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Inicios de la Revolución Industrial Visión historiográfica desde los orígenes preindustriales

Universitat de barcelona Inicios de la Revolución Industrial Visión historiográfica desde los orígenes preindustriales Alejandra Ruiz Jiménez NIUB: 16327474 Pensament, sabers i religions a l’Època moderna INDICE: Introducción: 3 La Revolución Industrial como proceso: 4 Antecedentes y Causas: 6 El desarrollo económico: 8 Orígenes de la Revolución Industrial en Gran Bretaña: 10 La transición económica: De la sociedad agraria a la Proto-industria: 13 Nacimiento de la Industria Textil: 16 Conclusiones: 18 Bibliografía: 19 Introducción: Este trabajo pretende en un principio hacer una aproximación general al proceso de la Revolución Industrial desde sus orígenes y su desarrollo máximo en pleno siglo XVIII. Por otra parte, desde un punto de vista historiográfico se intenta poner de manifiesto las diferentes visiones que surgieron por parte de diversos autores que han calificado el fenómeno con varias teorías acerca de su influencia en la sociedad y el nacimiento del capitalismo. El siguiente planteamiento del trabajo se centra en los orígenes de la Revolución Industrial en Inglaterra, cuna de la industrialización; desde un punto de vista, social y económico de los diferentes factores que hicieron posible su nacimiento en esta región del continente. Es posible que a nivel historiográfico los historiadores no se hayan puesto de acuerdo aún en los motivos por el cual la Revolución Industrial nació allí, pero se han reconocido algunos de los factores que ayudaron a que este fenómeno se diera en Inglaterra y no en otros países con similares cualidades como podía ser el caso de los Países Bajos. Desde luego, la Revolución Industrial se convirtió en un punto de inflexión dentro de la historia de Inglaterra desde los inicios de la revolución agraria, dando paso a la llamada proto-industria y trasladándose a las ciudades dando como nacimiento la industrialización y la creación de nuevas clases dentro de la sociedad. La Revolución Industrial como proceso: La Revolución Industrial marco un punto de inflexión en la historia, modificando e influenciando todos los aspectos de la vida cotidiana de una u otra manera. La producción tanto agrícola como de la naciente industriase multiplicó a la vez que disminuía el tiempo de producción. A partir de 1800 la riqueza y la renta per cápita se multiplicó como no lo había hecho nunca en la historia,​ pues hasta entonces el PIB per cápita se había mantenido prácticamente estancado durante siglos. Lucas, Robert E. 2003 Annual Report Essay. The Industrial Revolution Past and Future.​ A partir de este momento se inició una transición que acabaría con siglos de una mano de obra basada en el trabajo manual y el uso de la tracción animal siendo estos sustituidos por maquinaria para la fabricación industrial y el transporte de mercancías y pasajeros El profesor británico David S. Landres la definió de la siguiente manera: El termino revolución industrial suele referirse al complejo de innovaciones tecnológicas que, al sustituir la habilidad humana por la maquinaria y la fuerza humana y animal por energía mecánica, provoca el paso desde la producción artesanal a la fabril, dando así lugar al nacimiento de la economía moderna” LANDES, D. S. Progreso tecnológico y revolución industrial. Madrid. Tecnos. 1979. p. 15. La primera revolución industrial se produjo en Gran Bretaña y tuvo una característica particularmente interesante: surgió espontáneamente, sin la ayuda del Gobierno. La fecha exacta de su aparición está todavía en discusión. El primer historiador de la economía que analizó la experiencia británica de la industrialización en función de este concepto de revolución específica fue Arnold Toynbee, señalando 1760 como punto de partida, durante medio siglo su enfoque del problema fue considerado indiscutible, hasta que el profesor Ulric Nefpuso en duda la significación del límite histórico que implicaba, insistiendo en la continuidad esencial de la historia y situando los comienzos de la gran industria y del cambio tecnológico en el siglo XVI y principios del XVII. Según Nef: “La aparición del industrialismo en Gran Bretaña se puede considerar como un largo proceso iniciado a mediados del siglo XVI y culminado victoriosamente con el establecimiento del estado industrial a finales del siglo XIX, más que como un fenómeno manifestado súbitamente a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Se tiende a fijar la fecha de la primera revolución industrial en 1780, cuando