03 Poesía Barroca Sobre La Muerte

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POESA BARROCA SOBRE LA MUERTE

Luis de Gngora y Argote


1561 - 1627
Mientras por competir con tu cabello
oro bruido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello,


siguen ms ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdn lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente


antes que, lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no slo en plata o vola troncada


se vuelva, mas t y ello juntamente
en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada..
A LA MEMORIA DE LA MUERTE Y DEL INFIERNO

Urnas plebeyas, tmulos reales


Penetrad sin temor, memorias mas,
Por donde ya el verdugo de los das
Con igual pie dio pasos desiguales.

Revolved tantas seas de mortales,


Desnudos huesos y cenizas fras,
A pesar de las vanas, si no pas,
Caras preservaciones orientales.

Bajad luego al abismo, en cuyos senos


Blasfeman almas, y en su prisin fuerte
Hierros se escuchan siempre, y llanto eterno,

Si queris, oh memorias, por lo menos


Con la muerte libraros de la muerte,
Y el infierno vencer con el infierno.

Luis de Gngora y Argote


1612
Francisco de Quevedo
1580 - 1645
"Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos pero doctos libros juntos,
vivo en conversacion con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos."
Amor constante ms all de la muerte

Cerrar podr mis ojos la postrera


sombra que me llevare el blanco da,
y podr desatar esta alma ma
hora a su afn ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,


dejar la memoria, en donde arda:
nadar sabe mi llama la agua fra,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisin ha sido,


venas que humor a tanto fuego han dado,
mdulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejar, no su cuidado;


sern ceniza, mas tendr sentido;
polvo sern, mas polvo enamorado.
Conoce la diligencia con que se acerca la muerte

Ya formidable y espantoso suena,


dentro del corazn, el postrer da;
y la ltima hora, negra y fra,
se acerca, de temor y sombras llena.

Si agradable descanso, paz serena


la muerte, en traje de dolor, enva,
seas da su desdn de cortesa:
ms tiene de caricia que de pena.

Qu pretende el temor desacordado


de la que a rescatar, piadosa, viene
espritu en miserias anudado?

Llegue rogada, pues mi bien previene;


hlleme agradecido, no asustado;
mi vida acabe, y mi vivir ordene.
Prevencin para la vida y para la muerte

Si no temo perder lo que poseo,


ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en m el destrozo
valdr, cuando me elija actor o reo.

Ya su familia reform el deseo;


no palidez al susto, o risa al gozo
le debe de mi edad el postrer trozo,
ni anhelar a la Parca su rodeo.

Slo ya el no querer es lo que quiero;


prendas de la alma son las prendas mas;
cobre el puesto la muerte, y el dinero.

A las promesas miro como a espas;


morir al paso de la edad espero:
pues me trujeron, llvenme los das.
Signifcase la propia brevedad de la vida

Fue sueo ayer; maana ser tierra.


Poco antes, nada; y poco despus, humo.
Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra.

Breve combate de importuna guerra,


en mi defensa, soy peligro sumo;
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

Ya no es ayer; maana no ha llegado;


hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeado.

Azadas son la hora y el momento


que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento.
Flix Lope de Vega
1562 - 1635
A UNA CALAVERA

Esta cabeza, cuando viva, tuvo


sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirndola detuvo.

Aqu la rosa de la boca estuvo,


marchita ya con tan helados besos,
aqu los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aqu la estimativa en que tena


el principio de todo el movimiento,
aqu de las potencias la armona.

Oh hermosura mortal, cometa al viento!,


dnde tan alta presuncin viva,
desprecian los gusanos aposento?
Soneto VI

Si de la muerte rigurosa y fiera


principios son la sequedad y el fro,
mi duro corazn, el hielo mo
indicios eran que temer pudiera

Mas si la vida conservarse espera


en el calor y humidad, formen un ro
mis ojos que a tu mar piadoso envo,
divino autor de la suprema esfera

Calor dar mi amor, agua mi llanto,


huya la sequedad, djeme el hielo,
que de la vida me apartaron tanto.

Y t, que sabes ya mi ardiente celo,


dame los rayos de tu fuego santo
y los cristales de tu santo cielo.
Soneto XVI
Muere la vida, y vivo yo sin vida,
ofendiendo la vida de mi muerte.
Sangre divina de las venas vierte,
y mi diamante su dureza olvida.

Est la majestad de Dios tendida


en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el ms fuerte,
y de su cuerpo la mayor herida.

Oh duro corazn de mrmol frio!,


tiene tu Dios abierto el lado izquierdo,
y no te vuelves un copioso ro?

Morir por l ser divino acuerdo,


mas eres t mi vida, Cristo mo,
y como no la tengo, no la pierdo.
Ruego a la muerte

Ense, no me escucharon;
escrib, no me leyeron;
cur mal, no me prendieron;
mat, no me castigaron.

Si con morir satisfice,


Oh Muerte, quiero quejarme!
Bien pudieras perdonarme
por los servicios que te hice.
PEDRO CALDERN DE LA BARCA
(1600 - 1681)
A LA MUERTE DEL PRNCIPE DON CARLOS
(FRAGMENTOS)

Alcaide de la vida, que a su entrada


registro es nuestro el libro de la muerte,
partida por partida sealada.

Con condicin que ha de morir advierte,


que entra a vivir el que nacer procura
echado a los umbrales de la suerte.

No el poder la venci, no la hermosura;


que sta ni aqul pas sin que primero
con llanto no firmase la escritura.
Y pues del atad y de la cuna,
lneas en que nacemos y morimos,
una es la forma y la materia es una,

y de un sepulcro a otro sepulcro fuimos


(polos en que el pequeo mundo estriba),
muriendo desde el punto en que nacimos,

dichoso aqul que de vivir se priva;


pues si a morir viviendo el hombre nace,
muriendo bien no hay ms para qu viva.
SOR JUANA INS DE LA CRUZ
(1651 - 1695)
SE DEBE ESCOGER ANTES MORIR QUE
EXPONERSE A LOS ULTRAJES DE LA VEJEZ

Mir Celia una rosa que en el prado


ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmn y grana
baaba alegre el rostro delicado;

y dijo: Goza, sin temor del hado,


el curso breve de tu edad lozana,
pues no podr la muerte de maana
quitarte lo que hubieres hoy gozado.

Y aunque llega la muerte presurosa


y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:

mira que la experiencia te aconseja


que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.
YA QUE PARA DESPEDIRME

Mira cmo ya el vivir


me sirve de afn grosero;
que se avergenza la vida
de durarme tanto tiempo.

Mira la muerte, que esquiva


huye porque la deseo;
que aun la muerte, si es buscada,
se quiere subir de precio.

Mira cmo el cuerpo amante,


rendido a tanto tormento,
siendo en lo dems cadver,
slo en el sentir es cuerpo.

Mira cmo el alma misma


aun teme, en su ser exento,
que quiera el dolor violar
la inmunidad de lo eterno.
En lgrimas y suspiros
alma y corazn a un tiempo,
aqul se convierte en agua,
y sta se resuelve en viento.

Ya no me sirve de vida
esta vida que poseo,
sino de condicin sola
necesaria al sentimiento.

Ay, mi bien, ay prenda ma,


dulce fin de mis deseos!
Por qu me llevas el alma,
dejndome el sentimiento?

Mira que es contradiccin


que no cabe en un sujeto,
tanta muerte en una vida,
tanto dolor en un muerto.

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