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Dos obras maestras de la novela policial mexicana

2003, Literatura: teoría, historia, crítica

ntes de que surgiera en 19•6 la revista Selecciones Poficiacas y de Misterio, misma que dio a conocer, en re otros cuentistas, a Rafael Beroal, María Elvira Bermúdez. Pepe Martínez de la Vega y Antonio llclú, la única muestra de narrativa policial escrita entre nosotros era El crimen de la obsidiana (19>:~2), novela del catalán Enrique F. Gual. Así, antes de que en México tuviéramos una narrativa policial paródica y de enigma ajedrecístico , indigente en sus méritos pero que formó una verdadera escuela, Rodolfo Usigli dio, con Ensayo de un crimen, (Editorial América,, una novela policial artística, misma que se mantuvo clamando en el desiertol hasta 1969, año en que se publicó El complot mongol, 1 A comienzos de los cincuenta, desde algún cubículo de la Universidad de California, en l.os Ángeles, \tanuel Pedro Gorwílcz escribía: "La modalidad pohciaca es de reciente introducción en nue!>rro ambiente literario. Es de procedencia anglo~a¡ona y francesa. J~n México el que más la frecuenta es el ya aludido Rafael Bcmal que lleva publicados unos !>t:is libros más o menos exLcnsos. En este género puede incluir:.e Lambién lfumorismo en camiseta. Aventuras de Péter Pérez, por Pepe :\1artine:t de la Vega. aunque más que novela, es esta una serie de relatos en los que más que la inventiva y la

Lit'eratru·a: teoría. histori a, crítica 4 (2002): 277-291 Dos obras maes tras de la nove la polic ial mexi cana Vicente Francisco Torres Unive rsidad Autón oma Metro polita na de Méxic o Ensay o de un crime n ntes de que surgie ra en 19•6 la revista Selecc iones Pofici acas y de Misterio, misma que dio a conoce r, en re otros cuenti stas, a Rafael Beroa l, María Elvira Bermú dez. Pepe Martínez de la Vega y Anton io llclú, la única muest ra de narrativa policial escrita entre nosotr os era El crinovela del catalán Enriqu e F. Gual. men de la obsidi ana (19>:~2), l Así, antes de que en México tuviér amos una narrativa policia s paródi ca y de enigm a ajedrecístico, indige nte en sus mérito pero que formó una verdad era escuela, Rodol fo Usigli dio, con Ensay o de un crimen, (Edito rial América, 19-14), una novela policial artística, misma que se mantu vo clama ndo en el desiertol hasta 1969, año en que se public ó El compl ot mongo l, idad A comien zos de los cincuen ta, desde algún cubícul o de la Univers ad modalid "La : escribía z Gorwílc de California, en l.os Ángeles, \tanuel Pedro de Es . literario te ambien nue!>rro en cción pohciac a es de reciente introdu y francesa. J ~ n México el que más la frecuen ta es el procede ncia anglo~¡ o menos ya aludido Rafael Bcmal que lleva publica dos unos !>t:is libros más a. camiset en ismo lfumor Lambién e exLcnsos. En este género puede incluir:. que más aunque Vega. la de :t :\1artine Pepe por Aventuras de Péter Pérez, a y la novela, es esta una serie de relatos en los que más que la inventiv 1 V. F. Torres, Dos obra s maes tras de la nove la policial mexi cana otra novela que, por cierto, se que dó habl ando sola dura nte cerc a de tres lustros. Hagamos un poc o de historia. En l%'7, el Seminario de Cultura Mexicana, que cont aba entre sus miem bros a escritores com o Agustín Yáñez, Mauricio Magdalena y Francisco Monterde publicó Voce s. Diario de trabajo, un volumen que Rodolfo Usigli elaboró a lo largo de 1932 y 1933. Com o indican las fechas, se trata de un escrito de juventud que el dramaturgo seleccionó y acotó en 1966 con los fines de publicación que siempre rond aron a este ejerc icio de escritura pero que, por una u otra razón, no se materializ aron. Voces era una espe cie de alcancía -y el dram atur go no olvida seña lar que, en su infancia, las alcancía s eran de barr o} en ellas se almacenaban mon edas de baja den omi nac ión- que mos trab a ya al artista que fata lme nte sería Usigli. Des de sus años de juve ntud , Usigli, apas iona dam ente , quer ía ser escritor. Y se prep arab a para ello, tal com o mue stran las pistas de sus lectu