberto Boll, representante artstico (manager) de los Flan, entrevista que transcribimos (editada) en el recuadro de este trabajo especial con el grupo nacional del momento. A las ocho y quince, en medio del negro barro ya ms profundo del engramado, repleto de latas semi aplastadas y bolsitas de meriendas industriales chog, patacones y otras comidas ingeridas para aplacar el cansancio, las luces de las torres principales comenzaron a titilar ante la histeria colectiva y los aplausos, sobre todo de las fminas all reunidas. Los Flan salieron sin ms apoyo instrumental que el bajo, la guitarra elctrica y la batera, las luces sobre la tarima tambin dejaron ver que ahora, los tcnicos que trabajan con la banda haban dispuesto una media luna virtual donde el grupo se coloc con las piernas muy abiertas, en actitud mstica casi, mientras la luz de la luna verdadera satlite natural de la Tierra nos dejaba ver sus semblantes tensos y arrogantes. Una guitarra acstica y un bajo secundario estn colocados en atriles, ms atrs, al resguardo de los elementos naturales desencadenados pero en este momento que se narra, apaciguados. El mismo grupo que hace un ao nos lleg va radio con su Cancin era altamente esperado en esta ciudad, la sexta y antepenltima a saber de la gira nacional. Ya unas cuatro mil personas se reparten ansiosas entre la grama que rodea el elevado proscenio mientras que unas trescientas ms vibran en las gradas. Segn los reportes emitidos por Torete Discos, Flan ya ha impuesto unos tres temas en las emisoras capitalinas desde que sali el lbum Amanecer en Lecuna, en Mrida slo han sido dos sus pegaditas pero al parecer esta banda representa
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la actualidad atemporal de unos muchachos que quieren descargar su adrenalina y la natural frustracin juvenil. Lo hacen por medio de unas letras difciles, a veces ininteligibles, pero lanzan con ellas un grito de rebelin. Una buena noche para Chupa, el grfico que les regala a ustedes estas imgenes exclusivas. El cronista, por su parte, tiene que desplazarse constantemente en busca del ngulo idneo de dispersin de la msica, toda vez que el sonido no es preciso y falta mucho por ajustar en pleno programa mientras los msicos se ofrecen al mximo. Es un hecho recurrente en las presentaciones en directo de artistas tanto nacionales como internacionales que el recurso tan delicado como es el audio, para un recital, se vea cuestionado y hasta menospreciado por los asistentes. Y si debemos ser justos, el de Flan ha sido el menos afectado en el particular, de los que hemos presenciado. Una guitarra fue reemplazada por rotura de cuerdas, pero no muy prestamente por ayudantes de evidente torpeza y escaso nmero, intermedio que el solista Alex Gurrutxaga, aprovecha para hacer relaciones pblicas y presentar a la banda, mientras que el guitarrista Futuro Rodrguez intenta hacer regresar la afinacin de su instrumento entre la oscuridad. Varias veces deja de sonar la batera debido al deficiente emplazamiento de micrfonos alquilados en la compaa surtidora de Chachopo, propiedad de Juan de Dios, quien como ya es costumbre brilla por su ausencia en el escenario. Tambin uno de los parlantes es inutilizado al percatarse los artistas de que, el mismo, chirra sin parar. Un solo canal se habilita para el resto de la noche, pero sin embargo el concierto llega a su feliz culminacin, despus de presentarnos Flan diecisis canciones de buen rock, cercano al nivel de Alice Cooper, Aerosmith e interpretado con el apasionamiento de los trovadores latinoamericanos. Un gran comienzo para Flan en tierras emeritenses, tal vez un preludio para lo que pueda acontecer en un futuro con este grupo y, por qu no?, otras agrupaciones de distintos calibres y estilos, metidos o no de lleno en el nuevo rock venezolano. E.C. estuvo aqu... para verlo y contrselo a todos ustedes.
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Entrevista con Alberto Boll, un joven empresario de la msica Material sin editar: 12:36 de la noche despus del concierto. El representante artstico de Flan desde hace unos dos meses responde al nombre de Alberto Boll Rodrguez. Antes de fijarse en el rock como negocio conoci las aulas de derecho (carrera que no culmin), tuvo actividad en el ramo de las importaciones especializadas (lnea blanca, electrodomsticos, juegos de video, cosmticos y licores) y todo esto lo combin con su pasin por la msica. Aventajado bajista, toc al lado de los Stray Cats y los dublineses arrepentidos de Status Quo durante su estada en Londres entre 1978 y 80, junto a su propia banda multinacional Bolls Show. Grab el bajo en sesiones para bandas como Joy Divisin y The Strictly, abonando mucho de su talento con la escena inglesa de comienzos de la dcada. En Venezuela ha grabado bajo, teclados y voces principalmente para los tres ltimos trabajos de Jorge Travieso, pero tambin con Eduardo Serrano (el actor), Lila Morillo, Gualberto Ibarreto y muchos ms. Tambin ha colaborado en msica para telenovelas y elaborado estribillos (jingles) para comerciales. La lista de empresas que han confiado en Boll se pierde de vista. Ahora est con Flan. El Transicional: Bien, por dnde empezamos? (Estamos debajo de una carpa de bautizo al aire libre, Alberto se tarda en poner cmodo... Parece que no le gusta del todo ser el centro de atencin, pero es una sensacin contradictoria). Boll: Mira, si t no sabes no, no, es jodiendo djame arrimar esta silla y decirle a estos chamos que se pongan para all... Quieres un whisky, un vodka? Aqu tengo de todo, encaletado. En esta cajita, compa, te tengo lo que quieras, pero caleta. ET: Cmo es este asunto del Rock Nacional? B: Te digo que me quites ese remoquete desde ya, mi pana. Estamos haciendo estilo, y yo particularmente desde que tom la agrupacin quiero que no nos identifiquen con cosas negativas, t me entiendes? ET: Negativo por qu? B: Esos nombres, esas vainas, prefiero que nos llamen (quiere decir identifiquen como) el estilo Flan, o que hacemos msica urbana moderna, elctrica, lo que se te ocurra, pero no vamos a caer en los movimientos. Esas son sectas y t sabes que sobretodo aqu en Mrida no quieren a los comegatos.
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ET: Bueno, s. La gente para confundirse... Ya me doy cuenta que Flan suena muy bien y fuerte, pero nada de camisas negras ni cosas por el estilo. Cules son sus influencias? B: Bueno, las mas como msico... ET: No. Las de ellos como banda y la de usted como... manager, quiere que le diga as? B: Te entiendo. Yo toqu con gente que hace new wave, rock & roll y msica ligera tecno pop. En Inglaterra la vaina es industrial, you know? ja, ja, ja (El tipo me da una palmada. No, mejor, dos palmadas con una mano enorme, velluda y rubia. Casi me saca los gases). Yo vengo de hacer sesiones, de tocar con mucha gente. Pero, con ellos (Flan) slo tengo tres meses. Son mi primera banda, aunque antes haba preproducido a unas chicas solistas, un do llamado Bom & Bom, que se lo vend como producto empaquetadito a Zorrogrfica. Se puede decir que esa fue mi experiencia piloto, de hecho viv con una de las jevas en un anexo en Sebucn. ET: OK. Y adnde cree que llegar Flan? B: En el fondo la cosa se va a ir por ah. Cuando yo era un peladito, casi un chamito de esos que andan en la calle jodiendo con una bicicleta y vainas de esas, tena tambin un gran amor por la msica. Pero eran otros tiempos... All right, ahora todas esas cavitas de mierda para el camin!!... si te agarraba la polica con el pelito largo o escuchando msica en ingls te fregaba. Y todo el mundo, hasta los fiscales de trnsito esos vestidos de marrn estilo Iluminado de Jaj la agarraban contigo. Los tipos en cualquier autobs lo mismo. Mi viejo me meti en la universidad por eso, pero yo, como buen rockero lo que quera era tocar! Sin embargo hice las dos cosas en el intermedio como prctica: un par de trampitas ms, aqu y all, hasta que tuve la oportunidad de vivir afuera. ET: Cmo est el ambiente por dentro en la msica hecha en Venezuela? B: Esto es para machos, te digo. Hay dos compaas de discos que estn estrangulando a todo el mundo sin distingo de razas sociales o sexo. Ellos estn guisando como los buenos en las radios y todo eso, pagan y se dan el vuelto porque tienen a los hombres cada uno colocado en su puesto. Los tienen embozalados, donde quieren tenerlos, pues.
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Trabajar con rock o msica independiente de esta manera que t ves aqu es totalmente novedoso. Yo traje el concepto de empresa a esta banda porque vi en ellos no solo talento, sino bolas y calidad. Ellos le gustan a la gente, mira, a los ponketos, a las mamis y a los viejos rockeros como yo que tengo treinta y siete aitos. Pero por sobre todas las cosas, chico: les vi algo diferente. Estas ltimas palabras las dice lento, saborendolas con su hocico de camello junto a un whisky con agua de coco que se sirve en un vasito plstico. Estn hablando bajo la noche nubosa, las columnas metlicas han sido retiradas ya. Continuacin de la entrevista (sin editar): ET: Ellos tenan un representante antes, el seor... l me llam para una nota de prensa como en febrero. B: Eso era en (sus) tiempos de amateur. Los Flan tenan eso que te dije antes, perfecto, pero sin estructura. De lo que hoy t ves aqu nanay, nanay. T ves esos sanduchitos, esas uvitas, los negritos que puse para subir y bajar el tinglado? Esos no los puso Tardares, que es un tremendo avin el gallego ese. Y el sonido Juan de Dios me lo rebaj porque yo mand a un carajo a buscarlo a Chachopo en una moto, chale bolas a la vaina! Bueno, tuvo sus problemas, pero ese no es el punto que quiero que pongas (destaques) en la entrevista. Eso me lo quitas si eres tan amable. Ahora ms tarde nos vamos de rumba por ah, hay unas chicas que quieren salir con nosotros, si quieres les digo que trabajas con la banda. ET: No, gracias, tengo que ir a la redaccin. B: Como quieras, pero t te lo pierdes... Es decir, todo esto. Bueno, qu te digo: el hotel. Antes estos chamos manejaban un camastrn escoetado toda la noche para ir de pueblo en pueblo quedndose en casa de tas, primas, que no haban visto en diez o quince aos. Eso estaba pasando hace apenas diez meses, un ao, justo antes de que saliera el disco. Una vez tuvieron que echar el carro en una posada, un hotelito aqu mismo en Mrida, porque el empresario que era tremendo chimbo no les quiso pagar. Es ms, el tipo no apareci ms nunca, aunque en estos das me llam por telfono el mismo hijo de puta, como si todo estuviera olvidado. Mira, pana, t sabes lo que es correr con un kit de batera encima y un gocho pegado atrs con un machete en la mano? No lo sabes, qu vas a saber. Ahora estos chamos tienen lo que se merecen: un hotel de dos estrellas mnimo. Y as
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todo rueda mejor para el show business. Ganamos todos, que es lo ms inteligente. ET: Cules son sus planes futuros? B: Queremos ir en busca de una firma con una disquera importante ya que ha habido algunos inconvenientes ponlo as, entre comillas con Torete. El viejo este es muy agarrado, bueno, trabaja y administra como los que nunca han tenido nada en la vida, entonces t sabes... ET: S lo s. B: Qu te estoy contando; t trabajas en un peridico, eso es la mam de las desgracias. Coo, el viejo nos la est poniendo difcil. Yo quiero que nos apoyen ms con la promocin, que nos manden una chamita para que nos reparta los lbumes en las radios antes de llegar la banda, que salga para adelante, que trabaje full, no me importa si no est buena ni nada. Por ejemplo, ahorita queremos entrar a estudio. Bueno, yo no. Los Flan y que ya tienen un disco nuevo metido en las venas. Eso est flotando. Queremos ms y no hay a quin pedrselo. (Pausa larga buscndose algo en los bolsillos) Me voy a meter una lnea, pana, para bajar el estrs. Quieres darle? (hace otra pausa parece que buscando estas palabras): pana, esto es obvio, pero no vayas a hacer comentarios sobre el particular porque me rayas, t sabes que la gente es burda de hipcrita... Okay, ahora s... A destruiirrr, carajo!
Programa Tres arepitas y un atol Emisin: Matutina (Decorado: Todo perfecto, bien rosa y dorado. Estamos incluidos los asomados en el interior de una casa del Coro central, especficamente en el solar.) Actitud: Batiendo huevos con Clara Linda. Fecha: Algn madrugonazo de septiembre, en 1985. Freddy: Esto es lo ms rock and roll! (La productora es Rosita Vergara, de cuarenta y cinco aos, cabello corto tipo casco polar y pintado de rubio, excelente cuerpo y baja estatura disimulada por tacones medianos. Manda a callar al dueo del rincn de los tambores. Luego le sonre, le ofrece un tringulo de torta y le pone la punta de su dedo en la boca. Yecilia no est, pero El Canbal mira a todos lados y se siente en Granada invadida.) Rosita: Ya vamos a grabar!
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Director: Okay, pendiente Clara... 5, 4, 3, 2, 1. (Hace un corte de atn con la mano. La rueda de pescado sale disparada.) Abre disolvencia y Clara est sentada junto a una ventana de cartn, al frente est la visita o unos serenateros que se ven ms bien raros. Clara: Hoola amigas y hoola amigos!, este es su programa de todas las maanas que le ofrecemos con ese inmenso cario a todos ustedes esperando que nuestras secciones sean de su agrado y sirvan de algo en un futuro cercano. Con nosotros tenemos hoy unos invitados muy, pero que muy especiales y diferentes! S! Ellos son los rockeros que estn empezando a causar furor entre las pavas y, por qu no?, tambin entre los pavos... Son los Flan, un aplauso para ellos. (Sonido de aplausos y algaraba que se une a un ponche de la cara de nuestros amigos que lucen algo aporreados por los festejos de fin de gira. Freddy no ha captado que es con ellos y se mira una extraa mancha o una araa que apareci diminuta en su franela de Los Ramones, Futuro sigue atento las evoluciones de Clara Linda. Le sonre con ojos achinados pero no mira a cmara sino slo a ella como si estuvieran de verdad en la sala de su ta. Alex trata de comunicarse va morisqueta con Boll quien seguro le est indicando que hable ya sobre el cuarto sencillo del lbum y el resonante xito de la gira. A lo mejor Boll le est diciendo que se arregle un poquito el cuello de la camisa. Alex vino en camisa, tambin tiene una botella de ans que le asoma de la chaqueta de cuero ms vieja del pas. Clara es algo mayor que Rosita.) Clara: Ahorita mismo estaremos con estos triunfadores de la msica moderna, no es as pavos?... Pero ahora vamos a nuestro segmento de repostera. (Ponche a otra cmara que le aplasta la cara Clara contra la parte de adentro de nuestro televisor.) Clara: La seccin de esos postres que nos hacen la boca agua y que en esta ocasin se trata del merengue barroco para recubrir el panqu. Muchachos, alguien me quiere ayudar? Flan: Bbbbu, ssss. Clara: Bueno, okay, todo listo entonces y cuando quiera el seor director pasamos a esta mesita que tenemos por aqu. Futuro: Puedo meter las manos aqu? (A las 8:30, despus de siete secciones de carpintera, cortinaje, reporte grabado desde el campo de juego de Los Criollitos, satanismo
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en literatura, la historia del ajo y botnica decorativa, es el turno de Flan.) Clara: Cmo estn, muchachos? Futuro: Hemos aprendido mucho. Yo antes no me interesaba en estas cosas pero veo que hay todo un mundo. S seor. Freddy: Voy a sorprender a Yecilia y al viejo esta noche. Clara: Quin es Yecilia, picarn? dirigindose con un guio a fuera de cmara. Perdiste el autobs Rosita... No, mentira. Y t... ? registra unas fichas. Alberto, no tienes novia? Alex: Conmigo? Tena pero se muri. (La Grgola se remueve incmoda en la penumbra del estudio. Zul est clavado a su lado como una jirafa carbonizada, en la pose catatnica que adopta siempre que no est haciendo algo especfico. Es un aparato mecnico sin rdenes o pilas, simplemente en reposo.) Clara: Ejem. A ver cuntenme, cmo les va con su msica? Freddy: Qu te digo, Clara? Me encanta que nos hayas hecho esa pregunta porque justamente hoy me acabo de comprar un carro, un Fiat 145... Perdn, se puede decir? Perdn. Nos va bien, nos ha permitido ver las cosas de otro modo, el disco se vende bien, la gira por el interior fue un palo, en comparacin a lo que esperbamos y lo que nuestros propios colegas nos auguraban. Y bueno, para no hablar de esos envidiosos: Yecilia y yo vamos a alquilar un sitio para tener a nuestro chamito. La msica est permitiendo todo esto. Futuro: Ha sido una experiencia que todava resuena en mis odos cuando estoy dormido, o soando. Aparece hasta en mis peores pesadillas el hecho de que nadie crea en nosotros, y finalmente, lo ves! Estamos all, ya han surgido otras bandas que tienen su propio pblico, como es el caso de Piroloco, Trata de Blancas, 9 y ?... y vamos a realizar una gira con varias de ellas, pero eso es un plan para el ao que viene y no queramos... nuestro manager dice que no debemos hablar de ello aunque ya nos imagino all. Somos la inspiracin de muchos chamos que estn tomando por primera vez una guitarra, aunque todava no hemos hecho gran cosa. Pero es que este pas es pequeo en cuanto a rocanrol. Clara: Pero ustedes hacen rock and roll como Elvis Presley? Es chvere, pero est pasadito de moda, no?... Lo de ahora es, no s, Madonna, Whitney Houston... no ha parado de sonrer mientras dice esto.
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Alex: Todo es la misma movida desde all hasta ac, en Venezuela ya haban salido Los Planetarios en los sesenta, un to mo tena una banda llamada Strip Kiss en los setenta y ahora estamos nosotros. Elvis se muri hace tiempo, aunque es indudable que sin l la cosa hubiera costado ms. De todas formas yo siempre digo que esta msica es un estado del alma, de un alma tal vez enferma, si me permites decirlo y no te ofendes, pero en constante deseo de paz. No es agresin pero le falta poquito. De todos modos yo prefiero llamarlo msica. Clara: Y es msica, claro, para bailar! (Sonido: Colocan un mosaico de temas de Flan y Clara Linda se levanta haciendo una especie de twist mientras trata de contagiar a los muchachos, intentando sacarlos a participar, pero ellos slo se miran entre s. Finalmente Clara Linda baila con el director quien surge levemente en escena con sus herramientas guindando y los audfonos, por efecto del contraluz, formando excrecencias en su cabeza mientras balancea los brazos como un monstruo del espacio.) Clara: Vieron que no es tan difcil?, pero ya s. Ustedes son msicos, artistas que no estn para esas cosas frvolas. Entonces, si les parece vamos a un corte y venimos con la parte final de esta entrevista actual con los muchachos que estn poniendo a vibrar a todos los jvenes rebeldes. (Control: Cuero.) Clara: Y aqu estamos de regreso con Flan. Su manager... (jorunga una nueva ficha y titubea, lee como una alumna de preparatorio...) nos ha dicho mientras estbamos en comerciales que hablemos del disco (Clara levanta un ejemplar ruleteado de Amanecer en Lecuna). Este es el culpable de todas sus angustias, muchachos, digan algo. Un tanto aletargados por el trasnocho, unos pastelitos de jamn engullidos a las seis y el aire acondicionado, los Flan tardan en ponerse de acuerdo. Alex: El lbum sali hace como ocho meses y ahora para la recta final del ao, tenemos que presentar una nueva cancin. Vamos a aparecer en una pelcula sobre rollos de pandillitas y chamos que se meten en problemas. Clara: Ayy s? Qu bueno. Freddy: De refiln. Futuro: Es una cancin ma, se llama Intravenosa y se trata de...
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Alex: Lo importante es que con lo que se obtenga por esta cancin se le va a otorgar dinero a una fundacin que apoya a los artesanos Hare Krishna que viven en Los Altos, para que se ayuden a comprar los utensilios y materiales que les hacen falta siempre. Clara: Huyy, qu bueno. Freddy: Queramos decir a todas las madres que estn viendo este programa que dejen a sus hijos hacer rock o lo que ellos quieran. Si el tipo o la jeva quieren pintar, hacer cine, irse por ah a conocer el mundo o trabajar con los animales, que los dejen. No todo el mundo est para ser administrador. Que no le tengan miedo, por ejemplo, al rocanrol. Es un mensaje para todas las madres y, como dices t Clara: Por qu no?, tambin para esos padres que estn all viendo el programa. Clara: Hblenme ustedes, en serio, Futuro y Alex, ahorita una pareja joven puede consolidarse? Futuro: Lo que se dice ahorita s, y pronto se va a estar viendo an ms, aunque posiblemente ya esa pareja no est tan joven en un momento dado, porque los das pasan y uno va cambiando, esa es la ley de la vida. Alex: Yo slo te podra comentar sobre la experiencia de estos dos tipos, porque estoy actualmente en una etapa de curetaje sentimental de la que no me gusta hablar. (En el fondo del estudio La Grgola se agita otra vez, incmoda, Zul finge estar viendo unas notas en una libreta e improvisa una protesta con la expresin del rostro por no encontrar lo que no estaba buscando.) Contina: Alex: Siempre hay alguien especial, pero nada que no se parezca a un perodo de prueba. Algo as como las calles que estn en reparacin, recin pavimentadas y entonces la alcalda slo abre un canal para todos los vehculos. De todos modos yo prefiero expresar eso y cualquier cosa en mis canciones. Por cierto, ahora es cuando, recientemente, Futuro est escribiendo ms. Posiblemente tambin incluyamos unas letras de Freddy, mi pana aqu (lo palmea, le despeina cariosamente) si es que se anima, para el prximo disco. Clara: Que saldr... Futuro: Lissette y yo nos vamos a casar como en dos meses porque sus padres son muy racionales y sentimentales. Pero estamos viviendo juntos hace dos, en un anexo grande de El Marqus que consegu a buen
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precio porque no estaba pintado y el jardn est full de ranas. Las cosas se ven bien. Tambin andamos en moto ahora, porque los suegros estn demasiado lejos y hay que ayudarlos siempre los fines de semana con los pollos asados y eso. Alex: El otro da casi se dan un pingazo. Bestia, perdn. El disco tiene grabadas slo las bases. Nos vamos a meter de lleno en diciembre a trabajar en l porque hay que terminar de escribir unas canciones, meterles candela, ensayar para unos toques importantes especiales para la prensa, ests invitadsima, que parece se darn en octubre; y luego aprovechar la temporada de gaitas para encerrarnos exclusivamente a escuchar nuestra msica con intimidad. Es la nica manera de traspasarla despus a los instrumentos, ves? En eso nuestra tcnica est ms cerca del jazz que del rock. Pero te deca que estoy ansioso porque llegue diciembre y juntarme con mi tribu en una roca solitaria por all y no hablar ms que de msica, comer msica, tocar y or msica sin que nadie nos ladille. Claro, que siempre hay un coleado por all. Eso ya lo s. No soy ningn ingenuo. Ya fuera de cmara: Clara, ven ac. Te quiero pedir disculpas por la grosera que dije en el aire, en serio, es que la televisin es nueva para nosotros y adems nos sentimos tan relajados que... Es culpa tuya ms bien. Bueno, mi amor, todo eso se arregla si me das un besito aqu. Okay. Perfecto, no hay rollo. Mira, te quiero regalar esta entrada para que nos vayas a ver o les digas a tus chamos que vayan al Club de Portugueses no este domingo, sino el que viene. Tonto, lo hubiramos anunciado en el programa. Bueno, yo lo digo en estos das en rotacin intensiva. Coo, qu agevoneamiento... Mira, te presento a Zul, el tipo es el cuarto Flan. Este se encarga de todo, es el utilitario, el tractorcito... Dgalo, el Zul!... Y ella es La Grgola, mi mujer... Es burda de linda, no? No te gustara adoptarla?
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Querida ngel: Hola bella, hace tres aos que no te escriba pero mejor ni hablar. He estado de mudanza en mudanza y despus tratando de consolidarme en el mercado, criando al chamo, Nstor, que est hecho un guapetn; buscando algo digno de qu vivir ms all de la Seguridad Social, y las cosas ya se estn dando. Parece mentira, se acomod desde que localic a mi mam y se vino para ac. He estado haciendo algunas asistencias de direccin y parece que consegu al fin, my friend!! un crdito decente para hacer aquel corto sobre la vida de una banda de rock que est empezando. Claro, a estas alturas he incorporado cosas, he quitado otras. No es muy placentero estar recordando vainas, adems de que ellas mismas se van convirtiendo en otras, mutando. Lo monstruoso se va estilizando, las heridas crudas del primer guin dan paso a textos ms simblicos, aunque quisiera mantener vivo ese espritu de artefacto explosivo lleno de metralla, tornillos y whatever, lo cual era su cualidad ms notoria segn t misma me dijiste una de esas noches antes de que me fuera, entre la depresin o absoluta indiferencia con la que comparta el cuerpo por aquellos das.
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La gente cree esa leyenda tenebrosa sobre m, yo s. Como si fuera as de fcil matar, digo yo, como los campesinos excluidos de los cuentos de Rulfo: slo pasar la agujeta de lado a lado del saco y seguir mascando tabaco consciente y satisfecha de una especie de justicia divina que se est imponiendo. Algo as como una sarna necesaria, para nada irrespetuosa de las leyes del mundo. Yo no quise hablar de esto por muchos aos pero of course, mujer! Que yo no tuve nada que ver con la muerte de... Duda. El carajo sencillamente era uno de esos mother fuckers jodidos, me sigues? Qu poda hacer yo? Una pobre diabla que estaba tratando de salir de mis adicciones, gracias a algo que no s si a estas alturas puedo llamar Dios por respeto a la medallita que lleva guindando del cuello el chamo, pero algo, no a las drogas de casi ningn tipo. La curda, ngel, los cigarros, los amigos, el enfrentamiento diario con Duda, una pasin peor que cualquier borrachera que me haca pasar todos los das unas ocho veces del odio ms verraco y tenaz (ves como no me olvido de nuestro caliche?) al deseo ms tierno de prepararle comida al sucio ese. Ms de una vez nos cruzamos nuestros coazos pero no es como decan que yo estaba subyugada como las mujeres enfermas de los melodramas cuarentones, a quienes les encantaba que les pegaran, para drenar, porque no podan aparecer con un tipo encima en la pantalla de entonces. No, lo nuestro era una batalla adictiva, ese carajo tena como cuatro cucas en la cabeza abiertas por m mientras estaba durmiendo. T sabes que ms de una vez le di con los sartenes, con su propia botella de ginebra, la que estuviera ms llena. Pero Duda era para m esa historia macabra que todos tenemos que albergar, atravesar y dejar atrs a menos que quieras ser t la del atad. El tipo se quera matar, yo no lo ayud. Ahora, s me escap, porque de haberme quedado en Venezuela me hubiera consumido o explotado como el gordo de El sentido de la vida, quedando con el costillar as pa fuera, y el tripero hubiera salpicado hasta El Junquito. No poda empezar otra relacin ni en broma, sin gas; aunque ilusionada s, lo reconozco. Pero igual no hubiera aguantado vivir la historia de otro, tena que vivir la ma, no aguantaba las preguntas, ni me hubiera calado las miradas de las seoras, ni siquiera hubiera soportado estar sola en Caracas sabiendo que todo aquel mierdero legendario quedaba como a veinte cuadras, por ms que los meses y despus los aos le fueran pasando rastrillo y manguera. Yo me consegu un par de veces con Alex aqu cerca en Barcelona, donde sobreviv hasta hace un ao, cuando
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consegu el pisito en Badalona (que es como decir Guarenas, con un cercado de edificios industriales que te confina por sorpresa, no esperes nada de Gaud). La primera vez vino onda romntico, hecho el paisa. Tuvimos algo pero mis condiciones eran muy miserables, mi mam todava no me haba escrito y me senta como caca pegada de la pared. Despus me escond como una semana, dndole largas por telfono a la vaina hasta que al muy pendejo se le acab el billete y se fue al carajo. Pero... quin lo culpa? T sabes que las mujeres estamos locas, despus llor s, yo algunas veces, aunque no como esas magdalenas que lo celebran como si fuera lo mismo que mear. No, tal vez unas tres o cuatro veces mientras me distraa lavndome el puado de pantaletas con la liga estirada que tena. Pero t sabes que eso no ha sido nunca lo mo, era mejor as. Por si acaso: el chamo no es de Alex. La salida sera demasiado fcil, es ms, creo que ni siquiera es de Duda. T sabes que yo tuve como veintiocho novios, puros buenos para nada entre resuelves, jamoneos y uno que otro con los que tir una o dos veces como mximo pero que me daban una ladilla atroz y me dejaban cansada con sus empeos. De alguno de esos losers es el chamo, la belleza esta. Me imagino de quin puede ser por las pepas verdes que tiene. La segunda vez que vi a Alex desde que estoy aqu me pareci que era como mi hermano, lo abrac y me hubiera acostado con l fcilmente porque soy lo bastante dctil para eso, pero no hubo la oportunidad. Adems slo me provocaba tomar caf y abrazarlo, echarle mis cuentos que ya estaban mejor. Eso fue justo cuando acababa de mudarme para ac. Lo vi viejo, desencantado (qu raro!). Me habl de la banda pero no con el mismo empuje. Adems (cuas, cuasss)... se cas con la Grgola, verga, qu heavy. O sea, la tipa le dio, le dio y mira. Bueno, t sabes que ella era punk pero ansiaba hacer huevitos fritos, ponerse un delantal, llevar las anotaciones de Alex como una secretaria privada y ser la Linda McCartney de Los Altos, o sea, tener una granja con pollos, chamos corriendo detrs de ella, pero de vez en cuando meterse unos cuantos pases y encarnar a la autntica mam rockera. El tipo me actualiz en una tarde y no me ha vuelto a escribir. De repente ya pas la pgina, cerr el libro y me arrincon en la parte ms alta de la biblioteca tosiendo un par de veces estilo tuberculoso. Y te lo digo: mejor as. A ese coge culo de Venezuela slo quiero ir de vacaciones cuando tenga calderilla extra, a lo mejor en uno o dos aos, y exclusivamente a la playa. A lo mejor me doy una vueltica con chamo y todo por algn
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concierto o voy a ver qu hay de cine en Caracas, pero no quiero involucrarme mucho. Sabes lo que me dijo? As, pareca una lechuza o un bho de estos seoriales parado en su rama con el birrete de graduado. Le ech como media botella de ron al caf que nos estbamos tomando y prendi su segundo tabaco: Armamos nuestra propia disquera, se llama Cofre. T puedes creer? Hasta all los persigui el nombrecito, y al final les gan. Acurdate que ellos estuvieron firmados con el viejo este de Torete Discos, hasta ms o menos el 87, pero aquel tipo sonrosado, el canalla que no me acuerdo cmo se llamaba tena nombre de lentes los sac de all y dejaron al seor en la estacada. Ese viejo se muri al cabo de un rato, t sabas? Parece que qued endeudadsimo, le echaron paja tambin con Sacvn y al seor le dio una vaina. Primero se le paraliz la cara, entr en un coma raro, y despus le dieron dos infartos. Pero nada que ver con ellos, me dijo Alex, parece que fue la comida y la bebida, que el viejo le daba ms duro que yo (adems no con pura cerveza), dorma dos horas diarias y, para rematar, una cantante llanera con quien estaba empatado le mont un trabajo arrecho porque, segn ella, se le estaba hundiendo la carrera. Ms tarde Alex s se alegr un poco y me cont las mamarrachadas que haca el cabrn este, el adecazo de la cara hinchada, pelo de triquitraqui y pantalones de abogado. Nuestro carajo se paraba en la tarima antes que el grupo saliera, le quitaba el micrfono al presentador de la radio patrocinante si haba y trataba de animar a la gente con a tripear todos!, esta es la mejor banda que van a ver hoy as que aplaudan, carajo!, mira, mi amor... la que est bailando tambores, te quieres casar conmigo?. El tipo estaba siempre totalmente jalado, aunque consegua cosas importantes para el grupo, sobretodo toques, patrocinios para giras, ese tipo de vainas; el contrato de grabacin para Aqu vamos y Tres sin sacar tambin los negoci la joyita esa... pero bueno, Aqu vamos fue el establecimiento de Flan como un artista conocido, entonces de pronto empezaron a llamarlos y como el personaje tena su oficina, contrat una secretaria que se coga, por supuesto, o al menos intent hacerlo en el cuartico de los coletos y empez a organizar la pea decentemente. El enchave es que nunca en esa poca hizo algo por levantar al grupo afuera. Les llegaron invitaciones de Puerto Rico, reportes de que alguna cancin gustaba en Mxico, pitazos de disqueras en Argentina... Alex no sabe si el tipo le tuvo miedo a la cosa grandota o si acaso saba que entre
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los tiburones de all no podra nadar, o sea guisar, su pasatiempo favorito y especialidad. Por eso despus de Tres sin sacar tuvieron que hablar con l y t te enteraste tuvieron ese atajaperros del cual el elemento pobrecito, chica parece que todava no se ha recuperado. Rebaj como veinte kilos, su mujer lo deport, la polica lo allan, y estos se escaparon por un pelo del desastroso. El tipo los estaba robando, ngel, puedes imaginrtelo? Y ahora anda por ah como el mendigo de Joselo, cayndole a labia a todo el mundo para que lo dejen encargarse de una produccin peorra. Aqu vamos marca varias cosas importantes en los mbitos pblico y privado, ejem. Qu te parece como estoy hablando? Okay, para tu crnica o como se llame el susodicho gnero periodstico (me qued en la nota, estoy fumndome una pipita de chocolate que est buensima, ni modo, ya me acostumbr a esta basura marroqu). Yo s lo difcil que est ahora la cosa como para que puedas organizar una ruedita de prensa con los muchachones, esos dispersos del coo. Entonces te voy a delimitar tres cosas importantes para que puedas imprimirle veracidad a tu relato. Claro est: es mi bloody punto de vista, contina claro? Amanecer en Lecuna o Lecuna Sunrise es el tpico primer disco, o sea unos carajos ensayando en un cuarto sucio componen como veinte canciones, en el camino se pierden ocho y el bagazo que queda se recupera a tiempo entre los papeles viejos de la casa para armar un elep. Hay todo eso, la evolucin del estilo, por lo que el grupo da la sensacin de ser un chicle bomba, siempre estirndose y no llegando a ninguna parte. Est tocado a los coazos pero con sinceridad, las letras no estn tan pulidas porque tienen mal de rabia. Ese, por supuesto, ya te habrs dado cuenta, es el disco que ms me atrae de Flan. Su definitivo. Con Aqu vamos pasa una cosa por primera vez (y es que esta banda del carrizo siempre se anda estrenando en algo, ser porque no existe una industria de rock and roll en ese pas, ni de cine, ni de nada? Ya me estoy poniendo analtica o crtica y por ah no va el cuento). Y lo que pasa es que sus canciones estn escritas especialmente para l, me entiendes? Ellos, o El Chivo, se sentaron un da a anotar ideas, el nuevo sello, Zorrotrgica, les dio tiempo para trabajar con ellas en el estudio. Haba un chamo medio gafote pero parece que un ppiri en los aspectos tcnicos, creo que se llama Franklin Hemorroides. El tipo, todo paciencia, haba grabado jazz, cantautores romnticos, cancioncitas
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para propagandas con matatigres y que de Berklee. Entonces Alex quiso llevar al estudio y a la pasta lo mejor que se hubiera escrito en espaol, y yo creo que lo logr aunque a mi modo de ver, sin esa mota de espontaneidad que es lo que a m me mataba del primer ranchodisco. En la parte musical, Aqu vamos marca la entrada de un personaje ms raro todava que Franklin Hemorroides, y ese t sabes que es Trendy. Si no lo vas a saber t, no?, que hasta tuviste tu machuque con l, desgraciada. Eso s fue un verdadero machuque, no como otros que no suben la loma. Pero bueno, el lado de Trendy que t no conociste es su tozudez, como si a Flan le hiciera falta, ese empecinarse en discutir sin una direccin clara de llegada. Estn esos teclados suaves en algunas canciones que a m francamente no me gustaron nunca, aunque las guitarras acsticas estn finas. Est clarsimo que tu Trendy toca mejor que Futuro Dios, pero si un detalle especial tuvo el panita fue que no forz la barra con nuestro Rodrguez. Siempre le respet el pupitre como fundador de la banda. Entonces es indudable que el sonido aument, sustituy la sensacin de pared carrasposa por un cuadro impresionista, aunque no s si esa era la textura que requera un disco de continuacin para Lecuna. Para m tendra que haber sido ms aguerrido, menos llevadero pero qu coo. No vamos a culparlos (yo estoy en una onda de perdonar) porque tienes que tomar en cuenta que: a) estaban entrando en una disquera nueva y b) tantas entrevistas juntas te ponen idiota. Yo creo que Flan, definitivamente tena que regresar al filo, intentar el suicidio para no morir como una banda vlida. Eso precisamente es lo que deben tratar ahora, para el cuarto que an no tiene nombre, porque seamos justos, con Tres sin sacar se desviaron an ms. Bueno, de hecho ese disco ni siquiera vendi treinta mil y el sello parece que se puso demasiado pichacoso. Aqu vamos creo que vendi el doble de Lecuna porque la disquera tena televisin, entonces no eran slo las entrevistas, ngel, sino todos esos comerciales horribles que en treinta segundos te lavaban el cerebro sacndote toda la iniciativa del bolsillo del culo. Mira, en esa poca, yo llegu a regalarle a mi mam el disco de San Martn, uno con la cartula verde y las fotos de unas nalgonas con la bemba color vestidas como Nefertiti, estrujndole los brazos a un taxista parado en el medio. Entonces claro, eso lo de la propaganda no estuvo del todo mal, pero tambin mand al grupo directo al techo y de all, por supuesto, los carajitos bajaron aporreados.
