El Franciscano Diego de Arce Predicador Calificador
El Franciscano Diego de Arce Predicador Calificador
El Franciscano Diego de Arce Predicador Calificador
Revista de la Inquisicin
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HENARES DIAZ
Hay figuras clebres en su poca, que por diversos avatares, el paso del tiempo las ha diluido en el silencio de siglos posteriores. A otras les ha ocurrido lo
contrario. Habr que situar a nuestro calificador entre las primeras. Las presentes pginas guardan por ello, un aire de recuperacin, puesto que nos
hallamos ante un predicador clebre que, durante muchos aos de su vida,
puso su ancha erudicin tambin al servicio del Santo Oficio, ayuntamiento
nada extrao en nuestro Siglo de Oro1.
Sobre noticias de su biografa, o bibliografa, con rpidas referencias a con algn detenimiento,
vase: L. WADDING: Sriptores Ordinis Minorom. Romae 1650, 100-iOl; Juan de San Antonio: Bibliotheco Universa Franciscana. T. 1, Matriti 1732, 293-294; Pablo Manuel ORTEGA: Chonica de la Santa Provincia de Cartagena. Murcia 1740, TI. 2001, 408, 416-424, 430, 444, SIl, 590-591 (existe edicin en facsmil de la Ed. Cisneros, de Madrid 1980); NICOLS ANTONtO: Bibliotheca Hispano Novo. Madrid
1783,3. 1, 268; 1. U. 5BARALEA: Supplementum ac Seriptores trium Oridinum 5. Froncisci. Romae
1908. 1. t, 226. Por estos autores se deslizan errores que ha ido remediando, slo en parte, la bibliografa
poslerior. A partir de finales del sigio XtX hasta hoy merecen numbrarse los siguientes: Jos PO TElERA:
Biblioteca del Murciano. Madrid i922, T. II, 19-25 (muy aumentada por J. Garca soriano); Antonio MARTIN: Apuntes bio-bibliagrficos sobre los escritores de la Provincia ele Cartagena (]5]O-1920). Murcia
1920, 99.127- Justo GARCA SORtANO: El humanista Francisco Cascales, Su viday sus obras, Madrid
1924, 84, 192-193; Alanasio LOPEZ en breve resea publicada en IarevistaArchivolberoatrser.-ano (AlA):
23(1925)115; Agustn NtETO FERNANDEZ: Adiciones a los escritures franciscanos de la Provincia de
Cartagena en AlA 38(1935) 90-91; A. PALAU: Manual del librero Hispanoamericano. Barceiuna i948,
T. t, 441, y T. XII, 158-i59; Jos SIMON MAZ: Bibliografla de/a literatura hispnica. Madrid 1958,1.
V. 567-570; Juan MESEGIJER FERNNDEZ: ta bibliofilia del P. Diego de Arce y la biblioteca de San
Francisco de Murcia, en Murgetana 38 (1972) 5-32; tD. : Arce, Diego de, en Diccionario de Historia
Eclesistico de Espaa. Supiemento 1. C.S.I.C. Madrid 1987, 39 ss; Miguel HERRERO GARCA: Sermotzario Clsico. Ed. Escelicer, Madrid i942; Feiix HERRERO SALGADO: La oratorio sagrada en los
siglos XVI y XVII. Ed. FUE. Madrid 1998, T. Ii, 663; Francisco HENARES DIAZ: Diego de Arce, en Diccionario de lo Regin de Murcio, Murcia 1992, 1. 1, 292-293. Mi compaero, durante aos, el franciscano
Vctor Snchez publicar en fechas prximas abundantes noticias de Arce, sobre todo las de la etapa napolitana, un verdadero vaco,
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con las obras, ediciones, y biblioteca insigne. En este convento, redactar la mayora
de sus calificaciones, puesto que con su firma, ms de una vez, as lo dice expresamente.
En 1593 es elegido Guardin del convento, con un nmero muy alto de frailes,
y con claras responsabilidades a su cargo. Son aos tambin en los que predica sin
cesar, y su fama recorre toda Espaa, a juzgar por los sitios de importancia en los
que sube al plpito: varias veces en Madrid, Alcal, Valladolid, etc. Pero si bien el
convento es foco de intelectualidad, entre los escritores murcianos apenas ha quedado una huella en citas, loas, parnasos y pamasillos tan al uso. Con una excepcin
muy notable: Francisco Cascales, admirador y amigo suyo, y suponemos que visitante asiduo de la biblioteca. Y con otra excepcin, su hermano Pedro, cannigo en
la Catedral de Murcia, tambin calificador del Santo Oficio, hombre entregado al
amor de los libros, y ayuda constante de la biblioteca franciscana. Obviamente, con
otra personalidad con la que tuvo trato fue con el obispo Sancho Dvila, en los aos
que presidi la dicesis, antes de pasar a Jan.
Siendo Guardin del convento, vive momentos reseables cuando Felipe II le
entrega las reliquias de Santa Florentina y San Leandro que (no sin disputas) haban
sido pedidas a Berzocana. Las fiestas con motivo de la entrada de las reliquias en
Murcia (con Sancho Dvila a la cabeza) fueron sonadas.
Slo unos aos antes del guardianato (en 1590) Arce es nombrado oficialmente
calificador del Santo Oficio, y adscrito al tribunal de Murcia. Siguiendo los pasos
burocrticos habituales, el ttulo le llega por los inquisidores del distrito, Canteras,
Blanco, Ponce de Len. Naturalmente, con el visto bueno del Inquisidor General
Gaspar Quiroga. Se nos han conservado manuscritos (que se hallan en el Archivo
Histrico Nacional de Madrid) donde, junto a su hermano Pedro, y otras veces solo,
emite censuras de libros, y las eleva al alto Tribunal. El legajo ms extenso es el que
se refiere a la censura de libros contenidos en las 37 balas. Igualmente, existe en
ese Archivo una Censura de una prefacin o introito profano de una Comedia que
fulano de Porres representa en la comedia llamada la gobernadora. Las fechas de
vanos escritos son de 25 de noviembre de 1591, y otros oscilan entre fechas cercanas a la anterior. Ms tarde redactara sus Advertencias, de las cuales hablamos despus.
En el Captulo Provincial de 25 de junio de 1595, Diego de Arce sale electo
Ministro Provincial con todos los votos a favor Renovar las Constituciones antiguas, visitar los conventos, rehacer como una pequea joya San Gins de la Jara, en
el Mar Menor (segn cuenta Cascales), atender a las splicas de Felipe II para que
le d buenos predicadores dedicados a los moriscos de Valencia, atender a los frailes, escribir sobre por qu los frailes deben vestir sayal, predicar sin cesar, adquirir
libros para su predilecta biblioteca, vacar a la oracin, leer hasta la saciedad (vista
su erudicin inmensa) llena por doquier las horas del Provincial.
A la par, es cada vez ms conocido en la Corte, y eminentes figuras de la aristocracia, de las letras, y de la jerarqua saben de su vala. Ocurre esto todava ms en
los aos en que deja el provincialato. En parte, porque publica su citada Miscelanea,
porque predica en la capilla real ante el Rey y sus hijos, porque guarda relacin con
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el joven Conde de Lemos (padre, y anuncia la predileccin del hijo por el fraile), y
porque forma parte de la Junta que est preparando el nuevo Catlogo de la lnquisicin. Para la preparacin, y redaccin final posterior, se nombra una Comisin especial integrada en su mayora por calificadores del Consejo y por alguno de fuera.
Comienza a funcionar en 1605. La Junta est integrada por Diego de Arce, el cannigo de Avila, Dr Jernimo Ruiz Camargo, el monje bernardo fray Ignacio Ibero, el
jesuita Juan de Pineda, y el Dr. Alonso Mrquez de Prado. El Catlogo se publicada,
al fin, en 1612 (el llamado Indice de Sandoval), pero ya Arce no moraba en Espaa.
lino de los momentos ms decisivos de la biografa de Arce stcede cuando el
Conde de Lemos decide llevarlo como confesor suyo a Npoles. Estamos en 1610.
El arduo quehacer, bajo muy plurales aspectos, del franciscano lo tengo reseado ampliamente en mi tesis doctoral, y lo investiga actualmente el citado P Vctor
Snchez, de quien tantas noticias de Arce he recibido fraternalmente. Sabida es la
importancia literaria y cultural de esa coyuntura del mecenas Conde de Lemos.
Sabido es el grupo de hombres de letras que corona el virreinato (los Argensola,
Mira de Amescua, etc., sin descontar los muchos que quisieran haber ido, como
Gngora, o el mismo Cervantes). Y por lo mismo, el esplendor buscado hacia la
universidad, librera, profesorado, edificaciones, etc. Del consejo erudito, adquisicin de obras, dedicacin a la escritura que se produca en tomo a Arce, y de ste
hacia el joven Conde nadie puede dudar. Adems de varios sermones, predicados y
editados en Npoles (uno de ellos el de las magnficas exequias que se tuvieron a la
muerte de la reina Margarita) fray Diego escribe una slida obra titulada Roma la
Santa, abundantes pginas que dedica a la virreina, esposa de Lemos. La apologtica y defensa de la Silla de Pedro frente a la hereja llena de consuno sus ojos.
Denuedo de ambos virreyes era conseguir el episcopado para st confesor, y as
ocurri en los ltimos aos de vida de ste. Nombrado obispo de Casano, y suponemos que sin separarse un punto de la Corte virreinal, luch sin desmayo y coi
carcter por que no se viera avasallado el virreinato desde distintos frentes.
Cuando Lemos decide volver a Espaa (han empezado los movimientos de zancadillas a Lerma, como se sabe, y Lemos, que es familia directa de aqul, sufrir
ostracismos posteriores) parece que Arce tiene tambin intencin de regresar pero
acontece su muerte. Un duro golpe para los virreyes. Corre cl ao dc 1616.
2. CALIFICACIONES, CENSURAS.
En el Archivo Histrico Nacional, de Madrid (Inq. leg. 4427), hemos hallado
una serie de censuras de libros que fray Diego de Arce, a veces junto a su hermano
Pedro, ofrece al Tribunal del Santo Oficio. Firman algunas de ellas e 15 de mayo de
1591. Ambos son calificadores de dicho tribunal en Murcia. Son folios que apenas
han sido consultados por los investigadores, y slo escasos estudiosos (Miguel de la
Pinta, Pinto Crespo, A. Roldn) han citado fragmentos. Deseamos darles aqu su
correspondiente sitio, porque nos son muy tiles, a la vez, para ubicarnos frente a
los sermones y otros escritos de Arce, en los que ahora, obviamente, no podemos
detenernos.
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Ciencia y censuro. La Inquisicicin espaola y tcs libros cien tficos en tcs siglos XVI y
xvr.
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actividad en estas tareas data de fechas muy tempranas.7 En 1553 (10 de marzo) el
Inquisidor General firmaba la ~<Instmcciny orden que se ha de tener en la Visita de
los Vajeles que vienen a los puertos.8
Todas estas premisas personales (del cargo de Arce) y de la situacin (la vigilancia en puertos) nos introducen en la temtica de las censuras que vienen a continuacin.
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este es el que metimos en esa Santa Inquisicin con otro del propio autor, que se
intitula Sermones Matrimoniales, ms endiablado libro que esotros>. Bajo el nmero
85 (procede de Alemania) da cuenta de un libro titulado Astrologa divinatrix, que
parece ir contra el motu proprio de Sixto y, y contra una regla del Catlogo. De
otros dos confiesa que no sabe qu cosa son, y desconoce a sus autores, aunque del
segundo argumento hay niuchos. Se refiere a De vera etJWsa ecciesia. Ei punto a
Biblias (haba varias en las balas aprehendidas), y en concreto la de Roveli, editada
en Lyon, contra la opinin de otros que pedan su retencin, l juzga que no hay
escrpulo en que se la deje circular. Y agrega algo ya antiguo: que el librero fue el
primero en presentarla como corregida por la de Roma para as hacerla ms vendible (fol. 23 y) Era una pega que estaba en el aire. Los contradictores de esta edicin
se apoyaban en que estas pginas se adaptaban a la edicin de Roma, que mand
Sixto V sacar de la Vulgata, pero que no es as lo demuestra que la edicin de Roma
es de 1590, y sta de Roveli es de 1588. En la de Roma se quitaba, por ejemplo, el
libro y de Esdras, y en cambio est en sta de Lyon. Arce confiesa aqu un dato
biogrfico: Fray Luis de Len le dijo que haba ledo la edicin de Roma y en la
percopa (Dt. 29) en la que aparece sulphure et salis ardores comburensss, la de
Lyon dice no ~<salisardores, sino solis ardores. Lo que indica que la de Lyon no
se conforna a la de Roma, que est detenida.
Al final de estos primeros folios, fray Diego aconseja: pongan la mano en
Ambrosio Duport que avise en Len (sic) miren bien los libros que le embian de
Alenania. Firma en Murcia a 27 de noviembre de 1591.
En los folios siguientes se dan referencias de los libros que obran en poder del
licenciado Ranrez, desde hace dos meses. Entre ellos, la Cronographa de Pantalen, la Historia belli sacri ,o los Auctores rerum bispanicarum.12 Pedro de Arce notifica que con su hermano Diego vieron las balas, y que las metieron luego en la casa
de la Inquisicin murciana. Tres de eso libros se llev don Pedro a su casa para estudiar la censura. De uno un ejemplar de la Historia helli sacri aade que se divide en dos partes. Una primera es de Guillermo Tyrio, y es catlica y grave, pero la
prefacin que tiene, tras la primera hoja, es de Enrique Pantalen, de quien estn
prohibidas todas las obras en el Catlogo, y ass se a de quitar. De la segunda parte,
que es de Basilio Herold, se avisa tambin que todas las obras de este autor se
hallan prohibidas, igualmente, por el Catlogo: Pudese cortar desta segunda parte
dende la plana 225 asta el fin... Del Ottonis Chronicon agrega que se ha dc expurgar, y de la Cronographa de Pantalen, se adviene que est prohibida, porque
todas las obras de este author lo estn Pretende ste lo siguiente: por centurias
tiende Christo querer continuar su secta y falsa religin (fol. 26).
Podemos suponer que las opiniones de los calificadores murcianos se intercambian entre si, y hasta entre personas doctas, y entradas en aos, como ocurra con el
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Al licenciado Ramrez Pagn lo vetnos participar en las Exequias dc Felipe II en Murcia. Haba
estudiado en Alcal, y ms tarde ocup algn cargo en el cabildo de la dicesis. Public una Floresta de
varia poesa en Valencia en 1562, y dos aos despus orro poema sobre la Pasin del Seor. En Alcal fue
galardonado en un concurso potico. Entre las escasas noticias de fray Diego con los literatos murcianos,
esa relacin del poela con los das Arce, aporsa un leve dalo,
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licenciado Ramrez. Que un mismo libro se vea entre cuatro o ms ojos pona seguridad en los juicios a dar. Esa es la razn, en efecto, de la calificacin de Continuao historiae Crantit3. Adems de verlo lleno de herejas, confiesa don Pedro que l
y su hermano Diego entregaron al Sto. Oficio de Murcia una larga censura. Una
visin positiva, en cambio, se tiene de la obra intitulada Joanuis Grosperi Opera,
aunque descubren que su nombre no es tal, sino Opera Joannis Goropii. Gustan a los
hermanos Arce los argumentos que trata el aurnr, y en ellos mucha escritura sagrada. Han ledo casi todos (porque vienen encuadernadas las obras todas del autor), y
alaba a ste por ser no solo catholico, pero muy buen christiano.