ras, fund ame ntal men te inglesas y fran cesas, y las convicciones que se había formado. Pero lo que verd ader ame nte daba cuen ta de esa vocación era el inte rés por la palabra, que a men udo lo llevaría al afor ismo , "a los mots, witticisms, bou tade s o frases, ecos indu dab les de lectu ras juve nile s y barrillos natu rale s de los mom ento s de efer vescencia y euforia literarias ... " (Usigli 1967, 9). En este apre ndiz aje de la vida de escr itor enco ntra mos algu nas cons tant es com o los prob lem as econ ómi cos -qu e logr aron resolverse cuan do, gracias a su belig erancia en la vida cult ural y a su trilí ngü isrn o auto dida cta del que tant o se enorgullecía, se inco rpor ó al servicio exte rior mex ican o--, una feroz misoginia, diversas reflexiones sobr e el amo r y la poes ía, y sus deseos de hacer traducciones y escribir libros propios. Varias fuer on las noc hes en que el futu ro dram atur go, ante s de complejidad que caracterizan a la nove la polic íaca genu ina, predo mina el hum or JOCOSO. Hasta ahor a esta moda lidad no ha prod ucido en nues tra lengu a un cread or que pued a homb rcars e con cualq uiera de los much os que en inglés y en francés han prest igiad o el géne ro" (1951, 411). 278 Literatura: teoría, historia, crítica 4 (2002) abandonar las trujetas en que escribía, anotó con vehe-mencia la gran pasión de su vida: iTeatro, teatro, teatro! Pero lo que aquí interesa son los párrafos que anticipan la concepción de esa rara avis llamada Ensayo de un crimen, y, en efecto, encontramos varios atisbos tal y como se verá en seguida. En Ensayo de un crimen se manifiestan varios rasgos provenientes de la personalidad del autor y algunos de sus proyectos. Al abrir la novela, el lector se topa con el mundo, entonces aristocrático, de la Colonia Roma, con sus casas llenas de arcos, vitrales, medallones, almenas y gárgolas que albergaban muebles trabajados por ebanistas europeos. Los personajes serán burgueses, políticos y nobles venidos a menos que decoran sus casas como anticuatios y se enjoyan con ostentación. Usigli, aun en sus años de mayor pobreza, fue cuidadoso de la elegancia tal como dejó asentado en su diario: no cambiaba el saco y la corbata por un mínimo de comodidad. José Emilio Pacheco, al prologar Tiempo y memoria en conversación desesperada, escribió: "Hacia 1930 se presentó en las intimidantes tertulias de los Contemporáneos, quienes no habían crecido como Usigli, en las vecindades del centro. Xavier Villaurrutia lo llamó, entre el afecto y la ironía, el Caballero Usigli. Guantes, sombrero, bastón. El dandismo como escudo contra la timidez y disfraz de la extrema pobreza que agobió a Usigli durante muchos años. Octavio Paz trazó una viñeta del dramaturgo que conoció en los años treinta: un señor vestido con elegancia un poco raída, muy inteligente, muy tímido y muy impertinente, a ratos sentimental y en otros cínico (Cit. por Pacheco 1981, 10). Por su parte, Margarita García Flores, al acercarse a entrevistar al escritor en 1977, desilusionado y sin proyectos de escritura, observa: "Su departamento no tiene nada del joven pobre que fue Usigli. Hoy posee cientos de objetos bellos coleccionados en sus muchos años de vivir en el extranjero. En las paredes cuadros de Manuel Rodríguez Lozano, Feliciano Béjar, Sofía Bassi; retratos de Usigli con su inseparable boquilla; fotografías de puestas de escena de las obras del dramaturgo; colección de armas antiguas; una hermosísima piel de oso 279 V. F. Torres, Dos obras maestras de la novela policial mexicana (Usigli fue embajador en Noruega). En las manos, anillos caros; en la corbata, tlstol. Saco de primavera, a rayas azules ... " (1979. 