Portugal y España:
el siglo Pessoa
Antonio Sáez Delgado*
Palabras clave
Fernando Pessoa, literatura Portuguesa, recepción, España, literatura Española.
Resumen
La recepción de la obra de Fernando Pessoa en España consta de tres fases: una primera,
correspondiente al periodo de vida del escritor, en la que aparecen la primera traducción en
español y los contactos con algunos autores castellanos; una segunda, hasta el inicio de los
años sesenta, coincidiendo con el “primer franquismo”, en la que la presencia pessoana
empieza lentamente a ser habitual entre los escritores españoles interesados por Portugal; y
una tercera, que se prolonga hasta nuestros días, en la que asistimos al boom Pessoa, a través
de innumerables traducciones, ediciones y otras actividades de naturaleza cultural:
exposiciones, representaciones teatrales o ecos de los heterónimos en la literatura española
reciente.
Keywords
Fernando Pessoa, Portuguese literature, reception, Spain, Spanish literature
Abstract
The reception of Fernando Pessoa’s work in Spain consists of three phases: the first, which
corresponds to the period of the writer's life, in which the first translation into Spanish and
contacts with some Castilian authors are produced; the second, until the beginning of the
sixties, coinciding with the 'first Francoism', in which the personal presence began slowly to
be common among the Spanish writers interested in Portugal; and the third, which continues
to this day, when we witness Pessoa’s boom, through countless translations, editions and
other cultural activities: exhibitions, theatrical representations or echoes of the heteronyms
in recent Spanish literature.
Palavras-chave
Fernando Pessoa, literatura Portuguesa, receção, Espanha, literatura Espanhola.
* Universidade de Évora; Centro de Estudos Comparatistas, Faculdade de Letras da Universidade de
Lisboa (FLUL).
Resumo
A receção da obra de Fernando Pessoa em Espanha consta de três fases: uma primeira, que
corresponde ao período de vida do escritor, em que se produzem a primeira tradução para
espanhol e os contactos com alguns autores castelhanos; uma segunda, até ao início dos anos
sessenta, coincidindo com o ‘primeiro franquismo’, em que a presença pessoana começa
lentamente a ser habitual entre os escritores espanhóis interessados por Portugal; e uma
terceira, que se prolonga até aos nossos dias, em que assistimos ao boom Pessoa, através de
inúmeras traduções, edições e outras atividades de natureza cultural: exposições,
representações teatrais ou ecos dos heterónimos na literatura espanhola recente.
Sáez Delgado
Portugal y España
Fernando Pessoa ha logrado en las últimas décadas una presencia editorial en
España al alcance de muy pocos autores internacionales. Con una frecuencia y
personalidad tan solo factible para un selecto grupo de escritores, su obra traducida
a las diferentes lenguas peninsulares ha permeabilizado el sistema literario (y
cultural) del Estado español de una forma tan plural y múltiple como visible y eficaz.
Si la primera mitad del siglo XX fue, en la poesía, el tiempo de Eugénio de Castro y
Teixeira de Pascoaes, y la segunda mitad el de Pessoa y Eugénio de Andrade (por
no mencionar, en la prosa, la presencia permanente de Eça de Queirós o la
fundamental de José Saramago), sin duda la transición del siglo XX al XXI y las casi
dos décadas que llevamos de este último (especialmente desde 2005, año en que la
obra pessoana pasó al dominio público) dibujan un panorama de recepción
extraordinario. Este hecho ha provocado que la figura del autor de los heterónimos
sea objeto no solo de numerosísimas traducciones, sino también de estudios críticos,
números monográficos de revistas, exposiciones o encuentros universitarios,
dejando bien visible un interesante diálogo intertextual con numerosos autores
españoles. Nunca, podemos decirlo abiertamente, estuvo Fernando Pessoa tan
presente en España como en la actualidad.