Al final, don Pedro aconseja, de cara al librero, que si pide libros haya cuidado
de pedirlos catlicos y no los plagados de herejas. Si le pidieren, por ejemplo la Historia de Diana, traiga la de Khrangio, y no la Continuacin de la Historia de Khrangio, que es libro lleno de heregas...y que es justo aberiguarse cmo se ha tenido
noticia de l y quien o cmo se pidi (fol. 26). El calificador, como se ve, no se
queda en la estricta opinin que le merece, sino en buscar rendijas por donde se cuela
la heterodoxia. Lo firma el 2 de diciembre de 1591. Con lo cual se echan de ver dos
cosas: una, el control frreo, que obligaba a explicitar el nombre del peticionario,
cosa que se peda, precisamente al librero; otra, ms grave para ste: tal control ahuyentaba a los compradores posibles. Se explica que Pinto Crespo haya dedicado todo
un captulo a esto: ser librero, una profesin arriesgada. Quizs, uno de los riesgos del librero era tener que andar siempre enterado, sobre todo teniendo en cuenta
que varios de estos libros, salidos aos despus del Catlogo y Expurgatorio de Quiroga, no tenan encima ninguna recensin, o al menos si existan indicios o manifestaciones al respecto, no podan tener conocimiento de todas y cada una de las censuras. No eran telogos, sino mercaderes~,si bien ms de una vez cucos y alertados para
cualquier venta de novedades. Algo que no sc escapaba a los calificadores, a juzgar
por cmo atan las clavijas a Ambrosio Duport, el librero de Medina del Campo.
Notemos, sin embargo, que en muchas de esas censuras, los hennanos Arce se limitan a advertir que el autor tiene su nombre apuntado en el Catlogo. Con lo cual no
hay nada ms que hablar desde el punto de vista de un calificador
Existe tambin en estos folios una censura de las Notae in Nov paraphrasim
evangeliis, de Francisco Nansi (Lyon, 1589). Se acusa al autor de hereje, puesto que
no cita a ningn autor santo o cristiano, y s a sospechosos, tales como Guillermo
Xilandro, a Adriano Junio, o Cristbal Hegendorf. ~ Con el fin de acomodar el
evangelio de 5. Juan se nos dice con la perfrasis de Nonio, pero a travs de la
Alheo Krantz (1448-1517), telogo, historiador, que nace y muere en Hamburgo, Noticias sobre
l, pidiendo expurgos, en A. PO5SEVJNU5: Apparatus Sacer ad Scriptores. Venetiis 1606. Ti., 30;
RICHARD-GIRAIJD: Dizziooario liniversale de/le Scienze Ec.clesiastiche (traduccin ilaliana en 1884) T.
3, 824.
El caso de l-Jegendorf, como e de Ecolampadio y otros, se cerna ahora sobre la edicin de obras de
los Santos Padres. Eran ediciones que, so capa de la autoridad venerable de stos, servan para colar las
ideas de la Reforma. No siempre era as, puesto que los humanistas adoraban esas lecturas, pero la realidad
de ms de una edicin que logr esa estratgica y fcil propaganda luterana, hizo a la toquisicin ponerse al
acceho de tales ediciones.
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~< Cita de ejemplo la pg. 217 de la referida obra: el sotdado que abri con la lanza el costado de Cristoen la cruz, lo hizo para saber utrum anima egisse necne (.,.)y este error han resucitado muchos hereges
de nuestro siglo no queriendo creer, como los catholicos lo creemos, ser verdadera agua la que sali del coslado de Christo, sino un humo flemtico del pericardio (fol, 29v). La cita de pg. 241, sin embargo, toca
un punto ms debatido: la extensin de la potestad de las llaves de 5. Pedro Irenle a la doctrina ms estricta
deque esa potestad reside en San Pedro y en sus sucesores Francisco Nansius, muerto en 1598, fue buen
conocedor de los clsicos, gios a Platn y a otros filsofos y escritores. Sobre l, cfr. A. MORERI: Dictionnaire Historigne, Pars 1773. T, 1.6, 376.
~lo corroboran con las citas de las pg. 267 donde a la sucesin de Papa la Ilaniai~ reino tirnico.
Y en la 266 dicen que debajo del nombre de Esa se ha de entender el Papa y el Anticristo. Proposiciones
que Brocardo repite ms de una vez en sus obras, concluyen,
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estado papal. Son de destacar las expresiones que duelen. Por ejemplo, llamar a los
catlicos prelados, y a los prncipes cristianos dioclecianos, nabucodonosores, faraones, antiocos y, en fin, a todos los catlicos gigantes qui veniunt contra Christum
facientes se cliristos signati in antiquis gigantibus. Duele, por igual, que el Papa sea
llamado Anticristo, y la Iglesia Romana ecclesiam peccantem contra la qual viene
Christo en medio de siete candeleros. La alusin al Libro del Apocalipsis es constante, tanto en el catolicismo como en el protestantismo de la poca. Diego de Arce,
partiendo precisamente de esos textos, pintar a Lutero como una de las encarnaciones ms vivas del Anticristo. Ahora asisitimos, por boca de Brocardo (Brocard), a
una misma acusacin, pero esta vez dirigida al Papa. El Apocalipsis se convierte as
en arma arrojadiza para todos.De la Santa Inquisicin, como era de esperar, Brocardo gasta este apelativo: edificio de Babilonia. Y de la potestad papal que es abominacin. Del Papa que esJhlso profeta, juntndole con Mahoma, y que conduce a la
idolatra con el culto a las imgenes.
En cuanto a Juan Grandmiller se traen a colacin sus 180 Sermones Fnebres
publicados en Basilea en 1579. Entre las apostillas, tras leerlos todos, se nos infonna
que en el sermn 31 se niega la existencia del purgatorio, y en vanos otros, que la
msa sea sacrificio per vivos y difuntosst y en la pgina 229 se pone muy de propsito que con sola la fe nos justificamos: Las contiones nuptiales de ese autor, publicadas en Basilea en 1576, constan de 40 sermones basados en el Antiguo Testamento, y de 20 basados en el Nuevo. Se censura que en este libro haya no menores desatinos y heregias que en el pasado porque en la prefacin llama supersticin a la doctrina de los catholicos y pura doctrina a la hertica que l sigue (fol. 34 r). Apelativos
notables son stos, entre otros: llama Reino del Anticristo a la Iglesia; admite la
sola Escritura sin mezcla de tradiciones; reprueba los dogmas cristianos; quiere provar de proposito que es lcito casarse todos; es licito comer carnes cualquier da,
llamando doctrina de demonios a los que prohiben estu; compara a los cartujos con
los maniqueos y los esenios porque comen pescado y no carne: quiere probar (en el
sermn 56) que los obispos pueden casarse, y lo misno intenta de los simples sacerdotes: Finalmente, no se le cae de la boca as en este libro como en el primero, la
doctrina de Luthero, ni casi cita otros autores sino a los hereges...s~ (fol. 34 r).
En los folios ltimos de esta censura se nombra un tercer libro, cuyo autor deducen que es Juan Lasitkus, cuyas obras vienen todas vedadas en el Cathlogo. Trata
de las costumbres de los moscovitas, y de su apostasa. Se edit en 1582, y aunque
figuran ah dos o tres autores catlicos, hay muchos otros tratados claramente herticos. Es interesante desde la controversia la argucia reformista que ah descubren
los calificadores: siendo los luteranos grandes enemigos de los moscovitas, no dejan
aqu de aprovechar la opinin de algunos catlicos que se oponen a los tales, pero a la
vez, como hereje que es el autor, no deja de morder a los catlicos que iunta en
estos tratados (sobre todo en lo que respecta a escolstica, y a su expansin por autores jesuitas (fol. 34 r). Fechan la censura ambos hermanos en 27 de abril de 1591.
Existe tambin, en este legajo del Archivo Histrico Nacional, la censura del
libro intitulado Vandaliae et Sa.xoniae Alberti Cranzil continualio ah anno 1500...
per studiosum quendam historiarum instituta (Wintemburg. l586). Diego de Arce
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escribe ahora que por varios ttulos es malo: Porque no tiene autor conocido (por ser
annimo>; porque el autor del prefacio y el ndice es David Chytreo, y es ste manifiesto hereje. De hecho, sus obras estn en el Catlogo vedadas. Ya se sabe que a los
annimos se les clasificaba a la misma altura que el no figurar lugar de edicin, y
otras ausencias, a la hora deja sospecha. El Concilio de Colonia, en 1536, prohiba
la publicacin de todo libro o papel que careciese del nombre y apellido del autor, y
de la imprenta y ao de edicin. Disposicin que fue corroborada una y otra vez en
siglos posteriores. El Catlogo del Inquisidor Fernando Valds (Toledo, 1551)
prohibe taxativamente: Todos y qualesquiera libros en qualquier lenguaje que sean
dende el ao veynte e cinco a esta parte ayan seydo impresos o scriptos sin declarar
quien son los authores, impresores, scriptores, tiempo, lugar donde fueron scriptos o
impressos. Ahora aade el calificador que el escrito mentado loa a la reina de
Inglaterra, y su gobierno prefirindolo al de sus antepasados. Otra obrecilla de l
llena de harta ponzoa figura aqu: ~<DavidisChritey proemium metropolis. El P.
Arce confiesa que la obra merece ser abrasada dada la multitud de desvergtienzas
herticas que porta, y que pasando una noche los ojos por ella, pudo notar los
errores que ahora enumera. Nombra algunos: alabanzas al Duque de Sajonia, porque
tuvo valor en mostrarse luterano ante Carlos V (por ello le merece el ttulo de
bueno, y constante<s); ataques a indulgencias, misas, frailes; llamar persuasiones
supersticiosas a los mritos de las obras y al valor de la misa; engrandecer a
Melanchton; porque junta muchos herejes como eruditos y autoridades con quien
consultar adonde miente en decir que llam (e] duque de Sajonia) a Erasmo y que
l aprob las cosas de Luthero (fol. 36 r). Se fechan estos folios a 29 de marzo de
1591. Lo atestiguan, por cierto, Pedro de Arce y Fray Juan de Orellana, con algunas
apostillas. El primero, anotando que l tambin ha visto los lugares citados por fray
Diego, y el dao que significan. El segundo que era calificador del Consejo
al recibir los folios de fray Diego, estampa al final que estn los lugares bien citados
y que no son solos esos (algunos otros vera l que merecan lo propio), y, en fin,
que sin duda el autor es herege y el libro debe ser defendido.18
Otra calificacin, autgrafa de fray Diego como la anterior, se centra en el libro
titulado Hadriani Barland Holandiae conzitum historia et icones cum selectis seoliis ad lectoris lucem. Del mismo autor se traen tambin estos otros: Caro Burgundiae Ducs vita; Ultra jetensium. episcoporum catalogus et res gestae; Libellus
Gerardi Novomago auctore. Se edita el ltimo en Francfurt, ao de j5g5l9, Del ptimer libro seala fray Diego que contiene dos autores, y avisa, a la par, que existe un
tratadillo sin nombre de autor. De los dos en que aparece su nombre, indica que
tambin se hallan en el Catlogo. Del primero, contra una obra en concreto. Del
~ Del dominico J. de Orellana se conserva,, algunas censuras. tina de las ms escocidas la que escbi contra Ricardo Dinolh a propsito de un libro de ste donde se relataba la guerra civil de Blgica. En
toda la historia favorece en cuanto puede a los herejes, vitupera los hechos y dichos de los catlicos contra
ellos.,. Cr. A.H.N.: Inq. lib. 966, fol. 254.
~Acerca de Adrianus Comelii de Barlandia (Bartandus), que muere en Lovaina en 1534, y al que
estima Erasmo, por sus equidistancias y criticas tanto al luteranismo como a la incultura de la clereca catlica, vase el Dictionnaire D Bistoire e de Gogrcfie Fc.-clesiastique. Paris 1932. T, 6. col. 835-837.
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segundo, previnendo contra todas sus obras. Adems, del segundo se dice que es
traductor en una parte, y de la otra es autor principal. De las pginas que es autor,
obviamente todas estn prohibidas, y de las que es traductor tambin. Y ello por dos
razones: por no figurar nombre de autor alguno, y esto vasta; y porque el lenguaje que en esta obrica se usa olisca mucho a lenguaje de hereges. Entre ese tufo
que huele Arce, descubre que cuando ese autor loa a unos obispos que se ejercitaron
en la obra evanglica, son palabras en los autores catlicos muy catlicas y santas, pero entre los herejes de Alemania y de otros sitios quiere decir que ellos han
conservado pura y limpia la doctrina del evangelio. El uso del lenguaje (por ejemplo
hablar de Papa Romano) es tambin para diferenciarlo de la reina de Inglaterra, que
es Papa inglesa, nos dice.
Una breve censura gira en torno a De secretis lib. 1/ex varjis auctorbus colMeti (Basilea, 1587). La opinin de Arce es rotunda. digno de que se vede. Lo primero, porque lo ms est recogido de autores herejes o aun no sindolo, tienen
prohibidas sus obras (Cardano, Juan a. Porta y otros)2t ; lo segundo, porque est
lleno de hechiceras, supersticiones y recetas de magia (hasta ensear el modo de
hazer el ungento de las bruxas); lo tercero, por tener muy grandes pedazos de
doctrina muy hertica, dice. Verbigracia: textos de Nicols Turello, que contienen
toda la doctrina de Lutero. Su conclusin es meridiana: Por lo qual juzgo que este
libro se deva en todas maneras detener, y si a entrado alguno llamar (fol. 40 r). Esta
censura se firma el 9 de enero de 1592.
A continuaclon nos enfrentamos ante una obra conocida de la Inquisicin en
toda Espaa. Atiende a este ttulo: Hvtcria Belgica: hoc est rerum nenwrabilium
quae in Belgio iam inde a pace illa Caineracens nter Caroium Quntum Romanoram imperatoren el Franciscum cias nominis Primo Regum Franciae... (Francfurt,
1583). Acerca del impresor, excepcionalmente, pone Arce un aviso: no es nada
escrupuloso en estampar libros de hereges, lo qual saco de su confesin, pues loandose de ayer impreso algunos muy buenos y clarissimos historiadores (que deste
lenguaje usa l) con Plutarco y Livio y iosepho, nombra tambin a Sleydano, histonador herege y luteransimo (fol. 42 r). Se queja Arce de la falta de probidad en
un historiador que resea la coronacin del duque de Florencia por el papa Po IV
antes de la batalla de Lepanto, o que coloca a Sixto IV como el primero que dio titulo de catlicos a los reyes de Espaa (como quiera que no fue tal, sino confirmar, toda vez que en los Concilios Toletanos hallamos que ya lo tenan), y en fin,
otras muchas mentiras de este jaez, siendo esto el maior vicio y desdoro de un historiador que a de mostrar gran diligencia y averiguar suma verdad (fol. 42 r).
Igualmente, se queja el calificador de que el autor deja siempre un lenguaje injurioso contra nuestra nacin. Ejemplo: a los soldados espaoles que hacan la guerra en
Flandes los llama muchas veces sediciosos, crueles, engaadores, carniceros.
20 IDe estos dos citados, su relacin con el Catlogo no era tan esricta quizs como en aos anteriores.
Dei, Cardan, por ejemplo, se recuperaron varias obras prohibidas en el Callogo dc 1584. tic Porta, que
escribi una obra sobre magia natural y la tuvo metida en el Catlogo, al decir de Piolo Crespo: . - ,la
prohibicin tuvo un carcter relativo, como lo demuestra el hecho deque co 1594 sc atiloriz una itopresin
realizada en Npoles en ISSS... (oc, 23<)>.