91). Roberto de la Cru:t, personaje central de Ensayo de un crimen, es un hombre de ojos dorados, descendiente de una acaudalada familia provinciana (Carlota y Maximiliano se hospedaron una noche en casa de sus abuelos) y vive en la capital con los restos del antiguo esplendor económico que se reducen a unos cuantos pesos y algunas joyas de su madre. Gsa corbatas Croydon Knit, sombreros marca Christy y lleva un reloj Movado. La novela consta de tres partes, de tres ensayos para cometer un crimen, que será perfecto no sólo por su gratuidad (nada de celos, robo ni venganzas), sino porque será estético debido a su diseño "sin una comprobació n, sin quedar registrado dentro del marco de la realidad por la policía, la autopsia y los periódicos, su crimen permanecería perdido en una zona irreal, en una especie de limbo, encerrado en el dominio del sueño'', (Usigli 1980, 204) y al sentimiento que lo anima. ¿Por qué emparenta Usigli el sueño con la comisión de un crimen? Porque ambos se producen en un momentáneo estado de extravío. Por esto, cuando Roberto de la Cruz, motivado por la música de El príncipe rojo, un vals de Waldteufel, concibe deseos de matar, sufre un bochorno repentino y siente que su cabeza, desprendida del cuello, se levanta y gira enloquecida. Cuando Roberto de la Cruz involuntariam ente asesina a su esposa, sucumbre sin reservas a esa fascinación por bajar a un abismo desconocido: "Entonces hizo un poco de historia. Les recordó que había estado en la Penitenciaría y que se había hombreado con la crema de los asesinos mexicanos, y les explicó cómo los había oído describir el horrible deleite que habta en hundir una y muchas veces un arma que penetraba como en mantequilla .. :· (286). En momentos como éste, Usigli construye un personaje de una complicada mentalidad que separa, sideralmente, a Ensayo de un crimen de los novelines de narcos, guaruras y balazos. La patología mental del protagonista nació así: du- 280 Literatura: teoría, historia, crítica 4 (2002) rante la revolución, cierto día Roberto de la Cruz, siendo niño, caminaba de la mano de un militar que lo cuidaba. De pronto, éste se detuvo, sacó la pistola y le disparó a un anciano que se desplomó en la acera de enfrente. "-Para que te diviertas un poco, dijo el militar mientras un cilindro callejero tocaba en una esquina El príncipe rojo." Usigli combina entonces la teoría del acto gratuito, de André Gide, y la del asesinato considerado como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey. Pero agrega un planteamiento personal que ya asomaba en su Diario: para labrarse un destino, el hombre puede ser un gran santo o un gran criminal: "Me doy cuenta de que soy lo que en el lenguaje convenido del siglo se Uama un ser de selección. ¿Es esto una ventaja? Es un estigma. Me marca y aísla en la multitud así como en sociedad; empieza a aislarme en la amistad, y acabará por aislarme en el amor. No menciono siquiera la religión, que también me excluye. A partir de ese momento, nada podrá acercarme a los hombres si no es un gran crimen o una obra gigantesca"(1967, 225-226). Esta temprana anotación de nuestro autor no sólo habla de sus ambiciones personales, sino indica el alto concepto en que tendría a su personaje Roberto de la Cruz quien, a pesar de que ingresa al manicomio y no logra su crimen perfecto, no está desposeído de la grandeza que le proporciona su gran ambición, su ansiado destino: "No es la labor deficiente de los mediocres, hacedores de subcosas, el material del genio. Sino el fracaso de otro genio, fracaso rotundo, pleno, final [... ] Querer ser un gran poeta, un gran artista, un gran político y no lograrlo ... Es desagradable. Pero el deseo, aun fallido, tiene cierto poder, cierto prestigio, halaga la vanidad. La alteza en el deseo equivale casi a la alteza en la obra. Pero querer tener una gran pasión y no tenerla nunca... iQué tragedia espantosa!" (180 y 195). En el primer ensayo, que constaba de 30 pasos, Roberto de la Cruz planea minuciosamente el asesinato de la vieja y descocada Patricia Terrazas. Pero se le adelanta Luisito, un joven equívoco, como escribía Usigli debido a su moralina, pero lo que entendemos es que se trata de un bisexual, o de doble escape, como se decía entonces. 