las estadísticas del comercio internacional británico indicaban un importante movimiento en alza. Aplicando este esquema, el profesor W. Rostow sugirió un límite histórico más preciso todavía, desarrollando la teoría de que el periodo1783-1802 fue la gran línea divisoria en la vida de las sociedades modernos”. Si partimos de mediados del siglo XVIII, nos encontramos con una Gran Bretaña preindustrial, aunque es evidente que el proceso de industrialización ya había comenzado. En el siglo siguiente se produjo una revolución en la vida social y económica de Gran Bretaña que transformó la apariencia física del país y estableció un modo de vida y de trabajo totalmente distinto para la mayoría de sus habitantes. Esta primera Revolución Industrial tiene un interés especial no solo para los historiadores sino también para los estudiosos del desarrollo económico moderno. Representaba el comienzo espontaneo del proceso creador de las sociedades opulentas de hoy. DEANE, Phyllis. La primera revolución industrial. Ediciones Península. Barcelona. 1991. pp. 7-20. Los comienzos de la industrialización, del desarrollo y del cambio estructural eran ya aparentes a mediados del siglo XVIII. La población había iniciado en 1740 un proceso de crecimiento continuo. Adam Smith y Arthur Young escribieron en 1770 antes de la introducción de las innovaciones en la industrial textil, el vapor y las construcciones metálicas que simbolizaron los comienzos de la revolución industrial, y pudieron hablar de una expansión de los ingresos reales, lo bastante importante como para que los contemporáneos tuviesen conciencia de ella. Ibídem. DEANE, Phyllis. Pág.25. A nivel historiográfico, la discusión entre historiadores y economistas sobre la cronología de los grandes cambios provocados por la Revolución Industrial son varios; el comienzo más aceptado de lo que podríamos llamar Primera Revolución Industrial, se podría situar a finales del siglo XVIII, mientras su conclusión se podría situar a mediados del siglo XIX, con un período de transición ubicado entre 1840 y 1870. El historiador marxista Eric Hobsbawm, sostenía que el comienzo de la revolución industrial debía situarse sobre 1780, pero que sus efectos no se vieron reflejados hasta 1830-1840 HOBSBAWM, Eric. The Age of Revolution: Europe 1789-1848. Weidenfeld & Nicolson Ltd.pp. 27-30.. Por otra parte, el historiador económico inglés Thomas Southcliffe Ashton declaraba que la revolución industrial tuvo sus inicios entre 1760 y 1830. ASHTON, T.S. The Industrial Revolution: A study in Bibliography. Economic History Society. 1937. Pág. 1​ Uno de los puntos de inflexión acerca de la Revolución Industrial radica en la importancia y la relevancia del proceso; para los historiadores como John Clapham y Nicholas Crafts CRAFTS, Nicholas. British economic growth during the industrial revolution. Clarendon Press, 1985. , los cuales argumentaron que el proceso de cambio económico y social se llevó a cabo de manera gradual por lo cual el término“revolución” resultaría inapropiado; en el mismo ámbito podemos encontrar la discusión sobre la “revolución neolítica”. Antecedentes y Causas: Los inicios de la industrialización radican a principios del siglo XVI cuando comienza a darse un cierto progreso en ámbitos como el comercio, las finanzas y la navegación; el principal problema que tenían las sociedades para establecer estos avances estaba estrechamente ligado al crecimiento demográfico. Se dio un proceso transicional de una economía agrícola y manual a una comercial e industrial basada en la innovación científica. El curso de las guerras napoleónicas se convirtieron en el motor para la creación de la industria europea; debido las guerras, los gobiernos decidieron llevar a cabo una serie de medidas de economía de guerra basada en la alta producción, desarrollando así nuevas tecnologías. Las principales áreas industriales aparecieron en Gran Bretaña aunque cabe destacar los inicios del Putting Out como una base preindustrial; estos procesos de industrialización poco a poco se fueron extendiendo hasta llegar a países como Francia, Bélgica y Holanda. Entre las diversas interpretaciones que explican el nacimiento de la revolución industrial destacan el periodo de paz que sufrió Europa entre 1815-1914 debido a una serie de acuerdos de paz que fueron favorables nacimiento del capitalismo. Al mismo tiempo cabe destacar que las ideas imperantes de la Revolución Francesa campaban por el resto de Europa creando no solo un ambiente de agitación revolucionaria sino que diferentes estratos de la sociedad decidieron tomar partido de la