TALLER 1:
BAUTISTA Y
BAUTISMO
SAN MARCOS 1, 1-15
BY R. P. TEÓLOGO, UPB. FEAT ADRIENNE VON SPEYR & CARDONA.
ORACION A SAN JUAN BAUTISTA PARA ABRIR CAMINOS
¡Gloria a ti, san Juan Bautista, mártir invencible!,
ángel de pureza antes de tu nacimiento y el
Profeta mas grande nacido de mujer; amigo
especial y favorito de Cristo y predicador de la
Verdad precursor glorioso del Sol de Justicia,
voz del Verbo Eterno, por tus virtudes y por los
privilegios con que Dios te enriqueció danos
fuerza y valor para vencer todo temor y
enemigo y danos sabiduría para alcanzar
nuestras objetivos.
Oh, Glorioso San Juan Bautista, que durante
toda tu vida con humildad y fidelidad cumpliste
la voluntad del Padre Celestial, y como
verdadero Precursor del Mesías poco a poco,
con la sencillez del deber cumplido, fuiste
desapareciendo para que Cristo Salvador
inaugurara el Reino de Dios entre los hombres:
ayúdanos a salir de problemas y adversas situaciones,
aleja todo peligro y enemigo de nuestro lado, quita toda
maldad, tropiezo y oscuridad en nuestra vida para que
nuestros caminos se encuentren despejados y estén
abiertos al amor, el trabajo y la salud que tanto ansiamos y
necesitamos, haz que la suerte, la prosperidad y la fortuna
nos favorezcan y la paz, la armonía y la felicidad nos
acompañen en todo momento.
Protégenos, alivia nuestras cargas y ayúdanos a conseguir
la tranquilidad, la ventura y el bienestar en nuestro hogar,
en especial alcánzanos del Señor:
(pedir ahora lo que se quiere conseguir).
Bendito san Juan el Bautista, purifícanos y convierte en
gozo nuestras penas y desdichas, pide para nosotros al
Señor misericordia y perdón, y que guie nuestros pasos por
el camino de la paz, para que un día podamos cantar
contigo en las Mansiones Celestiales las glorias y alabanzas
de nuestro Creador. Por nuestro señor Jesucristo. Amén.
CONTENIDO TALLER UNO
PREPARACIÓN PARA EL MINISTERIO
PÚBLICO DE JESÚS 1,1-13
1. Juan
2. El
3. La
El Bautista 1,1-8
Bautismo de Jesús 1,9-11
tentación en el desierto 1, 12-13
COMIENZO DEL MINISTERIO PÚBLICO
DE JESÚS EN GALILEA 1,14 –15
4. Jesús empieza a predicar 1,14-15
BAUTISMO DE CRISTO DE LEONARDO DAVINCI
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“Así como la aurora es el fin de
la noche y el principio del día,
Juan Bautista es la aurora del
día del Evangelio, y el término
de la noche de la Ley”
-
TERTULIANO.
1. JUAN EL BAUTISTA 1,1-8
Mc 1,1 The beginning of the
gospel of Jesus Christ.
El comienzo del evangelio de
Jesucristo
Vamos a contemplar:
1. el principio, 2. del
evangelio, 3. de Jesucristo.
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1,. El principio. El Evangelio tiene un principio; viene de alguna parte, se
sitúa en el mundo, en la historia y en nuestras vidas. En él depositamos
nuestra vida. Fue antes que nosotros y nos ha sido proclamado como el
comienzo de Jesucristo, y nunca podremos alcanzarlo. Todo lo que el Señor
hace y es permanece siempre comenzando, está en proceso de ponerse en
marcha y surgir. Siempre es "hoy". Siempre está empezando. Debemos
estar siempre abiertos a este comienzo.
2. Del Evangelio. La buena nueva, la proclamación de la salvación -toda
salvación, la salvación como tal, se da en Jesucristo-. Y es "noticia": esta
alegría tiene forma de anuncio, de misión. Ser noticia, o mensaje, forma
parte de la esencia del evangelio. Es un mensaje del Padre a través del Hijo,
que luego se transmite en el anuncio del Hijo por los evangelistas y en el
anuncio del Evangelio por la Iglesia. El anuncio que recibimos hoy se
remonta al envío del Hijo por parte de Dios Padre.
3, De Jesucristo. No hay más buena
noticia que la de Jesucristo: Él es la
esencia de la "noticia" y la esencia de la
alegría. En Jesucristo, el mensajero y el
mensaje son una sola cosa. Él es quien
proclama, quien ha recibido del Padre
la "tarea" de proclamar el mensaje. Él
es también el contenido de este
anuncio, lo que el Padre tiene que
anunciar al mundo. Cada fibra y cada
momento de su existencia es un
mensaje de Dios.
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También nuestras vidas
deberían convertirse cada día
más en un mensaje de Dios.
Puesto que Jesucristo es la
esencia del mensaje de Dios, es
nuestro todo, la esencia de
nuestra vida.
¿Es esto para nosotros?
¿Qué debo hacer para que
llegue a serlo?
Mc 1, 2 As it is written in Isaiah the
prophet, "Behold, I send my
messenger before your face, who
shall prepare your way. Como está
escrito en el profeta Isaías: "He
aquí que yo envío mi mensajero
delante de tu faz, el cual preparará
tu camino”.
Vamos a contemplar: 1. la profecía,
2. la misión, 3. la preparación del
camino.
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1, La profecía. El Evangelio de Marcos no comienza en el
vacío. La "buena noticia" cumple una promesa, y este
cumplimiento se realiza no sólo a través de la noticia o
mensaje como tal, sino a través del mensajero. El paso de la
Antigua a la Nueva Alianza ha sido previsto: lo que hubo antes
se dibujará y ampliará en lo que viene. Isaías lo sabe…
(He aquí que envío mi mensajero. Isaías 40,1;
Voy a enviar un mensajero delante de ti y te haga entrar en el lugar que
te preparé. Éxodo 23,20;
He aquí les envío mi mensajero, Él allanará el camino delante de mí.
