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Profetas Amor y Oseas F

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PROFETAS

AMOS Y OSEAS

José Miguel León Ortiz. Pbro.


El Profeta
Amós y su libro
01 Autenticidad del libro de Amós

02 Ambiente social

03 Personalidad del profeta

04 Estructura y estilo del libro

05 Doctrina:
a) La majestad divina c) Los pecados del pueblo
b) La justicia d) El día de Yahwéh
1. Autenticidad del libro de
Amós
En el canon bíblico el libro de Amós es el tercero en el
códice de Profetas Menores. Sin embargo, recoge las
palabras del primer profeta , cuya predicación se puso
por escrito. Los oráculos y las visiones las proclamó
Amós en el siglo VIII, en Betel, Gilgal, y Samaría,
probablemente en un corto espacio de tiempo.
La autenticidad del libro de Amós no ha sido puesta en
duda seriamente; su estilo directo y claro es señal de
no haber sufrido elaboraciones tardías de importancia.
La crítica histórica sí ha planteado la posibilidad de
diversas manos antes de la redacción final. En los últimos
años el Prof William J. Doorly ha propuesto la hipótesis
de tres redactores: el primero , contemporáneo de Amós,
recogería los oráculos del profeta con muy pocos
retoques; el segundo, de la época de Josías, aplicaría los
oráculos a la sociedad del reino de Judá; finalmente, el
tercero y definitivo, postexílico, introduciría pequeños
retoques con objetivos espiritualistas.
2. Ambiente social
Amós predica en un momento de prosperidad durante
el cual los israelitas sintieron más que nunca el orgullo
nacional. Por los datos iniciales del libro, Amós ejerció
su actividad probablemente poco después de la
victoria de Jeroboam II sobre los arameos de Damasco,
hacia el final de su reinado (760-750) (cfr. 2Reg
14,23- 28).
En estos años el reino del Norte alcanzó su máximo poderío; la
población fue la más numerosa; floreció el comercio y la
industria textil y del tinte. No hubo guerras ni amenazas, porque
aún no había aparecido el usurpador asirio Teglatpalasar III.
Israel, en suma, vive en su mejor momento como reino. El propio
Amós se refiere con frecuencia a las construcciones suntuosas
(Am 3,15; 5,11; 6,4-6). Pero esa prosperidad ocultaba una
enorme descomposición social con diferencias escandalosas
entre ricos y pobres, corrupción de jueces y magistrados,
explotación de los desheredados, etc.
Y sobre todo, la degradación religiosa: los santuarios eran
frecuentados, pero no había piedad profunda; algunos llegaron
a aceptar cultos paganos de fertilidad y prostitución sagrada;
otros, la mayoría, se limitaban a actos externos de culto. Por otra
parte, las ideas religiosas corrían peligro de deteriorarse, al
considerar los beneficios antiguos no como acicate de mayor
entrega, sino como fuente de aburguesamiento: el pueblo
esperaba el día de Yahweh, es decir, una intervención prodigiosa
de Dios en favor de Israel, pero lo entendían en sentido material
y político, con los ojos puestos en una etapa de mayor bienestar
y de exaltación entre las naciones.
3. Personalidad del profeta
Amós
Los datos biográficos son escasos. No se conocen las
fechas de su nacimiento ni de su muerte, y faltan
muchos detalles de su vida privada. Aunque desarrolla
su actividad en el Norte, era originario del Sur, de
Tecoa, una ciudad pequeña, pero importante, situada a
unos l7 Kms al sur de Jerusalén (Am 1,1).
Es una zona montañosa, poco propicia para la agricultura; sus
habitantes se dedicaban primordialmente a la cría de ganado. También
Amós era pastor (Am 1,1; 7,14) y cultivador de sicomoros (Am 7,14).
Los autores antiguos explican que los sicomoros producen un fruto
muy dulce y apreciado, pero requieren que se les haga pequeñas
incisiones: «Si no se pinchan los higos del sicómoro se quedan
raquíticos, muy amargos y sólo sirven para alimento de los animales»
No significa, sin embargo, que fuera extremadamente pobre porque
posiblemente los ganados y los campos eran de su propiedad; ni
tampoco conviene exagerar que su ascendencia campesina tuviera que
reflejarse en un carácter rudo o en un estilo tosco. San Jerónimo llega a
tildarle de imperitus sermone. Más bien se constata que su origen rural
influye en su amor por la naturaleza.
Hay en el libro 55 términos agrícolas: conoce las costumbres de las
langostas (7,1). o de los animales salvajes (3,4), los efectos de la sequía
(4,7-8), las artes de la caza (3,5). Pero además, no le son ajenas las
costumbres urbanas : cómo influyen los acontecimientos de la ciudad en
todo el pueblo (3,6-9); el lujo que suele abundar (3,9-12); las casas
climatizadas para invierno y verano (3,15); los grandes banquetes (6,4-
6).
Por otra parte, conoce bien las antiguas tradiciones y los fundamentos de
la fe del pueblo : la fraternidad de Edom e Israel (1,11; cfr Gen 25,19-24);
la salida de Egipto, los cuarenta años en el desie rt o y la posesión de la
tierra (2,10; 3,2); la destrucción de Sodoma y Gomorra (4,11); el talento
musical y poético de David (4,5); el culto del desierto (5,25). Y menciona
un gran número de ciudades que fueron escenario de acontecimientos
importantes durante el reinado de Salomón o antes de él .
Hay que añadir también que era un hombre versado en cuestiones
jurídicas y en técnicas sapienciales: las denuncias de 2,6-8 aluden a
diversos preceptos del Código de la Alianza (Ex 22,25; 23,6). Los oráculos
contra las naciones muestran bien a las claras los recursos sapienciales de
exposición (por tres crímenes… y un cuarto: Am 1,3.6.9.13…); también
las visiones reflejan la sabiduría del narrador (Am 7-9). Amós, por tanto,
es un hombre rural pero es un sabio de su tiempo , versado en la cultura
religiosa de su pueblo.
A este hombre laico, que no tiene ninguna relación con los ministros
oficiales del Templo, ni con los grupos de profetas carismáticos, Dios le
envía a profetizar a Israel. Es una llamada imperiosa que no puede
rehusar: « Si ha rugido el león, ¿quién no temerá? Si el Señor Dios ha
hablado, ¿quién no profetizará?» [Cfr el conocido incidente de Bethel: Am
7,10-17] .
Amasías, sacerdote de Betel, santuario real, hacía las veces de
portavoz del rey. Sacando de contexto las palabras de Amós, le
acusa de ir contra el rey y le llama despectivamente visionario
(7,12). Es evidente que Amós no estaba al servicio del Templo ni del
rey; al contrario su conciencia de portavoz de Dios le sitúa por
encima de las instituciones y pronuncia un severo oráculo contra el
sacerdote (v. 17): nótese que el profeta se reserva la última palabra.

