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El gobierno del Miedo

2018, El gobierno del miedo

El miedo manifestado por las clases dirigentes hacia los grupos subalternos es una condición histórica que se reitera en el caso chileno. Este temor manifestado por los grupos gobernantes se manifestará en las formaciones jurídico/estatales que se han venido estructurando a lo largo del tiempo. Al abordar el gobierno del miedo en postdictadura, concentrándonos más puntualmente en la aplicación del dispositivo jurídico frente al problema del delito, podremos notar cómo se impondrá una práctica gubernamental autoritaria que fomenta la invisibilización y la exclusión social, haciendo cargar con el peso de la estigmatización a ingentes sectores subalternos..

E ST U DIOS E N GU BE R NA M E N TA L I DA D E N S AYO S S OB R E P ODE R , V I DA Y N EOL I BE R A L I SMO ASOCIACIONES * 01 ESTUDIOS EN GUBER NAMENTALIDAD Ensayos sobre poder, vida y neoliberalismo compiladores: Luna Follegati Montenegro y Rodrigo Karmy asociación communes Edición: Asociación communes Revisión de textos: Pablo Concha Diseño y diagramación: Aracelli Salinas Vargas ISBN: 978-956-9830-10-5 Permitimos la reproducción completa o parcial de este libro sin fines de lucro, para uso privado o colectivo, en cualquier medio impreso o electrónico, con el debido reconocimiento de la autoría y fuente de los textos, y sin alterarlos. Este permiso corresponde a la licencia de Creative Commons BY-NC-ND. Viña del Mar, abril de 2018 E ST U DIOS E N GU BE R NA M E N TA L I DA D E N S AYO S S OB R E P ODE R , V I DA Y N EOL I BE R A L I SMO L u n a Fo L L e g at i M o n t e n e g ro rodr ig o K a r M y coMpiL a dor es ASOCIACIONES * 01 Índice PA L A BR AS PR EV I AS Communes 9 P R E SEN TACIÓN 13 I N T RODUCCIÓN 17 I. Derivas teóricas: la guber namentalida d y su deriva a nalítica Foucault: la “guber namentalida d” y las r elaciones entr e sujeto y ver da d Kamal Cumsille Marzouka 49 Dispositivos: historia e inma nencia. (Consider aciones pr eliminar es) Sergio Villalobos-Ruminott 89 II. Dispositivos, medicina y guber namentalida d Dispositivos de alivio: fortalecer, agua ntar, dominar Hugo Sir Retamales 139 L as r eformas psiquiátricas br asileña y chilena y la gestión por la liberta d. Una historia de los modos de gobier no en las pr ácticas vincula das a salud mental Jimena Carrasco Madariaga y Arthur Arruda Leal Ferreira 161 L a sobr evida en conflicto: tr es r egímenes de valor en tor no a la leucemia linfoblástica aguda Yuri Carvajal Bañados y Tuillang Yuing Alfaro 195 III. Tecnologías de gobier no en el Chile actual El gobier no del miedo Iván Pincheira Torres 231 Política de con vivencia escolar: guber namentalización de la escuela y sus tecnologías de gobier no Marcela Apablaza S. 281 S OBR E LOS AU TOR E S 323 Palabras previas communes ontribuir al desmontaje del neoliberalismo, en tanto modelo económico pero sobre todo como racionalidad de gobierno que se ha instalado en los más diversos ámbitos de la vida cotidiana, es uno de los principales objetivos políticos de communes. Para ello, una de nuestras estrategias es recobrar la potencia de los libros como armas de intervención en el debate público y de generación de espacios para la discusión colectiva en territorios específicos. En ese sentido, asumimos que a través de los libros se difunden “ideas-herramientas” que pueden interrumpir los cómodos diagnósticos del presente que, más allá del “caso” chileno, insisten en que no tenemos alternativa frente al neoliberalismo. Tal como queda manifiesto en uno de nuestros primeros libros, el neoliberalismo no es simplemente una ideología de mercado, como quieren sus detractores más ortodoxos; tampoco es una mera teoría económica, como dicen sus Palabras previas · 9 propulsores, o, en el mejor de los casos, un paquete de medidas de reajuste, un mero programa político, como lo impulsaron sus agentes institucionales y los organismos financieros a nivel internacional. El neoliberalismo excede estos intentos descriptivos. Es un conjunto de presupuestos, dispositivos y técnicas que instituyen prácticas individualizadoras y modulan subjetividades. La razón neoliberal consta de formas de gobierno y de modos bien específicas de concebir y habitar el mundo. Y fue justamente el filosofo francés Michel Foucault quien advirtió tempranamente esta compleja máquina de engranaje, que llamó gubernamentalidad neoliberal. Es por ello que hemos acogido Estudios en gubernamentalidad. Ensayos sobre poder, vida y neoliberalismo, pues se trata de un libro que sigue indagando, como hizo Foucault, en cómo hemos llegado a ser lo que somos; dicho de otra manera, ¿cómo somos gobernados de una forma y no de otra? Y, por lo tanto, abre también una reflexión sobre otras prácticas de gobierno posibles. Los textos aquí reunidos nos ofrecen algunas precisiones teóricas en torno a la idea misma de gubernamentalidad y profundizan en algunos de sus dispositivos o mecanismos de poder, explorando, en específico, el ámbito de la medicina, la psiquiatría y el contexto escolar. Valga aclarar que desde su misma formulación, el neoliberalismo no ha sido una racionalidad política de sentido único, estática y menos aún total. Es por ello que consideramos fundamental seguir indagando sus formas, variaciones, modulaciones y reconversiones para desidentificarnos de sus dinámicas y reimaginar nuestro presente y nuestro porvenir. 10 · Estudios en gubernamentalidad El trabajo de Michel Foucault es clave para las críticas al neoliberalismo. De ello no hay duda. Y tal vez los sectores hegemónicos que abrazan la razón neoliberal lo han advertido en su justa dimensión, si no ¿cómo explicar que su nombre esté siendo invocado de manera cada vez más frecuente por los defensores del neoliberalismo? La supuesta última tentación de Foucault por el neoliberalismo, que le atribuye hoy la derecha académica y política a este pensador vinculado con la izquierda, no es más que una lectura apresurada, cuando no miope, que da cuenta de una economía política que también incumbe las formas de leer. Es crucial por ello disputar su lectura morosa y rumiante. Es esa también nuestra apuesta. VI ÑA DEL MAR, DICI EM BR E 2017 Palabras previas · 11 Presentación n 2017, el Núcleo Transdisciplinar de Estudios en Gubernamentalidad cumplió cuatro años de funcionamiento. Esta trayectoria da cuenta de una intención inicial que buscaba, de manera transversal, situar, problematizar, converger y dialogar en torno a la producción nacional que abordaba la propuesta foucaulteana desde la noción de biopolítica hasta conceptualizar la noción de gubernamentalidad. Este gesto inicial encontró una primera concreción en las I Jornadas Transdisciplinares de Estudios en Gubernamentalidad (septiembre de 2014), las que dieron cuenta no solo del gran interés en la materia, sino también de la diversidad de enfoques de las distintas investigaciones y análisis que allí se expusieron. El gesto, más que un ámbito nacional de encuentro académico, buscó también un posicionamiento teórico-político a partir de las propuestas del autor francés. Cuatro años han transcurrido desde entonces, y el espacio ha continuado con un trabajo interno –a través de la Presentación · 13 coordinación de publicaciones y espacios de reflexión propios del Núcleo– como también incentivando el debate y socialización de las producciones nacionales, pero esta vez acentuando el análisis del presente y la construcción de subjetividades desde la deriva gubernamental. Ambas experiencias han contado con la participación de académicos nacionales e internacionales, generando una instancia de diálogo, discusión y coconstrucción basada en las propias aperturas que posibilita Foucault. Es por esto que el Núcleo se constituye como un espacio donde las barreras disciplinares se desdibujan, pierden la densidad que las caracteriza en la academia, pasando a constituir un espacio de encuentro, disputa y propuesta. En su conjunto, el Núcleo construyó una plataforma en la que confluyeron la reflexión filosófica, la de las ciencias sociales, el psicoanálisis y aquellas referidas a las artes. Uno de los efectos clave de dicha plataforma fue no solo compartir con investigadores de diversas universidades nacionales a lo largo y ancho de todo Chile, sino también advertir que el Núcleo estaba articulando otra forma de entender el despliegue de los saberes, puesto que no respondía a una mirada “inter” ni “transdisciplinaria” sino que, en la medida en que la reflexión foucaulteana nos conducía “tras lo singular”, atendiendo a la inactualidad del presente, el Núcleo se veía como una plataforma infradisciplinaria; es decir, no pretendía la integración en una totalidad sistémica de saber, sino que más bien intentaba problematizar el propio saber en sus específicas formas de articulación del poder y sus diversos procesos de subjetivación. 14 · Estudios en gubernamentalidad “Infra” viene a situar el hecho de que los saberes no apuntan a su “fortalecimiento”, sino que son conducidos a una fuerza que los “debilita” abriéndolos hacia la dimensión an-árquica del pensamiento en que todo fundamento, principio u origen queda diseminado. El prefijo “infra” funciona para designar el carácter exploratorio y ensayístico de un conjunto de reflexiones en que el saber y la escritura, el conocimiento y la invención, se vuelven una misma intensidad. La riqueza de comprender los problemas contemporáneos desde esta mirada infradisciplinar radica en la posibilidad misma que nos entrega esta noción: sus límites parecen estar siempre abiertos para analizar las formas con las que opera la racionalidad política contemporánea. Es una categoría que saca a cada disciplina de su lugar, exhibiendo la trama de saber-poder a la que pertenece. Los saberes advierten sus efectos de poder, entienden que no designan una realidad que está dada de antemano, sino que los problemas que producen articulan prácticas específicas, desencadenan efectos y producen específicas formas de subjetividad. En este sentido, como bien distinguió Foucault en su momento, la discusión del Núcleo se desarrolló sin un orden predefinido, en relación a tres aristas que tuvieron lugar en los diversos debates: el problema en torno al saber, a las relaciones de poder y a los diferentes procesos de subjetivación. La polisemia con la que juega la noción de gubernamentalidad que Foucault va ensayando durante los años 1976-1978 se teje en la pluralidad de los abordajes articulados en el Presentación · 15 Seminario Permanente del Núcleo Transdisciplinar de Estudios en Gubernamentalidad, financiado por el Proyecto Bicentenario de la Universidad de Chile. Esta instancia, bajo el alero del Núcleo, posibilitó la invitación de diferentes académicos y académicas con la intención de generar un espacio de discusión sobre las investigaciones que llevaban en curso. El presente libro constituye una selección de los trabajos allí presentados. A esta luz, el techo de la Universidad de Chile que acogió este proyecto durante el año 2016 y el Proyecto Bicentenario que apoyó la iniciativa también experimentaron tránsitos interesantes: tanto entre los miembros del Núcleo que provenían desde diversas universidades del país, como entre los invitados (muchos de ellos provenientes de otras universidades públicas) que expusieron y compartieron con nosotros sus diversos trabajos. Fue una conversación ininterrumpida entre Valparaíso, Concepción, Valdivia y Santiago, una conversación que encontró su complemento en las II Jornadas de Estudios en Gubernamentalidad, realizadas en septiembre de 2016. En ellas se presentaron diversos investigadores nacionales e internacionales, constituyendo la universidad un nudo más de la red por la que transita el nombre de Foucault. Algunos de estos trabajos son los que publicamos aquí, no por un afán simplemente pedagógico, sino ante todo para poner en común el único legado ofrecido por Foucault: la an-arquía, que asume al pensamiento como una experiencia inactual que se juega en un “trabajo de recreación infinito” sobre nosotros mismos. 16 · Estudios en gubernamentalidad Introducción 1. Foucault an-árquico 1.1. El 3 de enero del año 2017, Arturo Fontaine publica en el sitio web de Ciper-Chile1 un breve artículo, a modo de reseña, sobre el libro Democracia y poder constituyente.2 Este texto funciona más como un pre-texto para deslizar ciertas críticas a la izquierda, pues Fontaine usa la reseña para plantear dos cuestiones clave: una, que al indicar que la izquierda no tiene una noción propia de “gubernamentalidad”, Michel Foucault dejaría entrever, en sus cursos de 1979, su “atracción” hacia el neoliberalismo; y dos, que el propio Foucault habría sugerido que la izquierda no sabe gobernar porque 1 Arturo Fontaine, “Crisis actual del socialismo y gobernamentalidad en Foucault”, fecha de acceso 19 de agosto 2017, http:// ciperchile.cl/2017/01/03/crisis-actual-del-socialismo-y-gobernamentalidad-segun-foucault/ 2 Gonzalo Bustamante Kushel y Diego Sazo, Democracia y Poder Constituyente. (Santiago de Chile: FCE, 2016). Introducción · 17 carece de una noción propia de gobierno: “Foucault planteó, en su etapa final, la falta de lo que llamó ‘gouvernementalité’ (‘gobernamentalidad’) propia del socialismo. ‘El socialismo carece de gobernamentalidad autónoma’, afirma”3 –dice Fontaine. Al ser uno de los intelectuales más importantes de la derecha neoliberal chilena, el texto de Fontaine resulta estratégico: para criticar a los autores de “izquierda” que escriben en dicho libro, Fontaine debe apropiarse del autor que funciona como su operador más decisivo: Foucault. Y entonces, Fontaine vía Foucault plantea que la izquierda carecería de un concepto propio de “gubernamentalidad” y, por tanto, de un concepto propio de economía. De esta forma, la izquierda solo podría gobernar gracias a la noción liberal de gobierno. Al requerirle, la izquierda estaría condenada a gobernar como la derecha, haciendo del liberalismo –y del neoliberalismo en particular– el único paradigma de gobierno, la única forma capaz de gobernar. Pero ¿por qué Fontaine plantea que las lecciones de 1979 constituyen parte de la “etapa final” de Foucault, si sabemos que después de ese año no dejó de hacer clases en el Collège de France y derivó hacia los problemas de la ética, hasta su muerte en 1984? Fontaine no lo aclara. Lo da por supuesto. Ahora bien, ¿dice aquella clase lo que Fontaine dice que dice? En lo inmediato, Fontaine pretende desactivar a los intelectuales de izquierda que articulan una crítica 3 Fontaine, “Crisis actual del socialismo y gobernamentalidad en Foucault”. 18 · Estudios en gubernamentalidad al neoliberalismo transformando al antídoto Foucault en su veneno más eficaz.4 Desde esta lectura, el efecto no podría ser más dramático: los teóricos de izquierda se han nutrido de un neoliberal; sin saberlo, la izquierda ha sucumbido a Hayek vía Foucault y no ha leído bien la apuesta foucaulteana, pues ha intentado una crítica al neoliberalismo con las armas que, inevitablemente, le conducían a él. Para empezar, es clave advertir que la constelación de pensamiento en la que se imbrica Fontaine sigue la vía planteada por los investigadores (paradójicamente provenientes de la izquierda francesa) Geoffroy Lagasnerie y Daniel Zamora. En el último tiempo, estos autores han puesto en circulación ciertas tesis que enfatizan la singular relación que supuestamente Foucault habría mantenido con el neoliberalismo 4 Quizás una de las primeras veces en que en Chile se plantea la idea de que Foucault se habría inclinado por el neoliberalismo sea la publicación de Eugenio Tironi titulada No. En ella el sociólogo reconstruye, sólo citando a Lagasnerie (y no a Foucault), el supuesto periplo de Foucault desde su inclinación por las izquierdas hasta abrazar el neoliberalismo. Al igual que Fontaine en el texto que comentamos, la operación de Tironi también redunda en un ideologismo febril: trata de justificar, en un descaro de proporciones, su propia conversión al neoliberalismo a partir de la figura de Foucault. Así como el intelectual francés era de izquierdas y polemizó con la izquierda de su tiempo para abrazar al neoliberalismo, también Tironi dice haber llegado a entender que era necesario volcarse hacia el neoliberalismo para, yendo a contrapelo de la izquierda, renovar a las izquierdas. Eugenio Tironi, Sin miedo, sin odio, sin violencia. Una historia personal del NO. (Santiago de Chile: Ariel, 2013). Introducción · 19 en sus clases de 1979, tituladas El nacimiento de la biopolítica.5 Para Lagasnerie, Foucault se habría sentido atraído por el neoliberalismo puesto que su modelo le habría permitido adoptar una analítica más allá del modelo político-estatal: “[…] Foucault vio en los conceptos de ‘mercado’, ‘racionalidad económica’, homo oeconomicus, etc. instrumentos críticos sumamente poderosos que permitían descalificar el modelo del Derecho, la Ley, el Contrato, la Voluntad General, etc. Ese paradigma abre paso a la posibilidad de hablar un lenguaje que no sea el del Estado.”6 Según Lagasnerie, Foucault habría encontrado en el neoliberalismo un paradigma que le posibilitó pensar más allá del léxico político-estatal. La hipótesis de Lagasnerie no plantea que Foucault haya abrazado ideológicamente al neoliberalismo en contra de la izquierda, sino tan solo que le habría adoptado como “estrategia” “contra la sociedad disciplinaria” en orden a elaborar nuevas prácticas de “desujeción”.7 En este sentido, diremos que la hipótesis de Lagasnerie sostiene que la atracción foucaulteana por el neoliberalismo habría sido una “estrategia” para reinventar a la propia izquierda, pero en ningún caso suscribiría el que tal estrategia terminara en una adscripción ideológica clara. 5 Michel Foucault, El nacimiento de la biopolítica. Clases en el Collège de France 1978-1979. (Buenos Aires: FCE, 2006). 6 Geoffroy De Lagasnerie, La última lección de Michel Foucault. Sobre neoliberalismo, la teoría y la política. (Buenos Aires: FCE, 2015), 97. 7 Ibídem, 113. 20 · Estudios en gubernamentalidad Para Daniel Zamora, la atracción foucaulteana por el neoliberalismo no sería una simple “estrategia”, como plantea Lagasnerie, sino que constituiría una adscripción mucho más profunda: Foucault –dice Zamora– estuvo altamente atraído al liberalismo económico: él vio allí la posibilidad de una forma de gubernamentalidad que era mucho menos normativa y autoritaria que la de la izquierda socialista y comunista, a la que él veía como totalmente obsoleta. Él vio especialmente en el neoliberalismo una forma de política “mucho menos burocrática” y “mucho menos disciplinaria” que aquella ofrecida por el estado de bienestar de la posguerra […] Nuestra perspectiva es que él lo usa [al neoliberalismo] como más que sólo una herramienta: él adopta la visión neoliberal para criticar a la izquierda.8 Si bien Zamora parece estar de acuerdo con la hipótesis estratégica de Lagasnerie, reconoce que su propia hipótesis va más allá, postulando que Foucault no se habría sentido “atraído” al neoliberalismo económico simplemente como una “estrategia” para reinventar la izquierda, sino para articular una crítica de la izquierda de la que el propio Foucault se habría alejado, “adoptando” directamente la visión 8 Daniel Zamora, “¿Podemos criticar a Foucault? Foucault como neoliberal”, fecha de acceso 19 de Agosto de 2017, https://andoenpando.wordpress.com/2015/01/07/podemos-criticar-a-foucault-foucault-como-neoliberal/ Introducción · 21 neoliberal. Digamos que la hipótesis de Zamora es ideológica, pues no contempla a un Foucault atraído por el neoliberalismo como parte de una estrategia, sino a un Foucault que supuestamente “adopta la visión neoliberal” como tal. Sin embargo, tanto la hipótesis estratégica de Lagasnerie como la ideológica de Zamora, referidas al hecho de que la “atracción” foucaulteana por el neoliberalismo tendría que ver con el modo en que una razón gubernamental viene a sustituir a una teoría del Estado, resultan problemáticas si recordamos que Foucault no tuvo que esperar al paradigma del neoliberalismo para desplazarse metodológicamente al paradigma de la soberanía. En lo que se refiere a sus primeros trabajos dedicados al problema del saber y el discurso (Las palabras y las cosas, La arqueología del saber), Foucault interroga radicalmente al dispositivo soberano, desplazando la función autoral para problematizar la de la episteme. En esta misma lógica, sus clases de 1976 recurrieron a la famosa “hipótesis Nietzsche”9 en contraste con la “hipótesis Hobbes”, en función de articular una analítica que contemplara la lucha de fuerzas que atraviesan los cuerpos, descentrando la perspectiva de la clásica visión estatalista (la “hipótesis Hobbes”) y mostrando el modo en que los cuerpos no están simplemente confiscados a la captura estatal: “[…] ¿podemos encontrar –pregunta Foucault– por el lado de la relación belicosa, por el lado del 9 Edgardo Castro, “Categorías de la filosofía política contemporánea: gubernamentalidad y soberanía”, Revista de Filosofía y Teoría Política 35 (2004): 39-69. 22 · Estudios en gubernamentalidad modelo de la guerra, por el lado del esquema de la lucha, de las luchas, un principio de inteligibilidad y análisis político, descifrado, por lo tanto, en términos de guerras, luchas y enfrentamientos?”10 Foucault intenta buscar otro referente metodológico para enfrentar al clásico paradigma de la filosofía política. Como ocurría respecto del discurso, también respecto del poder Foucault intentará liberar los análisis de la filosofía política moderna centrados excesivamente en el problema político-estatal del poder, para comenzar a trabajar en torno a la cuestión de las “relaciones de poder”. No se tratará jamás de “el poder” como de las “relaciones de poder”, nunca de un centro soberano, sino de una red o conjunto de redes de relaciones de poder. Si el análisis clásico privilegia el esquema soberano al enfocarse en el orden y, según Foucault, asentarse en la filosofía política de Hobbes, la “hipótesis Nietzsche” posibilitará pensar las luchas que van más allá de un marco político-estatal, y que acontecen en la inmanencia de las prácticas. De hecho, en su clase del 21 de enero de 1976, Foucault problematiza el modo en que el “modelo jurídico de la soberanía” entiende al poder y cómo este no estaba: “[…] adaptado a un análisis concreto de la multiplicidad de relaciones de poder.”11 A diferencia de lo que sostienen tanto Lagasnerie como Zamora, será Nietzsche y no Hayek, será la inmanencia 10 Michel Foucault Defender la sociedad. Clases en el Collège de France 1975-1976. (Buenos Aires: FCE, 2000), 33. 11 Ibídem, 49. Introducción · 23 de los cuerpos y no el despliegue del mercado, lo que da la pista a Foucault para desarrollar su singular “analítica” que, tres años más tarde, extenderá a la cuestión neoliberal. En esta vía, los trabajos de Lagasnerie y Zamora han dado excesivo énfasis a la cuestión del neoliberalismo –considerándolo como la matriz de una estrategia o el tardío reducto de una adopción ideológica–, perdiendo de vista que, desde sus primeros trabajos, la propuesta foucaulteana asume una crítica histórico-filosófica orientada a trazar una “ontología histórica acerca de nosotros mismos”: Tres dominios de la genealogía son posibles –responde Foucault en una entrevista ofrecida en 1983–. Primero, una ontología histórica de nosotros mismos en relación con la verdad, a través de la cual nos constituimos como sujetos de conocimiento; segundo una ontología histórica de nosotros mismos en relación con el campo de poder, a través de la cual nos constituimos como sujetos que actúan sobre otros; y tercero, una ontología histórica en relación con la ética, por medio de la cual, nos constituimos como agentes morales.12 ¿Cómo hemos llegado a ser lo que somos? Esa es la pregunta que se deslinda en la articulación genealógica de estos “tres 12 Michel Foucault, “La estructura de la interpretación genealógica”, en El yo minimalista y otras conversaciones, Michel Foucault. (Buenos Aires: Biblioteca de La Mirada, 2003), 62. 24 · Estudios en gubernamentalidad dominios”. ¿Cómo nos hemos constituido como “sujetos del conocimiento”, como “sujetos que actúan sobre otros” y cómo nos constituimos en “agentes morales”? Problema histórico-filosófico que desplaza la supuesta evidencia del sujeto (del conocimiento, del poder o de la ética) por una interrogación radical acerca de su historicidad. Foucault no esperó al neoliberalismo para tomar de él su matriz y desplazar la cuestión de la soberanía, como creen Lagasnerie o Zamora, sino que desde sus primeros trabajos desafió las diferentes formas de soberanía y abrió la cuestión de la “ontología histórica” en aras de pensar el presente. Como veremos, será esta apuesta la que exhiba la an-arquía inmanente al pensamiento foucaulteano en el que falta toda presuposición de un origen, principio o sentido. 1.2. Más allá del bien y el mal, no se trata de reivindicar a un cierto Foucault “verdadero” en contra de un Foucault “falso”, sino de atender a que el autor aquí en cuestión es parte de una guerra por la verdad cuya intensidad consiste en la articulación de una singular tecnología académica (y de la academia como tecnología) orientada a hacer que Foucault confiese su más prístina verdad, a inventar a un Foucault “autoral” al precio de neutralizar su fuerza. Cuando Fontaine adhiere secretamente a los trabajos de Lagasnerie y Zamora (sin citarles), no está haciendo otra cosa que recurrir a la autoridad filosófica de cierta izquierda francesa para indicarle a una cierta “izquierda” chilena (un término espectral en el texto de Fontaine, que equipara imprecisamente Introducción · 25 a Maduro con Podemos y a ambos con el Frente Amplio) que está equivocada, que no ha leído bien; que Foucault podría haber sido de izquierdas, pero que llegó a la misma conclusión de los teóricos neoliberales y conduciría a cualquier visión de izquierdas a su “renovación” aceptando así la noción neoliberal de gobierno: la izquierda no posee una noción “autónoma” de gubernamentalidad y, por tanto, no podría gobernar si es que pretende eliminar de su horizonte político a la economía liberal y el respeto último a la propiedad privada. Fontaine se viste de ropajes foucaulteanos, pero en rigor opera como su inquisidor. Pretende sonsacar su verdad, aprisionarle para que confiese que, en el laberinto de su pensamiento, habría terminado siendo “atraído” por el neoliberalismo. ¿Qué designa “atracción” aquí? ¿El inconfesable deseo de un Foucault que, en el fondo, estaba con Thatcher y Pinochet, con Hayek y los Chicago Boys? ¿Qué es “atracción” si no el significante de quien atribuye un estatuto autoral a una fuerza, una identidad a quien trabajó cada vez para rehuir de ella? ¿Quién puede decir “atracción” sino aquel que cree ver un “detrás” donde la an-arquía foucaulteana no hacía otra cosa que esforzarse por diseminar todo origen e identidad? Más sintomático aún resulta que en esta exposición Fontaine no haga referencia alguna a la figura del poder pastoral cristiano que, en sus clases de 1978, Foucault había identificado como la matriz genealógica desde la cual se habría inaugurado la gubernamentalidad y, con ello, la deriva del liberalismo moderno y sus consecuentes “ordo” y “neo” 26 · Estudios en gubernamentalidad liberalismos. O quizás sí, pero no lo dice. Lleva el pastorado como tecnología de poder en la exposición de su propio texto, en la misma articulación del dispositivo que pretende sonsacar una identidad neoliberal a Foucault. Como guardián de la ortodoxia neoliberal, Fontaine ha visto el mayor peligro en las clases de Foucault: el germen de una cierta izquierda intelectual que rechaza la gubernamentalidad neoliberal, la posibilidad de conducirnos de otro modo y de transformarnos a nosotros mismos. Como alguna vez Tomás de Aquino hizo con Aristóteles, Fontaine intenta hacer con Foucault: legitimar el estudio de Foucault, pero purificarlo bajo la seña “neoliberal”. Sin la opacidad que le caracteriza, se trata de un Foucault exento del gesto por el que experimenta el temblor del acontecimiento y la an-arquía de su pensamiento. Fontaine quiere un Foucault sin acontecimiento, en que el pensamiento quede confiscado por la fuerza hegemónica del mercado. La interrogante foucaulteana ha podido circular en nuestros precarios espacios de lectura y reflexión solo al precio de intentar neutralizar un pensamiento bajo el peso de una identidad. Se trata de hablar de Foucault, leer sus libros, escribir sobre él, hacerlo parte de la mercaduría del capital y así privarle de la fuerza del acontecimiento, despojándole del gesto por el que él mismoarticula pensamiento e historia. El nombre de Foucault ha comenzado a circular al precio de pasar por múltiples dispositivos –académicos o no– que operan para hacerle “confesar” sus posiciones, para supuestamente mostrar quién “realmente” es. Introducción · 27 Como si tras su nombre se escondiera un “genio maligno” en el que se alojara la verdadera identidad. Y, sin embargo, todo el trabajo foucaulteano no va más que “tras lo singular”,13 articulando una serie de gestos que le permiten sortear a los innumerables dispositivos (entre ellos a la filosofía) y abrazar la intensidad del acontecimiento. A esta luz, aquello que discontinúa la serie, lo que irrumpe de improviso, es a lo que Foucault aboca todo su trabajo. Su gesto no cabe en la estrechez de una identidad, menos aún en el dispositivo confesional que lo produce. Porque solo en la medida en que nos abocamos a una ontología del presente es que recurrimos tanto a la arqueología como aquella indagación en torno a las condiciones de positividad de los discursos (el régimen de verdad que los hace aceptables), como a la genealogía entendida al modo de una estrategia que intenta restituir las condiciones de aparición de una singularidad en la inmanencia de sus luchas y en la heterogeneidad de sus fuerzas.14 Se trata de pensar, por tanto, la imbricación entre filosofía e historia como una tarea política que permita no solo dilucidar cómo hemos llegado a ser lo que somos, sino también formular la pregunta acerca de la posibilidad de ser de otro modo.15 13 Tuillang Yuing Alfaro, Tras lo singular. Foucault y el ejercicio del filosofar histórico. (Viña del Mar: Cenaltes, 2017). 14 Michel Foucault, “¿Qué es la crítica?” en Sobre la ilustración. (Madrid: Tecnos, 2003), 39. 15 Wendy Brown, La política fuera de la historia. (Madrid: Enclave, 2014). 28 · Estudios en gubernamentalidad Foucault es hostil al pastorado. No se deja docilizar por el juego de los dispositivos. Foucault no confiesa quién es. Problematiza al sujeto moderno constituido por años de pastorado y le hace experimentar una inquietud. Un Foucault transparente, prístino a los ojos de la verdad, tranquiliza a las conciencias, permite que los neoliberales respiren sin temor y puedan incluso celebrar que, hasta el teórico más radical, podía sentirse atraído por la nueva doctrina y sus dogmas. Supuestamente, como los neoliberales, Foucault acentúa la flexibilidad de los dispositivos, rechaza la disciplina y, hasta cierto punto, deja de lado la perspectiva político-estatal. ¿Cómo, entonces, no ver en Foucault a un aliado de la razón neoliberal antes que una amenaza? Y, a la inversa: ¿cómo no exhibir su gesto como aquél discurso moral que les dice a las izquierdas que, como Foucault, la alternativa no es más que aceptar la gubernamentalidad neoliberal como garante de la democracia o derivar a un autoritarismo sin retorno? Si no se trata de ingresar en la grilla de un Foucault “falso” contra uno “verdadero” –se trata más bien de atender a la guerra por la verdad que aquí se juega–, es porque el gesto foucaulteano por excelencia abre su pensamiento como una experiencia de lo singular. Como tal, Foucault irrumpe incapturable a cualquier lógica identitaria e invita a resistir con él. Que cierta izquierda diga que Foucault no sirve porque es neoliberal o que lo celebre la derecha poco importa. Ambas funcionan como técnicas “pastorales” orientadas a gobernar una fuerza que pulsa en la superficie. Un Foucault indócil, Introducción · 29 ingobernable, es aquel que no deja de ofrecer perspectivas para nuestro presente. Un Foucault que no se deja sitiar –ni en su vida ni en su muerte–, que no cabe en marco alguno, es un Foucault an-árquico (no “anarquista”) cuya fuerza parece estar presente desde sus primeros trabajos: “No me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. Que nos deje en paz cuando se trata de escribir.”16 El trabajo de escritura se fragua como el gesto de resistirse a confesar “quién es”, como la lucha por no dejarse capturar por el dispositivo identitario, por la dislocación de la “moral de estado civil” regida por la primacía del autor. Por esto, un Foucault an-árquico es aquel que nos reenvía a un campo de flotación en el que nuestras formas, identidades y contornos se dislocan, experimentando la intensidad de lo histórico en el énfasis puesto en las fracturas y discontinuidades, en la apuesta por la singularidad de las racionalidades (y no en la “racionalización”, como ocurre con el “weberismo” presente en la Escuela de Frankfurt) y en la renuncia a cualquier “prescripción” ofrecida desde la posición del intelectual.17 Un Foucault an-árquico es aquel gesto capaz de pensar lo impensado y que no solo designa la resistencia a las innumerables formas de captura del pensamiento, sino también a la posibilidad de abrirnos a la invención de nosotros mismos 16 Michel Foucault, La arqueología del saber. (México: Siglo XXI, 1970), 29. 17 Brown, La política fuera de la historia. 30 · Estudios en gubernamentalidad más allá de la forma “empresa”, promovida por la actual razón neoliberal.18 1.3. “[…] no creo que haya por el momento gubernamentalidad autónoma del socialismo.”19 –dice efectivamente Foucault en su clase del 31 de enero de 1979. Pero ¿cómo leer dicha afirmación en una clave diferente de la que nos proponen Lagasnerie y Zamora y que Fontaine reinterpreta ideológicamente para destrozar a una izquierda que, por no ser (neo)liberal supuestamente no sabría gobernar? Fontaine se apresura, quizás; Lagasnerie y Zamora también. No se trata de una defensa del neoliberalismo ni para disponerlo como “estrategia” ni tampoco para asumirlo “ideológicamente”. Se trata de algo mucho más oscuro y esquivo, que concierne a tres asuntos clave. Primero, al intento foucaulteano de trazar una analítica del neoliberalismo atendiendo a su novedad (al acontecimiento que se pone en juego en el cambio entre la gubernamentalidad liberal y la neoliberal). Segundo, yendo a contrapelo de la izquierda de su tiempo, de pensar nuevas prácticas de resistencia en el seno del nuevo “régimen de veridicción” de corte neoliberal que se está imponiendo; prácticas que –tal como indica Lagasnerie– permitan concebir otra izquierda más allá de las formas disciplinarias articuladas por el socialismo real. Tercero, 18 Rodrigo Karmy, “Michel Foucault, un pensador de la soberanía: notas por una genealogía de la vida ética”. Revista Aurora 37 (2013): 13-41. 19 Foucault, El nacimiento de la biopolítica, 118. Introducción · 31 Foucault pone en juego una suerte de crítica antihumanista que pretende mostrar que, si bien se trata de pensar en la relación sujeto-verdad, ello debe hacerse solo en el declive de cualquier horizonte antropológico. La querella antropológica cuya fuerza se anuncia en la tríada decimonónica articulada por Max Stirner, Ludwig Feuerbach y Karl Marx, y cuya reverberación pervive en Friedrich Nietzsche, terminará consumándose en la idea foucaulteana de que el “hombre” no es más que un “desgarrón” inmanente al orden del discurso: Por extraño que parezca –escribía Foucault en Las palabras y las cosas– el hombre –cuyo cimiento es considerado por los ingenuos como la más vieja búsqueda desde Sócrates– es indudablemente sólo un desgarrón en el orden de las cosas, en todo caso una configuración trazada por la nueva disposición que ha tomado recientemente el saber. De ahí nacen todas las quimeras de los nuevos humanismos, todas las facilidades de una “antropología”, entendida como reflexión general, medio positiva, medio general, sobre el hombre. Sin embargo, reconforta pensar que el hombre es sólo una invención reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecerá en cuanto éste encuentre una forma nueva.20 20 Michel Foucault, Las palabras y las cosas (México: Siglo XXI, 2008), 8-9. 32 · Estudios en gubernamentalidad Invención reciente, el “hombre”, un desgarrón sin esencia alguna, exento de naturaleza, tan solo una inquietud en la circulación significante, da curso a los “nuevos humanismos” dentro de los cuales, sin duda, estarán el liberalismo y el socialismo como dos proyectos cuya convergencia se encuentra en un mismo horizonte antropológico. Tras el lenguaje no hay sujeto, tras el poder no hay voluntad, tras la ética no habrá nada más que inmanencia de las prácticas. Superficie y no profundidad, relaciones contingentes y no universalidad antropológica: “[…] hay que despertar de ese sueño antropológico como antaño nos despertamos del sueño dogmático.”21 Como un nuevo gesto kantiano, Foucault se apresta a inquietar las categorías heredadas por el “sueño dogmático” de la antropología moderna: conciencia, persona, sujeto y autor, entre otras, y de las que el propio Kant fue responsable. En esta vía, ¿quién vive tras Foucault? Nadie. Todo se resuelve en la “conquista del anonimato”22 que cruzará cada uno de sus trabajos desde finales de los años sesenta hasta 1984 y que orientan su apuesta como un gesto permanente de resistencia frente a la “moral de estado civil”. La afirmación de que el socialismo carece de una “gubernamentalidad autónoma” cobra sentido aquí: la idea socialista de “hombre” no fue una noción “autónoma”, toda vez que 21 Michel Foucault, “Filosofía y psicología. Conversación con Alain Badiou”, en ¿Qué es usted, profesor Foucault? Sobre la arqueología y su método. (Buenos Aires: Siglo XXI, 2013), 51. 22 Idem. Introducción · 33 habría sucumbido a la norma antropológica burguesa; bajo ese prisma, la crítica foucaulteana constituye una apuesta para su desactivación. ¿Acaso no contemplamos aquí la seña de un Louis Althusser que nos alertaba acerca de los peligros del “hombre”?23 ¿No está en juego también la huella de lo que un Georges Bataille afirmaba sobre Nietzsche, al indicar que su carácter “póstumo” hacía su pensamiento irreductible al “racionalismo” de las izquierdas y al “voluntarismo” de las derechas?24 ¿Cómo pensar más allá del humanismo yendo más allá de la forma del hombre como sujeto y agente del pensamiento sobre el cual se articuló el “sueño dogmático” de la antropología moderna? La afirmación foucaulteana del curso de 1979 que ha destacado Fontaine para sus propios fines ideológicos pierde de vista que, en Foucault, siempre estará en juego una apuesta histórico-filosófica que, articulada como una ontología histórica acerca de nosotros mismos, hace la experiencia de la falta de fundamento (no hay principio, origen o sentido), circunscribiendo su reflexión a las superficies (episteme, dispositivos, formas de subjetivación/saber, poder, ética) en las que se juegan cuerpos, fuerzas y el conjunto de sus luchas. Se trata de la arqueología y la genealogía como prácticas histórico-filosóficas que muestran el carácter an-árquico de nosotros 23 Louis Althusser, La revolución teórica de Marx, (México D.F: Siglo 2004). XXI, 24 Georges Bataille, “Nietzsche y los fascistas”, Revista Acéphale. Religión. Sociología. Filosofía. 1936/1939, (2005): 35-58. 34 · Estudios en gubernamentalidad mismos. No habrá un sujeto de la historia, ni profundidad en la subjetividad; tan solo la inmanencia de prácticas en cuya historicidad la filosofía podrá vislumbrar la posibilidad de ser de otro modo. En este registro, no solo los análisis de Lagasnerie y Zamora desvían el camino, sino que Fontaine equivoca el paso cuando lee esa afirmación de Foucault desprendida de la problematización foucaulteana en torno al humanismo. Mientras Foucault subraya el fin del humanismo y la exigencia filosófica para atender al “desgarrón”, Fontaine intenta restituirlo en la forma antropológica del neoliberalismo: “Es cierto que nadie es más humanista que los tecnócratas.”25 –decía Foucault a Badiou. ¿Acaso el discurso neoliberal –cuya articulación tecnocrática no deja de asolar al planeta en la actualidad– no se presenta como una forma de “mejoramiento del hombre” que promete progreso, crecimiento y libertad, compartiendo así el “sueño dogmático” de la antropología moderna que, sin embargo, Foucault nos invita a disipar? Según sugerencia de Lagasnerie, si las lecciones de 1979 trabajan en la vía de pensar nuevas prácticas emancipatorias adecuadas a la época neoliberal, Fontaine (y Zamora) las lee bajo la peligrosa rúbrica de una adhesión. Como si Fontaine hubiera olvidado la fontaine de Foucault, intentando producir una última confesión que él hubiera legado como 25 Foucault, “Filosofía y psicología. Conversación con Alain Badiou”, 51. Introducción · 35 testamento: aquella que dice que, en realidad, terminó convirtiéndose en “neoliberal”, obliterando la an-arquía abierta por la hipótesis del “fin del hombre”. Con la autoridad de Lagasnerie y Zamora, Fontaine invita a los inquietos a tranquilizarse, a los izquierdistas a neoliberalizarse y a los foucaulteanos a preñarse de la verdad revelada por la célebre “filosofía de la libertad”. Ahora bien, ¿qué es el neoliberalismo para Foucault? No es una simple teoría económica (como piensan los teóricos neoliberales), tampoco solo una ideología de clase (como piensan los teóricos marxistas); es, más bien, una forma precisa de gubernamentalidad ceñida a lo que podríamos llamar el “modelo alemán”. La puesta en juego de esta singular técnica de gobierno (una técnica entre otras que se han articulado históricamente) muestra que para Foucault la economía no resulta ser una simple “infraestructura”, como pensaría la tradición marxista, pero tampoco una simple “mano invisible” o un “orden espontáneo”, como pensaría la tradición liberal y neoliberal respectivamente, sino una verdadera razón política que articula un modo preciso –y absolutamente novedoso– de gobernar. Porque si bien Foucault se opone al análisis de la “fascistización del Estado” que cierta izquierda está llevando a cabo en ese entonces, es porque subraya el desplazamiento de la “gubernamentalidad de Estado” que, en su momento, habría quedado capturada por la “gubernamentalidad de partido” (el fascismo), por la búsqueda de una “gubernamentalidad liberal” que, como nueva razón política, inaugura al neoliberalismo como un 36 · Estudios en gubernamentalidad verdadero “régimen de veridicción”, esto es, como un nuevo horizonte de inteligibilidad que transformará todo el léxico político-estatal de la tradición política en un nuevo léxico económico-gestional.26 He aquí el acontecimiento al que Foucault será enteramente fiel. El surgimiento de lo nuevo, a contrapelo de los teóricos de su tiempo, que será pensado por él en un ejercicio cuya an-arquía hará de su pensamiento un gesto radicalmente intempestivo. No se trata de la represión del Estado, como de los modos de articulación de una nueva razón gubernamental. No se trata del estruendo del fascismo, como de la silenciosa operación de la democracia. Foucault no esperó a Hayek, sino que siguió el juego de Nietzsche para pensar de modo radicalmente an-árquico, sin principio, origen o sentido alguno. ¿Cómo podríamos decir que la razón neoliberal ofrece la an-arquía que nos lega Foucault, cuando la libertad no es nada más que el juego de un “orden espontáneo”, cuando el propio Hayek no puede pensar a los cuerpos más allá la forma del “capital humano”? Una an-arquía contra la anarquía del capital. Un alma emprendedora articulada por la nueva razón neoliberal se ha vuelto la nueva “prisión del cuerpo”. Y Foucault pretende notificar a la izquierda de su tiempo sobre dicha nueva articulación. Porque si hay “atracción” en Foucault hacia la nueva razón neoliberal, esta será una “atracción” por la discontinuidad abierta entre la gubernamentalidad del liberalismo clásico 26 Foucault El nacimiento de la biopolítica, 225. Introducción · 37 y la del nuevo neoliberalismo. Preñada de una “fobia al Estado”, la izquierda de su tiempo se enfrenta a un Foucault que cumple la función intelectual de advertir la peligrosa convergencia de esta con la “fobia” que muestra la misma razón neoliberal. La clave consiste no en pensar al Estado, sino en concebir el modus operandi de la nueva razón gubernamental. He aquí el disenso entre el diagnóstico foucaulteano y el de la izquierda del momento. Un diagnóstico que aferra al acontecimiento y que hace del trabajo filosófico un gesto intempestivo que responde al brío de su actualidad. 2. La an-arquía Foucault 2.1. El conjunto de ensayos que se ofrecen aquí fueron presentados en el Seminario Permanente del Núcleo Transdisciplinar de Estudios en Gubernamentalidad durante el año 2017. Se trataba de una experiencia colectiva en la que debatíamos acerca de los diferentes usos (y no apropiaciones) de Foucault desde nuestros respectivos trabajos. Muchos de ellos tentativos, otros un poco más elaborados, todos se plantearon como eje la cuestión de la “gubernamentalidad”. Sin embargo, dicho término no se articula de un modo claro y distinto. Antes bien, se trata de una noción cuyos sentidos Foucault va explorando únicamente a partir de sus clases en el Collège de France de 1978, tituladas Seguridad, territorio, población. En ellas, el término gubernamentalidad comienza poco a poco a desplazar, en lo que a la discusión genealógica concierne, a la noción de biopoder. De hecho, llega un punto 38 · Estudios en gubernamentalidad en que el biopoder encontrará una inteligibilidad sólo a la luz de la gubernamentalidad. Tal desplazamiento se produce por la propia deriva de la noción de biopoder en cuatro momentos claves. El primer momento corresponde a su aparición, en 1974, para designar al proceso de medicalización de la vida social característico de la modernidad. El segundo momento lo encontramos en la publicación del primer tomo de Historia de la sexualidad publicado en 1976, en el que Foucault indaga sobre el biopoder en relación al problema de la soberanía (el poder de muerte). El tercer momento se encuentra en sus clases de 1976, Hay que defender la sociedad, en que el biopoder se anuda a la “guerra de razas” para, en un cuarto momento, imbricarse con la economía en Seguridad, territorio, población (1978).27 Es aquí justamente cuando se vincula el término biopoder con el novedoso término de gubernamentalidad, cuya historia Foucault identifica con la del liberalismo. Sin embargo, es en el mismo momento de su aparición que la noción de gubernamentalidad asume, al menos, tres derivas que abren diferentes aristas de esta nueva racionalidad. En primer lugar, una definición “estratégica” que define a la gubernamentalidad como: “[…] el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis, reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien 27 Edgardo Castro, Lecturas foucaulteanas. Una historia conceptual de la biopolítica. (Buenos Aires: UNIPE, 2011). Introducción · 39 específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad.”28 La definición estratégica pone el énfasis en tres aspectos clave de esta nueva forma de ejercicio del poder: en primer lugar, de un poder que “tiene como blanco la población” y no el pueblo. Si este último constituía el sujeto político-estatal, el término “población” reconduce a dicho sujeto a un conjunto de seres vivientes económicamente administrables. En segundo lugar, la gubernamentalidad opera en base a una forma específica del saber según la cual la economía política establece una hegemonía sobre el resto de los saberes. La economía política y no la clásica “ciencia política”, sobre la que los gobernantes basaban su práctica, se erigirá como el “saber mayor” que determinará progresivamente las prácticas del Estado. En tercer lugar, la puesta en juego de unos dispositivos que Foucault denomina “de seguridad”. Como él mismo ha explicado con anterioridad, esta seguridad consiste en un conjunto de mecanismos centrífugos (y no centrípetos, como la disciplina) que ya no opera con el criterio normativo de lo permitido y lo prohibido, sino con el criterio económico del costo y el beneficio; que no prescribe desde una norma, sino que simplemente regula en función de una curva estadística orientada a la normalización (y no a la “normación”, circunscrita a la operación disciplinaria y no securitaria, como especificará Foucault en otro sitio). 28 Michel Foucault, Seguridad, territorio, población. Clases en el Collège de France 1978-1979. (Buenos Aires: FCE, 2006), 136. 40 · Estudios en gubernamentalidad En segundo lugar, Foucault juega con una definición “genealógica” en que pondrá en juego la dimensión histórica de dicha racionalidad: […] entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no dejó de conducir, y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder que podemos llamar “gobierno” sobre todos los demás: soberanía, disciplina, y que indujo, por un lado el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno (y por otro) el desarrollo de toda una serie de saberes.29 La gubernamentalidad no es solo una forma precisa de ejercicio del poder basada en el modelo económico, es también una “línea de fuerza” que comenzó a imponerse por sobre la soberanía y la disciplina, y que la literatura comenzó a denominar “gobierno”. Se trata de una forma histórica que pugnó con otras formas de ejercicio del poder y que, según Foucault, desarrolló una serie muy específica de “aparatos de gobierno” junto con un haz de “saberes” muy precisos. El “gobierno” encontraría una raíz inicialmente hebrea, pero realizada con todas sus consecuencias gubernamentales en la forma del poder pastoral cristiano que se caracterizará por dirigir a un “rebaño en movimiento”, más que dominar un territorio; el pastor “guía y conduce al rebaño”, debiendo 29 Idem. Introducción · 41 reunir a los individuos dispersos e impedir su descarrío; el pastor debe asegurar la salvación del rebaño atendiendo a cada una de sus ovejas para promover su salvación; el pastor ejerce su poder por el bien del rebaño y, como Cristo, se sacrifica por su rebaño de un modo que el otrora soberano no hacía.30 En estas cuatro características del pastorado se ponen en juego procesos de individualización apuntalados tanto en la “dirección de conciencia”, como en el “examen de conciencia” que, constituyendo inicialmente mecanismos presentes en el estoicismo, se configuraron como decisivos en el cristianismo. He aquí la diferencia central, el punto de innovación de esta “línea de fuerza” que atravesaría toda la historia política de Occidente. En tercer lugar, Foucault desarrolla una definición “historiográfica”, si se quiere, en el entendido de que pone énfasis en el proceso histórico de transformación del Estado de justicia medieval en el Estado administrativo de corte moderno: “[…] el proceso o mejor, el resultado del proceso en virtud del cual el Estado de justicia en la Edad Media, convertido en Estado administrativo durante los siglos XV y XVI, se “gubernamentalizó” poco a poco.”31 Clave es el uso que hace Foucault del término “gubernamentalidad” como un verbo que permite describir la mutación experimentada 30 Michel Foucault, “Omnes et singulatim. Hacia una crítica de la razón política”, en Tecnología del yo y otros textos afines (Buenos Aires: Paidós, 1996), 95-118. 31 Foucault, Seguridad, territorio, población, 136. 42 · Estudios en gubernamentalidad por la forma Estado. Como explicará en otros lugares, tal mutación tuvo lugar gracias a la progresiva implicación del poder pastoral cristiano –inicialmente, un dispositivo externo a toda formación estatal– en el seno del Estado soberano de corte territorial. En dicha conjunción de dos racionalidades disímiles del poder se produce la mutación descrita en esta tercera definición. Cristo será el paradigma pastoral de tipo gubernamental y César el paradigma soberano de tipo territorial, los cuales se enfrentan y complementan en la nueva definición del Estado moderno, en su complejo proceso de “gubernamentalización”. Las definiciones en torno a la noción de gubernamentalidad propuesta desde sus clases de 1978 permiten pensar la articulación entre sujeto, verdad y poder que ha tenido lugar en la historia de Occidente. Pero estas tres definiciones no se quedan ahí. Se agrega una cuarta que aparece en una conferencia que Foucault dictó en Vermont allá por 1979, titulada Tecnologías del yo. En esta, que tiene a Habermas por interlocutor implícito, definirá cuatro tipos de tecnologías: las de “producción”, que nos permiten transformar cosas; las de “sistema de signos”, que nos permiten usar símbolos y formas del lenguaje; las “tecnologías de poder”, que se enfocan en la determinación de la conducta de los individuos; y las “tecnologías del yo”, que configuran formas específicas de subjetividad. Sin embargo, Foucault plantea que dichas tecnologías jamás operan en solitario, sino que casi siempre en conjunto con otras. Es así como subraya que el foco de su interés ha estado en las dos últimas tecnologías cuyo Introducción · 43 “contacto” configura una noción precisa de la gubernamentalidad: “Este contacto entre las tecnologías de dominación de los demás y las referidas a uno mismo es lo que llamo gubernamentalidad.”32 En cierta medida, esta cuarta definición no es ajena a las tres que había planteado en sus clases del año anterior. Ante todo, porque tal “contacto” apunta precisamente al punto de confluencia entre dos diferentes racionalidades del poder que en Historia de la sexualidad aparecía en la forma del “envés” entre soberanía y biopoder, y que ahora toma fuerza a partir del “contacto” entre el poder pastoral cristiano como una específica tecnología del yo y el poder soberano como una específica tecnología de dominación. Sólo por tal “contacto”, Foucault podrá situar las formas de producción de subjetividad moderna. La polisemia de la noción de gubernamentalidad opera en las derivas de los diferentes ensayos aquí publicados, cuyo conjunto configura una trama infradisciplinaria que puede proponer diferentes “grillas” para pensar nuestra actualidad. Los Estudios en gubernamentalidad no pretenden establecer un canon acerca de qué debe entenderse por tal término como advertir sobre sus lógicas, no tienen por objetivo fundar un nuevo léxico político –o reemplazar uno ya existente– como complementar dichos análisis por una perspectiva menor. De acuerdo con esta, no caben ni lo “inter” ni lo “trans”, sino tan solo la precariedad, fragmentación y discontinuidad de lo “infra”. Es esa intensidad la que pulsa en la an-arquía 32 Foucault, Tecnologías del yo, 49. 