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Fue la poca de Alex y sus dos botellas de ginebra diarias (qu maldicin la ma!). Yo me enter en la transicin porque Freddy y Futuro me escriban o llamaban, pero me lo contaban como si fuera Torontos lo que el tipo consuma, como si nada. Futuro se enganch con la herona, aunque casi nadie se daba cuenta porque no se le perda ni una grapa y tocaba mejor, pero andaba como un ngel maldito por la ciudad sin pararle bolas a la hora y se meta en peos apareciendo en fiestas de barrio y cosas as. Tambin se puso flaquito, se la pasaba ms con unos jbaros sper raros que con su mujer, la portuguesita, que tuvo tripochos y estaba pelando bolas en Los Altos limpiando pollo. O sea, se rompi un poquito aquella unidad de banda, me entiendes? Freddy andaba fumado todo el da y se puso a venderle a la gente de la disquera, un guardia se dio cuenta y nuestro muchacho estuvo metido en los, varias veces, con la polica. Eso s, Yecilia para arriba y para abajo, porque ella tambin se enganch pero en la nota de Futuro, entonces andaban as como medio en promiscuidad, t no sabas bien ah quin era quin y si este tiraba con aquella. No, mi amor, qu va. Yo por lo menos estoy muy grande ya para esa meloda. Y lo peor es que ellos tambin. Hacer Tres sin sacar, entonces, fue un parto, porque a Alex no le salan buenas cosas, o l no se crea que eran buenas. Rompi y ech a la basura varios borradores que Freddy me dijo eran bocetos interesantes o salvables, pero el tipo estaba despegado de s mismo, sufriendo, echando espuma. Perdieron burda de tiempo en el estudio, botaron al productor, un argentino famoso, porque el tipo y que no entenda sus ideas, los quera hacer sonar diferentes, se sacaba los mocos pegndolos en las paredes y llegaba al estudio a deshora ms reventado que ellos. Todo eso alarg la hechura de Tres sin sacar, que obvio no es un disco fluido. Hay ms espacio para experimentos dudosos de Futuro, con pedales de la guitarra, efectos, letras que no conducen a ninguna parte como aquellas escaleras de la mansin Winchester, un solo de batera de Freddy despus de un tema tropical? Hay tres canciones un par de Alex y otra de Futurito que se salvan, pero no son nada comerciales: Elega de mi ombligo, Puerco Jess y Sueo en avioneta que por lo menos es alegre. La disquera tuvo el buen gusto de colocar este ltimo tema como promocional de radio, convirtindose as en el primer Rodrguez en ser sencillo oficial de Flan. Pero en mula sobre una ngrima cancioncita, a duras penas, un disco no puede dar toda la vuelta al ruedo. Su ciclo es muy corto. Las otras canciones no fueron lanzadas
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ni siquiera y las seoras de los programas no aceptaban las entrevistas de tres mamarrachos desgastados, vociferantes y con caras de culo. Yo tampoco me la hubiera calado. Adems, Alex empez a sacarle el cuerpo a las pocas notas que consegua el departamento de prensa de Zorrotrgica. As que pelo a pelo, stas empezaron a realizarse sin l; iban Futuro, Freddy y Trendy, despus Futuro y Trendy y por ltimo, tu novio solito. Me contaron que la joya hizo tortas de crema, altern con El Padre del Capanaparo y se encaram en una escalera para poner pelotas plateadas en un pino, pero hablar de Flan?, qu iba a decir un tripas azules de diecinueve aos que hasta antier estuvo jugando carritos. Alex se subi en su colina verde como a l le ha gustado siempre, y se vio con los Flan como una vez por mes durante medio ao. Le hizo bien, se puso a arreglar su casa, cuidarle la barriga a La Grgola que sali preada poquito antes, en el pleno peo peligroso y de repente le empezaron a fluir de nuevo las canciones. Hasta aqu me las trajo, pobrecito, como si yo fuera su mam y l el hijo orgulloso con su tarea. Pero mira, se lo agradezco. Por cierto, de esto ni pizca a La Gargolilla que esa es ms arrecha que el coo, un limoncito, pues. Si sabe que el tipo vino a mostrarme sus letras le va a montar la ley del hielo, a m a lo mejor hasta me manda una bomba molotov en una caja de zapatos. Yo s que toda esta historia con Tres sin sacar es una gradacin en la carrera de los Flan. Para ellos no iba a ser tan fcil seguir campantes derrochando presupuestos en un pas donde la gente identifica msica con curdas a media luz, secretarias que se le deshilachan las medias debajo de la mesa de una tasca clandestina o parranda de mam bailoteando con los brazos extendidos hacia ti en seal de echemos un pie. Cuando se les pasara la fiebre del rock en tu idioma a los estudiantes graduados, cualquier grupo con nueve dedos de frente como este tendra que virar, recoger los brtulos y repensarlo, mudarse de pas o si ests muy cansado y viejo para coger pa Maiqueta, trabajar con la mala nota de la nueva dcada pegada atrs como un stiro. Todo esto hasta que el palo de agua amainase y volviera a tocarte lo tuyo, tu racin. Esta gente se enred, todos teniendo chamos, especialmente Futuro que, pobrecito, l quisiera ser buen de todo, pero lo que ms se le da es ser pana, adems de tener la mejor actitud para con la vida, una pinta increble y ser increblemente leal con su mujer. Pero l ha tratado de ser un gran guitarrista y slo es uno originalmente regular; lo mismo con su
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paternidad. Y no son muchas las alegras que ha regalado a sus suegros, debiendo mensualidades de su casa y cosas as. Aun as se esfuerza, qu coo. Los otros dos estn ms resueltos, el de Freddy y Yecilia t sabes que es un carajito vivsimo, un chamo lindo, casi un sper dotado con dos padres muy talentosos y locos de bola. Freddy cambi burda desde la poca esa en que hasta a m me caa. S, en serio, ese individuo me lleg a echar sus canes aunque saba que yo le gustaba a su pana Alex y que, bueno, estbamos casi-casi viviendo juntos. No as de patn, pero s coquete soft, por poco imperceptiblemente, conmigo hace como siete aos, justo antes de que Yecilia saliera embarazada. Claro, yo no conoca bien a Yeci, pero me pareca una caraja de pinga, bella y dotada artsticamente, con sus propias ideas por lo menos. Lo penltimo que yo quera era estarme enredando en una clase de relacin kamikaze como esa. Pero as, tipo piel, creo que lo consider un par de segundos. Yo era muy verstil en esos aos y tena el corazn ms ancho que ahora. Me encantaba un romance de los interesantes aunque me trajera peos incontrolables despus, y bueno, por suerte la mariquera de Freddy no pas a mayores. Tampoco era yo la loca de la vida y s que estaba en una etapa crtica, mucho ms flaca que ahora y el pelo siempre recin teido de rojo vino. Tambin me acababa de hacer un tercer tatuaje, ste en el nacimiento del culo, unas alas extendidas que causan todava una expectativa insoportable en algunos tipos con sus bolas funcionando a buena marcha. Me puedo imaginar lo que se imaginan, pero yo era pura coquetera. Sin estar muy buena ni nada me pona los pantalones bien abajo y las franelillas no muy largas para que quedara claro. Con respecto a Alex, es el ms viejo y an lo esperan sus peores horas. Su beb est recin nacido, as que va a ser casi un pap abuelo, pero eso podra estar bien. Esper su tiempo y ahora que est en el pico de la cuesta podra mirarlo todo con ms ecuanimidad. Tal vez hubiera sido la merma estar a estas alturas juntos, cada uno con su chamo, o sin ninguno, o con uno de los dos. Pero primero tendramos que haber atravesado, elipsis monstruosa mediante, las malas temporadas. De nada sirve caer en nostalgias ni en cuentos de aparecidos. Tiendo muy poco a eso, pero no soy tampoco la dama de hierro y se me hace que no muy a menudo estar en vena para entregarte este compendio de la carrera de toda esta gente y menos de la ma. Por otro lado, tampoco creo que vayas a estar en el necesario nimo de goalkeeper todas las veces
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que se me d la literatura como ahora, sobretodo en esta onda chismosa, filosfica e irresponsable. Entonces no iba a ser fcil para Flan entrar en los aos noventa. La estacin perenne de la globalizacin de los ms arrechos, la de la desaparicin de los gerentes de repertorio. Una dcada que, vamos a estar claros, escal slo en tecnologa. Lo poquito que tena en el alma la gente del disco en Venezuela (y yo lo supe porque hice programas pilotos sobre msica y me entrevist con varios de esos mafiosos, le dos tesis, y ultimadamente, porque tengo ms sensibilidad que la punta de un lpiz) lo perdi con el establecimiento de los mamotretos multinacionales. A los chiquitos los extirparon como espinillas. En Zorrotrgica del 89 esa gente estaba extraviada, sin conciencia de cmo iba a saltar de dcada. Mucho perico, jevas brincando alrededor y jaladera de mecate entre ellos mismos como para que pudieran medir la temperatura de la plasta. No supieron leer el cambio de tendencias y perdieron su poder, su prerrogativa de moldear la preferencia de las masas con un grano de buen gusto y el resto con propagandas y payoleo. Las trasnacionales se los cogieron a ellos y tambin a Trabn, que era la competencia. Aunque estos eran ms sucios y crearon sus negocios paralelos mientras el ro coga su curso otra vez. Me imagino que se dedicaron al trfico de negras bicfalas o algn otro negocio decoroso. En Zorrotrgica criaron a un cuervo llamado William Trino que quera inventar una disquera de puros grupitos nuevos que l captaba en barrancos por ah, y por supuesto, Flan le estorbara el negocio. Mira que Zorrotrgica slo chupaba los poros de unos cantantes melosos, venezolanos y mexicanos, salsa tecno y dems inventos nacidos de los delirios qumicos de sus mandamases venidos a menos, uno de ellos cliente fijo de Freddy y su coca chimba. Bueno, William Trino vive hoy da en Miami, pero us unos cuantos aos a su antojo. Tena en su coctelera una parte de resentimiento, dos de contactos y un golpe de qutate t. Mantenindose sobrio seis horas diarias ese carajo hizo desastres. William Trino y tres secuaces de las radios montaron una emboscada que Flan todava est tratando de descifrar. Pero no ser con Cofre o alguna idea peregrina de un sellito independiente gobernado por tres buenos carajos, con mujeres criando y los seriales limados, como lo van a lograr. Y no es que yo est hecha una bruja envidiosa, transfigurada en una pesimista de lo peor, o no quiera que los muchachos vuelvan a prosperar; qu ms quisiera. Es slo que lo veo clarito desde aqu; y no
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puedo sentarme a hablar paja positiva slo para que mis amigos se sientan mejor. Ya tengo treinta y tres pana, no lo hago ms. Ni que me pagaran por eso. Okay, por ltimo t vas a saber quin es el flamante gerente de radio y ex disquero joven ms exitoso del pas. Contigo solita: William Trino, el hijo del candidato. El hermano de Cujo, ese catire cara chata con ojos de hiena tuvo su chin de gloria gracias a que estaba en la encrucijada final de varias carreteras. l en un momento de 1990 fue la casa de la abuelita, o Roma, donde todo confluy por un instante: multinacionales, groseros funcionarios, gerentes constipados por el miedo, bandas cmodas, favores prestados y el ascenso al poder de las generaciones de relevo. Pero no todo era malo, o es, (me estoy adelantando a mi tiempo y no debo a estas alturas de la carta quebrar el plano, apenas estamos en el ao del encabezado). William Trino tuvo pasin por la msica. Ahora l es el hijo del ex candidato a la Gobernacin de Caracas, un poltico que ms nunca trabajar (ya vers), encogindose en su ratonera, medrando y sacando la cabeza slo cuando la ocasin sea propicia. l proviene de una familia del oeste y al principio quera apoyar las bandas de ska y reggae, los punks de Caricuao y toda esa movida. Pero en Zorrotrgica lo fueron lijando hasta que lo vimos tocar fondo. l, sobre todo l, no logr sobreponerse a bailar y doblar la cotorra de Qu Pasa frente a casi todos los programadores de radio de Caracas, Los Altos y Guarenas. Obtuvo su mendrugo, est bien, puso el tema a sonar en cada asteroide desde Chacopata hasta Qubor, pero su personalidad sufri una rayadura seria. En el 88 Flan estaba enfilado pura inercia hacia Tres sin sacar. Trino hacia armar su disquera, un sucucho pegado a la marsupia de Zorrotrgica pero con presupuesto de ron propio y licencia para armar berrinches en la sala de conferencias del piso tres. La competencia de su sello estaba en la casa grande, y l iba a habitar ese anexo que todava falta por pintar, ponerle los enchufes, subir la nevera y estrenarse con un buen polvo. Pero qu poda hacerle Flan, un solo grupo, a un sello? Mi ngel, segn el troglodytes discograficus amanuensis nativo de Venezuela, en el territorio de caza slo debe subsistir simultneamente UNA BANDA DE ROCK. De lo contrario el mercadito de la quincena se reparte entre los cuatro gatos que a duras penas compran, no sobrando cobres significativos qu reinvertir-se (lase beber-se, cogerse o mandar-se a Miami en avin). Imagnate una horda de asesinos de
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El Dorado lavndose las bolas con un nico jaboncito de hotel. Esa imagen se la proyectan a estos gerentes una y otra vez hasta convertirlos en androides con lengua de cuerda. Pero adems Flan no sera manejable por un gnster frontal, ni siquiera porque mis amores sean alzados, sino porque estn tan en su propio peo que resultara imposible meterles en un guiso as de piche o cambiarles la msica con flagrancia. William Trino arm por fin WTR (s, las siglas de su bello nombre ms el vocablo universal Rock, original y modesto no?). Y para las bacanales del cambio de dcada convoc a tres dueos de minitecas con altas posibilidades de formar para los noventa el grupo Menudo de las radios jvenes. La bitcora de lo que estaba pasando me la detall Lissette, quien no est cada de la mata como ciertas personas quieren o creen. Ella obtuvo algunas impresiones de uno de sus galanes, quien para ese momento tena todo un kiosco con esa gente. Ellos por supuesto que no iban a hablar a toda boca de sepultar a este o vetar al otro, pero s elaboraron pautas donde se inclua el producto completo (an sin producir) de WTR, obvindose de cuajo todo el rollo ajeno. Freddy vio las hojas de arranque para el 91 de tres radios, donde por una parte la disquerita punteaba, y se reparta con producto en ingls de Zorrotrgica ms casi un cuarenta por ciento de hbridos posesos obtenidos en Trabn a partir de radiactivos cruces de genes, creados por doctores siniestros encorbatados. Eso tambin lo vio ms de una vez Futuro en una casa con la piscina vaca de El Placer donde se reunan a beber curda, llevar putas de primera y coleccionar regalos. El ms arrecho fue la llave de un Mustang 5.0 que le dio William Trino al peruano Kanchelskis de parte de Zorrotrgica, detallito que se le sali al cholo frente a Futuro, merced a la comemierda horrible que tena encima. Se haba deslizado de su cadena en el cuello hasta una torta adornada con perico sin que el peruvian se diera cuenta. Estaba todo jalado, la camisa abierta y los ojos de un mohicano cuando crey ver frente a s la dentadura omnvora del suiche entre dos yemas flacas y uosas. Dios se lo puso ante los ojos y el pobre hombre no lo recordaba. Por eso tuvo que explicrselo. Y Futurito anot todo. Este es un da clave para Flan y para la historia de una clase de cancin urbana coo de madre que se va a desvanecer por un tiempo. Tampoco es que voy de pitonisa por la vida pero ahora s est ah mismo un cambio de direccin muchas veces anunciado por plumas ms que
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esnob, poco audaces para tener su propia voz. Antes de irme a dormir te voy a contar tres docenas de cosas que atentan hoy contra la banda; y ninguna es culpa ma. Una: la msica electrnica y los DJ. Yo s que te pueden lucir ridculas mis pretensiones de seora ex rumbeada viviendo en el Primer Mundo y medio. Los llamados ravers van a campear un rato, despus de la onda avasallante pero txica de grupos con tatuajes, canciones de angustia, ya tocan la puerta con el neo destape, drogas mejoradas y diversin sin ideologa. El credo de unas pequeas sectas de aqu, de Francia y ms para arriba es volarse y brincar con msica sinttica, ms espumosa que el disco music, ms repelente que ese popsito de MTV, bailadero con mocasines que se salan del pie y medias tobilleras de encajes. Esa msica no se tararea, a los gays les gusta que jode y t sabes que las nuevas tendencias las estn dirigiendo un poco ellos, en el diseo, el cine, la moda y dems adoquines de las artes. Primero nace en Europa (el culto, digo), los gringos lo pescan como objeto raro dos aos despus y ah s, en portaaviones, helicpteros, cajas de ayuda humanitaria y jeringas antirrbicas aparece en Venezuela. Est mandadita a hacer esa movida para el perraje culturoso de Caracas, los guateques ostentosos de Maracaibo y una que otra cuevita de Valencia. Dos: hay disonancia cognoscitiva entre Futuro y Alex desde que el primero se arrechara con el ltimo y le di-sonara contra el piso una histrica guitarra-bajo Ibez, la primera que compr el grupo en una fiesta de cumpleaos que estaban haciendo, el nico sarao serio que tuvieron en seis meses. El Chivo pas de una borrachera consuetudinaria, ms consecuente que los mesoneros del Hato Grill con la gente del CEN de Accin Democrtica, a una abstinencia de cristal que lo mantiene de un humor vitrilico, siempre a punto de reventar y cancelar las fiestas. Futuro, por el contrario, estuvo de jolgorio desde que se le perdiera el hilo de la madeja. Surgieron, por si fuera poco, divergencias de orientacin. Mientras Freddy se mantiene todava segn las ltimas noticias enamorado de la contundencia, su marcha en el patio de atrs del grupo es ya una marca de fbrica, sea cual sea la tendencia que la banda quiera explorar. Pero en momentos frescos an bajo y guitarra se enfrentaron: mientras Futuro quera encuevarse ms y ms con los efectos, los temas hipnotistas de minutos y ms minutos (unas maquetas suyas que me llegaron son muestra de que no estaba muy cuerdo, o el cassette lleg malo, lleno de chirridos en diferentes frecuencias y
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silencios), el otro slo ansiaba bajo, guitarra caliente adelante y batera a lo Van Halen, temas de tres minutos y pico, letras de cuatro estrofas sin coro, a lo bestia. Imposibles como individuos. Por un tiempo el grupo, como una flotilla impedida de traficar, vio sus contramaestres mirar cada vez ms tierra dentro. Tan es as que el clima les ha obligado a buscar otros trabajos por primera vez en ocho aos. Y eso por supuesto me lleva al tercer y postrero punto de mi larga pero sobre todo arbitraria consideracin. Tres: a Freddy se le olvid buena parte de lo que aprendi en el IVIC, y un investigador no puede ir a trabajar medio tiempo en un laboratorio, as que est sembrando lechuga, batata, tomate y otros productos del huerto en el terreno de su viejo, a quien por cierto le content tenerlo por ah otra vez sin tanta farndula olindole los peos. A l le va bien porque sus gustos ahora son muy minimalistas y se han metido a musulmanes l y Yecilia, aunque para nuestra amiga es la dcima religin simultnea que toma como hobbie. T sabes bien que la fe de ella es imaginarse cosas y ponerse a hacerlas, la matica de cannabis y aunque nadie lo crea, Freddy. Futuro est haciendo una que otra cosita como diseador, otra vez, trabaja en una editorial que saca bastantes folletos y dpticos, y no le falta el trabajo. Est ms ocupado y lo ms reciente que tengo es que volvieron a mudarse, l y la portuguesita, a un cuarto anexo diferente en Caracas, dejaron los pollos, se quedaron otra vez sin carro y estn durmiendo juntos de nuevo. Futuro form un grupo al que le puso 36 Ruedas pero hace slo una semana me dijo que habl con Alex por telfono. Bot a todo el personal y las canciones de 36 las van a montar en Flan porque El Chivo le dijo que eran maravillosas, por lo menos cinco de ellas. Alex es el que est embotado; con canciones para regalar pero sin contrato Flan necesita de su fuerza ms que nunca, y aunque l no lo diga, el fracaso relativo de Tres sin sacar le peg con ms violencia que a sus compadres. Su fuente de ingresos nica ha sido la banda. La Grgola se ha puesto bella cuando la moneda no ha rodado tan veloz como de costumbre por los pasillos de la casa y las regalas atrasadas de Zorrotrgica han entrado en una cinaga que cuidan Cancerbero, un abogado evasivo y los desbocados cambios de gerencia. Para no entrar en litigio Alex ha optado por visitar incansablemente las oficinas de Zorrotrgica, desgastndose el culo del bluyn con las antesalas y poniendo en serios aprietos a las recepcionistas, mamacitas que se ven obligadas por la situacin a cortarle el paso a su
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nada ms ayer, dolo. Alex tiene una licenciatura en relacionismo laboral, pero para l es como una servilleta magullada. Jams, ni muerto de hambre volvera por ese conuco. Entonces se ha aferrado a las posibilidades del sello nuevo, Cofre, y de los churupos que algn da soltarn los vampiros aquellos, por supuesto, despus de sacarle todo el brillo y cuando su exiguo valor actual se reduzca an ms. Alex me cont la absurda idea que se le ocurri mientras espantaba zancudos, arrecho con La Grgola, dentro del Land Rover que les queda como patrimonio: sorprender a Ral Gozon el nuevo presidente de la zorra y a William Trino en la covacha donde se renen a comerse su hervido de res y estrangularlos a los dos, casi sin ayuda, con un cable de bobina que le sobra en la batea del carro. Ya lo tiene pensadito, bien trazado, un plan sin peligro de fallar. Por si acaso, llevar una perra loba que tiene para que vigile la logstica. Te quiero, disculpa lo corto. Llmame cuando recibas este pedazo de papel y me cuentas cmo estn tus cosas. El telfono est en la tarjetita. Si ves a Trendy me le das un baccio hmedo. p~ kK
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eso acept echarle ovarios, tinta y papel a ese libro sobre Amanecer en Lecuna, que en realidad era una biografa de Flan autorizada pero no oficial, con licencia para disparar contra la linealidad narrativa. Podra ser que se quedara para despus, pero seguro que lo hara, el libro de las mujeres en el rock venezolano. Y ahora esto. Se haba comido un sanduche de pollo cajun y tomado un t artificial a temperatura ambiente en unos tarantines bien de Los Palos Grandes y cuando volva a su tipo estudio quiso ver esas fotos que una amiga le haba contado eran una erupcin de color y sensualidad. La haba llamado de Espaa slo para eso. Quiso coger la revista y darle una hojeada rpida, ante la bajada de anteojos del anciano melindroso y tosco. Primero estaba ese diario que dejaba llenos los dedos de manchas chillonas de creyn pastel, lo que al menor descuido te pintaba sobre la cara bigotes o figuras maores de significados desconocidos. La brisa le pas una escena malvola, poco determinada pero definitivamente de mala entraa, y ella quiso zafarse de la pgina. Tena que ver la foto igual, estaba decidida. No la de Annie, desde luego. Ella haba trabajado en ese pasqun del Grupo Jordi, unos catalanes con media oficialidad como aduladores de segunda, detrs de ellos. All hizo turismo y cocina por seis meses hasta que se negaran a aumentarle el sueldo humillante con que la haban enganchado siendo una recin graduada bisoa y sexy, pero inalcanzable igual para los tcnicos encargados de la rotativa, camioneros repartidores, vigilantes radio en mano, el dueo, quien se puso muy mal cuando no pudo enchufarle por una extraa sensacin de mareo los dedos entre las nalgas; ya habindolo maquinado. Ella no haba dicho nada entonces, ni siquiera se dio cuenta del incidente. Periodista llena de hoyos informativos, lapsus de estructura y gramtica incierta a ratos despegados brillante, ngel fue un pjaro raro en El Tren Noticioso. Los duendes de redaccin hicieron de sus escritos un pernil al horno, ms all de su inclinacin por los prrafos demasiado apretados. Sali como corcho de limonada despus de una breve reunin de objetivos. Y ya en la calle fue decidiendo atolondrada a qu estacin del metro dirigirse. Era la misma de todos los das. No le traan muy buenos recuerdos esas pginas mal manchadas pero tom una esquina con una pinza y descubri el tajo directo en su rostro. All estaba una foto peor. La cabeza rubia de Kurt estaba destapada y pareca dormido pero algo se haba acabado para siempre, otra vez. Se devolvi y en el pub pegajoso con banderas de equipos
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portugueses se hizo servir dos vodkas. No quera ataduras ni a nadie dndole serenatas, aunque del telfono con pinta de taxi aos sesenta pudo llamar. Habl con Trendy un par de minutos y qued para la noche. Si pudiera continuar el trabajo como si nada hubiera pasado quizs llegara a algo importante, una especie de recodo en el ro, una bolsa con el signo del dlar o el enfoque final. ngel se desnud en su casa y volvi a beber. Viva sola en esa clase de sitio que le gusta a los gatos. Ella se serva un trago del lado de la cocina, lo dejaba all y rodeaba una columna. Del otro lado, en una barra, consegua el vaso fro, lleno de pepitas de agua pegadas del vidrio cilndrico. Sorba y licuaba sus pensamientos. Tena las piernas largas y morenas, relucientes como las de un animal de carrera. Haba luchado consigo misma y con los textos por mucho tiempo caminando por el filo de un hacha. Saba que no lograba todava un estilo convincente, ms all de los elogios de sus editores ocasionales, o del pblico lector de los diarios en que aparecan sus columnas. O de su familia. El nico que de vez en cuando se burlaba de ella, y no siempre, era Trendy. Por eso necesitaba hablar con l. Y mientras tanto beba viendo las noticias que anunciaban el nuevo fin del rock.
El guitarrista y compositor de Nirvana, Kurt Cobain, muri de un disparo en la cabeza que l mismo se infligiera, segn data de los forenses, hace por lo menos dos das. Una vecina de la localidad, alarmada por los fuertes olores llam al departamento de...
ngel oy otra vez el resumen fro y repetitivo, sinti un sabor cido, de metal, en la boca. Se tom el trago fondo blanco. Faltaban unas tres horas para que, quizs o con toda seguridad, la voz esttica de Trendy se saliera por la rejilla del intercomunicador. Pensndolo bien, la boca de ngel pareca querer mamar la punta de un Cadillac cuando se acercaba demasiado, excitndose a s misma en secreto, a aquel aparato japons que pareca sacado de una quincalla del centro de Barquisimeto. Deca: Hola? S, es ella como refirindose a otra persona. Pero ngel no estaba consciente la mayor parte del tiempo de su titnica sexualidad. Slo la dejaba correr un rato por la pista y la recoga casi de inmediato. Era una pelea de cuchillos la que una post feminista peso ligero ganaba casi siempre, de forma dudosa, cuando estaba frente
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a la gente. Y la perra-lbrica-por-deporte slo poda pasear en privado, vengndose unos minutos de su carapacho infantil e inseguro. Pens. En el libro. Record y trat de anotar las entrevistas que hara en la semana, pero la libreta era esa que siempre estaba lejos o rellena de sus garabatos por todos lados, hasta en las contraportadas de cartn. Desisti acompandose de un resoplido y decidi fiarse de su memoria. Saba que era un bluff y que maana se le arrecharan esos recuerdos, entrando por una puerta demasiado estrecha al espacio prioritario donde se encontraban los balances de la chequera, llamadas familiares, proyectos de viajes, reparaciones del carro. Algunas maanas ella se levantaba sola, sin memoria, y deambulaba por toda su casa, labor por dems no muy atltica en un apartamento de sesenta metros cuadrados. Sus tareas se iban despertando en rfagas desordenadas y a veces, alguna de ellas, por urgente que fuera, determinaba sestear toda la jornada. Por eso necesitaba agenda. Silicio llevaba no ms de cuatro nmeros quincenales cuando empez a girar a favor de la escena cyber. El repele que dej el postmodernismo de boutique se convirti en una movida palpable, sin ms sostn filosfico que las ganas de rumbear y copiar modas de avanzada cachadas en Europa. Un consejo de ancianos de treinta aos recin cumplidos llevaba la batuta ideolgica guardndose la parte carnosa del cuento para ellos: peluqueros retro, artistas plsticos, tecnfagos, ex darkies, homosexuales de ambos sexos no suma eso cuatro? y los antiguos relegados de las fiestas empezaban a ser el alma de algunas de ellas. Los cerebros inquietos pero moderados de los aos ochenta se apoltronaron o trataban de crecer dentro de camisas de fuerza; los que ms (lejos fueron) se empantuflaron mentalmente. El pas se haba venido abajo por la crisis de los bancos que escupi la economa hecha un huesito. Entonces los adolescentes que podan seguir y engordar, nunca formular, una tendencia pop, consumindola y ejercindola cuando no asumindola por entero como traje, eran chicha con limonada alborotada a la salida de clases en liceos descascarados, de profesores borrachines y fantasmas, de escuelas vandalizadas sin lugar para sentarse, de madres trabajadoras con cultura pantallera de nueve a diez; de comida y media al da. Una masa chucuta de nios que vea a veces un MTV latino para ociosos, y otras a las dbiles cuaimas de Beverly Hills gozando una bola con sus novios atribulados. Entre esta gente hizo su agosto Silicio, un palo de revista que comenz siendo afilada de
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actitud hasta que se dio cuenta que los chamos del 95 no hablaban una lengua conocida, ni se interesaban por el significado de las religiones y el ambientalismo, la historia, la poltica o la economa. Tampoco la msica fuera de la radio, dnde quedaba Nueva Zelanda o la diferencia entre el queso guayans y el brie. La larga y sinuosa carretera que conducira a Flan a su cuarto disco no pretenda acabar ni desembocar pronto a la autopista. Cofre encabezaba el proyecto de obras para modernizar todo aquello, pero haba nacido con huecos. Hubo que ponerle antorchas de lata y proceder al desvo, slo para no verla morir como salida. En su momento sera refaccionada, inyectada de dinero y servida como bandeja para otro despegue. Pero no en el 95, ao nefasto para Flan. Ral Gozon ascendi a director general de Zorrotrgica despus de unas convenciones en Mxico, donde el 51 por ciento de la disquera pasaba a la Sony. Gozon haba llegado a la mayor laguna del mundo con su carpeta dentro de un maletn y mucha, mucha sed. Se pas de tragos de Black Label en las dos primeras reuniones y en la fiesta de despedida quiso intimar con la gerenta de mercadeo de la sucursal australiana, una rubia platinada con las tetas como dos chalupas y botas de vaquera que lo tore por un par de horas para terminar mandndolo con un grito de hombre al mismsimo hell. Gozon tom entonces el portafolios y conden a la hoguera todos sus documentos. Con el ratn subiendo por las antpodas, uno a uno mand al limbo cada proyecto de sus gerentes de producto. Entre ellos iba el relanzamiento de Flan, es decir el cuarto disco; uno de versiones regrabadas de los viejos temas ms exitosos y un par de nuevos que seran el funicular para acceder a la modernidad; hacer un ansiado e impostergable crossover, como le gustaba decir ahora al flamante director. Sera la oportunidad de negociar en trminos ventajosos con un producto al que todava se le poda exprimir algn juguito. Pero, tal como se dieron las cosas, tambin crepitaron en la canasta junto al do de salsa Clavel y Ritmol, el grupo pop Ciento Veinte y una cantante de jazz afro, Ramira Breitner. El da siguiente Gozon estuvo de primero en la fila del buffet, cnclave de la reunin de clausura. All regal sonrisas que por un pelo fueron rechazadas, excepto porque acept hacer prioridad N requete-uno a los nuevos acts de todos los territorios. Hasta El Salvador pegara en Caracas mediante Zorrotrgica, a una sucednea de Soledad Bravo; eso s, meses ms tarde de otorgarle la
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canina carta de libertad a la gordita venezolana. Cuando le preguntaron si quera mostrar lo suyo dijo cortsmente que no. Los japoneses no en-tendan nada pero algo les oli a quemado. Sin embargo aprovecharon para ratificarlo en el cargo y aadirle a su sobre Manila un tenor nipn que haba editado Rigoletto en la isla de Hokkaido. La coleccin de Flan apareci ya para diciembre en la serie de mitad de precio, en una libre interpretacin criolla que la llev a un muy flexible precio medio, es decir la mitad del precio ms su mitad. Por si acaso, las portadas tambin venan con colores reinterpretados, los crditos instrumentales y de grabacin haban desaparecido y cuando el feliz discfilo echaba los pies expectante sobre el escabel de la sala, dispuesto a leer el librito interno, casi se le falseaba el brazo con el ligero papelito, lleno de ninguna informacin. Eso haba enfurecido a Alex quien se neg rotundamente a sentarse a conversar en un Wendys con el dispendioso en ahorro Ral Gozon. Pero la cosa no paraba all. En qu condiciones sera presentado Cofre ante un pas que slo venda cintas piratas en los bulevares o recopilaciones de xitos, ahora cuando Flan apenas vala el 75 % de su valor original? Tendran que apear a Trendy, su ms reciente adquisicin, para as poder balancear el remolcador? Salir en Silicio se vea como un paso prudente a dar. El pblico caa a los pies de quien tuviera la informacin, y el semanario, ya con dos meses en las vidas manos del estudiantado, pareca una buena va de renovacin. Recordar: que el nuevo auditorio no conoca la diferencia entre Black Dog y La violetera. Recordar tambin: que el voto duro de los ochenta se quedaba con su Flan viejo, prefiriendo comprar la coleccin de Zorrotrgica, aunque debiera olvidar las antiguas fotos de portada y ubicar los puros discos amontonados en unas cajitas de goma que se haba puesto de moda tener en los carros. En la mente de Alex estaban ya dos petardos, el cuarto que se estaba achicharrando velozmente en una nevera, paradjicamente, y otro naciente como una larga larva en proceso de metamorfosis. Pensndolo bien, en un mercado normal su indigestin de canciones hubiera sido un disco doble, un lbum, como gustaban nombrar todava los melmanos iniciados en los aos setenta; pero en Venezuela habra que proceder a un recorte, sacar la tijera y autocensurar antes de asomarse por la sala de conferencias. Meditando todo esto en el Land Rover, con Pachuca jadendole sobre el cuello hasta dejarle un collar de saliva largo y duro como el Plexigls,
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Alex tom la ruta dictatorial y regres a Flan a la empresa independiente. Cofre se fundaba sobre una raya plana y caliente, llena de moretones por los resortes; en ausencia de los otros tres integrantes, dos de ellos notables. Y al carajo con Zorrotrgica, las bajas ventas, el mercado famlico y los enfermos. Contratara un gerente, un chamo enamorado de los discos con ganas de ponerle corazn. Porque los rockeros no podemos meternos de frente con los negocios. Lo nuestro es la msica. Verdad Pachuca? Zul regres de su viaje a las estrellas. Simplemente regres y quin ms podra encarnar a nuestro jefe mandado. Despus de su deslumbramiento con todo lo que supuso Flan hace unos cinco aos ms o menos, quin podra culparlo por quedarse descarrilado, sintindose un par zambo de Boll. Se compr toda esa ropa Miami Vice con dos temporadas de retraso. Viaj a Argentina, Panam y El Salvador antes que alguien volteara su mirada para all. Pero le falt direccin. Sigue siendo hoy un gran trabajador pero nadie puede hacerlo todo bien. Quiso ser representante para Venezuela de varias bandas, pero estas lo repudiaron por su estilo descabellado y desbocado. Zul era un buen tipo que necesitaba lo mnimo, volver a tener una responsabilidad, pero no poda manejar dinero o intereses elsticos. Estos se dan la vuelta al menor descuido como un alacrn, y te pican, te pican duro. Zul sobrevivi gracias a una ta en Caricuao quien lo recogi, le dio una pieza para que hiciera trabajos a destajo y tuviera un lugar a dnde regresar cuando se le acabara su carburante frentico. En el periplo del fracaso, una campaa admirable en retroceso que le vio cancelar conciertos en varias ciudades de Los Andes, los llanos y el centro del pas, Zul tuvo que vender hasta su ltimo par de zapatos para poder llegar a Caracas. No lo vimos hasta que se present como si nada, hecho un Caracortada, en el recital de aniversario que mont la Alcalda de Petare y al cual fuimos en calidad de estrellas. No pudimos tocar porque se fue la luz y de entre la oscuridad sali ese arsenal de dientes para decirnos: Epa panas, cmo estn, con una voz que era un borboteo, un musitar que ya no nos esperbamos. Zul haba dejado un hijo en Per, cambi cadenas de oro cochano por perico para el grupo Los Changos, una combinacin de soca, ska y mala vida que lo tuvo a un tris de la crcel en unas covachas cercanas a la zona del Canal. Pero Zul regres y no se me ocurri ms nadie para el trabajo. Pareca ser el hombre. Y La Grgola podra asistirlo porque siempre haba querido
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meter sus manos grandes de groupie en algn negocio relacionado con la banda y quedar como la salvadora. Adoraba ser la restauradora. Entonces, que le dieran las gracias. Cofre se mont en Los Altos, lo cual era un inconveniente de logstica: haba que agarrar dos autobusetes para llegar a la Plaza Castellana y operar desde un McDonalds con el nuevo celular de Zul, que compr sin lnea a crdito como una inversin que, todos aceptamos, lo haca socio. Socio de qu? Un 6,25 % de Cofre le perteneca y as se sinti por fin a tono, un gerente independiente con negocio propio. Podra alimentar su tanque de fantasas y volver a engatusar alguna cara de locha vendedora de pistoladas. Pero esta vez usara condn. Yo le ense cmo hacerlo, y por supuesto, no entro en detalles. Zul a veces despachaba desde Caricuao, en una oficina de dos metros cuadrados que comprenda una computadora vieja, aportada por m, una tabla de planchar y montones de guas telefnicas para sustentarla, una vista por una ventana de rejillas de cemento que siempre dejaba ver al juguero de Sper Fro all abajo, y por supuesto el celular. Su ta trabajaba y los primitos estudiaban de ocho a una, despus se instalaban a ver tipas inyectadas revolcndose en televisin. Hasta esa hora all era perfecto porque al piso diecinueve del bloque llegaban los sonidos envueltos en colchones de algodn; para una oreja desavisada aquella voz dubitativa que se coma las eses le intentaba convencer desde una oficina con anchurosa vista al vila. Pero Zul slo vio una vez y de vaina cmo los malandros que jugaban bsquet en la cancha de la U. E. Sierra Nevada asaltaron al Sper Fro, llevndose los potes rojos y helados mientras uno lo distraa hablndole de la Yuleisy que pasaba por el lugar. Lo primero que hizo Zul como accin gerencial fue cuadrarnos para una partida de futbolito en un cuadrangular con los escritores de Silicio, dos bandas nosotros una de ellas y el equipo de los diyis. Yo acept porque ya era demasiado tarde. Tarde para echarse para atrs. Nuestra carta de libertad estaba espatarrada sobre la mesa auxiliar de la cocina llena de comida del beb, el sobre con la goma indeleble reventado por Pachuca, La Grgola escribiendo en una mquina elctrica docenas de cartas para los mayoristas de discos. Y era adems tarde en la noche, no haba dormido, estaba cansado, una cancin nueva y un pedazo de pizza atarugados se peleaban mi atencin, haca fro y cargaba ya dos rones encima. Qu diablos. Le dije que s.
