Academia.eduAcademia.edu

De Obreras y Señoritas Genero en la Encrucijada.pdf

No hay clase media … Solo nos separa el prejuicio atávico de las costumbres Vía libre, órgano del CGT 1

6. DE OBRERAS Y SEÑORITAS Culturas de trabajo en la ciudad de México en la compañía Ericsson, en la década de 1920 Susie S. Porter Universidad de Utah No hay clase media … Solo nos separa el prejuicio atávico de las costumbres Vía libre, órgano del CGT1 En el año 1927, en medio de negociaciones con telefonistas, el señor Flyckt, gerente de la empresa de teléfonos Ericsson, sostuvo frente a la Junta de Conciliación y Arbitraje que “las señoritas telefonistas [… no son …] propiamente obreras”,2 de haber sido así, las telefonistas se hubieran beneiciado de los mismos derechos constitucionales que las obreras, especialmente los señalados en el Artículo 123, fracción 5ª, en el que, según el laudo dictado por la Junta, establecía una serie de protecciones en caso de embarazo, tales como descanso de tres meses antes del parto y uno más después de éste, con saldo íntegro y conservación del empleo; protección en trabajos que exigían labor física considerable; además de descansos para amamantar a sus hijos.3 Aunque la frase “las señoritas telefonistas [no son] propiamente obreras”, apareció de manera incidental en el argumento del Señor Flyckt, también pudo haberla dicho porque en realidad existía una cultura de trabajo dentro de la compañía Ericsson que cultivaba ciertas normas de feminidad y que diferenciaba a las mujeres entre “señoritas” y “obreras”. El conflicto de las telefonistas en la década de los veinte demuestra justamente que en ciertos momentos históricos hubo ambigüedad en el lenguaje utilizado con respecto a los procesos de formación de identidades 1. 2. 3. “No hay clase media”, Vía libre, 22 de septiembre, 1922, p. 2. Archivo General de la Nación Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (en adelante AGN, JFCA) 41: 928/630. AGN, JFCA 41: 928/630. 179 07_6_Susie S. PORTER.indd 179 20/11/15 10:17 Susie S. Porter de clase.4 Éstas, parte de la cultura de trabajo, se expresaron por medio de discusiones acerca de normas de feminidad y, desde cierta perspectiva, como una tensión entre la cultura religiosa y laica, tal como lo señalan María Teresa Fernández Aceves en su trabajo realtivo a la movilización de las tortilleras en Guadalajara y Heather Fowler-Salamini en su estudio de las escogedoras de café en Veracruz.5 El conlicto de las telefonistas de Ericsson de los años veinte revela cómo las identidades de clase y de género son parte integral de la cultura de trabajo, lo que se entiende como el conjunto de normas y valores implícitos en los procesos laborales y que proveen una visión o forma de entender al mundo, tanto de los trabajadores como de los empresarios.6 En el caso especíico de la Compañía Ericsson, la cultura de trabajo consistía en políticas de contratación; en la segregación ocupacional; en las diferencias salariales entre mujeres y hombres; así como en ciertas prácticas internas referentes al espacio laboral, tales como la vigilancia en el lugar del trabajo, el fomento de chismes, la evaluación de las telefonistas con base en ciertas normas de moralidad; y una campaña de propaganda en la prensa capitalina. Estas políticas laborales no eran privativas del caso mexicano, sino que también eran trasnacionales, como demuestra Dora Barrancos para el caso argentino; Steven H. Norwood en el de Estados Unidos; y Sangter, Sumner y Strong-Boag para el de Canadá.7 En el caso Ericsson surgieron, entre estas prácticas internas, dos organizaciones de personal: una formada por obreros y obreras y, la otra, por ingenieros y “señoritas”, cada organización con 4. 5. 6. 7. Véase Gareth Stedman Jones, Languages of Class. Studies in English Working Class History 1832-1982, 1983; William Sewell, Work and Revolution in France, 1980; Patrick Joyce, Visions of the People, 1991; William Reddy, Money and Liberty in Modern Europe, 1987. María Teresa Fernández Aceves, “Once We Were Corn Grinders” en International Labor and Working Class History, vol. 63, abril, 2003, pp. 81-101; Heather Fowler-Salamini, Working Women, 2013b. John Womack, Jr. El trabajo en la Cervecería Moctezuma 1908, 2012, p. 16. Womack deine a cultura de trabajo como “la experiencia técnica colectiva que especiica sus fuerzas objetivas”, a lo que agregamos procesos de contratación, segregación ocupacional, salarios, políticas internas. Dora Barrancos, “¿Mujeres comunicadas? Las Trabajadoras telefónicas en las décadas de las 1930-1940” en Hilda Beatriz Garrido y María Celia Bravo, Temas de Mujeres, 1998; y “La puñalada de Amelia” en Trabajos y Comunicaciones, 2008, núm. 34, 2a época. Stephen H. Norwood, Labor’s Flaming Youth, 1990; Joan Sangter, “he 1907 Bell Telephone Workers Strike: Organizing Women Workers” en Labour/Le Travail, vol. 3, 1978, pp. 109-130; Veronica Strong-Boag, “he Girls of the New Day. Canadian Working Women in the 1920s” en Labour/Le Travail vol. 4, 1979, pp. 131-164; Judith Sumner, Number, Please, 2009; Kenneth Lipartito, “When Women Were Switches: technology, Work, and Gender in the Telephone Industry, 1890-1920” en American Historical Review, vol. 99, núm. 4, octubre, 1994, pp. 1 075-1 111. 180 07_6_Susie S. PORTER.indd 180 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas su propia política laboral ligada a las identidades de clase condicionada por normas de género. El contexto legal también es importante, sobre todo en México, cuando durante los años veinte, la nueva legislación asociada con la revolución mexicana aún estaba por interpretarse. Helga Baitenmann, Victoria Chenault y Ann Varley en la introducción de Decoding Gender, deinen las leyes como el corpus de leyes escritas, procedimientos legales y prácticas cotidianas, y en este ensayo se considera el conjunto de éstas.8 El estudio se basa en los expedientes de la Junta de Conciliación y Arbitraje, establecida en 1927, y de su antecedente, las juntas constituidas en el ámbito estatal y en el Distrito Federal en 1917. La Junta fue, además, generadora de documentos que incluyen las perspectivas de las obreras, los empresarios de Ericsson y el Estado mexicano, donde se puede trazar la relación entre la vida social y la legislación laboral.9 Aquí es relevante la advertencia que Ann Varely hace en su ensayo “Domesticating the Law”, en el que sugiere “tener cuidado con la proclamación de que la Ley de Relaciones Familiares introdujo ideas modernas en la familia”.10 En el año 1917 se promulgó la nueva Constitución, a la par de la Ley de Relaciones Familiares; al respecto, el conlicto Ericsson revela cómo una inluyó en la otra y cómo las mismas mujeres las entendieron, interpretaron e, incluso, inluyeron en su instrumentación. Mientras que Varley se enfoca en el texto de esta ley, yo ofrezco un análisis de cómo la Ley de Relaciones Familiares inluyó en la legislación laboral y en la evolución de la feminidad “moderna” como parte integrante de la subjetividad femenina.11 En este caso concreto, dichas leyes impulsaron a la movilización obrera, tanto a las trabajadoras como a los trabajadores domésticos, a partir de la Ley Federal del Trabajo (1931), tal como sostiene Mary Goldsmith Connerly.12 8. Helga Baitenmann, Victoria Chenault y Ann Varley (coords.), Decoding Gender, 2007; Ann Varley, “Domesticating the Law” en Decoding Gender, 2007, pp. 145-161. 9. William J. Suarez-Potts, he Making of Law, 2012. Jefrey Bortz, Revolution within the Revolution, 2008; Fowler-Salamini, Working Women, 2013b, pp. 143-144. 10. Ann Varley, “Domesticating the Law” en Helga Baitenmann, Victoria Chenaut y Ann Varley (eds.), Decoding Gender, 2007, p. 146. 11. Ana Lidia García Peña, “Continuidades y cambios en las relaciones de género en la familia, del poririato a la Revolución Mexicana” en Eduardo N. Mijangos Díaz y Marisa Pérez Domínguez (coord.) Voces del antiguo régimen. Representaciones, sociedad y gobierno en México contemporáneo, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Instituto Mora, 2009. pp.311-342. 12. Mary Goldsmith Connelly, “Política, trabajo y género. La sindicalización de las y los trabajadores domésticos y el Estado mexicano” en Orden Social e Identidad de Género, 2006, pp. 215-244. 181 07_6_Susie S. PORTER.indd 181 20/11/15 10:17 Susie S. Porter Identidades de clase Las identidades de clase social asociadas con el trabajo de telefonista se ubicaron entre la clase obrera y la clase media, lo que hace necesaria una explicación más matizada acerca de cómo se conceptualizaron. Hasta hace poco tiempo, la historia laboral sólo se había enfocado en la clase obrera, sobre todo en los empleados de fábricas, o en los trabajadores visibles dentro de la movilización obrera. Sin embargo, recientemente, autores como Mario Barbosa Cruz han cuestionado la relación entre las identidades que aplicamos a cierto grupo de personas, la ubicación de su lugar de trabajo y sus condiciones de vida. Por ejemplo, Barbosa también considera a los trabajadores de las calles como clase obrera “aunque no esté inserta en los grupos de obreros de fábricas ni de talleres industriales o artesanales”.13 Por otra parte, Brígida von Mentz ha analizado los procesos de movilidad de clase social, señalando además que ésta no es homogénea para todos los miembros de una familia: “depende de la sociedad circundante y está relacionada con las leyes, costumbres y valores vigentes en determinada época y lugar”.14 Esta línea de preguntas proporciona la posibilidad de profundizar aún más acerca de a quién se incluye en la historia laboral y cómo se le incluye. En este sentido, el presente ensayo traza dichas ambigüedades y contradicciones en las identidades de clase en un momento histórico especíico y, en lugar de establecer categorías homogéneas, ofrece nuevas formas de conceptualizar identidades de clase social que toman en cuenta cómo el género cambia de signiicado según los contextos laborales, políticos y legales. Tanto en México como en Estados Unidos, Canadá y otros países, la identidad de clase de las telefonistas en los años veinte podría ser ambigüo, siendo que se posicionó entre la clase media y la clase obrera.15 Las telefonistas se ubicaban en la conluencia de la historia del trabajo de oicina, asociada con identidades “clasemedieras” donde a las mujeres jóvenes y solteras solían llamarlas “señorita”; y la historia de la clase obrera, que incluye a “la obrera” –entre otras formas de referirse a las mujeres que trabajaban fuera de la esfera 13. Mario Barbosa Cruz, El trabajo en las calles, 2008, pp. 21-22. Véase también Susie S. Porter, Mujeres y trabajo en la ciudad de México, 2008, pp. 28-29, 209. 