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DE LA VIDA

DE LA VIDA

Luego de esto, he querido rendirle mi homenaje a aquella remota Villa de Los Reyes de Santiago de Abancay fundada el 18 de enero de 1572, publicando unas cuantas historias, cuentos, anécdotas y apreciaciones de mi autoría que los he venido publicando en las Redes Sociales con el propósito de expresar, desde el sitio donde vivo, pienso y siento, mis opiniones, fantasías y algo del inconsciente colectivo apurimeño, expresado en la información que nos han heredado nuestros antepasados y que como experiencias comunes compartimos. Bueno sin más decir. ¡Allá vamos! Abancay, 18 de enero del 2024

Espacio para el texto DE LA VIDA DE LA VIDA HOMENAJE AL 452º ANIVERSARIO DE LA VILLA DE LOS REYES DE SANTIAGO DE ABANCAY CIRO V. PALOMINO DONGO 1 CIRO V. PALOMINO DONGO Dedicado a la Villa de los Reyes de Santiago de Abancay, que en silencio y en medio de la apatía de sus hijos, cumple 452º años de su fundación española. 2 DE LA VIDA PRESENTACION Han pasado 452 años desde el día en que por encargo del virrey Francisco de Toledo, el licenciado Nicolás Ruiz de Estrada, el día 18 de enero de 1572 realizó la reducción de los indios del valle de los amancaes, fundando un poblado colonial a la traza romana, plaza mayor, calles derechas, manzanas cuadrilongas, a la que puso el nombre de Villa de Santiago de los Reyes de Abancay en homenaje a la Ciudad de los Reyes, que así se llamaba Lima, que en ese mismo día cumplía su 37 aniversario; y, eso para mí es muy importante. Se imaginan el gran cambio que se produjo a la actualidad en estos más de cuatro siglos y medio, que va de los pocos españoles que se afincaron en las tierras del Estado Inca, que eran cultivadas por mitmas traídos en la década de 1470 desde 10 lugares de la Costa, uno de la Sierra de Lima y para las partes altas de cuatro diferentes lugares de Puno, que superaron los 5,000 individuos. Todo un éxodo para aquellos tiempos. Ahora aquella centenaria villa se ha convertido en la ciudad de Abancay, capital de la Región Apurímac que alberga más de 90,000 habitantes que después de las haciendas y los gamonales, la reforma agraria, la “guerra sucia” de los años 80 del siglo pasado, el boom minero y la minería ilegal, la pobreza, la exclusión y una mal entendida modernidad crece y sigue creciendo inexorablemente al parecer sin medida y sin un Norte a donde llegar. Luego de esto, he querido rendirle mi homenaje a aquella remota Villa de Los Reyes de Santiago de Abancay, publicando unas cuantas historias, cuentos, anécdotas y apreciaciones de mi autoría que los he venido publicando en las Redes Sociales con el propósito de expresar, desde el sitio donde vivo, pienso y siento, mis opiniones, fantasías y algo del inconsciente colectivo apurimeño, expresado en la información que nos han heredado nuestros antepasados y que como experiencias comunes compartimos. Bueno sin más decir. ¡Allá vamos! Abancay, 18 de enero del 2024 3 CIRO V. PALOMINO DONGO ANALÍA Esta es una de esas extrañas historias que de un modo u otro y sin que lo hayas deseado acaban siendo parte de ti. Como sucede en estos tiempos del COVID–19 y del trabajo remoto, alguien me llamó por el celular. Como de costumbre le pregunté de qué Comunidad me estaba llamando y cuál era su consulta. Me respondió que se trataba de un asunto particular y que le entendiera lo que quería decirme en una entrevista privada. Le respondí que en todos los casos sólo estaba atendiendo por el móvil. “Total, aunque nos viéramos a los ojos, no haríamos más que conversar”. Pero si quería verme podía ser a través de una videollamada por las redes sociales. Me aclaró que no eran comuneras, sino vecinas de la ciudad y que el motivo de su consulta era un asunto de vida o muerte que las tenía muy preocupadas. "¿Sabe dónde vivo?", le pregunté. "¡Sí señor! Solo queríamos saber si podía recibirnos". "¿Cuántos son ustedes?", le pregunté. "Somos tres mujeres". "¿Están vacunadas?" "Si señor, con todas las dosis". De este y otros modos desconfiados y paranoicos hemos tenido que aprender a comportarnos en los últimos tiempos. ¡Qué pena! Ya en el patio de mi casa usando la doble mascarilla recomendada y guardando el distanciamiento social del caso y todos premunidos de un frasquito pulverizador de alcohol, tomamos asiento y luego que ellas se pusieran de acuerdo en que orden querían hablar, me dispuse a escucharlas. Como acostumbro, no les pedí su nombre. Eso lo hago solo al final, si de la consulta resulta que hay que formular algún documento. La más conversadora o al menos la que tenía algo que decir, me contó que allá por la costa Oeste de los Estados Unidos tenían una hermana que cuando acabó el colegio pudo irse a trabajar a ese país, porque se la llevó una pareja de gringos que hablaba bien el castellano y que por esos tiempos estaban adoptando a un huerfanito de esta ciudad. Contando con la garantía de la iglesia se logró el consentimiento de sus padres para que pudiera salir de su casa, pero solo para que cuidara al adoptado. "Que bien puede ser su hermanito" decían las monjitas. Y que cuando el niño llegara a valerse por sí mismo y ella dominara el inglés, podría seguir educándose en lo que le guste o regresarse al Perú si así lo decidía. Y que así fue como se fue. Me contó que pasado el tiempo se acostumbró a la vida de los gringos y cuando podían hablar por teléfono, con un acento de gringa latina les prometía que cuando viera un modo seguro les haría llegar un montón de ropa y otras cosas muy útiles y bonitas que abundaban por allí. También les dijo que estaba estudiando administración de empresas y que había viajado por muchos lugares de Norteamérica y el mundo, porque sus patrones no perdonaban salir de vacaciones. En otra ocasión que les llamó, le hicieron saber que don Segundino Ustúa había fallecido y que sus hijos que vivían en Lima estaban haciendo “querer” su hermosa chacra de más de tres hectáreas con agua propia, árboles frutales, pinos, cipreses y eucaliptos, buenos cercos, pero casi sin casa ni otras comodidades para las gentes. Que ese terreno tenía documentos de los tiempos de la expropiación y lotización de la hacienda lo querían vender en 80 mil soles. 4 DE LA VIDA Ella les respondió que “a ojo cerrado” deseaba comprarlo y que al día siguiente a la misma hora le pusieran al habla con los interesados, para cerrar el trato y que se esperaran un poquito, para que el dinero llegara a un banco de la ciudad a nombre de su hermana Jesusa. Los vendedores dijeron que sí y que "gracias mamacita linda", porque dos días después lo iban a vender en la mitad de ese precio. Pasado unos días se cerró el negocio a nombre de quien me estaba narrando. Desde ese día la percepción que todos sus familiares y conocidos tenían de ella cambió enormemente hasta el extremo de hacer correr la noticia de que en los “yunaites”, la Analía se había convertido en una “milluca” y no solo eso, sino que era una brillante administradora de empresas. Los gringos que la llevaron, ya con su "pikisiqui" crecido, debieron viajar a Guatemala por órdenes de su trabajo que tenía que ver con eso de la cooperación técnica o la santa caridad ecuménica, y como no quiso seguirlos porque quería cumplir sus aspiraciones, la dejaron espiritualmente encargada a la parroquia del muy devoto padre Genaro Campolongo, y porque además en ese país podrían conseguirse toda la servidumbre que quisieran. Pero no solo fue eso, sino que con muchas recomendaciones la dejaron muy bien empleada en la mansión de una pareja de ricachones que tenían un bello niño de cinco años que se llamaba Paul. "Señor, mi hermanita es linda e inteligente, pues a pesar de haber llegado sola a Norteamérica, rápidamente se abrió camino como empresaria y no solo eso, sino que se casó con un gringo que tiene mucho dinero a quien le dio un hijito precioso e inteligente que se llama Pablito y que ahora tiene cinco añitos. No sé porque aquí mi hermana, solo por molestarme, dice que eso no es cierto y que además de la mala noticia que le estamos trayendo, dice que hay algo más que quiere contarle.” La aludida que era una jovencita algo mayor de 20 años, sólo para que supiera con quién estaba hablando, me dijo que era una estudiante de derecho en una de las universidades privadas del pueblo y que conocía muchísimo acerca de las redes sociales, así como un montón de sus “tips” y que por eso mantenía un contacto muy estrecho con su hermana Analía y sus amigas centroamericanas. Luego me refirió que el motivo de su consulta era serio y por eso muy apremiante, cosa que sus hermanas no querían entender, porque ellas estaban convencidas de otra cosa o más bien atadas a una fantasía que habían acomodado en sus mentes y que no querían torcer, mucho menos deshacer, porque así les gustaba, y así lo habían propalado allí por dónde iban. El asunto que las traía; por lo menos a ella. Era que cuando llegó el COVID–19, sus nuevos patrones le anunciaron que dejaría de trabajar para ellos, porque habían decidido enviar a Paul a la casa de sus abuelos que vivían en otro Estado y que junto a dos de sus primos y al cuidado de otra empleada pasarían la pandemia y cuando toda está desgracia se haya acabado y tenga que volver su niño a casa, la llamarían para que todo volviera a ser como siempre. Pero como por más de un mes su hermana no respondía a sus llamadas ni mensajes en el WhatsApp y porque también se había congelado su muro en el Facebook, decidió buscar a sus amistades en las redes sociales, hasta que después de casi tres semanas de pedir auxilio a todas ellas, una desconocida que decía ser hondureña y llamarse María Dolores respondió, diciéndole que eran amigas de la iglesia del padre Genaro Campolongo, que estaba allí donde ella vivía. 5 CIRO V. PALOMINO DONGO Para decirle que la verdad era que en la parroquia nadie sabía que Analía vivía sola en aquel barrio donde residían hacinados un montón de latinos que están convencidos que la pandemia es un invento de los gringos y que las vacunas eran un veneno para deshacerse de los negros, los asiáticos y los latinos. Tampoco sabían que le rentaba una habitación a un ecuatoriano que de vez en cuando se aparecía por la iglesia con su cara de santurrón. Y que sólo cuando se sintió bastante mal se fue sola al hospital del condado y ninguno de los que la conocía se hubiera enterado de nada, si es que por la cuadra no se aparecía una brigada de emergencia sanitaria para aislar a todos los que hubieran tenido contacto con ella en los últimos quince días. Pero como los que vivían en esa edificación negaron haber tenido algo que ver con ella, los sanitarios se limitaron a tomarles sus nombres y a notificarles para que se hagan una prueba molecular (PSR) y después de colocar un letrero advirtiendo que el lugar estaba infestado de COVID–19, desaparecieron. Lo más duro de aquella noticia es que Analía jamás salió de aquel hospital o si salió, salió muerta. Pero por esos momentos todo estaba envuelto en una sombra de misterio, porque ningún ser humano se había presentado ante ese nosocomio afirmando ser su pariente, su amigo, su colega o su socio, para preguntar qué fue de ella. Las cosas hubieran seguido así de oscuras y misteriosas, si no fuera porque el ecuatoriano, después de haber traficado selectivamente todas sus pertenencias, se apareció por la iglesia del padre Genaro Campolongo con cinco grandes y repletas bolsas de plástico, no para decirle que necesitaba desocupada su habitación, sino para demostrarle que como buen cristiano quería que se regalara todo su contenido a los pobres. El cura no le dijo nada y cuando desapareció de su vista, ordenó a los voluntarios que se quemara todo, ahí dónde se quema la basura por temor al virus. Y ahí hubiera quedado todo, si no fuera porque el padre Genaro se acercó al crematorio para supervisar lo que había ordenado. Pero algún temeroso de Dios no se atrevió a incinerar unas medallitas de plata, estampitas de cristos y vírgenes peruanos, un rosario de semillas amazónicas, relicarios, detentes y un precioso crucifijo de madera hecho por algún artesano andino. Fue entonces que comenzó a preocuparse por la dueña de aquellos santos objetos, así que se prometió visitar aquel hospital para preguntar por la suerte de Analía HQ Allí se enteró que a pesar de tener un Medicare, llegó muy infectada y con un pánico irracional que le hizo creer que esa maldición China había llegado hasta allí donde vivía para matarla, aprovechando que estaba lejos de su casa y huérfana de su familia, sus alimentos, sus curaciones, sus creencias, sus paisajes, sus recuerdos, sus sueños y su vida. Al segundo día pasó a la unidad de cuidados intensivos para permanecer intubada por más de una semana. Aun así, debido a su juventud superó aquel tormento. Pero una mañana se despertó llena de entusiasmo, no porque estaba en el buen camino de recuperar su salud, sino porque estaba convencida de que en sus sueños se le habían aparecido sus abuelos para llevársela, y al parecer se la llevaron, porque al atardecer de ese día hablando en el lenguaje ancestral de los incas con los fantasmas que la rodeaban, se murió mirando fijamente una de las ventanas por dónde algunas veces se aparecen los familiares de los otros enfermos, para hacerles saber que los quieren muchísimo y que desean de todo corazón que vuelvan ahí dónde los están esperando. Luego le hicieron saber que entre las pertenencias que dejó la occisa estaban su pasaporte, un celular y dos tarjetas de ahorros y que con lo que llegó ella, por razones obvias, 6 DE LA VIDA se quemó. Y que: “Si tiene parientes háganselo saber para entregárselos, pero siempre por su intermedio”. "Debe ser por la intercesión del santísimo Espíritu Santo, que me has encontrado en el preciso momento en que yo también estaba rogando encontrarme con alguno de ustedes", le dijo la hondureña que todo eso y muchas otras cosas más respecto de Analía le iba contando. Después de unos días le avisó que a través del servicio diplomático de nuestro país le enviaran un poder amplio y suficiente para que pudiera retirar todos los documentos que estaban bajo la custodia de aquel hospital, así como para poder mover el poco dinero que podía haber en esas tarjetas. “Con esos dineritos podría recuperar los restos de la querida Analía, incinerarlos y enviárselos vía DHL a su pueblo, para que ustedes que son muy piadosos puedan darle una cristiana sepultura”. Después de esta triste historia pude percatarme que el motivo de la consulta era si resultaba conveniente darle el poder amplio y suficiente que esa María Dolores estaba pidiendo, para que pudiera mover los dineros de aquellas tarjetas. –No va a ser fácil como ella cree o ustedes estarán pensando, porque en primer lugar necesitaríamos tener un certificado de defunción extendido por aquel hospital que esté perfectamente traducido por el Cónsul peruano, con base al cual se podría inscribir su defunción en los Registros Civiles de la RENIEC y recién con ese documento iniciar un proceso notarial de Sucesión Intestada y solo cuando esté inscrito en la SUNARP y que por ese motivo ustedes hayan pasado a ser herederos legales de su hermana Analía, recién podrían tener derecho para enviar el poder que les pide esa amiga, para que pueda hacer lo que ella está pensando. Pero para qué necesita esa mujer incinerar un cadáver que supuestamente ya ha sido quemado por orden de los organismos sanitarios encargados de la lucha contra el COVID–19. –Les hice saber. –Señor, yo estoy segura de que en esas tarjetas están depositados todos sus ahorros de los muchos años que ella ha trabajado en ese país. Yo creo que en esas tarjetas no hay unos pocos dólares, sino muchos. Porque trabajando cómo y dónde trabajaba, no gastaba casi nada. –Y agregó. –La verdad es que en alguna ocasión ella me confió que tenía más de 400 mil dólares ahorrados para financiar su proyecto en “Shangri–la”, como a ella le gustaba llamar a la chacra que había comprado y donde quería instalar un lujoso centro turístico de reeducación y rehabilitación neurológica y que solo por eso estaba rompiéndose los lomos en tierras extrañas. Cómo todos nos quedamos mudos, porque la conversación había caído en el vacío de las suposiciones, me limité a decirles. “Bueno, para terminar. Lo que nos conviene es averiguar el modo de comunicarse con ese padre Genaro Campolongo. Tú que eres experta en redes sociales de repente por ese medio lo encuentras”. Le dije a la estudiante de derecho. Luego de esa entrevista, espoleado por la curiosidad abrí el Facebook para ver el muro de Analía HQ. ¡Vaya sorpresa! Como casi siempre escribo algo sobre la historia de mi región o publico algunas fotografías de sus paisajes, sus costumbres, su gente, así como realizo investigaciones de interés regional, tal vez como muchas personas, alguna vez me pidió ser su amigo virtual y la acepté, así que pude viajar ampliamente por el historial de su muro. Nunca había sentido esa extraña sensación de conocer a alguien que estaba ahí mirándome desde la inexistente profundidad del ciberespacio con agradables sonrisas en su rostro. Estaba en eso cuando se me ocurrió preguntarme: “¿Es ella o ya no es ella? ¿Está o ya 7 CIRO V. PALOMINO DONGO no está aquí donde pensamos que estamos todos?”. Tanto más cuando no existía ninguna certeza de su muerte, más que las afirmaciones no confirmadas de una hermana menor que aseguraba que ya no estaba más en este mundo, porque alguien que ella no conocía y que respondía virtualmente al nombre de María Dolores le había anunciado su muerte y a quien solo le interesaba las dos tarjetas de ahorros que estaban guardadas en la administración de un hospital que ni siquiera sabíamos si existía. Esta “realidad secundaria” me erizó la piel, porque sin darnos cuenta estábamos comenzando a creer que más allá de la realidad que nos hicieron conocer y que aceptamos tal cual por ser material, delante de nuestras narices está apareciendo otra virtual que todavía no estamos capacitados para aceptarla y conocerla en su real dimensión, pero que sin darnos cuenta está comenzando a existir dentro o junto a lo que consideramos nuestras vidas. La foto de su perfil está bien lograda y por eso es llamativa. Presenta a una típica muchacha de nuestros valles interandinos. Mestizas de piel clara y adornadas con las facciones traídas a la península ibérica de todas partes de Europa, del Medio Oriente y más allá, pero con ese gracioso toque de rusticidad indoamericana, para decirnos que dentro de esa hembra habita una mujer fuerte. De abundante cabellera castaña algo rizada o de un brillante manto negro de pelo lacio que les cae hasta la cintura y unos grandes y seductores ojos pardos o negros. No muy altas, pero tampoco gordas y todas ellas metidas en un orgullo altanero y algo salvaje que las hace capaces de alcanzar lo que ni piensan. Su muro aún exhibe muchas fotografías de paisajes de playas, de mares, de calles, de parques, de plazas, de miles de personas caminando por atestadas avenidas, de interiores de ricas viviendas o caros restaurantes, de objetos curiosos, de un gringo adulto bastante atractivo, de un lindo niño de cinco años y de los dos amorosamente juntos. Algunas muy logradas y una que otra espectacular y de tanto en tanto, ella sola en poses bastante coquetas. Pero las más bonitas, ella elegantemente vestida con grandes ramos de preciosas flores entre sus brazos. Hay algunas selfis mostrando de fondo hermosas fachadas de emblemáticos edificios o lujosas viviendas. También aparece todos los ángulos de una suntuosa piscina, un espléndido jacuzzi, un bien montado gimnasio doméstico, un amplio e iluminado dormitorio y otros autorretratos con fondos de hermosas playas, tupidos bosques de altos árboles, inmensos lagos, ríos cristalinos, puentes colosales y verdes montañas en lontananza y muchas fotografías de ella con un niño y algunas con el gringo guapo y otras los tres en un hermoso jardín. Quien no supiera su rol en esa familia fácilmente podría suponer que se trata de ella, su amado esposo y su querido hijo. Si está viva, nadie lo sabe. Si se ha muerto, eso no lo saben ni siquiera sus parientes. Pero por ahora, para que pueda seguir viviendo por lo menos dentro de esa “nueva realidad” que poco a poco viene engulléndonos, es que aún se mantengan a golpe de un mágico clic sus fotografías y sus pequeñas historias en la web. ¿O me equivoco? Porque de repente también pueda que su alma esté metida en el fondo de algún cielo, donde no le haga falta saber de qué cadáver salió, ni mucho menos de algún pasaporte o de tarjetas de ahorros. 8 DE LA VIDA MI ENCUENTRO CON MICHIMAUS Como en otras noches, a pesar de sentirme cansado por los ajetreos del día, no pude conciliar el sueño y así estuve esperando caer dormido, y como ese consuelo no viene cuando uno quiere, sino cuando le da la gana, así que a las dos de la mañana apagué todo y cerré los ojos pensando únicamente en el sueño que debía acudir. Lo cierto fue que, al comienzo del alba, mal que bien, me quedé dormido y me levanté a las nueve y cuarenta y tres minutos de la mañana, según me dijeron las lucecitas blancas de mi reloj digital de pulsera. “¿Qué raro si yo nunca duermo hasta tan tarde?”, pensé desconcertado. Aún en pijamas bajé de mi dormitorio y no hallé despierto a alguien. Así que recorrí toda la casa buscando a los que viven conmigo y me percaté que todos estaban durmiendo y los dejé así, porque no tenía derecho a despertar a nadie, solo porque yo estaba de pie. Total, yo mismo había dormido como un haragán. Como no quería molestar a mis amados dormilones, salí a comprar el pan para el desayuno. Así que me asomé a la calle y al abrir la puerta todo a mi alrededor se encontraba en un profundo silencio, no había el alboroto de carros y de gente que normalmente se produce a esa hora. Pero lo más extraño es que en lugar de mi calle estaba un camino, como esos de herradura que se muestran en los campos, aunque ese era más amplio y sin dirección y lleno de una luz que no salía de alguna fuente, sino de la propia vereda y que por sus costados todo brillaba mágicamente. “¿A dónde llevará este camino?” Pensé. Entonces, como cuando caminando por la campiña, me encuentro con una vía inesperada, casi siempre me atrevo a recorrerla siquiera un tramo para saber a dónde podría llevarme. Bajo esa misma curiosidad me animé a recorrerla. Pero qué raro, a pesar de marchar a buen ritmo por no sé cuanta distancia, no advertía ningún malestar o cansancio y más sorprendente aún, me sentía como si fuera un jovencito lleno de vida y feliz de estar andando sin los horribles dolores que me producen las bursitis trocantéreas y las otras molestias que me quieren paralizar. Después de caminar no sé por cuanto tiempo, eso era lo de menos en esa senda, cuando de pronto vi a mi gato sentado sobre una piedra. "!Hola Michimaus!" Le dije y sin moverse de su asiento me respondió. "!Hola!". No me sorprendió que me hablara, porque siempre que le hablaba sentía como que me entendía. Cómo hacía tiempo que no lo veía, le pregunté. "¿No sabía que tú también habías encontrado este camino?". "En realidad no lo encontré, sino que me aparecí aquí cuando sentí que lloraste por mí, entonces me puse a esperarte". Como no entendí su respuesta, solo atiné a decirle que cómo estaba muy viejo y enfermo y se había perdido entre las sombras para nunca más volver. “He llorado porque pensé que habías muerto”, le hice saber. –Si, he sentido tu llanto al saber que había salido de tu vida. –Lloré porque te quería o te quiero. Ya no sé qué decir en medio de este extraño camino. –Le dije haciéndole las señas de quién no domina una insólita circunstancia. –Porque me quieres y yo te quiero, por eso te estado esperando. –Me hizo saber. 9 CIRO V. PALOMINO DONGO –¿Y por qué? –Le pregunté. –Para que me preguntaras, todo lo que ahora mismo quieres saber. –¿Cuánto tiempo llevas esperándome? –El tiempo solo existe para los mortales. –Me respondió de tan mala gana, como si le hubiera hecho una pregunta ociosa. –Como aquí no existen las distancias no hay necesidad del tiempo. Y aunque esto parezca un camino, no lo es. –¿Entonces qué es? –Le pregunté confundido. –Es una puerta a otro mundo. –Me respondió. –¡No me digas que te has muerto! –La muerte no existe como alguna vez creímos. –Me respondió con total simplicidad y sin ganas de darme sabias explicaciones. Después de un momento que no supe cuánto duró, porque ahí no pasaba el tiempo, me preguntó. "¿Hoy día a las nueve y cuarenta y tres te has despertado mientras en tu casa estaban todos dormidos? Le respondí que sí. "Bueno pues, es la primera vez que realmente estabas despierto”. Y luego agregó. “¿Cuándo has salido de tu casa te has encontrado con esto que parece un camino?" Sorprendido le respondí que sí. “¿Hoy día, como lo han hecho siempre, te han abrumado tus pensamientos?” Absorto le respondí. “¡Ni siquiera se han asomado por algún lado!”. "¿Sientes que estás muerto?". "¡Por supuesto que no, incluso me siento tan joven como hace muchos años atrás!". Le respondí con ínfulas de adolescente. Después nos pusimos a caminar hacia adelante, porque en ese camino no se puede dar la vuelta y regresar. De pronto me sacó de esa senda diciéndome. "Ven, quiero que veas algo". Luego de atravesar algunas cortinas que parecían lluvias de luz, me enseñó un bellísimo paisaje. "¿Conoces esto?” Me preguntó. "Yo creo que sí, se parece a la imagen del paisaje de un almanaque que por todo un año tuve el placer de ver en una de las paredes de mi trabajo”. Le respondí. "Es el mismo, sino que ahora ya no existe allá donde vivíamos, porque los hombres lo han destruido". "Y como es que ahora podemos verlo". Le repliqué. "Es porque una perfecta imagen holográfica de su belleza se ha almacenado aquí. Me reveló. "¿No entiendo, puedes explicarme? Le supliqué. "Parece que todo lo bueno y bello que por miles de años ha existido en el sitio que hemos dejado y cuando alguien o algo lo destruye una copia de ella se aloja en este lugar, pero aún no sé por qué, ni para qué". –¿Entonces todos los hombres que han muerto deben tener una copia por aquí? –Le pregunté muy emocionado. –No, los hombres ni en copia se alojan en este lugar. Sin embargo, algunos de ellos deben pasar por esta puerta-camino para seguir el viaje eterno por todos los mundos y todas las dimensiones. –¿Y por qué no pueden viajar todos? –Porque ellos saben lo que es bueno y lo que es malo en el mundo donde han nacido, que es el punto de partida del viaje eterno. A los hombres que por su cuenta han optado ser malos en el mundo que hemos dejado atrás, no se les abre esta puerta-camino. –¿Sólo los hombres pueden ser malos? 10 DE LA VIDA –Sólo ellos, porque nacen para la conciencia. El resto responde al natural movimiento del cosmos que siempre va de menos a más y de peor a mejor. –Me respondió sin darme mayores explicaciones. –¿Y qué pasa con los malos? –Le pregunté con mucha curiosidad. –Ellos no despiertan mientras todos están durmiendo. Ni se les tiende este camino en el lugar dónde mueren. Simplemente desaparecen. Ya no hay nada más para ellos y a pesar de eso, resulta increíble que sean miles de millones los que están destruyendo su conciencia, la naturaleza del mundo que dejamos atrás, su propia comunidad y lo peor es que se están matando entre ellos, y por eso esta maravillosa senda casi siempre está solitaria. –Michimaus. ¿Qué es ser bueno y qué es ser malo? –Le pregunté lleno de dudas. –¿Tú has conocido el amor? –Me preguntó. –Si. ¡Claro que sí! –Le respondí. –Entonces tú tienes la respuesta. ¡Respóndete pues! –Me apremió. "No sé qué debo hacer para entender o admitir lo que me dices, porque aquí todo parece resuelto y por eso irreal y bastante loco”. Le confíe. "Aquí ya no somos del sitio en el que fuimos, donde todo tiene que ser complicado y hasta infeliz para ser entendido. Aquí no existen las teorías, los dogmas ni los misterios. Aquí no necesitamos saber para ser mejores. Aquí todo está revelado y por eso es simple y bondadoso. Me predicó. –Eso entiendo. ¿Pero a dónde llega este camino? –Le pregunté sin dudar que lo sabía. –Cuando después de ver y conocer muchas maravillas que te mostraré, en algún momento yo me despediré llorando como tú lo has hecho por mí. Sin ser ya tú nunca más, ingresarás a un mundo mucho más grande, más perfecto y bueno que el que nos ha tocado vivir. Allí te estarán esperando como a un bebé los que te criarán y te enseñarán a vivir en ese mundo nuevo. Más de eso no sé. Y así seguimos caminando mientras Michimaus me enseñaba todo lo lindo que pudo haber sido el mundo que dejamos atrás y porqué todo lo bueno que tenía se echaba a perder por culpa de los malvados, sin darse cuenta de que ellos también se están perdiendo del todo. –Michimaus. ¿Algún día todos los hombres serán buenos? –Como están las cosas, creo que no. Parece que primero destruirán su planeta y luego se matarán entre ellos y ya no se verá a ningún alma de ese mundo andar lleno de gozo por este camino. –Me dijo con tono desilusionado. En algún momento me explicó que dentro del cosmos en miles de millones de años se forman algunos planetas donde emerge y evoluciona la vida hasta que surge la conciencia en los cerebros de su especie más elevada, y por eso pueden reconocer su propia existencia, sus pensamientos, sus sentimientos, sus percepciones y el entorno que les rodea, a más de tener una experiencia subjetiva de la realidad. Y me dijo que gracias a ello son aquella parte especial del cosmos que, por encima de las estrellas, las galaxias y los cúmulos, son libres y capaces de dar sentido a su existencia. Pero lastimosamente después de sus vidas terrenales y primarias sólo un puñado de ellos pueden llegar hasta aquí, para tener la dicha de asomarse a otros mundos y de allí a otros y otros más, y así eternamente. –Michimaus. ¿Existen las almas? ¿Yo soy un alma? –Le pregunté. 11 CIRO V. PALOMINO DONGO –Ahora que ya no eres lo que has sido. ¿Te sientes un alma? –Me preguntó. –!Sí! –Le respondí categóricamente. –¿Porqué? –Me preguntó. En ese instante no supe que responderle, pero luego como si en mi interior se hubiera producido un golpe de luz o algo más extraordinario, le respondí casi gritando desde dentro hacia afuera y viceversa. –¡Porque mi conciencia fluye continuamente como un río de sabiduría y felicidad! –Qué bueno que sea así, porque ese será tu pasaporte para la eternidad. No lo pierdas nunca. –Michimaus, podemos volver a nacer allí donde hemos vivido? –Le pregunté. –No, no podemos volver a nacer, ni a reencarnarnos, porque como todo está en perpetuo movimiento, nada puede repetirse. Luego de ver todas las maravillas y de entender todas las revelaciones que mi mentor me enseñó, llegó un momento en que me dijo. –Tengo ganas de llorar, porque en este punto vas a dejar de ser lo que hasta aquí has sido para mí y para ti, puesto que deberás nacer en otro mundo. –Michimaus. ¿Ese es el cielo? ¿Ahí está Dios? –Le pregunté cargado de curiosidad. –No es el cielo o paraíso de los hebreos, ni el Asgard de los vikingos, ni el Jannah de los musulmanes, ni el olimpo de los griegos, ni el Swarga del hinduismo, ni los trece cielos de los aztecas, ni el Apumayo de los incas, ni nada de eso. Sólo es un mundo de otra dimensión o de otro universo que a partir de ahora conocerás, vivirás y llegado el momento lo dejarás por otro. Tampoco ahí está Dios. ¿Acaso no te has dado cuenta de que Dios es absolutamente todo? –Y se marchó en sentido contrario al camino y desapareció. En cambio, yo avancé unos pasos más y vi algo que jamás había visto, pero como estaba en la simplicidad de aquel camino, diré que fue una luz de luces y luego me moví a otro sueño. Después y como siempre me desperté a las cinco y media de la mañana de otro día común y corriente, como acostumbra a hacerlo el viejo que a pesar mío estoy aprendiendo a Ser. Antes de levantarme me puse a pensar si soñé con mi fin o si entre mis sueños me fui. O talvez de un infinito número, este sólo sea un modo más de abandonar este mundo. Días más tarde, como si se tratara de un llamado de aquel extraño sueño, recordé haber escuchado: “¡NO TE OLVIDES DE TI!” 12 DE LA VIDA ¿SIENTES QUE HAY ALGUIEN MÁS? Como así era nuestro trabajo, tuvimos que viajar hacia un pueblo remoto donde el proceso de Reforma Agraria, que transformó por completo la tenencia de la tierra rústica en el Perú, había dejado dentro de un predio afectado, un área libre, sin señalar porqué ni para qué, solo que en su plano decía. “AREA RESERVADA MINAG” (Ministerio de Agricultura). Como quiera que ese predio tenía poco más de 20 hectáreas de extensión y como “la tierra es para quien la trabaja”, decidimos incluirla dentro de las tierras pendientes de adjudicación que debían hacerse a favor de dos posesionarios de estas, así que debíamos situarnos en el lugar para hacer la medición y la inspección ocular para constatar que eran directamente conducidas y plenamente explotadas por sus peticionarios. Junto a uno de los interesados, el chofer de la camioneta, el topógrafo y el ingeniero jefe del equipo, llegamos casi de noche al pueblo, donde fuimos atendidos con mucho esmero. Luego de la cena y la sobremesa donde hablamos acerca de lo que convenía para realizar nuestra tarea y no tenerla que hacer al día siguiente que solo alcanzaría para realizar los trabajos de campo, llegó la hora de irnos a dormir, así que entre los recurrentes habían acordado que yo y el ingeniero jefe debíamos quedarnos a dormir en esa vieja casona que quedaba en las afueras del pueblo y que en tiempos de la colonia era una antigua hacienda o algo así. El chofer y el topógrafo se irían a dormir a la casa del otro interesado que estaba en el pueblo. Como los que quedamos en la casona, estábamos acostumbrados a dormir a partir de las diez de la noche y particularmente yo que siempre ando interesado en que me cuenten lo que ellos conocen como la historia de sus pueblos; a la advocación de que Santo se había construido su iglesia y qué curas eran sus doctrineros; qué familias vivían o vivieron en ese pueblo; a qué se dedicaban sus antepasados; si había restos arqueológicos precolombinos, haciendas coloniales o antiguas minas en sus alrededores, etc. Habiéndose armado la charla que yo deseaba, por supuesto que no me moví de aquel comedor que del otro lado tenía un enorme fogón con decenas de cuyes. Y así, a la luz de un mechero a kerosene siempre rodeado de impertinentes y suicidas mariposas nocturnas, los varones me contaron todo lo que sabían y de cuando en cuando una de las mujeres de la reunión me contaba algo que yo debía saber, porque al parecer era una de las hijas de las familias más antiguas del lugar. Y cuando terminaron de contarme las leyendas, mitos y cuentos de terror de ese pueblo, llegó la hora de irnos todos a dormir. Así que en medio de la oscuridad nos condujeron al segundo piso por una vetusta escalera de madera que hasta se podría decir que rechinaba de dolor, pasando por un pasadizo entablado que sonaba igual de doloroso por fin llegamos a una puerta que se abrió con un ruido no menos quejumbroso. Aquella habitación tenía un olor muy, pero muy antiguo o, mejor dicho, como que exhalaba un tufo que salía del fondo de los tiempos. No estaba desocupada, sino todo lo contrario, pues por todas partes estaban amontonados varios bultos que sabe Dios qué podrían contener. A la luz del mechero débilmente pude otear que eran dos camas de madera separadas por una mesa de noche que 13 CIRO V. PALOMINO DONGO estaba pegada a una de ellas y un espacio de metro y medio entre ambas con una bacinica blanca al centro. –¿Les dejo el mechero? –Nos preguntó nuestro anfitrión. –No, no hace falta, porque para cualquier emergencia tenemos una linterna. –Le respondí pensando que si por A o B se caía ese mechero se podía incendiar todo ese vetusto caserón. “¡Buenas noches!”. Nos dijo y le respondimos. “¡Buenas noches!”, y nos dispusimos a dormir. Lejos de conciliar el sueño, me quedé hilando la secuencia de todas las historias que había escuchado en aquel comedor, para saber qué podría haber sucedido a lo largo de la colonia en esos parajes. Ya en mí casa con la bibliografía que dispongo podría saber si fue una reducción de indios de los tiempos del virrey Francisco de Toledo o si fue posterior. Cuando ya estaba comenzando a quedarme dormido oí la voz de mi colega. –¿Sientes que hay alguien más en el cuarto? –Me preguntó con una voz empequeñecida y temerosa. –No. Yo creo que solo estamos los dos. ¿Por qué preguntas eso? ¿Estás de miedo? –Le respondí preguntando. –Siento que alguien está como respirando casi cerca de mi oído, como cuando agonizaba mi abuelita y yo escondido en un rincón de su cuarto, vi cómo se murió. –Me dijo con un tono de voz que nunca le escuché, porque era como la de un niño muy asustado. –Eso te pasa por “sapo”. No hay nadie más que los dos en este cuarto, a menos que un perro esté durmiendo metido entre estos bultos, pero yo, no oigo nada. –Le dije para acabar ese asunto y empezar a dormir. No sé si ya estaba dormido o comenzando a tener mi primer sueño, cuando me despertó un grito ahogado como dicen que en el último segundo de sus vidas hacen los que se están muriendo y para despertarlo grité. “¡Qué te pasa!!”. Como no me respondió me levanté y tomé mi mochila que estaba al pie de mi cama, la abrí y rápidamente saqué la linterna y dirigiéndola a donde estaba, la encendí y lo vi encogido en posesión fetal, sudando y temblando. Cuando dirigí la linterna por todos lados para ver si por ahí se encontraba algún perro escondido, me di con la sorpresa que en la mesa de noche que estaba pegada a su cama había una calavera dirigiendo las cuencas vacías de sus ojos hacia su cama, a la altura de la almohada donde debió estar recostada su cabeza. –No es nada. Solo es una calavera. ¿Tienes miedo a las calaveras? –Le pregunté. –¡Sácala!! ¡Por favor, sácala!! –Me suplicó desde el ahogo que le producía estar tan extraordinariamente encogido. –¡Bótala! Me fui hasta su lado tomé la calavera, abrí la puerta del cuarto y la dejé en el entablado a un costado de esta y la cerré tan firmemente como para que mi colega supiera que estábamos solos y seguros. –No te preocupes. Ya no está. La boté al patio. Además, no hay nadie más que nosotros en el cuarto. –Le dije para calmarlo y me eché a dormir. 14 DE LA VIDA Cuando desperté vi que mi compañero ya no estaba en la habitación y mientras me acomodaba la ropa oí que una mujer decía gritando de espanto. “¡Mama Gerarda!!” Entonces salí del cuarto para ver de qué se trataba y me enteré de que esa Gerarda era la bendita calavera. –¿Por qué lo han botado señor!! –Me increpó llena de cólera. –Porque nosotros no dormimos con calaveras, sino con mujeres de carne y hueso, o sea vivitas y coleando. –Le respondí con desenfado, para bajarle el drama a la escena que me quería hacer. Más adelante no comenté absolutamente nada sobre el ataque de pánico que le produjo a mi colega, la presencia no advertida de esa calavera cerca de su cama. Total, todos tenemos nuestros traumas infantiles y también porque lo extraño y sobrenatural no nos es extraño. A nadie. 15 CIRO V. PALOMINO DONGO EL CHISMORREO Entonces en medio de la conversación, una mujer alzando la voz con el deseo de que la escucharan todos, se quejó de su marido diciendo que unos amigos que son unos yogas ricachones que viven en una casa de ensueño en el valle sagrado de los incas, les habían invitado a pasar una semana con un grupo de personas muy especiales y que después todos los invitados irían a visitar unos secretos y místicos lugares llenos de paisajes espectaculares y la mejor vibración espiritual que puede enviar el cosmos, y que ese maravilloso paseo culminaría en una visita mística a Machupicchu. Pero a pesar de que todos los gastos estaban pagados, el pelmazo de su marido sólo porque no le cae bien esa buena onda, el más que imbécil, se negó a aceptar la invitación y por su culpa no pudo viajar ella. Cuando acabó esa confesión, alguien por ahí, sin dirigirse a ninguno en voz baja murmuró. "Eso que está diciendo es la pura verdad" y como no dijo más nada, continuó la tertulia. Por ahí alguien dijo que eso que contó no era nada, puesto que el mucho más que imbécil de su hermano, hasta ahora y sin decir porqué, no aceptó un tour con todos los gastos pagados para dos personas a Europa. "Se imaginan perderse Paris, Madrid, Roma, Venecia, Bruselas, Berlín, Viena, Estocolmo, la Riviera francesa, Montecarlo y sabe dios que otros hermosos y turísticos lugares más. Y otra vez la misma voz indiferente farfulló. "Eso que está diciendo es la pura verdad", y como al parecer nadie más que yo lo había escuchado, la plática continuó. Por ahí en esa reunión, vino “in crescendo” un dulce chisme acerca de la hija de una fulana que dicen se había conseguido un “Sugar Daddy" o sea un vejete ricachón que, no solo la mantenía cómo a una reina, sino que le había comprado un enorme departamento en una zona bien pituca de Lima y la había puesto al timón de un Mercedes Benz y al frente de la administración de un inmenso hotel de cinco estrellas y varias boutiques de lujo. Cuando el uso de la palabra estaba en poder de otra mujer comenzó a contar una historia mucho más loca y fantástica, pues lo que iba decir los iba a dejar con la boca abierta y comenzó a revelar un gran secreto, que daba cuenta de que en la demolición de la vieja casona del centro de la ciudad que se vendió por una bicoca, a solo un metro del suelo de una esquina del inmueble, sus nuevos propietarios encontraron una enorme chomba repleta de antiguas monedas de oro y de plata, varias joyas con incrustaciones de piedras preciosas, lingotes de oro y muchas otras riquezas más, que les permitió levantar el enorme edificio de ocho pisos que se exhibe en esa esquina. Y una vez más alcancé a oír aquel tenue y simplón estribillo. "Eso que está diciendo es la pura verdad". Como para decir algo asombroso, uno de los invitados preparando escandalosamente su garganta contó que el hijo de un compadre suyo le resultó un experto minero de criptomonedas. “¿Saben lo que son las criptomonedas?” Preguntó. Como todos dijeron sí, aun cuando no supieran nada, porque ninguno de ellos quería, ni ahora ni nunca, pasar por ignorante, la novedad continuó. 16 DE LA VIDA La cosa fue que el jovencito que se llama Yeyson y que apenas tiene 20 años, no sabía decir cómo, pero había ciertamente calculado que esas monedas virtuales de un momento a otro iban a tener una espectacular alza en la bolsa de valores de las divisas virtuales, porque el muchacho era un genio en eso del Internet y de la “minería” de criptomonedas, y por eso como un loco andaba ofreciendo hasta el 50% de sus ganancias, si algunos de sus amigos deseaban ser sus socios en esa inversión, pero ninguno de ellos, misios como eran y hasta “Supermantenidos”, podían siquiera contribuir con 100 dólares que pudieran disminuir los 32,000 dólares que necesitaba aquel superdotado, para adquirir algunas de ellas. Hasta que su madre al verlo tan ansioso y hasta deprimido le preguntó por la razón de su angustia. El muchacho le respondió que le agradecía su desvelo, pero lo que le iba a responder no podría disipar su inquietud, porque lo que a él le preocupaba era algo que aún no se puede entender en estos días por tratarse de un asunto del futuro. Cómo no entendió ni “pajaritos” lo que su hijo quería decirle, la madre le hizo saber a su padre que su hijito estaba metido en algunas cosas malignas y hasta desquiciadas del Internet que no quería revelar a nadie, ni a ella misma. Cuando el hombre de la casa, lo abordó pidiéndole una explicación satisfactoria sobre lo que andaba haciendo en eso del Internet que hasta loco lo estaba volviendo. El muchacho, lentamente, poco a poco y hasta “con manzanitas” le explicó de modo claro, inequívoco y categórico que era lo que lo estaba desquiciando, y cuando por fin su padre que era inteligente como él y por eso un funcionario de carrera del Gobierno Regional, comprendió que eso no era cosa de locos, sino algo mucho más genial que alguien pudiera imaginarse. Entonces le dijo que, si el asunto era así, podía hipotecar la casa que con el ahorro de muchos años y después de muchas privaciones construyó, por esa suma y algo más. “¿Puedes hacer que te den 50,000 dólares?” Le preguntó. “Veremos que nos dice el banco”. Le respondió. Después de un breve trámite, porque la casa era grandecita y bastante aderezada, el banco les otorgó los 50,000 dólares y el muchacho se dio día y noche al Internet y cuando terminó les dijo a sus padres, que con un poco más de paciencia se verían los resultados. Y a casi un mes de aquella gestión y cuando estaba a punto de vencerse la primera cuota que el banco debía cobrar por el préstamo hipotecario, el Yeison comenzó a gritar como un chiflado. “¡BINGO!”, “¡BINGO!”, “¡BINGO!”. Cuando su madre fue a enterarse que estaba pasando, el muchacho comenzó a saltar de alegría dándole vueltas y después se puso a bailar con ella. Ya un poco más tranquilo, pero con el corazón latiéndole locamente, le dijo gritando: “¡Hemos ganado mamá! ¡Hemos ganado 383,000 dólares” “¡Yo sabía! ¡Yo sabía!” “¡Gracias por confiar en mí!”