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A cambio, nosotros aparecamos de terceros en la fila vaya, vaya para salir en la serie de reportajes sobre la msica del momento, los engendros marginales, el sonido rebelde, de mal gusto o quin sabe qu. Recuerdo haber rechazado un reportaje de El Transicional hace casi tres aos, donde se iba a hablar de lo que estbamos preparando, de qu estaba cocinndose en la usina de Flan. Pero no quiero evocar en cul de los trances transitorios nos encontrbamos ubicados para aquel momento. Tal vez fue en aquel, ahora lo recuerdo, en que Freddy la pas mal con los tiempos, pareca un mojn de perro siempre atrs de Futuro y de m, as versionramos la Solitude de Black Sabbath. No encontraba concentracin, pareca haber perdido las ganas de tocar. Ni por el coo aparentaba haber sido el mejor baterista de toda la movida. Se la pasaba en una trona y, cuando no, estaba comprando o vendiendo. Llevaba semanas fuera de s, volvindonos locos a todos, y Yecilia en Trinidad exponiendo sus trabajos sin pararle bolas. Lo mandamos de descanso a la playa con su suegra por ms de tres meses y nos quedamos parados, sin resolver convocar a un baterista prestado porque ya no sera Flan. O a lo mejor, ms bien, fue en aquella poca en que yo me entromp a coazos varias veces con algunos gerentes de unas radios mafiosas, entre ellos la joya de William Trino, y el tipo me amenaz con una serie de barbaridades, que si mandarme a desollar, que si no iba a sonar ms nunca en ninguna emisora mientras l estuviera vivo o muerto, cosa que no me dejaba muchas opciones y tampoco resultaba ser muy diferente de lo que ya estaba pasando. Puede ser, asimismo, que haya coincidido esa llamada con una oportunidad en que ngel, nuestra pana de las letras, le ley las cartas a Futuro y no s qu le dira que el tipo se timbr todo y se fue para Mrida sin llamarnos ni nada. Despus descubrimos que estaba contento trabajando con los de la cooperativa de hortalizas de un casero llamado Ejido. Nos reunamos Trendy y yo bajo el remoquete de Quesillo y sacamos unas maquetas tremendas. Pero nada de esto quera contarlo a un peridico que pudiera estar leyendo mi mam con sus lentes para la presbicia inocentemente colocados sobre el puente de la nariz. Coo, habamos sido importantes, vivido de la msica. Ahora le apostaba la parte de m que restaba a una loca de bolas mi querida jeva y a un utility con la brjula rota. As estaban las cosas. Cuando Zul me lo expuso de esa manera yo acept; otra vez en nombre de todo el grupo aunque ninguno de nosotros supiera pegarle al baln.
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Llegamos casi una semana despus a esa cancha olorosa a comino industrial por un lado y a desechos cloacales por el otro, tres ecuatorianos hacan un jueguito dominando la pelota sin dejarla caer al suelo y nos sentamos junto al cantante de Zurra A Palos, un sexteto de hard core nacido en Casalta. Se apareci un fotgrafo carae queso como si la cosa no fuera con l, dos chamos con piernas de jeva anorxica que dijeron ser DJ Alfonsn y DJ Trapo, despus lleg el guitarrista de ZAP en el Opel Kadett que habamos visto en algunos conciertos pagando por ah. Abri la maleta y sac el contenido: una caja de cerveza brasilea toda aporreada, nos sentamos en un parquecito y empezamos a beber curda y a fumarnos unos joints. Freddy se fue a buscar ms marihuana ah mismo en Macaracuay y no regres, el fotgrafo se haba tomado slo una birra cuando despus de hacerse el chino se esfum hacia los lados de la embotelladora de refrescos. Zul haca unas llamadas por celular desde la orilla norte de la cancha y una indgena empez a gritarle cosas en una lengua extraa. Nos cagamos de la risa como hasta las siete cuando empezaron a picarnos los jejenes que chambeaban en la zona. Huimos a casa de Librado, el bajista de ZAP, y descargamos un rato hasta que estuvimos demasiado destruidos para seguir. A Zul lo llam dos das ms tarde; as sera la traba que agarr. Nos volvi a citar para una sesin de entrevistas en la redaccin de Silicio. Lo que pens no lo puedo describir sin sentirme un gorila amarrado. Nos dijeron que s haramos el juego de ftbol. Despus que la entrevista la pasaban para el domingo y entonces, por esas cosas que intento entender, me acord del fotgrafo diarreico que andaba silbando por ah, hacindose el loco aquel da y despus se desapareci como una fumarola. Un mal pensamiento quiso convencerme, pero an estaba joven para creerle a la intuicin tanto como si fuera una hermana mayor. Entonces nos aparecimos todos, incluso Trendy con un short de banln blanco y lneas azules rotas por la lavadora que seguro estuvo guardado desde el Mundial 78. Un trapo amarrado en la cabeza con olor a ungento le daba aspecto de herido de guerra con el cerebro engangrenado. Llegamos a la redaccin con nuestras pintas de filibusteros, no por lo mal encarados sino por lo amanecidos, hambrientos y mal combinados. Y por ah vi asomar al cara de diarrea, yendo y viniendo dizque distrado, ocultndose y saliendo luego detrs de unos cubculos de madera plstica.
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El juego, entonces, se haba suspendido por un viaje inesperado de los editores de la revista, pero la entrevista siempre se poda hacer con el redactor suplente que estaba all. El que suturaba los taquitos sobre msica, casi de continuo sobre grupos y caballeros mil que jams yo haba odo nombrar. Uno de estos gevones con nfulas que nunca han olido una pantaleta pero tiene su cuarto lleno de revistas tecleadas hasta en ruso. Nos sentamos con nuestros atuendos de dudosa credibilidad, inusuales y casuales, siendo entrevistados con apata ms o menos por veinte minutos. El tipo tena una idea vaga de quines ramos nosotros, reconoci a Trendy de alguna discoteca y le escachap por el pechito hundido: Ay, nio, y t no conoces la playa? Trendy respondi despus de tragarse un gargajo: No. Como si hubiera encontrado algunos renglones dentro de un microfilm, all lejos en su cabeza, A-Mor (nombre artstico de Alejandro Morbo) de repente lengete como dos o tres recuerdos sobre nuestra historia, dejndome perspicaz slo a m y sorprendindonos a todos. Ustedes son de los ochenta, el tecno pop... No les parece que es hora de cambiar hacia la electrnica y abandonar el rock? Tratamos de responder cosas serias, ser concretos, explicar el proceso de la banda. Si iba a ser un nmero especial sobre Flan debera haber detalles, destornilladores, cola plstica, tablas y martillos para que, l o los escritores, se sintieran sobrados. Ya superados los treinta y cinco casi todos nosotros tenamos las ideas ms o menos fijas, pegadas a clavo limpio sobre una que otra mesita trastabillante, pero lo que quiero decir es que se poda conversar con nosotros y si eras de este mundo, sacar algo en claro, divertir, aportar, aprender y hasta concluir, no sin aventurar. Freddy contestaba como un Mesas, apasionado; Futuro cre ancdotas que yo no recordaba; Alex, o sea yo mismo, como un rbitro, me di cuerda para el recuento, tratando de tapar los huequitos de ese globo aburrido que se deshinchaba ante nuestro no querer ver. Zul entreg fotos de sesin, la ms reciente firmada por Yecilia Picarreta antes de marcharse, donde aparecamos muy maduros, vestidos como nos daba la gana en el estudio de mi casa. Pegando voces, Trendy tocando un piano elctrico que era una reliquia de los aos setenta y sonaba pringoso, vibrante como una chupeta de chicle, Futuro y yo enfrentados cada uno en un banquito, yo con la acstica y Futuro con una Gibson
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Les Paul forrada con la bandera de Venezuela en papel engomado. Hay una imagen bellsima de Freddy, con el tabaco en la boca y los ojos ensimismados, las dos baquetas en una mano esperando una instruccin superior. Es decir, inventando a Dios. Zul abri el sobre y ense el ramillete blanco y negro a A-Mor quien le pregunt: Y este quin es? Y esta ropa tan divertida de dnde la sacaron? Y nos devolvi a la realidad con esa mirada que jams se entusiasm. Era una fiesta muy ntima, slo unos diez o doce amigos y amigas fueron al cumpleaos que era en la azotea de una casa en la parte norte de El Cafetal. Un travestido con cuerpo de luchador cogi entre sus dedos el grabador y se lo acerc a la boca al encargado de desnudarse mientras presentaba su versin de Cabaret porno. El que haca de anfitrin cant todo un set de canciones de Madonna, hizo chistes breves, imit a Michael Jackson y le dio un fuetazo con su interior plateado a un negro como de dos metros que estaba disfrazado de Tina Turner. Alejandro encontr el cassetico ms tarde, en el bao, y decidi no escribir el reportaje. Mejor an, ya maana pensara en eso. Se meti ms perico y sali alocadamente. Agarr por la mueca a Brigitte, eso s, con ademn suave: Dame ac eso, chica. Y guard su grabador de periodista en la gaveta del cuarto. Sobre la cabecera sonrea Paul Morrisey, colgado como un afiche. Dos semanas despus lleg Futuro pesadamente, sudando la cuesta que era el ltimo envin para llegar hasta la sede ejecutiva de Cofre, la casa de Alex. Envuelto bajo el sobaco traa un ejemplar de Silicio, el nmero ms reciente que nada ms haba sido distribuido por la maana. Se sent junto a Pachuca, en una de las sillas jardineras del recibidor de fuera, una especie de balcn con vista hacia los valles mirandinos, con sus casitas alpinas dispuestas en tirabuzn, y sob el cuello de la esquimal. Volvi a desenrollar el peridico y neg muy lento con la cabeza, casi mirando al piso. La Grgola atravesaba en bata la estancia de adentro, con su silueta tenue de espectro por poco adivinada, multiplicada, detrs del vitral corredizo. Traa dos tazas de algo humeante y se vea fresca y hermosa. Sonrea. No s qu pas fue todo lo que dijo Futuro. Y tir el semanario hecho un asco, como unos dados sobre la mesa.
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Si la voz de la cordura provena de quien nunca la haba posedo o manoseado como un habitu, caso de Zul, haba que cerrar filas o bajar la Santamara. Los seis meses ms lentos en la vida de Flan transcurrieron en la bocacalle del noventa y seis, cuando el minutero avanz secamente y dej atrs las sobras de la mesa por un rato. Esas vituallas enfriadas eran el rock, los que cantaban, los mayores de veinticinco. Entraban los del baile, los escpticos y el hombre de arena. Cuando la indiferencia se puso de moda en la cultura pop algunos exageraron y se clavaron espadas a s mismos. Por fin renaca el espritu vende patria de la generacin de vanguardia. En menos de medio ao los editores de Silicio jugaron con arcilla, modelando un pblico. La materia prima fue estudiada y procesada como el petrleo crudo es figurado en gasolina de dudosa calidad que mata hasta las bolsas plsticas que se atoran en los cujes de la Coro-Punto Fijo. El experimento A fue torpedear la endeble movida venezolana de rock. As que poco tiempo despus de editar el reportaje conteniendo las peores fotos del grupo de todos los tiempos, de extraer las frases de su caldo y ponerlas al revs, solas gravitando como un trompo, despus de rellenar con mordacidad gratuita toda respuesta atrapada, los editores del tabloide crearon una serie. Un catlogo de monstruitos que fueron apareciendo estilo folletn por entregas diseminados en forma de saboteadores de carrera en las reseas, columnas, comentarios, artculos, opiniones por correo y comiquitas de ltima pgina. Cada vez que abras el peridico explotaba una mxima de publicidad escondida o evidente. Esos agotadores seis meses fueron un borde muy alto como para que Zul lograra salir sin quemarse las palmas. Las fuerzas se le marcharon de sus bracitos huesudos y cay dentro del hervor. Futuro decidi botarlo ya, definitivamente, al leer la narracin demasiado al detalle de uno de sus solos en el concierto de fin de ao para el Teatro Nacional. Haca semanas que Trendy haba incluido par de comentarios en las reuniones, sin atreverse a depositar un voto concluyente pero dejando un aroma de gas. Alex no resisti la cuita sobre las ocho mil copias devueltas del lanzamiento debut de Cofre y cuarto disco de Flan, Canallas en la va. Freddy slo baj el pulgar y tom un buche de su cerveza, pero l fue el nico que se mantuvo siendo amigo del esculido rbol hecho palitos. Tal vez temi que se suicidara o hiciera algo asqueroso por el estilo. Adems nunca crey que esas acciones fueran
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MAYORES que la banda, ni que la decadencia de los grupos de poprock y del mismo Flan fuera asunto de los medios, ni siquiera crea en que hubiera una campaa en contra de nada. Slo era, segn l, un ir y venir de las cosas, un oleaje que los arrastraba primero hasta las piedras ms preciosas y despus los sorba hacia atrs hasta enredarlos entre las algas ptridas. El paseo por la arena era lo relevante y divertido del guin. Sin embargo la gestin de Zul era una mierda grumosa aqu y en Pekn, y desde aquel sof, hundido como un esqueleto, El Canbal tambin percuti su codo para mandarlo a los leones. En una de cuatro o cinco reuniones ya cada vez ms espaciadas, Alex propuso ideas alternas para sacar los discos a flotar. El grupo dej de ensayar parcialmente por una nueva ausencia de Freddy, viajando por las Antillas de galera en galera, tragando agua detrs de Yecilia. Volviendo a las andadas con otras muchachas tambin, sin hacerle la visita a su batera. Futuro volvi a viajar a Mrida y vino una vez a recoger a la familia. Flan segua sin ensayar as que no mereca la pena estar gastando dinero en lumpias, pagando alquileres y cuentas de telfono en Caracas. Cofre entr por segunda vez a un bal, esta vez de cartn piedra y herrajes oxidados, relegado aunque ordenado por La Grgola en paqueticos de discos, carpetas archivadoras de acorden, escrituras y hasta un sello de caucho con su cajita de la tinta. La abortada secretaria ejecutiva penetr en una vida tranquila de hacer pollo sudado y jugar escrable en la noche, sentada en el suelo de su terraza de ladrillos rsticos mientras fumaba un porrito oyendo a Los Stranglers y otros cuentos grotescos de la buena poca. ngel solt dos libros en sendos tobos de hielo aunque hoy quiera y pueda negarlo. El trabajo, mi amiga, necesita una pasin con puntas que superen de vez en cuando tu urgencia por zumbarte por la corriente esperando que nada pase. Los que ahora estn leyendo pueden llamarle disciplina, autoestima, desesperacin o terquedad. Por cierto, estuvo ms de dos aos y eso s que no puede taparlo oyendo voces de gringos muertos, y a punto de cogerse al pas entero en el proceso, con una sexualidad indita que se le bot de repente. Hace nada que reuni a varios amigos periodistas y gente de a pie en unas jornadas de espiritismo en el hotel Hilton que se le pusieron de bote en bote. Est ms tranquila y cay en cuenta de la verdadera utilidad de las religiones. Tenemos entendido que ahora s le ha
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metido corazn al libro de Flan. Del otro escrito no s nada aunque debe estar de puta madre como el propio tema lo indica. En otro orden de ideas valga el reporte siguiente: un buen da, Alex se present en la redaccin de Silicio que todava queda en un edificio de El Rosal full de vigilantes y un canon de alquiler de veinte mil bolos por metro cuadrado. Subi directo desde el stano y no lo vieron de lo puro lecho que es para contadas cosas como (p. ej:) hacerse el hombre invisible. Una variante libre de un plan ya antiguo fue ejecutada con la ayuda de Pachuca y su marido, un malemute de Alaska llamado Megaterio de un metro de alto y despeinado como un abrigo polticamente incorrecto. Se encuentra A-Mor? pregunt una boca amarillenta de dientes separados. Alex no se haba afeitado en unos tres das, su pelo estaba descompuesto, pegado a la almohada, y a la recepcionista le pareci que estaba jugado, resteado como dicen; que no era nada personal pero vena a cumplir una pequea misin. Por la raja negra de la puerta de vidrio opaco, ya ensanchndose, vio dos lenguas jadeantes que se apresuraban a pasar entre las botas largas de un bluyn escoetado y unos ojillos como unas gemas que no la dejaron pensar rpido. Qu va, estas cosas no pasan en la vida real.
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menos. Entre otras nimiedades el cuado anterior del gallego haba tratado de manosear a Yecilia, de hecho le roz la entrepierna hecho el loco la ltima vez que haban estado en Maracaibo tocando con Freddy, justo antes de la gira con patrocinante que ella consigui, por fin, para exponer sus obras e impartir asesoras de musestica en las Indias de Occidente. Eso coincidi apenitas con su abandono de un caballo, ya eterno por la poca, que la tena por cierto loca. Se par un rollo, la jeva escupa groseras, Freddy se descontrol. Nadie se acuerda muy bien de eso; pero el tipo y sus socios nos deben real todava. La cuenta de ninguno de nosotros recibi esos ltimos doscientos mil. Y ah mismito, como quien dice, estos dos se largaron. Ya se ha comentado en lneas anteriores que Freddy ha estado y dejado de estar para lo bueno y lo malo. Eso no sera un mayor atasco para El Chivo; l no era un moralista todas las horas del da, adems cada uno conoca el cuento: la mujer estaba mal en aquel momento, sin mucho rumbo y aun as se defendi. Con todo, las grietas que nacieron estaban an abiertas por el lado de Freddy. Ellos estaban viviendo en Barbados. Y a veces venan por Venezuela a darle una vuelta a la vieja Concilia. En una de esas se encontr con El Canbal y le propuso jamear, pero l slo le habl de un dinero (no los cincuenta mil que haba olvidado), de unas diligencias y del arreglo de unas sillas corianas que se haban podrido en el balcn, all en Sabana Grande. Estaba atorado por evadir el tema de un reencuentro. Le alcanz a entender en un sub lenguaje, que no se desenrollaba nunca, que cruzaba una abstinencia de tambores por lo menos preocupante (ja, ja, ja). Era difcil saber qu le atormentaba a Freddy, aun abarcando todo el men de opciones. Y en unos meses ms las curaduras de Yecilia en las islas esas del diablo se acabaran. Estaran tal vez por ac arriba buscando alquilar un apartamento, jodiendo otra vez para alivio de unos pocos. A l no lo enojara tal perspectiva, debe reconocerlo. Estar ubicando baterista fijo lo llev a veces por espacios muertos de tiempo donde haba que escarbar hondo para encontrar algn balance bueno. Beneficio ninguno, ni hablar de metafsicos. El punto ms reciente haba sido desconectar Flan. Dejarlo ir como una hoja desprendida a ver si se alejaba o volva sin perderse, slo oliendo el camino. Tardares entonces quera montar ese elefante con marcas extranjeras de cigarro que babeaban (ahora s, justo ahora) por invertir en los
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grupos nacionales, o sea mil toneladas de luz y sonido, esto y aquello. Pero haba un cncer en la manera de amasar conciertos en este territorio. l no crea ya ms en lo que le presentaban, dibujos de tiza en un pizarrn, los ecos de tres llamadas que empero lo hacan soar despierto. Entonces, habra que traerse antes de tiempo a Freddy, o dejarse de misterios del azar y agenciarse un tamborero a tiempo total que hiciera su tarea y no se perdiera dentro de las canciones sin llegar a entender. Flan era ahora un taburete virtual al que le falta un sostn y por eso se caa, se escapaba de Alex. Podra encajrsele una cabilla a los coazos para que, sin verse bonito, pudiera erguirse. Se oan ms debilitadas las transmisiones del pasado, de cuando este pensamiento hu-biera sido inadmisible posibilidad, abominable, casi vomitiva. Qu ms da. La nueva poca haba dejado cicatrices en todas partes, haba herrado artistas como si fueran polticos aprendices que en su da pasaran a realizar labores de pecunia ms gorda. La tica haba estirado un poco la liga. Aunque, y de esto haba que enorgullecerse, la esencia era la misma. Qu aberracin. Freddy trabaj a veces en una destilera de jarabe de goma, sin lograr ser el qumico en jefe por la desidia de no arreglar sus papeles de residencia. Tambin haba servido de animador turstico a destajo en paquebotes y restaurantes, realizando trabajos que histricamente no posean una definicin clara para el folletista ni limitantes para el dueo del club. A veces cocin para aprender sobre las especias y de cmo se combinan con la msica y los olores de la isla. Se iba a pasear con su novia de siempre por los caaverales, abrindose tajos en la cara con las dagas verdes para buscar inspiracin. Pero no encontr mucha. El fin de ao pasado los pocos que pudieron pagarse el viaje fueron de visita y alguien, tomndose un ron color de caramelo se lo cont en el trabalenguas que a Alex le extasiaba como a los dems, aunque no lo explayara en sus canciones. Freddy era el verdadero vagabundo en la galera de esa banda. Por eso Flan necesitaba de su azcar, de su saber sentarse en la silla y slo estar ah. Mirando con una lupa, escudriando muy de noche el muro lleno de imgenes, claves y sonidos del grupo se podra encontrar seguro una manera de hacerlo morder de nuevo el rumbo comn. Probablemente habra que convencerse primero uno mismo de que el don natural de cada cual era pertenecer a all. Y si no, abandonarlo.
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Durante aquella paella, mientras coma de un plato plstico azul colocado como en una torre sobre su mano, masticando ms que todo conclusiones repetidas mientras les daba vueltas, les quitaba y agregaba ingredientes nuevos hasta que al fin de esa jornada devinieran ideas muy diversas a las originales, Alex vio a travs de disparadas ventanas un cuadro que le curaba. Los grandes trozos de postre que faltaban no terminaban de arredrarle, un da menos en el archivo que t copias y del cual no se conoce el fin hasta que ste te sorprende con su equipaje. Mientras tanto, otras dos botellas de whisky se restan de tu cuenta final. La portuguesita, ngel que se trajo un bello volumen lleno de lujuria, candidez y tenacidad artesanal hecho una hallaca bien amarrada entre dos caratulillas de cartulina roja y La Grgola, embarazada de nuevo, arrastrando por sus casillas conitos de poliuretano como convencidas ludpatas de fin de semana. Trendy, Futuro y l cargando hasta la terraza los instrumentos, de una forma inesperada aun para ellos mismos y, de repente, sin corriente, ponindose a parapetar el techado del cual chorreaban pacficos goterones. Y despus a seguir claveteando entre la vista enmaraada de los sobrinos una que otra cancin de dos y tres aos con titnicos cambios de tiempo, incluso torciendo algunas estrofas demasiado caprichosas que por ltimo iban cogiendo un color de salsa Napoli. Lo primero que me hizo volver a pensar, en el 97, que aquello segua valiendo el gasto vena grabado en un arma de samurai que se lanzaba a cortar y ya no pareca calcada del momento gringo. Estos seis Panes con Mortadela sonaban inconscientemente como nosotros. Pero no fue vanidad. No. Adems era nada lo que sobresala. Ms bien lo veo como un estilo en la manera de armar las canciones, un lugar bajo el rbol en donde quedaban ubicadas las guitarras, un papel que cumpla aquella voz. Algo de lo que a lo mejor la seora que vende el peridico no podra darse cuenta o explicarlo sin tartamudear, pero que estaba all sin lugar a dudas e iba creando escuela. Claro que no era as de simple: haba una especie de sentido de guasa permanente, un olor salino a merengue caraqueo, el dejarse ir del acento hacia el nimo de charla entre dos panas de esquina. Y el ritmo poda bailarse. Habra que inventar los pasos pero podra maraquearse un vaso con esa msica colocada hacia el fondo, emanando de una mesa de licores blancos mientras la concurrencia se achicharrara
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en la piscina. No s, pero me traan buenos vientos los metales disimulados en esas simples meriendas de embutido. Ese cid me lo trajo Pablito y yo lo compr despus al portugus greudo de Discos Metralla una vez durante una visita que me hizo junto a sus padres, Yecilia y Freddy. Como lo predije, buscaron acomodo aqu cerca. La vieja Concilia recibi dinero de unos parientes de San Sebastin, meti la mitad en un fondo de la vejez y la otra parte la entreg para el techo de su nieto. Un carajito amabilsimo, concentrado, un malandro de mirada perdida. Mi favorito. La oda de ese trabajo de los Panes me empuj por otra vereda. Coo, me anim que jode que unos chamitos se fijaran en los discos de Flan o mejor: sin reparar realmente en ellos la msica se le saliera de sus paredes sola, despus de reabsorberse entre los cueros de los instrumentos. No me haba percatado antes, tal vez por estar demasiado enrutinado y todo el rato buscando el prximo nicho para la banda, de que el oro estaba all, en los nuevos grupos. Que la escena la formara una cuerda de coos de madre, as de chiquiticos como alguna vez lo fuimos nosotros, pero tarareando canciones de animales venezolanos en los destartalados carritos por puesto, camino al liceo. Yo particularmente nunca voy a dejar de hacer msica, ni creo que los dems bichos que ustedes ya conocen lo hagan tampoco. Pero el crear esa recopilacin de conjuntos y vendrsela a un sello mediano, con toda la rueda encima de haber negociado con los peores y ms desvencijados pandilleros y whiskyceros de este pas, me prende una luz. Es como haber encontrado la cuerda estando metido debajo del pozo. Estabas all con el culo mojado desde hace un tiempo, pero tenas que haber tragado suficiente agua negra, desesperado, creer con fe demoledora que jams ibas a hallar cmo monearte para, al final, fijarte bien y mirar de frente la punta de la cabuya. Servir para algo. Lo sostengo: Flan sigue. Nuestro plan y digo nuestro aunque es mo slo porque soy as, creo que medio gregario, un proyecto de viejo gevn a quien le gusta estar con sus amigos y tener fuertes esperanzas va a desembocar de nuevo en algo gratificante y significativo. Siempre fue de esa forma, desde que conoc a Futuro en el callejn aquel, intentndole ensear a jugar chapita a ese flaco melenudo sin ninguna lgica humana. Comiendo sentados juntos en la acera comidas completas de Mr. Cheese y hablando por primera vez de nuestros
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dolos del rock. Siempre fue as, unos pensando slo en el presente, en lo sabroso que era sacar esos sonidos y pasar el rato de una manera diferente a los mala vida de Los Conuquitos III quienes con escasez se arrimaban a un muro de cemento mientras pasaban las horas destruyendo gente, dizque tomando sol, otros con un desenfreno por el ritmo que nicamente podra conducir hacia algo enfermizo y por lo tanto bueno. Yo, por esta parte, creyendo, con la mira puesta en un punto lejano que no vea ya, sin confesar abiertamente que mi pesimismo superficial era una capa negra, la vscera descompuesta de un optimismo reforzado con cadenas y barra anti vuelco. Yo, pensando que s lo bamos a lograr algn da, casi sondolo dando cabezazos a los vidrios de los autobuses, cada vez que suba de Caracas a Los Altos. Siempre supe que cobraramos por hacer esas canciones, que nos conoceran; y que mis dudas como mximo eran concesiones a unos momentos bajos, ms que comunes vulgares: un flaco chance para esas conversaciones que siempre sobraban en el aparato de salida. Pero siempre, o por lo menos muy a menudo, cre. Hubiera dado y daba risa hace veinte aos, sin tener los pelos en la mano, ante tanto escptico que se qued por all mismo esperando un aumento, oyndole las mentiras aburridas a su jefe. Por esa ruta, y por otras que no veo tan claro, llegu a la fe que le tengo hoy a Los Chcharos. Ellos tocan como nosotros lo hubiramos hecho si hubiramos sido ellos, con toda la moa de los demonios que han escuchado, los equipos de sonido que les han comprado unos padres de pinga, chupndose a sus hembras desde el primer da de cine y con mejores instrumentos. Nosotros no habamos odo ms de cuatro o cinco discos promedio por cabeza cuando arrancamos. Pero lo mismo hay que pulirlos, esfumarles las influencias evidentes que niegan la carne tierna de tortuga que llevan dentro. Echarles pa fuera lo esencial y adiestrarles algo el sonido para que las canciones inclinen la lancha hacia el lado que deben. Por lo dems Los Chcharos van, porque suenan tieso. Sern un tercer proyecto de Cofre. Que revivi, por si no se haban dado cuenta. Hoy van a la casa si no se las pongo fcil. Y no puedo porque los necesito. Requiero de ese grupo una rampa, quiero que ese sea uno de los trabajos fundamentales de la movida de rock de este ao. No se las pongo nada fcil, he reclutado a Trendy como asistente y retocamos todo lo que haya que hacer, por eso, de las dos canciones originales, ya lo que queda es el pescuezo. Estoy tratando de congeniar con un asunto
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imposible, mudndome hacia la certeza ciega de que vamos a develar una estrella de los stanos venezolanos para los prximos diez campeonatos. Ellos subirn la cuesta sin recuerdos, como si nada an hubiera pasado. Yo s que s. Hoy lo anduvimos evocando en parte gracias al gallego de La Negra Tropical. Me sent prcticamente con esos desconocidos y sin alguien cerca que me atara les despedac casi toda mi vida. Sopl cenizas sobre Stephanie, anunci el libro de ngel sin tener permiso, record uno que otro chiste sobre los disqueros venezolanos, y de ltimo los invit a una fiesta (a la que seguro no asistirn) para que escuchen un captulo totalmente indito hasta la fecha: la reinvencin del repertorio viejo de Flan. Pero sobretodo los mantuve ansiosos, a la expectativa de lo que se est haciendo con Los Chcharos. Les di el abreboca, unos demos sin final para que se emocionen haciendo planes de aqu a su casa mientras extinguen todo el perico sobre el tablero del BMW. Los tipos quieren firmar ahora una competencia de los Caramelos de Cianuro y se alegraron, aunque mostraron cautela como es natural entre gente de su calaa. No hablamos de precio porque el whisky barato de Joaquino altera los nervios y amiga a la gente. A la salida hice algo que antes hubiera repudiado. Me hubiera burlado en la cara de alguien que lo pensara hace apenas un par de aos, pero as estn las cosas. S La Grgola tiene un celular! Casi siempre con la pila pobre, pero logra ponerse de acuerdo con las monjas del knder cuando va a buscar al Chivito. Lo que hice fue demorarme en la puerta de la tasca, hacerme el que pis una suciedad mierda de perro por ejemplo y fingir marcharme tranquilamente en direccin a un estacionamiento para recoger el carro. Qu carro! No quera zarandear la magia porque ignoraba si estaba frgil todava como un flan tibio. El Land Rover se perdi hace ya un tiempo, en un momento de deudas; casi se lo regal a un mecnico de Chapelln que lo quera para ponerlo pepito. En estos das lo vi pasar frente a m hecho una carroza. Mis dedos se deslizaron distrados hasta la punta encendida del cigarro. Gru: Ay, coo!. Hice entonces una llamada por un telfono esquinero de tarjeta slo para encontrarme la voz melosa de todos los das, grabada con la nariz tapada porque esa vez ella tena gripe. Con la boca como un carburador le avis que me esperara unas dos horas y que aguantara a los chamos cuando llegaran. Hoy haba hecho algo importante por todos nosotros, pero el terminal de buses quedaba lejos del Metro, y despus
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esperar a que se llenen esos rayos para queso, y ver como un pobre diablo con cara de lobo de comiquita me ofrece por la ventanilla una cadena robada y una chamita como de doce aos me mira desde el andn y se levanta bastante la falda inmunda, pasndose la lengua por unas encas amoratadas con unos pocos dientes intiles. Hace slo un cuarto de hora les haba dejado el compacto de demostracin a estos dos aprendices de tiburones con lo ms bsico de la banda registrado sin remate. Yo estaba trabajando en los matices con la tecnologa. Remezclando cosas dos, tres veces y aadiendo, a veces quitando, ponindolo digital y luego volvindolo a barnizar en carretes analgicos. Sustrayendo un suspiro, pinchando un rgano Hammond por mi cuenta y riesgo como un obseso. All, en esa cinta que ya no puedo recuperar ni repetir, herva un algo familiar, el silencio escondido, agazapado entre varias capas de guitarra como en aquel primer surco de Lecuna pero mejor grabado. Una cancin que terminar para lo que fuera, un reencuentro frutal con la msica. Y la pasin por la guitarra acstica de cuerdas como cuchillos, comprada ah mismo a cincuenta metros de la plaza Miranda. Lo de Flan es una historia distante: colgar de nuevo las cortinas, volver a empezar como desde cero. Recuesto la cabeza del cristal y a travs de esa especie de visillo miro un sueo, dos putas bonitas que se sientan a tomar un marrn, pero ya no me inspiran. Ya no. Esto no era as en la poca de Lecuna Sunrise.