14. Brígida von Mentz (coord.), Movilidad social de sectores medios, 2003, p. 8. 15. Norwood, Labor’s Flaming Youth, 1990, p. 62. 182 07_6_Susie S. PORTER.indd 182 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas doméstica–. Ya para la década de 1880, “la obrera” se había convertido en un tema importante de conversación; cuando las mujeres entraron a las fábricas en esa misma época, las obreras comenzaron a ocupar un espacio que había sido concebido previamente como masculino. Dentro del discurso público, la separación de las dos esferas (mujer/hogar, hombre/público) se consideraba esencial para conservar la honra femenina y, por tanto, la “mezcla de los sexos” representaba un peligro para la moral sexual y la respetabilidad femenina.16 Sin embargo, si en épocas anteriores, la identidad “clasemediera” se asociaba con un papel doméstico para las mujeres, posteriormente, el “ángel del hogar” tendría que salir de casa para trabajar. Durante las dos primeras décadas del siglo veinte ya se habían expandido las oportunidades de trabajo para la mujer como secretaria, taquígrafa, mecanógrafa y telegraista –ocupaciones de asociación vacilante entre la clase obrera y la clase media–. Los discursos públicos prevalentes sobre las obreras sirvieron como base para entender la entrada de las mujeres al trabajo de oicina. Las telefonistas de la compañía Ericsson Algunas mujeres comenzaron a trabajar en la empresa Ericsson, que se estableció en México en 1903, desde la instalación de los conmutadores.17 La empresa, que estaba en la calle Victoria, números 53 y 55, creció con rapidez. Siguiendo políticas de la empresa ya instrumentadas en Suecia y otros países del creciente imperio Ericsson, la compañía implantó una clara segregación ocupacional de género. Por un lado, se empleaba a los hombres como gerentes, ingenieros, encargados y obreros en la instalación de líneas; por otro, se empleaba a las mujeres como operadoras. La década de 1920 estuvo marcada por la competencia con la Compañía Mexicana de Teléfonos y algunos intentos de controlar los costos de la compañía. A pesar de la competencia, las líneas telefónicas Ericsson se extendieron por la ciudad y luego por toda la república, llegando hasta Dallas, Texas, en la década de 1920. Seguramente algunas de las conversaciones telefónicas que transitaron por 16. Porter, Mujeres y trabajo en la Ciudad de México, 2008, p. 22. 17. www.ericssonhistory.com/templates/Ericsson/Article.aspx?id=2126&ArticleID=1241&CatID=&epslanguage =EN (consultado el 13 de abril de 2011). 183 07_6_Susie S. PORTER.indd 183 20/11/15 10:17 Susie S. Porter esta red creciente de líneas trataron acerca de las disputas laborales, pues como señala Jaime Tamayo, los años veinte vieron el mayor número de huelgas en el país y los trabajadores de Ericsson formaron parte integral de esta ola de protesta laboral. En 1920, el inspector Juan de Beraza, del Departamento del Trabajo, visitó la Empresa Ericsson y reportó posteriormente que había 401 obreros, de los cuales 271 eran hombres (de edades promedio 20-30-40) y 130 mujeres (de edades promedio 18-25-30); que los obreros ganaban 1.00, 2.50 o 5.75 pesos al día, mientras las obreras ganaban 14, 22 o 78 centavos la hora; y que ninguno de los obreros u obreras habían reportado tener hijos. Sorprende que de entre 401 obreros y obreras, ninguno tuviera hijos. ¿Podría haber sido éste un descuido del inspector Beraza, o un intento por parte de los obreros de aparecer sin responsabilidades familiares? Y si así hubiera sido, ¿por qué? Ciertamente no puede saberse con exactitud; sin embargo, como veremos más adelante, la cuestión de tener hijos o no, era relevante para tener un empleo en Ericsson. Cuando el inspector Beraza preguntó si había habido huelgas entre los trabajadores, el gerente de Ericsson respondió que una vez 40 operadoras habían pedido un aumento de salario, entre “otras cosas”; sin embargo, la empresa le aseguró al inspector Beraza que los obreros eran “cumplidos en términos generales”. Para inalizar la inspección, Beraza solamente señaló que las condiciones del lugar eran satisfactorias para los “empleados, obreros y operadoras”.18 No obstante, a pesar de su tono positivo, el inspector Beraza debió de haber visto algo que le preocupó, porque ese mismo día escribió al secretario del Departamento del Trabajo, señor Esteban Flores, algunas sugerencias para mejorar las condiciones de empleo de las operadoras; en éstas incluyó la reducción de horas de trabajo a las reglamentarias [48 horas semanales,] debido a que algunas de ellas trabajaban 24 horas al día. Particularmente, en referencia a dos operadoras, mencionó que “éstas constantemente tienen que estar en la casa y por la noche se ven en la necesidad de llevar su cama cerca del aparato conmutador para atender [… las] llamadas de los abonados y por consiguiente no pueden disponer de ningún 18. AGN, DT 222:16. Carta del Secretario, Departamento de Comercio y Trabajo a la compañía Ericsson, 16 de marzo, 1920. 17/01/20. 184 07_6_Susie S. PORTER.indd 184 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas día de descanso”.19 El secretario Flores tomó nota y se puso en contacto con la gerencia de la empresa Ericsson, señaló las violaciones laborales y agregó que la labor física, tanto de hombres como de mujeres, era tal que sería difícil trabajar a ese ritmo año tras año. Dado lo pesado del trabajo, el secretario le pidió a la empresa Ericsson que aumentara los salarios.20 La gerencia se opuso y recurrió a un argumento muy común entre los dueños de compañías de aquel tiempo para resistirse al cumplimiento de leyes laborales o nuevas reformas, sobre todo en lo tocante al día de descanso. Tal como en los casos de los dueños (o dueñas) de las casas de asignación (prostíbulos), así como de los expendios de tortillas, la compañía Ericsson insistió en que por la naturaleza del empleo al que se dedicaban estas mujeres, la empresa no podía proveerles un día de descanso.21 En cambio, insistió en su incapacidad como empresa para cumplir con dichas reformas y terminó contratando a algunas ayudantes para asistir a las operadoras, con lo que se redujeron un poco sus horas de trabajo. El señor Bertil Flyckt, gerente de la empresa Ericsson, se disculpó por no poder aumentar los salarios, ya que éstos se habían establecido en el año 1903, cuando todavía, según él, “las condiciones económicas eran otras”.22 La empresa no llegó a satisfacer las demandas de las telefonistas y, como consecuencia, el 5 de mayo de 1921, se declararon en huelga, una huelga que duró hasta el día 16 del mismo mes.23 he New York Times, periódico estadounidense, reportó una pérdida de servicio inicial de 3 000 clientes, que llegó a afectar a más de 50 por ciento del servicio en la ciudad de México. La policía llegó cuando los huelguistas ya habían volcado tres carros con “trabajadores voluntarios”.24 En una reunión en la mañana del 11 de mayo, otros sindicatos se ailiaron en solidaridad y se extendió así la acción a panaderos, meseros, tranviarios y otros, para amenazar con un paro general. La 19. 20. 21. 22. 23. 24. AGN, DT 222:16 Carta del Inspector Juan de Beraza, Departamento de Comercio y Trabajo al Sr. Esteban Flores, 17 de enero de 1920. Carta a la Empresa Ericsson, 16 de marzo de 1920. Carta de la Empresa al Secretario de Comercio y Trabajo, 20 de abril de 1920. Ibídem. Bliss, Compromised Positions, 2001, p. 175; Porter, Mujeres y trabajo…, 2008, p. 258. AGN, DT 222:16. Carta de Ericsson al Srio. Departamento del Trabajo, 20 de abril de 1920. AGN, JFCA. 3:927/73. “Phone Strike in Mexico City” en he New York Times, mayo 7 de 1921; “hreaten General Strike” en he New York Times, may 12, 1921. 