44 · Estudios en gubernamentalidad que nos atraviesa, la que determina el naufragio de toda identidad y la que nos ofrece múltiples usos para el “trabajo infinito de recreación sobre nosotros mismos”. LUNA FOLLEGATI RODRIGO K ARMY Junio, 2017 Introducción · 45 I. Derivas teóricas: la gubernamentalidad y su deriva analítica Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad Kamal Cumsille Marzouka Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 49 l presente escrito tiene por objeto problematizar dos aspectos en el pensamiento de Foucault: 1. La problemática de la gubernamentalidad; y 2. La pregunta por las relaciones entre el sujeto y la verdad. Desde el comienzo, se traza un itinerario de la problemática del gobierno y el desplazamiento lexical desde la biopolítica hacia los dispositivos de seguridad. Por último, se aborda la pregunta por las relaciones entre sujeto y verdad, de manera de develar el modo en que esa pregunta, con la que Foucault recorre la cultura grecolatina, nos ilumina hoy para pensar nuestro modo de obedecer y ser gobernados.1 1 El material central para este trabajo lo constituyen los cursos Seguridad, territorio, población y Nacimiento de la biopolítica. Los cursos siguientes, como El gobierno de sí y de los otros, El coraje de la verdad y El gobierno de los vivientes, así como las conferencias del Dartmouth College, serán objeto de una investigación de próxima publicación en el marco del mismo Núcleo. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 51 1. La problemática del gobierno y la noción de gubernamentalidad La problemática del gobierno, lo que Michel Foucault denominará “gubernamentalidad”, se inserta en su trabajo a partir de su curso de 1978, Seguridad, territorio y población, en el que, luego de concluir su ciclo anterior (Defender la sociedad de 1976) con el tema de la biopolítica, se proponía continuar con el análisis del biopoder. Es entonces que, en la cuarta lección de su curso de 1978, aparece la problemática del gobierno de los hombres, la que pasará a ocupar un lugar central en todo su trabajo sucesivo. Con todo, cabe señalar que el biopoder y la biopolítica son nociones que Foucault ya había planteado hacia el final del primer tomo de Historia de la sexualidad (1976) y en su curso del mismo año ya mencionado. En consecuencia, la problemática de la “gubernamentalidad” se desprende de una discusión de Foucault en torno a una noción –la de biopolítica– que no durará mucho en su léxico (desplazándose luego a hablar de dispositivos de seguridad), pero que es importante como diagnóstico que acompaña a lo que será la gubernamentalidad. Las ideas de biopoder o biopolítica indican algo que no se puede excluir de la reflexión política de nuestra época, y sobre todo de lo que luego predominará en la reflexión foucaultiana –la problemática del gobierno–, a saber: la preocupación político-estatal por la vida biológica de los individuos. Biopolítica es algo tan simple y tan esencial para esta época como lo es que el Estado se preocupe por la vida de sus ciudadanos, 52 · Estudios en gubernamentalidad por la conservación de la vida biológica, por su salud, por su natalidad o mortalidad, causas y medidas de prevención, extensión de la esperanza de vida, es decir, de la longevidad, la reproducción, etc. Como indica Foucault, estos temas comienzan a preocupar novedosamente a los Estados a partir del siglo XVIII, en concreto, el hecho de que su control pase a formar parte de las tareas estatales, lo que es una particularidad de la política moderna. Para Foucault, habría que ponerlos bajo la categoría de biopolítica o biopoder, es decir, poder sobre la vida. Desde el comienzo del curso de 1978, inscribirá esta forma de poder dentro de una matriz de ejercicio del poder que difiere tanto del poder soberano, como del disciplinario: los “dispositivos de seguridad”. Así, serán los rasgos de estos dispositivos (como modos de operar), junto con la emergencia del fenómeno de la población (como sujeto-objeto productivo de gobierno) los que en la mentada cuarta lección –también apartada como ensayo titulado “La gubernamentalidad”– producirán el desplazamiento del tema de la biopolítica a la problemática del gobierno. “Cómo gobernarse, cómo ser gobernado, cómo gobernar a los demás, por quién se debe aceptar ser gobernado, cómo ser el mejor gobernante posible”;2 estas serán las preguntas que constituirán la inquietud central de la literatura política europea desde el siglo XVI (que como teoría se mantuvo bloqueada hasta el siglo XVIII), 2 Michel Foucault, “La gubernamentalidad”, Obras esenciales (Barcelona: Paidós, 2010), 838. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 53 y que darán lugar a una creciente “gubernamentalización” de las relaciones de poder, que es lo que caracterizaría a la política moderna, nuestra política. Es a partir de estas preguntas que Foucault, en aquella clase denominada “La gubernamentalidad”, se propone hacer el inventario de la problemática del gobierno. Por cierto, como el proyecto foucaultiano trata finalmente sobre las relaciones entre el sujeto y la verdad, de la historia de las veridicciones,3 entonces este inventario consiste, sobre todo, en identificar las condiciones que hacen que una determinada cosa, en una determinada época, se convierta en una problemática. Por otro lado, como se trata de las condiciones de veridicción de un asunto bien preciso, que es el tema del gobierno en todos sus niveles, a Foucault le interesa identificar cómo, desde entonces, el gobierno en su forma política –esto es el gobierno del Estado– adquiere diferentes preocupaciones y diferentes ideas sobre el buen gobierno 3 Con la expresión “historia de las veridicciones”, Foucault quería señalar la historia de las “posibilidades de verdad” de las cosas. Las condiciones de posibilidad para un asidero de las cosas como verdaderas. La veridicción es aquello que en La arqueología del saber es llamado la positividad de un discurso. Las positividades, dice: “Son aquello a partir de lo cual se construyen proposiciones coherentes (o no), se desarrollan descripciones más o menos exactas, se efectúan verificaciones, se despliegan teorías. Forman lo previo de lo que se revelará y funcionará como un conocimiento o una ilusión, una verdad admitida o un error denunciado, un saber definitivo o un obstáculo superado”. Ver Michel Foucault, La arqueología del saber (Buenos Aires: Siglo XXI, 2004), 305. 54 · Estudios en gubernamentalidad (que ha sido siempre la pregunta de la filosofía política). Por lo tanto, diferentes maneras de operar y actuar sobre los individuos, un modo de operar que, como veremos, no es posible si no es a partir de una imagen específica del sujeto, o bien, una imagen específica del hombre que constituye a un sujeto. Veamos pues, brevemente, este inventario de la problemática del gobierno. Foucault señala que desde el siglo XVI hasta fines del siglo XVIII, se dio en Europa toda una literatura sobre las “artes de gobernar” que ya se alejaba de los clásicos “espejos de príncipe”, pues su objetivo era otra cosa. Estos tratados ya no se referían a las “artes de gobernar” como la relación de equilibrio que debiera mantener un príncipe con sus súbditos, para preservar su lealtad y así garantizar la soberanía sobre el territorio que abarca su principado. En esta literatura, el gobierno será entendido de otra forma. Este cuerpo de textos constituye, según Foucault, una especie de literatura anti-Maquiavelo. Es aquí donde verá que esa otra cosa que van formulando esos tratados sobre las “artes de gobernar” es el gobierno entendido como una tecnología política. Ya veíamos que en la formulación de las preguntas que constituyen la problemática, Foucault en cierta manera se refiere a la diversidad de situaciones y, por lo tanto, niveles que abarca este asunto del gobierno, es decir, gobierno de sí mismo, de las almas (el cual, como dice nuestro autor, ha constituido el problema de la pastoral católica y protestante), de los niños (la pedagogía) y, finalmente, de los Estados. Este Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 55 fenómeno se daría por el cruce de dos procesos: 1. La instalación de los grandes Estados territoriales, administrativos, coloniales4; 2. Los procesos de Reforma y contra-Reforma, que van a poner en cuestión la manera bajo la cual se quiere ser dirigido espiritualmente, es decir, hacia la salvación.5 El cruce consistiría, por un lado, en concentración territorial, y por otro, en disidencia religiosa. Para Foucault, es tan significativa la etiqueta de literatura “anti-Maquiavelo” que, para identificar ciertos puntos relativos al gobierno del Estado en este cuerpo de textos, lo hace justamente oponiéndolos a El Príncipe. De hecho, algunos de los textos que cita se subtitulan “contra Maquiavelo”, así como en el siglo XIII se había vuelto moda en la escolástica latina subtitular los tratados sobre el intelecto como “contra Averroes” o “contra averroístas”,6 y en este sentido tampoco 4 Foucault, “La gubernamentalidad”, 838. 5 Ídem. 6 El tema de un posible averroísmo en Maquiavelo es algo por estudiar, pues así como hay una querella de la escolástica contra Averroes por un tema noético de implicancia política y moral –el del intelecto material–, asimismo hay una querella contra Maquiavelo por el tema del arte de gobernar. Digamos que en Averroes-Maquiavelo tendríamos un cruce muy interesante de ataques desde el pensamiento teológico o técnico, uno en el siglo XIII y el otro en el siglo XVI, en que ambos son atacados desde diferentes medios: el primero por la fragilidad del pensamiento en cuanto exterior al hombre, siendo un problema para la constitución de principios morales, y el otro, por la fragilidad sobre la que se sostiene la relación del príncipe con su principado; en realidad, la fragilidad de la 56 · Estudios en gubernamentalidad es casualidad que esta literatura anti-Maquiavelo provenga, como nos dice Foucault, principalmente de medios católicos. Pues bien, ¿qué es lo que se encuentra en esta literatura “anti-Maquiavelo” y cuáles son los puntos relativos a la nueva tecnología política del gobierno que Foucault desprende de su oposición a El Príncipe? política, siendo un problema para el gobierno entendido como orden de las cosas que se encuentran bajo jurisdicción de un Estado. El paralelo que ya se ha establecido entre él e Ibn Jaldún, quien es heredero de la misma tradición de Averroes, puede decir algo. Al respecto, ver Erwin Rosenthal, El pensamiento político en el Islam medieval (Madrid: Revista de Occidente, 1967) y Abdallah Laroui, El islam árabe y sus problemas (Barcelona: Península, 1996). Sin embargo, en cuanto a relaciones más directas entre Maquiavelo y el averroísmo hay dos pistas que habría que seguir, ambas de Paul Rahe: el artículo “In the Shadow of Averroes: Machiavelli and the Question of Civil Religion”, Annual Meeting of the American Political Science Association (August 30th-September 2nd, 2007); y el libro Against Throne and Altar: Machiavelli and Political Theory Under the English Republic. En la introducción de este, llega incluso a sostener que, si Maquiavelo es bien entendido, debe ser inscrito en la tradición de pensamiento iniciada por Al-Farabi: “I argue that, if he is properly understood, his political science must also be situated with regard to a conceptually powerful tradition of thought crafted in tenth-century Baghdad in response to the epochal political transformation that the emergence of universal, monotheistic religions equipped with clerical establishments brought about. This tradition, which reached Europe by Latin translation of works written by the Arab philosophers Al-Farabi, Avicenna, and Averroes and by Averroes fellow Cordoban Maimonides, provided Machiavelli with a point of departure”. Paul Rahe, Against Throne and Altar: Machiavelli and Political Theory Under the English Republic (Cambridge: Cambridge University Press, 2008), 2. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 57 En primer lugar, por un principio: en Maquiavelo el príncipe está en relación de singularidad, de exterioridad, de trascendencia con respecto a su principado. El príncipe de Maquiavelo recibe su principado, sea por herencia, sea por adquisición, sea por conquista; de cualquier modo, no forma parte de él, le es exterior. El vínculo que le une a su principado es o bien de violencia, o de tradición, o incluso un vínculo que ha sido establecido por la transacción de tratados y la complicidad o el acuerdo de otros príncipes, poco importa. De todos modos, es un vínculo puramente sintético: no hay pertenencia fundamental, esencial, natural y jurídica entre el príncipe y su principado. Exterioridad, trascendencia del príncipe, este es el principio. Corolario del principio: en la medida en que esta relación es de exterioridad, es frágil, y no dejará de estar amenazada. Amenazada desde el exterior por los enemigos del príncipe que quieren tomar o retomar su principado; desde el interior igualmente, pues no hay razón a priori, razón inmediata para que los súbditos acepten la autoridad del príncipe. (…) este principado como relación del príncipe con sus súbditos y con su territorio es lo que se trata de proteger, y no directa o fundamentalmente el territorio y sus habitantes. El vínculo frágil del príncipe con su principado es lo que el arte de gobernar, el arte de ser príncipe presentado por Maquiavelo, debe tener como objetivo. 58 · Estudios en gubernamentalidad (…) El príncipe de Maquiavelo, tal como se muestra en filigrana en estos diferentes tratados, explícita o implícitamente abocados al antimaquiavelismo, aparece esencialmente como un tratado de habilidad del príncipe para conservar su principado. Creo que este tratado de la habilidad del príncipe, del savoirfaire del príncipe, es lo que la literatura anti-Maquiavelo quiere sustituir por algo distinto, y en relación, de nuevo, con el que es un arte de gobernar: ser hábil en conservar su principado no es, en absoluto, poseer el arte de gobernar.7 A partir de estos pasajes podemos identificar el primero de los puntos que las nuevas artes de gobernar tienen por objeto: atacar la fragilidad de una relación política en cuanto al gobierno de los hombres concierne. Contra la relación de exterioridad que pudiera tener un príncipe con su principado –lo que implica la no existencia de una razón a priori para obedecer–, las nuevas artes de gobernar introducen la obligación de obedecer de un modo totalmente novedoso, diferente del poder soberano y disciplinario, con unas técnicas que consisten en hacer del gobierno algo natural, necesario, que fluye. En definitiva, lo que se proponían las artes de gobernar inscritas, según Foucault, en el antimaquiavelismo era reducir al máximo posible la fragilidad de la relación de gobierno y la posibilidad de no obedecer. Aun teniendo 7 Foucault, “La gubernamentalidad”, 840-841. Los destacados son míos. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 59 en cuenta el hecho de no existir una razón primordial para ello (la obediencia), estas artes intentaban gobernar no por medio de la imposición, sino por medio del “dejar hacer”, hacer que las cosas pasen y administrar el pasar de las cosas. Este constituye, de acuerdo al filósofo francés, el principio del liberalismo, que es una condición fundamental para esta nueva razón gubernamental. Es decir, se trata de administrar la libertad de los individuos a través de unas técnicas de gobierno, cuyo objeto es coincidir al máximo posible con las técnicas de sí, es decir, con el modo en que los sujetos se piensan a sí mismos. Así, tal cual, lo definirá en 1980 en una conferencia titulada “Subjetividad y verdad”: “El punto de contacto, donde [la manera en que] los individuos son dirigidos por los otros se articula con la manera en que ellos mismos se conducen, es lo que puede llamarse ‘gobierno’.”8 Por otro lado, estas artes de gobernar intentan sustituir lo que desde la antigüedad era visto como una de las principales virtudes políticas: la sabiduría de un gobernante, es decir, su habilidad en el manejo de los asuntos de su reino. Las artes de gobernar pretenden sustituir esta virtud política por una multiplicidad de técnicas de gobierno que hagan que este sea ejercido independientemente del rey, esto es, que una cosa sea el orden de las cosas y otra la investidura del rey. ¿En qué consiste entonces el arte de gobernar?, pregunta Foucault. Dirá él mismo que toda esta diversidad de autores “al tratar 8 Foucault, “Subjetividad y verdad”, El origen de la hermenéutica de sí. Conferencias de Dartmouth, 1980 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2016), 45. 60 · Estudios en gubernamentalidad del arte de gobernar, recordarán del mismo modo gobernar una casa, niños, almas, una provincia, una orden religiosa, una familia”.9 Estas cuestiones que, según el autor, “parecen de puro vocabulario, tienen de hecho implicancias políticas importantes.”10 En definitiva, se trata de una “pluralidad de formas de gobierno e inmanencia de prácticas de gobierno respecto del Estado, multiplicidad e inmanencia de estas actividades, que se oponen radicalmente a la singularidad trascendente del príncipe de Maquiavelo.”11 Hay otro rasgo esencial de esta nueva razón gubernamental que tiene que ver, como lo plantea Foucault, con una pregunta que finalmente resume la tarea esencial a la que intenta responder la cuestión de las artes del gobierno: ¿cómo introducir la economía, es decir, la manera de administrar como es debido a los individuos, los bienes, las riquezas, cómo puede hacerse en el interior de una familia, cómo puede hacerlo un buen padre de familia que sabe dirigir a su mujer, a sus hijos, a sus sirvientes, que sabe hacer prosperar la fortuna de su familia, que sabe procurar para ella las alianzas convenientes, cómo introducir esta atención, esta meticulosidad, este tipo de relación del padre de familia para 9 Foucault, “La Gubernamentalidad”, 841 10 Foucault, “La Gubernamentalidad”, 841 11 Ídem. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 61 con ella en el interior del Estado? (…) La introducción de la economía dentro del ejercicio político: eso es, creo, lo que constituirá el desafío del gobierno.12 Así como lo plantea Foucault, la brecha que en filosofía política recorre esta preocupación se remonta incluso a Rousseau, cuando en su artículo “Economía política”, plantea la pregunta de cómo introducir en la administración del gobierno el prudente gobierno de la casa, que es lo que originariamente designaba el término “economía”, como el mismo Rousseau sostiene13 . De manera que, dirá Foucault, si en el siglo XVI el término “economía” designaba una forma específica de gobierno, ya en el siglo XVIII llegará a constituir otra cosa, ese nivel de realidad en el que pensaban los teóricos de estas artes desde el XVI, esto es: “un campo de intervención a través de una serie de procesos complejos y creo que absolutamente capitales para nuestra historia. En esto consiste, por tanto, lo que es gobernar y ser gobernado.”14 12 Ibídem, 843. 13 Ibídem, 843. 14 Ibídem, 843-844. 62 · Estudios en gubernamentalidad 2. Dispositivos de seguridad Sin embargo, es en las clases anteriores a la del 1 de febrero de 1978 –“La gubernamentalidad”– donde Foucault, identificando los rasgos esenciales de los dispositivos de seguridad (nombre que definitivamente adoptará la biopolítica a lo largo del curso), y en el cruce de la emergencia no de la noción, sino de la realidad de la población y de la economía que pasa de ser una forma de gobierno en el siglo XVI a designar un nivel de realidad en el XVIII, logra establecer el foco hacia el que se dirige esta nueva razón gubernamental como tecnología política. Esto es, aquello de lo que debe ocuparse el gobierno según esta nueva razón gubernamental. Los principales rasgos que Foucault identifica de los dispositivos de seguridad son cuatro: 1. Los espacios de seguridad; 2. Lo que llama “el tratamiento de lo aleatorio”, es decir, la gestión del acontecimiento, de lo impredecible; 3. La forma de normalización específica de la seguridad, que a él le parece muy diferente de la que adquiere en la disciplina; 4. La correlación entre las técnicas de seguridad y la población como sujeto y objeto de estos dispositivos, esto es, analizar el surgimiento no solamente de la noción de población, sino de la realidad de la población que, para nuestro filósofo, es un asunto absolutamente moderno, que también concierne a los saberes y la teoría política desde el siglo XVIII. En cuanto al primer rasgo, el problema del espacio, Foucault distingue cuatro modos de acuerdo a los cuales la seguridad Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 63 se relaciona con él: 1. La seguridad “se apoyará en una serie de datos materiales. Va a trabajar […] con el emplazamiento, con los desagües, con las islas, con el aire, etc.”; 2. “Se trata simplemente de maximizar los elementos positivos […] y minimizar, al contrario, los aspectos riesgosos e inconvenientes […], sin desconocer […] que jamás se suprimirá del todo.”15 Esto es, lo que se trata de maximizar es la mejor circulación posible de las cosas, bienes, gente, etc., y de minimizar los aspectos como el robo, la enfermedad, la contaminación, etc. En consecuencia, no solo se trata de apoyarse en los datos, sino trabajar sobre las probabilidades de que ocurra lo deseable o indeseable, a sabiendas de que esto último es imposible de suprimir; 3. “en esos ordenamientos de las ciudades se intentará organizar elementos que se justifican por su polifuncionalidad.”16 El ejemplo de Foucault a este respecto es propiamente la calle; “¿Qué es una buena calle?”, pregunta: Una calle en la cual habrá, desde luego, circulación de lo que se denomina miasmas, y por ende de las enfermedades, y será preciso manejarla en función de ese papel necesario aunque poco deseable. La calle será también el lugar a través del cual se trasladan las mercaderías y en cuya extensión se instalan las tiendas. Será igualmente la vía de tránsito de los ladrones 15 Michel Foucault, Seguridad, territorio, población (Buenos Aires: FCE, 2006), 39. 16 Ídem. 64 · Estudios en gubernamentalidad y, llegado el caso, de los amotinados, etc. Por consiguiente, el ordenamiento consistirá en poner en juego todas esas diferentes funciones de la ciudad, unas positivas y otras negativas. Para terminar, el cuarto punto importante es que se va a trabajar con vistas al futuro: la ciudad no será concebida ni acondicionada en función de una percepción estática que asegure la perfección instantánea de su funcionamiento, y se abrirá en cambio hacia un porvenir no exactamente controlado ni controlable, no exactamente medido ni mesurable; el buen ordenamiento de la ciudad será justamente eso: tener en cuenta lo que puede pasar. En síntesis, creo que se puede hablar de una técnica que en lo fundamental se ajusta al problema de la seguridad, es decir, en el fondo, al problema de la serie. Serie indefinida de los elementos que se desplazan: la circulación, cantidad x de carros, cantidad x de transeúntes, cantidad x de ladrones, cantidad x de miasmas, etc. Serie indefinida de acontecimientos que se producen: tantos barcos van a atracar, tantos carros van a llegar, etc. Serie indefinida, asimismo, de las unidades que se acumulan: cuántos habitantes, cuántas casas, etc. Lo que caracteriza en esencia el mecanismo de seguridad es, creo, la gestión de esas series abiertas y que, por consiguiente, sólo pueden controlarse mediante un cálculo de probabilidades.17 17 Ídem. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 65 Tal como este pasaje sirve de ejemplo a ese tercer rasgo de la seguridad, que trata de organizar la polifuncionalidad, de este mismo Foucault desprende el cuarto rasgo que caracteriza la relación de la seguridad con el espacio: la seguridad trabaja en vistas a un futuro, en base a un porvenir no controlable, pero que hay que tener en cuenta: gobernar se trata de tener en cuenta lo que puede pasar. De manera que ya no se trata de la capitalización del territorio –como consistía en la soberanía y cuyo problema era la sede del gobierno– o como en la disciplina, dice el autor –donde se trataba de la arquitectura de un espacio, y su principal problema era el de la distribución de los elementos de manera funcional y jerárquica–; la seguridad “tratará de acondicionar un medio en función de acontecimientos o de series de acontecimientos posibles, series que será preciso regularizar en un marco polivalente y transformable.”18 Así, la relación de la seguridad con el espacio es una que remite a lo temporal y a la aleatoriedad que, enmarcadas en un espacio dado, se traducen en series abiertas de acontecimientos posibles. Como nunca es viable eliminar del todo lo impredecible y que puede ser catastrófico, se trata de acondicionar el espacio de un modo tal que, al menos la buena circulación minimice los aspectos riesgosos para el gobierno. Nótese: no se trata de una arquitectura que ordena y jerarquiza elementos como en la disciplina, se trata de acondicionar un medio transformable en función de la 18 Ibídem, 40. 66 · Estudios en gubernamentalidad circulación. El tema del espacio en la seguridad es la circulación de las cosas, gente, bienes, capitales, vehículos, aguas, todo lo que, además, hace que la gestión del gobierno sea necesaria y suficiente para la misma población. Ahora, es llamativo que el espacio adopte la forma de medio, es decir, que el espacio de la seguridad sea, como dice Foucault, “lo que llamamos un medio”, en cuanto lugar en que se despliegan los elementos aleatorios de esa temporalidad. Nos detendremos en ello, es decir, en la aparición de la noción de “medio” en el discurso de Foucault respecto de la seguridad, de la razón gubernamental. El concepto, dice nuestro autor, ya existía en física. Newton y los newtonianos lo habrían ocupado, entendiéndolo como: “lo necesario para explicar la acción a distancia de un cuerpo sobre otro. Se trata, por lo tanto, del soporte y el elemento de circulación de una acción.”19 Así, el foco al que está dirigido el gobierno sería: (…) el enredo perpetuo de un medio geográfico, climático y físico con la especie humana, en cuanto esta tiene un cuerpo y un alma, una existencia física [y] moral; y el soberano será quien tenga que ejercer su poder en ese punto de articulación donde la naturaleza, en el sentido de los elementos físicos, interfiere con la naturaleza en el sentido de la especie humana; en ese punto de articulación donde el medio se convierte 19 Ibídem, 40-41. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 67 en determinante de la naturaleza. (…) Creo que ese es uno de los ejes, uno de los elementos fundamentales de la introducción de los mecanismos de seguridad, es decir, la aparición aún no de una noción de medio, sino de un proyecto, una técnica política que se dirige al medio.20 De este pasaje habría que destacar dos puntos: 1. La idea de que el hombre tiene una existencia física y moral, y que el gobierno debe ejercerse allí, en ese punto de articulación en que los elementos físicos interfieren con la especie humana. Es precisamente en ese punto de articulación donde el medio se vuelve determinante de la naturaleza, en el sentido de que se trata de la articulación de dos naturalezas que se cruzan, la naturaleza de los cuerpos físicos y la naturaleza de la especie humana. 2. Ese eje es planteado por Foucault como uno de los principales sobre los que se basan los dispositivos de seguridad, como tecnología política que se dirige al medio. ¿Qué significa una tecnología política que se dirige al medio? Foucault da cuenta del uso que le daban los físicos, y también de cómo eso que se llama “medio” es el foco de esta nueva tecnología política, lo que nos llama a pensar filosóficamente el medio. La necesidad de una filosofía que dé autonomía ontológica a los medios es una exigencia para pensar la crítica de la gubernamentalidad. 20 Ibídem, 44. 68 · Estudios en gubernamentalidad Habría que tomar atención a Emanuele Coccia, cuando plantea en La trasparenza delle immagini: Quizá sea preciso aprender a captar en términos mediales todos los ‘órganos’ espirituales que Occidente ha considerado relacionados con el conocimiento – intelecto, razón, lenguaje–: no se trata de facultades o potencias con que las que solo el individuo ejerce su propia soberanía (el juicio) sobre las cosas y sobre el mundo, ni de simples facultades colectivas o genéricas sino, más exactamente, de formas de medialidad, de potencias anónimas y absolutas, capaces de recibir todo lo que está en su ser medial y, por lo tanto, de hacer existir las cosas y las formas por separado como cognoscibilidades o decibilidades absolutas, como si se tratara de sustancias neutras y tan límpidas que permitiesen a las formas subsistir en ellas mismas del modo más puro […] Fue Averroes quien sugirió ubicar en el intelecto material la paradójica realidad de un medio absoluto.21 Esto significa que una filosofía que permita pensar al sujeto de un modo diverso al dispuesto para la gubernamentalidad, podrá proceder de la tradición árabe clásica con Averroes como uno de sus exponentes, en la medida en que plantea una ontología medial. 21 Emanuele Coccia, Filosofía de la imaginación (Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2008), 210-211. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 69 Por lo que respecta al segundo rasgo de los dispositivos de seguridad, el tratamiento de lo aleatorio y la gestión del acontecimiento, Foucault recordará que: “desde las experiencias del siglo XVII, la revuelta urbana es desde luego la gran cosa que el gobierno debe evitar. Flagelo por el lado de la población; catástrofe o crisis, si lo prefieren, por el lado del gobierno.”22 De manera que la revuelta, que es la catástrofe para el gobierno generada por la crisis de algo y el momento en que la población hace ver su descontento ante el manejo, gestión o administración que el gobierno está haciendo de las cosas, es por lo tanto lo que el gobierno deberá evitar. Según Michel Foucault, a través de un dispositivo que sea capaz de intervenir sobre la misma realidad de las oscilaciones de la fortuna, un dispositivo cuyo objetivo sea, poco a poco, compensar o bien limitar, incluso anular si es posible, el fenómeno o el conjunto de fenómenos que pueden producir una revuelta. Se trata de un cálculo y cruce de factores, reflexión sobre las combinaciones, probabilidades y efectos esperados de estos factores e intervenciones producto de su análisis. En palabras del filósofo: “hay un trabajo sobre el elemento mismo de esa realidad que es la oscilación abundancia/escasez, carestía/baratura, y al intervenir en ella pero sin tratar de impedirla por anticipado, se introducirá un dispositivo que es precisamente, me parece, un dispositivo de seguridad y ya no un sistema jurídico disciplinario.”23 22 Foucault, Seguridad, territorio, población, 47. 23 Ibídem, 57. 70 · Estudios en gubernamentalidad Es decir, el dispositivo de seguridad se dirige a captar el punto en que las cosas van a producirse, sean estas deseables o indeseables. Dicho de otro modo, el dispositivo se dirige a la gestión de la potencia, de la posibilidad, y esto significa precisamente gobernar el medio. En este sentido, una tarea filosófica actual es pensar los medios (algo que no estuvo ausente de la reflexión medieval, pero que, sin embargo, se clausura desde Descartes, por la idea según la cual no hay nada entre medio de las cosas y las mentes24). En tanto la gubernamentalidad, como tecnología política de gobierno de las poblaciones, se dirige al medio, se vuelve necesario que, también filosóficamente, seamos capaces de captar el medio. Se trata de desprender otra idea de individuo que no haga el compuesto constituido con la población, sino que en tanto ser medial, que existe en los medios, y en un medio que es, de hecho, común. Un sujeto que pueda ser pensado como un singular-plural en lugar de un miembro de una población económicamente regulada. Esta sería la tarea filosófica de una crítica de la gubernamentalidad. En este aspecto, cobra un particular sentido la interesante oposición que introduce Foucault entre pueblo y población que, aunque breve, en ningún momento escapa a la posibilidad del acontecimiento. El pueblo se va constituyendo por todos aquellos que, en el nivel de la misma población, se niegan a ser parte de un manejo tal, y en ese sentido, interrumpen el 24 Emanuele Coccia, La vida sensible (Buenos Aires: Editorial Marea, 2011), 26. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 71 funcionamiento del buen gobierno, de la circulación. El pueblo es esa partición que se da en la población que se niega a ser parte de ella. Se trata de una oposición que se da al nivel de la misma población, que se hace al margen de esta; no se trata de elaborar un concepto que se oponga al de población, sino de que la oposición pueblo/población se perfila paralelamente desde la emergencia de esta última, “como el elemento resistente a la regulación de la población, el elemento que trata de sustraerse al dispositivo por cuyo conducto la población existe, se mantiene y subsiste, y lo hace en un nivel óptimo.”25 Sin embargo, esta partición que se hace al margen de la población e interrumpe la circulación gestionada por el gobierno –cuando el “medio” se muestra puro, no gobernado–, en la medida en que es esporádica, ocurre sólo a veces, y en general en períodos de corta duración. Y por ello es que existe un permanente esfuerzo de dar fundamento al gobierno, que más allá de las “técnicas” en sentido estricto, genere esta disposición a ser gobernados como poblaciones, razón de que el gobierno funcione “en sentido óptimo” en relación a la existencia y gestión de la población. Se trata, para Foucault, de algo que está en el nivel de las ideas y principios, que bien podría ser leído como ideología, pero que en este caso es el fondo de la tecnología política gubernamental. Apunta al principio del liberalismo, la libertad entendida en su sentido liberal, y en el sentido preciso de la razón gubernamental –la libertad, sin embargo, puede 25 Foucault, Seguridad, territorio, población, 65. 72 · Estudios en gubernamentalidad ser pensada de múltiples maneras–. La libertad individual de un sujeto de derecho, es esto lo que debe administrar el gobierno –por ello Foucault señala la necesidad de un estudio de la historia del derecho, paralelo al de los regímenes de verdad 26 –. Es así como se diferencia la “gubernamentalidad” de la soberanía y de la disciplina: si la soberanía en cuanto ley prohíbe y la disciplina en cuanto orden prescribe, la gubernamentalidad –sin tener ninguno de los dos elementos anteriores como distintivos, aunque incorporando algunos aspectos de ambos– se diferencia de ambas porque, en cuanto gestión de una circulación, consiste en un “dejar hacer”; los flujos de población son posibles en la medida en que las poblaciones sean libres de circular. Para que haya gobierno, es necesario que haya libertad. Que la gente haga lo que quiera. Obviamente dentro de ciertos límites, que son los que el gobierno fija de acuerdo al principio de utilidad para la población. La libertad –según Foucault expone aquí, el principio del liberalismo, tomado a la vez como ideología y tecnología política– “no es otra cosa que el correlato de la introducción de los dispositivos de seguridad.”27 Es decir, los dispositivos de seguridad, digamos la introducción de estos dispositivos, como explica Foucault, 26 Michel Foucault, Lecciones sobre la voluntad de saber (Buenos Aires: 2012), 18. FCE, 27 Foucault, Seguridad, territorio, población, 71. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 73 necesitaron que se diera en cierto nivel de realidad el concepto de libertad con el sentido que adopta en el siglo XVIII. Pues la libertad, desde entonces, ya no es entendida como los privilegios asociados a unos pocos, sino como una soberanía sobre sí misma; en lugar de propiedad de bienes asociados a una persona, se trata de la propiedad situada en el cuerpo y la conciencia, lo que exige de parte de esa población libertad de trabajo, movimiento, circulación de bienes, en fin, lo que son los procesos de la gente y de las cosas. Y es ese concepto de libertad, dirá Foucault, pero ya no solo como concepto, sino instalado en el nivel de realidad de la población –es decir, el régimen de verdad, la veridicción (las condiciones de posibilidad de verdad)–, el que producirá realidades tales como la necesidad de un gobierno que nos acondicione y garantice un medio en el cual poder desenvolver nuestras actividades individuales. De aquí, Foucault también desprende un elemento sobre el que trabajarán los teóricos de la población, y es algo que concierne a su naturalidad. En un primer aspecto, esta naturalidad de la población consistirá en asumirla como un fenómeno de la naturaleza que no se puede cambiar por la voluntad de algún soberano o por las prescripciones de las disciplinas, […]) la población aparece entonces como un fenómeno de la naturaleza. Un fenómeno de la naturaleza que no se puede cambiar por decreto, lo cual no significa, empero, que la población sea una naturaleza 74 · Estudios en gubernamentalidad inaccesible e impenetrable; al contrario. Y el análisis de los fisiócratas y los economistas se torna interesante en este punto: la naturalidad que se advierte en el hecho de que la población sea permanentemente accesible a agentes y técnicas de transformación, siempre que esos agentes y esas técnicas sean a la vez ilustrados, meditados, analíticos, calculados y calculadores. Es preciso, desde luego, tomar en cuenta no solo el cambio voluntario de las leyes si estas son desfavorables a la población. Lo necesario, si se pretende favorecerla o lograr que mantenga una relación justa con los recursos y las posibilidades de un Estado, es ante todo actuar sobre una multitud de factores, en elementos que en apariencia están lejos de la población misma y su comportamiento inmediato, lejos de su fertilidad, de su voluntad de reproducción […] a través del juego de todos esos factores lejanos va a ser posible actuar efectivamente sobre la población. […] se perfila una técnica muy distinta: no obtener la obediencia de los súbditos a la voluntad del soberano, sino influir sobre cosas aparentemente alejadas de la población, pero que, según hacen saber el cálculo, el análisis y la reflexión, pueden actuar en concreto sobre ella. Esta naturalidad penetrable de la población constituye, me parece, una mutación muy importante en la organización y la racionalización de los métodos de poder.28 28 Ibídem, 95. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 75 Se trata de que la relación de obediencia a la Ley o, a las prescripciones de las disciplinas, cambian por una gestión de lo que los individuos quieren hacer, pero que es penetrable por el acondicionamiento del medio. Ahora podemos ver esta mutación de las técnicas de poder, lo que significa actuar de manera calculadora sobre una multiplicidad de factores; sin embargo, dentro de todos estos factores, hay uno que aparece como preponderante en cuanto sería el principio motor de la población, y este factor, que es el deseo de los individuos, aparece de la siguiente manera en el segundo rasgo que se distingue de la concepción de esta naturalidad de la población: […] la naturalidad de la población se pone de manifiesto en un segundo aspecto, el hecho de que, después de todo, esa población está compuesta de individuos, individuos perfectamente diferentes unos de otros y cuyo comportamiento, al menos dentro de ciertos límites, no se puede prever con exactitud. No por ello deja de ser verdad que, según los primeros teóricos de la población del siglo XVIII, hay al menos un invariante por el cual, tomada en su conjunto, ella tiene y solo puede tener un único motor de acción. Ese motor de acción es el deseo. El deseo —vieja noción que había hecho su entrada en la dirección de conciencia […]— reaparece ahora en las técnicas de poder y gobierno. El deseo es el elemento que va a impulsar la acción de todos los individuos. Y contra él no se puede hacer nada. […] Pero —y aquí la 76 · Estudios en gubernamentalidad naturalidad del deseo marca la población y la técnica gubernamental puede penetrarlo— ese deseo […] es tal que, si se lo deja actuar y siempre que se lo deje actuar, dentro de determinados límites y en virtud de una serie de relaciones y conexiones, redundará en suma en el interés general de la población. El deseo es la búsqueda del interés para el individuo. Por otra parte, aunque este pueda perfectamente ser engañado por su deseo en lo concerniente al interés personal, hay algo que no engaña: el juego espontáneo, o en todo caso, a la vez espontáneo y regulado del deseo permitirá, en efecto, la producción de un interés colectivo por el juego del deseo: esto marca al mismo tiempo la naturalidad de la población y la artificialidad posible de los medios que se instrumentarán para manejarla.29 Como se ve, aunque el gobierno de la población debe siempre consistir en la consideración y cálculo de una multiplicidad de factores, los teóricos de la población fueron capaces de captar un principio motor, una razón para la acción y el movimiento; por analogía, incluso podríamos decir “un principio de vida” de la población. Este es el deseo de cada individuo, el cual en su conjunto produce el movimiento de la población, y la acción del gobierno deberá consistir en cómo hacer coincidir lo más posible el deseo de los individuos con un interés general de la población. Aquí el deseo 29 Ibídem, 96. El destacado es mío. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 77 está considerado de una manera muy precisa: la búsqueda del interés para el individuo. De manera que la razón gubernamental requiere del concepto liberal de la libertad, que es una libertad de conciencia y movimiento, y que tiene como consecuencia la circulación de la gente y las cosas en el marco del manejo de una población. Solo así puede concebirse un sujeto que sea susceptible de ser gobernado de tal forma, es decir, que el deseo sea concebido como algo que viene de la conciencia individual y se expresa en esa noción de interés, que en cuanto tal puede ser gobernado a través de los cálculos y el balance de los intereses del resto de la población. “El problema –del gobierno– será cómo decir sí a ese deseo”,30 dirá Foucault; esto requiere de la concepción de un sujeto según la cual este sea cognoscente de suyo, es decir, de por sí capaz de verdad, capaz de acceder a la verdad, un viviente al que el pensamiento le va unido desde el comienzo y en acto, en la medida en que tiene un alma. En síntesis, si el soporte de la gubernamentalidad es el principio liberal de libertad, el soporte de este principio es una concepción específica del hombre que lo constituye en un sujeto cognoscente, que es capaz en acto de cierta verdad –de pensarse a sí mismo bajo cierta manifestación de verdad–, la cual es su deseo expresado en la forma de un interés. 30 Ídem. 78 · Estudios en gubernamentalidad 3. Sujeto y verdad Que el problema del gobierno sea cómo decir sí al deseo de los individuos, y que su tarea finalmente consista en su gestión, o sea, que la gubernamentalidad se trate de gobernar el deseo a través del interés; el hecho de que el deseo sea gobernable, que pueda ser expresado en la noción de interés y que obedezca a ese sujeto portador de alma y conciencia (según la teología), y cognoscente (según la filosofía moderna), sujeto gobernable por su deseo a través de/expresado en “un interés”, según la economía; todo ello hace necesaria una indagación arqueológica acerca de la articulación de esa serie sujeto-de-creencia-conciencia-interés, que es la que estamos siguiendo en Foucault como aquella imagen específica del hombre que hace posible la gubernamentalidad. Esta serie, por cierto, la encontramos a la inversa en los cursos. Hemos visto en Seguridad, territorio, población la emergencia de la problemática de la gubernamentalidad, su dirección del deseo, y la aparición de la noción de interés como operadora de la posibilidad del gobierno del deseo. A continuación, veremos cómo Foucault profundiza esta relación entre lo que es la gubernamentalidad como tecnología política y su relación con el interés como expresión del deseo individual en el curso siguiente, titulado Nacimiento de la biopolítica (1979), dedicado más precisamente a la razón gubernamental actual, a través del estudio de los teóricos del neoliberalismo. En el momento en que está tratando acerca de cómo el principio de utilidad va englobando progresivamente todos los problemas Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 79 tradicionales del derecho, se detiene a hacer una interesante observación sobre el mercado como lugar de veridicción31, e introduce también sugerentes palabras acerca de la relación de la razón gubernamental con la noción de interés: […] querría hacer una observación con referencia al mercado. Hace un rato comprobamos que uno de los puntos de anclaje de la nueva razón gubernamental era el mercado, entendido como mecanismo de los intercambios y lugar de veridicción en cuanto a la relación del valor y el precio. Ahora encontramos un segundo punto de anclaje de esa nueva razón gubernamental. Se trata de la elaboración del poder público y la medida de sus intervenciones ajustadas al principio de utilidad. Intercambio por el lado del mercado, utilidad por el lado del poder público. Valor de cambio y veridicción espontánea de los procesos económicos, medidas de utilidad y jurisdicción interna de los actos del poder público. Intercambio para las riquezas, utilidad para el poder público: así articula la razón gubernamental los principios fundamentales de su autolimitación. Intercambio de un lado, utilidad de otro; y verán con claridad, me imagino, que para abarcar el todo o como categoría general que va a englobar el intercambio y la 31 Ya nos hemos referido a esta expresión como aquello que hace posible que algo sea verdadero, algo que otorga las posibilidades de verdad a una cosa o a un determinado orden de cosas. 80 · Estudios en gubernamentalidad utilidad, tenemos desde luego el interés, pues el interés es principio de intercambio y criterio de utilidad. La razón gubernamental en su forma moderna, la forma que se establece a comienzos del siglo XVIII, esa razón gubernamental que tiene por característica fundamental la búsqueda de su principio de autolimitación, es una razón que funciona con el interés. Pero este ya no es, por supuesto, el del Estado íntegramente referido a sí mismo y que no busca más que su crecimiento, su riqueza, su población, su poder, como sucedía con la razón de Estado. Ahora, el interés cuyo principio debe obedecer la razón gubernamental es el interés en plural, un juego complejo de los intereses individuales y colectivos, la utilidad social y la ganancia económica; entre el equilibrio del mercado y el régimen de poder público. Es un juego complejo entre derechos fundamentales e independencia de los gobernados. El gobierno, o en todo caso, el gobierno en esta nueva razón gubernamental, es algo que manipula intereses.32 Si es que, de acuerdo a lo que venimos viendo hasta ahora, esta nueva razón gubernamental consiste en gobernar el deseo de los individuos –a través del principio de utilidad para la población–, el interés aparecía como aquello que expresa el deseo de los individuos; en este curso, la misma noción 32 Michel Foucault, Nacimiento de la biopolítica (Buenos Aires: FCE, 2007), 64. Los destacados son míos. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 81 va a adquirir un carácter mucho más decisivo en la nueva tecnología política gubernamental, al punto de llegar a decir que es una razón que funciona con el interés, y que finalmente el gobierno en su forma política consiste en la manipulación de intereses. Es decir, en ambos cursos o al menos en los pasajes que hemos comentado para articular nuestra propuesta, podemos distinguir dos sentidos del interés: 1. En Seguridad, territorio, población, el interés aparece como la expresión del deseo de los individuos. 2. En Nacimiento de la biopolítica, el interés es el criterio que crea la posibilidad de la elaboración de un poder público, a partir de la veridicción que se da en el intercambio del mercado y la utilidad para la población, aunque no por ello en este curso la noción pierde el significado anterior. Podríamos decir que este segundo significado se suma a la aparición del problema del interés en Seguridad, territorio, población y, de hecho, eleva la noción a criterio articulador de la nueva razón gubernamental, o como la categoría que engloba el resultado de la elaboración del poder público en función del intercambio y la utilidad. Las premisas son: 1. La razón gubernamental funciona con el interés. 2. El gobierno consiste en manipular intereses. Hay una cita de Nacimiento de la biopolítica que expresa de la manera más clara y precisa la articulación del interés individual con el interés colectivo, hecho que hace que el objeto del gobierno sean los intereses: A partir de la nueva razón gubernamental –y allí está el punto de desenganche entre la vieja y la nueva, 82 · Estudios en gubernamentalidad la de la razón de Estado y la de la razón del menor Estado–, en lo sucesivo, el gobierno ya no tiene que intervenir, ya no tiene influjo directo sobre las cosas y las personas ni puede tenerlo, sólo está legitimado, fundado en el derecho y la razón para intervenir en la medida en que el interés, los intereses, los juegos de los intereses hacen que tal o cual individuo o tal o cual cosa, tal o cual bien o riqueza, o proceso, tenga cierto interés para los individuos, para el conjunto de estos o para los intereses de tal o cual individuo enfrentados a los de todos, etc. El gobierno sólo se interesa en los intereses. El nuevo gobierno, la nueva razón gubernamental, no se ocupa de lo que yo llamaría esas cosas en sí de la gubernamentalidad que son los individuos, las cosas, las riquezas, las tierras. Ya no se ocupa de esas cosas en sí. Se ocupa de esos fenómenos de la política –y que constituyen precisamente la política y sus objetivos– que son los intereses o aquello por lo cual tal individuo, tal cosa, tal riqueza, etc., interesan a los otros individuos o a la colectividad.33 Si el problema es el gobierno de los hombres, lo que filosóficamente habría que indagar sería entonces –junto con la historia de la constitución de ese sujeto de interés, que por lo tanto puede ser gobernado en el marco de un manejo de intereses que viene desde la concepción moderna del sujeto cognoscente, heredera del sujeto de creencia medieval occidental 33 Ibídem, 65 Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 83 latino– la posibilidad de pensar al hombre de otro modo. No para volver a ser como en el pasado, sino sólo para tener en cuenta que, si hemos sido de otro modo, es porque también podemos hoy ser de otro modo, y de esa manera poder mantener en el pensamiento una especie de permanente sospecha y duda sobre cómo se nos va constituyendo como sujetos de acuerdo al progreso como norma histórica. Sería la manera más simple, quizá, de dar una tarea precisa a esa “ontología histórica de nosotros mismos” u “ontología del presente” que traza Foucault como tarea de la filosofía, desprendiéndola de un nuevo “modo de filosofar” que inauguraría Kant en su respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?, en la medida en que se trata de una pregunta acerca de qué es lo que somos. Esto haría de la tarea del filósofo la de un “analista crítico de nuestro mundo”, algo que es, según Foucault, “cada vez más y más importante”. Tal vez, “el más importante de todos los problemas filosóficos es el problema del tiempo presente y de lo que somos en este preciso momento”, y el objetivo más importante dentro de este gran problema, será “descubrir lo que somos, pero para rechazarlo”. Es decir, esta tarea mantiene a la filosofía como un espacio resistente, y la indagación acerca de cómo se nos ha constituido históricamente como sujetos consiste en “promover nuevas formas de subjetividad a través de esta especie de individualidad que nos ha sido impuesta por siglos.”34 34 Michel Foucault, “El sujeto y el poder”, en Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica (Buenos Aires: Nueva Visión, 2001), 249. 84 · Estudios en gubernamentalidad Es por ello que, desde el curso siguiente a Nacimiento de la biopolítica, el de 1981 Subjetividad y verdad (momento en que se encuentra escribiendo los últimos dos volúmenes de su Historia de la sexualidad), Foucault introduce nuevas variantes en las preguntas que guían su investigación. Así, enmarca todo su trabajo anterior y posterior en una empresa que podría ser una historia de la verdad, de las veridicciones, de las relaciones entre el sujeto y la verdad, lo que en general podría articularse como una “historia crítica del pensamiento”, como la definirá el filósofo en su curso Hermenéutica del sujeto (1982).35 En definitiva, el problema de esta nueva razón gubernamental lleva a Foucault a una profunda indagación acerca del nacimiento del gobierno de los hombres referido a la problemática, más amplia, de las relaciones entre el sujeto y la verdad. Así lo enunciará en el resumen de su curso Subjetividad y verdad: […] se trata de iniciar una indagación sobre los modos instituidos del conocimiento de sí y sobre su historia: ¿cómo ha sido establecido el sujeto, en diferentes momentos y en diferentes contextos institucionales, como un objeto de conocimiento posible, deseable e incluso indispensable? ¿Cómo la experiencia que se puede hacer de sí mismo y el saber que de ello se forma han sido organizados a través de ciertos esquemas? ¿Cómo se han definido, valorado, aconsejado o impuesto estos 35 Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto (México: FCE, 2004). Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 85 esquemas? (…) El hilo conductor que parece más útil para llevar a cabo esta indagación está constituido por lo que podríamos llamar «técnicas de sí», es decir, por los procedimientos, existentes sin duda en cualquier civilización, que son propuestos o prescritos a los individuos para fijar su identidad, mantenerla o transformarla en función de cierto número de fines, y todo ello gracias a las relaciones de dominio de sí sobre uno mismo o de conocimiento de uno por sí mismo. En suma, se trata de volver a situar el imperativo del «conocerse a sí mismo», que nos parece tan característico de nuestra civilización, en la interrogación más amplia que le sirve de contexto más o menos explícito: ¿qué hacer de sí mismo? ¿Qué trabajo llevar a cabo sobre sí? ¿Cómo «gobernarse» al ejercer acciones en las que uno mismo es el objetivo de dichas acciones, el dominio en el que se aplican, el instrumento al que han recurrido y el sujeto que actúa?36 En fin, el gobierno como problemática y las relaciones entre sujeto y verdad como pregunta matriz hacen que el punto de partida del estudio del problema del gobierno de los vivientes sea la propia constitución del sujeto en cuanto a las reglas, prescripciones, y no la ley, sino las prescripciones que para todo sujeto en toda cultura y en todo momento existen como modos de subjetivación, que Foucault llamará “técnicas de sí”. Esto es lo esencial de la problemática del 36 Michel Foucault, “Subjetividad y verdad”, Obras, 907. 