Malaquías 3,1)
2. La misión... Dios ha elegido a una persona concreta para una misión
concreta, y esta misión ha sido profetizada. La persona elegida no recibe
repentinamente una tarea; Dios le permite llevar a cabo algo que ha sido
preparado para ella desde hace mucho tiempo…
Aquí, cada uno de nosotros debe sentirse directamente
implicado y preguntarse: ¿Estamos preparados para asumir la
tarea que se nos ha preparado? Normalmente, se da una
misión, pero no de una forma tan tangible como la de Juan,
sino, más bien, en silencio y oculta. Pero, en el fondo, son lo
mismo: determinadas por Dios, para ser cumplidas por
nosotros. No elegimos nuestra misión, pero podemos decir Sí
a ella en libertad.
3. Preparación del camino. La misión de Juan se expresa con las
palabras: "Envío a mi mensajero ante tu faz, que preparará tu camino".
La tarea consiste en la preparación de un camino: no en recorrerlo u
organizarlo, sino en prepararlo. Es el Señor quien cumplirá. La tarea de
Juan está estrictamente delimitada.
En la Iglesia, todo tiene siempre un fundamento previo, porque el Señor
acompaña a la Iglesia y asume constantemente su misión como propia
y porque cada tarea individual forma parte de la misión de la Iglesia.
Debemos prepararnos espiritualmente para nuestra misión del mismo
modo que nos preparamos para recibir la Eucaristía. Ningún encuentro
con el Señor debe ser sin preparación. Cada una de nuestras vidas
debe consistir, como la vida de Juan Bautista, en una continua
preparación del camino para el Señor.
Mc 1,3 The voice of one crying in
the wilderness: Prepare the way
of the Lord, make his paths
straight. La voz de uno que
clama en el desierto: Preparad el
camino del Señor, enderezad sus
sendas.
Contemplaremos: 1. la voz en el
desierto, 2. la preparación del
camino, 3. el enderezamiento de
la senda.
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1, La voz del que clama en el desierto. Juan, el prometido, es
prometido como voz: como algo que en sí mismo es efímero,
secundario, algo que Dios puede utilizar como instrumento. Será una
voz pura, que sólo puede oírse mientras habla, pero que también tiene
una profecía que cumplir y un mensaje que proclamar.
2. Preparar el camino del Señor. Este camino requiere una preparación
constante. El Señor no quiere realizar su obra de redención sin la
cooperación de los hombres, aunque ésta sea muy secundaria, apenas
imaginable. Todo el que ha oído hablar de Él, todo el que sabe de Él,
ha de participar en su camino, pues todos los misterios de la vida
cristiana son, en definitiva, misterios del camino del Señor. Y todo el
que tiene una misión, por ridículamente pequeña que sea, la tiene
dentro de la misión del Señor…
3. Endereza sus caminos. Esto significa: apartad las dificultades del camino del Señor;
ayudad a allanar lo áspero, lo torcido, todo lo que no está recto, y no porque el Señor
no pueda hacerlo por sí mismo, sino porque es importante para Él recibir la
contribución de todos. Juan, con su enorme misión, su especial sentido y santidad, que
ya eran tangibles en el seno de Isabel cuando encontró a la Madre del Señor,
proclama: se necesita la ayuda de todos para enderezar los caminos. La enormidad de
la tarea no desbordará al individuo si muchos están dispuestos a cooperar. Aquí hay
que contemplar precisamente el trabajo pequeño, discreto, cotidiano, que se exige sin
reconocimiento, sin revuelo, las cosas exteriormente sin sentido que, sin embargo,
poseen un sentido perfecto, porque se hacen al servicio del Señor.
Bajo esta luz, tratemos de mirar nuestro pequeño camino
cotidiano, con sus claroscuros y sus sombras, y dejemos que el
Espíritu del Señor, que ya apunta desde la profecía de Isaías al
Bautista, lo sumerja por entero en la luz del Señor.
Mc 1,4 John the Baptist appeared in
the wilderness, preaching a baptism
of repentance for the forgiveness of
sins. Juan el Bautista apareció en el
desierto, predicando un bautismo de
arrepentimiento para el perdón de los
pecados.
Vamos a contemplar: 1. La aparición de
Juan, 2. el bautismo en el desierto, 3.
el bautismo de arrepentimiento.
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1, La aparición de Juan. No se nos dice nada sobre quién es Juan; el evangelista se limita a situarlo en la
profecía. Basta con proclamar su aparición. Marcos lo deja aparecer como podría aparecer entre nosotros un
hombre o una mujer, portadores de un encargo particular; nadie se pregunta de dónde vienen, a qué escuela
han ido, qué tipo de formación han tenido, etc. Aparecen para cumplir una misión. Aparecen para llevar a cabo
una tarea. Todo el significado de la aparición de Juan depende de la tarea que ha recibido de Dios y que debe
llevar a cabo en el marco de la profecía. A lo largo de los siglos, esta situación no ha cambiado. Podemos
comparar la repentina entrada en acción del Bautista con la aparición de cualquier cristiano de hoy portador de
un encargo.
2, El bautismo en el desierto. El Bautista aparece en escena, bautizando en el desierto. Podríamos esperar que
no hubiera nadie allí con quien encontrarse, pero, sin embargo, bautiza en el desierto. Así que hay personas
que, por el bien de la conversión y el arrepentimiento, están dispuestas a hacer el viaje al desierto. Juan exige
arrepentimiento, y son bautizados sobre la base de este arrepentimiento. Este bautismo no es una ceremonia
vacía. Se basa en algo muy concreto: el arrepentimiento. Hay pecadores que se toman la molestia de salir al
desierto y que se arrepienten para ser lavados.
También nosotros tenemos muchas veces la impresión de que estamos trabajando en el
desierto, pero puede suceder que la gente se acerque a nosotros, para escuchar algo de la
palabra del Señor y cambiar su camino interior.
3. El bautismo de arrepentimiento. El bautismo sigue al arrepentimiento. Primero,
los oyentes reconocen que han pecado y ofendido a Dios; luego, se dejan lavar por
el Bautista. No se bautizan a sí mismos; después de que el arrepentimiento se ha
apoderado de ellos, se dejan bautizar. No todos se habrán arrepentido en el mismo
grado, pero quien genuinamente desea ser limpiado, ciertamente también se ha
arrepentido genuinamente.