185 07_6_Susie S. PORTER.indd 185 20/11/15 10:17 Susie S. Porter movilización de las operadoras se entrelazó con, y formó parte fundamental de la movilización por un paro general en 1922, cuando la bandera rojinegra ondeaba sobre las puertas de cines, en señal de apoyo a las operadoras.25 La movilización de las telefonistas Ericsson data, por lo menos, del año 1914, cuando se habían aliado con telefonistas de la Mexican Telephone and Telegraph, con tranviarios y electricistas y se fueron a la huelga en 1915.26 Posteriormente, las telefonistas de Ericsson se ailiaron al Gran Cuerpo Central de Trabajadores. Con la inluencia cada vez mayor de la CROM, en especial en la ciudad de México, el Gran Cuerpo Central de Trabajadores se estableció en 1918. Los obreros de sectores no apoyados por la CROM que se ailiaron con el Gran Cuerpo incluyeron a harineros, tranviarios, textileros, panaderos y ferrocarrileros.27 El Gran Cuerpo desempeñó un papel importante en la huelga de maestros en mayo de 1919, que incluyó a un número importante de maestras. Al año siguiente (agosto de 1920), el Partido Comunista inició la Federación Comunista del Proletariado Mexicano (FCPM), que incluía al Sindicato de Obreros y Empleados de la compañía de Teléfonos Ericsson.28 La FCPM formaría la Confederación General de Trabajadores (CGT) en febrero de 1921, con unas 350 personas de Ericsson.29 Con base en documentos del Departamento del Trabajo del mismo año, todo indica que todos, menos 51 de los trabajadores de Ericsson, estaban ailiados a la CGT. En su periódico Nuestros Ideales, la CGT reportó que 80 por ciento de los obreros de Ericsson, entre ellas “las esforzadas operadoras”, estaba ailiado a la CGT, aun a pesar de las actividades de un sindicato católico.30 A principios de 1921, una serie de conlictos hizo que los miembros de la CGT se solidarizaran y en septiembre del mismo año tuvo lugar su primer congreso, al que asistieron las telefonistas representadas por el señor Araoz de León y Antonio Pacheco, reconocidos anarquistas.31 Jaime Tamayo describe a varios grupos como los 25. “Mexico City Strike in Tight Deadlock”, junio 16 de 1922, p. 36. “Strike Closes Mexico City Movies” en he New York Times, septiembre 1 de 1922; y, “Strike Today in Mexico”, octubre 25 de 1922, p. 32. 26. http://my.opera.com/telmendez/blog/ (consultado el 4 de julio de 2011). 27. Molineros, conductores de carruaje, botoneros y un grupo cultural formaron el Gran Cuerpo. 28. Jaime Tamayo, La clase obrera en la historia de México, 1987b, pp. 116-122. La FCPM incluía lugares de trabajo con muchas obreras como El Palacio de Hierro, El Buen Tono, etc. En agosto de 1920, obreros en El Bueno Tono se fueron a huelga y otras organizaciones de obreros los apoyaron. 29. Taibo, 1986, p. 128. 30. “El Sindicato de la Ericsson en la completa actividad” en Nuestros Ideales, 18 de marzo de 1922, p. 8. 31. Según Taibo, el primer congreso de la CGT fue el 4-11 de septiembre de 1921. 186 07_6_Susie S. PORTER.indd 186 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas más combativos del Distrito Federal de aquel entonces e incluye en este grupo a las telefonistas.32 La alianza que las telefonistas formarían con la CGT emergió como parte de una historia de resistencia a la CROM, escisión que se debió en alguna medida a la forma en que la CROM no defendió los derechos laborales de las mujeres. Así fue el caso, por ejemplo, con un conlicto entre las cigarreras y los obreros ailiados con la CROM que ocurrió entre 1920 y 1921, en la ciudad de México.33 En consecuencia, las cigarreras de la fábrica El Buen Tono y otras obreras se ailiaron a la CGT. Ignacio Taibo, citando una carta de su posesión, sostiene que Elena Torres acusó a la CROM de no incluir a las mujeres en posiciones de autoridad dentro del movimiento obrero y de no representar sus intereses.34 El Congreso Feminista salió de la CROM, también citando su falta de apoyo a las mujeres. La acusación coincide, desde luego, con la experiencia de las escogedoras de café en Veracruz, quienes lucharon por proteger sus intereses frente a los intentos de la CROM para sobreponerse, sin representar los intereses de las mujeres.35 Las telefonistas tuvieron un papel central en el Sindicato de Obreros y Empleados de la compañía de Ericsson y la CGT, y su participación dentro de las luchas laborales fue decisiva. Las mujeres protagonizaron varios incidentes de quejas que terminaron en huelga; formaban parte integral de la movilización, deinición de demandas y negociaciones y ocuparon posiciones de liderazgo. Rebeca Vásquez y Gudelia Gómez fueron de las tres o cuatro personas que representaron al sindicato frente a la Junta de Conciliación y Arbitraje. María del Carmen Frías sirvió como subdirectora de la CGT.36 Además, las demandas formuladas por el sindicato a lo largo de los años de lucha relejaron tanto intereses especíicos de las mujeres, como el descanso de maternidad y los derechos laborales de las embarazadas; así como demandas que se podrían denominar “universales” (aunque todavía parte de las condiciones especíicas del trabajo de las mujeres), tales como salario, horas de trabajo y 32. Tamayo, 1987b, p. 143. Fue cuando se marginó a los comunistas dentro del CGT, y los anarquistas, en alianza con los que se denominaron sindicalistas, ascendieron en su inluencia dentro del CGT. Tamayo, 1987b, p. 145. 33. Porter, Mujeres y trabajo, pp. 164-165. 34. Paco Ignacio Taibo, Bolsheviques, 1986, p.138. 35. Heather Fowler-Salamini, Working Women, 2013b, p. 183. 36. Taibo 1986, p. 128. 187 07_6_Susie S. PORTER.indd 187 20/11/15 10:17 Susie S. Porter deinición de las responsabilidades de cada puesto.37 Estas últimas demandas se basaban en las condiciones particulares de las mujeres, la segregación ocupacional y, en el caso de las telefonistas, en un horario de trabajo que se justiicaba con argumentos basados en las particularidades de las labores designadas a las mujeres. La huelga de 1921 resultó en un contrato colectivo de trabajo irmado ante el gobernador del Distrito Federal, Celestino Gasca, en 1922. En mayo de ese año, El Demócrata declaró: “Hay Mar de Fondo en el Sindicato de Telefonistas de la Ericsson”, reportando que las elecciones habían resultado en 123 votos a favor y 24 en contra del acuerdo. El sindicato católico, formado por 15 obreros de ambos sexos, incluía a ingenieros y “señoritas telefonistas”, que no estuvieron de acuerdo en establecer un contrato colectivo, por lo que la dirección optó, en acuerdo con el sindicato católico, por dejar en vigor el antiguo reglamento.38 Este sector de las operadoras no se ailió con el sindicato asociado con el movimiento obrero (CGT), sino con una organización que las identiicaba como “señoritas” y que, al mismo tiempo, las alineó con políticas laborales favorables a la gerencia. Además, estas señoritas aceptaron contratos individuales, escogieron participar en una cultura de trabajo que se distanciaba de la identidad de la clase obrera y adoptaron una postura que destacaba algunas normas culturales, tales como cierta deinición de la moralidad sexual y pautas de feminidad. Sin embargo, la voz de ellas no aparece en los documentos, sino solamente en una carta escrita por un ingeniero empleado de la compañía. Las alianzas formadas en 1921 y 1922 fortalecieron los lazos entre las telefonistas y la movilización más amplia de la CGT. En enero de 1923, la CGT se declaró en huelga general y el primero de febrero convocó a una reunión en sus salas en la calle Uruguay número 25, en el tercer piso, donde señoritas operadoras, obreros y empleados del sindicato de la empresa de Teléfonos Ericsson, entre muchos otros de diversas ocupaciones, se juntaron para apoyar a los tranviarios y miembros de la Federación de Obreros 37. Jaime Tamayo, La clase obrera en la historia de México, 1987b, p. 200. 38. Luis Araiza, Historia del movimiento obrero en México, t. II, 1975, p. 116; “Hay Mar de Fondo en el Sindicato de Telefonistas de la Ericsson” en El Demócrata, 6 de mayo de 1922, p. 4. 188 07_6_Susie S. PORTER.indd 188 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas y Empleados de la Cía. de Tranvías de México.39 Al mediodía se corrió la voz de que un tranvía, que salía de la estación de la Indianilla, pasaría por la calle Uruguay a las 12:30. Según Araiza, las personas presentes construyeron una barricada con muebles y vigas que encontraron en la azotea y otras cosas en la esquina con la calle Bolivia. Entre balazos y el cierre de puertas de las tiendas circundantes llegó la gendarmería y cuando el tranvía pasó por enfrente de las oicinas del sindicato, “fue recibido hostilmente por un numeroso grupo de obreros huelguistas”;40 Araiza agrega que “después de una hora de combate y cuando el tiroteo era más nutrido, desde los balcones del mencionado ediicio [sede de la CGT] apareció improvisada la bandera del parlamento formada con enaguas de mujer”.41 El conlicto aumentó las tensiones, tanto entre la CGT y el presidente Obregón, así como entre los obreros y sus empleadores, en especial en la compañía Ericsson. La respuesta de Ericsson al conlicto laboral no se limitó a argumentos legales frente al Departamento de Trabajo, ni tampoco a la negociación con obreros, sino que incluso fomentó una cultura interna de trabajo que despojaba a las telefonistas empleadas en su compañía, de su identidad como obreras. Coincidiendo con una tendencia nacional, la compañía Ericsson promovió una organización obrera católica y patronal. La señorita Sofía del Valle, secretaria particular en la gerencia, convocaba a las mujeres empleadas en Ericsson a participar en reuniones de índole educativa y espiritual, auspiciadas por la Secretaría de las Obras Femeninas de la Confederación Nacional Católica del Trabajo (CNCT), lo que serviría de base para la formación del sindicato católico de la Ericsson.42 La señorita Del Valle se dedicó a organizar a las mujeres empleadas en fábricas de ropa, como El Nuevo Mundo, La Britania, la perfumería Casa Bourgeois y la antes mencionada El Buen Tono. Su entrada a las fábricas fue facilitada por contactos de su padre y por 39. Araiza, 1975, p. 113. “Hay Mar de Fondo en el Sindicato de Telefonistas de la Ericsson” en El Demócrata, 6 de mayo de 1922; “Troops Keep Order in Mexican Strike” en he New York Times, June 15, 1922, p. 3; “Mexico City Strike in Tight Deadlock” en he New York Times, junio 16 de 1922, p. 36. 40. Araiza, 1975, pp. 116-117. 41. Ibíd., p. 109. 42. Miguel Olimón Nolasco, Sofía del Valle; una mexicana universal, México, Instituto Nacional de las Mujeres, 2009, pp. 54-56; Patience Schell, Church and State Education in Revolutionary Mexico City, Tucson, University of Arizona Press, pp. 140-142; Stephen J.C. Andes, “A Catholic Alternative to Revolution. he Survival of Social Catholicism in Postrevolutionary Mexico” en he Americas, vol. 68, núm. 4, abril, 2012, pp. 529-562. 