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formación continuada
Entrevista psiquiátrica en Atención Primaria
E. Thomas Carazoa y M. J. Nadal Blancob
aDoctora en Medicina. Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Mar Báltico I. Área 4. Madrid.
bDoctora en Medicina. Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Azuqueca de Henares. Atención
Primaria.
Guadalajara.
INTRODUCCIÓN
Los trastornos mentales constituyen una parte importante
de la morbilidad atendida por los médicos de Atención
Primaria, ya sea como problema principal o como trastorno asociado. La prevalencia de los trastornos psiquiátricos
en la consulta del médico de cabecera se sitúa alrededor
del 20%. Además, debemos considerar la «morbilidad psiquiátrica oculta». Con relativa frecuencia, los síntomas somáticos referidos por algunos pacientes son, en realidad,
manifestaciones de una alteración psicopatológica. La prevalencia de esta morbilidad oculta es importante, pudiendo estar en torno al 50%. Por otra parte, también es difícil
diagnosticar la patología psiquiátrica menor, ya que muchas veces es complicado discriminar entre “estrés”, “problemas de la vida” y auténtica enfermedad.
Los datos existentes acerca de la capacidad de detección
de patología mental por los médicos de familia indican
una gran variabilidad entre profesionales. Sin embargo, en
líneas generales, se puede afirmar que en Atención Primaria se diagnostica a menos del 50% de los sujetos que presentan enfermedad psiquiátrica. Este infradiagnóstico puede obedecer a varias causas (tabla 1). Por un lado, la patología mental puede estar enmascarada por síntomas
somáticos, por otro, el poco tiempo del que se dispone en
las consultas dificulta el diagnóstico, pero probablemente
la causa más importante sea la falta de preparación específica de los médicos de cabecera en el campo de la psiquiatría.
Sería, por tanto, recomendable mejorar e incrementar la
formación sobre trastornos mentales en los profesionales
de Atención Primaria. Por su ubicación en la red asistencial son los más próximos al paciente, y por tanto, los que
más fácilmente podrían detectar los trastornos incipientes.
En la evaluación de las enfermedades psiquiátricas la
entrevista clínica tiene una importancia crucial, debido
fundamentalmente a la ausencia de pruebas objetivas en
este campo. La utilización de test diagnósticos y de escalas
de valoración estandarizadas puede facilitar el examen del
paciente. Los más utilizados en la práctica clínica son las
escalas de ansiedad y depresión de Goldberg y el PRIMECorrespondencia:
Dra. M. J. Nadal Blanco.
Centro de Salud Azuqueca de Henares.
Pza. de la Concordia s/n.
19200 Azuqueca de Henares. Guadalajara.
39
MD (Prymare Care Evaluation of Mental Disorders), basado
en los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana en su cuarta edición (DSM-IV). La concordancia entre las dos escalas es aceptable, por tanto los médicos de
cabecera deberían estar familiarizados con el manejo de
cualquiera de ellas.
Pese a que estas escalas de valoración pueden ayudar a
orientar el diagnóstico, lo realmente importante es realizar
una adecuada entrevista clínica. Si bien la entrevista psiquiátrica tiene algunas características peculiares, las técnicas básicas de exploración del estado mental pueden
aprenderse, y es necesario que sean conocidas y utilizadas
por el médico de Atención Primaria. El presente tema tratará de aportar unas nociones generales para que los médicos de cabecera seamos capaces de realizar una adecuada entrevista psiquiátrica.
ENTREVISTA PSIQUIÁTRICA
EN ATENCIÓN PRIMARIA
Podemos considerar dos partes en la entrevista psiquiátrica: anamnesis y exploración psicopatológica.
La anamnesis de un paciente psiquiátrico debe ser muy
exhaustiva, y debe especificar si los datos son aportados
sólo por el paciente o si también se han obtenido a partir
de la entrevista a un informador. Además de recoger el
motivo de consulta, la descripción de la enfermedad y los
antecedentes personales, tiene que sintetizar la biografía
del sujeto y su situación personal, social y familiar en el
momento actual. En la tabla 2 se resumen los puntos más
importantes que deben integrar una correcta anamnesis.