Mediante el bautismo de Juan, se ofrece a los pecadores la oportunidad de un
único arrepentimiento, de un único bautismo. No debemos olvidar que el Señor
acaba de llegar, que Juan está preparando su camino, y que la confesión
sacramental sólo se inaugurará desde la Cruz. El Señor nos concederá la gracia de
arrepentirnos constantemente, de ser lavados constantemente. No hay limpieza
"hágalo usted mismo", sino arrepentimiento personal, que es exigido para esta
nueva pureza disponible. El bautismo de arrepentimiento se inaugura como
predecesor de la confesión de arrepentimiento y de la absolución que conlleva.
Mc 1,5 And there went out to him all
the country of Judea, and all the
people of Jerusalem; and they were
baptized by him in the river Jordan,
confessing their sins. Y salió a él toda
la región de Judea y todo el pueblo de
Jerusalén; y fueron bautizados por él
en el río Jordán, confesando sus
pecados.
Vamos a contemplar: 1. la salida del
pueblo, 2. su confesión de pecado, 3.
el bautismo.
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1, Y salió a él toda la provincia de Judea, y todo el pueblo de Jerusalén. En primer lugar,
contemplaremos la gran multitud de gente que sale. Intentaremos imaginárnoslos: hombres,
mujeres y, probablemente, niños lo bastante mayores como para reconocer sus pecados, su
aspecto, su posición, con qué colorido se mezclan todos los estratos sociales e intelectuales.
Pero una cosa les une: juntos, salen. En esta conexión, comparten una misma expectativa.
Esperan algo; desean dejar atrás su antigua vida y comenzar una nueva. Pero, ¿están también
llenos del auténtico deseo de cambiar sus vidas, de hacer tabla rasa con todo lo que ha
sucedido hasta ahora?
Podemos rezar para que esa procesión tenga lugar hoy, para que muchos se preparen
para un bautismo de limpieza, donde vivimos y en cualquier otro lugar. Rezamos por
aquellos de los que esperamos que salgan y por aquellos de los que no lo esperamos.
Tanto en nuestra meditación como en nuestra petición, en lugar de contentarnos con
nuestras nociones habituales, deberíamos intentar formarnos una imagen lo más rica
posible de todas las personas que participan en esta procesión y acompañarlas a través
de todos los siglos hasta hoy, mañana y todos los días del futuro.
2, Confesar sus pecados. No podremos imaginar esta confesión de los pecados en detalle,
pero podemos intentar ver cuáles son estos pecados para los muchos que componen la
multitud. Es decir, no lo que reconocen como sus defectos personales, sino dónde
empiezan a ser conscientes de que son pecadores. ¿Tienen un sentimiento general de
culpa por no haber cumplido la voluntad de Dios? ¿O están oprimidos por ofensas
individuales, tal vez insignificantes? ¿Su conciencia y su perspicacia son ya tan finas que
comprenden que lo que les ha impedido esta purificación hasta ahora, lo que les condenó
ante la Ley, fue sobre todo que no buscaron a Dios lo suficiente? ¿Reciben el mensaje de
Juan como un increíble golpe de suerte, porque les muestra lo que es realmente la fe, y
ahora pueden reconocer que su principal pecado fue haberse mantenido al margen de
esta fe? ¿Les resulta fácil o difícil confesarse? ¿Sacan todo a la luz, o esconden más de lo
que revelan al confesarse? ¿Son sinceros consigo mismos? ¿Con Juan? ¿Hacen sólo una
confesión general de culpabilidad, o entran en detalles? ¿Comprenden lo profundamente
entrelazado que está el arrepentimiento con la confesión de los pecados? ¿Se limitan a
confesar montones de pecados sin reconocer su importancia?
¿Y cómo es nuestra propia confesión? ¿El arrepentimiento que la
precede? ¿Cuál es el estado de nuestra alma mientras esperamos la
absolución, y qué tipo de percepción tenemos de esta absolución?
¿Sabemos realmente lo que significa confesarse, o lo vemos como
un mero ajuste de cuentas entre Dios y yo? ¿Comprendemos que su
don supera con creces todas nuestras expectativas? Todos nuestros
pecados -incluso los veniales, que ofenden profundamente el amor
de Dios- no sólo se nos quitan mientras se encienden en nosotros el
arrepentimiento y la gratitud, sino que, por la gracia de la absolución,
recibimos el don de más gracia de la que jamás nos atrevimos a
esperar, porque la confesión y la absolución tienen una participación
muy especial en el "cada vez mayor" de la gracia de todo sacramento
católico. ¿Nos damos cuenta de esto?
3, Y fueron bautizados por él en el río. En este bautismo, toda la persona entra
en el agua para ser lavada. El simbolismo del lavado era más evidente que en
los bautismos actuales. Cuando alguien se sumerge en el río, significa que toda
la persona necesita ser lavada. La gente de la multitud pensaba sobre todo en
sus propios pecados concretos, de los que debían arrepentirse antes de ser
bautizados. Como cristianos, sabemos que el bautismo también nos libera del
pecado original, algo que apenas podemos imaginar.
Concluimos con una oración de acción de gracias, no sólo por
nuestro propio bautismo, sino por todos los que han sido
bautizados en el pasado y lo serán en el futuro. Junto con todos
los bautizados, damos gracias también con todos aquellos que tal
vez olvidan dar gracias.
Mc 1,6-7a Now John was clothed
with camel's hair, and had a
leather belt around his waist, and
ate locusts and wild honey. And
he preached. Juan estaba vestido
de pelo de camello, llevaba un
cinturón de cuero alrededor de la
cintura y comía langostas y miel
silvestre. Y predicaba.
Vamos a contemplar: 1. la ropa, 2.
la comida, 3. la ocupación del
Bautista.
https://pixabay.com/es/photos/juan-el-bautistaiconograf%c3%ada-2485627/ image Dimitri Svetsikas
1. Juan estaba vestido de pelo de camello y llevaba un cinturón de cuero alrededor de la
cintura. Para la región en la que trabaja Juan, el pelo de camello es el material más común
y barato. Lleva la ropa como un hábito, en consonancia con su oficio. El cinturón mantiene
unida la prenda, aunque probablemente Juan también la utilizaba para actos de penitencia.