86 · Estudios en gubernamentalidad gobierno, es decir, cómo un sujeto se constituye y se piensa a sí mismo en un determinado régimen de verdad: La historia del «cuidado» y de las «técnicas» de sí sería, entonces, una manera de hacer la historia de la subjetividad; pero ya no a través de las separaciones entre locos y no-locos, enfermos y no-enfermos, delincuentes y no-delincuentes, sino a través del emplazamiento y las transformaciones en nuestra cultura de las «relaciones consigo mismo», con su armazón teórico y sus efectos de saber. Y de este modo se podría recuperar, bajo otro aspecto, la cuestión de la «gubernamentalidad»: el gobierno de sí por uno mismo en su articulación con las relaciones habidas con algún otro (autrui) (según lo encontramos en la pedagogía, en los consejos de conducta, en la dirección espiritual, en la prescripción de modelos de vida, etc.).37 De manera que el estudio del problema del cuidado de sí sería “otro” aspecto de trabajar la problemática de la gubernamentalidad, relacionado con discutir sobre el modo en que se constituye el sujeto, sus posibles relaciones con los otros y cómo se da, de manera simultánea, la posibilidad de múltiples modos de vida. Así, podemos concluir que, en la medida en que la gubernamentalidad es una tecnología política que se dirige hacia el 37 Ibídem, 908. Foucault: la “gubernamentalidad” y las relaciones entre sujeto y verdad · 87 medio, logra intervenir el deseo y hacer necesario que este sea expresado en la forma de un interés. Bajo la premisa de que el gobierno consiste en la manipulación de intereses, la gubernamentalidad contemporánea sería una tecnología de gobierno del deseo. La pregunta por las relaciones entre sujeto y verdad sería, finalmente, el camino desde el cual recuperar el asunto de la gubernamentalidad bajo el aspecto de la constitución del sujeto, de la constitución de sí, lo que abriría las puertas para pensar un deseo que no pueda ser gobernado como un interés, cuya base conceptual ha de provenir de una ontología de los medios. 88 · Estudios en gubernamentalidad Dispositivos: historia e inmanencia. (Consideraciones preliminares) Sergio Villalobos-Ruminott Dispositivos: historia e inmanencia · 89 omenzamos nuestra interrogación sobre las diferentes acepciones: de la noción de dispositivo en el pensamiento contemporáneo, desde su formulación principal en el trabajo de Michel Foucault. Luego derivamos hacia otras interpretaciones en textos ahora centrales para este problema, como aquellos de Gilles Deleuze, Giorgio Agamben y Roberto Esposito. A estos hay que sumar una bibliografía creciente y relevante, dedicada a precisar y tensionar las diferentes interpretaciones del dispositivo y de su problemática en el trabajo del mismo Foucault y en el pensamiento contemporáneo. El origen inmediato de nuestra interrogación viene dado por la necesidad de precisar las relaciones de poder, normalización e inducción normativa en el horizonte de lo que ha sido llamado articulación planetaria del capital o, alternativamente, realización de la metafísica en su constitución ontoteológica. Partamos entonces por reparar en un hecho mínimo pero significativo, a saber, el hecho de que una de las traducciones habituales de la noción de dispositif Dispositivos: historia e inmanencia · 91 en inglés es la de apparatus, lo que produce una yuxtaposición natural entre la problemática de la técnica, de la existencia y la cuestión del poder. Estas consideraciones preliminares intentan entonces pensar las dimensiones y acepciones de la noción de dispositivo en Michel Foucault y precisar su relación con la problemática de la vida y de su organización. Dejamos para un escrito posterior la relación entre dispositivos y experiencia estética, así como la cuestión central relativa a la pregunta por el modo de existencia de los objetos técnicos y de los organismos vivientes, que no responden a dos paradigmas irreconciliables, sino al fortuito encuentro de las reflexiones de Gilbert Simondon y Georges Canguilhem. En dicho encuentro, creemos, se juegan importantes matices para pensar no solo la cuestión de los dispositivos, de la técnica y su relación con la “autenticidad” de la experiencia –más allá de las dicotomías estructurantes de la metafísica occidental–, sino también para pensar el paso mismo desde la concepción dinástica y monacal de la soberanía hacia la cuestión de la gubernamentalidad y sus distintas configuraciones disciplinantes y de control en las relaciones de poder contemporáneas. Por ahora creemos que una discusión acotada a las diversas acepciones de la noción de dispositivo es un lugar acertado para ir desenvolviendo los diversos hilos de una madeja enrevesada y compleja. Una última consideración resulta pertinente antes de entrar propiamente en la cuestión que nos proponemos como tarea. 92 · Estudios en gubernamentalidad No queremos circunscribir nuestras observaciones a un tipo de interrogación disciplinaria que, movida por el rigor de sus metodologías, ignore la profunda complicidad que hay entre las nomenclaturas académicas y las mismas relaciones de saber-poder que configuran tanto las políticas como las prácticas y los discursos gubernamentales en la actualidad. En otras palabras, la discusión sobre el dispositivo debe evitar reinseminar sus propios énfasis como otro dispositivo de saber ajeno a las dinámicas de resistencia que toda relación de poder engendra. De esta forma, no intentamos definir ni determinar qué es un dispositivo sino habitar en sus vacilaciones porque ahí se juega, creemos, una relación con la temporalidad que intenta no remitirla a ningún juego trascendental. La puesta en evidencia del carácter incompleto de las grandes verticales del poder, digamos su contingencia, nos permite avanzar hacia lo que llamaremos (siguiendo el trabajo de Maddalena Cerrato1) la filosofía práctica foucaultiana, donde la cuestión de la práctica no se refiere ni a un suplemento de la teoría, ni a un ensimismamiento en la filosofía como perfeccionamiento individual del sujeto, sino a la cuestión del poder y de la vida, más allá de los imperativos nómicos y los interdictos normativos que configuran la pregunta filosófica por el qué hacer. En última instancia, dicha filosofía práctica exigiría como condición de su posibilidad la deconstrucción de la misma determinación metafísica de las relaciones entre teoría y práctica según la lógica de 1 Maddalena Cerrato, La filosofia pratica di Michel Foucault (Milano: Mimesis Edizione, 2015). Dispositivos: historia e inmanencia · 93 una habilitación o legitimación emanada desde una cierta filosofía primera. Sostenemos entonces que es en la cuestión misma del dispositivo donde se juegan importantes claves de lectura del pensamiento foucaultiano, más allá de la imagen convencional que divide su obra en sucesivas etapas abocadas a la arqueología, la genealogía y la hermenéutica del sujeto como proposición de una ética del cuidado de sí. Frente a esa imagen convencional, por lo tanto, propondremos una lectura de Foucault donde predominan las preocupaciones prácticas sin quedar estas subordinadas a ninguna forma de filosofía primera. En otras palabras, Foucault piensa –y ahí se inscribe su trabajo– en el descoyuntamiento de la relación entre filosofía e historia, entre teoría y práctica, cuestión que hace imposible derivar desde sus obras algo así como una ética o una filosofía dispuesta a señalar las reglas de conducta a las que debiera ajustarse, sujetarse, el hombre en su obrar práctico. La práctica así pensada ya no responde ni al concepto dialéctico de praxis ni está regulada por la preeminencia de algún imperativo categórico, abriendo de esta manera la posibilidad de una nueva comprensión de la relación entre filosofía e historia y, con eso, una nueva comprensión de la política. Quizás esto es lo más decisivo de nuestra lectura: intentar rastrear en las vacilaciones del dispositivo la posibilidad de un concepto de práctica que no esté ni habilitado normativamente, ni reificado en nombre de un pragmatismo instrumental. Para tal efecto, concluiremos esta indagación con una referencia al problema del 94 · Estudios en gubernamentalidad sujeto anarquista, opuesto al sujeto transgresivo, según la interpretación de Foucault realizada por Reiner Schürmann.2 Sin agotar entonces la enorme complejidad de estos problemas, las observaciones que prosiguen intentan trazar un recorrido cuyo tema central es la cuestión del dispositivo en sus diferentes articulaciones. Ninguna de las decisiones en nuestro recorrido es definitiva o concluyente, pero todas ellas complicitan –es nuestra pretensión– en la formulación de una problemática común y, de alguna manera, todavía crucial para nosotros. II Existen al menos dos lecturas en disputa en torno a la noción de dispositivo. Por un lado, Agamben lo relaciona con el concepto de positividad tal cual aparece en trabajos anteriores de Foucault, y remite tal positividad a la filosofía real hegeliana y a la noción latina de dispositio, cuestión que marcaría la proximidad entre el dispositivo foucaultiano y la dispositio como instancia de encarnación de los presupuestos 2 Reiner Schürmann, “On Constituing Oneself an Anarchist Subject”, Praxis International 6, no. 3 (1986): 294-310. De cualquier forma, la consideración de Foucault como un pensador antihumanista en sentido filosófico, esto es, como un pensador que emerge en el contexto de la decadencia de la epocalidad humanista moderna, se haya en Reiner Schürmann, Heidegger. On Being and Acting. From Principles to Anarchy (Bloomington: Indiana University Press, 1987). Dispositivos: historia e inmanencia · 95 teológico-políticos del orden social.3 Con esta vinculación entre dispositivo, gubernamentalidad y biopolítica, Agamben intenta expandir el trabajo foucaultiano, radicalizando la pregunta por el poder más allá de su interrogación de las formas de disciplinamiento y normalización modernas. Es decir, esto le permite establecer una conexión entre los dispositivos modernos y la tradición ontoteológica encarnada en las formas históricas de producción desubjetivante de vida desnuda (blosses Leben), mientras evalúa al mismo tiempo la condición negativa de los procesos de tecnificación contemporáneos. Volveremos a Agamben posteriormente, contentémonos ahora con señalar la fuerza de su lectura. Por otro lado, sin embargo, y siguiendo una línea de trabajo sugerida por Gilles Deleuze,4 sería posible mostrar el dispositivo como una articulación puntual, sobre la que se van erigiendo una serie de prácticas y relaciones estratégicas de poder que no pueden ser devueltas a ningún principio trascendental, ni a ningún sujeto como origen o causa. En tal caso, el dispositivo aparece como una tecnología constituida en relación con las condiciones acotadas y singulares de poder (entendiendo el poder como una cuestión relacional), y no como una tecnología que restituye algún tipo de 3 Giorgio Agamben, ¿Qué es un dispositivo? (Barcelona: Anagrama, 2015), 9-51. 4 Gilles Deleuze, “¿Qué es un dispositivo?”, en Contribución a la guerra en curso, trad. Javier Palacio Tauste (Madrid: Errata Naturae, 2012), 7-25. 96 · Estudios en gubernamentalidad operación transhistórica de dominación. Para Deleuze el dispositivo es, en última instancia, un mecanismo constituido en la inmanencia de las relaciones sociales y no tramado por la trascendencia de una economía principal y sus lógicas fundamentales. La diferencia entre ambas lecturas es notable y llena de consecuencias, pero antes de detenernos en ellas, reparemos en el uso específico y acotado que hace Foucault de esta noción. En efecto, la noción de dispositivo habría aparecido en el lenguaje foucaultiano en el momento en que este cambia el foco de su investigación desde la interrogación de las configuraciones disciplinarias de saber, básicamente Las palabras y las cosas y La arqueología del saber (sin descontar sus investigaciones sobre la psiquiatría, la mirada médica y la caracterización moderna de la locura), hacia la interrogación de las relaciones y aparatos de poder, comenzando por Vigilar y castigar y el tomo uno de su Historia de la sexualidad.5 Gracias a la reciente publicación de sus cursos en el Collège de France y a la compilación de sus textos inéditos, Dits et écrits, se hace incluso más evidente cómo la noción de dispositivo aparece ligada, a medidos de los años setenta, a dos decisiones fundamentales: por un lado, la necesidad de complementar la noción de episteme, que como sistema de enunciados organizó su arqueología de las ciencias humanas en cuanto 5 Como señalan también Judith Revel, Le vocabulaire de Foucault (Paris: Ellipsis: 2002), 24-25; y Edgardo Castro, El vocabulario de Michel Foucault (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2004), 147-149. Dispositivos: historia e inmanencia · 97 relaciones de saber, para abrirse a las dimensiones no discursivas de las prácticas sociales. Por otro lado, la necesidad de problematizar la noción propietarista y vertical del poder que emana de la tradición de la teoría y la filosofía política y que se remite a la cuestión de la soberanía y del Estado. Foucault nos dice: “en el pensamiento y en el análisis político, aún no se ha guillotinado al rey.”6 Así, en el mismo periodo en que presenta su noción descentrada, relacional e inesencial del poder en el tomo uno de su Historia de la sexualidad (1976), aparece la noción de dispositivo para marcar una inflexión contextual y relacional donde dicho poder ya no se posee ni se ejerce unilateralmente, ni responde a los imperativos éticos o pragmáticos del Estado y sus aparatos, sino que se diversifica y articula en múltiples instancias de interacción social. Solo así su investigación sobre la relación entre verdad y sexo, sobre la emergencia de la sexualidad y los saberes acotados a ella, logra escapar a la reproducción del modelo represivo, monacal y jerárquico con el que se sigue analizando la relación entre ley y prohibición, interdicto y transgresión7. En este mismo periodo, además, Foucault dicta un curso en el Collège cuya temática 6 Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber (México, D.F.: Siglo XXI, 1991 [1976]), 108. 7 Por supuesto, Foucault está plenamente advertido del trabajo crítico de Georges Bataille, del temprano Collège de sociologie y de la revista Acéphale. Véase su “Prefacio a la transgresión”, en Entre filosofía y literatura. Obras esenciales, volumen 1 (Barcelona: Paidós, 1999), 163-180. 98 · Estudios en gubernamentalidad está referida al mismo desplazamiento desde la soberanía a la gubernamentalidad, curso en el que se juega una estratificación relevante de la pregunta por la dominación que ya no aparece como simple exterioridad o superestructura de las relaciones sociales. No se trata, en todo caso, de postular una imagen lineal y progresiva desde el poder monárquico y soberano hacia formas biopolíticas más laxas y heterogéneas (“error” en el que ha caído una cierta lectura neoliberal de Foucault 8) sino, por el contrario, de mostrar que las nociones de gubernamentalidad, anatomopolítica y biopolítica, dispositivo y subjetivación intentan dar cuenta de las formas complejas y circunstanciales de las prácticas de poder en la sociedad occidental.9 Así, en una entrevista del mismo periodo, frente a una demanda de precisión en 8 Véase Daniel Zamora y Michael Behrent, eds., Foucault and Neoliberalism (Cambridge, UK: Polity, 2016). Se trata de un libro publicado originalmente en Francia el 2014 donde se hace coincidir una suerte de coqueteo foucaultiano con la revolución neoliberal leída como emancipación individual y que complementa, en cierta medida, las críticas marxistas tradicionales que ven en el trabajo foucaultiano un debilitamiento de las nociones centrales del pensamiento crítico moderno (totalidad, Historia, sujeto, razón, etc.). Sin embargo, hay que reparar en esta seducción de la libertad neoliberal y en la perseverancia de su individualismo posesivo, más allá de estos autores, pues algo de ella hay en las lecturas que intentan remitir el trabajo tardío de Foucault a una preocupación ética relativa al bienestar y al perfeccionamiento del individuo. Contra todo esto, proponemos una lectura anarquista radical hacia el final de nuestro texto. 9 Michel Foucault, Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (1977-1978) (Madrid: FCE, 2006). Dispositivos: historia e inmanencia · 99 torno a la noción de dispositivo, Foucault destaca tres aspectos centrales: Lo que trato de situar bajo este nombre es, en primer lugar, un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos.10 Es decir, no solo se trata de un sistema acotado de relaciones, sino que además estas relaciones incluyen aspectos discursivos y no discursivos, cuestión que desborda la noción de episteme y su focalización en las prácticas discursivas. En segundo lugar, Foucault precisa que el dispositivo también implica a la naturaleza misma de las relaciones entre sus elementos, relaciones que no responden a un modelo unilateral exterior al dispositivo, sino que son inmanentes a su configuración. En tercer lugar, por dispositivo entiendo una especie –digamos– de formación que, en un momento histórico dado, tuvo como función mayor la de responder 10 Michel Foucault, “El juego de Michel Foucault”, en Saber y verdad (Madrid: La Piqueta, 1991 [1977]), 128. 100 · Estudios en gubernamentalidad a una urgencia. El dispositivo tiene pues una posición estratégica dominante. Esta pudo ser, por ejemplo, la reabsorción de una masa de población flotante que a una sociedad con una economía de tipo mercantilista le resultaba embarazosa: hubo ahí un imperativo estratégico, jugando como matriz de un dispositivo, que se fue convirtiendo poco a poco en el mecanismo de sujeción de la locura, de la enfermedad mental, de la neurosis.11 Lo que interesa de esta larga cita es precisamente este último aspecto, es decir, la explicación del carácter utilitario o práctico del dispositivo y de la forma en que este se constituye para responder a una anomalía o “urgencia”. Se trata de un conjunto heterogéneo de prácticas organizadas puntualmente para responder a una eventualidad, después de lo cual decantan y se naturalizan. Con esto, Foucault matiza incluso los malos entendidos que se produjeron en torno a su Historia de la locura en la época clásica (1964), pues no se trata de pensar la relación entre saber y poder al modo de una relación determinativa y unilateral, sino mediada por diversos mecanismos de implementación destinados a corregir o contener un accidente; de hecho, los mismos discursos psiquiátricos aparecen como dispositivos heterogéneos constituidos como formas de contención y manejo de la locura, hasta fines del XIX, momento en que el psicoanálisis se constituye como un nuevo dispositivo que cambia 11 Ibídem, 129. Dispositivos: historia e inmanencia · 101 su naturaleza.12 La población flotante de la que nos habla la cita, en este caso, constituye una urgencia para la que se conforma un mecanismo de contención en el que participan prácticas discursivas y no discursivas. En última instancia, nos arriesgaríamos a decir que el dispositivo no responde a ningún trascendental del poder, sino que se constituye como reacción y contención frente a la emergencia de una irregularidad. Así, el dispositivo registra y contiene el acontecimiento, haciéndolo posible mientras lo normaliza.13 Nótese que, al pensar el dispositivo de esta manera, no solo se hace improcedente recurrir a una concepción superestructural de poder y de la agencia social (soberano, clase dominante, etc.), sino que se introduce una concepción de la temporalidad abierta a la condición heterogénea (o heteróclita, como él mismo preferiría) del cambio y de la emergencia, 12 Michel Foucault, El poder psiquiátrico. Curso en el Collège de France (1973-1974) (Madrid: FCE, 2005). 13 Como señala Jean-Louis Déotte: “El acontecimiento no puede ser determinado más que si es inscrito. El encadenamiento sobre él, y la experiencia que se tiene, son indisociables de la superficie sobre la que se inscribe. Es esta superficie que lo determina, ofreciéndole la reproducción” [Catástrofe y olvido. Las ruinas, Europa, el museo (Santiago: Cuarto Propio, 1998), 183]. Y aun cuando Déotte está pensando en el museo (un dispositivo de la memoria que reprime lo inmemorial), converge aquí la idea de que el acontecimiento no es una ruptura extramundana, un aparecer mesiánico investido de fuerza mítica, sino una relación “dialéctica” entre emergencia y regularización, entre irrupción e inscripción, cuestión que permite la reproducción del acontecimiento y la apertura hacia su serialidad. 102 · Estudios en gubernamentalidad cuestión aludida con las nociones de urgencia, irregularidad, accidente, anomalía, etc. Efectivamente, si una de las preguntas inciertas dirigidas contra el modelo epistémico (clásico, moderno, contemporáneo) presente en Las palabras y las cosas tenía que ver con la falta de explicitación respecto de la transición desde una episteme a otra, el mismo Foucault intenta responder a esta interrogante “pluralizando” la noción hegeliana de ruptura (determinada) al instalar la pregunta por las rarezas, las escansiones, los desplazamientos y las desviaciones.14 Ahora entonces el dispositivo no encarna ninguna disposición trascendental de dominación, sino que se articula como respuesta acotada a una determinada acontecimentalidad que no puede ser conjugada en los términos ilustrados de la filosofía de la historia, ni en los términos escatológicos del paradigma teológico-político. De ahí que sea posible percibir una relación compleja entre la dimensión práctica de su concepción del poder y de los dispositivos, y una cierta comprensión aleatoria de la temporalidad y de la historia. III Antes de detenernos debidamente en la relación entre dispositivo y temporalidad aleatoria, retomemos la lectura de Agamben quien, de manera bastante creativa, ha constelado 14 Michel Foucault, La arqueología del saber (México, D.F.: Siglo XXI, 1970). En especial, “Rareza, exterioridad, acumulación” (200213), y “El cambio y las transformaciones” (278-297). Dispositivos: historia e inmanencia · 103 la destrucción heideggeriana de la metafísica, la crítica benjaminiana de la violencia mítica y la condición catastrófica de la historia occidental, al presentar la experiencia del campo de concentración como lugar decisivo en la conversión negativa de la biopolítica contemporánea. Como ya advertíamos, su lectura del dispositivo es posible porque él relaciona el dispositivo foucaultiano con la positividad hegeliana y más decisivamente con la dispositio romana, cuestión que le permite leerlo como un mecanismo de subjetivación y desubjetivación vinculado a la tradición teológico-política. En este sentido, el dispositivo funciona en el paradigma cristiano de la oikonomía como gobierno divino del mundo. Sin embargo, lo que distinguiría a los dispositivos clásicos de los contemporáneos es el hecho de que mientras los clásicos producen procesos de subjetivación con un cierto rango de indeterminación, la sofisticación tecnológica tardomoderna indiferencia estos procesos de subjetivación de sus opuestos, los procesos de desubjetivación, convirtiendo a los hombres no en sujetos, sino en una masa indiferenciada y a disposición para su manejo técnico: “lo que sucede ahora es que los procesos de subjetivación y los procesos de desubjetivación parecen volverse recíprocamente indiferentes y sólo dan lugar a la recomposición de un nuevo sujeto de forma larvada y, por así decir, espectral.”15 O, de manera más enfática: Las sociedades contemporáneas se presentan así como cuerpos inertes atravesados por gigantescos 15 Agamben, “¿Qué es un dispositivo?”, 31. 104 · Estudios en gubernamentalidad procesos de desubjetivación real. De ahí el eclipse de la política que presuponía sujetos e identidades reales (el movimiento de los trabajadores, la burguesía, etc.) y el triunfo de la oikonomía, de una actividad pura de gobierno, que sólo busca su propia reproducción.16 No se trata, habría que advertir, de una mera sospecha sobre el carácter unidimensional de la técnica, sino de algo mucho más complejo. Agamben percibe en el predominio de los dispositivos desubjetivantes y de la biopolítica contemporánea, la realización del paradigma teológico-político de control y dominación de la existencia, sin margen de aleatoriedad. De esta manera, su sospecha de los dispositivos pasa por dos cuestiones centrales: por un lado, la extensión del dispositivo a toda forma de “captura” o inscripción de la existencia; por otro lado, la conversión del dispositivo en máquina. En lugar del anunciado fin de la historia –nos dice–, se asiste de hecho al incesante girar en vacío de la máquina. En una especie de parodia inmanente de la oikonomía teológica, la máquina asume en sí misma la herencia del gobierno providencial del mundo y, en vez de salvarlo, lo conduce –en esto fiel a la originaria vocación escatológica de la providencia– a la catástrofe.17 16 Ibídem, 32. 17 Ibídem, 34. Dispositivos: historia e inmanencia · 105 Habría que precisar, en todo caso, que la cuestión de la catástrofe comporta un double-bind, pues no sería lo mismo la catástrofe burguesa que la catástrofe barroca, siempre que en la última, el des-astre permite una experiencia radical de desfundamentación que bordea en el abismo de la existencia sin principios y, por tanto, abre hacia una concepción radical de libertad. Sin embargo, todo parece indicar que, en este opúsculo en particular y en su insistencia reiterada en remitir a Foucault al paradigma teológico-político, Agamben termina convirtiendo el pensamiento foucaultiano en una sostenida arqueología de los mecanismos de poder y dominación que se irían turnando en el largo plazo de la tradición ontoteológica, expresada en la doble articulación del reino y la gloria. Digamos que su sospecha de la máquina y de la técnica como producción desubjetivante ladea el dispositivo hacia uno de sus polos, devolviéndonos una imagen de este ya siempre atravesado por las grandes verticales del poder y la dominación, en un sentido propiamente prefoucaultiano. Interesaría entonces reparar en dos puntos relevantes. Por un lado, la forma en que Agamben lee y reduce el problema del dispositivo a la cuestión de la máquina y de la técnica, reduciendo a su vez, la pregunta por la técnica a una concepción como mínimo discutible. Por otro lado, la forma en que el pensamiento foucaultiano queda convertido en una versión negativa de la biopolítica, que debe ser abierta desde una inoperosidad que desactiva la compulsión engendrada sobre los hombres por la dispositio gubernamental. Por 106 · Estudios en gubernamentalidad supuesto, las críticas a esta operación de lectura abundan,18 pero todavía parece necesario contestar no solo “su” lectura de Foucault y del dispositivo, sino su recurso al paradigma teológico-político, un paradigma que en el francés no tiene el mismo carácter explicativo ni determinativo que tiene en el pensador italiano. De manera similar habría que leer, aunque con importantes matices, la contribución de Roberto Esposito. En un reciente libro dedicado a mostrar la continuidad de los dispositivos de sujeción en la historia occidental, Esposito presenta la noción de persona como un dispositivo específico y reiterado que media entre lo teológico-político y lo jurídico, haciendo necesario un paso más allá del personalismo, hacia lo neutro y lo impersonal, única posibilidad de una política no capturada por los procesos inmunitarios que se reconstituyen 18 Mencionaría como muestra solo tres de estas críticas. María Luciana Cadahia, “Dispositivos estéticos y formas sensibles de la emancipación”, Ideas y valores 65, no. 161 (2016): 267-285; este texto relativiza la lectura determinista de Agamben y otros, a la vez que, recurriendo a Deleuze y a Schelling, interroga la dimensión sensible y estética de los dispositivos). Sandro Chignola, “Sobre o dispositivo. Foucault, Agamben, Deleuze”, Cadernos IHU Ideias 12, no. 214 (2014): 1-28; texto inspirado en la historia conceptual y rigurosamente dedicado a determinar las diferencias entre los autores en cuestión. Y, finalmente, Matteo Pasquinelli, “What an Apparatus is Not: On the Archeology of the Norm in Foucault, Canguilhem, and Goldstein”, Parrhesia 22 (2015): 79-89. Este último texto, central para nuestras preocupaciones, logra establecer una fuerte relación entre Foucault y el trabajo de su maestro Georges Canguilhem, al que volveremos en el siguiente apartado. Dispositivos: historia e inmanencia · 107 permanentemente en dicha historia.19 Son muchos los matices que distancian el trabajo de ambos pensadores italianos, sobre todo el hecho de que mientras uno ahonda las consecuencias del paradigma teológico-político como encarnación de la onto-teología señalada por Heidegger, el otro interroga de manera histórico-conceptual las dinámicas de configuración comunitaria e inmunitaria en la tradición del pensamiento político occidental, poniendo especial atención a la historia conceptual como procedimiento destinado a esclarecer los usos acotados de los conceptos, más allá de las extrapolaciones historicistas. Sin embargo, al realizar esta suerte de genealogía del dispositivo persona, Esposito ubica su emergencia en la configuración del derecho romano como sistematización del horizonte metafísico clásico. Esto lo lleva a pensar no solo en la mera repetición del mecanismo jurídico que captura a toda forma de vida humana en dicho dispositivo, sino también en las diversas mediaciones que dicha captura supone históricamente, desde el platonismo clásico, pasando por la constitución del cristianismo, el derecho romano como momento fundamental, hasta el personalismo filosófico moderno y contemporáneo. Y esto le permite a su vez pensar la dialéctica entre subjetivación y desubjetivación a nivel de una operación jurídica previa que consistiría en identificar y, por tanto, remitir las formas de vida heterogéneas a la definición misma, trascendental y valórica, de la persona. 19 Roberto Esposito, El dispositivo de la persona (Buenos Aires: Amorrortu, 2011). 108 · Estudios en gubernamentalidad Aún sin pretender disponer a lo largo de un mismo eje semántico acontecimientos y conceptos lejanos en su génesis y en su destino, como los del mundo romano y los pertenecientes a periodos cercanos a nosotros o directamente contemporáneos, resulta difícil sustraerse a la impresión de que estamos ante algo que va más allá de una simple analogía y que parece más bien una especie de recurrencia, como un remanente no disponible para la transformación histórica que se produce en forma periódica en un marco contextual modificado por completo. Pero, más precisamente, ¿de qué se trata? ¿Qué es lo que retorna con las modalidades de una aparente compulsión a repetirse? Y lo que denominamos “dispositivo persona”, ¿puede constituir una expresión significativa de ello?20 Es aquí donde su trabajo parece vacilar, pues por un lado, identifica los riesgos de reducir las diversas dinámicas históricas a un eje estructurador, a saber, la preeminencia del derecho romano como gran dispositivo que materializa los presupuestos antropológico-políticos de la metafísica occidental; mientras que, por otro lado, y aun saliendo desde el horizonte teológico-político, su apuesta por la función reiterativa del “dispositivo persona” lo lleva a afirmar “la referencia romana” ahí donde Agamben afirma “la referencia teológica”. En cualquier caso, no intentamos desmerecer la importancia del paradigma teológico-político o de la 20 Ibídem, 78. Dispositivos: historia e inmanencia · 109 referencia al derecho romano, sino cuestionar su rol explicativo o causal, pues al operar de esa manera se tiende a sobrecodificar los dispositivos haciéndolos aparecer como encarnación o articulación de fuerzas trans-históricas o trascendentales.21 Por supuesto, con estas observaciones no intentamos ni despachar, ni menos “criticar” el trabajo decisivo que ambos pensadores italianos han venido realizando en los últimos años. Sin embargo, en la forma en que ladean el dispositivo hacia una política de la encarnación, ya sea de la oikonomía o de la persona, se deja ver una cierta imposibilidad a la hora de pensar el dispositivo en su otra dimensión, aquella relativa a la condición puntual, contingente y continente, de su performatividad, más allá de toda encarnación. Si es posible afirmar el carácter eventual de las relaciones y prácticas que constituyen al dispositivo, su naturaleza, entonces ya no es posible reducirlo a una mera articulación contingente tramada por una orientación de largo plazo, por un eje sobre el que se organizaría la sucesión de distintos dispositivos orientados más o menos en la misma dirección, sin importar 21 De ahí la “anfibología” constitutiva del pensamiento contemporáneo que, incapaz de resolver de una vez por todas las relaciones entre lo empírico y lo trascendental, no puede evitar que sus conceptos sean, a la vez, descriptivos y normativos. Por ejemplo, para Agamben la política es tanto el cierre biopolítico de la experiencia en la modalidad del campo de concentración y de los dispositivos técnicos de control y manipulación, como el nombre de una posibilidad incierta y por venir, basada en la figura de la inoperosidad y de la desactivación. 110 · Estudios en gubernamentalidad si este eje es la “referencia romana” o la “referencia teológico-política”. IV Retomemos ahora la cuestión de la aleatoriedad en la economía de los dispositivos, manteniendo presente el hecho de que la misma noción de dispositivo muestra una cierta proximidad con la de aparato, y no solo con la analítica de los aparatos estéticos desarrollada por Jean-Louis Déotte,22 sino también con la problemática althusseriana de los aparatos ideológicos de estado.23 En efecto, partamos por notar que Althusser presenta estas reflexiones como “notas para una investigación”, investigación que tendría por cometido no solo desarrollar una teoría del funcionamiento del estado en la teoría marxista, más allá de la caracterización de su función instrumental y represiva, sino también –cuestión en extremo relevante– desarrollar una teoría de la política que rompa con los determinismos y esquematismos del evolucionismo y del economicismo marxista convencional. En tal caso, no debería dejar de sorprender que la lista de aparatos ideológicos de estado presentada tentativamente 22 Jean-Louis Déotte, ¿Qué es un aparato estético? Benjamin, Lyotard, Rancière (Santiago: Metales Pesados, 2012). 23 Louis Althusser, “Ideología y aparatos ideológicos de estado (notas para una investigación)”, en La filosofía como arma de la revolución (México, D.F.: Siglo XXI, 1974), 102-141. Dispositivos: historia e inmanencia · 111 por Althusser esté en estrecha proximidad con los dispositivos interrogados por Foucault: aparatos ideológicos de estado religiosos, escolares, familiares, jurídicos, políticos, sindicales, de información, culturales, etc., que no son el estado y que “median” entre la función represiva de este y la reproducción de las relaciones sociales. En este sentido, los aparatos ideológicos de estado cumplen una doble función en la formulación althusseriana. Por un lado, complementan la analítica del estado, matizando su función represiva con los procesos de interpelación. Por otro lado –cuestión más relevante para nuestro cometido actual–, estos aparatos complejizan la teoría política marxista convencional que la reduce a un mero reflejo de las determinaciones e intereses en juego en el ámbito de las relaciones sociales de producción (economicismo). Obviamente, al aproximar la noción foucaultiana de poder y la noción marxista de ideología se produce una contradictio in abjecto, pues ambas nociones parecen moverse en campos diferenciados. Sin embargo, quizás acá es donde las contribuciones de Althusser resulten relevantes, toda vez que su noción de ideología no opera a nivel doctrinario ni determinativo, como si fuera un interdicto vertical o una fuerza de ley jerárquicamente emanada desde un poder central, desde una cierta base económica o trono soberano, sino que se abre a las diversas mediaciones y sobredeterminaciones que constituyen el campo social. Si la ideología es la representación imaginaria que los hombres se hacen de sus condiciones reales de existencia, entonces ya no se trata 112 · Estudios en gubernamentalidad (como tampoco se trata en Foucault de la performance determinativa del saber sobre los cuerpos, sin la mediación de los dispositivos) de una relación unilateral o vertical, de determinación o condicionamiento “en última instancia”, sino de pensar la función de los aparatos ideológicos de estado como sobredeterminación de las relaciones entre lo que la tradición marxista llama base y superestructura. Aunque esto merece un desarrollo más sostenido, contentémonos por ahora con apuntar a la relación fundamental en Althusser entre interpelación ideológica, aparato, sobredeterminación y coyuntura política, pues así se nos abre un campo de reflexión que contradice, en cierta medida, las lecturas más estandarizadas del althusserianismo y que lo identifican con la figura de un militante convencido de la cientificidad no ideológica del materialismo histórico. En efecto, la ideología interpela a los individuos para convertirlos en sujetos, pero esta interpelación no es “cruda”, directa o unilateral, sino que está articulada por diversos aparatos ideológicos de estado. Una analítica de las formas de subjetivación no se puede conformar entonces con determinar el contenido cognitivo ni los intereses de una ideología dominante, sino que tiene que precisar las formas diversas y aleatorias en que, en una determinada coyuntura histórica, dichos intereses y dichos contenidos se van configurando en su paso a través de los aparatos, paso que no los deja incólumes, sino que los va constituyendo, es decir, que va constituyendo a la ideología como algo más que un mero discurso determinativo. En este sentido, Althusser ya Dispositivos: historia e inmanencia · 113 piensa la política más allá de su función instrumental y de su condición epifenoménica con respecto a los intereses y las relaciones de producción. Y así, las relaciones entre la base y la superestructura no aparecen articuladas por discursos más o menos transparentes emanados desde un lugar en particular y dirigidos hacia “abajo”, sino que están ya siempre interrumpidos por procesos múltiples de sobredeterminación.24 Lo que está en juego en esta complejización de los discursos, los aparatos y la ideología es la misma noción hegeliana de contradicción que, heredada por el marxismo, transporta la lógica del concepto al campo social, como contradicción entre fuerzas productivas y relaciones sociales de producción. Al suspender entonces la noción de contradicción como eje explicativo de las luchas sociales, se suspende también la condición auto-télica del modelo dialéctico o, si se quiere, su teleología inherente como despliegue y realización, cuestión que tiene enormes consecuencias para la teoría de la historia marxista y que, para el caso de nuestra actual preocupación, permite mostrar –es la noción de coyuntura que interesaría pensar acá– el carácter finalmente indeterminable de la prácticas sociales. Sobre este desplazamiento de la contradicción y su automatismo lógico-conceptual se ha abierto el campo del neomarxismo y del postmarxismo; sin embargo, más allá de las capitalizaciones puntuales del 24 Louis Althusser, “Contradicción y sobredeterminación” (notas para una investigación)”, en La revolución teórica de Marx (México, D.F.: Siglo XXI, 1968), 71-106. 114 · Estudios en gubernamentalidad anti-hegelianismo althusseriano, lo que todavía parece demandar una consideración más detenida es precisamente el problema de la historicidad y de su condición aleatoria, cuestión que no ocurre en la escena postmarxista contemporánea, más abocada a la restitución de una lógica pragmática de la política. No podemos discutir aquí la noción de hegemonía que deviene, en el pasamiento post-marxista de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, una clave de la recuperación de la lógica de la contingencia, opuesta a la lógica de la necesidad del marxismo clásico y determinista.25 Sin embargo, desde la consideración sobre los dispositivos que estamos elaborando, la misma hegemonía se muestra como un aparato más que captura, registra y regulariza las eventualidades sociales, normalizándolas y traduciéndolas al ámbito institucional (estatal) de la política. En otras palabras, en el postmarxismo la hegemonía se convierte en una especie de mega-dispositivo que regula y prescribe el funcionamiento de la misma política, al punto de extinguir cualquier acontecimentalidad, reduciéndola a la lógica interna de la lucha hegemónica. De esto se sigue que toda diferencia con la hegemonía solo sea 25 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia (Madrid: Siglo XXI, 1987). Sugeriríamos entonces leer la recepción problemática de Althusser en el giro postmarxista como índice de una no problematizada restitución de la filosofía de la historia, un cierto evolucionismo, que en estos autores aparece como “tradición democrática occidental”, sobre la que descansa el buen sentido de los actores democráticos. Dispositivos: historia e inmanencia · 115 pensable como lucha por la hegemonía. Así, mientras que la referencia romana o el peso de la tradición teológico-política tienden a codificar el dispositivo en términos de una cierta recurrencia o encarnación, la hegemonía, convertida en mega-dispositivo, desactiva su pluralidad inherente, cancelando su indeterminación, al remitirlo siempre a la lucha por el poder y por el control del estado.26 Por otro lado, repensar las tempranas “notas para una investigación” desarrolladas por Althusser, incluso antes del boom de su llamado materialismo aleatorio, permitiría leer 26 Permítasenos insistir en este delicado punto. No se trata de descartar la teoría de la hegemonía de Mouffe y Laclau como si se tratara de un oportunismo culturalista o de una refundación todavía fundacional (y por tanto trascendental) de la política. En rigor, ambos autores presentan sus reflexiones advertidos de las limitaciones que la filosofía de la historia impone sobre la práctica política, y ambos autores desplazan dicha “lógica de la necesidad” desde la consideración pragmática de las articulaciones hegemónicas que no están atravesadas por ningún criterio universal preexistente, sino por una lógica contingente. Sin embargo, la hegemonía como dispositivo tiende a quedar sobredeterminada en la medida en que esa misma hegemonía no puede sino articularse en torno a la toma del poder del estado, cuestión que hace que las instancias articuladas prácticamente en su performance contingente si bien no responden a leyes históricas previas, sean sin embargo sobrepujadas desde la organización estratégica en la lucha política. De ahí entonces que: 1) la lógica hegemónica se presente como una lógica contingente opuesta a la lógica de la necesidad, pero todavía desde una concepción “aristotélica” de la misma contingencia, y 2) la hegemonía como dispositivo esté ya siempre habitada por la demanda del poder, haciendo que el populismo sea el horizonte último de toda articulación hegemónica. 116 · Estudios en gubernamentalidad a contrapelo su trabajo, no para rehabilitarlo (ironía estalinista), sino para retomar la problemática central de la historia y su condición aleatoria. Es decir, con las nociones de aparato ideológico de estado y de sobredeterminación ya se estaba intentando responder a la necesidad de elaborar una concepción atenta a la condición singular e indeterminada de la temporalidad histórica, cuestión que nos permite, a su vez, pensar en los aparatos ideológicos de estado como proto-dispositivos surgidos a partir de las inconsistencias de la teoría marxista de la historia de carácter hegeliano, y de las respectivas concepciones de la ideología y la política que se siguen de tal filosofía de la historia.27 Por supuesto, todo esto es solo la formulación de un horizonte problemático al que habría que atender con mayor detención. 27 Louis Althusser, Philosophy of the Encounter: Later Writings 19781987 (New York: Verso, 2006). Esta es una versión abreviada de los dos tomos de sus Écrits philosophiques et politiques (1994), que han permitido una serie de publicaciones de sus escritos sobre filósofos modernos. Importa entonces señalar que, más que una reorientación general de su trabajo, lo que está contenido en sus tempranas “notas para una investigación” (subtítulo de sus primeros textos) ya indica la necesidad de una concepción aleatoria y materialista de la historia. Habría que pensar, más allá de este primer punto, si efectivamente la concepción aleatoria desarrollada por Althusser logra desplazar los remanentes ontoteológicos de la lógica hegeliana de la historia presentes en el marxismo y si a partir de ahí es posible una teoría radical de la historicidad ya más allá de las tibias recepciones contemporáneas del materialismo aleatorio que siguen motivadas por la necesidad, más pasional que reflexiva, de rehabilitar al pensador marxista. Dispositivos: historia e inmanencia · 117 Ahora quisiéramos, sin embargo, desplazarnos, dentro de la problemática del dispositivo, hacia la cuestión de la normalización y de la relación entre norma, normalidad y anomalía. V En su curso Seguridad, territorio, población (1977-1978), Foucault elabora una distinción, basada en la teoría pura del derecho de Hans Kelsen, entre ley, norma y normalización, que resulta capital para entender su uso de esta última noción. Yo creo que es preciso mostrar que la relación de la ley con la norma indica en efecto que, intrínseco a todo imperativo de la primera, hay algo que podríamos llamar una normatividad, pero que esta normatividad inherente a la ley, fundadora tal vez de la ley, no puede confundirse en ningún caso con lo que se trata de identificar aquí con el nombre de procedimientos, métodos, técnicas de normalización. Yo diría incluso que, por el contrario, si es cierto que la ley se refiere a una norma, su papel y función, por consiguiente –ésa es su operación misma–, consisten en codificar una norma, efectuar con respecto a ésta una codificación, cuando el problema que trato de señalar es el de mostrar que, a partir y por debajo, en los márgenes e incluso a contrapelo de un sistema de la ley, se desarrollan técnicas de normalización.28 28 Foucault, Seguridad, territorio, población, 74-75. 118 · Estudios en gubernamentalidad No se trata solo de distinguir, en el derecho, a la ley de la norma (tema central de la tradición kantiana y que encuentra en Kelsen una elaboración paradigmática), sino también de pensar en una normatividad que no se agota en el ámbito de una teoría cultural o simbólica de las costumbres y los usos. De ahí entonces nuestra dificultad con la crítica recientemente elaborada por Catherine Malabou a Foucault, Agamben y Derrida (¡qué extraña homologación!), como pensadores de la soberanía y de lo simbólico que, incapaces de pensar la biología contemporánea, quedarían siempre presos de la misma re-inseminación de sus lógicas: “Como ya he dicho –nos comenta Malabou– el problema es que esta crítica de la soberanía está estructurada de manera exacta por aquello que critica. La separación entre lo biológico y lo simbólico es la letra escarlata impresa por la soberanía en el cuerpo filosófico.”29 Esta letra escarlata o marca distintiva convertiría a estos pensadores no solo en culturalistas, sino también en pensadores desatentos a los desarrollos de la misma biología, desarrollos que permitirían, según Malabou, no solo salir desde la “infinita deconstrucción de la soberanía”, sino que cambiar los presupuestos ontológicos del pensamiento moderno. Por supuesto, no intentamos despachar el importante trabajo de Malabou, sino interrogar la viabilidad de su reducción culturalista de la genealogía o de la deconstrucción y su homologación con la biopolítica, por 29 Malabou, “Will Sovereignty Ever Be Deconstructed?”, en Plastic Materialities. Politics, Legality, and the Metamorphosis in the Work of Catherine Malabou, eds. Brenna Bhandar y Jonathan Goldberg-Hiller (Durham: Duke University Press, 2015), 42. Dispositivos: historia e inmanencia · 119 un lado, mientras que, por otro, preguntarnos si su crítica no restituye, como su única posibilidad, la misma separación que quiere criticar, esto es, como si la biología no fuera, ella misma, un discurso histórico. Más allá de esto, sin embargo, todavía debemos atender a la forma en que la normatividad –ya no pensada como origen ni fundamento del derecho– es concebida, en cuanto operación efectiva y acotada a la producción de determinados comportamientos en el análisis foucaultiano. Pues dicha normatividad no opera como ley ni como horizonte simbólico o cultural, sino que responde a una economía puntual de emergencia y regularidad que caracteriza al dispositivo. En este sentido, Matteo Pasquinelli30 ha llamado la atención sobre la forma en que Foucault usa la noción de norma, normalidad y normalización tanto en su curso sobre Los anormales en el Collège,31 como en Vigilar y castigar, rastreando en tal uso la herencia de su maestro Georges Canguilhem. En efecto, en su libro Lo normal y lo patológico, Canguilhem opera una inversión y una inmanentización de la relación lógica y cronológica entre ambos conceptos, lo normal y lo patológico, mostrando que la normalidad nunca preexiste a la desviación y que la normalización es una forma de captura y regulación de la diversidad de manifestaciones de la 30 Pasquinelli, “What an Apparatus is Not”, 79-89. 31 Michel Foucault, Los anormales. Curso en el Collège de France (19741975) (Argentina: FCE, 2000). 120 · Estudios en gubernamentalidad vida.32 Para ambos, Canguilhem y Foucault, la normalización y la ley se mueven a distintos niveles, y a diferencia del modelo jurídico de la norma como configuración simbólica y cultural de la ley (como en Kelsen33), en la explicación de Canguilhem no hay necesidad de esta mediación cultural, pues la norma responde a los acomodos intestinos de la historia de la ciencia en su intento por dar cuenta de la vida, de su proliferación y de sus dinámicas heteróclitas. En este sentido, observa Pasquinelli: “en contraste con Agamben, sin embargo, Canguilhem afirma que ‘lo normal no es un concepto estático o pasivo, sino un concepto dinámico y polémico’. Lo normal es continuamente producido y redefinido por el campo inmanente de fuerzas sociales.”34 Así, más allá del contraste con la fuerza de ley y la crítica del derecho que en Agamben reinscriben el problema en términos de violencia mítica y producción de vida sacrificable (homo sacer), lo que interesa de la referencia a Canguilhem no es solo su concepto dinámico de norma, sino la inmanencia de esta norma, surgida de las relaciones de fuerza singulares que se traman en cada coyuntura, entre lo normal y lo patológico, a lo largo de la historia de la medicina, de la biología y, en un sentido menos explícito, de la filosofía de 32 Georges Canguilhem, The Normal and the Pathological (New York: Zone Books, 2015). 33 Foucault, Seguridad, territorio, población, 73-76. 34 Pasquinelli, “What an Apparatus is Not”, 84. Dispositivos: historia e inmanencia · 121 la vida. Es decir, la diferencia entre normatividad jurídica y normalización permite entender las técnicas y operaciones constitutivas del dispositivo ya no como la aplicación de una fuerza soberana, sino como articulación conflictiva entre lo normal y lo anormal, la norma y la anormalidad, diferenciándose (de paso) de la tradición sociológico-normativa que insiste en pensar en términos de agentes y acciones orientadas según fines y valores culturales.35 Nos dice Canguilhem, al final de sus reflexiones tardías (veinte años después de la primera publicación) de Lo normal y lo patológico: Lo anormal, como a-normal, se produce después de la definición de lo normal, es su negación lógica. Sin embargo, es la precedencia histórica de este futuro anormal el que hace posible la intención normativa. Lo normal es el efecto obtenido por la ejecución del proyecto normativo, es la norma exhibida de facto. En esta relación de facto hay entonces una relación de exclusión entre lo normal y lo anormal. Pero esta diferencia está subordinada a su vez a la relación de negación, a la corrección convocada por la anormalidad. Consecuentemente, no es paradojal sostener que 35 Sería interesante indagar cómo la micropolítica de los dispositivos desplaza las grandes referencias de la teoría social clásica (actor, racionalidad, sociedad, sistema de valores, normas, etc.), permitiendo una complejización de las dinámicas de poder e intercambio que difieren de las versiones clásicas, tributarias de la antropología hipotética de la temprana modernidad europea. 122 · Estudios en gubernamentalidad lo anormal, mientras que es lógicamente posterior, es existencialmente primero.36 Así, lo anormal como a-normal preexiste a la norma, la permite y la posibilita, aunque sea para quedar normalizado por ella. Más allá de las consecuencias puntuales del trabajo de Canguilhem en la historia de la biología moderna y en la misma problemática filosófica de articular dicha historia, lo que resulta relevante para nuestra interrogación actual tiene que ver con el vértigo de la inmanencia que define las relaciones de copertenencia y exclusión entre lo normal y lo anormal, entre la emergencia y la regularización: en ellas se juega una analítica de las relaciones de normalización que matiza, e incluso materializa, las reflexiones del pensamiento normativo occidental. Y esta analítica contextual y acotada no solo se distancia del modelo kantiano de la ética como configuración de una conducta adecuada al interés de la razón y a sus principios e imperativos, sino que se distancia también de las sociologías normativas y de la recurrencia del paradigma teológico-político en el schmittianismo contemporáneo. Aunque este no es nuestro cometido actual, permítasenos un par de observaciones destinadas a marcar el contraste entre normalización y normatividad, o sea, entre la analítica foucaultiana y las preocupaciones del pensamiento normativo. Si tomamos como ejemplo el trabajo seminal de Émile Durkheim, específicamente su interrogación 36 Canguilhem, The Normal and the Pathological, 243. Dispositivos: historia e inmanencia · 123 sobre la división del trabajo social y la transición desde las formas orgánicas a las formas mecánicas de solidaridad y cohesión social, podemos advertir que su concepción de la norma no es solo jurídica, sino que está posibilitada por una preocupación que antecede a sus mismas indagaciones: la preocupación por el orden social, que funcionaría como pregunta y como criterio de orientación hermenéutico.37 Es decir, su analítica de las relaciones sociales está desde ya pre-ocupada con la necesidad de resolver el orden social, esto es, de explicarlo y reforzarlo. Y esto se debe a que la misma noción de transición y evolución que alimenta su análisis de la división del trabajo social y del derecho se basa, a su vez, en una no problematizada concepción de la historia. Es esa concepción de la historia la que estaría en cuestión si atendemos a la puntualidad autorreferente de la normalización según la forma en que Foucault piensa los dispositivos. Así, sea en Durkheim, Parsons, Touraine o Habermas, lo que habría que pensar son las consecuencias que el pragmatismo foucaultiano tiene para la hipótesis normativa (heredera de la hipótesis hobbesiana) y su no problematizada filosofía de la historia (el principio evolucionista de comprensión), cuestión que supone la invención de una analítica microfísica que se 37 En efecto, el puto de partida analítico y existencial del trabajo de Durkheim está dado por la necesidad de una interrogación inmanente a las dinámicas de cambio social, en el contexto postrevolucionario francés y europeo, donde el viejo orden no termina de desaparecer y el nuevo no termina de configurarse. Véase Émile Durkheim, La división del trabajo social (Madrid: Akal, 1995). 