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ENFOQUE

El enfoque de esta semana está en el capítulo 9 de


Nehemías, especialmente leyendo la Ley de Jehová, la
confesión por parte del pueblo de Israel y la poderosa
oración de los levitas. Veremos como el estudio de la
Palabra de Dios es convincente; corporativamente, el
pueblo acude a Dios arrepentido. La oración comienza y
termina con alabanzas a Dios, mientras también le piden
que intervenga una vez más en su favor. A pesar de las
dificultades Dios los ve y no los abandonará. Al final, el
pueblo de Israel se compromete a firmar un pacto con Dios.
I. OBJETIVO:
¿Qué deseo que alcances con el estudio?

Ser: Jesús quiere que seas un discípulo perdonador,


como tu Padre Celestial.
PARA ELLO DEBES:

 SABER: entender que Dios es perdonador.


 SENTIR el deseo de ser perdonador como
Dios.
 HACER la decisión de asemejarme al Señor
Jesucristo en ser perdonador.
Después de haber celebrado con gozo la Fiesta de las Cabañas, Israel volvió de
nuevo su vista a la Palabra de Dios.
Era el momento de tomar conciencia de su situación real. Habían pecado, y
estaban arrepentidos.
En el capítulo 9 de Nehemías encontramos la oración de confesión y alabanza de
un pueblo consciente de la grandeza de Dios, y de la intervención divina en sus
vidas.
Tercera lectura de la Ley (versículos 1-3).

Una oración de confesión:

Alabanzas a Dios (versículos 4-8).

Fidelidad de Dios (versículos 9-22).

Bondad de Dios (versículos 23-31).

Alabanzas y peticiones a Dios (versículos 32-38).


“Y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros;
y estando en pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres”
(Nehemías 9:2)

El pueblo de Israel deseaba encontrarse a solas con


su Dios. Por esta razón, convocaron una reunión
“privada” a la que no fueron invitados los extranjeros
que vivían entre ellos.
Eran conscientes de que su penosa situación era
consecuencia de que, como pueblo, habían pecado
contra Dios. Por ello, realizaron una tercera lectura
de la Ley.
No buscaron culpables ni se quejaron contra sus
opresores, o sus dirigentes. Con humildad, usaron
unas tres horas para buscar respuestas en la Palabra
de Dios, y otras tres horas a la confesión y a la
alabanza.
Elena G. de White, A fin de conocerle, 20 de agosto
Después de la lectura, los levitas clamaron a Dios.
Luego, invitaron al pueblo a bendecir a Dios y a Su
nombre. El nombre de Dios es una expresión de su
carácter y de su eternidad.
En su oración, comenzaron alabando a Dios porque:
“Pero su energía [de Dios] sigue ejerciendo su
influencia para sustentar los objetos de su creación.
Una palpitación no sigue a la otra, y un hálito al otro,
porque el mecanismo que una vez se puso en marcha
continúe accionando por su propia energía inherente;
sino que todo hálito, toda palpitación del corazón, es
una evidencia del completo cuidado que tiene de todo
lo creado Aquel en quien “vivimos, nos movemos y
somos”. Hechos 17:28”

Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 93


Tras la alabanza, la oración se centró en la fidelidad de
Dios con Israel en el desierto.
Dios los sacó de Egipto; les guio con una nube y una
columna de fuego; les dio leyes justas y el sábado; les
alimentó con pan del cielo; les sacó agua de la peña; sus
vestidos no envejecieron, ni se hincharon sus pies.
Ellos, sin embargo, fueron soberbios; endurecieron su
cerviz; no escucharon los mandamientos; quisieron volver
a Egipto; hicieron un becerro de oro para adorarlo.
Pero, por su fidelidad y su misericordia, Dios nunca se
apartó de ellos, ni se apartará de nosotros.
Elena G. de White, Cada día con Dios, 9 de marzo