El vestido de pelo de camello también sirve como penitencia; el material es áspero y araña
la piel. En Juan, la ropa y la penitencia están estrechamente relacionadas. El evangélio
considera acertado presentar a Juan vistiendo su manto. Ésta nos dice algo sobre la
misión de su portador. (He aquí que les voy a enviar a Elías, el profeta, antes de que llegue
el día del Señor, Malaquias 3,23)
Deberíamos preguntarnos sobre nuestra ropa, si nuestra relación con ella es la que
debería ser. ¿Escogemos nuestra ropa de modo que corresponda a nuestra tarea
mundana y cristiana, o interviene la vanidad en nuestra elección? ¿Somos
vanidosos? ¿Dónde está el límite entre la decencia y la vanidad? La decencia es lo
adecuado, lo proporcionado. Evidentemente, no podemos ir vestidos de penitencia,
pero tampoco debemos tener nada llamativo, que no esté en consonancia con
nuestra vida y vocación. Esto vale en ambos sentidos: nuestra vestimenta no debe
ser ni demasiado severa ni demasiado elegante.
2. Juan... comió langostas y miel silvestre. No importa si estos alimentos
eran manjares o se consideraban repulsivos; Juan come lo que le
proporciona el desierto y ciertamente no goza de una amplia gama de
elección en su comida. Come lo que hay. No permite que le traigan
especialidades. Come lo que encuentra, come para poder trabajar. No
elige, no pone condiciones, y en esto es dueño de su comida. Lo que
tiene a mano le basta. No se pierde ni una palabra sobre la cantidad de
esta comida: será tanta como necesite. Así como Marcos menciona el
vestido de Juan, clara y brevemente, no considera superfluo mencionar su
comida.
Nos preguntamos por nuestra relación con la comida. ¿Comprendemos
que el sentido de la alimentación reside en fortalecernos y capacitarnos
para llevar a cabo nuestra vocación? Comemos lo que nos ponen
delante y no elegimos lo que nos gusta.
PIO DE PIETRELCINA NOS
HABLA SOBRE LA COMIDA
Y BEBIDA
“Vivan sencillamente. Coman sencillamente. Ámense los unos a los
otros sencillamente. No compliquen las situaciones
innecesariamente. Coman sencillamente. En el mundo actual se
presenta un gran problema en relación con la comida y la bebida:
hay quienes se mueren de hambre, y hay quienes se hartan de
comida. Amigos míos: cuando yo estuve en la tierra me encantaba
comer, y era tanto mi deseo y gusto por la comida, que tenía que
evitarla por temor a que creciera demasiado mi apego.
Los alimentos sirven para el sustento del cuerpo. Procuren
alimentarse de cosas sencillas preparadas en casa y no atiborren su
cuerpo con demasiada comida o bebida. Los apóstoles santos no
viven de esa forma. Los apóstoles santos consideran lo que necesitan
para el sustento del cuerpo y así tener la suficiente fuerza física para
servir unos a otros. Hay momentos para celebrar, por supuesto, y las
celebraciones en ese caso han de ser tan generosas como sea
posible, expresando gratitud y regocijo. No estoy diciendo que no
deba haber alegría o que la hora de los alimentos deba ser algo
triste y monótono…
JESUS CHRIST THE RETURNING KING
La comida debe ser un tiempo de alegría y felicidad. Se deben hacer
oraciones antes y después de las comidas, y no es necesario que sean
largas ni tediosas, sino sencillas y salidas del corazón, agradeciendo al
cielo que les haya procurado alimento ese día. La observación que les
hago y en la que insisto, es la forma tan distorsionada de ver los
alimentos y la manera de comer. Si son parte de una familia, los demás
deben ayudar a preparar y servir los alimentos para que, aún si hay poco
tiempo, encuentren la manera de sentarse todos juntos y ayudarse
mutuamente con los retos o triunfos de cada día. Si estás comiendo solo,
ese tiempo lo puedes compartir con el cielo; después de todo, si el cielo es
quien te está dando el sustento, es justo que le des algo de atención.
La comida debe crear una pausa durante el día. Es un tiempo para
reflexionar, un descanso entre una tarea y la que sigue, entre una parte
de su día y la otra. Es un tiempo para considerar las propias obligaciones
y la manera en que se van realizando. Comer apresuradamente
constituye un ejemplo más de la forma en que el enemigo mantiene a los
hijos de Dios tan distraídos, que ni siquiera tienen tiempo para pensar en
Dios o en su voluntad. Coman sencillamente.”
3. Ha predicado. Está vestido, alimentado, y ahora trabaja. Este trabajo consiste en
predicar, el cumplimiento de su misión. Todo hombre tiene un trabajo que hacer, y
este trabajo debe ser la expresión de su tarea. Para llevarla a cabo, debe ser
vestido y alimentado.
Hay puntos de comparación entre nuestra misión y la misión del Bautista. Aunque
no tengamos que predicar como él, podemos encontrarnos en una tarea que
realizamos sin poder tener una visión de conjunto de la misma. Debemos
prepararnos para un apostolado, formarnos para ello, aprender a rezar, y luego vivir
este apostolado por completo, sin conocerlo de antemano, sin el apoyo de una
tradición y sin saber lo que nos puede deparar el mañana. Hemos sido vestidos y
alimentados, y trabajamos a la expectativa. Pero esta comparación con la vida del
Bautista no debe hacernos soberbios: su tarea era única, y la nuestra debe
desaparecer en la tarea de toda la Iglesia. Pero damos gracias a Dios por habernos
permitido orientarnos y crecer a partir de lo que se nos ha relatado en los
Evangelios.
Mc 1, 7b-8 And he preached, saying, "After
me comes he who is mightier than I, the
thong of whose sandals I am not worthy to
stoop down and untie. I have baptized you
with water; but he will baptize you with the
Holy Spirit. Y predicaba diciendo: "Después
de mí viene el que es más poderoso que yo,
la correa de cuyas sandalias no soy digno de
inclinarme y desatar. Yo os he bautizado con
agua; pero él os bautizará con el Espíritu
Santo".
Contemplaremos: 1. la humildad del Bautista,
2. su bautismo con agua, 3. el bautismo del
Señor con el Espíritu Santo.
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1, "La correa de cuyas sandalias no soy digno de inclinarme para
desatarlas". El Bautista se compara con el Señor que viene después de
él… El Bautista desvela aquí una relación, en la que la persona que lleva
un encargo se sitúa en un punto que parece totalmente intrascendente
frente a lo absoluto del Señor. No hay posibilidad de comparación: es la
humildad total frente al poder total. Y, sin embargo, sigue siendo el
Bautista. Como Precursor, bautiza y recibe la confesión de los pecados
como el que prepara el camino del Señor, y su lugar en la comunión de
los santos no será pequeño. El servicio El servicio que ha prestado al
Señor será mencionado diariamente en el Confiteor de la Misa. Siempre
que reconocemos nuestros pecados, los reconocemos también a Juan.