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Opina, por lo mismo, que este libro se debe prohibir por estas razones: 1. Porque
el lenguaje eclesistico no le cabe en la boca, y en demostracin de ello, Arce alarga esta cita: como si viniese algn mal en el nombre misa no quiere usar de l
diciendo que no es del vulgo, o cita tambin que llama a la Virgen Mater magna,
que era como los gentiles llamaban a la madre de los dioses. 2. Porque habla de
personas sospechosas en la fe. Y cita a Erasmo. Arce aade de inmediato: de quien
yo no digo que fue herege, pero digo que escrivi mucho heregias y no tiene buen
lugar entre los cathlicos. Hiere al calificador encontrar alabanzas a Erasmo como
sta: que el sol no ha visto hombre ms ducho y eloquente, y que no es inferior a
todo los antiguos, y que es un Fnix de todas las musas, y otros semejantes disparates (fol. 42 vto.). 3. Porque ve en muchas partes muchas sospechas de errores:
habla como murmurando de las muchas veces que se junta concilio Lutero, y en
cambio no tiene por legitimo el que se junt en Trento. Otros resabios que huelen a
Zuinglio y a herejes sacramentarios son tambin reseados. Entre stos que se llame
emisarios a los predicadores, diciendo que el Papa Len envi emisarios a Inglatena, pero porque emisario significa descubridor de campo y espa; o llamar telogo verdadero y sincero a Lutero. Por una vez en estas pginas le sale la vena retrica a fray Diego cuando al punto aade: Que palabras mas descubridoras de un
animo herege? Que maior engao? Que maior herega? (fol. 43 r). Firma este
escrito en el convento de Murcia a 9 de enero de 1592.
Una carta acordada de 27 de abril de 1591 toca a este libro sobre historia de
Blgica. So capa de historiografa (o precisamente por ello mismo) la historia de
una nacin centroeuropea se converta en legitimacin de opciones religiosas que en
poca reciente se haban tomado. El objetivo, pues, no era la historia escueta si es
que lo haba, sino a veces otros objetivos mucho ms subterrneos, dadas las dificultades ante la circulacin dc lo impreso. Adems del delator de ese libro, tambin
fray Juan de Orellana calific duramente la obra, segn vimos ms arriba. Ahora
Arce no se distancia lo ms mnimo ante los ataques de la obra a los catlicos espaoles. De stos, confiesa: Como quiera que en ser contra los catlicos, que por la
iglesia catlica hacan la guerra a los herejes, son muy de ponderar, por cuanto descubren un pecho daado
No era tampoco raro que a falta de otros indicios, las alabanza a herejes se convirtieran en uno magnfico. La ltima censura vista sirve de ejemplo. La loa a la vida u
obra de ellos, pona en vilo, porque la mejor forma de no hacerles sitio, consista en el
olvido sistemtico. De ah que ni nombrarlos, a ser posible. Una tctica fina de estrategia, porque discutir con ellos, y argumentar pareca, a la vez, un modo de propaganda e importancia, de las cuales gustaran los herejes. De todos modos, en los libros a
perseguir, lo peor era tener que escuchar elogios de herejes o de protectores de ellos,
porque eso era propaganda directa. En una de sus calificaciones, fray Diego cita explcitamente a un protector de Lutero. Del libro donde tal aparece va diciendo: En el
folio 38 se hace lenguas en alabar al duque de Sajonia, Juan, porque hubo nimo de
ofrecer al emperador Carlos V la confesin de su fe, que era toda la doctrina luterana.
Y por este valor dice que merece el ttulo de bueno y constante. En el folio 103
engrandece mucho a Felipe Melaneton y otra letrina de herejes. Lo cual, adems del
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filo que Arce usa, confirma el dicho de que al enemigo, ni agua. Poda ser positiva
la accin del duque Juan, en principio, pero por si acaso sirve de vala publicitaria, no
se la da por buena. Tampoco se olvide que la Reforma hilaba igual de fino, y cualquier
argumento cosa el texto a su favor, con tal de vestir a sus santos.21
En el leg. 4436, nm0 7 del Archivo Histrico Nacional nos enfrentamos a otras
calificaciones de Arce, junto a las de diversos calificadores, a propsito de unos
libros venidos del extranjero. El informe de aqul est fechado en Madrid a 9 de
junio de 1592, y se expresa all que en esas fechas es calificador y predicador en el
convento de 5. Francisco de Murcia. Da cuenta de que ha sacado algunos libros
herticos, y no slo de los sealados en el Catlogo, sino de algunos otros compuestos despus, los quales aunque no havia catlogo por do conocellos en ver el aigumento y las ciudades do fueron impresos, y los nombres de los impresores, sospech
mal delIos y los detube, y vi y seal sus heregias, que son muchas y muy desvergonzadas contra ntra. Sancta Yglesia. Obsrvese lo que aportaba la experiencia
cautelosa del calificador a travs de una serie de seales: lugar de edicin, impresor,
argumento. Todo ello aumentado ahora merced a que el Catlogo dc 1584 haba
quedado desfasado ante nuevas publicaciones. A la vez, da cuenta de que lo
mismo hizo en otros libros el Dr Arce, mi hermano, y cada uno de por st cscnvmos
las calificaciones de los dichos libros y las dimos con ellos a la Inquisicin de Murcia, la qual los imbio a va A5 a quien humildemente suplico por quanto destos tales
libros hereges an entrado algunos, y se an vendido, y pienso que cada da entran
porque ni los hereges duermen, ni los visitadores de los libros tienen culpa, a causa
de no tener por do conocer el de los dichos libros, y as puede suceder algun gran
dao, que V. Alteza haga ver a los calificadores que en esta Corte tienen los dichos
libros y los papeles de las calificaciones que con ellos vienen para que as VA. se
entere del mal que en los dichos libros ay, y d orden como no entren ms, y los
entrados se recojan, y si a VA, pareciere, yo me juntar con los calificadores, para
que les muestre con brevedad la ponzoa de los dichos libros, y vean la diligencia
que se a tenido con ellos, y se va teniendo en otros
La larga cita nos permite seguir la importancia de los alijos, bien fuera el
venido por el puerto de Cartagena, bien fuera algn otro delatado. Tambin nos
permite ver la profesionalidad de los calificadores murcianos, pidiendo ms vigilancia ante lo que entra22, pero echando tambin un capote a los visitadores (cuan21 Los dos ltimos textos exhumados de Arce son trados con tnuy buen criterio por y. Pinto Crespa.
quien llama a fray Diego infatigable. Cir. Inquisic... o. e. 224 y 226.
22 En el mismo siglo xvii se recogi otro alijo de libros perseguidos en cl puerto de Cartagena. Y
Todava bien avanzado el siglo XVIII, la vigilancia sobre el puerto dc Cartagena y sus entradas de libros,
segua siendo una preocupacin. As lo demuestra una notificacin cue sc guarda en el Archivo General de
la Atinada de Cartagena. Est firmada por el Ministro Jos de Glvez (23-12-1778) y dijigida al Intendente
del Departameolo Martimo, acerca de uta obra en inels sobre el descubrimiento de Amrica, del Dr. Guillermo Robert.soo, rector dc la Universidad de Edimburgo. Esle es ct tenor de la nolilicacin: Y teniendo cl
Rey justos motivos para que dicha obra ni se introduzca ni publique en Espaa, ni sus Yndias, ha resuello 8.
M. que con el mayor rigor y vigilancia no se permita embarcar a la Amrica, ni Philipinas en ninguna lengua, y que si huviere alguna parlida en los Puertos, o s llevare con aquellos destino~. se detenga y embarqtme a disposicin del Ministerio de mi cargo.
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do sabemos que no eran tan raros los abusos), a quienes no inculpa de nada, precisamente porque no son telogos. Subterrneamente, podemos barruntar en ese
texto otras cosas. Por ejemplo, la disparidad de las censuras, segn calificadores,
y ms si por medio andaban las quejas de los libreros. Esa disparidad poda salvar
una obra, segn el parecer de uno, o de lo contrario, poda dejarla fuera de circulacin, segn el de otro. Aqu parece fray Diego justificarse, puesto que est dispuesto a reunirse con otros y mostrar la ponzoa, con tal que se vea que no son
sospechas slo suyas.
comisarios, sin ser prohibidos; porque los dueos, cansados de la mucha dilacin,
los dexaron; y otros, aunque los pedan no se los davan. Conviene que VM. Ilmo.
23 Sigue el punto en la
52 mande que de orden agora como se vean con brevedad.
llaga, puesto que delata la sociologa de la recepcin: el comprador se aburra de
esperar que le devolvieran los libros. Una treta de la Inquisicin, porque as consegua que no los volvieran a pedir, y encima se los dejaban a los comisarios y al propio Tribunal.
Se echar de ver, por tanto, que la gravedad no proviene slo de la doctrina,
sino de razones econmicas, y de libertades individuales, si todava no se tena
clara la prohibicin. De ah las quejas sobre Arce. Este defiende su postura:
efectivamente, dice, se vendieron otras veces, o no estaban esos libros vedados
por el Catlogo, pero el mentado Vigelio escribe como hereje y como tal se han
detenido sus obras hasta que la superioridad mande otra cosa. Por ltimo, agrega
que despus del Catlogo, los herejes siguen escribiendo. Por lo cual se requiere mucha lection y conocimiento en los visitadores. Sin duda, cl alijo de la
Inquisicin murciana, por la cantidad de libros, por las sospechas, y por la retencin produjo revuelo, hasta el punto de tener Arce que justificarse e ir a la
misma Corte.24 Ocurra, a mayor abundancia, que otras opiniones en el propio
Consejo de la Inquisicin no eran tan desfavorables para con Nicols Vigelio.
Uno de los calificadores ms considerados del momento Pedro Lpez de
Montoya excusa a Vigelio, puesto que este autor lo nico que hace es citar
otras leyes, y assi todo quanto dice en estos libros se ha de atribuir a las leyes
que l cita, y conforme a esto se pueden escusar algunas cosas que hay en ellas
dignas de censura. Se refiere en concreto a citas de Derecho Civil. Su conclusion es clara: Me parece que no hay ra~on para detener estos libros Lo fecha a
3 de junio de 1593. Lo que indica que los meses de 1592 y 4593 fueron de
revuelo en punto a Vigelio. Curndose en salud, se escribe al margen que se procure ayer la carta dedicatoria (de la que Arce hablaba y parece que llev a
Madrid) y que se investigue si se halla en otros libros del autor No la conoca
el calificador del Consejo? No era la primera ni sera la ltima censura en la que
Lpez de Montoya mediara. Con Bocaccio y el Decarnercin sc haban presentado
problemas, dada su inclusin en el Catlogo. De la inquisicin murciana le haban planteado dudas, y l las resolvi opinando que la obra se poda permitir.
Otras calificaciones suyas demuestran un talante abierto, dentro de lo que caba.
No eran precisamente una pia los calificadores espaoles, y quizs se ha insistido poco en ello.
Contra la opinin del Dr. Lpez de Montoya (o contra lo que l no viera) existe
una censura de fray Gaspar de Moya, basada precisamente en la mentada carta de
23 Citado por Sierra Corella: o. e. 257. Acerca de repercusiones peclniarius en los 1 ibcros y a sms quejas dedica unas breves, pero susranciosas pginas Y. Pinto Crespo: oc, 131-136.
=4 Repmese en que los afectados to eran slo los libreros, sino personas influyenes. o prncipes que
gustaban de memer magnficas libreras, Un prcer de la poca como el Conde (le Condomar, tenaz biblifilo
desde muy joven, tena agentes repartidos por Madrid, Salanamica, loledo. Sevilla y otras ciudades slo con
el fin de comprar o informar sobre las novedades que aparecieran a 1-a cola.
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Re -isla ce d Iocui?sicido
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N. Vigelio. Es contundente, como Arce: Esta carta me parece que est llena de
malicia i de sospecha porque habla en ella el autor con demasiada libertad i palabras graves contra el derecho cannico. Los mismos Sumos Pontfices dice fray
Gaspar son all acausados de haber mudado lo que estaba establecido... En
otros cargos concretos se apoya el censor para repudiarla. Arguye como Arce
que si tales cosas expresa ah, otras ms soltar en el cuerpo del libro. No figura la
fecha de este informe.
Pero que las obras del jurista N. Vigelio traan cola, lo demuestra otro informe, acerca de las Constituciones Carolinas de ese autor, emitido en Madrid a 10
de julio de 1600 por fray Jernimo de Almonacid y fray Diego Granero. El
informe le es adverso a Vigelio, y otra vez por culpa de la prefacin. Se dice de
l: Siente mal del estado eclesistico generalmente y de la potestad eclesistica
y leyes de la Iglesia. Tambin en Madrid a 8 de agosto de 1600 se firma otra
censura, esta vez del jesuita Hojeda25. Habla ste de que se ha mandado recoger
el luris Feudalis de Vigelio, y en ella se acusa a Narcis Casamijana, por cierto,
de ser muy rgido en su crtica a Vigelio. aunque admite sus ideas calvinistas en
la prefacin. Otro informe sobre Vigelio sali en Catalua de la pluma del dominico fray Rafael Rifoz (21-5-1600). Lo que nos da idea de que Vigelio como
Bodin se converten en paradigmticos a la hora de la polmica en torno a los
nuevos principios del Derecho. Por estas opiniones a favor y en contra de Vigeho, como lucha sorda, barruntamos algo de lo acontecido. La realidad posterior
fue que una acordada de 9 de agosto dc 1600 orden recoger su obra sobre derecho feudal, y otra de 16 de octubre de 1600 prohiba las Constituciones Carolinas.26
Mayor resonancia, quizs, tuvieron las prohibiciones acerca de J. Bodin y su
conocida Repblica. Los choques de esta obra con la Inquisicin duraron vanos
anos. Conviene recordar que en los aos que precedieron al Catlogo de Quiroga,
una obra de este pensador francs se vio retirada de la circulacin. Era el Mediodus verus cd faclem historarum cognoscitionem. Sera luego incluida en dicho
Catlogo. El ttulo, como se ve, alude a un tema conexo con el del Derecho: la
historia. Precisamente, el conocimiento real de una historia haca relativizar disposiciones y leyes que parecieran de toda la vida. El Sto. Oficio oteaba por ah
peligros por doquier Con Bodin (o Bodino, como lo castellanizan Arce y otros) el
detonante provena tambin de una traduccin castellana de la Repblica, que
haba llevado a cabo Gaspar de Aastro en Turin en 1590. Uno de los puertos
apropiados para introducirla debi parecer Cartagena. Y as pudo ser detenida por
el Tribunal de Murcia. Antes tambin de considerar los argumentos de Pedro de
Arce, aludamos a que tras delaciones (de Valencia, por ejemplo) y quejas del traductor pidiendo que se dejara circular la obra, dos calificadores del Consejo sostuvieron acerca de Bodino opiniones otras vez frontales. Nuestro conocido Lpez de
Montoya ms moderado, como lo hemos visto antes; Francisco Dvila, por el con25 Esteban de Hojeda cemsura tambin la obra de C, Calderari sobre el salmo miserere, Es del parecer
que traducida al castellano no trae nada til.
26V. PINTO CRESPO: Inquisic oc. 220-221.