. Después de todos los trámites, un buen día se fueron a pagar la hipoteca del banco más sus intereses y todos sus caprichos que a la “hora de los loros” te dicen que debes. Y ya libres de esos especuladores se fueron a comprar el primer automóvil del Yeison y un terrenito de 2,000 metros cuadrados ubicado en la cima de una pequeña colina de las afueras del pueblo que tiene agua potable, luz eléctrica y entra el Internet, para su futuro chalet, y dejaron el resto del dinero en el banco, para que el genio de las criptomonedas pudiera seguir ganando hasta hacerse millonario. Al cabo de esta increíble historia la vocecilla que cada vez era más apagada volvió a decir. "Eso que está diciendo es la pura verdad". Luego la conversación continuó siguiendo la línea que trazan los noticieros nacionales y los programas periodísticos dominicales de la televisión con sus insólitos y hasta enfermizos 17 CIRO V. PALOMINO DONGO destapes. A propósito, lo hacen así, porque si una novedad no revela algún secreto oculto, algo morboso o una asquerosidad no es noticia que valga la pena ser comentada y menos tener el privilegio de ser corregida, mejorada y aumentada por las jugosas lenguas que abundan en todas partes. Después pasaron a las novedades locales donde los sucesos, si es que en realidad existieron, que inicialmente pudieron ser de un modo común y corriente y hasta sui generis. Pero que empezando en "A" acabaron siendo todo el abecedario, de modo que nunca se sabrá de que parte de esa realidad o fantasía están hablando, entonces todo parece surrealista. Y de vez en cuando siempre en apacible tono la apagada vocecilla de aquel sosegado oyente, repitiendo. "Eso que está diciendo es la pura verdad". Entonces fue que furtivamente me acerqué al paisano que, como el cuervo del poema de Edgar Allan Poe repetía aquel estribillo de "Nunca más", para preguntarle porqué siempre y sin referirse a nadie estaba repitiendo. "Eso que está diciendo es la pura verdad". Su respuesta fue primero mirarme fijamente a los ojos y después de un largo rato decirme. –¡Acaso no te has dado cuenta de que todos se están engañando mutuamente supuestamente “diciendo la verdad”! Eso es algo muy común en la sociedad actual. ¿No has reparado que cuando estamos mintiendo indefectiblemente levantamos el tono de nuestra voz? Pero lo cierto es que mentimos todo el tiempo, aun cuando eso de mentir suponga un esfuerzo mental mucho mayor que decir la verdad. En eso los políticos son unos expertos y hasta llegan al extremo de creer a pie juntillas lo que nos mienten, y siempre que les sirva para conservar su cuota de poder, también suelen creer las mentiras de sus colegas. –¿Entonces de qué deben hablar? –Le pregunté. –Con voz tranquila deberían hablar de una variedad de temas. Por ejemplo, podrían discutir sobre los eventos cotidianos que suceden en nuestra comunidad, sus anécdotas y chistes, el futuro, nuestros intereses y pasatiempos en común, sobre la amistad que los reúne y de los amores y tirrias que tenemos todos. También podríamos hablar sobre los rumores que circulan en nuestra imaginación para entender mejor la situación y sobre lo que podríamos hacer para mejorar nuestro entorno a fin de resolver los problemas que nos afectan a todos. En fin, podrían conectarse entre sí en un nivel más profundo. –Pero amigo, eso nunca lo harán, porque, así como los ves y escuchas, así son todos ellos. Sólo siendo así se creen ser los más modernos, los más refinados, la gente bonita, los “másmás” y hasta el jet set de este pueblo. Pero cuando alguien les hace notar ese defecto, ellos dicen: “Así soy yo y nadie me va a cambiar” ¿Y quién puede con eso? –Si pues, poco se puede esperar y hacer con la gente que ha sido absorbida por la televisión, las redes sociales, el consumismo y todo lo demás, hasta hacerles creer que para pasar sus vidas solo es suficiente chismear sin importar nada más. Ellos piensan que deben y pueden ser lo que no entienden los demás para ser los mejores, aunque de todas partes y modos los problemas de la vida real los abrumen. ¿Has visto que todos tienen un Smartphone en sus manos? –Cuando con la cabeza asentí positivamente, continuó. –Entonces tienen oportunidad para leer y aprender algo más de lo que ignoran y no estar hablando como lo hacían los antiguos paisanos de este lugar que por falta de cultura decían lo que se les ocurría o 18 DE LA VIDA imaginaban, o se dedicaban a chismear sobre los linajes, las fortunas y las maldades de los hacendados y de lo que estos hablaban con las altaneras autoridades y los curas acerca de todo esto que, aunque oficialmente se llame ciudad, sus habitantes siguen siendo unos patéticos pueblerinos. Después de despedirme de todos me alejé de aquella reunión, pensando en la teoría del “chismorreo” que leí en el libro “De animales a dioses” de Yubal Harari, que dice que nuestro lenguaje evolucionó como un medio para compartir información sobre el mundo. Pero sobre todo para transmitir información acerca de los propios humanos como una variante del chismorreo, pues ante todo los hombres somos unos animales sociales. Por esto la cooperación en grupo es esencial para nuestra supervivencia y reproducción y por eso para nosotros es más importante saber quién de nuestro entorno social odia a quién, quién ama a quién, quién es honesto y quién es un tramposo. Esta teoría nos dice que probablemente los Homo sapiens arcaicos tenían dificultades para hablar unos a espaldas de los otros, una capacidad muy perniciosa, que en realidad es esencial para la cooperación humana en multitud. Pero las nuevas capacidades lingüísticas que los humanos modernos adquirimos hace unos 70,000 años nos permitieron chismorrear durante horas y gracias a eso pudimos desarrollar nuevos tipos de cooperación cada vez más estrechas y refinadas. Y seguí pensando en que ahora la inmensa mayoría de nuestra comunicación ya sea a través de mensajes de correo electrónico, de llamadas telefónicas, chats, redes sociales o de columnas de periódicos, es puro chismorreo, y esto lo sentimos tan natural que hasta nos parece que nuestro lenguaje hubiera evolucionado sólo para este fin. Por eso en las reuniones como esa que acabo de abandonar la gente no está ahí para hablar de la invasión de Rusia sobre Ucrania, de los descubrimientos del telescopio espacial James Webb o el nuevo papel de China en la política y la economía mundial. ¡No! Hablan de asuntos como los que contaron, sin importarles si les creen o no. Total, se trata de chismear a gusto y si es a cerca de las fechorías de los demás, ¡mejor! Y por eso el periodismo es el cuarto poder, porque con su chismorreo informa de todo a la sociedad, para que esta se proteja de los ladrones, tramposos y vividores. “El periodismo da poder a la gente”, dicen. 19 CIRO V. PALOMINO DONGO LA BELLACA HISTORIA DEL JACINTO Y LA RAIMUNDA La Raimunda era una joven campesina de Abancay que a principios del siglo vivía en Andahuaylas. Era una inquieta comerciante de esas que en quechua llaman una “kuski”. Que, de la noche a la mañana, bien se ponía a vender en los mercados, mercadillos y “paraditas” toda clase de plásticos, animales, abarrotes, alimentos y hasta alfalfa. Solía ufanarse diciendo. “Plata hay, solo hay que saber dónde buscarla”. En una de sus andanzas había conocido al Jacinto, un buscón andahuaylino que traficaba toda clase de robos, especialmente celulares, laptops, pequeñas joyas de oro y plata y traficaba algunos dólares, euros y hasta yuanes chinos, porque decía que ese era el dinero del futuro. Como suele suceder entre esta canalla, una vez que mutuamente conocen su ciego amor por el dinero y si es fácil mejor, casi inmediatamente se aparean, aunque después a sus parientes y amigos les digan que ambos se habían enamorado perdidamente. Como si se tratara de un rito, después del “chuculún” Jacinto le obsequiaba algunas pequeñas baratijas bañadas en oro y otras más grandes de plata, mientras la Raimunda le invitaba pollo a la brasa en el “Pollo Loko”, que funcionaba en el segundo piso de una improvisada construcción que tenía un baño tan apestoso que a la gente decente le quitaba el apetito y hasta le provocaba vomitar. Comida oriental en un ostentoso chifa del centro de la ciudad que se llamaba “Beijing” y que dirigía un chino medio cojo y completamente sucio. Pero los viernes y sábados por la noche chupaban como vampiros cualquier licor en el Restobar “La chamba loca” que encima de su improvisada barra exhibía una gigantografía que decía. “¡SI SABEN CÓMO ME PONGO PA’QUE ME INVITAN!!”. Aparte de sus sucios negocios al Jacinto le encantaba andar metido en toda clase de movimientos políticos regionales y locales, porque entre los que pasaban por ahí encontraba a los “huaykis” que podían comprarle su mercadería. Además, según él entre la gente profesional que milita en esas movidas, podía llegar a tener amigos abogados, que en el momento menos pensado podían servirle, si acaso en una de sus andanzas llegara a tener problemas con la policía o la justicia. Para caerles bien les ofrecía sus servicios como matón, diciéndoles. “¡Doctor, yo puedo sacarle la concha de su madre a cualquiera que le esté molestando más de la cuenta!”. Cuando alguno de sus protegidos se ufanó delante de sus amigos de tenerlo como su guardaespaldas. Uno de ellos le dijo sarcásticamente. “¿Y cómo te va a defender ese enano? Si apenas puede con su alma”. Con aires de sabiduría le respondió. “Eso no me importa. Porque mientras le estén sacando la mierda al petizo, yo me escapo”. Un día el Jacinto le anunció a la Raimunda que tenía que ir a Abancay, para arreglar los asuntos de una herencia que le correspondía dentro de una chacra y de una casita de ochenta metros cuadrados que su padre había construido en esa ciudad para refugiarse del terrorismo. Cuando se hizo con la casa, porque a su hermana le tocó la chacra volvió a Andahuaylas. Por un tiempo estuvieron cada cual es su misma movida, pero para vender juntos pesticidas y medicamentos veterinarios se hicieron socios, hasta que en eso de andar de pueblo en pueblo con esos menjurjes “bamba”, alguien les propuso ganar una buena cantidad de dinero si se atrevían a realizar algunos “pases mágicos” con eso de los “quesitos del valle”, encargos que debían primero llegar a Andahuaylas y de allí hasta Abancay, y que ganarían algo más suculento si lo hacían llegar hasta Izcuchaca en el Cusco. 20 DE LA VIDA “¡Prueben nomás! ¿Además, qué pueden perder?”. Primero y para probar sería sólo un kilito y ya ellos verían la forma de hacerlo llegar a Izcuchaca y entregarlo a un “pata” que les estaría esperando en el lugar. Una vez terminado “el pase”, el mismo “pata” les daría un número telefónico diferente y quién debía recogerlo podía ser “otra punta”. Lo mismo sería en la entrega de Andahuaylas. Y que por cada kilo que llegara a su destino. “El pago será tanto (¿?) y por adelantado en Abancay por cada kilo que llegue a su destino. Pero no se atrevan a romper la cadena de distribución, salvo que por descuido de uno de ustedes suceda "la cagada". Tampoco gasten todo el dinero que ganarán hasta el día en que ya no necesitemos de sus servicios, pues cuando algún “sapo” se entere que gastan más de lo que ganan en las huevadas que venden, puede irse con el soplo a los tombos de la División Antidrogas”. La cosa fue que al enterarse de semejante ganancia y que gracias a ello ya no tendrían que andar con la cara de cojudos o de pordioseros ofreciendo cualquier adefesio. Sobre todo, él, pues ya no tendría que andar corriendo riesgos para ganarse 50 o 100 soles dos o tres veces a la semana. Así que entre los dos convinieron que ella haría la posta de Andahuaylas a Abancay y el Jacinto la que seguía hasta Izcuchaca y que con toda la plata que él recibiría se comprarían dólares en el Cusco los que se mantendrían escondidos en algún lugar de la casita que él había heredado y que ya después verían que se haría con ellos. Convenido esto y tras ponerse de acuerdo en las “comunicaciones en clave” que debían hacerse por el celular, empezó la movida. Las ganancias se fueron acumulando rápidamente, porque en su ambición llegaron a transportar cada vez mayores cantidades de la “vaina”, porque habían llegado a encontrar hasta cinco métodos diferentes y probados de pasar desapercibidos, siempre bajo el disfraz de ser comerciantes ambulantes de toda clase de las cosas que los campesinos de los pueblos por donde pasaban están deseosos de adquirir. Incluso la Raimunda se hacía pasar de adivina, curandera y hasta sanadora espiritual, y para dar crédito de esa su condición siempre se la veía con una lliclla a la espalda repleta de hierbas curativas, sobres de sahumerios, las pócimas y los otros insumos de la medicina tradicional andina; mientras que él, aparentemente sin ningún apuro, seguía ofreciendo en los mercadillos y las ferias dominicales de los pueblos de su ruta los polvos para desparasitar al ganado, los gatos y los perros y los venenos para las ratas y toda clase de plagas. Y así, casi sin darse cuenta pasaron los meses y pronto llegarían a un año dentro de la misma peligrosa rutina. A pesar de que su trabajo era ultrasecreto y super clandestino, y que supuestamente ellos no se conocían “ni en la pelea de perros”, no dejaron de llegarle a ella los chismes de que el Jacinto estaba saliendo con una mujer más joven, alta, guapa, más blanquiñosa que ella y que con la plata de su enamorado estudiaba enfermería en el “Alas” y que ambos vivían en un flamante departamento del centro de la ciudad y que incluso estaban adquiriendo un terreno para construirse un enorme hotel. Entonces fue que la Raimunda pidió permiso a “los jefes”, para suspender por un par de semanas el envío de las remesas, porque tenía que viajar al Cusco para hacerse un despistaje de cáncer a los ovarios, puesto que con mucha preocupación así le había recomendado una doctorita especialista que atendía en Andahuaylas. Ellos dijeron que no había ningún problema y que se tomara todo el tiempo que haga falta, pero eso sí, si quería volver al negocio que les hiciera saber con tiempo. 21 CIRO V. PALOMINO DONGO Cuando con la sangre hirviendo de rabia confrontó al Jacinto, este le dijo que era falso lo del departamento y eso del terreno para construir un gran hotel, pero que no podía negar que tenía una “limpia sable nomás, para soltar la piedra” o quería que se volviera ciego de tanto pajearse. “Nosotros no somos nada. Solo tenemos lo que ganamos en esa ‘vaina’ que además ya me está cansando por ser demasiado arriesgada y porque un ‘pata’ abogado me dijo que por su transporte pueden meterte a la cárcel hasta por doce años y que además te quitan todo lo que tienes tú y tus familiares. Si quieres vamos a mi casa y verás que el dinero que hemos ahorrado juntos está enterito”, y se fueron. Cuando la Raimunda se percató que todo estaba en su lugar, salió llena de júbilo, y como al bendito dinero no le había pasado nada, volvieron a su “chuculún” de antes, pero sin dejar de comer y chupar rico y harto. Después de algunos meses de aquel encuentro, los parientes del Jacinto comenzaron a hacer correr el chisme de que junto a la Raimunda habían montado un próspero negocio de una agroveterinaria ambulante, aunque sabían que se habían metido a ser “cargachos” de la pasta básica de cocaína de los narcotraficantes del VRAEM y que en ese boyante negocio habían ganado casi dos millones de soles, pero que esa maldita llegó de Andahuaylas para emborracharlo y envenenarlo con los productos de su negocio y después que hizo desaparecer su cadáver, voló con todo su dinero. Por su parte los parientes de la Raimunda hicieron correr el mismo chisme diciendo que el perro del Jacinto, con engaños le hizo venir desde Andahuaylas, para que después de emborracharla, envenenarla con el contenido de los sobres de veneno que el mismo vendía y luego de hacer desaparecer su cadáver, se esfumó con todo el dinero que en su sociedad habían acumulado. Pero la verdad fue que cuando la mafia cayó en la cuenta de que ambos habían llegado a conocer mucho acerca de su negocio, especialmente sobre sus contactos y las rutas por donde salía la droga, así que decidieron darles de baja y como los tenían "reglados", porque habían llegado a mover considerables cantidades de la "merca", entonces inventaron lo de la estudiante universitaria, el lujoso departamento donde vivían y el terreno para construir un enorme hotel. De modo que lograron nuevamente juntarlos y por el enfado de ella al entrar a la casucha del Jacinto y su alegría al salir, lograron enterarse dónde estaba escondido el buen dinero que les habían pagado por sus servicios. Despues de haber recuperado todos aquellos dólares escondidos, simplemente los mataron y en algún paraje sin Dios y sin nombre, quemaron sus cadáveres con las llantas que recogieron de los varios basurales que existen al salir de la ciudad. Así acabaron las ambiciones, los sueños, las vidas y la bellaca historia del Jacinto y la Raimunda. 22 DE LA VIDA LA ABDUCCION Después de haber realizado mi trabajo en aquel alto poblado andino, cerca de las siete de la noche y antes que se acabe la comida del único buen restaurante del lugar me fui a cenar. Ya en el negocio que tenía unas mesas grandes como para diez comensales y para sentarse unas largas bancas de madera, me encontré con el personal de otras oficinas y algunos conocidos que me invitaron a tomar asiento en su mesa para compartir la cena. Eso me alegra de muchos modos, toda vez que siempre es bueno encontrarse con personas conocidas y conocer a otras, pero sobre todo poder socializar con ellas, más aún en un pueblo que está sobre los 3,500 metros de altura y ahí y en cualquier lugar a esa cota, hace tanto frio que todos los habitantes de esos poblados a esas horas ya están metidos en sus casas o tal vez ya durmiendo como las gallinas. Acabada la cena alguien pidió una botella de vino y nos invitó a servirnos al tiempo que empezó una simpática charla que poco a poco fue poniéndose interesante. Por mi parte le pregunté a la mesera si podían prepararme un chocolate y para mi suerte dijo que sí. Entonces pregunté a los amigos si alguno deseaba servirse una tasa, solo uno dijo que sí y con panes. Mientras los otros pidieron un “té piteado” con mucho limón y el buen aguardiente de caña de la región. Por ahí alguien se puso a contar que en una comunidad no muy lejos de donde estábamos, un profesor se fue a cazar vizcachas a los pedregales de unas alturas donde había una laguna y un pequeño bosque de cceuñas. Abreviando la historia que estaba bastante colorida y bien narrada, contó que por casualidad el cazador se encontró con una veta de oro y se hizo millonario. Luego de esa historia alguien contó otra aún más fantástica que tenía que ver con el entierro de gente viva en las afueras de las bocaminas, ofrecidas como “pago” a los malditos "chinchillicos" que habitan en las profundidades de la montaña, para que sin hacer problemas les suelten sus minerales. Y como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, se sucedieron otras cada vez más increíbles historias mientras que corría sin parar el abrigador “té piteado”. Por mi parte yo conté una anécdota que me sucedió en esas alturas y como noté que les gustó creí que debía escribirla para publicarla en mis redes sociales. Sin darnos cuenta de la hora advertí que solo nosotros estábamos en el local, y no solo eso, sino que en otra mesa estaban escuchando atentamente la dueña del negocio, su cocinera, su mesera y dos mujeres más, seguramente porque al igual que yo, ellas también gozaban con aquellos extraordinarios relatos. Fue entonces que le tocó el turno a un simpático y listo ingeniero que vino a trabajar a estos pueblos desde su lejano Tumbes, pero antes de hacernos saber lo que nos iba a contar, pidió una ronda de “té piteado” para todos y contó que por motivos de trabajo una noche tuvo que viajar urgentemente a la capital a una reunión con el gobernador regional. Eso le molestaba porque manejar de noche, en ese tiempo y con la espesa neblina que lo cubre todo era muy arriesgado. “Pero ni modo, había que hacerlo sí o sí”. Cuando la camioneta estaba a la altura del riachuelo que baja de las punas para unirse al rio grande, en un paraje que llaman “Cedruyoc”, de pronto la niebla se despejó, lo que le 23 CIRO V. PALOMINO DONGO hizo saber que la noche estaba muy oscura, pero también que ya no debía preocuparse de romperse los ojos para ver a través de ella. De un momento a otro vio que del otro lado venía una motocicleta y se compadeció del conductor por lo que le tocaba padecer, no solo por causa de la neblina sino por el frio brutal que hacía afuera. “Pero por Dios, hay cada tipo”, pensó. De repente notó que la luz de la motocicleta comenzó a ampliarse más y más hasta convencerle de que eso que se aproximaba no podía ser ningún vehículo que conducimos los cristianos. No supo de donde, pero sintió que alguien con una clara y grata voz lo llamaba por su nombre, entonces miró a todos lados y hasta gritó. “!Quién?”, pero nadie le respondió, y así estuvo inquieto hasta que reparó que la voz que volvió a repetir su nombre no venía de afuera, sino que estaba dentro de su cabeza, cerebro o mente, no sabría decirlo. Pero cuando se dio cuenta de eso, la misma voz le dijo. “No temas, no estás volviéndote loco. Solo sintonízate conmigo”. De pronto la luz que iba creciendo, creció tanto hasta que en todo el lugar se hizo como de día y la misma voz interior con un suave y persuasivo tono le ordenó. “Baja de la camioneta y ven hasta la fuente de la luz que estoy emitiendo”, y como no sentía miedo, se bajó y llegó hasta donde le había indicado. No sabría decir que pasó después, pero cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba en el mismo lugar y metido en la camioneta y que ya eran las siete y media de la mañana y como no recordaba aquello que le había sucedido, pensó que se había dormido y se dijo. “Si corro a la mayor velocidad que puede dar esta carcocha, puedo llegar a mi reunión con el gobernador regional”. Y arrancó. Cuando llegó a la ciudad, no tuvo más remedio que dirigirse directamente a la reunión, porque estaba al borde de la hora señalada, pero ya en el lugar le dijeron que no había ninguna reunión, porque el señor gobernador regional no trabajaba los sábados. “¡QUÉ?, ¡QUÉ? Si él había salido del pueblo donde trabajaba el jueves por la noche para reunirse con esa autoridad el viernes, porqué recién llegó el sábado. ¿Qué pasó o qué le pasó todo el viernes? No recordaba. Maldita sea, no recordaba, nada de nada. Después de ver su reloj con calendario comprobó que efectivamente era sábado y se fue a su casa, para ver si su esposa podía explicarle o por lo menos consolarle de ese extraño, muy extraño suceso. “¿Y qué pasó con tú reunión con el Presidente Regional?” Le preguntó alguien. “¡Que Presidente Regional, ni la puta que parió. Si lo que me estaba pasando era más jodido que cualquier reunión con un pendejo y más aún si por culpa de ese huevón tuve que viajar por esa carretera peligrosa y solitaria a altas horas de la noche”. Le respondió. “¿Ingeniero si no recordaba nada de nada, ¿cómo es que se acuerda de esa creciente luz y la amable voz interior que le habló en esa carretera?” “Por favor déjame contarlo todo y te enteras”. Le respondió con tono de molestia. Luego nos contó que, al llegar a su casa, encontró a su mujer totalmente cabreada, porque el jueves por la noche le había comunicado por el celular que estaba partiendo a esa ciudad y recién conchúdamente se apareció el sábado. Más confundido aún se metió en su dormitorio y se cerró con llave por dentro y desde afuera escuchaba que su mujer le gritaba. “¡Seguro que en el cuarto de algún sucio hostal te has metido con la “meretriz” y desde allí han pedido comida y trago, hasta que esa puta logró sacarte todo el dinero que cargabas!” “¡Sucio!! ¡Cochino!! ¡Conchudo!! ¡Sinvergüenza!!”, gritaba a voz en cuello y sin parar. “¡Y 24 DE LA VIDA como no tienes huevos para decirme la verdad, te encierras en el dormitorio como un maricón!!”. Luego nos aclaró que la tal “meretriz” se llamaba Emperatriz y que era una guapa, inteligente y gentil secretaria que alguna vez trabajó con él y como tenían mucho que hacer algunas veces debían salir después de la hora de trabajo y como toda mujer insegura, gratuitamente su esposa se metió en el infierno de los celos. Cuando vio que ese ataque de celos no iría a parar nunca y que pronto llegaría su hijita de sus clases sabatinas de violín, lo mejor que pudo hacer era salir de allí, ir a la iglesia a rezar, rogar, implorar a Dios, a la Virgen María y a todos los Santos para que aquello que le sucedió no sea el inicio de una enfermedad mental o de una avería en su cerebro. Luego de eso se devolvió al lugar de su trabajo de donde no volvería hasta que el mismo se haya explicado todo eso que le pasó. “¿Y su esposa? Le preguntó la dueña del local. “En ese momento no me importaba nada ni nadie, menos una mujer celosa y pesada”. Luego contó que a causa de ese extraño suceso que él mismo no podía explicarse y ni siquiera contarle a nadie, para que no creyeran que se había vuelto loco, no pudo dormir durante dos semanas hasta que un día se sintió muy cansado y sin ganas de hacer nada, ni siquiera de comer. Así que apenas terminó la jornada se fue a su cuarto a dormir, dormir y solo dormir, si era posible hasta morir. Entonces no sabría decir a qué hora de la noche y tampoco podría decir si soñó o tuvo un viaje astral dentro de su memoria; y del mismo modo, no sabría decir si recordó o volvió a vivir el episodio que contó antes, es decir aquel donde la luz se agrandó hasta hacerse como de día y él bajó de la camioneta. Solo sabe que a partir de ese sueño lo recuerda. También con la misma intensidad soñó que la luz que quemó la noche en aquel paraje se fue reduciendo velozmente hasta concentrarse tan solamente en su persona y de pronto vio como esa luz salía de su cuerpo e iluminaba una rampa que con alegría lo invitaba a seguir avanzando, hasta que se encontró en medio de una habitación ovalada de unos ocho metros por ocho, totalmente iluminada por una refrescante y apaciguadora luz que salía de todos lados, pero también notó que había un asiento como de piloto de avión al frente del más curvado de sus lados. Entonces oyó dentro de su cabeza la misma apacible y calmada voz que le habló en aquel paraje, que le dijo. “No temas, toma asiento”. Cuando se acomodó, siguiendo las indicaciones de la misma voz hizo todo lo que debía hacer en ese sillón. En cuanto terminó de hacer lo que le indicaron, recién cayó en la cuenta de que lo habían invitado a una nave espacial. –En mis sueños, ¡ah! Solo en mis sueños”. -Dijo para aclarar de qué se trataba eso que a su parecer realmente vivió. Después contó que había viajado por encima del planeta y que de repente vio que navegaba sobre millones de estrellas. Que, además desde ahí, a lo lejos se podían ver miles y miles de galaxias, pero en medio de todo, la más negra oscuridad que separa los elementos celestiales. Cuando terminó aquel tour espacial, de pronto sintió como si el “platillo” se hubiera posado en algún paradero y parece que fue así, porque se abrió una puerta y con el mismo haz de luz lo transportaron a través del vació, entonces pudo ver que se encontraba en el vientre de una nave enorme, más que enorme: ¡Gigantesca!! 25 CIRO V. PALOMINO DONGO De repente se vio metido dentro de un gran salón iluminado, igual que la habitación de la nave que lo trajo, pero su mayor sorpresa fue que se encontró con más de cien seres humanos de todas las latitudes del planeta y que podía comunicarse con ellos a través de su mente y en su propio idioma, como si se tratara de una perfecta traducción simultánea y así fue como pudo entenderse con toda clase de europeos, asiáticos, africanos y de otras partes del mundo, y para su mayor asombro habían desaparecido todas las diferencias que solemos tener mientras habitamos en la tierra y más aún cuando todos estaban metidos en una gigantesca nave ajena a la manufactura humana. Pero la verdad era que no sabría decir por qué no la sentían ajena. El asunto fue que estaban ahí para asistir a una capacitación y cuando se dio el momento la voz interior les dictó dentro de sus mentes un montón de instrucciones, para lo que iba a venir. Pero además les advirtió que cuando volvieran al lugar de donde los recogieron olvidarían muchas cosas de lo que habían aprendido en esa reunión y cuando llegase el momento recordarían perfectamente todo lo que debían hacer. “Tienen instalado un biochip en una parte de vuestros cerebros que ya ha evolucionado lo suficiente como para poder alojarlo. Solo recordarán lo necesario para que no crean que están locos. Como nuestro primer deber es evitar toda la confusión que genera la ignorancia, los credos, las supersticiones y los fundamentalismos, nosotros no podemos aparecernos súbitamente ante la especie humana, para decirle que somos los visitantes de otro mundo, porque eso causaría un caos y hasta una locura colectiva, así que estamos preparando a miles de ustedes para que nos anuncien y preparen a sus semejantes para nuestro encuentro. Yo sé que ustedes están pensando. '¿Por qué y para qué?' Porque ustedes han desarrollado vuestra conciencia en función de sus conocimientos, su ciencia, su tecnología, su filosofía, sus políticas, sus credos y otras tantas cosas más, de los que en mayor o menor grado se sienten satisfechos y orgullosos, pero sin embargo muy íntimamente están convencidos de que todo eso no está bien, porque anima el egoísmo, la codicia, el narcisismo, los populismos y los nacionalismos que los alienta a mantener la sobreexplotación de la naturaleza y en ese estúpido afán están devorándose su bello planeta. Pero no se desanimen, porque todo el universo que nosotros les haremos conocer es compasivo, y por eso ha llegado la hora de nuestra presencia entre ustedes, para poner fin, no solo a vuestra propia autodestrucción como especie, sino a la destrucción de su mundo que como el nuestro es único y fundamental para la evolución de la vida”. –Eso es más o menos lo que nos hizo entender, pero en mis sueños, ¡ah! Solo en mis sueños”. –Acotó. Finalmente dijo que cuando se despertó su alma volvió a su cuerpo y aunque no recordaba todo lo que les habían hablado en esa instrucción espacial, por fin había comprendido lo que necesitaba saber acerca de ese viernes perdido. Y para satisfacer algo que les preocupaba a las mujeres de la reunión les dijo que le llamó a su esposa pidiéndole perdón por no haber estado en casa ese viernes y que le diera otra oportunidad porque ya era un marido amoroso y un padre responsable y que ella, sólo por su hijita lo perdonó y que él, solo por su hijita, quería vivir en paz con todo el mundo, porque debía prepararla para las maravillas que con la nueva conciencia pronto se iban a asomar –Y cómo son esos extraterrestres? –Preguntó alguien. 26 DE LA VIDA –Lo cierto es que por ningún lado de mis sueños los vi o éstos hicieron que los viera. Yo creo que para ellos todo lo que está fuera de su mundo los puede matar como a nosotros el espacio exterior. Y si dentro de sus naves habían construido un espacio para los humanos, era sólo para nosotros; será por eso que no pudimos verlos. O talvez, tan solo sus extraordinarias naves y sus máquinas controladas desde su mundo llegaron hasta nosotros para hacernos saber que estamos en peligro. –Respondió dibujando en su rostro un gesto pleno de duda. Cuando toqué una parte de la banca estaba tan fría como un hielo, entonces pensé que ahí afuera la temperatura estaría a 4 o 5 grados centígrados y que era mejor retirarme, porque las sábanas y las frazadas de la cama del hotel debían estar tan frías como una calamina. Menos mal que traje mi bolsa de plumas de ganso para meterme en ella y cubrirme con las pesadas frazadas artesanales de lana de oveja que ofrecía esa posada. Pagando lo que me correspondía, me despedí dándoles la mano a todos y algunos hasta me abrazaron, mientras ellos se quedaron para unas rondas más de “té piteado”. En medio del frio de aquella estrecha calleja me puse a meditar en el fantástico sueño que acababa de escuchar, pensando que ese amigo debía ser un adicto a los videos de ciencia ficción, de misterio o las conjeturas de los teóricos de los antiguos astronautas que se publican en History Channel o las miles que está colgados en el YouTube que lo está enloqueciendo. O que le tiene tanto miedo a su mujer, que se inventó ese cuento para ocultar u olvidar para siempre un día completo de su vida por amor a esa tal Emperatriz. O tal vez, de algún modo, sea cierto lo que nos contó, pues en estos tiempos en que los telescopios espaciales nos están revelando increíbles descubrimientos acerca del universo y de la materia y energía oscura, o el desarrollo de la mecánica cuántica que ya se va metiendo en nuestros inventos, o la temible aparición de la inteligencia artificial que puede desemplearnos a todos. Pero a pesar de todas esas maravillas seguimos indolentemente destruyendo nuestro único mundo y que aún por desquiciados sentimentalismos patrioteros y hasta religiosos seguimos matándonos entre nosotros. ¡Ya nada se sabe! 27 CIRO V. PALOMINO DONGO ¡COMO DESEO SER TU AMOR! “–Adiós –dijo el zorro–. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. (Saint-Exupéry, “El principito”) Por una de las calles por donde a veces solía caminar durante mi salvaje adolescencia, me di cuenta de que a una de esas casas habían llegado de vacaciones unas extrañas niñas que se dejaban ver por casi todo el pueblo que con mucha curiosidad estaban conociendo. Una mañana tropecé con toda esa familia y advertí que en medio de ella estaban las recién llegadas y no sé por qué una de ellas se puso a mirarme, mientras que casi sin darme cuenta yo también la estaba mirando. No fue que nuestros ojos se habrían tropezado con algo que les interesaba, sino que solamente era una mutua curiosidad. Pero a pesar de ser algo que siempre por hacer hacemos, lo que me sorprendió fue que antes que la viera, ella ya me estaba mirando y mayor fue mi sorpresa cuando a mis espaldas oí que le preguntaba a alguien. “¿Quién es?”. Aquella escena se habría congelado así, si no fuera porque otro día, en el cine, me tropecé con la misma inquieta mirada, pero también con una coqueta sonrisa. Como era la primera vez que una pilluela me miraba sin recato alguno, me confundí terriblemente y cuando terminé de instalarme en una de las butacas, todavía azorado me puse a pensar. "Qué cara habría puesto, que hasta acabó por sonreírse". Por esos días llegaron los carnavales. Yo y mi pandilla salimos a jugar con agua. Cuando pasamos por la calle de aquella casa, salieron seis muchachas pertrechadas de grandes baldes de agua resueltas a mojarnos hasta los huesos, pero no solo les respondimos con los globos que teníamos en unas bolsas de plástico, sino que cuando nos percatamos que en el patio de esa casa había un caño que estaba a pocos metros de la puerta, nos metimos al interior para mojarlas como se merecían, pero igual acabamos todos empapados y satisfechos de haber ganado, mientras que ellas se ufanaban de igual triunfo. Entre la bulla y los gritos de esa refriega me aprendí su nombre y un poco de lo que estaba hecho su cuerpo, su rostro, sus cabellos, el tono de su voz y de sus risas, pero luego no quedó nada más que la novedad de saber que las visitantes eran unas atrevidas carnavaleras. Después de eso mi vida continuó como debía, aunque a veces era como venía. Hasta que una tarde una niña llamándome a gritos me alcanzó, para entregarme una tarjeta hecha a mano en cartulina amarilla con dibujos de flores, corazones y algunas formas más, pintadas con lápices de colores, dónde con una bella letra me avisaba que a partir de las cuatro de la tarde del sábado estaba invitado a una fiesta juvenil que se llevaría a cabo en otra dirección. No era la primera vez que era invitado a una fiesta, ya había ido a otras, pero nunca había asistido a una social. Era una reunión para conocerse, departir, bailar y sentirse bien, y como no era de cumpleaños, no había que llevar regalos sino muchas ganas de relacionarse, según me aclaró mi hermana. 28 DE LA VIDA Llegué ahí con lo mejor que tenía para vestirme. De inmediato reparé que era una fiesta moderna, iluminada con focos de colores y donde sonaba música nuevaolera, un poco de rock y algunas baladas. Ahí encontré algunos amigos y a otros conocidos y desconocidos. Después de saludar a todos me enteré de que habían asistido más mujeres que varones, pero eso no importaba, total cuando estas quieren moverse bailan solas o entre ellas. De repente por ahí una conocida pizpireta llamó mi atención, para decirme. "En la próxima me sacas a bailar" y así fue como bailamos una balada que ya estaba preparada, porque ellas que eran las dueñas de la fiesta controlaban el tocadiscos. En medio de esa tonada, a boca de jarro me dijo: "La Zoe está templada de ti. ¡Declárate!, porque ella ha hecho la tarjeta que te llegó y por ella hemos organizado esta fiesta. ¡No seas tonto! Yo te aviso cuando". No recuerdo cuánto más duró aquella música, ni cómo seguí bailando, porque me puse horriblemente intranquilo. No era la primera vez, ya otras veces me había puesto inquieto, pero era por temor a un examen, una presentación artística en el colegio, una inyección o una tortuosa curación, pero era la primera vez que me ponía nervioso por algo que nunca había pensado hacer, ni que jamás me llegara a suceder. Era tanta mi turbación que hasta pensé en largarme, pero eso de la tarjeta, una fiesta de ella y ese "¡No seas tonto!" desafiaba mi hombría y hasta mí corazón me decía. "¡No seas tonto!". La fiesta continuó hasta que mi atroz alcahueta se acercó para preguntarme. "¿Ya?", y para acabar con ese terco comedimiento le dije que sí, y aunque me arrepentí de ceder a su papel de Celestina, no tuve más remedio que seguir con lo que el destino me tenía preparado, de modo que cuando llegó el momento me acerqué a la bendita Zoe y viendo que estaba más bonita que ninguna, le pregunté nerviosamente. “¿Quieres bailar conmigo?" Sin responderme salió a la pista, y cuando empezó a sonar la potente voz del cantante de Los Galos que decía casi gritando. "¡Cómo deseo ser tu amor!, para poder vibrar así con cada espacio de tu cuerpo. Cómo deseo ver la luz de la mañana y junto a mi sentir el aliento de tu boca ...", entonces tímidamente comenzamos a bailar acomodando nuestros pasos, pero después de encontrarse nuestras presencias se nos fue toda señal de vergüenza y cada vez más pegados nos olvidamos de todo lo que nos rodeaba y justo cuando estaba por acabar aquella balada le dije dulcemente al oído. "Cómo deseo ser tu amor". Inmediatamente se desprendió de mí y corrió a avisarles a sus primas y a todas sus amigas que ya tenía enamorado y se armó un alegre alboroto ahí donde estaban ellas y yo medio que me sonrojé, pero casi en el acto reparé que como en las películas ya tenía "mi chica" y lo mejor, de tierras extrañas. Después y hasta el final de la fiesta, ella bailó sólo conmigo. Mientras la acompañaba al lugar donde se alojaba, le dije que si podía visitarla al día siguiente. "Claro que tenemos que vernos, pero en esa casa no. No quiero que mi tía que es muy buena y piadosa se entere que solo en unos cuantos días ya tengo enamorado en esta ciudad. La quiero mucho y no deseo que piense mal de mí", me dijo muy seriamente y luego agregó con un tono más alegre. "Y dónde crees tú qué podemos encontrarnos mañana por la tarde". Yo le sugerí que podía ser en el parque de la capilla que estaba a la entrada de la campiña norte del pueblo a las tres de la tarde. Cuando llegamos a la puerta de su casa, esperó 29 CIRO V. PALOMINO DONGO a que todos entraran y cuando desde dentro la estaban apurando, aprovechando que la calle estaba desierta se despidió dándome un pequeño pero tibio beso en la boca. Yo me quedé pasmado por todo eso que me estaba pasando, pero sobre todo por aquel sorpresivo beso. No recuerdo si dormí, ni cómo me levanté. Si desayuné, ni qué almorcé, solo sé que me bañé dos veces y me vestí y desvestí varias veces hasta maldecir mi mal gusto para vestir. Al final, para acabar con esa angustiosa preocupación, me acordé de una frase que alguna vez leí y me aprendí de memoria. "¡SE TÚ! ESO ES TODO". Después me fui a parar en ese parque desde las dos de la tarde. A medida que pasaban los minutos, mi corazón se aceleraba más y más, hasta que cerca de la hora señalada se asomó ella como una aparición encarnada, una generosa bendición, un milagro del amor. Ella, que ya era toda Ella desde el comienzo de los tiempos, estaba linda, muy linda. Linda desde el espacio que la dibujaba hasta el infinito. Venía hacia mí finamente vestida con una blusa blanca, un pantalón celeste y un par de zapatitos blancos y llevaba en las manos un coqueto monedero y una chompa liviana. Lleno de emoción vi cómo el viento jugaba con su hermosa cabellera y viceversa. Cuando llegué hasta su lado me alcanzó su chompa diciéndome suavemente. "Ayúdame por favor". Estábamos tan emocionados con ese encuentro que no alcanzamos a decirnos algo. Solo nos miramos maravillados como cuando estamos frente a una hermosa flor, un bello paisaje o una mística revelación. Para calmarnos de esa fuerte impresión, miramos a todas partes para saber por dónde debíamos salir de aquel lugar. Yo le indiqué por dónde y nos internamos en un camino de herradura rodeado de cercos de piedra, donde además de espinas, por su cuenta la naturaleza había sembrado algunas flores silvestres que la lluvia las había levantado para exhibir su belleza. Por un buen rato caminamos sin decirnos nada. Sin romper aquel mágico silencio arranqué una bella flor que estaba al alcance de mi mano y se la hundí en los cabellos por encima de su oreja izquierda, entonces ella muy emocionada me tomó de la mano y así seguimos caminando. A veces después de mirarla a los ojos le mostraba algunas flores avisándole sus nombres nativos o le hacía escuchar el canto de algún pájaro, diciéndole: "Son como tú" y ella agradecía mi galantería con una extensa sonrisa. En algún momento ella vio algo a un costado del camino, se paró y levantó del suelo un pequeño guijarro de cuarzo blanco. Después de limpiarlo con mucho cariño me lo alcanzó diciendo. "Toma, guárdala. Soy yo". Después de meterla en mi bolsillo la abracé y ella como queriendo abrigarse de un fuerte escalofrío me tomó de la cintura pegando su cabeza en mi pecho y así seguimos caminando dentro de un silencio inundado por toda clase de sublimes emociones que nos estaban llegando de otros mundos. De otras dimensiones. Los campesinos que por ese mismo camino comenzaban a regresar de sus chacras, al ver así de enredados a casi dos niños, nos obsequiaban sus simpáticas sonrisas y algunos nos lanzaban finos piropos en quechua que yo le traducía, diciéndole que estaban dirigidos a hacernos saber que solo el amor inocente es verdadero, tanto así que para serlo no necesita ni siquiera ser correspondido. Felizmente lo nuestro, era diferente. En alguna parte de aquel camino nos dimos un tembloroso y tierno beso que nos encendió hasta hacernos brillar. Y brillamos no para resaltar, sino para no perdernos cuando nuestro sol deje de alumbrarnos o para volvernos a encontrar. El resto de lo que merodeaba 30 DE LA VIDA por dentro nuestro o por fuera de nuestras vidas, simplemente no existía, porque no valía la pena dar cuenta de nuestras familias, amigos o del colegio, menos de nuestros gustos, caprichos, prejuicios y la “mala hierba” que cargamos todos, porque algo más sutil y muy auténtico nos venía atrapando. Y así seguimos furtivamente juntándonos, como aquella vez en el cine que en medio de la oscuridad tuvimos que encontrarnos para estar solos. La verdad es que no vimos la historia que debía contarnos la película, porque la nuestra era la más bella, la más feliz, la más romántica, la eterna. Recuerdo que una mañana fuimos a bañarnos a una piscina pública, pero no nos gustó porque estaba atiborrada de gente, así que nos fuimos a pasear por la ciudad y en algún lugar nos servimos chicha blanca con maicillos y nos compramos dos sublimes. Una tarde entramos a una fiesta de paga dónde bailamos payasamente la mala música que ahí sonaba. Una noche en una pastelería nos contamos los chistes que nos sabíamos y aun cuando ya me sabía casi todos los que ella contaba, cuánto me gustaba su vivaracho modo de contarlo y a modo de aplauso lanzaba al aire una franca carcajada, pero seguramente algo así hacia ella a mi turno. Otro día salimos a caminar por las calles junto a sus amigas y sus “chicos” haciendo las tonterías que los adolescentes suelen hacer, como eso de comprarnos una bolsa de coca y ponernos a “chacchar” y después servirnos sendos chupetes para saber si por causa de esas hojas la boca ya no sentía el sabor ni el frío. Un buen día nos fuimos a la orilla de un río y después de remojar nuestros pies en sus frías aguas, nos tumbamos sobre el pasto para contemplar el viaje de las nubes debajo de un cielo intensamente azul y nos pusimos a descubrir sus formas. “Esa se parece a una oveja”. “Esa es un dragón”. “Aquella es un ángel con un ala rota”. Esa es así o esa otra es asá, hasta que nos aburrimos de ese juego y empezamos a decir: “Esa se parece a una nube”. “Aquella otra también”. Después bailando y a voz en cuello cantamos las canciones que nos sabíamos y nos dedicamos muy amorosamente las que solamente sabía uno de los dos. Más tarde nos acercamos a un pequeño pozo para mirarnos reflejados en sus tremolas aguas y luego, aun descalzos, nos pusimos a saltar sobre las piedras de su cauce y al ver cómo sus aguas corrían llevándose algunos trozos de ramas caídas, unos pequeños haces de paja y muchas hojas muertas, mirándonos a los ojos y sin mediar palabra nos dijimos. "Este es el río de la vida. ¿Cuál de todo esto que se lleva seremos tú y yo?", y sintiendo una nueva y extraña pena nos alejamos de aquella ribera. Ya al caer la tarde y para consolarnos nos dimos unos fuertes abrazos y unos tiernos besos. Otro día nos fuimos de excursión llevando comida y todo lo necesario, al hermoso bosque natural y las lagunas que tiene una de las altas montañas que rodean al pueblo. A pesar del duro esfuerzo que acarrea esa jornada para los que nunca han hecho esa caminata, y también a pesar de que por momentos la veía “sacar la lengua” de cansancio, no se rindió. Más bien coronada de hermosas flores me acompañó a buen ritmo y sin dejar de señalarme llena de emoción lo maravilloso que le resultaba todo lo que estaba viendo y sintiendo. Cuando descansamos en un amplio claro de esa espesura, me dijo señalando con el índice. “Allí levantaremos nuestra casa, allá el almacén y más allá la huerta y el corral’. A lo que yo agregué. “Y por ahí mi taller”. Después para potenciar nuestras fuerzas, hicimos una pequeña 31 CIRO V. PALOMINO DONGO sesión de meditación para absorber la energía sideral que como un río cósmico discurre por toda esa floresta andina. Luego seguimos caminando llenos de ilusión y contento. De mi parte puedo confesar que ese prodigio que me estaba sucediendo nunca sabría explicarlo con palabras, porque en este mundo aún no se ha inventado el lenguaje de la felicidad, entonces sólo metafóricamente puedo decir que era algo así como entre extraño y familiar que venía alzándose desde el mismo fondo de todo lo que yo era por ese entonces, para inundarme de una fascinación salida de algún lugar jamás revelado a mortal alguno, o algo así. Pero no solo era yo el sorprendido con esa magia que nos estaba ocurriendo, pues un día, embelesada por la felicidad que la embargaba, me dijo señalándome con los ojos y moviendo la cabeza. "!Tú! ¿Por qué desde que te vi tengo la necesidad de amarte tanto?” y bajándola agregó. “Tengo miedo de volver a lo que siempre hago, a lo que siempre pienso y siento, a lo que siempre debo ser para mi familia, y que este bello mundo que se está levantando delante de nosotros vaya finalmente a quebrarse”. No le dije nada porque yo también albergaba el mismo temor. Pero aun así nos atrevimos a volar por encima de todas las ilusiones, pues ya no necesitábamos de ninguna, porque lo nuestra era algo más fuerte y real que los efímeros deseos de una vida nacida para la muerte. Una noche soñé que íbamos caminando tomados de la mano por las inmensas playas de un mar sin nombre, que rompía sus mansas olas allí donde se mojaban nuestros pies y que de un momento a otro ella se soltaba de mí y lanzando al aire la más clara de sus risas comenzó a correr levantando sobre el agua lindas salpicaduras allí donde sus veloces pies se posaban y así se iba alejando hasta hacerse cada vez más y más pequeña en la distancia, mientras mi corazón lleno de las tiernas emociones que obsequia el primer amor que se recibe y se da, quería saltar de mi pecho lleno de felicidad. Pero cuando quise echarme a correr para alcanzarla y repantigarme a su lado con el agua hasta la panza, de repente a mis espaldas escuché nítidamente su cristalina voz llamándome desde lejos, me volví y no vi a nadie, solo la desierta playa llenándose de sombras. Entonces me salí de ese extraño sueño sudando. Por la mañana le conté a mi madre la rara visión que me había ofrecido aquel espejismo. Sin dudarlo me dijo: “Un buen viaje y sin novedades”. Esa interpretación me cayó como un rayo. Más tarde me enteré que Zoe debía retornar inmediatamente a la casa de sus padres. “¡Déjate de estupideces! ¡Mañana mismo y a primera hora!” La urgencia era porque su mocosa hermanita se había dado el trabajo de contarles todas las diabluras que estaba haciendo la Zoe con el muchacho más loco del pueblo a espaldas de sus nobles tíos y que además se estaba volviendo medio chiflada porque andaba hablando cosas raras. Por primera vez tomé conciencia de que sólo por ser mujer estaban siendo muy injustos con ella, comparado con la preocupación que tenía mi madre y mis hermanas de verme limpio, guapo y bien vestido, porque estaba enamorado y según ellas el amor nos hace más bondadosos. Incluso mi padre, por otras razones, andaba satisfecho con la noticia. “Nos vemos a las siete de la noche”, me dijo resueltamente. Como ya no había nada que esconder, delante de todos a las siete nos encontramos y sin decir nada nos fuimos a sentar en una discreta banca de la Plaza de Armas donde permanecimos hablándonos con los ojos y diciéndonos las cosas más dulces que seguramente nunca más podríamos decirnos, mientras que con las manos nos acariciamos nuestros apenados rostros más allá de las nueve. 