La historia no se repite, pero rima.
Pulida, delicada y muy humana, reivindicada en los Oscar con mucho sentido de la justicia individual y colectiva. "Aún estoy aquí" equipara la dinámica familiar con la lectura política entre lo grave y lo ligero, poniéndolos al mismo nivel sin que una se coma al otro. En algunos momentos parece que Walter Salles ha aprendido de Lucrecia Martel y de su sensibilidad para filmar a las familias en espacios interiores. El cineasta no dramatiza, conserva un carácter de advertencia y confía en una formidable Fernanda Torres como principal soporte emocional. Precisa recreación histórica con melodías cuidadosamente escogidas.