281 V. F. Torres, Dos obras maestras de la novela policial mexicana En el segundo ensayo, Roberto de la Cruz planea, en doce pasos que constituy en una verdader a dramatización, el asesinato del conde Schwartzcmberg, por seboso, avaro y despreciable. Y es en la pormeno rizada descripci ón de las acciones que logrará el crimen estético, en que aparece la impronta de Thomas de Quincey. "Mientras la gente vulgar se conforma con la plana roja de los diarios, el hombre sensible necesita otras cosas: la composic ión de un buen asesinato exige algo más que un par de idiotas que matan o mueren, un cuchillo, una bolsa y un callejón oscuro. El diseño, señores, la disposición del grupo, la luz y la sombra, la poesía, el sentimien to se considera n hoy indispens ables en intentos de esta naturaleza" (de Quincey 1975, 258). Ensayo de un crimen ha sido reconocid a como un testimonio de la vida en la ciudad de México a finales de los treinta y comienzo s de los cuarenta, cuando las calles del centro estaban cuarteada s por el hundimie nto progresivo del Palacio de Bellas Artes. Sin embargo, a pesar de que se ha puesto énfasis en los lugares distingui dos como la terraza del Hotel Reforma. Lady Baltimore, El Patio, Sanborn 's de Madero, el Café París -en donde se reunían los Contemp oráneos- , el Swástica de las Lomas de Chapulte pec, el bar Manolo, el bar del Hotel Ritz y el restauran te Tampico, no se ha destacado que Gsigli también registra sitios menos chic, como un bar gay de Santa María la Redonda (El Club de los Locos, de la Plaza de Garibaldi. para ser exactos), algún sitio semiclan destino de Correo Mayor en donde se bebía anís y se fumaba en narghtleh y, fundamentalme nte, el cabaret Leda, de Doctor Yértiz 118 (más tarde bautizado como Club de los Artistas), a donde llegaban, en busca de emocione s fuertes y de materia para sus trabajos, algunas personali dades comanda das por la pintora María Izquierdo: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiro s, Roberto Monteneg ro, Frida Kahlo, Aurora Reyes, el Indio Fernández, Agustín Lara, Luis Buñuel, Lola y Manuel Álvarez Bravo, etc. Esta mezcla de gente elegante, obreros, prostituta s, rufos y tranviarios se prolonga ba en los cercanos caldos de Indianilla, a donde llegaban, para terminar la parranda o para aliviar la 282 Literatura: teoría, historia, crítica 4 (2002) resaca, obreros con chaquetas de mezclilla y mujeres envueltas en abrigos de piel Oiménez 1992). Un personaje que. junto con Roberto de la Cruz está presente en los tres ensayos para cometer un gran crimen, es el ex-inspector Valentín Herrera. Si a lo largo de la novela su presencia es exasperante y hasta inverosímil, todo está muy bien calculado por Usigli. Herrera le dice a de la Cruz que no se acerque a Patricia Terrazas y que se aparte del conde, porque está marcado. Sólo hasta el final de la novela veremos que el ex-inspector es el único que comprende las aspiraciones de Roberto de la Cruz, y las comprende porque es, un alma gemela que quiere ser un gran detective. Por tal razón se dio de baja de la policía oficial: para actuar sólo y al margen de la burocracia. Piensa Herrera que hay seres que nacen marcados; su destino es la desapalición porque su permanencia en el mundo es tan forL:ada que cualquiera puede matarlos. Patricia Terrazas era escandalosa y cínica; el hombre de sebo era codicioso y homosexual; la Nena Cervantes era adúltera... Ensayo de un crimen es una novela criminológica porque sondea la mentalidad de un asesino. Sin embargo. se apega a la novela acertijo en un detalle importantísimo: la explicación que ata cabos hasta el final. Además, la novela se cierra con un giro groresco: la policía no le cree a Roberto de la Cruz toda su teoría del crimen estético y lo manda al manicomio bajo la más vergonzante explicación: él, que tanto despreció la plana roja de los diarios por su aplastante vulgaridad, queda como un marido cornüdo que asesinó a una esposa infiel en un rapto de celos. Una paradoja más: Luisito. el joven de doble escape, para disfrazar la autoría de sus crímenes, se finge loco y llega a la Castañeda, en donde estaba Roberto de la Cruz. El final abierto de la novela parece indicar que, mientras Luisito sufre todo tipo de violencias, Roberto de la Cruz saldrá en poco tiempo pues los médicos "tienen la locura de querer curar