Tabla 1. Dificultades en el diagnóstico de enfermedades mentales
en Atención Primaria
Enmascaramiento por síntomas somáticos
Dificultad para discriminar entre estrés, “problemas de la vida” y
síntomas psiquiátricos
Falta de preparación específica de los médicos de Atención Primaria en
el campo de la psiquiatría
Variabilidad entre profesionales
Alta prevalencia de patología psiquiátrica menor, con síntomas no
siempre identificables
Escasez de tiempo en las consultas de Atención Primaria
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vista (hostilidad, cooperación...). Estos datos pueden ser
muy relevantes para plantear un adecuado diagnóstico diferencial.
Tabla 2. Anamnesis en la entrevista psiquiátrica
Datos de filiación
Motivo de consulta
Descripción general
Enfermedad actual
Inicio
Factores precipitantes
Impacto de la enfermedad
Antecedentes médicos
Antecedentes psiquiátricos
Antecedentes personales
Desarrollo prenatal
Primera etapa de la niñez
Etapa media de la niñez
Última etapa de la niñez
Historia psicosexual
Medio religioso, cultural y moral
Vida adulta
Historia laboral y educacional
Relaciones sociales
Sexualidad adulta
Historia matrimonial
Situación social actual
Historia militar
Antecedentes familiares
Enfermedad actual
Se debe realizar una descripción cronológica de la sintomatología desde el inicio de la enfermedad hasta el momento actual. Será de especial utilidad la evaluación detallada de las circunstancias personales del sujeto en el momento en el que se iniciaron los síntomas, ya que con
frecuencia la existencia de un acontecimiento vital estresante (AVE) puede actuar como factor precipitante o agravante de la enfermedad. Es necesario que seamos muy exhaustivos en la búsqueda de factores desencadenantes, ya
que, a veces, esta relación entre AVE y síntomas no es percibida por el propio paciente.
No sólo debemos evaluar la sintomatología y su evolución a lo largo del tiempo; también tenemos que investigar
el impacto que la enfermedad está ocasionando en el paciente y en su familia. Hay que recordar que una enfermedad psiquiátrica puede ocasionar importantes problemas
laborales, económicos y familiares.
En cuanto a la exploración psicopatológica, es fundamental una profunda observación del sujeto. Debemos
evaluar y describir, no sólo su apariencia, sino también su
forma de hablar y de comportarse. Además tenemos que
explorar su afecto, su estado de ánimo, su memoria, su capacidad de juicio y su capacidad de introspección. En la
tabla 3 se presenta un esquema de la exploración psicopatológica.
Dada la complejidad de la entrevista clínica psiquiátrica, sobre todo en el apartado de exploración psicopatológica, vamos a desarrollar dos capítulos específicos comentando las características más importantes tanto de la anamnesis como de la exploración.
Antecedentes médicos
Hay que revisar los problemas médicos del paciente. Muchas veces las alteraciones en el estado de ánimo se traducen en síntomas somáticos: astenia, disminución del apetito, insomnio, sueño fragmentado, inapetencia sexual...
Sin embargo, no debemos olvidar que los sujetos con patología mental también pueden tener enfermedades orgánicas, y que éstas, en algunos casos, pueden ocasionar síntomas psiquiátricos.
Antecedentes psiquiátricos
Es fundamental averiguar si el paciente ha padecido algún
episodio previo de trastorno psiquiátrico. En caso de confirmarse este antecedente debemos reseñar por orden cro-
ANAMNESIS
Tabla 3. Exploración psicopatológica
Datos de filiación
Evaluación de la apariencia, de la actitud, de la conducta y del lenguaje
Se recogerán el nombre, la edad, el estado civil, el sexo, la
ocupación habitual, la religión y el lugar de residencia. Es,
además, aconsejable realizar un breve resumen de las circunstancias actuales de la vida del paciente.
Evaluación del curso y del contenido del pensamiento: valorar fluidez,
continuidad, contenido, pensamiento abstracto y capacidad de
concentración
Motivo de consulta
Conviene describir con las palabras del propio sujeto cuál
es la causa que le ha impulsado a solicitar ayuda profesional. Si encuentra dificultad para expresarse puede servirnos de ayuda una pregunta directa: ¿qué problema le ha
conducido a esta consulta?