189 07_6_Susie S. PORTER.indd 189 20/11/15 10:17 Susie S. Porter la reputación del Secretariado Social Mexicano, órgano del episcopado, que auspició su trabajo. Del Valle fue miembro de la Unión de Damas Católicas y, posteriormente, fundadora de la Juventud Católica Feminina Mexicana ( JCFM). En 1924, la CNCT tendría 219 organizaciones, con un total de 21 500 obreros por toda la república.43 Buscando una conciliación entre patrones y obreros, los miembros de la CNCT solían decir, “Dios no vino a establecer igualdades absurdas, sino a restaurar la igualdad moral”.44 La CNCT incluía a sindicatos de empleadas, telefonistas, organizaciones de mujeres, “uniones de empleadas y la Unión Femenina del Magisterio”.45 Evidentemente, hubo una tendencia de movilización entre una gama amplia de ocupaciones, que incluían a quienes se asociaban con la clase media, como era el caso de maestras y oicinistas. Pero, las telefonistas, ¿en dónde se ubicaron, tanto en el movimiento laboral como en su identidad de clase? El protagonismo de las mujeres en el conlicto cultural entre estas dos facciones (denominadas dentro de la historiografía como “católicos” y “rojos”) se aprecia claramente en el periódico del sindicato de Ericsson: Micrófono. Su primera edición apareció en 1922, en pleno conlicto, y el sindicato explicó el signiicado del título del periódico que, “haciendo de su nombre un símbolo, quiere hacerse oír muy lejos, aunque es pequeño”.46 En la primera plana dirige sus comentarios a “los compañeros telefonistas” y a “las compañeras telefonistas” a quienes describió como “escuchando, a fuerza de esclavitud, todas las miserias morales, todas las urdimbres políticas y comerciales de las clases privilegiadas”. El editor pide a los lectores que “aporten sus observaciones, sus experiencias, para que se conozcan en el mundo de los sin patria, sin pan, sin hogar”.47 Justo después de la presentación del nuevo periódico, apareció el artículo: “Para la emancipación de la mujer”, donde se desarrollan los peligros acerca de “los prejuicios religiosos y los prejuicios sociales” sobre la mujer. 48 43. Tamayo, 1987b, pp. 185-186. La CNCT El Archivo Social, núm. 67, índice clasiicador 96 (Archivo Miguel Palomar y Vizcarra, CESU-UNAM). 44. Tamayo, 1987b, p. 191; El Obrero Católico, 24 y 31 de julio; 7, 14 y 21 de agosto de 1921. 45. Ibídem. 46. “No hay clase media” en Vía libre, 22 de septiembre de 1922, p. 2. 47. “Otro pequeño que nace” en El micrófono. Órgano del Sindicato de Obreros y Empleados de la Co. de Teléfonos “ERICSSON” del D.F., núm. especial, México, 25 de junio de 1920, p. 1. 48. Ana María Berta Romero, “La emancipación de la mujer” en El micrófono, núm. especial, México, 25 de junio de 1920, p. 2. 190 07_6_Susie S. PORTER.indd 190 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas La autora Ana María Berta Romero, reiriéndose al problema central de las diferencias culturales para la conciencia de clases subrayó: “Los prejuicios sociales son más difíciles de extirpar, la imitación, la ley atávica se impone de una manera terrible”.49 Dichas diferencias culturales, para la cohesión del movimiento, no podrían ser más claras para los editores y contribuidores a el Micrófono. 6 .1 Huelga de Obreras y Obreros de la compañía Ericsson, 1921. (NO HAY IMAGEN) Fuente: Fototeca Nacional. En mayo de 1926, los obreros de Ericsson de nuevo estuvieron en conlicto con la empresa, esta vez por una serie de diferencias que incluían la falta de cumplimiento al contrato colectivo de trabajo de 1921.50 Además, hubo un desacuerdo porque la gerencia de Ericsson no quiso reconocer al sindicato rojo, el sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos de Ericsson (OEE/Sindicato de Ericsson), debido a que la empresa ya había apoyado a un grupo de ingenieros que formaron el sindicato de Empleados, Operadoras y Obreros en el Ramo de Teléfonos (EOO), que incluyó, gracias al trabajo de la señorita Del Valle y a las políticas de contratación de la compañía Ericsson, a buen número de mujeres telefonistas. Con los miembros del sindicato católico y en los departamentos donde el sindicato rojo no tenía la mayoría, Ericsson hizo contratos individuales de trabajo.51 Cuando la disputa llegó a la Junta de Conciliación y Arbitraje, Ericsson justiicó su posición apelando al Artículo 123 de la Constitución (1917), que garantiza a los obreros el derecho a organizarse. Según Ericsson, el impedir a los obreros formar un sindicato (católico) sería una violación de sus derechos laborales. Siguiendo esta lógica, en los casos en que la mayoría de un departamento determinado de la empresa no era adherido al Sindicato OEE de Ericsson, el contrato colectivo de 1921 no aplicaría. Es decir, en palabras del Señor Flyckt, las telefonistas tendrían su propio sindicato y sus propias “resoluciones”.52 49. Ibídem. 50. AGN, JFCA 3: 927/73, 1926. 51. “Telephone Operators Out in Mexico” en he New York Times, 4 de mayo de 1926, p. 3. 52. AGN, JFCA. 3: 927/73, 1926. 191 07_6_Susie S. PORTER.indd 191 20/11/15 10:17 Susie S. Porter Habiendo ya insistido en ser el único sindicato con derecho legal para representar a los obreros y empleados de Ericsson, el Sindicato OEE replicó que la empresa había cultivado una cultura de trabajo contraria a sus intereses. Sobre todo, esta cultura fomentaba ciertas normas de feminidad que, como empleador, la empresa manipuló en su beneicio. Desde el momento de haber irmado de común acuerdo un contrato colectivo como resultado de la huelga de 1921, Ericsson había iniciado una campaña propagandística para fomentar esta cultura laboral por medio de una serie de prácticas, comenzando por la contratación de empleados y obreros. En declaraciones ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, el sindicato sostuvo que el personal, tanto de operadoras como de obreros que de 1921 a la fecha ha estado recibiendo la empresa, ha sido por conducto del Sindicato de Operadoras y Operarios en el Ramo de Teléfonos, auspiciado por la misma Empresa y formado por la A .C .J.M . y [los] caballeros de Colón, ya que los estatutos y demás actos, demuestran un vínculo muy estrecho con esta clase de Asociaciones.53 En el caso de las mujeres, el proceso de contratación implicaba obligaciones y restricciones especíicas de su género. La señorita Del Valle, empleada de la gerencia y encargada de tramitar las solicitudes de empleo, “insinuaba a las señoritas que pretendían el puesto de telefonista a que previamente se adhirieran a ese sindicato, costumbre que todavía siguen la señora Terrazas y otras empleadas de la Central, entre ellas la señorita Elguero que es líder de ese sindicato y empleada superior”.54 Además, la empresa solía contratar a las operadoras por un periodo de prueba indeinido, durante el cual la mujer debía someterse a un examen médico. La compañía buscaba evitar responsabilidad con respecto a cualquier predisposición a enfermedades profesionales, de las que tendría que hacerse cargo, como en el caso de embarazo, que analizaremos más abajo. Los representantes del sindicato también acusaron a la compañía de haber difamado al sindicato con una campaña de prensa y artículos publicados en el Universal Ilustrado, dándole al público la impresión de que las 53. AGN, JFCA. 3: 927/73, 1927. 54. Ibíd. Stephen J. C. Andes, “A Catholic Alternative to Revolution. he Survival of Social Catholicism in Postrevolutionary Mexico” en he Americas, vol. 68, núm. 4, abril, 2012, pp. 529-562. 192 07_6_Susie S. PORTER.indd 192 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas personas huían del sindicato “rojo” (OEE).55 Como contestación a esta campaña periodística de desprestigio, los representantes del OEE, A. Guerrero y A. Araoz de León, publicaron su respuesta en El Demócrata.56 La revista de la compañía misma, L.M. Ericsson, apareció con una edición especial sobre las condiciones de trabajo en la compañía en México, que presentaba fotografías de las telefonistas en un entorno de trabajo limpio, disfrutando de una sala de reposo donde podían leer el periódico, tocar el piano y estar en companía exclusivamente de mujeres. 6 .2 Sala de reposo de las telefonistas de Ericsson, 1926 . Fuente: L. M. Ericsson, vol. 3 , marzo-abril, núms. 3 y 4 , 1926 , p. 34 . El Sindicato del Ramo (patronal) se declaró como totalmente ajeno al movimiento obrero y se distanció de su identidad de clase obrera. En su carta 55. “Estallarán la huelga los telefonistas de la Ericsson” en El Universal, 24 de marzo de 1926; “Conlicto en la Ericsson”, martes 4 de mayo de 1926. 56. Ibídem. 193 07_6_Susie S. PORTER.indd 193 20/11/15 10:17 Susie S. Porter a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, un representante de la Unión Libre de Empleados y Operadoras en el Ramo de Teléfonos insistió en que la Unión consiste de operadoras y empleados, con intereses totalmente distintos a los del otro sindicato [cuyos obreros] corresponden únicamente a trabajo de taller e instalaciones … El sindicato a que me he referido se denomina Rojo, y no tiene Ninguna Relación ni actividad con la Unión que represento, toda vez que somos empleados, técnicos, y administrativos y operadoras, y la mayoría de nuestro trabajo es intelectual.57 Su insistencia en asumirse como empleados, técnicos, administrativos y operadoras, así como describir su trabajo como intelectual (no manual), conllevó un esfuerzo por distinguirse, no solamente del sindicato de Ericsson, sino de la identidad de la clase obrera, reclamando así ciertos recursos sociales y no los derechos laborales provenientes de la Constitución.58 Dentro del contexto de fomento de una cultura de trabajo que competía con ellos, el sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos Ericsson tomó en serio las quejas de las mujeres cuando le escribió una carta al gerente, el señor Erik Ostlund, en la que señalaba las siguientes violaciones laborales: en primer lugar, el despido injustiicado de seis obreros; en segundo, la falta de días de descanso para los porteros; en tercero, el despido injustiicado de las operadoras Matilde Guevara e Irene Rueda; y, por último, una política de la empresa que violaba los derechos laborales de las trabajadoras Consuelo Salazar y Elena Bernal, que estaban en “estado interesante”, reiriéndose de esta manera al embarazo. Mientras se resolvían las cuestiones de los despidos injustiicados y los días de descanso para los porteros, los conlictos relacionados con los derechos de las mujeres tardaron mucho en solucionarse.59 57. Ibíd., carta de mayo, 1928. AGN Presidentes. 