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Otis Rush
Apenas ayer el viejo haba humillado a mi amigo. A sus 64 aos todava era imponente, enorme, con dos manos de frutas colgadas de los brazos. Un animal bebido hasta los poros y renegado hasta la brutalidad. Lleg con una japonesa mandona de cuarenta kilos de peso, con cinco de los topochos amarr una preciosa Flying V blanca y con la otra mandarria cerrada gesticul hacia mi amigo un par de veces, tambalendose como un edificio amenazante, en falsas salidas frustrantes. La japonesa le acerc un vaso de bourbon y regres a discutir con mi amigo y el productor; era agresiva, insultante y desesperada su manera de aferrarse a la ruina. El otro era un tobo sin fondo que haba tocado fondo, Venezuela, un cheque despus de trece aos de injurias, crticas cenagosas, dolor por el prestigio helado en los libros. En el San Francisco Blues Festival de 1985 el viejo, un umbroso bosque de blues, hizo suyo por ltima vez el aliento del pblico. Se los cogi, magistral regreso. Sobre esa estela sali Tops, el lbum de una leyenda viviente navegando en la poca ms vilmente asptica de la historia pop. Despus regres el bourbon a encontrarse en un cruce de carreteras con la senilidad precoz y los dedos comenzaron a despegarse del corazn. La japonesa no aceptaba nada. El viejo pareca cagarse en el alma de cada uno y empuaba la Flying, grosero, con una sola mano, como si
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fuera un juguete. Sesenta ojos lo heran y l dejaba escapar un peo de su boca, farfullaba dos o cuatro interrogantes en ingls de Philadelphia y pona un cambur en un traste. As, la gente caa una y otra vez en el engao, como los animales cuando corren detrs de una pelota que todava est en la mano del amo. Ah va el brazo, luego, ah va la pelota. Pero no. La Flying slo reciba una sobada y los sesenta ojos fueron de repente slo treinta y cinco, ms los pelos arrancados de mi amigo, incompetente ante el puo recordado del vaquero negro. De pronto hizo dos o tres fraseos seguidos y algunos jvenes con patillas inglesas sacaron rpido blocks, uno quit los broches a un estuche. Pero ah empez el bastardo a balbucir de nuevo. Mastic dos riffs finales de desprecio, se despach el bourbon y empez a salir, rascado como el pap de la novia, bajo un azote medroso de blasfemias, insultos y voces decepcionadas. Mi amigo se qued viendo la pared un segundo, despus trat de salirle al paso a las miradas, pero stas pasaron de largo ante las excusas. Eso fue ayer. Hoy estoy junto a trescientas personas en el Caracas Roots Festival, sobre la grama mojada, en el sitio de los que pagaron entradas baratas. Hay locutores, ex cineastas, msicos, rockeros viejos y seoras comeflor, junto a cualquier chulaje. No sin sorpresa se dejan ver algunos menores de veinticinco con novias de culo de repisa y melenas lissimas. Bajo un toldo estn los curiosos y los empresarios que al segundo doce aos suelen comentarle a sus hijos greudos (con voz gangosa): Yo? Yo era ms rockero que t. Y hacen como si tocaran una guitarra invisible mientras cualquier dama, al lado, niega con la cabeza y entorna los ojos jugando al reproche. Algunos trajeron esterillas, otros no se atreven a llenarse el culo con barro pisoteado. Se entiende. El show de Edgar, el hermano de Jhonny Winter, abre con Frankenstein y todo el que se afeita desde hace quince o ms, empieza a cobrarse la entrada. Saltos y descarga en una tarde-noche fra con poco alcohol de trnsito, as es el blues en Venezuela, bodegas exclusivas, cervezas a mil. Desde el pblico no se ve el bajista, huele a tigre, me alerta un compaero de ftbol perdido en este rock de aviones charter. Y no slo huele, una cobija de piel de tigre cubre el recital de Winter. Tobacco Road: no todo est perdido, se acordaron de nosotros, pero... se despiden al quinto remedo. El teln amarillo a rayas negras cae fulminante sobre la tarima. Volteo para ver la sonrisa de venezolano engaado de mi compaero deportivo.
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Otis Rush
Algo est podrido en Texas, hijo mo. Pero si no furamos tan gevones, Nos pasara esto? Un blues con el bajo secuenciado? A cobrar y tomar cubas libres en el malecn de Los Caracas? As anda el blues en Venezuela: de incgnito como Salman Rushdie en los mercados de pulgas. En el Caracas Roots Festival todo es lento, menos las carrerillas de mi amigo que ha reaparecido, con sus nervios, taconeando sobre el pantano. Aqu buscando a la familia extraviada, all localizando unas bebidas, acull discutiendo con unos periodistas. Lento tambin cae una capa de negrura y el tigre parece saltar del escenario, cayendo sobre las rocas de Chuao y despegando hacia otro sitio menos inhspito. Sale una parranda de metaleros de los setenta por un lado y entran los negros, meciendo su swing maltratado y su eterna mala onda. No es posible entenderlos hasta que empiezan a palpitar los instrumentos. Te dan en la madre justamente con Tops y, el arranque coge pausa, el viejo no aparece. Es anhelante la baba del personal, todos se agolpan contra los tolditos de los zamarros conspiradores, de los que-cuentan-los-billetes y los carnetizados, queriendo chapotear con ellos en lo mismo, colocarse a menos de cien metros. La banda cambia a Crosscut Saw y entra el hijo de puta por el que pagaron. La japonesa, ensuciando ms el escenario le entrega una Les Paul roja y le dice algo al odo. El negro bastardo no se puede inclinar sin partirse en dos la panza y la perra de su mujer hace gestos, le alcanza una silla que pone en el frente del escenario y se retira corriendo. Toda una productora, de mierda. El rasta flaco se friquea y seala de nuevo un repunte de Tops que calza como una bola en el canal. Perfecto. xtasis y una que otra mirada entre colegas del gastado con pena ajena. Otis est aplastado sobre la silla de plstico y no toca, no toca nada. Comienzan a arrastrarse los cinco minutos ms largos de mi vida, queriendo taparme las orejas ante los carraspeos de la gente. Pero, por qu me siento culpable, yo no soy responsable de esta tragedia. Soy un socio menor, el que maneja el carro en un asalto. Claro, yo estuve all ayer. S de lo que fue capaz este gigante acabado despus de abochornar a todos, se meti en una boda elegante y cambi a escocs. Pero ah s toc. Cats! La gloria de Mississippi remont el ro en 1949, lleg a Chicago y perpetr el blues elctrico junto a los dems gatos que ya estaban colocndole paravanes al viento. John Lee Hooker, Muddy Waters, Sonny
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Boy Williamson, bueno, ustedes saben. Pero en las pginas especializadas se le apunta con devocin como el creador de su propio estilo, el deep blues. Cmo es posible que sea este mamarracho de doscientos kilos que se balancea all arriba, ahto de Jack Daniels, sin saber qu hacer sin su bibern. Ser todo un paquete?, nos montarn as la historia? Y nosotros los venados, comiendo mierda. De repente zumban mis odos con la introduccin estelar de Feel So Bad, empiezo a sentirme mejor, sobre todo cuando veo las notas saliendo del cuello de la Les Paul como un ferrocarril desordenado, hacia las alturas. Eso es blues. Keep On Lovin Me Baby, guaoo, definitivamente los 43 grados terracota destilados en barricas de Tennesee colorean tambin la voz, hasta que sta adquiere un barniz punzopenetrante, que marea, que enerva, de esto se trataba. I Wonder Why y uno que otro peln del guitarrista no son advertidos por el pblico que ya est de pie, pidiendo ms raciones para el pico. Los cerveceros captan que este es su momento y comienzan a rondar. Alerta: en Right Place, Wrong Time alguien parece pugnar por penetrar la trama de msicos, los claros intentos del guitarrista de Edgar Winter por enganchar a una negra del crew se hacen patticos desde el visor de lodo. De pronto una catira nacional hace su aparicin en el lugar para compartir un trozo de tiempo equivocado. Saluda al negro quien casi la ignora mientras se monta en su caballo de siempre, est molesto pero inspirado. El do no funciona, la banda trastabilla sobre el agua de un compromiso olvidado y tres compases despus Otis se saca la correa por detrs del cuello. El caos sobrevino de repente, como el caos, est all arriba y nadie se ha dado cuenta an. Est desencadenado, la catira trata de dar o escuchar explicaciones, el negro vocifera a la banda, la japonesa trata de retirarlo y recibe un manotazo en el cogote que la sienta en el suelo. Poco a poco la banda baja la intensidad y empieza a despedir con un cover instrumental de Gamblers Blues mientras, frente a los atnitos, inicia un desfile desvergonzado. No me empujen que ya yo voy comunica el viejo strapa con su lomo engatillado. La pea contraataca, los demonios lo vuelven a anclar del piso al alejarse la Les Paul en manos de un roadie. En cualquier momento debera llegar la silla de ruedas o la gra. Empieza la pita, tmida y crujiente, hasta hacerse ensordecedora, colosal. El 27 de febrero del blues corroncho. Tuve suerte de encontrar la puerta verde con la seal de desocupado. Entr y cerr antes que a mi amigo se le ocurriera lo mismo.
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Otis Rush
Aprovech el tumulto para encontrar un bao vaco, mear y despejarme. Afuera se cerna el desastre, oa las sillas a punto de ser lanzadas, los faldones de los toldos salpicndose de fango, los porrazos de la polica cayendo en picada sobre la multitud, una rfaga de perdigones soplada tras las espaldas humeantes de los enardecidos por el fraude; la avalancha de rabia por la frustracin pareci atropellar el Rinavica porttil como un ro de lava. Me sobre un ladrillo, temiendo ser arrastrado entre las piedras, ungido de vergenza, chapaleando en el mal olor y las maldiciones latinas que no entenda. Cinco minutos despus escuch golpear y sal, pidiendo disculpas tontas. Mir el cauce de gente, apagado, retirndose a los carros con caras chorreadas por una velada de mal gusto, pero nada ms. Detrs de la tarima una discusin por piernas, tetas y hormonas casi llega a lo fsico, pero nada ms. La Les Paul era acarreada en un bal metlico que deca Otis Rush en letras blancas. Ms ac, el hijo melenudo de un gerente insista por un autgrafo.
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de las tarjeticas de descuento. El oficinista termin su giro en el bigote del conductor; tras el inflamado verbo del locutor de guardia se colaban sonidos grabados no menos tumefactos de discursos inconclusos, voces triunfalistas que se callaban al volver la inconfundible cortina avejentada de las transmisiones oficiales. El conductor sac un celular y parl bajito despus de que le contestaran. Sus ojos oblicuos hacan un atormentado movimiento mientras conversaba. Entonces Gastn dobl por Gradillas y se refugi en el zagun del edificio. Y pas la marejada. Y apret el tamborcito que le silbaba al ascensorista. Antes, antes se compr unas mediecitas a su medida. Abstrado, de Taz, el demonio de los dibujos animados. Era Rosaria, siempre era Rosaria, de este o aquel lado de la lnea, con voz de Panasonic, glteos grandes y dorados, sonrisa ancha, ojos como ventanales que cerraban por segundos y daban miedo. Su caramandarina era como un tringulo coqueto, pintado por Rubens exilado hermosamente a orillas del lago de Maracaibo, con calor, zancudos y sexo irrefrenado. Palanganas negras cociendo sopas y guisos picantes, demonacos, libres, en fin. Arena. Su entrecejo decretaba, suban y bajaban sus cejas aprobndolo o quitndole poder. Rosaria mandaba amurallar la ciudad, levantar circos violentos, y a comprar cachitos en la esquina. Pero su mole parda y hmeda estaba en casa, molesta, fuera de control por unas horas. Gastn no supo qu decir: Hay boinas rojas por todo el centro se quej, desnutrido. El catarro detrs de la bocina dijo que ya haban dejado su estela en las paredes: No al PLES, s al censurado, feo futuro de las propiedades, Privatizador de mierda, que perdan valor a fuerza de pinturita y corneteo, Lucha de clases ya, y cosas por el estilo. As que Gastn instal su dictadura torcida, con tres pacientes denodados y desafiantes ante los pobres globos pendiendo del escaso gusto y del techo del consultorio, por si acaso. Una fiesta por la secretaria, que ahora asomaba sus claroscuras, romboidales, pantorrillas sin zapatos por debajo del arco del escritorio. Los pies agrios y la ceniza pegada en las cortinas no ayudaban, pero igual Gastn dej de ver por un momento las caries de Mrmara, con sus canalcitos entre los vomitivos Bsforo y Dardanelos, negros, aquella boca despatarrada, y los ojos de oveja lagrimeando, cayendo avergonzados, para ver el perfil preocupado de la chica hacindose la cita. Luego un casco azul y unos sobres de correspondencia quitaron a paladas campo de visin. Los chorros de saliva salieron disparados y Gastn
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volvi a mirar de perfil a la mujer presumida, algo atribulada y distrada que yacera sumisa horas despus por obra de algn parche dental asesino embistiendo como sdico en un asiento de atrs grasiento. Un cabello ligero, ondulado como al descuido aterrizando sobre los hombros desnudos y puntiagudos, esperando el ascensor; detrs del vidrio esmerilado casi se poda tocar esas piernas descaradas que se imaginaba abiertas como manecillas a las 10 y 10 tragndose un rato ms honesto. El motorizado aguant la puerta del Siemens, se rasc los bluyines planos por la lnea del culo y se chup l solo, un rato, ese olor vibrante que a duras penas poda imaginarse. Gastn agit por octava vez el taladrito, su cdice de dominacin, bajo la soga de agita fra gelatinosa, le afloj un piropo en la raya de lo soez a la empleada y, con la resolana al cuello, se abri paso hacia la tasca. Menudito, siempre el mismo. Si Rosaria adoleca, acusaba dolores, reciba el castigo de ser mujer, an sobre su titnica curvatura, y encallaba por unas horas, Gastn caminaba bajo el sol, como un peatn miserable, atravesando por las esquinas en diagonal para evitar ms de un cruce innecesario y evadir las ofertas de licores. Tambin cortaba camino, entre gordas, flacas espigadas con celular y ojos rabes bolsudos, muecas de sensualidad forzadas que Gastn avistaba un poquito en desventaja, desde su copete de carne y enhiesto alambre de un caf grisceo indeterminado. As, a tranco rpido llegaba a La Cocinilla y peda su men, con risita nerviosa y todo mientras vea a su alrededor con una rara demostracin de suficiencia, disimulada por una expresin equina y desorbitada en los lentes de contacto si el espaol que le atenda atinaba con el chiste. Con la reaccin levemente retardada de los motores en montaa celebraba y despus de una pausa, rea, y despus de otra enseriaba el gesto y peda. Y pidi, mientras llegaba el pancito de corteza gruesa con la mantequilla y lentamente se le volva a abotonar su mirada de ventilador en el escorzo de una mujer con el cuello afilado y las algas de pelo enredndosele en las axilas huesudas y bellas. La sopa de la mujer se abombaba indiferente y ella le echaba un ojito hacia abajo y despus pestaeaba, y ante ella una quijadota azul mandaba a parar su avance lloriqueante. El tipo largaba su indiferencia, haba revertido el regao, pinch el insulto y lo usaba como un bate de bisbol. Ahora miraba por la ventanita que, como de costumbre no ofreca un buen ngulo para observar hacia afuera y tampoco era completamente translcida. Le estaba sujetando la cara, hacindole dao
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pero con la mnima discrecin, musit algo que pareci un escupitajo, y afloj como un mafioso todos los msculos de la cara hasta que su sonrisa de Cinemascope apareci, ultrajante. Entonces la tipa mir casualmente a Gastn, apenada, meti los dedos en su cartera y sac algo como un dulce de forma flica, empezndose nerviosa a retocar los nervios. La especie de abogado se par y dio unas vuelticas por el pasillo neutral, donde no haba guerra entre los comensales, y al nivel de su hombro pas la cazuela. El hombre sac un telfono y se agit con las cosas que se escuch decir, entonces l la vio de nuevo y saba que no ira a la consulta, que todo haba acabado antes de empezar, porque iba a cambiar, porque la realidad se quiebra de formas incompletas e inesperadas y afecta todo, adems del decorado. Tambin sinti que estaba a punto de llorar, ella. Rosaria no habra llorado, Rosaria era un yunque, peso-pesado, un garrote bien fijo en las manazas. El ejecutivo asesino no habra pasado del primer asalto. Hubiera llorado l, y eso lo dejaba orgulloso. Pero no le daba muy a menudo la oportunidad de sentirse el fuerte de la partida. As que cuando vio el humillante desenlace, con los dos deditos en la frente empujando despectivos, como el rbitro que te descalifica porque eres nada, ante la despedida del tipo, el tambaleo de la chica, Gastn pas entre dos personajes, como msicos de rock, rindose incoherentemente por los brinquitos de las chistorras en su aceite y le empuj la espalda al yuppie corrupto que se sobresalt, y despus del susto inicial, T eres polica?, Empez a gritar amenazas y tratar de sacarse algo del pantaln. Entonces, justo cuando Gastn trataba de entender esto no lo haba pensado, el guin, qu se dice en estos casos?, Qu sigue? la chica, la preciosa, la llorosa, le alcanz el cachete derecho con un uazo que le puso la vista negra, y despus le meti en las bolas para el deleite en el fondo de los freaks fumados de los choricitos. Ella con los dientes pelados era como una loba enloquecida, el perico, la ginebra de apetiser y el otro mal trago lo haban dejado todo en bajada. El funcionario la hal por el brazo y ella se desamarr, tild de marico, transformista a un apocado hroe reivindicador de mujeres en apuros y se fue a la calle. Glassmouth y DJ Hueco se despegaron de sus chorizos-resorte y recogieron a Gastn, que les dio las gracias, se sacudi la ropa arrugada y regres lento a su mesa, mirando a ambos lados, con un lquido caliente cayndole a borbotones sobre el estmago vaco y los ojos de todo-el-mundo clavados en su dolor de espalda.
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Slo volvi para recoger algunos papeles y sobres de correspondencia, llaves, y cerrar el despacho privado del consultorio. Se despidi como un nio apaleado en una piata llena de verdugos mayores que l, reilones, con la cara chorreada de polvo seco, empegostado con los dulces. As, con pena por s mismo, abandon el piso por la escalera, para no tener que ser visto como un incapaz, esperando por el reflejo el desplome decrpito del primer ascensor instalado en Caracas. Baj y no supo por dnde empezar. Gastn no vagaba, nunca lo haba hecho, estaba acostumbrado a vanagloriarse hasta en secreto de su energa, de su febril potencia para todo lo que tuviera que ver con labor, con no despejar la mente, en ese sentido no era de los ms hippies que se hubieran conocido. Slo saba de actividad, y a esa hora, lamentablemente no exista otra para l que estar esperando pacientes o torturando pacientes, vindolos por el resquicio de la puerta como cochinos en la puerta del matadero, con sus revisticas de hace diez aos, tratando de ocultar la incomodidad por el futuro inmediato, o suplicantes, en la silla reclinada, pidindole lo imposible con los ojos, que les apurara el tiempo all pasado, que les comprimiera como cpsula la ms grosera prueba de su fragilidad y vulnerabilidad. Venganza. Lo primero que hizo fue ver los papeles sancochados, pegados como un rollo en la mano-tenaza, y con rabia, los lanz en una cesta de basura. Se guard con cordura los recibos en el bolsillo de atrs del pantaln y comenz a andar hacia donde se vea menos el resplandor. En ese y otros momentos pens en cmo Rosaria manejaba hasta esos pequeos hilos, ella y no otra le volva ms plomiza una vergenza que de otra manera slo sera un absurdo recuerdo tragicmico. Ridiculizaba, an sin conocer lo sucedido, la intencin romntica de su actuacin; era una risa socarrona que fcil pudo haber previsto todo por aquella cualidad anticipadora de los desastres que tienen las mujeres, que ms que presagiarlos parecen desearlos pero no generosa, se guardaba justo a tiempo, como un muslo rechoncho que se hubiera deslizado inoportunamente fuera de su mojigata falda y fondo, en un solar barquisimetano. Se replegaba esa carcajada y pareca decirle, T no sirves para eso, o cualquier otra cosa que le minimizara. Era como si ella tuviera la culpa, por no haber ido en la maana, por haberse enfermado, por darle la oportunidad de evadirse de su vigilancia y actuar con incorrecta inspiracin. Se sent en un banco de la plaza El Venezolano, la gente haba regresado de su viaje en cidos por la precaria esperanza a la que se haba aferrado en la maana,
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pero an as mantenan casi todos los transentes esa mueca conciliatoria, un poco insensata debajo de aquel sol, por lo que a Gastn le pareci estar soando. Mir, desconfiado, el fondo de un vasito plstico que haba aparecido en su mano, no contena nada sospechoso. Restos de un lquido verdoso y la tpica borrita de la caa. El calor pegostoso del Valle sigui parte de la tarde, balancendose como un suicida de circo, en una carpa de burlones acrbatas blgaros que amenazan con sus suertes aprendidas lejos, entre una brisa que anuncia el fro y despus saca su baraja de bluffeador profesional y suelta de nuevo la vaharada, se quita la careta. Los blgaros entonces dejan en el suelo los disfraces tpicos y juegan en la trastienda, fumando sin descanso, acompaados de los osos falderos, y todo el mundo se va entre asombrado, decepcionado e indigestado, a su autobs. Gastn se desperez, se estruj los ojos y vio movimiento de manos saludando. Eran los rocanroleros, los buenos muchachos de fcil risa. Estaban hacindole seas, que si quera helados. No, por si acaso, dijo con el dedo. E iba a mirar para otro lado, pero algo le llam la atencin. Sonri y frunci, resabiado, sin saber por qu, la comisura izquierda de su boca de barril. DJ Hueco y Glassmouth se vinieron hasta el banquito imitacin de colonial y saludaron. Gastn se apart un poco, no lucan como parroquianos de bien, pero eran saludables. No parecan infectados del virus general. Estaban ah parados, haciendo repetitivos movimientos de cabeza, como si dijeran que s. S a qu pens, ingrato. De pronto eran una isla, el vecino y los estrafalarios, pero los una un manto, una hermandad. No pegaban, pero entre ellos flua la corriente del camarada, el aliento no muy grave de la complicidad. Adems Gastn les agradeca que no le hablaran. Slo los movimientos acompasados, un poco idiotas, eso s, de sus cabezas. Una greuda, negra y brillante, y la otra de mquina dos, de pinchos naranja. Ese, tena un gorro de bolchevique, y por debajo guindaban los cablecitos de un walk-man. Con las acuarelas de la tarde lo invitaron a seguir y Gastn se encogi de hombros o sus hombros de gancho de ropa se sobresaltaron de l y camin con ellos, olvidndose de su carro por dos momentos y echando unas cucharadas de piedras en el recuerdo de Rosaria, el consultorio y la puta-maldita en apuros. No escuchaban rock del que l conoca o haba odo hablar. Esta msica ola a mquinas, a cosas crueles aspticas. Alternativamente ponan neo-punk, industrial, tecno y drum & bass y el carro se escurra por una ruta de lomos grises que l no se haba atrevido
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nunca a probar, fuera del moco de metal, humo y pintura vieja que era el Centro. Y ah estaban, los crneos, como bolas demoledoras, circulando peligrosamente tras los lmites de su rutina, girando como haca un rato pero liberados. Por el retrovisor vio otro conocido, piramidal y con una cuquita roja y seca de un lado, casi se asust; era l. DJ Hueco, deliberadamente amanerado, no paraba de tirar dardos que Gastn empez a apreciar como burlones. No dirigidos a l. Eran chistes que el propio pinchadiscos disfrutaba a ms no poder, poniendo a prueba su agudeza, siempre pretendida y a menudo certera. Al poco tiempo, Gastn comenz a cogerle la vuelta. Se trataba de ridiculizar, de apartarse del entorno, de inscribirse en un curso caro donde pocos tienen acceso y por eso los que lo siguen entienden de lo que se habla y miran a los dems un poco como bestias tristes y sin gracia. No, no son bromas, sino una sola dislocada en partes. Son los llamados sketches de la televisin, algo haba odo de eso. Esto es Fluke, reconoci Hueco, ya estn acabados, qutalos, qu asco, y solt una tmida risa con cuernecitos. Como si Gastn no mereciera su respeto, la consideracin de una consulta, aunque fuera una advertencia, con pocos minutos de por medio Glassmouth encendi dos cachitos de marihuana. Los dos fumaban y sin darle importancia le ofrecan una chupadita. As sera lo que graficaban las campaas institucionales? De esta manera la gente cae en el vicio? A la tercera corran por la Cota Mil, Gastn agarr el tabaquito, torpemente, como un desdentado escondi los vestigios de labios y ponindose bizco compr su bocanada. No se senta estpido, cada vez que le pasaba un signo interrogante por la frente se excusaba con un doblez de boca, se empezaba a tomar una cortsima revancha. No era mucho pedir, como todo lo de Gastn, poco ambicioso, a cada rato la picazn de un rencorcito lo animaba. De pronto se sinti como un recorte, como si de verdad no estuviera ah con dos desconocidos, uno probablemente marico, los dos casi seguro, viciosos. Pero la sensacin no lo asust, aunque s era incmodo viajar como una barajita pegada de una pgina. No la pasen, por favor, nooo. Qu?, advirtieron con fastidio su presencia todava en el puesto de atrs. Despus hubo unas risas tranquilizadoras. De alguna forma era como si lo hubiesen reclutado para servir en el ejrcito, en una secta o en los Boy Scouts. Hay una fiesta en El Marqus arriba, inform el DJ, yo voy a poner algo de msica y a dar el culo un rato, termin. Lo ltimo no saba Gastn si lo
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haba imaginado. Seguan hablando tan normal. Pero su sensacin era fantasmal. De vez en cuando sacaba la cabeza del lbum y gritaba, pero parecan no escucharlo, ...va a estar la gente de la Ultra 109, quieren hacer un programa de DJs de vanguardia... Y lo del culo? Quieres darle una patada a la chicharrita?, le interrog la manga de una chaqueta de mod ingls. Gastn se achichigu en su asiento sintindo paulatinamente cmo se encoga al estilo The Incredible Man. De pronto estaba en conjuntico de bombero, con sus zapatos Lerma de goma que le sudaban los pies demasiado, enfurruado. Pestae y era de noche oscura. Iban rodando despacito, por unas calles con chaguaramos gigantescos y policas acostados. Intent abrir la boca, pero tena la saliva como una costra. Es aqu. Detuvieron el carro y se bajaron. En la antesala no haba mucha agitacin. DJ y Glassmouth desaparecieron por una esquina hacia el interior de lo que pareca un tepee, donde gente delgada de sonrisas opacas garabateaba sobre lienzos, o esparca colores, bocetaba. Haba una mujer menuda, de rasgos mongoloides, muy agradable, que le ofreci algo de tomar a Gastn quien se haba sentado en un escaln del porche, como la clsica cucaracha en baile de gallinas, pero con el espritu ms tranquilo. De vez en cuando vea de reojo hacia adentro donde un muchacho que llamaban Nen, flaco, con el pelo estirado como la goma, se alargaba los brazos con pereza. Unas nias correteaban dndole un aspecto de familia perversa a todo aquello. Gastn pidi el bao a la muchacha pemn y pas frente a un cuadro donde se representaba a otra indgena con la boca abierta en una sonrisa tan franca que le alivi cualquier desazn en marcha. La obra tena relieves de materiales chillones y plsticos, quedndosele fija en la memoria a Gastn mientras meaba reclinando la cabeza, para no atorarse en el techo de tringulo que tena el baito. Sali, se escurri las manos con unas sacudidas relajadas y se comenz a pasear por la casa. Encontr el jardn de atrs, un oasis que le habl claro sobre el callejn de los dineros mal habidos en los aos setenta, sbilas, camineras de piedra, flores de lugares templados, y algunos cocoteros en crculos de una tierra tan mullida que provocaba comrsela. Camin en lnea con un bar recin servido y se coloc un vodka, cogi un cigarrillo y se sonri como un estudiante intachable al verse prendindolo, justo como les recomendaba no hacerlo a sus pacientes. Deriv hasta una verja fra que dejaba un aliviadero a la vista, como la pendiente de una olla por donde se cocinaban casas, calles bien vigiladas y un puente que
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rozaba por arriba la autopista. Al fondo se escuchaba un siseo y un tamtam como de rganos revueltos. Saba que era su amigo Hueco disfrutando con los discos, lo haba chequeado al pasar frente a los tragos, cmo se relama de placer con los platos de acetato, negaba con la cabeza para afirmar y se retorca como un mueco de truco, aplaudiendo con cada hallazgo. A Glassmouth lo vio recorriendo los pasillos como un vampiro bueno, manoseando los recovecos de la casa, buscando cosas por las esquinas, encontrndose casualmente con alguien y entablando conversaciones acerca de los cuadros, sealando los hierros clavados en una tarimita situada a un lado y bebiendo algn vasito de algo. Se acord de Rosaria, quedndose suavemente petrificado mientras los ecos de voces recin llegadas le zarandeaban el porvenir. El vodka le durmi el golpe de la socializacin inminente; para Gastn una fiesta era un estupro, una relacin forzada. Ralentizado subi hasta la mesa para servirse ms alcohol y observando ahora con intermitente fijeza, reconoci a una mujer grandota con escotes puntiagudos en cada curva, lo que daba la sensacin de puntas de lanza abombadas que en cualquier descuido le flagelaran. A su lado se ergua un monstruo de ojos dormidos, vestido como los que ganan premios en la televisin. Dos muchachas detrs de Gastn se echaron un chiste privado acerca del gigantn. Parece que a l, un conocido locutor, y su mujer anterior, actriz de novelas, los haban botado de un condominio por decirse cosas privadas en alta voz, casi todas las madrugadas: Dame por el culo, por el culo, duro.... Las dos muchachas rean a carcajadas, ms entusiasmadas que escandalizadas por la nula discrecin de la pareja. Pareca que se imaginaban ambas por su lado en el plan aludido con el cara de mastn de tres metros, o recordaban algn papeln propio. Cambiando de tema, entre el creciente zumbido de la gente que llegaba, se alejaron tintineando sus whiskies mientras dos ojos de rana las perseguan lento, como un faro sobre su promontorio a un banco de sardinas. Caracas, la pueblerina con pretensiones, tuvo arcadas y expuls al territorio de la fiesta una fauna agotada, cansada de explorarse a s misma para comprobarse aburrida una vez ms. La gente que repite los credos de moda, los patiquines que no entienden nada y los disidentes ya sin dientes nerviosos por estarse quedando atrs, negados a hacer memoria y entender el fraude. As era en la cola del bao, el melting pot estaba ah pidiendo permiso para hacer pip y castigarse un poco si
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haca falta. Gastn se zafaba de su otro yo, zarandeado por los grados del vodka, manej la cabeza como un giroscopio encontrando la pista llena de un malandraje exquisito, parasitario: pseudo-intelectuales con residencia en casa de mam, el cantautor del Caribe buscando algo no perdido en una noche ya ajena, los blusistas del ingls machacado, la pareja de la casa mostrando toda la dentadura, universitarias casi vrgenes disfrutando de su propia malicia, y al fondo el cuadro con Rosaria, movindose como un pndulo mojado, en la cubierta de una fragata a punto de zozobrar en el chubasco. Gastn gir la manivela y recal en la cola del bao. En toda la sala golpeaban las mezclas de Hueco, tomndosela en serio, feliz con los platos, hincando las yemas en Spooky, Slim, alemanes y trance. Casi desapareca, sobre la silla de un piano blanco clavado en la bruma del rincn, un prematuro abofeteado por los qumicos. El contrapunteo entre msica viva y plstica meti primera entre murmullos de anuncio; los blusistas. Un rato de parranda ronca y rones por encima de las cabezas invit al cantautor, guitarra en mano, y par de musiquitos de la escena, poniendo a aullar los patronmicos del rock de antes, el que surge como un pozo de petrleo al intravenosear un par de giles vasos con cualquier menjurje etlico. Se bajaron a los cinco intentos cagados de la risa, la gente contenta sin saber por qu, la muequita de desespero de Hueco y los del pelo de jarabe, incluso la de una muchacha con bolas negras, y pataditas en el piso. Aquel se puso a decirle a Gastn sobre las vueltas de la guitarra borracha, el cmo de un sonido que no se consigue slo con pisar donde tiene que ser, sino casi con la prstata. Otra vez en la cola del bao, alegre por unas pastillitas que iba a comprobar, Gastn dej al cantautor y a uno de los blusistas entre los cincuenta y los cincuenta y tres enfrascados en rocanrol sabroso, emocionante como una patineta y canoso. Hueco le haba dado una muestra sin rtulo junto al display y se sinti como en un video de los Stones mientras los patanes contratados se quejaban en la tarima por los cables despegados del piso. Se excus, con un poquito menos de vergenza y lo excusaron con cario, tambin del de antes para subir como un espa mutante ingls por las escaleras centrales, a la vista de todos. En un bao haba una baera de cermica y ms nada, pas frente a la puerta entreabierta de un cuarto y escuch unos gemidos tan porno que no se podan creer, no quera saber que ese ruido poda sacarse de una tipa bien inspirada. Sali corriendo espantado. Sigui dando vueltas por la planta alta y encontr otra fila para entrar a un bao, pero
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con dos menos o algo as. Haba un gordo con una chaqueta blanca y el pecho descubierto, otro gordo un algo estrbico, llamando por un celular, dando vueltas como un oso impaciente. Los tipos cruzaban miradas y vean a Gastn, se sonrean y uno de ellos, al salir del bao, le obsequi con una palmadita casi al descuido que pareci de nimo. Gastn entr, cerr y qued todo en silencio, excepto por una rayita de tecno-carnvoro a ras del suelo. Mir directo al espejo y se encontr distinto, alegre y desencajado, su camisita comprada en Guaicaipuro no iba bien con la reunin, pero las luces y la sensacin refrescante de irresponsabilidad le aportaron un respiro. Tambin el fsico lo emparentaba con ms de uno all abajo. No le haca falta Rosaria para que fijara el rumbo, para que lo guiara entre la gente, saba adnde ir, entre personas con fachada de indiferentes, pero irremediablemente alertas ante la burla o el rechazo del siguiente. En los noventa el escepticismo haba calado profundo en reemplazo de la depresin ochentosa, otro sndrome comprado en las vacaciones pero, an as, tan nuestro como la lotera de los semforos. Un movimiento casi de animal hizo pegar a Gastn de la parte interna de la puerta donde un tullullo de metal dorado por poco le abre el crneo en dos. Una chamita, con las pantaletas por las rodillas y la cara a punto de ser verde se agarr de la cortina de la ducha y, desprendiendo la mitad, trat de pararse. Tena los ojos escapados, la cintura un poquito rechoncha para la poca y el cabello reluciente. La tela morada de la corta falda estaba hmeda en las nalgas, su boca drogada tena las comisuras chorreadas de algo como requesn seco. Gastn la vio a los ojos y la chica lo traspas, despus se sent en la tapa de la poceta, apoyando unas bototas marrones en el piso y alarg las manos buscndole la bragueta. Gastn quiso gritar como una mujer, pero el impulso haba pasado en el tren rpido, se zaf sin que la adolescente opusiera gran resistencia, mir al espejo otra vez y trag las tres pastillas en posicin de ganso, abri la puerta como un poseso y cerr para olvidar esa sonrisa anestesiada, fija en una baldosa. En el borde de las escaleras vio cmo al fondo dos siluetas familiares se acariciaban el cabello, l tena bigotes y pareca una morsa erguida, l usaba la cabeza como un casco de peluche anaranjado. Vio cmo, con una china grandota de testigo, parecieron besarse hasta la garganta. Baj en alfombra mgica y sin necesidad de detalles se encontr entre caras de argamasa, sancochadas en alguna pared de su cerebro; pareca tener
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la vista infrarroja al tiempo que escuchaba ponrsele dura la pinga, tan dura como una cabilla caliente. Someti a Rosaria alegremente entre las dos nalgas, dando vueltas a un pauelito con la mano libre, cual un cowboy domando una res. Se licu entre la gente y sigui bailando tranquilamente sobre un colchn salaz, tena ganas de acabar ya pero su pene segua taladrndole el pantaln, queriendo asomarse al balcn del pueblo. Estaba muy cerca, peligrosamente cerca de otro carajo, tan flaco como l, pero menor y tan alto como un ojo de buey. En el display estaba Glassmouth aportando psicodelia, y al fondo se venan agigantando, negros como pjaros, el locutor, Hueco y la vedette maracucha. Se senta bien, se senta bien, se record haciendo esto mismo en un momento indeterminado, no supo cundo haba empezado a dejar de sentirse violado ni dnde haba dejado estacionado al maniqu que vino con l hasta esa esquina redonda. Una chica bajita de nariz ganchuda, bronceada sin dolor, con unos hombros puyudos deliciosos y surcos delicados en las lneas de fuga de los ojos lo tena sutilmente secuestrado en un rincn desde haca un ao. De pronto sinti que una voraz lengua lo atrapaba sumergindolo sin bombona a ms de diez metros. Eso era descender a la muerte, pero no se mora. La muchacha lo impuls por los rieles en cada y l mismo adopt el rol carnicero, buscando un llegadero privado mientras la lucidez peda paso con cortesa. La tom de la mueca y encontr el cuarto de la lavadora, as que con el fro en el culo la mont en la batea y abri la manguera hasta que los escupos salieron liberndolo del torniquete y salvndolo de la gangrena. La muchacha le sonri con ternura, se puso un besito en el dedo y se lo dej como un souvenir. Se subi velozmente las pantaletas y le susurr: Ya vengo, pero como media hora despus Gastn no resisti ms la flojedad de piernas y se retir hacia adentro. Alrededor haba un cubo de vidrio con un esqueleto de lneas metlicas doradas. Haba luna, y algunas estrellas entre las nubes, inconformes con su suerte, queran dejarse ver. La gente se haba calmado un tanto y la msica amainado; poco a poco se fueron agrupando cerca de la tarima para ver a Lucky y los Astrolabios. El cantautor del Caribe estaba como a medio metro de los msicos y Gastn vea todo desde la periferia. El fresco de la medianoche se present y la banda inici su audicin ante la masa de crticos menos rigurosos del mundo y los bailadores ms extticos de la cuadra. Mientras el equipo una latin jazz con rock y disco, el cantante era un
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pirul que no saba moverse al ritmo, pero derrochaba payasadas y sangre liviana. A medida que Gastn lo escuchaba el recuerdo de su timbre de voz se iba guardando en una zona escondida a la manera de un pliego en una pianola. Desenredadiito, record un comercial de champ, pero slo valan la pena las luces y el sonido del timbal, el resto era una farsa. Pase un rato sin msica ya en las venas pareciera que le hubieran sacado un tapn de algn lado y por ah hubiera salido con un silbido todo el vapor lujurioso con el que se sintiera henchido haca un rato. Tena un trago aguado en la mano. Se lo ech encima a una sbila gigantesca y se sent a descansar a la intemperie mientras la cosa segua movindose al fondo; se senta el indigente asomado a la funcin de teatro por la rendija de la pared, pero inexplicablemente a salvo de los agentes. A travs de un aparato de oculista vio personas diseminadas, un grupo murindose, un tipo alto de chaqueta negra hablaba con el cantante de los Astrolabios. Le explicaba algo con las manos, algo sobre delfines corriendo olas, o trombones encima de bases de bajo y batera, tal vez un DJ, para acuar un parche original. El tipo estaba emocionado, el otro le haca seas a un msico para que lo esperara. De pronto atenda interesado. Las dos chicas que llegaron solas se fueron solas, con tres medidas alcohlicas de ms. Glassmouth tena una guitarra blanca en la mano y empez a rasgar cualquier cosa un poco desaliada, no haba percusin ni bajo, as que pareca el huevo de un folclorista rabioso electrificado. Gastn quera decirle que le tena cario, pero de pronto el aparato de optometra hizo un ligero claqueo y ciertas voces sin hielo se fueron en fade hasta la puerta principal. Gastn se despert hmedo, feliz, con los ojos ardientes y cierta podredumbre en la boca; haba vetas de fuego en el cielo as que vio el reloj. Sin sobresaltos trat de enderezar su patrn, pero no hall al copista de siempre, la sala estaba vaca excepto por un echador de vaina degenerado que haba conocido en la universidad. Le hizo el gesto acostumbrado de base por bola y sigui escribiendo algo en una mquina de escribir de los aos sesenta. Sali despejando la telaraa hacia un espacio abierto de su mente, camin despacito, sin arrastrar los mocasines de gaitero que Rosaria le haba comprado, pero justo sin taconear; ya no haba nadie. Los cables estaban despejados, ningn instrumento musical, ni mesoneros, ni cola para entrar al bao. Habra sido un sueo? El tipo en el piano segua absolutamente ido, a lo peor se habra muerto, mir hacia el piso de arriba sintiendo un sbito templn en la chancleta.