a los locos." Gracias a la impecable prosa de Usigli, a lo insólito de sus planteamientos y al inteligentísimo diseño estructural, Ensayo de un crimen goza de gran prestigio, pero quiero agregar 283 V. F. Torres, Dos obras maestras de la novela policial mexicana que su lectura produce un extraño efecto porque, si bien los escenari os de la novela son las colonias Roma y Condesa . los hoteles Regís, Reforma y del Prado y la voz omnisci ente del narrado r cita a Paul Valéry, Chester ton y André Gide, los personajes y las acciones son verdade ramente sórdido s: unos son homose xuales chantaji stas, otra es una lesbiana loca que se enorgul lece de su trato con reyes, y Roberto , el persona je principal, es un aspirant e a asesino. Si a esto agregam os las visitas del conde a tugurios de mala muerte y La perman encia de Roberto en la Penitenc iaría, henchid o de mentira s y sintiénd ose un gran criminal , tendrem os unas aristocrá ticas entraña s consumidas por las más innoble s infeccio nes. El complo t mongo l Entre 19-+6 y 19·0 Rafael Bemal publicó tres libros, 2 que si bien permite n ubicarlo como uno de los precurso res del género, no son lo mejor que saldría de su pluma ya que fue autor de obras magníficas como Memori as de Santiago Oxtotilp an (México, Editoria l Polis,1945), Trópico (Editorial ]us, 1946), EL fin de La esperan za (Editorial Calpulli,l948), Gente de mar, (Editori al jus,1950) y Caribal. El infierno Verde (México, La Prensa, ~de septiem bre de 1951 al 5 de enero de 1955). Rafael Berna! fue el primer autor de lengua castellan a que publicó un cuento en Selecciones Policiacas y de Misterio: ''La muerte poética" (tomo v, enero de 19-!7). Al año siguient e, en la misma revista, aparece ria ''La muerte madruga dora··, también protago nizado por don Teódulo Batanes , un curioso personaje que habíamo s conocid o en 1946, cuando Rafael Berna! publicó dos libros estelariz ados por su detectiv e miope y desgarbado que tiene el vicio de usar sinónim os en cuanta cosa dice. Este tipo, evident emente, está inspirad o en el Padre Brown, de Chester ton. Un muerto en la tumba (19..6) es una novela que se desarrolla tanto en la ciudad de Oaxaca, como en las ruinas de lUn muerto en La tumba. Tres novelas policiacas (ambas de 19•6) y Su nombre era muerte (194"~). todas en Editoralju~ . 284 Literatura: teoría, historia, crítica 4 (2002) Monte Albán, en una de cuyas tumbas aparece un senador con un puñal clavado en el pecho. Don Teódulo, que a la sazón desempeñaba el oficio de antropólogo, se encargará de desenredar ese embrollo en el que anda mezclado un contrabandista de piezas arqueológicas. La obra resulta un tanto escatológica ya que, con el cadáver sobre una mesa de comedor y bajo los gritos de un pistolero serrano, don Teódulo procede a la exposición de sus deducciones y a la identificación del asesino. En Tres novelas policíacas (1946), encontramos, primero, "El extraño caso de Aloysius Hands", que si bien se ubica en los Estados Unidos, podría desarrollarse en cualquier parte del mundo. El cuento aborda el recurrente tema del asesinato considerado como una de las bellas artes, aunque con una ligera variante moral. Es decir, el ctimen, además de ser perfecto y refinado, debe justificarse por el castigo que representa, por los males que evita o por la paz que proporciona. "De muerte natural" es una narración en la que Don Teódulo Batanes esclarece un crimen cometido en un hospital. Es un relato ingenioso pero muy modesto, lo mismo que el melodramático trabajo titulado "El heroico Don Serañn", que narra el asesinato del rector de alguna universidad provinciana. En los casos resueltos por Don Teódulo Batanes a que me he referido, Bernal se apega mucho a los modelos establecidos y sus relatos son poco originales y carentes de vigor expresivo. Es hasta la publicación de El complot mongol cuando Berna! se aparta radicalmente de la narración de enigma, de planteamiento de asuntos cristianos, y aborda una novela dura, escrita con un lenguaje rudo que cuestiona la situación social de nuestro país. El complot mongol, publicada