El Confiteor (conocido por su traducción al español "yo confieso" o "yo pecador"), es una oración en latín usada en el rito romano de la
misa en el cual la persona que dice el rezo realiza el Acto de confesión de los pecados o Acto penitencial ante Dios, y pide a los Santos la
intercesión por su alma. https://es.wikipedia.org/wiki/Confiteor (28-04-2023)
2, "Os he bautizado con agua". Ha realizado una acción, que él mismo
entiende como preparación. Como Precursor, bautizó y confesó, ambas
acciones en una única tarea que tiene su fuente en la Antigua Alianza y
ha de conducir a la Nueva… El Bautista quiere que esta multitud
bautizada esté madura para el cristianismo. Esta madurez nunca se
alcanza plenamente en la tierra; sólo existe de nombre. En realidad, es
un proceso, un desarrollo continuo. Tan pronto como una vista se abre y
puede distinguirse débilmente, otras vistas se abren detrás de ella.
Nunca hay un final.
Deberíamos inculcarnos que tampoco nosotros llegaremos nunca a
un final, pues toda exigencia desemboca en una exigencia
excesiva, en el nombre de aquel que bautiza con el Espíritu Santo.
3, “Él os bautizará con el Espíritu Santo". Tenemos una idea clara del agua. Conocemos
sus diversos estados y propiedades, desde una gota hasta un río y el mar. No lo
sabemos todo sobre ella; siempre hay algo más que saber, pero tal vez un día la
humanidad capte lo que es esencial en ella. No ocurre lo mismo con el Espíritu Santo.
Podemos balbucear algunas líneas empobrecidas sobre él, pero aunque pusiéramos
cien veces más palabras sobre él, no estaríamos más cerca de su infinitud… debemos
reconocer nuestra incapacidad para comprender lo que significa ser bautizado en el
Espíritu Santo. Las mismas vistas infinitas que el Bautista abre hacia el Hijo, las abre a
través del bautismo con agua hacia el bautismo con el Espíritu Santo.
Lo esencial en los tres puntos de esta meditación es que reconozcamos la
inagotabilidad de la perspectiva cristiana. A lo largo de los siglos, muchas cosas
se han formulado mejor, pero con respecto a Dios, permanecemos siempre en el
principio. Por muy clara que sea una afirmación, por muy significativo que sea un
concepto, siempre habrá más y mayores conceptos ocultos tras ella. En lo que se
refiere a la divinidad, las afirmaciones conceptuales no están cerradas; sólo
conducen a una fe cada vez mayor, que, a medida que crece, sabe cada vez más
claramente que sólo está en el principio.
COFFEE - BREAK
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2. EL BAUTISMO DE JESÚS 1,9-11
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Mc 1,9-10 In those days Jesus came from
Nazareth of Galilee and was baptized by John
in the Jordan. And when he came up out of the
water, immediately he saw the heavens opened
and the Spirit descending upon him like a dove.
En aquellos días, Jesús vino de Nazaret de
Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Y cuando salió del agua, vio en seguida los
cielos abiertos y al Espíritu que descendía
sobre él como una paloma.
Vamos a contemplar: 1. el bautismo del Señor, 2.
la apertura de los cielos, 2. el descenso del
Espíritu..
https://pixabay.com/es/photos/iglesia-ventana1585801//
I. En aquellos días, Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por
Juan en el Jordán. Llega al desierto, como los habitantes de Judea y
Jerusalén. No sabemos nada del camino que siguió, pero podemos
intentar imaginarnos tanto este camino y a él como los pensamientos con
los que viaja. Va a bautizarse. Al aceptar este bautismo, se sitúa entre la
profecía de la Antigua Alianza y la Nueva Alianza. Sigue la llamada de
Juan al bautismo, se deja bautizar. No se apodera de él, sino que deja
que se lo den. El bautismo que Juan predica es un bautismo de
arrepentimiento. El Señor permite que se le dé este bautismo de
arrepentimiento; él, que nunca pecó, se acerca como un pecador y se
coloca precisamente bajo este signo. Nos preguntamos: ¿cómo puede ser
para él un bautismo de arrepentimiento? ¿Cómo puede recibirlo sin negar
su ser? Ya carga con los pecados, como los cargará en la Cruz…
2. Al salir del agua, vio inmediatamente los cielos abiertos. En el momento en que su misión toma
forma visible para nosotros, el Hijo de Dios, que viene del cielo y allí volverá, ve los cielos abiertos.
En esto, ve que su relación con el cielo no ha cambiado, pues él pertenece al cielo. Es el Hijo del
Padre. Sufrirá, morirá abandonado y ya no podrá ver su propio camino, pero ahora, puesto que este
bautismo marca el comienzo visible de su obra de redención, recibe una señal en la apertura del
cielo. Experimenta de nuevo su unión con el Padre y sabe hasta qué punto es Dios: precisamente
ahora, cuando más que nunca será un hombre entre los hombres.
3. Y el Espíritu desciende sobre él como una paloma. Ve la paloma, símbolo del Espíritu. Sus ojos
humanos son, por así decirlo, sustituidos por ojos divinos. Ve la figura de la paloma y reconoce al
Espíritu, que actuó en lugar del Padre en su concepción y al que necesitará en adelante para hacer
comprensible a los hombres el camino hacia el Padre y darles la fe. Ve cómo el Espíritu desciende
sobre él, viene a él. Incluso en las decisiones difíciles de su vida, en el sufrimiento y en el abandono
más profundo, en los que tal vez ya nada de su misión divina le será tangible, sabrá que el Espíritu
está con él, que el Espíritu está en él. El Espíritu, que con él y con el Padre es el Dios trinitario, tiene
su morada en él. Ahora ve que su tarea permanece inalterada y que su Padre le envía el Espíritu
Santo divino como confirmación visible de su voluntad y signo de su amor.
Mc 1, 11 And a voice came from
heaven, "You are my beloved
Son; in you have I placed all my
love." Y vino una voz del cielo:
"Tú eres mi Hijo amado; en ti he
puesto todo mi amor".