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Pero desliz la vista rpido fuera de ah. Recorri el corredor hasta la puerta principal y una corriente de aire le espin una crin olvidada sobre la lomita ms prxima a la nuca. Empuj la pesada puerta despus de buscarle un rato la lgica al invento para abrirla y aviv el paso por el garaje por si un mastn o algo por el estilo. Lleg a la calle y empez a componer los cuadros incompletos de la noche anterior, los kioscos, un mdulo policial, los policas acostados cambio y fuera una seora barriendo un frente opulento, los gordos torsos de los chaguaramos, la grama cuidada a pesar del verano, un terreno baldo con mojones de choro, potes de Riko-Malt y un anuncio de Inmobiliaria Jordi. Diez minutos ms adelante, siempre en sentido fluvial, la parada de los autobuses hacia el centro. La propaganda electoral estaba conspirando bajo una gran pasarela metlica, volaba atrapada en un remolino: afiches anaranjados, volantes blanco y negro y jirones de pancartas ascendan queriendo ahorcarse, con gracia capturaban una terma y se elevaban como reyes zamuros hasta conseguir un canal areo para escapar. Gastn pag los cien bolos, esper que las seoras de servicio y los obreros bajaran entre el alboroto de acentos e idiomas caribeos y se devolvi abruptamente a un nuevo hogar. Rosaria lo mirara entre signos de admiracin, con algo de temor a lo inexplicable, sacara esa ropa llamativa que l se haba comprado en unas vacaciones y se la planchara con esmero, precisin y poco amor. La vida continuaba, despus del caf, la ducha tibia y la sonrisa inabordable, remota y definitiva de Gastn.
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reales del mundo exterior, una cuadrilla de seores que empujaban carruchas con botellones de agua potable cruzaron la calle ante mi sorpresa tan igualados como una escuadra de balleneros. Mi nica compaa era: una seora que vena a limpiar cada dos semanas, era de Tobago, no saba hablar muy bien el espaol ni el ingls, pero me trajo roti fresco la ltima vez; un seor que reparaba artefactos, que en vano sigue deslizando papeles bajo mi puerta con esas ofertas crpticas:
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En mi casa casi no hay artefactos. Slo yo y una nevera que parece un Renault de posguerra. La conserje an me sube la correspondencia y es extraamente fea, no me sonre, no demuestra ninguna pasin por m y sin embargo es la mujer ms cercana que tengo en varios meses a la redonda; me han retirado contra mi voluntad de algunos placeres. Veo por el hueco aquel un tipo con mi cara rindose con mujeres en fiestas, dando crculos para atraparlas como moscas, retando, tomando tragos, pero hoy no veo nada de eso por aqu. A veces visito a mi madre, me plancha unas camisas, me sirve buena comida y habla de familiares muertos. Es lo nico que s. O visito amigos, o me reno con los mismos patanes de siempre a resolver problemas que yo mismo invento, discutir presupuestos que me permiten comprar una o dos bolsas de cajas de envoltorios. Tambin a veces slo circulo por la ciudad y despus vuelvo aqu a desenredar esta bola de problemas con un peine cada vez ms chiquito. Dibujado el contexto procedo a narrar cmo fue ese primer da en el Central Madeirense de Chacato, ante una cajera guapa aunque gorda que no me saluda pero me reconoce. Al lado estaba ella por primera vez, sentada sobre su vigsimo trabajo, fingiendo aprender pero sin llegar. Llegu con una aguakina, dos limones y papel toilet a la plataforma de lanzamiento y sent una mirada cmodamente instalada en m. Su entrenadora le dijo: Si el cdigo no entra, marcas los nmeros as... Sus ojos eran como los de una vietnamita del sur, o sea oblicuos pero agrandados, ms bien como limones de esos que se dibujan, ustedes saben: un gran globo con una rodillita de Popeye a cada lado, bien
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definida cada una. Lindos, fuera de s. Me mir despreocupada, lejos de la explicacin de la cajera veterana. sta se sonri. Yo le pregunt como si ella no estuviera all: Va a trabajar contigo? Conmigo no; aqu puntu. Ya tena prctica diciendo cosas sin significado. Crea conocer aquello de que a las mujeres le agradan los payasos y la pasta de campen. No hay que decir nada que conecte, slo hablar. Y ya aprendi? Est en eso me sigui la corriente la amiga. Cog las bolsas y a los dos das no me acordaba de esos ojos despreocupados, sexuales, de nia distrada y dispuesta, an sin ella saber a qu. Estbamos reunidos en torno a unos planos desplegados. La casa era rstica y formaba parte de un complejo ferial que estaba patrocinando la Procter & Gamble. Slo tenamos que atravesar a diario esos cubculos de gente feliz, procreando ideas sobre botellitas de plstico que se sentaban como patos. A veces los oamos a travs de las paredes de tablopn, emocionados por el curso hipottico de una campaa de televisin. Venamos, cruzbamos ese pas de separadores, mujeres en minifalda y tipos desgarbados, vestidos a lo Clint Eastwood. Esposos quedndose calvos, de lentes, conversando con las secretarias y sorbiendo caf de mquina. Nos internbamos armados de lpices, instrumentos de medicin, rollos de papel, cables y cajas de herramientas. Con nosotros venan unos obreros, llegbamos a las tomas de luz del terreno trasero, ya fuera del edificio y trabajbamos en la ampliacin de las tuberas. Nos tenan una sala de conferencias, con una serie de objetos abandonados y las butacas que estaban por botarse. Poco a poco fue tomando forma y albergando las reuniones del proyecto. Un da de tedio, en la segunda mitad de la jornada, se desliz dentro la chica del supermercado. Pas la lnea de gol y me enfoc en su visor indochino, todo se oscureci a su alrededor, me dijo algunas palabras indolentes que he tratado de recordar y se march. No s por dnde porque no la vi realmente salir por la puerta. Nadie ms se dio cuenta de su irrupcin. La tarde del da siguiente me invent la necesidad de una botella de vodka finlandesa y un alicate de presin visto en la seccin de ferretera y me baj en el establecimiento.
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Los pasillos se haban convertido en junglas, en tneles decorados con ramilletes de maleza seca enrollados con alambre y tensados en forma de arcos. Pancartas anunciaban la Feria Campesina y a la entrada los folletos de ofertas se apilaban, mientras una seora hermosa sonrea, con los colores fuera de su sitio, sealndolas desde la portada. Todas las chicas vestan una indumentaria especial y no la reconoc sino hasta que el corazn me obstruy, baboso, la trquea. Tragu y baj en tobogn, colendose como lo hacen los carros de fibras carnosas, vlvulas y sangre. Lo sent, tirndose desnudo en mi estmago, hundirse alegre e impdico. As siempre haba sido mi rgano de la vida, un mamarracho inconsistente, lleno de miedo y vicios. Estaba en la caja once, casi de ltima. All iban a parar las cajeras menos diestras, los ms puros y virtuosos animales femeninos, enredados en nmeros y frascos que no llegaran a comprender. Tena un delantal rojo abombado hacia el pecho, que dejaba ver el inicio de cierta sinuosidad. Bajo l, una blusa con figuraciones de hortalizas, latas de cerveza, atunes voladores y chuletas giratorias. Su preciosa cabecita estaba coronada con un sombrero de cogollo que le quedaba algo pequeo. Me ment, sent su mirada de venado pidindome calor, compaa, alguna charla o invitacin. As que renegu del pago en la seccin de licores argumentando falta de efectivo. Casi tropec su mano al momento de soltar la botella y el alicate frente a su fingida tranquilidad. Yuxemi era lo ms sexy que hubiera visto en meses. En vano trataba de quitarme de la cabeza la frase que repeta esa cancin de un rapero venezolano medio falsario, llamado Qu pasa. S, suena a folletn barato, pero es que esas novelitas para leer en el avin estn escritas pensando en los ms honestos anhelos de la gente, y yo ms este papel, juntos, somos muy parecidos a esa sntesis de ser humano medio, con ilusiones de brillantez, espectacularidad, deseos vanos de diferenciacin. Con franqueza, yo era un muy comn ejemplar de gente, y lo sigo siendo an sumergido en mi ms absoluta pobreza de nimo, lo que me conduce actualmente a recapitular, memorizar, filosofar hundido en la oscuridad de mi falta de agallas. Sin irme de bruces, ni por la tangente que estuve considerando, estampando mi cerebro virtualmente contra los reversos de los papeles de oferta y anuncios de exencin del IVA pegados en la pared de vidrio le dije cordial, que se oyera: Hola.
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Cmo ests? Y vi atravesar con un chequeo rpido el cartn envolvente del alicate para barajar, en la milsima de un segundo, lo que yo tena a nivel de la bragueta. Era un sueo de post-adolescente, lo admito, pero pas. Eso puedo jurarlo, recordando mis treinta y meses del momento. La entrenadora ocupaba el puesto nueve, dos cajas sobre mis omoplatos. Se haban convertido en confidentes. Cecilia interrumpi pi-diendo cambio. Por primera vez vi el apellido de Yuxemi descendiendo del silln con patas de garza, plstico anaranjado que luchaba sin xito por aplanarle el culo. Yuxemi Curvelo sali de atrs del deslizador de productos. Me ech una ojeada no tan rpida, se mir desde los pies torciendo raramente la cabeza y se baj el delantal, tapndose la entrepierna con un bacalao de abierta boca y ojos que soaban en la costa. Yo trataba de parecer un vaquero pero estaba lelo, no lo poda creer, a esas alturas quera escapar, pero en cambio reconoc a Cecilia, le vi el rtulo sobre una teta y aventur un qu van a hacer ahora? que son tembloroso y opaco, sin eco. Estaba hundido, pero en vez de una mirada de desprecio la amiga solt una sonrisa imprevista. Tampoco era fea, pero como creo que anot hojas antes, estaba desgastada y un poquito regordeta: Esta y yo vamos a dar una vueltica por Sabana Grande a ver si conseguimos novio. Se ri consigo misma. No, mentira, vamos a ver qu hay en el cine Broadway, te quieres venir? Esper una contraorden funesta, una pelada de ojos sobre mi hombro por parte de Yuxemi. Ella pareca aletargada, no deca nada, pareca darle igual. Ni fu, ni fa para con mi equipo, y adems tena alergia o un inicio de gripe. Yo no quera parecer entusiasmado, ni asomar lo que pudiera interpretarse como una echada para atrs. Titube. Esprate cinco minutos all afuera dijo Yuxemi, activndome una taquicardia dormida hasta el momento. Ya esto cerr... cuadramos y salimos... si quieres. Sal con la bolsa: el vodka y el alicate. Trataba de acordarme cunto haba pagado y si me haban trajinado el vuelto. Era una bebida cara, como para impresionar, ni siquiera la conoceran. Fantaseaba con la posibilidad de prepararle un trago inventado a Yuxemi, solos en un chalet de la playa, adonde la hubiera invitado con excusas socorridas, y ella dejndose llevar como suelen hacer para no lucir ansiosas. Justo como yo intentaba. Habra necesitado celery y una copa de boca ancha,
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slo tena vasos de mermelada, uno Vidosa y una remolacha. No servira. Haba hielo, eso s. Me aprest a ver una pelcula de bravucones, uno enorme, el otro enano. Era lo que pasaban en el Broadway. Lo haba visto en el ltimas Noticias casualmente. No fueron cinco sino dieciocho minutos y medio los que pas afuera, entre la muchedumbre que atropellaba como carros que soltaran en rfagas de semforo. Pasaban pequeas piaras encabezadas por los jabatos, pisando pies y mirando feo. Mi periscopio basculaba entre un aparador de tortas, las mochilas rodas dadas a cuidar, un guardia medio marico y la seora de los pistachos, bombones y cigarros. Especialmente ella pareca un cuadro ingenuo, abolidas ya las rayas de perspectiva, casi mimetizada entre la marea de colores y papelitos de envolver. Salieron, sin el saco campesino. Yuxemi se contorsionaba dentro de las mangas de una chaquetica. Se detuvo cerca como si hubiera tropezado con un objeto deslizante: Tengo que conseguir urgentemente otro trabajo. Se acomod unos lentes en el pelo, ya que eran ms de las siete, y se puso retrechera de mentira con Cecilia. Nos sentamos uno y uno y uno en el cine. Yo me estaba acordando de un diseo para cloacas que estbamos por presentar mis socios y yo a una licitacin para el Gobierno. Era un complejo de soluciones habitacionales para los dignificados de Cabruta. Las casitas eran como chalets suizos picados con un cuchillo de pan, los acabados con pinturas ecolgicas eran parte de un proyecto piloto. Si lo aprobaban tendra para seis meses, llenara la nevera, me ira a pasear con Yuxemi en una curiara a la tenue luz de un atardecer guayans, ligeramente sedientos, lnguidos, despus de hacer el amor con furia y ternura en un boho, detrs de una niveladora. Algo de pelambre suave roz mi mano de orangutn que columpiaba a ras del suelo. Me vi cara a cara con la escena en que el tipo canalla, que odia a todo el mundo, le dice al carajo de buenos sentimientos cmo se cogieron a su hijito de cinco aos y mataron con un palo cochinero a su linda chica de Wisconsin cuando se asom a colgar la ropa. El tipo se vuelve loco, llegan unos marcianos eunucos y lo meten preso en una cpsula, todo estaba bien hasta ah, pero, y el sonido? Yuxemi me ofreci cotufas acercndome la bolsita, sus muelas no haban dejado de traquetear desde que entramos sumindome a m en sueos de grandeza. Cecilia se haba dormido y estrell su coronilla
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contra mi hombro, no se haba lavado el cabello en dos das, pero yo no era muy pulcro y no me import. Yuxemi: Se para todos los das a las cuatro y media... vive en la va a El Rodeo. Cuando nos encontramos en la parada de Guarenas ya tiene casi dos horas despierta... Hoy vamos a dormir en casa de una amiga en Los Rosales.Hizo una pausa de maz y agreg: No sabes de un trabajo para m, haciendo lo que sea? No te gusta el que tienes? Dos grandulones sentados atrs nos mandaron a callar, pero yo tuve arrestos para aadir, amigable, como un hermano mayor: Voy a estar pendiente... El terminal de carros por puesto y autobuses quedaba llegando a mi casa. Se atravesaba un puente sobre un pasaje subterrneo y se pensaba en cmo enfocar el hecho, darle color de espontaneidad, presentarlo como un captulo de la naturaleza, las estaciones, el ecosistema. Cecilia estaba alegre, despeinada, un lado de la cabeza le haba quedado chato. Me habl cerca y sent su aliento de hidrgeno. Yuxemi caminaba como en un muelle, frente a las luces de la gran ciudad portuaria. La bolsa ya me haba dormido la mueca y el antebrazo, mis dedos eran unos ganchos de ropa. Subimos y nos tomamos un traguito? propuse, sin imaginacin. Me cost una bola abrir con la llave deformada, el ascensor se haba echado a perder, esperaron y subieron sin chistar ni hacer chistes. No s por qu, en la ltima curva sent que todo se derrumbaba. Que optaban por El Rodeo, Los Rosales, la calle. Abr la puerta de mi palacete y ah estaban, las dos muy junto a m, flanquendome como conejitos. Justo a tiempo record que las ventanas haban quedado cerradas, chirriaron las bisagras y sali un vapor de locos. Pero las dos slo estaban interesadas en el espejo, la poceta y el conjunto de cermicas descascaradas al fondo a la izquierda. Entraron juntas, y yo me haca un cuadro con nicamente contemplar esa rayita rastrera de luz amarilla y algunas gotas formando un quedo alboroto. Puse tres vodkas en mis manos y ms tranquilo, los coloqu en el piln de revistas mientras abra el ventanal principal. Una columna de minsculas chiripas iba en direccin al cortinero, donde no haba cortinas sino unos huecos oxidados. Sus pancitas tenan forma de escudo y un par de antenitas en proa les daban aspecto de dibujos. Eran chiripas
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del tipo atigradas o no s, que tienen rayitas divisorias, tal vez no muy hendidas en su caparazn, ya que estos insectos no tienen piel. Son cuerpos escamoides casi rectangulares que hacen la funcin de fuelles de acorden para permitir un mximo de movilidad cuando el pequeo ortptero se dirige en bsqueda de alimento o en veloz huida, hacia su guarida. Esta variedad, que es ms bien una bonita cucaracha de saln, se define mejor como una cochinilla dado su pequeo tamao, variedad en la alimentacin y preferencia por habitculos ms reducidos que sus congneres ms comunes. Su cuerpo no es tan resistente y es ms verstil ante los cambios lumnicos del ambiente que las especies de mayor tamao. Salieron disparadas, como una sola trenza de zapato, por un orificio hecho en la pintura de la pared. Las mujeres a su vez regresaron del bao, cagadas de la risa. Cecilia se haba abombado nuevamente el pelo, ambas se haban retocado un poco el maquillaje. Una confusa comiquita de dos cabezas de dientes, cachetes y labios se me acercaba sonriente. Les di los tragos y me escor en la ventana relajado. Mientras la reserva de hielo mermaba peligrosamente, Cecilia fue adentrndonos en las carreteras del paisaje larense, llevndonos por su infancia, dejndonos espiar su adolescencia en Sanare, ingenuos noviazgos, vulgar prdida de la virginidad en plenas fiestas del coliflor y la lechuga. Por eso se volva una propela, bulla de actividad, se coloreaba con la visin de las ofertas campesinas del supermercado. El camionero aquel, promesa de coleador de cebes inmensos y humillados, invirti en una bodega antes de ponerse gordo a recordar su pasado picaflor con una cerveza Regional en la mano. Ella, una novia a los diecisis, a los veinticinco, con el susto de quedarse soltera y sin trabajo, pidi prestado y cogi el autobs. Ya no le importaban algunas cosas de las de antes, haba tenido amores taxistas, cursos de comercio, un viejo casado dueo de una distribuidora de perros calientes le haba prometido divorciarse, tena un trabajo de diez aos en la cadena. Se aplast dos lgrimas esculidas con la ua de un meique y quiso que bailramos. Me sent psimo porque en diez segundos moviendo los ojos dentro de mi chapa frontal slo di con el siguiente repertorio: tres compactos, uno de Chick Corea, recopilatorio; Debussy, de las ediciones del peridico; y uno pirata en vivo de los Sex Pistols que me vendi un Hare Krishna. Sus manos se extendan hacia m, amables, casi suplicantes, y de repente acudi un rayo salvador. Mi cerebro estaba pugnando por colocar en orden las piezas
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de una esperanza: el disco de Wilfrido Vargas sin cartula que consegu cuando me mud y no haba botado. Yuxemi me ech una miradita divertida que quera decir varias cosas a la vez. Entr en el bao y lo encontr con los surcos rellenos de polvo detrs de la poceta. Lo lav bien con Ace, le vert vinagre blanco y frot delicadamente con una mota de algodn mientras observaba por el rabito del ojo cmo Cecilia segua vaciando el vodka sin agregarle ya hielo. Puse el disco que arranc lento hasta que la liga del pick-up sin usar por unos seis aos tom la forma adecuada. Yo me imaginaba el anillo de Saturno a punto de reventarse por una grieta, pero no s por qu entend su compasin. No haba de qu preocuparse, bail con las dos alternativamente hasta que Cecilia decidi rodar un poco la silla de manera tal que quedaba en un rincn como vigilndonos, se quit los zapatos pero no nos vea. Estaba algo triste, sonrea con dulzura y vea hacia lo negro por la ventana. Yuxemi me pregunt por la computadora, nunca haba usado una. Se la prend y ense un jueguito necio de unos califas que se caan a coazos; se rea y tena la facultad de ponerme alegre de verdad. Era una risa que sala fcil para caer en el patio como chorro de metras rebotando, esparciendo el deseo de cogrmela para siempre y en intervalos del segundero. La dej un rato matando monstruos de mil turbantes y le pas por un lado a Cecilia. Pareca dormida pero me atenaz una pierna con la fuerza de un hombre. Le agarr la mano y se la bes honestamente, aunque mir veloz hacia la computadora. Alc la silla unos centmetros con ella encima y su cabeza se recost de la pared, se le haba abierto un poco la boca y pareca mayor. Me acerqu al monitor por un lado de la nuca de Yuxemi, ola a un perfume fresco que con frecuencia perciba en los autobusetes sin saber de dnde llegaba, le dije un hola cerca de la oreja derecha y sent que se sonrea dbilmente, ofrecindose. De repente peg un gritico y me tens, replegndome un mnimo: le haban acertado con un mortero, en una esquina estall un montoncito de calaveras desparramndose. Me agach y la agarr con firmeza entre la cintura y los glteos, bajando mis manos lento hacia las caderas, acerqu mi boca a su pelo y dio un respingo. Volte la cara hacia m, sus ojos sufran, era como si me amara. Pareca teatro. Nos besamos empezando a enredarnos como dos matas, apartando la silla de la computadora que chirri un tanto sobre el piso, sin despertar a Cecilia. Mis manos le haban desabrochado los botones del Levis 501 y corran debajo de los bordes de su pantaleta.
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Cay con los ojos cerrados sobre mi colchoneta doble y empez a ondular apenas perceptiblemente, como una hermosa anguila. Se quit ella misma los blue jeans hasta que pude verla completa, frente a m, esperando la estocada; yo quera volverla un colador. Sus pantaletas brillaban, infrarrojas o ultravioleta, sobre su piel terracota: un ovni en mi cuartucho. Nos rozamos y empapamos, en tres horas hicimos casi todo lo que un hombre y una mujer pueden hacer juntos sin matarse. Tena resquicios, cuevas y sonidos por todas partes. Al final nos hicimos un ovillo, las caras muy cerca, y apual mi corazn de esta manera: Yo saba que ibas a ser as de tierno. No hizo ninguna alusin a mi destreza sexual y me sonroj, destellando brevemente en la oscuridad del cuarto. Ahora ola a animal acorralado. Me puse sus piernas alrededor de mi cuello y sent su hendidura de chocolate recibirme cremosa mientras la empujaba fuerte contra la pared. Omos como en sueos unas sillas caerse y a Cecilia carraspear fuera, una nevera que se abra y la textura noble del agua escurrirse sin intermediarios por una trquea seca. La maana siguiente no trajo incomodidad salvo por lo pudorosa que se volvi Yuxemi despus de nuestra noche de trajn mojado. Se tranc en el bao unos cuarenta minutos, como a las cinco y media, y no acept compaa ni nada ms. Se haba levantado nerviosa, como si la hubiera dejado el Metro o algo as. Era casi de da, el Metro estaba ms bien por regresar de su descanso. Cecilia estaba de nuevo sentada en la silla del rincn, una de esas como de saln de clases rural, pero se haba baado, lavado un pelo que ahora era como una aleta de tiburn, perfumado suavemente y lustroso. Su cara haba palidecido pero se vea ms joven. Una mirada de resignacin pequea no le impidi sonrer al verme haciendo equilibrismo con las dos tazas de caf. Ella haba conseguido la greca y el poco grano que quedaba al fondo de una lata de t chino sin hacer comentarios ni inventarse problemas, a pura lgica y con pericia de mujer entrenada para culminar cualquier vendimia, por pesada que fuera. Pareca una hermana, sin reproches, como si no nos hubiramos visto en diez aos y de repente regresara, dejando vaca una botella de vodka lapona para ponernos al da. Busqu dos franelas blancas para que trabajaran bajo los petos tiesos del supermercado sin tufo a sudor, semen o cigarrillo. La que le toc a ella promova la gestin de un concejal yaracuyano; me la haban dado cerca de Morn en tiempos de elecciones mientras medamos los puentes a reemplazar
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despus de un desborde del ro, a la altura de Farriar y Marn. Nos comimos unos parguitos en un kiosco de colombianos, nos estaban asaltando a mano armada y en eso lleg este seor Guanipa, estrechando fuerte, dando palmadas de nimo y repartiendo mercanca de promocin a ladrones y clientes. La de Yuxemi era de un refresco, no me acuerdo cmo haba llegado al armario. La puse en el respaldo de la sillita de la computadora. Sali secndose largamente el cabello. Un hilo de sol se colaba ya dentro de la habitacin pintndole de rojas las hebras apelmazadas. Hablaba con los dos sin dejar de frotarse las puntas con la toalla, y lo haca de forma tan casual que pareca estar en la cola de pagar el telfono. Y esto? pregunt, con la franela hecha un gatico muerto entre sus manos. Todava hueles un poquito a hombre se me adelant, cruda y sin aditivos, Cecilia. Bajamos temprano. Yo tena que resolver cosas con mis socios en los bancos. Era crucial que llegramos a un campamento del sureste de Gurico el da siguiente a ms tardar. Montbamos el sistema de informtica en un nuevo campamento petrolero. Todo estaba frgil, en esa etapa llamada de pre-produccin, y era un trabajo de asiticos. Me imaginaba otra vez el calor. Tena la mente desordenada por los lti-mos acontecimientos, slo haba dormido como hora y media, pero me senta en cierta forma como el torero que pica el toro y se sale del ruedo sin terminarlo de matar. Cecilia me dio un beso amistoso, de mujer que sin embargo poda dejar las expectativas en un freezer y buscarlas no s, ms tarde, el ao que viene, en diez semanas si uno se pona a tiro. Yuxemi me alent con un beso carnoso entre el cachete derecho y los labios. No saba cmo interpretar eso, ni su volteada a mirarme cuatro pasos ms all con otro besito en el aire y la mano diciendo un adis infantil. Si su boca me hubiera contactado del lado izquierdo tal vez la hubiera presentido ms a mi merced, entregada. La hubiera tomado con fuerza, o a mis anchas, esperado en una poltrona antigua con un puro en la mano, hacindome el mercader de xito. Pero haba sido a la derecha. Adems, segu su contoneo hasta que dobl casi cuatrocientos metros ms all, todava sin uniforme, atrapando el saludo quizs demasiado cercano de un individuo con aspecto de monito y una franela verde que, incluso, la tom por la cintura al adherirle su beso de enano en la mejilla. Yo tena buena vista,
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ese cunene estaba obsesionado, un tanto enamorado, demasiado impresionado para mi gusto. Y ella se dej hacer. Olisque mi suerte en el aire de la maana y me tragu el contenido de un tanque de gasleo. Trep en el autobs de los Magallanes de Catia y me fui al banco. Estuve diez das alelado, idiotizado por el recuerdo de Yuxemi, la comida del campamento y el nico canal de televisin que llegaba al sur de Gurico. Llegu a lamentar haberme baado cuando jorungaba mi entrepierna para aliviar el lquido y no encontraba su olor, eliminado por las espumas de jabones hipo alergnicos. Picado de garrapatas en cada centmetro bajo mis rodillas, sala a dar paseos por el pueblo cercano, jugaba al pool y coma una racin de asaduras con miradas socarronas agujereando mi espalda, entre turno y turno. Casi no le di a la bebida. Hubiera sido muy fcil. Tena que pensar como un adolescente en ella, pero tambin recalaba el macaco de la franela verde, su apretn, me llevaba la mano a la cartera sin recordar haber dejado apuntado un nmero de telfono. Nos agarr un tro de chubascos con su serie de apagones y con ello se retras el regreso a Caracas. Un regreso melanclico y eufrico, a ratos fatalista, lleno de sudores, chistes evasivos entre compaeros, miradas de jabalina lanzadas ms all de una cordillera cualquiera que no alcanzaba a ubicar en los mapas. Llegu demasiado temprano a Caracas y sal por un poro del Metro a las siete. Recorr el bulevar hasta su punta de comienzo y regres cuando abran el mercado. Qu s yo, no habra nada sano en el apartamento, necesitaba diablitos, agujas, tal vez un tranca-palanca. Cecilia me mir de inmediato, se alegr y despus de su sonrisa apunt al piso, recordando. Enfrente estaba yo, o mi doble, en una puerta de vidrio, con los rasgos un tanto diluidos, ms flaco, el pelo cortado como con serrucho, duro, lleno de ro. Mi piel estaba cocinada y grasienta. Haba olvidado que en los ltimos cuatro das no haba visto una gota de agua corriente. Me le acerqu con la confianza de todas esas jornadas compartidas en un recuerdo. Yo pensaba en Yuxemi, pero unos metros fuera del cuadro, en el mismo cuarto estaba Cecilia, tosiendo, emitiendo ruidos extraos con su nariz, hablndonos, bebiendo a grandes borbotones. Le sonre y sent partrseme las comisuras de los ojos. Ya no trabaja aqu fue el saludo despiadado con el que me paraliz las pulsaciones. Con el tiempo justo para verme cambiar de color hasta mi apio cenizo de siempre, continu.Tranquilo, yo s dnde est.
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La abrac en un exceso repentino de confianza, sin pudor por quedar al descubierto ni por mi insoportable olor a cebolla hervida notado haca cinco segundos. Me separ atragantada por la presin, colorada, y todava disfrutando, recogiendo unos volantes regados en el suelo yo senta que se haca de nuevo mi cmplice, cada vez ms, sin importar lo aadido, lo que se postergaba entre nosotros y la mirada inquisitiva de otras cajeras, un gerente que se buscaba los mocos sobre el bigote con un bolgrafo, all atrs en la oficina, y claro, el enano verde, a quien reconoc as se pusiera de perfil y fingiera plegar unas cajas de cartn demasiado largas. A media tarde llegu al final de esa especie de culminacin del juego que alguien como siempre, posiblemente un desequilibrado payaso amarillo con pinta de asesino, estaba practicando conmigo. Un mueco de palo con los colores rasguados, cien veces relegado al armario y otras tantas sacado a colacin, a empujones, para matar la ladilla. En el umbral de la casilla que otorga el premio. En la maana haba pasado a menos de doscientos metros de all en lnea recta, hecho una mata de nervios, destrozado moralmente, metido en la ms vergonzosa ignorancia. El Metro haba traspasado una vez ms el tnel con su carga de carne cochambrosa y a la altura de Chacao me haba acercado, a un ridculo incapaz como yo, a un insensible como tantos otros, a dos cuadras del Sambil. Despert trastabillando, caminando sobre tablones sueltos, hielo quebradizo, me impuse por primera vez en algunos aos un poco de presencia, porque coraje ya sera mucho. La vi desde los talones con su nuevo uniforme, falda y chaqueta elegantes, una batichica de las ventas, azul entre los perfumes. Su cabello caa en volutas gruesas, rojizo, sobre una espalda erguida de tela no tan cara. No me vio por un rato, incluso despus de que hube infiltrado la tienda, fingiendo yo, como tambin es natural, interesarme en unos frascos incomprables color cuarzo. Segua hablando, narrando algo a su compaera de representacin, una rubia de ojos y boca pronunciados, sensual y descarada. Sali una corta carcajada de su boca que concluy la de pelo amarillo, como si remaran juntas en la mismo piragua y no debieran perder el aliento de los metros finales. Se volte casualmente y me recibi con las finas cejas sorprendidas en arco, una sonrisa mejor de la que yo hubiera querido. Nos besamos no tan acorde al decoro de un centro comercial de ese nivel. La rubia mir un rato la escena con expresin de cierto inters que pronto
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cambi a disgusto, y en degradacin, a supremo aburrimiento y luego asco. En los lmites de mi mundo la vea arrastrar unos frascos de esmalte mnimos por el mostrador, sacar de su pechera un telefonito celular y empezar a contar necedades en voz alta. Esa tarde, la primera de una serie intensa de encuentros preliminares, le brind una hamburguesa en El Papagallo. Tomamos dos cervezas y me estren, como un animal hbrido entre burln y desilusionado, con su nuevo acento, entonacin o algo extrao, postizo, ubicado entre la voz, sus manos y la manera en que ahora entornaba los ojos. Estaba nerviosa y me termin gustando entera su interpretacin de una chica ms sofisticada. Era una actuacin imperfecta, sin haber deglutido el manual ni las tcnicas, ingenua, dedicada slo a m. Despus de una tercera cerveza le dije algo al odo y ella, como si esa calentura ma en el llano me la hubiera inventado completa, sin mucha cordura, pero eso s, respetando hasta las comas de su guin, me respondi: ...Claro... si voy a pasar la noche con alguien me encantara que fuera contigo. Yo no segua del todo su semntica, el contenido de cada palabra. Era un mal cocinero, se que atrasado con relacin a los comensales sirve los platos cercenando los cinco minutos en que se remata la coccin, ni qu decir del reposo con la olla tapada mientras se dispone la cubertera. Slo quera retomar lo que se haba iniciado casi dos semanas antes. Y hacerlo ya. Esa noche inici errticamente, arreando un taxi catarroso hasta la entrada de un hotel, en mi casa paraba un hermano hasta el da siguiente, y todo, todo menos incomodar el reinicio. En la entrada un nuevo revs, haba quedado corto de efectivo. Pero a Yuxemi, lo haba olvidado, no le arredraban las pequeas miserias ni los contratiempos. Abri su nueva cartera y sac los tres mil bolos faltantes. Incluyendo algunos golpes en las paredes que parecan sobresaltarme ms a m que a ella, la noche brind generosa todo lo que contena. Yuxemi estaba tranquila, su trabajo en la perfumera empezaba a las once de la maana, ella llegaba sobre las diez y media, con ms tiempo del necesario para hacer desaparecer de su piel y apariencia en general toda huella dejada por la noche. Yo me haba asegurado de comer bien, as que las espumosas fras, tan proclives a dejarlo a uno algo fallo de plvora, no hicieron mella sino hasta ese cuarto asalto doloroso, un placer de torniquete que me dej como de once aos.
