Una representación fiel a Francia que retrata de forma creativa aspectos sociales como la discriminación, la migración, la marginalidad en una nación de "primer mundo". Cómo persona que ha desayunado pan francés, tengo la autoridad para decir que es un homenaje a la nación de la Galia.

Una película que encuentra la belleza en las situaciones más cotidianas. Es un retrato emotivo de una vida que a los ojos de la sociedad parece poco importante, pero que nos transmite a través de la vida de un conserje de baños en Japón, la valiosa lección de que el éxito está en la felicidad, no en una imagen ostentosa dentro de una gran torre, como imponen las ideas mediáticas y culturales de la fama y fortuna como únicos caminos a la realización personal.

Una de las películas que refleja el amor en su complejidad, en sus matices más hermosos así como en su lado más difícil y doloroso. Quedé sin palabras, es una película maravillosa a la vez que está llena de fuertes lecciones.