Evaluación de las percepciones: valorar la existencia de alucinaciones,
de ilusiones y de sentimientos de despersonalización o desrealización
Evaluación del estado de ánimo y del afecto
Evaluación de la consciencia
Evaluación de la orientación
Evaluación de la memoria: inmediata, reciente y remota
Evaluación del control de los impulsos y de la tolerancia a la frustración
Descripción general
Es preciso observar y describir la apariencia física del paciente (higiene, expresión facial, vestimenta...), su forma
de hablar (tono y ritmo de la voz, fluidez del lenguaje...),
su forma de moverse, y su conducta a lo largo de la entre186
Evaluación de la inteligencia y de la formación
Evaluación de la capacidad de juicio
Evaluación de la capacidad de introspección
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nológico los episodios, indicando su intensidad (es recomendable especificar si fue necesario ingreso hospitalario
y/o incapacidad laboral), duración y si precisaron tratamiento médico (fármacos, dosis, duración y respuesta).
Con frecuencia es difícil obtener esta información, pero
puede resultar de interés conocer si el embarazo fue planificado, cómo cursaron tanto el embarazo como el parto
(sobre todo si hubo cualquier evidencia de daño en el momento del nacimiento), la reacción de los padres ante el sexo del paciente, el modo en el que se eligió su nombre...
Habrá que revisar los datos relativos al inicio de la pubertad del paciente, sus sentimientos al respecto y cómo se
desarrolló su identificación sexual. En el caso de las mujeres resulta especialmente interesante determinar su reacción respecto al inicio de las menstruaciones. También
puede describirse el patrón de masturbaciones durante la
adolescencia, incluyendo las fantasías sexuales y la presencia de sentimientos de culpa.
No debemos olvidar investigar a qué edad se iniciaron
las relaciones sexuales, si la orientación es homo o heterosexual, si existen cambios habituales de pareja, la frecuencia de las relaciones sexuales y el nivel de satisfacción de
las mismas. Además hay que preguntar sobre la existencia
de síntomas de disfunción sexual, tales como frigidez, vaginismo, impotencia, eyaculación precoz o retardada, y
por último la práctica de perversiones sexuales.
Primera etapa de la niñez
Medio religioso, cultural y moral
En este apartado resumiremos la información disponible
referente a los tres primeros años de la vida del paciente.
Investigaremos sus primeros rasgos de carácter (amabilidad, timidez...), las relaciones con sus hermanos, la respuesta ante la separación materna y ante la presencia de
extraños. Conviene saber cuáles son sus primeros recuerdos, cuáles eran sus juegos, cómo fue el aprendizaje
del control de esfínteres, y si tuvo algún síntoma o signo
de necesidades insatisfechas (alteraciones de las pautas
de sueño, golpearse la cabeza, mecerse continuamente,
llorar o chuparse el dedo, tener rabietas o pesadillas...).
Es necesario determinar el tipo de educación religiosa recibida por el paciente, y las actitudes éticas, morales y culturales de su familia, fundamentalmente de sus padres y
de su pareja. En este apartado deben quedar reflejadas las
prácticas religiosas actuales del sujeto.
Antecedentes personales
Para analizar la psicobiografía del paciente es útil seguir los
siguientes pasos:
Desarrollo prenatal
Etapa media de la niñez (de los tres a los once años)
Muchos rasgos de la personalidad resultan plenamente
evidentes en esta etapa. Además, es preciso determinar si
el desarrollo psicomotor del paciente fue adecuado, y si
tuvo alguna pauta anormal de comportamiento (debe reseñarse cualquier antecedente de provocación de incendios, crueldad con los animales, compulsividad, impulsividad, agresividad, agitación, problemas de socialización,
etc.).
Última etapa de la niñez (desde la pubertad hasta
el final de la adolescencia)
Investigaremos las relaciones del paciente con los compañeros, su participación en actividades de grupo, el modo
en el que adquirió la independencia frente a los padres, las
relaciones con los profesores y otras figuras representativas
de autoridad, su currículum académico y las actividades
extraescolares, tales como deportes, aficiones y actividades
creativas. Así mismo, es fundamental averiguar si en esta
etapa el sujeto presentó sentimientos de inferioridad, problemas de peso, conductas de riesgo, o historia de abuso
de tabaco, alcohol u otras sustancias.
Vida adulta
Conviene evaluar diferentes apartados.
Historia laboral y educacional
Son datos esenciales la actitud del paciente ante la búsqueda de empleo, su motivación al prepararse para el trabajo,
sus ambiciones, los cambios de puesto de trabajo y sus causas. Interesa conocer el grado de satisfacción del paciente
con su empleo actual, así como las relaciones personales
con los compañeros de trabajo, superiores y subordinados.