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Una vez librado de la invasin de mi hermano, la vida se hizo un ritual que a manos llenas regalaba lo que encontraba en sus gavetas, al desorden. Yuxemi no pona limitaciones a mis antojos de meses sin anotar. Me sembraba hasta el cuello en su suave terreno de adelante o, me arqueaba hecho un columpio para desenterrar piedras en su prpura patio de atrs hasta que me succionaba como una galaxia monstruosa vida de naves y satlites perdidos. La despertaba abordndola por los flancos y me dejaba hacer por su sapiencia en trance. Despus coqueta, dejaba que saboreramos tranquilos aquellos olores dulces en nuestra mente. Se quedaba tranquila, feliz, sabiendo algo entre mis brazos que pasaban de abollarla a formar un nido de algodn para que descansara, con una sonrisa que no haba visto en los medios de comunicacin. Una noche, sin embargo, sentada sobre la silla nueva de mimbre en incmoda posicin, mientras se arrancaba una media eterna profiri un cuchillo: Necesito urgentemente cambiarme de trabajo. Lo deca simulando desproteccin, con las cejas como dos tejas, entristecindole los ojos. Negando la dbil curvatura de los labios. Al tiempo, abanicaba las pestaas y yo las vea, supersnicas, cmo circulaban en cada fotograma hipnotizndome. Me llevaba a un sitio irreal, que haba sido mullido pero ahora se le salan los resortes por entre los parches vencidos, mal puestos. No lograba encontrar la fuente de mi mala posicin, la escoliosis que me pinchaba en el cerebro tapndome la verdad. Empezaba a abrirse una puerta y de atrs a salir un humo de hielo seco, de concierto satnico de los aos setenta. Comenzaba alguien a avisarme algo que no se poda or entre el corneteo indefinido, un rumor de aguas potente que difuminaba todo lo que yo intentaba araar con recursos poco entrenados. Logr recordar mis prximos pasos. Pero ya estaba de costado, con ella, en la colchoneta doble, explorando su infinita cara de ctrico, acaricindome la palma de la mano y la columna vertebral con la textura de su cabello. Los rezos de mi madre funcionaron sin avisar y en slo tres das recal en Cabruta, con dos de mis socios que se haban comprado ropa especial contra los zarzales. Arriesgando sus ahorros sobre la supuesta estabilidad de los meses por venir. Yo traa lo mnimo porque la contratista nos provea de mosquiteros, comida y herramientas ms all delo necesario. Habamos sido unos toderos resulvelo-todo hastaese momento, sobrevivido en condiciones precarias del terreno, sacado petrleo
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y carbn con las manos de cualquier pared. Y habamos perdido toda fe. Entonces, la primera noche, despus del reconocimiento con las autoridades del pueblo busqu en mi libreta italiana del 84 y all estaban los nmeros:
Yuxemi Curvelo S. Miss Lizzy 266-5803 731-2670 Cl: 5553427
Ya unos metros dentro de la carretera volv sobre mi idea tarda de dejarle la llave del apartamento, para que fuera all y lo impregnara. No confiaba ni aspiraba a arreglos florales ni toques femeninos sobre la funda de la nica almohada escachapada. Conque entrara alguna vez y diera vueltas por ah, paseara sin lgica y dejara una mano sobre el marco de alguna ventana, pocos segundos, abriera el caparazn para tomarse un vaso de agua. Perdiera el tiempo como un rebote de piedra en el agua plana unas cuantas veces ms, mirndose las uas, haciendo un puchero sola. Se levantara dejando una impronta viva de cincuenta kilos en forma de clave de sol a la que yo pudiera recurrir mi primera noche, al regresar. Con eso estaba pagado. Pero los rezos fueron demasiado instantneos y no dejaron tiempo al valor de reunirse en torno a esa idea, de dejarse carbonizar al menos por una nica vez. Record a Cecilia. Yuxemi me haba contado sus intenciones de volver a aquella casa materna en Lara. De recuperar un terreno familiar y ponerlo a producir con sus manos fuertes. La vea regordeta y honesta, en la falda de una montaa verde, sudando suavemente por el pesado trabajo de recoleccin: zanahorias, repollos y remolachas que gozaban en sus manos, baados en tierra hmeda. Un sombrero campesino de realidad, sobre la paoleta blanca. Una mano puesta como alero sobre la frente para mirarme llegando por el horizonte, sus ojos entrecerrados por el resplandor del sol. Yo subiendo la cuesta por un camino en zig-zag, ella saludando ahora, rindose con su bienvenida larga, para todo el da y toda la noche. Para nunca ms volver a la ciudad de los huecos negros, donde todos se pierden y nadie ms se encuentra. Regresaba a Caracas, la que me conoca y entenda, sin compasin. Marcaba su nmero, que por supuesto haba dejado de serlo. Lamentaba mi torpeza por errar en cada detalle. Marcaba su clave y oa la voz gelatinosa de la operadora, el paso previo a la obtencin orgullosa de un telfono celular, el buscapersonas intil porque yo no tena telfono
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dnde ubicarme de vuelta. Recordaba nunca haber memorizado cmo llegar a su casa, la de sus padres, en Guarenas o una urbanizacin inventada de los alrededores, en un radio insondable de miles de casitas clase media. Me paseaba por todos esos jugos fermentados, un mes y medio despus de mi marcha al sur, pensando en que la encontrara de alguna manera. Que tocara a mi puerta a una hora inslita de la noche para traerme de nuevo la vida. O estara para el resto de los aos tras un biombo inabarcable, siempre a punto de aparecer detrs de una esquina de concreto, abandonando el tele cajero diez segundos antes de llegar yo por casualidad, resistindose a cualquier coincidencia en la boca de un centro comercial de moda. Mandndome saludos con todo el agua de su cuerpo al toparse con algn amigo mo, conocido suyo, que no me traera la buena nueva de una direccin, por olvido, error u omisin. Pintndose la boca enmarcada en su espejo oval, sentada en una humosa parada de autobuses, sin trabajo, casada con el enano?, acaso ya con un mes de embarazo.
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Mereyes acaramelados
El seor de bigotes lleg hasta el extremo del pasillo tan rpido que las dos puntas de sus zapatos chirriaron como cauchos de carrera, dejndolo parado en forma de cono helado por un segundo. Cuando se detuvo, sac una mano subliminal del bolsillo y dej los boletos plegados entre las hendijas de los muebles, dio media vuelta como en las pelculas francesas y se hizo pequeo por el corredor. Tena un pequeo kepis que se balanceaba sobre la cabeza azul y abra y cerraba las puertas de los vagones igual que (si fueran) las de un frigorfico y l estuviera confinando colgajos de res ya etiquetados. El andn era fro como el hgado as que lo caminaron en una carrera de obstculos, evadiendo postes y cubos de basura, pensando que el ltimo se quedara congelado para la venta, con el colector aserrador de cuellos retorcindose su bigotillo detrs del mostrador, mostrando las cicatrices hirientes de su boca y sealando la pulcra pero miserable decoracin del cuartucho con cierta inclinacin de las arrugas, justo en los fiordos de sus ojos. De repente, de noche trancada pero a las 7:30 se pararon junto a la oficina de la estacin a frotarse las manos, ngela sac sus guantes que parecan de astronauta malo y pudo vivir otra vez. En la esquina de esa calle de Amityville, Gabriel la abraz un poquito, como si tuviera un pequeo campo de fuerza que lo repeliera sin ella, y l y Javi
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encendieron sus cigarrillos. Rubn Coll fue a hacer una llamada y al lado de la cabina un negro joven le clav un beso a una rubiecita vestida de oso, y le dio sus saludos de Accin de Gracias a un familiar sentado al volante de algn Pontiac, Oldsmobile o Chrysler reciente. Daisy Coll de Monte era slo Monte en Estados Unidos, y en Venezuela solamente Coll para no parecer una ensalada. Timothy es buena gente deca Rubn de vez en cuando pero bastante aburrido. Su mam era irlandesa y el seor, un dominicano que se hizo de dinero localizando prospectos de peloteros en San Pedro de Macors y otros caseros del Caribe. Entonces era bien encarado y de rasgos anchos de bagre, pero alto, delgado y soso, aunque atento. Casi siempre se le pegaba un tema y nadie lo sacaba de all, ms con dos o tres vinos encima. La casa estaba esa noche en medio de una fila de viviendas de mar restauradas, con cierto aire puritano de almacn, un costado de embeleco en la fachada y esos ojitos despiadados en el segundo piso, donde se estrechaba la cabeza, que eran capaces de mandar al infierno a cualquier mundano de Europa o Amrica del Sur al menor descuido. Se bajaron de la camioneta y se fueron como corderitos detrs de Rubn que los condujo dentro, entre las escudillas y bandejas, algunas caras de estreimiento, otras risas apagadas y seores con el espritu un poco serruchado y la cara roja. En la casa haba calefaccin pero la gente reunida pareca seguir teniendo fro, juntando los brazos alrededor del cuerpo y slo extendiendo algo el antebrazo para recoger una copita de licor dulce o vino. Todos fueron presentados en aquella sala estrecha, donde gracias a una iluminacin exagerada que rellenaba todos los rincones reducindolos a un lienzo sin fin los rasgos parecan aplanarse y unificarse, pero por lo menos se cortaba la posibilidad de un ncubo saliendo de los stanos con intenciones incendiarias. Colocaron dos botellas de vino tinto junto a las dems y abrieron una para cotillear perezosamente mientras el turno de cenar les llegara tambin a ellos. Por toda la casa se sintonizaba la sensacin de moderacin y austeridad, macerada en abundantes platillos y buenas cobijas, pero los corredores y el estar parecan no aptos para las visitas. Daisy de Monte se sent sobre la cama llena de almohadones y con una cordialidad extraa pregunt por Venezuela. En su cara no se activaban todos los msculos de la sinceridad, haba un muro detrs de su mirada y un
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stiro desnudo escalando por su labio inferior que deseaba saltar y clavar en la alfombra una lista de infamias y malas noticias. En Venezuela se necesitaba un sacudn general, tena que pasar algo que abriera la posibilidad del cambio, pero las calamidades se han ido acumulando por mucho tiempo plant cara Angela. Ahora tenemos que sobrellevar algunos traumas pero no es culpa de el Presidente ret. De una u otra forma iban a pasar cosas duras, estuviera ahora quien estuviera en Miraflores. Son los primeros en llegar de Venezuela y decir eso reprob Daisy. No le gustaba lo que oa, quera refuerzos para sus teoras y las quera ya, pero era corts; polite diran los publicistas. Y es que tengo entendido que el hombre es un poco autoritario, aqu hay temor y las noticias son... diferentes. La lengua de Daisy trastabill y atin a decir la frase con varios espirales de ojos evasivos atornillndose por toda la habitacin. Rubn, sobre todo Javi y de alguna forma tambin Gabriel queran empujar esa pequea divergencia como un carrito YMCA hacia el despeadero ms cercano. Justo lleg entonces el hijo mayor de un do que hace rato correteaba por la casa. Hablaron la madre y el muchacho un rato en espaol y en un mal cacareado remedo que, antes de suicidarse entre sus dientes, se atapuzaba en el paladar del chamo. Finalmente el carajito opt por el ingls; la mam alternaba ambos idiomas. Y cmo les va de trabajo? forz la sonrisa Daisy. Angela tambin sonri sin los ojos, pero se qued en neutro. Quieren comer ya?. Y se levant poniendo rumbo a la cocina. Su gorda figura pas espesamente por el pasillo y en algn momento pareci salir de un cuello de botella, halada de los brazos como un corcho despreocupado, frotndose las manos. Los invitados se acercaron y empezaron a hacerse notar, tomar sus platos y cubiertos. De pronto todo el mundo estaba en la salita, incluyendo a los adolescentes, hijos de las parejas mayores. Todos atropellaban con sus fuentes, atorados en el escaso tiempo de las propagandas, contestando en ingls las preguntas sobre sus preferencias. Una muchacha en sus catorce trat de abrir la gaveta de la vajilla justo en la espalda de Gabriel sin decir nada. Slo hasta que ste se dio cuenta del clandestino intento pudo dejarle el paso libre. Thank you dijo la informe casi-nia, chocando con la sonrisa dura de Gabriel.
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l no habla ingls le reprendi Daisy, excluyendo de la civilizacin al aludido que no aclar nada. Dile gracias en espaol, t sabes insisti la gorda, y la chiquilla musit algo. Gabriel pens que le daba flojera y arrechera pensar en ser hispana: Le sabe a culo concord consigo mismo en ese momento. Se sent cada cual en el espacio que pudo en el cuarto y mataron un hambre encarnecida de varias cuadras, horas y comida de restaurantes de autoservicio. Era el caso de Javi, apaleado hasta el atasco por su convencimiento de no poder salir del circuito Taco Bell y McDonalds. El plato se vea variado de relieve y los colores sobrios, cremas, carnes y souffls se vestan de tonos pastel, aunque algunas vetas verdes interrumpan la monocroma, sin pasarse la calle de la estridencia. Los sabores lechosos y uniformes eran celebrados a veces por unas papilas que, sin embargo, no se sorprendan nunca. Pareca que la sazn de estas seoras de Colombia, Per y el Caribe sudamericano haba sido olvidada en algn ro del Trpico, en una olla puesta sobre la roca ms orillera, a merced de las crecidas de las quebradas; o abandonada en el terminal areo el da de la despedida, en una palangana desbordante de secretos y picores descartada deprisa como equipaje no imprescindible, justo antes de abordar por el tubo de goma negra con pisadas varicosas de felicidad, embriagadas, hacia el porvenir boreal. Contando los pollitos junto a la ventana con las circunstancias metidas en el bolsillo, sin peligros de escasez y saqueos, sin destellos ni verborreas del color, sin Sayona ni conucos, ni referendos cada tres meses con changa italiana y Elvis Crespo en las cornetas de las tiendas. Los chamos de la reunin eran todos iguales: pantalones anchos de pana, frenillos en los dientes, parecan quedarse sin batera al escuchar alguna pregunta adulta. Excusndose con la cabeza metida en un hombro hacan sus pucheros sobre las clases, la licencia de manejar o los discos sonando arriba. Slo haba una gordita con el culo saltarn que subi y baj varias veces, circulando por los espacios con los cachetes rojos y su chaqueta amarilla zumbando al pasar. De pronto no se saba si eran sus nalgas las dos bombas rosadas que cortaban las caras de las barajitas sentadas en las sillas rectas de los confines. No. Sin embargo, no era atractiva para nada, ni pareca darse cuenta de esa tronera en su actitud. Lorenzo Poroso y Marta, su esposa, eran de esas parejas mitad Buenhogar, mitad negocio levantado con sacrificio. Un toque de decencia, un golpecito de audacia y un mar de cordura los tena bien
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plantados dieciocho aos despus. Ella era hermosa, una mueca victoriana embutida en blue-jeans ceidos y un cardigan holgado. La barbilla de Marta sala como un toronto de su papadita y sobre ella, un valo perfecto no dejaba adivinar dnde estaba su nariz si no se colocaba de perfil. Miraba alegremente con unas turquesas alegres, sin lujuria, cndidas y satisfechas. Lorenzo estaba aplastado en su aburrimiento, el cuerpo se le sala de aquel alma anclada dentro de la camisa y su copete afilado de quechua. De vez en cuando alzaba la copa hasta su rostro y vea a travs de ella una escena ya archivada en un lbum hinchado de naderas. Pensaba en la empresa de transporte Nazca, en su sociedad con otro peruano armada de tres camiones de cerveza, y en una ltima partidita de ftbol que haba jugado hace tres aos en un colegio de Lima, antes de su borrosa visita al cementerio para soltar una flor sobre el recuerdo de su madre. El contacto con la manga de Marta lo desacomod. Ensay a sonrer y asentir con la mirada perdida sin saber de qu estaban hablando. Los Cubilln eran pretenciosos, Claudia pareca la mam de Andrs y ste la rehua en la pequea habitacin, evitando cruzarse con su mirada en un propio trapezoide de circulacin areo; chocar sera derrumbarse con todo y la pose liberadora de Espartaco Santoni, tener que desinflar el pecho marchito dentro del sweter de oveja ibrica, bajar el sable (slo una copa de Merlot comprado a los chinos) y volver a hablar bogotano, un acento cachaco persistente que protestaba entre el siseo de residente de aos en el Levante. Claudia, tan pequea como un macaco, tom las riendas del servido y crea dar vida a la fiesta con sus referencias a Sudamrica, a la inseguridad, a las atrocidades que se lean en los peridicos de all, a las bombas y el miedo. Tambin haba una abuelita en un rincn, muy probablemente suegra de Lorenzo, que tiraba algunos dardos con la mueca suelta, desde su balcn privilegiado de retirada. Seguro la viejecita saba a lo que jugaba desde la poltrona, atrincherada en una inmunidad de no te hagas el loco que es contigo, pero camuflada en la oportunidad si preferan pasarla por alto. Una vieja de cuidado, sin duda, y lo ms divertido de esos treinta metros cuadrados. Daisy quera pasar una guadaa por el cuello de aquella vbora reseca, y guardarse sus aretes en los charovaris como botn cosaco, pero era toda sonrisas en su vspera de siglo nuevo, represando la furia latina detrs de la sacarina sajona y sus ojos de gato malediciente.
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Esta era la gente con que se contaba esa noche, no pidan ms. Se poda cortar rabo y oreja con un palillo de dientes, pero en un territorio como ese, prestado y entregado, se dieron a la tarea prolija, sin fisuras, del poltico venezolano: Nunca digas algo hiriente en una reunin, a menos que no haya posibilidad de sacar la limosna. Haba vino y mucha comida, ya trasegada y por trasegar, eructos contenidos y dos tipos de pay, as que se dispusieron a or el discurso de la Cubilln. Una vez vi en Colombia cmo a una seora le sacaron todo el sueldo con un sndwich de billetes y un montn de papel peridico. La mujer qued perpleja en medio de la calle y me mir con ojos ms incrdulos que desesperados. Me quitaron todo dijo, y lo repiti. Era todo lo que tena la pobre seora, un veintitrs de diciembre. Yo apret bien duro la cartera y me encontr con Andrs ms adelante. Los hombres compartan con la polica, me cont Andrs, lo estaban haciendo por esa zona de Bogot marcando a la gente dentro de los bancos y yo no lo poda creer. Aqu es muy tranquilo y la polica es honesta, honestsima contrast con una mueca de pragmatismo, mientras bajaba sus prpados, dejndolos caer como toldos sobre la ensaladera. Los muchachos estn seguros aqu mientras crecen posdate. Ni siquiera conocen, ni quieren conocer Colombia. Igual dice Joey, siempre cambia el tema cuando hablamos de Venezuela. Fue a los doce aos y no le interesa. Por l no regresara ms nunca recit casi orgullosa Daisy. Fuimos a Guatopo y unos grancarajos, dizque brujos, nos robaron la ropa y un Tupperware de sancocho; el pobre Joey siempre se acuerda de eso. Estuvo llorando todo el camino de regreso, en interiores y con picazn se veng por ltimo, con ambigedad caribea, de su drama clase media clavado en el asiento trasero de una Wagoneer y, de apa, de la blandenguera de su hijo. Rubn se acerc a Gabriel y le empaquet todo su desprecio a los clones de los Backstreet Boys. Al odo le susurr su teora sobre la total ausencia de curiosidad de los adolescentes en la nueva patria. Fuera de Estados Unidos lo mismo les daba cmo se llamaban los otros pases, e incluso si haba pases, para ellos la vida ms all de Norteamrica era igual al boceto sobre el funcionamiento de un motor Meschermitt, algo pasado, escabroso y complicado que en nada los beneficiaba. Amrica del Sur en particular era un salpullido de vergenza que deba soslayarse en las charlas, pasando en marcha olmpica por las adyacencias de su mencin inoportuna. En cambio, una enorme albndiga de proteccin
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paternal, bebidas de colores raros, moda rasa y televisin era la racin suficiente para su piel llena de granos y ganas de manejar carros. Eran los noventa y el sexo adolescente sala mal parado en las canciones pop y mensajes de publicidad, slo papelitos acaramelados y metederas de mano en los cines se vean llegar hasta la Navidad. Hasta que chupuln!, llegara la universidad, quizs otro estado, una ciudad diferente y un cuarto lleno de pajas secas en las paredes o retratos de tipos bronceados sonriendo, inseguros. Entonces de pronto, con suerte, una buena metida de pata traera la calma de nuevo al cuerpo. Javi iba y vena de la realidad, mientras sin vergenza ni cordura se serva un segundo plato igual de grande que el anterior. Perdido en pensamientos algo confusos y tristes, se dio cuenta que las seoras de la reunin no haban avanzado mucho en la escala humana slo por mudarse a un mundo ms seguro, limpio y lleno de oportunidades intelectuales donde se inclua la memoria. Parecan personajes de los programas cmicos venezolanos, embadurnadas las caras de polvos rosados, vestidas con ropas poco originales a veces costosas, vulgares y mal combinadas, largando voces cortantes ecualizadas al desastre cbico que no daban chance a una idea de atravesar el cruce de trenes. Javi comi untndose los malos presagios, los que siempre tena alojados, cmodos en su sala de estar, presentes a toda hora y dueos absolutos de las decisiones. Los vea apoltronados, altaneros, cambiando canales porno ignorndolo totalmente a l, el verdadero dueo del cuarto. Entonces Javi recibi esos recuerdos involuntarios, donde toda persona conocida por l en Caracas tena algn origen pobre o lejanos primos mal baados en El Guarataro, una abuela muriendo de mengua en un casero hmedo de Monagas o arrimada, llena de deudas y trapos, en casa de un hijo lamentoso: un apartamento en el piso quince de cierto bloque tiroteado con los ascensores daados para siempre. En esas aceras, escaleras y pasajes siempre se escuchaban los sartenes friendo tajadas y caraotas, matrimonios demoliendo vrgenes de porcelana, parejas susurrando y locutores gritando nmeros o caballos ganadores. La voz de una princesita (con el pelo pintado) evadida del mismo ambiente, sonaba entre los cartones queriendo parecer sofisticada, a travs de un parlante vibrador, dndole una vida cclica y eterna a la desidia de los guionistas. Esa era la Venezuela que recordaba mientras masticaba con los ojos pegados a la pintura de la pared. Claro, en ese captulo no aparecieron las trancas de carros, las montaas verdes, goteantes
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frente al mar, ni los centros comerciales de vidrio. Pero esa era la Venezuela que salaba las heridas a esta hora. Este pas de brujas y NFL haba fragmentado el hilo de la historia dejando asomar en el registro slo relmpagos de cosas malas y postales tursticas, pero nada de identidad. Javi se par derecho hacia el pastel de auyama y se puso dos trozos grandes con el instinto de supervivencia sembrando una lanza en el lomo del pudor. Y sus ojos rebotaron en los vrtices como bolas de maquinita, abarcando toda la fajina hasta que desaparecieron los pedazos de torta. El cuarteto de visitantes se par de la cena sin mucha etiqueta, Javi y Gabriel voltearon sus copas en sendos vasos de cartn y, con ngela momificada en abrigos, respondieron a la sea discreta de Rubn. Se queran fumar un cachito de monte chapaleando tierra frente al mar de Amityville, oleaje de balleneros puritanos que bajo sus encajes de espuma guardaba tal vez osamentas, juramentos de hechiceros y cascos de chalupas hundidas, en naufragios llenos de lloros desesperados de mujeres y maldiciones arrogantes de hombres fuertes de nimo, con altos sombreros de hebilla y ojos de llamas furiosas. Los sobrevivientes haban parcelado estas dunas hacia 1700 para fundar sus familias sobre la base del aceite de los cetceos hasta construir una comunidad floreciente. Las mujeres embarazadas, con sus cofias sobre la cabeza y entrepiernas enjauladas, eran a la vez demonio de la carne y germen de la pequea colonia, la semilla irrigada que al menor desvo del calor sera manchada por toda la costa, desgreada y expulsada, tal vez apremiada con perros de caza o quemada por una horda de maridos y mujeres maldiciendo. Pero ahora esta costa slo era un murmullo, una pradera de agua con esqueletos de viejos rboles zozobrados en los ros y encallados pareciendo astas de alce, sobradas de algas negras que se estremecan como las barbas de un inquisidor entre el aire batiente de tres grados centgrados. Javi estaba ansioso de fumar y despej el papelito cuadrado al cruzar apenas el puente, en medio del pavimento y la ancha orilla. Arm el tabaco y encabez la expedicin por el lado de afuera del pueblo, entre las huellas de las camionetas y las crestas de arena que cansaban los tobillos al caminar. Esa faja de tierra traa volando los sonidos de las casas (no muchos), los pasaba por sobre sus cabezas y les daba un bao marino para devolverlos salados y distorsionados, aullando, hacia el centro de la pequea ciudad. Era un regimiento de sonidos suaves, fantasmales y
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amistosos que para nada asustaban. Ms que eso, acompaaban la pequea excursin de Rubn, ngela, Gabriel y Javi junto al vuelo imposible de ese albatros enorme, all paralelo. Al chisporrotear la punta del cigarro con las ltimas promesas de la marihuana quemada, dos Marlboros salieron de los bolsillos para cambiar el sabor del humo en la boca de Gabriel y Javi. Cuando salieron los cuatro del tramo de playa iban jodiendo parejo, alborotadas las ideas, los recuerdos y las ganas a secas de cagarse de la risa. Junto al terrapln de salida a la calle haba un gringo estatuario parado en pelota, al resguardo escaso de su balcn oxidado, fumando tambin para saludar o agradecer la porfa de su bisabuelo escocs, pensando en nada como una aparicin. Pasaron cerca de la casa embrujada, martillando el silencio grosero de las calles con sus chistes, suposiciones y malos clculos. De ninguna ventana sala un brote de msica, ni un apunte irresponsable. Slo alguna charla apagada o el sonido de unos labios apagando velas se adivinaban de los reflejos tembleques tras los vidrios. Rubn empez a cantar una cancin de Amanda Miguel muy alta en ridculo. Rubn meda casi dos metros, pero sus facciones estaban distendidas como las de un nio pidiendo algo, ladilla, en un paseo con los tos. Segua a tranco largo hacia el otro lado de la baha y se rea, burln, si alguien se acordaba de la estrofa perdida aunque la estropeara. Continu entonces, destemplado, trayndose de regreso esas canciones infames de las telenovelas, o xitos pacotilleros de radio que todos haban deplorado, pero conocan. Ya por el malecn de madera, de inslito barniz y precisa ingeniera, apareci todo el repertorio de desecho: Diego Verdaguer, Mari Trini y Las Mocedades, Melody y el do Dos Corazones, Rudy La Scala y el Raphael menos recatado. Mara Conchita versin Villa de la Amistad:
Acarciame, con manos lentas enloquceme con besos y con mimos quireme amor de amar, amor de piel...
Rubn cantaba, Javi aportaba algo de arreglos y Gabriel recreaba esa letra escarbando entre los tpicos, tratando de emparejar mientras ngela coreaba, dbil, compitiendo en desafinacin y olvido. Y todo esto sala en manguera hacia el mar como un chorro de qu importa,
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desde un mirador en el bulevar, entre carcajadas que rompan el toque de queda al humor. Ley marcial en Amityville. Un polica pas cerca tratando de captar el tufo con ayuda de su perro pero continu de largo a la misma velocidad que antes. Estaba de un humor sombro, pero cagado de fro. Regresaron. Las volutas se despejan y la risa se gasta. La excursin los llev a dos kilmetros de la casa y el camino se hizo urgente. En el patio de adelante los muchachones los atajaron con preguntas que nadie se esforz en responder. Slo Rubn hizo un intento claro, aunque guaireo: Fuimos a dar una vuelta por el malecn. Maricn?, qu maricn? Pero insuficiente e indiferente, hasta intil. Nadie se detuvo a explicar nada. Los chamos estaban afuera y ni ellos mismos saban cul botn apretar para que las horas pasaran. Javi entr de primero y cogi un platillo de postre, la reunin se haba disipado lo suficiente y slo Timothy Monte se haca notar repitiendo que nadie, nadie llegara a tiempo a la estacin para tomar el tren de las once y siete. Era imposible. No. Mientras se recogan las cosas, se despedan, se terminaban las tortas y manejaban hasta all se habra ido. Tendran que esperar hasta las doce y nueve. Rubn tena razn. Este tipo era un necio, un pendejo con la lengua suelta y las tuercas de la boca flojas. A quin le importaba llegar a tiempo un da tan absurdo como ese. A quin le importaba nada como que un tren decrpito cubriera sus rutas con la exactitud de un cortavidrio. Gabriel tambin se sirvi torta de auyama (el tradicional pumpkin pay de caja cuya mencin siempre le recordaba a Pumpkin Push enemigo de Ricochet Rabbit o en su defecto a los Smashing Pumpkins). Por curiosidad. A la vista el pastel tpico de ese da reuna las cualidades del cemento y la compota. Deba ser bueno y lo era. ngela se sent a su lado y rechaz un bocado. Se qued ocupando el puesto de la seora Poroso que se estaba despidiendo, tan cordialmente que provocaba asfixiarla con un puo lleno de pay. Claudia Cubilln segua presidiendo la velada. Gabriel record las palabras despectivas que le dedic Daisy, mientras cenaban en el cuarto. Justo cuando la otra dispona las fuentes y le daba una mano en la cocina. Pero eran ciertas. Esta enana acaparaba las virtudes de la buena gente. Era machacona, presumida, ignorante, pulcra y leal a las viejas amistades, contra viento y marea.
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Durante la tragedia de Armero hubo muchas manifestaciones del valor de la gente. Todo el mundo se dio la mano (y es que el pueblo entero se afect, por lo menos dos muertos por familia), las seoras cocinaban, los hombres cavaban y sacaban escombros, por todas partes se vean muestras de solidaridad. Pero en la desgracia aparecieron tambin los aprovechadores. Mire, eso era un caos, por un lado llegaban los aportes de comida y ropa y por otro se organizaron los farsantes para robarse los sacos. Cuando se dieron cuenta, ya haba una red que haba sacado la mitad de las medicinas y lencera de los enfermos para venderlas en el mercado negro. Fue a mitad de esa frase gruesa como una gota de petrleo que son la puerta de atrs. Los adolescentes estaban dispersos en la parte frontal de la casa y el jardn del vecino mostrndose unos cohetones ilegales. As que nadie se percat en realidad. La propia oradora crey escuchar algo y subi el freno de mano. Detrs de la casa haba un depsito de materiales para construir techos, el tallercito de reparaciones y un viejo sunfish con la vela agujereada. Eran las diez y cincuenta de la noche en la calle ms al nordeste de Amityville. Claudia sonri y coment algo acerca del regreso en ferrocarril. Ellos se iban en carro, pero vivan ms cerca. El hijo mayor seguro que armara un berrinche para llevar conduciendo la camioneta hasta la casa. Cuando iba a seguir volvi a sonar ese toquido en la puerta de atrs. Esta vez fueron cinco golpecitos que retumbaron como campanadas en el saln, tal vez gracias a la acstica del traspatio y los huecos hechos por el aire fro entre la atmsfera y el corazn. Javi se encogi de hombros y sin dejar de masticar se ofreci: Yo voy dijo simplemente. Y salt al suelo desde el banquito de patas largas donde se haba sentado para dar sepultura rotunda al postre. Se sacudi las migas y el pegoste de las manos frotndose velozmente, y se hizo negro a travs del corredor bajo el peso de doce o trece ojos paralizados de terror y de torpeza.
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La muerte de Equis
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Nada. Listo. Estoy muerto. Quieto ah, me dijo el tombo, quieto ah me qued. Rechinando los dientes. Mirando como un loco los pelos en el hocico del caballo. Contndolos, parecen antenas, uno, dos, tres, hasta ah me acuerdo. Alto, qudate quieto rata, me dijo el paco silencioso, montado en el caballo. La cabeza del caballo es ms grande que todo mi yo, enterito, aqu como un zorro enjaulado, espantando la tierra hacia los lados, entre el cacareo de las gallinas que convierten el cercado en un campo de concentracin. Entonces cae un pulgar sobre el tuquito de palo que asegura la reja de cicln y el dueo del conuco entra con ese chopo destrozado pero que quema como un rifle nuevo y me dispara, y cada pedazo de mi musculatura salta hacia los lados y dos o tres gallinas mueren tambin, entre el estruendo. Mis ojos quedan fijos, amarillos, viendo un guijarro, nunca me imagin un final distinto ni siquiera otra versin en la que los jirones rojizos, empantanados con mis fluidos de desesperado, no quedaran guindando de las pas. En esta historia Care Bombona yace acostado como un cogido feliz, sumiso, chorreado, seguro que se queda dormido ante el terror como si hacerse el desentendido le eliminara la pena de saberse jodido o, ms an, lo evaporara de la escena, debajo de un pauelo de mago. Se
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encoge como un gusano, escondiendo la cabeza, parece como si los flecos pegados a su cuerpo se convirtieran en cauchos y esos cauchos le dieran movimiento, eso es, de reptil. Prate ah, ests jodido X. Qudate quieto (malandro de mierda, pedazo de pstula, hocico sangrante). Detente inmediatamente (maldito virus, chatarra de gente, poro infecto). Detente en nombre de la ley. Ests pillado. Coo! Y t deja de relinchar, no es una culebra, es una rata y las ratas se exterminan, se matan, se agujerean y se entierran en un sitio hmedo, lejos de la gente. Tranquilo, bonito, tranquilo Matador. Te dije que sueltes el bolso y te muevas para all, no te muevas o disparo, coo! Seora, todo est controlado, no haga nada, no se mueva. Coo de la madre, te lo dije! Este no le va a pegar al aire, este es completico para tu lomo, toma, mierda. Y yo. Para qu me met por aqu?Para qu? Yo s para qu. Para no pagar dos carritos, despus de todo es slo un trechito por el parque, con apenas dos bolsas que no pesan nada, y all mismo estn los edificios rojos, un poquito ms palante las casitas y despus ya estoy adentro, Sacando las ramas de celery, el papel tual, los huevos estos que se reventaron ahorita. Los huevos para el perico, ms vale que hubiera agarrado el carrito que tambin me deja a dos cuadras, pero calle arriba, donde est el otro terreno abandonado donde incluso me dijo Marimar, la vecina, que se comen a la gente, que hacen fogatas y lo que huele a pincho en las noches son nios que sacrifican y le sacan la piel all mismo como si fueran chivitos. Pero entonces, para qu pas por aqu a yo ni me acuerdo. Me orin toda la falda y ese, ese que est ah se va a escapar, seor polica, ese vagabundo se lleva mis cosas, se est haciendo el loco!