Sin embargo, la recepción de Pessoa no fue siempre fácil ni sencilla. Algunos
especialistas, incluso, como RUIZ CASANOVA (2011: 178), se han referido a la misma
utilizando los términos “atípica” o “irregular”. En verdad, la profunda huella que el
escritor ha dejado en la cultura española de las últimas décadas es el resultado tanto
de su extraordinario proceso de internacionalización, por un lado, como, por el otro,
de una peculiar presencia en el país vecino, marcada por varias paradojas de
genuina raíz ibérica. Entre ellas cabe destacar, sobre todo, el hecho de que sea en
España (un país tradicional y supuestamente “de espaldas” a Portugal, y que pareció
no interesar demasiado a Pessoa) donde conocerá tanto su primera traducción
internacional como el primer volumen crítico dedicado de forma monográfica a su
poesía fuera de sus fronteras nacionales. A esta circunstancia podemos añadirle dos
nuevas paradojas: por un lado, las primeras referencias a Pessoa en territorio español
no se produjeron en el ámbito castellano, sino en el catalán y gallego; por el otro, la
recepción de la obra de Pessoa, mediado el siglo XX, se realizó, en buena medida, a
través de la publicación de textos en su lengua original, y no traducidos (o no
siempre traducidos) al castellano, situación realmente “atípica” y llamativa en el
contexto de la cultura española.
Podemos establecer tres fases en la historia de la recepción de Fernando
Pessoa en España (SÁEZ DELGADO, 2014): una primera, coincidente con el periodo de
vida del escritor (hasta 1935), en que se producen algunos contactos con escritores
españoles y su primera traducción; una segunda, que se extiende hasta finales de la
década de los años cincuenta o principio de los sesenta, en que se producen nuevas
traducciones y se realizan los primeros ensayos sobre su obra; y una tercera, que se
prolongaría hasta la actualidad, en la cual se produce el boom Pessoa y se multiplica
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su presencia en las diferentes lenguas del Estado español. Se trata, como es natural,
de fases con características diferentes, definidas por la realidad histórica que vivía
la sociedad española y por el propio proceso de publicación y divulgación de la obra
pessoana en Portugal, que se hace necesario analizar con mayor atención.
Primera fase: recepción en vida de Pessoa.
La primera noticia de Fernando Pessoa en suelo español es indirecta y se produjo en
1913, en Cataluña, de la mano del lusitanista Ignasi Ribera i Rovira, figura señera del
iberismo tripartito catalanista. Autor de libros como Portugal artístic (1905), Iberisme
(1907), La integridad de la patria; Cataluña ante el espíritu de Castilla (1907, conservado
en la biblioteca particular de Pessoa, que está en línea), Portugal y Galicia: Nación
(1911) o Portugal literari (1912), en 1913 publica en Barcelona Atlàntiques. Antologia de
poetes portuguesos, una colectánea de poetas lusos vertidos al catalán (MARTÍNEZ-GIL,
2017a) que establece un interesante vínculo entre los conceptos de saudade y
enyorantisme, con la figura tutelar de Teixeira de Pascoaes al fondo (MARTÍNEZ-GIL,
2017b). En ese contexto, evidentemente tras haber leído el artículo “A Nova Poesia
Portuguesa Sociologicamente Considerada”, aparecido en A Águia en abril de 1912,
Ribera i Rovira, que fue corresponsal de la revista, escribe: “I aquest ressorgiment ve
a ser l’albada d’un nou esclat de la civilització atlàntica, la promesa de l’adveniment
d’un supra-Camões, l’esperança que Portugal aportarà alguna cosa nova a l’humana
civilització” (RIBERA I ROVIRA, 1913: 19). Se trata, sin duda, de la primera referencia
en el estado español al poeta de los heterónimos, aunque la referencia sea indirecta,
al referirse a un texto suyo sin citar su nombre. Este papel pionero de Cataluña en la
recepción ibérica de Pessoa se equilibra con el hecho de que el escritor escribió un
puñado de textos realmente interesantes sobre la articulación del territorio catalán
en el complejo peninsular (PESSOA, 2012), llegando a citar en algunos fragmentos a
Eugenio d’Ors y Diego Ruiz (CERDÁ, 2000 y 2010, respectivamente).