en 1969, pasa desapercibida debido a que, inexplicablemente, tal como llegó a comentar en varias ocasiones Bernardo Giner, el libro permaneció embodegado varios años pues su autor, como vivía en el extranjero debido a su desempeño diplomático, no tenía presencia física en el medio literario aunque los libros que para entonces llevaba publicados demostraban que era un autor 285 V. F. Torres, Dos obras maestras de la novela policial mexicana fundame ntaP A este respecto no sería descabel lado suponer que en el embodeg amiento algo tuvieran que ver quienes leyeron la novela como un roman a clef y descubrie ran, en su delirio, a Alfonso Corona del Rosal. Sin embargo, en el caso de que el libro hubiese permane cido embodeg ado, más que la identificación de personaje s reales con personaje s literarios, quizá resultaro n muy molestos los planteam ientos antirrevolucionarios y el deleznab le papel que represent aban los militares emanado s de la gesta iniciada en 1910. El complot mongol es una novela policial, pero además, en primer lugar, es una novela artística por la cantidad de aciertos de lenguaje coloquial que el autor consigue en cada una de sus páginas y por lo riguroso de su estructur a, que se amplía en círculos concéntri cos durante los tres días anteriore s a la visita de un presiden te norteame ricano a la ciudad de México. Si contempl amos los 14 libros que anteriorm ente había publicado Berna!, descubrir emos que apenas en Tierra de gracia (1963) asomaron las malas palabras, y que éstas se encaminaban a un cambio estilístico desconce rtante que le permitió lograr tanto la eficacia expresiva como la crítica acerba a los políticos posrevolu cionarios . Es una novela de espionaje porque, primero, existe un supuesto complot que elemento s de Mao Tse Tung habían tramado para asesinar al presiden te de los Estados Unidos, quien Uegaría de visita a México; después, resulta que unos gringos querían aprovechar el rumor del complot chino para asesinar a su president e en nuestro territorio; finalmente no había complot magnicida, sino que los chinos, maoístas, abundant es en Cuba, querían lanzar una contrarre volución anticastrista para rebelarse contra la tutela rusa y hacerse dueños de la Isla. Y como esta última versión resulta parcialmente derta se aprovecha la coyuntur a para asesinar al president e de México. El complot mongol se convierte en una novela política, de imaginación critica contra los que subieron al carro de la revolución. ~ Bernal ya había publicado otro!> libros, como Tierra de gracia (1963), México en Filipinas ( 1965) y En diferentes mundos (1967) 286 Literatura: teoría, historia, critica 4 (2002) El protagonista de la novela, Filiberto García, no es un héroe ni un antihéroe. Extraña mezcla de policía y matón al servicio de un militar, que a su vez está subordinado a un político, resulta a la postre un insólito detective rentista cuya técnica detectivesca se parece a las de Hammett y Chandler: arroja una herramienta entre los engranajes para que las situaciones revienten. Se despereza cuando lo llaman para asesinar o para realizar alguna investigación, pero él vive de las mensualidades que le da un edificio de apartamentos que tiene en la calle de Luis Moya. Filiberto tiene una cicatriz en la mejilla -signo de la vida que lleva-, los ojos verdes y el gesto fiero. Desde la primera página del libro, su muletilla hablará del pesimismo y la amargura que lo poseen: "iPinche pasado!" Con él no van los chistes ni la facundia; por eso se siente a gusto entre los impávidos chinos, que respetan a los viejos. Para destacar que García es un matón profesional, cada que puede, Bernal, a manera de flash back, relata alguno de los trabajos de Filiberto: García iba a decir que nunca lo había usado, pero se acordó de un caso. Fue en la Huastcca, cumpliendo una orden. Diablo de viejo aquel más encanijado, que se pasaba el día en su mecedora en el portalito de la casa. Y el jefe dio la orden. Lo agarré por la espalda con un cable de la luz. Habían dicho que no había que hacer escándalo, así que esperé que estuviera