Relaciones sociales
Aquí consideraremos las características actuales de la vida
familiar y social del paciente.
Es importante establecer el tipo de relación con el cónyuge, así como las relaciones con los hijos, padres, familia
política y otros parientes cercanos con los que el sujeto
pueda tener una relación importante.
En cuanto a las amistades, habrá que investigar la cantidad, profundidad y calidad de las relaciones mantenidas
con individuos del mismo sexo y del sexo opuesto, así como datos orientativos de aislamiento social, de dificultad
para establecer lazos relacionales con otras personas o de
una excesiva dependencia de su familia.
Sexualidad adulta
Completaremos aquí la historia psicosexual del paciente,
reseñando el tipo y calidad de sus relaciones sexuales actuales.
Historia psicosexual
Es recomendable comenzar indagando las curiosidades sexuales de la primera etapa de la niñez, cómo fue la adquisición de los conocimientos sexuales y qué actitud tenían
sus padres ante el sexo.
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Historia matrimonial
Pediremos al paciente que describa los aspectos positivos
y negativos de la evolución de su relación de pareja desde
su inicio hasta el momento actual y el grado de satisfacción
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que dicha relación le aporta. Preguntaremos los nombres
y edades de sus hijos así como el nivel de comunicación
que mantiene con ellos.
Dentro de este apartado debemos determinar la actitud
de la pareja respecto a temas tan importantes como la planificación familiar y la educación de los hijos. También investigaremos si el paciente o su pareja mantienen relaciones extramatrimoniales y la influencia que éstas ejercen en
él y en la dinámica familiar. En caso de divorcio detallaremos los problemas que lo provocaron y las condiciones del
acuerdo sobre el mismo, tales como el reparto económico
y la custodia de los hijos.
Situación social actual
Indicaremos el número de miembros de la familia que viven en el mismo domicilio, el tamaño de la casa y las condiciones de privacidad. Deben investigarse las fuentes y
cantidad de ingresos familiares, así como la posibilidad de
ayudas económicas externas.
Historia militar
Mención aparte merece este capítulo. Hasta ahora ha sido
una parte importante en la vida de los varones, y en la actualidad es fundamental en los militares profesionales, tanto hombres, como mujeres. Hay que considerar cómo fue
la adaptación del paciente a la vida militar y a las condiciones disciplinarias.
Antecedentes familiares
Recogeremos las enfermedades psiquiátricas y orgánicas
de los familiares biológicos del paciente y, si resulta conveniente, los tratamientos médicos a los que están sometidos.
En este apartado también hay que reseñar la personalidad y el temperamento de los diversos miembros de la familia y de las personas que han vivido con el paciente desde su infancia hasta el momento actual especificando, además, el tipo de relación que mantienen o han mantenido
con él. Es también fundamental que establezcamos de forma clara cuál es la actitud de la familia ante la enfermedad
del paciente.
Actitud
Es importante observar y describir la forma que tiene el
paciente de relacionarse con el entrevistador. Debemos especificar el tipo de actitud que presenta: cooperación, amigabilidad, confianza, determinación, madurez, seducción,
hostilidad, control, evasión, actitud de defensa o de cautela. También debemos evaluar el contacto ocular que mantiene el paciente, ya que nos puede orientar en el diagnóstico. Movimientos oculares aberrantes pueden traducir
alucinaciones visuales, deterioro cognoscitivo o simplemente distracción. Por el contrario, la evitación de la mirada puede indicar timidez u hostilidad, así como una mirada examinadora puede revelar suspicacia.
Conducta
Debemos analizar la conducta motora del paciente (tabla
4), cómo es su coordinación psicomotriz, si está agitado, si
presenta rigidez o flexibilidad cérea. También es importante reseñar si aparecen tics, gesticulaciones, manierismos
y, sobre todo, si hay movimientos que tengan una base
neuropatológica (discinesia tardía, acatisia, movimientos
coreicos, temblores...). Así mismo, es recomendable observar los movimientos expresivos del paciente, ya que
constituyen el complemento fundamental del lenguaje
verbal.
Lenguaje
El lenguaje del paciente es una ventana a su pensamiento
y afectividad. Para investigar estas áreas debemos invitarle
a hablar sobre sus sentimientos y emociones.