Am 7,14: « No soy profeta ni hijo de profetas ». Este versículo es


uno de los más estudiados de Amós, porque niega su condición de
profeta y a continuación confiesa que Dios le ha enviado a
profetizar.
Ya los Setenta traducen en pasado «Yo no era profeta», y lo
mismo hará después san Jerónimo. Pero el sentido es claro: no
quiere ser confundido con los profetas funcionarios y
conformistas que se avienen a los caprichos del rey, ni con los
«grupos de los profetas», que realizaban gestos y entraban en
éxtasis para mostrar que les invadía el Espíritu del Señor. Su
misión es bien diferente, pues sólo pretende transmitir la palabra
de Dios, con fidelidad y con viveza (Cfr. L. Monloubou,
Prophétes. Amos, en DBS VIII 1972, p. 718).
4. Estructura y estilo del libro de
Amós
- Título y exordio (1,1-2)
- Juicio de las naciones vecinas, de Judá e Israel (1,3-2,16)
- Reproches y amenazas a Israel (3,1-6,14)
- Ciclo de las visiones proféticas (7,1-9,10): Visión 1ª: las langostas (7,1-3);
Visión 2ª: el fuego (7,4-6); Visión 3ª: La plomada (7,7-9) Disputa con
Amasías (7,10-17); Visión 4ª: La canasta de frutas (8,1-3) Denuncia de los

exploradores (8,4-8) Día del juicio (8,9-14); Visión 5ª: ruina del santuario
(9,1-4) Doxología (9,5-6) Castigo de los israelitas pecadores (9,7-10)
- Conclusión: restauración mesiánica (9,11-15)
El libro, tal como nos ha llegado en el Canon se divide en tres partes
más la introducción y la conclusión. La introducción consta del título
(« Palabras de Amós …») y un resumen del contenido del libro,
expresado en un oráculo (l,l-2). 7,1-9,10 3ª 3,1-6,20 2ª 1,3-2,16 1ª.

- La primera parte (1,3-2,16) está formada por una serie de oráculos


contra distintas naciones que culmin a en el oráculo contra Israel.
Tienen un mismo esquema (recurso sapiencial) y forman un continuo
crescendo. Los elementos son los siguientes: i) Fórmula introductoria:
Así dice el Señor (1,5.8.15; 2,3); ii) Motivación general, casi idéntica
en todos ellos: «Por tres crímenes…»; iii) Motivación particular,
diferente en cada caso, porque concreta los delitos de cada nación; iv)
Sentencia condenatoria. Cada una de las naciones sufrirá las
desgracias correlativas a sus crímenes
El oráculo contra Israel (2,6-16) es más pormenorizado que los
anteriores: no se limita a enumerar los delitos y la condena
correspondiente, sino que alterna (y contrasta) los pecados de Israel
y los beneficios recibidos. De esta forma, los crímenes no son
simples desórdenes de unas normas establecidas, sino ofensas contra
Dios.

