Confieso haber visto esta secuela sin expectativas después de la infame primera parte y tengo que reconocer mi sorpresa, porque ham conseguido hacerla incluso peor. No comentaré nada del guión, porque ya daba por hecho que es una excusa para ver simbiontes atizarse pero hay que mencionar el esfuerzo hecho para que los diálogos generen una vergüenza extra. Esto es un justo castigo por quejarnos de las producciones de Marvel.

Qué tranquilidad da ver algo así sabiendo que es ficción y que esto no podría pasar en la actualidad, ¿verdad? (risa nerviosa). A pesar de que es una premisa sencilla, me funciona todo, desde las escenas más intimistas hasta los tiroteos a gran escala, apoyado en un reparto fantástico. No cuenta nada nuevo, pero lo cuenta maravillosamente bien.

Ya desde el primer plano, con esa fotografía gélida sin casi contraste, Larraín provoca incomodidad, que no hace sino aumentar a medida que profundizamos en este "club", donde no existe ni un solo personaje positivo y mucho menos una brújula moral que permita un atisbo de luz. Incluso un mínimo bien se debe conseguir a costa del engaño, la traición y la falta completa de humanidad.

Es competente, pero da la sensación de que el concepto podría haber dado para algo más. Le falta tensión en los tramos más angustiosos y su desarrollo no mantiene la fuerza que sí muestra su inicio.