situación. Existen teorías que abarcan la cuestión desde el punto de vista religioso, enfatizando que ciertos preceptos religiosos fueron más favorables a la implantación de la Revolución Industrial. En este contexto nos referimos a Max Weber, el cual consideraba que el protestantismo era adecuado en cuanto a la consideración del trabajo y el esfuerzo como un bien y valor fundamental, contrario a la ética católica que veía recelosa el progreso económico. WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu capitalista (1905). Allianz Editorial. pp. 36-45 La reforma protestante consiguió un cambio de mentalidad hacia la visión del trabajo y la acumulación de riqueza, en el caso de los países que adoptaron el protestantismo como el caso de Inglaterra, este nuevo pensamiento vino dado a través del calvinismo. Los autores, atareados en el debate sobre la ética protestante, tratan frecuentemente de establecer una relación causal lineal. Pretenden, o bien dejar por sentado que la evolución religiosa influyo sobre la vida económica, o bien exactamente lo contrario, es decir que el crecimiento de la economía cambio la postura religiosa hacia los asuntos económicos. Una notable excepción es la de R.H. Tawney TAWNEY, R.H. Religion and the Rise of Capitalism 2ºed. 1937. , quien con razón sostiene la existencia de una interacción mutua. En términos amplios, parece claro que el gran cambio en las enseñanzas religiosas, desde el principio de la Reforma hasta el siglo XVIII, debe haber influido profundamente sobre el sistema de valores de la comunidad. Al mismo tiempo, existe la evidencia casi indiscutible de que el cambio económico trajo consigo una lenta pero fundamental reacción de la comunidad religiosa. Weber y sus seguidores se atienen principalmente a la ideología de los grandes líderes religiosos, como Calvino, Lutero, Bexter y Wesley. El hecho es que las palabras de estos fueron interpretadas de cierto modo por el pueblo A nivel político, el poder había sido arrebatado de las manos de los terratenientes y comenzó a darse la creación de una gama de factores sociales más amplia que daba como resultado una sociedad aun más compleja dada a la práctica de la movilidad social, esto en cierta medida explicaría la denominación de revolución de este proceso. THOMPSON, Allan. La dinámica de la revolución industrial. Oikos-Tau. S.A. Ediciones. Barcelona. 1976. pp. 49-55. En cuanto a transformaciones del sector económico principal nos encontramos con los efectos de las transformaciones agrarias que produjeron un empobrecimiento absoluto de las masas rurales, las alternativas que tenían se basaban en el trabajo asalariado, la industria casera o la emigración. Los derechos de propiedad del campesinado ingles eran muy limitados, estrechamente asociada a los señores, al mismo tiempo que las instituciones parlamentarias crecían. Grandes porciones de tierra se trasvasaron simplemente del sector del campesinado dependiente al sector del arrendatario y de este modo se impedía, en adelante, una posible evolución hacia la tenencia libre y se restringía sustancialmente la superficie de tierra potencialmente disponible para la propiedad campesina LIS, Catharina-SOLY, Hugo. Poverty and capitalism in pre-industrial europe. The Harvester press limited. Brighton, 1979. pp. 74-76.. Este desarrollo adelantó de manera significativa el crecimiento económico en Inglaterra: “Con el fracaso de los campesinos para adquirir el control sobre la tierra, los señores pudieron ampliar, consolidar y cercar sus dominios, y crear extensas parcelas agrarias para darlas en arriendo a los campesinos capitalistas que podían permitirse inversiones importantes”. BRENNER, Agrarian Class Structure. pp. 61-64, 71-72. Y no solo con el fracaso del campesinado se daba una situación de empoderamiento terrateniente, sino que daba tregua a que estos se viesen obligados al trabajo asalariado desde casa que dio como resultado la proto-industria. El desarrollo económico: Los obstáculos en el camino de la Revolución Industrial fueron de dos tipos. Se ha dicho, en primer lugar, que la estructura económica y social de las sociedades precapitalistas, simplemente no le dejaba campo de acción suficiente. Hubo de tener lugar algo así como una revolución preliminar, antes de que ellas fuesen capaces de sobrellevar las transformaciones que Inglaterra sufrió entre 1780 y 1840. Por otra parte también se debe considerar la crisis del siglo XVII. En segundo lugar, entre 1500 y 1800 muchas industrias perfeccionaron métodos destinados a expandir la producción rápida e ilimitadamente, pero merced a una organización y una técnica bastante primitivas, como es el caso de los fabricantes del metal de ciudades como Sheffield, Solinger o Birmingham, las cuales tenían el mismo método de producción en 1860 que en 1750 aunque con un aumento de la producción derivado del uso de nuevas tecnologías. HOBSBAWN, Eric. En torno a los orígenes de la revolución industrial. Siglo XXI Argentina Editores S.A. Córdoba-Argentina. 