Ninguna de las canciones resultó verdaderamente memorable, lo que refuerza la percepción general de que Moana 2 no alcanzó el impacto de su predecesora. Quizás la secuela habría beneficiado de un mayor tiempo de desarrollo para ofrecer una propuesta más sólida y fresca, pero, al final sirve para entretener un rato.

Disfruté mucho la dirección, la dirección de arte y las actuaciones. La puesta en escena me evocó la sensación de estar presenciando una obra de teatro o una película en blanco y negro de la década de 1940.

Las brujas me recordaron a la figura de la Muerte en El séptimo sello de Ingmar Bergman. Sin embargo, debo admitir que la película me pareció excesivamente extensa, y hacia la mitad comenzó a resultarme tediosa.

destaca por su simplicidad narrativa y visual, lo que, lejos de restarle valor, potencia su impacto. La historia se desarrolla de manera fluida y sin pretensiones, utilizando pocos planos pero de manera efectiva, lo que resalta su enfoque en el guion y las actuaciones. Este minimalismo visual contribuye a que el espectador se sumerja completamente en la trama y en los personajes, sin distracciones innecesarias.