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El da lleg sin que se diera cuenta. Haba dormido toda esa noche fuera, arropado con peridicos, pegado a una pared para que el viento no lo reconociera y lo dejara atrs sin pararle bolas. A veces le levantaba un poco un lado de la cobija rellena de letricas negrsimas, como hormigas en caravana o heriditas hechas en el pupitre con la punta de un chuzo pequeo. Una colcha ms amarillenta le separaba de la grasa de motor, gozosa sobre el suelo, despus de tantos cambios de aceite y botes de los carros desvalijados en esa acera. Eddilson durmi all unas pocas horas entre ayer, anteayer y la semana pasada cuando intent sin
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La muerte de Equis
mucho guramo lo que esta vez s consum, lleno de orgullo. Se consigui un aro cromado del faro delantero de un Mercedes, del 67, se lo oy decir a los choros Pan y El Demente, que usaron para robar una casa. Despus lo echaron por un barranco, ni siquiera lo vendieron por partes en El Junquito ni nada. Estaban en medio de una rumba de Echao Patrs y Triple Filtrado. Cuando eso pasaba, El Demente ni poda abrir los ojos completamente, pareca estar bizco bajo sus prpados, aunque eso se tena que adivinar por los bultos que se le hacan y el movimiento de su cara. Pareca tener una metra circulando bajo la piel. Le brotaban los labios como la boca de una trompeta, as anchsima, y daba la impresin de un disco de esos viejos que de repente se quedara sin gasolina, o sin liga, no s. Pan no se le enfrentaba cuando estaba as. Yo estaba cerca, sentado en un murito roto, ms all, y me vieron. Mira carajito, treme esa palanca, me dijeron, porque, eso s, no perdan el hilo de lo que estaban haciendo. Luego de eso se les meta como el diablo por dentro y slo pensaban en unas jevas que vivan por ah para arriba y que eran candela. Eran hermanas y las dos saban cmo volver locos a los tipos, una de ellas tena cangrejera, a la otra le gustaba slo por detrs. Esa caminaba como una vaquera, pero era bocona y estaba buena. Bueno, Pan desarm unas cosas del carro y despus a los dos les entr una paranoia en serio, fueron a robar en una urbanizacin que queda cerca y le escuch decir, al otro, con su voz de disco, que lo iban a incendiar. Esta maana Eddilson se consigui unos tornillitos y unos resortes que se vean magistrales, como obras de arte uno detrs del otro, si ponas los ojos a ras del piso. Hace tres, cinco o siete das levant el pedazo de tela entre el cuarto y el resto del rancho y, sin avisar, llen de fuego y pimienta negra el rincn del altar, un tuqueque vio la escena patas arriba, adherido al techo; en el cubil de tres paredes y media deformado como un trapecio rebot el plomo como una hora. La pistola pesaba mucho y se le resbal a ltimo momento, pesaba mucho y era negra tambin, igualita a un submarino, brillante, como un pan lijado, el negro hediondo ese se cay del catre con todos los pelos en punta, tena los bucles melados, estirados, tiesos como de loco, se tir al piso buscando las chancletas, me dijo maldito, maldito y gate con los ojos brotados. Me maldijo cinco veces pero su mirada no me lleg a atinar, estaba rascado y ciego, herido por las virutas de vidrio que estallaron y quemado con la cera del veln que despeg como una hlice, acabando leche roja por todo
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el cuartucho. Mamata s me hall. Me encontr justo en el marco, a punto de disparar de nuevo, me la quit, me arrebat la pistola como si yo no existiera, me chup toda la fuerza cuando peg aquel salto, estaba en dormilona, con un prpado marrn, pero hermosa, con los pelos alborotados de estar revolcndose con el negro hediondo, ola como a tajada frita, salt y me jal el corazn, lo puso en una mesa y me atiz en la cara con una lata de pintura llena. Sal de all hace cinco, siete, tres das y no me vino a buscar. Esa plvora era para el cuero de ese negro, no para el verde raspado de la pared. Ese tiro era para llevrselo lejos, para otro lado en donde no mirara nunca ms la cunita con esos ojos de caimn. Un da voy a volver, vuelto un demonio, embrutecido. Me voy a parar en la platabanda y voy a rociar de gasolina el rancho, cuando ese negro est durmiendo, enrollado, en la tarde, con tantos litros de caa dentro que va a estallar como un cohete chino, lleno de gas. Despus, cuando llegue la vieja en la noche, con la carajita y mis hermanitos, volvern a construir la pared cada que da al barranco y todo se arreglar, todos llevando bloques como en la pelcula que vi un domingo hace aos, pasndonos los baldes de cemento, las esptulas, haciendo una cadena humana y cantando, aunque a lo mejor si Pan y El Demente nos ven as se van a burlar, y a lo mejor hasta nos tirotean y todo y me queman ese culo, por andar inventando pendejadas. Pero s, eso s, el negro gevn se tiene que morir de la peor manera. Prefiero verlo como una salchicha mientras se quema rodando cerro abajo, o explotando como un saltapericos, lo voy a sembrar con vainas, tumbarranchos y se va a morir como un perro ese cooemadre. Ayer estaba soando en la concha de Pan, donde nos metimos, yo de lleva y trae, ellos porque manejaron y cantaron la zona en un robo de banco all abajo en El Cementerio. Me dejaron estar aqu, en este pico del cerro desde donde se divisa todo este lado de El Valle y un pedazo de la boca del tnel. La mierda esa parece un monstruo fumando, con los ojos cerrados y botando humo hediondo todo el da y toda la noche. Se ve macabro con su melena de ranchos a cada lado y fum crack con estos choros. Me qued dormido toda la tarde, acurrucado entre unos sacos vacos y un olor a orines viejos, pero me despert con fro. Estaba soando entre dormido y despierto en la poca de antes, cuando yo iba a la escuela Luis Espelozn, me mandaba mi mam bien temprano con algo para que comprara unas galletas de soda y desayunara. Haca fro
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La muerte de Equis
como ahora porque eran las siete de la maana, me baaba con una perola gris, me estrujaba las orejas y trataba de dejarme bien peinado, con la franela blanca, el bulto y los tiles, todo listo para bajar corriendo hasta la avenida, coger el gigantesco autobs y aprender sobre cien cosas antes de quedarme dormido en el turno de la tarde, despus del arroz y el alita de pollo rosada, elstica como saliva, del comedor. Soaba con los llanos, con Boves, los lanceros, las vacunas, los experimentos y seoras vestidas de oscuro que hablaban en idiomas muy elctricos y se baaban dos veces al mes porque haca fro, mucho fro en sus casas. Pensaba en luz, en relmpagos, dinosaurios y aviones sin despegar, en planos, guerras, acorazados y capitanes con bigotes y patillas pobladas. Pensaba y lea, lea, pero sobretodo vea los dibujos y foticos descoloridas en los libros escolares, bajo el techo de gallinero que mi mam haba puesto como en un patiecito interior, lleno de matas, donde haca un calor muy fuerte y los zancudos eran grandes como tortugas. Llegaba, me quitaba toda la ropa menos los calzoncillos, sacaba una silla del comedor y me sentaba ah, todas las tardes, reflexionando, con un ojo que sala del barrio por la rendija entre dos bloques y otro puesto en los mismos libros de siempre. Hasta que lleg el negro hediondo, asqueroso, con los ojos rojos de la caa, con su espalda sudada de camionetero, una camisa guayaba tiesa, siempre abierta para que se le vieran los chicharrones del pecho, a irrumpir todas las tardes, comerse las sobras de la nevera y armar peos. Al principio a m no me joda, me vea como quien no entiende nada y tiene miedo de algo ms pequeo, se paraba en el marco de la cocina y emita un uggg de oso atragantado. La vieja no nos explic nada, slo se limitaba a rerse en la noche, metida en el catre del fondo con ese mierda, y un da lo vi jorungando a mi hermanito. Me vio parado con la tapa filosa de una lata de sardinas en la mano, se volte sorprendido y dijo un uggg para s mismo, se hizo el loco y se corri. Yo tena once aos y pesaba cuarenta kilos, segn la balanza de la escuela. Despus sent un ardor en la cara, era El Demente, que lleg a la concha y me azot con un trapo mojado. Me dola el cuerpo y pens que me haba vuelto paraltico. El Demente no era tan feo cuando estaba sano, se pareca a un negro bandera que bailaba changa en la televisin, en unos programas de vacaciones para chamos. Haba un gordo punk que daba vueltas sobre sus tobillos y pona las manos sobre la cabeza con las palmas
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volteadas hacia arriba girando, o ms bien fijas, pero que por el efecto parecan rotar como una hlice, una letra ele o varios brazos de princesas llevndole cestas y cambures a las momias. Ese negro no se pareca a El Demente, el punk tena una chaqueta de algodn que le quedaba pequea y pelo slo en el mirador. El otro era ms galn aunque no bailaba tanto, tena los ojos separados, uno a cada lado de la cabeza, casi de pescado, y el pelo hmedo, ondulado, relleno de gelatina. Tambin tena cicatrices de zancudos y rubola en la frente y los cachetes. El Demente era ms o menos as, pavito y buen pana cuando no estaba endemoniado. Trajo una arepa para cada uno y unas presas de pollo de Arturos. Las mas me las tir en el rincn y me faj a comer aunque tena la boca seca, tan seca que cada vez que tragaba me tragaba tambin parte de mi lengua, hasta que empec a atorarme en serio y El Demente tuvo que hacerme vomitar de un coazo en la espalda. Devolv, busqu lo primero que encontr, una botella con una vaina caliente que casi me explota los ojos, me com un puado de tierra del piso y volv a tragarme la comida masticada. El Demente se cag de la risa y me dijo que me iba a poner un nombre porque la verdad es que yo estaba loco de bolas. Se qued pensando, amenazando con el apodo, hasta que la sonrisa se le qued aplastada en la cara. De pronto se eriz como un gato, se tir al piso y me jal con l: Cuidado, carajito, me dijo. Nos quedamos con las caras muy cerca y se sonri, pens que iba a inventar una vaina rara porque el tipo era un diablo, pero no hizo nada. Se par, se sacudi la mugre y vio por la ventana. Cuando lleg Pan se pusieron otra vez a fumar, esta vez piedra, y a tomar ron. Una de las jevas de arriba, Juliana, lleg con Pan. Se pareca a un tipo que haba visto en un afiche en la avenida, un transformista que tocaba guitarra elctrica con un traje de torero y que era tremendo drogmano. Juliana tena una minifalda corta y se sent cerca de m a hacerme preguntas, yo me haca el duro, aunque me faltaba mucha rueda para ser malandro. Eso ya lo saba, pero trataba de disimular poniendo cara de culo y quedndome callado. Me puse a fumar piedra con ellos y creo que la jeva me abri la bragueta y me sac el gevo, se puso a mamar hasta que se me par, me unt dos dedos con su propia baba y me dijo qu era lo que quera. Ola raro, como a yodo, y tena espinillitas por toda la espalda, pero cuando me baj al piso y sal del rancho haciendo eses era tan hombre como los otros dos. Era de noche y encendieron un bombillo que guindaba de un cable; al fondo, en un
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cuadrito borroso, los tres se rean, se gritaban y se amenazaban. Pan le acerc una mecha de candela a la jeva hasta que casi le quemaba la cara, con una mano le agarraba la pelambrera y con la otra le mostraba algo as como un dao en su barriga: Mira lo que me hiciste, mira, y la soltaba, la solt y cay de culo en una silla de hierro vuelta mierda que tenan. La mujer pareca una bruja, un chivo con los ojos anaranjados quemndose sobre palos, me resbal y derrap por una pendiente hasta que me desmay entre un viaje de basura. La cara de Pan es igual a un queso Palmizulia sin cortar. El tipo es un mono blanco con el pelo catire casi al cepillo, pero malo. La cara la tiene full de huecos y es muy cooemadre. Pero cuando sent su aliento de culebra en mi oreja me acababa de recoger del basurero. Yo estaba envuelto como un maharaj en volutas de naranja podrida, en los pies tena cartones de leche y en los codos mierda de perro, y creo que por la noche me sali bigote. En el camino al rancho, medio andando, medio arrastrado le cont al Pan sobre el negro inmundo, rata, que tena coaceada a mi mam, le dije adems que yo lo vi metindole mano por debajo del paal a uno de mis hermanitos, y que ya mi hermana mayor le tena celos a Mamata, le sala con vainas y una vez la amenaz con un vaso de mermelada roto, pareca una gata verrionda. Tena doce aos y yo s que el negro tambin se la estaba cogiendo. Pan se estaba ladillando del cuento, me meti cuatro empujones seguidos, gru no s qu vaina y llegamos al rancho. Me qued como un mariquito, arrecho, en el rincn, me sent en un saco de cemento seco que deca Harina Pan. Y entonces Pan volte su horrible cara de queso hacia m y me ofreci dos cosas. Me dijo: Son tuyos, pero lo matas y te vienes, y despus aadi, No te cagues, ni hoy ni maana, pero t sabes.... Mi cabeza deca que s, mi boca se abra, imaginando, para respirar mejor. Para terminar, Pan se sent muy junto, con las botas del pantaln sobre la palabra maz y me explic el funcionamiento de la pistolita, dijo cmo se llamaba cada pieza y despus me orden: Ponle un nombre porque desde hoy esta es tu hembrita. El chuzo, casi un machete, me recomend portarlo en la manga de una chaqueta. Desde ese da siempre cargo una puesta. Juliana lleg con Surinam, una bombona envuelta en peridico y, un poco ms atrs, formando una jaula de hienas revueltas, El Demente. Vete pa fuera, menor, me jodi apenas al llegar. Y Juliana, poniendo la cara ms larga, que casi le arrastraba por el piso, por primera vez me pareci una mujer. Me sal del rancho
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con arrechera y en diez das no port por ah. Diez das, cuatro o tres semanas. Lo suficiente para quebrar al negro, perder la pistola con los carajos del otro lado del cerro, que por suerte me dejaron ir vivo, escaparme por todos lados y tener que robarle la comida a los perros. En la ltima estacin del Metro, me qued dormido y ese grande marrn, flaco y fesimo, me mordi la cara. Eso fue anteayer. Sal corriendo y con la picazn, el sangrero, el hambre y cierta locura que me hizo arder la cabeza, me desjuaringu el ojo con mi propio chuzo siete-coloresde-xido-posibles. As, como un coleto lleno de vmito me aparec en la concha de Pan y El Demente no s cundo. Tena dos costras que se me cruzaban por el prpado derecho, formaban una X de termitas que palpitaban. El Demente estaba calentando agua para hacer caf en una ollita desperolada y se acord. X, te voy a poner X, me dijo. Y no me pareci mal, la costra tena su feeling, yo era el ms duro de los tres y acababa de cumplir diez aos por esos das, ya haba perdido la cuenta. Yo haba conseguido pega haca poco tiempo, lo cual era muy fcil. As que sin darme mucha cuenta tena encima un muerto, y al perro tambin le di cristiana sepultura, no sin antes desollarlo y hacerme unos pinchos en una fogata de un basurero al final de la va del Metro. Sentado, o casi incorporado, me vi en el reflejo de una taza de carro, pareca un cclope, un ngel del infierno. De repente me sent poderoso, pero me quera morir y empec a gritar como un loco. Casi al momento subieron varios tipos en camiseta, obreros, de ms abajo, Pan y El Demente se haban perdido y llevado sacos, la mesa, el catre, hasta la puerta de tela metlica desapareci. Estaba yo solo en el tierrero, revolcndome, ms moreno, lleno de grasa, medio desnudo y como despertando de un sueo donde un viejo chivo que nunca mostraba toda la cara tocaba acorden con mis costillas. Me toqu el ojo y era verdad, tena uno slo. Entonces todo lo dems tambin era verdad. Me agarraron entre cinco o ms y me bajaron del cerro hasta una escalinata, me cayeron a empujones aunque por respeto, nadie me pate. Pas frente a una casa con balconcitos, vendan putas y sacaban fotocopias, una viejita se persign y me bendijo. Saba que ya estaba muerto. Vi esos cartelones, familiares, con los nombres de las calles, pero no reconoc ninguno. De pronto y estaba en un pas extranjero. Por fin haba viajado, salido de Caracas, sin darme cuenta de nada.
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Las patas de un rabe zaino pasan nerviosas reventando las larvas, las hojas limpias, tostadas, despus de un aguacero. El barro fro se va esparciendo por el lugar, una pista de motocross, un circuito para viejitos gordos y tipas buensimas que corren oyendo radio para estar ms buenas todava y tirar como unas locas desenfrenadas con tipos que vienen a buscarlas en carros plastificados, sobre los cuales revientan las gotas de lluvia que vuelan plateadas por los aires como mil bigotes de gato dejndome ciego. La boca del albaal se rebosa de fango que fluye tranquilamente por acequias, hasta el mar. A Eddilson lo botaron de su cama a los diez aos y diez meses, se sali de la escuela medio ao antes, mat un negro, un perro y se muri l tambin. Desde el tubo vea pasar los cascos pesados, bajo patas grciles que podan aplastar. Eddilson haba visto unos batallones infinitos formados de hombres con faldas de listones y arcaicas armaduras, gigantes con yelmos sobre enormes corceles nrdicos de mil kilos. Sobre ellos abrieron las puertas de Macedonia. X le tena miedo a los caballos, slo a los caballos. Frot los gruesos alambres de la reja por el lado de afuera del parque y Care Bombona lo sigui. Care era un rapero de la calle que se haba vuelto marico en la crcel. Era como un ao menor que X, pero una cuarta ms bajito y flaco como un gato. Slo cuando haca raps era alegre, se le salan las palabras de la boca como una gandola que no quisiera parar nunca ms. Y era la mujer de X, no porque le gustaran los hombres sino por necesidad. A ver: X haba tenido unas seis mujeres contando putas, locas, adictas y una vieja gorda que se qued dormida entre ocho toneladas de trapo, X se lo meti por un pliegue de cuero curtido por los orines viejos y acab en dos minutos. La gorda no se despert pero X le rob el dinero que haba mendigado ese da, unos ahorros en un pote de leche y la paoleta. Esa fue su sexta mujer. Fue hace dos meses. Care Bombona no se haba acostado con ninguna mujer, pero le gustaba verlas pasar con sus lycras. Se haca la paja y X se rea de su pinga pequea. Vamos a estar claros: X se coga a Care Bombona por necesidad tambin, no era sencillo tener mujer en estos lugares y con esas fachas, sin los carros plsticos rojos y todo eso. X tena guramo para asaltar, consegua la comida, la robaba o la peda, consegua la pega, la robaba o la peda, ya no ms crack, ni ms piedra. Ya no eran malandros, choros de alcurnia, eran mierda que camina, tres ojos abriendo brecha sobre el pantano.
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Los caballos expulsaron a X del parque, no los policas montados en ellos. Esos eran alfileres prendidos encima de los animales, estatuillas de plomo que no vean las ranas en las fuentes cenagosas, ni los bichos escondidos durmiendo en las caeras. Eran los caballos los que se daban cuenta de todo y giraban los ojos, con ese espanto y fuerza grande como una pelota que slo pueden echar de una mirada ellos, los caballos. Me sacaron y atrs se vino Care Bombona. Ya casi no haba lateros, huelepegas y choros en el camino principal del parque. Estaban del otro lado de la reja, pero escasamente lo atravesaban, aun en la noche oscura. Unos borrachitos, padres de familia que se salieron, tenan salvoconducto para lavarse en un estanque antes de la hora de entrada. Casi nunca se baaban, uno de ellos se sac el palt rado y se le resbal en el agua a las cinco de la maana, se lo puso y se durmi con la pea en Plaza Venezuela hasta que el sol lo recalent. Se muri tres das despus con pelusa dentro de los bronquios, cuentan. A veces Care Bombona consigue algo recogiendo latas, las lleva ms arriba, le dejan las sobras y se baja de vuelta. Dormimos aqu y pillamos a las seoras que vienen de un abasto y van hacia Mariprez. Las ms duras no hacen caso del ojo, slo tuercen un gesto de asco o salen corriendo gritando groseras y llamando la atencin de unos viejos taxistas que se paran antes del puente de hormign. Una vez Care Bombona se tropez y lo dejaron sin voz de la zaparapanda de coazos que le metieron. Tuve que darle mucho cario en esas noches para que volviera a rapear. Yo siempre trato de contentar a Care Bombona, como veo que hacen los tipos con sus jevas, le enseo el camino correcto, y a veces me sorprende con las bolas que tiene. Pero no debo hacerle caso, porque no piensa, cuando no est drogndose, anda cantando, rascndose la cara o rindose como un pendejo, un monstruo insepulto. Nunca debo hacerle caso a Care Bombona cuando propone un plan para robar o lo que sea, porque no sabe pensar, tiene la cabeza en otras vainas, est muy hundido en lo negro, casi tanto como yo, se cay por otro barranco pastoso, parecido al mo, pero del lado misterioso de la montaa. Las viejas ms rudas son las flacas, blancas, vestidas de luto, parece que han visto la muerte por dentro, la han volteado y hecho salchichones con ella. Pero hasta esas se derriten en miaos cuando ven el chuzo siete colores salir en ascensor, con su cabeza de extraterrestre, de la manga de mi chaquetn. Pero lo dicho. Hay que hacer vibrar esa punta metlica flexible que todos llevamos por dentro, la intuicin que nos come el estmago
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cuando de detrs de un banco, sentados en el piso con los ojos al ras, Care Bombona propone un movimiento. Hay que hacer caso: Toin, toin, toin, quedarse sentado como si nadie te estuviera hablando, pelando un cambur mientras ves cmo unas chicas que bailan llegan rpido a sus clases, caminando de puntas, sacando brillo al piso, del otro lado de la reja. La seora suda angustia, su tufo amarillo llega hasta aqu, atravesando un vestido de florecillas desgastado, hundido en los pliegues de su barriga, de suerte que parece dibujado. Compr dos bolsas de cosas que botaremos, el contenido lo tiraremos a los parabrisas de los carros que pasan por debajo del puente con algn viejo huyendo con la secretaria de una tasca ms all. Esos se paran, ponen cara de terror cuando se ven sitiados, triple miedo de morir all, ser descubiertos engaando, ser violados engaando y morir tambin, perder el carro, descubrirlo todo, confesar, morir. Entonces dan todo, abren las carteras, las abren como bocas de cocodrilo y muestran hasta el fondo: No hay ms, juran. Usted es un hombre serio, les replico yo. No paso de tocar la barbilla de las jevas que me ven como si ya hubieran bajado por la ltima escalera, la final, hasta una paila que les quema el cerebro. Porque aqu no pagan nada por salvarte y todava vale ir cagando por el mundo, preferible cagar, dormir, oler, recoger basura, asustar, que ir flotando ro abajo como les pasa a los que se van de candela y se ponen a manosear jevas de tipos con carros grandotes. Despus de la pipa y el infarto esos te mandan a sacar del fondo de la tierra. Llegan unos policas cmodos y te jalan como una zanahoria y te vas ro abajo, flotando hasta el mar. Entonces es slo como, Buuu!, y atrs Care Bombona, poniendo cara de duende, disfrutando tambin siendo malo y seguir cagando y comiendo de vez en cuando arepas pasadas de las que botan en Alaska, frente a la CTV. La seora sigue, ya seguida, rueda una rueda de lavaplatos y se tropieza con un pedazo de hierro que sobresale, sus zapatos de monja pierden la tapita y comienza a llorar cuando nos ve a diez metros y empieza la voz escarapelada, cocinada, de caramelo quemado, que tiene Care Bombona cuando quiere aterrar. Si yo no viviera con l, si ya no hubiera nada que me asustara, yo tambin correra con el culo mojado hasta ms no poder. La viejita loca dobla de sorpresa en la escalera de la iglesia de los turcos. Hay atrs un cerro verde oscuro, se meti en la lnea del autobs que no se va a parar porque el tipo quiere llegar a la casa y meterse unas empanadas de chorizo. Rueda otra rueda, un cohete de
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insecticida y ya recogeremos esos torpedos, para el viejo de la tasca. Se aventur hasta la raya y perdi, la viejita; hay colores detrs que le acusan, manchas de rojo, de orqudea y azul como prpados de mujer. La noche ya vino, est aqu y la viejita es nuestra porque los talleres mecnicos de esta parte ya cerraron. All va el tipo, el portugus rata con su carrito viejo azul, los cauchos deportivos dando la vuelta hacia la avenida. La vieja se jodi, aunque va chola. Sigue disparndole a los pies Care Bombona con su resuello que agrieta el aire. Pasan unos loros desde el Gaire, describen medio crculo y se devuelven al parque, la vieja encontr una brecha en la reja y se mete al parque entre el museo y el club de los ingenieros. Dej las bolsas tiradas. Care Bombona pierde tiempo escarbando los paqueticos, que si jamn, que si un rollito de salchicha, un pabilo, dos ramas largas y verdes, llenas de tierra, para darse tanganazos en la cabeza. Papel para limpiarse el culo y un mazacote de huevos rotos. No hay tiempo para comer. Metemos las bolsas rpido en una alcantarilla, bien cerradas, porque la mujer alcanza el parque por el sendero, con su cartera apretada en el sobaco. Plata y culo, hoy vas a saber lo que es una mujer, muchacho marico. Nos sac como quince metros y empez a gritar pero por ah no hay nadie. De ese lado estn las caballerizas, por aqu hay una subida de tierra. All la alcanzamos, una carrera, no oigas los gritos, prales bola si te ponen pilas, nada ms. Agrrala por all, cgele la pierna que se revienta, la rosada llena de picadas y lombrices hinchadas. Se jodi, seora.
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Eddilson se par justo antes de la curvita y mir para los dos lados. Se meti la mano entre la media y la pantorrilla para sacar la bolita morada. Puso las huellas llenas de carbn sobre la plancha metlica y compr diez bolos de barajitas. Se meti por el pasaje; el bulto pesaba y una regla plstica de tres puntas se le clavaba en la nuca cuando corra, pero tuvo que pararse para contar las que no estaban repetidas. Abri los sobres sin romperlos del todo, de tal forma que pudieran cerrarse de nuevo metiendo la punta por debajo al ngulo de papel. All estaba la danta o tapir americano, el ocelote o cunaguaro y un yakoana; la curiara y la manga de coleo ya las tena, el cataco correln le haba salido como cuatro veces. Entonces perdi unos segundos ms metido en el pasaje sin amanecer, recordando gris dnde iban las barajitas segn sus nmeros. El lbum estaba en el rancho, no poda esperar a las cinco de la
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tarde. Era un adicto y todo el da pensara slo en eso con algunos relmpagos de Yulibeth, un espacio para un tequeo y la mirada por la ventana creyndose un futbolista rico, haciendo gol y corriendo hacia la grada. De repente oy unas voces entaparadas, a empujones, entrecortadas. Saba que se haba jodido. Corri en direccin a la parada de carritos, al final del pasaje y vio al seor pidiendo perdn, clemencia o lo que fuera. Estaba nublado, el pasaje era el esfago de un elefante y las paredes haban botado la cscara; como entre una nube vio a Pan hincando el cuchillo. El Demente agarr la cabeza del viejo y lo baj con delicadeza hasta el piso, el viejo sangraba pero no grit ms. Le llevaron el maletn y Eddilson vio cmo de sus ojos salieron dos lgrimas pesadas, de mercurio. Reflejada, deformada all en lo plateado vio su cara de bomba antes de que tres catacos y un indio sacando el tren se deslizaran de su mano, cayeran sobre la camisa agitada del viejo, y luego volaran enrollados en la brisa. Ms atrs en la imagen El Demente lo pill con su ojo derecho antes de montarse en el carrito y le hizo un ademn silenciador; Eddilson corri calle abajo y camin durante todo el da, perdido, por una zona que no conoca. La regla esa, la tir lejsimos, al pasar sobre un puente colonial. Se le haba olvidado el lbum.
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Care Bombona se lami el dedo, era un aceite viscoso, pero el olor era el mismo de siempre. Al resbalar la pierna orinada de la mano que la sujetaba, la mujer gan unos metros dentro del parque. Era pavoso, aunque Care Bombona no saba lo que era la mala suerte, ni la religin, ni los amuletos, pero s conservaba el instinto. El olfato de alimaa lo paraliz, justo el tiempo necesario para que la inmigrante, con decisin, recogiera un pedazo de concreto y se lo atizara en la cabeza desde lo alto de la colinita. No le doli, pero no vea nada ms all de un pozo negro; estaba ciego y se lanz al suelo hacindose un ovillo. Saliendo del ltimo tramo del pasadizo entre el exterior y el parque, desembarazndose de un alambre suelto de la reja, X vio la falda aterrizar como un paracadas en una caminera de piedras pegadas con cemento. Care Bombona se levant, pero daba golpes al aire como un boxeador, se estrujaba los ojos y X lo hizo a un lado, subi la lomita escarbando la tierra mojada de orine con todas las uas de su cuerpo y sigui el rastro con el odo. Se lanz detrs de la vieja, ella iba hacia los museos pero all la puerta de salida estaba cerrada. Ms rpido que al trote avanz hasta que la vio
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claro, tom un atajo por donde menos se vea, aunque una rama se le clav en el costado. Le dola, record cmo era llorar, pero fue un fugaz sabor, como de azufre, en la boca; no poda identificar la sensacin o ponerle nombre. Adems, desapareci explotando suave, dejando humo blanco en su despedida. Apurando la carrera perdi toda conexin con la seora, se par desorientado dos o tres segundos, pero poda olerla, estaba en una trampa de cebolla y amonaco, justo a dos metros de l, de rodillas dentro de un montn de arbustos de cayena. Temblaba y sollozaba en un volumen casi imperceptible al odo humano. Qu era ese ruido, ese farfulleo de motor atragantado de eses, de gimoteos, hipos? Estaba rezando. X se acord, l mismo con las rodillas peladas, era un nio al que no se le vea la cara entre las manos, los picos huesudos clavados en el cemento del cuarto, junto a... una cama. Rezando, con su... mam. Oy varios chasquidos, el alboroto de las lengetas de grama, un retumbar de la tierra, un quieto! Pero no poda dejar de tomar la cabellera gris de la anciana que lloraba enloquecida y peda, imploraba un milagro, perdn o algo as. No po-da dejar de sujetarla, no para hacerle dao, sino para que le enseara de nuevo esas palabras que le confortaban y hacan recordar tramos de un nio, que se tumbaba a esperar las cariosas sacudidas de barriga que le propinaba una seora de pltano frito, acurrucada con l en un catrecito. Oy el clic de hierro justo detrs de su oreja, a unos metros y vio la boca de la pistola sin disparar, atorada. Eddilson se muere, cae como un ngel en brazos de Antonia, lquido, los ojos cerrndosele hasta maana. Qudate quieto, rata! Tranquilo Matador! X corre, busca el reloj de la torre que siempre est all pero slo ve un camino empinado, una bajada y ranchos de lado y lado, un pasadizo gris, el tubo digestivo del dinosaurio, se echa a volar entre los bigotes de gato, la telaraa, brinca, coge cierto ritmo, empiezan a salir dibujados otra vez los contornos del edificio de una fundacin, una pared de cemento infinita que cuando se acaba conduce a una pequea quebrada de escapatoria. Oye los seiscientos kilos contra el terreno, mira los msculos estirndose y comprimindose, como botellas de carne, brillantes y sudorosos, del pecho amplio del zaino, trata de abarcar su abdomen con la vista, viene sin jinete, voltea a mirarlo con su nico ojo, saca la raz de un chorro de agua para regar, siente la herradura fra, llena de hierba mojada sobre la sien, otra le parte el costillar derecho como un chocolatn, queda como una funda de almohada vaca, vencida. Un zapato de goma engrapado entre
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La muerte de Equis
el suelo y la caera seala la partida. X se va en la oscuridad, por pedacitos, bajo el chorro de luz de la linterna policial. Tranquilo Matador!, dice el polica, se soba la espalda y se enjuga el sudor de la frente, aterrorizado. Un mareo extrao le recorre todo el intestino y se quiebra al final en un vmito espasmdico, denso. Alumbra a Matador. El majestuoso caballo castao resopla confundido, nervioso, sus ojos de bolondrona le piden al oficial una palmada de sosiego. El hombre de seguridad le toma las bridas al espigado equino, le recorre el lomo y palmotea con cario y firmeza. Se busca la radio en el cinto. La mujer al fondo, escudria, se abre una raja en la noche para ver el desenlace. El uniformado recorre el suelo con el tubito de claridad, recoge una mandbula de carey. Seora, no mire; tome, esto es suyo, dice alargando la mano en la penumbra, caminemos hacia all. La mujer toma la peineta sudada, traumatizada, trata de ver sobre el hombro del polica, de reojo, la escena final. El polica la cubre con una chaqueta, la abraza por los hombros y la conduce entre el laberinto. Hace caso. Se van.
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poca de lluvia tapando por poco el edificio de los pertrechos militares, azotndolo ayudado por el viento con sus flamas verdes. Debajo de las hojas filosas, con su costumbre gregaria de juntarse para hablar y defenderse, haba una sustanciosa vecindad de hormigas, ratones y crustceos de tierra, restos de migas eran llevados hasta los cubiles de los insectos reinantes, los potes de leche aplastados y decolorados se engalanaban con jirones de papel rosado llenos de mierda, volviendo a su estado orgnico. Del lado este la maleza era un cuchillo, y hacia el final incluso haba atajos para bajar o subir ms rpido si en sueos te perseguan pastores entrenados para matar. Nadie atravesaba la cortante espesura, ni en junio cuando empezaban a salirle a las flechas vegetales manchas parecidas a mechas de mujer ociosa. A fines de la temporada de clases, en los ltimos exmenes, aquello era una peluca quebradiza, amarilla, muerta. Le dije a Carletto cuando vi su inters en jorungar la cajita de palitos suecos. Le dije, recordando cmo Carolina, su linda hermana osada de curvas ya ms que evidentes en todos lados y huequitos en los cachetes, prenda un cigarro con el cuarto en retroceso, me daba la cajita y se esconda en el bao. Despus, con el apuro y el aliento ms dulce por el tenue olor del humo, olvidaba pedrmelos de regreso y yo los encontraba tiempo despus en el bolsillo de mi pantaln de pana color ladrillo, junto a un cubito de carne despachurrado, recordando. Pero me callaba por un rato. Su familia viva en dos sitios, uno en un altar desproporcionado muy adentro de su mente, el otro lugar, el que yo visitaba, era un estrecho apartamento de Quinta Crespo, repleto de cosas sin valor, carpetas, muebles y olores de caldo con chorizo hasta el techo, y en un rincn a metro y medio del piso una vela prendida frente a una estampa de santo encachuchado tal vez, seguro para que el altar de Carletto no se apagara en secreto. Abr la boca al final, slo para decir: Por qu no le prendes candela a ese monte seco que no sirve para nada. Despus me volv a poner el morral, que estaba caliente de haber llevado sol en un murito, tom a mi hermana pequea de la mano y con la otra me desped con un extrao apretn de manos semejante a una caracola. Baj, sin soltar a mi hermana, haciendo innecesarios juegos con mis piernas, las cuales parecan descender solas por la acera, lanzando los pies locamente hacia adelante. Y olvid para siempre todo lo anterior.
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En esos das vimos por primera vez los afiches, carteles o incluso volantitos que anunciaban al Mago Metusen en vivo y directo, como acto central de una verbena. La litografa lo haca ver como un hechicero celta, cruza de druida e individuo exitoso de los anuncios norteamericanos para publicar en revistas. Alzaba los dos brazos indicando con la punta de uno la maravilla que se haca realidad atravesando la frontera del papel, fuera del cuadro requemado en las orillas, arrugado, sucio por el plomo de los escapes. En la punta de sus dedos se llegaba a ver una varita, su gorro de cono dejaba escapar, nada enigmtico, un mechn de pelo ensortijado dibujando un gancho de ropa en la frente. De una maletica a sus pies surga un ro de estrellas, sombreros, bastones, un perrito. Sabamos que era hermano de Jairo, se adivinaba el rasgo familiar en sus comunes quijadas de burro, ancha frente, ojos de cabra mirando todo alrededor. En cierto sentido era fcil intuir la relacin de Jairo con la magia, ms all de su parentesco con el mago, su hermano. Una vez cremos verlo en el bao de junto a la biblioteca rasurndose una deshilachada barba de chivo mendigo. Slo tena once aos as que no cremos. En esos meses uno viva al comps de las alucinaciones, provocadas por el tedio y la larga espera por algn sndwich en el receso de las nueve. Despus, caminando, Jairo nos mostraba un cartel fijo en un poste, fuera del alcance de las manos. Carletto me haca la pata de gallina y yo vea el trazo, los puntos de color que hacan el respaldo, mnimos globos amarillos como los de Litchenstein, comunes a todo impreso. Metusen me miraba desconfiado, algo ausente de la escena, no quera que un carajito burln despegara ni el uno por ciento de su fama por venir. Nadie iba a hacer nada de todos modos, luego de lo cual Jairo respiraba aliviado, orgulloso, con los brazos cruzados. Un da subimos a su casa y en el cuarto pelado vimos algunas cosas de Metusen. Haba una cama muy estrecha, el baln que estbamos buscando apareci entre las conversaciones sobre Shirley, Andrea y Giovanna: nos las repartamos. A m me gustaban las dos ltimas pero tenamos que ser equitativos, sobre todo al no haber conocido an a Doa Lujuria en persona. Y de un escaparate asomaron varios ropajes majestuosos, un bal de tono irisado, la varita del impreso ms una de repuesto, unas extraas chanclas y el gorro de cono, con una luna menguante de papel lustrillo dorado pegada en uno de sus lados curvados. El resultado era asombroso; ms all, en el segundo estante, un cepi-peine,
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un espejo, polvos mgicos y maquillaje chino se fundan con el entorno como una naturaleza muerta. En cierta forma era una profanacin involuntaria, Jairo nos mir con ansiedad, su pecho se hinchaba y desinflaba con una alteracin creciente de un milmetro por segundo y la frecuencia de su jadeo era un octavo ms corta de lo normal en l. Tema que Carletto estirara la mano, hiciera alguna estupidez. Recordara pero no pude la infame quemazn de las espigas, en un terreno que qued carbonizado y yermo hasta abril del ao siguiente. Su posterior confesin alocada e inexplicable, mi extrao mutismo. Lo haba olvidado, enterrado dira yo. Las cosas de Metusen, all colgadas y derrengadas tenan sin embargo un brillo y dignidad propios, las telas asiticas haban sido cosidas con amor de melodrama por una madre que tal vez, sin entender nada, serva automatizada y a base de hilos a los designios de una raza antiqusima de magos. De ninguna manera estos eran objetos similares a los frascos de mercurio cromo amontonados dentro del espejo del bao en casa de Carletto, insalubres y vencidos, tal como vergonzosamente pude descubrir espiando a media tarde de tareas, despus de orinar. Pero al mismo tiempo, all, al descubierto no poda dejar de pensar en que pertenecan a alguien que se comera una arepa con mantequilla y un pellizco de queso rallado dos horas antes de dormir, luego se baara con un hilito de agua para, por ltimo, quitarse las sandalias plsticas y recostarse a pensar en su acto del da de la verbena. A lo mejor, ya dormido, se le escapara un peo. Jairo agarr la pelota con las dos manos, puso una sonrisa de adulto, finalizadora, y nos chup lejos de todo eso. Ahora s que a los imanes les duele cuando los despegan de una nevera.
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Cuando el Gran Ilusionista lleg al hotel Deluxe del centro su cuerpo de seguridad controlaba el acceso. Las preguntas seran filtradas, escritas y corregidas, desechadas las interrogantes sobre su vida privada y preferencias respecto a medios de transporte. Los edecanes corran por la sala de conferencias para dejar todo a punto, no tener inconvenientes con los periodistas vidos de resbalones, algo babeados por el suceso y tambin, de a poco, dejndose llevar por sus pensamien-tos cada vez ms, a medida que el minutero en el brazalete de alguno de ellos decida saltarse a otra rayita.