1972. pp. 37-41. El historiador japonés Kohachiro Takahashi, señaló en un ensayo que la transformación capitalista de la vida económica se pudo producir a base de dos modelos. Uno, el productor y el capitalista se concentraban en una sola persona, el empresario, el cual poseía los medios de producción y contactaba directamente con los obreros asalariados “libres”, los cuales poseían únicamente su fuerza de trabajo. El empresario capitalista producía de manera directa para el mercado y subordinaba la compra o venta en el mercado al capital industrial; esto supuso una ruptura radical en las relaciones de producciones existentes. Segundo modelo: el comerciante podía llegar a ser el capitalista. En ese caso, lo que compraban o vendían en el mercado los productores humildes, no necesariamente separados de sus medios de producción, estaba controlado por los comerciantes-empresarios quienes se ocupaban, dentro de los límites de su horizonte comercial, de la manufactura; es decir: ellos subordinaban la actividad industrial a sus superiores intereses comerciales. De esta forma, el segundo modelo implica la dependencia continua de la producción industrial respecto al mercado. Estas dos posibilidades no pueden ser consideradas como dos soluciones diferentes a un mismo problema: responden a diferentes intereses, propios de distintos grupos sociales. TAKANASHI, K.H. A Contribution to the Discussion, en Hilton. pp. 87-97. El papel de la empresa privada estimuló el desarrollo económico y la revolución industrial si, y solo si, los beneficios a obtenerse de ese modo son mayores a los que se logren por otros medios. Si no lo son, no lo hará. Este hecho simple y observable ha creado graves dificultades para los analistas, aun cuando (como de costumbre con la brillante excepción de Marx), no muy frecuentemente entendieron su naturaleza. Algunos se han sentido tentados a creer en la existencia de clases sociales de empresarios con tendencias ínsitas a innovar, diferentes a las de los empresarios comunes (esta parece haber sido la posición de Schumpeter). Otros han pensado que la industrialización se produce cuando los empresarios están unidos a un “espíritu capitalista” que produce la tendencia de acumular e innovar; el calvinismo desde Max Weber, ha sido el elemento más frecuentemente designado para cumplir ese papel. En el caso de la Revolución Industrial inglesa, esta no fue llevada a cabo por empresarios especialmente innovadores, sino por empresarios que no eran ni más ni menos previsores, tecnológicamente progresistas u originales que cualquiera otros. Orígenes de la Revolución Industrial en Gran Bretaña: En opinión de la profesora de la Universidad de Cambridge y autora de diversos trabajos sobre industrialización decimonónica, Phyllis Deane, para que se produjera la Revolución Industrial en un país se debían registrar los siguientes cambios: Aplicación amplia y sistemática de la ciencia moderna y del conocimiento empírico al proceso de producción para el mercado. Especialización de la actividad económica en la producción para los mercados nacionales e internacionales más que para el uso familiar y local. Movimientos de la población de las comunidades rurales hacia las urbanas. Ampliación y despersonalización de una unidad típica de producción: pasa a fundarse más en la empresa privada o pública y menos en la familia o la tribu. Movimiento de la mano de obra de las actividades relacionadas con la producción de bienes primarios a la producción de bienes manufacturados y servicios. Uso intensivo y extensivo de los recursos de capital como substitutivo y complemento del esfuerzo humano. Aparición de nuevas clases sociales y profesionales determinadas por la propiedad de (o por la relación con) medios de producción que no sean la tierra, es decir, el capital. DEANE, P. La primera Revolución Industrial. Madrid. Península. 