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Francisco Henares Da
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Revista de 1, lnc1aiicion
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del autor>, demuestran que quiere taparse de posibles censuras por la ortodoxia,
pero quiere ms que se extiendan sus ideas porque significarn un servicio a la
Monarqua.31
Interesa destacar dos cosas: una, el conocimiento de los Arce acerca de Bodin,
naturalmente tambin bajo otros aspectos; otra, la relacin entre una parte de ese
arbitrismo con la oratoria sacra del franciscano. La teologa poltica de ste se
convierte en arbitrismo teolgico sin excesiva dificultad. Basta observar los grandes retazos histricos a los que el predicador es aficionado, sobre todo al releer
sus sermones de Adviento con el Anticristo al fondo. Adems, se establece por
aqu otra conexin: la de ese arbitrismo teolgico con la picaresca parentica de
tantos sermones. Reluce por esos lares un campo fecundo de investigacin de
muchas conexiones. Porque puede quedar descontextualizada y aislada la sola crtica moral del predicador, o la sola de la picaresca, o sola la del arbitrismo aparentemente ms civil, si no las vemos como manifestaciones convergentes. No en
vano. M. Cavillac ha intentado que el Guzmn de Alfarache sea comprendido
mejor ligndolo a la dcada histrica que interesa a Cellorigo.32 Debe venir tambin alguien que empiece otro tanto, pero ligndolo a los predicadores finiseculares. Se acrecera notablemente la visin histrica y literaria. Sin embargo, relacionarlos comporta fijar la vista en el debate sobre la decadencia. No s si puede afirmarse sin ms miramiento que Cellorigo ( P. Vilar dixit) es quien inaugura o no el
debate sobre esa decadencia hispanaS3 puesto que habra que tener en cuenta a los
predicadores. Cuando aqul publica en 1600 su Memorial, ya circula ms de un
sermon sobre lo mismo, aunque el lenguaje y la argumentacin varien. Ciertamente, no se puede considerar a los plpitos como arbitristas en sentido estricto, pero
s como introspeccin colectiva, en trmino que gusta a J.H. Elliot.34 Diego de
Arce sita todo en un mareo histrico de varias civilizaciones. Su visin es teolgica, en efecto, puesto que se llega a la situacin de decadencia, porque el plan
salvifico querido por Dios, se ha ido al traste poco a poco. He ah su visin de la
historia. Envuelto en un ropaje de tintes apocalpticos (tanto de profetas como del
ltimo libro de la Biblia), su introspeccin llega a las masas de fieles. Tampoco en
el Guzmn de Alfarache se usa el tenor arbitrista, pero s la catadura moral como
foco ineludible. No es casual que esos vastos panoramas de la antiguedad sean
tomados por Arce, en sus sermones, de Tito Livio. Los Discursos sobre Tito
Livio, de Maquiavelo son una fuente principal de Cellorigo, y la Repblica, de
Bodin, la otra. Lo que ocurre es que no menciona las fuentes para que la censura
inquisitorial pusiera menos sobre l los ojos.
~ Memorial de la poltica necesaria y y til resmauracicn aa la repblica de Espaa yy estados de
ella, y del desempeo aniversal de estos reinos, Valladolid 1600 Se trata de un opsculo de 66 folios en
su 1 edicin y que ha sido reeditado por J. L. Prez de Ayala en el catlogo editorial del Instituto de Estudios Fiscales de Madrid en 1991.
CIr. Pcaros y mercaderes dm el Guzmn de Aljhrache. Granada 1994 (sobre todo el cap 5).
~ P, Vilar es mentado por JVillanueva: o. e. 65.
~ Introspeccin colectiva y decadencia en Espa6a, en Poder y Sociedad en la Espaa de los Austrias . Barcelona. 1982.
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Revisto de la Incuisi.imio
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De Arce s pone una censura a Bodin, pero bajo puntos de vista que no son
los del estricto repblico llamado Cellorigo Recordemos que la calificacin del
Dr, Arce (con la anuencia de fray Diego) es de 1591 y la edicin del Memorial
de 1600. Observar, sin embargo en qu entroncan el arbitrismo espaol, la picaresca del segundo tranco del Guzmn, la oratoria sacra del Siglo de Oro, y quizs las pginas de muchos calificadores, es montar un puzle a todas luces necesano para saber qu impresin de decadencia tienen los espaoles de esos anos.
Por ejemplo, hasta donde se defiende o no la razn de Estado; o la conexin de
sta con otras motivaciones tradicionales; o la preservacin del principio de
autoridad; o que siendo el prncipe imagen de Dios, la ley que promulga debe
ajustarse a la ley de Dios; o el restablecimiento de la censura; o, en fin, la defensa o no de una moral familiar que va decayendo y en que la autoridad del padre
debe recobrar el timn (hay prrafos brillantes y populares de un sermn de
Arce en que conmina a los padres, precisamente por la dejacin de sus deberes
). Un repaso til por ese sermonario finisecular y por las calificacaciones que
hablan del bien y utilidad de la repblica, sera aquel que emprendiese una
investigacin del reformismo sociopoltico conjuntamente, parndose primero
en los arbitristas-telogos (que los hay abundantes); segundo, detenindose en
aquellos temas cruciales que preocupaban, tanto a telogos como a arbitristas; y
tercero, observando las discrepancias, y cules motivos mueven a stas en particular (hemos visto algunas en lo que llevamos escrito, pero los motivos no
siempre aparecen claramente). Los estudios andan ayunos de esa interconexin,
quizs por el consabido desconocimiento de la oratoria sacra, y hasta hace poco
de las calificaciones, las cuales en gran parte siguen inditas. Pero goza tambin
(y eso ya es una ventaja y paso adelante en la investigacin) de trabajos recientes en los que continuamente se est rozando, cuando no interfiriendo, cada una
de las piezas del puzle.35 Apuntemos, como tema copioso, polidrico, la defensa
de la monarqua en tratadistas, calificadores y predicadores. En Arce la abundancia est servida.
Quizs estas reflexiones pretenden poner un techo contextualizado a las escuetas censuras cuya puntualidad y brevedad son comunes en toda calificacin, las cuales nosotros venimos allegando prrafo a prrafo. Seguirlas de cerca es una necesIdad, pero otra no menor es esa contextualizacin, que por supuesto no recogen las
censuras explcitamente en sus escritos, y sin embargo, estn in mente sin ms remedio.
~ Pensemos, por citar un caso insigne, en J. A. MARAVALL: le ork dcl Estado es-paol en -1 siglo
XVII, editado en 1949. Pero apuntemnos tambin a G FERNANDE7, DE LA MORA.-Maquiavelo visto
por los tratadistas espaoles de la Com,trarreformna. en Arbor 13 (1949): .1. BENEYTO: Recepcin y
rplica dcl pensamiento poltico noderno en la Espaa del Siglo de Oro, en Rey. His le Derecho (cimanada) 2 (1978-79); Pi. VILAR: Literatura y e:ononmo, La figuro del arbitrista en la literatura del Siglo
de Oro. Madrid. 1973; 1. 1. PERE!. DE AYALA en la Inroduccin al Memorial de Cellorigo en la cdiemon ya citada; J. LARRAZ: Lo poca dcl ,nercantilis,no en (ic,stillc,, Madrid. 1963; A. MARQtJE7.:
Literatura clnquisicin e,m Espaa. Ed, laurtis. Madrid 1 98t1; M DE LA PINTA llORENTE:; l.a
lnqui.sicicin y. Y los problemas t,. e; 1 den: Aspectos histri.os del se,m ti,,m ic,m to ,eli~ic,,so e,m Llspai.
Madrid. 1961: 5 MUOZ CALVO: lncoisic y cicnci, en Llvpac,. Madrid. 1977.
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la Escritura no sea usurpada por nadie, y que los corruptores y violadores de la Palabra de Dios sean corregidos con penas por los propios obispos. Esa usurpacin se
refiere a un uso en cuyo contexto se suceden fbulas, adulaciones, detracciones y
supersticiones. Vemos dice que con gravissimas palabras llama al mezclar lo
sagrado con lo profano temeridad, irreverencia, menosprecio... Y que cuadran tales
palabras a esta prefacin lo demuestra, segn l el que para todas estas cosas usa
lugares de la escritura para truanerias haziendo reir para cosas fabulosas, siendo
principio de una comedia que toda es fbula, para cosas vanas y sin provecho, siendo como cabeza de una composicin fingida, para adulaciones, pues lisongea los
odos de los atentos y para detracciones diciendo mal de los que no le prestavan
atencion...
Otra razn que esgrime tiene su basamento en la erudicin de la que siempre
hace gala. El Libro de los Proverbios en su cap. 26 dice: sicut qui projicit lapidem
in acervum lapidarum, sic qui dat stulto gloriam>7. Atestigua Arce que tal es la traduccin del original hebreo, no siguiendo a la Vulgata.4t> De manera que compara
Salomn al que honra a el necio e indigno como el que arroja una piedra preciosa en
el montn de unas piedras comunes, porque assi como sera indecente y de ningn
decoro arrojar una esmeralda o un rub, o otra piedra preciosa en u montn de guijarros de la calle, no menos hace contra el decoro y decencia el que la prelaca, cosa
de suma estima y precio, se la da al indigno... Abunda el calificador en muchas
comparanzas, entre ellas sta: el diamante puesto en un anillo luce, arrojado entre un
montn de piedras, no descubre su valor Y viniendo a su propsito expresa que la
Escritura es de tanto precio que no se la puede comparar con pieda preciosa alguna.
Y, tal a como obra en sus sermones, fundamenta esto en Job. 28, o en el salmo II 8,
el cual proclama que ama ms a los mandatos del Seor que al oro y al topacio.
Toda ciencia, pues, o poesa o historia, o filosofa, si se la coteja con la Sagrada
Escritura queda sin ningn valor La cita de San Gregorio (en las Moralia. libro 1 8,
cap. 17) viene en su ayuda glosando los Proverbios citados: entre las palabras livianas no caben las gravsimas de la Escritura, las dictadas por el Espritt Santo. Se
han de pronunciar, dice, entre palabras chocarreras y deshonestas? La Palabra exige
reverencia y fines convenientes para ser usada. Entonces es espritu y vida. No pueden, por tanto, provocar a risa profana como lo hacen las otias palabras profanas. Y
aunque se mezclen, censura Arce: Qu maior irreverencia que sta? Qu maior
menosprecio de la Sda. Escriptura que es de maior precio que toda piedra preciosa ?4
A continuacin el calificador trae a la palestra los castigos que Dios suele dar a
los que as profanan sus palabras divinas. Obviamente, juega otra vez la erudicin
un papel fundamental, refiriendo (Flavio Josefo al canto) el gran contento del rey
egipcio Ptolomeo al ver los cinco libros de Moiss (el Pentateuco) vertidos al grie~< Traslada
sta; Sicut qui projicit lapidem o acervum Mercurii, sic qui dal insipienti honomen,
~ Francisco Cascales amigo de fray Diego- es del parecer qtme pam-a mover a risa no sirve etmalqcmier
cosa. Lo exige el decoro, Y as opina que slo los individuos vulgares queden como obielo de la risa. It,
expresa precisamente en La Tabla IV donde nata de la comedia. Cfr Tahtas Poticcms Fd de HenRo alaneaforte para Espasa-Calpe. Madrid, 1975.
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Rrvista de la l,mqmisicirin
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go, de suerte que los poda entender, y La admiracin por aquellas sentencias, por la
najestad de aquella ley, el peso de las razones. Tanta admiracin que pregunt a su
bibliotecario cmo podan haber pasado tanto tiempo sin conocerlas, ni siquiera otrlas mencionar. Con agudeza le respondi ste que por ser tan divinos tales libros,
nadie se atrevi nunca a tocarlos. Tanta era la reverencia, y por eso dese que quien
se atreviera a tocarlos fuera castigado por la justicia divina. Aporta dos ejemplos en
la conviccin de que el exemplum aqu y en los sermones tiene poder probatorio.
Uno, el del poeta Esopo, quien entre sus versos insert palabras divinas, y recibi el
castigo de quedar loco (mucha razn era que fuesse loco de enfermedad quien
tanto lo era de presuncin, le apostilla). Slo que en su vejez tornle Dios de su
locura, al comprender el mal que hiciera. El otro ejemplo tiene de protagonista al
poeta Teodecto, a quien le ocurri otro tanto.42
Aconseja Arce que tomen en cuenta al autor y representantes de La Gobernadora:
que tantos testimonios de David pusieron en aquella prefacin quan bien
suele Dios castigar semejantes atrevimientos, y teman a la divina justicia, y ass
mesmo consideren VM. quanta obligacin tienen de refrenar tal irreverencia...43
No sabemos qu habra decidido Lope si la calificacin de Arce hubiera llegado
a ms decisivas consecuencias. Habr que pensar que lo mismo que quera para su
San Agustn, el Africano protagonista de otra obra suya, y de lo cual quedan sus
quejas. No era extrao este modo de hacer con tal de no caer en la prohibicin. De
hecho, existen dos redacciones de varias obras (de Huarte de San Juan, de Fray Luis
de Granada, de Lpez de Gmara, y de otros). Aqu vemos a Lope dispuesto a lo
msmo. Hasta da la impresin de sumiso. Apunta al sitio donde parecen esconderse
los problemas de la comedia dicha: por haber tenido algunos argumentos yndecentes para representarse en parte pblica. Con exactitud no sabemos a qu se refiere,
e ignoramos si las mezclas de los divino humano tambin hicieron ah su aparicion.
Lupe, por su parte, emplaza a que se le diga y tilde lo que debe expurgarse. No se
lo haban siquiera comunicado? Despus, est dispuesto a volverla a escribir, como
buen hijo de la Inquisicin, aunque no olvida mentar algo que estaba a la orden del
da: la mala o esquiva reputacin con que se vea herido. Lo que para un hombre
que vive de la fama, como gente del espectculo, no era nada desdeable. Si no
...
~ Las citas de Flavio Josefa se las procura el obispo de Simaneas (lnstiucio,mes Catlicas, mitulo 59,
nm. 18) el cual aade olio ejemplo, el del poeta espaol Garci Snchez de Badajoz. La causa de su locura
fue una irreverencia similar.
r Por no ser tachado de tal, escribe Lope una carta al Consejo de la Suprema a propsito de una obra
suya (FI divino africano) que haba sido recogida por la loquisicin. Lope era familiar de sta, como se
sabe, y se apresta a deshacer malentendidos: Vuestra Alteza ha mandado recoger una comedia que yo
escriv de la conversin de 5, Agustn. por haber tenido algunos argumentos indecentes para representarse
en pane pblica, mac ha resultado grande nota en mi honor y reputacin hablando de m diversas personas
en diversos jimicios. por lo cual suplico humildemente a V, Alteza, que con su acostumbrada benignidad, se
sirba de qtme tildando y borrando todo lo que pareciere convenir que sea quitado y borrado se me huelba la
comedia para que la buelba a escribir, y poner en el nodo que es bien est para poderse representar, que
ltmego la holber a V, Alteza para que en ella se haga la censura y a califmcaein que antes, quede esta suerle se entender claramente la verdad y yo qtmedar restituido en mi honor y buena opinin.. - La public
Amrico (astro, en Revista de Filologa Espaola. IX (1922) 314,
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tenemos los argumentos de Lope para defender su Gobernadora, nos quedan los de
Arce para ponerle pegas, en desigual ventaja.
De ah otro razonamiento al canto: el Dios que tenemos es celoso y no consiente
entrar en particin con cosa divina alguna. Tal ocurri con los filisteos (cfr 1 Re.)
quienes pusieron en el altar del dolo Dagon el Arca del Testamento. Cay el dolo.
No consinti el Seor que estuvieran juntos. Y aqu sale el Arce que conocemos de
la oratoria con tal de sacar la lectio spinitualis a costa de la etimologa. El dolo
Dagon es adorado en forma de pez. y la palabra hebrea daga quiere decir pescar.