Los pecados enumerados son: injusticias sociales (vv.6-7), incesto e


idolatría (v.7b), y abuso cultual (v.8). Los beneficios divinos se
resumen en : la donación de la tierra (v. 10b), precedida de la
liberación de Egipto (v.10, si bien el profeta no hace hincapié en la
crudeza de la travesía del desierto).
•La segunda parte ( Am 3-6) abarca seis oráculos dirigidos también
contra el pueblo de Israel . Vienen a ser una ampliación del oráculo
contra Israel de la primera parte. Los tres primeros comienzan con
la misma frase: Escuchad esto (Am 3,1; 4,1 y 5,1); los tres últimos
están redactados en tono de lamentación y tienen también el mismo
comienzo: Ay de los que… (Suele denominarse la sección de Ayes:
5,7; 5,18; 6,1). Se condenan las injusticias sociales y el culto
pervertido, cargado de ritos externos y de fórmulas de
autosuficiencia. Probablemente es la parte más severa de todo el
libro.
.
•La tercera parte (7,1-9,10) contiene las visiones de Amós entre las
que van intercalados algunos oráculos y el episodio con el sacerdote
Amasías en Betel. Las ci nco visiones (7,1-3. 4-6. 7-9; 8,1-2 y 9,1-
6) reflejan el inicio de la vocación de Amós y su experiencia de la
depravación del pueblo ; progresivamente van mostrando la
desgracia a la que está abocado. En las dos primeras , la langosta y el
fuego, el profeta intercede (cfr Ex 32 y la intercesión de Moisés) con
el mismo estribillo: Israel es muy pequeño y su plegaria es atendida.
5.Doctrina del profeta Amós
La preocupación de Amós estriba en comprobar que el pueblo se
está descomponiendo interiormente. No significa que sea un profeta
pesimista sino, al contrario, su celo por el pueblo le mueve a
zarandear a sus contemporáneos para que pongan remedio. Todo
su mensaje quedaría vacío sin unas ideas claras sobre Dios.
A.
La majestad divina .- Amós atribuye a Dios lo que los cananeos
predicaban de Baal: en las doxologías (4,13; 5,8-9 y 9,5-6) presenta al
Señor dominando sobre las constelaciones, enviando la lluvia,
produciendo la fecundidad de la tierra. Dios es el autor y dueño de la
naturaleza: a El se deben también la sequía, el hambre, las plagas que
devastan los campos, etc. (4,6-11).
Los castigos mencionados (carencia de víveres, falta de agua,
enfermedades y plagas de las cosechas, peste sobre las personas,
destrucción de las ciudades provocada quizás por un terremoto) las ha
experimentado el pueblo, pues, aunque evocan las plagas de Egipto, son
relativamente frecuentes en aquella zona. Ahora bien, el profeta pone el
acento en que es Dios mismo quien ha enviado tales castigos, porque sólo
El, y no Baal, gobierna la naturaleza y la orienta en favor de su pueblo.
Frente a la soberbia y autosuficiencia de los israelitas de aquella
época, Amós proclama la soberanía de Dios . Ahora bien, Dios no es
un ser lejano, sino que está íntimamente comprometido con su
pueblo: Amós no menciona el término «berith» (alianza), ni menciona
el amor misericordioso («hasad»), pero insiste en la elección como
fuente de responsabilidad: « Sólo a vosotros he conocido entre todos
los pueblos de la tierra, por eso os pediré cuentas de todas vuestras
iniquidades » ( Am 13,2). Dios gobierna la historia, pero está por
encima de los hombres: su intervención futura ha de ser severa,
universal y total (cfr 5,18-20; 8,9-10). Queda así reflejada la
majestad divina: «Su nombre es Dios de los ejércitos» (4,13).
B.
La justicia .- Amós es el profeta que muestra mayor sensibilidad ante las injusticias
sociales de su tiempo, tanto en Israel como en las demás naciones: i) los delitos
denunciados en los oráculos contra las naciones (caps.1-2) son casi todos de
injusticia; ii) Condena con severidad la perversión de los jueces por dinero (2,6; 5,7-
12; 6,12); iii) fustiga sin piedad los abusos de los prestamistas que se enriquecen a
costa de los más débiles (2,6; 5,11-12; 8,6); iv) las consecuencias de tales injusticias
están puestas de relieve con realismo y crudeza, como aparece al denunciar los
abusos de la clase urbana en Samaría (4,1- 3), la avaricia de los poderosos (5,10-
12), la inmoralidad de los comerciantes (8,4- 6), el lujo y el despilfarro de Samaría
(6,4-7).
Ahora bien, la preocupación del profeta no es meramente social. Las constantes
alusiones de las tradiciones antiguas ponen de relieve que los crímenes de Israel son
contra Dios (cfr 2,6-16) y sólo Dios puede castigarlos como merecen. Amós no
busca tanto la solución de los problemas sociales, cuanto la «vuelta» al Señor (cfr
C.

Los pecados del pueblo .- En época de bienestar como aquella, Amós


denuncia el grave error de sus contemporáneos que han confundido
la elección con la impunidad (3,1-2). El gran pecado de Israel
entonces era suponer que Dios se había comprometido con su pueblo
de modo incondicional y que no podría castigarlos: «Morirán a
espada todos los pecadores de mi pueblo, los que dicen: no llegará,
no nos alcanzará la desventura» (9,10). Israel no puede apropiarse
como mérito el ser elegido (2,9-16), porque la elección es un don
gratuito que comporta exigencias. Sólo un cambio de actitud puede
salvarlo: «Buscadme y viviréis» (5,4; cfr 5,14-15).
Amós contrapone a esa concepción casi mágica de la elección, el
verdadero sentido: frente a la postura cómoda y conformista de
que podían cometerse toda clase de atropellos, Amós fustiga en
tono radical ese egoísmo encubierto y anuncia con claridad que
Dios mide a los pueblos con justicia y al suyo con mayor
severidad. Este orgullo es el origen de todos los pecados que Amós
denuncia: la ingratitud por los beneficios antiguos (2,9-10), la
incomprensión del designio divino (4,6-11; 6,1-6), la
degradación del culto que se refleja en actitudes meramente
externas y, sobre todo, en la ido-latría, pues acuden a los templos
cananeos a participar en cultos degeneradores e impíos. «Israel,
dice, está maduro para la destrucción» (8,2).
D.