Es fundamental estudiar las características físicas del habla ya que el tono, la monotonía, el volumen, y la claridad
Tabla 4. Datos a considerar en la evaluación de la conducta del
paciente
EXPLORACIÓN PSICOPATOLÓGICA
Evaluación de la apariencia, la actitud, la conducta
y el lenguaje
Apariencia
No se requiere una técnica elaborada para observar y evaluar la apariencia del paciente. El entrevistador debe evitar
juicios iniciales, limitándose a describir la impresión general física y emocional que transmite el sujeto. Debemos
describir no sólo su higiene, expresión facial y vestimenta,
sino también su comportamiento, su aparente salud física
y su estado nutricional.
Con frecuencia el sexo y la edad pueden ser relevantes
para el diagnóstico, pues hay trastornos mentales más pre188
valentes dentro de un determinado grupo de edad y sexo.
Tanto la malnutrición como la obesidad pueden ser resultado de una enfermedad psiquiátrica. El descuido en la higiene personal puede ponernos en la pista de algunos trastornos psiquiátricos. En el lado opuesto, un exceso de
limpieza puede orientar a un trastorno obsesivo-compulsivo.
Coordinación motora
Agilidad
Modo de andar
Movimientos anormales
Manierismos
Gesticulaciones
Tics
Ecopraxia
Agitación
Flexibilidad cérea
Rigidez
Movimientos con base neuropatológica
Temblores
Acatisia
Discinesia tardía
Movimientos coreicos y atetósicos
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de la voz nos pueden revelar datos sustanciales sobre el
afecto del paciente. Igual ocurre con la espontaneidad y
con el tiempo de reacción. La utilización de neologismos,
palabras mal sonantes, la aparición de ensalada de palabras (flujo de palabras continuo y sin sentido) e incoherencias orientarán a enfermedades psiquiátricas que cursen con trastornos del lenguaje. Las principales características del lenguaje que debemos evaluar en la exploración
psicopatológica se resumen en la tabla 5.
bilidad” y “fuga de ideas” si mientras contesta a una pregunta cambia a un nuevo pensamiento, de “incongruencia” cuando la respuesta no se relaciona en absoluto con la
pregunta formulada, y de “fragmentación del pensamiento” cuando las frases no se relacionan entre sí y hay continuas incongruencias en su encadenamiento. También hay
que señalar si durante la entrevista aparecen verbigeración,
palilalia, ensalada de palabras o asociación por asonancia.
Los trastornos en la continuidad del pensamiento se resumen en la tabla 6.
Evaluación del curso y del contenido del pensamiento
Contenido del pensamiento
Fluidez del pensamiento
Debemos especificar si el pensamiento es rápido o está enlentecido, así como, si es fluido y abundante en ideas o si
está empobrecido.
El pensamiento se transmite mediante el lenguaje. Un
pensamiento enlentecido se traduce, generalmente, en un
lenguaje disperso, agramatical, lleno de pausas para buscar palabras y tendente a la utilización de sustantivos, como si el paciente hablara en “estilo telegrama”. Un pensamiento excesivamente rápido también puede acompañarse de un lenguaje bastante ininteligible, lleno de palabras
anormales (parafasias), neologismos (palabras o frases inventadas), verbigeración y, a veces, incluso puede aparecer
la fuga de ideas.
Continuidad del pensamiento
En este apartado hay que evaluar la continuidad de las
ideas del paciente, si ha perdido la capacidad asociativa, si
las frases utilizadas son adecuadas a los objetivos y si éstos
están dispersos.
Hablamos de “tangencialidad” cuando las respuestas del
paciente pierden el objetivo pero no se alejan mucho de él,
de “evasividad” cuando evitan el objetivo, de “perseveración” si el paciente repite las mismas frases y palabras aunque se cambie de tema, de “bloqueo” cuando el flujo del
pensamiento se interrumpe repetidamente, de “descarrilamiento” si después de una pausa el paciente comienza a
referir un pensamiento completamente nuevo, de “distrai-
Debemos centrarnos en dos aspectos fundamentales. Por
un lado hay que averiguar las preocupaciones del paciente (qué tipo de problemas tiene, si padece fobias, compulsiones, etc.), y por otro determinar si existen delirios e
ideas de referencia.
Preocupaciones
Averiguaremos si el paciente tiene problemas laborales,
económicos o familiares. Otro punto importante a determinar es cómo vive el paciente su enfermedad y qué repercusiones familiares y personales le está ocasionando.
