The Brutalist supo sorprenderme. Hacía tiempo no veía una película tan larga que se sostuviera tan bien, me sostuvo, me hizo sentir muchas cosas.
Qué sublime, que hermosa y que dolorosa es. Hay siempre una danza entre la belleza y el profundo sufrimiento.
La arquitectura como presencia absoluta y permanente del horror, enorme, asfixiante. Puedes (y solo puedes) admirar la luz que entra del techo pero nunca alcanzarla por lo alto que es. Es siempre añorar y nunca poder alcanzar…