El “día de Yahweh” (Am 5,18-19).- Amós es el primero en utilizar


esta expresión: «Ay de los que ansían el día del Señor» (5,18). Los
contemporáneos del profeta lo interpretaban como día señalado, bien
en sentido litúrgico (cfr Lev 16,3, referido al Día de la Expiación)
como un día festivo, bien en sentido castrense (cfr Is 9,3) como un
día en que Dios intervendrá victoriosamente en favor de Israel. En
ambos casos el día del Señor es día de salvación. Pero Amós proclama
un sentido nuevo: a Israel le aguarda un día de juicio, de destrucción,
de desgracia y de condena. De modo pintoresco lo expresa en 5,19
(Como un hombre que, huyendo del león, se topa con el oso).
6. Actualidad del mensaje de
Amós
En el NT apenas hay citas explícitas de Amós: en el sermón
escatológico (Mt 25,45) hay una mención de Am 8,9. También son
citas explícitas Act 7,42ss. (cfr Am 5,25-27) y Act 15,16ss. (cfr Am
9,11). El libro de Amós ha influido enormemente tanto por su
contenido, como por la forma externa y el estilo.

La referencia que mejor refleja la lectura de Amós desde el NT es la


parábola del rico epulón y Lázaro (Lc 16,19-31): en ella se refleja el
contraste entre el aburguesamiento y la pobreza (cfr Am 6,4-6), como
dos mundos separados.
Sin embargo, Jesús subraya con más fuerza la dignidad
de toda persona humana y su destino eterno: es, ante
todo, una parábola cargada de esperanza.
La Iglesia tiene la misión de enseñar con la misma
audacia y sinceridad que el profeta, y más de una vez
tendrá que fustigar las ideas o costumbres desviadas.
También en los temas de justicia social la Iglesia dice su
palabra que ilumina e interpela a los cristianos y a todos
los hombres.
El Profeta
Oseas y su libro
01 La época del profeta

02 La persona del profeta

03 El matrimonio de Oseas

04 Estructura y estilo del libro

05 Doctrina sobre la Alianza

06 La misericordia divina
1. La época del profeta Oseas
En el título del libro se mencionan cuatro reyes de Judá probablemente para
presentar a Oseas como contemporáneo de Isaías: Ozías (781-740), Jotán (740-
736) Acaz (736) y Ezequías (716-687). Pero es evidente que Oseas no pudo
prolongar su actividad durante tanto tiempo, sino que el título es posterior. Como
ocurre con el título del libro de Amós (1,1), el último redactor antepone los reyes
de Judá a los de Israel, que ya habían desaparecido.

La actividad de Oseas, como ocurre con otros profetas, estuvo muy condicionado
por la situación política de Israel y por el influjo enorme del baalismo. Ejerció su
ministerio en tiempo de clara decadencia de Israel, desde los últimos días de
Jeroboam II hasta la invasión de Samaría ; comenzó poco después de que Amós
fuera expulsado. Por tanto, su función se desarrolló aproximadamente entre el
745 y el 725 . Son los últimos años de Jeroboam II (783-743).
Su hijo Zacarías (743) será víctima de un pronunciamiento, como
les ocurrirá a casi todos sus seguidores. De los cinco últimos reyes de
Israel, Shalum (743), Menahem (743-738), Pecajías (738-737),
Pecaj (737-732) y Oseas (732-722), sólo el tercero (Pecajías)
sucedió a su padre. La anarquía fue total tras la muerte de Jeroboam
II; en sólo 24 años hubo seis reyes con cinco pronunciamientos; Os
7,3-7 y 5,13 son un eco de esta situación lamentable.

Esta situación de continuas revueltas e intrigas da origen a las


constantes críticas de Oseas a los reyes y gobernantes que
sucumbieron porque no supieron mantenerse fieles al designio
divino. Es decir, el profeta descubre en estos acontecimientos el
juicio punitivo de Dios sobre Israel y sobre Judá.
Otro aspecto imprescindible para comprender el mensaje de Oseas es la influencia
del culto a Baal . Cuando los israelitas se establecieron en Canaán, tenían clara la
idea de Yahwéh, Dios personal que cuida de su pueblo, que los guía en sus
peregrinaciones por el desierto y los socorre en sus enfrentamientos con otras
tribus. Pero al sedentarizarse, muchos se hacen agricultores y adoptan las
costumbres de los cananeos. Estos daban culto a Baal, dios de la naturaleza y de la
fertilidad, señor de la lluvia y de las estaciones. Con frecuencia los israelitas
participaban de este culto, aun sabiendo que muchos ritos estaban mezclados con
prácticas inmorales, como la prostitución sagrada.