Una hilada de autores y citas traen la conveniente conclusin: la corrupcin que
rodea al pez apenas pasa ste algn tiempo fuera del agua (Plauto: piscis nequam
n,si recens). La corrupcin no se junta con la Escritura, y quienes tal obran actan
ms como filisteos que como reverentes catlicos.
Que se tomen en la prefacin de Lo Gobernadora textos de David (los salmos) conducen al calificador a nuevos razonamientos. A saber: los Santos Padres,
sobre todo los griegos, descubren la grandeza de la elocuencia en manifestar lo que
los salmos eran de misteriosos. Se fija en uno trado por San Basilio. Es un sermn
de ste sobre el principio del salmo primero, es decir, aquel que llama en auxilio a
los ngeles y pone en fuga a los demonios. 5. Basilio llama a ese salmo repblica
celeste, junto a otras muchas alabanzas al mismo. Se pregunta Arce: Cmo,
pues, viene bien esto con andar los versos de los psalmos en comedias? El calificador coge ahora tono de predicador, como no lo haba hecho hasta entonces, y dice
que si 5. Basilio oviera la prefacin sobredicha se abrasara en una espiritual clera
bien como tan bien (sic) saba la virtud de los psalmos, y con ansias grandes pidiera
que se quitara. Sale aqu un punto ms airado el profesor de salmos en Alcal.
~Tantoenfado le produce la prefacin! Aade ms, sin embargo: que la Iglesia nuestra Madre no slo ved nuevos salmos, sino que aborreci que los antiguos de
David se cantasen con aquel tenor que los gentiles solan cantar sus himnos a los
Dioses, u otras nuevas tonadas con que comunmente se suelen cantar cosas prolanas>sY En su ayuda trae citas de la poca patrstica y de la Iglesia antigua. De ah su
escolio: si la Iglesia catlica ve tal cosa como profanacin de los salmos, cmo
entender que se reciten en un tablado profano, en la prefacin de una comedia profana, con lengua de un representante profano, en sonsonete profano, y para mover a
una risa profana?
Por ltimo es de la opinin que los salmos se reciten slo para graves y grandes
fines. O para consuelo en los trabajos, como Cristo en la cruz; o para comprobar
algn hecho de Cristo, como el evangelio de 5. Juan cuando relata la expulsin de
los mercaderes del templo; o para otros distintos menesteres espirituales. Respecto a
ello nos seduce con citas. La ltima poniendo de ejenplo de fervor a un obispo
quien al morir recitaba con uncin el salmo 4. Pero como polemista advertido que
~ Una cautela que ha perdurado hasta los das recienles del Concilio Vamicano II. A primicipios de este
siglo, bajo el papado de Po X , la msica religiosa sufri una reforma esricla. Misas que oliscaban a opersticas, y aun a menos (nombremos a Hilarin Eslava) quedamon escluidas de las funciones litrgicas. no
smn muchas reticencias entre los fieles cultos La renovacin en este aspecto, como en lanlos cmtroc dcl cilado
Vaticano II ha sido, cuando menos, espectacular
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es, el calificador se adelanta a las pegas y objecciones. Por ejemplo, algunos dirn
que el fin de un actor que representa comedias no es precisamente ese estilo del
obispo. Irnico aade: Dir yo que lo creo, porque si lo fuera, con qu pena menor
que con fuego se ava de castigar tal desverglenza, pero no se puede dejar de confesar que del recitarse as se signe risa, y por consiguiente ignorancia>~. Igualmente,
acusa Arce que recitar salmos como se recitan oraciones latinas, slo por acomodaciones pretendidas a la escena, no debe ser excusa, y que le parece estar viendo al
rey y profeta David quejarse de que sirvan para hacer reir versos y salmos que l
compuso entre lgrimas. Con un exemplo, exhumado de Macrobio, con un filsofo
pitagrico de protagonista, donde al mal uso de la palabra se le asemeja con prostituirse, acaba su censura. No sin antes andar seguro de lo que acaba de informar y de
su oficio: Y tanto con maior gusto quanto que haciendo esto cumplo con una de las
mandas que N. P. San Francisco dej a sus frailes en su testamento evanglico, mandndonos que las Palabras Sagradas quando las hallaremos escritas en un papel y
cadas en el suelo, las abrazasemos y con reverencia las pusiessemos en un lugar
decente. Aade que eso hizo l con las sacratsimas sentencias de David, porque
las vio en un estercolero y entiende que debe ponerlas en manos de la autoridad de
la Inquisicin. Ms an: pide al tribunal que prohiba toda representacin de tal
comedia si antes no ha pasado por los ojos de algn calificador o de algn hombre
docto que seale ese Tribunal. Medidas que cree apropiadas para cortar cuanto antes
los males, y que razona con el lenguaje atildado que le caracteriza. Porque el error,
dice, en el principio es grande en el fin, y por no mirar en los poco sucede un dao
muy grande y dc una sola centella se viene a encender y abrasar todo un bosque.
Al final del documento se agrega una nota, en la que el Ministro Provincial, fray
Cristbal de Tolosa, alaba los argumentos del calificador.
Frente a las sntesis estrictas de anteriores censuras, sta de La Gobernadora
adquiere otro talante. No slo en la erudicin demostrada, sino tambin en el tono
de argumentacin con esa multitud de razones amarradas a una sola columna: la del
decoro. Tambin pone su pimienta el tantico de irona de que hace gala Arce. Nos
encontramos, pues casi con el predicador en un escrito que es de censura. Entre oratoria culta y biblioteca parece desarrollarse este escrito. Lo de biblioteca por las consabidas citas. Lo de oratoria por la argumentacin y el talante de interrogaciones
retricas. Slo faltan las exclamaciones o los largos perodos hilado de los sermones. Pero es digno de researse ahora que esta profesionalidad en el oficio de un
cargo de la Inquisicin se corresponde con la actitud que toma Arce en algunos sermones conservados, sobre todo en aquellos que, como el de Alcal o el de Valladolid, son predicados ante una plana mayor del Tribunal, y en ciudades con abolengo
culto. Daba la impresin en anteriores censuras, que el calificador no se separaba de
la letra que iba viendo, y del Catlogo correspondiente. Ahora no hay tal, y hasta se
presta a discutir La diferencia, pues, radica en que la reverencia merecida a la Escritura le incita a aplastar con citas y probaciones la opinin contraria.
Aadamos un hecho posible en la sociologa de la recepcin unido al de la autoda. Si la censura ha sido emitida a partir de lo visto en la representacin (y no en la
lectura de obra publicada) podemos estar ante uno de los muchos atrevimientos que
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~ Sobre Gaspar de Torres, cfr. A. TOMII.LO-C, PEREZ PASTOR: Proceso de Lope de Vega por
libelos contra u,mos cmicos. Madrid. 1901, 70. En lo amaedero a comnpaas de tftulo (la de Tormes era
tmna) y su distincin con otras de menor monta, dr, J, M, DIEZ BORQUE: Sociedad y teatro e,m la Evpamc
de Lope de Vega. Barcelona, 1978, 3,3.36. Acerca dc cuanto rodea a la represcolacin, cfr. O. ARRONIZ:
Teatros y escenarios del Siglo de Oro Ed. Gredos, Madrid 1977, Por otro lado, es conocido que en torno
a 1578-1580 Lope era yac escritor ms solicitado por los emnprcsarios. segm H. RENNERrACASTRO:
Vida de Lope de Vega (15624635). Ed. Anaya, Salamanca 1969, 86.
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La breve dedicatoria nombra la razn que mueve a Arce a redactar estos folios.
Se intenta por parte del Tribunal, en efecto, ordenar nuevo Catlogo. Con este fin:
que de todo punto quede limpia la librera de la Yglesia de Espaa de los errores
con que los enemigos de la fe, por tantos caminos y modos la pretenden ensuciar
(fol. 1 r). Coi estas advertencias intenta Ace servir en algo a tal empeo, puesto
que es ofrenda, dice, de un antiguo calificador de este Santo Tribunal. Pide que se
mire a esto ltimo, y no a la pequeez de quien lo escribe. Y aunque tal modestia
parezca un estereotipo, ingenioso aade: No es de joyas preciosas, sino de las
pobres alhajas de mi yngenio, pero de pelos de cabra se pagaya el Seor para ayuda
a la fbrica de su tabernculo quando no avia mayores riquezas que ofrecerle. Al
final, acompasa un aviso sobre su escrito: que por cumplir puntualmente con los
intentos del Inquisidor parecer algo libertado en el decir, pero no ser tanto libertad
quanto prontitud de obediencia.
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dictado por el Espritu Santo y estas glosas judaicas estn llenas de mentiras. La
ortodoxia del calificador es su norte: La glossa que a de exponer a la Sagrada
Biblia a de ser de sanctos y doctores de la Iglesia que alumbrados con la luz de la
verdad, enseen la que con alguna dificultad est en ella encubierta (fol. 14 r).51
No son precisamente afectuosas las expresiones para con los judos en boca de
Arce. Piensa que se les ha hecho inmenso favor con ver el mucho caso qte de
estas sus glossas hazemos, puesto que las imprimimos con el texto santo, y encima en la mejor impresin del mundo. Tambin en la proposicin tercera cree que
existen parfrasis impresas en esta Biblia que no estn expurgadas, y que tampoco
expurgaron los doctores de Lovaina, y ass no s cmo Arias Montano las imprimi. A lo menos no fue con la autoridad desta Universidad (fol. 15 y). A continuacin cita detalladamente y compara con otras, una serie de percopas. Bastantes de las cuales supone que expurgaron los doctores de Lovaina. Sin embargo, no
puede decir con certeza si estn bastante expurgadas. Su conclusin es programtica (fol. 17 y.): si no se quitan y borran por el rey, por el Catlogo, o por otras
razones que muevan a la Inquisicin, es su parecer que se redacte un Antdoto
(que cuadra bien tal nombre en ser contra veneno, dice) en latn, en que brevemente se exprese qu son parfrasis, cules son su autores, qu errores contienen,
con qu recato se deben leer, y qu utilidad de ella se puede sacar Y por supuesto,
que se obligue a quienes tienen esta Real Biblia a que pongan al principio de ella
este Antdoto.
Al detenido examen de los cinco primeros tomos de esta Biblia Regia,
agrega ahora Arce sus juicios acerca de los tres restantes (lo que l llama
segunda parte de esta Biblia). Confiesa que contienen muchas cosas importantes para el conocimiento de las divinas letras, y assi son llamadas el aparato
sacro (fol. 18 r). Han tenido diversos contradictores, sin embargo, pero donde
ms han puesto la lengua ha sido en el tomo segundo, nos dice. Y aqu saca
ahora Arce una defensa de Arias Montano: ste, callando los nombres de aquelos contradictores, los tiene muy doctamente rebatidos en la segunda edicin
de este tomo segundo, salido a luz en 1584. Tienen estas pginas de Arce un
valor aadido: el de saber dnde y en qu montaban la contradiccin frente a
Arias. Algunos estudiosos de la Sagrada Escritura, dando como cierta la edicin latina de la Vulgata desseaban para mayor intelligencia della otra translacin que letra por letras con grande rigor correspondiesse al original Hebreo,
vindose en latn los idiotismo, y hebrasmos del, para que confiriendo la una
con la otra, se viesse mejor la verdad y pureza de la nuestra (...) Pareciole a
Benedicto Arias que para esto ninguna translacin ms a propsito que la del
Pagnino Lucense. Pareciole lo mismo, comunicandoselo con ella a la Universidad de Lobayna, y considerando Arias que aun muchas veces Pagnino o aade
palabras que no coresponden al texto, o hace ms parphrasis que translacin,
o no responde puntualmente a las dictiones originales, acord l hacer en todo
~ En perfecla conformidad, pues, con lo que mantas Retricas Saemas defienden, y con la prctica conlintma de tantos predicadores del Siglo de Oro, El exceso a veces de cilas patrsticas en los serniomes liene
esta intencin, ms o menos sumemgida, de qsme seams slo los Padres la fsmenle cumbre de interpmetacin.
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6~
>~ Entre ellas destaca la de Ferrara, que en fechas recientes hizo traducir a los judos espaoles el
Duque Hrcules Gonzaga (estimada y preciada en el mundo), y la de Escalona (Toledo), traducida hace
ms de 200 aos por el dudar judo Rabbi Mosses Aragel. Esta Biblia nos sigue contando- permaneci
guardada hasra que el toquisidor General Gaspar Quiroga, al tiempo que sac el Catlogo en que todas las
Biblias vulgares se mandaban vedar, recogi sta y la present a Felipe it, que segn e odo decir la mand
poner con otras algunas en la librera de su real Monasterio del escorial (fol. 25 0. Datos de inters para la
historia de las bibliotecas, pero lanibin para la de la traduccin brnlica en nuestra patria.
~ Cfr. J, L.ECtJYER: El sacerdocio de los fieles en los Santos Padres, en Selecciones de Teologa
IV 11965) 85-90.
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A dos diccionarios, uno hebreo, y otro griego, acceden las advertencias 8~ y 95,
Al vocabulario hebreo de Juan Frotero le halla muy digno de expurgarse, porque
limpio puede ser de mucho provecho. Ya fue expurgado antes, pero ahora es
menester darle otra mano. Del propio ttulo pide que se borren varios renglones,
puesto que aqu est enmelado el beneno de la heregia luterana. Afirmaba Lutero
que la Escritura no se haba de entender ni declarar por intrpretes, sino por ella
misma.61 Y a esta hereja saben estas palabras del titulo de Frotero, y ese resabio
se debe borrar. Nos recuerda tambin uno de los quehaceres del Expurgatorio. A
saber: si Frotero disfruta en el ttulo de la obra de una serie de renombres (era lo
usual) y eptetos honrosos, como doctor en teologa o profesor de lengua hebrea, es
bien quitrselos a los hereges (fol. 40). Tal hace el Expurgatorio con otros, y hasta
el inismo retrato de Frotero pide que sea borrado de ah. Obsrvese el rigor llevado
hasta lmites extremos, con tal de que ni una brizna de prestigio pudiera aupar a la
heterodoxia acechante. Borrar el retrato nos acerca, a la vez, un modo de obrar que
bien pudo usar Arce en otras pginas. Pensamos en las perdidas de El pintor cris fiano, ya que esta es su argumentacin: ciertamente, no hay regla especial que prohba
ese icono, pero existen autores que hablando de las imgenes y pinturas sacras recomiendan usar de ese talante. Adems de los honrosos ttulos citados, el retrato es
como loa, y ambas cosas es bien que no aparezcan. A zaga de la huella de san Juan
Damasceno razona su parecer: El que retrata a uno en quanto es de su parte, le da
con aquella ymagen segn el modo que puede, vida y perpetuidad, juzgando que
merece vivir siempre en la memoria de los hombres (fol. 41 r) Tras citar alguna
pgina que deba expurgarse, concluye: Este Juan Frotero fue un grande hebreo,62
pero acovardadsimo a la doctrina luterana, y si oa una palabra a Lutero, por desatinada que fuese, la juzgaba por orculo sin replicarle ninguna.
