Era una hermosa noche de ensueños y de estrellas. Rompíanse en la sombra oleajes enlutados hacia el ópalo atlántico y la áurea lejanía.
Y no te engañe ella mintiendo cien figuras, sino apriétala, cualquier cosa que ella sea, hasta que en lo que fue antes se restituya.” Había dicho esto Proteo, y escondió en la superficie su rostro 255 y admitió, sobre sus palabras últimas, sus oleajes.
El mar elocuente, a pesar de todo, seguía entonando con las voces monótonas de sus
oleajes, ya no tan cristalinos, pero igual de constantes, la imperecedera canción de los siglos… Tranquilidad eufórica de lo infinito… Testigo murmurio del dolor y de la dicha… La mañana tropical mostraba sus encantos magnificentes, esos que para las urbes humeantes siempre están cual escondidos, temerosos de lucir, de adornar a su poseedor.
Antonio Domínguez Hidalgo
El mar, inicio de la existencia, a pesar de todo, seguía entonando con las voces monótonas de sus
oleajes la imperecedera canción de los siglos… Tranquilidad eufórica de lo infinito… Testigo murmurio del dolor y de la dicha… La silueta de Conrado se perdía en la lejanía… Vacas Nació con las transparencias iniciales de una mañana de marzo.
Antonio Domínguez Hidalgo
En cambio ellos, aquellos, ellas, las bellas de cabellos sorjuaninos, se pasaban de sol a sol; de luna a luna; de estrella a estrella dándonos la virtud pecaminosa de no amar el dinero -las plazas- -mega plazas- sino usarlo para hacer el giro honesto -patrimonio del esfuerzo- y vestirnos con páginas platinas los libros de sus ojos aunque el sueldo volara al medio día y quedaran muchos días sin nada, sólo la alegría discipular de amar, lanzar semillas, alborotar el viento y cosechar oleajes que iban y venían en carabelas de poemas, de ecuaciones y de enigmas.
Él mandado a Siria, les habían descansado a todos sus oídos: oían las mismas cosas estas lenemente y levemente, y no se temían tras de aquello tales palabras, cuando de pronto les viene el anuncio horrible de que los jonios oleajes, después de que allá Arrio fuese, ya no jonios eran, sino ‘hionios’.
Ay quien tristemente causas con despiadado corazón furores, santo muchacho, con las angustias de los hombres quien gozos mezclas, 95 y tú la que reinas los golgos, la que el Idalio frondoso: con cuáles oleajes agitasteis, encendida en su mente, a la muchacha, por el flavo huésped a menudo suspirando.
10 Pero para que a ti no te sea desconocido mi malestar, Manlio, ni que yo, que odio, creas, de un huésped el deber, escucha en qué oleajes me sumerjo de la fortuna yo mismo, y no más, de este triste, dones dichosos busques.
¡Cuántos sueños devorados! ¡Cuántos
oleajes perdidos en mi constancia de sol, desecados por el tiempo en su pugna con la niebla y en un rincón...
Antonio Domínguez Hidalgo
RITMOS Tomaré tus fragancias de playa —olas,
oleajes, olear...— para hacer mis ropajes de fuego —llama, flameante, flamear— y al sentir tu vehemencia de nácar —perla, torcaz y coral— orlaré mi fatiga de rosas —rozante, rosado, rosal...— Palparé voluptuoso tus ondas —volutas, volantes, voladas— al matiz de tu abrazo soñado —soñador, soñoliento, sonámbulo— y agrietado mis huecos sin nombre —anónimo, antónimo, homónimo...— dejaré penetrarme tus cantos —cantores, cantando, cantantes— y vistiendo tus ritmos callados —percusiones, alientos y cuerdas— entre músicas nunca sentidas —electrón, contrapunto, oquedades— precipitaré mi cuerpo ::—eco— ::::al desnudo fondo ::::::—cosmos— de tus sinfonías...
Antonio Domínguez Hidalgo
Soliloquio en espiral de alientos,
oleajes de algún mar abierto calmando la sed de algún desierto, viento navegando entre la sangre de las venas ultrajadas por la carne… luz de otro universo hiriendo oscuridades en un verso.
Antonio Domínguez Hidalgo
libre de engaños, sin despeñar más sacrificios a precipicios tránsfugas, seguro de mis alas transformadas, sin darse más allá de quien las quiera, de quien las pida, de quien las sienta, mentes solares verdaderas dispuestas a la entrega de su ausencia, firme en mi despegue próximo, aunque aún las arenas y las brisas en sus risas me erosionen los intentos de presencias… encadenado a un cuerpo sin cuerpo en el camino, hundido en los
oleajes que me van y me regresan...
Antonio Domínguez Hidalgo