También hay que investigar la presencia de fobias, obsesiones, compulsiones, pensamientos hipocondríacos e impulsos sociopáticos.
Los objetos y situaciones fóbicas pueden valorarse
mediante preguntas directas del tipo “¿Hay alguna cosa
que tema como animales, objetos o alturas?” o “¿Se siente incómodo hablando en público?”. También hay que
determinar si las fobias conducen a algún tipo de conducta de evitación: “¿Hay alguna cosa que evite a toda
costa?”.
Explorar las obsesiones es difícil. Debemos preguntar si
tiene pensamientos que él considere absurdos, a los que
intenta resistirse, ignorar o suprimir, o que le causen ansiedad o estrés. Puede ser de utilidad interrogar directamente sobre el contenido típico de las obsesiones: “¿Tiene
usted pensamientos de suciedad, de estar contaminado o
dudas repetidas acerca de haber olvidado algo?”.
Es necesario investigar la posible ideación suicida, la
existencia de impulsos autodestructivos, y de ideas homi-
Tabla 5. Estudio de las características del lenguaje
Datos sobre el afecto
Indecisión
Tono de voz
Monotonía
Volumen
Claridad
Intensidad
Espontaneidad
Tiempo de reacción
Datos sobre trastornos del lenguaje
Ritmo
Fluidez
Articulación
Incoherencia
Ensalada de palabras
Neologismos
Palabras mal sonantes
47
Tabla 6. Trastornos en la continuidad del pensamiento
Pérdida de asociaciones
Tangencialidad
Evasividad
Perseveración
Bloqueo
Descarrilamiento
Distraibilidad
Fuga de ideas
Irrelevancia
Incongruencia
Fragmentación
Verbigeración
Ensalada de palabras
Asociación por asonancia
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cidas. Las preguntas directas sobre si ha considerado la posibilidad de matarse o de matar a alguien son útiles en muchos pacientes. Otra alternativa, para valorar estos factores
de riesgo, consiste en comenzar preguntando por el valor
que otorga a la vida humana, a la suya propia y si está satisfecho de estar vivo.
Tabla 8. Evaluación del pensamiento abstracto
Pedir al paciente que cite un refrán y explique después su significado
Test de acabamiento: finalización de series conceptuales
Test de semejanza: establecimiento de semejanzas entre parejas de
palabras
Delirios e ideas de referencia
Evaluación de las percepciones
Los delirios con frecuencia se centran en temas típicos como son ideas de persecución, de culpa, de grandeza, de
celos, de enfermedad y de pobreza. Otras veces consisten
en la existencia de percepciones extrasensoriales y habilidades sobrenaturales. Conviene evaluar si el contenido de
los delirios se muestra organizado, el modo en el que afecta a la vida del paciente y sobre todo, si éste cree en la validez de su delirio (tabla 7).
Las ideas de referencia consisten en el temor a ser controlado por alguien o algo ajeno. Hay que investigar si el
paciente las presenta, cuáles son, si encuentra alguna justificación para ellas y cuál es su reacción ante estas creencias (tabla 7).
Debemos investigar la existencia de alucinaciones, de ilusiones y de sentimientos de despersonalización o desrealización.
Pensamiento abstracto
Es la capacidad del paciente para realizar abstracciones,
elaborar conceptos, utilizar sinónimos, detectar diferencias, emplear similitudes o metáforas y reconocer absurdos.
Para su evaluación podemos utilizar varias técnicas (tabla 8). Una de ellas consiste en pedir al paciente que cite
un refrán, explicando después su significado. Si la explicación es coherente el sujeto es capaz de abstraer. En el Test
de acabamiento el entrevistador iniciará varias series conceptuales (por ejemplo 1,3,5, o A2,B4,C?) que serán completadas por el paciente. El Test de semejanzas está basado
en la búsqueda de semejanzas en parejas de palabras: ¿qué
tienen en común un gato y un perro?, ¿y un coche y un
submarino?
Concentración y cognición
Una prueba sencilla para evaluar la concentración del sujeto es pedirle que reste 7 de 100, y que continúe restando de 7 en 7. Las agnosias pueden estudiarse haciendo que
el paciente identifique objetos que nosotros le mostremos
(un bolígrafo, una llave, etc.). Para descartar déficits cognitivos severos puede ser rentable la utilización de test sencillos, como el Miniexamen Cognoscitivo (MEC) que evalúa de manera rápida la orientación temporo-espacial, la
memoria, la capacidad de cálculo, la de construcción y el
uso del lenguaje.