Del Thesoro de la lengua griega, de Enrique Stefano aporta Arce tres lugares
para expurgar, porque si bien el Expurgatorio de Quiroga permiti este Thesoro, y
en efecto es provechoso, son de notar algunas advertencias con l. Por ejemplo, propone esa obra la traduccin de r Beza acerca de 1 Cor. 1, 10, y aunque no hay
pegas al vocablo griego, silo hay hacia el traductor, que es hereje. En todo caso, se
pondr en lugar de su nombre el de qudam, y bastar. Similar juicio propone con la
idolon, porque la malicia de este hereje le induce a denostar las imgenes. La voz
liturgia se tie del mismo tenor. El Thesoro afirma que algunos telogos griegos lamaron liturgia a la Cena del Seor. Lo cual es suficiente para que Arce declare:
Todo se descubre hertico aqu (foL. 42 y). Precisamente, porque los protestantes
no llaman Eucarista, como hacemos los catlicos escribe---- sino Cena del Seor
Una larga disertacin, distinguiendo una de otra, ocupa al calificador ahora. Algunos aspectos exegtico- histricos, por cierto, referidos a la Iglesia de Corinto, resultan de viva actualidad en las teologas actuales ms comprometidas con el cambio
social (fol. 43-45). Acaba la advertencia 95 avisando que colegido el texto bblico
~~El Cardenal Roberto Belarmino, a quien lantas veces mienta Amee. refuta esos: aserlos en Dc verbi
Dei interpretatione, cap0. 1,
62 En la acepcin de bebraista, suponemos.
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griego por slo los humanistas, se dejan llevar stos de lo dulce de la erudicin, sin
echar de ver el beneno mortfero del error que all ba encubierto. Los telogos, en
cambio, con conocimiento del griego, y con otros conocimientos, escudrian y captan el alcance. Los puntos de vista de fillogos y telogos, como se ve, no siempre
tocaban al mismo son. Es este fragmento una confirmacin ms de que el calificador mira desde arriba, y toda ciencia la reduce a ancilla lheologiae. Mejor: a la teologia que desde la Inquisicin se propugna. Al investigador actual toca captar las
diferencias.
A travs de la advertencia 10 (fol. 46) nos encontamos con una interpretacin
curiosa, y que pone en guardia al calificador. Se halla entre las controversias del
libro De rehus Eucharisriae, de Claudio de Saintes. Siente ste que la eternidad de
los bienaventurados dispone de un lugar donde gozan de la divinidad. No la tierra,
evidentemente, ni las esferas celestiales, sino que el cielo empreo no era cosa criada, ni cuerpo alguno, sino una luz eterna que mana del mismo Dios. Lo saca de
Agustn de Gubio. Arce considera, sin embargo: parece deducirse que fuera de
Dios ay alguna cosa eterna y por consiguiente, que no es Dios criador de todas las
cosas, que es blasfemia y herega notable. Si el Expurgatorio de Quiroga manda
quitar la opinin de Gubio, parece lgico que se quite esta cita en quien lo sigue.63
Otro breve retazo cae sobre la Chronographia de Giberto Genebrardo, que aunque ya de antes expurgada, se pretende ahora mayor expurgacin en la advertencia
l~ (fol. 47). Loa al autor: Uno de los mejores trabajos que en el siglo pasado (estamos a principios del XVII, recordmoslo) salieron a luz, fueron los de Genebrardo,
varn muy docto y catholico , en los libros que contra los hereges Magdeburgenses
escrivi... La razn de esta nueva expurgacin se debe a las reediciones de la Chronographia, a los aadidos que se le van colocando. Uno de los temas a advertir concierne al Libro de Esdras. El Concilio de Trento (sesin 4) confirm que no se tenan por cannicos ms que al 10 y 20. Y al fin de la Biblia de Sixto y se rubricaba los
mismo. Genebrardo lucha por probar que el 30 y
de Esdias merecen la misma
consideracin. Tras pedir expurgacin de otras pginas, reitera las alabanzas: Con
esto quedar expurgado este auctor que es doctissimo y muy eatholico. De l sacar Arce algn apunte para su opsculo sobre las Librerfas.M
Miguel Villanueva puso, en los mrgenes de la Biblia de Pagnino (Lyon,
1542) unos escolios. A ellos se refiere la advertencia 12. Por cierto, copiando
40
63 La defensa erudita que se hace de esa afirmacin es elogiada por Arce (si ella ubiera sido bien
empleada). Queda por ver si la blasfemia y hereja deque es portadora, responde a los trminos que se te
indica, porque se impogna crear un lugar que no ha salido de las manos de Dios. De quin, entonces, para
ese autor? Por otra parte, el locus y su ubicacin como espacio de bienaventuranza ha ocupado no pocas
disquisiciones en la teologa de Occidente (y no slo en la Edad Media y en la Escolstica posterior, sino en
propagandas ateistas de astronautas recientes). Etc locus, adems, ha ocupado abundante sitio en la historia
del arte con representaciones que estn en la mente de todos.
64 Ms duro se mostraba con l el calificador Hernando del Castillo en punto a la Cronologa de los
hebreos. Lo acusaba de que al estar llena de mentiras hebraicas, no s qu provecho pueda tener en la Iglesia. Cfr. A.H,N, Inq. leg. 4436, exp. 8. La mainima apologa o citacin pensable de judaismo o islamismo se
vea tachada por los censores, siguiendo normas del Catlogo de 1583. No eran tiempos de ecumenmsmo,
ciertamente.
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Arce una pgina latina entera de Villanueva (los dos sentidos de la profeca: literal-histrico y espiritual) y en la cual la ortodoxia no sufre mengua. Sin embargo,
no piensa del mismo modo cuando el autor considera con algunos ejemplos la
citada doctrina. Hay escolios esparcidos por los mrgenes donde descubriremos
el mucho benero que esconden. Otra vez exhuma el salmo 21 (foderunt manus
meas...) y despus varios versculos de Isaas y del evangelio de 5. Juan. No
parece del agrado de Arce tanta insistencia en el sentido literal-histrico. Por el
contrario, le parece poco lo espiritual colegido, sobre todo cuando se cumplen las
palabras en Cristo. No es aqu momento de aducir cada ejemplo que podra divergir de lo expuesto por Villanueva, pero el inters de ste en el sentido literal, y los
recelos consiguientes del calificador, demuestran claramente una actitud, si no
enfrentada, al menos reticente. Nuestro caso es un botn de muestra entre
muchos 65
En la advertencia l3~ se toman en consideracin algunos textos de los salmos
que han recibido unas parfrasis por parte de Cornelio Jansenio. Alaba al aulor
como escudo contra herejes y grande escriturista, pero viene a recibir las mismas
amonestaciones que Villanueva. Pone el salmo 39 de ejemplo, pero tambin el
44, y el Cantar (6,9) cuando escribe ste Una est columba mea. Jansenio, que
no niega el sentido espiritual de Cristo y su Iglesia, aade en sentido literal:
Haec erat filia Pharaonis praeceteris a Salomon dilecta (fol. 53 r). Nos explica
Arce que por esto mismo mand el Expurgatorio borrar estas glosas de Villanueva, y no porque den de entender estos lugares de Christo, sino porque los interpretan primeramente y segn la letra de David y Salomn y de la hija de Pharan... Una razn que lanza nos es ya conocida: se tienen tales glosas por judaicas, porque el sentido literal, el de ms vigor est por ellos, pues no de Christo,
sino de David o Salomn como ellos conceden... (fol. 53 y). Las lneas siguientes sitan a nuestro calificador bajo dos precocupaciones: una, admitiendo que
interpretar as el sentido literal es agradable porque entraa una continuacin de
la historia (como ante Homero o Tucdides, dice); otra, desconfiado, sobre todo
mirando a la predicacin, si como muchos de los theologos de nuestra espaa se
dan a la doctrina moral del plpito. Lo cual, para l. exige ser rigurosos escrtturarios.66
~ asta tiempos bien recientes, uno dc los sulrimientos de los esemituristas catlicos en universidades
pontificias, radicaba en derrumbar percopas bblicas sacadas de su autntico conlexn, y que sc mmsaban para
apuntalar argumentos de tesis teolgicas para las que jamls fueron dichas, Traer slo un ejemplo d hoc de
esta advertencia 120, Is, 4,2: In die illa cnt germem Domini o magnificentia et gloria Arce apunta esto
con actitud reticente: Dice entendemse a la letnm de Rey Ecechias, pemo que u Chrislo ermur Prophcl.ia (fol,
49). No discute si el sentido literal es el ajustado, sino esto otro: porque el sentido, qsme l llama lileral,
emmtendiendo los logares que e referido de David, Salomn. o de Ecechias... es sacado de los Rabhinos (fol.
51 r). De aqu que juzgue que la interpretacin de ese autor cmm la primera parte (la literal) es toda judaica.
y en la 2~ parte (la espiritual) poco ebrismiana
~ Por no serlo escribe- no advierten la vbora bajo la hierba. Y aade: Y yo he oydo a algun.
predicadores de fama traer como exposiciones muy pamticulames algunos (errores) de esle gnero tomados de
los papeles dichos... (fol. 54 r).
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c,s Este autor, nalural de Amberes, roe mdico, pero de gran conocimiento de lenguas. Arce lo califica
como hombre de singularsimo discurso, y a la vez, de muy catholico, y de ingenio po. Fue loado
por Arias Montanc, y por el Arzobispo de Amberes.
69 Nombra (te t que era naturat de Narni, de agudo ingenio, maestro dc Matas Corvino, rey de Poto
nma, gran privado suyo, pero que fiado de s dixo algunas liberlades.
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Revisto cte Ir, lnqusicin
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logo (fol 56). La advertencia 18 (Potica, de Csar Sealgero) indica cuanta ojeriza
mortal tiene a frailes y religiosos de vida comn el autor, sin descontar sus loores a
Melanchton y a otros herejes. Los versos de i. Durancio a los que se refiere la advertencia 19 son malquistos por ser tan llenos de lascivia y torpeza. Su enjuciamiento
se sale esta vez de la tesitura monocorde de otras advertencias. He aqu las razones del
calificador: Porque de tal suerte sopla a la carne el demonio en ellos (en los versos)
pintando con artificio y palabras muy elegantes lo que es razn que la castidad christiana vorre siempre de su memoria, que se pone peligro de trope9ar el que los leyere, y
aun de caer, tanto son de torpes (fol. 57 y) ~<>. Pide otro tanto con dos epigramas que
publica Francisco Bouseto en su De natura aquwilium. Uno de ellos es un poema
acerca de la naturaleza de los peces. Inteirsa, por lo dems, bajo otros puntos de vista.
Verbigracia, literatura y visualidad en una visin diacrnica del tema. No se olvide que
la edicin es de 1553, y el comprender con los ojos, un desarrollo al que siempre tildamos de barroco.71 Bajo el aspecto censorio, en cambio, que uno de los peces venga
vestido con hbito de monje en un epigrama, y de obispo en otro, pone en guardia al
calificador, sobre todo si sabe que Rondelezo (el inspirador previo) como Bosueto son
herejes, y encima pretenden que tales peces son reales, y no de ficcin.
Por la advertencia 21 tenemos noticia de que tres autores figuran en la edicin
de Tito Livio (Francfurt, 1587), y todo tres son herejes, as nominados por el Catlogo Romano. Una de las pegas es que no consta el nombre de un autor, y otra que la
epstola De utilitate legendae historiae de Simn Orneo (uno de los tres mentados) se debe borrar, o al menos el nombre de su autor (fol. 58 r). En fin, la advertencta 22 vuelve a lo icnico. Se trata de unos jeroglficos que se han aadido a los
conocidos de Piero Valeriano.72 Su autor, Celio Segundo Curin, del que brevemente se ocup tambin la advertencia anterior, ha colocado dos jeroglficos, tras los 58
libros de Valeriano, sin que nadie los inquiete y quite de aquel asiento, antes e visto
a muchos citarlos, y a me causado alguna admiracin (fol. 58 y) Las obras de ese
autor estaban todas vedadas, pero la sagacidad de Arce, y la consulta permanente de
ediciones, descubre que en las dos ediciones primeras se reseaba el nombre del
autor de los aadidos, y en la de 1595 se esquiva. Arce eleva, sobre la obra entera,
su parecer al Tribunal para que juzgue, porque personalmente la cree erudita y til.73
~ Confiando en que estarn mejor bonados que puestos a los ojos de los ebristianos, cita e princi
rio desde amare. liceal hasta venerem iobem. He aqu, otra ve,, la polmica en lomo a punto de visa de
la esttica vs/ punto de vista de la teologa inquisitorial, las razones pastorales se sobreponen ahora a
todas otras. Sobre la relacin entre ambos, y acerca de tas limitaciones del calificador panm con la literatura,
ha pergeado breves anotaciones, pero enjundiosas V. PINTO CRESPO, Inquisicin.,., oc, cap0 IV: El
universo de los censores (pp. 235-260), Tanmbin A. Mrquez: Literatura.,, oc. 2527.
~ La diacrona de la visualizacin como exponente dcl barroco de los primeros aos del XVII, se
retrotrae segmin esto, teniendo en cuenta que la figura dcl pez obispo es de 1531, Arce es osmo de los que
hablan para los ojos en varios de sus sermones. Esta adverlencia tiene el valor aadido de lo icnico como
vehculo comunicativo dci siglo XVI.
~ Cita aqu tres ediciones que l ha visto de esla obra: la de Basilea (1575), la de Lyon (1579), y otra
de Lyon (1595). En todas ellas encuentra los aadidos.
~ Sobre todo para su estilo titerario en determinados momentos, Nos percatamos de dos cosas: una
que la emblemtica no sls, es de su agrado, sino que conoce bibliografa de ello; otra, qime lo practicado en
ta edicin de 1595 (era la solucin posible) basta para que la impresin sea bienquista.
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1595),
~ El nombre de la isla Virginia descubierta por Gualtero Ralech lo debe a esto, precisamente, dice
Arce, pero cotno polemista erudito, no desaprovecha colocar ah mismo unos versos latinos de un poeta
catlico (Sinstm Ogerio) donde llama a la reina Lais y Mesalina. El enfrentamiento est siempre servido,
r Notifica aqu que su hermano Pedro, tambin calificador como l en Murcia, ha dado larga relacin
de estos libros y de la necesidad que tienen de expurgacin.
76 La alabanzas de Junio a Arias Montano se las devolva ste cumplidas (era otro talante), como tantas veces ocurre en la vida literata, pero el calificador es estricto: que no es razn que loemos a los enemmgos de la iglesia (fol, fil r).
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En las dos advertencias siguientes se extiende, como hiciera otrora: larga y eruditamente. En la 26 acerca de los refranes del Comendador Hernn Nez. Comienza con una breve introduccin acerca de la oportunidad de los escritos de este gnero, y les pide que tengan juicio y piedad. Lo primero, para escoger los refranes. Lo
segundo, para dejar los daosos que celebra el vulgo, y tiene ste por agudas sentencas, cuando en verdad slo vomitan malicia. Cree que merece el gnero mucha estima, por lo que tiene de recopilacin de sentencias graves, por lo que tiene de prctica de la vida diaria; y por la filosofa moral que destila (fol. 61 r). Los reparos, en
cambio, llegan porque siendo Hernn Nez ingenio tan considerable como lo
demostr en las acotaciones a Sneca, a Plinio, a Pomponio Mela, y a otros autores,
ahora no lo parece tanto en esta obrica escrita en nuestra lengua. De haberlo conseguido se descubrira una vez ms que nuestra lengua es no menos sentenciosa en su
vulgar decir que la de Grecia y Roma. Lo acusa de amancillar todas las alabanzas
que nuestra lengua merece, precisamente por erasmiar en alguno de los refranes.