124 · Estudios en gubernamentalidad distancia de las representaciones normativas y molares de la sociedad.38 En este sentido, la referencia a Canguilhem nos permite avanzar hacia una problemática similar a la que, por ejemplo, caracteriza al pensamiento deleuziano gracias a su lectura de Bergson y a la microsociología de la imitación de Gabriel Tarde. Pero no para afirmar una teoría social en Foucault que corrija los vicios normativos de la teoría sociológica clásica, sino para mostrar que esos vicios normativos son consistentes con una determinada concepción de la historia, a la que se le supone una cierta racionalidad que debe, a su vez, ser encarnada o expresada en una teoría de la acción y de los agentes sociales, unidades básicas del análisis convencional. Por supuesto, en Foucault la historia aparece como proceso sin finalidad preconstituida y sin sujeto, es decir, como articulación aleatoria de aparatos y procesos organizados puntualmente, según las relaciones de fuerza inherentes a su propia dinámica o economía. Se trata, en palabras de Paul Veyne, de pensar la historia como una serie de tramas complejas e irreducibles a una 38 Lo que está en cuestión en la teoría social clásica y contemporánea es, pues, la persistencia de un principio evolucionista de comprensión que no debe reducirse al evolucionismo decimonónico (Spencer, Comte, entre otros), y que primero se manifiesta como teoría de la complejización de las relaciones sociales, para luego manifestarse como teoría de la “reducción de la complejidad”; todo esto al hilo de una no problematizada noción de evolución y desarrollo histórico que hace de la teoría social, en general, una teoría de la transición. Dispositivos: historia e inmanencia · 125 voluntad, individual o colectiva, y a una soterrada teoría de la intencionalidad.39 Por lo tanto, la normalización en Foucault no responde a los procesos de socialización de las normas según el plexo de sentido dado por una historia definida en términos teológico-políticos o en términos de un proceso general de secularización; de ahí que la llamada crisis anómica que caracterizaría a la modernidad occidental (como secularización del orden teológico medieval), por ejemplo en Carl Schmitt40 y en el mismo Durkheim, resulte desplazada al mostrar a la misma anomia (al crimen) como condición de posibilidad de la norma (y de la ley). Salir desde los presupuestos normativos de la sociología o de la concepción schmittiana de la política y la soberanía hacia la pregunta por las relaciones de fuerza y la configuración puntual de los dispositivos, con sus procesos de contención, subjetivación y normalización, es abrirse a la pregunta por la condición material y aleatoria de la historicidad, más allá de toda encarnación escatológica o trascendental. 39 Paul Veyne, “Foucault revoluciona la historia”, en ¿Cómo se escribe la historia? (Madrid: Alianza, 1984), 199-238. En rigor, se trata de pensar la historicidad más allá de la representación humanista de la historia y de su captura técnica o historiográfica, cuestión que ha producido una reacción casi gremial contra Foucault como pensador antihistórico, estructuralista o posthumanista. En la diferencia entre historiografía humanista e historicidad no humanista se expresa uno de los problemas más delicados para el pensamiento tardomoderno. 40 Carl Schmitt, Political Theology. Four Chapters on the Concept of Sovereignty (Cambridge: The MIT Press, 1988). 126 · Estudios en gubernamentalidad VI Para ir concluyendo por ahora, volvamos por un momento a la lectura deleuziana del dispositivo, porque creemos que en ella se plantea algo relevante. Los dispositivos tienen como componentes, pues, líneas de visibilidad, de enunciación, líneas de fuerza, líneas de subjetivación, líneas de cesura, de fisura, que se entrecruzan y mezclan, yendo unas a parar a otras o suscitando algunas nuevas mediante variaciones o incluso mutaciones por apropiación. De ahí se deducen dos consecuencias fundamentales para la filosofía de los dispositivos. La primera es el rechazo de los universales. El universal, en efecto, no explica nada, es el universal el que debe ser explicado. Las líneas son líneas de variación que no disponen siquiera de coordenadas constantes. El Uno, el Todo, la Verdad, el objeto o el sujeto no son universales, sino procesos singulares de unificación, totalización, verificación, objetivación o subjetivación, inmanentes a determinado dispositivo. Por otra parte, cada dispositivo constituye una multiplicidad en la que operan tales procesos cambiantes, distintos a los que operan en otro.41 41 Deleuze, “¿Qué es un dispositivo?”, 16-17. Dispositivos: historia e inmanencia · 127 En efecto, se trata de romper con la relación entre universales y particulares, relación determinativa que transforma la singularidad en una particularidad, esto es, en “un caso” del universal, poseyéndola, apropiándosela, haciendo que la singularidad quede constituida, hablada, desde una especie de ventriloquía trascendental. “El Uno, el Todo, la Verdad, el objeto o el sujeto no son universales, sino procesos singulares de unificación, totalización, verificación, objetivación o subjetivación, inmanentes a determinado dispositivo”; y así, el dispositivo ya no puede ser anticipado, hilado según la traza de una vertical de poder de largo plazo, que opere de manera determinativa, desde una bambalina empírico-trascendental, regulando sus rendimientos, calculando sus operaciones. Ni el estado, ni el derecho como violencia mítica, ni la encarnación de la ontoteología en el régimen institucional de una transhistórica razón imperial, ni la lucha de clases como conflicto central y monumental que captura la multiplicidad de luchas para reconducirlas al régimen binario de un megadispositivo molar, ni la verdad como trascendencia a ser descubierta cada vez de nuevo, ni la misma historia como despliegue racional y autotélico del obrar de los hombres. La economía aprincipial del análisis foucaultiano consistiría en desplazar la lógica de la predominancia y abrir una dimensión pragmática, un pragmatismo que nada tiene que ver con las preocupaciones del pragmatismo americano; un pragmatismo que no indaga las conductas, las relaciones de poder, los procesos de subjetivación, a nivel de los fundamentos, de las esencias, sino que se entrevera con la condición mundana y heterogénea de las prácticas y, 128 · Estudios en gubernamentalidad a partir de ellas, va dibujando los contornos circunstanciales de los dispositivos diseñados en el mismo régimen de historicidad en el que esas luchas y esas prácticas están acaeciendo: relaciones de poder sin Poder, procesos de normalización sin Norma ni Ley, procesos de subjetivación sin Sujeto. En otras palabras, Foucault hace posible la restitución de una filosofía práctica, esto es, de la vocación de libertad de la práctica reflexiva no reducida al problema individual del perfeccionamiento y cuidado de sí. Maddalena Cerrato lo dice así: El problema central de la filosofía práctica foucaultiana no es la eupraktein, el actuar bien, el ejercicio de la phronesis, para alcanzar la eudaimonia, la felicidad intensa como realización del hombre según su naturaleza universal. Para Foucault el problema consiste en “pensar la historicidad de la forma de la experiencia” en función de una posible transformación. La demanda de la filosofía práctica de Foucault no se refiere ni a los medios en vistas a un determinado fin, ni al deber como principio trascendental de la acción moral, sino a la posibilidad de la acción libre respecto a los límites históricamente dados. Es evidente que, desde este punto de vista, se juega tanto una reformulación de la libertad humana, y, con ella, de la posibilidad de resistencia, cuanto una redefinición del campo de la filosofía.42 42 Cerrato, La filosofia pratica di Michel Foucault, 57. Dispositivos: historia e inmanencia · 129 Y esa redefinición no es, no puede ser leída, como una rehabilitación de la filosofía en su función determinativa, pues la misma interrogación foucaultiana, su entreverarse no con universales abstractos sino con “la historicidad de la experiencia” nos lleva más allá de las disputas entre racionalistas y empiristas, entre dogmáticos y nominalistas, hacia una interrogación de la historicidad desujetada y deshilvanada de los principios constitutivos de cada epocalidad en la historia de la filosofía, en cuanto historia de la sobredeterminación de la experiencia. Pero tampoco se trata de la experiencia como dato inmediato para la conciencia, pues no hay un interés cognitivo o fenomenológico en Foucault y, así, resulta difícil remitir su trabajo a un cruce sui generis entre fenomenología y hermenéutica. Más allá de la reducción de su pensamiento al cuidado de sí como restitución de la filosofía del sujeto y de la ética, más allá del llamado Foucault-California, liberal y pragmático, lo que Cerrato nos invita a pensar, y lo que nosotros hemos tratado de mostrar con nuestra interrogación de la problemática de los dispositivos, tiene que ver con la posibilidad de un pensamiento filosófico concernido con las prácticas sociales en su inmanencia constitutiva, y no extorsionadas para que hablen la lengua mayor de los principios y de los universales que estructuran el procedimiento habitual de la filosofía política y de la filosofía de la historia. No debería asombrar entonces que en un momento decisivo de su lectura, Cerrato refiera al trabajo de Reiner Schürmann (“On Constituing Oneself an Anarchist Subject”), 130 · Estudios en gubernamentalidad pues este habría evidenciado la “estructura quiasmática” del proceso de subjetivación, orientado, por un lado, por una interiorización de tipo identitario, mientras que por otro lado, “la constitución de una nueva forma de subjetividad adviene siempre en un contexto público, la lucha por la subjetivación, aunque sea autónoma, es siempre externa”,43 cuestión que nos envía fuera del paradigma del sujeto y de la conciencia, hacia una exterioridad que no puede ser exorcizada, de una vez y para siempre, por ningún astucia de la razón. Un pensamiento del afuera, que ya no puede responder a la pregunta kantiana ¿qué debo hacer?, en la medida en que no rige sus acciones por un imperativo universal insostenible en la analítica foucaultiana. Y es ahí donde Schürmann, consciente de la relevancia que tiene el pensamiento kantiano para el programa de investigación de Foucault, opera un desplazamiento lleno de consecuencias, haciendo posible esta otra pregunta: ¿qué puedo hacer?, como la pregunta que posibilita un anarquismo político radical ya no concernido con el juego infinito del desenmascaramiento y la crítica, de la trasgresión y el delito, sino abocado a romper con las formas de totalización social, pues se trata de luchas anarquistas definidas “no solo [por estar] orientadas a romper con las totalidades, sino y aún de manera más decisiva, [por] su naturaleza polimorfa, esporádica, ‘inmediata’ y ‘transversal’.”44 43 Ibídem, 58. 44 Schürmann, “On Constituing Oneself an Anarchist Subject”, 306. Dispositivos: historia e inmanencia · 131 La diferencia entre luchas transgresivas y anarquistas radica en sus respectivos objetivos: para el sujeto trasgresor, cualquier ley, para el sujeto anarquista, la ley de totalización social […] El sujeto trasgresor todavía fetichiza la ley al atreverse a lo prohibido. El sujeto anarquista hace eco del Zaratustra de Nietzsche “Éste es mi camino; ¿cuál es el tuyo? [...] Porque tal cosa como el camino no existe”. El anarquismo a través de una intervención discursiva es hoy una posibilidad, pero no un deber.45 Y esta posibilidad no debe confundirse con la teoría anarquista ni con su historia, pues el anarquismo al que alude Schürmann resulta de una confrontación sostenida con la historia del pensamiento occidental organizado epocalmente según determinados principios que funcionan como arché, como origen y fundamento, como “camino” del pensar. El anarquismo de Schürmann, distinto al anarquismo epistemológico de Paul Feyerabend,46 por ejemplo, no se conforma con mostrar el decisionismo al interior de las comunidades académicas, sino que apunta a algo aún más decisivo: la falta de origen, de arché, es también la imposibilidad de seguir sosteniendo la historia de los universales que traman tanto a la filosofía como a la historia de las ideas (siempre que la falta de arché es el debilitamiento de todo posible telos, de toda posible archeo-teleología). Y es ahí donde Schürmann comprende 45 Ibídem, 307-308. 46 Paul Feyerabend, Against Method (New York: Verso, 2010). 132 · Estudios en gubernamentalidad el trabajo foucaultiano, su an-arqueología, como una posibilidad más que como un deber, la posibilidad anárquica de pensar, en el horizonte de agotamiento de la metafísica, la extinción o withering away de la organización principial y nómica del pensamiento occidental, que abre la posibilidad, anómala y anómica, de una relación no determinativa (no moderna) entre teoría y práctica y, más radicalmente, nos permite imaginar una forma de la política ya no asistida por criterios instrumentales o normativos, por imperativos éticos o calculabilistas.47 La lectura que Schürmann desarrolla de Foucault, a la que refiere Cerrato, conlleva un problema aún más delicado, que, si bien escapa a nuestro interés puntual, merece dejar consignado. En efecto, si la analítica de los dispositivos nos indica que más allá de las retroinseminaciones narrativas que el poder desarrolla en función de su propia configuración, nunca ha existido realmente una autoridad trascendental que mediante la encarnación diversa de su voluntad 47 Una posibilidad infrapolítica, no regida por la ética, sino por un moralismo salvaje, según la expresión de Alberto Moreiras; un moralismo sin sujeto, sin cálculo y sin decisionismo, ya en retirada desde los presupuestos estructurantes de la politicidad moderna, abierto hacia una analítica existencial que no se reduce a la cuestión del “ser para la muerte”, sino que comprende la finitud como condición de posibilidad de otro modo que ser, de otra forma de habitar. Ver Alberto Moreiras, “Infrapolitics: the Project and its Politics. Allegory and Denarrativization. A Note on Posthegemony”, TRANSMODERNITY: Journal of Peripheral Cultural Production of the Luso-Hispanic World 5, no. 1 (2015): 1-27. Dispositivos: historia e inmanencia · 133 determine las relaciones de poder en cada caso, y que las formas históricas de poder y autoridad responden siempre a la economía inmanente de sus relaciones sociales, todavía faltaría interrogar hasta qué punto la noción de “inmanencia” y de “inmanencia absoluta” o “plano de inmanencia” (Deleuze), aparte de cumplir una función analítica puntual a nivel de la economía de los dispositivos, es capaz de contrarrestar los efectos metafísicos de la representación vulgar, teológico-política, de la temporalidad. ¿Hasta qué punto nociones tales como inmanencia, coyuntura, situación, evento, etc., funcionan como simple inversión del presupuesto trascendental de encarnación con el que la ontoteología clásica organizó el mundo? ¿No es Hegel el gran pensador de la inmanencia, de la humanidad como plano de inmanencia? ¿No fue Nietzsche quien reconoció en la secularización la misma reconfiguración teológica del saber inmanente a su propia legitimación? Y aunque la repuesta podría ser categórica, habría que ponderar detenidamente lo que está en juego en estas interrogaciones, pues no se trata de elegir unos autores en vez de otros, sino de ponderar las consecuencias que el problema de la historia, del tiempo histórico, depara a la hora de pensar el poder, el poder de la historia y la historia del poder. Por otro lado, a pesar de la confluencia que la analítica foucaultiana pareciera mostrar con la anarquía de Schürmann, todavía sería necesario reparar en una diferencia para nada exenta de problemas. La configuración epistémica foucaultiana y la organización epocal de la historia de la metafísica 134 · Estudios en gubernamentalidad en Schürmann, más allá de sus coincidencias analógicas, se mueven en planos diferentes, y en esa diferencia media la relación que ambos tienen con Heidegger y con la filosofía occidental. Esto, sin duda, amerita un trabajo aparte, pero contentémonos con dejar establecido, por ahora, que si en Foucault la lógica que alimenta la organización inmanente de las epistemes se encuentra en las dinámicas de las relaciones de poder y saber al interior de dichas epistemes; en Schürmann, por el contrario, habría una cierta organización, a través de las épocas del saber sobre el ser, que determina el declive del pensamiento occidental como desarrollo ontoteológico de la metafísica (desde el Uno, pasando por la Naturaleza hasta llegar al Sujeto o, alternativamente, desde las determinaciones del ser en la ontología clásica, la teología medieval y la ciencia moderna). De esta forma, mientras que Foucault encuentra en la filosofía clásica elementos que sostienen sus preocupaciones prácticas, ya más allá del concepto metafísico de práctica como aplicación de principios trascendentes; en Schürmann la posibilidad misma de ese giro adverso a la filosofía primera y su organización principial depende fuertemente de la hipótesis heideggeriana del agotamiento-realización de la metafísica, cuestión que marcaría su ontología del presente de una manera radicalmente distinta a la foucaultiana, pues es el agotamiento (withering away) de la organización principial o epocal de la metafísica el que permite y posibilita la anarquía como relación no fundamental con la historia y con el quehacer. De esto se derivan dos concepciones cercanas, pero no homologables de práctica, cuyas consecuencias deben ser interrogadas Dispositivos: historia e inmanencia · 135 en el contexto de la pregunta por la temporalidad y por la historicidad, algo que, obviamente, solo podemos dejar señalado acá. Como sea, no atender a estos desplazamientos implicaría, de alguna manera, remitir otra vez a Foucault al panteón filosófico occidental, como un nuevo arconte, convirtiendo su analítica del poder en un nuevo y más eficiente dispositivo de captura dispuesto a donar lenguaje para infinitas nuevas investigaciones bien intencionadas, pero incapaces de asumir la misma complicidad entre los énfasis paradigmáticos del mundo académico y las formas eficientes de traducción y obliteración de las luchas sociales desde una siempre renovada economía principial y normalizadora. Después de todo, la filosofía también es un dispositivo, o varios, es decir, un campo de batallas. YPSILANTI, 2016 136 · Estudios en gubernamentalidad II. Dispositivos, medicina y gubernamentalidad Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar Hugo Sir Retamales Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 139 1. Dystopía ay una escena en la película BRAZIL (1985), de Terry Gilliam, donde el protagonista se encuentra almorzando con su madre, una amiga de ella y su respectiva hija. Todo transcurre todo lo normal que puede ser en tan kafkiano ambiente; hablan y ríen (o lo intentan), aunque el protagonista fundamentalmente se siente incómodo en todo momento. De pronto, una gran explosión irrumpe. No obstante, apenas genera reacciones. El servicio del restorán se apresura a asegurar que todo siga como antes, para lo cual cubre las mesas de los imperturbables clientes con biombos. Por fuera de ellos pasan cadáveres, heridos, bomberos y policías persiguiendo a supuestos terroristas, pues como todos en Brazil saben, son ataques de falsa bandera. Ataques tan completamente integrados que ya nadie se sorprende, y siguen, inmutables, desarrollando la actividad en la que están Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 141 principalmente inmersos. Estos solo servirán posteriormente, mediante su difusión por la prensa, para justificar nuevas atribuciones del gobierno. El 3 de julio del 2016, una persona que fue identificada por la prensa como “un hombre de 35 años” se lanzó al vacío justo en medio del edificio Costanera Center. Mall-monumento, mandado a hacer contra viento y marea por los faraones de Chile para su propia celebración. Este edificio, que no es tanto un palacio del consumo hedonista, como el lugar de la consagración del dominio empresarial, se enfrentaba por séptima vez a la eliminación voluntaria de la vida. Por supuesto, esto hace evidente para todo quien quiera ver que no se trata de coincidencias o que, en estas circunstancias, habría que considerar lo riguroso del azar y, entonces, descubrir en estos cuerpos desbordados de frustración, arruinados en razón de su propio deseo, a las víctimas que cobra la religión faraónica. Es el acto cuasi mecánico del consumo el que se ve interrumpido, no obstante, solamente por un momento. Puesto que no dudarán en cubrir el cuerpo de aquel hombre de mediana edad, también, con una especie de biombo. Curiosa coincidencia. Advertidos todos del peligro de no consumir, quienes han presenciado la autoaniquilación de otro cuerpo humano claman por volver lo antes posible a la actividad en que se encontraban principalmente inmersos: consumir. 142 · Estudios en gubernamentalidad Suele entenderse a las dystopías,1 como el film Brazil, al modo de futuros ficcionados, que escritores de ciencia ficción o teóricos sociales realizarían con el objetivo tanto de criticar a las sociedades actuales, como de urgir a la acción o incluso “empoderar” comunidades políticas incitando a evitar aquellas realidades.2 Quisiéramos proponer acá, desde el trabajo del Grupo de Estudios Paul K. Feyerabend, algo diferente; una tesis aún no probada. Al menos desde fines de los años setenta, no se trataría tanto de un futuro posible ficcionado, como de la exposición descarnada de ficciones políticas ya existentes. Es que un rasgo remarcable de las fantasías dystópicas, sean estas audiovisuales o escritas, es que suelen situarse después del apocalipsis, es decir, una vez que el mundo tal cual lo conocíamos ya se ha acabado, y por tanto, 1 Se optará por el uso de la “y” para enfatizar el carácter disyuntivo del prefijo “dys”. Este prefijo viene a enfatizar que algo “salió mal”, “torcido”. La forma de la “Y”, a diferencia de la “I”, entrega visualmente el elemento disyuntivo, algo que se separó; por tanto, la idea no solo de dyscontinuidad, sino más bien de una continuidad compleja, respecto de la cual efectivamente es posible señalizar un punto de divergencia. 2 Alain Musset, “Science-fiction et sociétés post-coloniales: la revanche des Suds”, Divergences 2, no. 36 (2013). Véase también: Frédéric Claisse y Pierre Delvenne, “Building on anticipation: Dystopia as empowerment”, Current sociology monograph 63 (2015): 155169; Martin Geyer, “Security and risk. How we have learned to live with dystopian, utopian, and technocratic diagnoses of security since 1970’s”, Historia 396 1 (2015): 93-134; Linda Skitka, et al. “Utopian Hopes or Dystopian Fears? Exploring the Motivational Underpinnings of Moralized Political Engagement”, Personality & social psychology bulletin 43, no. 2, (2017): 177-190. Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 143 en un tiempo alternativo ni pasado ni futuro. Quisiéramos sostener, como entrada al problema que analizaremos, que es posible comprender el concepto mismo de dystopía como una imagen, una alusión, una provocación realista respecto de las actuales sociedades, en línea con quienes plantean la crítica al presente desde, por ejemplo, Espai en Blanc, Jonathan Beller o Bernard Stiegler.3 En ese sentido, rechazamos la idea de crisis, incluso si esta se entiende como una crisis terminal del capitalismo.4 El neoliberalismo no destruirá el mundo, así como este tampoco “se acabará” producto de su propia operación, puesto que la organización político-económica global operada a partir de los intereses de los más grandes capitales ya destruyó el mundo y lo que hace es gestionar su ruina. Por esta razón, la imagen de una dystopía puede ser interesante, pues a la vez que reconoce el estado de excepcional perplejidad que recorre las más variadas aproximaciones, no necesita profetizar. En una dystopía el mundo se acabó, pero el orden y la acumulación siguen funcionado, así como a pesar de todo se sigue resistiendo. En ese sentido, tampoco planteamos el fin de la historia, si 3 Jonathan Beller, The cinematic mode of production. Attention economy and the society of the spectacle (Hanover: Dartmouth College Press, 2006); Santiago López-Petit, Breve tratado para atacar la realidad (Buenos Aires: Tinta Limón, 2009); Bernard Stiegler, Dans la disruption. Comment ne pas devenir fou? (París: Le liens que liebèrent, 2016). 4 Franco Berardi Bifo, Generación post-alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo (Madrid: Traficantes de sueños, 2007) y Fenomenología del fin (Buenos Aires: Caja Negra, 2017). 144 · Estudios en gubernamentalidad entendemos por historia la lectura de las luchas políticas y la manera en que aquello configura la escena del presente. Lo que no llega es el fin redentor, el término abrupto de nada. No hay colapso final, puesto que se habita el colapso. De ahí que toda resistencia, todo acto de desobediencia sea enormemente dificultoso, puesto que, al operar sobre la catástrofe, el orden político actualmente existente se plantea como la única realidad técnicamente posible, aun cuando profundice aquello que indujo el desastre. Por esa razón, en toda dystopía los mensajes son contradictorios para hacerla funcionar, al modo del doble vínculo esquizogénico.5 Que sean contradictorios significa explícitamente que no son falsos, no son conceptos que escondan la realidad, sino que apuestan a la definición legítima pero confusa de la misma. Así, por ejemplo, las deplorables condiciones laborales llegan a cubrirse, a veces incluso por medio de la propia crítica, de una lectura que hace de estas una flexibilidad que permite alcanzar el éxito, o bien, la autoexplotación se asocia a una suerte de hedonista idiota que trabaja para comprar lo que no alcanza a consumir, en una desmesura laboral que resulta sin explicación.6 Quisiéramos sostener, para pasar al próximo punto, que el esfuerzo que se despliega en esta contemporánea autoexplotación masiva 5 Gregory Bateson y Don Jackson, “Social Factors and Disorders of Communication. Some varieties of pathogenic organization”, Research publications. Associations for Research in Nervous and Mental Disease 42 (1964): 270-290. 6 Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber (México, D.F.: Siglo XXI, 1991 [1976]), 108. Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 145 “feliz”, no obedece a una proyección ni hedonista ni vital, sino a la previa inscripción de nuestra fuerza de trabajo en la máquina capitalista. En ese sentido, el éxito no es otra cosa que deuda frente a una realidad que se plantea como inalterable.7 II. Esfuerzo Entonces planteamos, aun provisoriamente, una confluencia entre la proyección dystópica, la producción cultural de este tipo de relatos y la descripción crítica de la realidad actual, de modo que se configura una exposición de ciertos rasgos ya presentes. En particular, el hecho de que no hay colapso final, sino simple y lucrativa gestión de la ruina. No cabe ver la realidad dystópica puramente en sus elementos estéticos, no se trata de un devenir cyberpunk mundial (aunque no lo excluye). En cambio, cabría verlo en la especificidad de las formas contemporáneas de gobierno, y querríamos situarlo en particular respecto al mundo que se construye en torno a nuestros mercados laborales. En el libro traducido como Estado de inseguridad,8 Isabell Lorey señala algo que a su vez Santiago Castro-Gómez también 7 Maurizio Lazzarato, La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal (Buenos Aires-Madrid: Amorrortu, 2013). 8 Isabell Lorey, Estado de inseguridad. Gobernar la precariedad (Madrid: Traficantes de sueños, 2016). 146 · Estudios en gubernamentalidad ha establecido: en el desarrollo del neoliberalismo, la tenaz y terrible presencia de las incertidumbres,9 del riesgo,10 en suma, de la inseguridad, no es simplemente un producto no deseado del desarrollo de ciertas instituciones o procesos sociales, sino que sin necesidad de ser conscientemente provocado, pero sin ser por ello descartable, la inseguridad deviene una táctica de gobierno. Así lo expresa Castro-Gómez: La generación del riesgo permanente aparece entonces como uno de los objetivos centrales de la racionalidad neoliberal propuesta por la Escuela de Chicago. [La sociedad del riesgo] no es una consecuencia “indeseada” de la industrialización, como pretende Ulrich Beck, sino que es efecto de una racionalidad de gobierno (…) que busca producir un ambiente de riesgo en el que las personas se vean obligadas a vérselas por sí mismas, pues la inseguridad es el mejor ambiente para estimular la competitividad y el autogobierno.11 9 Robert Castel, El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones, estatuto del individuo (México D.F.: FCE, 2010). 10 Ulrich Beck, La sociedad del riesgo global (Barcelona: Siglo XXI, 2002). 11 Santiago Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault (Bogotá: Siglo del Hombre, 2010), 209. Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 147 Del mismo modo, el estado de precarización generalizado no parece amenazar al orden imperante ni a sus técnicas de gobierno desde un exterior, sino que poco a poco se hace norma. Por tanto: A diferencia del escenario amenazador descrito por Castel, ni la seguridad del orden social ni las técnicas de gubernamentalidad neoliberales están en peligro en la actualidad por causa de la «precariedad» que crece en los «márgenes». Antes bien, hace mucho tiempo que la precarización alcanzó la llamada zona media de la sociedad. Las condiciones de vida y de trabajo precarias están normalizándose en un plano estructural y se han convertido por ende en un instrumento fundamental de gobierno.12 Resultado de esto es que las condiciones de precarización en los “mercados” laborales, incluida aquella dimensión denominada seguridad social, no pueden seguir pensándose como momentáneas. Antes bien, tal como lo plantea Lorey –siguiendo a Lazzarato13 –, se trata de un nuevo arte de gobernar, que no requiere de la eliminación de las desigualdades, sino más bien de su gestión óptima, lo que incluso incluye iniciativas que pretenden “superarlas”. Así, estamos inscritos ya en una forma de administración del mundo que 12 Lorey, Estado de inseguridad, 73. 13 Maurizio Lazzarato, Le gouvernement des inegalités. Critique de l’insecurité néolibérale (París: Amsterdam, 2008). 148 · Estudios en gubernamentalidad entiende y plantea, no solo como normal, sino como lo único posible, a un estado de constante tensión por sobrevivir. Sin sorpresa, la deuda es también correlativa a la extensión de esta catástrofe, puesto que la desregulación de diferentes sectores de la sociedad es, en estricto rigor, su “regulación económica”14 cuyo núcleo se encuentra en la deuda que alimenta a los mercados financieros.15 Ahora bien, incluso más importante que plantear la gestión técnico-capitalista de la ruina como único horizonte posible, es que se viva de esa manera, y aún más poderoso es que aquello sea experimentado como algo positivo. En el marco de la gestión de las desigualdades, la inseguridad generalizada tampoco es igualitaria bajo ningún punto de vista. Esto en cierta medida hizo esperar que los “no garantizados” pudieran tener un papel político activo16; sin embargo, toda forma social parece encontrar los mecanismos para la armonización de sus principios de visión y división legítimos, con la forma en que los individuos se representan a sí mismos y, por tanto, a aquel mundo que les toca vivir. Es la doble naturalización que refiere Bourdieu17: la inscripción del orden social en los cuerpos y en las cosas, en los habitus y 14 Franco Berardi Bifo, The soul at work. From alienation to autonomy (USA: Semiotext(e), 2009), 186. 15 Lazzarato, La fábrica del hombre endeudado. 16 Suely Rolnik y Félix Guattari, Micropolítica (Buenos Aires: Tinta Limón, 2006). 17 Pierre Bourdieu, El sentido práctico (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007). Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 149 en los campos. Sostendremos que un elemento fundamental para ello es la categoría de esfuerzo, por supuesto individual, como forma de denominar una autoexplotación en apariencia “voluntaria”. Se trataría entonces de que el modo de gobierno opera una inscripción “preindividual” de nuestra fuerza de trabajo, y por tanto de “nosotrxs mismxs”, en la máquina productiva. Esto puede apreciarse en el amplio reconocimiento que tiene la obligación de mostrarse y demostrar, extendida en el mercado del trabajo. Serán buenos trabajadores quienes muestren un esfuerzo inusitado, desmedido; los restantes pueden arriesgarse, por supuesto, ahí radica la voluntariedad de nuestra servidumbre; sin embargo, el riesgo de esa desobediencia será la pobreza, que actúa como una doble amenaza: no solo se trata de estar materialmente desposeído, sino que simbólicamente devaluado (¿qué fotografía subirá a Instagram o Facebook aquel que, habiendo sido “desvinculado” de sus labores por no dar lo suficiente, quede marcado como trabajador indeseable; cesante que deberá demostrar su reanudado compromiso con la religión faraónica a través de cursos y pruebas, para volver al trabajo que –probablemente– detesta?). Un esfuerzo personal, únicamente agregable de forma atomizada a un esfuerzo nacional por mantener buenas cifras macroeconómicas, es entonces un requisito previo para cualquier “subjetividad”, para cualquier categoría que se utilice para pensarnos y describirnos. 150 · Estudios en gubernamentalidad El esfuerzo es, en este sentido, nuestra dimensión siniestra, anterior a cualquier subjetivación,18 que despliega una compulsión al trabajo. Una respuesta a los llamados al orden dirigidos al cuerpo,19 que articulan la inscripción preindividual de los individuos en el capitalismo.20 La precarización generalizada, arribada a nuestro país de manos de los militares y sus civiles portadores del milagro,21 impone la necesidad de la movilización generalizada de los trabajadores, desde las migraciones forzadas a las coloquiales maneras de decirnos que hay que ser ‘movíos’, saber jugársela y aprovechar cualquier oportunidad que gloriosamente logremos identificar, so riesgo de ser excluidos como pecadores. Así el esfuerzo, categoría tan naturalizada que se repite una y otra vez en investigaciones en espacios laborales sin ninguna crítica, sino como única moneda de salvación, es en cierta medida todavía –como antaño escribió Weber22 – la secularización de la idea cristiana de sacrificio, o mejor, una forma específica 18 Slavoj Zizek, Las metástasis del goce (Buenos Aires: Paidós, 2003). 19 Pierre Bourdieu, Meditaciones pascalianas (Barcelona: Anagrama, 1999). 20 Gilles Deleuze, Derrames. Entre capitalismo y esquizofrenia (Buenos Aires: Cactus, 2005). 21 Rodrigo Karmy, “Milagro”, en El ABC del neoliberalismo, ed. Mary Luz Estupiñan (Viña del Mar: Communes), 51-74. 22 Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo (México D.F.: FCE, 2014) Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 151 de la religión del capitalismo23 . Esto impensado e impensable, a saber, nuestra inscripción preindividual, es lo que actuará como creencia práctica, como “estado de cuerpo” al decir de Bourdieu,24 sin que medie la consciencia racional (lo que no significa, para pesar de muchos, que sea inmediatamente “irracional”). Es precisamente lo “impensado” de la interpelación ideológica, según Zizek: “el hecho de que previo al reconocimiento ideológico, tenemos un momento intermedio de interpelación obscena, impenetrable, sin identificación, una suerte de ‘mediador evanescente’ que tiene que volverse invisible si el sujeto ha de alcanzar la identidad simbólica, si ha de completar el gesto de la subjetivación.”25 Será en ese momento, entonces, cuando la alquimia social haya operado y logrado transformar las condiciones impuestas de precariedad en relatos de heroísmos personales, y el sacrificio tácitamente obligatorio en esfuerzo voluntariamente entregado en pos de una meta reconstruida, elaborada como racional. En definitiva, el gesto de la subjetivación llega siempre tarde,26 se actualizaría en el mismo instante en que la necesidad se ha transformado en virtud y quizá por 23 Walter Benjamin, “El capitalismo como religión”, Iglesia Viva 249 (2012): 109-115. 24 Bourdieu, Meditaciones pascalianas, 111. 25 Zizek, Las metástasis del goce, 98. 26 Etienne Tassin, “De la subjetivación política. Althusser/Rancière/Foucault/Arendt/Deleuze”, Revista de Estudios Sociales 43 (2012): 36-49. 152 · Estudios en gubernamentalidad esa misma razón. Por tanto, nuestro dystópico orden actual, en donde se gestionan las desigualdades y las crisis para el enriquecimiento constante de algunos, puede pasar a ser visto como el lugar en donde quienes se esfuerzan consiguen triunfar. Aun cuando el llamado corporal al esfuerzo individual parcialmente ilimitado es la obligación tácita si no se quiere morir (material o simbólicamente), en un lugar donde toda gestión de lo colectivo se hace recaer en los hombros individuales. Y así, hay quienes aún se sorprenden de las cifras de la salud mental chilena. III. Alivio Hagamos una aclaración antes de desencadenarnos al final. No se trata tanto de sociedades individualizadas en el sentido de una suerte de encierro narcisista-hedonista, es decir, de sociedades simplemente “posmodernas”; sino de una institucionalidad que hace descansar la administración de asuntos colectivos sobre esfuerzos individuales. Lo que quiere decir que antes de pensar en un repliegue sobre los individuos, habría que imaginar que la pretendida autonomía es también una forma institucional.27 Condiciones de precariedad que permiten aumentar la tasa de plusvalía, en tanto posibilitan una intensificación del trabajo, un alejamiento de la curva de los salarios del valor producido por el trabajo.28 27 Alain Ehrenberg, La societé du malaise (París: Odile Jacob, 2010). 28 Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI (México D.F.: Siglo XXI). Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 153 En resumen, en Chile, país en donde este modelo de gobierno alcanza un alto grado de desarrollo: i. Los principales desafíos que podrían denominarse sociales, en tanto conciernen a un común, descansan en la gestión que cada uno pueda hacer (o quizá una familia, si cada uno se conduce de forma que le permita tener una familia); ii. La incitación a la deuda, a través del consumo, permite dinamizar una economía basada en la desposesión29; iii. Los dos puntos anteriores provocan que, previo a cualquier narrativa, existan llamados al orden dirigidos al cuerpo que articulan un principio de compulsión obsceno hacia el esfuerzo personal. Esfuerzo que es tanto más por hacerse notar y demostrar que se esfuerza, que por hacer esforzadamente lo que sea en lo que se esté trabajando. Es decir, por mostrar la personalidad adecuada. La compulsión corporal deviene, entonces, principio de subjetivación, forma de comprenderse, jamás ajeno al modo en que se comprende el mundo. La alquimia social opera. El individuo obligado a valerse por sí mismo para sobrevivir debe construirse como personalidad adecuada.30 Trabajo y vida se confunden en una nebulosa, que genera grandes dosis de malestar. Por ello, no debería generar sorpresa que en Chile los individuos no solo se experimenten abandonados por las instituciones, sino que 29 David Harvey, Breve historia del neoliberalismo (Madrid: Akal, 2007). 30 Entre otros muchos escritos, puede encontrarse un planteo afín en: Jean Pierre Le Goff, La barbarie edulcorada (Buenos Aires: Siglo XXI, 2009). 154 · Estudios en gubernamentalidad agredidos por estas, como señalan Araujo y Martuccelli,31 ya que tal abandono no es sino una forma de gobierno. Así, individuos arrojados a la incertidumbre, aun dentro de puestos relativamente tradicionales, deben aprender a mostrarse del modo en que son susceptibles de ser vistos, si es que (¿voluntariamente?) prefieren no morir de hambre o de exclusión. Una personalidad acorde debe presentarse independiente de la veracidad con que cada uno la experimente, independiente de lo que íntimamente crea. Ese es el cinismo constitutivo, el “realismo capitalista”,32 que desembocará no solo en el fantasma de la responsabilización individual acentuada, sino también en la experimentación de una realidad amenazante. La compulsión tácita a “vérselas por uno” y la experimentación de la amenaza distribuyen una ansiedad y un malestar difusos que renuevan la necesidad del esfuerzo. De esa forma, miedos concretos están preñados de una ansiedad generalizada. En la dinámica actual de la precarización como técnica de gubernamentalidad, se hace cada vez más difícil distinguir entre una ansiedad abstracta ante 31 Kathya Araujo y Danilo Martuccelli, Desafíos comunes: retrato de la sociedad chilena y sus individuos. 32 M. Fisher, “The privatisation of stress”, Soundings 48 (2011): 122-133. Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 155 la condición precaria existencial (la ansiedad porque un cuerpo, en tanto que mortal, no puede hacerse invulnerable) y un miedo concreto ante la precarización política y económicamente provocada (miedo a quedarse sin empleo o a no ser capaz de pagar el alquiler o la sanidad aun teniendo un empleo); ambas inquietudes negativas se superponen.33 De este modo, la proliferación de lo que denominaremos dispositivos de alivio puede entenderse como expresión de un poder terapéutico constitutivo de este modo de articular las relaciones sociales. Este nuevo modo de individuación requería un cambio en el ejercicio del poder –señala López-Petit (2009: 95-96)–. El poder tenía que hacerse poder terapéutico. Esta forma de poder tiene como objetivo imponer la persistencia del «ser precario». El ser precario tiene que persistir, porque comporta un tipo de vulnerabilidad que produce el máximo de beneficios para el capital. Desde esta perspectiva, el poder terapéutico actuará con el fin de adaptar el querer vivir a la realidad y, a la vez, para inutilizar políticamente todo tipo de malestar social que se pueda producir.34 33 Lorey, Estado de inseguridad, 94. 34 Jordi Solé, et al., “El malestar en una sociedad terapéutica: el papel de la educación social”, Revista de Educación Social RES 18 (2014): 1-19. 156 · Estudios en gubernamentalidad Y si son dispositivos, es porque responden a una urgencia. La urgencia es definida por el inevitable sufrimiento que genera este modelo de relaciones sociales. Dicho de manera más provocadora: la dystopía como gestión de la ruina, es decir, como forma de gobernar que tiene en las crisis tanto una forma de generar nuevos mercados, como de asegurar el régimen de los esforzados a la fuerza; esta dystopía requiere que se gestione el residuo, ese malestar multiforme y extendido. Tal como la medicina científica logró convertir la politización de la cuestión social en un asunto técnico, aunque politizándose a su vez en ciertas zonas y por ciertos periodos, los nuevos dispositivos configuran la posibilidad de aguantar incluso lo que se experimenta como inaceptable. Si se trata de alivio es porque no hablamos en primer lugar de una optimización, sino de la posibilidad de hacer soportable la carga que implica la gestión individual de problemas comunes, en medio de la inseguridad generalizada y atemorizante. En nuestra dystopía la salud es salvación en tanto permite esforzarse. Aplanado término de un bienestar individual que tiene como única proyección la inscripción en el régimen del trabajo. IV. Dispositivos Si el efecto local de los dispositivos de alivio es el fortalecimiento del individuo, es porque permite aliviar una carga previamente impuesta. El carácter pionero de las Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 157 transformaciones neoliberales en Chile, en la dictadura de Pinochet, no debe tomarse más como un dato anecdótico, sino como un elemento nuclear de lo que, de otra forma, solo invita a la perplejidad. El capitalismo necesita la violencia con la que se instala. Pero de manera más precisa, el neoliberalismo no tiene solamente una ganancia en la lucha de las ideas, por el contrario, la historia reciente muestra que el territorio para la ideología ha sido material, corporal, sangrientamente preparado. El individuo en deuda tiene y es él mismo una urgencia en el sentido en que exige una gestión particular, un gobierno. Y se activan así los que llamamos dispositivos de alivio, que serán todos aquellos que ofrecen un fortalecimiento individual exigiendo, casi imperceptiblemente, una transformación personal, una conversión, por supuesto articulando las armas de lo que Foucault denominó tecnologías del yo o prácticas de subjetivación. Acá solo podremos nombrar algunos, sin alcanzar a describirlos, pero encontraremos desde los libros de managament a los de autoayuda; del coaching empresarial al personal trainer; de los fármacos de optimización y las drogas de diseño a las medicinas alternativas y complementarias. Al respecto, quisiera plantear un último elemento antes de concluir. Como sabemos desde la lectura que hace Deleuze del concepto de dispositivo,35 si bien este hace ver y hace decir ciertas cosas, atravesado por una línea de poder –teniendo como decía el propio Foucault, un objetivo estratégico 35 Gilles Deleuze, “¿Qué es un dispositivo?”, en Michel Foucault. Filósofo, Étienne Balibar, et al. (Madrid: Gedisa, 1990), 155-163. 158 · Estudios en gubernamentalidad mayor–, también es posible identificar en el dispositivo una línea de subjetividad, que tiene un sentido de fractura. Lo anterior significa, al menos, dos cosas. Primero, que la subjetivación no es una práctica que se juegue únicamente en la oposición libertad-coacción, sino que un espacio de disputa que siempre se buscará reencauzar. Y segundo, que se debe observar detenidamente la relación entre los efectos locales y las inscripciones globales. Así, por ejemplo, al investigar incipientemente la medicina complementaria y alternativa en la salud pública, específicamente respecto a las personas mayores, puede apreciarse cómo, a nivel local, la práctica es liberadora tanto porque permite a los individuos reconocer en sí mismos dimensiones que tenían negadas, como porque les permite contraponer esta nueva experiencia a la tradicional autoridad lejana y displicente de la medicina científica. Sin embargo, al mismo tiempo, puede apreciarse cómo estas prácticas apuntan al fortalecimiento de un individuo abandonado por el –así llamado– sistema de seguridad social chileno. Individuo anciano que no tiene otra opción que seguir gestionando su propia vida, puesto que ni la posición material (dado el tipo y cantidad de las pensiones en Chile) ni su lugar simbólico (dado el valor que tiene estar ocupado trabajando en el país) se ven permanentemente modificados ni cuestionados a través de estas prácticas. De ahí que, en el funcionamiento de conjunto, el dispositivo tendría sin duda una operación estratégica, adaptando el sufrimiento existente a una organización nacional que, en tanto administración política de la ruina, aparece inmodificable. Dispositivos de alivio: fortalecer, aguantar, dominar · 159 Mas lo anterior no implica que las habilitaciones que desde estos dispositivos estratégicos se posibilitan estén capturadas de un modo absoluto por los intereses gubernamentales. La invitación abierta, y quizás urgente entonces, es a la indagación e intensificación de ese espacio de ambivalencia, que no es otro que el espacio político de la terapia, el punto crítico en donde el malestar, manifestación corporal del orden distópico, puede ser encauzado, o bien, desbordado, politizado, revolucionado. 160 · Estudios en gubernamentalidad Las reformas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad. Una historia de los modos de gobierno en las prácticas vinculadas a salud mental. Jimena Carrasco Madariaga Arthur Arruda Leal Ferreira Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 161 1. Introducción esde mediados del siglo XX , se presentan en diversos países europeos y americanos una serie de movimientos contestatarios a la psiquiatría tradicional. Tales agrupaciones, en general, llevan a cabo un análisis esencialmente político, cuestionando el asilo como piedra fundamental del tratamiento, así como la asimetría entre los psiquiatras y el resto del equipo médico, por un lado, y los pacientes, por otro. Estos movimientos propusieron conceptos hasta entonces incompatibles con las prácticas psiquiátricas: libertad, ciudadanía y derechos humanos. Igualmente, han abierto territorios antes inaccesibles para los pacientes: calles, asambleas, trabajo libre, consumo, responsabilidad y autogobierno. También han permitido la entrada en juego de psicólogos, sociólogos, psicoanalistas, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales como nuevos protagonistas. Estas novedades Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 163 se materializaron en instituciones de puertas abiertas, leyes y políticas gubernamentales. En pocas décadas, la psiquiatría se transformó de forma radical: el asilo prácticamente desapareció como dispositivo fundamental y el psiquiatra perdió su omnipotencia delante de los demás profesionales y los pacientes. Estos procesos suelen ser celebrados como verdaderas “revoluciones” que liberaron la “locura” de las cadenas de la vieja psiquiatría. Aquí proliferan las grandes narrativas de estilo épico, que omiten los contextos históricos, políticos, económicos y geográficos en que se dan distintos procesos, generalizándolos a todos como una sola gran reforma. Quizás esta celebración épica e histórica sea necesaria para crear y recrear disposiciones, y para apoyar la batalla contra las fuerzas conservadoras de algunos sectores de la psiquiatría que aún buscan la vuelta de los dispositivos asilares. Sin embargo, pensamos que una aproximación de inspiración genealógica puede ofrecer armas más interesantes y precisas para esta batalla, al correlacionar los procesos de reforma con una mayor variedad de prácticas gubernamentales, y abrir un espacio para analizar los nuevos peligros presentes. Lo que proponemos es abordar los procesos de reforma psiquiátrica en Brasil y Chile desde una perspectiva histórico-crítica, a partir de los trabajos de Michel Foucault.1 Esto 1 Michel Foucault, Seguridad, territorio, población: curso en el Collège de France (1977-1978) (Buenos Aires: FCE, 2006) y Michel Foucault, Nacimiento de la biopolítica: curso en el Collège de France (1978-1979) (Buenos Aires: FCE, 2007). 164 · Estudios en gubernamentalidad quiere decir que no se trata del relato de una secuencia de hechos precursores que legitimen el modelo, sino de una argumentación acerca de sus condiciones de posibilidad, relacionadas con procesos gubernamentales. Nuestro objetivo no es poner en cuestión las directrices generales de estos movimientos, sino analizar sus dispositivos específicos en relación con los modos de gobierno implicados. Con eso esperamos reforzar una actuación más precisa del movimiento en sus aspectos políticos, especialmente en su relación con lógicas liberales de gobierno. A fin de lograr los objetivos propuestos, estudiaremos primero el concepto de gubernamentalidad, introducido por Foucault a finales de los años setenta, con especial énfasis en las técnicas de gobierno liberal. Luego, utilizaremos algunos aportes desde los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (ESCT) para comprender las prácticas terapéuticas en la actualidad y su relación con las formas de gobierno. En este sentido, introduciremos la propuesta de Nikolas Rose,2 quien plantea mirar las tecnologías terapéuticas tal como se ha hecho al estudiar las ciencias y las tecnologías de las últimas décadas. Luego, explicaremos el concepto de extitución acuñado por Tirado y Domènech,3 como una herramienta 2 Nikolas Rose, “Terapia y poder: techné y ethos”, Archipiélago. Cuadernos crítica de la cultura 76 (2007): 101-124. 3 Francisco Tirado y Miquel Domènech, “Extituciones: del poder y sus anatomías”, Política y Sociedad 36 (2001): 191-204. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 165 conceptual que nos permitirá comprender la transformación de la institución psiquiátrica, desde el encierro hacia los actuales dispositivos denominados de “puertas abiertas”. Finalmente, utilizaremos este marco para analizar algunos elementos de los procesos de reforma psiquiátrica en Brasil y Chile. En la conclusión, discutiremos el concepto de libertad presente en estas prácticas, abriendo un espacio de debate para nuevas formulaciones. II. Herramientas conceptuales Gubernamentalidad En dos cursos ofrecidos a finales de los años setenta en el Collège de France, titulados Seguridad, territorio, población y El nacimiento de la biopolítica, Foucault introduce el concepto de gubernamentalidad, entendido como el ejercicio estratégico de control de la conducta ajena. De forma más específica, este es “el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma específica, aunque muy compleja de poder, que tiene por objetivo la población.”4 Un momento decisivo en la historia de las artes de gobierno, dice Foucault,5 se sitúa en el siglo XVI, cuando surgen 4 Foucault, Seguridad, territorio, población, 136. 