Seguían manteniendo la fe en Yahweh, pero en la práctica acudían más a Baal,


para pedirle buenas cosechas o para agradecerle los frutos del campo. De esta
forma, o bien practicaban abiertamente la idolatría o, al menos, compaginaban su
fe monoteísta con prácticas idolátricas. Ante esta situación Oseas vendrá a ser el
héroe del monoteísmo en abierto contraste con el pensar y obrar de sus
contemporáneos.
2.La persona del profeta
Oseas
La etimología del nombre hôsea’ (= Dios salva) no resulta relevante,
porque en esa época muchos nombres se derivan de la misma raíz —
Eliseo, Isaías, Moshá, el rey de Moab, etc, e incluso Josué y Jesús—,
Siendo un nombre tan común en el Reino del Norte (así se llamaba
también el último rey) no parece que pueda considerarse indicativo
del contenido de su misión. Bien diferente es el caso de sus hijos, a
quienes se les impone un nombre pretendidamente simbólico, como
ocurrió con los hijos de Isaías.
Como suele ser frecuente, los libros proféticos, aportan pocos datos
sobre el protagonista. De Oseas, se conocen el nombre de su padre y
de los miembros de su familia. Es claro que es originario del Norte y
que allí ejerció su ministerio, porque nombra bastantes lugares
efraimitas o benjaminitas como Samaría, Bethel, Gilgal, etc, mientras
que no menciona ninguna ciudad de Judá, ni siquiera Jerusalén.
Conoce bien las tradiciones del Norte, la de Jacob, la del éxodo; en
cambio, no menciona las de Judá, ni siquiera a David.

En su vocabulario conserva muchas palabras y giros dialectales del


Norte. Probablemente pertenecía a la tribu de Benjamín, pues el
nombre de su padre es derivado de una ciudad benjaminita; además
Jeremías, benjaminita también, tiene muchos puntos de contacto con
él y conoce sus oráculos.
Por otra parte, se supone que no era un hombre de ciudad. Las imágenes
que utiliza reflejan su origen rural. Sus oráculos están plagados de imágenes
del campo: los viñedos, las higueras, los matorrales (2,8.14); la era, la
vendimia (9,2.11); la trilla y el uso de animales de carga (10,1-11); la
importancia de las lluvias y de los vientos (13,3.15), etc. Todo ello refleja un
autor ambientado en las faenas agrícolas.

Posiblemente, como Amós, era un propietario con amplia cultura profana y


religiosa. Se ha dicho que pertenecía a los grupos de profetas, basándose en
Os 9,7-8; pero el hecho de que mencione al profeta —en general— no es
suficiente argumento.

El autor sagrado tiene más interés en transmitir las palabras proféticas que
en presentar a quien las pronunció. Únicamente el encabezamiento aporta
datos históricos del protagonista.
3. El matrimonio del profeta
Oseas
Es el acontecimiento más importante de la vida del profeta que marcará
indeleblemente su mensaje, como ocurrirá con Isaías y sus hijos (Is 8,18), con
Jeremías y su celibato (Ier 16,1-9), con Ezequiel y su viudez (Ez 24,15-24). La
historia del matrimonio está contada en el cap.1 en tercera persona y en el cap. 3,
en primera.
El capítulo segundo, por su parte, es un conjunto de oráculos que tienen como
referencia los problemas matrimoniales de Oseas. Para armonizar todos estos
datos, se han hecho múltiples intentos desde la época patrística para conocer
cómo ocurrieron los hechos en realidad. Todas las hipótesis posibles han sido
ampliamente estudiadas a lo largo de la historia de la exégesis. He aquí las más
importantes:
1. Ficción o alegoría del matrimonio de Oseas. Así opinaba S. Jerónimo y
modernamente J. Coppens. Oseas pretende exponer, ante todo, las relaciones de
Dios con su pueblo y elabora esta historieta de un matrimonio que, al tener como
protagonista al propio profeta, adquiere mayor viveza y dramatismo. Ahora bien,
hay datos muy concretos que difícilmente concuerdan con la ficción: el nombre de
Gomer y el de su padre; el que haya dos hijos y una hija entre ambos, lo cual no
puede tener ningún significado especial. Tampoco se entiende por qué repetir dos
veces un relato que es pura ficción literaria.
2. Doble matrimonio. Dado que en aquella época era frecuente la poligamia,
Oseas se habría desposado con Gomer, de la que tuvo los tres hijos. Pero, ante la
infidelidad de su esposa, la repudió y se casó de nuevo con una mujer adúltera, a
la que amó sobremanera. Ahora bien, esta hipótesis no explica cómo esos
matrimonios reflejan con claridad la relación de Dios con su pueblo, pues no
queda claro cuál de las dos esposas sería figura de Israel. Por otra parte, no hay
ningún dato de la segunda mujer que explique el apelativo de adúltera (Os 3,1).
3. Un único matrimonio. Así piensan la mayoría de los intérpretes modernos,
suponiendo que la secuencia histórica es la siguiente: Oseas toma por esposa a
una mujer de prostitución (Os 1,2), de la que tiene tres hijos. Después de una
primera etapa de normalidad, la esposa le es infiel, le abandona y le obliga a
repudiarla. Pero el profeta, que nunca dejó de amarla, la toma de nuevo, incluso
pagando por ella la dote (el mohar), aunque sometiéndola a una prueba de
abstinencia marital.
4. Todavía cabe una matización: algunos opinan que el capítulo primero
relataría la primera etapa y el tercero la reconciliación. Otros suponen que en
ambos capítulos —y los datos del segundo— narran de modo esquemático la
secuencia entera, el primero en tercera persona y con terminología jurídica
( toma como mujer para ti es expresión técnica de matrimonio), el tercero con
terminología más íntima, en primera persona ( ama a una mujer nunca indica
vínculo matrimonial); el primer capítulo sería más narrativo, el tercero más
vivencial.
4. Estructura y estilo del libro
del profeta
División del libro de Oseas
01 Título (1,1)
02 Matrimonio de Oseas (1,2-3,15)

