El vino es tuyo, que la herida agave para los hijos vierte del Anahuac feliz; y la hoja es tuya, que, cuando de suave humo en espiras vagorosas huya, solazará el fastidio al ocio inerte. Tú vistes de jazmines el arbusto sabeo, y el perfume le das, que en los festines la fiebre
insana templará a Lico.
Andrés Bello
tú que con lengua ufana de descender te jactas del marino que tu nombre llevaba, y que en insana envidia ardía de Colón divino: de aquel que, con sus pérfidos hermanos, participando del rabioso susto de los desalentados castellanos, capitanearon su motín injusto, cuando la armada vil marinería intimaba a Colón con ciega saña dejar al punto su gloriosa vía, y raudas proras convertir a España: de aquel que con su rauda carabela se desertó por torpe sed del oro, que siempre es oro lo que España anhela poco el nombre cuidando y el decoro: de aquel en fin que con audacia extraña, al nauta heroico reputando muerto, quiso apropiarse la sublime hazaña de haber el Nuevo Mundo descubierto.
Por ti el soldado se vendió a sus reyes, Y lidia agora con porfía insana, No por esas que ignora pobres leyes, Por comprar una lágrima mañana.
Rasgar el velo que la superstición, la hipocresía tienden a la maldad; decir que el cielo límites ciertos al poder prescribe como a la mar; y que la mar insana menos desobediente es al alto decreto omnipotente: impiedad...
Vuele a henchir de profunda maravilla la vieja Europa tu triunfal regreso; hinche de orgullo la feliz Castilla que tu promesa, para el vulgo insana, cumplida palpe con inmenso exceso, y se engría, de un mundo soberana: y arrebatada entonces, en celebrar tan único suceso canse la Fama sus sonantes bronces: La Fama que por ti dilatar pudo En ámbito mayor tu excelso nombre, sin que a tu nombre baste digno de más, el mundo que doblaste.
de bien tan único a pesar, la viste insana combatir consigo, y sus propias entrañas desgarrar: imprimiendo, alentado, a su bandera el mismo crudo y bárbaro opresor el torpe ultraje de que el mundo espera el sangriento, castigo vengador.
Posesos de un amor tan de sí mismos se olvidan del demás por qué se vive y aislados en su roca primitiva se creen los protozoarios siempre vivos en su ciega fantasía de orangutanes sedientos de poder a penas usufructuando huesos Si acaso comprendieran el esquema que diseña fugaz su mente insana -la muerta carcajada enhiesta- tal vez ajustarían las cuentas y entenderían… -simios erguidos- la suma de la resta.
¿Qué enemigo fue nunca tan insolente con nadie como son con algunos de sus admiradores? Su incontinencia e insana picazón otra compasión no merecen sino por lo que toca al resultado de aquello que hicieren.
XXXIV PALINODIA Tibio y no frecuente adorador de los dioses, extraviado por una insana sabiduría, véome en la precisión de volver atrás las velas y emprender de nuevo el camino abandonado; porque Júpiter, rasgando mil veces las nubes con su rayo encendido, lanza por el cielo sus caballos atronantes y su carro volador que estremecen la baja tierra, los ríos fugitivos, la Estige, las cumbres del Atlas y las hórridas mansiones del odioso Tártaro; él eleva a la altura a quien yace en el abismo, abate al poderoso y hace brillar al que vive en la obscuridad.
Cuando María Antonia se vio libre de la presencia de don Jacinto, quedó inmóvil y de pie por algunos instantes; rompió luego en insana risa y en descompuesta y nerviosa carcajada; y por último, se arrojó al suelo, retorciéndose, derramando un mar de lágrimas y balbuceando entre dientes el yo, pecadora.
Aun admitiendo, como erradamente se cree por el vulgo, que toda la Francia sea París, deben concederse a esta nación grandes virtudes, porque las hay, y muchas, bajo la capa de cieno que envuelve su capital. Que ellas están en grave peligro con tan insana vecindad no te lo disputaré.
Tan violento fue que el conde Enrique se llenó de miedo, llamó al aya e hizo que trajesen a Poldy una taza de tila. Cuando al fin se calmó Poldy, y cuando pasó su risa insana, empezó a suspirar y a sollozar, y derramó un mar de lágrimas.