Sean Baker nos presenta una película que evoca el tono y humor de The Big Lebowski. Con un ritmo acelerado, una tensión constante y diálogos cargados de gritos e interrupciones, me recuerda a los guiones escritos por sus compatriotas neoyorquinos, los hermanos Safdie. Un éxito en guion, dirección y actuación; es digna del Oscar a Mejor Película.