03 Los pecados de Israel (4,1-11,11)

04 La infidelidad de Israel (12,1-14,10)


2. Matrimonio de Oseas (1,2-3,15)

Misión del profeta y matrimonio (1,2-9) Promesas


mesiánicas de salvación (2,1-3) Comportamiento del
esposo con la esposa infiel (2,4-15) Resurrección y
Nueva Alianza (2,16-25) Reconciliación con la esposa
infiel (3,1-15)
3. Los pecados de Israel (4,1-11,11)
Reproches por la corrupción generalizada (4,1-3) Reproches a los sacerdotes y
profetas (4,4-8) Descarrío del pueblo (4,9-19) Denuncia de la idolatría de los
príncipes (5,1-7) Denuncia del sincretismo (5,8-15) Falsa y verdadera
conversión de Israel: amor y no sacrificios (6,1-7) Castigo por los delitos (6,8-
11).
Denuncia de la maldad del pueblo y de sus jefes (7,1-7) Israel busca la ayuda
extranjera (7,8-12) Duro reproche de los pecados (7,13-16) Denuncia de la
conducta de reyes y magnates (8,1-7) Ruina de Israel por pactar con
extranjeros (8,8-14) Amenaza del destierro (9,1-6) El profeta perseguido (9,7-
9) El crimen de Baal-Peor (9,10-14) El culto en Guilgal (9,15-17) Idolatría de
Israel (10,1-10) Reproche del orgullo de Israel (10,11-15) Cuando Israel era
niño (11,1-11)
4. La infidelidad de Israel (12,1-14,10)

Contumacia de Israel y Judá (12,1-3) Evocación de la historia bíblica


(12,4-15) Reproches por la idolatría (13,1-3) Anuncio de castigos
(13,4-8) Anuncio de final de la dinastía de Israel (13,9-11) Ruina de
Efraim (13,12-14,1) Llamada a la conversión (14,2-9) Conclusión
sapiencial (14,10)
El esquema del libro es claro, si se atiende al género literario de cada una de las
dos secciones. La primera es casi en su totalidad narrativa , mientras que la
segunda es oracular:
– La primera parte se centra en el matrimonio de Oseas (cap.1-3). Es un conjunto
homogéneo que bien pudiera haber sido el núcleo originario del libro. La división
dentro del bloque es más problemática, porque el capítulo 2 contiene una serie de
oráculos breves tanto de condena como de salvación. La más aceptable es lineal, es
decir, la que divide el texto tal como está, sin variar el orden de los oráculos: –
Presentación de la familia del profeta (1,2-2,3); – Proceso de la mujer infiel (2,4-
17); – Reconciliación (2,18-25); – Renovación del matrimonio (3,1-5).
– La segunda parte comprende el resto del libro (caps. 4-14): consta de un
conglomerado de oráculos que no tienen conexión entre sí; incluso es difícil
conocer dónde termina uno y dónde comienza el siguiente. Como es un bloque tan
amplio, se han intentado posibles subdivisiones; una de las más probables es la
siguiente: Oráculos conminatorios contra Israel (4,1-9,9) Oráculos que
mencionan las tradiciones de Israel (10,1-14,9)
— Oráculos conminatorios contra Israel (4,1-9,9), en los que se condenan sin
insistir en motivaciones religiosas, los abusos cultuales, éticos y políticos. Un buen
ejemplo es el primer oráculo (4,1-10) en el que se resumen los delitos que con
más frecuencia serán denunciados.

«Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel, pues el Señor sostiene querella con
los habitantes del país, porque no existe ni fidelidad, ni piedad, ni conocimiento de
Dios en el país. Se perjura, se miente, se asesina, se roba, se comete adulterio; se
abren brechas y se toca sangre con sangre. Por eso el país está de luto; desfallecen
cuantos en él habitan, juntamente con las bestias del campo y las aves del cielo y
hasta los peces del mar perecen (…). Yo te rechazaré de mi sacerdocio; pues has
olvidado la Ley de tu Dios, me olvidaré de tus hijos también Yo. Según se
multiplicaron, así pecaron contra Mi. Yo trocaré su gloria en ignominia. Del
pecado de mi pueblo se alimentarán y hacia su iniquidad dirigen su anhelo. Pero
la suerte del sacerdote será la del pueblo; le castigaré por su conducta y sus
acciones le haré pagar. Comerán y no se saciarán».
— Oráculos que mencionan las tradiciones de Israel (10,1-14,9). 
En las acusaciones de pecados se recuerdan retazos de la historia del
pueblo con su contenido teológico. En el libro de Oseas se recuerdan
las tradiciones del Éxodo (11,1-5) y las de Jacob (12, 3-15) no sólo
como acontecimientos históricos, sino como hitos fundamentales de
la fe israelita en la elección y la Alianza; estos datos confirman que
las tradiciones de Israel no son simple invención de la escuela
deuteronomista, sino que ya eran conocidas en el siglo VIII.
5. Doctrina sobre la Alianza
La emotividad de su predicación y la lógica interna de los oráculos han
influido para denominar a Oseas «el Jeremías del Norte». La experiencia
personal de ambos y la crisis política y moral que contemplaron fue la base de
su mensaje. No es que las circunstancias fueran idénticas, pero los
protagonistas se sintieron igualmente afectados, hasta el punto de que los dos
llegaron a expresarse de modo similar.