5 Ídem. 166 · Estudios en gubernamentalidad los llamados manuales de gobierno. Esos manuales poseían prescripciones para los medios con los que el Estado debería administrar no solamente el flujo de mercancías, sino también la población, que así se convierte en un asunto de gobierno. Estos libros surgirán al mismo tiempo que nuevas doctrinas y dispositivos relativos a los Estados: la doctrina o la razón de Estado reúne los principios que apuntan a reforzar el poder del Estado y el equilibrio diplomático, mientras que los dispositivos se agrupan en el Estado policial, que incluye recursos para registrar y disciplinar las acciones de los individuos. En el siglo XVIII, algunos pensadores, como los fisiócratas, establecieron que el Estado debería limitar sus modos de actuación sobre los mercados; su argumento era que estos obedecían a un orden natural y a leyes inherentes. Luego, hay un cambio fundamental en las estrategias liberales a partir de los siglos XIX y XX: si en el siglo XVIII el liberalismo se afirmaba como una crítica al Estado, a partir del siglo XIX y especialmente en el XX, pasa a ofrecer técnicas positivas de gobierno, como las propuestas por el ordoliberalismo alemán y el neoliberalismo norteamericano. Foucault sugiere que el surgimiento del liberalismo hace del dominio de la población una nueva preocupación del gobierno, que requiere descubrir medios para dirigirla respetando sus códigos naturales de funcionamiento. Por tanto, se volverá absolutamente necesario el conocimiento de sus patrones de acción, de sus regularidades, a fin de conducir a los individuos como sujetos responsables. Es en este contexto que buena parte de los Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 167 saberes psi (psicologías, psiquiatrías, psicoanálisis, psicobiología, psicosociología, etc.) encuentran las condiciones para su desarrollo, legitimados bajo la promesa de la cientificidad y la conducción libre de la conducta ajena. Los estudios de gubernamentalidad, propuestos inicialmente por Barry, Osborne y Nikolas Rose,6 surgen a partir del concepto acuñado por Foucault como un neologismo que designa una determinada racionalidad de gobierno, con lo cual el autor sintetiza la idea de gobierno y el sentido de mentalidad.7 Los estudios de gubernamentalidad otorgan un marco conceptual para el análisis de la razón política o la mentalidad que, a través de diversos mecanismos, han configurado nuestro presente: nuestras normas, nuestros imperativos éticos y nuestra subjetividad. Este marco no pretende ser una teoría política ni una propuesta ideológica, sino un enfoque para dar cuenta del conjunto de técnicas que se utilizan para gobernar en el presente, analizando cómo se ejerce el poder y desde qué medios se expresa.8 6 Andrew Barry, et al. “Introduction”, en Foucault and Political Reason: Liberalism, Neo-Liberalism and Rationalities of Government, ed. Andrew Barry, et al. (Londres: University College London, 1996), 1-18. 7 Santiago Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad (Bogotá: Siglo del Hombre, 2010). 8 Pablo de Marinis, “Gobierno, gubernamentalidad, Foucault y los anglofoucaultianos”, en Globalización, riesgo y reflexividad. Tres temas de la teoría social contemporánea, ed. Ramón Ramos, et al. (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 1999), 73-103. 168 · Estudios en gubernamentalidad Saberes psi y tecnologías terapéuticas Para Rose,9 la historia de los saberes psi está ligada a la historia del gobierno de manera doble: 1) por medio de las técnicas de inscripción que permitirán que las subjetividades se vuelvan permeables a las técnicas de gobierno; y 2) por la constitución de políticas múltiples que pretenden conducir la conducta de los individuos no solamente a través de la disciplina, sino principalmente a través de la libertad y de la actividad de aquellos. Para comprender cómo se ligan los saberes psi con las formas que adquiere el gobierno, Rose10 realiza una descripción de lo que denomina lógica de gobierno liberal, a partir del análisis del conjunto de técnicas que se implementan en el welfare State en la Inglaterra del siglo XX. Propone entonces que el gobierno liberal se caracteriza por una nueva relación entre el gobierno y el conocimiento, y una nueva definición del sujeto de gobierno: las acciones de gobierno se legitiman en el conocimiento positivo sobre la conducta humana a través de diversos dispositivos, y estos deben generar un saber acerca de cómo gobernar a individuos libres. 9 Nikolas Rose, Inventing our selves. Psychology, Power and Personhood (Cambridge: Cambridge University Press, 1998). 10 Nikolas Rose, “El gobierno de las democracias liberales avanzadas: del liberalismo al neoliberalismo”, Archipiélago. Cuadernos crítica de la cultura 29 (1997): 25-40. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 169 A partir de la década de 1980, propone el autor, surgen nuevas estrategias liberales llamadas avanzadas. Estas serían el resultado de procesos de neoliberalización de la economía en Inglaterra durante la década de los ochenta y noventa, de la mano de críticas al welfare State. Como resultado, se genera un cuerpo conceptual que exalta la eficiencia del mercado como el mejor distribuidor de recursos dentro de la sociedad, al tiempo que se culpa al Estado y su aparato burocrático de ineficiente. La aplicación de tales preceptos lleva a una desarticulación de las variadas tecnologías de gobierno desarrolladas durante el siglo XX y su mutación a una red de servicios públicos y privados. No se trata solo de un cambio en las formas de administración de los servicios, implica también un cambio en la racionalidad de gobierno11, ya que, a través del despliegue de variadas tecnologías, la teoría económica llega a ser el objeto y el blanco de los programas políticos. La mercantilización ya no se restringe a bienes materiales; ahora incorpora y modifica aspectos de la vida y al sujeto de gobierno, que se define como un ser libre y autónomo, que debe procurar maximizar sus capacidades y bienestar por medio de elecciones en un mercado libre. De esta forma, vemos que en los trabajos de Foucault y Rose, el liberalismo y su variante neoliberal son más bien técnicas positivas de gobierno que, si bien se originan en el dominio económico, se desplazan poco a poco hacia la cuestión de la población en general y finalmente hacia la cuestión de la subjetividad. 11 Ídem. 170 · Estudios en gubernamentalidad El saber experto juega un papel clave en tales procesos. El saber sobre las conductas de los sujetos genera una realidad que establece parámetros sociales que direccionan las conductas.12 Las técnicas desarrolladas por los saberes psi se entienden entonces como estrategias que articulan temas relativos a la subjetividad y la moral con el ejercicio del poder en el Estado moderno. Luego, Rose muestra cómo los saberes psi han penetrado en el lenguaje, en el conocimiento, en la creación de espacios y en los repertorios de conductas entre los seres humanos. El estudio de las tecnologías terapéuticas Rose13 propone que, para comprender cómo se conecta el saber experto con los procesos de subjetivación, es necesario observar las prácticas terapéuticas tal y como ocurren. Esto se debe a que en tales instancias sería donde se delimitan ciertos aspectos y se configuran como objetos de conocimiento y de intervención. El autor propone entender las actuales técnicas terapéuticas como dispositivos ambientales que proporcionan no solo una explicación de los problemas a los encargados de intervenir, sino que también entregan a las personas maneras de 12 Michel Foucault, Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión (México D.F: Siglo XXI, 1979). 13 Rose, “Terapia y poder”, 101-124. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 171 aproximarse a su propio malestar e intervenirlo. Es decir, los conceptos y las teorías que sustentan las prácticas terapéuticas actúan en la medida en que permiten, a los sujetos que son objeto de la intervención terapéutica, representar ciertos aspectos de sí como elementos a ser modificados. En otras palabras, los conceptos y las teorías basales de las prácticas terapéuticas solo funcionan en la medida en que representan aspectos de la subjetividad como objetos a gobernar para el propio sujeto, es decir, como un campo de autogobierno. La situación terapéutica sería donde se crean los hechos positivos que validan la intervención, es decir, donde se hacen visibles para las dos partes: terapeuta y paciente. Dicha visibilidad es posible en la medida en que conductas, pensamiento, sentimientos u otros aspectos de un sujeto se convierten en signos que deben y pueden ser descifrados y analizados, de manera de delimitar claramente aspectos de la subjetividad. Así, las terapias hacen posible la subjetividad normal y patológica. Es ahí donde se legitima la autoridad científica, al conectarse con las subjetividades y hacer de los signos de anormalidad nuevos hechos positivos que sean “reconocibles para cada uno de nosotros como un término común de descripción de personas y relaciones.”14 En este sentido, la propuesta de Rose es mirar las prácticas terapéuticas tal como se ha hecho en los últimos años al tratar de comprender cómo la ciencia genera hechos que 14 Nikolas Rose, Power of freedom. Reframing political thought (Londres: Cambridge University Press, 1999), 255-256. 172 · Estudios en gubernamentalidad antes no existían, ya que “las situaciones terapéuticas se parecen a los laboratorios, pues provocan la aparición de ciertos fenómenos.”15 Cabe mencionar que los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología surgen en la década de 1980 y han tenido un importante desarrollo en distintos ámbitos del conocimiento, además de aportar al debate respecto del creciente protagonismo de los saberes expertos en la definición de materias de interés público.16 Dicho aporte se basa en incorporar una perspectiva materialista y pragmática que reemplaza los supuestos epistémicos del positivismo moderno, privilegiando una descripción de los elementos que conforman y mantienen la realidad. En esta descripción se asigna agencia tanto a sujetos como a objetos, de manera de romper con la distinción dicotómica sujeto-objeto de la ciencia moderna y, en consecuencia, con la atribución de subjetividad a los primeros y de objetividad y neutralidad a los segundos.17 Así, los objetos dejan de ser vistos como algo neutral y sin agencia y pasan a ser comprendidos como ensamblajes que pueden ser analizados en términos de su construcción y de los efectos que producen. 15 Rose, “Terapia y poder”, 121. 16 Bruno Jaraba, “Saberes y prácticas psicológicos desde los estudios sociales de la ciencia y la tecnología”, SUMMA psicológica 12 (2015): 5-7. 17 Bruno Latour, La esperanza de pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia (Barcelona: Gedisa, 2001). Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 173 De esta manera, la perspectiva propuesta por Rose para comprender las prácticas terapéuticas significa abandonar los abordajes tradicionales de la sociología de la ciencia y su dicotomía entre el mundo social/humano y el mundo natural/no humano. En su lugar, se propone atender a las prácticas de profesionales y técnicos cuando están en medio de los procesos de intervención, entendidos estos como el punto donde se conectan los discursos, las subjetividades y las materialidades para hacer realidad ciertas verdades. Rose propone dejar de analizar las prácticas terapéuticas como una “aplicación” o “desaplicación” de las teorías y, a cambio, “contemplar la realidad de las prácticas terapéuticas actualmente existentes tal y como funcionan.”18 Esto quiere decir generar una comprensión acerca de cómo se hacen aparecer ciertos aspectos de la subjetividad como algo problemático que debe ser intervenido y modificado. En este proceso, los conceptos y las teorías no son algo aislado, sino que funcionan solo en la medida en que hacen parte de un ensamblaje, que considera además aspectos no humanos tales como disposiciones espaciales y objetos. Dispositivos como extitución Como plateamos en la introducción de este capítulo, la institución de la psiquiatría ha sido objeto de una serie de 18 Rose, “Terapia y poder”, 103. 174 · Estudios en gubernamentalidad críticas en las últimas décadas, y se ha visto en la necesidad de reformular sus prácticas.19 De este modo, en la actualidad las acciones sobre los denominados “enfermos mentales” se pueden ver como tecnologías aplicadas ya no en el encierro ni en lugares institucionales específicos de poder, sino como dispositivos ambientales.20 El espacio que antes ocupó el hospital psiquiátrico ahora debe ser reemplazado por una red de servicios por la cual los usuarios (antes pacientes) puedan transitar idealmente sin restricciones; sin embargo, esto no quiere decir que hayan desaparecido los mecanismos de control, ya que al mismo tiempo hay una extensión y perfeccionamiento de los mecanismos disciplinarios del manicomio.21 La extensión tiene que ver con una serie de técnicas de control que se desligan y se esparcen por toda la amplitud del campo social, mientras que el perfeccionamiento tiene que ver con un cambio desde formas propias de las sociedades disciplinares hacia otras más liberales de conducción de la conducta. La pregunta que habría que responder, entonces, sería: ¿cómo operan los mecanismos de control fuera del espacio institucional tradicional? Para abordarla, Tirado y 19 Isabel Rivero, “Ciencia ‘PSI’, subjetividad y gobierno. Una aproximación genealógica a la producción de subjetividades ‘psi’ en la modernidad” (Tesis doctoral, Universitat Autònoma de Barcelona, 2005). 20 Rose, “Terapia y poder”, 101-124. 21 Gilles Deleuze, Conversações 1972-1990. Post-scriptum sobre as sociedades de controle (Río de Janeiro: Editora 34, 1992), 119-126. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 175 Domènech22 aportan elementos útiles. Su propuesta retoma el trabajo de Michel Foucault en cuanto al papel que juega la materialidad en las relaciones de poder y en el modo en que estas son mantenidas en el tiempo y en el espacio. En tal sentido, los autores se detienen en la descripción que hace Foucault23 de la sociedad disciplinar como algo inseparable de una forma de distribución racional del espacio y de los cuerpos. El panoptismo, como estrategia arquitectónica de distribución de los individuos en el espacio, busca someterlos a una vigilancia permanente y centralizada, y es, por lo tanto, lo que mantiene en el tiempo y extiende en el espacio el ejercicio del poder. Pues bien, la historia de las prácticas relacionadas con el campo de la salud mental y la psiquiatría nos indica que ha habido un tránsito desde dispositivos disciplinares a otros denominados “de puertas abiertas” o, dicho en los términos de los relatos épicos que hemos mencionado al principio del capítulo, ha habido un proceso de “desinstitucionalización” de los pacientes psiquiátricos. Sin embargo, Tirado y Domènech nos proponen una lectura diferente: lo que estaría ocurriendo sería un proceso de extitucionalización. El concepto extitución surge como una herramienta conceptual que se caracteriza por romper la dualidad clásica entre 22 Tirado y Domenèch, “Extituciones”, 191-204. 23 Foucault, Vigilar y castigar. 176 · Estudios en gubernamentalidad el adentro y el afuera del espacio institucional. Propone un nuevo tipo de disposición del espacio y de los sujetos, que hace posible un control a distancia mantenido en el tiempo y posibilitado por las tecnologías de flujos de información. Tirado y Mora24 dan tres ejemplos para ilustrar las características de una extitución. El primero de ellos es un proyecto de salud mental en Cataluña denominado Pla de Serveis Individualitzat (en adelante, PSI), el cual se propone como un movimiento desde una psiquiatría tradicional. A fin de reemplazar la homogenización propia de las instituciones psiquiátricas, el PSI propone hacer una gestión individual de cada caso, de manera que el paciente puede transitar por los diferentes lugares institucionales dependiendo de sus necesidades, con el apoyo de un “gestor de casos”, que corresponde a un profesional del ámbito de la Salud Mental. El PSI no se ubica en un espacio cerrado, sino que atraviesa diferentes lugares, tales como centros de salud, escuelas, lugares de trabajo, etc. Se implementa en todos y en ninguno a la vez. Utilizando aportes de la teoría del actor red, los autores apuntan a comprender cómo es que el PSI llega a ser una realidad, y concluyen que este solo existe en la medida en que un gestor conecta distintos lugares, personas y materialidades por medio de las trayectorias de un usuario del servicio. De este modo, no existe un PSI dentro de los límites 24 Francisco Tirado y Martín Mora, Cyborgs y extituciones: nuevas formas para lo social (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2004). Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 177 espaciales de un centro de atención, lo que no quiere decir que no exista. Luego, para comprender cómo se ejerce el control en estos nuevos modos de intervención sobre los sujetos se debe adoptar otra lógica. Desde una lógica de poder basada en las prácticas disciplinarias, se estaría dando paso a otras basadas en prácticas de control abierto y continuo, justamente a partir de los efectos que fueron provocados en principio, en lugares institucionales específicos. Las tecnologías desarrolladas en las instituciones disciplinares tradicionales han logrado desbordar sus paredes e “invadir el exterior y provocar efectos duraderos en el espacio y el tiempo.”25 Tirado y Domènech26 citan la descripción de Rose27 de la proliferación de tests psicológicos: instrumentos que surgieron por la constante vigilancia y registro al interior de cárceles y manicomios, luego han invadido cada vez más nuevos espacios y ámbitos, tales como el trabajo, las relaciones familiares y las escuelas, llegando a introducir su racionalidad en el lenguaje común. Estas nuevas formas de control a distancia dependen, para su mantención en el tiempo y para su despliegue en los distintos 25 Ibídem, 198. 26 Tirado y Domenèch, “Extituciones”, 201. 27 Rose, Inventing ourselves, 109-112. 178 · Estudios en gubernamentalidad espacios, de una nueva materialidad. Esta se caracteriza por ser durable y móvil, más que visible y localizada. Lo anterior no quiere decir que no haya vigilancia, pues las nuevas tecnologías vigilan constantemente los movimientos. “Cuanto mayor sea el movimiento del usuario, mayor será la probabilidad de marcar y predecir su trayectoria.”28 Finalmente, estas nuevas formas de control apuntan a que las personas circulen y generen relaciones y, por lo tanto, lo que no se puede hacer es lo contrario: permanecer y no relacionarse. III. Situando las reformas psiquiátricas. Los casos de Brasil y Chile Desde el inicio de la psiquiatría hasta el siglo XX, lo que se observa es el fortalecimiento del dispositivo asilar y del poder psiquiátrico, apoyado por un conjunto de aparatos legales que les dotan de un amplio poder de encierro de los supuestos enfermos. Un cambio en este proceso solo ocurre en el periodo de entreguerras. Las razones atribuidas a este cambio son muchas: la presencia de nuevas orientaciones en las prácticas psiquiátricas (fenomenológicas, existenciales y psicoanalíticas), la presencia de los psicofármacos y de la psicocirugía, la necesidad de fuerza de trabajo, la comparación de los asilos con los campos de concentración, etc. 28 Tirado y Domenèch, “Extituciones”, 203. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 179 Nosotros creemos que es necesario considerar otro elemento para comprender cómo fue posible que estos cambios ocurrieran: el movimiento antipsiquiátrico. Este tomó forma en Europa y Estados Unidos de la mano de otros movimientos sociales contraculturales propios de las décadas de 1960 y 1970, que reivindicaban los derechos civiles y humanos.29 De esta forma, la crítica al modelo manicomial no se puede entender como algo aislado, sino como parte de algo mayor: un movimiento social crítico de todas las formas de poder disciplinar. Si bien la crítica se expresó en el discurso de intelectuales provenientes de la psiquiatría psicoanalítica y las ciencias sociales (Laing en Inglaterra, Szasz en Estados Unidos y Basaglia en Italia), la centralidad que esta alcanzó y su capacidad para instalar la necesidad de transformaciones no se explica solo por lo que ocurría al interior de los círculos intelectuales o de la psiquiatría. La antipsiquiatría se entiende entonces como un elemento más en un cuadro social en el cual se estaba poniendo en cuestión toda una lógica de gobierno. La crítica, propone Rose,30 se extiende a todas las tecnologías de gobierno desarrolladas durante el siglo XIX en el welfare State, y, por lo tanto, no es extraño que la antipsiquiatría cuestionara el excesivo poder de los psiquiatras en un contexto de cuestionamiento general al rol de los expertos como agentes del Estado. 29 Rose, Inventing ourselves, 109-112. 30 Rose, “El gobierno de las democracias”, 24-40. 180 · Estudios en gubernamentalidad Como resultado del movimiento antipsiquiátrico se produjeron distintos procesos de reestructuración de los sistemas de salud mental y psiquiatría en algunos países centrales, como Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos. Los cambios se dieron en distintos grados y de diversos modos, pero a partir de un mismo cuestionamiento a los asilos. Se introdujeron dispositivos comunitarios, surgieron reformas institucionales (las comunidades terapéuticas y las terapias institucionales en Francia) y proyectos preventivos (la psiquiatría comunitaria en los Estados Unidos). Sin embargo, una forma más crítica de reforma en relación con los modos de conocimiento y las instituciones psiquiátricas se llevó a cabo por la reforma psiquiátrica italiana y por la antipsiquiatría inglesa. En estas tendencias se pone en escena un claro encuadre político de la cuestión de la locura. En el contexto que nos interesa analizar, tanto la reforma psiquiátrica brasileña como la chilena se inician luego del fin de dictaduras militares, en medio de procesos políticos de democratización del Estado. En el caso de Brasil, esto ocurre en la década de los ochenta, mientras que en Chile en la década de los noventas. Si en Europa los asilos podían haber sido comparados con campos de concentración, en Brasil y Chile el paralelo pudo haber sido las salas de tortura. En ambos países, los movimientos que propiciaron las reformas psiquiátricas fueron influenciados por los movimientos Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 181 europeos más radicales de reforma, en especial, el italiano,31 de manera que hubo un fuerte énfasis en el carácter político de la cuestión de la locura. En el caso brasileño, esto se refleja en el discurso del Movimiento de Trabajadores de la Salud Mental; en el chileno, en los intentos de recuperación de las primeras experiencias de desinstitucionalización de pacientes psiquiátricos, durante el gobierno de la Unidad Popular, por parte de profesionales involucrados en el proceso de reforma. Luego, las formas de organización e institucionalización que adoptaron los procesos de reforma en Brasil y Chile, si bien difieren en múltiples aspectos, tienen un elemento en común: en ambos países el Estado asume la tarea de transformar la institución psiquiátrica como parte de su política en salud mental. Se generan una serie de leyes, programas y reglamentos que van a tender a reemplazar la internación por otro tipo de atenciones ambulatorias, que apunten a la reinserción social y comunitaria del sujeto. En Brasil, esto se aprecia más claramente con la promulgación en la década del 2000, de leyes que apuntan a la extinción de los manicomios.32 Se 31 Ver Franco Basaglia, La institución negada (Barcelona: Barral, 1972) y Paulo Amarante, O homem e a serpente: histórias sobre a loucura e a psiquiatria (Rio de Janeiro: FIOCRUZ, 1996). 32 Ministério da Saúde, Legislação em saúde mental: 1990-2004 (Brasília: Ministério da Saúde, 2004). 182 · Estudios en gubernamentalidad establecen nuevos dispositivos que brinden atención en la comunidad y ayudas sociales y económicas para que pacientes internados en instituciones psiquiátricas puedan salir de ellas. En Chile, los esfuerzos desde el Estado se traducen en un plan nacional33 que no tiene la misma fuerza que una ley, pero que sin embargo refleja la orientación de la política. Es decir, en ambos países el abordaje comunitario y psicosocial de la enfermedad mental se torna una medida de gobierno, con lo cual se redireccionan recursos y se redefinen estrategias. En esto, juegan un papel central los nuevos dispositivos ambulatorios especializados en temas de salud mental y psiquiatría, que inicialmente son propuestos como alternativa a la internación psiquiátrica, pero que luego tenderán a sustituir casi por completo las prácticas del encierro. Son los llamados dispositivos de “puertas abiertas”: los Centros de Atención Psicosocial (en adelante, CAPS) en Brasil34 y los Centros Comunitarios de Salud Mental (en adelante, COSAM) en Chile.35 33 Ministerios de Salud, Plan nacional de salud mental y psiquiatría (Santiago de Chile: Gobierno de Chile, 2006). 34 Ministério da Saúde, Saúde mental no SUS: os centros de atenção psicossocial (Brasília: Ministério da Saúde, 2004). 35 Ministerios de Salud, Norma Técnica para la implementación y funcionamiento de centros de salud mental comunitaria (Santiago de Chile: Gobierno de Chile, 2008). Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 183 Siguiendo el modelo que los procesos de reforma en Europa, estos nuevos dispositivos incorporan las ciencias sociales en la intervención de la enfermedad mental. Dicho encuentro entre el proceso de desinstitucionalización impulsado por la reforma de la institución psiquiátrica y la intervención social significará la incorporación de nuevos actores como parte de los expertos que configuran los nuevos dispositivos, tales como psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, educadores, entre otros; y por lo tanto, implicará cambios en las formas de intervención.36 Actualmente, la intervención social (o psicosocial) de personas y grupos es algo central en las prácticas que tienen lugar en estos dispositivos; tanto así, que las “puertas abiertas” no serían posibles sin el despliegue de estrategias de control en el campo social. A la luz de las perspectivas teóricas desarrolladas en el apartado anterior, estos dispositivos se entienden como los que hacen posible los cambios políticos y administrativos en las formas de gobierno de los enfermos mentales. En tal sentido, se entienden como extituciones, es decir, no como lugares donde los usuarios permanecen, sino como dispositivos que propician la circulación. Los profesionales encargados de la intervención deben vigilar las trayectorias de los usuarios: si asisten o no al colegio, al trabajo, si se reúnen o no con amigos, si participan o no en organizaciones, etc. Luego deben hacer circular esta información. 36 Françoise Castel, et al. The psychiatric Society (Nueva York: Columbia University Press, 1982). 184 · Estudios en gubernamentalidad Además, como herencia del movimiento reformista italiano, el discurso de la política apunta a involucrar a los trabajadores de la salud mental en el proyecto de reforma más allá de las labores tradicionales de cuidado, instándolos a tomar responsabilidad en el logro del proyecto. Hacer que los enfermos mentales transiten, circulen y socialicen no es solo una técnica más, sino que adquiere el carácter de imperativo ético y político, pues es la estrategia de lucha en contra de la psiquiatría tradicional.37 En el caso del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría chileno, se define una red que debe ser implementada por cada servicio dependiente del ministerio de Salud. Los COSAM son los encargados de articular la red en función de las necesidades de los usuarios, es decir, son los dispositivos que deben gestionar las trayectorias de los sujetos de intervención. Además de COSAM, las redes deben contemplar otras instancias, públicas y privadas, tales como hospitales de día, comunidades terapéuticas, centros de rehabilitación psicosocial, escuelas, organizaciones comunitarias, entre otras. En Brasil, los CAPS son parte del Sistema Único de Salud (SUS) y, por lo tanto, se entienden como parte de la red de salud pública. Sin embargo, las acciones que debe 37 Ver Martinho Silva, “Atenção psicossocial e gestão de populações: sobre os discursos e as práticas em torno da responsabilidade no campo da saúde mental”, Physis – Revista de Saúde Coletiva 15 (2005): 127-150 y Jimena Carrasco y Tuillang Yuing, “Lo biomédico, lo clínico y lo comunitario: Interfaces en las producciones de subjetividad”, Psicoperspectivas 13 (2014): 98-108. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 185 realizar un CAPS considera también a otras entidades, tales como residencias, escuelas y organizaciones comunitarias, entre otras. Los CAPS en Brasil y los CESAMCO en Chile son dispositivos claves para las nuevas prácticas en el tratamiento de las enfermedades mentales, y su funcionamiento solo se puede comprender con base en una red que conecta diversos actores en función de un imperativo político, moral y de gobierno. Sin embargo, el campo de acción de estos nuevos dispositivos y de la red no es ilimitado, pues se restringe a un territorio claramente definido. Por otra parte, las acciones en este territorio no deben limitarse solo a los enfermos mentales, sino que deben avanzar hacia toda la población, a fin de evitar que la enfermedad aparezca. De esta forma, la acción de profesionales y técnicos invade nuevos aspectos de la vida de la población tales como educación, organización social, deporte y tiempo libre. A este proceso se le ha denominado psiquiatrización de los problemas sociales. Por otra parte, el Estado asume un nuevo rol respecto de la decisión de internación forzosa de personas en instituciones psiquiátricas. El poder de decisión que antes tuvieron los psiquiatras ha sido limitado por la entrada en acción de distintas entidades públicas, que deberán velar por restringir lo más posible el encierro: el Ministerio Público en el caso brasileño (Brasil, 2002) y la Secretaría Regional Ministerial en 186 · Estudios en gubernamentalidad el caso chileno38 deben autorizar las internaciones forzadas solo en aquellos casos que la normativa lo permita, velando por que estas sean lo más cortas posibles. El llamado “paciente psiquiátrico”, ahora libre del encierro, se reconfigura en estos nuevos dispositivos, a partir de los nuevos imperativos: debe desplazarse libre por una red. Para lograr este ideal, se le debe entrenar en ciertas habilidades necesarias para la autorresponsabilidad o el autogobierno. A este proceso de adquisición de habilidades para la vida fuera del encierro se le ha denominado rehabilitación psicosocial.39 Los pacientes serían así estimulados por los trabajadores en salud mental a obtener un papel activo en su propio tratamiento y en la construcción de relaciones sociales. Estas actividades tienen por objetivo desarrollar en el paciente “una fuerte integración social y familiar, la expresión de sentimientos y problemas, el entrenamiento de habilidades corporales, el trabajo en actividades productivas, y el ejercicio colectivo de la ciudadanía.”40 Además, algo distintivo en los CAPS es el refuerzo y estímulo constante hacia los pacientes 38 Ministerio de Salud, Circular A15/24 Modifica circular n°2c/16 de 2002 sobre internación administrativa de personas afectadas por enfermedades mentales. (Santiago de Chile: Gobierno de Chile, 2005). 39 Alessandra Teixeira y Arthur Arruda, “Problematizando a reforma psiquiátrica brasileira: a genealogia da reabilitação psicossocial”, Psicologia em Estudo, Maringá 15, no. 1 (2010): 27-34. 40 Ministério da Saúde, Legislação em saúde mental, 20. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 187 para que participen en las asambleas colectivas. Aquí, el supuesto enfermo mental obtendría una posibilidad real de decidir y determinar los destinos de su propio tratamiento. Finalmente, las prácticas reformistas en dispositivos de salud mental en Brasil y Chile apuntan a la generación de una red de responsabilidad contra la internación y en pro de la libertad de los pacientes. Así, saberes y prácticas “que tradicionalmente detienen concepciones diferentes y muchas veces contradictorias del fenómeno psiquiátrico, convergen hacía la responsabilización de actores e instancias sociales como camino en el sentido da desinstitucionalización de la asistencia psiquiátrica.”41 Un ejemplo ilustrativo, en este sentido, es lo que se ha denominado psicología comunitaria en Chile. Ahí convergen una serie de teorías y métodos diversos que no se pueden entender como una formulación teórica, metodológica y/o disciplinar, sino más bien como una hibridación de desarrollos teóricos latinoamericanos y políticas sociales de gobierno, que reúnen una gran diversidad de prácticas. Esta se perfiló como una disciplina académica de pre y postgrado al amparo de las políticas sociales en Chile postdictadura,42 incorporando elementos de las teorías del desarrollo de las comunidades y del capital humano con educación popular y enfoque de 41 Silva, “Atenção Psicossocial”, 143-144. 42 Jaime Alfaro y Alba Zambrano, “Psicología comunitaria y políticas sociales en Chile”, Psicología & Sociedade 21 (2009): 275-282. 188 · Estudios en gubernamentalidad redes, entre otras. Quizá lo que tienen en común todos estos elementos es el mismo sujeto de intervención: el pobre. Esto no es raro si recordamos que, para Foucault,43 las políticas públicas neoliberales son devotadas exclusivamente a los menos capacitados, buscando posicionarlos en el cuadro de competencia social.44 De esta forma, distintos actores, saberes y prácticas se articulan en una red que incorpora al Estado y su política social, profesionales (psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, técnicos de referencia, etc.), familiares, la comunidad y el propio paciente. La red que debe sostener a los enfermos mentales se teje por medio de promesas, acuerdos y recompensas en función de un nuevo imperativo de libertad. El rol de profesionales y técnicos se transforma desde la clínica hacia prácticas de intervención social en pos de modificar las condiciones de vida de los enfermos mentales; sin embargo, la responsabilidad de que el paciente se integre a la sociedad sin generar problemas no recae solo en los expertos profesionales y técnicos, sino que se esparce por toda la red. Además, los profesionales y técnicos transmiten sus marcos de referencia, así como sus planteamientos éticos y políticos 43 Foucault, Nacimiento de la biopolítica. 44 Jimena Carrasco, “Una historia de la salud mental y psiquiatría comunitaria en Chile a partir de las transformaciones neoliberales en el periodo 1980 a 2010”, en Psicologia, Tecnologia e Sociedades, ed. Arthur Arruda, et al. (Rio de Janeiro: NUA, 2015), 171-194. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 189 a usuarios, familiares y a la comunidad entera, con el propósito explícito de que estos puedan delimitar como un problema la internación y la falta de sociabilización de los enfermos mentales.45 De esta forma, se espera que todos se involucren activamente en el proyecto reformista. Todos estos dispositivos pueden estar muy próximos a las formas liberales de gestión, especialmente cuando son institucionalizados y se enfocan en aspectos específicos que se presentan como necesarios para que los sujetos sean considerados como individuos autónomos: la posibilidad de obtener un puesto de trabajo y las responsabilidades como consumidor y ciudadano. Fuera de estas prácticas de autogobierno quedaría el asilo, como un dispositivo restringido a los pacientes incapaces de autogobernarse, y por lo tanto, los menos aventajados en una escala de niveles de libertad y ciudadanía. Estas formas de libertad se inscriben en lógicas de gobiernos liberales y neoliberales. Esto último se ve más claramente en Chile, donde la implementación de la reforma psiquiátrica ha ido a la par de cambios en las políticas sociales de gobierno. Así, el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría chileno participa de los procesos de reforma en salud por medio de la propuesta de una red mixta público y privada que diluye las acciones de gobierno y su responsabilidad. En esta nueva relación, cobra cada vez más valor la gestión 45 Carrasco y Yuing, “Lo biomédico”, 98-108. 190 · Estudios en gubernamentalidad como mecanismo de control del desempeño de profesionales y técnicos, incluso por sobre sus saberes expertos. La evaluación de las acciones en salud mental ha sido traducida cada vez más a la contabilidad y la gestión de los recursos, repercutiendo incluso en las condiciones laborales de los trabajadores del sector. Por último, los cambios introducidos por la reforma a la salud en Chile tienen un objetivo claro: maximizar los años de vida productivos y saludables de las personas. De esta forma, la lógica económica se ha instalado no solo en los medios de gestión en salud, sino que en la definición misma del objeto de gobierno en salud, lo cual incluye al paciente psiquiátrico.46 IV. Un nuevo modo de gobernar por medio de la libertad y la autonomía El esfuerzo central de las reformas psiquiátricas brasileña y chilena es excluir las antiguas formas de gobierno de los enfermos presentes en los dispositivos asilares. Sin embargo, nuestra hipótesis es que junto con estas nuevas prácticas surgen formas de gobierno liberal. Esto podría verse de alguna forma como una contradicción, especialmente considerando la fuerte tendencia izquierdista presente en los movimientos 46 Carrasco, “Una historia de la Salud Mental”, 171-194. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 191 reformistas. Pero como Foucault47 destaca, tal contradicción se resuelve teniendo en cuenta que las prácticas políticas de izquierda no han producido ninguna forma nueva de gubernamentalidad, a pesar de la novedad de sus teorías políticas. Nuestro principal objetivo no es afirmar que los actores de la reforma brasileña y chilena se han limitado a incluir la locura en una forma liberal de gestión. Antes bien, lo que nos gustaría destacar es la posible proximidad de estas formas liberales con los dispositivos reformistas, especialmente en el momento en el que estos se institucionalizan, cuando el vigor del concepto cede espacio al automatismo de la práctica cotidiana. En este sentido, creemos que es necesario incorporar nuevos enfoques teóricos para analizar las relaciones de poder que se estarían configurando fuera del espacio institucional tradicional. Es importante preguntarse: ¿cómo estas relaciones de poder son mantenidas en el tiempo y en el espacio más allá de los muros del encierro? Para responder esa interrogante, es necesario prestar atención a la materialidad y a las nuevas disposiciones espaciales que hacen posible el gobierno a distancia; de lo contrario, se corre el riesgo de una ilusión de libertad. Debemos recordar que las prácticas de contraconducta pueden cambiarse por técnicas positivas de gobierno, como Foucault48 muchas veces subraya en relación con algunas 47 Foucault, Seguridad, territorio, población. 48 Ídem. 192 · Estudios en gubernamentalidad técnicas confesionales; y que las técnicas de gobierno no existen en estado puro y distinto; siempre están mezcladas. Este carácter cambiante y múltiple de las formas de gobierno es un aspecto al que todo el movimiento reformista debe permanecer atento. Creemos que, en el actual contexto de modos de liberalización y tutela, es crucial repensar la ciudadanía y la libertad en otro sentido: sería necesario preguntarse si es posible crear nuevos modos de ciudadanía y libertad fuera del horizonte de las prácticas de autogobierno. Consideramos que sería crucial despojar a la palabra libertad de sus modulaciones liberales, que la limitan a una práctica gubernamental de autoemprendimiento, autoconstitución y autogestión. Tal y como Larrosa49 ha puesto de manifiesto, es necesario “liberar la libertad” de todas estas prácticas que hacen de esta palabra algo débil. Este ejercicio es crucial para lo que Foucault denomina una “historia crítica del presente”, abriendo nuestra actualidad a otras posibilidades distintas de lo que ha sido naturalizado y cristalizado. Libertad aquí no debiera entenderse como un atributo natural de la naturaleza humana, sino como un efecto de prácticas críticas de resistencia y problematización de nuestras más preciosas verdades. No sería una utopía, sino una heterotopía. La libertad no es la autogestión. Por el contrario, “es un acontecimiento, 49 Justo Larrosa, “A libertação da liberdade”, en Retratos de Foucault, ed. Vera Portocarrero y Guilherme Branco (Río de Janeiro: Nau, 2000), 328-335. Las refor mas psiquiátricas brasileña y chilena y la gestión por la libertad · 193 una experimentación, una transgresión, una ruptura, y una creación.”50 Para concluir, nos gustaría plantear una posición efectiva para los movimientos reformistas basada en este uso crítico y heterotópico de la palabra libertad: prestar atención a los problemas actuales y específicos, y poner en cuestión cualquier solución utópica para la locura, incluso cualquier solución libertadora. 50 Ibídem, 331. 194 · Estudios en gubernamentalidad La sobrevida en conflicto: tres regímenes de valor en torno a la leucemia linfoblástica aguda Yuri Carvajal Bañados Tuillang Yuing Alfaro La sobrevida en conflicto · 195 In the hemispheric configuration, therefore, failure to effectively address health reform would constitute economic and political suicide.1 CHRISTOPHER THOMAS, “I NFORME DE LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS A MERICANOS”. 1. Introducción ste texto ensaya una redescripción de los entramados clínicos, tecnopolíticos, económicos y ético-jurídicos que tienen lugar en torno al desarrollo del tratamiento de la leucemia linfoblástica aguda (en adelante, LLA), en el sistema de salud chileno, bajo reglas en que concurren tanto la gratuidad pública como el mercado. Según nuestra perspectiva, la emergencia y constitución de la LLA como enfermedad tratable al interior del sistema de salud es posible por la proyección y conformación de tres regímenes de valor: 1) un régimen de valor de eficacia, que dice relación con la dimensión clínica y la efectividad del tratamiento terapéutico; 2) un régimen de valor contable, que posibilita integrar dicho tratamiento al sistema de salud como un objeto de mercado; y finalmente, 1 “Por lo tanto, en la configuración hemisférica, el fracaso en la dirección eficaz de una reforma sanitaria, constituiría un suicidio económico y político.” La sobrevida en conflicto · 197 3) un régimen de valor biopolítico que asigna a la vida, y en especial a la sobrevida, una estimación que, sin embargo, entra en conflicto con una dimensión ética. De esta manera, buscamos mostrar tanto la comunicabilidad y traductibilidad de estos distintos regímenes de valor, así como sus asperezas y momentos de irreductibilidad, en el paso desde una concepción nosológica de la enfermedad a la constitución de la enfermedad como un objeto mercancía, propiamente economizable. Además, intentamos dar cuenta de cómo estos distintos regímenes de valor se entrelazan, se apoyan y entran en conflicto al interior de la reforma de salud chilena. Atendiendo a esto último se examina, desde un enfoque biopolítico, un pronunciamiento judicial específico en el que un tribunal se ve obligado a escoger y dar prioridad a un régimen de valor que prioriza el bienestar de la vida y la autonomía por sobre la consideración porcentual de la sobrevida. Para realizar este análisis nos hemos valido de los aportes de la sociología de las ciencias, en especial de los trabajos de Latour y Callon, y lo que se ha denominado la sociologie de l’acteur réseau (en adelante, SAR). En efecto, una de sus opciones metodológicas es que “la sociedad no constituye un cuadro al interior del cual evolucionan los actores. La sociedad es el resultado siempre provisorio de acciones en curso”,2 lo que resulta iluminador para nuestros propósitos. 2 Michel Callon, “Sociologie de l’acteur réseau”, en Sociologie de la traduction. Textes fondateurs, ed. Madeleine Akrich, Michel Callon y 198 · Estudios en gubernamentalidad La SAR nos provee de algunas nociones que resultan provechosas. Una de ellas es la de inscription que, en nuestra investigación, alude a los dispositivos gráficos que explican cómo la experiencia clínica se codifica fácilmente en el mundo del mercado y la economía. Las gráficas y modelamientos de las experiencias terapéuticas son las que, en su carácter proyectivo, hacen posible una traducción desde lo estrictamente médico hacia lo contable. Otro concepto clave es el de circulation,3 que alude a la articulación de dimensiones y actividades heterogéneas que, en nuestro caso, enlazan la experiencia clínica, la conformación de un grupo médico especializado, una propuesta terapéutica normada luego transformada en protocolo formal, y finalmente, la implementación de un protocolo terapéutico, bajo la categoría de canasta de prestaciones médicas, en el sistema de salud oficial. En definitiva, más que atender al sistema de salud en su macroestructura, lo que se intenta es poner entre paréntesis la institucionalidad y los sistemas de relaciones ya conformados y de por sí evidentes. Se busca describir cómo ha llegado a ser el campo de acción en el que se despliega el sistema y la reforma de salud, y donde sus funciones se vuelven posibles y cobran sentido. Bruno Latour (Paris: Presses de l’ École des mines de Paris, 2006), 267. La traducción es de los autores. 3 Ibídem, 269. La sobrevida en conflicto · 199 También hemos acudido al trabajo de Latour y Callon en relación con la conformación de los mercados. Estos aportes nos han resultado provechosos porque definen el mercado como un dispositivo de coordinación donde los agentes persiguen ciertos fines que requieren una operación de cálculo, no exenta de divergencias de interés, que implica “transacciones que resuelven el conflicto al hacer aparecer un precio.”4 La fortaleza de esta definición es que pone el acento en “la descentralización de las decisiones, la puesta en escena de agentes calculadores, conflictos de interés”; vale decir, en la red de su despliegue más que en su sustancialidad. A su vez, la noción de formateo permite plantear la puesta en forma efectiva –performativa– de los mercados, atendiendo a la emergencia de los agentes de cálculo que los posibilitan. Se trata entonces de considerar las operaciones y efectos performativos de la economía, más que atender a ella como un saber o disciplina que se refiere descriptivamente a un objeto. La economía “performa activamente esta cosa que no existía antes que ella, y que no existiría sin ella.”5 4 Michel Callon y Bruno Latour, “¡No calcularás!” o cómo simetrizar el don y el capital”, Athenea Digital 11, no. 1 (2011), 172. Fecha de acceso 28 de noviembre de 2015, http://psicologiasocial.uab.es/athenea/index.php/atheneaDigital/article/ view/847 5 Ibídem, 175. 200 · Estudios en gubernamentalidad De esta manera, este enfoque nos permite dar cuenta de las operaciones que integran el cálculo –material y concreto– en virtud del cual la realidad, o al menos una parte de ella, se vuelve medible, cuantificable, contable y economisable, vale decir, como algo que ingresa al distrito de lo económico. En nuestro caso, se trata de mostrar cómo tiene lugar la elaboración y definición de una enfermedad como un objeto de mercado, es decir, puesto en circulación bajo el régimen de oferta y demanda. En ese sentido, esta perspectiva amplía la noción de cálculo para advertir las microoperaciones –cognitivas, tecno-científicas, contables y económicas– que habitan la puesta en marcha de una reforma de salud. Con ello, el enfoque de Latour y Callon actualiza la tensión entre aquel régimen de valor que es del orden de lo económico y aquello que lo excede o simplemente se resta del paradigma contable. Finalmente, esta perspectiva nos permite echar una mirada a la reforma de salud chilena más allá de la dicotomía rígida entre público y privado, para “reemplazar la ilusión de un mercado mundial por una serie de redes de poder enteramente trazables y asignables.”6 Por otra parte, hemos incorporado parte de la discusión en torno a la categoría de Foucault de biopolítica, la que permite poner en cuestión la univocidad de la noción de vida y la uniformidad de su valoración, mostrando que tanto su concepción como su estimación cobran sentido al interior de una trama en que se disputan a la vez cuestiones científicas, 6 Ibídem, 188. La sobrevida en conflicto · 201 éticas y políticas. En todo caso, más que las derivas filosóficas que ha tomado, nos interesa como una categoría que permite iluminar un debate en el que se enfrenta un modo simple de considerar la vida, expresado en un porcentaje de sobrevida, y una consideración que atiende al modo como esa vida se padece y se lleva, esto es, una vida cualificada, la que además pone el valor de la autonomía por sobre la estimación cuantitativa. II. Antecedentes El 1 de agosto de 2002, el presidente Ricardo Lagos se dirigió al Hospital de Valdivia, para poner en marcha desde allí el plan piloto de Garantías Explícitas de Salud (GES), con que se daba inicio a la reforma de salud chilena. Sin embargo, antes de que alguna de las cinco leyes que conformaban la reforma fuera aprobada, el régimen de garantías ya estaba en acción. Las tres enfermedades incorporadas fueron: enfermedad renal crónica, malformaciones congénitas y cáncer infantil. La primera ley –Ley 19.888 de financiamiento– tardaría poco más de un año en ser aprobada (13 de agosto del 2003). Luego vendría la ley que distingue las funciones reguladoras de las prestadoras, la Ley 19.937 (24 febrero del 2004), y el establecimiento oficial del plan, Ley 19.966 (3 septiembre 2004). Finalmente, la regulación sobre el sector privado se realizaría mediante la Ley 20.015 (17 mayo 2005). No obstante, a nuestro juicio, estas leyes, más que inaugurar, ratifican y oficializan un intenso proceso constructivo en el 202 · Estudios en gubernamentalidad orden clínico, económico y estadístico, que reorganiza el estatuto de las enfermedades. Para sostener esto, examinamos una de las tres patologías cuyo diagnóstico y tratamiento fue oficialmente garantizado en agosto del 2002 como parte de la reforma de salud: la leucemia linfoblástica aguda (LLA), el cáncer infantil más importante en frecuencia. Ahora bien, son al menos tres los regímenes de valor que concurren y conflictúan en torno a la LLA: la evaluación de la eficacia clínica de los tratamientos, el cálculo de su precio como mecanismo de financiamiento de su tratamiento, y la evaluación de los tribunales de justicia de la posibilidad de que un niño pueda decidir la continuación de su terapia. Cada uno de estos regímenes ha sido precedido por protocolos y mecanismos que estabilizan parcialmente al objeto LLA . Solo porque la LLA ha sorteado estos procesos, produciendo registros cuantificables y organizables, ha podido existir para la economía, la clínica y los tribunales. Y así, la organización, estandarización y circulación de la LLA a través de redes económicas, legales y terapéuticas son lo ratificado por el programa de la reforma. Poniendo el acento en las trastiendas microsociológicas y gráficas de la reforma, buscamos comprender el surgimiento de una economía de la salud de vocación microeconómica como corazón de la reforma de salud chilena de los años dos mil. La sobrevida en conflicto · 203 III. Valor terapéutico y económico: 1988 El año 1988 fue notable para los grupos hospitalarios que trataban niños con leucemias. Ese año obtienen un financiamiento oficial del Ministerio de Salud para sus tratamientos: Programa Infantil Nacional de Drogas (PINDA). El año previo, uno de sus miembros había comandado una columna editorial sobre la importancia de los protocolos en oncología pediátrica. Allí concluía: Por último ambas entidades [rama de Hematología y Oncología y Comité de Cancerología de la Sociedad Chilena de Pediatría] y la Sociedad Chilena de Pediatría en su conjunto también consideran indispensable que para que los protocolos sean operativos y tengan carácter nacional es necesario contar con el apoyo del Ministerio de Salud tanto en el aspecto de financiamiento como en la promoción del perfeccionamiento de aquellos pediatras de provincia interesados en seguir y cumplir con eficacia algunas de las etapas de estos protocolos en su totalidad según sea el caso.7 Con una medida de sobrevida sumaria en la mano, sumado al trabajo cooperativo del Grupo Oncología Pediátrica de Chile (GOPECH), más una rama y un comité, además de la Sociedad de Pediatría en su conjunto; la posibilidad de que 7 Lautaro Vargas, “Protocolos en oncología pediátrica”, Revista Chilena de Pediatría 58 (1987), 9-10. 204 · Estudios en gubernamentalidad los economistas del Ministerio de Salud pudieran ser conmovidos no era remota. Al año siguiente, con la obtención de financiamiento para drogas PINDA , el pronóstico resultaría cierto. Revisaremos algunos de los hitos que permitieron el ingreso de la LLA como objeto clínico y económico. Se trata de experiencias individuales que anticiparon este momento. Hospital Calvo Mackenna En 1976, la Revista Chilena de Pediatría dedica un número especial a los tumores en la infancia. Entre los artículos del tema oficial, se publica una revisión sobre quimioterapia, de los doctores Humberto del Pozo y Victoria Beresi, del centro de Oncología del Hospital Luis Calvo Mackenna. Los autores terminan la revisión del estado del arte con un recuento de las cifras de la sobrevida de los pacientes del centro de Oncología del Hospital, que inició sus actividades en enero de 1968. De los 242 pacientes tratados entre enero de 1968 y agosto de 1973, 50 corresponden a LLA . En estos casos, la sobrevida a dos años es de once niños (22%) y a cinco años, dos niños. En el mismo artículo se menciona el 50% de sobrevida como la cifra esperable para leucemia LLA . El trabajo concluye sin énfasis en las posibilidades de nuevos desarrollos terapéuticos, sino únicamente en el diagnóstico precoz: “Para mejorar estos resultados es necesario insistir en el diagnóstico más oportuno de estas enfermedades, en el cual juega un papel fundamental el pediatra general, puesto que realiza controles de salud sistemáticos a lactantes y La sobrevida en conflicto · 205 niños mayores.”8 Posteriormente, en 1979, del Pozo y Beresi junto a otros cuatro colegas publican su experiencia con leucemia linfoblástica aguda en el Hospital Calvo Mackenna. Aunque el análisis se centra en la diferencia de la sobrevida de acuerdo con “factores pronósticos” como edad, leucocitos iniciales y presencia de masa mediastínica, se intenta producir una cifra de eficacia. El valor del tratamiento combinado (vincristina, prednisona y antarciclinas) es indeterminado, pero apreciable por los investigadores: “Por ser un número pequeño de pacientes no hubo diferencias estadísticamente significativas en cuanto al tipo de droga usada; sin embargo, apreciamos que el empleo de 3 drogas es más efectivo.”9 Hospital Manuel Arriarán-Paula Jaraquemada La primera publicación que logra evaluar diferencialmente tratamientos es de 1981, del equipo del Hospital Manuel Arriarán-Paula Jaraquemada, encabezado por el doctor Patricio Mardones. Los tratamientos fueron adjudicados de acuerdo con “lo que en ese momento aparecía como mejor terapia”. La introducción demasiado reciente de un tercer medicamento en la inducción, la administración de 8 Humberto del Pozo y Victoria Beresi, “Quimioterapia en los tumores malignos de la infancia”, Revista Chilena de Pediatría 47 (1976), 21. 