32 DE LA VIDA Cuando llegó el momento de regresar, me miró con mucha ternura y de pronto se echó a llorar amargamente preguntándose y preguntándome. “Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué?”, y como no sabía que responderle me entró una pena que me desgarró el alma y llorando le dije. “!Por favor no llores, tú sabes que pase lo que pase, yo siempre te voy a querer!”. “!Perdóname!”, me dijo y como pudo comenzó a limpiarme las lágrimas. Por el camino me alcanzó otro pedazo de la cartulina amarilla donde había escrito su dirección por si quería escribirle algo, y advirtiéndome. “Cuando yo te escriba, en el mismo sobre recibirás un corazón recortado en una cartulina del mismo color”. Al ver que la calle ya se mostraba solitaria nos besamos en la boca, en los ojos, en la frente y en las manos y nos miramos con tanta aflicción que por poco nos morimos. Después de varios dolorosos borradores, por fin pude acabar una carta llena de esperanzas y se la envié. Al cabo de dos semanas, su prima llegó hasta mi casa para entregarme un mensaje que dizque me había enviado ella. No sé por qué no quise abrirla, pues la letra con que estaba escrito mi nombre no era la suya, pero cuando por fin me decidí abrirla no encontré ningún corazón de cartulina, y cuando comencé a leerla la misma extraña letra me rompió el alma, porque entre un montón de sonseras, decía: “Todavía somos jóvenes”. “Tenemos todo el tiempo del mundo”. “Debemos acabar el colegio y la universidad y volvernos a encontrar cuando seamos mayores y buenos profesionales…”. ¿Qué jóvenes? ¿Qué tiempo? ¿Qué mundo? ¿Qué colegio? ¿Qué universidad? ¿Qué buenos profesionales? Vaya comedimiento, pues con ese adefesioso lenguaje Zoe no me habría escrito nunca. Además nuestras vidas eran para esos momentos y para nosotros, o no eran nuestras. Todavía no logro entender cómo ambos llegamos a tener un boleto para ingresar al paraíso de un mundo casi inexistente que se iba construyendo gracias a la pureza de nuestros sentimientos que con mucha potencia emergían desde el fondo de nuestras almas, pero también con la resuelta voluntad de nuestros corazones y nuestros pensamientos que dulcemente se entrelazaban sin querer parecer un signo de pertenencia: "Tú de mí y yo de ti". Éramos los polos opuestos de una poderosa energía que necesitaba mantenernos unidos para revelarnos un asombroso misterio que era mucho más grande que esa obsesión que algunos llaman “amor”. Que un día se siente y otro día ya no, y hasta se puede curar porque solamente es una enfermedad. Aunque en el sobre de mi carta puse mi dirección, nunca me llegó nada. Pasado algunos meses decidí incluir en mi propósito vital mantener en mi corazón el recuerdo del silencioso pero exaltado amor que nos tuvimos y que fue un milagro para mi vida y una bendición para mi alma, así como agradecer a esa niña que con solo una mirada me inspiró a descubrir y expandir mis emociones para poder transitar por los apacibles senderos de la compasión. Terminando el colegio, salí de mi pueblo para estudiar en una universidad de la gran ciudad. Allí conocí mucho de eso que la gente llama amor, que no era otra cosa más que el frío cálculo de una infinidad de intereses y ambiciones previas al matrimonio o simplemente un brutal apareo y punto. Claro que nunca dejé de suponer que por ahí dónde campean las “buenas vibras” deben existir los amores eternos, pero desgraciadamente esos no se dejan ver, porque están hechos del material con que se hacen los ángeles. 33 CIRO V. PALOMINO DONGO Muchos años más adelante me puse a pensar que el verdadero amor no vive dentro del tiempo de esta terrestre vida. No vendrá un día o algún día, eso llega en el momento en que nuestras almas están sintonizadas con las vibraciones de una sutil y especial dimensión espiritual. Pero cuando comienza a operar muy dentro nuestro porque está hecho para nosotros, todavía no sabe expresar sus pensamientos, solo puede hacernos sentir muchas cosas que aún no tienen palabras dentro del lenguaje de intereses y necesidades con que los humanos solemos comunicarnos y por eso mismo nadie sabe todavía de qué se trata, solo intuimos que es inmensamente bueno y que puede regalarnos paraísos. El día en que el amor comience a hablarnos, será a través de buenas acciones y otros prodigios más. 34 DE LA VIDA LA DOCTRINA Tengo metida en la memoria un viaje que hice a una puna remota para realizar una inspección ocular con motivo del reconocimiento oficial de una Comunidad Campesina. Recuerdo que desde un pueblo colonial que aparece en el listado de las reducciones de indios que se hizo en tiempos del virrey Francisco de Toledo, allá por los años 70 del siglo XVI, como a las cinco de la mañana salí con el entusiasmo que me producen estos viajes a lugares desconocidos, pero para mí mala suerte, sin desayunarme. “!Este es el mejor caballo señor!”. Y cuando vi al jamelgo, me imaginé a don Quijote frente a su Rocinante, porque si bien ese no era tan flaco, sin embargo, tenía un semblante triste y cansado que sin duda le marcó el esfuerzo de subir y bajar desde el valle templado a las gélidas punas. Pero igual salí montado en ese penco para decirles a mis anfitriones que yo también era un jinete. Subimos por una quebrada por donde bajaba un cristalino y bullicioso rio que remontaba inmensas piedras finamente pulidas por sus aguas, probablemente desde que comenzó a acomodarse esta cordillera cuando terminó de elevarse desde el fondo del océano. Al comienzo del viaje nos tropezamos con amplias y bellas chacras con sus casitas de adobe recubiertas con arcilla y pintadas con ocres de colores de donde salía por los techos de paja el humo de los fogones. Con la panza vacía me puse a pensar. “Allí si se desayuna”. A medida que fuimos ascendiendo la quebrada se fue estrechando y el rio se hizo menos caudaloso y bullicioso, la vegetación más escasa y el aire más frio. Fue a partir de esa altura que el camino comenzó a angostarse, porque comenzamos a ascender al filo de unos barrancos y después de precipicios. De repente mi rocín comenzó a inquietarse como si hubiera visto un puma, entonces le supliqué al que estaba a mi lado que sujetara al animal porque deseaba bajarme. “¡Péguele duro con el fuete señor! Se está mañoseando”, me aconsejó. “Por favor quiero bajarme, debo orinar” Le dije y recién me hizo caso. Cuando los demás vieron que me apeé del caballo se preocuparon de sobremanera, para calmarlos les dije. “Desde aquí voy a caminar, porque yo he venido a trabajar, no a matarme”. “¡Pero falta mucho señor!” Me advirtieron. “No se preocupen, voy a llegar”. Les dije y comencé a caminar. Más adelante en una parte vi a lo lejos un cerro que tenía la forma del tocón de un gigantesco árbol, igual al Cerro Baúl de Moquegua. Cuando pregunté sobre esa extraña montaña me dijeron que se llamaba “Llaqtagentil”, y que ahí existía una antigua ciudad que fue destruida por Dios con una gigantesca bola de fuego que cayó de los cielos, porque sus habitantes eran unos idólatras muy pecadores. Yo me puse a pensar que seguramente en ese lugar existirían algunas ruinas incaicas o de un tiempo más remoto, con un adoratorio a los dioses ancestrales, un usno o una huaca que seguramente fue muy importante para los pobladores de aquellos tiempos. Y que durante la reducción de los indígenas en pueblos de traza romana (Plaza Mayor, cuadras, calles y solares) seguramente sacaron a la fuerza a los habitantes de esa “llacta” nativa para reducirlos en el pueblo colonial que dejamos atrás, y si se atrevían a volver los mataban. 35 CIRO V. PALOMINO DONGO Mientras iba caminando disfrutando del aire, la luz y del telúrico paisaje que ofrecía aquellas serranías, me vino a la memoria que poco después de las reducciones de indios, llegó la evangelización promovida por los reyes de España y la iglesia católica, para convertir al cristianismo a todas las poblaciones de los territorios conquistados en América con la participación de más de 5,000 curas doctrineros entre mercedarios, franciscanos, dominicos, jesuitas y agustinos que, con el fin de evitar conflictos entre ellos, se les tuvo que asignar un territorio para cada orden sacerdotal, donde contando con la mano de obra aborigen que desde antiguo eran buenos albañiles y picapedreros construyeron templos, iglesias y monasterios para ese fin. Pues bien, durante la evangelización esos curas doctrineros estuvieron a cargo de que los indios fueran buenos vasallos del rey de España dentro de los pueblos reducidos, pero además de administrar los sacramentos, vigilaban las cofradías, juzgaban en primera o segunda instancia cuestiones pertinentes a la moral, al bien público y al orden social, así como auxiliaban a las demás autoridades. También tenían potestad sobre cada indígena que habitaba el pueblo de su doctrina, otorgándoles permiso para que pudieran salir del mismo. Sin duda fue que durante la evangelización los curas doctrineros de ese lugar y de otras partes, inventaron ese y otros muchos cuentos como eso de la colosal bola de fuego que destruyó a los adoradores de Wiracocha, el sol, la luna, el rayo y las huacas, para que los indígenas de sus doctrinas no se atreviesen a volver a ese lugar y menos adorar lo que allí existía, sino Dios les arrojaría muchas más bolas de fuego que destruirían todos los pueblos de la comarca. Y tan efectivo fue ese temor infundido que duró muchos siglos y seguramente seguirá durando mientras perdure la fe en los nuevos ídolos y el credo que llegó con los conquistadores. “Pero eso no era nada nuevo”, me refuté yo mismo, porque a lo largo de la historia humana así se ha procedido en todas las conquistas para lograr mantener los territorios ganados en uno y cien combates. Pero en estos tiempos que corren, ya no se trata de invadir países y someter con armas y credos religiosos a su población, sino que, a través de las ideologías políticas de izquierda o de derecha, como si fueran verdades infalibles y eternas, manipulan la mente de los incautos ciudadanos, para hacer casi lo mismo que los curas doctrineros del siglo XVI, pero esta vez para apropiarse del fruto de su trabajo, de sus territorios ancestrales y sus recursos naturales. “!Qué lejos aún estamos de la libertad!”, pensé suspirando, porque aún estamos en la época medieval de las doctrinas y los adoctrinamientos. Como a medida que íbamos avanzando, el cerro ese se iba haciendo más y más grande, sospeché que del lugar donde estaba yendo, no estaría muy lejos y en realidad así era. Después de la Inspección Ocular que empezó cerca del mediodía y duró un par de horas y luego de la huatia con charqui de carne de alpaca asado en el fuego y chancado que, al menos para mí, es una delicia y un buen mote de maíz blanco con queso y un jarro de mate de muña sin azúcar que acabó a las dos de la tarde, pregunté. “¿En cuánto tiempo se puede llegar a Llaqtagentil?” Muchos de los comuneros me dijeron que a medianoche, otros que mañana, pero no faltó alguno más viejo que dijo que nunca, porque primero me moriría antes de llegar a ese lugar maldecido por Dios. Yo que veía el “Cerro Tocón” como empecé a llamarlo, tan cerca supe que por temor me estaban mintiendo. 36 DE LA VIDA De pronto se me acercó un muchacho de esos que son criados y hasta nacidos en Lima o alguna ciudad de la Costa, para decirme. “Bien caminadito se podría estar máximo en dos horas, porque tiene un camino inca bien clarito que hasta de noche se puede andar”. “¿Conoces el lugar?”. Le pregunté. “No, pero tengo ganas de conocerlo, porque yo no creo en las sonseras que piensa la gente”. “¿Qué gente?” “Toda la gente de estos pueblos”. Me respondió. “¿Entonces vamos?” Le pregunté. “¡Vamos!”. Y nos fuimos mientras que los más viejos nos hacían cruces por las espaldas, no adiviné si era para que nos fuera bien o para que nos muriéramos bendecidos. Un poco más allá de las cuatro de la tarde llegamos al lugar, era una planicie circular y ligeramente hundida que te hacía sentir que estabas en un anfiteatro de más o menos diez hectáreas de extensión que albergaba los restos de una antigua ciudadela al parecer Wari, bastante bien conservada. Cuando vimos un sistema de riego nos preguntamos cómo y de dónde podría haber llegado el agua a ese lugar. Paseamos por sus estrechas calles y visitamos las habitaciones más grandes preguntándonos que podrían haber sido. En una de ellas sorprendimos a dos enormes tarucas que asustadas saltaron por encima nuestro. Por su ubicación central y visible adivinamos que algunas construcciones podían ser adoratorios levantados para que se expresara la fe de aquellos “abuelos”. Nos movimos por aquí y por allá, mientras que yo en voz alta hacía mis conjeturas. “Esto debe ser un usnu, estas deben ser fuentes ceremoniales, aquella una colca”. Cuando no habíamos recorrido ni la mitad de esa ciudadela de repente se pasó la tarde y pronto sobre ésta y las demás interminables montañas, caería la noche con su inmenso y cercano manto de luminosas estrellas que en algo aclararían nuestro camino. En ese momento mi aventurero acompañante me dijo con un dejo de temor. “Mejor vámonos ya”. “¿Tienes miedo?” Le pregunté, como no me respondió le dije. “Yo voy a regresar a este lugar con mis amigos con carpas y comida suficiente para quedarnos todo lo que haga falta, hasta averiguar de dónde y cómo llegaba el agua y otras cosas más”. Y nos echamos a andar más ligerito que cuando vinimos y solo así, casi a medianoche llegamos a la Plaza de Armas del pueblo de donde había partido con la comitiva de los interesados en convertir en Comunidad Campesina aquellas tierras, incluido el “Cerro Tocón”. Por mi acompañante me enteré que el Presidente gestor nos estaba esperando y cuando me vio, con tono de alivio me preguntó. “Buenas noches, señor. ¿Cómo es ese sitio?” “¡Nada que ver!”. Le respondí de este modo porque la gente de esos lugares cree que en esas “llaqtas” precolombinas, como en las películas de Indiana Jones a simple vista uno se puede tropezar con keros, collares, pectorales, cinturones, orejeras y otras joyas de oro y que por ese motivo las almas de los malditos gentiles de ese lugar asumiendo la forma de sus familiares o amigos van a salir a vagar por los caminos y las aldeas matando a los niños, ancianos, mujeres embarazadas y perros en busca de sus tesoros robados. En medio de esta conjetura, mi compañero de aventura me dijo. “¡Este huevón ha creído que no íbamos a volver o que saldríamos de ese lugar completamente locos al ver de qué modo cruel diosito les ha sacado la mierda a todos los pecadores de “Llaqtagentil”, y eso no le conviene porque si no, quién va ha resolver los trámites para el reconocimiento de la comunidad” 37 CIRO V. PALOMINO DONGO Me despedí de ambos y me fui al lugar donde debía alojarme. Mientras me estaba alejando el “limaquito” con tono cómplice y levantando hacia arriba el pulgar de su mano derecha me preguntó. “¿Na’ que ver, no?” “¡Exacto!” Le respondí con el mismo gesto y me fui a dormir muy cansado y hambriento. 38 DE LA VIDA LA VETA Cuando al mediodía, junto a mis colegas estaba almorzando en el restaurante que festivamente llamamos, "el centro de engorde”, me encontré con un compañero de trabajo, de esos que por años andan buscando empleo en los Proyectos de Inversión Pública, y a ver si gracias a Dios y su misericordia lo encuentran. Después de saludarlo y escuchar con atención sus apremiantes quejas, solo cuando acabaron éstas por fin logró tranquilizarse. Para distraerlo de su ansiedad, le pregunté sobre el daño que la minería ilegal está causando a las cabeceras de las cuencas de su provincia y su impacto sobre la agricultura y la ganadería de la zona, me confió. “De haber hay. A veces tan poca que ni siquiera se habla y otras veces tanta que te provoca meterte en ese negocio donde como si nada se habla de miles de soles, para no andar como un limosnero buscando chamba”. Luego me contó que, en una comunidad no muy lejana de la capital de su provincia, un profesor se fue a cazar vizcachas a los pedregales de unas alturas donde al pie de una gran montaña existe una laguna y un pequeño bosque de cceuñas en sus inmediaciones. Ya antes había estado ahí para lo mismo, pero esa vez se encontró con tantos de esos animalitos que en poco más de una hora había cazado lo suficiente como para llenar su mochila y pensó que ya era suficiente. Como es la costumbre ancestral de las gentes de las gentes de esos pueblos, hizo un “pago” al “Apu” del lugar y la laguna, por haberle permitido llevarse algunas de sus criaturas y para ello buscó un lugar propicio cerca de una roca larga y rojiza que estaba incrustada al pie del cerro que desde allí se levanta. Luego sacó de uno de los bolsillos de su mochila una pequeña bolsa de plástico que contenía un sahumerio preparado a base de coca, cigarros, incienso, palo santo, laurel, romero, salvia, manzanilla, etc., que se venden en los mercados de los pueblos. Luego tomó un poco de paja y algunos palitos secos que estaban a la mano con los que encendió una fogata donde echó el contenido de la bolsa y mientras el aromático humo se iba levantando, de rodillas mirando al cielo y casi gritando lanzó al aire sus alabanzas y su gratitud en quechua. –¿Y qué dicen? –Le pregunté lleno de curiosidad. –Son casi iguales a las silenciosas oraciones que rezamos en las iglesias, para que nos concedan una gracia. Pero en esos casos se hace nombrando a los Apus y a las lagunas para darles las gracias por los favores recibidos. Esa es la diferencia, a unos les pides que te hagan el milagro de darte lo que deseas y a los otros les agradeces por lo que te dieron. Luego me contó que, como si se tratara de algo prodigioso, después de su ofrenda se abrieron las nubes y brilló como solo puede brillar el sol en las punas. En ese instante notó que brillaban unos pequeños puntitos amarillos sobre la roca rojiza y cuando se acercó a curiosear qué era eso, cayó en la cuenta de que eran pequeñas pepitas de oro incrustadas en la peñasco. Entonces con una piedra puntiaguda comenzó a chanca la roca; después de lograr reunir una cantidad que a simple vista parecían tres kilos, en realidad pesaba mucho más que eso. Sin embargo, paró, pues le invadió la sospecha de que sólo podría tratarse de chalcopirita o lo que se llama “el oro de los tontos”. 39 CIRO V. PALOMINO DONGO Ya en su casa, en un gran batán que tenía trituró lo más fino que pudo todo ese material. Más adelante, con mucha agua separó el mineral que contenía ese polvo con una bandeja de plástico de las que se usan para "lavar" oro en los arroyos. Cuando el material más pesado se mantuvo en el fondo de la criba brillando, se convenció que era. “¡Oro! ¡Oro!!” Solo de esa cantidad de material logró obtener casi una onza. Más tarde por medio de un especialista se enteró que era de alta ley. Después con sus tres hijos varones portando picos, combo y cinceles volvió al lugar, pero antes de laborar “pagaron” más generosamente al "Apu" y a la laguna. Cuando lograron cargar más de 20 kilos del material extraído en cada una de sus mochilas, se pusieron a limpiar minuciosamente el lugar para que nadie se entere que por ahí alguien estaba laborando. Finalmente se despidieron haciendo muchas reverencias a la montaña y la laguna. Más tarde con acémilas, volvieron varias veces al lugar, porque el oro metido en esa roca rojiza no terminaba de acabarse y también porque hasta tres comerciantes de oro del Cusco llegaban a la capital de la provincia, para comprarles el precioso metal que lograban obtener en la moderna maquinaria que habían adquirido. Hasta que un día, uno de los comerciantes se apareció en la comunidad con un chino alto, flaco, con el cabello hirsuto y un cigarrillo que por su cuenta se consumía en su boca como si fuera un cenicero, para decirle que quería comprarle en dólares todo el oro que tenía y le ofreció una fortuna si le revelaba el lugar de donde lo extraía. Dicen que el profesor le respondió al chinito codicioso. “Primero me compras en dólares todo el oro que ahora tengo y después te digo de dónde lo consigo”. Luego de haber recibido varios fajos de dólares a cambio del oro que le entregó, el profesor empezó a contarle la misma historia que le había sucedido, pero sin revelarles las señas del lugar, es decir de la laguna y el “Apu” que los lugareños llaman “Ayaorcco”, el cercano bosque de cceuñas y otros detalles más, pero sí les dijo que se trataba de una puna inmensa donde existía un promontorio de grandes piedras con cientos de vizcachas, entre las que estaba una roca rojiza que brillaba ostensiblemente por el oro que contenía. “Cuando termine de romper y trasladar toda la veta incrustada en esa piedra podemos ponernos de acuerdo, para que a cambio de lo que convengamos te dé sus coordinadas UTM y por el Google Earth te señalo la ruta para llegar a ella. Tú sabes 'Bruce Lee', donde hay una, puede haber más. ¿De acuerdo?”. Muy rápidamente corrió la noticia de que el “profe” se había comprado una casa enorme en una urbanización pituca del Cusco y una camioneta Toyota Prado y dos de sus hijos hicieron lo mismo y el tercero en Arequipa, pero la menor de todos prefirió hacer su vida en un departamento de lujo en Lima, conducir un automóvil japonés nuevo y vestir ropa de las mejores marcas que, si bien podían decir algo de ella, más no de lo que en realidad era. Pero como los peores enemigos están dentro de la familia y los paisanos, pronto las malas lenguas comenzaron a decir que, siempre en su afición de cazador, un buen día caminando por una puna lejana el "prosor" vio a la distancia un montón de grandes piedras y por curiosidad o porque ya conocía un buen dato acerca de ese lugar se dirigió hasta allí. Cuando llegó merodeó por aquel pequeño bosque de piedras y después de un rato pudo ver un agujero que parecía la entrada a un lugar secreto. Luego de encomendarse a los dioses de los “abuelos” y de los españoles, se atrevió a entrar encendiendo una linterna. Unos pasos más allá tropezó con una escalinata que lo condujo hacia la rica e intacta tumba de un jerarca 40 DE LA VIDA Wari sepultado junto a su esposa y sus sirvientes, de dónde sacó coronas, máscaras, pectorales, collares, brazaletes, orejeras, vasos ceremoniales y un montón de alhajas de oro, así como delicadísimos tejidos y un sin número de suntuosas piezas de alfarería, que acabó vendiéndoselos a unos huaqueros cusqueños y a un coleccionista chino de antigüedades. Otros dijeron que aprovechando toda la coca que en cantidades llega a esa provincia altoandina, para que la gente siga chacchando como lo hacían sus antepasados desde Manco Cápac. Con esas hojas el “prosor” fabricaba kilos y kilos de pasta básica de cocaína que le compraban unos narcos cusqueños y varios mafiosos chinos y fue así como se hizo millonario. Algunos menos despistados y conocedores de cómo ahora la gente se hace millonaria, dijeron que seguramente se habría topado con una rica veta de oro que podría estar en uno de esos pequeños agujeros donde a rastras los mineros precolombinos cavaban para extraer la roca cargada de oro para pagar sus tributos al Sapa Inca, y que después los españoles explotaron hasta que no quedara ni oro, ni indios. Sin embargo, en algunos de esos huecos murieron enterrados algunos por culpa del “Supay” de la montaña. “A quién Dios se la dio, San Pedro se la bendiga” decían al tiempo que soñaban con igual fortuna. Luego me contó que se había enterado que el “jataso” que se había comprado en el Cusco, era de un ex Gerente General Regional que lo había entregado al Poder Judicial en pago de la Reparación Civil que la Sala Penal le había fijado, por la comisión de varios delitos contra el patrimonio en agravio del Estado. Pero cuando el “prosor” quiso pelearla con un buen abogado, tuvo la suerte que el letrado le dijera. “Mi estimado, necesitamos demostrar de dónde salieron los dineros para la adquisición de esa propiedad, así que será necesario tener en mis manos los documentos de sus cuentas de ahorro, de la venta de algún predio suyo o heredado para su adquisición. En fin todos los instrumentos legales mediante los cuáles podamos demostrar a los vocales y al fiscal superior que ese inmueble lo ha adquirido con el fruto del trabajo de toda su vida”. Y cómo no era así, el asunto quedó ahí. Una vez más, pero con mucho más cuidado, el “prosor se compró una casa más bacana en Ica, porque todavía tiene escondido en algún lugar secreto de su casa comunal un chuchunal de dólares”. Ya después de ese incidente en que por poco descubren la procedencia ilegal de sus dineros, se fue a consultar al más famoso chamán de su provincia. Quién luego de escuchar su historia, éste le preguntó. “¿Has hecho un ‘pago’ cuando te compraste esa casa?” “No”. Le respondió. “¿Has hecho un ‘pago’ cuando te compraste el carro?” “No”. Fue su respuesta. “¿Tus hijos han hecho un ‘pago’ por todo lo que se compraron con lo que les dio el ‘Apu’?” “Creo que no”. Entonces el sabio andino mirando al cielo, solemnemente le dijo. –Desde el comienzo de todo, para nuestros pueblos las cosas más preciadas son las personales. En tu caso el oro que se hallaba escondido en esa gran roca rojiza era una cosa personal y muy querida del “Apu” y si te lo ha dado es porque tú con mucha fe le ofreciste un “pago”, hasta ahí todo estaba bien y en calma. Pero tú has cambiado por dinero el regalo que te dio y con él te has comprado muchas cosas, entonces debiste agradecer por cada una de las cosas importantes que ese dinero te ha dado, a menos que los hayas compartido con tus semejantes, en ese caso no hace falta. Si no lo haces puedes perderlo todo. ¿Me entiendes? –Cuando con la cabeza le dijo que sí, acotó. –Nuestros “Apus” no castigan nuestra alma, porque esa 41 CIRO V. PALOMINO DONGO pertenece al cosmos, pero no soportan a los ingratos, puesto que en nuestro mundo todo es dando-dando. ¡Nunca te olvides de eso! 42 DE LA VIDA EL CURSO DE CAPACITACIÓN Estando de viaje en Comisión de Servicios a la capital de una lejana provincia, para dictar una charla sobre Gestión Comunal que había organizado una ONG, que solo mi jefe sabía de su existencia. Cuando muy temprano llegamos al lugar, no encontramos a ninguno de los organizadores esperándonos en el lugar convenido, así que para hacer tiempo nos fuimos al mercado del pueblo, para tomar un suculento desayuno que no solo nos llenara la panza, sino que además nos calentara el cuerpo. Y para garantizar eso es necesario comerse un caldo de gallina, de cabeza o de res. Justo cuando estábamos por acabar de desayunarnos, se apareció uno de los responsables de la organización del evento, para pedirnos disculpas por no haber estado presente donde debía esperarnos y en compensación se ofreció pagar lo que habíamos consumido mi compañero y yo. "¿Dónde se va a llevar a cabo el curso?" Le pregunté. En el auditorio de la municipalidad me contestó. "Entonces vamos para allá, porque hay que registrar a los asistentes y entregarles el material para el curso". Cuando llegamos al lugar solo estaban presentes dos empleados de la ONG, que estaban muy preocupados porque solo habían llegado seis comuneros y como ya estábamos cerca de la hora fijada, para calmarlos les dije. "Esperaremos a que lleguen a diez y arrancamos con el curso. No soy un cantante engreído como para pretender que me escuche una multitud". Se sonrieron, pero la mujer del grupo me comunicó que ya habían contratado sesenta almuerzos completos, es decir, sopa, pan, segundo, refresco y fruta. "Bueno, entonces, tendremos que comer a cuatro almuerzos cada uno, alucinando que estamos en Jueves Santo". Y nos pusimos a reír de mala gana. "¿Qué ha pasado, no han sabido convocar o los comuneros no los conocen?" Les pregunté y casi en coro me respondieron que el curso estaba registrado como parte del programa de festejos por el día de la creación de la provincia, pero a pesar de sus reclamos, al Gobernador se le ocurrió programar su dictado para el día central que era precisamente hoy, y que esta sería la causa por la que los directivos comunales no pudieron venir porque en cada uno de los distritos de esa provincia también se celebra dicho aniversario. “¿Entonces, en otras palabras, no va llegar nadie más?” Les pregunté. El director con mucha pena me confió que seguramente no vendría nadie más. Cuando les pregunté sobre lo que sería el programa para el día central, me respondieron que estaba previsto una misa Te Deum en la iglesia, luego se haría un desfile cívico, militar y escolar y que después del mediodía se realizaría una corrida de toros con astados de media sangre y toreros de reconocida fama. Luego les dije que por un rato iría al local que tiene mi trabajo en esta capital, para entregar algunos documentos que había traído para su trámite. Y allí me fui. Para llegar a donde iba, tuve que pasar por la Plaza de Armas del pueblo y vi como una novedad para mí, que allí estaban reunidos varios grupos de músicos vernaculares vestidos con sus alegres trajes típicos y exhibiendo orgullosamente sus wacrapucus, tambores, pinkullos, quenas, tinyas y algunos tenían arpas, guitarras, mandolinas y violines. Imagen 43 CIRO V. PALOMINO DONGO extraordinaria que me gustó de sobremanera. Eran como cincuenta y a los que me permitieron les hice algunas fotografías. Cuando les pregunté, por qué no estaban tocando como en una verbena, me dijeron que por respeto a las autoridades que en esos momentos estaban oyendo la misa y que para el desfile tocaría la banda que la municipalidad había contratado en la capital del departamento y que ellos amenizarían la corrida de toros que por la tarde se llevaría a cabo en el ruedo del pueblo. Llegué hasta el local, saludé y con gran entusiasmo me saludaron también y cuando les pregunté sobre el dictado del curso, me dijeron que no sabían nada de nada y que nunca habían escuchado hablar de la ONG que me había invitado. Cuando me estaba despidiendo de los colegas me preguntaron que, si podían asistir al curso, les dije. "!Claro que sí! Por su participación serán premiados con un certificado de asistencia y un suculento almuerzo completo”. "!Gracias Jefe!" dijeron en coro a modo de despedida. Cuando llegué al auditorio, estaban igual de apenados, porque nadie más se había sumado a la magra asistencia. Para levantarles el ánimo les anuncié que tendríamos tres asistentes más. Cómo ni esa noticia logró animarlos les propuse que mejor fuera cancelar el curso y que en otra oportunidad lo haríamos contando con una mejor convocatoria. Todos los miembros de la ONG con un mismo gesto me dijeron sin decirme nada. “¡Estás loco!". Luego les reproché que ni los empleados locales de mi trabajo sabían de la realización de este evento, cómo es que sabrían los comuneros y otros interesados. Se miraron entre ellos y luego se quedaron no solamente callados, sino súbitamente colgados. Al verlos así, me puse a reflexionar sobre lo poco que estaba contribuyendo con esa mi actitud y para remediarlo les pregunté con mucho interés. "¿De verdad tienen contratados esos sesenta almuerzos?” Me contestaron que no solo contratados, sino pagados también. Entonces regresé a la Plaza de Armas del pueblo y haciendo algunos ademanes para llamar la atención, me dirigí al grupo más grande de los músicos que estaban allí y con el vozarrón que cuando me hace falta suelo hacerme escuchar, les pregunté muy seriamente "¿Quieren disfrutar de un delicioso almuerzo con sopa, segundo, refresco, frutas y panes?" Como si no fueran a almorzar ese día, todos dijeron que sí. "Para eso tienen que asistir a un pequeño curso sobre Comunidades Campesinas que dictaré en el auditorio de la municipalidad! "¿A qué hora?" Preguntó uno de los interesados. "!Ahorita mismo! ¡Síganme los buenos!" Cuando llegué dónde estaban los organizadores me estaban siguiendo más de veinte músicos, así que les dije que se anotaran en el padrón de asistencia y que luego recibirían un folder con el material que contiene el curso, un lapicero, hojas en blanco para anotar lo que les interese, y que al finalizar el evento se les entregaría un diploma y un ticket para disfrutar de un rico almuerzo. “¿De acuerdo?" Les pregunté y cuando me dijeron que sí, entré al auditorio para preparar el dictado de la charla: Pizarrón, plumones, mota, multimedia, alma, vida y corazón. Cuando empezó el curso el auditorio estaba lleno de wacrapucus, tambores, pinkullos, quenas, tinyas, arpas, guitarras, mandolinas y violines y algunos paisanos interesados en el curso o en ganarse un almuerzo, no sabría decirlo. Después de un rato la mujer del grupo me interrumpió para decirme que sumados nosotros ya estábamos llegando a los sesenta asistentes y qué haríamos si llegaban más. Le pregunté cuántos certificados de asistencia 44 DE LA VIDA tenían. Me dijo que cien, porque la imprenta trabaja solo por cientos. "Recibe a los sesenta, ya nosotros sabremos dónde o qué almorzamos. A los que se anoten después de los sesenta, les advierten que sólo se les dará un certificado de asistencia, pero no el ticket para el almuerzo porque se les a agotado”. "!Señor, no tenemos tickets!" Le pregunté que si tenían algún sello, como me respondió que sí, le dije con algo de enfado. "¡Inventen pues mamacita. Inventen.! ¡Numerado y firmado!". Lo que me fascina y a la vez me apena de estos cursos, es que muchos comuneros recién se enteran que la Comunidad Campesina es la única institución precolombina que sobrevivió a la conquista y la colonización y que deriva del Ayllu que tiene más de tres mil años de antigüedad, pero también ignoran de qué se trata legalmente estas, y qué son los comuneros calificados y los no calificados, así como acerca de su territorio, asamblea general, directiva, padrones, derechos, obligaciones, prohibiciones de sus integrantes, uso de tierras comunales, faenas, justicia comunera, recursos naturales, estatuto, anexos, empresa comunal, elecciones comunales, etc., etc., por ser asuntos que les incumbe a todos. Pero nadie se los ha dicho del modo más sencillo posible y con la ley en la mano de qué se trata todo eso que deberían sabérselo al dedillo. Sólo saben que pertenecen a una comunidad donde uno o dos grupos de “autoridades" por turnos se encargan de dirigirlos durante todas sus vidas, es decir hasta que a los gobernantes y los gobernados, les llegue la muerte. Lo que es más revelador para los asistentes, es que recién llegan a enterarse que sus directivos tampoco saben lo que dice la ley, sino que gobiernan la comunidad según unas antiguas costumbres que no han hecho más que mantener a su pueblo en un indolente atraso, como si aún estuvieran en los tiempos de la colonia. En buena cuenta están igual a nosotros, que casi en completa ignorancia acerca de la Constitución Política del Estado que rige la vida de nuestro país, solo seducidos por la propaganda acudimos a elegir presidentes, congresistas, gobernadores, alcaldes y otras autoridades que casi por unanimidad nos ofrecen una decepción y llenan nuestras cárceles, y a pesar de que nos juramos que la próxima vez no caeremos en sus chanchullos, pero sometidos por la misma ignorancia, una vez más elegimos a las nuevas autoridades que al final resultan iguales o peores. Recuerdo que estaba muy feliz por estar capacitando a esos juglares andinos, que en su vida diaria son como cualquier otro comunero, que con el sudor de sus frentes cultivan y cosechan su pan de cada día y el resto del tiempo lo dedican a la crianza de su ganado, pero al mismo tiempo son algo carpinteros, albañiles, herreros, talabarteros, hilanderos, tejedores, curanderos, cocineros y hacen un poco de lo que se hace en otros antiguos oficios. Pero estos además estaban bendecidos con el don de la música y por eso debían estar presentes en cualquier fiesta, ceremonia o acontecimiento cívico o religioso con el único deseo de trasmitir y hacer prevalecer la música y las costumbres de sus ancestros, pero también para que los paisanos canten, dancen y suelten al aire sus atávicas alegrías que son la sal de sus vidas. Después de las infaltables preguntas y sus respuestas, por fin terminó el curso. Como si estuvieran enseñados ya en la calle hicieron una columna de a dos y tocando sus alegres marchas andinas nos dirigimos al lugar del almuerzo a dónde llegué embriagado por una muy 45 CIRO V. PALOMINO DONGO personal emoción que me quitó el hambre y cualquier otra necesidad con la que tengo acostumbrado a mi cuerpo. Precisamente cuando estaba gozando de ese singular placer, el compañero chófer me comunicó con evidente alarma que no habría almuerzo para los dos. Le respondí que, porqué tendría que haber para nosotros, sí nos han pagado viáticos y que de ahí debe salir nuestra alimentación. "Ya sé eso doctor, pero no hay un restaurante abierto a esta hora, porque todo el pueblo se fue a la corrida de toros." “Entonces vámonos al ruedo, estoy seguro que allí debe de haber mucho para comer." Después de absolver las consultas de parte de algunos interesados que quieren aprovechar la oportunidad de entrevistarse con un abogado gratuito y especializado en la materia, para saber algo que les afecta en función de la tenencia de las tierras comunales o acerca de la minería ilegal. Sin embargo, las más de las veces estas consultas son quejas contra algún "enemigo a muerte", que generalmente es su pariente y que puede durar todo el tiempo que los quejosos quisieran si es que uno no le pone fin. Cuando llegamos al ruedo, mi colega se fue a escoger que deseaba comer, mientras que yo me deleitaba con las imágenes que a raudales me ofrecía aquella antigua costumbre traída de España junto con los astados y que se ha instalado poderosamente en las costumbres y el inconsciente colectivo de estos pueblos comuneros. Pero por ahí también vi desperdigados en grupos a mis atentos alumnos tocando jubilosamente sus marchas taurinas o interpretando sus antiguas canciones. En ese pueblo los vecinos habían acostumbrado a asistir a las corridas de toros con toda su familia, dónde las mujeres llevan envueltas en llicllas, ollas con toda clase de deliciosos potajes y abundante cancha, mote, charqui y quesos, mientras los hombres se encargan de comprar por cajas la cerveza que haga falta para que se arme la jarana. Es algo así como un picnic taurino. Estando yo en medio de estos confortables gozos y reflexiones, se apareció el jefe de la ONG fantasma a la que serví, con un plato de “cancacho” de cordero y una caja de cerveza y sin decirme nada, porque una enorme sonrisa ocupaba sus labios, desapareció. Poco después se apareció mi colega y al verme comiendo tan rico, me preguntó dónde lo había comprado. Le respondí con un refrán que aprendí de un antiguo amorcito universitario. "Al que no desespera, algo mejor le espera". "La caja la trajeron también ellos?" "Así es", "Pero jefe, tenemos que viajar". “Precisamente por eso no vamos a tomar". Y por tanto se la regalé a un grupo de músicos "chicheros" de Abancay que estaban animando la fiesta. Después de eso los “pikis” cumbiamberos a modo de agradecimiento me saludaron varias veces por unos potentes parlantes que se dejaban escuchar no solo en esa plaza, sino en la inmensidad de esas alturas. Cuando estaba tratando de entender los afanes que se desarrollaban en la arena, vi a lo lejos una enorme nube negra que tenía la forma de la panza de un enorme barco y se dirigía hacia el coso y el pueblo, entonces presentí que en cualquier momento iría a llover. Y así fue, porque se desató un chaparrón inclemente que nos puso a todos los pies en polvorosa, de modo que las mujeres recogieron sus comidas y los varones de cada grupo empezaron a correr con dos, tres y hasta cuatro cajas de cerveza, mientras el distribuidor de aquella bebida 46 DE LA VIDA suplicaba por los potentes parlantes que no se lleven sus cajas y sus botellas de cerveza, y que: “!No se vayan!! ¡¡Ya va a pasar!! ¡¡La lluvia va a pasar!!” Por nuestra parte ya algo mojados por fin llegamos hasta la camioneta, rápidamente nos subimos y cuando el vehículo retrocedió nos dimos con el enorme susto de que un niño de unos diez años se había protegido de la lluvia metiéndose debajo del vehículo. Felizmente no pasó nada de eso que, en esos momentos, ni siquiera quería imaginarme. “!Vámonos!, ya tuvimos suficiente por hoy. Menos mal que Dios está con nosotros". Dije eso al tiempo que me persignaba. 47 CIRO V. PALOMINO DONGO “¡TA’SUAGÜELA!” Llegando entré y saludé a quienes me estaban mirando y amablemente contesté a quiénes me saludaron. En seguida me aproximé al cajón que contenía los restos mortales del difunto, me santigüé y con mucho fervor elevé mis oraciones por su alma. Luego de leer de reojo los nombres que aparecían en las blanquinegras esquelas que se lucían en los enormes y bonitos arreglos florales que expresaban su cariño y su dolor a los deudos, me acerqué a darles mi más sentido pésame y a manera de consuelo le dije al oído a la viuda. "Los tiempos de Dios son perfectos". En seguida muy seriamente saludé a todos los presentes estrechándoles la mano y ellos me alcanzaron la suya con un gesto de dolor estampado en sus rostros que me decía. “¡Que en paz descanse!”