La mitad de la película me la pasé asqueado, el retrato que hace del inquebrantable amor maternal es repulsivo a niveles que me corroen el alma, un planteamiento magistral que acompaña perfectamente los temas, que desde un inicio se dejan ver en formas muy sutiles y como es costumbre con el señor Bong, regresaran a cambiarte las piezas de lugar con unos giros que a uno nada más lo dejan con las manos en el aire.
Una trágica historia sobre hasta donde estamos dispuestos a llegar por amor, los resultados de una vida de culpa y de lo tocaditos que andamos todos de la choya.