9 Patricio Mardones, et. al., “Leucemia linfoblástica aguda del niño”, Revista Chilena de Pediatría 50, no. 6 (1979), 12-17. 206 · Estudios en gubernamentalidad quimioterápicos en forma intratecal y la tipificación de los tratamientos de mantención en tres tipos no han permitido contar con datos a cinco años de sus resultados. Los autores señalan: La mortalidad por infección fue la principal causa del fracaso de la inducción, siendo su incidencia más elevada que lo comunicado en otras series. Posibles explicaciones de este hecho, son nuestras limitaciones en la prevención y tratamiento de las infecciones del paciente neutropénico grave (…) Los resultados más prometedores son los obtenidos en los casos en los que se agregó daunomicina o asparaginasa en el período de inducción; sin embargo, el reducido número de casos y corto periodo de observación de este subgrupo, no permiten sacar conclusiones definitivas aun.10 Hospital San Juan de Dios En 1984, el grupo del Hospital San Juan de Dios publica nuevos resultados. Este trabajo menciona que la Unidad de Hematología forma parte del Grupo Oncológico Pediátrico de Chile (GOPECH), que constituye el comienzo de los ensayos clínicos de Fase III multicéntricos. La investigación 10 Patricio Mardones, et. al. “Resultados del tratamiento de la leucemia linfática aguda”, Revista Chilena de Pediatría 52, no. 6 (1981), 476. La sobrevida en conflicto · 207 muestra la lista de factores de mal pronóstico con los cuales selecciona a sus pacientes de LLA . El protocolo usado es una modificación de los nominados 60 y 72 de la Unité de Chimiothérapie del Hospital Saint Louis de Paris. Esta publicación es la primera en demostrar la significancia estadística de la sobrevida en dos protocolos distintos, con cifras que completan hasta los seis años de evolución, separando su serie de casos según sean previos o posteriores a 1972. Como se puede apreciar, las distintas experiencias en investigación señalan un momento inicial de formación de equipos y estandarización concertada de protocolos de acción en el tratamiento de la LLA . IV. Combinación, centros y apoyo Protocolos y GOPECH A principios de 1987, Lautaro Vargas escribe una editorial sobre la importancia de los protocolos en la Revista Chilena de Pediatría. Su pronunciamiento no solo apunta al financiamiento que ya citamos, sino a destacar que “uno de los hechos más determinantes en las mejores perspectivas para estos enfermos ha sido la aplicación del método experimental en el diseño de los protocolos de tratamiento.”11 Luego de citar seis grupos internacionales, refiere al trabajo del 11 Lautaro Vargas, “Protocolos en oncología pediátrica”, 9-10. 208 · Estudios en gubernamentalidad constituido en abril de 1978, con cuatro hospitales de Santiago y uno de Valparaíso, con protocolos experimentales de Fase III a partir de 1978 y el del Hospital Calvo Mackenna a partir de 1975. Así, destaca que: GOPECH En 1984 el grupo de hematólogos y oncólogos pediatras de Santiago consideró necesario la elaboración de protocolos originales que pudiesen aplicarse en escala nacional. Después del acucioso trabajo de una comisión ad hoc y con el aporte de la mayoría de los especialistas del país se elaboró el primer protocolo nacional para el tratamiento de la leucemia aguda linfoblástica que comenzó a aplicarse desde diciembre de 1984 en 80 enfermos con promisorios resultados.12 A esta altura, se aprecia un trabajo que se organiza en torno a una nomenclatura, se releva el carácter experimental de la práctica, y el propósito nacional lleva a un debate público, científico y político. El trabajo cooperativo se justifica por la envergadura del estudio y la necesidad de aumentar los tamaños de muestra. “La coordinación de especialistas en el debate sobre el abordaje de la LLA y otras patologías, se estableció con el uso de dos palabras ampliamente utilizadas: protocolos y experimentación.” El uso del vocablo experimentación apunta a la necesidad de contar con un método que permita interpretar bajo reglas comunes aquello que sea observado. En ese sentido, nos parece que la producción de una norma nacional es lo que va a dar lugar al GOPECH. 12 Ídem. La sobrevida en conflicto · 209 En ese mismo año, los hematólogos del Hospital Calvo Mackenna publican los resultados de su protocolo LCM-LLA 75. Pese a obtener mejoras cifras de sobrevida que en el artículo ya comentado de 1981, el grupo aún tiene resultados por debajo de la sobrevida reportada internacionalmente. Respecto de la técnica de medición, el texto señala: “Las curvas de sobrevida, remisión completa continua y tiempo hasta el fracaso o primer evento negativo son de tipo actuarial y se realizaron de acuerdo al método de Kaplan-Meier.”13 Los gráficos todavía son líneas continuas, uniendo puntos porcentuales de sobrevida. El uso de esta modelación marca un nuevo momento, en que el lenguaje epidemiológico de poblaciones, riesgos y sobrevida permite la traducción hacia el registro de lo clínico y lo económico. En 1998, diez años después de obtenido el financiamiento especial para drogas anticancerosas (PINDA), el doctor Lautaro Vargas realiza una evaluación totalmente exitosa de la implementación del programa, con una sobrevida libre de enfermedad para leucemia linfoblástica aguda de 70%. Al año siguiente, mediante una publicación especial del Ministerio de Salud, editada por Vargas y titulada Cáncer infantil en Chile, el programa ha dejado de ser solo un proveedor de drogas y logra exhibir un desarrollo considerable, con doce centros acreditados y dos centros de apoyo. Se trata ya de un completo programa de cáncer infantil. Para ese año, se ha 13 Juan Quintana et. al., “Leucemia linfoblástica aguda”, en Revista Chilena de Pediatría 58, no. 3 (1987), 219-224. 210 · Estudios en gubernamentalidad logrado que el Fondo Nacional de Salud (FONASA) reconozca la leucemia como enfermedad compleja y que financie el trasplante de médula ósea. En la lista de publicaciones del PINDA o miembros del PINDA , en el mismo documento, se registran 58 artículos (Vargas, 2001). Ese mismo año se publican simultáneamente en la Revista Chilena de Pediatría y en Medical and Pediatric Oncolog y los resultados del protocolo nacional chileno PINDA 87, que consiste en una adaptación chilena del protocolo Berlin-Frankfurt-Munster 86. El trabajo articulado en torno a GOPECH/PINDA ha producido una normalización local de la investigación que inaugura el diálogo con las cifras de estudios europeos y norteamericanos. Se abre entonces la puerta para una “economización” de la enfermedad según las reglas internacionales de financiamiento de salud. Lejos de una univocidad causal, se trata de un proceso regido por la eficacia terapéutica –un régimen de verdad técnico– que paulatinamente se conecta con otras esferas. Será esta dimensión tecno-científica la que habilitará a la LLA a ser considerada como un objeto de mercado. V. Gramáticas de la objetividad: hacia una economización de la enfermedad Las técnicas matemáticas y gráficas para objetivar el beneficio de los tratamientos pueden considerarse parte de la economización de la LLA , en la medida en que permiten el encuentro de las cifras de las investigaciones clínicas con La sobrevida en conflicto · 211 los números de los precios y de la rentabilidad. Distintos elementos concurren para que esto sea posible. La llegada de procesadores y de programas estadísticos automáticos va de la mano con la evolución de cifras, gráficos y pruebas. Una misma red hace posible la economización de estos fenómenos y la producción de una objetividad experta. Las curvas de sobrevida y las décimas estadísticas para testear la diferencia logran su propósito en la medida en que el análisis de sobrevida es practicado en los ensayos clínicos, y es comprendido tanto por los participantes de los mismos ensayos, como por economistas y asignadores de presupuesto. Su entrenamiento econométrico es crucial para el desciframiento de cifras, gráficos, tablas y pruebas. Se hace evidente que la cuantificación de lo médico –y su correspondiente expresión en modelamientos gráficos en soporte bidimensional y prospectivo– da una estatura objetiva a los resultados y estimaciones de las experiencias terapéuticas. Al mismo tiempo, pone en forma un lenguaje común que atraviesa dimensiones clínicas, experimentales, pero también económicas, administrativas y legales. La posibilidad de que esta trama se traduzca en una acción pública oficial debe mucho a estos desarrollos. FONASA ocupa el centro En 1987, la discusión sobre el PINDA había tenido como protagonista a la Comisión Nacional de Cáncer y al Ministerio de Salud. En 1999, el programa de cáncer infantil 212 · Estudios en gubernamentalidad tenía a FONASA como interlocutor para el reconocimiento del cáncer como enfermedad compleja y el financiamiento del trasplante de médula. En una década, los interlocutores habían mudado notablemente. El Proyecto HSRP (Health Sector Reform Program), firmado entre el Ministerio de Salud y el Banco Mundial el 15 diciembre de 1992, por un monto total de US$299 millones, con un aporte del organismo internacional de US$90 millones y un aporte local de US$209 millones (convenio 3527CH), es el que ha permitido a FONASA este desplazamiento. La sigla HRSP designaba a la reforma del sector Salud: Las intervenciones de este proyecto se separaron en dos componentes: Desarrollo Integrado de Servicios de salud y Desarrollo Institucional […] El Desarrollo Institucional, por su parte, se orientó a la descentralización, separación de funciones y mejoramiento de la gestión, la eficiencia y la eficacia del sector público de salud. Para ellos se propuso la reorganización de funciones y estructura del Ministerio de Salud, la modernización institucional del Fondo Nacional de Salud, Fonasa.14 Durante el periodo inicial de la postdictadura, la opinión de los expertos del Banco Mundial sobre la salud chilena 14 MINSAL, Proyecto MINSAL BANCO MUNDIAL. MINSAL (Santiago: 1999), 35. La sobrevida en conflicto · 213 era bastante pesimista: “La reforma de 1979 dio lugar a un desarrollo desigual e inorgánico de un sistema de salud mixto que a fines de los 80 se encuentra en profunda crisis y presenta enormes inequidades entre los sectores públicos y privados que lo componen, así como al interior de cada ellas.”15 Por otra parte, la orientación hacia la eficiencia microeconómica liderada por el Banco Mundial tenía un fuerte énfasis en la formación de precios: “Al comenzar los noventa, la evaluación de los mecanismos de asignación de recursos en el sistema era negativa: no permitían asociar financiamiento con resultados; inducían a la explosión de costos e incentivaban la cantidad de prestaciones otorgadas más que la calidad de las mismas; y adicionalmente, los precios no reflejaban los costos reales.”16 ¿Cómo se llegó entonces a una reforma de salud considerada exitosa a los ojos del Banco Mundial? La historia, tal como la relata el propio equipo de FONASA , designa al año 1994 como clave. Su director escribe: “El inicio del mandato del presidente Frei en 1994 marca una fecha decisiva, al conferírsele a FONASA , dentro del marco de las políticas de salud impulsadas por el Gobierno, una nueva función: gestionar el Seguro Público de Salud.”17 15 Ibídem, 29. 16 Ibídem, 67. 17 MINSAL, Una mirada a fondo a la modernización de FONASA 1994-1995. (Santiago: MINSAL, 1999), 5. 214 · Estudios en gubernamentalidad La primera modificación consistía en el traspaso desde el Departamento de Recursos financieros del MINSAL a FONASA . Ello confirió verdadera autonomía a esta institución para la gestión de los recursos financieros. De este modo, FONASA se concentró en transformaciones que permitieran una microasignación de recursos. En otras palabras, se buscaba conseguir el traspaso de un régimen de transferencias monetarias históricas a uno de pagos prospectivos, para así fortalecer los servicios de salud para financiar a los hospitales. Surgieron los siguientes mecanismos: Pago Asociado a Diagnóstico (PAD), Pago Prospectivo por Prestación (PPP) y tres variantes menores: Programa de Prestaciones Complejas o Seguro Catastrófico, Programa del Adulto Mayor (PAM) y Programa de Oportunidad de Atención (POA). Un algoritmo para decidir La producción de precios a esa altura se había vuelto un mecanismo crucial: Los convenios deberán celebrarse a precios no superiores a los contenidos en el arancel y normas señaladas en la ley Nº 18.469. Sólo en casos excepcionales, por resolución fundada del Ministro de Salud y por el plazo máximo de un año, se podrán celebrar convenios a precios superiores a los indicados en el arancel de dicha ley.18 18 Ibídem, 7. La sobrevida en conflicto · 215 En las formulaciones del Banco Mundial, los precios eran la condición de la eficiencia. La modelación económica se obtendría mediante un sencillo mecanismo gráfico. Usando el esquema propuesto por el Banco Mundial en su informe de 1993, la comparación entre alternativas se transforma en la aplicación de un algoritmo. No obstante, para la puesta en forma se hacía necesaria una operación de cálculo algo más compleja. La métrica de la utilidad se haría en base a los años de vida ajustados por discapacidad (DALYs), una combinación de la tradicional medida de años de vida potencial perdidos (AVPP), a los cuales se adicionaba una ponderación entre 0 y 1 por discapacidad. Los datos para los cálculos estaban disponibles en las estadísticas vitales. Para los efectos de la discapacidad, en 1994 se promulgó una Ley de Discapacidad (Ley 19.284, publicada en el Diario Oficial el 14 de enero de 1994), que creó un Registro Nacional de Discapacidad. En marzo de 1995, el MINSAL inició el cálculo de esta medida bajo el nombre local de AVISA. Esta operación produjo dos listados de prioridades, listados con denominaciones precisas. Ahora bien, para ser financiada, la leucemia linfoblástica aguda, debía haber estado incluida en lo que se denominó Problemas de salud Prioritarios Vulnerables a la Atención Médica. Pero, al contrario, la LLA no solo estaba mal situada en el gráfico del Banco Mundial, sino que además quedaba excluida de los listados del MINSAL .19 19 MINSAL, Diseño e implementación de las prioridades de salud. La reforma programática chilena. (Santiago: MINSAL, 1997), 99. 216 · Estudios en gubernamentalidad El cáncer como prestación compleja: 1997 La incorporación de los cánceres en estos mecanismos había ocurrido ya en 1987. A fines de los años noventa se agregó, a su vez, el trasplante de médula. Como hemos mencionado, ello se había logrado a través de la noción de prestaciones complejas: ¿Dónde podríamos observar todo lo que he mencionado en algo concreto? ¿Dónde lo hemos aplicado? Por ejemplo, los pagos asociados a diagnósticos. En tres programas (…) Seguro Catastrófico o Programa de Prestaciones Catastróficas o Programa de Prestaciones Complejas; el Programa del Adulto Mayor y el programa de la Oportunidad de la Atención. Aquí se ha procedido primero a identificar y luego costear prestaciones para formar canastas que incluyan determinadas patologías, se han transferido los recursos prospectivamente y se ha procedido al control de las acciones que han realizado los servicios de salud.20 En este reporte hay una identidad entre el Programa de Prestaciones Complejas y el Seguro Catastrófico. Como las drogas antineoplásicas del PINDA eran las que estaban definidas en los protocolos, la ampliación de 1997 fue planteada en términos de enfermedades o condiciones clínicas 20 MINSAL, Una mirada a fondo a la modernización de FONASA 19941995, 124. La sobrevida en conflicto · 217 asociadas: “Los nuevos protocolos de quimioterapia infantil considerados en el marco de este programa corresponden al 20% de las patologías no incluidas en el Programa Nacional de Drogas Antineoplásicas Infantil (PINDA)”. La lista desplegada incluye tumores cerebrales, recaída de tumores sólidos, hepatoblastomas, leucemia mieloide crónica y recaídas de leucemia. El mismo texto aclara: “Los precios unitarios corresponden al tratamiento integral de estas patologías, de acuerdo a lo señalado en los protocolos específicos elaborados por los especialistas en esta área.”21 Además, en el debate relacionado con el financiamiento, se usaron expresiones como Plan Garantizado de Beneficios de Salud (PGBS) y luego canastas, concepto que apela a un conjunto de bienes y servicios que integran lo necesario para el tratamiento de la enfermedad. Por su parte, la concepción de plan básico nos remite a un artículo de Arnold Haberger de la década del ochenta, en el que propone el enfoque de necesidades básicas como alternativa a las ponderaciones distributivas. Mediante un gráfico de oferta y demanda, Haberger muestra la posibilidad de modelar, mediante curvas de oferta y demanda, el apoyo a grupos más pobres, fijando una demanda alterna que agrega al poder efectivo de compra de los pobres, un plus que considera el “altruismo genuino” del resto de la sociedad: 21 Ibídem, 107. 218 · Estudios en gubernamentalidad en el enfoque de las necesidades básicas se acepta a esos elementos de paternalismo de nuestras sociedades como reflejos posiblemente exactos de nuestros verdaderos valores, actitudes y creencias. Me complace enterarme que un niño que en otras circunstancias estaría mal nutrido actualmente se alimenta mejor, y estoy dispuesto a pagar, ya sea en forma de contribuciones a CARE , o a través de los impuestos, para lograr esa mejora […] el que yo me sienta satisfecho no impide que también ustedes se sientan satisfechos. Por consiguiente, es apropiado sumar mi disposición a pagar para contribuir a lograr esa mejora a la disposición de ustedes, de la misma manera en que el análisis tradicional de costos-beneficios se suma verticalmente las disposiciones de los distintos ciudadanos a pagar para lograr una mejora del medio ambiente, de la que posteriormente puedan gozar gratuitamente.22 La propuesta de un Plan Básico de Salud para la reforma chilena fue materializada en un documento preparado por el Departamento de Economía de la Universidad de Chile en 1997: Precisamente, la llegada de un nuevo gobierno a dirigir los destinos del país en marzo del año 2000, hace 22 Arnold Harberger, Necesidades básicas versus ponderaciones distributivas en el análisis de costos-beneficios (Chicago: Technical report, Apuntes de Evaluación Social de Proyectos, 1993), 12. La sobrevida en conflicto · 219 posible imaginar un escenario de voluntad política del nivel ejecutivo para impulsar un conjunto de cambios más integrales de reforma al sector salud […] asegurando el estado con fuente de subsidios públicos que las personas pobres o indigentes también puedan elegir libremente la institución de seguro que les brinde la cobertura del PGBS […] a juicio del estudio del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, la legitimación social de la reforma de salud se favorece con la entrega de señales efectivas que se traduzcan en un cambio real y rápido en las condiciones de acceso de la población a prestaciones de salud […]. Además, la citada propuesta recomienda que el PGBS explicite también algunos derechos sobre enfermedades catastróficas, toda vez que también hay un gran avance en el MINSAL y FONASA con el desarrollo de algunos programas y protocolos para el tratamiento de enfermedades crónicas y graves que requieren de intervenciones complejas y de alto costo (Programa de Prestaciones Complejas).23 Manteniendo un enfoque de necesidades básicas, que ofrece un mínimo de acceso a bienes y prestaciones de salud, se han injertado algunas prestaciones de mayor complejidad, ya garantizadas. La expresión canasta traducirá una 23 Gustavo Zuleta, Chile: antecedentes sobre el proceso de reforma del sector salud y escenarios posible a futuro (Santiago: Banco Interamericano de Desarrollo Departamento regional de operaciones, 1999), 48-49. 220 · Estudios en gubernamentalidad combinación de bienes y servicios que ya no se aloja ni en las necesidades básicas, ni en la evaluación costo-efectividad de los AVISA , sino en la capacidad de los grupos de especialistas y los protocolos para incorporar tratamientos. En el mismo movimiento, la capacidad de los seguros de organizar la cifra del riesgo y asociarla a un precio se ha trasladado a un conjunto de objetos especificados en las canastas. Es en esta performance económica que la LLA queda cubierta por el sistema de salud. VI. Una vida no biopolítica, 2009 El 14 de mayo del 2009, esto es, diez años después de la incorporación del trasplante de médula a la canasta del tratamiento de la leucemia linfoblástica aguda, la Corte de Apelaciones de Valdivia revoca una medida de protección del 7 de abril, que disponía: “debe practicarse al niño Robynson Leonardo Gómez Noa, el tratamiento que la ciencia médica aconseje para salvaguardar su vida.”24 La medida original del 7 de abril fue solicitada mediante oficio por el Hospital de Valdivia, que señalaba que “la madre no ha informado su opción al equipo médico de continuar el tratamiento para su hijo, ni ha sido ubicada telefónicamente para 24 Juan Varas (redactor), “Medida de protección terapéutica a favor de un menor (sentencias del Tribunal de Familia y de la Corte de Apelaciones de Valdivia)”, Revista de Derecho 1 (2009), 280. La sobrevida en conflicto · 221 que se pronuncie sobre la opción ofrecida”.25 La medida de protección terapéutica continúa: “Explica la doctora informante, que al niño debe dársele la opción de someterse al tratamiento prescrito porque tiene un 40% de posibilidades de sobreviva.”26 El niño estaba aquejado de una recaída testicular, uno de los sitios mencionados en el artículo de 1987 como “santuarios, ya que las drogas no llegan en forma suficiente y son causa de recaídas.”27 La decisión del tribunal tuvo vista caminos que se bifurcan: Luego la opción que se plantea es o enfrentar al niño a la muerte inevitable en un breve lapso, o brindar una posibilidad de sobrevida que puede ser superior a ese periodo con la aplicación de los tratamientos que la medicina ofrece. Enfrentados a esa opción, a juicio de este Tribunal debe privilegiarse la alternativa que científicamente ofrece una posibilidad de sobreviva que es superior al del transcurso letal de la enfermedad, no existiendo motivo alguno para privar al niño de esa alternativa. A este respecto debe ponderarse que las argumentaciones de la madre para rehusar el tratamiento se encuentran fundadas en un legítimo, pero emotivo deseo de bienestar de su hijo en el corto 25 Ibídem, 277. 26 Ibídem, 279. 27 Juan Quintana et. al. “Leucemia linfoblástica aguda”, 219-224. 222 · Estudios en gubernamentalidad tiempo, y además en el natural deseo de sustraerlo del padecimiento que el tratamiento conlleva.28 La corte revocará la decisión basada en ese argumento, pero va a deslindar su interpretación respecto de actuaciones de los tribunales en huelgas de hambre o en oposiciones religiosas a tratamientos médicos. La sentencia propone una interpretación del derecho a la vida abierto a los valores, al sentido de una existencia, según la cual el saber acerca de la vida es indefinible en términos estrictamente biológicos. Además, se propone maximizar la capacidad de decisión del niño: el derecho a la vida constitucionalmente garantizado supone, primero y obviamente, el derecho a que no se nos prive de nuestra continuidad biológica, pero además, implica el derecho a decidir los parámetros con los cuales viviremos nuestra existencia física y espiritual. Del artículo 19 N° 1 de la Constitución no se sigue, entonces, la existencia de un deber de vivir (en el sentido primario de conservar ciertas funciones biológicas) a todo evento, a cualquier costo y bajo cualesquiera condiciones, si ello supone una radical vulneración 28 Juan Varas, “Medida de protección terapéutica a favor de un menor (sentencias del Tribunal de Familia y de la Corte de Apelaciones de Valdivia)”, 280. La sobrevida en conflicto · 223 de la autonomía individual, y particularmente, de la dignidad intrínseca de la persona humana. Menos, desde luego, que el Estado tenga siempre y en todo caso la tarea de imponer coactivamente ese deber, especialmente teniendo a la vista el contenido del inciso tercero del artículo primero de la carta fundamental: “El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.”29 Usando una definición de vida que sobrepasa la mera biología o desnudez de la existencia, este dictamen cuestiona la idea de una gubernamentalidad del faire vivre o laisser mourir, que caracteriza la consideración biopolítica de la vida. De este modo, este pronunciamiento legal desliga la vida de una vinculación intrínseca con una economización liberal y propone, desde el seno de una institución pública, una valoración de la vida y la muerte que despliega un abanico de posibilidades, como por ejemplo, una discusión del valor del régimen de verdad de la ciencia y de la autonomía de un niño. En efecto, sorprende que la búsqueda de maximización sea no ya de la función de utilidad, ni de la optimización de la combinación de precios y AVISA , sino del 29 Ibídem, 284. 224 · Estudios en gubernamentalidad incremento, hasta el límite de lo posible, de la opinión del niño, produciendo ya no una canasta de servicios, sino de derechos: Es completamente cierto que la autonomía individual no se reconoce plenamente por el ordenamiento jurídico nacional sino hasta los dieciocho años, y que por lo mismo esa opinión nunca podrá considerarse definitivamente determinante. Pero la ley reconoce que el proceso de formación de la conciencia humana es gradual, y por lo mismo exige que la opinión del menor sea objeto de consideración judicial, a la luz de su edad y de sus capacidades intelectuales concretas. Teniendo el niño Gómez Noa once años de edad, y habiendo vivido antes la experiencia de un tratamiento de quimioterapia, estima esta Corte que, aunque fuera nada más que para una mejor ilustración, debió consultarse su parecer.30 Finalmente, respecto de esta medicina fortalecida en estatuto ya no de técnica sino de ciencia, la corte se permite reconocer sus incertidumbres, sus fragilidades, para de este modo poner en igualdad de condiciones el valor ético y el valor terapéutico. O, dicho en otras palabras, para no dar al régimen de veracidad tecno-científico un privilegio ontológico-efectivo respecto del régimen de verdad ético: 30 Ibídem, 285. La sobrevida en conflicto · 225 no puede una decisión judicial interferir en la relación médico-paciente, forzando un tratamiento de la gravedad que tiene el que se propone al menor de autos, cuando las probabilidades de sanación que ese tratamiento ofrece son tan mínimas que resulta imposible a la ciencia médica afirmarlas, llegando solo a aventurar que puede esperarse un 40% de posibilidades de sobrevida.31 VII. Consideraciones finales La reforma de salud chilena de los años 2000 nos ha legado algunos vocablos que impregnan el debate de la salud colectiva en el Chile actual: protocolos, red, acreditación, piloto, canastas, pagos prospectivos. Esas palabras tienen la marca de los ensayos clínicos, de un tipo de experimentos –en este caso, terapéutico-oncológico– que encuentran en el hospital un lugar intermedio entre el laboratorio, la casa, la calle. Se trata de experiencias, o si se quiere, de experimentos que producen nuevos objetos técnicos, que se homogenizan, se estabilizan y se hacen circular. Y como tales, se negocian para su puesta en marcha como objetos económicos. Hemos tratado de mostrar las modelaciones, configuraciones y las reglas de cálculo con que se ha intentado capturar estos nuevos objetos. Hemos intentado, aunque sea parcialmente, 31 Ídem. 226 · Estudios en gubernamentalidad poner sobre la mesa la compatibilización de nomogramas de eficiencia microeconómica, terapéutica y jurídica. Esas reglas de cálculo, así examinadas, muestran su carácter inventivo, es decir, la íntima vinculación entre materialidad y teoría. De este modo, la economía de la salud, más que una cosa o un ámbito, parece ser un resultado, un montaje, un esfuerzo inventivo para animar nuevos objetos que se desplazan por esferas heterogéneas. La reforma de la salud consideraba una primera ley de deberes y derechos, que finalmente fue más bien su coda: promulgada con el número 20.584, el 13 de abril del 2012 y con el título: Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud. A nuestro juicio, esta ley es un esfuerzo por performar al enfermo como un consumidor, asignándole una serie de atributos como derechos comerciales. Así, por ejemplo, en su artículo 16, señala: La persona que fuere informada de que su estado de salud es terminal, tiene derecho a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier tratamiento que tenga como efecto prolongar artificialmente su vida, sin perjuicio de mantener las medidas de soporte ordinario. En ningún caso, el rechazo de tratamiento podrá implicar como objetivo la aceleración artificial del proceso de muerte.32 32 MINSAL, Ley 20.584 “Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención La sobrevida en conflicto · 227 Se trata de derechos que sin embargo no consideran el mínimo para que cualquiera pueda decir: preferiría no hacerlo. En comparación con el pronunciamiento de la justicia en el caso de Robinson Gómez, esta nueva versión de la ley parece mezquina e insuficiente. Considerando al paciente únicamente como un consumidor, esta no permite sugerir un régimen de valor en el que la vida se resista al cálculo estrecho de la economía. Con esta nueva puesta a punto de la Ley de Salud, no solo se ha evitado el suicidio político con que amenazaba el epígrafe, sino que también se ha arrebatado la posibilidad de un tímido “no”. No obstante, las reglas de economización han probado ser frágiles, inestables y vulnerables, a su vez, a otros efectos. Lo insoportable, como dolor o como ley, puede también a su manera ser condición para los desplazamientos, traducciones y producciones de otros objetos tan frágiles e inestables como los que aquí hemos bosquejado. en salud”, fecha de acceso 20 de noviembre de 2015, http://www. supersalud.gob.cl/normativa/571/articles-7564_recurso_1.pdf., 6. 228 · Estudios en gubernamentalidad III. Tecnologías de gobierno en el Chile actual El gobierno del miedo Iván Pincheira Torres1 1 Este texto se enmarca dentro del Proyecto Fondecyt de iniciación Nº 11170339, “Delincuencia, terrorismo y desastres naturales: un estudio sobre la gestión gubernamental del miedo en el Chile de la postdictadura (1990-2020)”. El gobierno del miedo · 231 1. Introducción ackenna instaurará el miedo en su candidatura”; en estos términos se promocionaba en el sitio web del canal público de televisión, TVN, una nueva emisión de la teleserie nocturna de la televisora estatal chilena.2 La poseída, título de esta telenovela ambientada en el Santiago de finales del siglo XIX, recrea el caso real de Carmen Marín, la primera mujer exorcizada en nuestro país. Transmitida a toda Latinoamérica y el mundo por la señal internacional TV Chile, en esta historia la ciencia y la religión se enfrentarán por determinar si los repentinos ataques que sufre Carmen son producto de una posesión demoníaca o, más bien, síntomas de una enfermedad.3 2 Ver: http://www.tvn.cl/teleseries/laposeida/capitulos/mackenna -instaurara-el-miedo-en-su-campana-1678157 3 Ver: http://www.24horas.cl/tendencias/espectaculosycultura/ asi-se-grabo-la-nueva-teleserie-de-tvn-la-poseida-1665440 El gobierno del miedo · 233 Esta telenovela nocturna se basó en el libro titulado La endemoniada de Santiago, editado por el periodista y escritor Patricio Jara, quien “encontró y organizó esta historia”. A partir de la recopilación de documentos existentes sobre este caso verídico ocurrido en el invierno de 1857, en el libro se relata el hecho del que fue protagonista una mujer llamada Carmen Marín; una “muchacha bien parecida y de unos 20 años de edad”, según indican los registros periodísticos de la época, quien supuestamente estaba poseída por el demonio. Dicha situación se expresaba a través de gritos y retorcidos movimientos espasmódicos, hasta que el presbítero José Raimundo Zisternas la controla después de “seis largos días” a través de la lectura del Evangelio, en lo que se considera el primer caso de exorcismo registrado en el país. También fueron testigos de este hecho una decena de facultativos médicos, quienes emitieron informes sobre este mismo asunto.4 4 Tal como señala el editor de este libro, “el debate a partir de la endemoniada impulsó lo que hoy se reconoce como un hito fundacional de la psiquiatría chilena y su nacimiento a la vida científica, por cuanto el estudio de los trastornos de Carmen Marín obligó a los médicos a establecer una aguda mirada clínica, a normar un proceso orientado a conseguir un diagnóstico sensato […] Todo, por lo demás, al menos treinta años antes de las primeras publicaciones hechas por Freud y Breuer en el estudio de subconsciente […] El caso será incluido en un ensayo de 1974 del neurólogo y psiquiatra Armando Roa, titulado “Demonio y psiquiatría. Aparición de la conciencia científica en Chile”, en La endemoniada de Santiago, ed. Patricio Jara (Santiago: Vergara, 2010), 16-17. 234 · Estudios en gubernamentalidad Será a partir de estos “hechos reales” que se desarrollará dicha producción del área dramática de Televisión Nacional de Chile, TVN. En la telenovela, dando cuenta de las peripecias acontecidas tanto a Carmen Marín como a una serie de otros personajes que protagonizan esta obra dramática, el guion de la teleserie nos sitúa en el Santiago de 1890; escenificando un Chile regido por un gobierno liberal donde la aristocracia conservadora y la Iglesia Católica sienten por primera vez que están lejos del poder. En este periodo entre guerras se habla de dos Chile, una élite ilustrada que vive los privilegios del auge económico y otro que día a día trabaja para poder subsistir.5 Será, pues, sobre ese marco argumentativo que, en la promoción publicitaria del tercer capítulo, emitido el domingo 31 de mayo del 2015, se indicará que “Mackenna instaurará el miedo en su candidatura”. Asemejando ser una crónica de hechos acaecidos en aquella época, 1890, dicha acción publicitaria continúa así: Tras algunos años alejado de la política, Eleodoro Mackenna decidió volver a la vida pública y presentarse como candidato a la presidencia bajo las filas del Partido Conservador. Pero, como sabe que el camino no es fácil buscará la mejor forma de manipular a la gente y que vean en su gobierno protección y seguridad. “El miedo es la mejor manera de controlar a la gente”, son las palabras con las que Eleodoro Mackenna pretende iniciar su candidatura 5 Ver: http://es.teleserieschile.wikia.com/wiki/La_Pose%C3%ADda El gobierno del miedo · 235 a la presidencia de la República de Chile. Basándose en una moraleja de su infancia, está seguro que instaurando el miedo podrá ganarse la confianza de la población. Imágenes obtenidas en: www.tvn.cl 236 · Estudios en gubernamentalidad En lo que a nuestro propio ámbito de indagación respecta, a través de la descripción de estos relatos –referidos tanto a crónicas sobre acontecimientos verídicos como en lo que refiere a guiones de ficción–, se hacen observables dos aspectos relevantes de señalar. Por un lado, la condición social que comporta el miedo; en donde la emergencia de dicho fenómeno emotivo se encontrará sujeta a contextos temporales y espaciales específicos. Por el otro, el miedo como objeto de gestión gubernamental; en donde la emergencia de dicho fenómeno emotivo se encontrará sujeta a razonamientos, discursos y prácticas implementadas desde instancias de poder, colaborando intensamente en la producción del miedo. Ambas dimensiones, tanto el reconocimiento del orden simbólico-cultural, económico y político en relación al cual se suscitan escenas de miedo, como el reconocimiento de acciones que desde esferas de gobierno persiguen el control del temor, del mismo modo en que se constituyen en elementos que guían el trabajo académico contemporáneo efectuado en torno a denominaciones tales como miedo, temor, terror, pánico o inseguridad, se conformarán también en claves analíticas estructurantes de la propuesta de investigación que aquí ofrecemos. En este eje de coordenadas, lo que a continuación se presenta hace parte de una propuesta investigativa estructurada de modo general a partir de la hipótesis de que, siendo asumidas como situaciones generadoras de conmoción social, será en torno a los fenómenos de la delincuencia, el terrorismo, los desastres naturales y las epidemias que se hace El gobierno del miedo · 237 posible observar el despliegue de específicas modalidades de gobierno del fenómeno emotivo del miedo en el Chile de la postdictadura. De este modo, nos hemos planteado el objetivo de analizar las acciones gubernamentales implementadas en el Chile de la postdictadura en torno a diversos episodios generadores de temor en la población. Sea que se trate de situaciones consideradas delictivas, de la amenaza de acciones asumidas como terroristas, de la condición de catástrofe establecida tras la ocurrencia de los denominados desastres naturales tales como terremotos, tsunamis o erupciones volcánicas que recurrentemente asolan el territorio nacional, o la riesgosa propagación de epidemias como el SIDA , la enfermedad de la “vaca loca”, la “gripe aviar”, o los más recientes brotes de la gripe A(H1N1), el virus Zika o el virus Ébola; estando configurados todos estos sucesos como episodios productores de alarma o conmoción pública, a un observador atento no le será difícil reconocer acá algunas circunstancias significativas alrededor de las cuales las personas manifiestan sentir temor. Situando nuestro punto de observación en acontecimientos de este tipo, junto con la descripción de algunos hechos que dan cuenta de la prevalente presencia del temor en nuestras contemporáneas configuraciones societales, en el transcurso de nuestra investigación mayor nos hemos propuesto proceder a la caracterización de algunas de las modalidades de intervención gubernamental urdidas en relación con estas circunstancias colectivas de temor. Nos parece, pues, que, en el examen de esos procesos de gestión gubernamental no 238 · Estudios en gubernamentalidad solo colaboramos en la constitución de una opinión pública informada respecto de los contextos situados en que se suscita el miedo, sino que además podemos percibir cómo desde discursos y prácticas de gobierno se implementan diversas técnicas que, al proponer controlarlos, participarán activamente en su misma conformación. Desde estas claves analíticas, seguimos de cerca los aportes proporcionados por distintas perspectivas teóricas desarrolladas sobre este tipo de asuntos, propuestas investigativas a partir de las cuales podemos concluir que el proceso subjetivo del miedo es configurado en relación, ya sea con los específicos entornos culturales en que se suscita o con extendidas modalidades de gestión gubernamental. De esta manera, esperamos avanzar en la tipificación y problematización –mediante el análisis de contenido de diferentes fuentes documentales– de las condiciones de posibilidad y las consecuencias que se suscitan toda vez que asistimos a la elaboración de razonamientos, promoción de discursos, desarrollo de estrategias, ejecución de planes y acciones de gobierno –tanto público/estatales como privado/empresariales– dispuestas para enfrentar distintos sucesos generadores de alarma y conmoción social. Al interior de este marco mayor u objetivo general de estudio, en lo que viene a continuación perseguimos fijar algunas de las variables intervinientes en el proceso que se ha venido describiendo. De particular relevancia resultará sobre este asunto la utilización de las normas estatuidas en El gobierno del miedo · 239 el sistema jurídico. Así, será en torno a acciones sustentadas en disposiciones legales que tendremos ocasión de distinguir concretas modalidades de gestión del miedo implementadas en el Chile de la postdictadura. En este trabajo, más específicamente, nos referiremos al gobierno del miedo en el ámbito del delito. Pero antes de llegar a lo recién anunciado, por el momento nos detendremos en algunas propuestas surgidas dentro del campo teórico contemporáneo que han llevado a sus respectivas áreas de exploración el problema del miedo. El miedo como fenómeno social, el miedo como objeto de gobierno En primer lugar, concentrémonos en aquel aspecto o dimensión que señala el carácter social que comporta el temor: en cuanto a La endemoniada de Santiago, texto en el que se recopilan distintas crónicas de los sucesos ocurridos el invierno del 1857 en torno a Carmen Marín, “muchacha de quien nunca más se supo una vez realizado el exorcismo”, sus contenidos se insertan coherentemente con lo que se ha venido posicionando como un ámbito de constante interés para la producción académica actual, esto es, la recurrente y marcada presencia del miedo en el devenir social. En relación con situaciones o acontecimientos que son percibidos, representados o considerados, ya sea como amenazantes, inseguros, riesgosos o peligrosos, los individuos modelan su conducta, regulan sus relaciones con el entorno y estructuran instituciones a partir de un recurrente sentimiento de 240 · Estudios en gubernamentalidad temor. Resulta, pues, que el caso de la endemoniada, que atemorizó a una parte importante de los habitantes de Santiago en 1857, se corresponde con aquellas instancias en donde podemos reconocer en el miedo un factor gatillante del comportamiento. Esta historia, entonces, se adiciona al conjunto de evidencias que dan cuenta de las diversas manifestaciones que adquiere el miedo a lo largo de la historia. En este sentido, veamos el reporte efectuado por el diario El Ferrocarril el día 3 de agosto de 1857, el cual no solo describe las conmociones que sufría Carmen Marín, sino que los trastornos que asimismo vivencian los habitantes de Santiago. El sacudimiento que experimenta en su sistema nervioso en los momentos del ataque se manifiesta con una contracción espantosa y saltos violentos, unidos a la rareza con que se presenta en los pueblos una enfermedad de esta clase, ha dado origen para que la ignorancia vea en este desgraciado fenómeno algo sobrenatural y maléfico, y para que el vulgo suponga que la enferma es una mujer endemoniada que lleva a Satanás en sus entrañas.6 La historia acontecida en 1857 demuestra ser un ejemplo palpable de las formas en que el fenómeno emotivo del miedo trascenderá el plano –pretendidamente privado– de la experiencia individual para asentarse en la esfera pública 6 Patricio Jara, ed., La endemoniada de Santiago (Santiago: Vergara, 2010), 17. El gobierno del miedo · 241 de la vivencia colectiva. En esta dirección, son varios los actores que comparten escena y protagonismo junto a Carmen Marín; “la niña espirituada”, según se consignaba en periódicos que siguieron el caso; desfilando ante nuestra vista sacerdotes, médicos, vecinos y periodistas. En este paisaje es que se sitúa, tal como precisa Patricio Jara, editor de estas crónicas que según él son “de las más aterradoras que recuerde la historia de Chile”, el enfrentamiento entre “la fe religiosa, empeñada en demostrar que lo ocurrido era un caso de posesión demoníaca, y el conocimiento médico-científico que situaba dicho fenómeno como un severo caso de histeria”. Junto con la conmoción y controversias que se fueron generando frente a la situación que afectaba a la joven Carmen Marín, por otro lado, también es posible referir al ambiente más general en el cual se desenvuelven el conjunto de acontecimientos. La historia de Carmen Marín puede leerse como una representación del Santiago de mediados del siglo 19: una ciudad en desarrollo, pero sin matices. Por un lado, la urbe ilustrada, limpia, cristiana y, por otro, una inmensa cloaca de infección y de vicio, de crimen y de peste. “Un verdadero potrero de muerte”, en palabras de Vicuña Mackenna.7 El examen y problematización de la imbricación entre miedo y sociedad ha venido conformándose en un fructífero 7 Ibídem, 16. 242 · Estudios en gubernamentalidad campo interdisciplinario de investigación. A este respecto, destacan los aportes proporcionados desde el campo historiográfico. Al precisar cómo es que recurrentemente las sociedades advierten la presencia de factores que han sido identificados como portadores de peligro, inseguridad o riesgo, al caracterizar las similitudes y las diferencias, las variaciones y las constantes con que a lo largo del tiempo este fenómeno se suscita, desde la historiografía se han proporcionado relevantes elementos de análisis para el estudio del miedo. Tal como señala el peruano Fernando Rosas Moscoso, el sustento general de los estudios históricos del miedo se encuentra en la relación permanente e inexorable del individuo y, más aún, de las sociedades en su conjunto con el miedo. De esta manera, es fácil encontrar evidencias históricas de las diversas expresiones que asume el temor colectivo. Ahora bien, pese a que aparece como un elemento inherente a la naturaleza de los seres humanos y está presente a lo largo de su existencia, el sentimiento de inseguridad comporta múltiples caras y se va modificando en una intensa dinámica a lo largo del tiempo. Por este motivo, Rosas Moscoso nos propone algunas precisiones metodológicas para su estudio, tales como: considerar la extensión espacial y temporal en que se manifiesta el miedo; caracterizar los sectores comprometidos y sus niveles de asimilación, rechazo o indiferencia a los elementos generadores de miedo. Para el historiador, con la aplicación de instrumentos de análisis teórico de este tipo será posible conocer nuevos El gobierno del miedo · 243 factores presentes en procesos históricos que involucren al miedo como elemento vertebrador.8 En concordancia con los anteriores lineamientos generales para el estudio del miedo, el francés Jean Delumeau, quien formará parte de la tradición inaugural de los estudios historiográficos sobre el miedo, nos entregará una descripción documentada de la imbricación entre temor y sociedad. Verdadero bestiario del terror es el que recopila Delumeau en las más de seiscientas páginas que componen El miedo en Occidente; allí trazará el retrato de una sociedad europea traumatizada por la peste, las guerras, las disputas religiosas y la inseguridad permanente. Sin embargo, detrás de esta amenazante diversidad, será el discurso y la práctica eclesial el aglutinador del conjunto de los temores, fijando en la imagen de Satán al adversario principal de los hombres. Los hombres de Iglesia hicieron el inventario de los males que es capaz de provocar y la lista de sus agentes: los turcos, los judíos, los herejes, las mujeres y, especialmente, las brujas. El discurso eclesiástico reducido a lo esencial fue el siguiente: los lobos, el mar, las estrellas, las pestes, las carestías y las guerras son menos temibles que el demonio y el pecado, y la muerte del cuerpo es menos temible que la del alma. Desenmascarar a Satán y a 8 Fernando Rosas Moscoso, “El miedo en la historia: lineamientos generales para su estudio”, El miedo en el Perú. Siglos XVI al XX, ed. Claudia Rosas Laura (Lima: Fondo editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005), 23-26. 244 · Estudios en gubernamentalidad sus agentes y luchar contra el pecado era, además, disminuir en la tierra la dosis de las desgracias que realmente él causaba.9 Es en este escenario, de una atmósfera obsesiva, que nos encontramos con que desde el siglo XIV –época en la que pestes, carestías, revueltas, avance turco y, finalmente, el quiebre del protestantismo habían ido sumando sus efectos traumatizantes– la cultura de la cristiandad se sintió amenazada. Los dirigentes de la Iglesia y del Estado se encontraban en la apremiante necesidad de identificar al enemigo. “Es, evidentemente, Satán quien dirige, con rabia, su último gran combate antes del fin del mundo […] En la hora de la ofensiva demoníaca generalizada, resulta evidente que el enemigo no está afuera de las fronteras, sino que dentro de la ciudad misma.”10 Al inicio de los tiempos modernos, será el miedo lo que explique la acción perseguidora en todas direcciones, impulsada por el poder político-religioso en la mayoría de los países de Europa. Llegados a este punto, debemos recordar que en lo que a nuestro propio ámbito de indagación respecta, a través de la descripción de los anteriores relatos se hacen observables dos aspectos relevantes de señalar. Por un lado, la condición social que comporta el miedo; por el otro, el miedo como 9 Jean Delumeau, El miedo en Occidente (siglos XIV-XVIII). Una ciudad sitiada (Ciudad de México: Taurus, 2008), 42. 10 Delumeau, El miedo en Occidente, 601. El gobierno del miedo · 245 objeto de gestión gubernamental. Así, entonces, del mismo modo en que puede ser observada su emergencia en contextos culturales diversos, podemos también advertir cómo reiteradamente el miedo será tratado como un problema de gobierno. Sobre este segundo aspecto, y en particular sobre el relato ficcionado de La poseída, nos concentraremos a continuación. Más allá de interesarnos las peripecias acaecidas a los personajes que hicieron parte de esta teleserie, nuestras preguntas de investigación se dirigen hacia la particular escena de ficción que muestra el método y estrategia ideada por Eleodoro Mackenna en su afán por alcanzar la presidencia de la república. Es aquí donde surge el enunciado a través del que se publicitaba la emisión del Capítulo 3 de la teleserie nocturna, en que se indica que “Mackenna instaurará el miedo en su candidatura”. La pregunta que esta escena novelada nos sugiere es saber si en situaciones concretas el miedo puede presentarse efectivamente como un objeto de interés gubernamental. Es decir, en el presente estudio nos interrogamos por la posibilidad de encontrar modalidades específicas de gestión del miedo a nivel de razonamientos, discursos y acciones de gobierno. Sobre esto, a la luz de los resultados obtenidos desde la producción académica internacional, la respuesta pareciera ser afirmativa. Los planteamientos de la historiadora mexicana Pilar Gonzalbo Aizpuru resultan muy ilustrativos. 246 · Estudios en gubernamentalidad El miedo es una de las pasiones propias del ser humano que, como tal, ha sido analizada, desde Aristóteles hasta nuestros días, por sociólogos, antropólogos, psicólogos e historiadores. A lo largo de la historia se puede apreciar cómo los hombres se agruparon en aldeas, pueblos, villas y ciudades, con el afán de protegerse. […] Pero con independencia del miedo individual e instintivo, hay miedos de carácter cultural, que sólo se producen cuando el hombre vive en sociedad. Son miedos colectivos, generados por amenazas reales o imaginarias, que pueden ser manipulados por quienes tienen la autoridad o la influencia; en todo tiempo han sido los gobiernos, ya sean reyes o democracias, ayer pudo ser la iglesia como hoy pueden ser los medios masivos.11 Alrededor de este plano de inferencias, esta autora buscará fechar el momento en que los vecinos españoles de Ciudad de México comienzan a manifestar más nítidamente expresiones de temor frente a los habitantes de estratos bajos; conjuntos de individuos que ya no se identificaban únicamente con los indios, sino que se incluían a mestizos, “vagabundo sin hogar ni familia y esclavos y mulatos, insolentes y violentos”. Esta situación habría ocurrido hacia 1692, cuando una escasez y carestía que embargó a Ciudad de México detonó 11 Pilar Gonzalbo Aizpuru, “El nacimiento del miedo, 1692. Indios y españoles en la Ciudad de México”. Revista de Indias 68, no. 244 (2008), 10. El gobierno del miedo · 247 un “alboroto que duró varias horas”, durante las cuales se incendiaron el palacio de los virreyes y las casas del cabildo; además, muchas tiendas fueron saqueadas. La reacción de las autoridades fue una dura represión dirigida hacia la “plebe” de la ciudad, mezcla de todos los grupos resentidos por las injusticias del gobierno y las humillaciones de los ricos españoles. Para la norteamericana, en definitiva, respecto del “motín de 1692” las autoridades impusieron una visión parcial de los acontecimientos, con el doble propósito de controlar el miedo, atribuyendo los desórdenes a determinados culpables, y de alardear de su capacidad para dominar cualquier situación de peligro que se presentase en el futuro. En definitiva, como sucede con tantas rebeliones y protestas, explotando el miedo suscitado por la alarma generada por la acción de la plebe, el motín de 1692 –se sostendrá contribuyó a fortalecer la posición de las autoridades. Considerando la existencia de un universo más amplio de referencias teóricas desarrolladas sobre este mismo campo de inquiria, esto es, “el miedo como problema político”,12 en la precedente descripción hemos podido constatar que son variadas las perspectivas analíticas disponibles para abordar nuestro objeto de estudio. Situados en procesos acaecidos en las últimas décadas, podemos comprobar la existencia de una serie de trabajos investigativos desarrollados en torno al significante miedo. Al interior de esta tradición internacional 12 Danny Monsálvez, “El miedo como problema político”. Tiempo y Espacio 25 (2011): 121-130. 