1989. pp.7. La singularidad inglesa, por tanto, en la Revolución Industrial fue incuestionable, al ser el único país que no imito un ejemplo preexistente. Las innovaciones que introdujo, fruto de una prolija labor anterior y no de la improvisación o el azar, fueron consecuencia de la combinación de una serie de aspectos políticos, económicos sociales y culturales que posibilitaron esa diferenciación inglesa respecto al resto de Estados. Ese contexto tan singular pone de manifiesto porqué la industrialización comenzó en Inglaterra y no en otros países. KEMP.T. La Revolución Industrial en la Europa del siglo XIX. Barcelona. Martínez Roca. 1987. pp. 15. Dentro de la historiografía sobre la revolución industrial encontramos un vacio historiográfico que predomino entre la primera y la segunda guerra. Esta manifestación de oscurantismo histórico tiene su origen, probablemente, en una desconfianza general por las revoluciones y una inclinación, no menos difundida, en favor del cambio lento y gradual. Como afirma T.S. Ashton (quien en efecto escribió una historia económica del siglo XVIII que no hace mención de la revolución industrial), “es peligroso descuidar el hecho esencial de la continuidad” T.S.ASHTON. An Economic History of England: The Eighteenth Century. 1995. . El argumento preferido contra la existencia de la revolución industrial es que el capitalismo “tuvo su origen mucho antes de 1760 y alcanzó su desarrollo pleno mucho después de 1830”. Las verdaderas transformaciones tecnológicas y organizativas ocurridas durante el periodo de la revolución industrial se circunscribieron a un sector bastante restringido de la economía; el “sistema de fábrica”, por ejemplo, se limito en la mayoría de los casos a la manufactura del algodón. No es menos claro que, aun antes de la revolución, Inglaterra poseía ya importantes regiones industriales que producían gran cantidad de mercadería, a menudo con una técnica fabril poco inferior a la difundida más tarde por la revolución. Algunas de estas industrias “preindustriales”, como las minas de cobre y estaño en Cornwall, cayeron finalmente en decadencia. La posición de Gran Bretaña es única porque se trata del primer país, en la historia mundial, que conoció una revolución industrial y se convirtió, por consiguiente, en el “emporio del mundo”, monopolizadora virtual facturados y de la exportación de productos manufacturados y de la explotación colonial. Al ser pionera del capitalismo industrial Gran Bretaña se transformó en el país de ejemplo clásico. La banca y el estado británico, por ejemplo, no se vieron obligados a financiar a la industria y los ferrocarriles internos respectivamente, como ocurrió en cambio en otros países. Desde un punto de vista tecnológico, como lo explica Paul Mantoux MANTOUX, Paul. La Revolución industrial del s. XVIII. 1906. , la revolución industrial británica no fue particularmente avanzada o científica. La revolución inglesa del siglo XVII fue seguida por un periodo de desarrollo económico muy rápido, que abarca las décadas inmediatamente anteriores y posteriores a1700 y presenció el desarrollo de la primera máquina de vapor eficiente, y la solución del problema de la fundición del hierro con carbón de coque. A este periodo le siguió otro de relativo estancamiento, un fenómeno económico al que la investigación, ha prestado hasta ahora poco interés. HOBSBAWN, Eric. En torno a los orígenes de la revolución industrial. Siglo XXI Argentina Editores S.A. Córdoba-Argentina. 1972. pp. 89-114. Otro factor de la producción cuyo desarrollo fue crucial para la revolución industrial británica fue el capital. Los datos indican que la mayor parte del aumento del nivel de inversión industrial relacionada con la revolución industrial británica tuvo lugar durante las tres o cuatro décadas que van desde 1830 hasta finales de la década de 1860 o principios de la de 1870 debido a la inmigración rural y a los nuevos métodos de distribución de la tierra. En un entorno avanzado del sistema financiero, una de las ventajas con las que contó Gran Bretaña al entrar en la primera revolución industrial fue el sistema monetario y bancario altamente desarrollado. En 1750, el Banco de Inglaterra llevaba ya más de medio siglo de existencia. Se había fundado en 1649, durante el boom de promoción de compañías de los años 1690: tenía un capital de un millón y medio de libras esterlinas y su principal objetivo era suministrar dinero al gobierno. El volumen del dinero en circulación dependía esencialmente de la oferta de oro al Banco de Inglaterra; y esta, a su vez, dependía, en parte, de la balanza comercial británica. Pues si las exportaciones eran mayores que las importaciones, se producía, en general, una afluencia de oro; y viceversa, si las importaciones superaban a las exportaciones de oro. En efecto, el oro era la moneda internacional con la que se saldaban las deudas importantes entre las personas de diferente nacionalidad. La capacidad del banco de poner en circulación monedas de oro en el mercado mundial y, por consiguiente, de los intercambios con el exterior, pues esto era lo que determinaba el valor en oro de la libra esterlina. DEANE, P. La primera Revolución Industrial. Madrid. Península. 