El segundo espacio peninsular donde encontramos noticias de Pessoa es,
según hemos anunciado, Galicia. Allí, como ha estudiado recientemente Carlos
QUIROGA (2018: 146-157), la revista Orpheu y el grupo modernista no pasaron
desapercibidos, y consiguieron al menos cuatro artículos donde se daba fe de su
aparición: el primero, firmado por Alejo Carrera Muñoz en Vida Gallega, n.º 65, en
diciembre de 1914, titulado “Poetas lusitanos”, en el que se mencionan, entre otros,
los nombres de Fernando Pessoa, Mário de Sá-Carneiro, António Ferro y Alfredo
Pedro Guisado, el poeta de ascendencia gallega amigo de Pessoa y pieza
fundamental en la conexión del grupo con Galicia (PAZOS, 2010, 2015); el segundo,
de la autoría de Juan Barcia Caballero, apareció en abril de 1915 en El Eco de Santiago,
destacando el valor de “O Marinheiro”; el tercero fue obra, de nuevo, de Alejo
Carrera Muñoz, y se publicó en El Tea, n.º 63, el 9 de abril de 1915, en que se abunda
en el revuelo literario originado por los órficos en Lisboa; y el cuarto, firmado por
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Jesús Cano, apareció en La Concordia de Vigo en el mes de septiembre, realzando
ahora la colaboración del poeta Alfredo Pedro Guisado. Quiroga, incluso, basándose
en una hipótesis de PÉREZ LÓPEZ (2015), argumenta y defiende la posibilidad de que
una reseña de Orpheu conservada en el archivo pessoano, con un apunte a mano, en
caligrafía de Sá-Carneiro, que indica “Jornal de Vigo”, pudiera ser de la autoría del
propio Pessoa, con traducción del uruguayo-gallego Enrique Dieste, a quien Pessoa,
en efecto, hizo llegar dos reseñas de la revista para publicar en medios españoles. Si
esta hipótesis fuese correcta, estaríamos, en efecto, ante la primera aparición de un
texto del portugués en español.
Pessoa intentó, evidentemente, que la revista Orpheu fuese conocida y
divulgada en España (PÉREZ LÓPEZ, 2015), como lo demuestran, además, dos listas
(PESSOA, 2009: 451 y 454) constituidas por posibles receptores de la publicación, con
destinatarios pertenecientes a los ámbitos culturales castellano (Unamuno, Pío
Baroja, Jacinto Benavente, Joaquín Dicenta o Felipe Trigo), catalán (Ribera i Rovira,
Eugenio d’Ors o José María Jordà) y gallego (Jesús Cano o Ramón del Valle-Inclán).
Es bien sabido, de hecho, que Miguel de Unamuno recibió la revista, igual que había
sucedido en los dos años anteriores con libros de Mário de Sá-Carneiro (SÁEZ
DELGADO, 2017). La conocida carta firmada por Pessoa que acompaña el envío de
Orpheu a Unamuno define a la perfección la diferencia de registro existente por
entonces entre los jóvenes modernistas portugueses y el Rector salmantino, y se
convierte en algo así como un símbolo del desentendimiento entre autores
pertenecientes, sin duda, no solo a generaciones diferentes, sino a universos
distantes, por mucho que compartieran preocupaciones como el nacionalismo o la
posteridad de la obra literaria:
Por este correio enviamos a V. Exª o primeiro número da nossa revista Orpheu. Como
depreenderá de uma, ainda que rápida, leitura, esta revista representa a conjugação dos
esforços da nova geração portuguesa para a formação duma corrente literária definida,
contendo e transcendendo as correntes que têem prevalecido nos grandes meios cultos da
Europa. Tomamos a liberdade de chamar para isto a sua atenção, e de lhe pedir que examine
de perto a atitude essencial da nossa arte literária; estamos certos que n’ella terá a surpresa
de encontrar qualquer coisa que não se lhe terá deparado no seu percurso através das
literaturas conhecidas. Como temos a consciência absoluta da nossa originalidade e da nossa
elevação, não temos escrúpulo algum em dizer isto.