Como en tantas ocastones no oculta su riguroso sentir para con las ideas que pulularon dcadas atrs: Pero no s qu ayre aquilonar corri por algunos grandes ingenos en las letras humanas del siglo pasado, que quanto ms insignes eran en ellas,
se mostravan ms impos en las cosas de la religin y enemigos del estado eclesistico (fol. 61 y). Ese contagio alcanz al Comendador. Por eso, el calificador ahora
empieza a sealar refranes que se deben expurgar. Baste decir que se borren porque unos son blasfemos, otros mal sonantes, otros escandalosos, otros tomes, otros
rreverentes de la autoridad episcopal, y otros los ms de ellos, injuriosos al estado
eclesistico y religin. Son folios interesantsimos no slo por la fazecia del
Comendador, sino por los respingos del calificador. Exhuma por ejemplo ste: A
clrigo hecho de frayle no le fes tu comadres>. O este otro: A frayle gcco soga
verde y almendro seco. O, en fin, ste: Amor de monja y fuego de estopa y viento
todo es uno. Los hay de diversas lenguas, como aquel procedente de Italia: Amor
de ramera...amistad de fraile, convite de mesonero no puede ser que no te cueste
dinero. Ms de 70 proverbios seleccionados aqu por Arce para aconsejar al final:
Borrado todo esto queda expurgado todo el libro. Sospecha que si algunos buenos
Ingenios no han dado aviso hasta ahora ha sido por no hazer casso. Pero su rigor
en que se borren, lo justifica sealando que el opsculo es muy ledo, se ha reeditado muchas veces, y la ltima agora en Valladolid, ao de l602.~~
~ Llama a Hernn Nez, el comendador gmiego, cm,tno ha pasado a la hisloria literaria. Cisneros lo
condujo a colaborar en la Biblia Polglota, y se encarg de traducir el texto griego de los tXX. Profesor ems
Alcal y luego en Salamanca. donde obtuvo la ctedra de Nebrija stm adorado maestro. La coleccion de pro
vembios y refranes llevaba tambin el ltulo de glcosacl os, Siguiendo la lnea de los adagios erasmianos pmocura entretener y ensear. En romance es uno de los primeros coleccionistas, Una onda que se alarg luego
con nombm-es como J de Tinsoneda, Mal-Lama, Juan Rufo, Sanla Cruz, o los melrammes que intercala l~ Mexia
a lo largo de su extensa Si/va. Por desgiacia, Hernn Nez es uno de los autores menos estudiados en esle
gnero de liseramsmra. Si bien ms centrado en Mallama es til como visin global de esta literalora el articolo dc F. SANCHEZ ESCRIBANO : Algunos aspeclos dc la elaboracin de la P/milosophia molgor. en
0de Filologa Erpac/a XX>l (>935> 273-284 Sobre Itt fiueecia como ftxdoga y como crmmplimien
Rets-tc,
so en un autor maure iano, etr. Francisco FLORiT DURAN: A nmbrosio de Salczzc,r: uit vir fhcctus o-o lo marte
262
Revise, co cs ltmqoisi&is it
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En fin, a tercera pintura tiene que ver otra vez con la embLemtica (divisa o
empresa, las llama tambin). Se la proporciona Roberto Stefano, padre, y Enrique
Stefano, hijo entre ambos a dos muy grandes hereges y grandes impresores. Se
pinta ah una oliva podada en algunas ramas, con unos injertos de acebuche y una
letra que dice: NoIi altum sapere. La canela, como se recordar, proviene de
Rom. 11, 16-24. La oliva es el pueblo judo; el acebuche amargo el pueblo gentlico. Este fue injertado en el judo cuando crey en Cristo. Entendida as, segn la
teologa paulina no admite pegas. Esa sentencia, adems, ayuda a no engreirse por
ello, sino a alcanzar un cristiano temor hacia los secretos divinos, sin pretender
escudriarlos siempre. Sin embargo, el impresor Stefano, que sali de Pars
huyendo y se acogi a Ginebra donde se hizo calvinista, entiende la oliva como la
escuela de Calvino, y por acebuche al catolicismo, y por injerto el favor que Dios
hizo de cambiarlo de papista en calvinista, y la sentencia paulina, la entiende
como que nadie quiera penetrar los secretos de la predestinacin.78 La actitud
puede servirnos como sospecha escocida de una sociedad dada a la polmica,
como ocurre en la Contrarreforma. En semejantes cosas escribe Arce acertar ms que ms mal pensare de los hereges, que son tales que no acabaremos de
comprehender su malicia. Suelen usar ass de palabras como de smbolos equvocos y de varias significaciones para si les cogemos en un mal sentido, deslizrsenos como anguilas y dezir que no es aquel sino otro el que ellos pretenden. Pero al
fin comprehendetur in astucia sua (fol. 68 y).
A los libros de caballera dedica la advertencia 28, y de modo terminante tambin. A saber: que hay mucha raon para que se prohiban o se niegue licencia
para que mas se impriman (fol.68). Fray Luis de Len haba llamado a esos y
otros libros perdidos y desconcertados, y aseguraba que de su licin, nasce
gran parte de los reveses y perdicin que se descubren continuamente en nuestras
costumbres79 Las novelas de caballera, efectivamente, han gozado de continuas
condenas morales, y por supuesto literarias. Es explicable que unas Cortes reunidas en Valladolid (1555) abandonen por un momento preocupaciones ms graves,
y sus procuradores pidan que no se vuelvan a imprimir ms, y adems, se quemen
los libros existentesY0 Ni siquiera volviendo a lo divino el gnero (como ocurri
alguna vez) se salvaban las apariencias. Quizas eso influyera en que obras como
la Caballera Celestial (1554), de Jernimo Sampere, o un auto de Gil Vicente
sobre los muy altos y muy dulces amores de Amads de Gaula con la princesa
~ Et modo de enteder esa empresa escribe lo habl con hombres doctos, y uno de slos le escribi,
desde Roma, que pasando de camino por Lyon, se acord de Arce, y pregunl a un ministro calviniano por
el sentido de tal divisa. En efecto, el que aqu eritica el calificador. Eso por si alguien dudara que la intempretacin es de su cosecha con tal de denostar a Siefano.
~ De los nombres de Cristo, Ed. de Crismbal Cuevas. EJ. Ctedra, Madrid 1977, 143.
~ Cfr. 1, M. BLECUA: Estructura de la crtica literaria en la edad de Oro, en Sobre el rigor poticcm
en Espaa y otros ensayos. EJ. Ariel, Barcelona 977,62, La utilidad prctica, por otra parte, de esas prohi
biciones era muy meneslerosa. El pblico lector, si bien escaso, se apasionaba por estas lecttmras, Un 80%
de la poblacin, sin embargo, era analfabema. Lo qtme indica que exista un lector con cono alrededor en
casas y patios. Cfr. M. CHEVALtER: Lecturo y lcctores cm la Espaa del siglo XVI y XVIF. Ed. Turmer,
Madrid. 1976, 19.
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quien extrae un prrafo latino, reprobando ste tales lecturas. Arce insiste en que
se veden atajando ass a la peste con que a muchos inficionan (fol. 70 r).
Muy escueta es la advertencia 29, y mete en censura similar a dos librillos de
Diana y Celestina. Pensando en que son lecturas femeninas, avisa de que por muy
honesta que sea la doncella, no dejar de hacer naufragio en su castidad.84 Sabe,
adems, que son libros que siempre estn a la mano (fol. 70 r).
2.2.4.
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Por esta advertencia 30 corre el Arce que conocemos de sus sermones, con argumentos vlidos a fuer de sencillos. Ahora expresa que cuando el predicador dice a cada
paso desde el plpito: Atended, notad bien esto, grabadlo en la memoria>~, no est
queriendo otra cosa sino que el sermn sea grabado, es decir, se imprima en la cabeza, si fuera posible. Aguzando la dialctica, manifiesta que Ja cuestin no es el idioma, stno la doctrina. Si sta es buena, mejor ser impresa; y si es mala, lo ser en
cualquier lengua, bien latina, griego o hebrea, o vulgar. La alabanza a la lengua castellana le lleva a decir que si las lenguas antiguas eran preciadas, mucho ms es la
nuestra, y en particulares virtudes superior a todas (fol. 71 y). A quienes no la ven
propia de temas graves (rmoras de siglos pasados todava) les sale al paso con tres
virtudes especficas del castellano: propiedad, variedad, lindeza. No podan faltar
pilares de autoridad en que apoyarse, y as trae a Ambrosio de Morales y a Fray Luis
de Len.86
Por ms que disimulara antes al decir que ignoraba las razones de los contradictores, ahora avanza unos motivos: creen algunos que las cosas sagradas no deben
andar en lengua vulgar. Admite que eso vale para la Biblia y los oficios divinos,
pero no estn en esta quenta los sermones, porque si bien de cosas sagradas, no son
las mismas cossas sagradas, sino la exposicin y declaracin de ellas (fol. 72 r).
Otro motivo que esgrimen es que con los sermones en romance los predicadores no
estudian y se hacen ignorantes. A lo que contesta que ni es verdad, ni toca tal al Tribunal remediarlo. No es verdad, porque los mismos sermones que hicieron a uno
docto estudiados en latn, no menos docto lo harn en romance.57 Lo que no hay que
descuidar es la doctrina, y eso si toca al Tribunal, no si es docto o ignorante el predicador, porque si el ignorante predica cosas de doctrina catlica, el Tribunal no tendr que ver con l; y el docto aunque lo sea, si enseare doctrina nueva y daosa,
ser castigado. Un peligro del sermn en romance vendra acaso, si los hombres y
mujeres que los leen, acometieran el ministerio eclesistico de la predicacin
saliendo en pblico a predican Aconteci tal en Alemania con el luteranismo, pero
en Espaa dice nada de esto se ha visto, ni algo que se le parezca.88 No faltan
entre los contradictores del romance quienes crean que al plpito se le honra mal
~ Al primero en su discurso que hizo de la lengua castellana; al segundo con el principio de libro r de
Los nonml,res de Cristo, Las pginas de esta advertencia se suman a la defensa y elogios de la lengua cas<elIana del siglo XVI: Juan de valds, el licenciado Villaln, Simn Abril, etc. Cfr. Jos Francisco Pastor:
La apologa de las lengua castellana en el Siglo de Oro, M. 1929; M. ROMERA NAVARRO: La defensa de la lengua espaola en el siglo XXI, en Bulletin Hispaniquen. XXXV (1933) 204-255; Jos L. ABELLAN: Historia crtica del pensamiento espaol. EJ Espasa-Calpe, Madrid 1979. T. II. 162-172.
~ Piensa tambin en clrigos y legos que ya tienen dificultades con latn y griego, embarazados en la
ignorancia de alguno o algunos vocablos.
~ Sin emnbargo, aunque la polisemia de predicacin siempre es un obstculo para el historiador de
ello, en Italia mismo se han desan-ollado estudios que hablan de la <nujer predicadora, sin haber recibido,
obviamente, el ,nunus de la tglesia. Cfr. Adriano VALERIO: La predicazione femminile degli anni pre-tridenlioi ala prima rod de> Seicento, en G. MARTiNA LkDOVERE: oc, >77-206; R. GUARNJERI: II
movimenlo del Libero Spirito. Testi e docuimenti, en Are/mi vio Italiano per lo Sioria della Pleic 4(1965)
146 Ss.; W, BRANOMULLER: Annuncio della parola e ordinaziones. II problema de la predicazione dei
laici ala luce della storia della Chiesa, en I)iviniras 31(1987)144185
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.4oi.sto do- lo Ioqui.io in
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vulgarizando las cosas de Dios, comoquiera que lo que mucho se manosea suele
ser menospreciado. Lo rebate, dentro de la mejor escolstica: lo que es bueno es
razn del mismo bien, que se ha dado a todos aquellos que puede ser bueno. Desbarata otro argumento: el de quienes afirman que algunas personas del auditorio se
darn cuenta de dnde ha sacado el predicador lo que dice, y los oyentes lo acusarn
de plagio. Contraataca: el discpulo no tiene vergilenza de que se sepa cuntas cosas
extrae de sus maestros. Adems, eso habla bien de la autoridad de su palabra: saber
de qu libros aprobados saca su doctrina. Ms vale as que no ser acausado de predicar cosas nunca odas, o por nadie tocadas. Ms vale, por ltimo, tenerlos impresos que no corrompidos con tantos errores como los copistas de sermones cometen,
sobre todo por culpa de ignorantsimos escribientes. Una dolencia de la que Arce se
queja amargamente en el prlogo a su Miscelanea. A lo claro ya: sospecha que ese
celo de algunos de esos contradictores es obra de la soberbia y de la envidia. No
soportan, creyndose entendidos en escolstica que otros, inferiores quizs en sus
estudios, sean por su talento, o don de lengua, y aun humildad para leer muchos
libros con que sirven al bien de las almas, sean seguidos, preciados y loados y aun
regalados. De ah la envidia que les conduce a llamar a los predicadores idiotas e
ignorantes (fol. 73 r). La prez y honra que querran para ellos solos, ven que tambin llega a otros.89 Por experiencia cuenta que a muy pocos ha conocido de esta
laya, y no quiere nombrar a ninguno, porque no es su nimo ofender a nadie. Ms
bien, pone de ejemplo a los dos Luises. De ninguna lengua dijeron mal, y tanto en
latn como en romance escribieron, y en ambas trataron cosas graves.
Si vea tiles los sermones en romance, a continuacin los presenta provechosos
para el auditorio cristiano.. En primer lugar, porque muchos de los que por obligaclones de su estado no pueden asistir a los sermones, gustan de leerlos un rato por la
noche, Y no vale argilir que ya existen libros de buena doctrina, porque no todas las
cosas son buenas a todos, y la variedad La hizo Dios en toda la naturaleza. Son tiles
asimismo, a los predicadores Los sermonados latinos, ciertamente, declaran textos
y palabras, pero los en romance texto y estilo (las cosas y la forma y modo de
dezirlas).En un canto a la retrica expresa que las cosas sagradas son como rubes
y perlas, y por eso deben los predicadores procurar engastarlas en las mejores y ms
graves palabras que pudieren, para que as sean ms estimadas y preciadas (fol. 73
y). Esta es la razn por la que Los sermonanos en romance son tiles a doctos y a no
doctos. A los primeros, porque el poco ejercicio del plpito que muestran (por tenerlo a ms de la ctedra) les aprovecha. A los segundos, por la doctrina de la que por
no ser tan doctos, a veces carecen. Tngase presente que muchos clrigos tenan
necesidades para la predicacin. Arce ofrece aqu algunas: adems de la doctrina,
~ La sociologa del plpito es uno de los lemas apasiomatmles, que esl en buena parle por escribir. de
modo pareedido a comno se ha intentado con el teatro Sus aspectos son diversos: desde esla intrahistoria del
mundillo conventual e intelectual (el que no vale para estudios, vale al menos para predicar. cuyo eco resonar en Fray Gerundio), basta otros aspectos de loas al predicador t, crlicas. espacio y tiempo del sermn
en la fiesta, relacin con el con-al de comedias. etc. Se ha ocupado de ello F, Javier Snchez Marlinez
Prez:: It predicacin en el Siglo de Oro (tesis dc licencia en la Universidad dc Mumcia, ptmblicada cmi
microliehas).
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falta de talento en la oratoria, no saber elegir cosas (la inventio), no saber disponerlas (dispositio), ni modo de decirlas (eloqutio). El remedio lo pueden aportar los sermones en cuestin. Un ltimo provecho aade: la honra que traen a la nacin estos
escritos. Y pone de ejemplo a Italia. All se hace estimacin de C. Muso o de Francisco Panigarola, y con razn porque se pueden llamar el Nacianceno y Crisstomo
italianos. Espaa no es inferior en letras, gravedad y gala de lengua. No har honra
de los sermones de varones excelentes que en ella se cran? (fol. 74 r)20
Todo lo dicho en esta advertencia (varios folios) no lo entiende l de cualquier
sermn, sino de los ingenios doctos conocidos por todos. No desperdicia la ocasin,
como hacen tambin otros, de dar algunos brochazos sobre el panorama de la poca.