1989. pp. 193-198. Como factores técnicos, Gran Bretaña contaba con una mayor disponibilidad de las materias primas esenciales, sobretodo el carbón, material indispensable para alimentar la máquina de vapor que fue el gran motor de la Revolución Industrial temprana. No solo las cuestiones técnicas, las ventajas en cuanto a materia prima o el avanzado sistema financiero ayudaron a la consolidación de Gran Bretaña como fábrica del mundo, sino que a nivel político; se alejaba de la tendencia europea media por el establecimiento de monarquías absolutas. La guerra civil inglesa y la posterior revolución gloriosa de 1688 determinaron el camino hacia la creación de una monarquía parlamentaria basada en la división de poderes y por tanto ligada al liberalismo no solo jurídico sino también económico. La segunda mitad del siglo XVIII se considera generalmente como una línea divisoria fundamental en la historia de la humanidad. La llamada Revolución Industrial permitió a la sociedad la producción de un flujo permanente de bienes y su distribución a una comunidad en continuo crecimiento. Los adelantos en las técnicas de agricultura le proporcionaron a Inglaterra una ventaja decisiva sobre los otros países europeos. Las favorables condiciones después de 1750 estimularon más que nunca a los señores y a los arrendatarios capitalistas a elevar su producción agrícola a través de la extensión de la tierra cultivada. Para la inmensa mayoría de los habitantes rurales, el crecimiento económico fue sinónimo de proletarización. LIS, Catharina-SOLY, Hugo. Poverty and capitalism in pre-industrial Europe. The Harvester press limited pp. 153-158. La transición económica: De la sociedad agraria a la Proto-industria: En 1740, año de la promulgación de los Black Acts, se intentó exponer la transición de un modelo económico fundamentalmente agrario a otro industrial, propio de la Revolución Industrial; no fue una evolución coordinada y ajustada a las necesidades de la población, sino que posiblemente fuese una ruptura brusca y a veces violenta contra el sistema tradicional, proceso en el que buena parte de la población campesina desposeída de tierras se vio perjudicada. Los black acts o decretos negros son un código legislativo que se aprobó en Inglaterra en 1740 y que contempla la pena capital para algunos delitos contra la propiedad privada en el ámbito rural. La aprobación de este código legislativo tan severo para delitos de robo o hurto nos hace suponer un creciente problema de tensiones sociales en el campo. Otros códigos legislativos que nos hace suponer un cambio en la situación social y económica en el campo ingles fueron las determinadas leyes de pobres (Old Poor Law y New Poor Law). Existe una diferencia sustancial entre la Old Poor Law, que se mantuvo durante el Antiguo Régimen y que regulaba el sistema de beneficencia, que en el campo se aplicaba en los lapsos de tiempo en los que no había trabajo en la agricultura, y la New Poor Law, ley dictada en 1834, que también regulaba la beneficencia, pero que dificultaba el acceso a la ayuda y castigaba la vagancia con trabajos forzados en los asilos donde se distribuía esta beneficencia. Este recrudecimiento de la legislación contra el robo y la vagancia evidencia una práctica habitual de estos delitos en el campo ingles. Podemos suponer que este aumento de los delitos contra la propiedad privada y contra la “moral del trabajo” estaba relacionado con una crisis económica y social en el campo que afectaba a las formas de vida tradicional de los campesinos. La historiografía sobre la Revolución Industrial en Inglaterra ha mantenido siempre una visión optimista y positiva sobre el “progreso” que supuso el crecimiento de la producción en el campo, basada fundamentalmente en el cercado de tierras, lo que supuso la privatización total de estas parcelas, la introducción de maquinaria agrícola, como la trilladora, el trabajo intensivo de la tierra y la extensión de los cultivos hacia otras nuevas zonas. Sin embargo, estas mejoras económicas tuvieron un elevado coste social. El desarrollo de la agricultura había tenido un reverso negativo para la población campesina. En primer lugar, el cercamiento de tierras por parte de la creciente burguesía agraria, la introducción de maquinaria, que requería menos capital humano para el