Oseas menciona las tradiciones antiguas que recuerdan las intervenciones de


Dios con su pueblo: el Éxodo (11,1; 12,14), el desierto donde el Señor conoció
a Israel (13,5), las prescripciones del Decálogo (4,2). A través de ellas descubre
que la Alianza es una iniciativa de amor por parte de Dios, que hace de Israel
su propio hijo (11,1).
La Alianza que es una realidad jurídica ante todo, se va cargando de afectividad; el
profeta llega a este descubrimiento gracias a su propia experiencia matrimonial y
aplica la imagen esponsal a las relaciones de Dios con su pueblo , porque refleja
perfectamente el amor afectivo y efectivo del Señor.

La imagen esponsal tendrá un amplio desarrollo a través de la Biblia . Isaías apenas


si la menciona (Is 1,21), pero Jeremías la utiliza con hondura (Ier 2,2; 3,1.13) y
Ezequiel dedica dos bellas alegorías al mismo tema (Ez 16 y 23); también el
Deuteroisaías presenta la restauración como la reconciliación de la esposa infiel (Is
50,1; 54,6-7). En el NT sigue utilizándose la imagen esponsal con mayor
profundidad: Jesús es el Esposo, en labios de Juan Bautista (Mc 2,19); el reino de
los cielos se compara a unas nupcias (Mt 22,1-14; 25,1-13); el matrimonio
cristiano es sacramento de la unión de Cristo con la Iglesia (Eph 5,25-33). Nótese
el progreso desde Oseas, según el cual Dios ama al pueblo como un esposo
apasionado a su mujer, hasta S. Pablo, según el cual el esposo ha de amar a su
mujer como Cristo ama a su Iglesia.
En el momento de crisis en que vive, Oseas es testigo de la frecuencia con que el
pueblo quebranta los mandamientos (4,1-2) especialmente con la idolatría y el
culto a Baal, pero Dios vuelve a levantar a Israel. La Alianza no es algo fijo y
cerrado sino una iniciativa permanente: se ofrece, se quebranta y se vuelve a
ofrecer.

El profeta utiliza el término técnico de Alianza, berith , que más tarde desarrollará
ampliamente la escuela deuteronomista. Parece, pues, suficientemente claro que la
tradición reflejada en Oseas contiene los elementos esenciales de la Alianza y que
si la escuela deuteronomista la desarrolla y profundiza, es porque la ha heredado
de las tradiciones anteriores, transmitidas, entre otros, por el libro de Oseas.

En el marco de la Alianza, como compromiso esponsal, los pecados no son simples


actos contra una norma, sino ofensa y desamor: son infidelidad (5,7), prostitución
(2,7; 4,13-15) y falta de conocimiento de Dios (4,1; 4,6; 6,6).
La unión de Dios con su pueblo desborda los límites jurídicos y se
hace intimidad. El mayor pecado es la transgresión del primer
mandamiento, al participar en el culto de los baales y en sus ritos de
fertilidad (cfr 4,12-13; 7,14; 9,1). La Alianza divina tiene
consecuencias políticas, porque, al intentar las alianzas con Egipto o
Asiria, se olvidan de Dios, pensando que sólo de esos pueblos puede
venir la salvación (cfr 5,13-14).
La responsabilidad de la situación del pueblo recae sobre sus
dirigentes: los sacerdotes han rehusado el conocimiento de Yahwéh
(4,4-6), hacen pecar al pueblo (4,8), y han introducido prácticas
paganas en el culto (4,12-19; 6,9-10; 8,11-13); los profetas (4,5) los
reyes y gobernantes que ponen su confianza en las alianzas y
recursos humanos más que en Dios (5,1-2; 7,3-16;10,9- 10…).
6.La misericordia divina
La conversión, el retorno a Dios , es el objetivo del mensaje de Oseas. El
poema contenido en 6,1-6 refleja el comportamiento que el pueblo debe
iniciar, aunque el profeta lamenta que tal conversión sea falsa y pasajera
(v.4). Nótese que la vuelta a Dios implica de nuevo conocimiento (vv.3-6)
y lealtad (v.6). Pero el pueblo recae una y otra vez en sus delitos (7,1-2),
por lo que el castigo es inevitable (9,7; 10,10-14; 11,6; 14,1).