“El relato de la forma como trató Dios a los peregrinos


mientras iban de un lugar a otro, mientras pasaban hambre,
sufrían sed y cansancio, y en las sorprendentes
manifestaciones de su poder para auxiliarlos, está lleno de
amonestaciones para su pueblo de la actualidad. Los diversos
incidentes por los que pasaron los hebreos constituyeron una
escuela donde se prepararon para actuar en su prometido
hogar de Canaán. Dios quiere que su pueblo repase ahora, con
corazón humilde y espíritu abierto, las pruebas por las cuales
pasó el antiguo Israel, a fin de que pueda recibir instrucción
y prepararse para la Canaán celestial”
A pesar de que Dios les entregó la tierra de Canaán, y disfrutaron de casas ya
construidas, viñedos y tierras ya plantadas, el pueblo no correspondió a las
bondades de Dios.

Durante el triste periodo de los Jueces, Israel iba del arrepentimiento a la deslealtad.
Posteriormente, también desecharon y mataron a los profetas que Dios les enviaba.

“Mas por tus muchas misericordias no


los consumiste, ni los desamparaste;
porque eres Dios clemente y
misericordioso” (Nehemías 9:31).

Dios siempre escucha nuestra confesión, acompañada de arrepentimiento. Por su bondad, Él siempre nos
justifica.
Elena G. de White, La maravillosa gracia de Dios, 11 de mayo

“Dios requiere que confesemos nuestros pecados y humillemos


nuestro corazón ante él. Pero al mismo tiempo debiéramos
tenerle confianza como a un Padre tierno que no abandonará a
aquellos que ponen su confianza en él... Dios no nos abandona
debido a nuestros pecados. Quizá hayamos cometido errores y
contristado a su Espíritu, pero cuando nos arrepentimos y
vamos a él con corazón contrito, no nos desdeña”
“Pero tú eres justo en todo lo que ha venido sobre
nosotros; porque rectamente has hecho, mas
nosotros hemos hecho lo malo” (Nehemías 9:33)

Finalmente, los levitas reconocieron que, a pesar


de que Dios siempre actuó bien con su pueblo,
ellos habían pecado contra Él y merecían con
justicia todo el mal que les había sobrevenido.
Alabaron a Dios porque es grande, fuerte,
temible y fiel. También le recordaron la opresión
bajo la que se encontraban: siervos en la tierra
que Dios mismo les había dado.
Por todo esto, se ampararon en la gracia
inmerecida de Dios pidiéndole que intervenga en
su favor; e hicieron firme promesa ante Él.
“Acabado el canto de alabanza, los dirigentes de la
congregación relataron la historia de Israel, para
demostrar cuán grande había sido la bondad de Dios
hacia ellos, y cuán ingratos habían sido. Entonces toda la
congregación pactó que guardaría todos los
mandamientos de Dios. Habían sido castigados por sus
pecados; ahora reconocían la justicia con que Dios los
había tratado, y se comprometían a obedecer su ley. Y
para que su pacto fuese una “fiel alianza” y se
conservase en forma permanente como recuerdo de la
obligación que habían asumido, fue escrito, y los
sacerdotes, levitas y príncipes lo firmaron. Debía servir
para recordar los deberes y proteger contra la
tentación”
Elena G. de White, Profetas y reyes, p. 491
«Sería una escena muy agradable
para Dios y los ángeles el que sus
seguidores de esta generación se
unieran como lo hizo el Israel de
antaño [se refiere especialmente
al reavivamiento de los días de
Nehemías], en un pacto solemne,
para guardar y cumplir todos los
mandamientos, decretos y
estatutos de Jehová nuestro
Señor”»

Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 3, p. 1157
IV. APLICA:
¿Cuál es tu deseo después de estos conocimientos?

Deseo de creer el amor de Dios y


confiar en él y reconciliarme para
alcanzar la salvación.
¿Deseas reconciliarte con Dios?
¿Cuál es tu decisión?
V. CREA:
¿Qué debo hacer la próxima semana?

Compartir el mensaje de
reconciliación, con la pareja
misionera.
¿Lo harás?
¡Amén!

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