Vamos a contemplar: 1. el
significado de la voz del cielo, 2.
sus palabras, 3. su alcance.
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1, Y vino una voz del cielo . El Hijo recibe una confirmación de lo que
ya sabe, lo que el evangelista proclama en las primeras palabras del
Evangelio: Jesucristo, el Hijo de Dios. Oye la voz del Padre que
resuena desde el cielo para confirmar su filiación. Es la voz del Padre:
el Hijo la reconoce, sabe que tiene que ver con él. En ella reconoce la
unidad de vida de la Trinidad.
Es importante que la voz llegue precisamente en este momento, como
signo de la gracia del bautismo, que el Hijo escuche la voz del Padre
justo después de haber recibido pasivamente el nuevo sacramento. Al
comienzo de su vida activa, debe saber exactamente, una vez más,
que pertenece al Padre, por el reconocimiento de la voz.
2. "Tú eres mi Hijo amado". El Hijo debe saberlo ahora. Lo sabe en sí
mismo y lo vuelve a saber por la voz; lo sabe también en cuanto que
ahora emprende su misión activa y comienza su apostolado en nombre
del Padre. Para este apostolado, se le dice que él es el Hijo y que,
como Hijo, puede mandar y, así, compartir su filiación con aquellos que
él elija. El comienzo de su misión apostólica se le impone tan
claramente que ya está preparado, como hombre -como lo estaba
antes, como Dios con el Padre-, para no guardar para sí su filiación. Su
misión de redentor significa esto: llevar consigo a los que encuentra y
elige, hacerlos hijos de Dios, para que tengan parte en todo lo que es
suyo. Y lo que es suyo puede resumirse en estas palabras: "Tú eres mi
Hijo amado; en ti he puesto todo mi amor".
3. "En ti he puesto todo mi amor". Se trata de un amor entero, indiviso, indivisible y, sin
embargo, comunicable, un amor que el Hijo posee del Padre, pero que lleva consigo en su
camino para distribuirlo. Lo repartirá, y no en pedacitos; siempre, lo ofrecerá entero, como
lo recibió entero del Padre. El Padre ha puesto todo su amor en el Hijo. Lo da como un don
que nunca se pierde, porque el Hijo se lo devuelve constantemente al Padre...
Aplicamos a nosotros mismos lo que hemos contemplado y reflexionamos
sobre la gracia y la seguridad que debe suponer percibir la voz de Dios en el
momento en que asumimos nuestra tarea, la voz de Aquel que hace tiempo
nos confió esta misión y ahora, en el momento decisivo, nos la confirma de
nuevo. Dios lo hará, si permanecemos en contacto con él a través de la
oración. No veremos abrirse los cielos ni escucharemos la voz del Padre
como lo hizo el Hijo, pero, en la oración, recibiremos una confirmación que
para nosotros es sinónimo de esta escucha y que debe impulsarnos al mismo
celo. Concluimos con la oración para que Dios nos permita permanecer
receptivos a su voluntad y a su voz mientras dure nuestra misión
4. LA TENTACIÓN EN EL DESIERTO 1,12-13
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Mc 1,12-13 The Spirit immediately
drove him out into the wilderness.
And he was in the wilderness forty
days, tempted by Satan; and he was
with the wild beasts, and the angels
ministered to him. Inmediatamente el
Espíritu lo llevó al desierto. Y estuvo
en el desierto cuarenta días, tentado
por Satanás; y estaba con las fieras,
y los ángeles le servían.
Vamos a contemplar: 1. Jesús saliendo
al desierto, 2. la tentación, 3. viviendo
entre las fieras y con los ángeles.
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1. El Espíritu le impulsó inmediatamente a ir al desierto. En cuanto el Espíritu desciende sobre el Hijo, le
impulsa a ir al desierto. El Hijo recibió al Espíritu de buena gana y le sigue; en cuanto el Espíritu está en él,
obedece a su impulso y se va al desierto. Es el comienzo de una nueva obediencia, la obediencia al Espíritu
que habita en el Hijo. El Hijo obedece sin dudar, sigue porque debe seguir y también porque comienza su
apostolado y debe convertirse en ejemplo de obediencia. No va por su propio impulso o como resultado de
conclusiones sacadas de su propia reflexión: le impulsa el Espíritu. Tal vez, si hubiera reflexionado, él mismo
habría llegado a la conclusión de que era lo que había que hacer, pero en este momento, esta reflexión carece
de importancia. El Hijo ha recibido el Espíritu en obediencia al Padre, y ahora sigue a este Espíritu, que le ha
sido enviado por el Padre. Deja que el Espíritu le mueva a un lugar diferente, deja que su futuro apostolado
comience con un acto de obediencia al Espíritu, que le conduce a la soledad del desierto.
Aquí podemos considerar nuestro propio camino y preguntarnos si, en nuestro seguimiento de
Cristo, el Espíritu nos ha conducido también a nosotros a la soledad. Tal vez hayamos dado
nuestro asentimiento antes de esto, como el Señor dio su asentimiento en el bautismo que aceptó
libremente, y, a partir de ahora, debemos hacer lo que se nos dice, en obediencia. Y si nuestro
camino ha de ser siquiera un atisbo del seguimiento de Cristo, debemos intentar ajustar nuestra
obediencia a la obediencia del Señor. Es irrelevante si, abandonados a nosotros mismos,
hubiéramos pensado todo lo que ahora hacemos en obediencia o si hubiéramos elegido un
camino diferente. Para seguir a Cristo, debemos seguir su obediencia .
2. Y estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás. El Señor permaneció cuarenta
días en el desierto, constantemente tentado por Satanás. Constantemente tuvo que rechazar
tentaciones. Ya la duración del tiempo que pasó haciendo esto indica lo fuertemente que debió
ser tentado. No hubo descanso ni disminución de la intensidad. Si el Señor necesitó cuarenta
días para acabar con las tentaciones, no debe sorprendernos que nosotros, pecadores,
necesitemos mucho más tiempo, aunque el Señor nos haya quitado gran parte de ellas.
Después de él, ningún hombre tendrá que luchar contra todas las tentaciones; pero él luchó
contra todas, y no sólo contra las tentaciones implícitas, sino contra las verdaderamente
diabólicas. Satanás se tomaba en serio su empresa. No debemos pensar que al Señor le
resultó fácil resistir. Aunque no conoció el pecado, en el tiempo de su vida terrena es un
hombre, tan susceptible a la tentación como los demás hombres; con él, las tentaciones no
pierden nada de su poder agresivo y seductor. La única diferencia es que, a diferencia de los
pecadores, él las vence.