(apud MARCOS DE DIOS, 1978)
No es difícil imaginar que el tono de la carta provocaría no solo el desdén, sino el
rechazo de Unamuno, más preocupado por la eternidad que por la vanguardia,
circunstancia que hizo que no escribiera una sola línea sobre la revista ni sobre el
firmante de la misiva. Estamos, de hecho, ante la gran oportunidad perdida para
una hipotética primera recepción importante de Pessoa en España, pues la figura
pública del autor de Niebla hubiera representado un papel mediador sin duda de
primer nivel, y su silenció causó alguna amargura en Pessoa, que llegó a polemizar
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con el español en un texto escrito en inglés, posiblemente de 1931, que tiene como
base una entrevista realizada un año antes por António Ferro a Unamuno, en la que
este defiende la primacía del castellano sobre las demás lenguas ibéricas (PESSOA,
2012: 104-105).
Lo más probable es que Unamuno y Pessoa se hubieran leído mutuamente en
las páginas de A Águia, pues la imagen del Pessoa ensayista fue la que prevaleció en
España durante toda esta primera fase de recepción. Este hecho se pone, una vez
más, de manifiesto en la siguiente referencia que encontramos, que se produjo en
1917 en la revista barcelonesa Estvdio, en la que el escritor y traductor Andrés
González-Blanco firma el artículo “Teixeira de Pascoaes y el saudosismo”, donde
vincula al ensayista Pessoa con el movimiento liderado por Pascoaes y Leonardo
Coimbra, en aquella que parece ser la primera mención del escritor portugués en
una revista literaria publicada en el estado español. Además, en el intervalo de
tiempo que media entre la carta a Unamuno y el artículo de González-Blanco,
exactamente en noviembre de 1915, Pessoa conoció fugazmente en Lisboa al poeta
bohemio castellano Iván de Nogales, a quien recordó en una lista de 1917 como
posible autor de un texto sobre el Sensacionismo (PÉREZ LÓPEZ, 2011), pero con el
que no tuvo más relación.
En 1918, Ramón GÓMEZ DE LA SERNA publica Pombo, donde cita a “Fernando
‘de’ Pessoa” entre un grupo de escritores “perdidos, pero frenéticos de inspiración”
que “podría compartir nuestras noches de Pombo” ([1918] 1999: 417-418). El autor
de la greguería fue una presencia española fundamental en Lisboa (llegó a tener una
casa en Estoril, junto con Carmen de Burgos) en el primer lustro de los años veinte,
tras haber conocido la ciudad y frecuentado el país desde 1916. Sin embargo, nada
indica que Ramón llegara a conocer realmente a Fernando Pessoa, más allá de que
pudieran compartir en alguna ocasión la mesa de una tertulia. No hay, de hecho, en
ninguna otra obra del español más referencias al portugués, a pesar de que frecuentó
durante años la amistad de António Ferro, con quien colaboró en varias ocasiones
(SÁEZ DELGADO y PÉREZ ISASI, 2018: 115-121). Se perdía, así, tras la de Unamuno, una
segunda magnífica oportunidad para que el nombre de Pessoa pudiera llegar a
España, pues el magisterio de Gómez de la Serna sobre los escritores de su
generación (la del 14) y sobre los modernistas y vanguardistas ibéricos estaba, ya
por entonces, fuera de toda duda.
Ese mismo año de 1918 nace en Madrid el Ultraísmo, el movimiento
autóctono más importante de la vanguardia española. Con el magisterio del
modernista Rafael Cansinos Assens como referencia fundamental, y con el ímpetu
juvenil de Guillermo de Torre como estímulo de liderazgo, los ultraístas
pretendieron adelantar la hora literaria española hasta el meridiano internacional,
trayendo al territorio patrio una notable dosis de audacia estética y de
cosmopolitismo. Aunque sus frutos principales haya que buscarlos en la vida de sus
revistas (como Grecia o Ultra) y no en un amplio conjunto de obras individuales, la
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verdad es que los poetas ultraístas (entre los que se contó un joven Jorge Luis Borges)
sentaron las bases para la robusta arquitectura poética de la generación del 27, para
cuyo éxito contribuyeron con su grito de libertad con respecto a los moldes de las
letras finiseculares.