tardeando, como a las siete de la noche. Cuando se estuvo quieto lo metí en un ataúd que habíamos traído para eso y tomamos el camino para salir del pueblo. Para llevar a un muerto con discreción no hay nada mejor que un ataúd. Un peón que venía por la calle con su yunta, hasta se quitó el sombrero al ver el ataúd. Y de pronto, en una esquina, el pinche viejo empezó a dar de patadas. Como que quería llamar la atención. Hubo que bajar el ataúd, abrirlo y darle su requintadita con el mismo cordón. iPinche viejo más escandaloso! Se llamaba Remigio Luna (1969, 137). Filiberto García es un hombre de 60 años de edad, capaz de denunciar a su mismo compadre, de matar a un hombre y allí mismo poseer a la viuda. No encuentra acomodo en la 287 V. F. Torres. Dos obras maestras de la novela policial mexicana socieda d civil que se estable ció despué s de los años revolucionarios. Él, que partici pó en la bola pero ha sido relegad o por quiene s llegaro n al gobiern o, extraña los tiempo s de hombría que descon ocen los políticos con título universitario ) manos delicadas. Cuand o observ a a los tipos que están en el poder y dan órdene s para dejar el trabajo sucio a otros. enjuicia el estado de derech o: "iPinche experiencia! Y ipinche s leyes! Y ahora todo se hace con la ley. De mucho licenctado para acá y licenciado para allá. Y yo ya no cuento . Quíte~ viejo pendej o. lEn qué univers idad estudió? lA qué promo ción pertene ce? No, para eso se necesita título. Antes se necesitab an huevos y ora se necesit a título'' (11). La opinió n que sobre los militares tiene Rafael Berna! es bastant e ácida y difícil de aceptar en un emplea do del Servicio Exterior mexicano (record emos la trama de la película que se hizo basada en La sombra del caudill o, de Martín Luis Guzmán): '·El General es un pistole ro como yo. Es militar, hecho para andar matand o gente; nada más que él, para hacerlo , se escond e tras el uniform e. Es lo que usted decía, un asesino con equipo y toda la cosa ... " (228). En el mismo tenor van los señalam ientOs de García sobre la indisol uble unión entre delincu entes y policías ... No obstan te, sus diálogos y monólogos están colmad os de ingenio y humor: -Garcí a, sé que l.aslci tiene hombre s que me siguen ... -Y usted tiene hombre s que lo s1guen a él. -Es rutinario. Pero hay otros que creo no son de Laski. ¿'\jo son suyos? -Y hay otros que me siguen a mí. Los de Laski, los suyos y otros. Parecemos procesi ón. --iNo sabe de quién puedan ser esos hombres? -Del señor Mao. -iEstá seguro? -:'llo. ¿y usted? [ ... ] -iEstá seguro que lo que sucedió anoche tiene que ver con el negocio que estamo s investigando? Graves estaba ocupad o en encend er un cigarrillo. La proxima vez que rnc levante una changuita, mejor la llevo al Estadio Olímpico, habrá menos gente allí. Si he sabido. vendo boleros (99-100). 288 Literatura: teoría, historia, crítica 4 (2002) En curiosa coincidencia con Ensayo de un crimen, El complot mongol tiene como escenarios las calles del viejo centro de la ciudad de México (Luis Moya, Cinco de mayo, Revillagigedo, Artículo 123, La Ópera -pomadosa y tradicional cantina ubicada en Cinco de mayo se convierte en punto neurálgico en la trama de la novela-), y la vetusta colonia Guerrero, (Camelia, Mina), llena de misterios, de cinturitas, de temblorosas vecindades y de tristes hoteles de paso. También hay otra coincidencia entre las dos novelas mencionadas: Filiberto tendrá citas en Sanborns de Lafragua y en el Café París; y Graves, el agente del FBI, fuma Lucky, como Roberto de la Cruz. Hay quien dice -Fereydoun Hoveyda, al referirse a los libros de Van Gulik- que la novela policial fue invento chino, pero no falta quien, harto de las novelas a lo Sax Rohmer y su personaje Fu - Manchú, desconfía de todo lo que huela a misterios orientales. 