A puro relato meritocrático quitándole lo único de interés que tiene esta mierda de libro. En el libro, al menos, hay una buena escritura del proceso de adquisición de conciencia de clase y una queja legítima de la marginación cultural y económica de la clase obrera. El problema es que para su autor es más importante recuperar la familia, la religión y la ética del trabajo que denunciar la explotación y plantear alguna alternativa comunitaria o social que no sea una mejor dominación.