Alucinaciones
Consisten en imágenes o percepciones que aparecen en
ausencia de un objeto o estímulo real. Pueden ser auditivas, visuales, táctiles, olfativas o gustativas. Una de las más
frecuentes es que el sujeto escuche voces aunque no haya
nadie presente.
Debemos describir toda percepción sensorial que
tenga el paciente, investigando las circunstancias en las
que ocurre y el efecto que produce en sus sentimientos
y conducta. La mayoría de los pacientes con alucinaciones creen que sus percepciones son reales y no imaginadas, por ello hay que evaluar la introspección de dichas alucinaciones. Se consideran cinco etapas de introspección:
– Etapa 1: alucinaciones previas que en el momento actual han cesado. El paciente es consciente de su naturaleza patológica.
– Etapa 2: alucinaciones experimentadas en el pasado,
no están presentes ahora, pero el paciente cree que eran
reales.
– Etapa 3: las alucinaciones han sido experimentadas
recientemente. El paciente se encuentra en una disyuntiva
sin saber si eran percepciones de carácter psicótico o real.
Generalmente no quiere hablar de ellas.
– Etapa 4: las alucinaciones están presentes pero el paciente no actúa conforme a ellas.
– Etapa 5: el paciente actúa en relación con sus alucinaciones y responde conforme a ellas, por ejemplo, obedeciendo a las voces.
Ilusiones
Es una interpretación errónea de las experiencias sensoriales externas. Resultan significativas las circunstancias en
que aparecen y la reacción conductual y emocional del paciente ante la ilusión.
Sentimientos de despersonalización
y desrealización
Tabla 7. Evaluación de los delirios e ideas de referencia
Delirios
Evaluar su contenido, organización, creencias sobre su validez y las
interferencias que generan en la vida del sujeto
Ideas de referencia
Evaluar cómo las justifica el paciente y cuáles son las reacciones que
provocan en él
190
En la despersonalización el sujeto siente que su cuerpo o
alguna de sus partes es extraña o no familiar. En la desrealización es el ambiente el que parece extraño o diferente. El paciente puede expresar estas ideas diciendo
que es como si se observase a sí mismo desde el exterior,
o como si su cuerpo estuviera distorsionado, o no fuese
real.
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EVALUACIÓN DEL ESTADO DE ÁNIMO
Y DEL AFECTO
EVALUACIÓN DE LA CONSCIENCIA
Estado de ánimo
Hay que evaluar la calidad, la estabilidad, la reactividad, la
intensidad y la duración del estado de ánimo. Estas cinco
dimensiones pueden ser exploradas a medida que surjan
en la entrevista.
En cuanto a la calidad debemos describir si el paciente
parece feliz, alegre, expansivo, eufórico, triste, deprimido,
melancólico, anhedónico, asustado, temeroso, culpable,
ansioso, enfadado, irritable o maníaco. No podemos valorar la calidad del estado de ánimo sólo por el afecto que
observemos en el sujeto. Es recomendable hacer preguntas directas sobre el tema: “¿cómo se siente la mayor parte
del día?”, “¿cómo se siente ahora?”, “¿se divierte con las actividades con las que antes disfrutaba?”, “¿se siente satisfecho en su trabajo y con las cosas que hace a diario?”.
La duración del estado de ánimo tiene valor diagnóstico.
Así, DSM-IV establece que la duración mínima de un episodio maníaco será de una semana. La reactividad puede
orientarnos acerca de la naturaleza del trastorno psiquiátrico, por ejemplo la falta de reactividad es típica de los cuadros depresivos. También debemos evaluar la estabilidad
del estado de ánimo (los cambios espontáneos o reactivos
que se producen a lo largo del día) y su intensidad.
Afecto
Es la manifestación de las respuestas emocionales del paciente frente a los acontecimientos internos y externos. Se
expresa a través de la postura, de los movimientos faciales,
del tono de la voz, de la selección de las palabras y de las
respuestas autonómicas del paciente (palidez, rubor, temblor, sudación). Es momentáneo y observable como signo
por el entrevistador.
El afecto puede clasificarse como amplio, lábil, embotado, superficial, deprimido, aplanado, orgulloso, enojado,
temeroso, ansioso, culpable, eufórico y expansivo.
