Desde su primera toma, supe de inmediato que esta película iba a perdurar en mi retina cual letra escarlata. Y es que uno de sus grandes aciertos está en su estética, ese uso del blanco y negro que remite al mejor expresionismo alemán de principios del siglo pasado. No podía evitar recordar a "El Gabinete del Dr. Caligari" (Wiene, 1920) o "M, el maldito" del gran Lang (1931), o incluso a "Freaks" de Browning.
Pero además de tener una increíble…