'' Everything can happen, everything is possible and probable. Time and space do not exist. On a flimsy framework of reality, the imagination spins, weaving new patterns.''
El acto de observar como herramienta de magia, cambio y sentido. El agente externo se vuelve solo un complemento a nuestro propio universo, en el cual somos meros intérpretes y espectadores. Los personajes reclaman a Dios (Bergman) sus decisiones, y este los justifica a su debido momento, en su debido espacio. El espejo…
No.
Drew Goddard y su excelso manual en cómo hacer un Tarantino y fallar en el intento. Los personajes son tan flojos, chatos y discordantes que Chris Hemsworth es resguardado hora y media de película para salir a cuadro tras bambalinas y salvar el barco como último recurso.
Y no lo logra...
El cine como proyector de deseos, donde el voyeurismo es permitido desde la confidencialidad de una sala, protegidos por el espacio donde es aceptado la observación del retrato íntimo de la sexualidad hasta el espío de un desnudo a distancia: protegidos por la pantalla. Reygadas nos invita a abrir la puerta de su casa y observar la intimidad de su matrimonio. Nos hundimos en el juego del director, todo con el incentivo de recordarnos algo: el cine es fantasía y deseo, frágil, vulnerable e íntimo. Tal y como una relación de pareja.
