Ejemplos ?
En una ocasión, cuando Dios no contestó su oración, dibujó un círculo en el polvo, se puso de pie en su interior, e informó a Dios que no se movería hasta que lloviera.
Estas esperanzas del viejo hacían que mirara con mal disimulada hostilidad aquel que él creía solamente conato de amoríos entre los zagales, por no estar al tanto, sin duda, de que no había noche, lloviera o venteara, en que no pelasen la pava aquéllos por las bardas del corral, mientras él roncaba a más y mejor como un bendito que era.
Rosario, a querer, hubiera podido vivir sin tener que pasarse los días, lloviera o venteara, sobre uno de los lebrillos del lavadero; el Cachete había querido pasarle un diario, pero a la primera remesa habíaselo devuelto ella con un mandadero al que ella habíale pagado previamente el mandado.
Descenderían y entre bromas y carcajadas cada vez más cachondas, subirían caminando por las abruptas laderas de la montaña hasta llegar al manantial que debido a la estación de lluvias, se vería convertido en una cascada rodeada con frescos pozuelos para nadar. Ojalá que no lloviera.
¿Creería, si se lo jurasen, que erais, entre tanto barro y azotadas, como vais, por la cellisca, las más mimadas flores del hermoso jardín de la Montaña!» Si al llegar a la población no había llovido ni cabía temor de que lloviera ya, hacía alto la comitiva en la Alameda chica, o en el Muelle, frente al Suizo; y en cualquiera de estos dos sitios continuaba la danza hasta las once...
Como una costumbre del cielo. El fuma, come, mira llover, siente llover. Está contento como si le lloviera adentro. Mira y siente llover.
Viérase entonces al buen sacerdote tomar soleta todas las tardes, lloviera que tronara, en dirección de El Sapero, a cas de Vicenta; viéraslo haciendo el pedagogo con un discípulo que en su vida había agarrado cartilla, ni tenido noticia cierta del uso de la tinta, y a quien impedían estudiar los dolores del cuerpo y las tristezas del espíritu.
TEZCATLIPOCA hizo que TLALOCTLI, la lluvia, el agua que cae, la bebida de la tierra, se volviera sol; sin embargo, QUETZALCOATL al ver lo absurdo, lo ridículo de que lloviera agua caliente quiso burlarse de TEZCATLIPOCA y puso como sol a CHALCHIUTLICUE, el agua que permanece en la tierra y que la adorna como una falda de piedras preciosas a través de lagos, arroyos, lagunas, mares.
Y así transcurrió el tiempo en medio de alabanzas y elogios, hasta que agotada la enumeración de sus cualidades para que intercediese ante TLALOCTLI y lloviera, ocurriósele al astuto zorro burlón gritar con voz gangosa: -¡Colita pelada!
Había el uno comprado muchísimo trigo y contaba con ganar grandes riquezas vendiéndole más caro porque fuese mala la futura cosecha. Para que esto se lograse recomendaba a su padre que en sus oraciones pidiese a Dios que no lloviera.
El mozo nos trajo los abrigos. Cuando el taxi arrancó, yo le dije a Molly como broma: —¿Y si ahora lloviera? Molly se quedó mirándome, mirándome.
El señor cura replicó entonces: -El cuento de usted viene en mi apoyo: demuestra que una plegaria por el estilo, que equivale a no hacer ninguna plegaria, nace del egoísmo más grosero; porque si el padre, que amaba por igual a sus hijos, hubiese amado también al prójimo como debía, no hubiera juzgado indiferente que lloviera o que no lloviera, y en sus oraciones hubiera pedido a Dios buenas y oportunas lluvias.