Confieso que fue duro para mí verla, que no pude hacerlo de corrido. Tal vez por lo monotonía, por el silencio o por la incomodidad de la soledad, algo a lo que no estoy acostumbrada de ver en una película. Pero ahí está lo bello de la misma.
Más que una historia, es una invitación a detenerse, a observar lo cotidiano con otros ojos. La película convierte la rutina en un espacio casi sagrado, donde cada pequeño gesto, lavar un…