En todas las tentaciones, incluso en las más pequeñas que encontramos en el tiempo de
soledad ante nuestro apostolado, procuraremos tener siempre ante los ojos el ejemplo
del Señor. Sus tentaciones fueron mucho mayores que las nuestras, pero no cedió a
ellas en lo más mínimo. Que nos obtenga la gracia de poder resistir.
3. Estaba con las fieras, y los ángeles le servían. El Hijo no está solo en el desierto. Está
rodeado de fieras, y los ángeles le sirven. La imagen que aquí se nos presenta no carece de
cierto humor. Bestias salvajes y ángeles: ¡qué contrastes rodean al Señor! Nos cuesta imaginar
cómo los ángeles le servían mientras estaba rodeado de fieras y era tentado por Satanás. Y, sin
embargo, la imagen nos presenta una situación cristiana primordial: un cristiano nunca está
solo en las tentaciones. Los ángeles están siempre presentes para ayudarle, tanto si los ve
como si no. Pueden adoptar diversas formas, a veces tangibles, como buenos pensamientos o
la fuerza para resistir; pueden impulsar nuestra voluntad a no ceder a la tentación. El Señor ve
a los ángeles, ya que, durante toda su existencia terrena hasta su abandono en la Cruz, no
pierde la visión del más allá. Ve la paloma, oye la voz del Padre, ve a los ángeles.
Evidentemente, no podemos esperar estar dotados de sentidos sobrenaturales mientras
permanezcamos en la tierra. Pero se nos concede un verdadero sentido para las cosas
de Dios, de modo que seamos capaces de discernir a fondo lo que procede de nosotros,
lo que procede del demonio y, sobre todo, lo que la gracia del Señor exige de nosotros.
Toda gracia es prueba absoluta del más allá. No necesitamos ver, oír o percibir de otro
modo esta gracia con nuestros sentidos, pero debemos saber que está ahí, igual que
sabemos que los ángeles servían al Señor.
MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS EN GALILEA 1,14 – 7,23
4. JESÚS EMPIEZA A PREDICAR 1,14-15
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Mc 1,14 Now after John was
arrested, Jesus came into Galilee,
preaching the gospel of God.
Después que Juan fue arrestado,
Jesús vino a Galilea predicando
el evangelio de Dios.
Vamos a contemplar: 1. el
prendimiento de Juan, 2. Jesús,
que va a Galilea, 3. predicando el
evangelio de Dios.
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1, Después del prendimiento de Juan. … Uno que fue enviado hizo lo que tenía que hacer,
y luego es entregado: la presentación más concisa de la vida de un santo y un mártir.
Luego la historia continúa. ¡Cuántas veces ha sucedido esto en la historia del cristianismo!
Alguien piensa que aún debe obedecer innumerables veces, perseverar en la obediencia
con todas sus fuerzas, ¿y qué sucede? Es entregado. Pero el fin del cristiano carece de
interés en comparación con su tarea. El énfasis está en esta última. Lo que debe existir es
la obediencia, y lo que sigue puede ser entregado. Con ello, la Iglesia no pierde nada. Al
contrario, casi podemos oír su voz: el siguiente, por favor. Esto suena duro... A nadie le
interesa el final de un cristiano. Él es entregado, y la historia continúa. ¿Cómo puede ser
esto? Sólo es posible cuando la misión es más importante que la vida y cuando la muerte
no es un final, sino una continuación o incluso un comienzo. Siendo así, el evangelista tiene
derecho a no gastar ni una palabra más sobre la desaparición del Bautista.
De ahí que debamos aprender a considerar que nuestra misión es más importante que
nosotros mismos e intentar permanecer plenamente en ella sin especular sobre la forma
que podría adoptar nuestro final. En una comunidad, esto significa hemos sido llamados;
intentamos hacer bien lo que tenemos que hacer; y viene el siguiente. La historia continúa.
2, La siguiente persona, en este caso, es Jesús, que va a Galilea. Su misión es
lo que en realidad significaba la misión del Bautista. En todas nuestras
misiones, somos siempre precursores de algo nuevo y más grande. La misión
no muere con el enviado; se siembra una semilla que el enviado no necesita
ver. Fue enviado a sembrar, y del Señor es la cosecha. Este misterio de la
semilla sembrada, que encontramos tan a menudo en los Evangelios, es un
misterio central de nuestra vida cristiana. Hacemos lo que se nos dice, y
entonces viene Cristo mismo u otra misión cristiana. Permanecemos en nuestra
misión mientras la poseemos. Estamos en el servicio mientras tenemos que
obedecer, pero el servicio continúa. Nuestro propio fin no tiene nada que ver
con el fin de la misión, incluso cuando ya nadie oye hablar de lo que hemos
hecho. Pertenecemos a los que han tenido una misión, pero si esta misión viene
de Dios, no puede morir. Juan ha dejado atrás su misión terrena; ahora viene el
Señor y se va a Galilea.
3, Predicar el Evangelio de Dios. Jesús sale del desierto y predica el Evangelio. No
predica lo suyo, a su antojo: proclama la buena nueva del Padre. Asume una tarea
individual que encaja con su tarea de conjunto y que, en esto, es también una
continuación de la tarea del Bautista. Como voz en el desierto, el Bautista allanó el
camino al Señor. El Hijo predica la Buena Nueva tal como el Padre la puso en su boca y
tal como fue preparada en su vida de contemplación, para pasar ahora a la acción.
Más tarde, hablará de sí mismo y de lo que él mismo trae y, en innumerables discursos,
parábolas y milagros, se entregará a sí mismo y al Padre. Pero antes, comienza como
alguien que asume la misión de Juan, puesta a su disposición a la muerte del Bautista, y
que debe llevarla a cabo en nombre del Padre.
También nosotros tendremos que asumir misiones cuyo origen no está en nuestras
manos. Nuestra capacidad para asumir estas misiones y llevarlas a cabo correctamente
estará asegurada si las asumimos del mismo modo que Cristo asumió la misión de
Juan, si nos situamos en la buena nueva del Padre, en la obediencia y fidelidad del Hijo.