. Luego busqué un lugar dónde tomar asiento por unas horas, para acompañar en su sufrimiento a la familia. Después se fueron armando los grupos donde los asistentes, desde los más vivarachos hasta los más opas, se pusieron a conversar, narrar y oír anécdotas y escuchar algunos chistes refinados o los malvados chismes que la alegre gente de este valle suele contar. Eso no puede ser de otro modo, porque estaban ni más, ni menos que en el velorio de un paisano, del que dirán casi todos los que harán uso de la palabra en su camino al cementerio. “¡Querido amigo no te has muerto, tan solo te has adelantado!” Llegado el momento nos sirvieron unas tasas de ponche de almendras con un toque de aguardiente de caña del valle, acompañado de un trozo de torta, cuyo olor y sabor, por lo menos a mí, me acercó a los felices tiempos de la infancia, y quizá por eso se hizo más sabrosa la charla, pero sin perder la compostura, toda vez que la presencia del difunto y su inconsolable familia, desde su lugar, imponían un compasivo respeto. Sin participar directamente en ninguna de esas tertulias, yo me deleitaba escuchando las viejas chanzas pueblerinas que ahí se dicen o sorprendiéndome con las novedades que sucedieron delante de mis propias narices, pero que en todo o en parte, no me enteré. O lo bueno y lo malo que le sucedió a alguno de los paisanos. Y así muy sutilmente hablaban sin aludir puntualmente a alguien o algunos, aunque eso no era necesario, porque al tiro se sabía de quién o de quiénes y porqué estaban hablando. A veces lo hacían de un modo tan general que podrían estar hablando de varios de ellos, incluso de ti mismo sin que te dieras cuenta. Por ahí la viuda de uno de los que se murieron cruelmente en los peores momentos de la pandemia, sin poder quejarse, ni despedirse de sus seres queridos, refiriéndose al fallecido como un pariente lejano y sin que se lo preguntaran comentó. “Por ejemplo mi abuelita que en sus buenos tiempos fue una hermosa mujer y la principal heredera de la hacienda “Orccopampa", tuvo dos hijos para Lucio Rodríguez, otros dos para un comerciante arequipeño que apellidaba Cabrera, uno para el administrador de su hacienda y el ultimito para un Guardia Civil que se llamaba Andrés Arce, que era tío del difunto”. Al oír eso me apareció en la cabeza un signo de admiración que me dijo. “¡Ta'suagüela! y ni siquiera tuvo necesidad de casarse con ninguno”. Pero haciendo rápida memoria acerca de lo que se dijo, ese hecho no era ninguna novedad en otros tiempos, pues ser madre soltera con muchos hijos no era nada raro y eso sucedía dentro de no pocas familias que viviendo en la ciudad, eran dueñas de un pequeño fundo de esos que a los paisanos les encanta llamarla "hacienda" o de una buena chacra en las inmediaciones del pueblo, de donde a base de un 48 DE LA VIDA trabajo constante salía el diario yantar en forma de maíz para los tamales, las humitas, los choclos, el mote, la chochoca, el guiñapo, etc. Sin faltar las manzanas, peras, paltas, duraznos, pacaes, lucmas, higos, membrillos, ciruelos, nísperos, guayabas y los frutos de otros árboles exóticos que podían echar exitosamente sus raíces en esta tierra. Tampoco les faltaba gallinas, patos, cuyes, conejos y chanchos que con mucha dedicación se criaban para el autoconsumo y si por su abundancia se vendían algunos, era para comprar las otras cosas que también se comían, como el arroz, azúcar, harina, aceitunas, chocolates, fideos, avena y panes cuando no se elaboraban en casa. Sin que les faltara un pequeño hato de ganado cuyo número dependía de la disponibilidad de sus pastos, de donde se proveían de leche, quesos y mantequilla. En su momento la venta de los toros les dejaba algún dinero para adquirir la vestimenta de todos sus miembros y atender la educación de los menores, que sí o sí, debían ser lo mejor de la familia. Y si después de todo sobraba algo se convertía en un ahorro para adquirir herramientas, semillas y todo el menaje de la casa, así como para cubrir el pago de la luz eléctrica y las necesidades mayores como los de la salud y la ampliación o mantenimiento de la casa. Sin ser feministas esas mujeres se sentían mejor que los hombres que pasaron por sus vidas y con su inmenso amor, como una gallina con sus polluelos, se preocupaba por todas las necesidades vitales de su prole y por eso ni a ellas, ni a sus parientes les interesaba dar cuenta de porqué los padres de sus hijos no se quedaban a vivir a su lado, para compartir las responsabilidades del hogar o por lo menos de sus hijos. Al parecer por esos tiempos los hombres no eran tan importantes para las mujeres como lo son ahora, aunque esto último tampoco es cierto del todo, porque si algún valor suelen darle a sus hombres, es solo para subirlos a lo más alto que puede remontarles su ego y narcisismo, para luego dejarlos caer inmisericordemente en la forma de una andanada de juicios de alimentos y sus incrementos, donde los jueces, aun sabiendo que el obligado es un vago y bueno para nada, solo para hacerle saber que pueden hacer lo que les da la gana con la “justicia” que administran, les clavan una obligación alimenticia que jamás, ni trabajando podrían pagar y por esa razón estos pobres diablos acaban lamiendo las rejas de la cárcel por la comisión del delito de omisión a la asistencia familiar, hasta que sus parientes y amigos haciendo varias polladas “Pro-Kevin”, logran reunir y pagar todo lo que debe el “angelito”, para que pueda abandonar su encierro. Pero esa desgracia volverá a sucederles cada vez que a la “malas madres” de sus odiosas criaturas les dé la gana, especialmente cuando vean que sus expresidiarios, con su colita o un moño adefesioso, sus tatuajes nazis en los brazos, montados en una cagona moto china, están saliendo o conviviendo con otra mujer. –¡No te voy a dejar en paz huevón! Porque por tu culpa estoy metida en este horrible pueblo criando solita a tu hijo, cuando por mi juventud y belleza debería estar en Estados Unidos o Europa. –Les suelen decir. –¡Hablas huevadas solo porque tienes lengua! Ni te atrevas a seguir jodiéndome, porque estoy juntando plata para hacerle una prueba de ADN a quién dices que es mi hijo y con eso te voy a cagar cholita de mierda y por pendeja te van a meter a la cárcel donde te está esperando la prima hermana de la Abencia Meza. –Les suelen responder. 49 CIRO V. PALOMINO DONGO –¡Cholita? Para que sepas maricón, ¡yo soy hacendada!! Acaso crees que no sé qué ahí adentro te ha hecho su mujer el negro del wasap y por eso estás loco por volver. –Ya te he dicho cholita cachera, tu comunidad no es tu hacienda. En cambio, en aquellos tiempos, los críos sin padre de esas mujeres eran los queridos vástagos de todos los adultos de la familia y cada quién a su modo se encargaba de enseñarle con mucha paciencia el oficio con el que se mantenían. Después escuché decir a la misma mujer que los hijos de su abuelita e incluso su propia madre, un día salieron del pueblo por su cuenta con rumbo a las principales ciudades del país, cargando una pequeña maleta y una carta de súplica o recomendación a un pariente o a un buen amigo de la familia para que con el correr del tiempo y después de mucho trabajo y grandes sacrificios acabaran siendo buenos profesionales, exitosos empresarios o simplemente buenos hombres y por eso útiles a su familia, la sociedad y la patria. Incluso contó que alguno de sus tíos fue a buscar a sus padres biológicos, no solamente para conocerlos, sino hasta para brindarles su apoyo. “Tan bonito los habían criado que como todo buen cristiano no tenían envenenada su alma de resentimiento”. Decía orgullosamente. En esta parte de la conversación nos sirvieron un suculento caldo de gallina, porque ya era las ocho de la noche y por ese motivo la mayoría de los presentes dejaron de hablar. Entonces en medio de ese pequeño silencio me puse a pensar. “¿Así de simple habrá sido la vida en otros tiempos? O solo se trata del cotorreo que ocupan las soñolientas horas de los velorios”. 50 DE LA VIDA ¡SAQUENME DE AQUÍ!! Había una vez un niño muy mimado, consentido y sobreprotegido que se llamaba Brayan. Desde los dos años, como si se tratara de fantasías inocuas, se había acostumbrado a ver en el celular los a veces violentos dibujos animados que se alojan en el YouTube, pero aun así sus padres lo dejaban ver mañana, tarde y noche con tal de que no los moleste. A los tres años, aún sin saber leer ni escribir, ya era un experto en manejar el celular y por medio de su micrófono podía acceder a lo que quería ver. “¡Capitán América!”. Llamaba gritando e inmediatamente el celular le mostraba varios capítulos del Capitán América. De modo que cuando se le antojaba podía ver hasta treinta videos de diferentes series. Cuando le tocó ir al Jardín de la Infancia, para él fue una verdadera tortura, pues todas las mañanas de lunes a viernes no podría estar viendo a su voluntad horas y horas los dibujos animados que ofrecía el celular. Algunas veces hacía hasta lo imposible para no ir a clases a fin de quedarse en la cama mirando lo que se le antojaba y gritando sobre estimulado y eufórico cuando quería festejar lo que veía. A los cuatro años ya era un vicioso completo, pues con tal de no molestar y muchas veces hasta fregar, había logrado que le asignaran un celular y con el se levantaba, tomaba desayuno, almorzaba y cenaba y si no lo dejaban salirse con su gusto, se negaba a tomar sus alimentos. Y no solo eso, sino que había dejado de tener amigos, jugar, correr, pasear como lo hacían los otros niños de su edad. Lo más grave de todo es que a esa corta edad acabó creyendo, como un tonto, que los dibujos animados existían de verdad y no solo eso, sino hasta llegó a pensar que lo que sucedía afuera no era tan real como alguna vez pensó. Un día fueron a buscarlo a su dormitorio y no estaba. Solo encontraron el celular exhibiendo uno de los episodios de los dibujitos a los que se había enviciado y nada más. Lo buscaron por toda la casa y nada, desesperados salieron a la calle y nada, luego lo buscaron por las calles cercanas a su casa y nada. Se subieron a su automóvil y peinaron casi todas las calles de la ciudad y nada. Ya al anochecer se fueron a la comisaría a reportar la pérdida de su hijo y el jefe policial activó una “Alerta de Emergencia” y se dispuso su búsqueda. Prometiéndoles darles todos los pormenores del proceso de su ubicación, los despidieron. Al día siguiente, después del último reporte de la policía sobre la búsqueda del Brayan que tampoco era positivo, su mamá recibió un mensaje por wasap de un teléfono desconocido que le decía: “?Quieres encontrar a tu hijo? Ingresa a este link”. Desesperada la mujer ingresó a esa dirección y adivinen que pasó. ¡Ahí estaba el Brayan, metido en el celular! Con quién la misma ropa y su cara de despistado de la realidad. La madre pensó que lo habían secuestrado y que con ese video los delincuentes estaban dando una fe de vida y que pronto les comunicarían las condiciones de su rescate. Entonces sonó otra vez el tono de su wasap y cuando lo abrió vio que desde un mensaje de voz alguien le decía. -¡Señora, nadie ha secuestrado a su hijo! Lo que pasó es que el niño se ha sumergido de lleno en la fantasía de los dibujos animados que ofrece el YouTube y con la ayuda de ustedes se ha enajenado de la realidad y ahora está con la dopamina al máximo metido en el ciberespacio. 51 CIRO V. PALOMINO DONGO Si lo quiere rescatar le suplico que no apague el celular, ni que éste deje de funcionar, porque se acabó la carga de la batería o por falta de pago a su operadora, en cualquiera de ambos casos ya no volverá a verlo jamás o pueda que de algún modo vuelva a verlo, pero convertido en un dibujo animado o algo por el estilo. ¡Le advierto, no deje que se apague el celular! Más adelante le daré otras instrucciones. Luego le dio la misma dirección en donde estaba el Brayan. Como lo encontró sumamente desesperado le preguntó. “¿Qué pasó hijito?” “¿De verdad estás en el ciberespacio? -¡Mamá, mamacita linda! No sé si este es el ciberespacio o me estoy volviendo loco, pero aquí hay miles de señores dibujantes que son los que de su imaginación o de puras mentiras crean los dibujos animados y como estoy metido en este lio, con mi voz, mi cara y mí cuerpo quieren convertirme en el dibujo de un zorrino malvado y hacerme actuar en dos o tres capítulos de un anime muy violento y chiflado, que si tiene éxito puede durar algunas temporadas, y si no me van a tirar a la basura digital, pero, de cualquier forma, tarde o temprano, me van a desechar. ¡Por favor sácame de aquí, mamacita preciosa! Inmediatamente la madre escribió un mensaje al teléfono de donde enviaban los wasaps y le preguntó cómo podía rescatar a su hijito, pues si de algún modo estaba allí, debía haber otro modo para que pueda salir. “¡Por favor, deme un consejo, una esperanza!”. Al momento recibió otro mensaje que decía. -Entre a esta dirección que es una ruta que parte desde dónde usted vive hasta Choquequirao. Lo que ha pasado es que su hijo contando con el beneplácito de ustedes ha creído que lo real eran los dibujos animados que durante varias horas del día ávidamente consumía y no la realidad que por haber nacido, a diario y en grandes cantidades, nos ofrece nuestra madre tierra. Así que ahora ustedes tienen la enorme responsabilidad de volverlo al mundo real y enseñarle a vivirlo. -Le dijo. -Y que debemos hacer para que vuelva a la realidad. -Le preguntó la desesperada madre. -Ustedes no tienen que hacer nada, pues bastante de esa nada ya han hecho para que a Brayan le suceda esta desgracia; como eso de permitirle usar el celular asiduamente y muchas veces a escondidas, hasta convertirse en un adicto, y así ocupar el mayor tiempo de su ocio e inclusive cambiar su estado de ánimo y la rutina de un niño normal. -Confieso que también soy adicta a las redes sociales que ofrece el celular. Pero por amor a Dios, ya no me regañe más y dígame de qué modo puedo rescatar a mi niño. -Suplicó la mujer. -Para eso Brayan debe realizar diez tareas que tienen que ver con la mismísima realidad si él desea volver a vuestro lado, pero si se siente feliz allí donde está ahora, déjelo ser. Total la máxima aspiración de los padres es la felicidad de sus hijos. -Le recordó. -¿Y cuáles son esas tareas? -Primero debe ir a pie desde la ciudad hasta Choquequirao, para realizar las siguientes tareas: 1) Avistar 20 aves y preguntar por sus nombres. 2) Conocer el nombre de 30 lugares que existen en el camino que bien pueden ser cerros, nevados, colinas, parajes, fundos, estancias, Comunidades, chacras, pampas, pequeños bosques, punas, etc. 3) Luego en Cachora y Marampata conocer el nombre de 20 productos que cultivan los comuneros de ese lugar. 4) 52 DE LA VIDA Averiguar el nombre de 20 animales de la fauna silvestre. 5) Conocer 10 animales domésticos que los lugareños crían para su alimentación. 6) Conocer 10 plantas silvestres que ofrecen sus frutos a los lugareños. 7) Ya en la orilla del río Apurímac deberá averiguar qué clase de peces viven en sus aguas. 8) En las playas del mismo río deberá acumular en un lugar hasta 50 piedras de diferentes tipos, colores y tamaños solo para saber la inmensa variedad de ellas. 9) Ya en Choquequirao deberá averiguar quiénes construyeron y vivieron en ese Santuario ancestral y qué clase de edificaciones levantaron en ese sitio y 10) Por la noche tendido de espaldas en el Usnu ceremonial de ese santuario ancestral deberá contar doscientas estrellas, para que sepa que el cosmos también existe. -¿Pero podrá hacer todo eso? -Preguntó recelosa la madre. -¡Puede! Pero ustedes con sus engreimientos y sus descuidos no le han permitido desarrollarse como debe hacerlo un ser humano normal y han dejado que se sumerja de lleno en la fantasía de los dibujos animados, hasta llegar al extremo de creer que esas tonterías existen como algo real y olvidarse de la función de sus cinco sentidos, su intuición y la realidad que se desenvuelve dentro de las cuatro dimensiones que nos rodean; es decir, largo, ancho, altura y tiempo-espacio. Y por eso ahora está muerto y sin amor para la vida normal, pero resucitado en “modo zombi”, o sea, ahí donde ahora está, es, pero para la realidad ya no es. Señora en esta vida y dentro de nuestro mundo real un hombre normal lo puede todo, incluso con el tiempo desde este mismo lugar ese hombre podrá viajar hasta las estrellas. -¿Y cómo podrá realizar esas diez tareas? -Preguntó con mucha vergüenza la mujer, pues todo lo que le dijo era cierto. -Después de esta charla le voy a dejar una dirección que en realidad es un video que empezará en la puerta de su casa y llegará hasta Choquequirao, en cuanto empiece aparecerá el niño dentro de él y será usted quién deberá decirle las tareas que debe hacer, pero en ningún momento, por más que usted conozca, le ayudará a desarrollarlas, pues dentro del video interactuará con los personajes que aparecerán en él, para que le informen acerca de lo que deba preguntarles y conocer lo que deba conocer, para cumplir sus tareas. Usted solo dedíquese a animarlo, es decir, a despertarlo. -Le aconsejó. -¿Y si tiene hambre y desea comer algo para restaurar sus fuerzas o si llegada la noche dónde va a dormir para que pueda descansar? -Preguntó la mujer muy preocupada. -¡Señora, no seamos fariseos! Acaso cuando Brayan andaba metido en el celular comía algo o cuando llegaba la noche deseaba descansar. Usted sabe que ya su niño está entrenado para no comer ni dormir. -¿Cuánto tiempo durarán las tareas que debe realizar mí Brayan y como podré saber yo que está cumpliendo cada una de ellas? -Preguntó angustiada la mujer. -Todo el tiempo que necesite. Pero si Brayan quiere de todo corazón volver a su lado y a la realidad que usted le debe ofrecer y mostrar, la respuesta puede ser, muy pronto. Cuando el niño cumpla satisfactoriamente una tarea aparecerá un like (dedito arriba) y el número de la tarea cumplida en toda la pantalla de su móvil. 53 CIRO V. PALOMINO DONGO No se imaginan cómo, ni yo tampoco, pero Brayan en mucho tiempo y con grande esfuerzo, lágrimas y sudor, tal como en su momento lo hicieron los míticos Gilgamesh y Hércules, cumplió todas las tareas y una mañana se apareció en su cama y no se despertó hasta el día siguiente. Entonces se levantó, se bañó por sí mismo, tomó todo su desayuno y con su mochila en la espalda se fue solito a la escuela. Cuando volvió alegre de ella, almorzó de buena gana y se puso a hacer sus tareas, porque quería aprender a leer de verdad, pues deseaba saber que más podían decir los libros acerca de la realidad. A los dos días su padre le preguntó. -¿Recuerdas lo que te ha sucedido? Le respondió que no, pero si recuerda que en sus sueños caminó a pie hasta Choquequirao y que en el camino aprendió muchas cosas y que seguramente hay mucho más de ellas en otros sitios y si éstas estaban fuera de su alcance probablemente debían estar escritas en los libros. -¿Sabes lo que es esto? Le preguntó mostrándole su celular. -Es tu celular o acaso no sabes que es tuyo. – Le respondió con indiferencia el niño. -¿Y el tuyo? -Le preguntó lleno de curiosidad. -Debe estar por ahí, pero no me interesa, total nadie me va a llamar y mejor que sea así, porque tengo mucho que hacer y aprender. Está lindo el día. 54 DE LA VIDA LOS PUNTEADOS POR EL AMOR Llegado el mes de junio alguien de mi trabajo se acordó que debía organizarse la no sé qué versión de la Feria Agropecuaria del pueblo, solo porque figuraba en el Calendario de Ferias del ministerio del ramo. Pero como en la región no existen organizaciones de productores agropecuarios formales serias y con personería jurídica inscrita en los registros públicos y vigente, salvo algunas informales que con fines políticos se aparecen en tiempos electorales o para sacarle alguna ventaja económica al Estado o a las empresas mineras formales. Así que: “¡Maldita sea!” Una vez más todos los trabajadores, debíamos, sí o sí, planificar, organizar y realizar la feria que correspondía a ese año. De modo que en una reunión de trabajadores debían organizarse las comisiones para cada una de las actividades que debe tener una feria como agricultura, ganadería, artesanía, agroindustria, gastronomía, etc., y entre ellas la más “tranca”, espectáculos. Para mí mala suerte algún comedido me propuso como responsable de esta última y sin que supiera cuántos levantaron la mano mostrando su conformidad con mi candidatura no consentida, de modo que con un unánime voto de aplauso resulté elegido. Para esa tarea había que contratar a los artistas que día a día y desde media mañana debían animar la bendita feria. Es decir, por la mañana show infantil para los peques, después música criolla para acompañar el almuerzo, luego un poco de música moderna para animar la tarde. En ese segmento se le brinda facilidades a los jóvenes artistas locales que deseen interpretar cualquier género musical de su repertorio, quienes generalmente ruegan por actuar gratuitamente dentro de ese espacio, porque aprovechan la ocasión para hacerse conocidos y para ese fin, metidos entre el público, sus amigos o parientes reparten volantes y tarjetas donde señalan las virtudes de su arte y con quien contactarse para los contratos. Algunos resultan ser buenos y prometedores, pero la mayoría son “más malos que el hambre”, como ese grupo de rock que interpretó en inglés los más famosos temas del género, pero que irremediablemente lo echaron a perder absolutamente todos. Ya cuando acaba la tarde y cae la noche se encienden las luces y se aumenta el volumen de los parlantes, porque debe empezar: “¡LA FIESTA!! ¡LA FANTÁSTICA FIESTA!!!” que a todo pulmón se anuncia en los potentes parlantes y que deberá durar los cinco días de la feria. A las seis de la tarde un artista con su acompañamiento o un grupo musical y luego desde las ocho hasta las diez de la noche un cantante o conjunto con cartelera nacional o por lo menos conocidos en el sur del país o, un aclamado grupo musical con todo y sus calatas. No quiero referir en detalle con qué clase de gente te tropiezas cuando estás al frente de esa comisión, pues algunos se creen superestrellas y te hablan medio raro y para que hagan su trabajo hay que engreírlos con todo lo que te piden, por lo menos con lo que les puedes cumplir en ese momento. Por ejemplo, uno me dijo que para que saliera al escenario debíamos pagar su alojamiento en el hotel de turistas, le dije que sí, pero cuando acabó -al menos para mí- su horrible actuación, le dije que leyera bien su contrato, entonces fue cuando de cólera e impotencia le salió toda su mariconada. Otros se aparecen pidiéndote que le pagues de inmediato el dinero del contrato, caso contrario no se aparecerán en el escenario. Entonces te pones a pensar en cuántas ocasiones 55 CIRO V. PALOMINO DONGO los habrán “cabeceado” y por eso son súper desconfiados, pero también supones que de repente son tan malos músicos y por eso cobran por adelantado. Lo que más molesta es que estos saltimbanquis a última hora te hacen un montón de estúpidas sugerencias como eso de que: “¿Pueden alcanzarle dos cajas de cervezas a nuestros fans que están a la izquierda?”. Otra se apareció casi afónica y con cara de no haber chupado un par de días y sin dormir, pidiendo una botella de “caña miel” y cuando se sopló un par de largos tragos cantó sin problemas. Y casi todos tienen reclamos acerca del piso del escenario, el aire del escenario, las luces del escenario, el sonido del escenario, la voz del animador y de las mariposas nocturnas que los están molestando y otras sonseras más que no logré adivinar de qué se trataban. Claro que existen los artistas muy educados y agradecidos por haberlos preferido a la hora de formular el programa del espectáculo. “Señor, quiero manifestarle que hemos tenido el honor de animar esta preciosa feria y por eso deseamos ser parte del elenco artístico en los futuros eventos que organice vuestra institución. ¿Qué le pareció nuestra presentación?” “¡Fabulosa!! Y con la misma educación, una amplia sonrisa y los dos deditos arriba. Después de cinco tortuosos días por fin llegó la presentación estelar de “Los punteados por el amor”, el grupo estelar que cerraría todo el espectáculo y la mismísima feria. Por la tarde después de muchos años me encontré con un amigo de mi niñez y adolescencia. La verdad es que tenía muy gratos recuerdos de él y al parecer él de mí, de modo que nos abrazamos llenos de emoción y alegría y como él quería (y yo también) olvidarnos de todo ese adefesio que estaba frente a nosotros y ponernos a disfrutar unas cervezas, para recordar aquellos buenos tiempos que jamás se alejaron de nuestras memorias, pero lamentablemente tuve que decirle que tenía esa responsabilidad y que apenas comenzara la presentación del último grupo nos reuniríamos de verdad. Así que ya bastante cansado de todo aquello me instalé en el escenario para garantizar que esas “superestrellas” empezaran a hacer lo que hacen, sin interesarme lo que pudieran realmente hacer, decir, tocar o cantar. Total, su música no es ni será de mi gusto, porque yo nací el 53 y por eso escuché la buena música que aún me mueven las ideas y el espíritu o me rompen el corazón o el alma. Estaba en eso hasta que por ahí se apareció el vocalista del grupo, un petizo bastante calaverón que bien podría llamarse el Brandon, el Yónatan, el Yeison o el Kevin a reclamarme muy malcriadamente. -¡El equipo no tiene “Mixer”, ni “Delay”, ni Rivers”!! -¿Qué son esas vainas? -Le pregunté muy extrañado. -Son efectos de sonido que se necesitan para que puedan salir bien la voz del cantante y el sonido de las guitarras. -Me aclaró el que parecía ser el director del grupo. -¿Son algo así como robots electrónicos que hacen que ustedes suenen diferentes a lo que en verdad son? -Le pregunté poniendo la cara de alguien que no podía creerlo, porque me estaban diciendo que no eran auténticos. -Algo así, pero no tanto. -Trató de explicarme. -Bueno. ¡Si no hay. No hay! Pero en ningún renglón de nuestro contrato dice que ustedes deben interpretar su música ayudados por micrófonos especiales y efectos electrónicos que 56 DE LA VIDA les hagan sonar diferente a lo que en verdad ustedes suenan y tampoco que esa es responsabilidad nuestra. Pues para mí los buenos cantantes son los auténticos, los que suenan como son. A capela. ¿Me entienden? -Les dije sin complicarme la vida, porque lo que me estaban diciendo era algo así como si en su noche de bodas, la novia le dijera a su flamante esposo que en realidad es un varón, y bueno, sino es mujer, jamás será su esposa. -¡Sino tienen esos equipos yo no salgo a cantar! -Amenazó furiosamente con su voz rechinante el cantante calaverón. -¡A mí no me vengas con amenazas!, porque si no sales, agarro el micro y con mi voz que es de verdad y de varón, le comunico al público que tú no quieres cantar, porque el equipo no tiene los efectos de sonido para que cantes bonito, porque tu verdadera voz es una churreta y vas a ver cómo la gente te revienta a botellazos y mañana mismo esta estafa aparece en las televisoras y los periódicos a nivel nacional, porque aquí están todos sus corresponsales. -Dije eso y me acerqué al dueño del equipo de sonido, para decirle que quería dirigirme al público. Estaba en eso cuando se acercó el jefe del grupo para decirme. “No se preocupe señor, vamos a salir y ya verá lo bueno que somos con o sin lo que nos está negando”. “¡Más les vale!”. Le dije alto y claro y me calmé. Lo cierto fue que esos “punteados” podían salir como les diera la gana, puesto que a esas horas sus fans y el público entero estaba poco, a medias o bien borracho como para que se dieran cuenta de cualquier diferencia, pues desde ahí arriba se veía que muchos borrachines estaban desesperados buscando al “cuerito” que les habían hecho gastar su dinero en comida, regalitos y algunos caprichitos y que justo en esos momentos se habían hecho humo. Los adolescentes estaban ocupados en gritar, no porque aquellas “estrellas” los hicieran delirar, sino gritaban por gritar, como queriendo sacarse algún “clavo” o simplemente porque querían “chonguear’ a su gusto, y los otros estaban tan borrachos que no sabían dónde estaban parados y sólo estaban esperando que la gente comience a moverse para que ellos también pudieran moverse y seguramente, al igual que yo, el resto estaba pensando en cómo llegar a la ciudad desde tan lejos y sin la garantía de que hubiera una movilidad segura para llegar a sus casas. Después de dejar todo en orden, me fui al encuentro de mi amigo y de cuando en cuando volteaba la cabeza hacia el escenario, para ver y oír cómo aquel “pulmón de gato” sin su “Mixer”, su “Delay”, ni su “Rivers”, cantaba hasta las huevas, pero se movía muy al gusto de sus fans y de verdad los enloquecía. Cuando le conté ese impase a mi amigo, me dijo: “Todos estos artistas modernos cantan y tocan full tecnología y hasta ganan concursos internacionales. Son como esos culisueltos que a fuerza de implantes y hormonas llegar a ser mamacitas y papacitos, aunque sean hembritas sin huevos y machitos sin pichula”. 57 CIRO V. PALOMINO DONGO LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ (Mis locos tiempos en la G.U.E. “Miguel Grau de Abancay) Corrían los años 60’ del siglo XX y por esos tiempos escuchaba a mi padre cantar este tango con mucho sentimiento y sólo para él: “¡Siglo veinte, cambalache, problemático y febril! El que no llora no mama y el que no roba es un gil…..¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno no vamo’ a encontrar!.....¡No pienses más sentate a un la'o que a nadie importa si naciste honra'o!.... Es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey que el que vive de los otros que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley”. Ahora que lo recuerdo después de 60 años me parece que todo sigue igual. Por esos años era presidente del Perú el arquitecto limeño Fernando Belaúnde Terry que ganó las elecciones de 1963 para gobernar hasta 1969. En Roma el sumo pontífice de la Iglesia Católica era el italiano Giovanni Montini que asumió su papado con el nombre de Pablo VI. En Estados Unidos de Norteamérica gobernaba el presidente Lyndon Johnson que asumió el cargo tras el asesinato de su predecesor John F. Kennedy en noviembre de 1963, para entregarlo al presidente Richard Nixon en enero de 1969. En el año 1966, como seguramente lo habrán hecho varios compañeros de mi promoción, llegué a la Gran Unidad Escolar “Miguel Grau”, para terminar la primaria y allí mismo empezar la secundaria. Por suerte me tocó llegar a las manos del profesor Efraín Viladegut Gutiérrez que además era su director, quien me hizo entender que el arte de enseñar y aprender podía ser un juego que solo necesitaba prestarle la máxima atención. Mi nuevo colegio era el más grande y nuevecito de la ciudad, aunque un poco más lejos, porque mi anterior escuela “La Prevo” estaba a la vuelta de mi casa, pero eso no importaba, pues todo aquello desconocido que me rodeaba era completamente nuevo y en todo sentido más extraordinario, ya que tenía un local más amplio formado por dos grandes pabellones de dos pisos cada uno con muchas aulas y un formidable patio de cemento y varios más pero en estado natural. También tenía varios profesores y un montón de alumnos de todas las edades superiores a la mía y los más veteranos eran los de quinto de secundaria a quienes yo los veía viejos, como a señores. Lo más increíble era que no tenía paredes y estaba rodeado de un enorme bosque de eucaliptos. Para llegar hasta ahí debía pasar por la puerta de la capilla del Señor de la Caída y cruzar un puente sobre el río Olivo. Lo primero que hicimos los más palomillas y acostumbrados a pasearnos por la campiña abanquina, fue investigar qué había bosque adentro. Así supimos que hacia el Norte uno se tropezaba con una enorme acequia que se llamaba Chamanayarcca. Pasando ese canal no convenía ir más arriba, porque había algunas chacras donde ladraban feroces perros. Hacia el Oeste se podía llegar a un enorme reservorio de agua que quedaba al pie del Sector Pucapuca, donde según una vieja leyenda era muy peligroso bañarse en sus aguas, porque del fondo de ese estanque podía salir una desdichada mujer, que en medio de una locura de amor se había matado en ese pozo, y sin ningún aviso “jalarte de las patas” hasta el fondo, pensando que eras uno de los hijitos del amante traicionero. 58 DE LA VIDA En el sotobosque de aquel eucaliptal crecían pastos naturales y muchos arbustos y matorrales de huaranguayes, tucnaes, chamanas, lenguaywacas, pikipichana, anispampa, higuerillas, tunales, molles, etc., y algunas pencas de maguey, matas de retamas y en los lugares húmedos y los cercos unas cuántas ciracas y maticos, por donde correteaban nerviosas las lagartijas ya casi al borde de la extinción por culpa de los mocosos que las perseguían para matarlas. También y según la estación había muchos jesjentos, huayronccos, chillicos, tancayllos, ninacaras, pachacchaquis, wilcas, avispas, langostas, hormigas como las sisis que eran pequeñitas y picaban muy fuerte, las negras que andaban sobre los arbustos, y por los suelos trajinando sobre sus propios caminos las grandes hormigas marrones trasladando su carga de pastos y yerbas cortadas hasta su hormiguero y muchas mariposas que revoloteaban de flor en flor y sin que lo notáramos algunas hacían su metamorfosis en nuestras propias narices. Y por los días del inicio de la temporada de lluvias se aparecían algunas apasancas negras y una que otra de color marrón. Sobre las ramas de los eucaliptos y los altos molles se posaban y cantaban muy temprano en la mañana y al atardecer muchos pichincos, cuculis, urpis, chaiñas, tuyas, chihuacos, checcollos y revoloteaban velozmente algunos picaflores. Por el Sur estaba el barrio y el estadio “El Olivo” y le seguía una ciudad que iba creciendo a toda prisa, gracias a la expropiación de la hacienda Patibamba. Por el Este corría el río Olivo que aun venía todo el año y en tiempo de lluvias se tornaba peligroso para los pikis. Allí construíamos nuestras pozas para bañarnos en calzoncillos en el “tiempo de baños” que empezaba después de las vacaciones de medio año hasta la clausura del año escolar. Lo que más nos emocionaba era que dentro del bosque existían montones de grandes piedras calcáreas por todos lados. Esos eran los lugares perfectos para encontrarnos y jugar sin descanso. Más tarde cuando nos llegó la adolescencia se convirtieron en nuestros escondrijos para hablar de la vida, las muchachas, escuchar música y fumar. Por aquellos tiempos sucedieron muchos acontecimientos económicos, políticos, sociales y culturales que cambiaron la historia del Perú y del mundo y todo eso podíamos saberlo gracias a la onda corta de las radios a tubos que teníamos en casa. Inquietos por saber algo más allá de todo lo monótono que pasaba en Abancay que por ese entonces solo alcanzaba a ser un pueblo que crecía. Y como ya sabíamos en qué punto del dial podíamos sintonizar las trasmisiones en español de Radio Francia Internacional, la BBC de Londres, Radio Nederland de Holanda, Radio La Voz de América y otras, podíamos conectarnos con el mundo exterior. Por las noches sintonizábamos Radio Miraflores que llegaba con todas las novedades musicales de Lima y el exterior. Otro acontecimiento que estaba sucediendo fue que en esos tiempos nuestro departamento ya se encontraba conectado por carretera con muchos lugares de la Sierra y con todas las ciudades de la Costa. Bueno pues, por esas carreteras se fueron y se estaban yendo a buscar mejor porvenir los colonos de las haciendas de todas partes, de modo que en los años 59 CIRO V. PALOMINO DONGO 60’ del siglo pasado ya no producían como antes porque ya no tenían colonos y sus dueños comenzaron a venderlas por parcelas a quienes podían pagar algún precio por esas fracciones. Eso estaba sucediendo por estos lares, porque hacía buen tiempo había llegado la idea de que para hacer dinero y lograr preminencia social, ya no servía la economía agraria basada en las prestaciones personales a cambio del uso de las tierras del latifundio, sino a través de un sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción, la fructificación del dinero y la concurrencia de sus actores en el mercado. Esa herramienta se llamaba capitalismo. De otra parte, por esas mismas carreteras llegaron a estas tierras las doctrinas políticas del Marxismo, Leninismo y Maoísmo que preconizaban la propiedad conjunta de los medios de producción y la eliminación de las clases sociales, la dictadura del proletariado en la etapa socialista y la eliminación del Estado en la fase comunista. Y que la religión era el “opio de los pueblos” y los curas eran los cómplices de la desigualdad y la injusticia social que alentaba el capitalismo, pero a nuestra edad eso todavía nos tenía sin cuidado. Por esas mismas emisoras también nos enteramos del nacimiento en los Estados Unidos del jipismo que era un movimiento contracultural, libertario y pacifista. Los jipis escuchaban rock psicodélico, groove y folk contestatario, abrazaban la revolución sexual y creían en el amor libre. Por esos años miles de jóvenes norteamericanos y particularmente los jipis se rebelaron contra el estado de cosas y contra la guerra en Vietnam, para no ser usados como carne de cañón en un conflicto que consideraban, absurdo. Muchos de ellos buscaron formas de experiencia poco usuales en esos tiempos, como la meditación. Debido a su rechazo al consumismo optaron por la simplicidad voluntaria, ya sea por motivaciones espirituales, religiosas, artísticas, políticas y ecológicas. Algunos participaron en el activismo radical y en el uso de la marihuana y otras drogas “pesadas” con la intención de alcanzar estados alterados de conciencia. Por esos años veíamos que algunos jipis pasaban por Abancay con rumbo al Cusco. Cuando sabían hablar castellano nos decían que estaban yendo a Machupicchu, porque allí se estaba trasladando el nuevo centro magnético de la tierra y será por eso que incluso ahora se le considera un lugar energético a nivel mundial. Por ese medio también nos enteramos de la intervención de Estados Unidos en la guerra de Vietnam apoyando al régimen de Vietnam del Sur, en guerra contra el Vietnam del norte apoyado por la ex Unión Soviética. Otra cosa que supimos y esta vez por los periódicos también, es que en Inglaterra y el mundo entero se desató la beatlemanía con el rock de The Beatles, conformada por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Por esos años también llegamos a enterarnos de la llamada “Guerra de los Seis Días” entre Israel y los estados árabes vecinos, mientras en Bolivia, militares capturaron vivo y mataron al guerrillero Ernesto “Che” Guevara, que en su juventud había pasado unos días en Abancay según su libro de notas llamado “Diarios de Motocicleta”, mientras que en Sudáfrica el doctor Christian Barnard realizaba el primer trasplante de corazón de la historia. También supimos que en Francia se produjeron las revueltas estudiantiles de mayo del 68 iniciada por grupos estudiantiles contrarios a la sociedad de consumo, el capitalismo, el imperialismo, el autoritarismo que en general desautorizaban los partidos políticos, el gobierno, los sindicatos o la propia universidad. También nos llegamos a enterar que en 60 DE LA VIDA Memphis (Tennessee) fue asesinado el ganador del premio Nobel de la Paz de 1964, Martin Luther King, activista que desarrolló una labor crucial en EE.UU. al frente del movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos y que protestó contra la guerra de Vietnam y la pobreza en general. En el Perú, el día 03 de octubre de 1968, el general Juan Velasco Alvarado derrocó al presidente constitucional Fernando Belaunde Terry, y en junio de 1969, promulgó el Decreto Ley Nº 17716, “Ley de Reforma Agraria”, con el que puso fin a las haciendas y al gamonalismo. En Apurímac se expropiaron 116 haciendas y revirtieron a propiedad del Estado varios fundos considerados como predios abandonados o de tierras eriazas, en total se afectaron más de 600,000 hectáreas. Dentro del proceso de Reforma Agraria en las tierras de las principales haciendas se crearon 25 Cooperativas Agrarias de Producción que luego de fracasar estrepitosamente, finalmente acabaron siendo parceladas y adjudicadas como Unidades Agrícolas Familiares o convertidas en Comunidades Campesinas. Fue particularmente emocionante escuchar en directo la llegada del primer hombre a la Luna a cargo de la misión Apolo XI y cómo el 20 de julio de 1969 el astronauta Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar la superficie lunar pronunciando su célebre frase: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Lo que nos gustó mucho a algunos de nosotros y fue motivo de una tarea para Ciencias Sociales que lo desarrollamos en una chichería, bebiéndonos unos “bayos” y jugando al “tejo”, es que en el Estado de Nueva York, del 15 al 18 de agosto de 1969 se realizó el Festival de Woodstock, considerado el festival hippie de rock más grande de la historia mundial, que fue registrado en un documental titulado “Woodstock: 3 días de paz y música”, ganador de un premio Óscar. De ese festival se quedó grabado en mi mente y en mi corazón la canción With a little help from my Friends (Con una ayudita de mis amigos) interpretada por Joe Cocker. Seguramente en homenaje a todos mis verdaderos amigos que en mis momentos de necesidad supieron darme una mano, como algunos que aún hoy saben hacerlo, pero de modo espiritual, que a estas alturas de la vida es lo que más falta nos hace. Y así nos íbamos enterando de muchos acontecimientos trascendentales de la historia mundial, aunque sólo después entendí en qué dirección y medida habían afectado mi vida, pero la más inmediata fue mi vivo deseo de salir, salir y salir del pueblo. Lo que sí nos alcanzó y afectó ahí mismo fue el movimiento musical y cultural denominado la Nueva Ola, que derivado del rock and roll y de los patrones de la cultura pop de Europa fue un creciente fenómeno hispanoamericano. En nuestro país, las primeras bandas de rock surgieron a finales de los años 50’. Pero las bandas más importantes de los años 60’ fueron Los Saicos, Los Shain's, Los York's, Los Silverston's, Los Doltons, Los Belking's, Los Datsuns (Huancayo) y Los Spectros (Cusco), etc. Aunque decir Nueva Ola era para denominar a los artistas de la escena beat, pero casi de inmediato se usó también para involucrar a los baladistas, pues sus letras románticas aparecían en las listas de los éxitos musicales del momento, porque muchos de ellos tenían una influencia directa de Los Beatles. Los baladistas que más escuchamos en nuestros tiempos 61 CIRO V. PALOMINO DONGO de estudiantes del “Miguel Grau” fueron Palito Ortega, Leo Dan, Sandro, Roberto Carlos, Nelson Ned, Nilton César, Los Ángeles Negros, Los Cinco Latinos, Los Galos, Los Golpes, Jimmy Santi, Los Pasteles Verdes, César Altamirano, Pepe Miranda, Gustavo Hit Moreno, Joe Danova, Los Iracundos, Los Shakers y muchos otros más. A esa pléyade de “nuevaoleros” se sumaron los españoles Julio Iglesias, Marisol, Raphael, Rocio Durcal, Nino Bravo, Jeanette, Massiel, Mari Trini, Miguel Ríos, Los Brincos, Los Diablos, Los Bravos, Los Pasos, Los Gritos, La Formula V, Santabarbara y otros. Aclarando que a todos no les gustaba los mismos. También nos llegaron los éxitos de otros artistas europeos que cantaban en español como Adamo, Nicola di Bari y Charles Aznavour y Albert Hammond. Seguramente a muchos de mis compañeros les gustaban nuestros huaynos y en general la música folclórica nacional, pero en esos tiempos y en la ciudad era muy difícil que te confesaran esa afición. Algunos comenzaron a mostrar con mucho orgullo su gusto por la música “chicha” que era una mezcla de música tropical (la cumbia, el son, el mambo y la guaracha) y la música andina principalmente el huayno, que con mucha “pegada” estaba surgiendo en los barrios populares y barriadas de Lima, de la mano de Los destellos, Los ecos, El grupo maravilla, Los girasoles y otros. Felizmente la juventud actual tiene menos prejuicios y más libertad para asumir, consumir e interpretar nuestra música autóctona, y eso: “¡No le importa a nadie!”. En aquellos tiempos te vestías como podía vestirte la economía de tu familia. Como fuera, la ropa tenía poca importancia porque las principales horas de los días más importantes de la semana te la pasabas enfundado en el bendito uniforme kaki y los sábados y domingos, sino estabas ayudando en la casa, andabas en trusa por las piscinas y los ríos, jugando al futbol o caminando en ropa vieja por la campiña. Aun así, no nos faltaron las ganas de vestir algo peculiar y si lo permitía el presupuesto familiar podían darte algunos gustos que se reducían a mandarte confeccionar unas camisas de colores llamativos algo cercanos a la psicodelia, eso sí de manga larga. Pantalones de boca ancha y sacos de paño cuyo borde inferior debía llegarte a la altura de la punta de tus dedos, o sea a medio muslo. Debía habernos quedado muy bacán porque nosotros andábamos muy felices con esos trapos. Antes de nuestra adolescencia las únicas fiestas que existían eran la que se hacían en casa para festejar los cumpleaños de los adultos. Se suponía que estas debían ser la “fiesta” para todos los miembros de la familia, desde el más pequeñito hasta el más anciano. Pero de pronto por todos lados comenzaron a celebrarse las fiestas de los quince años de las chicas. Esas fiestas, como lo son ahora, eran bastante ceremoniosas y su fin era presentar en sociedad a una petiza que estaba dejando de ser una niña para convertirse en una señorita. Creo que de ahí surgió la necesidad de vestirnos de un modo menos cotidiano y más formal, porque si estando invitado querías asistir como te diera la gana, simplemente no te dejaban entrar y “a llorar al Mariño”. 