¡Conque ándate con cuidado! La pobre criaturita volvió a soltar un quejido (¿o un gruñido? era imposible asegurarlo), y los dos anduvieron en silencio durante un rato.
Pensó en una desbocada; pero al mismo tiempo, sin lógica alguna, su caballo, con un
quejido y la cabeza abrazada entre las manos, corcoveó furiosamente.
Ricardo Güiraldes
El preso exhaló un
quejido, hizo un último esfuerzo para incorporarse y luego se quedó quieto, fijando una mirada ansiosa en don Simón Antonio, quien, con sonrisa de triunfo, comprobó que en el sitio donde estaba apoyado aquel miembro no existía ni la más remota señal de adherencia.
Baldomero Lillo
Al lado de la piedra enorme, que giraba incesante, moliendo, en vez de trigo, la harina gris del tiempo, veíanse dos lechos, y postrados en ellos, y gimientes, a un viejo desdentado, de barbazas fluviales, de arado semblante y de brazos que parecían hechos de cordeles retorcidos con todos los estigmas de la senectud en el cuerpo, sacudido ya por el hipo de la agonía, y a una mujer que también se quejaba, pero con el
quejido fecundo y vital de las madres.
Emilia Pardo Bazán
Entonces, los habitantes lanzaron la piedra al lago, pero emergió y se colocó de nuevo en su lugar. Fue lanzada una segunda vez: se oyó entonces un quejido, pero después, no volvió a salir del lago.
Y la mariposa fue girando como una loca alrededor de la llama, subiendo, bajando, huyendo, acercándose de nuevo, siempre segura de que la llama no la atraería; hasta que por último lanzó un quejido, la llama se avivó, cayó en el suelo la mariposa quemadas las alas y quemado el cuerpo, y se cuenta que al caer, antes de quedar muerta, murmuró: -Tenía razón la magnolia.
Un brazo formidable se alzó en la oscuridad y de un furioso revés lanzó al atrevido a diez pasos de distancia. Se oyó un ruido sordo, un
quejido y todo quedó otra vez en silencio.
Baldomero Lillo
Vamos, pícaro, pon de punta los huesos y andandito, que la cosa apura. El enfermo lanzó un
quejido, mas no dejó de relamerse ante el cuadro de libertinaje que le pintaba el fraile.
Ricardo Palma
II Serena la luna alumbra en el cielo, domina en el suelo profunda quietud; ni voces se escuchan, ni ronco ladrido, ni tierno
quejido de amante laúd.
José de Espronceda
Las piedras del castillo se ennegrecían con rapidez, porque la brisa recogía todas las mañanas las lágrimas de las víctimas; y como cada lágrima era un quejido, un dolor, enmohecían los espesos muros de aquella morada.
Quiso entonces desasirse de la cuerda maldita; tiró y logró solamente lastimar los lacerados hombros del reo que exhaló suave
quejido.
Emilia Pardo Bazán
Había acertado con el sitio doloroso; había tocado la llaga oculta, cicatrizada en falso, que ahora respondía con sordo
quejido del alma al tacto y a la presión.
Emilia Pardo Bazán