248 · Estudios en gubernamentalidad de estudios, miedo, temor, pánico, terror, horror, espanto, alarma, pavor o susto –perteneciendo todas estas denominaciones a un mismo campo semántico de sentido– emergen como enunciados en relación a los cuales se sucinta una parte relevante del acontecer contemporáneo. Las personas, las instituciones, los mercados y los estados, en siempre renovadas circunstancias formulan ideaciones, establecen discursos y generan acciones gatilladas por el denominado estado emocional del miedo. Esta constatación ha venido siendo planteada desde diversos sectores de la producción académica contemporánea. Para el caso chileno, tal como apreciaremos a continuación, este es un fenómeno que también ha venido siendo abordado desde el mundo académico. La revisión de estas lecturas no solo nos permitirá graficar algunas de las modalidades en que se ha desarrollado el gobierno del miedo en Chile, sino que además, y más oportunamente a nuestros propósitos, nos llevará a identificar lo que podemos entender como la base constitucional-jurídica del gobierno del miedo en Chile. Estos antecedentes resultan indispensables para proceder a profundizar sobre nuestra propia línea de estudio, esto es, la gestión del gubernamental del miedo en tiempos de postdictadura. El gobierno del miedo · 249 El miedo en Chile como problema de gobierno En su texto titulado Fear: a cultural history, la historiadora Joanna Bourke sostiene que definir el miedo desde el principio no sirve, por cuanto lo que la gente asegura temer en un periodo o en otro resulta tener significativas variaciones; “¿lo que la gente en la década de 1970 llamó miedo fue la misma cosa que en la década de 1870?”, se pregunta. Por este motivo, en virtud de superar estos “problemas de nomenclatura”, en su trabajo investigativo optará por asumir que cada vez que alguien en el pasado empleara una palabra relacionada con el miedo –es decir, asustado, temeroso, aterrorizado, etc.–, se estaba refiriendo al mismo concepto. Para la investigadora británica las preguntas fundamentales serán del tipo: ¿cómo se utilizaba la palabra miedo en ese contexto cultural? y ¿cuáles eran las normas sociales respecto de la expresión del miedo? En estas circunstancias, afirmará que el único acceso que tenemos a los miedos sentidos por las personas en el pasado es a través de las cosas que ellos dejaron atrás. El miedo adquiere significado a través del lenguaje y los ritos culturales. El análisis de estos ‘textos’ permite a los historiadores seguir las fluctuaciones en la naturaleza del miedo, que se hacen visibles en el lenguaje y los símbolos. Las emociones entran al archivo histórico solamente entendiendo que ellas trascienden el aislamiento de la experiencia psicológica individual 250 · Estudios en gubernamentalidad y se presenta al sujeto inmerso en el ámbito público. Como el antropólogo Clifford Geertz famosamente declaró en La interpretación de las culturas (1973), “no solo ideas, sino que las emociones también son artefactos culturales en el hombre”.13 En conexión con registros de este tipo, que problematizan las consecuencias que se derivan de la mutua implicancia existente entre emoción/miedo/sociedad, es dable encontrarnos con distintos tratamientos teóricos dispensados al estudio del devenir del miedo en Chile14. Esto lo atestigua la investigación desarrollada por Kathya Araujo en torno a las formas de ejercicio de la autoridad. Según señala la socióloga peruano-chilena, a nivel internacional los diagnósticos contemporáneos indican la existencia de una crisis de autoridad, que se expresaría, por ejemplo, en “las dificultades en la crianza de los niños, la creciente desconfianza en las instituciones políticas, el problema de la violencia en las escuelas.”15 En estos términos, concentrándose en las esferas de la familia y el trabajo, la indagación contempló la 13 Joanna Bourke, Fear: a cutural history (Londres: Shoemaker & Hoard, 2006), 7. 14 Una revisión de distintas perspectivas de estudios sobre el miedo la hemos desarrollado en: Iván Pincheira, “Miedo”, en El ABC del neoliberalismo, ed. Mary Luz Estupiñán (Viña del Mar: Communes, 2016), 165-182. 15 Kathya Araujo, El miedo a los subordinados. Una teoría de la autoridad (Santiago: Lom, 2016). El gobierno del miedo · 251 realización de entrevistas y de grupos de conversación-dramatización que arrojaron como resultado que en Chile la interpretación del debilitamiento de la autoridad no es la clave general de lectura sobre la sociedad; lo problemático no es su debilitamiento, sino su exceso. Los modos de ejercicio de autoridad desplegados en distintas esferas son reconocidos, masivamente, como autoritarios. El problema que se suscita es que, si bien se critican y rechazan las modalidades excesivas de ejercicio de autoridad, es el modelo autoritario con el que mejor se identifican los sujetos al pensarse o tener que representar roles de autoridad. Los individuos rechazan el autoritarismo si son objeto de este, pero lo juzgan positivamente cuando lo aprecian como un modo eficiente para conseguir obediencia de los otros. En este sentido, para Araujo lo importante no es la tendencia al autoritarismo; lo esencial es explicar esta ambivalencia entre rechazo y aceptación del autoritarismo, sus motivos al momento de encarar el ejercicio de la autoridad. Para explicar esta aporía es que surge la cuestión del miedo a los subordinados como una línea explicativa. El autoritarismo surgiría en relación al temor constante a ser desbordados por aquellos sobre quienes se debería ejercer la autoridad; el miedo a sentirse defenestrado y puesto en evidencia en su debilidad para realizar esta función: “El corazón del problema de la autoridad en Chile no es su declive generalizado, sino la fortaleza inusual del fantasma del miedo a los subordinados. Es este temor el que atraviesa a la sociedad y es el que ordena las formas de interacción y gestión de las jerarquías 252 · Estudios en gubernamentalidad para todos y cada uno en el momento que debemos asumir una posición de autoridad.”16 En definitiva, para Kathya Araujo el miedo se hace presente toda vez que las personas ocupan posiciones de autoridad, mayor o menormente instituidas; “como padres de nuestros hijos, como maestros, como dirigentes vecinales, como líder de un grupo de música, o, incluso como organizador de un paseo campestre.”17 En distintas circunstancias de la vida en sociedad, en el contexto de una recomposición profunda de las modalidades de enlazamientos colectivos, el fantasma del miedo al subordinado surge con “vitalidad y brío”. Estas anotaciones nos permiten conectar con dimensiones de análisis centrales en lo que ha sido nuestro recorrido, en al menos dos sentidos. En primer lugar, nos permite inscribir al miedo como un fenómeno observable, y estudiable empíricamente, al interior de un locus social específico. De este modo, podemos advertir que, en el mismo sentido de lo expresado por Fernando Rosas Moscoso, para quien “es fácil encontrar evidencias históricas de las diversas expresiones que asume el temor colectivo”, o en la misma dirección indicada por Joanna Bourke, según la cual “el miedo adquiere significado a través del lenguaje y los ritos culturales”, en el caso tratado por Araujo, el miedo surge como un aspecto detonante de los ejercicios de autoridad que son desarrollados en distintas esferas del acontecer chileno contemporáneo. 16 Araujo, El miedo a los subordinados, 25. 17 Ibídem. El gobierno del miedo · 253 En segundo lugar, en la problematización del fenómeno del miedo al subordinado, el trabajo de Kathya Araujo nos permite conectarnos con una serie de propuestas teóricas que, desde nuestro punto de vista, concuerdan en señalar que el miedo de los grupos de élite hacia los grupos subalternos estructurará el proceso político chileno. Hacer un estudio sobre el miedo involucra necesariamente la realización de una historia del miedo de sus élites. A esta conclusión parece haber arribado un sector de la producción académica local. En esta senda nos hallamos con propuestas tales como la desarrollada por Alfredo Jocelyn-Holt.18 Este historiador propondrá una mirada de largo plazo para “desentrañar y analizar” indicios de la recurrencia con que las élites manifiestan temer a un “mundo marginal” que se desplaza a la sombra del orden institucional establecido. Así, hacia la década de 1830, figuras marginales tales como inquilinos, peones, gañanes, bandoleros, guerrilleros y vagabundos, en su intento por establecerse precariamente, representarán un serio desafío al ideal de orden imaginado por las élites del periodo. Condensándose en figuras marginales que poblaban los campos, las barriadas y los imaginarios de aquel entonces, el miedo de la élite será, propiamente dicho, el miedo al desorden. 18 Alfredo Jocelyn-Holt, El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica (Santiago: Debolsillo, 2014). 254 · Estudios en gubernamentalidad Tal como sostiene Jocelyn-Holt, la amenaza del probable desborde de la masa marginal y paralela será una preocupación constante de las autoridades del periodo fundacional de la república en Chile. El orden estatal inaugural, el “orden en forma”, se asentaría en la utilización de facultades extraordinarias o el congelamiento del orden constitucional y la entrega incondicionada de prerrogativas, por parte de los intendentes, al aparato coercitivo policial. Un par de décadas más adelante, hacia 1870, es el mismo temor el que haría pensar la remodelación urbana llevada adelante por el intendente Benjamín Vicuña Mackenna, conducente a la creación de un cordón sanitario profiláctico que dejaría al margen a la barbarie que acecha a la ciudad. Continuando con esta línea argumentativa, para Jocelyn-Holt fue miedo lo que expresó la clase dirigente frente al enorme poder que podría concentrarse en el presidente, todo lo cual sería un factor gatillante de la Guerra Civil de 1891, que culminaría con el derrocamiento del presidente José Manuel Balmaceda. Igualmente, miedo es lo que engendra y deja como saldo esa seguidilla de estallidos sociales y represión que se sucederán con una periodicidad asombrosa y preocupante: Valparaíso en 1903, Santiago en 1905, Antofagasta en 1906, Santa María de Iquique en 1907. Miedo entendido como aprensión, alarma, incertidumbre, angustia frente al porvenir… en fin, desaliento, sirve de telón de fondo de la literatura autocrítica que hacia fines del siglo XIX y comienzos de siglo XX aflora una y otra vez. Recordemos también El gobierno del miedo · 255 lo mucho que se ha hablado del miedo a innovar durante la época parlamentaria […] Ciertamente fue miedo lo que se sintió frente a Alessandri en 1920; otro tanto ocurrió con el Frente Popular en 1938 […] La literatura de toda la generación del 50 está marcada, además, por el tema del miedo: miedo a empobrecerse, a decaer, a desclasarse, a que se ponga fin al “orden de las familias”, miedo a crecer, miedo a los “invasores” según Egon Wolff; en fin, miedo permanente […] Más de alguien ha señalado respecto de Ibáñez en 1952 (y de Jorge Alessandri en 1958 y 1970) que el carisma de ambos se debía a que eran vistos como figuras paternales. Otro tanto se ha dicho respecto de Aylwin y Pinochet. No hay que ser freudiano para saber que en toda imagen paterna suelen entremezclarse indisolublemente respeto y temor.19 Al igual que en el caso descrito previamente por Pilar Gonzalbo Aizpuru respecto del motín popular ocurrido en Ciudad de México en 1692, el miedo manifestado por las clases dirigentes hacia los grupos subalternos es una condición histórica que se reitera en el caso chileno. En estas circunstancias, de lo planteado por Jocelyn-Holt, ya podemos vislumbrar que el miedo de los grupos gobernantes se manifestará en las formaciones jurídico-estatales que se han venido estructurando a lo largo del tiempo. En esta misma dirección también encontramos la propuesta analítica de Gabriel Salazar. En 19 Alfredo Jocelyn-Holt, El peso de la noche, 201-204. 256 · Estudios en gubernamentalidad la introducción de su investigación acerca de la Violencia política popular en Chile, Salazar sostendrá que la oposición entre el “generalismo abstracto” condensado en el Estado y la “particularidad conflictiva” de las clases populares configuraría el principal problema político de la sociedad chilena; y no, así, la oposición entre dictadura militar y gobierno democrático representativo. El problema de fondo consistiría en la incapacidad del Estado para representar la conflictividad del pueblo como conjunto de particularidades en movimiento. “Es eso, al final de cuentas: el temor a la irreductibilidad histórica del ‘bajo pueblo’, lo que ha regido y sigue rigiendo la nerviosa vigilancia armada de las capas dirigente. Es ese miedo, más que otros. Pues no es lo mismo monopolizar las estructuras y sistemas, que monopolizar la historia.”20 Para Salazar las categorías de “orden en sí” o de “Estado en forma” se han convertido en un “axioma oficial” que han debido respetar, aprender y asumir todos los chilenos.21 Dado este escenario, en un trabajo referido al desenvolvimiento de los movimientos sociales a través de la historia de Chile,22 Gabriel Salazar va a constatar cómo a lo largo del periodo 20 Gabriel Salazar, La violencia política popular en las grandes “alamedas”. La violencia en Chile 1947-1987 (una perspectiva histórico popular) (Santiago: Lom, 2006), 60. 21 Gabriel Salazar, Construcción de Estado en Chile (1800-1837) (Santiago: Sudamericana, 2007), 15. 22 Gabriel Salazar, Movimientos sociales en Chile. Trayectoria histórica, proyección política (Santiago: Uqbar, 2012) El gobierno del miedo · 257 republicano, teniendo como discurso legitimador el resguardo de un particular modelo de sociedad, se ha establecido un marco jurídico que –a través de los textos constitucionales de 1833, 1925 y 1980– ha venido respondiendo a los miedos que a los grupos dirigentes les provocan las masas ciudadanas. A este respecto, la noción de “conmoción interna” es de especial relevancia. En este tenor, las formulaciones contenidas en las constituciones de 1933, 1925 y 1980 desconocerán la soberanía popular y se desviarán de la voluntad ciudadana. A propósito de estas “anomias anticívicas” presentes en cada una de estas cartas magnas, desviaciones que no han sido nimias, se incubarán diferentes movimientos sociales tendientes a resistirlas o eliminarlas. Si bien, en lo particular, el análisis que realiza sobre los textos constitucionales busca caracterizar uno de los elementos clave para la historización de las condiciones en que se han desenvuelto los movimientos sociales en Chile, la propuesta de Gabriel Salazar nos resulta pertinente por cuanto, precisamente, en la descripción de este proceso detallará de qué manera los temores de la élite se encuentran contenidos en todas estas cartas magnas. O, planteado desde otro ángulo, la lectura de Salazar nos permite percibir cómo es que a través de la ley los sectores gobernantes han venido fijando mecanismos a través de los cuales se pretende enfrentar mejormente episodios –considerados desde dichas esferas de poder– productores de temor. En el tratamiento dispensado por este historiador, serán preferentemente las organizaciones ciudadanas los agentes identificados como causantes de 258 · Estudios en gubernamentalidad sucesos de conmoción o alarma pública. De este modo, en lo que a nuestros intereses de investigación concierne, volvemos a reconocer en el aparato jurídico un relevante instrumento utilizado para el gobierno del miedo. En estas coordenadas, para el caso de la Constitución de 1925, lo mismo que en 1833 los constituyentes, “en este caso Alessandri y sus amigos” focalizaron el texto en “privilegiar a las autoridades” y en excluir a la soberanía popular expresada en el ostensible trabajo desarrollado por las organizaciones sociales. De modo tal que en las fórmulas contenidas en la Constitución de 1925 se otorgarán, al igual que en 1833, “facultades extraordinarias” al presidente: aunque las “facultades extraordinarias” no estaban explícitamente formalizadas en la Constitución de 1925 como lo habían estado en la de 1833, de hecho el abigarrado pero indefinido concepto de “conmoción social” (que podía incluir desde motines populares y militares hasta terremotos, erupciones y otras catástrofes telúricas) permitía dotar al Presidente –si contaba con una mayoría adicta en el Congreso– de facultades de ese tipo y gobernar, seis meses a lo más, por la vía de los apetecidos decretos con fuerza de ley.23 Al igual que en las constituciones anteriores, la de 1980 se planteó de modo excluyente. Por ello, Salazar la calificará 23 Salazar, Movimientos sociales en Chile, 95. El gobierno del miedo · 259 como una constitución redactada de manera contra-ofensiva y defensiva, centrada en la seguridad nacional más que en la ciudadanía. Ello debido a que los constituyentes de 1980 “temían que desde ‘lo social’ brotaran movimientos soberanos que amenazaran la obra que, con tanto sudor intelectual, el terrorismo militar levantó bajo el nombre de ‘Constitución Política del Estado Nacional’.”24 Se construirá, del tal modo, un Estado como “tiranosaurio policial de cuatro cabezas”, haciendo referencia a la centralidad del presidente como “primer policía del país”, así como a las figuras del Tribunal Constitucional, el Consejo de Seguridad Nacional y el rol central que desempeñarán las Fuerzas Armadas. Los miedos de la élite son un actor constituyente del proceso de formación y desarrollo del Estado-nación chileno. En esta misma ruta expositiva, en el libro titulado Constitucionalismo del miedo, Renato Cristi y Pablo Ruiz-Tagle,25 provenientes de las áreas del derecho y la filosofía política, explican cómo el esfuerzo constituyente de carácter gremialista emprendido durante la dictadura cívico-militar, y liderado por la figura de Jaime Guzmán, surge en primer término del miedo. En ese sentido, el proyecto de Guzmán, receloso de una democracia que podría devenir estatismo, se plasmaría en una constitución política centrada en la defensa de la propiedad privada. 24 Ibídem, 105. 25 Renato Cristi y Pablo Ruiz-Tagle, El constitucionalismo del miedo. Propiedad, bien común y poder constituyente (Santiago: Lom, 2014). 260 · Estudios en gubernamentalidad A efectos de describir cómo se inscribirá el miedo como uno de los factores de la carta fundamental aún regente en Chile, luego de sostener que la presencia del miedo siempre ha acompañado a la humanidad y tiene múltiples expresiones, estos autores abordarán los planteamientos de dos figuras relevantes dentro de la filosofía política actual; Cass Sunstein y Judith Shklar. Para Sunstein, “en los regímenes democráticos la ley responde a los miedos de la gente”. De este modo, la ley puede ser conducida en direcciones desafortunadas y aun peligrosas. La solución de Sunstein es que la ley y las instituciones conquisten el miedo a través de procesos deliberativos, enriquecidos por el conocimiento de expertos. Pero esto supone la existencia de gobiernos democráticos que cultiven la solidaridad entre sus ciudadanos y no les inspiren temor por el solo objetivo de aumentar el poder de la autoridad. Judith Shklar, por su parte, piensa que el miedo es una característica universal de la humanidad. Afirma que estar vivo significa tener miedo. En este sentido, entiende el liberalismo como la posibilidad de hacer del miedo la norma básica de la práctica política. El liberalismo nace a partir del sentimiento de temor, y por ello Shklar lo caracteriza como “liberalismo del miedo”. El liberalismo como doctrina política tiene, según Shklar, temor al estatismo y la democracia, y se relacionaría con el peligro que entraña la noción de bien común, y aquello que denomina “ideologías de la solidaridad”. Los individuos deben tener una profunda actitud de desconfianza respecto de la acción estatal. El liberalismo del El gobierno del miedo · 261 miedo se traduce así en un “constitucionalismo del miedo”. Frente a un Estado concebido como una temible amenaza, el constitucionalismo tiene por objetivo la limitación de su poder. El constitucionalismo del miedo se pone también al servicio de la propiedad privada. Shklar piensa que la ruta más efectiva de limitar el poder del Estado es la protección constitucional de la propiedad privada. En este contexto, el mayor de los temores de las ciudadanías liberales sería el miedo a la expropiación. La expropiación, cuando proviene de una política de Estado, aparece como la raíz última del liberalismo del miedo. A partir de estos planteamientos realizados por Shklar, y en relación con la historia y con los principios rectores de la constitución norteamericana, la cual se encuentra axiomáticamente ligada al liberalismo del miedo recién descrito, Renato Cristi y Pablo Ruiz-Tagle van a sostener que una situación similar se vivenciaría en Chile, todo ello materializado en la Constitución de 1980. Para estos autores, la génesis y orientación del texto constitucional surgido en el marco de la dictadura militar está marcada por una defensa del derecho de propiedad. De esta manera, nos encontramos con que a partir de los años sesenta una minoría propietaria logra transmitir a vastos sectores de la clase media el intenso temor que experimenta frente a lo que se ve como un proceso de expropiación y, tal como sostuviera Jaime Guzmán, “un aniquilamiento irreversible”. 262 · Estudios en gubernamentalidad En definitiva, nos indican Cristi y Ruiz-Tagle, ese miedo generalizado conduce en Chile al golpe de Estado de 1973. Es así como, en el marco de la implementación hacia finales de la década de los sesenta de las denominadas políticas retributivas durante el gobierno del demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, el mentor de nuestra regente carta magna, Jaime Guzmán, identificaba al miedo como un problema central de la sociedad chilena de aquel entonces. “En el año 1969, el miedo a la democracia, específicamente a la Democracia Cristiana, lleva a Jaime Guzmán a publicar un artículo en la revista Portada, que titula: ‘El miedo: síntoma de la realidad político-social chilena’. Guzmán observa con horror que el Estado ha ido invadiendo y controlando progresivamente los más variados campos de la realidad nacional.”26 Pese a la riqueza analítica que nos proporciona el texto de Cristi y Ruiz-Tagle, dejaremos hasta acá su lectura, por cuanto más allá de su propuesta de propender hacia un constitucionalismo republicano, basado en la solidaridad y el acceso a bienes comunes, todo ello en contraposición al reinante constitucionalismo liberal del miedo, lo que nos interesa de este texto es que nos permite observar, una vez más, que el cuerpo jurídico rector de la institucionalidad nacional surge, en una medida importante, como el resultado de los temores presentes, y acumulados, en los sectores gobernantes. El rol desempeñado por el sistema jurídico 26 Cristi y Ruiz-Tagle, El constitucionalismo del miedo, 16. El gobierno del miedo · 263 será, por lo tanto, el ámbito sobre el cual nos centraremos al momento de caracterizar algunas modalidades de gobierno del miedo en el presente. El gobierno del miedo en Chile de la postdictadura En el mismo sentido de lo planteado por Kathya Araujo, quien constataba que en distintas esferas de la vida actual, en el contexto de una recomposición mayor de los entrelazamientos interpersonales, el fantasma del miedo al subordinado surge con “vitalidad y brío” toda vez que las personas ocupan posiciones de autoridad; por nuestro lado, hemos podido comprobar que a partir de los miedos de la élite se ha venido estructurando a lo largo de la historia nacional, en buena medida, el entramado jurídico-estatal chileno. Se trata, pues, de una condición fundamental para comprender los procesos de gestión gubernamental de la emoción del miedo. En esta vía, buscando dar cuenta de los detalles de este proceso, a partir de la propuesta de Alfredo Jocelyn-Holt ubicábamos en distintos periodos al miedo siendo un vector de afectación del transcurso social y estructuración de la institucionalidad estatal; todo ello a propósito de los eventuales desbordes que los grupos marginados pudiesen ocasionar a la particular noción de orden propuesta por la élite. Por otra parte, con Gabriel Salazar visualizábamos de qué manera la confrontación generada entre las necesidades frustradas de 264 · Estudios en gubernamentalidad la clase popular y las estabilidades amenazadas de la institucionalidad nacional darán como resultado el suscitamiento de permanentes “reventones sociales” en contra de los órdenes culturales, económicos y políticos establecidos por las élites nacionales. Si con Jocelyn-Holt y Salazar vamos a reconocer en el aparato jurídico una relevante herramienta utilizada para el gobierno del miedo, con Renato Cristi y Pablo Ruiz-Tagle advertiremos que, del mismo modo en que se concentra en la defensa de la propiedad privada, la regente Constitución de 1980 situará al miedo como uno de los fundamentos de las normas que guían la práctica política. En resumen. En base a las lecturas recién reseñadas, al abocarnos a la descripción del funcionamiento y la problematización de las consecuencias que se derivan de la implementación de medidas tendientes a enfrentar situaciones generadoras de conmoción pública, sobre todo cuando fijamos el punto de mirada en el marco jurídico que norma las conductas, dando cuenta por lo tanto de cómo las emociones son moldeadas intensamente desde instancias de gobierno, y siguiendo en este punto la lectura de la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, podemos apreciar una de las maneras mediante las que desde instancias gubernativas se van a “promocionar una serie de sentimientos desde los cuales se van introduciendo o reforzando divisiones, jerarquías y formas diversas de desatención o cerrilidad.27 27 Martha Nussbaum, Emociones políticas. ¿Por qué el amor es tan importante para la justicia? (Barcelona: Paidós, 2014), 15. El gobierno del miedo · 265 En último término, al abordar el gobierno del miedo en postdictadura, concentrándonos más puntualmente en la aplicación del instrumento jurídico frente al problema del delito, podremos notar cómo se impondrá una práctica gubernamental autoritaria que fomenta la invisibilización y la exclusión social, haciendo cargar con el peso de la estigmatización a ingentes sectores poblacionales. Teniendo en cuenta estas consideraciones, a continuación, se presentan los lineamientos de una investigación en progreso. Aproximaciones que buscan bosquejar los diagramas de poder que se yerguen hoy en día en torno al miedo. El gobierno del miedo a la delincuencia en el Chile de la postdictadura En concordancia con todo lo anteriormente planteado, lo que acá buscamos es la caracterización de fórmulas a través de las cuales desde instancias gubernativas se ha venido gestionando el estado de temor manifestado por la población ante acciones consideradas delictivas; lo que ha sido captado y difundido a través de diferentes instrumentos estadísticos recurrentemente aplicados, medios de prensa o representantes de distintos sectores del espectro político. En estos términos, podemos apreciar que será a propósito del sentimiento de temor o inseguridad que se justificará la ejecución de las políticas de seguridad ciudadana. 266 · Estudios en gubernamentalidad La seguridad ciudadana será un factor estructurante de nuestras sociedades contemporáneas. A este respecto, por ejemplo, el criminólogo David Garland 28 constatará que a partir de los años ochenta comenzará el declive del enfoque de la política penal del Estado de bienestar, modelo en el cual se asumía que la mejora de las condiciones económicas reduciría la frecuencia del delito. Además, había un marcado énfasis en la rehabilitación del infractor de la ley. El argumento del sociólogo británico será que nuestros actuales dispositivos de control del delito han mutado. Desde los años noventa en adelante, la política penal en gran parte del mundo ha sido moldeada fundamentalmente a partir de una combinación entre conservadurismo político y neoliberalismo de libre mercado. Coincidiendo con este esquema interpretativo, por nuestra parte, vamos a abordar las políticas de la seguridad ciudadana implementadas en Chile a través de dos ejes similares a los recién planteados. En una primera dimensión, vemos que las políticas de seguridad ciudadana comportan medidas de tipo estimulante, alentadora o propositiva, que animarán a la sociedad civil –las potenciales víctimas– a ser activos en asumir conductas preventivas ante del delito. Será a partir de esta articulación entre Estado y mercado, característico de los programas de gobierno de corte neoliberal, que es posible entender cómo desde el aparato estatal se estimulará 28 David Garland, La cultura del control. Crimen y orden social en la sociedad contemporánea (Barcelona: Gedisa, 2012). El gobierno del miedo · 267 a la ciudadanía para que sea activa en asumir conductas de prevención del delito. Esta situación se hace manifiesta en el llamado realizado desde instancias gubernamentales para que las personas, las familias, los vecinos, los barrios realicen conductas de autocuidado. En un contexto de minimización de los recursos e instrumentos públicos que puedan garantizar seguridad, deben ser los propios ciudadanos los que se deben asegurar. Se plantea así, junto a la acción de los instrumentos estatales, una co-gestión privatizada de la seguridad. Acá resultan relevantes la elaboración de campañas y programas estatales que incluyen preceptos tendientes a la responsabilidad vecinal de sujetos privados que se unen para administrar su propia seguridad. Destacan también los servicios y productos ofertados en el mercado. Todo lo cual, además, redundará en el crecimiento de la industria de la seguridad.29 En este mismo sentido, para el australiano O’Malley,30 en el contexto de la erosión de la seguridad social, producto del proceso de desmantelación a través de continuas privatizaciones al que ha sido expuesto el Estado de bienestar, 29 Reflexiones sobre el carácter estimulante de las contemporáneas prácticas de gobierno, las hemos desarrollado en: Iván Pincheira, “La gestión noopolítica del ‘miedo’ en las actuales sociedades de control”, Faro 11 (2010); Iván Pincheira, “Disciplina, biopolítica y noopoder. Acerca de los actuales procesos de constitución de subjetividad”, Otros logos 1 (2010): 147-167. 30 Pat O’Malley, “Risk and responsibility”, en Foucault and political reason. Liberalism, neo-liberalism and rationalities of government, eds. Andrew Barry, et al. (Londres: UCL Press, 1996), 189-207. 268 · Estudios en gubernamentalidad desde instancias gubernamentales se ha venido haciendo un constante llamado a las personas para que efectúen acciones de autocuidado en materia de prevención del delito. A este fenómeno le denominará “nuevo prudencialismo”. En el marco del nuevo prudencialismo, el homo prudens buscará en el mercado variadas ofertas disponibles para satisfacer sus necesidades vitales, tales como la seguridad. Ahora bien, junto con esta dimensión estimulante y propositiva, indagar en el despliegue de las políticas de seguridad ciudadana nos lleva a adentrarnos en una segunda dimensión, a partir de la cual podemos vislumbrar cómo es que se recurrirá al aparato jurídico para enfrentar el miedo provocado por actos codificados como delictivos. Así, entonces, vinculándose al entramado jurídico/estatal/policial que la sustenta, la política de seguridad ciudadana se presenta como una práctica represiva por parte del Estado, al materializarse en el despliegue de unas exhaustivas acciones tendientes a la prevención, control y la persecución penal de los sujetos considerados criminales. Buscando precisar las modalidades a través de las cuales desde el aparato jurídico-estatal se buscará enfrentar el miedo al delito, debemos señalar dos importantes reestructuraciones ejecutadas sobre el ámbito del derecho penal. Nos referimos, por una parte, a la Reforma Procesal Penal que fue implementada desde el año 2000 en adelante y, por la otra, a la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente que fue promulgada el 28 de noviembre del 2005. El gobierno del miedo · 269 Respecto a la Reforma Procesal Penal, cabe destacar lo señalado por dos figuras que fueron responsables de la elaboración del diseño estratégico para su consumación; nos referimos a la ex ministra de Justicia Soledad Alvear y al abogado Rafael Blanco. En un texto que recoge en forma de diálogos los diversos encuentros que hacia el año 2010 tuvieron ambos para “recordar momentos y acciones clave en la generación de la Reforma Procesal Penal”,31 se precisa que aquella representa uno de los esfuerzos más relevantes y significativos de modernización del sistema de administración de justicia llevados adelante en los últimos años en Chile. En estos términos, el proceso de reforma tuvo como finalidad instalar un sistema de persecución y enjuiciamiento criminal que, por una parte, fuera capaz de cautelar adecuadamente los derechos de quien aparecía como imputado frente al Estado, permitiendo la plena vigencia de los derechos y garantías enunciados por la constitución. Junto con ello se buscaba satisfacer los requerimientos de justicia de las víctimas de los ilícitos penales.32 Al momento de formular e implementar durante la década del dos mil esta reforma, siempre se la contempló como un mecanismo que permitiría enfrentar el fenómeno de la delincuencia. La Reforma Procesal Penal vendría a colaborar 31 Soledad Alvear y Rafael Blanco, Diálogos sobre la reforma procesal penal. Gestación de una política pública. (Santiago: Universidad Alberto Hurtado, s.d), 29. 32 Alvear y Blanco, Diálogos sobre la reforma procesal penal, 23. 270 · Estudios en gubernamentalidad en la guerra contra los delincuentes que venía plasmándose a través de las políticas de seguridad ciudadana. En este orden de cosas, tras una década del comienzo de la puesta en vigencia de su implementación, el balance será positivo en cuanto a la persecución penal del delito; concretamente, en materia de persecución penal, la reforma –se estima– ha sido eficiente. De este modo, el nuevo modelo de investigación y enjuiciamiento criminal habría conseguido éxitos muy significativos. Desde luego el primer logro se refiere a la creación del Ministerio Público como órgano especializado en materia de persecución del delito, y la consecuente generación de áreas de especialización por categoría delictiva, que permite acumular información y mejores estrategias de investigación, encaminando la persecución penal incluso hacia tipos de criminalidad como narcotráfico y delitos de corrupción, en los que el sistema antiguo prácticamente no lograba resultados.33 Entendiendo que se trata de un mecanismo privilegiado para la gestión gubernamental del miedo al delito en Chile, más adelante nos abocaremos más detenidamente a la descripción y análisis de algunas de las implicancias que conllevará la aplicación de esta reforma. De momento, realizaremos una breve descripción de la segunda herramienta de carácter jurídico que hemos identificado en nuestro estudio. Así, 33 Ibídem, 133. El gobierno del miedo · 271 entonces, dentro del mismo ámbito de la política gubernamental en materia criminal ejecutada durante el periodo de la postdictadura, también podemos situar la Ley de Responsabilidad Penal de Adolescentes. A este respecto, en relación con el funcionamiento de este sistema de enjuiciamiento especial para jóvenes infractores de entre 14 y 17 años de edad, que entrará en rigor en el año 2007, se derivan consecuencias críticas. Al poco tiempo de inaugurada la Ley de Responsabilidad Penal de Adolescentes, según el abogado y criminólogo Julio Cortés Morales, el nuevo sistema está materialmente diseñado casi con papel calco sobre el sistema penal de adultos. Todo lo cual significa que Chile seguirá en deuda respecto a las obligaciones internacionales que ha suscrito en materia de derechos de niños y adolescentes.34 Años más tarde, los investigadores en Derecho Criminal Jaime Couso y Mauricio Duce también sostendrán que el juzgamiento de los adolescentes infractores de ley no reviste mayores diferencias con el tratamiento penal a los mayores de edad. De este modo, se planteará la necesidad de un juzgamiento diferenciado hacia los adolescentes, que tome en cuenta la singular situación y los derechos especiales de los jóvenes ante el sistema penal.35 34 Julio Cortés, “La Ley de Responsabilidad Penal de Adolescentes dentro de las transformaciones de largo plazo en el ámbito del control social punitivo”, El Observador 5 (2009), 58-82. 35 Jaime Couso y Mauricio Duce, Juzgamiento penal de adolescentes (Santiago: Lom, 2013). 272 · Estudios en gubernamentalidad Siendo conceptualizado como “populismo penal”, a partir de la década del noventa asistiremos a la instalación de razonamientos, discursos y prácticas tendientes a la implementación de medidas que procurarán robustecer los sistemas de prevención, control y persecución penal. Tanto la Reforma Procesal Penal como Ley de Responsabilidad Penal de Adolescentes serán concebidas, sugeridas e implementadas en esta lógica. Ahora bien, en estas condiciones, y para finalizar nuestro recorrido, vamos a centrar puntualmente el foco de atención sobre algunas de las consecuencias que se derivan de la realización de la Reforma Procesal Penal chilena. A este respecto, se destaca el hecho de la importancia que se le ha asignado a esta Reforma desde el área misma del Derecho Procesal. En este sentido se ha calificado que ha sido la Reforma Procesal Penal una de las más relevantes, amplias, complejas y consensuadas de cuantas ha vivido el país. Podrá, por cierto, considerarse también muy amplia y compleja la generación de la Constitución Política, de 1925, y más aún, la de 1980 y sus sustantivas reformas de 1989, o como muy relevante y también consensuada, la reforma de la justicia constitucional, pero insistimos en que es la que tiene como máximo referente legislativo al Código Procesal Penal la que consideramos de más amplio espectro, y de más amplia repercusión.36 36 Orlando Poblete, “Prólogo. Mirada a la historia con sugerencias de futuro”, en Diálogos sobre la reforma procesal penal. Gestación de una política pública, Soledad Alvear y Rafael Blanco (Santiago: Universidad Alberto Hurtado, s.d.), 13. El gobierno del miedo · 273 En este ámbito problemas, en sintonía con lo explicitado por la ex ministra Soledad Alvear y Rafael Blanco, quienes sostuvieran párrafos más arriba que entre los objetivos de la Reforma Procesal Penal estaba colaborar en la guerra contra el delito, desde nuestra perspectiva, nos parece también importante estar a la mira de algunas de las consecuencias que surgen producto del funcionamiento de este renovado sistema de administración de justicia. En esta dirección, en términos de efectos prácticos, dentro de las consecuencias derivadas del funcionamiento de la Reforma Procesal Penal podremos apreciar, por ejemplo, el endurecimiento de las penas y el aumento exponencial de la población penal. Con el fin de comprobar esta situación, resulta relevante la investigación dirigida por Jörg Alfred Stippel, quien al poco tiempo de que fuera puesta en marcha la reforma en comento, entregará información pormenorizada que recopiló principalmente desde los compendios estadísticos anuales de Gendarmería de Chile. Mediante la exposición de las cifras relacionadas con el sistema penitenciario, este criminólogo proporcionará antecedentes que muestreaban las contradicciones entre resultados y postulados de la política criminal chilena, donde “[l]as cifras demuestran que, al contrario de la perspectiva reduccionista pretendidamente perseguida por la Reforma Procesal Penal, la política criminal chilena favorece el constante aumento de la tasa de encarcelamiento.”37 37 Jörg Stippel, Las cárceles y la búsqueda de una política criminal para Chile (Santiago: Lom, 2006), 33. 274 · Estudios en gubernamentalidad En referencia a las condiciones que deberán enfrentar los reclusos, toda vez que se comprueba que en los últimos años el número total de personas privadas de libertad aumentó constantemente, una década después de que fuese publicado el informe recién señalado de Jörg Alfred Stippel, en el Acta elaborada por la Comisión de Visita Semestral de Cárcel de la Corte Apelaciones de Santiago, se indicará que: “Persiste una situación de hacinamiento que, en ocasiones, llega a estar reñida con los más elementales estándares que exige la dignidad humana.”38 El Acta referida describe, además, por ejemplo, que hay personas que deben comer con la mano y que en algunos recintos los reclusos duermen apilados unos sobre otros. Dentro del ámbito de la política gubernamental en materia criminal ejecutada durante el periodo de la postdictadura, es posible comprobar consecuencias críticas. Esto es lo que se puede constatar a propósito de lo ocurrido en la cárcel de San Miguel en diciembre del 2010, cuando un incendio dejó como saldo más de 81 jóvenes muertos, quienes se encontraban al interior de la sección de reos primerizos en dicho recinto penitenciario para adultos, ubicado en la ciudad de Santiago. Tal como se indica en el Acta de Veredicto pronunciado en abril del 2014 por el Sexto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, respecto a las responsabilidades de este hecho, reconocido como una de las mayores tragedias que recuerde la historia carcelaria del país: 38 Corte de Apelaciones de Santiago, Acta Comisión de Visita Semestral de Cárcel 2015, 217. El gobierno del miedo · 275 En efecto, ha quedado sobradamente acreditado en este juicio oral las prácticamente nulas o si se quiere paupérrimas condiciones carcelarias que aquejan a todos los internos habitantes de las cárceles públicas de este país, incluyendo evidentemente en ellas al recinto de San Miguel. Estas precariedades inhumanas no son recientes, sino que obedecen a la insatisfacción histórica de ajustar, tanto el derecho como la infraestructura carcelaria, a patrones jurídicos mínimos acordes a las garantías más básicas de la naturaleza humana. Sin embargo, la mantención injustificada del status quo, en consonancia con la desidia o inacción de quien o quienes están llamados a promover y garantizar el legítimo ejercicio y goce de los derechos más elementales vinculados a la dignidad humana han emergido como factores gravitantes al momento de encontrar explicación al tétrico y lamentable episodio ocurrido el 08 de Diciembre de 2010.39 A partir del señalamiento de aspectos relativos a dos sustanciales reestructuraciones ejecutadas en el ámbito del derecho penal durante el periodo postdictadura –Reforma Procesal Penal y Ley de Responsabilidad Penal de Adolescentes–, nos hemos propuesto hacer observable específicos mecanismos desarrollados para la gestión gubernamental del miedo al delito Chile. De este modo, ya sea que se busque 39 Sexto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, Acta de Veredicto, 30 de abril 2014. 276 · Estudios en gubernamentalidad reducir las cifras de victimización o, bien, derechamente se persiga disminuir el miedo al delito, podemos constatar que el uso prioritario que se hace del instrumental penal tendrá como efecto el fomento de acciones de carácter excluyente y estigmatizador. En este camino, resultan ilustrativas las actas emitidas desde el propio poder judicial; desde estos informes es que se nos informará acerca de “paupérrimas condiciones carcelarias”, “persistente hacinamiento”, “estándares reñidos con lo que exige la dignidad humana” y “precariedades inhumanas”. En correspondencia con el planteamiento anterior, y dando cuenta más rectamente de las condiciones de “marginación, exclusión, desprecio y sufrimiento” que se vivencian en las cárceles del sistema penitenciario chileno, resulta relevante señalar la actividad convocada por una serie de organizaciones –tales como la Vicaría de Pastoral Social Caritas, Hogar de Cristo, 81 Razones, Leasur ONG – que llamaron a reunirse el 27 de agosto del 2017 a un costado de la cárcel de San Miguel. Con el título Abrazo de justicia, paz y solidaridad a la cárcel de San Miguel, se desarrolló el acto organizado en recuerdo de todas las personas que fallecieron el “trágico” 8 de diciembre de 2010 cuando “un voraz incendio atrapó a los internos de la torre 5 de la cárcel de San Miguel. Lamentablemente, 81 de ellos fallecieron, otros tantos quedaron heridos y el resto fue evacuado.”40 A continuación, reprodu40 El Desconcierto, #AbracemosLaCárcel: Convocan acto simbólico para recordar a las víctimas del incendio de San Miguel, El DesconEl gobierno del miedo · 277 cimos un extracto de la declaración emitida por las organizaciones convocantes a dicha actividad, la que fue publicada en el Fan Page de 81 Razones, agrupación conformada por familiares y amigos de las víctimas del incendio. La realidad carcelaria es de una indignidad que ya no es tolerable. La miseria y la violencia se dan cita en la cárcel, muchos lo sabemos, lo conocemos, lo hemos visto y oído […] En una cultura en que los privados de libertad son desechos sociales, en que no sólo viven marginados y excluidos, sino que son despreciados y sufren condiciones de vida indignas, nosotros queremos manifestarnos y decirle al país, que ellos y ellas nos importan […] No solo abrazamos a las personas que están dentro de la cárcel, sino denunciamos la injusticia estructural que encierra a pobres y que sostiene una sociedad de marginalidad, violencia, exclusión y desigualdad.41 cierto, 25/08/2017, Disponible en: http://www.eldesconcierto. cl/2017/08/25/abracemoslacarcel-convocan-acto-simbolico-para-recordar-a-las-victimas-del-incendio-de-san-miguel/ 41 La declaración completa se encuentra disponible en el Fan Page de la agrupación 81 Razones: https://www.facebook.com/events /675471609308527/?acontext=%7B%22source%22%3A5%2C% 22page_id_source%22%3A1266389876739533%2C%22action_ history%22%3A[%7B%22surface%22%3A%22page%22%2C%22 m e ch a n i s m % 2 2 % 3 A % 2 2 m a i n _ l i s t % 2 2 % 2 C % 2 2 ex t r a _ data%22%3A%22%7B%5C%22page_id%5C%22%3A126638987 6739533%2C%5C%22tour_id%5C%22%3Anull%7D%22%7D] %2C%22has_source%22%3Atrue%7D 278 · Estudios en gubernamentalidad Tal como hemos venido apuntando a lo largo de este texto, el proceso subjetivo del miedo no es ajeno a los intereses de los ejercicios de poder. Para el caso chileno, tal como hemos podido apreciar en lo señalado por un sector de la producción académica contemporánea, es dable sostener que el miedo de los grupos de élite hacia los grupos subalternos ha venido estructurando el proceso político chileno. Ello se manifiesta en las formaciones jurídico-estatales que han venido generando a lo largo de la historia los grupos gobernantes, las que han sido diseñadas sustancialmente para afianzar el orden y el principio de autoridad. Ahora bien, no obstante se declare oficialmente que a partir de la utilización de distintas disposiciones legales se perseguirá enfrentar, atenuar o extinguir sucesos causantes de temor, inseguridad o conmoción pública, por nuestra parte, hemos podido comprobar que antes que el logro de estados de seguridad individual y paz pública, a raíz del modelo autoritario sobre el que se han venido sustentando los distintos textos constitucionales que han regido en el país, es posible concluir que la élites gobernantes en el Chile republicano, más bien, introducirán divisiones, establecerán jerarquías y reforzarán dinámicas diversas que propenden a la marginación social. Formando parte de este cuadro complejo, al abordar el gobierno del miedo en postdictadura, concentrándonos más puntualmente en la aplicación del instrumental jurídico frente al problema del delito, podemos notar cómo se vendrá imponiendo una práctica gubernamental que activará mecanismos de fomento de visibles procesos de exclusión. El gobierno del miedo · 279 Así, pues, en atención de todos estos antecedentes, sostenemos que las actuales políticas implementadas para la gestión del fenómeno subjetivo del miedo en el Chile postdictadura, al menos las que se destilarán vía jurisconsulta, tenderán más francamente hacia la reproducción, antes que a la interrupción o deconstrucción, de un orden societal que de forma reiterada manifiesta propiciar y contener profundas desconfianzas en las relaciones establecidas entre quienes ejercen un rol de autoridad y aquellos –otros– que van a ocupar posiciones subalternas. 280 · Estudios en gubernamentalidad Política de convivencia escolar: gubernamentalización de la escuela y sus tecnologías de gobierno 1 Marcela Apablaza S. 1 Este estudio se enmarca en los resultados de la investigación de tesis doctoral “Producción de los discursos de diferencia en el contexto escolar: problematización de las políticas educativas chilenas”, financiada por CONICYT Chile. Política de convivencia escolar · 281 […] El colegio se tiñe por el hecho de ser un colegio vulnerable, de estar en un sector que la población es bastante vulnerable y yo siento que los estudiantes se tiñen de eso. Su sana convivencia es que ellos salen a recreo y se pelean, esos son sus juegos, entonces es como que culturalmente lo tienen súper arraigado; para ellos son parámetros normales de convivencia, algo que a ojos de nosotros claramente está distorsionado. PROFESIONAL ESPECIALISTA DE ESCUELA n un contexto educativo chileno marcado por principios neoliberales en su financiamiento, accountability y fuertes sistemas de medición/ fiscalización, la escuela debe responder al desafío impulsado por las políticas de gobierno central, cuyas premisas se orientan a una educación basada en el modelo de estándares y a la vez bajo una perspectiva de derecho. Este sistema educativo neoliberal, que se configuró a partir de los años ochenta –durante la dictadura cívico-militar– y que se profundizó en periodos posteriores (de los años noventa a la fecha), sostiene en la actualidad discursos que articulan lenguajes de igualdad, justicia, perspectiva de derecho y de libertad individual, Así se configura un sistema educacional basado en una lógica de competencia por el financiamiento, que funciona como un cuasimercado basado en el accountability ante el aparato estatal, pero más importante incluso, ante la sociedad como consumidores del sistema; un sistema centrado en el cumplimiento de resultados, medidos Política de convivencia escolar · 283 estos últimos a través del desempeño estudiantil.2 De esta forma, la escuela y quienes la integran conforman un dispositivo de gobierno y de configuración social donde confluyen objetivos de resultados, desempeños escolares, procesos de normalización y modos de subjetivación tanto de estudiantes y sus familias, como de quienes administran y organizan el establecimiento educacional. Bajo este escenario, problemáticas como la violencia escolar, la discriminación, las prácticas de exclusión y de marginalización, continúan siendo un asunto de preocupación para el campo educativo, desde distintos dominios (gubernamental, académico o social). En esta línea, esta investigación busca problematizar los modos de pensar las diferencias sociales –articuladas con los discursos de normalidad– en la política educativa, específicamente desde el marco normativo de convivencia escolar. Me interesa desamarrar las formas en las que se producen, gobiernan y gestionan los discursos de diferencia en el contexto educativo a partir de la Política de Convivencia Escolar (2015), iluminar los discursos que la política considera y 2 Ver Cristian Bellei, El gran experimento. Mercado y privatización de la educación chilena (Santiago de Chile: LOM, 2015); Alejandro Carrasco, “Mecanismos performativos de la institucionalidad educativa en Chile: pasos hacia un nuevo sujeto cultural”, Revista Observatorio Cultural 15 (2013): 4-10 y Alejandro Carrasco, “Educational accountability in Chile and Findland”, en Contrasting Dynamics in Education Politics of Extremes, ed. P. Seppänen, et al. (Rotterdam: Sense Publishers, 2015). 284 · Estudios en gubernamentalidad aquellos que deja de lado, las lógicas de gobierno y tecnologías que se ponen en juego. Esto nos permitirá desedimentar lo que ha sido elaborado y fijado –parcialmente– como un fenómeno social “dado” y “natural” y que funciona como condiciones de producción histórico-contingentes de las diferencias existentes en la escuela. En este caso, dicha problemática trata sobre la persistencia de discursos hegemónicos normativos y cómo estos configuran determinadas prácticas políticas en las y los actores educativos, que contribuyen a la subjetivación esencializada de las/los estudiantes, lo que trae como consecuencia posibilidades restringidas y delimitadas de acción y participación de estos. En este sentido, el supuesto que sustenta el interés por analizar la política en tanto discurso es que, mientras persistan estas formas de comprender “las diferencias” desde la política, como una categoría fija, constante e independiente, las oportunidades de cuestionar sus efectos permanecerán en un alcance limitado y seguirán reafirmando y asegurando el privilegio de una “normalidad” central en el contexto de lo educativo, no solo a nivel de las relaciones sociales, sino también de las formas institucionales. Bajo este prisma, la problemática de convivencia escolar fue una de las temáticas más latentes y urgentes de la escuela, en cuya racionalidad de gobierno, en referencia al imaginario del “estudiante ideal” y bajo una mentalidad de Estado sobre la educación centrada en una lógica de mercado, la escuela adopta y elabora discursos basados en supuestos de Política de convivencia escolar · 285 clase social y de género, y a su vez, de responsabilización en las/los estudiantes y sus familias, respecto de los resultados por los cuales esta (como institución) será evaluada y medida. Por tanto, en dicha racionalidad, la escuela internaliza y produce una serie de tecnologías de gobierno centradas en una lógica disciplinaria y de gobierno a distancia. Para ello, recurre a diversos saberes y expertos, en particular, a discursos de judicialidad-criminalidad y de intervención psicosocial (tecnología “PSI”), incorporando nuevos actores dentro del proceso de gestión e intervención de las diferencias sociales en la escuela (psicólogo, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, tribunal de familia, fiscalía, policía de investigaciones y carabineros, entre otros) y desplegando una serie de tecnologías de gobierno. A modo de organización, en un primer momento delinearé el marco onto-epistemológico y de intelección que guió esta investigación. Posteriormente analizaré los nudos críticos que sustentan la política de convivencia escolar, con foco en la racionalidad de gobierno que la sostiene. En un tercer movimiento, elucidaré los efectos que produce la política pensada bajo lógicas de accountability y de una mentalidad educativa neoliberal, haciendo énfasis en las tecnologías de gobierno que elabora, específicamente del castigo/sanción. Finalmente, concluiré problematizando cómo dichas lógicas de gobierno producen y elaboran ciertos discursos sobre las diferencias sociales, que cristalizan no solo en determinadas formas de subjetivación, sino también en la reconfiguración de los fines de la escuela como institución. 286 · Estudios en gubernamentalidad I. Aproximaciones onto-epistemológicas y de intelección Focalizar sobre los discursos como unidad básica de configuración social y en la política, desde una comprensión ontológica de lo político, a partir de lo cual se constituye la organización y estructura social, temporal y contingente, busca tensionar y desestabilizar el terreno de lo que ha sido asumido como discursos propios o estables de nuestra sociedad actual, especialmente en lo referido al dispositivo escuela. Tal como lo enfatizan Laclau y Mouffe,3 desde una perspectiva de análisis político del discurso (en adelante APD), relevar el discurso y lo político como entidades superpuestas e indisociables permitirá estudiar las maneras y lógicas en las que la configuración de lo social se ha elaborado en un punto de interés particular. Asimismo, desde una perspectiva foucaultiana, especialmente desde los estudios de gubernamentalidad, situar nuestro objeto de estudio con foco en el discurso, entendido este último como prácticas que conforman los objetos que nombra,4 es repensar el fenómeno de la operación de la política y particularmente de la producción de las diferencias, sin centrar la mirada en el sujeto, en el “oprimido” o en el “subalterno”, sino más 3 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia (Buenos Aires: FCE, 2011). 