62 DE LA VIDA Como algunas veces no eras invitado a esas fiestas porque el hermano de la quinceañera te odiaba o porque no éramos del agrado de sus padres o simplemente porque no nos conocían, o habiendo sido invitados no asistíamos porque a veces esas fiestas eran demasiado aparatosas, donde con mucha alharaca, igual a una gallina clueca, la madre de la cumpleañera se pasaba dando órdenes por todo sitio, o también porque la música seguía siendo la de siempre: Celina y Reutilio, Los Compadres, La Sonora Matancera, Hugo Blanco y su Arpa Viajera y la infaltable música criolla, etc., entonces resultaba que la fiesta no era de tu agrado y siendo así no valía la pena gastar en un regalo. Así que, gracias a la generosa modernidad de algunos padres y sin supervisión, porque éramos unos jovencitos “responsables”, en las salas de sus casas comenzamos a organizar nuestras propias fiestas “psicodélicas” con música nuevaolera, rockera y algunas baladas de moda para bailar pegaditos. La música salía de nuestros propios discos, la comida era bastante misionera: chicha morada (a veces limonada nomás) y unas cuantas empanadas callejeras. Los focos de todas partes estaban forrados con papel celofán de varios colores y por ahí sobre una mesita una calavera sobre la que ardía una vela y otros estrambóticos adornos más. Esas fiestas acababan a las diez de la noche en punto, porque era la hora en que las madres de nuestras invitadas las venían a rescatar. Felizmente nuestro futuro ya lo habíamos decidido como a nosotros se nos había ocurrido. El mío era salir de Abancay apenas acabara la secundaria. A dónde, cómo, con qué, no sabía. Pero el para qué si estaba muy claro, vagar por el mundo. “Libre, como el Sol cuando amanece, Yo soy libre, como el mar. Libre como el ave que escapó de su prisión y puede al fin, volar. Libre como el viento que recoge mi lamento y mi pesar, camino sin cesar detrás de la verdad y sabré lo que es al fin, la libertad…” Eso se lo contaba a todos mis amigos, pero las que más se admiraban y hasta envidiaban eran mis amigas. “Si yo fuera hombre” solían decir suspirando, para hacerme saber que siendo así, harían mucho más que yo. Algunas llegaban a renegar que la moderna “libertad” que ya estaba brillando en todas partes del mundo fuera para un solo género. ¡Querían también ser libres! Entonces hacían lo único que podían permitirse sin pedirle permiso a nadie y era enamorarse, pero “enamorarse hasta las patas” y terminar embarazadas y metidas en algo más grande y de mayor compromiso, la maternidad. Esa fue su salida al exterior, si no era de su casa, por lo menos fuera de las reglas que había dictado para el beneplácito de su familia, la educación religiosa. Otras se metieron en la cabeza aquella frase que proclama: “Sólo hay un bien: el conocimiento” o algo así por el estilo y se hicieron profesionales. Por esos años no solo las fiestas psicodélicas se pusieron de moda, sino los clubes de jóvenes. Uno que recuerdo era un círculo que los curas de la parroquia de Abancay habían organizado en torno al coro y los acólitos de la catedral y tenían su local en la avenida Lima, donde había una mesa de Pingpong, solo para los socios, una guitarra, un banyo, una pandereta y una flauta y un tocadiscos donde sonaba y no dejaba de sonar “El último beso” de los Doltons, que tampoco podías tocar. Otro club que los curas organizaron estaba en la capilla del Señor de la Caída, al que ni siquiera llegué a acercarme porque sus socios eran algo más silvestres. 63 CIRO V. PALOMINO DONGO Lo que sí estaba de moda, como en todo el Perú, era el club de admiradoras del cantante español Raphael, formado por las chicas del Santa Rosa. Nunca llegué a enterarme si allí se hacía algo más que chiflarse por su ídolo, hasta que se nos ocurrió formar un club mixto en torno a las fiestas, la nuevaola y el rock para diferenciarnos del resto. Aunque no fue precisamente por eso, sino por lucir a nuestra regalada gana, comenzamos a vestirnos con pantalones hechos de bayeta, coloridas camisas y ojotas de jebe de la calle Miscabamba y llamarnos la “Generación 2000”. La primera reacción de simpatía y admiración a esa rebeldía vino de algunas chicas del colegio Santa Rosa, pues pintaron en sus maletines de lona con letras grandes y bonitas “Generación 2000”, como señalando que eran o querían ser nuestras socias. El local de este extravagante club era la calle, la Plaza de Armas, las fiestas que organizábamos, los cines y la piscina Cristal. No sabíamos exactamente porqué, pero nuestros contemporáneos comenzaron a hacer correr en el colegio el chisme de que nosotros éramos unos jipis borrachos y fumadores de marihuana junto a nuestras socias que bailaban desnudas frente a nosotros y que después hacían el amor con todos. ¡Bueno hubiera sido!, pero ese rumor llegó al colegio donde los profesores y auxiliares, que desde siempre nos tenían ojeriza, se lo “creyeron” a pie juntillas solo para fregarnos más. Pero ahí no quedó todo, algunos padres de familia de los adolescentes de ambos sexos también se lo creyeron y hasta la policía nos puso en su radar. Una noche cualquiera. Como siempre estábamos en la Plaza de Armas escuchando nuestra música en un tocadiscos portátil de plástico que tenía la forma de un libro cerrado cuando estaba apagado y de uno abierto a la hora de funcionar. Cuando de pronto se aparecieron cuatro policías que amablemente nos invitaron a acompañarlos a la Comisaria, muy bien, fuimos y cuando llegamos nos dijeron que en cualquier momento el Mayor (no recuerdo su apellido) vendría a calificarnos y después nos iríamos a nuestras casas. Después de morirnos toda la noche de frio, el Mayor se apareció a las ocho de la mañana con la camioneta de la policía a la que nos hicieron subir y nos llevaron directamente al colegio que estaba en plena formación de la mañana. Nos condujeron hasta el proscenio y nos entregaron al Director y se fueron. El director nos hizo una señal para que lo siguiéramos a su Despacho y fuimos tras él, de allí salió a terminar la rutina de la formación y cuando los alumnos ya estaban en las aulas se apareció y quiso amonestarnos muy severamente. Fue entonces cuando nos salimos de su oficina alegando que lo que nos había pasado no fue dentro del colegio y que teníamos que ir a nuestras casas, para quejarnos a nuestros padres por el abuso que habíamos sufrido siendo menores de edad y que después vendríamos al colegio a asistir normalmente a nuestras clases. Quiso decirnos algo más, pero lo miramos con tanto odio que se refrenó, porque estábamos seguros de que esta trampa nos lo había tendido él, contando con la complicidad de ese “tombo” abusivo, porque casi siempre que pasaba por las inmediaciones de la Plaza de Armas, no nos interesaba su presencia y al parecer eso no le agradaba, seguramente porque estaba acostumbrado a que los alumnos le tuvieran miedo en cualquier sitio. “Si no traen a su padre o su apoderado, no ingresarán al colegio”, nos amenazó. 64 DE LA VIDA Mi madre que era enemiga de los abusos y la mejor amiga de sus hijos, después de escuchar nuestras quejas se fue a la Comisaría a pedirle una explicación al policía. Cuando se entrevistó con él, ella con la voz amable y firme que tenía le dijo que era esposa de un buen ex Guardia Civil y hermana del Oficial fulano y después le preguntó por qué motivos nos había secuestrado toda la noche sabiendo que éramos menores de edad. “¿No correspondía llamar a sus padres para decirnos qué estaba pasando? y no llevarlos hasta la formación del colegio para hacerles pasar la peor vergüenza”. También nos contó que el Mayor le dijo que él no tenía la culpa, sino los policías que nos habían detenido y sin que él lo supiera nos habían retenido toda la noche. Cuando le pidió el nombre de los policías para denunciarlos ante el Juez de Menores, por fin y lleno de cólera y vergüenza le contó que ese pequeño incidente había sucedido solo por haber atendido la súplica del director del colegio y solo con el sano propósito de que los alumnos se dedicaran a hacer sus deberes, estudiar y dormir temprano y no estar andando en la calle hasta altas horas de la noche. Para calmarla le mostró el Cuaderno de Ocurrencias de la Comisaría, donde no aparecía ningún reporte de nuestra detención y que gracias a eso no tendríamos antecedentes. Mi madre le refutó: “¡Qué bien! Habrían podido matarlos y como eso no estaba escrito en ese cuaderno, ¡no pasaba nada!”. Nos contó que el oficial no supo que hacer y se limitó a disculparse de todo corazón y hasta le devolvió nuestro tocadiscos y los discos, que ya estaban sonando en el dormitorio de los policías. Cuando fuimos al colegio el director había desaparecido, probablemente porque el Mayor le contó por teléfono lo que había sucedido. Por ahí se apareció el auxiliar que más nos odiaba para decirle. “Señora no pasó nada, ni va a pasar algo. Los chicos tienen que atender sus clases”. Después me enteré que estaba escondido en la Dirección. Más adelante la “maestra vida” me enseñó que todos los abusivos son cobardes. Para despedirse mi madre nos dijo que todo debía quedar tal y como estaba, porque todavía debíamos estar en el colegio para acabar la secundaria, no sin dejar de regañarnos por todas nuestras chifladas ocurrencias y que si no habríamos pasado otras noches fuera de la casa ella habría adivinado que estábamos en la Comisaría. Después de eso le supliqué “Vámonos a casa mamá. No hemos dormido nada y tenemos hambre”. El rumor que desató aquel suceso se convirtió en un colosal chisme de alcohol, drogas y muchachas desnudas bailando para nosotros en la Plaza de Armas y otras tantas versiones más. Hasta hubo una muy graciosa que decía que mientras nosotros estábamos en plena orgía, temblando y en pijamas con un candelabro encendido en la mano salió de la parroquia el Obispo de Abancay para suplicarnos que lo dejáramos dormir, pero nosotros le respondimos arrojándole una botella de vino vacía que le reventó justo delante de los pies y por eso el buen hombre de dios no tuvo más remedio que llamar a la policía. Más adelante ya lejos de estos lares me vino a la memoria ese episodio, cuando escuché una canción de Joan Manuel Serrat que en sus últimos versos decía: “…Escapad gente tierna que esta tierra está enferma y no esperes mañana lo que no te dio ayer. Que no hay nada que hacer. Toma tu mula, tu hembra y tu arreo y sigue el camino del pueblo hebreo y busca otra luna. Tal vez mañana sonría la fortuna y si te toca llorar es mejor frente al mar.” 65 CIRO V. PALOMINO DONGO Cuando por fin acabó la secundaria con todo y su fiesta de promoción, nos despedimos de Abancay, según nosotros para siempre. Por mi parte, gracias a los conocimientos de mis profesores del “Miguel Grau” y a mi afición de leer bien y bastante, sin necesidad de ninguna academia ingresé a la Universidad Nacional “Federico Villarreal” a Estudios Generales en el primer intento junto a mí entrañable amigo Alberto Gonzales Infantas “OA”. Cuando un día nos encontramos en el patio de la “U”, se reía de un auxiliar que le había preguntado. “¿Vas a ir a Lima? Mejor por qué no te quedas en Abancay, aquí la cárcel es más tranquila”. Y acotó. “¡Puta madre! ¿En el colegio creerán que estamos en la universidad?” Yo le respondí. “!Ni cagando!, creerán que estamos en la universidad del Frontón o Lurigancho” y nos reímos a pierna suelta. Cuando acabaron los cuatro ciclos de Estudios Generales, confieso que me hubiera gustado optar por estudiar medicina, pero eso requería que viviera en mi casa y que mi mamá me esté esperando con la comida calentita. Al final me decidí por Derecho, porque es una carrera de leer y escribir, perfecto para un estudiante misio. Solo había que comprarse unos cuadernos, convertirse en un ratón de bibliotecas y prestarse algunos libros que la hemeroteca de la universidad me los facilitaba y leer, leer y leer en el ómnibus, en los parques, en las colas y en todas partes donde había que hacer una parada. Esa carrera me gustó desde el principio por su lógica para resolver situaciones humanas en medio de conflictos de toda naturaleza, aunque sinceramente tengo más inclinación por la investigación jurídica para asesorar con fundamento, que andar metido en la teatralidad de los pleitos. 66 DE LA VIDA EL VACIAMIENTO La verdad es que estoy durmiendo mal o, muy poco. Pueden ser tres horas, desde las 10 de la noche hasta la una o dos de la mañana y otras dos o tres luego de una angustiosa vigilia. Después de asimilar el cansancio que me produce ese inmisericorde desvelo, no puedo decir que no sueño. Sueño, incluso puedo adivinar su borroso motivo, pero recordar, no puedo. Pero hoy día casi llegado el momento en que me debo despertar para dejar la cama por un momento tuve un sueño muy vívido. Soñé que estaba caminando por una de las aceras del Parque Ocampo cuando como si lo estuviera buscando y por fin lo encontré, del otro lado de esa orilla venía hacia mí, no solo lleno de contento, sino que, por escribir, diría, cubierto de una espiritual alegría, a pesar de que siempre lo recordaba y lo recordaré cómo alguien apaciblemente triste. Era mi entrañable amigo Gustavo Chirinos Zegarra, el “Tostao” de quién como diría Miguel Hernández de su amigo Ramón Sije en su Elegía: “Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo”. Antes de mirarnos a los ojos y abrazarnos, vi que estaba más alto, más garboso y risueño que cuando andaba por las calles y las campiñas del pueblo. En buena cuenta estaba mucho mejor que cuando atravesaba por las tribulaciones de esta vida o lo que en cristiano se dice “por este valle de lágrimas”. Me desperté contento por haber soñado y con quién había soñado y cuando estaba acabando de despertarme me vino a la memoria un cuento que no sé si lo leí, lo soñé o recién lo estaba imaginando, que cuenta la historia de que en algún lugar remoto vivían como vecinos un poderoso terrateniente y un humilde campesino. El primero tenía una gran fortuna que le obligaba a ocupar todo su tiempo en cuidar que no mermara, sino que se multiplicara y para ello debía atender muchos negocios y todos los demás modos de ganar dinero en abundancia. Y como correspondía a su riqueza vivía en un gran y hermoso palacio con enormes habitaciones que fueron colmadas de suntuosas alfombras, finísimos muebles, regios espejos, bellas pinturas, lujosas lámparas colgantes, caros jarrones llenos de flores y plumas, donde debían vivir sus familiares cubiertos con ricas vestimentas y cargados de preciosas joyas que además tenían que llenar sus estómagos con los más sabrosos manjares y que por cierto debían distraer su tiempo hablando, caminando, pensando, alegrándose, riéndose, aburriéndose y otras banalidades más que sólo ellos entienden. Y como todos los días de su existencia tenían mucho miedo a perder lo que atesoraban, para el ejemplo o la envidia de todos, acabaron comportándose muy circunspectos, como a su parecer debían hacerlo los miembros de una de las principales familias de aquella comarca, sociedad y tiempo. El otro tenía una pequeña chacra que apenas le daba para que durante una parte del año alimentar a su mujer y sus hijos. Los otros momentos de su tiempo los dedicaba a su oficio de albañil, carpintero y hasta picapedrero. La choza que ocupaban tenía dos habitaciones, una le servía para comer y cocinar y la otra era su dormitorio. La verdad era que todos vivían trabajando en los quehaceres de la chacra, pero también jugaban y se alegraban en la campiña, 67 CIRO V. PALOMINO DONGO las montañas, los ríos, las lagunas, los bosques, las alturas, los caminos y en el pueblo cuando lo visitaban, de manera que siempre llegara algo nuevo a sus vidas. No hubo un año que su familia no viviera al borde de la miseria, pero siempre tenía la esperanza que lo rescatara la alegría de las cosechas, la crianza de los animales menores y de los pequeños dineros que ocasionalmente recibía de sus otros oficios, así como de la caza menor y la recolección de los frutos que le ofrecía la naturaleza que lo rodeaba. En buena cuenta siempre vivió con desenfado, aunque acabara vaciándose de lo poco que se procuraba. Llegado el tiempo, como correspondía a una vida de trabajo y privaciones el campesino murió tempranamente, y cuando le tocó llegar al lugar que le sigue a la muerte comprendió que el más allá sólo era un profundo y oscuro vacío lleno de todos los que dejan de existir para este mundo. -¿Esto es todo? -Le preguntó a uno que se había muerto mucho tiempo antes que él. -Parece que sí. -Le respondió y agregó. -Esto está vació porque aquí nadie ha traído nada, ni siquiera la luz que alguna vez alumbró sus mentes. Aunque la mayor parte de los que llegan supongan que siguen siendo lo que fueron allí donde vivieron. -¿Y sí todo lo que sigue a la vida que llevamos está así de vacío, no te parece que mejor sería que no quede nada, ni nosotros mismos? -Le preguntó. -Pero como la energía es igual al producto de la masa por la velocidad de la luz al cuadrado dividido entre dos, y como la masa no se crea ni se destruye, sino que solo se transforma, resulta que es así cómo nos quedamos inmediatamente después de la muerte, pero con la certeza de que, aun así, en algún instante que no es de este tiempo nos transformaremos. -No sé porqué entiendo perfectamente todo lo raro que me estás diciendo. -Le confesó lleno de desconcierto. -Aquí se sabe y se entiende todo, porque aquí todo ese conocimiento no nos da ningún poder sobre nadie ni nada. Además qué poder podemos tener en medio de este vacío. -¿Y dónde está Dios? -Le preguntó lleno de curiosidad. -Tú crees que Dios, en cualquiera de sus formas, sería tan sonso para andar por aquí. Los dioses están dónde están los hombres suplicando fortuna, demandando salud, implorando consuelo y llorando por todas aquellas necesidades que les hace falta para seguir viviendo como en su ilusión desean. Pero aquí para qué nos servirían, sí ya estamos muertos y por eso ya no tenemos que pedir nada a nadie. -¿Estás preocupado? –Le preguntó. -No. Sólo que como he vivido lleno de necesidades y sobresaltos se me ha quedado la costumbre de preguntar para saber cómo salir de cualquier apuro. Aunque me imagino que para nosotros esto ya no representa ninguna angustia, porque todo lo que fuimos quedó atrás. -Según me he informado al parecer esto no es todo, pues dentro de algún momento que puede ser una eternidad, porque el tiempo ya no transcurre aquí, se iluminará un número del 1 al 9 en el lugar donde estuvo nuestros pechos y algunos de los que estamos aquí desaparecerán, porque serán signados con el 0 que no vale nada. O sea, igual a este vacío. -¿Y luego? 68 DE LA VIDA -Para los que no desaparezcan, todo seguirá igual. Más tarde, al igual que todos los mortales, llegaron a ese enorme vacío los otros egoístas y codiciosos muertos que durante su existencia terrestre fueron grandes líderes religiosos y políticos, extravagantes multimillonarios, sanguinarios guerreros, ilustrados eruditos, consumados científicos y aquellos muchos mas que con todo su poder temporal no le dieron sentido a la vida ni fin al sufrimiento de la muerte, incluso su vecino el rico, con la pretensión, de que todos los aplaudieran o los saludaran muy respetuosamente y los colmaran de halagos, porque se habían encargado de llenar ese vacío con todos los demás, pero no pasó nada, porque allí todos eran iguales a esa misma nada. En algún momento de un tiempo que no existe se iluminaron los números en el lugar donde antes estaban sus pechos y luego que el campesino vio las cifras de los que estaban a su lado, desapareció de aquel vacío. Pero justo en ese pequeño instante todos los que ya no eran lo que fueron entendieron que al nacer para el mundo de los vivos llevamos encendido en el pecho el número 1 y con el correr de los años, conforme a la vida que llevaron fueron pasando al 2, luego al 3, al 4, al 5, etc. Pero los que en vida no se habían vaciado de todas sus ambiciones, ansiedades, vanidades y banalidades hasta convertirse en 0, no podían agregar al 1 que al nacer trajeron el 0 que lograron vaciándose para llegar a ser 10 y luego 11, 12, 13….. y después de otro vaciamiento seguir sumando 20, 21, 22…, y así sucesivamente. Después de salir de la ducha sentí que en mis sueños vi a mi amigo “Tostao”, allá donde quiera que esté, seguir creciendo 30, 31, 32, 33…. y por eso será que lo soñé cubierto de un aura de mística alegría. 69 CIRO V. PALOMINO DONGO FELIZ 149º ANIVERSARIO ABANCAY “El pasado nunca se va, le gusta esconderse en la música, en la calle, en los sueños, en los recuerdos, en la vida” Yo nací y crecí en el mundo de un pueblo sumergido en lo profundo de un gran valle que en tiempo de los incas se llamaba “Amancay”. Fue testigo de ese nombre Inca Roca, el sexto Gobernante del imperio incaico, cuando en su afán de conquista: “….Llegó al valle Amáncay, que quiere decir azucena, por la infinidad que de ellas se crían en aquel valle. Aquella flor es diferente en forma y olor de la de España, porque la flor amáncay de forma de una campana y el tallo verde, liso, sin hojas y sin olor ninguno. Solamente porque se parece a la azucena en los colores blanca y verde, la llamaron así los españoles. De Amáncay echó a mano derecha del camino hacia la gran cordillera de la Sierra Nevada, y entre la cordillera y el camino halló pocos pueblos, y ésos redujo a su Imperio. Llámanse estas naciones Tacmara y Quiñualla…..”. (Comentarios Reales de los Incas. Inca Garcilaso de la Vega. 1609), y de aquel que el Padre Reynaldo de Lizárraga, escribió: “….Más adelante se sigue el valle nombrado Amancay por unas flores olorosas blancas que en él nacen en abundancia, así llamadas. Este río nunca se vadea; tiene puente de cal y canto….,”. (Descripción breve de toda la tierra del Perú -1605). Más tarde con el mal hablar y entender de los españoles respecto de los topónimos nativos o el aprendizaje del castellano por los indígenas y mestizos, acabó llamándose: ABANCAY, a secas. A este mi amplio valle lo bañan cinco pequeños ríos estacionales que en tiempos de lluvia discurren dentro de unas quebradas que se llaman Ñacchero, Ullpuhuayco, SahuanayOlivo, Kolkaqui-Condebamba y Marcahuasi que mueren al entregar sus aguas al rio Mariño que según un documento suscrito: “En la Hacienda de Cañaveral de Pachachaca; doctrina de Abancay” del 22 de febrero de 1772, se llamaba “Guaxxacucho” (Huacracucho), que baja desde la laguna Rontococha, porque antes de ser represada tenía la forma de un huevo y que se encuentra en las alturas que están al Este del valle. Ya después los paisanos y las crónicas de esos tiempos lo llamaban rio Abancay. Pero cuando a comienzos del siglo XX el italiano Luis Petriconi compró la hacienda de Patibamba, este río pasó a llamarse Mariño, debido a que el técnico que se encargó del sembrío de los árboles de mora para la crianza del gusano de seda que impulsó la hacienda era un portugués que apellidaba Marinho (que se pronuncia Mariño en español), éste comenzó a cercar la orilla derecha del rio para que el ganado de los campesinos no se comieran los plantones. Entonces como los lugareños no podían pastar ni abrevar sus rebaños comenzaron a decir con desprecio y sarcasmo: “¡El rio del Mariño!”. Y con ese mote se quedó para siempre. 70 DE LA VIDA Los otros riachuelos bajan desde una montaña nevada que los paisanos y ahora nosotros también llamamos muy respetuosamente “Apu” Ampay que, según antiguas leyendas, esta y otras montañas nevadas eran seres prodigiosos, dotados de conciencia y conocimiento, gracias a que recibían la energía que les llegaba desde las lejanas estrellas. En las estribaciones de este poderoso dios ancestral, coronado de nieves perpetuas se forman las lagunas de Willkaccocha, Yurakccocha, Uspaccocha y Anccasccocha y nacen cientos de manantiales, así como los riachuelos que atravesando el valle acaban alimentando los profundos y caudalosos ríos que corren lamiendo los cimientos de la cordillera hasta llegar a la mar océano Huiraccocha (laguna gorda) y de donde nació la vida. En sus faldas se formaron y crecieron enormes y floridos bosques húmedos para albergar la vida de las plantas y animales. En aquellos tiempos inmemoriales, era este dios primordial el que producía las lluvias, los rayos, los relámpagos, los truenos, las nevadas, el granizo, los fuertes vientos, los arco iris, pero también las inundaciones, las sequías y los huaycos. Ese “Apu” nuestro no está solo, le acompañan “Apus” menores como el Soccllaccasa, el Ccorahuire y el Quisapata, que vistos desde la distancia y según la estación pueden ser verdes, marrones o azules. Las antiguas gentes de mi pueblo que le ofrecieron un altar en un lugar que se llama “usnumocco”, señalaban que este Apu era el dueño de los animales salvajes y de las plantas que nos matan y nos curan, pero además era el espíritu protector que velaba por las gentes que habitaban mi valle, su ganado y sus cultivos. En fin, era el guardián de la vida en todas sus formas y tamaños. 71 CIRO V. PALOMINO DONGO LA DESPEDIDA Recuerdo que, en mis tiempos de estudiante universitario, debía viajar a Lima por Arequipa, porque la ruta de Chalhuanca se había derrumbado en varios tramos que hacían imposible su tránsito. En esos días se presentó la ocasión de poder viajar juntos al Cusco, porque tú debías hacer algunas compras para el taller de tu vidriería y yo debía tomar el tren al día siguiente. En el camino nos contamos todo lo que saben todos, aunque en el fondo solo es importante lo que queremos decir y solo escuchamos lo que queremos oír. Llegamos a nuestro destino y como ya era tarde la noche, nos propusimos ir a cenar y dormir por las inmediaciones de la estación del tren y allí nos fuimos. Después por las inmediaciones de la estación de Wanchaq cenamos en un modesto restaurante y nos alojamos en un hotelillo del lugar. Ya en la habitación preferimos convenir que estábamos cansados y debíamos dormirnos porque al día siguiente teníamos que madrugar y por eso apagamos el miserable foquito que lo iluminaba y nos dispusimos a respirar por algunas horas el aire atrapado en aquel ófrico cuartucho. En medio de la intimidad de aquella pequeña habitación yo hubiera querido contarte todo lo que hacía en Lima para lograr mis empeños, por supuesto sin quejarme de mis carencias y mis debilidades, y tú también habrías querido decirme todo lo que trajinaba por tu mente y se alojaba en tu corazón, y por eso, hasta dos veces antes de dormirnos, me preguntaste. "¿Estás dormido?". La primera vez te contesté que no, pero no te respondí a la segunda, porque tú y yo éramos hombres y los hombres como nosotros no solíamos contarnos lo que estábamos pensando, mucho menos lo que estábamos sintiendo. ¡Eso no podía suceder! Parece que ni siquiera dormiste, porque cerca de las cuatro de la mañana me despertaste para salir a comprar mi pasaje cuando aún no se armara el alboroto que suelen tener las estaciones de todos los trenes del mundo. Cuando todo estuvo en orden, me recomendaste que era mejor para mí desayunarme las comidas ambulantes que venden en el tren porque era más rico y barato. Entonces sonaron los silbidos del tren y los furiosos ruidos de su marcha, era la señal para abordarlo, lo que quería decir que debía despedirme, pero antes que yo lo hiciera lo hiciste tú, contándome que a la edad de catorce años, con todos los dolores y temores de haberte quedado huérfano de padre, un día, sólo y sin rumbo en la vida, debiste partir en este mismo tren a buscar tu destino, y creo que por esas cosas que se revuelcan dentro del alma volviste a tener catorce años, pues esa vez se te cayeron las lágrimas, quizá porque tuviste a quien contarle tu orfandad. Después de abrazarnos como se hacen en las despedidas, me subí al tren y tú batiste vigorosamente tu brazo derecho con la señal que se hace en los adioses y aun cuando ya me estaba alejando tu mano seguía gritándome su adiós....adiós.....adiós y que te vaya bien, mientras en medio de la marcha del tren se me alejaba en la distancia todo lo que fuiste tú y tu sufrimiento, mientras yo me quedaba con todo el saco de mis ilusiones y mis ensueños a cuestas. 72 DE LA VIDA Sabes no quise decirle a nadie, porque los hombres no deben hacerlo jamás, pero en aquella fría mañana en el vagón de aquel tren andino me desayuné en silencio la pena de mis lágrimas, porque yo si tuve una despedida y viajaba seguro al encuentro del futuro con un montón de sueños, amores y esperanzas metidos en mi cabeza, en mi corazón y en mi mochila, y con la certeza de que tenía un puerto al cuál podía volver cuando quisiera. Hasta este momento en que me asoman las lágrimas por una parte de mí que tuve que despedir en esta omnipresente estación de la vida, donde unos bajan y otro suben. Aunque sé que durante toda nuestra existencia tenemos que decirle adiós, con o sin pena, a todo lo que se nos presenta o llevamos muy dentro nuestro, pero los humanos adioses son los que más duelen. 73 CIRO V. PALOMINO DONGO LOS MERCACHIFLES ONLINE De repente cuando estás echándole una mirada a tus Redes Sociales, para saber que están haciendo tus parientes o tus amigos reales y virtuales, por ahí aparecen unas ofertas en línea de algunos productos que no sabes exactamente por qué lo quieres tener, pero supones que te pueden ser útiles. Y de repente se aparece “el gusanito” ese de quererlo tener y porque además su precio lo puedes pagar, y como eso es así, hasta te olvidas que todas esas vainas no son lo que con tanta bonita publicidad te están ofreciendo. Entonces cuando por curiosidad aprietas la pestaña que aparece en la parte inferior del aviso te sorprendes con que automáticamente con esa acción les estás dando el número de tu celular a los autores de la propaganda e inmediatamente empiezan a enviarte apremiantes mensajes de texto o de voz o directamente te llama un hombre o una mujer que, según ellos, tienen una voz súper persuasiva y comercial, por supuesto sin percatarse que su acento y su angurrienta cháchara tiene un tufo a "barrunto", y entre otros “floros” te dicen que son parte de una importante y prestigiosa empresa importadora, pidiéndote que en el acto les des tu nombre completo, el número de tu celular y tu dirección. Luego te dicen que tienes suerte, porque atienden a nivel nacional y para Abancay están atendiendo a través de dos o tres empresas de encomiendas sin dejar de enviarte sus direcciones con imágenes de Google Maps y después te preguntan que cuántas unidades quieres comprar, toda vez que por una unidad es 80 soles, por dos tendrías la oferta de 140 y por tres el ofertón de 120 soles, asegurándote que: "Por política de la empresa estamos prolongando el Black Friday". Luego te pones a chatear indagando por las demás características del producto que puede ser una herramienta o un artefacto para cocinar, planchar, coser o simplemente una novedad, y si es metálico o de plástico y otros detalles que según tú debería tener, y que si tiene garantía. Inquietudes a las que te responden con muchísima paciencia y con más “floro” todavía, casi lo mismo como hacen las arañas para que la mosca caiga en su red, y culminan asegurándote que lo que vas a comprar es "lo más más" del mercado internacional. Cuando acaba esta etapa, les preguntas. -¿Cómo es el negocio? -A lo que inmediatamente te responden. -Mire señor, usted nos envía un adelanto de 20 o 30 soles para asegurar el envío de su producto y una vez recibida su transferencia, inmediatamente preparamos su pedido y lo depositamos en la empresa de su preferencia y usted en uno o dos días se apersona a esa empresa en Abancay, nos paga el saldo y le damos la clave para que retire el producto. ¿OK? -Te explica con un tono muy didáctico y despacito, como si fueras un tarado. Enseguida, en menos de un pestañeo te envían una imagen con la dirección de hasta seis empresas financieras, sin faltar YAPE y PLIN, aunque luego te explican que para ellos estas dos últimas referencias son el mejor medio de pago. Entonces es cuando les dices. "Yo no puedo adelantarles nada, hasta tanto no tenga la certeza de que el producto está físicamente y a mi nombre en los almacenes de esa empresa de envíos. Es entonces cuando puedo pagarles. ¿Puede ser por PLIN?”. Luego ya sin pedir el 74 DE LA VIDA adelanto y en apenas media hora te envían una imagen en primer plano de tu pedido donde aparece tu nombre completo, el número de tu DNI y el de tu celular. Si todo está en orden, pagas el total de su precio, te dan la clave y retiras tu encargo. Lo triste es que cuando llegas a tu casa y abres el paquete, es en ese momento que te topas con la sorpresa de que el producto que compraste no se parece casi en nada al que apareció en el vídeo y la imagen de la publicidad con el que te ofrecieron, pues es más pequeño, más ordinario y hasta feo y cuando lo echas a andar o lo usas no tiene la performance de la que hacía gala en su muy bien lograda propaganda y es ahí cuando te das cuenta que muy poco de lo que te imaginabas podrás lograr con ese cachivache y una vez más te convences de que “lo barato cuesta caro” y es entonces cuando se te acaba la ilusión de ser un sofisticado comprador online. Y acabas maldiciéndote. "!Qué huevón eres! ¡Si sabías que esta sonsera era de la China! ¿Por qué carajo has pensado que la vaina podía ser diferente?", y lo has hecho a pesar de que sabías que: “Las dos frases más famosas del mundo son ‘I LOVE YOU’ Y ‘MADE UN CHINA’ y que ninguna de las dos te ofrece garantía”. Después de un tiempo cuando ya se te pasó esa amarga sorpresa lo único que te queda es resignarte diciéndote. "!Ya te han hecho el cuento chino! Así que sereno moreno. Total, el dinero va y viene, pero la salud y el buen humor, no. ¿O qué creías?, que era una herramienta alemana qué puede durar por varias generaciones hasta acabar descansando por toda la eternidad en un museo". Otra cosa que suele suceder en estos “pases online” es que una vez que los timadores reciben los 20 o 30 soles de adelanto que les confían, se comen un ceviche con su chela helada y después se van a buscar a otros “puntos” que abundan por todo el país. Y eso no es todo, sino que existen incautos que les han pagado el íntegro del precio del producto que nunca van a recibir. Mientras tanto a los timados sólo les queda pedir a los Apus, que algún sicario de los cientos que pululan por todo lado los “tramiten” al infierno. Por supuesto sin dejar de atormentarse con esa su “metida de pata”, porque la gente honesta se gana sus centavos con muchísimo trabajo. Un día un paisano me confió que como vio que los binoculares que estaba adquiriendo a una “prestigiosa empresa online” no cumplía con todas las características que le señalaron en su propaganda, porque lo vio en manos del amigo que se lo había recomendado; entonces a pesar de que lo llamaron como diez veces, prefirió no ir al lugar donde le avisaron que llegó, para pagar y retirar ese adefesio, porque no valía la pena. Entonces una mañana en su celular recibió un mensaje de parte del “Tren de Aragua” avisándole que si no pagaba online el producto que estaba en la empresa de envíos al día siguiente en cualquier lugar o momento lo matarían a él o a cualquiera de los miembros de su familia. “¡Estas reglado!”, le advertía. Como el coterráneo al igual que todos los apurimeños es más terco que una mula se fue a denunciar semejante amenaza a la policía, la defensoría del Pueblo, la Oficina de Derechos Humanos, el Serenazgo, la Fiscalía y la Prefectura, a fin de pedir garantías para su vida, su cuerpo y su salud, así como de todos los miembros de su familia que, eran como veinte, contra el Gerente de la empresa que envió ese armatoste, y que en las comunicaciones electrónicas que enviaba a los clientes de su negocio se hacía llamar Maikel Sturtzenegger 75 CIRO V. PALOMINO DONGO Giordano, pero cuando había que “yapearlo” o “plinearlo” daba otro celular a nombre de Jacinto Mallmanya Tecserupay; pues bien, éste sujeto lo llamó para decirle que él no haría jamás semejante amenaza, porque era un en empresario honorable y no un delincuente y que con su staff de abogados lo enjuiciaría por dañar la razón social y el prestigio de una empresa ejemplar que trabajaba por el bien del país moviendo productos del mercado internacional y cincuenta etcéteras más como eso de “yo pago mis impuestos”. Entonces cuando el paisano le refutó diciéndole que cuál de los dos lo iba a demandar “el gringo Sturzenegger o el indio Mallmanya”. Ahí quedó todo. 76 DE LA VIDA EL CAMBRAY Últimamente nos regalaron un cachorrito y lo aceptamos de buena gana, porque nuestro perro Ringo que era un labrador retriever blanco, se murió. Se puede decir que, por tragón, ya que los de está raza no tienen el mecanismo metabólico que a la hora de comer les diga: “¡Basta!”, y como cualquier perro enterrar lo que ya no quieren hasta que nuevamente les de hambre. De manera que los perros de esta casta pueden estar todo el día comiendo y comiendo y por eso el mío era obeso. Además, era alérgico al pollo y otras comidas más y siendo así, había que estar pendiente de lo que debía o podía comer. Recuerdo que en un quinceañero que celebraron en donde vivo, unos adolescentes que estaban borrachos porque hicieron ingresar una botella de pisco en una caja envuelta en papel de regalo con el cuento de que era un presente para la quinceañera. Cuando les convidaron una pollada como ya estaban “picados”, sin ningún respeto por el que dirán los anfitriones, todos esos jijunas se la arrojaron a mi perro y el glotón se comió las siete y se tomó casi medio balde de agua y al día siguiente estaba igual de hambriento, pero con el pecho y el culo rojo por la alergia. Hasta que, según me contaron, en una fiesta infantil dejaron tirada una bolsa grande de palomitas de maíz y se dio un atracón con ellas y eso le produjo una oclusión intestinal y estuvo tapado y padeciendo por más de tres días, mientras nosotros sufríamos por su recuperación. Entonces el veterinario al ver mi desesperación me sugirió que no estaría demás hacerle una cirugía por 700 soles. Cuando le pregunté si con eso salvaríamos su vida, me dijo que no, pero que no estaba demás probar. “!O sea que quieres practicar una operación sin tener la certeza de que va salir exitosa y encima de ello mi perro va a tener que sufrir más de lo que está sufriendo y finalmente morir malamente, y encima tengo que pagarte!”. Le dije bastante ofuscado. Cuando se dio cuenta de su estupidez, me sugirió que, por amor a dios, lo mejor era una inyección y chau. Y antes que el “mataperros” cumpliera su sentencia, mi mejor amigo se murió mansamente como fue toda su vida. Esta historia se parece a la de aquel compadrito que sin tener mayor experticia se atrevió a hacer una liposucción y al final le resultó una “almasuccion”. Cómo estaba muy bien bañadito y loco por conocer más allá de la casa, me llevé a pasear al cachorro Cambray, le puse ese nombre porque no es un buen aguardiente, tampoco una buena chicha, sino "cambray" nomás. Tiene pinta de pastor, pero de allí no pasa, pero eso sí, es jodidamente travieso, ya se comió el pasador de tres chancletas, me destrozó un par de zapatos planos y muy cómodos que me regaló mi nuera y me rompió dos pantalones de vestir con los que voy a trabajar y me ha robado varias medias y hasta mi pijama apareció en su casa. Ya sé porque no me molesta mucho la conducta del cachorro, pues así de jodido era yo de niño, rompía vidrios, espejos, tazas, platos y hacía un montón de las diabluras que se me ocurrían y por todo eso nunca me pegaron, pero si me resondraron y gritaron severamente y hasta me cayeron muy buenos cocachos, y no por eso más adelante he andado quejándome que de niño me traumaron y por eso soy infeliz. 77 CIRO V. PALOMINO DONGO Así que nos fuimos a pie al camposanto. Ya en la calle andaba maravillado de todo lo nuevo que estaba conociendo y de la mucha gente que había por todas partes, pero muy temeroso de la bulla de los carros viejos que circulan por el pueblo echando humo. Estaba en eso hasta que tuvo la mala suerte de pisar a un “chacu” que estaba durmiendo en la puerta de una tienda y este reaccionó mordiéndolo malamente y fue así como el Cambray se enteró que, precisamente uno de los de tu propia especie, sería el que te iría a clavar los colmillos y así como todos nosotros aprendió su primera lección. "Respeta huevas tristes y no andes por ahí pisando al prójimo” (en este caso debo decir al próximo). Por el resto del camino casi todos los firulais lo quisieron atacar, menos los perros maltratados o sin dueño, lo que me hizo saber que como los seres humanos, solo los que andan con buena salud, comidos y protegidos por una herencia o un salario son los más jodidos. Ya en el mausoleo de la familia, después de ofrecer flores, encender velas y conectarme espiritualmente con mis familiares (eso no quiere decir que hablo con los muertos), sino que recuerdo lo mejor que me ha pasado con ellos y dejándolos existir en esas felices remembranzas siento que me calman, me consuelan y resignan. Luego de decir de mala gana los inútiles rezos que me aprendí siendo acólito de la capilla del Señor de la Caída, me alejé del lugar recordando aquel poema de David Harkins, titulado “Recuérdame”, que dice: “Puedes llorar porque se ha ido, o puedes sonreír porque ha vivido. Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva, o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado; tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver, o puede estar lleno del amor que compartisteis. Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda, o puedes hacer lo que a él le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir”. Mi idea era soltar al Cambray para que a sus anchas se paseara por el cementerio, pero como el pueblo es ya grandecito, porque en tiempos del terrorismo miles de familias salidas de muchas Comunidades Campesinas, pueblos y provincias llegaron para refugiarse aumentando considerablemente su población y por eso todos los días hay varios entierros, de modo que el panteón estaba poblado de un montón de gente y el olor a flores chamuscadas por dos o tres días de velorio se hacía notar. De otro lado, por aquí y por allá se escuchaban los infaltables y conmovedores discursos fúnebres que en esos momentos a los fallecidos les importa un carajo porque ya no están más en este mundo, y suponiendo que los hayan escuchado, les estarán diciendo a los oradores. -Como tú dices, no me he muerto, solamente me he adelantado. Quiero que sepas que en su momento a ti también te van a hacer la misma broma de hablar bien de ti cuando ya no te 78 DE LA VIDA interesa, pero si en vida me habrías dicho todo lo lindo que de mí estás hablando públicamente, seguro que habría vivido siquiera un año más. Ya no jodan más y métanme al hueco que con mi dinero he comprado, aunque mis deudos digan que mucho les ha costado. Por todo lo que le pasó al Cambray en el camino al cementerio, tuve que volver a mi casa en taxi. Al momento de pagar el servicio el taxista me preguntó. “¿Puede pagarme un solcito más por el perrito?". "Espérame le voy a preguntar". Después de unos segundos le respondí. "Dice que ni siquiera tiene bolsillos y por eso anda misio”. Un poco enfadado por la mala costumbre que tiene esta gente de abusar de un modo u otro de las personas que toman sus servicios para sacarles su dinero sin justificación racional alguna y muchas veces de manera prepotente y grosera. “¡Hasta aquí la carrera cuesta 5 soles!”. Entonces cuando no les quieres pagar se largan mandándote a la mierda y hasta la concha de tu madre. La verdad es que con el celular puedes tomarle una foto al achorado y a su carro, pero a quién te quejas. Como el chófer estaba cabreado porque el Cambray andaba misio, a manera de comentario le dije. -Ustedes creen que solo para vuestros bolsillos, los pasajeros tienen plata como si les cayera del cielo y por eso suponen que tienen derecho a ganar de dónde no hay. Pero si un día suben cuatro borrachos y hasta uno se vomita en el carro y dónde se bajan con las justas les pagan la tarifa normal y a pesar de todo les dicen. "¡Gracias caballeros!" y hasta les ayudan a cargar al que está más hasta las huevas. Nos apeamos de taxi y el Cambray se metió feliz a la casa alucinando ser el Siddhartha Gautama de los perros, porque a pesar de ser un príncipe mimado y consentido había conocido muchas cosas malas de la vida. Espero que después no se alucine un místico perruno y quiera abandonarme para buscar la iluminación. 