"Tan guapo, y con esa enfermedad de maricones".
Si bien el cine es un negocio, siempre hay espacio para que un autor salga a contar algo.
Acá hay una voz, hay un sentido. No es "un biopic más". Tiene su razón de existir, tanto en la vida real como en la narrativa. Está mil pasos más allá de lo que acostumbramos ver comercialmente justamente por eso, y se agradece.
Puede pecar de no explorar bien a algunos personajes, o de tener el efecto "lágrima fácil" al finalizar, pero gran parte de sus defectos se justifican con lo que tanto el director como el propio Ernesto Pimentel quieren contar. Es bueno saber que el cine peruano comercial se puede permitir este tipo de películas.
No falta talento, falta apoyo.