2.331.6 (29)-11. 14-A. Telefonistas y el Sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos de Ericcson se pusieron en huelga el 26 de agosto de 1928. “Strike to Force Workers into Red Union Cripples Phone Service in Mexico” en he New York Times, 28 de agosto de 1928, p. 12. Describe la huelga como estrategia para forzar a todos los obreros a pertenecer al sindicato “rojo”, y por un aumento signiicativo de salario, entre otras demandas menores. Menciona que se lanzaron a la bandera roja en el ediicio, cerrado y protegido por la guardia armada. 58. Ibíd., carta del abogado Alejandro Gadsky, Abogado, Ediicio Plateros, Avenida Madero # 70, Desp. 53, México, D. F., a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, 6 de mayo de 1928. 59. AGN, JFCA, RT 3:927/73. 194 07_6_Susie S. PORTER.indd 194 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas El conlicto llegó a la Junta de Conciliación y Arbitraje en octubre de y el expediente relevante contiene evidencia de cómo la cultura de trabajo fomentada dentro de la compañía repercutió en las condiciones laborales para las telefonistas. En una carta del 29 de octubre de 1927, Consuelo Salazar le escribió al Sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos Ericsson, S.A., que la señora Terrazas, directora de tráico del departamento Central, “me propuso la conveniencia de que me separara de mi empleo de operadora”60 y que la compañía le pagaría un mes íntegro de su salario completo y un mes de la mitad de su salario. A lo que Salazar respondió: “Pero como considero que esto, ni con mucho, se acerca a lo prescrito para casos como el mío, en el Artículo 123, me negué a aceptar dicha proposición”.61 La señora Terrazas llevó a Salazar con el señor Rost, quien la interrogó por no haber querido renunciar. Como Salazar se mantuvo irme en su decisión, Rost la trató “de una manera soez” y la despidió. En consecuencia, Salazar inmediatamente recurrió al sindicato y le escribió, 1927 Como considero que tales procedimientos son en grado máximo afectantes de los intereses obreros que legalmente están estipulados, pido y espero, que de acuerdo con la justicia y legalidad se harán cuanto esté de parte de nuestra Organización, para que se dicte un fallo por la autoridad que está conociendo del caso, en el sentido de que la Empresa está fuera de toda ley y razón, y se le condene a concederme todos los derechos que la ley me concede.62 Es relevante la plena conciencia de las telefonistas acerca de los derechos concedidos por la Constitución a las mujeres en caso de embarazo. Por otro lado, Elena Bernal señaló en una carta su derecho a cuidados médicos estipulados en el convenio que el sindicato celebró con la empresa en abril de 1926. Bernal reclamó, además, que la señora Ostland, esposa del gerente, aprovechaba toda oportunidad para “asherir [sic] a mi dignidad, queriendo con ello que yo renunciase a mi empleo, pues hasta provocaba toda clase de ocasiones para insultarme”.63 Las dos mujeres, una que ya llevaba tiempo 60. 61. 62. 63. Ibídem. Ibídem. Ibídem. Convenio que el sindicato celebró con la empresa en abril de 1926. Ibídem. 195 07_6_Susie S. PORTER.indd 195 20/11/15 10:17 Susie S. Porter como miembro de la CGT, y la otra, de más reciente ingreso, adoptaron una posición de solidaridad con el sindicato. Bernal cerró su carta diciendo: “de ustedes su compañera, Elena Bernal”; mientras que la otra irmó: “sin mas/ por ahora, quedo de ustedes su compañera Consuelo Salazar”. El testimonio y las pruebas entregadas a la Junta de Conciliación y Arbitraje revelan una larga historia de prácticas injustas en contra de las mujeres embarazadas, además de despedir a las que se casaban o tenían una “relación ilícita”. La gerencia de la empresa se creía con derecho a adoptar dicha posición. Así, Bertil Flyckt escribió: Por regla general, la Empresa solamente admite en esta clase de trabajo á mujeres solteras que por lo tanto, no estén expuestas a la maternidad; y todas las empleadas del trabajo indicado quedan advertidas de que será causa justiicada para cesarlas en su trabajo, el hecho que contraigan matrimonio legal ó de que acepten cualquiera otra unión ilícita, pues el propósito de la Compañía es que no tengan hijos pequeños, pues está demostrado que durante todo el tiempo del embarazo y durante el periodo de crianza, la eiciencia de la mujer en el trabajo, por razones del cambio notable en sus facultades mentales y morales, disminuye de tal manera, que resultan graves prejuicios en el servicio.64 En argumentos verbales, el representante de la empresa agregó que las prestaciones de la ley debían aplicarse a “la maternidad legítima ya que no sería posible admitir que la ley autorizara las uniones ilícitas”. Además, durante las negociaciones, el señor Flyckt expuso dos justificaciones por haber despedido a Salazar y Bernal: primero, que la compañía, más que sus propios intereses, quería proteger a las operadoras despedidas; y segundo, que la compañía quería responder a las quejas de las otras operadoras. De nuevo, en palabras del señor Flyckt, por lo que se reiere especialmente a la telefonista Elena Bernal, no fué destituida de su empleo por la Empresa; sino que ella abandonó su puesto, probablemente por el estado en que se encontraba; y por lo que toca á la telefonista Consuelo Salazar, la Compañía sí la destituyó para poner término al desorden y hasta 64. Ibídem. 196 07_6_Susie S. PORTER.indd 196 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas escándalo provocado por el estado físico de la empleada, entre sus compañeras de trabajo que, por razón de las costumbres, estiman como persona poco honorable á la mujer que concibe fuera del matrimonio; y también entre los obreros que la hacían objeto de burlas.65 Según Flyckt, en varias ocasiones, las mismas telefonistas se quejaron con la empresa, personalmente y por medio de sus familiares, para que ésta destituyera a las telefonistas embarazadas, pues juzgaban que la deshonra de éstas perjudicaba su “buena” reputación.66 La intención de proteger a las demás trabajadoras, como justiicación por despedir a una mujer embarazada, había sido un argumento utilizado anteriormente por otros empleadores como, por ejemplo, la gerencia de El Buen Tono.67 A pesar de la fuerza del argumento fundado en la supuesta falta de moralidad de las mujeres, el sindicato insistió en los derechos laborales de las mujeres, derechos que no debían estar limitados por cuestiones morales. El sindicato señaló particularmente que la empresa no había proveído ninguna prueba fehaciente de que los trabajadores se burlaran de las operadoras. Al contrario, el sindicato entregó cartas escritas por obreros diciendo que a causa de la segregación ocupacional del trabajo, ellos casi no tenían oportunidad de ver a las operadoras, por lo que ni siquiera tenían ocasión de burlarse de ellas. Así, en palabras de un mismo obrero, las operadoras y los obreros “casi no rozan”.68 Además, en el caso de que un obrero le faltara al respeto a una operadora, argumentó el sindicato, “¿por qué despedirla a ella, y no a él?”.69 El sindicato también reiteró la importancia de los derechos laborales tocantes al poder de las “costumbres” y señaló que el señor Rost no había tomado en cuenta la antigüedad de las operadoras cuando consideró el caso. Salazar tenía cuatro años trabajando con Ericsson y la señora Bernal, once. Cuando el representante del sindicato le preguntó al señor Rost si había valorado la antigüedad de las mujeres, él confesó no tener la menor idea de cuánto tiempo 65. 66. 67. 68. 69. Ibídem. Ibídem. Porter, Mujeres y trabajo, 2008, pp. 164-165. Ibídem. Ibídem. 197 07_6_Susie S. PORTER.indd 197 20/11/15 10:17 Susie S. Porter habían trabajado para la compañía. El mero hecho de no saber ese dato, ya era de por sí una violación de los derechos laborales de las telefonistas. Al investigar más, se reveló hasta qué punto la compañía Ericsson fomentaba una moralidad especíica en sus oicinas. El expediente de la Junta de Conciliación y Arbitraje incluye dos cartas de renuncia, una de Matilde Guevara y la otra de Irene Rueda, las dos con fecha del 10 de septiembre. Según el señor Flyckt, no había razón para hablar del asunto, pues ellas habían renunciado a su trabajo y no estaba en su derecho impedírselos. Cuando el sindicato insistió en el asunto, el señor Flyckt cambió de táctica e insinuó que más que una cuestión de la compañía, ése era un asunto de la policía; sin embargo, el caso no se cerró tan fácilmente. Las dos mujeres recurrieron al sindicato pidiéndole su apoyo, a lo que éste, por su parte, respondió asumiendo la representación de ambas (una de ellas pertenecía al sindicato desde antes de ser despedida y la otra no se ailió hasta después de ser despedida). Los representantes fueron a visitar al señor José Mascorro, jefe de las comisiones de Seguridad, en la Inspección General de Policía. Ahí descubrieron que tanto Matilde Guevara como Irene Rueda escribieron sus cartas de renuncia de trabajo por la amenaza de que las meterían a la cárcel, por estar asociadas, supuestamente, con una investigación criminal relacionada con una acusación de estafa a un exempleado de Ericsson.70 Los del sindicato tuvieron que representar el papel de detectives y señalaron a la junta que ambas cartas de renuncia habían sido escritas en el mismo tipo de papel, el mismo tipo de letra y el mismo estilo de redacción. Las cartas fueron entregadas a cada mujer por un tal señor León;71 es decir, en palabras del sindicato, la empresa las corrió “mediante una argucia que puede ser un delito”.72 Sin embargo, pese a sus esfuerzos, la junta no aceptó el argumento de la coerción y Ericsson se mantuvo irme en las renuncias de las dos operadoras. Como en un juego de naipes, la empresa Ericsson salió al último momento con lo que, aparentemente, era su “as bajo la manga”, entonces, entregó a la junta una carta del sindicato dirigida al señor Helge Rost en marzo de 1925. La carta revelaba que el sindicato se había puesto de acuerdo con la empresa acerca del despido de dos mujeres embarazadas en 1925, 70. Ibíd. Carta de resignación irmada por Matilde Guevara y por Irene Rueda, 10 de septiembre de 1927. 