79 CIRO V. PALOMINO DONGO COMO TRATAR PSICOLOGICAMENTE A LOS FUMADORES Con mucha admiración pude ver que ese mi profe del “cole”, estaba tan entero y lleno de vitalidad que llegué a creer que no era tan mayor mío. "Quizá unos años más, pero no tantos", pensé y que al contrario que yo, había cuidado mejor de su salud o que había encontrado alguna fórmula mágica de simplificar el modo de llevar su existencia. Después de agotar el motivo de nuestra cita, me contó. –No me vas a creer, pero los alumnos que con más respeto se acercan para saludarme, son los que he agarrado a puntapiés en el culo. En cambio, los otros ni siquiera tienen ganas de mirarme. –Me imagino que lo hacen porque los has traumado hasta lo más profundo de su Ser y en ese estado de casi indefensión mental se acercan para saludarte, no porque te respeten, sino porque inconscientemente creen que los vas a seguir pateando. –Puntualicé. –¡No! Lo hacen porque están bien educados. –Fue su tajante respuesta. Después de escuchar eso me puse a recordar sobre mi educación colegial en este pueblo allá por los años 60 del siglo pasado, y sin arribar a ninguna sesuda conclusión, pensé que fue difícil y violenta. No me refiero solo al hecho de recibir clases de modo autoritario sobre las diferentes asignaturas con la permanente amenaza de ser “jalado” en las mismas e ir a una difícil subsanación, la repetición del año escolar o la expulsión del colegio. Esta era una más de las insanas manifestaciones de un pueblo aun metido dentro de una sociedad feudal capitaneada por hacendados y gamonales que patéticamente desde el ámbito político, económico, social y cultural aun dominaban el valle de los amancaes y sus alrededores, sobre profesionales, comerciantes, curas, jueces, fiscales, prefectos, subprefectos, policías, burócratas, maestros, colonos, huacchilleros, feudatarios, yanaconas, aparceros, alquilos, arrendires, allegados, mejoreros, precarios y otras formas similares de explotación indirecta de la tierra vinculada a la prestación de servicios personales sin retribución salarial. ººº---ººº En tiempos del gobierno de Manuel Prado, por Ley Nº 12706 del 25 de enero de 1957, se expropió las más de 6,000 hectáreas de tierras de la hacienda Patibamba más sus construcciones e instalaciones, para la ampliación del área urbana de la ciudad de Abancay y el fomento de la pequeña propiedad rural en los distintos Sectores de su campiña. En los años en que la parcelación agrícola de la hacienda estaba en manos de la Junta de Fomento de la Pequeña Propiedad de Apurímac, se consideró adjudicar un lote de esas tierras en el sector Chinchichaca a favor del Colegio Nacional “Miguel Grau”. Durante la primera mitad de la década de los años 60 el Colegio Nacional “Miguel Grau” fue elevado a la categoría de Gran Unidad Escolar y sobre el terreno de Chinchichaca se construyó dos pabellones de dos pisos para su funcionamiento. Fue entonces que las oficinas y el material didáctico se trasladó del ya reducido local de la Av. Arequipa esquina con el Jr. Cusco a ese lugar y seguramente como el presupuesto era exiguo el nuevo local no tuvo cerco perimétrico hasta muchos años después. De modo que el flamante colegio quedó 80 DE LA VIDA rodeado de un bosque de eucaliptos que hacía muchos años habían instalado los propietarios de Patibamba. ¿Un colegio sin paredes y rodeado de un bosque de eucaliptos y otros árboles nativos más? Y por todas partes montones de grandes piedras. Eso era increíble, pero para nuestra alegría y conveniencia: ¡Cierto! En la primaria y el primer año de secundaria este era el sitio ideal para jugar a las guerras entre cowboys y apaches y a las escondidas, aunque esto último nunca funcionó, porque tenía uno y mil recovecos donde nunca nadie podría encontrarte. Pero llegados a la adolescencia cada patota de íntimos comenzaron a adueñarse y defender ciertos espacios bien escondidos, para repantigarse y hablar de todo lo que nos iba llegando con la edad, entre los que estaban el colegio, los profesores, los auxiliares, los compañeros, las niñas del pueblo, etc., algunos llegaban al extremo de quejarse de sus vidas y de sus padres, hasta quedarnos amodorrados o dormidos. Más adelante convertimos esos lugares en nuestros escondrijos, para llevar hasta su perfección una afición que allí mismo habíamos aprendido con pitas secas de calabazas y que llevamos a otro nivel con verdaderos cigarrillos de tabaco en las galerías de los cines Nilo y Municipal. Dexter Junior era nuestro preferido solo porque eran pequeños, pero también fumábamos el delicioso tabaco rubio del Camell sin filtro y cualquier otro que llegaba hasta ese lugar y por ser más baratos cigarros negros como los Inca y Nacional. Por esos tiempos según decían algunos profesores y especialmente los auxiliares, teníamos en la dirección del colegio a un “peso pesado” del magisterio regional, pero a los alumnos eso nos importaba un comino, porque los directores no enseñaban ni calificaban. Un día nos mandó llamar a la dirección a cuatro de nosotros. Un poco nerviosos, pero también llenos de curiosidad, queríamos saber para qué. –¡Pasen caballeros! –Nos dijo muy amablemente y pasamos. Enseguida con igual atención nos invitó. –¡Tomen asiento! Le respondimos casi en coro. “!Gracias señor director!” y nos sentamos en cuatro de las cinco sillas que estaban frente a su escritorio. –No voy a decirles quién me lo contó, pero yo sé que ustedes son aficionados a degustar unos cigarrillos. Además, eso lo sabe todo el mundo, así que mucho les voy a agradecer tengan a bien fumar con mi persona unos cuantos. ¡No, no les va a pasar nada! –Nos advirtió y en seguida sacó una cajetilla de cigarrillos rubios con filtro y tomando uno para él, comenzó a servirnos uno para cada cual y después de encender el suyo, muy gentilmente encendió los nuestros. Después como si nada estuviera pasando, nos preguntó por nuestros nombres, los de nuestros padres y que queríamos ser en la vida y otras cosas más, pero a cada instante nos recordaba: “Fumen, fumen” y nosotros fumábamos un tanto estupefactos, pero sosegados. Cuando ya estábamos casi a la mitad del cigarrillo, lleno de curiosidad nos preguntó si sabíamos hacer “secas”, es decir tomar una bocanada, mostrar una fingida sonrisa y jalar el aire entre los dientes hasta que el humo penetre directamente a los pulmones y mientras hacíamos eso nos animaba: “Hagan secas, hagan secas”. A continuación, no supimos por qué, 81 CIRO V. PALOMINO DONGO nos dijo si sabíamos hacer argollitas. ¿Cómo que argollitas?, si eso lo sabe todo el mundo, incluso es lo primero que se aprende cuando aún no puedes tragarte el humo. Finalmente, con voz firme, pero con algo de compasión por el oscuro futuro que nos esperaba, nos ordenó. “¡Pueden irse!” y salimos más extrañados que cuando entramos. Más tarde nos llenamos de rabia contra el auxiliar soplón, porque no le había dicho al director que entre los fumadores debía estar también el “fulano”, pero lo encubrió por ser hijo de una autoridad local y también porque solo quería fregarnos a los cuatro. Este era un energúmeno que andaba por el colegio y sus inmediaciones con un grueso cordel de nylon con tres nudos en la punta con el que sádicamente, unas veces ahíto de rabia y otras hasta riéndose, metía chicote al alumno que le daba la gana, porque a su parecer había cometido una malcriadez o una travesura que solo a él le parecía inapropiado, y que esa “mala conducta” podía corregirse o curarse con uno o varios chicotazos que invariablemente dejaba un gran moretón y hasta una llaga en la espalda de sus víctimas. Pero la peor parte de sus abusos la pasaban los alumnos que venían de los distritos cercanos o de más allá, a quienes los castigaba con mayor crueldad, porque tenía la seguridad de que nadie vendría a reclamar por ellos. Pero eso sí, no se metía con los hijos de las autoridades, de los empleados de los sectores público o privado o de algunas familias que sí protegían de todo mal a sus vástagos. Recuerdo que de estos abusos casi nadie se quejaba en su casa, porque cuando especialmente la madre del maltratado le exigía saber el porqué de esa llaga y se lo decía, resultaba que luego de la queja de la dolida madre ante la dirección y la llamada de atención al quejado, delante de todos sus compañeros ese palurdo le decía mostrándole el chicote: “A ti no puedo corregirte, porque como un maricón sabes irte a quejar a tu mamita” y entonces era cuando todos lo odiábamos -más que a él- al director por no prohibirle maltratar a los alumnos. La explicación para justificar esa su perversidad fue que esa era la única manera de formar a los alumnos y encausarlos por la vida. O sea que en esos tiempos se iba al colegio no solo para aprender la materia de los cursos, sino también para que gritándote te humillen y castiguen gratuitamente hasta el extremo de incapacitarte para ver quién eras o podías ser, porque según ese palurdo eso era bueno para ti y tu educación. Casi dos semanas después de ese extraño convido que felizmente nunca llegó a mayores, le escuché a mi padre charlar con su amigo el carpintero socialista Melchor Torreblanca algo que le habían contado sus amigos profesores, y es que cuando el nuevo director del plantel por medio de aquel malvado se había enterado que algunos estudiantes fumaban dentro del bosque y luego de delatarlos le exigía que debía expulsarlos del colegio para ejemplo de todos los demás, sin embargo el lo desafió a que tan solamente usando la psicología podía quitarles la afición de fumar para siempre. Que eso ya lo había hecho en otro colegio con el resultado de que los palomillas acabaron mareados y vomitando, pero sobre todo prometiendo que nunca más iban a fumar en su vida, pero los granujas del “Miguel Grau”, un poco más y le pedían el resto de los cigarrillos de su cajetilla. 82 DE LA VIDA EL CURA PALOMINO De niño oí hablar a mi padre, mi tío y a otras personas mayores que en la capital de una de las provincias de este departamento, vivía un cura que muy conchudamente tenía, mantenía y convivía con un montón de sus hijos. Y no solo era eso, sino que, como cualquier varón de aquel vecindario, disfrutaba de la vida social y cultural que solía existir en ese pueblo durante el comienzo de la segunda mitad del siglo pasado. Dentro de su feligresía se sabía que después de bautizar, confirmar, perdonar los pecados, ofrecer misas, celebrar matrimonios, ungir con aceite a los moribundos y acompañar a los muertos al cementerio, aquel cura participaba muy activamente de todas las fiestas religiosas, populares y costumbristas de los pueblos de aquella provincia y su asistencia era gratamente recibida, porque además de echarse sus tragos como cualquier invitado, era un consumado guitarrista y un buen cantor de las tonadas que agradaban a los vecinos, pero eso sí, sin dejar de guardar la estampa que su condición de clérigo, autoridad religiosa y párroco de aquella ciudad provinciana le exigía. Y aunque no llegaba a bailar ni emborracharse descaradamente, en su grata compañía todos los paisanos la pasaban muy bien. Pues tenía ese raro sentimiento de ser atractivo y agradable allí donde su presencia se hacía notar. Y por ese instintivo don de hacerse querer por caerles bien a todos, incluso sin hablar, no pocos vecinos deseaban brindarle su amistad. Pero sin embargo las personas que no lo conocían, además de endilgarle la paternidad de un sinnúmero de vástagos desparramados por todos los distritos, pueblos y villorrios de aquella comarca, supuestamente procreados con mujeres adultas, especialmente en las solteronas y viudas, sin faltar algunas antojosas casadas que se atrevían a tentar a ese "pescador de hombres", porque sabían que nunca saldría nada de sus labios sellados por mandato divino. De modo que aquel pecado de desear a un hombre consagrado a mostrar en este mundo el reino de los cielos, sería automáticamente borrado, porque no necesitaba de confesión, ni mucho menos de perdón pues aquella falta se había cometido con quien debía señalar la penitencia. Dicen que ese cura fue hijo de una prominente y muy religiosa familia cusqueña. Que primero estudio derecho y después de graduarse de abogado, cumpliendo con los designios que le había marcado su familia, decidió ser el hombre de Dios de su casa, que ya tenía un militar y una maestra. Así que, ingresó al Seminario y algunos años después se hizo sacerdote. Luego de profesar sus votos monásticos, sin ningún miramiento acató la orden superior de hacerse cargo de las almas de los fieles de la remota parroquia donde sirvió a Dios hasta su muerte, pero sin muchas ganas de renunciar a buena parte de los deseos terrenales. Por aquellos días la vida y el quehacer religioso del "doctor Palomino" que era como le llamaban los que conocían y respetaban su amplio conocimiento de las ciencias jurídicas, se desenvolvían con la naturalidad que solían hacerlo las gentes de aquellos pueblos, que aceptaban sin ninguna mojigatería el hecho de que todo varón adulto tuviera la bendición de ser padre de sus hijos, incluso sin importarles si era un cura, porque en sus mentes no podían concebir aquello de renunciar voluntariamente a la reproducción que desde el comienzo de los tiempos ha existido entre los hombres, los animales, las plantas y hasta los parásitos para 83 CIRO V. PALOMINO DONGO seguir sobreviviendo, pues este designio ha existido tan naturalmente como el sol, las montañas, las aguas y todo lo que vemos y sentimos gracias a que fuimos paridos vivos dentro de la milagrosa cadena de la vida. Será por eso por lo que en mi tierra se canta lleno de jubiló un carnavalito que dice: "Lima, Lima nisccanqui, mejor que Lima Abancay. Señor curata huarmiyoc, colegialapa huisayoc". El chisme y la comidilla que le rodeaba y que la chusma maliciosa y cucufata alegremente divulgaba por las principales ciudades del departamento, acerca de las hazañas de un personaje al que ellos con desprecio llamaban "el cura Palomino", corría por dónde les daba la gana. En alguno de ellos se decía que este don Juan con sotana le había puesto los cuernos a más de la mitad de su parroquia y que había consolado a toda clase de viudas y desvestido a todas las que se habían resignado a "vestir santos". ¿Pero cómo? Muy fácil, pues ese truhan conocía al revés y al derecho, no solo los pecados de sus víctimas, sino sus necesidades, angustias, sus debilidades y hasta sus carencias emocionales y si se sumaba a esto la enorme capacidad seductora que podía tener un hombre culto, de finos modales y seguro de si mismo, frente a unas féminas carentes de comprensión y sedientas de amor y cariño, entonces en medio de ese trance no podía fallarle ningún lance amoroso. Cuentan que cuando todos esos chismes fueron llegando a oídos de los demás curas. Los más mojigatos solicitaron al obispo de la diócesis se aclaren todos los detalles de esas muy malas noticias que empañaban el prestigio y la santidad de la iglesia. De modo que se convocó a una reunión de sacerdotes de todas las parroquias con el objeto de recibir el informe de los acusadores y el descargo del "doctor Palomino". Llegado el momento los denunciantes hicieron comparecer a una niña de poco más de seis años, porque estaban seguros de que era la hija del acusado y le preguntaron. –¿Conoces a este señor? –Si le conozco. –Respondió la niña. –¿Y desde cuándo lo conoces? –Desde siempre. –Respondió. –¿Por qué lo conoces desde siempre? –Le volvieron a preguntar. –Porque es mi papá. –Dijo con toda naturalidad. Luego de un prolongado silencio, de pronto la asamblea se convirtió en un avispero dónde todos y entre todos comenzaron a dar su opinión dentro de un enorme murmullo que no decía nada. Cuando el obispo mandó a guardar silencio, le dio el uso de la palabra para que formulara su descargo. Dirigiéndose a la niña le preguntó. “¿Tú me quieres?” La niña contestó que sí y mucho. “¿Por qué?” Le volvió a preguntar. "Porque eres mi papá y porque me das todo lo que me hace falta", respondió. "¿Yo vivo en tu casa con tu mamá y tus hermanos?" Le preguntó. "No, pero tú eres muy bueno conmigo, mi mamá y mis hermanos". Respondió. 84 DE LA VIDA Después de eso el acusado asumió su defensa preguntándoles a todos sus colegas, si de verdad sabían ¿qué era eso de ser cristiano? y si solo había un único modo de serlo. Todos le respondieron de diferentes maneras, unos con muy sesudos racionamientos teológicos y otros de un modo bastante simplón. Pero todos coincidieron en que era seguir las enseñanzas de nuestro Señor y aplicarlos de todo corazón en el momento que correspondiera. –Bueno pues, eso hago yo. Porque cuando un niño que voy a bautizar no tiene qué apellido llevar, simplemente lo bautizo con el mío y a partir de ese momento, como si fuera su propio padre me hago cargo de sus necesidades hasta donde alcanzan mis recursos. Pero si además de eso, para los fines de su educación debo suscribir su paternidad ante el Registro Civil, también lo hago de buena gana, porque para mi el apellido que llevo ya no me sirve para nada, aún cuando para mi familia biológica pueda tener mucha importancia y valor. Pues desde el momento que decidí con todo mi corazón servir a quien servimos, y renunciando a mi parentela, pase a ser hermano de todos ustedes e hijo obediente de nuestros obispos, ya no tengo linaje y por eso puedo regalar el apellido que me quedó a quien le haga falta, pero no de un modo irresponsable, sino haciéndome cargo de la manutención de aquellos niños que estoy prohijando, que según llevo mi cuenta son 36 criaturas de Dios, y eso seguirá siendo así hasta el día en que me toque rendirle cuentas al Señor y no al ignorante populacho que puede hablar lo que le venga en gana, ni a mis comedidos acusadores. Por un momento la asamblea se quedó muda, hasta que ese lúgubre silencio se rompió cuando el obispo despegándose de su asiento se acercó para abrazarlo y darle un beso en la mejilla y después todos los reunidos hicieron lo mismo. °°°000°°° Cuando terminó de escuchar esa historia, le pregunto. –Y tú qué opinas. ¿Crees que ese cura era inocente o culpable de lo que le estaban acusando? –Haya hecho lo que haya hecho, para mí ese cura era inocente. Pero yo lo declaro culpable por considerar su sexualidad como algo sucio y pecaminoso que hay que esconderla, bajo supuestos imperativos espirituales y de santidad. –¿Por qué? –Porque el deseo sexual no se puede ignorar, toda vez que es una conducta innata e inconsciente que se trasmite genéticamente entre los seres vivos de una misma especie. Sino mira nomás los miles de brutalidades que han cometido y siguen cometiendo los curas pedófilos y pederastas en todo el mundo y para evitar eso se necesita que todos tengan sus mujeres o, de ser el caso, que salgan del closet y punto. ¡El resto es cuento! 85 CIRO V. PALOMINO DONGO EL MATERIALISTA Corrían los años 70’ del siglo que dejamos atrás. Yo andaba metido en la universidad buscando aprovechar la oportunidad que con mi ingreso me di, más el apoyo que mi familia me brindaba, buscaba hacerme de una profesión para pasarla mejor más adelante. Por esos tiempos quién mandaba en el país era el autodenominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, o sea eran “revolucionarios” porque a ellos les daba la gana. Bueno pues, eran una vez más los militares que otra vez, aún en contra de la voluntad de los peruanos y sin su consentimiento, se alucinaron los predestinados a salvar la patria. Eran los mismos que jamás habían trabajado en algo que valiera la pena, como por ejemplo fabricar una vela o un jabón, y mucho menos librar una victoriosa batalla donde el país haya logrado recuperar algún territorio perdido a lo largo de su historia o defender el que nos quedaba. Pero sin embargo se arrogaban el derecho de gobernarnos en nombre del orden, la justicia social y el pueblo. Bueno, aquel entonces ese régimen nos llegó con la impronta de ser de “izquierda”, es decir revolucionarios, o sea contrarios a la “derecha” y por eso a favor y en defensa del pueblo, como si todo lo que se llama pueblo o se conoce como tal fuera necesariamente de “izquierda”. Según esa bellaca idea que aún persiste en nuestros días, los ricos que no son del pueblo son de la “derecha” y por tanto no quieren que la política y la sociedad cambien. Y los pobres que sí son el pueblo son de la “izquierda’ y por eso desean un cambio político y social, donde una parte de los ciudadanos se haga cargo de la otra que prefiere ser mantenida por el Estado que solo se limita a cobrar los impuestos a los que ahorran, invierten y trabajan. Además de ser los principales beneficiarios, vía bonos, de los dineros que pagan las transnacionales por la explotación de nuestros recursos naturales, por supuesto junto a los políticos que se roban una buena tajada de estos ingresos. Por esos años, capitaneados por el "Cojo Velasco", los militares les quitaron sus tierras a los hacendados y gamonales, pagándoles solo una pequeña parte del precio que ellos mismos le habían puesto y el resto en "Bonos" que jamás les pagaron, y porque además el modelo feudal del negocio en el que sus padres y abuelos habían prosperado, es decir la prestación gratuita de la mano de obra de los colonos a cambio del uso de la tierra, ya no servía para la economía de los nuevos tiempos que necesitaba de trabajadores asalariados, para que puedan consumir los productos que se fabricaban en la insipiente industria nacional. Fue entonces que los afectados por la Reforma Agraria, sin decir “ni chis ni mus” le entregaron mansamente sus tierras al Estado, y porque además, por aquí y por allá, en casi todos los países sudamericanos comenzaron a surgir guerrillas y otras revoltosas movidas con la consigna de matarlos. Por esos días. ¿Dónde no se metieron y con quiénes no chocaron? Empresas públicas y privadas, Industria, comercio, turismo, minería, pesca, educación, petróleo, comercio exterior y las otras áreas y sectores económicos más. Sin embargo, ahora a la distancia de cincuenta años no se ve para qué sirvió todo aquel alboroto. Y cuando después de tanta 86 DE LA VIDA movilización social a la cubana se dieron cuenta que su revolución castrense había fracasado estrepitosamente, entregaron el poder que a la fuerza se tomaron y al menos hasta ahora ya no joden directamente. Por ese entonces se podía ver por todas las calles del centro de Lima y por los alrededores de las universidades, institutos y colegios, o por las inmediaciones de los mercados y mercadillos de abastos de sus distritos, regados por los suelos libros impresos en Rusia, Cuba y China de la autoría de Marx, Engels, Lenin, Trotski, Stalin y Mao a precios irrisorios, los cuales te los podías comprar por el precio de una cerveza o una cajetilla de cigarros. Los chinos eran los más baratos, pues con el salario que un obrero ganaba en una semana se podía adquirir una buena ruma de ellos y por todos podías gastarte el pago de una quincena. Esa era una parte importante de la ilusa propaganda internacional comunista que en su ignorancia creyó que en el Perú existía una enorme cantidad de obreros y campesinos ilustrados que iban a comprar esos libros escritos por sus autores hace mucho tiempo atrás en Rusia o en China, para sus realidades nacionales y para su gente. Y que con esos “revolucionarios” conocimientos la clase obrera y los campesinos iban a tomar la conducción del Estado e instaurar la dictadura del proletariado y el socialismo y en menos de cincuenta años el paraíso comunista. Sin enterarse que los peruanos ni en ese entonces ni ahora, cincuenta años después, no leemos ni un periódico popular de un sol, y menos ahora que solo nos basta pagar un pequeño plan de Internet para que el chismorreo nos llegue a través de las redes sociales. Pero no todo cayó en saco roto, ya que, en los medios universitarios, locales sindicales y en algunas plazas públicas se reunían sus adeptos para adoctrinar y seguir adoctrinándose sobre los indiscutibles alcances de esa nueva utopía destinada a redimir a la raza humana. Sin faltar por supuesto el "comunista de la casa", un espécimen casi clandestino, por eso de andar metido en mil conspiraciones y otros tantos secretos complots que se dictaban desde la Habana, Moscú o Pekín. Así como, tampoco faltaba el “fumón” o el “pastelero” de la familia que fregaba cualquier normalidad, porque estaba volviéndose loco. O la pendeja que año tras año se aparecía en “bola” sin saber decir quién podría ser el padre de la criatura. La manifestación popular de esa movida era evidente en la plaza San Martin o en el Parque Universitario del centro de Lima donde alrededor de la media tarde y hasta las seis de la mañana del día siguiente se reunían algunos grupitos de fanáticos de esa onda y según su capacidad intelectual o su conocimiento se ponían a discutir sobre lo que en verdad dijo, no dijo o quiso decir Marx, Lenin, Trotski o Mao sobre el materialismo histórico, el materialismo dialéctico, la lucha de clases, las contradicciones en el seno del pueblo, la lucha armada, la dictadura del proletariado, el socialismo, el comunismo, la revolución cultural, la plusvalía, el capitalismo, el imperialismo, el internacionalismo y las otras vainas más que eran para ellos verdades eternas como si se tratara de un nuevo credo religioso. Y discutían y discutían sin ton ni son y sin medida y hasta sin sentido, exactamente igual a cómo ahora discuten sobre una falta, una posición adelantada, una mano, un penal o un gol las barras bravas de los equipos de fútbol o sobre su credo las sectas religiosas o satánicas. 87 CIRO V. PALOMINO DONGO En uno de esos días un compañero de la facultad que pertenecía al grupo “Perú Negro”, me invitó al festejo de su cumpleaños. Para mí la fiesta fue una bonita novedad porque hubo de todo, buena comida, buena música, buena pachanga y sobre todo buen humor, pero por motivos de la salud de un importante miembro de la familia la fiesta terminó como a las dos de la mañana. Así que: "calabaza calabaza, cada uno a su casa". De modo que de ese lugar a eso de las tres de la mañana llegué a la plaza San Martin y como las combis que podían llevarme hasta el lugar donde vivía solo aparecerían a partir de las seis, entonces para hacer tiempo me dirigí a un buen grupo de personas que discutían sobre política, donde por supuesto el tema era el socialismo, la lucha armada para conquistar el poder, el materialismo dialéctico y otros temas más de la misma suerte, donde los instructores o predicadores, y yo diría “las estrellas”, eran los camaradas consecuentes y combativos, especialmente uno que sé deleitaba "sacándole dialécticamente el ancho" a los apristas, pepecistas, acciopopulistas, testigos de Jehová y a cualquier otro que tuviera el atrevimiento de hacerle saber qué estaba equivocado o que sus ideas eran superiores. En eso uno de los curiosos como yo, le preguntó. -¿Tú en verdad eres materialista? -Le respondió que por supuesto que sí y además le lanzó una pequeña cháchara sobre el tema y cuando terminó solo le faltó decir: "El que sigue". -Delante de todos los presentes yo te aseguro que tan solo con el poder de mi mente, puedo elevarte diez centímetros del piso. Ante la admiración e incredulidad de todos los presentes, el desafiado lo miró con desprecio y le dijo señalando a un "israelita": “Si puedes hacer lo que tú dices ahora mismo me bautizo en la religión de este patita”. Después el mentalista pasó al centro de la reunión y le pidió al materialista que lo acompañara. Cuando este se acercó le suplicó que cerrará los ojos y en ese momento yo sentí que toda la plaza se paralizó en un profundo silencio, entonces fue cuando el mentalista le metió un sonoro sopapo diciéndole en voz alta y con tono sarcástico. "!QUÉ CLASE DE MATERIALISTA ERES HUEVÓN, QUE CREES QUE SOLO CON MI MENTE TE PUEDO LEVANTAR DIEZ CENTÍMETROS DEL SUELO!!" Y antes de que el encolerizado camarada y sus compañeros lo mataran, se largó a prisa del lugar, mientras todos nos moríamos de la risa. A estas alturas de mi vida, pienso que todos los peruanos necesitamos un buen sopapo, para despertar y darnos cuenta que no importa si el gobierno es de “derecha” o de “izquierda”, pues todos los políticos diestros o siniestros que, con poco o mucho floro elegimos, son unos incapaces y hasta ladrones, y no sólo eso sino que para una elección pueden ser de “izquierda” y súper revolucionarios y para la siguiente de “derecha” y archiconservadores. Y eso no es todo, puesto que una vez en el poder todos se ladean a la derecha, porque saben que ahí está el billete que les interesa y de ese cínico modo se zurran en sus promesas electorales y en sus propios electores, pues por el cochino dinero hasta se aparean entre ellos. De manera que, a pesar de que todos saben que son la misma porquería, estos gañanes se creen superiores al pueblo que los eligió y como tales se alucinan los dueños del país y por 88 DE LA VIDA eso suponen que, dentro de los mecanismos y las leyes de una democracia representativa, tienen el derecho de repartirlo, y como decía mi padre. “El que parte y reparte, se queda con la mayor parte” y por eso y muchas otras cosas más son los autores de la decadencia que sufre el país y los principales protagonistas de que el Perú se siga jodiendo. Entonces el pueblo, metido en la misma ignorancia y estupidez de hace cincuenta años, como si fueran zombis sin voluntad, los eligen y los reeligen permanentemente, para luego quejarse, llorar y rajar de todos los políticos como si estos fueran una maldición enviados a fregarles la vida por el cielo y el infierno juntos. 89 CIRO V. PALOMINO DONGO LA QUECHUA HABLANTE Como en cualquier día hábil y dentro del horario de trabajo, se apareció en la puerta de lo que yo llamo “mi kiosco”, una joven de unos 25 años. Cuando reparé en su presencia le dije. “¡Adelante! ¡Tome asiento!”. Aun cuando la mayor parte de las veces atiendo a comuneros y otros paisanos, ésta era alta, de tez blanca, con una abundante cabellera rizada de color castaño y vestía bluyines, una camisa de franela a cuadros verdes y rojos y calzaba un par de medias botas marrones que cubrían un cuerpo escultural. Por ahí adiviné que tenía los ojos claros, porque se sentó junto a la puerta por donde a esa hora penetra la brillante luz de un sol que se despide. –¿Runasimita yachanki? –Me preguntó. Como esa pregunta me extrañó viniendo de quién venía, pensé que se trataba de una gringa que en alguna parte del mundo había aprendido quechua y cómo no sabía hablar castellano, quería comunicarse así. –¿No sabes hablar español? –Le pregunté cómo pude en ese mismo lenguaje. –Manan. –Me respondió. Como esa extraña situación me confundió, para salir de las dudas, como siempre lo hago cuando atiendo a un quechua hablante, le pregunté. –¿Sabes leer y escribir? –Ari. –Me contestó. –Pues, entonces háblame en castellano mamacita, porque en quechua no nos han alfabetizado. –Le dije un tanto enfadado. Pregunto esto, porque absolver una consulta legal en quechua se me hace difícil debido a que las leyes aún no se escriben en ese idioma y porque además los asuntos legales tienen un montón de jerga jurídica que no se puede trasmitir adecuadamente en esa lengua. Por eso me molesta no hacerles entender a los que me visitan lo que en verdad deben saber acerca de sus derechos o pretensiones, para que ellos mismos puedan defenderse sin necesidad de recurrir a un especialista. Respecto del otro punto debo señalar que muchos paisanos creen que, si se presentan ante la administración pública como analfabetos o solo quechua hablantes, todos los funcionarios se compadecerán de esas sus “minusvalías” y les servirán de mil amores y, en cualquier caso, positivamente. Entonces aquella perfecta lindura comenzó a contarme en buen castellano que su madre era conductora de una chacra seguida de una estancia ganadera que estaba ubicada en una de las comunidades de un antiguo distrito minero y que de un tiempo a esta parte su primo se había aparecido en el lugar para exigirle malcriadamente que desocupara su propiedad, porque era una herencia que le había dejado su padre. Sino lo hacía dentro de un mes, entonces le iniciaría un juicio para que el juzgado de la provincia la desaloje. 90 DE LA VIDA También me comentó que en esa estancia sus hermanos de padre habían comenzado a explotar una pequeña mina de cobre asociada al oro que sin mayores trabajos estaba dando buenas ganancias. “Solo por envidia y ambición ahora dice que esas tierras eran una herencia que mi abuelo le había dejado a su padre”. Concluyó. Frente a la revelación de un socavón, no me quedó más que concluir: “Ahí está la madre del cordero”. –¿Tu primo es comunero? –Le pregunté. –No. Ni siquiera ha nacido en el lugar. –Me respondió. –¿Cómo se llamaba tu abuelo? –Dicen que mi abuelo era un gringo canadiense que vino a trabajar a la mina de la Compañía Explotadora Cotabambas de los Wiese, que además comprendía una gran extensión de tierras agropecuarias. Cuando mi abuelo regresó a su país le compró a los Wisse esa chacra y estancia y se la dejó a mi abuela que era de una buena familia de esa provincia, y como mi madre era la única hija de los dos, heredó esa propiedad. Mi tío es hijo de mi abuela, pero con otro hombre y por eso no tienen ningún derecho a esas tierras. “A ver, déjame pensar”, le dije. Y en seguida hice mis cuentas. “Se trata de un predio dentro de la hacienda y yacimiento minero que fue propiedad de la compañía de los Wiese, que después de la segunda guerra mundial se la vendieron a otro gringo y a este lo expropió la Reforma Agraria, y que al final se le adjudicó a un Grupo de Campesinos Sin Tierras que luego se convirtió en una comunidad, que con el paso de los años acabó independizándose en tres comunidades más. En una de ellas deben estar ubicadas esas tierras”. –¿Tienes los papeles de la compra que hizo tu abuelo canadiense a la compañía? –Le pregunté lleno de curiosidad. –Ahora mismo no. –Me respondió muy preocupada y acotó. –Pero dice mi primo que esos documentos ya no valen, porque ahora todo es de la comunidad. –Si pues, tiene razón y precisamente por eso no puede creerse propietario de las tierras de una comunidad cuando ni siquiera es un comunero empadronado. Y para que no siga molestando a tu mamá, si ella está empadronada, debe solicitarles a los directivos comunales el otorgamiento de un Certificado de Uso de Tierras de acuerdo con este modelo. –Y le alcancé un formato advirtiéndole. –En la parte que dice. “Años de Posesión” debe sumarse los años de posesión que tuvo tu abuela, por ejemplo, si tu abuela poseyó 40 años y tu madre 30 debe ponerse 70 años. –En ese momento hice una pausa para averiguar si me estaba comprendiendo. –¿Me entiendes? –Y como hizo una señal afirmativa con sus grandes ojos color verde esmeralda, seguida de una turbadora sonrisa, continué. –Mucho menos pueden ser heredadas, porque se trata de una propiedad ajena, en este caso de la comunidad y porque nuestros padres y demás familiares sólo pueden heredarnos los bienes que a título de propiedad tienen a su nombre. En las comunidades solo puede transferirse el usufructo de las parcelas familiares que condujeron los parientes fallecidos ya sea por escrito o tradición directa. 91 CIRO V. PALOMINO DONGO –Señor disculpe la confianza, pero quisiera saber qué puedo hacer para que esas tierras puedan ser de mi propiedad y ya no de la comunidad. –Me preguntó un tanto avergonzada. –Eso es “harina de otro costal”. Mejor has lo que te estoy sugiriendo que por ahora es lo más urgente y quizá más adelante cuando las leyes se modifiquen en ese punto podemos hablar de otro modo. –Le recomendé. –¡Okey! –Me respondió entusiasmada. –¿Y vas a dejar que tu primo siga molestando a tu mamá? –Le pregunté para saber qué haría con el problema que le estaba ocasionando aquel ambicioso pariente. –¡Obviamente que no! –Me respondió decididamente. Terminada la consulta, quizá a modo de halagarme me preguntó si yo era del lugar. “Pikisiki hasta las patas” le contesté riéndome. Luego ella me contó que gracias a la iglesia había podido viajar a trabajar a Italia donde vivió más de seis años y que después de arreglar los asuntos de su madre regresaría a ese país, porque allí había muchas oportunidades y como se le daba muy bien eso de aprender idiomas quería terminar su francés y luego empezar el inglés y quizá después seguir con el alemán. Y así, gracias a su ángel e inteligencia, aquella conversación se hizo más íntima con el propósito de hallar vínculos más significativos para algo más trascendental, como eso de hacernos amigos. Para finalizar abriendo ampliamente sus brillantes y coquetos ojos, muy delicadamente me preguntó: “¿No sé si después de su trabajo podemos tomarnos un cafecito? ¡Yo invito!”. Decliné su invitación del modo más gentil que pude porque tenía algo pendiente para esa hora. Cuando me despedí comencé a fantasear en voz alta y solo para mi. “Oye quechua hablante que sabes decir ‘Okey’ y ‘obviamente que no’, además de ser aspirante a políglota, si hace 30 años me hubieras invitado ese cafecito, de seguro habríamos acabado en una discoteca y de allí no hubiéramos parado hasta llegar al infierno”. 92 DE LA VIDA CUANDO EL PUEBLO QUISO COMPRAR LA HACIENDA PATIBAMBA En la década de los años 80’ del siglo pasado por motivos de mi trabajo en el Sector Público Agrario de Abancay, al momento de realizar las adjudicaciones de las tierras de la expropiada ex hacienda Patibamba, los encargados de esta tarea nos percatamos que mucha de la información que aparecía en el informe oficial de su valorización, no se correspondía con la realidad. Es decir, donde decía “tierras bajo riego” no existía ningún sistema de irrigación o, que la extensión de las superficies de algunos sectores de la hacienda en realidad era mucho menos. Un día de esos del mes de noviembre cuando el sol de este valle “se pasa de vueltas” quemando las cabezas y secando las gargantas, nos fuimos a tomar una cerveza al patio del “Gato Negro” y allí nos encontramos con quien fuera un legítimo abanquino, el conocido Leonidas Espinoza Garivay, líder en la producción de caña de azúcar y aguardiente. Dicharachero, ocurrente, pícaro, sin pelos en la lengua para decir quién era quién como hombre, padre de familia, marido y trabajador, pero jamás se refería a sus coterráneos por presumir de llevar un apellido de un supuesto rancio linaje, pues entre nosotros los “pikisiquis” no existe esa cojuda pretensión y por eso al que nos viene con esa prosapia simplemente lo mandamos a la mierda. Porque aquí en el valle de los Amancaes, desde siempre, cada quién es cada cual y si quieres presumir de algo más tienes que demostrarlo trabajando y prosperando honestamente. Esa es una costumbre borbónica cusqueña. No sé si es buena o mala, pero arraigada desde comienzos del colonial siglo XVIII, donde un pequeño grupo de familias controlaban el poder colonial del lugar y por eso fueron muy influyentes en los asuntos económicos, sociales y religiosos de su medio y de su tiempo, pero siempre dependientes de la nobleza virreinal de la Ciudad de los Reyes, cuya posición étnica y económica era superior a la de cualquier élite provincial, porque estaba reconocida oficialmente por la Corona Española a través de títulos y demás preeminencias que en pleno siglo XXI resultan anacrónicos y hasta huachafos. En medio de los chistes, las risas, las anécdotas y el chismorreo, se me ocurrió hablar sobre esa curiosa situación que estábamos encontrando en las adjudicaciones de las tierras de la expropiación Patibamba y este abanquino nos contó que en una asamblea popular que se llevó a cabo en el local de la Sociedad de Artesanos de Abancay, se conformó una comisión para ir a las oficinas de la hacienda para proponerle a su propietario la compraventa de Patibamba por parte de los vecinos de la ciudad. Antes de lanzar su propuesta los comisionados le expresaron su ya bastante conocida queja de que la ciudad estaba cercada por su propiedad y que como capital de departamento no tenía por dónde crecer como cualquier otra urbe que tenía este mismo título. Y por ese motivo ya estaban cansados de que todo el mundo, especialmente los andahuaylinos, se 93 CIRO V. PALOMINO DONGO mofaran diciendo que Abancay era la única hacienda del Perú con Prefectura, Corte Superior de Justicia, Comandancia Policial, Obispado y catedral. Despues de oír su propuesta que el propietario Cirilo Trelles, ya la conocía casi inmediatamente después de aquella reunión, gracias a que tenía un montón de soplones esparcidos por todo el pueblo; entonces de buen talante les dijo: “¡No hay problema! ¡En esta vida, todo se vende y todo se compra! Si es que lo que se vende se puede pagar y si lo que se puede pagar está a la venta”, y les pidió que volvieran al día siguiente para decirles el precio de Patibamba, la que fue de ¡TRES MILLONES DE SOLES ORO!! Una inmensa fortuna para aquellos tiempos y mucho más para un pueblo que en su mayoría eran campesinos, artesanos, arrendatarios y colonos de las haciendas del valle. Ante esa oferta se convocó a una asamblea popular en el mismo local a la que acudieron no solo los socios, sino una parte importante de los pobladores de la ciudad, donde todos se comprometieron a poner de su parte los dineros para adquirirla. Para ese fin se abrió un cuaderno donde se les advirtió que, sin menoscabo de la verdad, ofrecieran seriamente los dineros que realmente tenían en efectivo. Entonces los vecinos se anotaron señalando el monto del dinero que iban a contribuir, y que al momento en que hicieran efectiva su aportación se les daría un recibo y que todos los dineros recaudados se depositarían en una cuenta bancaria. Lo cierto fue que sumadas las cantidades que los vecinos se comprometieron a aportar dentro de aquel cuaderno, el total de esas ofertas no alcanzó ni siquiera al monto de 50,000 soles y a la hora de hacer el aporte efectivo de sus promesas no apareció ni un solo centavo. Sin embargo, algunos paisanos se aparecieron con sus dineros en la mano, pero diciendo que se lo entregarían al mismísimo propietario. Estando así la realidad de aquel asunto, aquella compraventa popular no prosperó, pero sirvió de acicate para que contando con el asesoramiento de los abogados y tinterillos de la ciudad enviaran un montón de memoriales a la Presidencia de la República y al Congreso y hasta constituyeron un Comité Pro-Adquisición de Patibamba. A la lucha de los socialistas de la sociedad de artesanos se sumaron los distinguidos señoritos del Partido Aprista que exhibían un sombrero cordobés de paja o un canotier francés y hasta una chistera junto a un fino bastón, supongo que, para andar a la moda, pero de paso para distinguirse de los indios o mestizos igual a ellos. Está escrito en muchos artículos que bien podrían pasar ser parte de la historia abanquina y en el libro del Diario de Debates de las Cámaras de Senadores y de diputados y del propio Congreso de la República, los entresijos de la expropiación de la hacienda Patibamba, cuando por fin para la algarabía de los abanquinos se promulgó y publicó la Ley Nº 12706 del 15 de enero de 1957, mediante la cual se declaró de necesidad y utilidad pública la expropiación de la hacienda Patibamba de Abancay y se creó la Junta de Fomento de la pequeña propiedad de Apurímac, que en sus artículos 1º al 6º disponía: 94 DE LA VIDA “ARTICULO 1º.- Declárase de necesidad y utilidad pública la expropiación del área del terreno que conforma la Hacienda Patibamba, ubicado en la Provincia de Abancay del Departamento de Apurímac. ARTICULO 2º.- Autorízase al Poder Ejecutivo para financiar la expropiación del mencionado fundo, mediante las operaciones de crédito que estime convenientes, afectando en garantía las tierras objeto de la expropiación. ARTICULO 3º.- Los terrenos expropiados se destinarán a la expansión urbana de la ciudad de Abancay y al fomento de la pequeña propiedad rural. ARTICULO 4º.- El Ministerio de Fomento y Obras Públicas procederá a la ampliación del plano regulador de la ciudad de Abancay, incluyendo en él las zonas a expropiarse, a fin de contemplar el futuro crecimiento y desarrollo del área urbana y las necesidades para obras públicas. ARTICULO 5º.- Igualmente, el Ministerio de Fomento y Obras Públicas, con el área sobrante de las zonas expropiadas, estructurará el plano de parcelación de las áreas rústicas para su venta entre los pequeños agricultores del lugar. ARTICULO 6º.- Créase una Junta de Fomento de la Pequeña Propiedad en Apurímac con sede en la ciudad de Abancay, que se encargará del cumplimiento de la presente ley y que estará integrada por el Fiscal más antiguo de la Corte Superior del Distrito Judicial de Apurímac, que la presidirá, por el Alcalde del Concejo Provincial de Abancay, por el Ingeniero Regional de Agricultura, por el Delegado del Cuerpo Técnico de Tasaciones, por el Presidente del Comité Pro-Adquisición de Patibamba, por el Presidente de la Sociedad Agropecuaria, por el Presidente de la Sociedad de Artesanos y por un Delegado de los pequeños arrendatarios de la Hacienda que se expropia”. Luego de la valorización realizada por el Ministerio de Fomento y Obras Públicas, quien mediante Resolución Ministerial Nº 81, del 08 de febrero de 1957, designó a los ingenieros Leopoldo Alencastre Gutiérrez y Emilio Turpaud Cacho, para que practiquen la valorización de la hacienda expropiada, la misma que arrojó la suma S/. 6’245.118.00, es decir, ¡MÁS DEL DOBLE DE LO QUE EL HACENDADO LES OFRECIÓ COMO EL PRECIO DE SU VENTA A LOS ABANQUINOS!! Entonces fue cuando todos los hacendados de Apurímac y de muchas partes del país, quisieron venderle sus haciendas al Estado Peruano, porque a ese precio realmente sobrevaluado, resultaba un pingüe negocio que les expropien sus fundos. Cuando le pregunté a mi fuente qué había pasado, me respondió. –¡Cómo iba a ser de otro modo! Si los ingenieros valorizadores se alojaron en la casa hacienda de Patibamba por todo el tiempo que duró su trabajo, bajo el asesoramiento del propio hacendado. Entonces que más quieres que te diga. Por un momento me quedé pensando en esa circunstancia, hasta que, para llamar mi atención, agregó. 95 CIRO V. PALOMINO DONGO –La cosa fue que todo se negoció entre hacendados. Uno que era el dueño de la hacienda y el otro que era Presidente del Congreso y encima paisano de estas alturas. ¡O acaso estás pensando en los huevos del gallo! Después se promulgó la Ley Nº 13849, del 11 de enero de 1962, que declaró de necesidad y utilidad pública la expropiación de los terrenos de los fundos "Sahuanay" y Mauca-calle”, que eran terrenos realengos de la hacienda Illanya, pertenecientes al mismo propietario. Lo que quería decir, que ese ganancioso negociado continuó. 96 DE LA VIDA EL “JAIJADO” –Si señora con su padre estábamos a punto de iniciar un proceso sobre petición de herencia. Pero ahora que me dice y me prueba que ha muerto, quiere que le devuelva todos sus documentos. –Le comentó el letrado y agregó. –No hay ningún problema, siempre que me firme un cargo de su recepción porque, así como usted, pueden venir sus hermanos y sabe Dios quien más a solicitarme los mismos papeles, entonces yo sabré decirles quién lo tiene. Pero además tendrá que pagarme los honorarios que tenía pendiente de cancelarme el finado. Sacó un folder de su archivador, fotocopió todo su contenido y luego se puso a redactar un cargo de entrega. –¿Y de qué murió su padre? –Le preguntó. –Aunque los médicos nos han dicho que fue de una pulmonía fulminante, pero para nosotros el culpable es su primo Aquilino Sierra que se murió hace seis meses. –¿Y cómo un muerto puede matar? –No es eso señor, sino que el don Aquilino era su enemigo, pero enemigo de verdad y por eso creo que como éste en vida le hizo tanto daño, yo considero que su alma que aún debe estar penando en este mundo sólo para seguir perjudicando, lo ha "jaijado" y en ese afán no ha parado hasta matarlo. –Dijo la mujer convencida de que exponía una gran verdad. –¿Y por qué siendo su primo tenía que ser su acérrimo enemigo? –Le preguntó lleno de curiosidad. –Porque mi abuelo que era hermano del padre del Aquilino Sierra, lo odiaba a causa de que éste en combina con el teniente gobernador, el juez de paz y las autoridades de la comunidad le quitaron el echadero de “Jorahuira” que su madre le había prometido dejarle, porque esos pastizales eran de la propiedad de sus padres. Y como por ese motivo mi abuelo era enemigo de su hermano, cuando nacieron mi padre y sus hermanos tenían que ser enemigos de los hijos de su tío, porque así tiene que ser, sino para qué son familia. –Y así con la mayor convicción le confío la mujer esa su verdad, sin reparar si era buena o mala, útil o inútil aquello que expresaba. Al escuchar por enésima vez lo mismo, constató que este modo atávico de odiar aún pervive en los pueblos comuneros y el resentimiento se funda básicamente en las controversias por la tenencia de tierras que es su principal fuente de sustento. Porque cuanta más extensión de tierras de cultivo y de pastos naturales se encuentren bajo el dominio de una familia, mayores son sus probabilidades de subsistir y que los hijos nacidos vivos crezcan con buena alimentación y sin morirse de niños, para que cuando dejen de ser “huarmas” sean útiles para cultivar las chacras y pastar las crianzas. –¿Y por qué ustedes tienen tanta necesidad de odiar? –Le preguntó a boca de jarro. –¿Y quién le ha dicho a usted que nosotros odiamos? Yo al menos no le he hablado de odio, sino de enemigos nomás. –Le respondió con extrañeza. 