Muy corpulento, de abdomen prominente, posee una fuerza hercúlea y es un jinete consumado, diestro en el manejo del lazo como el más hábil de sus vaqueros.
Tú no me veías, por más que yo solía ponerme cerca de la zagala. Al cabo te la di, y de ella te nacieron hijos, que son valientes vaqueros y labradores.
7 de agosto de 1918 (Fuente Vaqueros, Granada) A Fernando Marchesi Y la canción del agua Es una cosa eterna. Es la savia entrañable Que madura los campos.
25 de Julio de 1918 (Fuente Vaqueros, Granada) I Esta noche ha pasado Santiago Su camino de luz en el cielo. Lo comentan los niños jugando Con el agua de un cauce sereno.
Morir de pronto, sin recetas ni enfermeros y sin preavisos a los burdos papeleos; muy lejos de aquellos notarios del veneno, que a mi odio, distante de sonrisas, parieron; librado del hocico de rabiosos perros; harto de nalgas besuconas de mis versos; pleno de luz entre noctámbulos
vaqueros; morir sabiendo ¡fatuos!
Antonio Domínguez Hidalgo
REVUELTAS Porque tu mundo no es de billeteras te pusieron en letras menores, José, más pequeñas que limosnas, apenas insinuadas en algún rincón del diario que pudieron regalarte sobre anuncios de putas en reventa, carteles de calzones con
vaqueros que no tapan sus vergüenzas; columnas con las mismas demagogias de culeras nalgas retratos de los siempre oportunistas tras la paga.
Antonio Domínguez Hidalgo
No puedo jamas ir con mi ganado Cuando se pone el sol en nuestra aldea, Ni desde allí venir á la majada Sino por donde, aunque no quiera, vea La choza de mi bien tan deseado, Y a toda por el suelo derribada. Allí me siento un poco, descuidada De ovejas y corderos, Hasta que los vaqueros Me dan voces diciendo: ¡ola pastora!
Vinieron los pastores de ganados, vinieron de los sotos los
vaqueros para ser de mi mal de mí informados; y todos con los gestos lastimeros me preguntaban cuáles habian sido los acidentes de mi mal primeros; a los cuales, en tierra yo tendido, ninguna otra respuesta dar sabía, rompiendo con sollozos mi gemido, sino de rato en rato les decía: "Vosotros, los de Tajo, en su ribera cantaréis la mi muerte cada día; este descanso llevaré, aunque muera, que cada día cantaréis mi muerte, vosotros, los de Tajo, en su ribera".
Garcilaso de la Vega
Este mancebo, estando sentado al fuego con los otros gañanes y mozos, contaba cosas maravillosas y espantables de la desventura e infortunio que había venido a la fortuna y casa de su señora, diciendo de esta manera: -Yegüerizos, vaqueros y boyeros: quieroos contar cómo yo tuve una mezquina de una señora, la cual murió de un caso gravísimo, aunque no fue desacompañada y sin venganza al otro mundo; y por que mejor sepáis todas las cosas, os quiero decir este negocio cómo aconteció desde el principio, porque puedan muy bien los que son más discretos y la buena fortuna los enseñó a escribir ponerlo en escritura a manera de historia.
Capítulo II Cómo después que los vaqueros y yegüerizos y mayordomos del ganado de Carites y Lepolemo supieron que sus señores eran muertos, robada toda la hacienda que estaba en la alquería, huyeron para tierras extrañas; y de lo que por el camino les aconteció.
Cual en la dilatada selva de Sila o en la cima del Taburno, cuando se topan en furiosa pelea dos toros, se retiran los vaqueros, medrosos, quédase inmóvil, muda de espanto, toda la torada, y dudan las novillas cuál quedará dominador del bosque, a cuál habrá de seguir toda la manada; ellos, en tanto, con brioso empuje se acribillan de heridas, se traban de los cuernos y uno a otro se bañan con arroyos de sangre cuello y brazos; el bosque entero retumba con sus mugidos, que repiten los ecos.
Y a esos hacinamientos llaman procurar el bien del país, ¡para eso no valía la pena it a buscar un cocinero a Neufchâtel! ¿Y para quién? ¿Para unos vaqueros y unos descamisados?... Pasó el boticario.