71. Ibídem. 72. Ibídem. 198 07_6_Susie S. PORTER.indd 198 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas así como también le había concedido a la empresa el derecho de disuadir de embarazarse a las mujeres empleadas en la compañía. El sindicato había acordado con Ericsson que, en lo sucesivo, con el in de evitarse todo compromiso derivado del hecho de que las empleadas estuvieran en cinta, “se pusiera un dique a la prostitución que se había ido apoderando del personal de operadoras”; pues, según ellos, la mayoría era víctima de la ligereza de unas cuantas, por lo que sólo se daría empleo a “señoritas”, mientras no se promulgara una Ley que previera y reglamentara tales situaciones. Asimismo, Ericsson aceptó la nueva disposición mientras no afectara a los casos ya acontecidos y únicamente se aplicara en lo venidero.73 La empresa no solamente esperaba justiicar sus acciones demostrando que el sindicato en algún momento había estado de acuerdo, sino que además quería fomentar el conlicto entre mujeres y hombres dentro del mismo sindicato. ¿Cuál sería la posición de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje?, ¿ésta tomaría como relevante la supuesta falta de moralidad de las mujeres embarazadas?, ¿apoyaría a la compañía Ericsson en sus políticas internas en cuanto a contratar solamente a mujeres solteras y despedir a mujeres embarazadas? y, inalmente, ¿cómo podría entenderse la posición cambiante del sindicato? Los años veinte se caracterizaron por ser una década de transición en cuanto a conceptos de los derechos de las mujeres en el núcleo familiar y con base en su relativa posición dentro de ésta. El mismo año en que se declaró la nueva Constitución (1917), también se promulgó la Ley de Relaciones Familiares. Al respecto, se ha estudiado muy poco el efecto concreto de esta segunda proclamación; sin embargo, se sabe que surgieron conversaciones acerca de los derechos de las mujeres que tuvieran hijos fuera del matrimonio, así como los de estos mismos niños.74 Cuando la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje dictó acerca de este caso, se reirió a la cuestión de la maternidad de las telefonistas como un asunto que merecía atención. En su laudo subrayó que “se trata de cuestiones 73. Ibídem. 74. García Peña, Ana Lidia, “Continuidades y cambios en las relaciones de género en la familia, del poririato a la Revolución Mexicana” en Eduardo N. Mijangos Díaz y Marisa Pérez Domínguez (coord.), Voces del antiguo régimen. Representaciones, sociedad y gobierno en México contemporáneo, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Instituto Mora, 2009. pp. 311-342. 199 07_6_Susie S. PORTER.indd 199 20/11/15 10:17 Susie S. Porter que afectan a la mayoría de los trabajadores de la empresa”.75 La junta reconoció el derecho de la empresa a establecer políticas internas con relación al embarazo; sin embargo, señaló que en caso de que una mujer quedara embarazada, estas políticas internas deberían ajustarse a la ley. La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje expuso que la empresa estaba en su justo derecho de imponer determinadas condiciones a las obreras que prestaran sus servicios, para impedir, hasta donde fuera posible, que llegaran a embarazarse. Pero cuando ese estado se hubiera ya producido, la empresa carecía de todo derecho para quitar de su trabajo a las operadoras y para faltar a los mandatos de la ley, que estaban inspirados principalmente en la necesidad social de proteger, dentro de los límites posibles, a la futura madre y al ser que llevara dentro.76 Respecto a la cuestión del embarazo fuera del matrimonio, la junta se expresó claramente, revelando con su respuesta las bases legales en que se fundó: La circunstancia de que las operadoras que se encuentran en estado de embarazo sean objeto de burlas y faltas de respeto por algunos de los trabajadores, no puede signiicar nada en contra de esas operadoras por ser hechos de terceras personas que dentro de la más elemental lógica juridical no deben afectarles en sus intereses. Es por demás insistir en que el punto de vista de la maternidad no apegada a la ley, alegada por la empresa, para justiicar sus procedimientos, carece de base sólida, toda vez que por el espíritu que anima a la Ley de Relaciones Familiares, que borra las antiguas diferencias que establecía el Código Civil entre los hijos y la cual fué promulgada en el año mil novecientos diez y siete mismo en que lo fué la Constitución … un nuevo principio de moral social se ha aceptado sobre la material y conforme a él no debe hacerse objeto de una sanción al hijo, por culpas o faltas de los padres.77 Llama la atención la lógica legal instrumentada en la decisión de la junta, en especial con relación a la Ley de Relaciones Familiares (1917). La junta recurrió a esta misma ley como documento básico para interpretar 75. Ibídem. 76. Ibídem. 77. AGN, JFCA 3:927/73, 1a parte. 1927. 200 07_6_Susie S. PORTER.indd 200 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas la Constitución y sus artículos relevantes respecto a los derechos laborales. Regresando a la advertencia de Varley, sostengo que en este caso especíico, las ideas “modernas” sobre la mujer, y la Ley de Relaciones Familiares en especíico, fueron abrevadero para la elaboración de las leyes laborales. La idea de que la mujer con hijos no debía trabajar y, si lo hacía, no podía recurrir a los derechos laborales previstos en la Constitución de 1917, iba cambiando. El caso demuestra también que la independencia de las jóvenes que trabajaban se estaba dando en México y más allá de sus fronteras. Entre 1902 y 1923, las telefonistas estadounidenses y canadienses se pusieron en huelga, ganaron incrementos salariales de hasta 28% y lograron formar una sección de mujeres en el International Brotherhood of Electrical Workers.78 Ericsson le escribió a la junta protestando en contra de la posición de la Junta de Conciliación y Arbitraje con respecto a las operadoras embarazadas. Su postura dejó ver que la identidad de clase de las mujeres operadoras era de importancia fundamental en la cultura de trabajo fomentada en Ericsson con base en ciertas identidades femeninas, y que esta identidad de clase conformó el conlicto laboral, pues la compañía argumentó que las “señoritas” operadoras no estaban sujetas a las leyes laborales, por no ser obreras. El representante de Ericsson, el señor Flyckt, le escribió a la Junta que sin que por nuestra parte aceptemos que las señoritas telefonistas sean propiamente obreras, debemos manifestar que en esta Empresa, el cumplimiento de ese precepto es completamente imposible: la señorita telefonista ó dá pleno servicio al público ó su labor no sirve para nada y por lo tanto no puede desempeñar ninguna.79 El señor Flyckt insistió con estas palabras en que las telefonistas no eran propiamente obreras, sino señoritas. Esta diferenciación pudo hacerla solamente porque ya existían las distinciones culturales arraigadas en las normas de feminidad, e implícitas en una ocupación que, tanto en México como en otros países, se asociaba ya con la oicina y con la identidad clasemediera, así como con la clase obrera. 78. Norwood, Labor’s Flaming Youth, 1990, pp. 260-261. Alice Kessler-Harris, “Problems of coalition building. Women and trade unions in the 1920s” en Ruth Milkman (ed.), Women, Work, and Protest, 1985, p. 114. 79. AGN, JFCA 3:927/73, 1a parte, 4 de noviembre de 1927. 