trabajo y el progresivo endeudamiento del pequeño campesinado para hacer frente a las malas cosechas propicio la concentración de propiedades en manos de una burguesía agraria, mientras que crecía el numero de braceros y jornaleros sin tierra y muchas veces, por el exceso de mano de obra y por la introducción de maquinaria agrícola, también sin trabajo. En esta situación, la práctica de una agricultura extensiva, roturando nuevas y generalmente más pobres tierras, junto con el problema de la mendicidad y los delitos de robo podrían no ser más el reflejo de fuertes tensiones sociales en el campo entre los nuevos y ricos propietarios y el naciente proletariado rural. El mayor obstáculo para la solución de este problema era que la industria urbana todavía no estaba lo suficientemente desarrollada como para absorber a esta sobrante población campesina, ya que todavía en el siglo XVIII la industria más potente e innovadora y la que más trabajadores empleaba era la industria rural dispersa y como hemos visto, esta no lograba emplear a los trabajadores expulsados del trabajo agrícola, porque era en general una actividad complementaria del trabajo agrícola. En la ciudad todavía persistía el gremio, que estaba ya en decadencia y no se encontraba en condiciones de emplear a la creciente inmigración del campo, lo que genero difíciles condiciones de vida para esta población recién instalada en las urbes. El resultado de esta situación que se sufría en el campo fue el aumento de revueltas contra los nuevos campesinos ricos y contra el uso de maquinas en el trabajo agrícola, a la vez que se reclamaban mejoras salariales y abolición o disminución de diezmos. La destrucción de la maquinaria que se entendía que les arrebataba el trabajo fue siempre una constante de este tipo de sublevaciones. Uno de los más significativos y tempranos movimientos de rebelión campesinas anti-maquina fue el de los ludditas, comandados por el mítico general Ludd, que se inicio a finales del siglo XVIII y finalizo en 1813 con varias condenas a muerte dictadas. Entre 1816 y 1822 se sucederían este tipo de rebeliones campesinas, que muchas veces adoptarían formas violentas. Finalmente, la llamada rebelión del Capitan Swing, ya en 1830 sería el mayor movimiento de rebelión campesina contra el nuevo orden socioeconómico, con ataques a campesinos ricos, propietarios de tierras y sobre todo, contra las maquinas a las que ellos culpaban de arrebatarlos su trabajo y formas de vida. Esta rebelión duro de agosto a diciembre de 1830, pero tan fuertemente reprimida por el secretario de interior Melbourne a partir de noviembre de ese mismo año. DE LA GUIA BRAVO, Julio A. De la Sociedad Agraria a la Industrial en Inglaterra. Hacia una transición conflictiva (1740-1830). Universidad Complutense de Madrid. https://www.academia.edu/13983787/DE_LA_SOCIEDAD_AGRARIA_A_LA_INDUSTRIAL_EN_INGLATERRA._HACIA_UNA_TRANSICI%C3%93N_CONFLICTIVA_1740-_1830_ Después de 1750, Inglaterra experimento una transición gradual pero irreversible desde la proto-industria, basada en la economía familiar, el sistema fabril, caracterizado por la concentración de la mano de obra y la mecanización de la producción. Durante la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra, la presión sobre el sistema proto-industrial creció cada vez más. Las oportunidades de expansión demográfica se habían agotado en gran medida en este periodo. El crecimiento de la agricultura capitalista había creado, en la mayoría de las regiones, un proletariado rural numeroso que ya no poseía tierras y que dependía totalmente del trabajo asalariado para su subsistencia. Esto significa que o la proto-industrialización debía limitarse a las regiones donde los trabajadores de la industria domestica podían extraer un ingreso suplementario de la agricultura. LIS, Catharina-SOLY, Hugo. Poverty and capitalism in pre-industrial Europe. The Harvester press limited. pp. 174-178. Por otra parte, dentro de las ciudades, la expansión de las industrias urbanas iba siempre de la mano de la desintegración del sistema gremial y de la proletarización de la mayoría de los artesanos. Aunque los gremios sobrevivieron hasta el fin del Ancian Régime en muchos países, su influencia en la vida económica decreció cada vez más dando cabida a una extensión de la industria para todos los sectores. Ibídem. LIS, Catharina-SOLY, Hugo. pp. 185-186. Nacimiento de la Industria Textil: Hasta el nacimiento de la industria textil, los tejidos y el hilado en general se realizaba en los hogares, en un principio para el consumo propio y más adelante para la comercialización de