Sin embargo, no es el castigo la última palabra: lo que en 2,4-25 se


insinúa con la imagen esponsal, en el c. 11 se desarrolla con la de padre-
hijo:
«Cuando israel era niño, Yo le amé y de Egipto
llamé a mi hijo.
Cuanto más los llamé, tanto más se alejaron de mi
presencia;
a los Baales sacrificaban víctimas y a los ídolos
ofrecían incienso.
Yo enseñé a andar a Efraim, le tomé en mis
brazos,
pero no reconocieron que Yo cuidaba de ellos.
Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de
amor;
fui para ellos como espuma del mar que
acariciaba sus mejillas
y suavemente en él Yo confiaba. / Volverán a la
tierra de Egipto, / y el asirio será su rey, porque
han rehusado convertirse.
Yarremeterá la espada contra sus ciudades y
aniquilará sus cerrojos,
y los devorará a causa de sus designios.
Los de mi pueblo están suspensos en cuanto a
tornar a Mí,
y aunque los llamen a lo alto, ninguno tiene
elevadas miras.
¿Cómo te voy a dejar Yo, Efraim?
¿Cómo te voy a entregar Israel?
¿Cómo voy a tratarte como Adamah?
¿Cómo dejarte semejante a Seboyim?
Un vuelco ha dado dentro de Mí mi corazón, a
una han ardido mis entrañas.
No ejecutaré el ardor de mi cólera, no volveré a
aniquilar a Efraim,
pues soy Dios y no hombre, el Santo en medio de
ti
y no entraré en la ciudad.
Caminarán en pos del Señor, que como león
rugirá,
rugirá y se acercarán temblando los hijos desde
occidente.
Acudirán temblando como pájaro desde Egipto,
y como paloma desde el país de Asiria,
y les haré habitar en sus casas, oráculo del Señor»
Dios actúa como un padre con su hijo (vv. 1-4); es la primera vez
que un profeta habla de la paternidad divina, haciendo hincapié no
sólo en el nacimiento («De Egipto llamé a mi hijo»), sino en el
comportamiento permanente de amor (v. 4). El pueblo, en cambio,
responde con ingratitud («se alejan de Mí»), y cae en la idolatría,
volviéndose a los Baales (vv. 2 y 7). El castigo es irremediable y se
refleja en la vuelta a la esclavitud, como antiguamente en Egipto (vv.
5-6), y a la soledad (v. 7: «nadie tiene miras altas»). El mayor castigo
es recorrer hacia atrás el camino del éxodo, el “antiéxodo”.
Pero el castigo no es el final: los vv. 8-9 forman un entrañable
oráculo de salvación: primer (v. 8), en tono de lamentación el Señor
se dirige a su pueblo con tonos humanos y amorosos de padre; luego
(v. 9), invoca su trascendencia («soy Dios y no hombre») para
confirmar el perdón. Nótese que Dios perdona incluso sin mencionar
la conversión; tanto el amor primero como la reconciliación son
iniciativa divina. Los vv. 10-11 resumen la conversión del pueblo;
pero el tono es diferente: se habla de Dios en tercera persona y
parece más una narración que un oráculo. Por todo ello, muchos
comentaristas lo consideran interpelación posterior.
El libro de Oseas, en resumen, contiene una riqueza doctrinal
inestimable: es el primero que establece el amor de Dios como punto
de arranque de la elección. Israel que no tiene méritos propios y cuya
historia está cargada de pecados, sigue siendo objeto de predilección
de Dios y alcanzará la salvación por pura gratuidad. La originalidad
de las imágenes de familia : la esponsal y la paterno-filial, hacen de
Oseas un permanente punto de referencia.

En el NT se recoge la expresión del cap. 6 («misericordia quiero y


no sacrificio») para subrayar que el amor está por encima de los ritos
(Mt 9,13). Las tradiciones religiosas de Israel son tratadas con la
misma carga teológica que tendrán en los profetas más tardíos y que
tienen en el Pentateuco. Cuando Mt 2,15 cita a Os 11,1, sigue la
misma orientación teológica del Éxodo .
El libro de Oseas a la luz del NT y
de la tradición cristiana 
La lógica de Oseas es totalmente original: no sigue la secuencia
pecado-conversión-perdón, sino que el perdón precede a la
conversión. En esto es el gran precursor del NT, según el cual la
propia conversión es un don gratuito: «La prueba de que Dios nos
ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos
pecadores» (Rom 5,8; cfr 1Jn 4,10). Esto no significa que la
conversión sea innecesaria, sino que se produce como respuesta al
amor de Dios, siempre dispuesto a perdonar.
La originalidad de la imágenes de familia: la esponsal y la paterno-
filial, hacen de Oseas un permanente punto de referencia. Se recoge
la expresión del cap. 6 («misericordia quiero y no sacrificio») para
subrayar que el amor está por encima de los ritos (Mt 9,13). Las
tradiciones religiosas de Israel son tratadas con la misma carga
teológica que tendrán en los profetas más tardíos y que tienen en el
Pentateuco.

Cuando Mt 2,15 cita a Os 11,1, sigue la misma orientación teológica


del Éxodo. Como se ha indicado, la imagen esponsal tiene en el NT
una importancia primordial para expresar la relación de Cristo con
su Iglesia.
El libro de Oseas, en resumen, contiene una riqueza doctrinal
inestimable: es el primero que establece el amor de Dios como punto
de arranque de la elección . Israel que no tiene méritos propios y
cuya historia está cargada de pecados, sigue siendo objeto de
predilección de Dios y alcanzará la salvación por pura gratuidad.
También la Iglesia y cada uno de los fieles experimenta
permanentemente la predilección divina.

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