Es importante indicar si el paciente adopta expresiones
específicas como ojos muy abiertos o dientes encajados.
También reseñaremos la intensidad del afecto (reflejará la
implicación del sujeto en el tema que estemos tratando),
su congruencia (si resulta apropiado o consistente con el
contenido de los pensamientos que expresa el paciente) y
su regulación (cambios rápidos del estado de ánimo, descontrol emocional...).
Las principales diferencias entre el afecto y el estado de
ánimo se resumen en la tabla 9.
Tabla 9. Diferencias entre afecto y estado de ánimo
El afecto es momentáneo, dura sólo unos segundos; el estado de ánimo
es más persistente
El afecto está en primer plano; el estado de ánimo constituye el fondo
emocional
El afecto cambia de acuerdo a los estímulos externos e internos,
mientras que el estado de ánimo puede cambiar de forma espontánea
El afecto es el signo que el entrevistador observa; el estado de ánimo es
el síntoma que el paciente revela
49
Es imprescindible considerar el grado de alerta del paciente, indicando si existe obnubilación, embotamiento o
estado fluctuante del nivel de conciencia. Además, evaluaremos su capacidad de atención y concentración.
EVALUACIÓN DE LA ORIENTACIÓN
La orientación temporo-espacial se explorará preguntando al paciente la fecha, día de la semana, mes, año y
dónde se encuentra en ese momento. También le preguntaremos su nombre y la identidad de las personas que
le rodean.
EVALUACIÓN DE LA MEMORIA
Hay que evaluar la memoria inmediata, la reciente y la
remota. La memoria inmediata puede examinarse pidiendo al paciente que repita cuatro palabras no relacionadas 5 ó 10 segundos después de haberlas escuchado. La misma prueba puede hacerse utilizando números o letras.
Para explorar la memoria reciente indicaremos al paciente que repita las mismas cuatro palabras al cabo de
10 minutos. También podemos preguntarle lo que hizo ayer o qué cenó o desayunó. Dado que algunos pacientes presentan confabulación, es conveniente formular preguntas cuya respuesta conozcamos previamente.
Para evaluar la memoria remota pediremos al paciente
que hable sobre acontecimientos personales que sean fácilmente verificables como la fecha de su matrimonio o de
su licencia militar. También podemos pedirle que nos refiera algún hecho histórico.
EVALUACIÓN DEL CONTROL DE LOS IMPULSOS
Y DE LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN
Es preciso determinar la capacidad del paciente para controlar la expresión de sus impulsos agresivos, hostiles, de
afecto, sexuales y apetitivos. El descontrol de los impulsos
puede ser verbal o conductual, oscilando desde un comentario socialmente inaceptable a una violenta expresión
de impulsos agresivos que pueda causar daño a alguna
persona.
EVALUACIÓN DE LA INTELIGENCIA
Y DEL NIVEL FORMATIVO
La inteligencia del paciente debe evaluarse en el contexto
de su medio educacional y cultural. Además, es preciso
comprobar que los conocimientos generales del sujeto corresponden a su teórico nivel educativo.
Así mismo, es conveniente examinar su capacidad de
adaptación al medio y a las nuevas situaciones, su capacidad para aprender de las experiencias previas, su capacidad de abstracción y su capacidad para resolver problemas
mediante la introspección personal.
SEMERGEN 2002;28(4):185-92
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Thomas Carazo E, et al. Entrevista psiquiátrica en Atención primaria
EVALUACIÓN DE LA CAPACIDAD DE JUICIO
La forma más fácil de valorar la capacidad de juicio del paciente consiste en plantearle una situación imaginaria altamente conflictiva. Él debe explicarnos cuál sería su actuación. Por ejemplo, que haría si se encontrara en una sala
de cine en la que se declarase un incendio.
EVALUACIÓN DE LA CAPACIDAD
DE INTROSPECCIÓN
Debemos evaluar si el paciente acepta que está enfermo y
que precisa ayuda o tratamiento. También deben considerarse los conocimientos y, sobre todo, las expectativas que
tiene acerca de su enfermedad. Es necesario saber cómo
piensa que puede beneficiarse de nuestra ayuda y cuáles
son sus planes para afrontar su patología. Es, así mismo,
fundamental determinar la capacidad del paciente para
aceptar nuevas ideas e introducir los cambios necesarios
en su vida para mejorar la sintomatología que padece.
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