Si tienes quince años
y pretendes escapar
con eso basta y sobra para hacerlo
podrías irte antes
de que estas luces de ciudad
se apaguen para siempre sin remedio
podrías cambiar tu nombre
por otro que suene mejor
acabar con tu linaje de una vez por todas
apuntarías en un cuaderno
un nuevo código de honor
pero siempre en verso, nunca en prosa.
Quién lo impide
quién lo impide
quién lo impide: nadie lo impide.