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La larga espera provocaba ensoacin en algn trasnochado que vea cruzar imgenes de la furibunda noche anterior de baile y cidos en papelito, mezcladas con flashes del desaprovechado saln. Una pasante de veinte aos se limaba las uas, y alternativamente dejaba a tiro su grabador japons de serie, con un teipe pegado en el depsito de las pilas. Rueda de prensa, ilusionista, martes 8... Lo dejaba as por un rato hasta que olvidaba haberlo hecho, y entonces vuelta a empezar. La columnista de chismes, la profesional del dolor sumida en el oficio menos til del mundo, giraba la cabeza para atender una posible gran entrada sorpresa. La magia le haba robado parte de la malicia esa tarde, clavndole el cuello con una estaca a un instrumento de tortura. Un jefe de pgina lleg de su almuerzo tardo, sin recordar que el reportero ya haba sido pautado. Entre los gases de sus medallones al vino y el aliento de whisky encerrado en la cabeza trajo a su mente nmeros a lpiz sobre gastos domsticos, una pasta de dientes encargada en la maana, algo sobre una lonchera de Mickey Mouse. El Gran Ilusionista era un famoso comediante de la televisin, un brujo meditico nacido en Saskatchewan, criado por una familia de moldavos que emigr despus de ver a Houdini asolendose en un balneario del Mar Negro. Yuri Shustikov se ganaba la vida con una carreta por las rutas de piedra entre Kiev y Bucarest, regresando en verano de su circunvalacin cargado de pollos y pieles. Justo despus de ver al famoso escapista en una gira nada documentada que lo llev hasta las estepas del sur del ro Volga, Yuri tom a su familia y atraves Transilvania por ltima vez para embarcar en el golfo de Trieste. Harry, en un traje de bao sinttico, con hebilla, muy adelantado tcnicamente para la fecha, le habra pedido ayuda con el acarreo de los utensilios, espadas y paraguas que usaba para una demostracin fuera de programa. Tambin era eslavo, en su caso un aptrida ganado a la vida occidental, cansado y triste, prximo a retirarse por una puerta de atrs sin que la muerte se enterara. Lo agarr por el hombro para decirle: Yuri, vyase a Amrica. Tome un trasatlntico en Italia o uno de esos aviones de tres hlices en Francia. Hndase en las bodegas, en las calderas, su mujer podra pelar papas, los nios correr por la borda interminable y un da, sin avisar, conocer (a) su destino. Salga de aqu y termine mi trabajo, yo ya me voy. Recordaron los dos entonces, sin hablar, la tragedia cmica de Chung Lin Soo. El tiro en el lbulo izquierdo, innecesario. La llaga
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verde que dej al descubierto lo aparente, la clave para cazar bobos. Ellos saban lo de Chung Lin, no lo de los tabloides. La verdad inmensa, inasible como ese mar interior desplegado ante s, dispersa por siempre en las bibliotecas y hundida en el tiempo. Ambos fumaron de la misma pipa antes de despedirse. Se rasur la tez el ancho y rojo lobo de los Urales. Luego, al ver el mar, dej el carromato y un oso bailarn de Armenia a unos gitanos transalpinos a cambio de pan, vino, ni siquiera diez monedas y un mapa de los exploradores vikingos hurtado en un monasterio de Venecia. Hered as el ilusionista la figura de los cngaros, era escurridizo como una culebra y gil como una gacela. Encantaba a los humanos con artes ancestrales que primero purific, leyendo los textos de los alquimistas, traduciendo del iranio la sabidura sin poca de Zoroastro y buceando en las tcnicas de Merln. Ms tarde, recorri Canad y la Unin hasta bordear la raya del sur. Su inspiracin era un don que poda evocar en el momento que ms le pareciese, no sin la plateada ayuda brindada por los recursos electrnicos de los medios de comunicacin. Estaba un paso ms all de la envidia. Con su sonrisa de un metro de ancho y el puntiagudo copete de azabache apuntando el cielo raso entr paralizando a todos. Sin que nadie lo pidiera son un estruendo, un unnime aplauso. Estaba all, rimbombante con su capa de alpaca, aclamado por cada uno de los presentes. El auditorio tendra varios minutos comprimido, alelado, viendo volar preguntas como resortes en aquel ambiente de adulacin, cuando penetr Metusen. El recinto en el ltimo piso del hotel era como un ascensor tumbado con un vestbulo falso que daba entrada, haciendo pasar a la gente aspirada a travs de un tubo de paredes cuadradas. Metusen vena avanzando lento pero sin pausa, envuelto en una nube de talco incandescente de color opalino. Sus vestidos eran austeros, un traje de sepulturero color plomo, mientras un sombrero a lo Jos Gregorio Hernndez coronaba su cabeza que pareca ms crecida que nunca, semejando la de un caballo tallado. Sus ojos, a cada lado del rostro apuntaban finamente al maestro. Aquel le sonrea gozoso, lleno de amor, con los brazos abiertos levemente en actitud de recibir, los pies del recin llegado no parecan moverse a medida que se acercaba a su puerto. Pas muy cerca, muy cerca de m al dirigirse hacia el micrfono ahorcado en el paral. Tan prximo que hubiera podido tocarlo. Entonces una nube de murmullos se elev uniforme hasta formar un tejido de
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voces de protesta, insultos suaves, canalladas de todo tipo que pretendan interrumpir lo que ya luca evidente como un rito: Metusen sac de su simple bolsa de plstico algunos objetos especiales que con parsimonia mostr en ofrenda al Gran Ilusionista. Eran piedras de formas geomtricas y colores indescriptibles para el habla de la gente, pirmides y algunas figuras de deidades fabricadas por artesanos crpticos de pases escondidos en el Himalaya, visiblemente esculpidas con materiales en camino entre la madera y la roca, y luego ribeteadas con alambres de oro. Sac un pergamino con algunas lneas de contorno dibujadas, representando un continente o isla, y entonces un largo pauelo de una tela maravillosa que antepuso al auditorio agitndolo con sutileza mientras de l, emanaban luces como en una lluvia de aerolitos diminutos. De pronto, con un clamor decadente el pblico inici la callantina hasta apagarse en un derrumbe toda voz inteligible, trocndose en ruidos chocantes, aleteos de plumas, raspar de uas afiladas, relinchos, rebuznos y graznidos furiosos. El ulular de un bho era claramente identificable entre la susurrante cacofona de aquel espacio confuso. Metusen, entonces, hizo bajar a la altura de sus rodillas el trapo mgico hasta que aparecieron detrs de su perfil los protagonistas de la desatencin, el sabotaje y la insensatez, convertidos en una manada de desdibujados y monstruosos animales de granja, lastimeros y siniestros en su decorado color caf, literalmente rodeados por chorreantes criaturas del bosque oscuro y profundo, acechando para atacar en ese momento de descuido oportuno, miel para el cazador. A la derecha, delante de lo que momentos antes haban sido cmaras de video de una pulgada haba una columna de aclitos de Belceb, all de pie solamente para resguardar con mesura la solemnidad y pompa del momento. Del lado del micrfono, a la izquierda, brujas y magos recogan sus tnicas hasta los muslos para hincarse en honor del Gran Ilusionista mostrndole sus genitales excitados y olorosos. Girando la mirada poco a poco, sin moverme con brusquedad de mi puesto de observacin, pude ver, por encima del hombro de Metusen, la feroz mirada, pero tambin la inabarcable sonrisa del jefe de los magos, rebosante de complacencia.
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Casi todos los fraudes terminan mal, por eso son fraudes. En vez de eso, los engaos frecuentemente llegan a buen puerto, o lo resuelven todo. ramos unos nios pequeos, yo tendra siete aos, mi hermano diez. A La Beba ni por error le hubieran dejado sacar la cabeza de las faldas de las tas maternas. Slo recuerdo que no exista el sol por ningn lado y a unas cuadras del Mercado del Manteco, en una calle olorosa a frituras, nos embarcaron. Haba un Land Rover de los sesenta aparcado con la puerta trasera abierta; por ah supongo metieron nuestras bolsas y maleticas. Yo, por lo menos, no saltaba. Referir slo intermitentemente lo que mi hermano senta. La primera vez que supe del viaje la imagen a partir de ese momento siempre predecible de Jordi se hizo con franela blanca, bastante usada, cabello de afiche rasgado, largo tras la incipiente calva y lentes metlicos, mueca de fastidio y las manos sobre el inmenso volante. Yo estaba en el medio, las piernas me colgaban y l me preguntaba cosas a las que slo a veces responda. Mi hermano contestaba casi siempre por m o se callaba tambin. l iba colgado de la ventana. No haba forros en las puertas del jeep.
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No tena ni siquiera un velocmetro pero rondbamos los sesenta, haciendo desesperar al Fiat amarillo que encabezaba la travesa. Jordi, o en todo caso Alberto, mi padre, en una parada para tomar agua, contaba que en la recta esa, la del Tigre, los choferes se mataban porque se quedaban dormidos manejando. Sobre todo si te empeabas en correr y el sueo te atacaba porque te brincaba encima, por eso lo del tigre, te salas de la carretera sin remedio y te matabas. As de fcil. Yo no crea que esta vez nos mataramos, no a esa velocidad. Aunque nos hubiramos dado unos buenos matracazos, porque ni mi hermano ni yo hubiramos hecho nada por evitar la colisin, ni agarrar el volante ni nada. Absolutamente nada. Aunque el Land Rover habra soltado coces sobre el pedregullero, tal vez cado en una zanja para volcarse en cmara lenta, el nico que hubiera sufrido un golpe en la frente sera Jordi. A lo mejor se le quebraran los anteojos y el viaje se retrasara un poco. Eso si se quedaba dormido por el fastidio. Ya lo digo, porque el carro no jalaba ms. No s si mi hermano, pero yo aprend a estimar la velocidad de un carro sin mirar el velocmetro estando a bordo, porque desde afuera era engaoso. Me quedaba sintiendo las diferentes prisas que se tomaban las rayas del borde del paisaje y miraba lo que marcaba (en un carro en que le funcionaran los relojes). Luego, slo tena que recordar cmo se senta. As, supe que el perol de Jordi jams corri a ms de sesenta. Mi padre tena una amiguita. Ni Alberto Junior ni yo nos tragamos que fuera una amiguita como las de nosotros en el colegio. Los padres estn un poco locos, a veces. Ese mi amiguita Doris, volva a nuestras charlas secretas y cada vez se oa peor. Sonaba malsimo. No sabamos por qu ahora tena esa amiguita. Ellos iban con Cristina y El Chino en el Fiat de adelante, que viajaba chato en la maletera por el peso de los morrales y el culo de mi pap que era el mayor de todos (l, no el culo). El Chino no tena buena cara, usaba lentes negros que le tapaban la mirada, as que no se saba cundo estaba contento, arrecho o triste. En verdad esa excursin no nos gustaba del todo. Mi pap no nos explic mucho, slo que bamos a conocer la Cueva del Elefante. Bueno, eso fue despus de la recta del Tigre, para animarnos por lo de las horas interminables en la silla de cartn del Land Rover. Pero digo, nadie tena buena cara en ese viaje. Aunque la amiguita, Doris, s se sonrea a veces, con nosotros tambin. Los muy cagados, para no caer demasiado mal, le medio devolvamos la sonrisa. Pero era una mueca
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pobre y desinflada, porque no nos queramos rer. Cristina tena cara de portuguesita, y como ya dijimos, perdn, dije (a lo mejor Junior piensa diferente): Jordi era un imbcil, yo lo odiaba y l a m. Pero l fue sin novia, as que le regalaron a los mocosos. A unos cros a punto de absorber con pitillo una dcada de mierda lquida, a punto de convertirse en resentidos a plazo fijo. Mi mam slo inform que nos bamos de vacaciones con mi pap, y aqu estbamos, cruzando el Puente de Angostura, llegando con calma de etiqueta a un restaurant infestado de moscas, mesas pegajosas de pantry y sillas duras de nuevo. All comimos a veces, despus de dieciocho horas, espaguetti con salsa de carne y muchacho relleno. El sitio era umbroso y hmedo, no exista el sol all tampoco, excepto en los murales grasosos que representaban escenas de pesca, el baile de la burriquita y dos o tres peeros sobre la arena. Y por si acaso, estbamos sucios. No recuerdo qu comi Jr. porque parecamos dos islas, an no nos dejaban solos, as que no habamos fijado las coordenadas. Llegamos en plan de abusadores a una casita enclavada en medio de otras casitas a medio hacer y terrenos de barro anaranjado. Las calles s eran de asfalto, pero por todos lados estaban esas huellas de ruedas lodosas, de cauchos con rayas de relmpago que dejaban una laya amalilla por todo el permetro. As estaban tambin nuestros ruedos hippies, con las hilachas llegando al suelo, trenzadas en perfectos tirabuzones de arcilla mojada. Ramiro Portales y su mujer Yasmn nos abrazaron y con cario nos prepararon dnde dormir. Eran como primos mayores, sobre todo el enorme y suave Ramiro, recin casado con una guayanesa de ojos acostados. Nos mostr el bao y matamos algunas moscas con su asesino de plstico. Yo no haba visto alguno. Con l me divert, aplast como a catorce moscas porque Jr. se ladill rpido de lo fcil que era. Pero yo hice trascender aquello a un arte menor, hasta que empez a darme lstima el pegoste. Adems Jr. estaba afuera llamndome. l quera explorar, porque los adultos estaban en alguna parte, descansando. Y nosotros, sin darnos cuenta, nos regalbamos la tregua con Jordi; despus de todo l se haba calado nuestra atorrante compaa por veinticuatro horas. Retomo: Jr. quera caminar por ah y yo le secund porque quera despegar algunos emblemas nuevos de carro. No lo haba contado: mi coleccin predilecta era de chapas metlicas de carros, esas que dicen Ford, Lancer, Fargo o Alpine. No tena compasin ni haca
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distingo entre piezas ordinarias o preciadas, antiguas o de vehculos sport. Por eso ms de una vez me met en peos, de los que Jr. me ayudaba a salir, recordndome mi velocidad de piernas. Corre, corre me deca. Y yo volaba sobre una salina, pensando que era tambin un carro, con el emblema apretado tan fuerte en la mano que me dejaba marquitas que titilaban cuando llegbamos a la guarida. Los gritos se deshilachaban atrs de los talones, como dulce de cabellos de ngel, hasta que no los oamos ms. Entonces fuimos, caminamos por horas, como un carrusel por encima de las montaas blandas, entre los bulldozers, haciendo equilibrio encima de los brocales y no viendo a nadie. Yo hall mi presa dos horas despus, una camioneta Edsel de algn seor decente. Una obra de arte para Rednecks del Detroit ms campechano. Tena una barrita metlica con la que haca palanca hasta que asomaban los machos. Un ltimo esfuerzo y la palabra en letras de estilo barroco, salt hasta mi mano. Corre, corre me record Jr. Y salimos espitaos. Ese cuartel general la casa de Ramiro fue tomado por poco tiempo, como un punto de reabastecimiento. Mi padre trabajaba en Guri, la recin inaugurada pieza de agua y electricidad de la Gran Venezuela, y haba recorrido en su Volkswagen los caminos de tierra que todava enlazaban los centros poblados de la zona. En esas travesas coincida con animales salvajes que cruzaban los caminos en ruta hacia los abrevaderos, las carreteras eran como heridas rojizas en el bosque que el pequeo auto alemn cosa con velocidad de aguja, dejando alborotado el polvo y cerrando la puerta al dolor de la familia emboscada, all atrs, fuera de la selva. De all surgieron ms tarde las promesas de un cachicamo que estara en casa, recibiendo agua y alimento de un nio sentado sobre sus talones, embebido en el animal, sin respiracin para ms nadie. Ese animalito desdentado no lleg nunca. Mi padre nos llev al puente que une las ciudades de Puerto Ordaz y San Flix. Por debajo pasaba un tren de ciento sesenta y cuatro vagones que transportaba minerales, y algo que ver con eso tena Alberto, enrollado vitalmente a un progreso del que slo le interesaban el proceso calrico de la fundicin de metales y el cartel de No pase que le colgaba a los problemas domsticos. Los tres, oportunamente sin su amiguita ni los dems, vimos pasar el renegrido sietecueros, con su locomotora carmes, a poca velocidad. Comenc a contar los carros enganchados a la cabeza cnica del ferrocarril y faltaba uno. Posiblemente descargando en
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el puerto o daado. Nos retiramos luego, con esa imagen exclusiva de los libros inditos desfilando en la memoria slo para nosotros. Antes de buscar una o dos veces la cueva y acampar, visitamos La Llovizna, para ir rellenando las esquinas del crucigrama turstico que mi pap almacenaba en la mente. Su exhibicionismo orgulloso no era percibido, pero era la nica carne del viaje que iba a sernos dispensada en filetes jugosos. El camino estaba cuidado y el lugar atornillado en medio de un paisaje selvtico a lo Walt Disney, con las correctas dosis de rayos de sol colndose entre las copas de los rboles inundados de matapalos. El parque esconda una horrible tragedia de puente roto, maestros y nios ahogados que inevitablemente cobraba un peaje triste a la entrada. Los troncos estaban bien arraigados pero quedaba claro que la fuerza del agua all abajo poda lijar piedras duras color de aceite hasta dejarlas lustrosas como un tiburn; yo pasaba entonces, a toda prisa, avisado de cualquier crujido de las tablas que ni se doblaban bajo mis pobres treinta kilos. Ms tarde, y de regreso, ms temprano, dejbamos aterrizar las finas gotas de las cataratas en toda la cara, abarcando con la vista el llano de agua que veamos un poco menos que al ras, con toda su furia perezosa de mamut, notndonos con desdn. Al regresar sobre el puente de madera, un ingenuo plan se traz en mi cabeza. Si el puente fuera arrastrado de improviso por una creciente me ira derivando sin luchar hasta encontrar un recodo calmado, all remara lentamente hasta la orilla, llorando por la suerte de mis familiares. Un poco ms tarde o fue en la maana? cruzamos el Caron por algn lado y fuimos ro arriba, buscando dnde acampar. El traqueteo de los carros dur casi una semana, y all dejaron sus huesos juveniles. Cuando salimos slo eran pedazos de chatarra que se movan como las veletas. Pero en un balneario hmedo cerramos las puertas y Jr. y yo probamos el refresco San Tom, de color mercurio y sabor a cromo. Vala un medio. Nos lo vendi una seora cuatro veces ms indgena que blanca, pero criolla de los ramales. Parca segn las costumbres ancestrales, as ayudaba a su marido pescador a llevar verduras a la casucha que se vea en medio del caudal. Los pies patinaban en el sepia lomo de rana que era el camino a la orilla, pero eso en el Caron se llamaba Balneario Los Rastrojos, y haba que creerlo. Una primera precaucin: haba que sobrenadar el limo, no asentar confiado el pie, a riesgo propio de estacrselo con un aguijn de raya.
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Las muy ladinas estaban descansando con una capa de barro delgado sobre los lomos. Si osabas pisarlas ms atrs del culo seras chorizo en una brocheta. Tambin haba tembladores y payaras con dientes de jabal, un poco ms profundo. Todo un balneario. Pero no temamos, de inmediato quedamos en calzoncillos y hallamos un tronco de rbol con su precisa horqueta cuatro metros lejos de la orilla. Recuerdo exactamente la total ausencia de mencin a la enorme cascada, casi visible unas cuadras ms abajo. El clculo de probabilidades no engranaba con mis sustos voladores, de mente ya taladrada por algunos minutos de televisin. Sin apoyar los pies del piso cruzamos horas hasta que nos extrajeron como una muestra txica de una vena, para darnos espaguetti. Las primeras gotas de lluvia apagaron el fogn y pusieron a flotar el equipaje. Lo inmediato no fue simplemente el agua a cntaros que cae en las ciudades. En Bolvar la lluvia busca su cauce con una avidez de enfermo, todo se dobla y quiebra para volver a la forma primitiva. Hasta el cielo parece una sbana podrida que se desfondara. Pero esto lo debe haber vivido Humboldt y descrito mucho mejor y en alemn. Aqu lo divertido era ver a los mayores abriendo canales para que los chorros corrieran por el lado de afuera del campamento, sin llevarse las tiendas de campaa y las ollas al ro. Nosotros fingimos que ayudamos y, as y todo, fuimos ms tiles o estorbos menores que dos o tres adultos del grupo. En realidad todos cavaban, pero pocos entendan la personalidad de los elementos. Adems unos zapatos con sus medias pasaron flotando quebrada abajo hasta la orilla de antes. Jordi se qued descalzo varios das por eso. Nosotros, ms que miedo, padecimos por el poco espacio a la mano y un fro concentrado en los poros de gallina, aunque Jr. se acord de nuestras toallas y me dio una. Entonces la sensacin de exilio comenz a cobrar forma y all empez a ganar terreno el engao. Al amanecer todo pareca ms limpio. En el ranchito no haba nadie, ni horribles medicinas con gas, ni seora. Pero la tierra fue ms agradable de pisar y no era tan marrn. Les dimos unos chances ms a las rayas y acompaamos a mi pap al islote del medio. La corriente no nos halaba con fuerza, aunque a lo lejos se oa la turbulencia del desage natural, como un trueno que nunca dejara de caer, reclamndonos. Por si acaso, ayud enrgicamente a Alberto en el K-2 hasta que llegamos al pedacito insalubre de tierra. Bordeamos el promontorio por detrs para encontrar la entrada y luego pasamos a una ensenada minscula como un plato de postre. En algunos lados se haba estancado el agua y, una
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slida tapa de verdn serva de cancha a los zancudos y renacuajos. Los insectos acuticos arbitraban todo sobre sus zancos de alambre. Mientras flotbamos en el kayak mi padre se dirigi al seor, de pocas palabras, pescados en una mano y machete en la otra. Les estaba quitando las escamas y despus nos los dio amarrados en un paquete colgante. Los cogimos por el cordel como una lonchera y los trajimos hasta la orilla para desayunar. La otra lluvia para recordar nos tom a contramano, tratando de salir de una barranca adonde fuimos a sacar nuestros propios pescados. Nos marcaron una playa escondida y fra, para variar y all atraparon El Chino y mi padre unos arenques de ro. Parecamos confinados en una pelcula, con el Land Rover escalando a duras penas, lanzando lodo y piedras sin remedio hasta la curva. Todo por culpa de los pececitos plateados que se echaron a perder del susto, como si fueran venados. Esa lluvia nos reg por primera vez las fosas de la nariz, ensendonos por una rendija el sendero pavimentado de agua de los viajes futuros con Alberto. Los estertores del temporal clausuraron tambin la ruta hacia la Cueva del Elefante, abriendo la noche de una fogata terca, canales y surcos imposibles de atravesar sobre ruedas hinchadas. El elefante apareci el da siguiente despus de una larga caminata, pero las cuevas se negaron a abrir los ojos. El Fiat se qued dos kilmetros atrs mientras a caballo ingls por hora hendimos ese joropo de maleza mojada. Despus el riesgo se hizo enorme y descendimos con las botas de goma. Fuimos andando por una carretera sin gracia, empantanada y amarilla hasta dar con el borde gris de un gigantesco lomo, ms que de elefante, de diplodoco tragado por las hierbas hace milenios. Mi padre y los dems se perdieron en clculos que despus probaron ser especulaciones absorbidas de cuentos de camino, aunque luchaban por aferrarse a races lgicas. Entonces Junior y yo nos adentramos en el foso de monte, abaleando con nuestros jirones de franela y brazos pelados, la columna de pringamosas. El efecto es inmediato y asusta, aunque unos metros ms arriba del enorme cuerpo dormido hayan encontrado a gritos jeroglficos de indgenas precolombinos. Y es porque las ronchas surgen a la vista, creciendo como ojos rojos de sapo que se asomaran para espiar en un cao, y atacando con ardezn vengativa. No lloramos pero hizo falta, ya que slo recibimos la prohibicin eterna de rascarnos a riesgo de cundirnos con aquello. Tratando de olvidar pateamos y corrimos sobre
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la panza del ilimitado elefante que nos depar tan sarcstica bienvenida, y ni la ruta hacia el ombligo quiso ensearnos, por ms que la buscramos afanosamente durante cuatro horas. Recuerdo que los dinosaurios no eran vivparos, as que no tenan ms huecos en el cuerpo que sus cloacas y narices. El error estuvo entonces en la taxonoma, que impidi un acertado uso de la brjula. Horas ms all, de regreso al campamento, la comezn, intocable como una casta prisionera, nos ense por primera vez la cara fea de las promesas. La bajada hacia los Castillos de Guayana fue otra prueba para los carros y una pequea decepcin bajo el calor saturado del medioda. Los castillos, puestos en la ribera del Orinoco por los espaoles durante la conquista para lidiar con piratas y flotas invasoras, eran dos. Las piedras negras del lecho guayans parecan de gamuza, y los fuertes juguetes de armar. Al ms conservado se le llegaba mediante una rampa cegadora encementada gracias a la siempre zafia orden oficial y todo lo que era saltaba a la vista en dos rpidas carreras, el calabozo, un ala de barracas, la garita de vigilancia y un can. En el medio, un patio no ms grande que el del recreo en el anexo del Fray Luis Amig. Una fiesta de disfraces como la del carnaval pasado podra haber animado esto, pero todo estaba cerrado, as que era lo mismo. Ms vala mirar el temblador de agua moliendo el llano all abajo y tratar de sentirse como el hijo mestizo de un analfabeto soldado parado en su otero ante la incursin de una nave inglesa. Seran ms o menos groseros y hediondos que mi padre aquellos barbudos rojizos que caen de la borda, tiesos, atravesados por la metralla? Baj, reclamado por las voces de mi otro padre, para vagar cerca del agua. No nadamos. El Orinoco realmente era del color de los ranchos en los caseros, esos de barro seco que tienen el esqueleto hecho de brujas con las uas hacia fuera y un gorro de chamiza cenicienta por techo. En verdad pareca pintura, ms que agua. De todos modos me acerqu dejando moldes profundos en la pasta de hgado de la orilla para agacharme e irme con el recuerdo del agua asoleada, casi piche en sus lmites con la tierra. Llam a Junior y le propuse bajito perpetuar la tradicin: antes de irnos de Los Rastrojos habamos buscado dos palitos, yo encontr una vrtebra de pastelado y mi hermano se trajo un apndice de arbusto cortado. Los bautizamos como los S.S. Mi amiguita Doris para enviarlos a una muerte segura corriente abajo. Penetramos unos cinco metros con los zapatos puestos y los soltamos. Al salir los
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seguimos un rato con la mirada y despus corriendo por la vereda de la orilla, no fuera a ser que se atoraran con un rbol cado o los atrapara un remolino. Desde un ltimo peasco, los dos trocitos de madera parecan grapas mordiendo una carpeta de agua. Junior vino con dos pedazos podridos que difcilmente completaran el recorrido hasta el mar. Ya no haba ms cascadas de aqu a la boca, porque segn el mapa en este punto casi empezaba el delta a forcejear con el Atlntico. Pero sera una bonita variante de final, hundidos, los yates de madera putrefacta y heridos por la carcoma, la arrastraran con su maldad a los fondos negros de los caos, propiedad de las toninas y algunos peces terribles todava sin nombre en latn. Los empujamos con una varita, como si mandramos mensajes clandestinos por separado a los rituales de los waraos que hacan la siesta ms abajo y llegamos a los carros, donde las mujeres se asaban. Yo disimulaba por los dos, porque Junior desafi a nuestro padre con una mirada mafiosa, descarada. Yo s la tir ro abajo, y qu?, deca su postura al embestir achinando los ojos por el resplandor la expresin de yo-no-fui de Alberto, el vicio ms suyo desde que tengo uso de razn. Un da antes de salir para Cariaco me cagu. Hablando con precisin, seguamos pateando barro en Puerto Ordaz y lo que pas fue: a) Junior no me hizo caso cuando le dije que nos apurramos para regresar, o b) Estbamos demasiado lejos de la casa de Ramiro. Entonces, cuando slo faltaba una casa ms y su murito para llegar, puse fin al entrenamiento de toda una vida. Vigila esta esquina, le dije a Junior, y l se qued parado ah con un palo. Pero nadie pas por el frente, ni pareci moverse nada en kilmetros alrededor de ese despoblado. Cuando regres con la mancha en el interior, Junior segua dndose con la vara en el muslo como un psicpata. El camino de regreso hasta Ro Grande de Sucre lo hice aliviado, pero con una cscara inexplicable y honesta pegada del culo. Despus de atravesar el Orinoco frente a Barrancas, sobre la chalana, la vibracin del asiento del Land Rover trajo a colacin mi olvido, convirtindolo en una protesta silenciosa. Junior se rea cada cinco minutos: Hueles a tmpera, y Jordi chasqueaba la lengua contra el paladar sacando la cabeza por la ventana. Tsst, o algo as, sonaba su mala nota mientras yo me haca el loco cada vez ms fuerte.
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La carretera que sale del fondo del Orinoco, en Barrancas, es pobre, seca y llena de huecos. Atrs quedaba el susto en el atracadero, cuando la chalana se balance como una tabla, con los pesos dudosamente distribuidos. Un seor parado en el muelle echaba las manos hacia un lado y otro como si manejara un control remoto, bajo los ojos fijos del lanchero y todos los dems hasta que son ese cerrojo de martillo contra yunque y los carros pudieron empezar a toser y hacer saltar el barro otra vez. En ese camino abandonado y a ratos sucio, los chaguaramos se mezclan con la jungla, sirviendo de cortinaje a las escuelitas vacas, a los ranchos de bahareque, los baldes de agua corrupta y unos cuantos niitos que saludan, siempre despidindose. De la pared de una bodega guindan las mismas bolsitas de papas blandas, galletas sin color y pan telaraoso. As y todo el paisaje alegra, caminando el cielo amarillo sobre el techo del bosque inundado de araguatos. La algaraba empieza a primera hora con un sonido gigante de poceta vacindose y se calla al medioda, hora en que descansan los patriarcas y dan teta las monas. Maturn nunca vali la pena, ni antes ni ahora. Lo evitamos y saltamos fuera del olor a acero caldeado para zambullirnos en un espejismo. Ro Grande es la revancha esperada, un fusil de agua cristalina disparado sobre la roca, que luego se calma y pierde en un hilo hacia la Cinaga de San Juan, pasando bajo puentes y llevando litros de paz a los manates del Este. En este ro, que ms nunca encontramos en los mapas, las muchachas llenan las tinajas, los viajeros cargan las cantimploras y metros ms abajo, las seoras lavan la ropa. Para los cachorros slo valen los clavados, pasar nadando el chorro que te hace derivar ms de veinte metros, escalar la caliza y azotarse contra la espuma esmeralda, slo para volver a salir, como una boya de odre media cuadra ms abajo. Las muchachas no reparan en nosotros mientras se alisan el cabello mojado, acicalndose para ellas mismas y susurrando acontecimientos de amor que en vano trataramos de entender leyendo sus labios, si es que aquello nos importara a esa edad. No voltean a vernos pasar, ni espan cuando comemos conservas de atn sobre lminas de galleta, saltando sobre las piedras calientes y blancas. Tampoco nos homenajean con su atencin cuando los motores encienden y recomienza el gorgoteo de los gases de escape. Partimos a Cariaco en la costa, queriendo quedarnos en el ro. Inaugurando su personalidad, Alberto acept como posible el forzar la hospitalidad de su hermano en Barcelona. No s si se lleg a hacer
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la llamada o tal vez un duende tostado en el coliseo de la sinvergenzura lo alertara. ramos un trepolinche de gente indeseable y par de gngsteres, hasta un campamento de proscritos nos hubiera cedido slo la peor tienda y rehuido la mirada a la luz del da. Cuando esa irrupcin de decoro asom la cara, el capitn mand recalar en una baha, bajar hasta donde se pudiera y pernoctar como buenos parias que ramos. Cerca de Cariaco todo el mar es verde y los chipichipis se en-cuentran sin buscarlos, entre los dedos de los pies. Durante el atardecer, que en la costa dura horas, recogimos de esos pequeos moluscos para aderezar la salsa. Despus de botar las conchas, son como cabecitas de gente, grises entre la arena, no pudindose establecer diferencia ni de sabor ni de textura. Junior y yo, llenos ahora de rosetas duras, fuimos interceptados por el consejo de una guaiquer quemada como la lea. Se cubra con un vestido amarillo parecido a los de las fotos en que alguien baila el sebucn, y era una misma cosa que su niito, atenazado a su costado mientras ella desenredaba la pesca. Sin fijarse muy de cerca nos dijo: Frtense sus propios orines y maana no tendrn nada, y sigui escogiendo el fro botn. Yo no poda dejar de pensar en la seora, bandose con su meado despus de rozar con las brezas en el camino diario al pueblo para vender el pescado. No nos alent el remedio, an con su firme promesa de acabar de una vez con la picazn; pero con gran respeto dijimos que lo haramos nada ms nos volvieran las ganas. Ya no le importaba. Como que adivinaba que la mojigatera de ciudad nos hara sus presas esa y otras noches ms. Casi de noche trajimos en tres canoas equipaje y algunos aperos de campaa hasta el rancho de bloques que ocupamos con El Chino, Jordi y los dems. Ellos se quejaban de las espaldas y armaron chinchorros desde la tarde, entonces no pararon de fumar y hablar entre dientes, hasta sacar de quicio a Alberto que se qued con nosotros, recogiendo la cena y hablando de barcos con su erudicin infantil. Volvimos en fila india, partiendo desde la barba de una media luna sonriente para atravesar, con algo de mar de leva, la ensenada. Cortando las olas, hinchados de nervios los ojos, tomamos los remos y condujimos corotos y moluscos bajo unas finas gotas. Yo vea, en formacin de tucanes, desparramadas, las colas de los dos kayaks. Junior, azul, se mantena cerca por el frente y Alberto, blanco y gris, se dejaba caer hacia la izquierda mostrando el camino, soando despierto sin preocupacin. Cuando las olas dejaron de taparme las nucas de los dos, despus de ser batido media hora como
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una pequea hlice de hoja seca, Alberto atrap la punta de la Payara y dej que me lanzara ya en el agua oscura. Estaba fra hasta el pecho y yo, ms despierto que nunca, termin de cargar la popa del afilado bote. Cuatro metros y medio despus, salimos a la arena seca con los talones arrugados de sal. Antes de comer, espagueti con salsa de chipichipis, la no tan amigable Doris trat de vengar su lavada de calzones con un comentario sobre el papel toilet, el idioma o la madurez, confundindolo todo, pero Alberto le tranc la puerta con una nueva leyenda sobre mi hazaa pilotando el kayak en el mar picado, como una brizna verde pegando paletadas de coraje (y no de desesperacin, miedo a los escualos o calamidades como un volcamiento). La mujer gru pero ya el otro estaba montado en su novela del flaquito melenudo puesto a parir en el atolladero, as que se lo agradezco. Ms vala llenar de mierda un trozo de tela que cagarse en medio del agua y negarse a remar. Junior y yo, atravesados por el hambre todo el da, slo tragbamos sin saber si aquello era tomate, jarabe o mazacote de enanitos. Y levantbamos la vista para sonrernos con el nico demente conocido y sabroso, traidor pero mullido, de los alrededores. Estbamos a su cargo y felizmente no lo sabamos, porque l tampoco. El da siguiente el sol se trajo a agosto agarrado por la corbata y nos lo puso en el desayuno. El gran capitn, entonces, con mohn de fastidio que le sacaba arrugas hasta en el paladar, se puso rojo ofuscado y comenz a recoger. Se vena el regreso en su mente atormentada y dos carros varados como pelotas de sal. Junior y yo estbamos de espaldas a la ranchera donde nos desesperamos tratando de que amaneciera entre la media panty de zancudos. Unas piedras ms all surgan los crculos, como la culebrilla, mordindose la cola y matando cualquier perro o beb panzudo, siniestro sobre las suaves olas de plato hondo. Los plagatox de agua de Junior salan ms lejos y a m me dola el brazo con mi pobre tcnica de jaln-niita, hasta que aprend a lanzar las lajas y a darme las divertidas parejas con mi hermano. El viaje de regreso fue sin escalas, los recuerdos nos iban pegando en la nuca, como una piedra amarrada con una liga. Venamos escaldados y salados, sin hablar. Siete horas ms tarde nos habamos comido un sndwich de mortadela entre los dos, entonces Jordi subi el Land Rover en una acera. Alberto vino y nos condujo por tneles entre cauchos espichados, pinturas verdes y modelos europeos. Una conserje de Orense, con cara de mscara de
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carnaval, nos sonri al decirle Alberto unas palabras sobre nuestras cabezas. Junior vea nervioso hacia una puerta marrn. Cuando entramos al apartamento, que no conocamos, mi madre sali de un cuarto con un pequeo beb en los brazos; su sonrisa era triste y el beb tena el cabello muy tupido y negro, como una cascarita pegada sobre el crneo. Era nuestro hermano de slo tres semanas de nacido. Llegu hasta l en dos saltos, soltando los morrales, y ms nunca, jams volvimos a dejarnos separar.
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ndice
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Amanecer en Lecuna . . . . . . T I: Registro de la obra . . . . . .V II: Representacin de artistas . . . . .OR III: Contratos y aspectos legales . . . . .PT IV: Plan de promocin . . . . . RR V: Posicionamiento del producto . . . . .TN VI: Estrategias de mantenimiento . . . . . UT VII: Expansin de objetivos . . . .NMP
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Otis Rush . . . .NNP Piedras en el recuerdo de Rosaria . . . .NNV La cajera ms linda del supermercado . . . .NPP
Mereyes acaramelados . . . . NRN La muerte de Equis . . . .NSP El regalo del mago . . . .NTV La Cueva del Elefante . . . .NUT
Fundacin Editorial
elperroy larana
Caracas, Venezuela.
La edicin consta de NKMMM ejemplares impresos en papel EnsoCreamy, RR gr.