4 Michel Foucault, La arqueología del saber, trad. Aurelio Garzón (México, D.F.: Siglo XXI, 2011 [1969]), 68. Política de convivencia escolar · 287 bien en las condiciones de producción que llevan a pensar a ciertos sujetos en un lugar específico (de la diferencia) y a otros en un lugar de privilegio (de la normalidad). Estas formas de producción traen consigo efectos, no solo sobre la subjetividad de las/los individuos, sino más relevante aún, sobre la configuración de la escuela como institucionalidad, como conjunto heterogéneo de prácticas, de formas de gobierno, de tácticas y mecanismos que tienen como fin la conducción de la manera en la que nos comportamos y participamos o no, en la configuración de lo que hoy definimos como sociedad. Dicha producción de sentidos se establece conforme a ciertos fines de gobierno que se entretejen y requieren determinadas operaciones para establecerse en una relación hegemónica o bien dislocatoria. Dicho lo anterior, esta investigación se enmarca en una perspectiva “metodológica” ecléctica, con base onto-epistemológica en las teorías feministas, pues estudiar los discursos de diferencia me remiten a las contribuciones que sus proponentes, particularmente las postestructuralistas, han desarrollado en el campo.5 Asimismo, elaboré una caja de herramientas conformada por dos perspectivas de intelección 5 Ver Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identitiy (New York: Routledge Classics, 2006); Joan Scott, “Deconstructing equality-versus-difference: Or, the uses of poststructualist theory for feminism”, The postmodern turn: New perspective on social theory 15 (1994): 282-302 y Elizabeth St. Pierre, “Poststructural feminism in education: An overview”, International Journal of Qualitative Studies in Education 13, no. 5 (2000): 477-515. 288 · Estudios en gubernamentalidad que pueden ser puestas en diálogo, me refiero a los estudios de gubernamentalidad6 y el APD,7 que con interés por los discursos y lo político como componentes yuxtapuestos para la comprensión de lo social, desde sus posicionalidades particulares, me permitieron complejizar dicha problematización. Finalmente, como forma de aproximación al campo de estudio, empleo la etnografía postestructural8 como guía deconstructora de la propia mirada y su uso en el proceso de inmersión, búsqueda e intelección del corpus de análisis. El material de análisis fue elaborado en base a la política como documento y la política en su operación,9 ambos sustratos puestos en una relación heterogénea y a la vez indisociable, bajo la figura del dispositivo de la política.10 La política en tanto documento, fue construida en base al marco legislativo de la Política de Convivencia Escolar, y remite a 6 Ver Graham Burchell, et al., The Foucault Effect. Studies in Governmentality (Chicago: The University of Chicago Press, 1991) y Michel Foucault, Seguridad, territorio, población (Buenos Aires: FCE, 2006). 7 Laclau y Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. 8 Wanda Pillow, “Confession, catharsis, or cure? Rethinking the uses of reflexivity as methodological power in qualitative research”, International Journal of Qualitative Studies in Education 16, no. 2 (2003): 175-196. 9 Stephen Ball, “What is policy? Texts, trajectories and toolboxes”, The Australian Journal of Education Studies 13, no. 2 (1993): 10-17. 10 Luis García, “¿Qué es un dispositivo?: Foucault, Deleuze, Agamben”. Revista de Filosofía: A Parte Rei 74 (2011): 1-8. Política de convivencia escolar · 289 las normativas, políticas, orientaciones, decretos y leyes que se han elaborado en el campo y cuyo objeto de interés son las diferencias sociales y culturales, abordadas desde una lógica de acción-afirmativa en función de la cultura, clase social, género y sexualidad. La política en su operación o en tanto discurso, como la distingue Ball,11 fue analizada a partir de las prácticas, lenguajes, sujetos, instituciones, mecanismos y estrategias que se organizan en torno al tratamiento de los asuntos de convivencia escolar en el contexto educativo, lo cual condujo a introducirme en el organismo administrador-sostenedor de las escuelas y a la escuela en sí. De esta forma, desarrollé durante seis meses la etnografía de la escuela bajo una mirada propia de la reflexividad incómoda.12 Asimismo, la elaboración de entrevistas y análisis de documentos confeccionados por el organismo administrador-sostenedor y el texto de la política configuraron el corpus de análisis que posibilitó los desamarres y visibilización de nudos críticos que develaban los sistemas de gobierno y su actuación en el contexto educativo. 11 Ball, “What is policy? Texts, trajectories and toolboxes”. 12 Pillow, “Confession, catharsis, or cure?”, 188. 290 · Estudios en gubernamentalidad La política como mentalidad de gobierno Foucault introdujo el término gubernamentalidad para referirse al “conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad.”13 Complementariamente, introdujo la noción de gobierno, como un arte específico de poder desarrollado e instalado en Occidente y que traería consigo aparatos/tácticas específicas y el desarrollo de un conjunto de saberes con el fin de conducir a los sujetos bajo una autoridad que los guía y que se responsabiliza de lo que ocurra con ellos.14 En este sentido, en virtud de su nuevo interés sobre la problemática de gobierno, Foucault reorienta su concepto de poder hacia los mecanismos e instrumentos puestos en juego (tecnologías de gobierno), más que insistir en la existencia de 13 Foucault introduce el concepto de “dispositivos de seguridad” para referirse al tránsito entre el dispositivo soberano o jurídico, el disciplinario y el de seguridad, donde este último tiene como fin la intervención del entorno que favorezca la potencialidad de la vida de la población. Ver Foucault, Seguridad, territorio, población, 136. 14 Nikolas Rose, et al., “Governmentality”, Legal Studies Research Paper 94, no. 9, (2009): 1-32. Política de convivencia escolar · 291 fuentes o bases propias de las relaciones de poder.15 De este modo, el neologismo gubernamentalidad fusiona dos nociones analíticas: gobierno y mentalidad, sosteniendo con ello que detrás de cada forma de gobierno hay una mentalidad, donde el ejercicio del poder será caracterizado como conductas o como “conducción de conductas” (conduct of conducts). Visto así, el gobierno es pensado como un conjunto de relaciones de poder que se ejercen en base a una racionalidad de cálculo, las que, a su vez, constituyen formas específicas de conocimiento que son desplegadas a través de técnicas particulares de dirección y regulación de los comportamientos, en función de determinados fines o proyectos político.16 Por lo tanto, la gubernamentalidad constituiría prácticas sistemáticas y reguladas de gobierno, acompañadas por elementos de una lógica particular (que no responde a una teoría política propiamente tal), basada en el cálculo y en un conocimiento racional de los objetivos de gobierno, es decir, los sujetos.17 Asimismo, otro elemento clave de esta nueva lógica es la cualidad performativa del poder basado en su ejercicio 15 Thomas Lemke, “Foucault, Governmentality and Critique”. Rethinking Marxism: a Journal of Economics, Culture & Society 14, no. 3 (2002): 49-64. 16 Ibídem. 17 Benjamin Baez, Technologies of Government: Politics and Power in the “Information Age” (USA: Information Age Pubishing, 2014), 18. 292 · Estudios en gubernamentalidad indirecto, cuya efectividad estará dada por la sutileza, que solo será posible mediante el gobierno a distancia, o como se ejerce actualmente, a través del autogobierno. De esta forma, se entiende el tránsito desde un gobierno disciplinar a un gobierno liberal, donde más que fortalecer al Estado se robustece al Estado-gobierno, a partir del cual se cautela y promueve la libertad individual como elemento clave para el éxito de esta racionalidad política.18 Entonces, se trataría de generar ciertas condiciones (una espacialidad) que posibiliten la actividad y autoconducción de los individuos, y donde esas condiciones demarcarán los límites de lo aceptable. Por lo tanto, el marco de gubernamentalidad orienta su interés de estudio, por un lado, hacia el objeto de gobierno, a partir del cual levanta cuatro interrogantes clave: ¿quién o qué es lo que se gobierna?, ¿por qué ellos deberían ser gobernados?, ¿cómo deberían ser gobernados? y ¿hacia qué fines deberían ser gobernados?19 Y por otra parte, específicamente en las sociedades neoliberales, donde el Estado deja de ser el órgano político exclusivo para ejercer la acción de gobierno y en su acompañamiento surgen múltiples figuras que cumplen roles y fines específicos. Los estudios de gubernamentalidad complejizan su interés de análisis más allá del objeto de gobierno, extendiéndolo hacia la racionalidad que se pone en juego, es decir, hacia el que gobierna y la manera en la que ejerce su conducción. Por tanto, se agregan nuevas 18 Rose, et al., “Governmentality”. 32. 19 Ídem. Política de convivencia escolar · 293 interrogantes: ¿quién gobierna qué?, ¿de acuerdo a qué lógicas se gobierna?, ¿con qué técnicas? y ¿hacia qué fines?20 De esta forma, la gubernamentalidad se centrará tanto en la racionalidad de gobierno, es decir, en “las formas o sistemas de pensamiento sobre la naturaleza de las prácticas de gobierno”,21 como en las tecnologías de gobierno que se ponen en acción para cumplir su proyecto político particular y que subyacen a dicha racionalidad, siempre bajo el propósito de conducir la vida de los individuos hacia fines específicos de quienes gobiernan.22 En síntesis, la gubernamentalidad media entre poder y subjetividad, articulación que hace posible analizar las formas en que son accionadas las políticas de gobierno (entendidas como prácticas, no como quien gobierna) con prácticas de autogobierno.23 Bajo esta perspectiva, la mentalidad de gobierno, entendida como una forma específica de conducción, que consiste en razonar, calcular, pensar e intervenir en la conducta de la población, en función de la integridad del Estado de acuerdo 20 Burchell, et al., The Foucault Effect. Studies in Governmentality. 21 Ibídem, 3. 22 Baez, Technologies of Government: Politics and Power in the “Information Age”, 7. 23 Thomas Lemke, Foucault, Governmentality and Critique (Colorado: Paradigm Publishers, 2011). 294 · Estudios en gubernamentalidad al bienestar económico, y que opera en un campo relacional de fuerzas, despliega lo que Foucault denomina mecanismos de seguridad.24 Estos consisten en tecnologías políticas específicas y propias de los Estados modernos: la economía, la naturalidad de los procesos de la sociedad civil y el manejo de la población a través de la policía como el instrumento encargado de mantener el orden. Para esta investigación, resulta interesante hacer uso de tales mecanismos de seguridad en vinculación con el análisis de la política, pues en su conjunto se desplegarán medios, prácticas, instituciones, a través de las cuales se buscan incrementar las fuerzas del Estado y a su vez, mantener el orden del mismo.25 Por tanto, esta nueva mentalidad se interesará por las actividades cotidianas de las/los sujetos, sus relaciones, coexistencia, sus cuidados, necesidades, costumbres, productividad, entre otros. Particularmente, focalizaré mi análisis en cuatro dimensiones propuestas por Mitchell Dean.26 Estas son: 1) formas de visibilidad y de oscurecimiento que trae consigo la política; 2) aspectos técnicos de los textos (significados, mecanismos, técnicas, instrumentos, tecnologías) que se emplean para el arte de gobernar; 3) formas de conocimiento y de experticia que subyacen y cimientan las racionalidades de gobierno y 24 Foucault, Seguridad, territorio, población, 136. 25 Ibídem, 357. 26 Baez, Technologies of Government: Politics and Power in the “Information Age”, 4. Política de convivencia escolar · 295 las formas de verdad; y 4) formas de subjetivación, producción de identidades e identificaciones mediante las cuales las lógicas de gobierno operan sobre las individualidades que intentan elaborar o reelaborar. Por consiguiente, siguiendo el enfoque de en el problema que produce la política,27 indagaré sobre: ¿qué sistemas de razonamiento-supuestos sostiene la política?, ¿a quiénes pretende representar, regular, gobernar?, ¿cómo se configura y organiza el sistema garante de gobierno, específicamente qué tecnologías y aparatos de gobierno diseña y despliega la política?, ¿cuáles son los efectos e implicancias para la configuración de subjetividades, tanto en las/los estudiantes como en las/los actores de la política? En suma, interesa hacer visible la operación de la política y su espacialidad. II. Política de convivencia escolar como dispositivo de control Desinterés por el estudio, baja autoestima, desorden, son anárquicos, no se someten a las reglas ni a la autoridad, están en una constante actitud de desafío, de cuestionarte. Hay también otras cosas asociadas, que gracias al despistaje de los profesionales (psicólogos y educadoras diferenciales), uno va entendiendo más a 27 Carol Bacchi, C., Women, Policy and Politics: The construction of policy problems (Great Britain: Sage Publications, 1999). 296 · Estudios en gubernamentalidad fondo la problemática más personal del chico, tanto a nivel social o familiar. Profesor, hombre de 45 años Un profesor me comenta sobre la excesiva derivación de estudiantes en los últimos años al área de convivencia escolar, como un reflejo de la característica y composición de la matrícula que tiene la escuela. Asimismo, su reflexión sobre la problemática de la convivencia se centra en la idea de vulnerabilidad como una de sus principales causas. Este modo de construir el problema trae consigo una serie de supuestos e implicancias que repercutirán sobre la construcción de la escuela como institución, sobre los procesos de subjetivación en las/los estudiantes y sobre la configuración de identidades que se localizan en los márgenes o en lugares de exclusión social. Bajo este escenario, el sistema educacional y su política configuran un nuevo dispositivo de gobierno centralizado en la Política Nacional de Convivencia Escolar28 y materializado en un conjunto heterogéneo de elementos articulados en una “sobredeterminación funcional”,29 cuya resonancia estaría dada entre: documentos políticos (reglamentaciones, 28 MINEDUC, Política Nacional de Convivencia Escolar. Fecha de acceso 20 noviembre de 2015, http://www.convivenciaescolar.cl 29 Santiago Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad: razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault (Madrid: Siglo del Hombre, 2010), 64. Política de convivencia escolar · 297 instructivos y orientaciones), gestión de las/los administradores y gestión de la escuela. Tales componentes entraman la operación de la política y despliegan un aparato de vigilancia-control-conducción en pos de la “normalización” o más bien, regulación, de las/los individuos implicados en dichos procesos educativos. Por consiguiente, la producción de las diferencias sociales se configura a partir de lo que denomino “dispositivo de control-convivencia escolar”, cuyo propósito central está orientado a la formación ciudadana bajo un marco de principios democrático-neoliberal. Me refiero a la convivencia escolar como dispositivo, puesto que se configura como una red heterogénea de formaciones discursivas, que sostienen diversos sustratos conforme a un propósito programático que se vuelve compartido bajo cierta interrelación30 del Estado y de la escuela. En este caso, el dispositivo de convivencia entrelaza dos lógicas de gobierno: la mentalidad de Estado, por un lado, y la mentalidad de la escuela por el otro (que, a su vez, incluye la del órgano administrador correspondiente al DAEM), las que en conjunto se constituyen como producción de un soporte social más amplio e incluso global, y a la vez como constitutivas de dicha organización social (ver figura 1). 30 García, “¿Qué es un dispositivo?: Foucault, Deleuze, Agamben”. 298 · Estudios en gubernamentalidad Figura 1. Dispositivo de convivencia escolar. (Fuente: elaboración propia) Política de convivencia escolar · 299 En este dispositivo, la mentalidad de Estado está conformada por un marco jurídico que incluye la política como documento (Ley de Violencia Escolar, Política Nacional de Convivencia Escolar, instructivos, reglamentaciones, orientaciones y documentos de apoyo técnico); una institucionalidad propia (Superintendencia de Educación, Unidad de Convivencia Escolar a nivel central-ministerial, administrativo-sostenedor y local-escuela) y una lógica de gestión, centralizada a través de la Ley SEP, marco de gestión que provee el soporte financiero. Asimismo, esta mentalidad de Estado sostiene una racionalidad de managerialización y accountability en su operación. Interrelacionada con la lógica anterior, la mentalidad de la escuela se configura en torno a cuatro componentes: 1) “La unidad de inspectoría general”: la cual conforma un aparato disciplinador-control social, constituido por la “autoridad” en materia de disciplina escolar (Inspector General) y por un sistema de vigilancia mayor (el equipo de inspectoría31) y un sistema reglamentario que funciona como la Ley/sanción de la escuela (reglamento interno) 32; 2) “El plan estratégico de convivencia escolar”: correspondiente al aparato de gestión, 31 El Equipo de Inspectoría está integrado por 1 inspector general, encargado de coordinar y 5 inspectores e inspectoras de patio (2 hombres y 3 mujeres). 32 El reglamento interno corresponde a un documento de elaboración obligatoria, mandatado por el Ministerio de Educación según Ley de Violencia Escolar Nº 20.536. Más adelante profundizaré sobre esta tecnología. Ver MINEDUC 2011. 300 · Estudios en gubernamentalidad conformado por dos unidades de convivencia escolar, una a nivel del sostenedor (DAEM) y otra a nivel de escuela, siendo esta última la encargada de elaborar el plan de gestión de convivencia escolar para el nivel local; 3) Un componente denominado “El psicosocial”: el cual conforma el saber “experto” en dicha materia y corresponde a un equipo de profesionales especialistas, comúnmente denominado por la escuela como “el psicosocial”33; y 4) “El protocolo”: correspondiente a tecnologías de gobierno que se materializan en acciones/mecanismos/tácticas/estrategias vinculadas a la temática de convivencia escolar, entre las que destaco: la sanción/castigo, las actividades extracurriculares (charlas, presentaciones o intervenciones de las redes intersectoriales) y los talleres implementados en el periodo escolar (ver fig. 1). Este conjunto de elementos discursivos conforma un complejo aparato político de gobierno que entrelaza ambas lógicas de conducción y diversos mecanismos de control que analizaré en este apartado. A modo introductorio, sostengo que funciona como un dispositivo de control social que, en su articulación con otros discursos (demandas sociales, principios morales y éticos propios de sociedades neoliberales), 33 Como lo nombran las/los participantes de la investigación. Este nombre deriva de la figura de “dupla psicosocial” propuesta por la Política de convivencia escolar y enmarcada en la Ley SEP. La dupla psicosocial está conformada por un/una asistente social y un/una psicóloga; no obstante, la escuela que analizo, excepcionalmente, cuenta con un “equipo psicosocial” encargado de las temáticas de convivencia escolar (profundizaré en su composición más adelante). Política de convivencia escolar · 301 se configura como un proyecto ético-político de Estado orientado específicamente a la formación de ciudadanos y ciudadanas chilenas neoliberales. Del Código penal a la Política de convivencia escolar y su accountability En un escenario educacional donde se ha instalado una lógica de administración neoliberal, centrada en la efectividad escolar, cuyos factores claves son la medición de desempeños a través de evaluaciones estandarizadas y de rendición de cuentas, sistemas de administración y de gestión basados en la responsabilización por los resultados,34 las políticas enmarcadas en dicho contexto tienen un modo variable de comportarse y operar al interior de la escuela; tal como nos advierte Ball,35 la forma de comprender y de actuar las políticas en el contexto educativo pueden funcionar de un modo refractario, resistido y/o rearticulado, de tal forma que su impacto puede llegar a ser impredecible y en consecuencia obtener efectos inesperados. Sin embargo, el grado de libertad que tienen los sujetos para tales procesos de actuación de la política dependerá de cuan restrictivas sean aquellas, pues justamente la política 34 Stephen Ball y Deboorah Youdell. Hidden privatisation in public education: Education International Brussels. (2008); Stephen Ball, et al. “Policy actors: doing policy work in schools”, Discourse-Studies in the Cultural Politics of Education 32 no. 4 (2011): 625-639. 35 Stephen Ball, Foucault, power, and education (New York: Routledge, 2013). 302 · Estudios en gubernamentalidad como discurso viene a delimitar los espacios en que los individuos pueden actuar y, en este sentido, es en la materialidad donde se sitúa la lógica de gubernamentalidad, en el arte de gobernar en este espacio, con cálculo de la mayor “libertad” posible, sin dejar de tener objetivos de gobierno específicos.36 Visto así, en la lógica neoliberal, la libertad funciona en base a su inscripción en el ethos del individuo, de tal forma que este se asuma como un sujeto libre, aun cuando los objetivos de su conducta sean definidos por otros.37 Este énfasis en la libertad como tecnología de gobierno, en el caso de la política de convivencia escolar, se vincula con los discursos de “responsabilización” ya no solo de las/los estudiantes que transgredan la norma, sino también de la escuela como institución (y sus actores educativos), en tanto estas no cumplan con la normativa delineada por el gobierno central. Por tanto, dicha interacción es el nudo que articula su operación, es decir, la interfaz entre la mentalidad de Estado y la de la escuela, espacio en el cual se reproducen, potencian, trastocan, reorientan y subvierten los discursos de la política de convivencia escolar. Sin olvidar que dicha interrelación solo es posible, en permanente diálogo con un contexto social más amplio, y a su vez, este dispositivo como tal funciona como condición de posibilidad de la estructura y organización social actual. 36 Michel Foucault, Tecnologías del yo (Buenos Aires: Paidós-I.C.E.U.A.B., 2008). 37 Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad. Política de convivencia escolar · 303 Con respecto a la mentalidad de Estado, el marco jurídico sobre el cual se levanta la política de convivencia escolar chilena está constituido por un conjunto de políticas –entre ellas, la Ley General de Educación38 – y por una serie de documentos articulados entre sí: la Política Nacional de Convivencia Escolar,39 la Ley de Violencia Escolar Nº 20.536,40 Actualización de instructivo para los establecimientos educacionales sobre reglamento interno (Superintendencia de Educación, 2013), “Orientaciones sobre la Ley de Violencia Escolar”41 y “Gestión de la buena convivencia”.42 En primer lugar, la construcción que la política (como documento) elabora sobre el problema de convivencia escolar es desde un enfoque basado en el déficit, es decir, desde la falta de una “buena convivencia escolar” o, más bien, de una convivencia escolar perturbada (a ojos de quienes elaboran 38 MINEDUC, Ley General de Educación, 20.370 C.F.R., 2009. 39 MINEDUC, Política Nacional de Convivencia Escolar. 40 MINEDUC, Ley sobre Violencia Escolar, 20.536 C.F.R., 2011. 41 MINEDUC, Orientaciones Ley sobre Violencia Escolar, 2012. Fecha de acceso 20 de noviembre de 2015, http://www.mineduc.cl/ usuarios/convivencia_escolar/doc/201210231622380.Orientaciones_Ley_violencia.pdf 42 MINEDUC. Gestión de la Buena Convivencia: Orientaciones para el Encargado de Convivencia Escolar y equipos de Liderazgo, (2013) Fecha de acceso 20 de noviembre de 2015, http://www.mineduc.cl/usuarios/ convivencia_escolar/doc/201309091630460.GestiondelaBuenaConvivencia.pdf 304 · Estudios en gubernamentalidad y accionan el documento de la política). Más evidente aún, la ley que regula dicho marco político es la Ley de Violencia Escolar43 , cuyo objetivo es: “Promover la buena convivencia escolar y prevenir toda forma de violencia física o psicológica, agresiones y hostigamientos, conforme a lo establecido en el párrafo 3º de este título”. Las nociones que la Política de convivencia escolar promueve son dos, la “buena convivencia escolar” y el “acoso escolar”, referido este último a la violencia escolar, significante nodal que sostiene el marco jurídico de la ley. “Se entenderá por buena convivencia escolar, la coexistencia armónica de los miembros de la comunidad educativa, que supone una interrelación positiva entre ellos y permite el adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que propicia el desarrollo integral de los estudiantes”. Desde el enfoque de APD, podemos ver cómo la política se elabora a partir de una articulación dicotómica a partir de un significante clave: convivencia; que en sus reenvíos funciona como dos significantes contrapuestos: buena convivencia y acoso escolar, y cuyo significante marco o representativo es violencia escolar. Esta articulación sostiene una aparente contraposición entre la buena convivencia y la violencia; sin embargo, su articulación es más bien productiva, es decir, el uso del significante “buena” convivencia, marca una relación diferencial indisociable con una “mala” convivencia 43 MINEDUC, Ley sobre violencia escolar. Política de convivencia escolar · 305 escolar, que estaría referida a la violencia escolar. Se trataría de una relación de oposición o binaria que, como tal, posee la cualidad de positividad que las entrelaza y que, asimismo, adoptan una relación de subordinación44. Esta relación, a diferencia de lo que se establece habitualmente, se daría por una dominancia de la violencia escolar por sobre la buena convivencia escolar, dado que el énfasis de los discursos remarca en el primer término, como una forma de problemática social y, por consiguiente, de preocupación política. Por tanto, la convivencia se construye a partir del déficit y bajo un lenguaje de higienización (sano-insano) o de la presunción del escenario negativo que aqueja a las escuelas. Aludo a la presunción, sin la intención de negar la existencia de hechos de violencia al interior de las escuelas; no obstante, lo empleo por la distinción del supuesto o premisa que sostiene la construcción del problema de la política: la violencia escolar. Esta lógica binaria deja entrever dos aristas de interés para el gobierno de la escuela y del Estado. En un sentido, el Estado delinea un supuesto ético frente a la idea del “ser estudiante”, basada en el deber ser, que se precipita en el imaginario del “buen estudiante”, el cual a su vez se articula con el ideal del “buen ciudadano/ciudadana chileno/chilena”, bajo premisas de blancura (hombre, blanco, heterosexual). Incluyo la cualificación de nacionalidad, porque su inclusión dentro del discurso oficial sostiene premisas que me 44 St. Pierre, “Poststructural feminism in education: An overview”. 306 · Estudios en gubernamentalidad parece necesario relevar, pues el énfasis en la nacionalidad configura un tipo particular de formación ciudadana: ya no estaríamos pensando únicamente en el “ciudadano neoliberal” bajo una mirada pluralista, sino por el contrario, se trataría de un supuesto ético, que delimita una formación de “ciudadano neoliberal nacionalista”. A partir de esta arista, podemos distinguir el mito sobre el espacio de la “sana convivencia escolar”, cuya configuración se erige sobre la base de supuestos morales, éticos sanitarios, elaborados desde una posición de privilegio y autoridad. Esta posición, como veremos más adelante, entrelaza las dimensiones de clase, género e incluso de raza como categoría analítica. En otro sentido, pensar el problema desde un racionalidad del déficit trae al menos dos consecuencias posibles: por una parte, este modo obedece a lo que Bacchi45 nos señala como un problema social (desde un enfoque sociológico), es decir, responde a una mirada positivista, pues pensar la convivencia bajo una mirada dicotómica y binaria cuyo fin es erradicar la violencia es asumir el problema desde una posición acrítica y de imposibilidad en su base: justamente esta relación binaria opera de un modo positivo donde ambos términos de la oposición se articulan de manera productiva entre sí. 45 Bacchi, Women, Policy and Politics: The construction of policy problems. Política de convivencia escolar · 307 Por otro lado, enfocar el problema sobre la violencia como algo neutral, despolitizado, aislado y que debe ser resuelto, da cuenta de una mirada reduccionista que enmascara todo un sistema de relaciones de poder y que trae como consecuencia la puesta en acción de un régimen de gobierno que combina un enfoque disciplinar y de responsabilización, y que tiene como fin “conducir la conducta” de las/los sujetos de acuerdo a los principios establecidos y legitimados por la sociedad actual.46 Esto lleva irremediablemente a un levantamiento de acciones y medidas bajo un sistema de control/disciplinario centrado en un enfoque conductista/ sancionador, cuyo fin estaría orientado, en nuestro caso, a la seguridad social. Todo esto resulta problemático y preocupante, pues focalizar sobre uno u otro (buena convivencia o violencia escolar) exige una serie de medidas y acciones en pos de neutralizar y reconducir para mitigar dichas conductas. Propósito que la escuela, en tanto institución, asumirá como parte de su proyecto educativo, superponiéndose incluso a la función pedagógica que antes la definía. A este marco legislativo económico se suma un componente que cierra el círculo del sistema de aseguramiento de la calidad educativa, me refiero a la Superintendencia de 46 Michel Foucault, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, trad. Aurelio Garzón (México, D.F.: Siglo XXI, 2011 [1986]). 308 · Estudios en gubernamentalidad Educación47; es este organismo el que tiene la atribución de fiscalizar y sancionar a las escuelas, en caso que incumplan la normativa vigente. Esto se traduce en que ya no se trata de que las escuelas funcionen como un aparato de vigilancia exclusivo y con atribuciones independientes, sino que se conforma una red de vigilancia no solo hacia las/los estudiantes, sino también institucional. En efecto, la escuela estará sujeta al control de sus índices de violencia escolar, las medidas que accionan en caso de denuncia de algún hecho de violencia particular, donde la Superintendencia actuará y sancionará dependiendo del modo en que la escuela abordó la situación. En síntesis, en su conjunto, la Ley SEP, mediante sus líneas prioritarias de acción y su sistema de ordenación (clasificación por desempeño) de la escuela, y la Superintendencia de Educación, a través de su sistema de fiscalización/sanción (generalmente económica o revocación del reconocimiento del Estado), conforman un aparato de vigilancia/sanción de la institución-escuela, lo cual instala en esta última una racionalidad de gobierno donde los discursos de principios formativos que pretende diseminar la Política de Convivencia Escolar quedan relegados o se diluyen, y en su lugar se realzan discursos disciplinadores basados en la vigilancia, el control y la sanción. Todo esto configura la nueva gubernamentalidad, cuyo elemento clave estaría dado por 47 MINEDUC, Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Parvularia, Básica y Media y su Fiscalización, Nº 20.529 C.F.R., 2011. Política de convivencia escolar · 309 el gobierno a distancia. El Estado no es quien mandata a las escuelas a generar estas acciones concretas de disciplinamiento/control/vigilancia, sino que es la escuela quien, situada en el intersticio de “libertad” y “autonomía” y subsumida en la racionalidad de gobierno central, elabora sus propias lógicas y tecnologías que se materializan en el aparato disciplinario que intento deconstruir en esta sección. III. Tecnologías de gobierno: de lo disciplinar y lo “psi” Como grafiqué anteriormente, el aparato disciplinador de convivencia escolar (fig. 1) se compone de un conjunto de elementos que se articulan en red y que en su particularidad conforman ciertas organizaciones y materializaciones para diferentes mecanismos/artefactos como tecnologías de gobierno. Me refiero, al Reglamento interno, a la tecnología de gobierno equipo de inspectoría y a la moderna tecnología del yo cristalizada en el equipo de especialistas. El reglamento interno: la Ley Una de las principales tecnologías que despliega la Política de convivencia escolar, en sus discursos oficiales, es el reglamento interno. Este artefacto se sostiene bajo un régimen de poder disciplinario, cuyo propósito es la regulación de la conducta de las/los estudiantes, y por consiguiente, su objeto 310 · Estudios en gubernamentalidad de intervención no solo apunta al “alma” sino también al cuerpo; su técnica se centra en la “disciplina”, entendida esta última como un método particular “que permite el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad”.48 En suma, esta tecnología convoca dos lógicas de poder, el régimen disciplinario y el régimen de control. Bajo este marco, la normativa vigente señala: El reglamento interno deberá incorporar las políticas de prevención, medidas pedagógicas, los protocolos de actuación y las diversas conductas que constituyen falta a la convivencia escolar, graduándolas de acuerdo a su menor o mayor gravedad. De igual forma, establecerá las medidas disciplinarias correspondientes a tales conductas, que podrán incluirse desde una medida pedagógica hasta la cancelación de la matrícula. En todo caso en la aplicación de dichas medidas deberá garantizarse en todo momento, el justo procedimiento, el cual deberá estar establecido en el reglamento.49 Esta confluencia de racionalidades disciplinaria y de gobierno tiene como fin último someter los cuerpos, pero no de un modo directo, sino bajo una cierta “anatomía política”, es 48 Foucault, Vigilar y castigar, 159. 49 Actualización para los establecimientos educacionales sobre reglamento interno, SUPEREDUC, 2013. Política de convivencia escolar · 311 decir, explora, estudia, interviene e intenta transformar a los sujetos en útiles, “domesticados” y “autogobernados”. Su actuar ya no está dado por la fuerza material de sujeción, sino por la internalización de mecanismos, procedimientos y cálculos de sus comportamientos.50 Desde aquí se puede hacer la relación entre poder disciplinario y gubernamentalidad, pues es esta última la que le otorga sutileza e invisibilización al ejercicio del poder, su tránsito desde el cuerpo a la responsabilización moral y ética de sus actores educativos, desde un gobierno basado en el control directo a la autorregulación, pero donde el cuerpo no deja de ser blanco de intervención. En esta línea, se puede entender como la máxima actualización del poder, un poder que opera de un modo sofisticado, donde la racionalidad económica y de cálculo mandata sus intervenciones, y cuyos ejes de actuación son la distancia y la libertad.51 La regulación: sanción/castigo Esta lógica disciplinaria incorpora el castigo/sanción como una medida legítima y necesaria, pero extranormativa, para la obtención de una “sana convivencia escolar”. En este sentido la sanción propuesta podría ser comprendida como una forma de resistencia a la mentalidad central, y por 50 Ídem. 51 Michel Foucault, El gobierno de sí y de los otros (Buenos Aires: FCE, 2011). 312 · Estudios en gubernamentalidad consiguiente funcionaría en una economía más sutil, pero a la vez eficaz y generalizable a todo el cuerpo social, en este caso, las/los estudiantes y sus familias. Una de las estrategias que la escuela emplea, en respuesta a la racionalidad de accountability accionada por el aparato Estado, es la elaboración e implementación de un mecanismo penal propio. A partir de los lineamientos centrales, la escuela acciona un conjunto de sanciones espontáneas o instaladas, que conformarán el más potente sistema disciplinar del aparato de convivencia escolar. Basado en una lógica donde el castigo debe exceder el placer que trae consigo transgredir la norma,52 la escuela busca implementar microacciones que supriman la ganancia de la infracción (ej.: requisar objetos valiosos para las/los estudiantes; premiar con permisos e invitaciones externas a quienes tienen buen comportamiento), transformándose, a ojos de la escuela, en una acción de doble positividad (refuerzo por una parte de la buena conducta y sanción a quienes se les priva de la invitación por su “mala conducta” anterior). Lo que deja entrever el funcionamiento de un sistema de balance moral de “buenos” y “malos” estudiantes. Otra de las sanciones que la escuela ha incluido dentro de su micropenalidad son los castigos vinculados a la supresión de tiempo en la escuela. Aun cuando, por normativa legal, las escuelas están impedidas de aplicar sanciones que se 52 Foucault, Vigilar y castigar, 108. Política de convivencia escolar · 313 refieran a la reducción de jornada o a la suspensión, excepto en casos muy justificados, la escuela ha implementado un sistema “extranormativo” de este tipo de castigos: suspensión, reducción de jornada, cancelación de matrícula (se lleva a cabo a través del intercambio de estudiantes entre escuelas del sector), “diferido” y envío a modalidad cuatro.53 Estos artefactos que la escuela ha inventado, al margen de la norma, pueden ser interpretados como una práctica de resistencia, pues ante la prohibición de aplicar ciertos tipos de castigos, y frente a los mecanismos de fuerte medición y evaluación (cumplimiento de metas), la escuela opta por obviar la prohibición y generar un sistema jurídico-penal alternativo al dictaminado oficialmente, dado que la sanción por el incumplimiento de las metas comprometidas es aún mayor que transgredir la prohibición. En referencia a los tipos de castigos, un profesional de convivencia escolar me comenta: La lectura que se tiene de las medidas formativas es: el alumno, a través de ser sancionado con esta falta grave, él debería después de esto, tener la capacidad de reflexión de la conducta que en el fondo lo hizo llegar a tener este tipo de sanción. Eso es una medida formativa: entrega una formación al niño, una 53 “El diferido” y “la derivación a modalidad cuatro” se tratarían de una especie de tiempo fuera basado en una reducción de jornada y/o marginalización informal de las actividades con el grupo curso. Esta no se informa a la autoridad ministerial. 314 · Estudios en gubernamentalidad reflexión de la situación […] Que podría ser un castigo también como algún tipo de reparación de daños, a través de una acción comunitaria, por ejemplo. […] Él [alumno sancionado] necesita saber que lo que hizo tiene una consecuencia, de alguna forma tiene que internalizar esa conducta.54 Lo que este actor defiende, a nombre de la política, es la medida formativa, donde el castigo varía en su significante, mas no en su principio disciplinario de aplicación: disminuir la conducta “negativa”, transformar y reformar. Y para dicho propósito él demanda, en línea con la política oficial, la responsabilización moral. Desde aquí, podemos distinguir la sutileza que trastoca el régimen disciplinario tradicional y en articulación con el régimen de gobierno, en cuyo principio central está la responsabilización de la conducta por parte, en este caso, del estudiante que transgrede una norma. Pero como ya mencioné anteriormente, dicha responsabilización recae con mayor fuerza aún en la escuela. El equipo de especialistas: “el psicosocial” […] Si el niño necesita alguna reparación o reforzamiento en la parte valórica, derivemos al encargado de convivencia y su equipo de psicosociales. EQUIPO TÉCNICO -DIRECTIVO, 63 AÑOS 54 Profesional Equipo Convivencia Escolar, hombre 40 años, E-13 10.10.2014. Política de convivencia escolar · 315 “El psicosocial” es el nombre que los miembros de la escuela le han puesto al equipo de Convivencia Escolar, integrado por seis especialistas del área de las ciencias sociales: tres psicólogos, una asistente social, un terapeuta ocupacional y una psicopedagoga. La conformación de este equipo se gestó gradualmente a partir de la Ley SEP, con la finalidad de abordar aquellos puntos críticos que la escuela había identificado dentro de su Plan de Mejora Educativa (PME) y avanzar en el cumplimiento de las metas propuestas. Una particularidad de la gubernamentalidad neoliberal es la incorporación de nuevos actores, como los nuevos responsables de los procesos de conducción que el Estado ha externalizado y delegado en ellos. Los especialistas, investidos como los “expertos”, los que portan ese saber necesario para abordar la problemática de convivencia, configuran un nuevo componente en este aparato disciplinario/control. Su experticia, basada en una tecnología PSI, introducirá nuevos lenguajes y nuevos procedimientos, que cambiarán no solo los mecanismos de control/vigilancia en la escuela, sino también trastocarán el rol “educativo” de la institución, convirtiéndose en una organización ya no solo formativa en el ámbito pedagógico, sino en la piedra angular de la formación del ciudadano neoliberal y de la normalización de la población que se desvía de dicho proyecto. Con este equipo de especialistas como una tecnología de control/intervención, se consolida el dispositivo de convivencia escolar. Su formación en ciencias sociales, particularmente 316 · Estudios en gubernamentalidad en el área de “psi”, instala no solo un modo de control disciplinar, sino más aún, un aparato de saber-conocimiento que se preocupa no solo de intervenir para “reorientar” estudiantes, sino también estudiar, evaluar y explorar sus conductas y comportamientos, logrando generar nuevas formas de categorización o patrones de conducta, para así obtener el cálculo y proyección sobre la población de gobierno.55 Esta racionalidad es esencial para la efectividad de un sistema de control/disciplinador basado en la gubernamentalidad, puesto que sus tácticas y estrategias son resultado de un sistema de conocimiento y saberes respecto de las/los sujetos que tienen por objetivo gobernar.56 Al respecto, Baez57 aclara que una racionalidad de gobierno llega a ser gubernamental cuando se convierte en técnica, cuando su funcionamiento o autorrealización se lleva a cabo mediante el “ensamblaje” de formas de conocimiento y una variedad de artefactos y tecnologías, cuya finalidad es producir ciertos resultados; y que al margen de que dichos resultados sean logrados o no (lo que es irrelevante), la instalación de la lógica de conducción es lo que prevalece. En este sentido, la configuración del dispositivo de convivencia escolar propuesto por el Estado, en su racionalidad gubernamental, 55 Baez, Technologies of Government. 56 Michel Foucault, Nacimiento de la biopolítica: Curso del Collège de France (1978-1979, (México D.F.: Akal, 2009). 57 Baez, Technologies of Government, 7. Política de convivencia escolar · 317 requiere del saber especialista para desplegar el gobierno a distancia, pues la “conducción de la conducta” de los actores educativos, principalmente de las/los estudiantes, solo será posible en la medida que la escuela sea estudiada, analizada e intervenida desde el dominio de las ciencias humanas. De este modo, la piedra angular del dispositivo estaría dada por el régimen de saber psi, el cual permite el ensamblaje con el dominio de lo penal y a la vez constituye y legitima una serie de conocimientos respecto de las prácticas cotidianas de las/los estudiantes y sus profesores; así se configura como uno de los componentes de aseguramiento de la efectividad de esta nueva forma de gobierno. En este sentido, cuando las/los actores hacen referencia al “equipo psicosocial”, en virtud de un dominio de especialistas, demandan justamente este saber experto, para que defina respuestas de acción inmediata y de prevención. De esta forma, los expertos establecen los parámetros válidos y legitimados de maneras de actuar, de comportarse y de relacionarse, siendo finalmente percibidos como “la solución”. Aquí vemos cómo la racionalidad instrumental58 opera en la actuación de la política, y demanda una serie de supuestos y esencialismos sobre las/los estudiantes. Además, debemos considerar que son justamente estos nuevos regímenes de conocimiento-poder los que reconfigurarían la noción del sujeto de la política, del sujeto de gobierno. Ya no se trataría necesariamente del estudiante con NEE , sino que la 58 Bacchi, Women, Policy and Politics: The construction of policy problems. 318 · Estudios en gubernamentalidad preocupación principal estaría centrada en otra figura, en una “diferencia marginal” bajo la categoría de estudiantes vulnerables, con problemas psicosociales. Figura que trae como efecto problemas de “convivencia” e introduce una serie de categorizaciones, que Baker denomina “límites de la niñez normal”,59 generando categorías psicosociales y penales en nuestro caso (“en riesgo”, “emocionalmente perturbado”, “agresor”, “víctima”, “familia disfuncional”, entre otras), que llevan a la producción de un nuevo espacio para la “otredad” o “la diferencia”, articulado en este escenario de estudio sobre la base de situaciones de clase social y de un saber experto propio de las ciencias humanas. Estos casos requieren una serie de intervenciones “psicosociales” y “judiciales” (en casos mayores) para reorientar su formación ciudadana. IV. A modo de cierre Los discursos que la política instala sobre el problema de la convivencia escolar, articulados con el lenguaje de violencia escolar, de una perspectiva de derecho y de responsabilización sobre las/los estudiantes que transgreden las normas –y también sobre los actores educativos–, lejos de avanzar hacia una mejora, se profundizan, legitiman, reafirman y 59 Bernadette Baker, “La ‘infancia’ en el surgimiento y difusión de las escuelas públicas estadounidenses”, en El desafío de Foucault. Discurso, conocimiento y poder en la educación, eds. Thomas Popkewitz y Marie Brennan (Barcelona: Ediciones Pomares-Corredor, 2000), 139-168. Política de convivencia escolar · 319 eclipsan los sistemas de vigilancia/control/sanción al interior de los establecimientos educacionales. En este sentido, lo que me interesa rescatar es la complejización de la racionalidad de gobierno vigente en la escuela: a partir de una forma de gubernamentalidad se instala y reproduce un sistema disciplinario y de control social. En este, cada vez más la sutileza, la invisibilidad de su ejercicio, de quien lo actúa, sus traspasos y tecnologías, se configuran como un nuevo aparato de gobierno, en cuyo nivel de elaboración resultan clave los sistemas de saber-poder de los mismos sujetos/objetos que pretende gobernar. Esta forma de problematizar la política devela ciertos fines a los que sirve, fines que en este caso se orientan hacia un proyecto de formación ciudadana más que al proyecto pedagógico, bajo principios neoliberales. En el caso de la escuela explorada, lo que cuenta es la premisa de seguridad, pues se entreteje una coherencia entre “la Ley” que opera al interior de las escuelas, sus aparatos de vigilancia y la institucionalidad jurídico-penal de la nueva Ley de Responsabilidad Penal Juvenil (Ley nº 20.084), la cual rebaja la edad de imputabilidad de delitos a los 14 años y establece una serie de protocolos de acción e intervención, basados en el control y la sanción (ligada a la restricción del principio de libertad). Establezco dicha relación dado el contexto en el que la escuela es localizada, tanto por sus actores, como por las/los administradores, atribuyéndole el lugar de “escuela periférica”, “marginal”, en relación a las “escuelas del centro” que ocupan un estatus de mayor “privilegio”. 320 · Estudios en gubernamentalidad Este cálculo y la proyección en base a “patrones”, a la que se refiere este actor, dan cuenta de la biopolítica que opera en torno a una racionalidad de gobierno de la política de convivencia escolar, en cuya elaboración el saber experto se identifica como un elemento clave. Dicha mentalidad sostiene y pone a circular discursos de higienización de un determinado grupo (categorizado como “vulnerable”) en su actuación, cuyo resultado recaerá en determinadas formas de subjetivación de estudiantes. En este sentido, veo una nueva institucionalidad de la escuela, una nueva identidad de la escuela periférica, posición que no ha sido asumida por sus actores, que resisten. Sin embargo, quienes la habitan como sujetos de gobierno (los estudiantes y sus familias), bajo prácticas micropolíticas reiteradas y cotidianas, tensionan los proyectos educativos que se mantienen bajo este contexto de neoliberalización y pobreza. Política de convivencia escolar · 321 Sobre los autores RODRIGO K ARMY BOLTON. Doctor en Filosofía por la Universidad de Chile. Profesor e Investigador del Centro de Estudios Árabes y del Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma universidad. Director del Proyecto de Iniciativa Bicentenario para conformar un “Núcleo Transdisciplinar de Estudios en Gubernamentalidad” (2015-2016). Ha publicado múltiples artículos, conferencias y seminarios en Chile, Argentina, México, España y Brasil. LUNA FOLLEGATI MONTENEGRO. Doctora© en Filosofía Política y Magíster en Comunicación Política e Historiadora de la Universidad de Chile. Sus líneas de investigación se vinculan a dos ejes temáticos, abordados tanto desde la filosofía política contemporánea como desde la historia: la transición a la democracia, surgimiento, gubernamentalidad y disputas conceptuales; y el movimiento feminista en Chile. Actualmente es académica del Magíster de Género y Cultura, mención Ciencias Sociales, de la Universidad de Chile. Sobre los autores · 323 SERGIO VILLALOBOS -RUMINOTT. Profesor de literatura de la Universidad de Michigan. Autor de Soberanías en suspenso. Imaginación y violencia en América Latina (2013) y Heterografías de la violencia. Historia Nihilismo Destrucción (2016). Trabaja las transformaciones socio-cultuales y las formas de imaginación contemporáneas, atendiendo a las mutaciones de la soberanía y de los procesos de acumulación actuales. K AMAL CUMSILLE M ARZOUKA. Doctor en Filosofía por la Universidad de Chile. Académico del Centro de Estudios Árabes de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma universidad. Sus líneas de investigación son la filosofía árabe clásica, la filosofía contemporánea, la historia del pensamiento político y la política árabe contemporánea. HUGO SIR R ETAMALES. Sociólogo por la Universidad Alberto Hurtado. Magíster y doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad de Chile. Actualmente es docente de la carrera de sociología de la Universidad Andrés Bello e investigador asociado a LaPSoS. Su investigación se enfoca tanto en el mercado del trabajo como en los problemas epistemológicos, morales y políticos asociados a la gestión de la salud y al malestar de la población y los individuos en un mundo en ruinas. Es parte del Grupo de Estudios Experimentales Paul K. Feyerabend y del colectivo comunicacional espectral Vitrina Dystópica. 324 · Estudios en gubernamentalidad JIMENA CARRASCO M ADARIAGA. Terapeuta ocupacional y Doctora en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente es profesora auxiliar de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile. Ha investigado principalmente los sistemas de salud mental en Chile, las tecnologías de producción de subjetividad y su relación con lógicas de gobierno. A RTHUR A RRUDA L EAL FERREIRA. Psicólogo y Doctor en Psicología por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Ha realizado postdoctorados en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid) y en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá). Es profesor asociado del Instituto de Psicología de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Sus principales líneas de investigación son la historia y la epistemología de la psicología, la producción de subjetividad y los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. YURI CARVAJAL BAÑADOS. Médico cirujano por la Universidad de Valparaíso y Doctor en Salud Pública por la Universidad de Chile. Director (ADP) del Hospital de Puerto Montt y profesor asistente de Epistemología en el Doctorado de Salud Pública y de Administración de Datos en el Magíster de Salud Pública de la Universidad de Chile. Miembro de HUMUS editores. Entre sus publicaciones destacan: Volver al hospital. Por una salud pública integrada a las clínicas (2016) y la coedición, junto a María José Correa, de Historia de los medicamentos. Apropiaciones e invenciones en Chile, Argentina y Perú (2016). Sobre los autores · 325 TUILLANG YUING A LFARO. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Actualmente es profesor en el Colegio Alonso de Quintero. Investigador independiente en las áreas de filosofía de las ciencias sociales y filosofía contemporánea. Autor de Tras lo singular. Foucault y el ejercicio del filosofar histórico (2017). IVÁN P INCHEIRA TORRES. Sociólogo por la Universidad de Concepción y Doctor en Estudios Americanos por la Universidad de Santiago de Chile. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Sus principales áreas de investigación son el cuerpo, las emociones, la gubernamentalidad neoliberal y los movimientos sociales. Entre sus publicaciones se destacan: Organizaciones juveniles en Santiago de Chile. Invisibles_Subterráneas (2009, en co-autoría); la coordinación de Archivos de frontera: el gobierno de las emociones en Argentina y Chile del presente (2012); y Espacios del conocimiento: sujeto, verdad, heterotopías. A 30 años de la muerte de Michel Foucault (2016, comp.). M ARCELA A PABLAZA S. Terapeuta ocupacional y Doctora en Ciencias de la Educación por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente es profesora auxiliar de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile. Su investigación se centra principalmente en el sistema educacional chileno, desde el enfoque de la gubernamentalidad y el análisis político del discurso. 326 · Estudios en gubernamentalidad