la ciudad; más conocido como sistema Putting-out. Fuera de temporada, por la general, las esposas de los agricultores hacían los hilados mientras que los hombres producían los tejidos. Esta organización del trabajo les satisfacía porque sus ganancias y volumen de negocios estaban determinados principalmente por las fluctuaciones del mercado internacional y por el lugar que ocupaban en los centros comerciales, por la frecuencia y la intensidad de sus relaciones con otros centros. En cambio, la creación de grandes empresas basadas en la producción centralizada exigía importantes inversiones que solo podían amortizarse después de mucho tiempo, y exigía también numerosos gastos subsidiarios de carácter duradero. La importancia del capital fijo, además, reducía la libertad de movimientos de los comerciantes, y, debido a la alta elasticidad de la demanda, llevaba aparejado considerables riesgos. LIS, Catharina-SOLY, Hugo. Poverty and capitalism in pre-industrial europe. The Harvester press limited. Brighton. 1979. pp. 83-85. Por eso, el putting-out system domino la industria textil. Tenía numerosas ventajas y esto fue lo predominante hasta el siglo XVII. Más adelante, uno de los grandes inventos de la industria textil seria de la incorporación de la fuerza motora a través de la hidráulica gracias a la primera máquina creada para esta función; la lanzadera volante, patentada en 1733 por John Kay, que permitió una cierta automatización del proceso de tejido. Posteriores mejoras, destacando las de 1747, permitieron duplicar la capacidad de producción de los tejedores, lo que también agravó el desequilibrio que existía entre el hilado y el tejido AYRES, Robert. Technological Transformations and Long Waves. International Institute for Applied Systems Analysis. Lazenburg, Austria. 1989. pp. 11-20. . El ascenso de los new draperies en Inglaterra fue en gran parte una respuesta al estancamiento de la manufactura lanera tradicional y a la crisis comercial de comienzos del siglo XVII. El camino a la producción fabril no la abrieron las grandes manufactures, privilegiadas con concesiones y subsidios de la Corona, sino por la proliferación de la proto-industria, la primera fase de la industrialización. Ibídem. LIS, Catharina-SOLY, Hugo. pp 126-127. Es así como el Reino Unido fue el primero en llevar a cabo una serie de transformaciones que la colocaron a la cabeza de todos los países del mundo. La industria textil algodonera fue el sector líder de la industrialización y la base de la acumulación de capital que sería la encargada de impulsar la siderurgia y el transporte. La creación de nuevas rutas de transito y mercaderías facilito el comercio de Inglaterra, generando una amplia y expansiva demanda dentro de sus mercados locales y a esto hay que añadir el nuevo sistema colonial, basado principalmente en la economía de las plantaciones de esclavos, la cual probablemente fuese decisiva para la industria británica del algodón. HOBSBAWN, Eric. En torno a los orígenes de la revolución industrial. Siglo XXI Argentina Editores S.A. Córdoba-Argentina. 1972. Pág.72. Conclusiones: La transferencia de la industria al campo comenzó en la Edad Media, alcanzo su apogeo en los siglos XVII y XVIII, cuando el empobrecimiento avanzado del campesinado se unió a una demanda en rápido aumento de telas baratas. La proto-industria preparo el camino para la irrupción definitiva del capitalismo industrial. Por una parte, logro la proletarización de las masas de campesinos y artesanos y su integración en un sistema de comercialización extra local. En los debates historiográficos encontramos diversos puntos a favor o en contra de aspectos como la repercusión que tuvo, el impacto económico y social e incluso si podría considerarse o no una revolución. Lo que si podemos deducir con relación a este trabajo es que los diferentes aspectos que cambiaron con la incorporación de la Revolución Industrial fueron trascendentales para el avance de las sociedades y que estos cambios comenzaron a darse lentamente a partir de mitades de la edad Moderna, en cuanto se origino la circulación de personas, ideas y objetos, dando como resultado las bases de la primera mundialización en Europa. Bibliografía: ALVAR EZQUERRA, Alfredo. La economía europea en el siglo XVI. Editorial SIntesis S.A. Madrid. 1991 ASHTON T.H. El debate Brenner. Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Europa Preindustrial. Editorial Crítica. AYRES, Robert. Technological Transformations and Long Waves. International Institute for Applied Systems Analysis. 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