Literatura Española

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Literatura

española
Las fábulas de Félix Samaniego
Félix María Samaniego
Fue un escritor español
que utilizó las fábulas y
los cuentos cortos
protagonizados por
animales y personajes
fantásticos para transmitir
enseñanzas de forma
sencilla y divertida.
CUATRO
MORALEJAS
La hormiga y la cigarra El ratón de la corte y el ratón
Debemos dividir nuestro tiempo para
del campo
todo, dedicar un tiempo a divertirnos, Si el tener muchas cosas no te permite
otro a trabajar, y que no nos debemos una vida tranquila, es mejor tener menos
confiar siempre en que todo nos va ir y ser feliz de verdad.
bien, ya que hay épocas buenas y malas.

La lecherita El zorro y el cuervo


No seas ambiciosa de mejor y más
Quien te encuentra bellezas que no
próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin
tienes, siempre busca quitarte algunos
que pueda saciarte cosa alguna. No
bienes.
anheles impaciente el bien futuro, mira
que ni el presente está seguro.
La hormiga y la cigarra
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero, Le dijo: «Doña Hormiga, La codiciosa Hormiga
sin hacer provisiones pues que en vuestro granero respondió con denuedo,
allá para el invierno; sobran las provisiones ocultando a la espalda
para vuestro alimento, las llaves del granero:
los fríos la obligaron
a guardar el silencio prestad alguna cosa «¡Yo prestar lo que gano
y a acogerse al abrigo con que viva este invierno con un trabajo inmenso!
de su estrecho aposento. esta triste Cigarra, Dime, pues, holgazana,
que alegre en otro tiempo, ¿qué has hecho en el buen tiempo?»
Viose desproveída nunca conoció el daño,
del precioso sustento: nunca supo temerlo. «Yo, dijo la Cigarra,
sin mosca, sin gusano, a todo pasajero
sin trigo, sin centeno. No dudéis en prestarme; cantaba alegremente,
que fielmente prometo sin cesar ni un momento.»
Habitaba la Hormiga pagaros con ganancias,
allí tabique en medio, por el nombre que tengo.» «¡Hola! ¿conque cantabas
y con mil expresiones cuando yo andaba al remo?
de atención y respeto Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.»
El ratón de la corte y el ratón del campo
Un Ratón cortesano
Convidó con un modo muy urbano Saltaban de placer, ¡oh qué embeleso!
A un Ratón campesino. De pernil en pernil, de queso en queso.
Diole gordo tocino, En esta situación tan lisonjera
Llega la Despensera.
Queso fresco de Holanda,
Y una despensa llena de vianda Oyen el ruido, corren, se agazapan,
Era su alojamiento, Pierden el tino, mas al fin se escapan
Pues no pudiera haber un aposento Atropelladamente
Por cierto pasadizo abierto a diente.
Tan magníficamente preparado, «¡Esto tenemos! dijo el campesino;
Aunque fuese en Ratópolis buscado Reniego yo del queso, del tocino
Con el mayor esmero, Y de quien busca gustos
Para alojar a Roepan primero. Entre los sobresaltos y los sustos»

Sus sentidos allí se recreaban; Volvióse a su campaña en el instante


Las paredes y techos adornaban, Y estimó mucho más de allí adelante,
Entre mil ratonescas golosinas, Sin zozobra, temor ni pesadumbres,
Salchichones, perniles y cecinas. Su casita de tierra y sus legumbres
La lecherita
«Esta leche vendida,
Con este pensamiento
en limpio me dará tanto dinero,
enajenada, brinca de manera
y con esta partida
que a su salto violento
un canasto de huevos comprar quiero,
el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
para sacar cien pollos, que al estío
Llevaba en la cabeza ¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
me rodeen cantando el pío, Pío.
una Lechera el cántaro al mercado huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
con aquella presteza, Del importe logrado
aquel aire sencillo, aquel agrado, ¡Oh loca fantasía!
de tanto pollo mercaré un cochino;
que va diciendo a todo el que lo advierte ¡Qué palacios fabricas en el viento!
con bellota, salvado,
«¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!» Modera tu alegría,
berza, castaña engordará sin tino,
no sea que saltando de contento,
tanto, que puede ser que yo consiga
Porque no apetecía al contemplar dichosa tu mudanza,
ver cómo se le arrastra la barriga
más compañía que su pensamiento, quiebre su cantarillo la esperanza.
que alegre la ofrecía Llevarélo al mercado,
inocentes ideas de contento, No seas ambiciosa
sacaré de él sin duda buen dinero;
marchaba sola la feliz Lechera , de mejor o más próspera fortuna,
compraré de contado
y decía entre sí de esta manera: que vivirás ansiosa
una robusta vaca y un ternero,
sin que pueda saciarte cosa alguna.
que salte y corra toda la campaña,
No anheles impaciente el buen futuro;
hasta el monte cercano a la cabaña.»
mira que ni el presente está seguro.
En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico,
El zorro y el cuervo
estaba el señor Cuervo.

Del olor atraído


un Zorro muy maestro, Al oír un discurso
le dijo estas palabras, tan dulce y halagueño,
a poco más o menos: de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
«Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño; Abrió su negro pico,
vaya que estáis donoso, dejó caer el queso;
mono, lindo en extremo; el muy astuto Zorro,
después de haberle preso,
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento; Le dijo: «Señor bobo,
que si a tu bella traza pues sin otro alimento,
corresponde el gorjeo, quedáis con alabanzas
juro a la diosa Ceres , tan hinchado y repleto,
siendo testigo el cielo, digerid las lisonjas
que tú serás el fénix mientras yo como el queso.»
de sus vastos imperios.»

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