201 07_6_Susie S. PORTER.indd 201 20/11/15 10:17 Susie S. Porter La postura de los representantes del sindicato con respecto a la cuestión de los derechos laborales de las mujeres demostró un compañerismo en aumento. Sin una resolución en el asunto de las embarazadas, el sindicato indicó: “no estamos dispuestos por ninguna razón a dejar que a esas compañeras nuestras, se les deje en la calle”.80 Así, el 26 de agosto, el sindicato se declaró en huelga. La junta la consideró como una huelga legal y, por tanto, la compañía Ericsson tenía que cumplir con lo estipulado en la Constitución de 1917, Art. 123, fracción 5ª. A causa de la resistencia de Ericsson, el sindicato y la compañía entraron en negociaciones que duraron meses. La empresa tomó una postura de intransigencia, primero proclamando ser un “servicio público” y, por ende, no obligada a celebrar contratos colectivos ni sujeto a la autoridad de la Junta de Conciliación y Arbitraje.81 Como empleados públicos tampoco hubieran tenido el derecho de huelga. Sin embargo, la junta indicó que, a pesar de haber celebrado un acuerdo con la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, la compañía Ericsson no se consideraba parte del gobierno que sí estaba sujeto a la Junta de Conciliación y Arbitraje, y que los empleados y obreros de la Ericsson sí tenían derecho a contratos colectivos y a declararse en huelga. El conlicto entre las operadoras y la compañía Ericsson tuvo otros efectos, en especial con respecto a la radicalización y la capacitación de mujeres como líderes laborales. El archivo de la junta esclarece un misterio acerca de una fotografía de Gudelia Gómez, con la descripción: “dejaron su juventud en las trincheras de la lucha”, que aparece en el libro de Luis Araiza, Historia del movimiento obrero mexicano.82 Nacida en Oaxaca, Gudelia Gómez se trasladó a la ciudad de México en 1919 y entró a trabajar en la Compañía de Tranvía en el Departamento de Imprenta, sección de glosa de boletos. Participó de forma integral en la movilización de los tranviarios y Araiza la describe como participante “dinámica” en las reuniones. Gómez salió de la compañía de tranvías y entró a Ericsson como telefonista en 1921 y fue miembro del comité que representaba a los y las obreras. Gómez se presentó diariamente por meses, y luego por años, a la Junta de Conciliación y Arbitraje para negociar con los representantes de Ericsson. Gómez, como 80. Ibídem. 81. Ibídem. 82. Araiza, 1975, p. 119. 202 07_6_Susie S. PORTER.indd 202 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas secretaria del Interior, junto con Ignacio García, secretario General, y Rebeca Velázquez, secretaria del Exterior, irmaban la mayoría de los documentos de negociación frente a la Junta de Conciliación y Arbitraje.83 En marzo de 1927, cuando el conlicto involucraba a ferrocarrileros, textileros y otros del CGT, las telefonistas y algunos miembros del sindicato adherido a la Confederación General de Trabajadores, nombraron una comisión para que recorriera los talleres de los ferrocarriles con la intención de convencer también a los que no habían secundado la huelga. La tropa apresó a las telefonistas, encabezadas por la valiente Gudelia Gómez, y las enviaron a las oicinas de la policía de los ferrocarriles en Buenavista, que habían sido convertidas en cárcel. 84 Cuando los telefonistas de Ericsson en Torreón se sumaron el conlicto, con sus propias quejas similares a los de la ciudad de México, Gómez, como secretaria del Interior del Sindicato de Obreros y Empleados de Ericsson, viajó a Torreón para intervenir en el conlicto. Gómez estuvo con la compañía Ericsson hasta 1933. Después de un periodo de desempleo, en 1935 Gómez entró como inspectora para el Departamento del Trabajo. Este conjunto de experiencias, tanto ocupacionales como en las negociaciones con la compañía Ericsson frente a la Junta Federal, la llevó a ser nombrada presidenta de la Junta de Conciliación y Arbitraje, número 15, en Toluca, Estado de México. En 1936, en compañía de otras mujeres que trabajaban como inspectoras para el Departamento de Trabajo y con el apoyo de Jenaro García, formaron la Oicina Investigadora de la Situación de la Mujer y del Niño, en la que Gómez presidió como jefa en 1947.85 La Oicina Investigadora de la Situación de la Mujer y del Niño realizó una serie de estudios de mujeres que trabajaban en una gran variedad de lugares, desde restaurantes hasta fábricas, y abogó por protecciones para costureras y cabareteras, entre otras. La participación de las mujeres en el movimiento no se limitó a líderes sobresalientes como Gómez, aunque la mayoría de los documentos de 83. AGN, JFCA 41: 928/630. 84. Elías Barrios, El Escuadrón de Hierro, 1978, pp. 134-135. 85. Adelina Zendejas, “La Mujer en la Vida”, 22 de marzo de 1947, p. 1. “Página femenina para la empleada, la obrera, y el ama de casa; Comité Nacional Femenino de Acción Social Antialcohólico” en El Nacional, 24 de junio de 1936, p. 3; sobre el esfuerzo de Gómez para proteger a las cabareteras véase El Nacional, 15 de octubre de 1937, p. 4. 203 07_6_Susie S. PORTER.indd 203 20/11/15 10:17 Susie S. Porter negociación frente a la Junta de Conciliación y Arbitraje aparece con las irmas de Gudelia Gómez R., secretaria del Interior. También Rebeca Velázquez, secretaria del Exterior, desempeñó un papel importante.86 Además de su presencia, Gómez y Velázquez representaron de manera insistente los intereses especíicos de las mujeres durante todo el conlicto. En varios momentos de negociación, la representación de la compañía intentó cuestionar la moralidad sexual de las operadoras embarazadas y de las operadoras en general. Velázquez no aceptó esta línea de preguntas por parte de la empresa y, al inal, los intereses de las operadoras se aceptaron como parte integral del contrato colectivo resultado de las negociaciones. La participación fundamental de estas mujeres inluyó en el contenido de las negociaciones. El contrato propuesto por el sindicato de Ericsson ailiado a la CGT se diferenció de forma sustancial del de la compañía, en especial con relación a las mujeres. El sindicato de Ericsson comenzó por reconocer las diversas identidades de los trabajadores, tales como obreros, operadoras y empleados y, al mismo tiempo, consideró a todos en el mismo régimen legal-laboral. Señalaron que la empresa se había acostumbrado a hacer diversas interpretaciones de los términos “obrero”, “trabajador”, “operadora” y “empleado”, según su conveniencia, de tal manera que el mismo individuo en un departamento podía ser considerado obrero y, posteriormente, para los castigos, empleado. Para rectiicar tales circunstancias, el Artículo 30 del contrato colectivo de trabajo hizo una distinción: “se entiende por ‘trabajadores’ a los obreros, operadoras y empleados”;87 éste reconocía las condiciones especíicas del trabajo de las operadoras, a quienes la empresa requirió un trabajo más afín a la labor doméstica, tal como la limpieza del local. Las mujeres también trabajaban jornadas mixtas y el artículo 22 del contrato estipuló que se calcularan los salarios de forma que se reconociera su derecho al pago, a razón de su salario base más tiempo extra. Por su parte, el artículo 23 estableció requisitos para predeterminar el tiempo y las condiciones adecuadas para dormir cuando las mujeres atendieran conmutadores durante la noche, pues “la empresa acondicionará en el mismo ediicio, con una cama y ropa para cada una de las operadoras. En ningún caso la empresa permitirá 86. 87. AGN, JFCA 41: 928/630. AGN, JFCA 41. 928/630, 1928. Anexo núm. 1, 9 de abril de 1928. La compañía promovió contratos individuales entre sus empleados, obreros y telefonistas. 204 07_6_Susie S. PORTER.indd 204 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas que dos operadoras o más duerman en una misma cama. La ropa de las camas será cambiada dos veces por semana”. El contrato también estipuló los descansos para la jornada diurna. Con la expansión de la compañía hubo un intento por aumentar el número de clientes atendidos por cada operadora y el sindicato insistió en que la atención de las operadoras no excedería en ningún caso los 200 aparatos. Se rehusaron, además, a la práctica de tomar el tiempo en segundos para que las operadoras contestaran las llamadas, calculando así su eiciencia. La protección de las obreras embarazadas también iguraba en el contrato colectivo presentado por el sindicato. En los artículos referentes a la obligación de la compañía de proveer servicio médico, se incluía a un partero y médico alópata, de interés particular para las mujeres que se encargaban de la salud de su familia. El artículo 23 del contrato colectivo estipuló el descanso pagado para las mujeres que estaban a punto de dar luz y, asimismo, al regresar a su trabajo, tiempo y espacio para la lactancia. El sindicato se posicionó a favor de los derechos laborales de las mujeres, tomando en cuenta sus circunstancias particulares de género, a la vez que exigió un trato igualitario con los hombres. Entonces, el contrato del sindicato reconoció la igualdad de derecho entre mujeres y hombres en el artículo 14, donde “Queda establecido que a trabajo igual corresponde salario igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad …”.88 Después presentaron a la junta un comparativo de los salarios pagados por la empresa, según lo que consideraban justo, para luego pedir un aumento de alrededor de treinta a cuarenta por ciento, dependiendo de la posición laboral. Reconoció, además, las divisiones creadas dentro de la fuerza laboral femenina y propuso la nivelación de los salarios de las operadoras de la Central con los de los sucursales, lo que afectaba sobre todo a mujeres. Como justiicación por tal consideración, el sindicato indicó que “sabe que la mujer viene llenando sus funciones sociales en el … trabajo como el hombre, y en muchísimos casos esas mujeres que trabajan son las que sostienen a sus familias”.89 No trabajaban las mujeres, contradecían, por “diletantismo”. En su argumentación por mejores salarios, los representantes de las telefonistas hicieron mención a sus demandas tanto en 88. AGN, JFCA 41: 928/630, 1928. 89. Ibídem. 