Rezamos por el don de esta fidelidad en la misión y pedimos que se nos sostenga
continuamente en ella.
Mc 1,15 Saying, "The time is fulfilled,
and the kingdom of God is at hand;
repent, and believe in the gospel."
Diciendo: "El tiempo se ha cumplido y
el reino de Dios está cerca; arrepentíos
y creed en el Evangelio".
Vamos a contemplar: 1. el tiempo se ha
cumplido, 2. el reino de Dios se ha
acercado, 3. arrepentíos y creed en el
Evangelio.
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1, El tiempo (Kairós) se ha cumplido. Desde que se tomó la decisión de la
Encarnación en la eternidad, el Hijo sabía cuándo se cumpliría el tiempo, tanto el
tiempo como tal, como su propio tiempo. Su tiempo cumplido abarca el tiempo de su
acción y de su Pasión. Él habla de este tiempo: está cumplido, está presente. Otro
tiempo ya no está presente: el tiempo de la Antigua Alianza. Otro tiempo ha pasado:
el tiempo de la espera en la contemplación. El tiempo que amanece es el de sus obras,
sus milagros, sus sufrimientos, el tiempo de la redención.
Este tiempo no debe llegar de improviso a la gente que le rodea. Deben ser capaces
}de prepararse para ello, no por sus propias fuerzas, sino por su gracia. Él les da esto,
su gracia de preparación, proclamando que el tiempo se ha cumplido. Nadie que se
encuentre con Cristo en cualquier forma puede decir que no ha sido preparado.
A menudo, los acontecimientos nos cogen desprevenidos, nos paran en seco.
Habíamos pensado en otra cosa. Pero si somos cristianos y vivimos en la fe,
todo lo que encontramos ya ha sido preparado por la fe que hay en nosotros;
el Señor lo ha dejado madurar en nosotros. Él toma la decisión, y nosotros tenemos
que estar preparados.
2, El reino de Dios está cerca.. El cumplimiento del
tiempo significa la cercanía del reino de Dios, el reino
del Padre. El Señor no describe este tiempo, no dice a
sus oyentes lo que deben esperar de él ni cómo se
concretará el reino para ellos. No hace promesas y
tampoco amenazas; simplemente deja traslucir la
conexión sin matices entre el cumplimiento del tiempo y
la cercanía del reino de Dios.
3, Arrepentíos y creed en el Evangelio. Aquí anuncia lo que sus oyentes
deben hacer, cómo deben prepararse y lo que él y el Padre esperan de ellos:
"Arrepentíos y creed". Entre el bautismo de arrepentimiento de Juan y ahora, algo
ha cambiado. Aquí también se llama a la gente a arrepentirse, pero ahora a
esperar y creer en la bondad y la alegría de la noticia. Si miramos esto a la luz
sacramental, podemos decir que, de nuevo, la confesión cristiana ha sido
anunciada en la llamada al arrepentimiento y a la alegría. Los oyentes deben
arrepentirse del mal que han hecho y alegrarse en la fe de la buena noticia que les
anuncia. Deben vivir totalmente de la fe en esta buena nueva y en este regocijo,
pero sólo después de haberse arrepentido. No quiere que vengan a su encuentro
sólo con alegría. Es decir, les trae un reino de alegría y redención, pero la
redención es primero la eliminación de los pecados en la Cruz. Quiere que
tomen el camino recorrido en toda confesión y, de alguna manera, en la
recepción de todo sacramento: primero cambiar, convertirse, y luego entrar
en la alegría…
El Señor se dirige a sí mismo y a su mensaje en primer lugar, no a los sabios, sino a todos
los que encuentra en el camino, la mayoría de los cuales no han pasado mucho tiempo
reflexionando. Pero no insiste sin cesar en el arrepentimiento; inmediatamente, a la
llamada al arrepentimiento sigue la buena nueva. Todo hombre tiene esto en sí mismo:
puede reconocer su propio pecado, y puede esperar algo. Puede recibir una nueva alegría,
la alegría en el Señor, una alegría que se tiene después de arrepentirse. El Señor une el
arrepentimiento y la alegría de una manera nueva y ofrece ambas cosas a los hombres.
Imaginamos a los espectadores que escuchan al Señor, cómo se sienten al oír este
mensaje breve y claro y su capacidad para comprenderlo y aceptarlo. Saben que son ellos
los destinatarios, que la noticia va dirigida a ellos, a cada uno personalmente. Desde este
punto de vista, contemplamos hasta qué punto el Evangelio se dirige siempre al individuo,
desde que Cristo apareció: a cada individuo se le señala para el arrepentimiento, a cada
individuo para la alegría. Por último, nos preguntamos por nuestra propia relación con
el arrepentimiento y la alegría. La invitación se dirige inmediatamente a cada uno de
nosotros, y exige una respuesta: que nos arrepintamos y nos alegremos.
MATERIAL ADICIONAL DE ESTUDIO
VER: El Reino de Dios, explicado en ocho principios de Fray
Nelson Medina, OP. Fraile Dominico:
https://www.youtube.com/watch?v=NkCfr_cjqkw interioridad,
gratuidad, libertad, confianza, desconfianza, radicalidad,
comunidad, alegría. Pablo Martínez - EL REINO DE DIOS
https://www.youtube.com/watch?v=m9eLKJPFCs8 .
LEER: PDF Marcos dimensión literaria, histórica y teológica.
Seminario Conciliar Inmaculada Concepción de María
Santísima. Diócesis de Pereira, Colombia.
TAREA PRÓXIMO TALLER 24 DE MAYO
Leer
San Marcos
1, 16-39
BIBLIOGRAFÍA
Cardona, Hernán. El evangelio según san Marcos, rasgos bíblicos y trológicos. Editorial UPB,
Medellín Colombia, 2018.
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Oración a san Juan Bautista para abrir caminos:
https://www.aciprensa.com/recursos/oracion-a-san-juan-bautista-para-abrir-los-caminos2612.
El cielo habla sobre la ansiedad https://directionforourtimes.com/volumenes-y-folletos/
folleto
IMAGEN OFICIAL DEL PADRE PIO https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%ADo_de_Pietrelcina
Von Speyr, Adrienne. Mark, meditations on the gospel of mark. Ignatius press. San
francisco, USA, 2012.
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- MAYO 2023 -