97 CIRO V. PALOMINO DONGO En este punto pudiera ser que hasta tenga algo de razón, porque está gente sabe que el odio es un sentimiento muy fuerte que nace del miedo intenso y prolongado y por eso no lo detestan y aunque disfrazado de enemistad lo consideran un sentimiento noble, porque por cientos de años han nacido, crecido y muerto odiando primero a los conquistadores genocidas y luego a los Corregidores, curas, hacendados y después a los gamonales, y estos a ellos, con la diferencia que los últimos podían vengarse de ese resquemor haciendo más sufridas sus tristes existencias. Y aun cuando lo niegan, porque eso no es cristiano, los hijos de los hijos de aquellos tienen metido el odio hasta en los genes, porque los temores que incuba un estado permanente de dominación, sumisión y exclusión solo se soporta odiando, por eso los verás por el campo, la ciudad y hasta dentro de sus familias y matrimonios aborreciendo rustica y silenciosamente a los que los rodean por cualquier motivo que a su parecer consideran un agravio para sus confusos intereses, convicciones y sentimientos, pese a que ese afán menoscaba su capacidad de convivir y confraternizar e inclusive su propia libertad y hasta su felicidad. –¿Y en su pueblo qué es eso de “jaijar”? –Le preguntó con tono de curiosidad. –Eso sucede cuando las almas de los que recién se han muerto tienen que vagar por el mundo recogiendo sus pasos y cuando por casualidad se topan con personas débiles les provocan mareos, decaimiento, escalofríos, dolor de cabeza, de estómago y hasta desmayos. Cuando alguien es “jaijado” hay que frotarse las manos con “marjo”, “Santa María” o ruda mesclada con orines y pasarse por la cara, el cuello y el estómago. Después se debe escupir sobre la yerba usada y tirarla al fogón o a un lugar descampado para que pase el maleficio. Si son varones adultos se debe además lanzarles bocanadas de humo de tabaco y frotarles el cuerpo con aguardiente. Para que finalmente los efectos de la “jaijada” se pasen, los afectados deben dormir el sueño que esta curación provoca. Eso es lo normal. –¿Y cuál es lo anormal? –Le preguntó con el vivo deseo de saber algo más de aquel fenómeno paranormal. –Lo más grave ocurre cuando el alma que puede ser de la persona que tú sin querer provocaste su muerte o es de tu enemigo, se instala en tu casa y no se va hasta llevarse al que vino a “jaijar”. Por eso yo estoy segura de que ese maldito del Aquilino Sierra se ha metido en la casa de mi papá, solo para llevárselo y si hubieran empezado ese juicio de recuperación de sus tierras, seguramente se lo hubiera llevado a usted también, porque ya habría pasado a ser su enemigo. –¿Y porque ustedes no hicieron algo para curarlo? –Le preguntó. –Hicimos todo lo que pudimos y hasta lo bañamos en una infusión de las tres yerbas, mientras dos poderosos “yachac”, uno invocando a los “Apus” del pueblo le soplaba con aguardiente todo su cuerpo y el otro rezando misteriosas plegarias le echaba bocanadas de humo del cigarro que fumaba. Pero cada vez que hacíamos eso su enemigo se ponía más maldito. Hasta que una noche regresó acompañado de varios zorrinos que hicieron apestar casi todo el pueblo para llevárselo, pero como no quise darle ese gusto, agonizando me lo traje al hospital de esta ciudad y para vengarme de su maldad le entregué su alma a la Gloria del Señor a través de los santos óleos que le impartió un padrecito. Pero antes de regresarlo a mi pueblo para darle una cristiana sepultura, le hice rezar una misa de cuerpo presente en la capilla del hospital. 98 DE LA VIDA De eso me siento satisfecha, porque no dejé que ese condenado se lo llevara al infierno donde seguro ahora está pagando sus pecados. –Le dijo con el pecho inflado de orgullo. –La verdad señora, es que no creo que alguien pueda morirse por haber sido "jaijado". Incluso no creo que eso exista. –Le refutó sin compasión por ser enemigo de las supersticiones. –¿Entonces señor que cree que pasó? –Le preguntó cómo desafiándolo a dar una mejor explicación de lo que ella había dicho. –Yo creo que su padre se debilitó y se murió de pena por la muerte de su peor enemigo, porque gracias a él podía justificar todos sus fracasos y sus males. Pero como el culpable de sus desgracias ya no estaba más en este mundo, y como todo lo malo que le estaba sucediendo ya no venía de su enemigo, sino por su propia culpa, y tantas serían estas que acabaron por matarlo. –¡Dígame rápido cuánto le debía mi padre y devuélvame esos papeles! No creo que nadie tenga la paciencia para escuchar las sonseras que como un loco está usted hablando. –Le dijo la mujer bastante ofuscada. Al tiempo que entregándole los documentos y recibiendo su paga, le preguntó con algo de sorna y de broma, como sólo saben hacerlo las gentes de estos lugares. –¿Lo único que quiero saber antes que se vaya, es que si con usted quedamos como amigos o enemigos? –!No sé señor! Lo único que puedo decirle es que de acá en adelante nunca más volveremos a vernos. –Firmó el cargo y tomó los documentos y como si la hubieran humillado o gravemente insultado se fue levantando la cabeza llena de indignación y sin despedirse. Unos meses más adelante llegaron hasta su Estudio Jurídico los otros hijos del “jaijado”, para decirle que necesitaban urgentemente los documentos que su padre le había confiado, porque su hermana Teresa a pesar de ser la única educada por sus padres para ser profesora, estaba iniciando un juicio de petición de herencia contra los herederos de Aquilino Sierra para recuperar ella sola las tierras de la cabaña de “Jorahuira”, porque notarialmente se había hecho declarar heredera universal de los bienes de sus difuntos padres. Cuando les hizo saber con el cargo de la entrega de los documentos de su padre a su hermana Teresa Concepción Ccarayhua Vargas, les dijo que no se preocuparan porque él tenía hasta dos copias legalizadas de todos esos papeles. Pero lo que ahora correspondía era que ellos también se hicieran declarar herederos legales del intestado por la misma Notaria Pública y con ese documento se presentaran como litisconsortes necesarios en el juicio que había iniciado su hermana. –¿Señor podemos tomar sus servicios? –Le preguntó uno de ellos. –¡Por supuesto! No tengo ningún impedimento y además no me gustan las codiciosas. –Le respondió y agregó preguntándole. –A propósito, ¿de qué murió su padre? –De pulmonía fulminante. –Le respondió. –¿No se murió por haber sido “jaijado” por su enemigo? Un pariente que se murió antes de él. 99 CIRO V. PALOMINO DONGO –No señor. Eso dice ella porque nuestro padre se murió cuando sanito y bueno estaba bajo sus cuidados porque era su turno. Pero cuando se puso mal en vez de llevarlo al centro de salud del pueblo para que lo sanaran, lo puso en manos de unos “laiccas” que lo bañaron con un montón de hierbas y aguardiente hasta matarlo. –¿Seguramente por esa negligencia y por el juicio que sólo para su provecho está tramitando, todos ustedes la estarán odiando? –Les preguntó. –No señor. Solamente se ha convertido en nuestra enemiga y creemos que con lo que usted nos está recomendando nos podremos vengar. –Yo, por el contrario, odio a mis enemigos. –Eso no es bueno señor, porque quema la sangre. –Le advirtió. 100 DE LA VIDA EL PALTO-MALLQUI Como siempre que nos veíamos, teníamos el gusto de saludarnos. Pero esa vez no solo pasó de un abrazo, sino que hubo una invitación a servirme un lonche, porque ya venía la hora en que el agonizante sol cubierto con una capa de nubes doradas y otras veces sangrantes, debía morirse tras el cerro Qorawire, después de calentar el valle y evaporar las aguas de los alegres ríos que lo recorren, para volver convertidos en las benditas lluvias que levantan la ubérrima floresta que rodea la ciudad. "¿Qué deseas?", me preguntó. "Un café con leche con unos taparacos y nata", le respondí. Pues no podía ser de otro modo, estando donde estábamos y siendo quienes éramos. Estos mis amigos que me los he ido ganando al tiempo que ellos también se tomaron por asalto mi afecto. Son de la vida, de la calle, de las charlas íntimas, del licor, del cigarro, de los gustos, de las aficiones compartidas y de los amores que, naciendo, gozando, riendo y llorando se fueron, dejándonos entre tanto frío tan solo el calor de los amigos. Ellos son los testigos de lo que me ocurre por el hecho de ser y estar vivo en este mundo. Y alojándome en algún rincón de su cariño, me secuestran de la melancolía, recordándome que después de todo, con cada mañana llega un tiempo nuevo y que existe ese lugar donde reina la alegría sobre el abatimiento. Estos mis amigos que podrán estar donde quieran, incluso metidos dentro del vientre de la madre tierra; jamás podrán desprenderse del lugar que tienen dentro de mi alma y mi corazón. Ya disfrutando del lonche, me confío que el año pasado, no sabe si porqué ya estaba borracho o para impresionar a la muchacha que además de estar “buenaza” fue su pareja en aquella ocasión, se tumbó la yunsa del barrio de la salida del pueblo. Pero ese no era el problema, “porque todos los vecinos hacen una generosa chancha”, para que la decana tradición de aquel vecindario no se pierda y por supuesto para pasarla mejor que el año anterior. “!Siempre mejorando!” Pero su principal preocupación, como siempre lo ha sido para todos los “tumbamallquis”, era conseguir el árbol. "Tú qué trabajas con la gente del campo, puedes averiguármelo quién me puede vender un buen molle, un capulí o un pacae?, me suplicó. "No hay problema. A partir de mañana comenzaré a preguntar quién me puede vender un árbol, diciendo que necesito reparar una yunsa que tumbé con una ‘pucapolleracha’ y si las cosas me salen bien, tumbo a la chola también". Riéndome le prometí e hice eso. Hasta que al quinto día de mis indagaciones alguien me respondió diciéndome. "Yo señor le regalo uno, pero es un árbol de palto que todavía sembró mi padre que en paz descanse, pero a pesar de haber crecido muchos años nunca nos dio un solo fruto, pero por su altura y la extensión de sus ramas está bueno para una yunsa". Otro día me encontré con uno de sus vecinos y le dije que, si lo veía le avisara que encontré lo que me había pedido y que lo mejor de todo, era gratis. Unas horas más tarde vino a verme y le dije. "Mira, no es un molle, ni un pacay, menos un capulí. Es un palto". "Pero si hay algo, lo mejor que se puede hacer es ir a verlo, para ver qué resulta. ¡Algo es algo, peor es nada!”. ¿Te parece el sábado?", me dijo lleno de entusiasmo. “No hay problema además una de las líneas de las combis pasa muy cerca de allí”, le respondí. 101 CIRO V. PALOMINO DONGO Cuando llegamos a esa chacra, felizmente estaba su dueño y con mucho gusto nos mostró un palto que estaba en el centro de una parcela de casi una hectárea de extensión, que por el espesor del pasto y la abundancia de la mala hierba y de las inútiles matas de arbustos que habían crecido sin control, se notaba que hacía tiempo no lo sembraban. "¡Está bueno compadre, el domingo temprano me lo llevo!", me dijo lleno de contento y agregó. "¿De verdad es gratis?". "Ya te dije que me lo está regalando. Lo único que hay que hacer es llevarlo a una de las chicherías que él debe conocer e invitarle unos “bayos” y la comida que ahí preparan”. Y no solo hicimos eso, sino que lo invitamos a la yunsa para "chuparnos hasta las patas". "Yo sé cantar los carnavales de antes en purito quechua", nos dijo y le respondimos. "!Qué mejor, si lo que queremos es rescatar los carnavalitos antiguos!" Cuando acabé mi ración de picante y chicha, me despedí de los dos porque decidieron quedarse “un poquito más”, pero antes de marcharme le agradecí de todo corazón, advirtiéndole que el domingo mi amigo iba a venir con sus comparsas a llevarse el árbol porque yo tenía mucho que hacer desde temprano. Seguramente en ese “un poquito más” se preguntaron por sus apellidos y por medio de ellos se conectaron con las familias de más arriba o más abajo, de ese u otro lugar, y después con los apellidos de sus esposas y así fueron haciendo conexiones de parentesco con estas u otras familias, hasta que arribaron a la conclusión de que muy bien podrían ser parientes lejanos, sin llegar a enterarse que quizá sus ancestros bajaron del mismo barco que los trajo de España al nuevo mundo en busca de una vida mejor. Se fueron, lo talaron, lo trajeron, lo plantaron en medio de una ancha avenida y lo adornaron con todos los aderezos que debe tener una buena yunsa. Como en la tarde de ese domingo estaba por la calle, me di un salto para ver cómo había quedado el palto–mallqui. Estaba simpático y muy bien adornado y como la fiesta estaba a punto de empezar por ahí estaba mi amigo y su pareja que no solo era una linda abanquina, sino que estaba “buenaza” de verdad y no solo ella sino todas las que vestían el traje típico de las mujeres de este valle, que de verdad es suntuoso y por eso caro. Estaba pensando en eso, cuando por allí se aparecieron los músicos que, al igual que todas las parejas y el propio árbol terminarían de caer llenos de jubiló, chicha, cerveza y la gustosa fatiga de cantar y danzar por varias horas seguidas. Pero con la ancestral y milenaria satisfacción de saber que por haber gozado plenamente los carnavales, el año entero será alegre y venturoso, porque lo que fue bueno y alegre seguirá siendo así para siempre y lo que es triste y melancólico seguirá siendo igual hasta cuándo decidas zambullirte de lleno en los próximos carnavales, para recuperar la alegría de sentir que aún estas vivo. Por ahí vi a nuestro generoso invitado correctamente vestido a lo neto abanquino, que al verme se acercó a saludarme y decirme que, si podía visitarme en mi trabajo, para consultarme algo que le preocupaba. “No hay problema”, le respondí. En medio de esa fascinación se acercó un compañero de trabajo para decirme. "Ustedes los abanquinos son bien borrachos y jaraneros y para divertirse no les interesa tumbar un buen palto. "Yo también estaba pensando en eso, pero será por qué estoy aquí de sapo, cuando la verdad es que quisiera estar metido ahí adentro", le respondí. "No es por eso, sino por esa especie de árbol de paltas que todavía son de los tiempos de las haciendas y porque sus frutos son cremosos como la mantequilla", me informó. "A mí me habían dicho que esos árboles 102 DE LA VIDA son tan raros que algunos dan frutos y otros no”, le repliqué. "Todos dan frutos después de veinte o más años". “¿Cuándo festejas tu cumpleaños o te metes una ‘huasca’, gastas o no gastas?”, le pregunté. “Claro que hay que gastar, ¿sino cómo?”, me respondió. “Así también estos paisanos tienen que gastar para darse el gusto de jaranearse según su costumbre, sin importarles un carajo si ese árbol es de los tiempos de las haciendas y que, pasados más de veinte años sin que sean ellos, pueda alguien comerse unas paltas raras y cremosas”. Para salir de ese tema que podía volverse fastidioso, le pregunté. "¿Cómo se sabe si ese vestido que llevan las muchachas es un traje típico o un disfraz? “No lo sé", me respondió. "Si las muchachas están sin calzón, el traje es típico, pero si están con calzón, es un disfraz". Y luego de reírnos, me despedí. Pasado unos días se apareció por mi trabajo el hermano del campesino regalón diciéndome lleno de cólera que en cuánto me había vendido su árbol. "A mí nadie me ha vendido ningún árbol y de que árbol me estás hablando", le dije lleno de curiosidad. Entonces el hombre comenzó a contarme que por culpa de ese maldito borracho hasta ahora y por más de diez años no puede tomar posesión de la herencia que le dejaron sus padres. "¿O sea él nomás quiere ser dueño de toda esa chacra?”, le pregunté. "¿Mientras tú vives en la cochina calle o alquilando tierras de cultivo?”, le volví a preguntar. "No es así señor. yo vivo un poco más arriba porque tengo ganado", me respondió. "¿Pero los terrenos de arriba también son de tus padres?, le volví a preguntar. "Sí señor, pero yo tengo ganado”, reconoció. "¿Y qué te dice tu hermano?”, le repregunté. “Que como esos terrenos son nuestra herencia, nos toca repartirnos a medias incluso el ganado, cuando ya todo el ganado es otro", me respondió. "¿Y por qué no le inicias un juicio para hacerte respetar?", le recomendé. "Porque no tengo plata", me dijo y le retruqué. "¿Cómo no vas a tener plata si eres ganadero?". Según me había confiado nuestro mecenas arbóreo, la verdad era que su hermano ya había hecho todos los intentos para tener una parte de la chacra de abajo, pero sin desprenderse ni un palmo de las tierras de arriba y en ese empeño solo consiguió que el Poder Judicial en una sentencia ordenara que había que hacer una división partición de todo lo que habían dejado sus padres, y que en vista de ello dejó de sembrar la parcela donde estaba ese palto que se murió dos veces, con la esperanza que su hermano también le dejara libre la parte que le correspondía en los terrenos de arriba. Pero mientras tanto se puso a contar año tras año cuanto del ganado que le había dejado sus padres estaba reproduciéndose y cuántos su hermano estaba vendiendo y por ahí con el buen humor que le caracterizaba iba diciéndole a todo el mundo que vaya criando nomás, porque pronto estaría solicitando al juzgado que de una vez por todas ejecute la sentencia y reparta la herencia como ordena la ley. "Esto no se va a quedar así señor, porque yo sé que por órdenes de usted han cortado y llevado mi árbol de paltas más de diez jóvenes el domingo quince a las ocho de la mañana, para reparar una yunsa que seguramente usted ha tumbado el año pasado", aseveró. "¿Y que yunsa habría sido?, le pregunté. “No sé todavía, pero averiguaré para denunciarle aquí en su trabajo y ante la policía por el daño que me ha hecho, que con todo y el abogado que voy a tomar me costará más de tres mil soles. Por eso sí no quiere usted tener problemas, debe pagarme en este momento mil soles", me respondió. “Por lo que me dices veo que ya tienes experiencia en eso de tomar abogados. ¿Y de dónde has sacado la idea que yo ando con mil 103 CIRO V. PALOMINO DONGO soles en el bolsillo?", le pregunté lleno de estupor frente a esa altanería. "No es que yo diga que ahorita tiene mil soles en sus bolsillos, pero ustedes los empleados tienen una tarjeta para sacar plata del banco o de aquí mismo, porque en la tesorería pueden adelantarle su sueldo". "¡Escúchame con atención! Yo no quiero ser tu enemigo, porque muchas veces vamos a tener que encontrarnos.” Le dije con tono muy serio e irrefutable. Luego le conté que su hermano me estaba vendiendo el cincuenta por ciento de la herencia de sus padres que por mandato judicial le correspondía, y como eso nos iba a convertir en vecinos de los terrenos de arriba y de abajo, no sería sano ni civilizado que acabemos odiándonos. “Porque al final nada de lo que pensemos, ni tú, ni yo va a solucionar lo que en realidad va a pasar, porque estamos en una sociedad gobernada por las leyes y garantizada por las fuerzas del orden.” Para finalizar le dije que ese bendito árbol que yo no tumbé, ni me lo llevé a una yunsa que no era la mía, se lo pagaría con la parte del ganado que me debía entregar. "¿O crees que yo también soy un huevón como tú hermano?". "¿En cuánto te está vendiendo?, me preguntó lleno de furia y temor. "En su precio, ni más ni menos, porque hay que tener en cuenta la cantidad de dinero que voy a gastar en desalojarte y en lograr que me entregues la parte del ganado que me corresponde y eso no es para que mis compañeros de trabajo estén diciendo por todas partes que me estoy comiendo vivito y coleando a tu hermano, aprovechándome de que eres su peor enemigo y solo quiere vengarse de ti, aunque sea perdiendo”. Si aquel sujeto pudiese suplicarme que no comprara nada o si pudiera matarme ahí mismo, lo habría hecho. Pero como no estaba seguro de que se hubiera concretado todo lo que estaba diciéndole, lo único que le quedó fue hacerme sentir a través de los gestos de su rostro todo el odio mortal que le tenía a su hermano, y sin decir nada más se marchó olvidándose su sombrero que más tarde lo mandó a recoger con el guardián de la oficina. Al día siguiente se apareció el cantor de yunsas, para decirme que muy borracho su hermano se apareció por la chacra dónde vive, para maldecirle por todo el daño que estábamos planeando entre los dos. Y que tanta era su rabia que acabó en la posta de salud del caserío lleno de la bilis que le salía por todas partes. Le conté cómo había venido a cobrarme por el árbol que me regaló y después le dije cómo habíamos acabado haciendo nuestro negocio. "Con razón me gritaba en todo momento: !Mierda, te voy a pagar más que ese pendejo que te quiere engañar!” “¿Y en cuánto le digo que le voy a vender?”, me preguntó. "Dile, en su precio, ni más ni menos". “¿Y si de verdad me quiere comprar que le digo?", me volvió a preguntar. "Dile que hable conmigo porque soy el nuevo propietario". –!Que pendejo es usted señor! Todo está saliendo como me había dicho. –Dijo esto a modo de halago y con mucha admiración. –Eso amigo no es ninguna viveza. Eso sucede todos los días entre los codiciosos que sabiendo que desde el tiempo de los romanos existe una ley que no se puede burlar, no se ponen de acuerdo en repartirse lo que les corresponde. Hay casos en que tanto es el pleito que al final todo el valor de la herencia se les va en pagar abogados, jueces, secretarios, policías y sabe Dios quienes más. 104 DE LA VIDA No sé después en qué clase de negocios entraron esos hermanos, pero parece que terminó en: "Lo de arriba para ti y lo de abajo para mí". La cosa fue que al año entrante vi esa parcela sembrada y con ocho cabezas de ganado amarrados a los pisonaes que lo cercaban. 105 CIRO V. PALOMINO DONGO ESTE PERRO “Mi perro es inteligente, muy leal, bien bravo y súper cariñoso”. Eso dirían otros de sus perros. Pero el perro que vive conmigo es solo un perro. No muerde, pero podría. Le gusta comer tirado de panza y cagar por todas partes y sin ningún objeto ladrar de vez en cuando, pero también escuchar música clásica y rock de primera como el que hacen sonar Pink Floyd, Rick Wakeman y otros por el estilo. Desde que llegó a donde vivo, no sé porque se encariñó precisamente de mí, cuando no pocas veces, ni yo mismo me soporto. Cosa que sucede especialmente cuando estoy a punto de perder mi soledad, es decir la libertad que a fuerza de temores y valentías le arranqué al ciego discurrir del torrente de los pensamientos, para poder zambullirme en los ensueños y las fantasías que como una isla ha construido mi mente, para que desde todas sus playas pueda ver siempre el mar y el firmamento lejos de las mentiras y traiciones. Aunque a veces algunos náufragos llegan, me saludan, están y se van. Gracias a eso, como George Moustaki puedo decir. "No, no estoy solo jamás, tengo mi soledad". Pero este perro con sus mansas miradas, alegrías y tristezas y a fuerza de querer estar siempre a mi lado, se ha abierto un espacio en esta mi soledad y lo que es más, en mi voluntad. Pues cada mañana que me levanto tengo que pensar en su alimento, su salud y su divertimento. Será por eso que cuando estoy en la calle y se me antoja un bocado, lo pienso varias veces para evitar la tentación, pero cuando se trata de su comida lo hago automáticamente como si se tratara de una urgencia, por eso a veces pienso que este perro que se cree mío, ha logrado hacer de mí su fiel mascota. Le encanta salir a pasear. Cuando me ve con las zapatillas o las botas puestas y la mochila a cuestas, se alegra como un niño y salta, ladra y a su modo perruno grita: "Yupiii". Ya afuera el camina buscando las sombras mientras a mí me encanta caminar por dónde cae el sol. Cuando el paseo es por el campo, se mete por los accesos que tienen las chacras a curiosear que puede haber por ahí, pero después de un rato sale corriendo desesperadamente a esconderse entre mis piernas, porque cinco o seis chuscos rústicos tienen ganas de matarlo por el atrevimiento e irrespeto de haber entrado sin aviso, ni permiso a su sagrado territorio y entonces es cuando la loca jauría quiere atacarme a mí también y es así como sin querer me gano el pleito y debo pelear con esos feroces asaltantes que como los criminales soldados rusos en la invasión de Ucrania, quieren hacernos daño y solamente más daño. Pasada la batalla, volvemos a caminar como si nada, porque al parecer a los dos la campiña nos calma y así estamos domados y tranquilos hasta el próximo pleito, que puede ser uno más grande y peligroso, porque a veces se juntan hasta diez perros de varias chacras y todos achorados quieren hacernos saber que tan "barra brava" son. Entonces la bronca puede durar por más de cien metros hasta que el Vladimir Putin de la manada, como todo matón, se da cuenta que los demás perros están abandonando el pleito y que un poco más allá lo puedo moler a palos, se larga. Después de eso le encanta remojarse en toda clase de riachuelos y acequias. Cuando paseamos por la ciudad, se le acercan toda clase de perros, de esos que sus dueños sueltan temprano para que vayan a cagar y vagar por las calles, y todos sin excepción moviendo la cola en señal de amistad salen a olerle el culo, cosa que le ofusca, porque seguramente se creerá un perro pituco que anda con su mascota o porque teme que lo violen, no sé. 106 DE LA VIDA También es su maldita costumbre meterse dentro de las puertas abiertas y a las tiendas donde por su conchudez, tamaño y peso provoca gran temor y lo echan a la mala y el perro sale como un loco tumbando a veces la mercadería, entonces es cuando yo me hago "el sueco", para que los furiosos asustados no me vayan a reprender con dureza y severidad. Cómo le encanta que algunas muchachas y niñas que conocen del carácter apacible de su raza lo acaricien y lo llamen con toda clase de nombres y me pregunten si vendo cachorros. En esos momentos se pone muy coqueto y me mira como diciéndome no solo yo sé que soy guapo, sino que todo el mundo lo sabe y por eso soy feliz. Cuando descansamos en alguna alta vereda y yo reviso las redes sociales o lo que voy escribiendo en la aplicación de notas de mi celular, se sienta a mi lado y me pide que le haga ver lo que estoy haciendo, y será tan gracioso el espectáculo que damos que la gente que nos mira se ríe. Ahí estando a mi lado alguna vez escribí esto: "Solo sé que cuando haya acabado de poner la última letra en esto que escribo, habré empezado a olvidarte.... Los ojos de este perro que acaricio me dicen que desde algún recodo de un tiempo que no recuerdo si viví, o que se hizo otro dentro de mi evocación, me siguen persiguiendo los rastros de asomos que nunca fueron, como aquellas fugases imágenes de sueños olvidados desde el primer momento del retorno a la tarambana vigilia, o como el espectro de una fantasía que de tanto ser invocada se ha almacenado en la atiborrada buhardilla de la mente donde se acumulan los descuidos, las omisiones y los abandonos. Después solo serán los ensueños, los recuerdos, las penas, las nostalgias, las nieblas, las tinieblas, las sombras y un montón de perros ladrándole a la nada que pesarosamente tendré que acariciar. Pero eso tampoco importa, pues mientras tenga metida el alma en esos olvidos podré viajar al otro lado de los ojos de este perro que de tanto mirarme como me mira moviendo mansamente la cola, ya empieza a compadecerse de mis circunstancias”. Cómo todo perro le tiene miedo a las explosiones de los fuegos artificiales. Es entonces cuando se aparece desesperado por dónde estoy y con sus expresiones llenas de pánico, se arrima a mi cuerpo, como diciéndome: "!Sálvame papá!". "!Perro maricón!", lo regaño y le aconsejo que mejor se vaya acostumbrando, porque en este pueblo festivo esos cuetes seguirán sonando a toda hora y por cualquier motivo. Pasado el momento, con sus ojos amarillos me deja entender esto: "Nosotros los perros no somos maricones, porque alguna vez fuimos fieros lobos, en cambio ustedes los humanos pueden ser recontra maricones y todo lo que quieran, porque son descendientes de los monos y esos monos “conchesus” son capaces de todo. Algunos me dicen que esta raza de perros es muy inteligente y que si lo entrenara haría muchas cosas como dar la manito, sentarse, echarse, dar vueltitas en el suelo, hacerse el muertito, caminar en dos patas y otras gracias más, pero yo creo que no le serviría de nada, pues para recibir lo que recibe y hacer lo que hace no necesita ningún adorno más, pues como ya les dije, este perro es solo un perro y para ser solo eso, no tiene además que ser farandulero. 107 CIRO V. PALOMINO DONGO KAY PACHA Abancay, enero del 2024 No te preocupes paisano, el campo está verde, las mieses están crecidas y el viento sopla alegre susurrando entre los maizales y en las ramas de los árboles están tomando color los frutos, mientras el ganado pace mansamente sobre los crecidos prados. La frondosa floresta va llenando pacientemente todos los espacios donde quiere estar. El sol se esconde y brilla, primero dentro de la niebla que se levanta cuando llega la mañana y después por encima de las altas nubes cargadas de las benditas aguas que han de caer, pero también brilla, ilumina y quema la piel y la jornada. Por aquí y por allá, las flores exhiben su coqueta y llamativa presencia, para mostrarnos lo que puede hacer la belleza sobre las más simples humildades. La lluvia cae pesadamente oscureciendo el día, o radiantemente entre los rayos del sol para mostrarnos mágicos arcoíris y regar las chacras, alentar la verdura de los bosques y de la salvaje e infinita hierba repetida, pero también para mojar los techos, los caminos, nuestras existencias, cargar el fiero caudal de los ríos y sobre todo para darle vida y alegría a los campos. El río suena furioso y desbordado en las distancias, acelerando su torrente entre rápidos y cascadas, porque sus aguas quieren limpiarse de todo el mal que le han hecho los crueles mortales que piensan que sus pobres vidas deben acabar junto al de la madre tierra. El aire que esparce el hálito de las plantas para bendición de nuestros pulmones está limpio, fresco y puro como cuando empezó su vida en este planeta, que fue hace más de 450 millones de años antes de nosotros. Después del canto de los gallos, arde el fogón levantando sus humos por encima de las tejas o las pajas de los techos confundiéndose con la espesa niebla matutina; los cuyes siguen inquietando con sus apremiantes reclamos, las gallinas con sus ruidoso cacaraqueo anuncian sus primicias, mientras el campo llena todos los espacios con sus originales aromas para despertar la vida en todas sus formas. Las mujeres y los hombres trabajan y sudan por los frutos de la tierra, pero también bailan y cantan junto a los pájaros, mientras los niños corren, saltan y ríen entre los saludos y las sonrisas que se prodigan los campesinos, porque la Pachamama que aún está entre ellos, está repartiendo con viva alegría la única y auténtica felicidad que llega y se hace real en medio de la paz que reina entre los paisajes de estas campiñas. Y así este Kay Pacha que es el mundo del aquí y del ahora, que se ilumina delante nuestro y se extiende entre el tiempo y el espacio que nos contiene, para estar presente en lo más fino de nuestros sentidos y en lo más profundo del espíritu que habitamos, para que otra vez la vida quiera ser la vida dentro de nuestros amorosos corazones. Y así, una vez más, extender la cadena de lo eterno que nos dice: “Yo soy el milagro que devotamente pediste al Dios del Todo. No me juzgues, no me valores, solo mírame, disfrútame, ahora y siempre. ¡Amén!". 108 DE LA VIDA Mientras tanto en los existenciales fondos de nuestro escondido Uku Pacha, que guarda en su prisión todos los confusos recuerdos y los pensamientos que todavía no han sido, se distrae de sus tormentos y olvidando sus absurdas manifestaciones, quiere plácidamente navegar sobre el manso torrente que hace posible estos mágicos momentos. Y para que no se acabe el milagro de esta maravilla, nos hace levantar los ojos al cielo para buscar en el misterioso Hanan Pacha, una vida que vendrá en otros inimaginables mundos donde volveremos a nacer después de la parición que hará nuestra muerte. Por todo esto es que te digo: “No te preocupes huayqui, pues al menos aquí, la sana y buena vida continúa. ¡Sólo faltas tú!”. Un fuerte abrazo. 109 CIRO V. PALOMINO DONGO ¿SE ACUERDAN DE LOS LONCHES? Recuerdo que en mi niñez de repente cuando estábamos en lo mejor del juego o de la aventura, se acababa todo, porque sí o sí teníamos que estar en el lonche, que era un refrigerio o una comida que se tomaba en horas de la tarde, parecido a la merienda española o la hora del té británica. En las casas donde aún se lonchea es algo así como el desayuno vespertino y la cena como el almuerzo de la noche. Recuerdo que cuando llegaba la hora me servían en un jarro de porcelana de casi medio litro de capacidad, mi café con leche con unos panes distintos al pan común, latachuta o pampachuta del desayuno, porque el lonche era el momento en que había que hacer más dulzón el apremio de comer. Así que los panes podían ser unos taparacos, mistis, rejillas, roscas o palitos de queso que podías untarlo con las mermeladas caseras que se preparaban con las frutas de la estación (nísperos comunes, duraznos, membrillos en tiempos de las lluvias y de calabaza, manzanas y camote el resto del año), mantequilla artesanal de las pequeñas haciendas ganaderas de Huancarama, Lambrama, Circa o Casinchihua, manjar blanco, nata, queso fresco y no pocas veces un buen pedazo de torta y algunas veces empanadas, hechas con ese inolvidable olor y sabor que hacían posible las manos de nuestras madres. Pero durante la época de “Todos los Santos”, no debía faltar sobre la mesa del lonche una exquisita “huahuatanta” y maicillos. Dice la bibliografía que la palabra lonche viene del anglicismo “lunch” que significa “comida ligera”, es decir el almuerzo británico o norteamericano, que en buena cuenta es un refrigerio; muy diferente al nuestro que es bastante opíparo que incluso necesita de una siesta para digerirlo. Es probable que esta costumbre costeña haya llegado a Abancay a mediados del siglo XIX, primero a las haciendas y luego al poblado, que poco a poco iba creciendo dentro de la pequeña ciudad confinada por la hacienda Patibamba. La hora dependía de la prolongación estacional del día o de la noche, así que podía fluctuar entre las 4.30 o 5.30 de la tarde. Era la tercera comida de las cuatro obligatorias de la jornada. ¿Cuánto duraba?, para nosotros los “joros” duraba hasta cuando se acababa todo lo que estaba sobre la mesa. Pero para los adultos todo el tiempo que necesitaban para alternativamente darse a conocer las noticias que, sobre el mundo, el país o el vecindario cada uno había oído, pues por aquellos tiempos aparte de la radio y la “radiobemba” no había otro modo de enterarse lo que había o estaba sucediendo por todas partes. Después llovían los comentarios, opiniones o pareceres que recaían sobre la novedad que más les interesaba a todos. Cuando al lonche se sumaban algunas personas ajenas al núcleo familiar (tíos, tías, vecinos, amigos de la casa o alguna grata visita) se convertía en un murmullo, si bien chismorriento, bastante inocuo. Pues lo que allí se decía, comentaba u opinaba no salía de aquel círculo ocasional o permanente, puesto que no podía ser reproducido en otro círculo, porque cada cual tenía sus temas, su modo especial de rajar y la gente muy señalada de quién murmurar. Así que, si habían hablado acerca de la fulana o el zutano, resultaba que esa fulana o ese zutano no les interesaba a los miembros de los otros círculos, porque tenían mejores menganas o perencejos de quien parlotear, chismear o rajar. 110 DE LA VIDA Muchas veces ese “rajar” no era un linchamiento lenguaraz de alguna persona en particular, sino una extensa y empática charla sobre las vicisitudes o desgracias de una familia o un buen vecino. La vida, pasión y muerte de algún recién fallecido. Un rico caído en desgracia. La alborotada y alegre mudanza de toda una familia a unos paraísos que ellos llamaban “Cusco” o “Lima”, donde nadie los esperaba y donde el mundo era mucho más ancho y ajeno. Las calidades de un profesional, un artista, deportista o artesano y sobre algún horrible crimen cuyas verdaderas causas aún no habían sido descubiertas. Y así seguían comentando hasta que recibían las noticias de un nuevo crimen, aún más absurdo y misterioso, que bien nunca pudo haber sucedido, pero, sin embargo, ellos ya tenían amarrados muchos cabos sueltos de ese suceso. Después se abrieron las cafeterías que, aunque pueden servir para degustar un refrigerio a cualquier hora en que están abiertas, son muy visitadas a la hora de lonche y allí puedes estar loncheando solo hasta el momento en que se acaba tu servicio, que puede ser un café con leche, un té, un mate o un café acompañado de cualquiera de los panes, pasteles, empanadas, sándwiches, tortas, panetones, pero también se puede degustar un flan, gelatinas, leche asada, gaseosas y otras novedades que exhiben sus vidrieras. Como a esa hora el tiempo de tu estadía ha de ser tan breve no podrás platicar a tus anchas, entonces lo mejor que puedes hacer es disfrutar de lo que a tu antojo te han servido. Ya de estudiante universitario en algún lonche que me invitó una compañera, alguna vez escuché a una muy criolla limeña, decir esto: “¡Que rico es rajar con las mejores amigas! No da plata, pero si da gusto”. Pero ahora en tiempos de Redes Sociales cualquiera podría decir impunemente: “¡Que rico es rajar con los mejores amigos! No da plata, pero si da gusto”. Y seguramente algún paisano nuestro le replicaría: “Si no es con las personas que tú físicamente conoces y que incluso pueden ser tus amigos y si el raje no es sobre algún conocido, lo que, es más, si no es en un lonche abanquino, no vale”. Porque eso de rajar por el Internet y a cualquier hora de alguien que personalmente muy pocos conocen y solo porque es un político aspaventoso, un obsceno ricachón, un artista famoso, un figureti de la farándula o alguien así por el estilo, pero con acceso a los medios, solo es quemarse gratuitamente la sangre. 111 CIRO V. PALOMINO DONGO UNA INCURSIÓN AL INFIERNO Después de haber hecho algunos trámites en el local de la policía, salimos a la ancha avenida de su ubicación y nos fuimos caminando pausadamente. Entonces me dijo. –Puedes creer que a solo unos pasos de esta principal dependencia policial, en esta misma calle y a ambos lados, existen como quince "chupódromos" de mala muerte dónde a partir de las seis de la tarde hasta las seis de la mañana venden "alcohol industrial rebajado" en envases de plástico de todos los colores y sabores. –¿No es para despachar nomás? –Le pregunté y acoté. –Un coleguita bien huasquerito para ser joven, me dijo que son más de veinte y que todos estos locales son muy chéveres, porque puedes traerte una flaca y pasarla bacán, y que a partir de las diez de la noche se puede bailar la música que cada uno de los clientes va pidiendo, desde huaynos hasta heavy metal. –En realidad no son tantos, pero ahí te puedes vacilar, bailar y chupar más rico que en la discoteca y desde el momento en que el "cuero" que te llevas se atreve a entrar allí, quiere decir que es cien por ciento comestible y lo mejor es que con cincuenta soles la puedes pasar bien tú y tu “peor es nada”. –¿Y si vienes solo, te pueden proporcionar el material? –No, porque eso ya sería proxenetismo y no creo que los vecinos policías lo permitan. Aunque no faltan las rucas que se ofrecen y te dan su celular. –¿O sea cantinas bailables nomás? –Al parecer eso nomás. Pero porqué vamos a suponer cómo son esas chinganas, si el viernes podemos darnos un salto y visitarlas todas, o por lo menos las más concurridas. ¿Venimos? – Me preguntó con tono de quién te anima. –Si traes a la chata con una de sus amigas, de repente –le respondí. –!La chata! Ya me gustaría traerla con toda su junta a estos antros para vacilarme al tope. Esas se creen las “masmás” de todo el pueblo, solo porque se las pasan choleando a medio mundo creyendo que son más gringas que las vikingas o simplemente porque les da la gana. –Sería como un experimento sociológico. Las traemos y si de verdad no combinan con ese ambiente, entonces podemos decir que no es su lugar. –¿Y si encajan a la perfección? –Entonces te alquilas otra tiendecita en la misma calle y le armas otro huarique para que tengan algo que hacer. –Y nos reímos de buena gana. No dijimos nada más, porque el viernes nos volveríamos a encontrar, entonces ahí veríamos si de repente nos animábamos y hacíamos una incursión a esas chinganas. Solo para conocerlas. Por mi parte y a medida que pasaban los días fui animándome a realizar ese tour. Así que, llegado el viernes antes de emprender esa aventura nos comimos una pizza, porque debíamos tener un buen colchón para aguantar todo lo que sabe dios acabaríamos tomando. 112 DE LA VIDA Antes de entrar al primer lugar hicimos un pequeño recorrido por esa parte de la avenida y decidimos visitar cuatro de esos huecos, calculando que, si en cada uno de ellos nos tomaríamos una cerveza, entonces decidimos entrar a conocer solo cuatro, porque con cuatro “chelas” en la cabeza ya era más que suficiente para ver lo que pasaba en esas chinganas. Ya pasada las ocho de la noche entramos al primer local. Al parecer era el más grande de todos. Estaba tenuemente iluminado por unos focos de colores del más bajo voltaje. No sé cómo, pero lograron darle esa tonalidad opaca y sombría, propia de los ambientes insanos y destinados a inspirar o refinar los más oscuros deseos de sus tristes parroquianos y sus acciones, si es que estaban ahí para hacer algo. Pero por encima de todo en esa sórdida atmósfera destacaba ese omnipresente olor a un límpido alcohol etílico industrial rebajado con agua y mesclado con algunos tintes también industriales con sabores y colores afrutados. Como el ambiente era cerrado, el humo de los cigarrillos se elevaba pesadamente, primero como pequeñas nubes que después iban estirándose y finalmente se rasgaban. Era un lugar perfecto para ser malo con todos y contigo mismo. En la columna del centro de su más amplio salón, habían construido con madera de desecho de algunos embalajes, una barra circular pintada rústicamente de color caoba y al pie de ella se exhibían unas cuarenta galoneras muy blancas del alcohol rebajado que despachaba desde ese lugar una muy perfumada mujer, vestida a su modo con pulcritud y exhibiendo con mucho orgullo y autoridad sus rasgos andinos. "Si un día se incendia este local su dueña moriría como la Juana de Arco, porque todas esas galoneras la achicharrarían en un santiamén", me comentó mi amigo algo que yo también estaba pensando, pero con la cómica malicia de un perverso dibujo animado. Lo que sonaba por ahí era una música que no ocupaba todo el espacio de ese lugar, sino como que viajaba a través de ese olor y de las gruesas volutas de humo que poblando ese espacio se deshacían perezosamente. Después de escudriñar todo lo que se podía ver desde donde estábamos, tomamos asiento en una pequeña mesita artesanal y dos enclenques sillas, pero uno de los dos debía acercarse a la barra a pedir y pagar las cervezas, para que luego de algunos minutos la orgullosa emprendedora te las entregara junto a sus vasos ofreciéndote una falsa sonrisa. Mi amigo la elogió hipócritamente. "Está interesante tu negocio. ¡Te felicito!", y le agradeció con una sonrisa más amplia y falsaria. De algún lugar metido dentro de esa oscuridad se apareció un colega para saludarme muy risueño y lleno de contento, porque habíamos tenido los mismos gustos y como mis ojos ya se habían acostumbrado a esa penumbra, vi que estaba acompañado de una de esas mujeres que tienen hijos de varios padres y que a punta de juicios de alimentos los cría a todos sin dejar de seguir consolando a los padres de sus hijos, si querían. Recuerdo que en los corrillos judiciales esa era la más exitosa, porque con su cuerpo, gracia y donaire había logrado conquistar a cinco sujetos que podían pagar lo que sus hijos se merecían hasta terminar exitosamente sus carreras profesionales. –!Carajo! Estás con la "chinajuchi". Cuando comience a pedirte una suculenta pensión de alimentos, vas a ver qué yo voy a ser su abogado para hacerte pagar más que los otros juntos, que hasta mi nombre le va a poner al crio. –Le dije en son de broma. 