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INTRODUCCION A LA ASTRONOMIA
1. Planetas rocosos
Estos planetas reciben este nombre porque, básicamente, son gigantes y están compuestos enteramente de gas
(a excepción del núcleo). En este sentido, los gigantes gaseosos son planetas que no tienen una superficie
rocosa ni de hielo.
Están compuestos en un 90% de hidrógeno y helio, de forma muy similar a las estrellas. De hecho,
normalmente se conocen también como “estrellas fallidas”, pues reúnen todas las características de una estrella,
a excepción de la más importante. Y es que su masa no llega a ser suficientemente grande como para que en el
núcleo sucedan reacciones de fusión nuclear. Debido a la gravedad que generan, eso sí, suelen tener discos de
polvo a su alrededor y muchos satélites orbitando.
Al no tener una superficie sólida, al atravesar sus nubes (azotadas por vientos increíblemente fuertes), se
llegaría directamente al núcleo, el cual se cree que tiene unas presiones y temperaturas mucho más altas que las
de los planetas rocosos. Si el núcleo de la Tierra está a 6.700 °C, el de estos gigantes de gas está a 20.000 °C.
Tienen una densidad mucho menor, pero son mucho más grandes. De hecho, Júpiter, un claro ejemplo de ello
(además de Saturno), tiene un diámetro de 139.820 km (en contraposición a los 12.732 km de la Tierra).
La mayoría de exoplanetas descubiertos son de este tipo, aunque no se sabe si es porque realmente son los más
comunes en el Universo o porque simplemente, por su tamaño, son más fácilmente detectables que los rocosos.
3. Gigantes de hielo
Los gigantes de hielo son muy similares a los gaseosos, pero cambian en un aspecto clave.
Su composición de hidrógeno y helio es de solo el 10% (a diferencia de los de gas, que era
del 90%), por lo que la mayor parte de su masa está formada por elementos más pesados
como el nitrógeno, el oxígeno, el carbono o el azufre. Siguen sin tener una superficie rocosa.
Debido a esta composición, adquieren densidades mayores, por lo que, pese a no ser tan
pequeños como los sólidos, están a medio camino entre estos y los gaseosos. Neptuno, un
claro ejemplo de este tipo (el otro es Urano), tiene un diámetro de 24.622 km.
Tienen temperaturas del orden de -218 °C, lo que hace que sus compuestos (además del
agua) estén por debajo de su punto de congelación, cosa que hace que estén hechos de forma
prácticamente entera de amonio, agua y metano en forma sólida, congelada.
4. Planetas enanos
Los planetas enanos están en la frontera entre lo que realmente es un planeta y lo que es
“simplemente” un satélite. Orbitan alrededor de una estrella (y no de otro planeta como los
satélites), tienen una masa suficiente como para mantener una forma esférica y no emiten luz
propia, pero no cumplen con la condición de despejar su órbita.
Esto se debe a su pequeña masa, pues no es suficiente para “limpiar” su recorrido de otros cuerpos
celestes. Es el claro caso de Plutón, el cual, con sus 2.376 km de diámetro, es demasiado pequeño
como para ser considerado un planeta.
Un planeta enano es un cuerpo celeste que cumple las siguientes condiciones:
(a) orbita alrededor del Sol;
(b) posee suficiente masa como para que su propia gravedad domine las fuerzas presentes como
cuerpo rígido, lo que implica una forma aproximadamente redondeada determinada por el equilibrio
hidrostático;
(c) no ha limpiado su órbita de otros objetos;
(d) no es un satélite de un planeta.
Estrella
Las estrellas están compuestas de hidrógeno y helio.
Una estrella es una enorme esfera de gas en revolución. El gas es atraído
hacia el interior por la fuerza gravitatoria, aumentando así, la presión de
la estrella. Esto origina una serie de reacciones nucleares en su interior
que liberan energía hacia el exterior en forma de radiación
electromagnética, luz y calor.