205 07_6_Susie S. PORTER.indd 205 20/11/15 10:17 Susie S. Porter su calidad de trabajadoras, como de mujeres, dirigiéndose tanto a la empresa como al público al que servían, la operadora es siempre la víctima de reclamaciones del público, es ella la que carga con las inconsecuencia, con las intolerancias de propios y extraños; lleva en sí el reproche del servicio público y está sujeta a las más duras disciplinas por parte de la Empresa. Además, la Empresa siempre se preocupa por exigir que las operadoras se presenten decentemente vestidas, entiéndase bien DECENTEMENTE , pero ¿es que los sueldos miserables pueden alcanzar a pagar las más imperiosas necesidades de la vida?90 Así que si la empresa se preocupaba por la moralidad de las telefonistas, éstas pedían los recursos necesarios para proteger su salud y presentarse físicamente vestidas con un estilo que se considerara decente. Cuestionaron la hipocrecía de la compañía y su hincapié en las señales externas –como el vestido–, que marcaban a una mujer como señorita a la vez que insistieron en su demanda para mejores salarios, que serían necesarios para alcanzar tales estándares. El sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos Ericsson, en abril de 1928 le escribió al jefe del Departamento del Trabajo y presidente de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, para que lo apoyara en las negociaciones que aún no habían terminado.91 Después de más de seis meses de negociaciones, la compañía y el sindicato solamente habían llegado a ponerse de acuerdo acerca de seis artículos que, según representantes del sindicato, favorecían solamente a la compañía. Además, durante este tiempo la compañía ya había corrido a muchos obreros ailiados al sindicato, que se habían rehusado a ailiarse al católico, organización patronal ahora denominada Unión Libre de Empleados y Operadores. El sindicato también se quejó de las condiciones en las que tuvieron que negociar ante la junta, como limitaciones de tiempo de solamente hora y media, de manera que cada día se agotaba sin llegar a ningún acuerdo con respecto a las quejas de los obreros. Pidieron un representante del Departamento de Trabajo, quejándose de que 90. Ibídem. 91. AGN, JFCA 41: 928/630. Carta del 11 de abril de 1928. 206 07_6_Susie S. PORTER.indd 206 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas la compañía les había enviado a alguien que favorecía al sindicato patronal católico.92 Por su lado, la compañía insistía en impugnar la autoridad del sindicato, a pesar de haber estado en negociaciones desde hacía meses, de nuevo señalando la cantidad de telefonistas pertenecientes a la agrupación patronal. De hecho, el representante de Ericsson se negó a presentarse ante la junta y, en agosto de 1928, cuando ésta dictó su fallo, la empresa se negó, no solamente a respetarlo, sino tampoco a la autoridad de la junta para decidir “un verdadero reglamento económico” y llevó sus quejas hasta la cuarta sala de Justicia Federal y luego a la segunda sala de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 1932.93 A pesar de la insistencia de Ericsson en buscar amparo legal, el 28 de noviembre de 1929, el sindicato y la compañía llegaron a un acuerdo acerca de un contrato colectivo que incluía demandas esenciales de las mujeres, desde condiciones de trabajo y el pago de salarios, hasta especíicas para las telefonistas embarazadas.94 Con respecto a este último caso, el contrato colectivo incluyó que no realizarían trabajos que exigieran esfuerzos físicos mayores durante los tres meses previos al parto; un descanso de dos meses como máximo, distribuidos antes y después del parto; así como también, durante el periodo de lactancia, se estipularon dos descansos extraordinarios al día, de 30 minutos cada uno, en lugares que reunieran condiciones de higiene básicas. Ericsson reconoció también que “a trabajo igual salario igual”, sin tomar en cuenta el sexo. Por otro lado, las condiciones especíicas del trabajo de operadora fueron reconocidas, así que se les otorgó un descanso de tres horas y media, dividido en dos partes iguales. El descanso se tomaría en un local que la empresa acondicionaría con cama y ropa para cada una de las operadoras y, como se había solicitado años antes, en ningún caso la empresa permitiría que dos o más operadoras durmieran en la misma cama; asimismo, la ropa de cama sería cambiada una vez por semana. Por otro lado, los abusos del sistema de pruebas se limitaron y, en cuanto cumplieran tal periodo, las trabajadoras serían consideradas de planta. Se respetaría el escalafón y cada 92. Ibídem. 93. AGN, JFCA 41: 928/630. 94. “Strike to Force Workers into Red Union Cripples Phone Service in Mexico City” en he New York Times, 27 de agosto de 1928, p. 12. 207 07_6_Susie S. PORTER.indd 207 20/11/15 10:17 Susie S. Porter operadora tendría a su cargo no más de 200 aparatos, obligándolas a dar un servicio eiciente. Conclusión Un análisis de los signiicados de las distinciones de clase fundados en las normas de género inherentes a los conflictos de las telefonistas, amplía nuestro entendimiento acerca de la cita del periódico de la CGT que abrió el ensayo: “No hay clase media … Sólo nos separa el prejuicio atávico de las costumbres”.95 Ciertas normas de feminidad, que la CGT entendía como “prejuicios atávicos”, eran de suma importancia para los sindicatos de los años veinte. Las pretensiones sobre distinciones de clase media como, por ejemplo, el ser “señorita”, abrieron una brecha entre las personas que trabajaban en Ericsson, lo que propició diferencias entre las señoritas y las obreras, debilitó la fuerza del sindicato y, por tanto, afectó considerablemente las condiciones de trabajo de todos. La maternidad fuera del matrimonio, por ejemplo, era relevante en la cuestión de las distinciones de identidad de clase y de la deinición de los derechos laborales de las mujeres y fue parte integrante de los conlictos entre diferentes sectores del movimiento sindical. El trato caballeroso del empleador hacia las señoritas telefonistas de la empresa, en contraste con su desdén por trabajar al lado de mujeres embarazadas y la distancia que mantenía con las sindicalizadas, apoyaba aún más la postura de la compañía de negarle derechos laborales a las mujeres. Tales distinciones coinciden con varios casos donde las escisiones entre la CNCT, la CROM y la CGT se expresaron por medio de disputas acerca de cómo las mujeres debían portarse en los espacios laborales.96 Las identidades de clase basadas en normas de feminidad pueden transformarse según los contextos políticos y los usos legales a los que se aplican. Aun cuando se menciona con frecuencia la importancia del artículo 123 en cuanto a la protección para las obreras en el momento de dar luz y el periodo de lactancia, así como la Ley de Relaciones Familiares respecto al 95. “No hay clase media” en Vía libre, 22 de septiembre de 1922, p. 2. 96. Heather Fowler-Salamini, Working Women, 2013b. 208 07_6_Susie S. PORTER.indd 208 20/11/15 10:17 De obreras y señoritas estatus legal de las mujeres, en realidad no se sabe mucho del efecto concreto de tal legislación. El caso de las telefonistas demuestra por sí solo que no fue letra muerta, pero también es cierto que la aplicación de la ley no fue contundente. Los jueces de la Junta de Conciliación y Arbitraje comprendieron que la revolución representaba, entre otras cosas, un cambio en las normas morales y que la Ley de Relaciones Familiares debería tomarse en cuenta como parte inherente a la Constitución de 1917. Así, los jueces de la junta, tomando en cuenta las demandas de las mujeres, expusieron sus argumentos para yuxtaponer la Ley de Relaciones Familiares a la Constitución, lo que demuestra la manera en que las nuevas ideas y leyes inluyeron en la vida cotidiana de las mujeres, a través del cuestionamiento profundo de las normas tradicionales respecto a las mujeres en el contexto laboral. Al hablar de identidades de clase se aprende mucho más si se presta atención a los aspectos subjetivos y a los significados culturales, en lugar de basarnos únicamente en los análisis objetivos y condiciones materiales. ¿Cuáles fueron los términos que estos sujetos históricos utilizaron para describir su propia identidad de clase? Si tomáramos en cuenta los salarios o la rutina laboral de las operadoras, podría denominárseles “clase obrera”. En el caso de las operadoras ailiadas a la CGT, éstas reclamaron su identidad como “obreras” porque las fortalecía en su argumento para la aplicación de las leyes. De hecho, por su participación en el movimiento obrero se debería considerar a la mayoría de las telefonistas como parte de la clase obrera. Sin embargo, hubo otras operadoras que se referían a ellas mismas como “señoritas” y, a su labor, como trabajo intelectual. No se quejaron, por lo menos formalmente, de tener que vestirse “decentemente” y, aparentemente, les ofendía tener que trabajar en una compañía en la que había mujeres que tenían hijos fuera del matrimonio. ¿Qué ganaban estas mujeres asociándose con los ingenieros y la gerencia? No se sabe con precisión, pero probablemente las telefonistas con bajos salarios esperaban alcanzar algún grado de respetabilidad en el trabajo, o quizá se conformaban con las etiquetas de la gerencia para poder trabajar. A las que se unieron a la señorita Sofía del Valle y su grupo de estudio, seguramente les atraía la vida cultural y la convivencia basada en su fé católica. Si para algunas mujeres la ailiación al movimiento obrero no trajo consigo la respetabilidad que buscaban; para otras, la experiencia que lograron por medio de su activismo y liderazgo, sí les trajo cierto éxito que podría 209 07_6_Susie S. PORTER.indd 209 20/11/15 10:17 Susie S. Porter denominarse como respetabilidad. Gudelia Gómez aprendió mucho de su activismo y se postuló para acceder posteriormente a una posición como miembro de la Junta de Conciliación y Arbitraje de Toluca. También logró formar parte de las mujeres empleadas en el Gobierno federal, quienes formaron la Oicina Investigadora de la Situación de la Mujer y del Niño, en la que Gómez presidió como jefa en 1947. Asimismo, Gómez también participó en el movimiento por el sufragio femenino; aun dentro de este ámbito de cierto privilegio, seguía identiicándose como “obrera”. 210 07_6_Susie S. PORTER.indd 210 20/11/15 10:17