4 Pero la novela de Berna! cayó en terreno propicio justamente porque la presencia china, al menos en el Distrito Federal, es exigua. De aquí que destaque el fenómeno con insistencia: El breve barrio chino que se extiende en la calle de Dolores no es más que una sola calle de casas viejas, con "un pobre callejón ansioso de misterios, [donde] hay algunas tiendas olorosas a Cantón y Fukien, algunos restaurantes. Pero todo sin el color, las luces y las banderolas, las linternas y el ambiente que se ve en otros barrios chinos, como el de San Francisco o el de Manila. Más que un barrio chino, da el aspecto de una calle vieja donde han anclado algunos chinos, huérfanos de dragones imperiales, de recetas milenarias y de misterios" (1969, 26). 4 " No debe haber un chino en la historia. Por qué debe ser así, no lo sé, a menos que podamos encontrar una razón para ello en nuestro hábito ocddental de suponer que el Imperio Celestial está sobreequipado en materia de cerebros o subequipado en materia moral. Sólo lo ofrezco como consecuencia de la observación de que si usted está volviendo las páginas de un libro y se encuentra con la mención de los ojos rasgados del Chin Loo, lo mejor es que usted deje el libro sobre la mesa; es malo. La única excepción que se me ocurre, y debe haber otras, es la de Four tragedíes ofMemworth de Lord Ernest Hamilton" (Knox 1995. 339). 289 V. F. Torres, Dos obras maestraS de la novela policial mexicana En una entrev ista en la que Juan Carlos Oneni le revela los títulos de sus novelas policiales preferidas a Jorge Ruffinelli -El halcón maltés, El largo adiós y Laura, de Vera Caspa ry-, precis a que le gustan porqu e él es un sentim ental. Y este recuer do era inevitable luego de leer el final de El compl ot mongo l, ya que su desen lace es el de una novela romántica: Filiberto y el aboga do borrac hín son los únicos que velan el cadáve r de la china Martita, que yace en una cama, sin ataúd. Sobre ella, entre coñac y coñac , espeta el aboga do sus latines de sacristía. Y ya que menci onamo s a Onetti, él nos ayuda a valorar Ensay o de un crime n y El compl ot mongo l, que son novelas policiales pero tambié n algo más. Cuand o Ruffinelli pregun ta qué le falta a la novela policial para ser novela a secas, Onetti respon de: No es lo que le falta sino lo que le sobra: le sobra la necesi· dad de ser una novela policial. Le sobra la visible volunta d que tienen todas ellas de manten erlo interes ado a usted [... ] en la policial común se nota el propós ito de interes ar al lec· tor. Crime n y castigo , Los herma nos Karam azov son policiales y a la vez novelas a secas. Son policiales porque hay crimen y misterio: iquién lo hizo y por qué lo hizo? Sobre todo en Los herma nos Karamazov. Y la intenci ón de Dostoievsk.i no era ésa de las novelas policiales que todo!> conoce mos, [ ... J lo que pasa en esas novelas es que mezclada con la peripec ia policial está la vida de la gente, los con· flictos, sobre rodo. Por eso una novela como Laura es poli· cial, sí, estamo s de acuerd o, pero hay otros elemen tos literarios que van más allá de la mera intenci ón policial... (Onetti 1975, 225-226). Obras citada s Berna!, Rafael. El complo t mongo l. México: Editorial Joaquí n Moniz, 1969. García Flores, Margarita. Cartas marcadas. México: UNAM (Textos de Human idades ), l979. González, Manuel Pedro. Trayectoria de la novela en México. Méxi· co: Ediciones Botas, 1951. 290 Literatura: teoría, historia, crítica 4 (2002) jiménez, Armando. Cabarets de antes y de ahora en la ciudad de México. México: Plaza y Valdés Editores, 1992. Knox, Ronald A. ·•un decálogo para el cuento policiaco". Teorías del cuento IJ. La escritura del cuento. México: UNA.L\1 (El Estudio), 1995. Onetti, Juan Carlos. Requiem por Faulkner y otros artículos. Montevideo: Arca Editorial, 1975. Pachcco, José Emilio. "Rodolfo Usigli: la indignación y el amor". Prólogo a Tiempo y memoria en conversación desesperada . México: UNAM (Textos de Humanidades) , 1981. Quincey, Thomas de. Del asesinato considerado como una de las bellas artes, Las confesiones y otros textos. Traducción de Luis Loayza. Barcelona: BarraJ Editores (Biblioteca de Rescate), 1975. Usigli, Rodolfo. Ensayo de un crimen. México: Editorial v Siglos (Terra Nostra), 1980. _ _ . Voces. Diario de trabajo (193.!-1933). México: Seminario de Cultura Mexicana, 1967. 291