113 CIRO V. PALOMINO DONGO "!No colega! Sabe, le quieren hacer una tremenda injusticia...." y quiso contarme una historia sin fin como suelen hacer los borrachos, porque ese barato licor ya le estaba batiendo la tutuma, y con buenas maneras traté de sacarme lo de encima, porque con ese menjunje, como si les abrieran la puerta, suelen salir todos los diablos que tenemos presos en nuestros muy adentros. Pero en realidad no quería decirme nada, solo mostrarme su simpatía y admiración al saber que estábamos jugando para la misma camiseta o que por lo menos pertenecíamos a la misma barra brava. Yo le decía con tono muy cómplice que le diga a su clienta que no se preocupe porque estaba en manos del mejor abogado de la ciudad y para convencerlo de eso, agregué. "¡Y el que diga que no, la puta que lo parió!". "¡Te llama!" le dije y cuando volteó, me fui a mi mesa. –!Mira! Por allá está el huevastriste", tirando un floro que desde aquí se nota y por sus gestos hasta se adivina. Qué diablos le estará diciendo a esa pendeja que no necesita ni el más mínimo chamullo para lo que sea y por eso está aburrida. –Dijo mi amigo. "Está entrenando", le respondí. El "huevastriste" pertenece a esa legión de cojudos que desde la cuna sus padres les han dicho que son bellos, inteligentes, sagaces, valientes y por eso dueños del mundo, mientras delante de sus ojos llenos de lágrimas representaban el violento drama sin fin y sin testigos de aquellas parejas que después de desnudar sin el menor empacho sus pequeñas almas, ya no se aman y hasta quieren matarse. Y de ahí quién sabe por qué otras razones o sin razones, sin descartar los genéticos, sin el más mínimo cálculo ni pudor el “huevastriste" andaba enamorándose compulsivamente de las muchachas más codiciadas del pueblo, solo porque le daba la gana. Y persistía tan irracionalmente en ese capricho hasta hacerles pasar públicamente las más vergonzosas y absurdas escenas de su amor sin barreras, mostrándoles sin pudor los grotescos lamentos de un amor no correspondido y las lágrimas de un gran amante caído de rodillas a los pies de una indolente ingrata. Pero ahora que se puso tan de moda eso del acoso sexual, un día que con la misma terca y risible locura se enamoró de una compañera de trabajo. Sin corresponder legalmente y sólo para asustarlo, lo sometieron a un proceso disciplinario por acoso sexual, que le curó esa manía. Porque ahora piensa que ese mismo roche puede pasarle y con pena de cárcel ante el Poder Judicial por andar enamorándose como siempre lo hace. Pero en ese huarique y ante las damiselas que lo frecuentan puede entrenarse en el arte de enamorar con ternura y fineza. O hacerlo como siempre lo ha hecho cuántas veces se le antoje con tal que tenga dinero. La vida es así, o encuentras lo que buscas o te ubicas dónde perteneces. La diferencia, ninguna. Se trata de sobrevivir, que no necesariamente es de lo más lindo. Todos estaban perfectamente instalados que hasta parecían una más de las cosas sumergidas en ese sombrío hábitat, porque cuando ríen parece que no ríen y cuando lloran parece que no lloran. Por ahí conocimos cómo el gris espectro de actitudes que alienta el alcohol iba desde unos personajes agitados por un estado de ánimo alocadamente expansivo que los impulsaba a ser groseramente bromistas y hasta joviales, pero vacíos y ajenos a todo lo que les rodeaba dentro de ese lugar de mala muerte. Los otros los que no empatan ni socializan amenamente, solo se limitaban a tramitar sus opacas vidas desde fuera de la realidad, como si se tratara de una solicitud cuando quieren 114 DE LA VIDA algo o de una queja cuando comunican sus sentimientos, pero con gusto o resignación, cómodamente instalados en sus anticipadas muertes. Sólo cuando están callados, cabizbajos y vencidos comprendemos que sus vidas están sepultadas dentro de aquella extraña locura que al final de buena gana o a regañadientes todos aceptamos como algo que desde siempre pertenece a la especie humana, porque alguna partícula de todo ese grotesco teatro está instalada en nuestros genes. En medio de estas divagaciones se apareció una pandilla de hombres y mujeres que se creían los dueños de esa chingana y empezaron a llenar el lugar con toda la bulla de sus ganas de malearse al tiempo que le hacían saber a los demás parroquianos que de ahí en adelante estarían en presencia de los más bacanes del pueblo. Cómo a esa gente puedes verla por las polladas, las pichangas de las canchas de Grass sintético, los paraderos de los colectivos, vendiendo cositas por todas partes o los que están todo el tiempo en el celular planeando robar algo y hasta en la cárcel, mejor era retirarse, porque su primitiva locura es muy depresiva y tediosa. –¡Ya sé a dónde ir! –Me dijo mi amigo mostrando su deseo de abandonar el lugar. Unos metros más allá, pero en la acera del frente entramos a un local de bloquetas y cemento sin acabados que tenía un nombre tan trivial como "los sapos" o "las palomas". Una vez dentro nos percatamos que todas sus paredes estaban tapizadas con “jarapas" de eucaliptos. Luego de ubicarnos en un lugar que nos permitía ver casi todo nuestro entorno, por otras bullas nos enteramos que tenía algunas habitaciones más. El mobiliario era bastante artesanal y de madera corriente sin pintar, pero que poco a poco iban tomando un color muy especial por los derrames del licor coloreado, la ceniza de los cigarrillos y la baba de los parroquianos que se quedaban dormidos. "Parece que su decorador ha querido decirnos que estamos dentro de un bosque o adentro del mismísimo eucalipto" Comentó mi amigo. "Si pues parece que también es suicida como la dueña del otro local, porque si al menor descuido se enciende aquel cilindro azul de plástico repleto de alcohol se incendiarían todas estas 'jarapas’ hasta achicharrarnos a todos". Al lado nuestro en una mesa para seis personas estaban sentados dos hombres y tres mujeres. La que más destacaba de ese grupo era una muchacha bastante alta, casi de mi estatura. A pesar de las facciones andinas de sus pómulos, nariz y mentón exhibía una frente amplia. "Cómo de la Gioconda" comentó mi amigo. Además, tenía los labios de una zamba, la piel blanca, una cabellera muy ensortijada color naranja y unos ojos latinos más bien grandes. Esa facha no es ninguna novedad en ese lugar, total estamos viviendo en el país de "todas las sangres”. Hablaba con acento costeño y era evidente que la bandida era la líder del grupo, porque al que se suponía que era su "machete" y que se llamaba Yónatan, solo lo dejaba hablar después que iba a la barra a comprar lo que ella ordenaba. El otro hombre era de duro aspecto y bastante callado y a su lado estaba la otra mujer algo simpática y muy sumisa. A la derecha de la “Melissa” como se hacía llamar la condenada, estaba la otra mujer que la miraba todo el tiempo con mucha admiración y respeto, pero con ojos enamorados. "¡Puta esa pendeja no pasará de 20 años y hasta hembrita y un sacolargo tiene! Debe ser virgen la machona", 115 CIRO V. PALOMINO DONGO comentó mi amigo. "No necesariamente, la mayoría de las lesbianas son así, porque han sufrido mucho con los hombres, y si vez bien, esa chata no es su amor sino su puta. No ves que la trata como a una mierda, eso es porque la está cafichando". "Sabes mucho de ese negocio, ¿no habrás sido cafetero también?", me dijo en son de broma. "Criminología, cuarto año de derecho, buen profesor", le respondí. La altaza vestía un buen bluyín de marca, un polo blanco con el cuello muy escotado por el que quería mostrar unas tetas que no tenían ganas de lucirse todavía, cubierta con un cortavientos de tela sintética de color amarillo y negro y un par de zapatillas también de marca que alguna vez fueron blancas. Su cuerpo estaba inflándose desde su abdomen y su papada, luego le seguirían hasta más no poder el trasero, las tetas, los brazos y las piernas hasta lograr, como dirían los políticos, la recia figura de las mujeres del pueblo. Pero sobre todo a golpe de la más cruda realidad le irán aumentando las mañas que deberán ser cada vez más refinadas o groseras, según sea necesario para ser efectivas. Esa es una condición ineludible para que los marginados de cualquier parte del mundo sigan sobreviviendo y de repente hasta prosperar si es que son ahorrativos y emprendedores. Pero eso de arrepentirse y ser buenos no existe en sus cabezas porque para ellos no puede ser real. Esa es una quimera de curas y pastores. En esas chinganas no se pide lo que uno desea, se compra en la barra a un taimado que cree que todos le deben un favor por haber montado ese invento. Después de pagar las dos cervezas me alcanzó dos vasos advirtiéndome. "Nuevecitos, ah", y lo hacía por dos razones, una porque si se rompían debía pagarlo como nuevos y la otra porque como eran nuevos no había necesidad de lavarlos. "Muy disimuladamente mira la "jarapa" que está por encima de la cabeza de la pendeja". Miré como me lo recomendó y después de unos minutos le pregunté con algo de duda. "Acaso es una apasanca?". "Es una apasanca pues ciego. No ves que saca medio cuerpo y se mete y a veces sale entera y de susto vuelve a desaparecer. Seguramente llegó junto con las "jarapas" y convirtiéndose en el Rambo de las apasancas ha aprendido a sobrevivir en este cuchitril", concluyó. "No compadre, yo creo que la que vino ya murió, pero por ahí ha puesto sus huevos y ahora no es solo una sino más de 100. ¿Haber levanta un poco la corteza de ese lado?" Como no se atrevió seguí comentando con el tono de emoción y suspenso con que durante mi infancia nos contábamos cuentos de terror. "Estamos frente a la invasión de las apasancas que muy pronto poblarán primero este barrio y después el pueblo entero, creando una ola de pánico entre sus habitantes que en su desesperación de matar a las tarántulas acabarán matándose entre ellos hasta que el pueblo desierto se convierta en el Reino de las Apasancas". "Seguramente cuando te comas a la Melissa y a su amorcito, porque debe ser su yapa, les saldrán varias apasancas de la concha". Comentó y agregó. "Si yo fuera el dueño y descubriera que mi hueco está invadido de tarántulas haría un concurso, dónde quién atrapara una viva se ganaría un vaso grande de ese alcohol teñido y si alguien se atreviera a tostarla en un mechero de alcohol que tendría preparado y se la comiera como hacen los nativos de la amazonia, se ganaría una botella de cerveza. !Qué loco sería!", propuso mi amigo riéndose. "Y lo hacen. Por una chela estos ‘causitas’, lo hacen". Agregué. 116 DE LA VIDA Después mi amigo comentó con admiración sobre el genial descubrimiento que hizo el “patita” que abrió la primera cantina–discoteca, para vender alcohol etílico rebajado y coloreado. Pero lo mejor fue que el público joven respondió bastante bien que ahora en esta misma cuadra frente a las narices de los tombos existen varias chinganas. "Pero ese no es ningún descubrimiento, porque en este valle el alcohol de caña de azúcar existe desde que llegaron los españoles hace más de 450 años y fundaron las famosas y centenarias haciendas cañaveleras para fabricar azúcar de primera que se consumía hasta en la mina de plata de Potosí en Bolivia y las minas de azogue en Huancavelica y se exportaba a Europa como la mejor de América. No es la primera vez que la gente de este pueblo se vacila con este licor y quizá en otros tiempos estos tragos eran más agradables y mejores, porque hasta la misma planta era orgánica y su fabricación cien por ciento artesanal, en cambio la huevada que venden ahora sabe y huele a desinfectante". Pienso que lo ilustré. Como hablábamos y nos reíamos muy animadamente, la grandeza comenzó a lanzarnos las sonrisas y muecas que hacen las putas cuando ofrecen su cuerpo. Luego sin que le digamos nada se acercó a donde estaba mi amigo para decirle que hacía de todo y lo entregaba todo y que podía ser con los dos juntos y con la chata también que a pesar de ser medio cojuda le gusta chuparla como loca. Ni corto ni perezoso mi amigo le respondió que sí, pero ahorita no, porque estábamos hablando de negocios y queríamos quedarnos en el lugar para divertirnos un poco más y quizá bailar. Pero de encontrarnos con ellas, llegado el momento lo haríamos. “¡Dame el número de tu celular!” "!Carajo! Tú sí que sabes el arte de negociar con las putas. ¿En qué academia has aprendido?". Le pregunté socarronamente. "Eso lo aprendí en los audiolibros de Og Mandino, Deepak Malhotra y William Ury. Pero si no quieres le digo que la cosa es sólo conmigo, porque a ti se te moja la canoa”, me respondió. "Por favor, dile que mis putas son más finas, más respetables y que no son misias.", le supliqué y nos reímos. Resultaba penoso que aquella muchacha tuviera que ver con uno de los cientos de pueblos comuneros sembrados por los españoles en estas cordilleras, que durante la reducción de los indios los obligaron a vivir en pueblos con calles, manzanas, casas y plazas, para saber cuántos eran y para qué podían servir, para pagar tributos a un rey de ultramar y para "creer" en un dios desconocido a quien ellos no habían crucificado. Dentro de esa supervivencia se mesclaron con los miles de españoles que llegaron en los barcos y se hicieron cholos de todos los colores, las fachas, tamaños y de “todas las sangres”. Y después de haber servido al invasor por cientos de años en sus haciendas, sus minas y sus obras, cuando llegó la república con todas sus luces, tuvieron que seguir sirviendo por más de un siglo, hasta que en los años 40' del siglo pasado llegaron las carreteras que saliendo de aquí podían llevarlos a cualquier lugar de la costa. Fue entonces cuando los indios y mestizos sometidos a la servidumbre de los "mistis" y gamonales se fueron a las grandes ciudades a buscar un mejor destino para ellos y sus hijos y acabaron poblando los cerros que las rodeaban en apretadas viviendas que les llamaron barriadas y desde donde bajaban a seguir siendo la servidumbre de las casas y las fábricas de los ricos. Pasaron de “Guatemala a Guatepeor" y en apenas dos generaciones sus hijos fueron los nuevos miserables del Perú. No se puede negar que no pocos mejoraron, pero a costa de 117 CIRO V. PALOMINO DONGO explotar a los que no pudieron prosperar. Atrás muy atrás como en el mito y la leyenda quedó el pueblito bello y santo, el paraíso perdido y solo subsistió la pesadilla convertida en las Melissas y los Yonatanes de extracción comunera que sumidos en la marginalidad y el delito habitan estás tristes y caóticas ciudades. Parece que con el deseo de instruir a la mujer del otro varón sobre los quehaceres del oficio más antiguo del mundo, la Melissa le hablaba con total desparpajo e insolente sabiduría. "Recuerda que cuando viene un hombre a pagar por lo que quiere, eso tienes que darle porque su dinero le cuesta trabajo hasta cuándo es robado y así como cuando nosotras tenemos hambre y comemos, ellos tienen iguales ganas y tienen que comer lo que tú les ofreces. Así que lo que tienes que hacer, es hacerlo sin arrepentimientos ni otras huevadas, pensando únicamente en lo que debes cobrar por adelantado y punto." Luego se puso a darle algunas lecciones sobre las cinco clases de hombres que tiene que atender en ese oficio, diciéndole que unos son los que se alucinan los más avezados cacheritos, los supermachos. "Si les dejas fanfarronear vas a perder tu tiempo y tus clientes, así que mejor los calientas como a una olla de cuáquer y lo mueves hasta que al toque se rebalse y para disculparse por no haberte hecho gozar como sólo sabe hacerlo él, te dirá que ha estado en la cárcel o en algún paraje deshabitado de la puna dedicado a la minería. No te rías, solo dile que ha sido una bestia y que por haberlo soportado tanto te debe el doble". Le habló también de los nuevecitos, de los que vienen a estrenarse. "Esos traen mucha suerte, por eso como si fuera un bebé tienes que tratarlos con mucho cariño. Debes hacerles saber que el "metisaca" es por lo que viven, trabajan, matan y se mueren todos los hombres y las mujeres. Si se lo haces bien, ese será tu caserito hasta que se case. En otra parte de su instrucción le habló de otra clase de tipos. "Si el pata es medio raro y te trata como a una cualquiera y tiene los labios resecos y te habla sin mirarte a los ojos, pero acaba proponiéndote cosa raras como eso de que les pegues con el chicote que han traído o que le metas el dedo al culo o que te desnudes para que se pajee. Mucho cuidado esos son los degenerados, en ese caso solo tienes que alegrarte como si lo hubieras estado esperando y le dices sonriendo. '¡Qué loco eres papito! ¿Dónde has estado que recién te apareces? Voy al baño, ya vuelvo. ¿No te vayas a ir?' y te largas porque esos pervertidos pueden hasta matarte”. "Pero no todo es malo, porque también se aparecerán unos “patitas” que te dirán que están tristes y que necesitan mucho amor y que se lo hagas así o asá, porque su esposa que es una religiosa cojuda piensa que eso es pecado y que una señora educada y decente no hace eso, o simplemente porque no le gusta y punto. Y si le haces lo que te pide y si de paso al mañosón le enseñas un par de cochinadas más que para ti no son nada, será tu más puntual caserito". Después le dijo que sus amigos o su propia familia le traerán al mariconcito del barrio o de la casa, para que por fin se haga hombre y no ande enamorándose de los “patas” o de sus primos. "Cuando notes que el “patita” es un cabro de verdad, primero tienes que procurar hacerte de todo su dinero y luego lo calmas diciéndole que sabes que hacer en estos casos, y te pintas los labios y lo besuqueas por el cuello, la nuca y la bragueta, después agarras dos condones y le dices que los abra y con su lubricante se sobe los calzoncillos y finalmente te metes el dedo en el “tampón” y se lo pasas por el cuello y la frente. Si con eso no lo dejan de molestar es porque ellos también son maricones". 118 DE LA VIDA Y para terminar le dijo que si son estudiantes. “Un polvo libre sin complicaciones de cielito lindo y otras huevadas más y chau, porque esos son misios de verdad”. Después de eso para la alegría del dueño, la Melissa se paró y se fue a la barra a pedir más volumen y una salsa y se puso a bailar moviendo el culo como una loca y desafiando a todos a qué le ganen. Como eso no les gustó a las otras mujeres salieron todas a la pista a demostrar que eran mejores, algunas lo hicieron con sus parejas y se armó el tono, dónde como siempre sucede entre la gente sufrida, la alegría se desbordó de una manera insana y el trago corrió como si el mundo se fuera a acabar. Mi amigo dijo. "Me voy al baño pido dos chelas y después me pongo a danzar con la Melissa para enseñarle a bailar de verdad" y se marchó. Al cabo de un rato volvió mostrando una cara de desesperación y me dijo casi gritando. "¡Vámonos ya!!" Le hice caso porque el asunto parecía grave. Al salir del antro notamos que en el local policial había un guardián y hacia ahí nos dirigimos. Cuando apenas habíamos avanzado quince pasos salieron dos energúmenos dispuestos a matar. Como al parecer estaban bebiendo en el otro ambiente no sabían que nosotros estábamos en esa chingana y como vieron que no éramos sus iguales y que a poca distancia había un policía, se volvieron a meter. Ya en un bar normal del centro con gente conocida, nos sentamos a charlar sobre esa nuestra "gran noche". Lo primero que hizo fue explicarme porqué tuvimos que salir volando de ese local, y fue que saliendo a un corredor casi sin luz había un cuartito más o menos grande donde los dueños habían instalado el único baño del negocio y en vez de puerta tenía una cortina de plástico azul–negro. Cuando corrió la cortina para entrar notó que era más profundo que el corredor y como estaba totalmente oscuro pensó que estaría lleno de agua y orines, así que mejor orinó desde fuera, pero apenas había empezado del fondo de la oscuridad salió un grito salvaje. "CTM me estás meando. ¡Hijo de puta, me estás orinando!" Nunca se imaginó que una mujer podía estar ahí sentada meando y quién sabe qué más. Y así que sin la menor intención acabó duchándola, entonces fue que tuvo que salir volando sin completar lo que estaba haciendo. –Entonces mejor por qué no acabas de orinar aquí y de paso terminas de cagarte de miedo. – Le dije y acabamos riéndonos. 119 CIRO V. PALOMINO DONGO UN “FLORERO” MAS –¿Cómo creen ustedes que acabará toda esta trifulca? –Preguntó uno de los reunidos. –Esto no acabará nunca, porque los huelguistas están decididos a votar a la Dina Boluarte del mismo lugar en que la pusieron, aunque ella diga "Dina no se orina". Y que de inmediato se convoque a elecciones generales y que en cuatro meses vayamos todos a las urnas bajo apercibimiento de multa. –Pero dejándonos de bromas, ustedes creen que los 15,000 millones de dólares que han invertido las empresas transnacionales y los grandes capitales nativos en la minería de la región, ¿van a dejar que se los expropien cuándo todavía no le han sacado el jugo a ese montón de dinero? Mucho menos el Partido Comunista Chino que es dueño de la minera las Bambas en plena explotación. Además, es uno de los más grandes inversionistas del país, especialmente en el mega puerto comercial de Chancay en la región Lima. Y todavía están hablando de imperialismo yanqui, cuando los gringos jamás han metido tanta plata en el Perú. A eso se suman las otras inversiones que han hecho los europeos y los norteamericanos, sin faltar las que hicieron los chilenos, argentinos colombianos mexicanos y de los otros países latinoamericanos que en los últimos 30 años vieron en el Perú el país donde se podía invertir con seguridad para obtener buenas ganancias. –Acotó alguien que al parecer conocía mucho del asunto. –¿Entonces que va a pasar, por decir en los próximos meses? –Volvió a preguntar. –¡Bala y más bala, hasta que se calme todo! Le respondió el conocedor de las grandes inversiones extranjeras. –¿Cómo puede ser eso? –Preguntó más confundido aún. –¡Mira! Los policías y soldados no son unos sádicos o desalmados que se vacilan disparándole a los huelguistas. Ya sus jefes han entendido que estas movilizaciones no son pacíficas y para ello han tenido que recurrir al uso legítimo de la fuerza del Estado amparado por un Decreto Legislativo que les permite controlar las situaciones que perturban la paz y el orden interno, como lo tienen todas las policías del mundo. Así que compadrito no es como dice la gente que los tombos y cachacos están disparando porque les da la gana o porque sé les ocurre, sino que tienen que acatar lo que sus jefes le ordenan conforme a esa ley y después con base en esa norma pueden defenderse ante cualquier tribunal. –¿Tú eres de derecha no? –Le preguntó. –¿Y tú eres de izquierda no? –Le preguntó a su vez. –En realidad no, pero en la universidad tuve que andar con los de la izquierda por eso del comedor universitario, que valgan verdades me ayudaba mucho, porque yo era un estudiante pobre. –Pero ahora que eres profesional y estás nombrado en el Gobierno Regional ya no necesitas ser izquierdista. Yo también he sido hijo de un artesano con una madre de ocupación “su casa”, por eso he sido caserito del comedor universitario y no por eso tenía que ser de izquierda. Escucha, el hombre es libre a pesar de sí mismo. Como Nino Bravo. "Libre, como 120 DE LA VIDA el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar. Libre, como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar. Libre, como el viento que recoge mi lamento y mi pesar, camino sin cesar detrás de la verdad y saber lo que es al fin la libertad"'. Por eso no puedo ser de derecha o de izquierdas. –¿Entonces, qué va pasar? –Le preguntó nuevamente. –Lo que puede pasar es que, si estos reclamos y movilizaciones continúan haciéndose cada vez más violentos, entonces mediante un golpe de Estado, los militares tomarán el poder e inmediatamente se desatará una salvaje represión en medio del aplauso de la otra parte del pueblo que es la gran mayoría y que ya está harta de todo esto. Y cuando se crea que ya todo está en calma buscarán, detendrán, matarán y desaparecerán a todos los que tienen registrados en sus fotos y videos. –¿Pero no crees que así se estará destruyendo la democracia? –Le preguntó. –¿De qué democracia estás hablando? ¿De la democracia de Belaunde? ¿De la democracia de Velasco Alvarado? ¿De la democracia de Alan García? ¿De la democracia del chino Fujimori? ¿De la democracia del cholo Toledo? ¿De la democracia del cosito Humala? ¿De la democracia del PP Cuy? ¿De la democracia del lagarto Vizcarra? ¿De la democracia del Pedro Castillo? ¡Ya pues, por favor! De qué democracia estás hablando, porque todos estos “demócratas”, solo han resultado ser unos corruptos y unos vulgares ladrones. –Te estoy hablando de la que elegimos todos. –Eso no es ni será nunca una democracia. Eso es solo una elección y nada más. Solo es escoger sobre la base de una repugnante demagogia y una sibilina propaganda, al próximo “demócrata” que igual nos seguirá robando, como si se tratara de preferir una comida, una gaseosa, un condimento o un calzoncillo. La democracia es otra cosa, papay. –¿Entonces porque siempre estamos hablando de democracia en todo lugar y momento? –Precisamente por qué no existe. ¿Acaso alguna vez has sentido que vives en una democracia y por eso te sientes demócrata? –No pues. –¡Escucha! En el Perú nunca ha existido la democracia, que es el gobierno del pueblo por el pueblo, ni siquiera en Estados Unidos ni en Europa. En realidad, entre los hombres nunca va a existir la democracia, porque según Aristóteles en su libro La República, la democracia sólo puede existir entre los dioses. La democracia sólo es un valor como la ética, la justicia, la belleza, etc., al que todos debemos aspirar. Cómo lo hacen con mucho sacrificio los pobladores de los países escandinavos donde todos con su trabajo, sin importar si el gobierno es de izquierda o de derecha, impulsan la igualdad de sus conciudadanos pagando en impuestos hasta el 45% de sus ingresos, para que todo esté en orden y para que todos en alguna medida puedan ser felices dentro de una comunidad solidaria, donde no existe la corrupción. Dónde los pobres viven mejor que muchas familias de lo que llamamos “clase media” en este país. Donde hasta los presos tienen un lugar para desarrollarse personalmente. Y eso solo se alcanza con educación y más educación, el resto es cuento. 121 CIRO V. PALOMINO DONGO –Eso está bien, pero estamos hablando del Perú, porque si se produce un golpe de Estado van a pegar el grito al cielo la OEA la ONU y todos los países importantes del mundo y así la cosa no va a salir bien para los golpistas, ni para nosotros tampoco. –Y si va a ser así. ¿Qué puede pasar? Acaso no te has enterado de que el presidente ruso Vladímir Putin sólo por sus apetitos imperialistas y rompiendo toda la legalidad internacional, invadió Ucrania un país soberano y a pesar de la pataleta de todos los Organismos Internacionales, no le ha pasado nada, pese a que la cruenta invasión rusa ya va para un año y se ha cobrado más de 200,000 vidas en ambos bandos. Lo que es peor, a raíz de esta guerra toda la economía mundial se ha puesto “patas arriba” y por eso todos los países están en la línea de una inflación y recesión mundial, o sea pobreza y más pobreza, y en medio de esta desgracia a quién le puede importar el Perú y lo que pase con los peruanos. Sólo seremos una más de las malas noticias que suceden a diario en el mundo. ¿Pero sabes a quiénes le puede interesar? –No sé. ¿A quiénes? –A los que tienen metido su dinero en nuestro país y por supuesto a los políticos que son los que protegen sus intereses. Entonces como dijo Ortega y Gasset. “La política es el simple juego de los intereses”. En ese punto el diletante amigo puso fin a ese diálogo que más parecía un monólogo. Y arreglándose el saco y haciendo adiós con la mano, se marchó sacando airosamente el pecho. Después de un momento reparé en eso que habló acerca de un golpe de Estado por parte de los militares y bala y más bala y masacres como cancha por todos lados, con miles de muertos y desaparecidos cómo en la Argentina de los años 70. Pero eso ya no sucede en estos tiempos, pues ahora solo se necesita tener el poder dentro de un Estado de Derecho y esperar que tarde o temprano las cosas se calmen o que por el bloqueo de las carreteras se produzca un desabastecimiento tal que la otra parte del pueblo salga a mostrar su descontento con todo lo que está pasando, que no adivino cómo será. Y como todo esto no es una fiesta, comiencen a detener a algunos sujetos y presentarlos cómo los autores del incendio de los locales del poder judicial o de la fiscalía para procesarlos por el delito de terrorismo, como ya está sucediendo en otras regiones. Todo eso que dijo es lo más chiflado que he escuchado últimamente, pero no sería nada raro que ese callejero opinólogo, con ese su floro cojudo que fácilmente confunden la realidad con la fantasía, sea candidato para algo en las próximas elecciones y sin saber “leer ni escribir” hasta resulte elegido congresista de la república, gobernador regional o alcalde. 122 DE LA VIDA XENA, PRINCESA GUERRERA De repente entre las matas de las flores escuché el maullido de un gatito, pero cuando me acercaba a ver se espantaba y raudamente desaparecía de mi vista y después de unas horas, volvía a lo mismo. Se trataba de una gatita tricolor que había sido rescatada de las orillas del río Olivo que pasa por el lugar donde vivo y que ahora encajonado con muros está a más de dos metros de profundidad y que probablemente la mala gente que la trajo hasta ahí, la arrojó al río junto a cinco o seis gatitos más, pero seguramente esta luchó por su vida y logró montarse sobre unas piedras que estaban por encima del nivel de las aguas. Sospecho que esa camada de gatitos habría sido lanzada muy temprano por la mañana y cuando lograron escuchar sus ateridos maullidos y subirla a la casa, ya eran las cuatro de la tarde. Pero enseguida cuando se vio a salvó se perdió entre el follaje del jardín para ponerse a maullar de hambre, de tristeza, abandono y dolor. Cuando con el "Pielorrojo" que llamaba alegremente "Michi, michi, michi", nos pusimos a buscarla para llevarlo a comer al plato del Michimaus que así es como se llama mi viejo gato, que es tan viejo que ahora le damos comida para gatitos porque ya ni dientes tiene. Entonces ese era el menú perfecto para una guerrera que había luchado por salvar su vida. Cuando muy sigilosamente logré cogerla al instante me mordió, pero, aunque me sangraba el dedo pulgar de la mano derecha la puse frente al plato y me marché a desinfectármelo. Lo más pronto posible porque no conocía al animalito. Mientras me curaba pensé que, al verse atrapada, la minina temió verse otra vez arrojada al río para ser rematada. "Tiene miedo, mucho miedo”. Un temor tan grande como el que estamos sintiendo todos frente a la siempre presente muerte que nos sigue trayendo el COVID-19 y de las muertes que están produciendo todas las guerras del mundo. Cuando fui a ver qué había hecho. Pues había comido hasta la saciedad porque el plato estaba vacío y cuando la vi caminar como un felino en peligro, desapareció raudamente debajo del sofá y no la vi más hasta que al día siguiente la vi al lado del desmuélado Michimaus que estaba esperando que le llenaran su plato con comida para bebes. "Ya agarró pista”, pensé y me quedé satisfecho. Ya está conmigo casi o más de un mes, no recuerdo. Y cómo ya estaba ella tuve que comprar leche de caja para darles de desayuno a los gatos en una latita de atún. Le gustó y mucho. Al comienzo esperaba que no hubiera nadie para acercarse a beber, pero ahora ambos gatos como si fueran sindicalistas me piden a gritos su leche. Ya no se escapa para esconderse de mí. Y anda por dónde trajina el Michimaus. Se solea en la puerta de mi dormitorio, juega con todo hilo que encuentra o ramita que se tropieza y ya está gordita, fuerte y agilísima como cualquier gato. A veces me sigue mordiéndome el pasador de mi zapato o la basta de mi pantalón, pero cuando me paro, huye. Cuando les sirvo su leche y no están la llamo gritando. "Xena, Xena" y aparecen los dos volando, pero al llegar hasta mi presencia se reprime y se aleja a una distancia dónde siente que puede estar segura. El gato toma primero y solo cuando me voy se desayuna ella. Aún hoy todavía no se deja agarrar para acariciarla, debe tener mucho miedo a la "garra humana" que sin ninguna compasión mata animales. Mata selvas, bosques, océanos, mares, lagos, ríos, glaciares, paisajes y hasta el aire que respiramos. Pero también y mucho, mata 123 CIRO V. PALOMINO DONGO hombres, mujeres y niños en nombre de ideologías políticas, de patriotismos chauvinistas, de religiones fundamentalistas, por el color de la piel, por un puñado de dólares o por el mandato de la arrogante locura de un caudillo asesino que amenaza con destruir la Pachamama con una guerra nuclear si no le dejan salirse con su gusto. Una tarde que estaba en mi dormitorio haciendo un trabajo en la laptop que tengo sobre una pequeña mesa, de repente cuando volteo me percaté que la gatita estaba sobre mi cama, pero cuando se dio cuenta que había advertido su presencia, salió volando como una flecha. ¿Cómo es que llegó hasta ahí y sin la compañía del Michimaus? ¿Cuánto tiempo estuvo ahí? Para saberlo toqué el lugar donde se había recostado, estaba caliente, lo que quería decir que me había seguido y cuando supo que estaría entretenido se subió a la cama, no sé si a descansar o para ser mi amiga y compañía. Entonces recordé algunas frases del capítulo XXI del Principito de Antoine de Saint-Exupéry. “Fue entonces que apareció el zorro: –Buen día –dijo el zorro. –Buen día –respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio a nadie. –Estoy aquí –dijo la voz –bajo el manzano... –¿Quién eres? –dijo el principito. –Eres muy bonito... –Soy un zorro –dijo el zorro. –Ven a jugar conmigo –le propuso el principito. –Estoy tan triste... –No puedo jugar contigo –dijo el zorro. –No estoy domesticado. –Ah! perdón –dijo el principito. Pero, después de reflexionar, agregó: –¿Qué significa "domesticar"? (….) – Es algo demasiado olvidado –dijo el zorro. –Significa "crear lazos..." –¿Crear lazos? –Claro –dijo el zorro. –Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo... –Comienzo a entender –dijo el principito. –Hay una flor... creo que me ha domesticado... (….) –Sólo se conoce lo que uno domestica –dijo el zorro. –Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame! 124 DE LA VIDA –¿Qué hay que hacer? –dijo el principito. –Hay que ser muy paciente –respondió el zorro. –Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca... (….) Y volvió con el zorro: –Adiós –dijo... –Adiós –dijo el zorro. –Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. –Lo esencial es invisible a los ojos –repitió el principito a fin de recordarlo. (….)” Hoy día se llevaron a Xena, la princesa guerrera. ¡Estará bien! Se la entregué a una mujer que conoce muy bien sobre abandonos y desamparos y por eso tiene buen corazón, pero además es muy fuerte. 125 CIRO V. PALOMINO DONGO ¿Y COMO TE DEJA? No sabría decir si me he disciplinado a las órdenes que me da mi nuevo y brilloso reloj digital medicinal de pulsera o he dejado que simplemente me someta, pues entre sus varias “maravillas” sabe contar los pasos que doy cuando camino y por una aplicación en el móvil me señala cuántos pasos he andado y los convierte a kilómetros. De modo que, si me indica que he dado 8,100 pasos o más, significa que he trajinado 5 kilómetros e incluso me dice cuántas calorías he quemado en ese afán. Pero la verdad es que no le creo, porque además de ser “Made in China”, desde niño yo sé cuánto hay que sudar para recorrer 5 kilómetros y no creo que lo que me muestra sean realmente cinco, es mucho menos. De cualquier forma, ya me he acostumbrado a andar por las calles hasta que mi reloj me arroje los 8,100 o más pasos que me he propuesto lograr de lunes a viernes. Como por estos días anochece más temprano, estando en el mismo propósito, por una de las céntricas calles del pueblo a la hora en que muere la tarde y súbitamente todo se oscurece, porque se encienden las luces de los postes, los negocios y los carros, de manera que bien se puede decir que llegó la noche. De pronto me tropecé con un amable y muy respetuoso jovencito que me presentó mi hijo, no es que fuera así solamente conmigo, sino que, al parecer por su crianza, educación y dónde había crecido, de natural así era su proceder. Entonces entre saludo y saludo acabamos montados en una charla. Como correspondía a su talante me dejó hablar lo que quería decirle, que no era mucho, porque no sabía exactamente que podría contarle que le interese, así que, como me mostró unas fotos de una pesca que había hecho en los riachuelos de la puna de alguna comunidad campesina, hablé de eso, porque tengo buenos recuerdos de las hermosas truchas que en esas mansas y pequeñas corrientes se pueden pescar. En fin, es cómo pescar en el pozo de una granja piscícola, pero algo más serio puesto que hay que saber con qué carnada se puede seducir a esos acuáticos habitantes altoandinos. Estábamos en eso, cuando súbitamente cambió de conversación, mejor dicho, empezó una taladrante perorata de varios temas, que empezando uno y sin terminar saltaba a otro. Y cuando abordaba el que debía seguir intentaba otro y en ese loco afán iba irritándose más y más, porque al parecer todo lo que me quería decir lo molestaba y por eso le daba rabia, mientras que yo no entendía por qué a las personas que mencionaba en sus trozadas historias los trataba de vividores, estafadores, imbéciles o tramposos. Como no lo conozco muy bien, pero si un poco a su familia, supuse que estaba “rajando” de ellos, porque cuando hablamos mal de los demás, los primeros en caer dentro de nuestros alfilerazos es la “bendita y sagrada familia”. Y como a medida que vituperaba comenzó a levantar sin control los brazos, pero no para añadir a su enredado relato un lenguaje de gestos, sino para indicarme sólo a mí, que lo que estaba chismorreando también era importante para cualquiera, pues a su parecer me estaba confesando unas supremas verdades que a nadie más le confiaría, mientras que sus ojos se pusieron vidriosos y en la comisura de sus labios comenzó a formarse una espesa baba como de cuáquer, al tiempo que seguía vociferando a voz en cuello su cháchara sobre tierras, 126 DE LA VIDA haciendas, emprendimientos fallidos, fracasadas inversiones, procesos judiciales, muertes que parecían suicidios y otros asuntos más que no logré entender, pero si comprender que no se trataba de su familia real, sino de alguna ficticia que se inventó en función a los sucesos de ella. Cuando sentí que estaba alborotándose más de la cuenta, le pregunté muy seriamente. –¿Así de loco funcionas? –¡Más tarde me fumo un troncho en mi cuarto y me calmo! –Me respondió y enseguida me preguntó. –¿Usted ha fumado alguna vez? –Yo me he fumado dos biblias completas. –Le respondí para calmarlo y se puso a reír de júbilo, porque a todos los fumones les alegra saber que tienen a uno de los suyos a su lado, del mismo modo como a los alcohólicos les complace encontrarse con otro borrachín, aunque después por eso de consumir acaben peleándose hasta odiarse. –¿Y usted todavía se mete sus “bates”? –¡No! –¿Y cómo ha dejado de fumar? –Me preguntó. Sin esperar mi respuesta, con el temor de un niño arrepentido pasó a contarme que allá donde vivía, por culpa de sus padres había estado encerrado en varios centros de rehabilitación donde casi lo mataron a golpes, y cuando su madre le reclamaba a los responsables, estos les decían que todavía no existían medicamentos para curar las adicciones, así que cuando ahí adentro se vuelven locos por eso de la abstinencia, no existía otro modo de calmarlos. “Nosotros tenemos que hacer lo que ustedes no han hecho cuando el muchacho comenzó a enviciarse”. Les decían. También me contó que para ese mismo fin había frecuentado algunas sectas cristianas, pero aun así no había logrado dejarlo. Pero luego con mucho desenfado pasó a justificar su debilidad diciéndome que para nada los porros le molestaban su desenvolvimiento personal, ni su desempeño en el oficio con el que se ganaba la vida, ni mucho menos su personalidad. “¡Ya he aprendido a planear!” Me dijo con algo de orgullo. –¿O sea que como los cóndores ya conoces muchas autopistas de viento? –¡Si! –Me respondió con algo de gozo, al tiempo que volvió a preguntarme cómo fue que había dejado de fumar. –¡Nadie deja la droga! –Le respondí y afirmé. –¡La droga te deja! –¿Y cómo te deja? –Me preguntó lleno de curiosidad. –Te deja estúpido, huevón, desmemoriado, agresivo, ansioso, depresivo, sicótico, esquizofrénico y finalmente muerto. Entonces sin más me extendió la mano en señal de despedida. Por mi parte yo se la estreché y lo dejé ir para que a su manera fuera a calmarse. 127 CIRO V. PALOMINO DONGO ¡Y POR ESO LES DOY UN LIKE TAMAÑO DEL AMPAY! Por una "ami-gata te pareces", me he enterado de que en una de las mesas del almuerzo que se organizó con motivo del aniversario del ex Colegio "Santa Rosa", o sea el regentado por las monjas dominicas, por fin hablaron de mí, pero confundiéndome una vez más, con mi hermano gemelo. No sé por qué, pero dijeron que yo era un tipo inteligente y un buen escritor y que por medio del Internet hago un diario desde Norteamérica donde escribo acerca de mi desempeño profesional, la naturaleza de mi trabajo y no pocas cosas de mi vida y sus avatares (eso no es cierto), pero también que escribo cosas muy interesantes sobre la historia de Abancay y también muy bonitos cuentos y bellos poemas (eso podría ser, pero no tanto). Aunque una de ellas dijo que algunas cosas que publico, para ser un profesional, eran muy groseras, pero felizmente me aclaró diciéndome que era una compañera de provincias altas, de esas que creen que porque ya son “adultas mayores” (SIC. viejas) todo el mundo le debe un gran respeto, incluso hasta en las cosas que ella tiene que leer en las redes sociales, y nos reímos, porque de esta clase de gente gruñona y sin historia se puebla la soledad. Después siguió contándome muchas cosas más que en mis tiempos de colegial nunca había hecho o dicho, incluso me dijo que comentaron que yo había estado de enamorados con esa y otra fulana más, que no adivino de quiénes se trata, y otras lindezas más. La verdad es que me halagó todo lo que me contaba, porque era parte de los recuerdos que me hubiera gustado atesorar y por eso, como cualquiera, sería un poco más abanquino de lo que soy. Lo cierto fue que yo quise acabar la secundaria lo más pronto posible, porque ya estaba harto del colegio, de los profesores, de los auxiliares, de mi padre y del pueblo entero, y también porque ya estaba cansado de la triste fama de nuevaolero, rocanrolero, marihuanero y borracho que las malas lenguas gratuitamente me endilgaron. Por eso y muchas otras cosas más, ya me había llegado hasta la coronilla toda la menudencia que estaba almacenada dentro del pueblo y que olía a tiempos de la colonia y el gamonalismo, y por ese entonces mi gran ilusión era rodar por el mundo sin importar lo que me pudiera suceder, total igual nos vamos a morir. Pero las súplicas de mi madre y la realidad me decían clamando que dentro del poder establecido o lo que los gringos llaman “Establishment” podía tener y hasta ocupar algún lugar como cualquier otro que se esfuerza, y es por eso que me puse a estudiar, es decir a leer y escribir concienzudamente dentro de la universidad que yo mismo escogí y luché por ingresar. Y eso fue lo que hice. Después de esa grata conversación me puse a meditar. De dónde salió esa nueva imagen que me endosan, como para haber sido el centro de la comedida conversación de unas veteranas cómo yo. Sin duda se trata del mundo virtual, ese universo digital de las redes sociales que actúa como una extensión de nosotros mismos y dónde a través de una computadora, Tablet o un celular, podemos ganarnos un lugar en el mundo aparente, aunque este no sea igual a lo que somos o a la vida cotidiana que masticamos a diario, pero eso es lo que hay en ese más allá de la realidad y que está a nuestra disposición con solo hacer un clic. 128 DE LA VIDA Pero cuando después de un rato nos damos cuenta de que ese mundo nunca podrá meternos ni un solo céntimo en los bolsillos, sino más bien que nos lo saca, entonces hacemos otro clic y nuevamente volvemos a ser lo que somos y a tener que trabajar por todo lo que tenemos, porque no somos políticos, corruptos o delincuentes. Pero, además como las moscas que están por todos los lados, ahí están nuestras necesidades; entonces reparamos que nos falta tender la cama, lavar la ropa, preparar la comida, sacar la basura, ir al trabajo y seguir siendo el ser que vivimos. BUENO PUES, “CUANDO DIOS QUIERA Y LA VAQUILLA LO PERMITA”, ¡NOS VEMOS EN LAS REDES SOCIALES! Porque sólo ahí los veo felices, guapos, inteligentes, generosos, bien vestidos y hasta limpiecitos. Súper sociales y muy simpáticos, comiendo rico en lugares elegantes o siendo adinerados y atrevidos turistas, ciudadanos decentes, trabajadores honestos, felices esposos, amorosos padres y madres, babeantes abuelos, esforzados estudiantes, profesionales famosos, sabihondos catedráticos, deportistas victoriosos, sensibles artistas, muy religiosos y hasta fundamentalistas, brillantes intelectuales, sutiles, sarcásticos y hasta chistosos humoristas; prometedores, eternos y hasta fracasados candidatos políticos, doctos opinólogos, intensos influencers y chismosos sin parangón. Jóvenes solteras, solteronas empedernidas y hasta ilusas viejitas exhibiendo todo lo que tienen como queriéndonos decir. "Por si acaso esto es todo lo que hay”, pero ninguna nos dice. “¡Sale probando!". Gente sonriente mostrando su motocicleta o su auto nuevo como diciendo. "Mira lo que me encontré", sin importarles lo que piensen los envidiosos. "Cómo lo hace? ¿Cuál es el negocio?", y los cumpleañeros escribiendo. "Gracias por haberme saludado virtualmente por mi Santo, espero que hayan disfrutado de la fiesta virtual que les ofrecí", y sumados a todos los waccras, los ccarccachas, las llusquis, las fasfis y los patulecos, más aquellos que se creen ricos y hasta millonarios con lo que pidieron prestado de los bancos, etc. y cien etcéteras más. Pero, sobre todo, un abrazo a todos los que se atreven a difundir cultura en las redes sociales. ¡Y POR ESO A TODOS ELLOS, LES DOY UN LIKE TAMAÑO DEL AMPAY! 129 CIRO V. PALOMINO DONGO INDICE Analía 8 Mi encuentro con Michimaus 12 ¿Sientes que hay alguien más? 15 El chismorreo 19 La bellaca historia del Jacinto y la Raimunda 22 La abducción 27 ¡Cómo deseo ser tu amor! 34 La doctrina 38 La veta 42 El curso de capacitación 47 “¡Ta’suagüela!” 50 ¡Sáquenme de aquí!! 54 Los punteados por el amor 57 Lo que el tiempo se llevó 66 El vaciamiento 69 Feliz 149º aniversario Abancay 71 La despedida 73 Los mercachifles online 76 El Cambray 79 Cómo tratar psicológicamente a los fumadores 82 “El cura Palomino” 85 El materialista 89 La quechua hablante 92 Cuando el pueblo quiso comprar la hacienda Patibamba 96 El “jaijado” 100 El palto–mallqui 105 Este perro 107 Kay pacha 109 ¿Se acuerdan de los lonches? 111 Una incursión al infierno 119 Un “florero” mas 122 Xena, princesa guerrera 125 ¿Y cómo te deja? 127 130