Algunos usan de lenguaje profano y de doctrina poco grave, y a veces apcrifa. De
mala hierba se llena el campo. Y lo que es peor: no s qu enfermedad comn ha
corrido en este siglo de querer todos indiferentemente imprimir sermones en romance. Piensa que una razn de ello es lo poco que les cuesta ahoyar y sacar a luz
(como la perdiz), sobre todo si son plagios, papeles que ellos no trabajaron, y que
tanto escribiente corrompido ha facilitado. Una queja que Arce estampara, aos
antes, al decidirse a publicar la Miscelanea, donde se asombra de las corrupciones
que andan por ah con su nombre y de los plagios que ha sufrido. No es extrao que
pida al Tribunal que mire bien las licencias de impresion.
En tomo a los visitadores de libros versa la advertencia 31. Los tiene el calificador por uno de los medios poderosos para atajar errores, puesto que el Tribunal los
tiene repartidos por todos los puertos.91 Son dice- como los centinelas que descubren a los enemigos y dan aviso de stos; como los guardas de las puertas de la
ciudad en tiempos de peste: impiden que entre la enfermedad, porque los enemigos
de la Iglesia nos quieren dar asalto. Un lenguaje que parece excesivo, pero no tanto
cuando se tiene cumplida noticia de cuantas tretas se valan los reformadores. Una
de ellas, Las ediciones subrepticias del mismo Indice.92 Para conservar la tan necesaria diligencia aconseja Arce que los visitadores sean buenos conocedores de la
variedad de libros, que sean sealados por el Tribunal, y que de ste reciban su ttulo. Conveniente parece tambin que no sea uno solo el visitador, para que en ausenca, supliese el otro. Se impone toda exigencia en las ciudades centroeuropeas donde
los impresores son herejes todos, o de aquellas ollas donde andan mezclados catlicos y protestantes. Sera til una Memoria de esos lugares, de tal modo que los vi-sitadores no muy experimentados, apenas vieran el nombre del lugar de edicin rece~ La actimalidad de estas palabras es tan viva todava que mientras las historias de la literatura italiana
que se precien, dedican pginas a la oratoria sacra (y no slo de las dos personalidades citadas por Arce),
entre nosotros la callada por respuesta es lo usual.
Jacobo Mindendorlmo la cita latina consta aqu- aduce que en Espaa y Portugal se mantiene puro
el catolicismo a causa de tal diligencia, y que el orador del Rey en el Concilio de Trento predicaba vehementemenle quod onrnes maritimas oras diligenti custodia.. Las balas que se detuvieron en Cartagena
(mootivo de calificaciones de los hermanos Arce) son palmario ejemplo de este menester, Cfr. AH.N. lnq.
cg. 4427, exp. 4.
92 El Cardenal Quiroga, en el edicto al Callogo (1583), resala precisamente esas estrategias. Sobre
tales tcticas, cfr. Georges BONNANT. tes index prohibitifs et expurgatoires contrefaits par des protestants au XVI et au XVtI sicle, en 8/IR XXt (1969) 61(1-640.
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lasen, y si estaba impreso despus del ao del Catlogo, lo detuviesen en los puertos, dando noticia de l para decidir si ha de pasar o no.
La regla undcima del Catlogo se toma en consideracin en la advertencia
~
Arce quiere aclarar alguna cuestiones: si es menester que el nombre del impresor est formalmente expresado o si basta que lo est en alguna seal equivalente.
Lo dice porque acaece, a veces, que en libros de muchos volmenes, se juntan
varios impresores por razones econmicas, y as uno contribuye con el papel, otro
con la tinta, otro con los oficiales trabajadores. Dc ese modo, la edicin es comn a
todos, pero no tiene el nombre de ninguno. porque ninguno quiere ceder su gloria a
otro. Alguna divisa que figura al frente de una edicin da fe de esa comunidad de
impresores. Por ejemplo, ediciones de las obras de 5. Juan Crisstomo (Pars,
1588), o los nueve volmenes de la Biblioteca Sanctorum Patrum (Pars, 1590).
Compete al Tribunal, pues, aclarar cmo se ha de entender esa regla undcima. Le
transmite, de hecho, ese mego. Viene en demostrar toda esta perspicacia cun fino
se hilaba en la Inquisicin, sobre todo teniendo calificadores de esta laya.94
Sobre el modo y la presteza en expurgar los libros que se ponen en el Expurgatono se centra la advertencia 33. Y siendo de utilidad la bibliografa que se halle al
respecto, cita a dos jesuitas. Uno, Antonio Possevino, que escribi una obra para
ensear a leer los autores; el otro, Jacobo Gretser, es mentado por el aiiterior, y efectivanmente escribi acerca del modo de expurgar libros de herejes. Ace confiesa que
no ha visto este tratado, pero est persuadido de su oportunidad por ser muy docto
su author. Mientras tanto, facilita un mtodo fcil y breve que pueda ayudar. Y es
juntar las reglas que para esto fueren convenientes. De esta forma cuenta hasta 19
(fol. 77-78). La primera referida a las proposiciones que saben a hereja. La ltima,
teniendo presente los nombres de todos los libros prohibidos, y no slo de escritores
herejes, sino de catlicos en cuyos libros la Inquisicin ha puesto algn reparo.
Recomienda que las 9 reglas no las mantenga el expurgador slo en la memoria,
sno que las tenga muy bien entendidas y comprehendidas. Un buen trabajo ocurrmr cuando el expurgador, conforme va escribiendo tas cosas que cree dignas de
expurgacin, anota al margen el nmero de la regla que cuadra con el fragmento
expurgado. Ms que nada, porque as se ahorra de escribir razones. Dada su larga
experiencia, Arce no duda en proponer de ejemplo el modo como su hermano Pedro
y l lo han hecho en punto al Thecaro de la vida humana.95 Acaba la advertencia
aconsejando que el Catlogo y Expurgatorio se publiquen a la vez, y que el Tribunal
escoja, segn el nmero de libros que haya por expurgar. a hombres doctos, bien dc
las universidades, bien de colegios de dominicos, bien de jesuitas (puesto que en
~ Este es su tenor: Prohibense assi mesmo todos los libros y tractados qime desde el da de la ptmblicacin de este Catlogo en adelante, se imprimieren o divulgaren. sin lener nombre dcl autor, e impresor,
lugar, y liempo en que se impriolen. Y qualquier de estas cosas que raite en los dichos libros y traclados, se
tengan por vedados y prohibidos, como sospechosos, y de mala y sospechosa doctrina
~ No eran de maravillar peticiones semiicjanles Cfr. Observaciones y reparos a las meglas del Expurgatorio (Zaragoza, 1579). Manuscrito en el AdN, loq. cg. 4435. Fray Pedro Le,cano y Fray Marcos
Valladares ofertan otras desde Toledo en 1579. CIr ibid ng 4435
~ Desgraciadamente no disponemos de esa calilicacin y expsmrgo, at menos por ahora,
270
isla
dm lo l,mqusici,m
1999.8: 219273
estas congregaciones, dice, suele haber hombres96 eminentes, y que se ayudan unos
a otros), bien a otras personas particulares que lo merezcan. Con los libros, aade,
enviense copias a cada uno de estas reglas, quitando o aadiendo lo que pareciere
convenir (fol. 78 y).
Slo unas lineas dedica a la advertencia 34, y es para decir que en el expurgatorio constan las proposiciones enteras que se expurgaron. Como se dejan de borrar
ah, se pide que tambin de aqu sean quitadas, pues lo que no se lee en el libro se
podr leer en el Expurgatorio>~. Pngase, pues, slo la primera y la ltima palabra.
A su vez, sera conveniente dejar ejemplares de los libros expurgados en los
archivos de la Inquisicin. Es la advertencia 35Y~ De nuevo acude a la experiencia
personal: por saber yo (como se ve en la advertencia 12) las proposiciones que se
borraron en las escolias marginales de la Biblia de Pagnino hallando otras semejantes en Jansenio, soy de parezer que se vorren tambin en l (fol. 79 r). Y si deben
borrarse o no los nombres de los herejes en los libros que permite el Sto. Oficio, es
de lo que trata la advertencia 36. La respuesta es afirmativa, apoyado en un tratadico de Juan Bta. Cardona (De expurgandis hereticorum nominihus), quien, a su vez,
se apoya en un decreto papal. La Congregacin del Indice manda otro tanto. Pero
como en Espaa esto todava no lo ha visto hacer aguarda a lo que el Tribunal decida, porque en principio lo que no es lcito en Italia, no asienta bien en estos reynos. Pero puesto que la regla undcima del Catlogo prohibe imprimir libros sin
nombre de autor, se remediara la cuestin de cuatro maneras en aquellos libros de
los herejes que se permiten: 1. Borrando sus propios nombres. 2. Diciendo slo
expurgaum. 3. 0 tambin colocando esto: Vocahularium Hehreum novum damnati
aucthoris. 4. Adjuntando el nombre del autor catlico que lo expurga. El primer
modo, empero, no lo tiene por prudente, en razn de que empea el Sto.Oficio su
autoridad; del ltimo ha habido quien murmure de su conveniencia. Una cuestin
afn es la que sigue: qu debe hacerse con los errores que se hallan en libros de
autores catlicos, y hasta benemritos (advertencia 37). La cuestin quemaba. No
eran pocos los autores admirados y admirables santos canonizados hoy, algunos,
y otros en vas de ello que sufrieron reparos de la Inquisicin. Pensemos en la
fama de fervor que cosechaban un Juan de Avila, Francisco de Borja, o fray Luis de
Granada. Los nombra, junto a otros, el Prlogo mismo del Catlogo de Quiroga. Es
sabido que en ese Catlogo trabaj a destajo el 1. Mariana, por ejemplo, y que ese
Prlogo echa una mirada histrica a dcadas pasadas de la reciente historia espaola. Arce advierte de seguida que cuando se encuentren en el Catlogo prohibidos
algunos libros de personas de grande cristiandad, no es porque los tales se hayan
desviado, sino porque o son libros que falsamente se los han atribuido no siendo
~ Curioso que entre tanta cautela como desan-olla el Tribunal. se hubiera pasado este apunte de fray
Diego, Dc todos modos, las dudas e indecisiones en tan ingente control- no siempre tenan previas precauemones a las pegas posibles. Cfr. V. PINTO CRESPO: La censura inquisitorial, inquietud e incertidumbre:
El caso Ramn Llul, en Miscelnea de/a Universidad. Autnoma de Madrid (1982) 293-314,
~ Por esta razn: porque los que expurgan sepan lo que se hizo en obras de Erasmo, o en la Biblia de
Balablo, verbigracia, pero tambin porque a travs de la experiencia dc otros calilicadores anteriores, aprendan a praelicar las reglar de expurgar.
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dIC lo l/mqmiis.ion
1999. 8: 219273
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suyos, o por hallarse (en los que lo son) algunas palabras y sentencias agenas; que
con el mucho descuido de los impressores, o con el demasiado cuydado de los hereges, se las han impuesto, o por no convenir que anden en lengua vulgar, o por contener cosas que aunque los tales autores pos y doctos las dixeron senzillamente, y en
el sano y catholico sentido que reciben, la malicia destos tiempos las haze ocasionadas para que los enemigos de la Fe, las puedan torcer al propsito de su daada
intencin.98 No cabe duda de que Fray Diego es un hombre de la casa. El acopio
de razones (exhala justificacin comprensible) puede discutirse, por ms que cite
unas lineas del mentado Prlogo. Precisamente las que siguen a las citadas antes por
nosotros. Apela, adems, a que no todos los lectores gozan de la advertencia que se
requiere, y la gran autoridad de esos autores poda arrastrar a error ms todava a
quienes les seguan, y all en concreto donde aqullos tropezaron. A pesar de eso, el
Consejo de nuestro calificador va en una direccin : que mire el Sto. Oficio si convendra poner en los mrgenes de los libros de estos autores en que figura alguna
paradoja o proposicin peligrosa, la palabra caule, avisando con ella al lector.99
Ms justificador todava se presenta cuando escribe que por este modo el Sto. Oficio
da honor a los benemritos autores no borrndoles nada, y da aviso, por aadidura, a
los flacos para que no tropiecen. Tampoco cabe duda de que la intencin pedaggica
en Arce es siempre la que est presente.
Lo demuestra finalmente la advertencia 38, que se enfrenta a esto: ser bien quitar los nombres de los autores catlicos (que se han de expurgar) de entre los nombres de los herejes, y hacer aparte un catlogo de ellos. Razn: porque con dejarlos
all parece que se contrae no s qu de infamia. Quizs por eso el Prlogo del
Catlogo peda que no porque se expurgasen las obras de esos benemritos autores
deban perder ante los fieles la honra que merecen. Una salida honrosa seda quitar
de este Catlogo sus nombres, y hacer otro aparte de solos ellos (fol. 79 y). Contentar sin herir Con dos reflexiones quiere avalarse. Una: seda gran gusto para sus
~ Siena Corella exhuma el Prlogo entero junto a las 14 reglas generales (o. e. 247-255). A pesar de
todo, el P, Bernardino Llorca, tan comnedido y basta apologista de la Inquisicin, admite: Pem en lo que
nos parece ms reprensible el procedimiento de la Inquisicin espaola es en la extensin excesiva que se
loe dando al concepto y peligro de hereja. Lo que no obsa para que quiema juslilicar lo ocumrido con esos
santos citados antes. Cfr, La lnquisicin espaolo. Ud. Labor, Barcelona 1936, 308; y 274275. Mediaban, a
veces, demasas que no se explican slo por las interpolaciones ajenas. La Carta del cardenal Bamonio <2961594> mostrando su disgusto por su inclusin etm el Expurgatorio (dc lo cual se ha tenido qsme entemar por
luera> ojal sea slo una ancdota. Se conserva en la Biblioteca Nacional ce Madrid (Ms 718, fol. 30-31).
Adanse las mermas en la honra y los sufrimientos personales de los imivesligados. Es explicable que J. A.
llorente d una lista larga de personas y la titule as: De los literatos que han padecido por eatmsa de la
tnqtmisiein. He aqu a uno de esos literatos:Su, Teresa de Jess (mtmjer de la de tejor lalento de Espa
a) fue procesada por la Inquisicin de Sevilla: no estuvo presa en las crceles secretas, ni lleg a set sentenciada, porque se suspendi el expediente, pero sulri grande mortificacin dc ninmo. Cfi. Historict
Urtica.. T, VI. Cap, 30, pg. 47. (Ed. de 1822); E, LLAMAS MARTNEZ: Satmla )ivesa de Jess s lo
Inquisid.-ian Espaola. C.S,l,C,, Madrid 1972,
Y como gracejo y comparanzas nunca le faltan, aade que algo similar se hace en la monlaa: al
modo que en las sien-as nebadas de trecho en trecho se lebantan en los camssinos unos pilares o mcmxones que
smrvca de havisso para guiar a eslos caminantes, y que no caigan en grandes pammtammos de nieve (fol, 811 r) 2
Cons
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almas de quien podemos presumir estarn gozando de Dios. Otra: y aun para los
fieles que estimamos con ra~on tales barones, y desseamos que assi lean sus nombres entre los de ellos (fol. S r). La diacrona de cmo el Tribunal tiene que ir
enmendando desaciertos pasados est por estudiar. La ltima parte del siglos XVI y
primeros del XVII es una ocasin fina de todo ello. Diego de Arce, como en tantas
cosas, es espejo fiel de lo que est ocurriendo.
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Remistc, de la Inqumsmc-mo,m
1999,8:219-273