En ese contexto, el de los poetas ultraístas, aparecen los nombres de tres
autores andaluces que establecieron contacto con Fernando Pessoa y se convirtieron
en los primeros mediadores entre el autor de Mensagem y España: Adriano del Valle,
Rogelio Buendía e Isaac del Vando-Villar. El primero de ellos fue, en verdad, el único
escritor español con el que Pessoa mantuvo una cierta relación de amistad (SÁEZ
DELGADO, 2002), entre 1923 y 1924, originada por el paso de su luna de miel en
Lisboa, donde Adriano del Valle frecuentó el círculo de la revista Contemporânea, de
la que fue, como Pessoa, colaborador. La amistad surgida entre ambos alcanzó a
Buendía y Vando-Villar, que también, como Adriano, aunque con menor intensidad,
cruzaron cartas con el autor de los heterónimos en los dos años mencionados.
Gracias a esos contactos se fraguó la primera traducción de unos poemas de
Pessoa en España (en la que parece ser, en rigor, la traducción adánica de Pessoa en
el contexto internacional), cuando Buendía vierte al castellano cinco fragmentos de
las Inscriptions escritas en lengua inglesa, que vieron la luz en el diario La Provincia
de Huelva, en Andalucía, el día 11 de septiembre de 1923 (Fig. 1).
Una semana más tarde, en concreto el día 18 de ese mismo mes de septiembre,
Adriano del Valle publicó en el periódico La Unión de Sevilla un artículo en el que
recogía un amplio fragmento de una carta de Pessoa en la que comentaba el libro de
Buendía La rueda de color, bajo el significativo título de “En torno a La rueda de color.
Opinión de un poeta portugués sobre un libro de Rogelio Buendía”. En él, el poeta
español se refería a Pessoa con las siguientes palabras:
Con ocasión de mi reciente viaje a Portugal, hube de conocer en Lisboa a uno de los más
puros y selectos hombres de letras de aquel bello país ibérico: Fernando Pessoa. A su virtud
de gran poeta, de ciudadano avecindado en Lunalópolis, une la depuradísima cualidad de
ser uno de los más sagaces críticos literarios de su país y de poseer un espíritu tan amplio y
tan abierto a todas las fuerzas ciegas de la Naturaleza —“súbdito del mar y del cielo”, se
llama él— que toda su obra crítica está llena de una gran prodigalidad de comprensión, de
una fina sonrisa de simpatía, para todas las más audaces manifestaciones del arte
contemporáneo. […] Esta carta que traducimos, inflamada por ese bello epistolar, tan lleno
de reverberaciones atlánticas, que es peculiar en Pessoa, hace, mejor que nosotros, el más
cumplido elogio de nuestro camarada lusitano, al propio tiempo que nos demuestra, en
símbolos, cómo una joven y gloriosa bandera portuguesa, “súbdita del mar y del cielo”, se
inclina, en una fraternal reverencia internacional, para saludar a la bandera lírica de uno de
los más brillantes y jóvenes poetas españoles.
(VALLE, 1923)
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Fig. 1. “Inscripciones, por Fernando Pessoa” (traducción de Rogelio Buendía).
La Provincia, Huelva, 11 de septiembre de 1923, p. 1.
Primera traducción internacional de Fernando Pessoa.
En el periódico La Provincia, gracias al trabajo de Adriano del Valle y Rogelio
Buendía, no solo aparecieron los primeros poemas de Pessoa en España, sino
también textos de Mário de Sá-Carneiro, António Botto, Judith Teixeira y del
simbolista Camilo Pessanha. Pero, a pesar de esa temprana y, sin ningún género de
dudas, importante traducción, la recepción de Pessoa pasó casi desapercibida
incluso entre las propias filas ultraístas, pues los referentes líricos portugueses en
sus principales revistas continuaron siendo Eugénio de Castro y Teixeira de
Pascoaes.
En 1927 aparece en Madrid La Gaceta Literaria, dirigida por Ernesto Giménez
Caballero, en la cual encontramos varias veces citado el nombre de Pessoa,
principalmente en el contexto de las colaboraciones firmadas por autores
presencistas, como João Gaspar Simões o José Régio. Sin embargo, la creciente
politización del ambiente cultural madrileño y la lectura que Giménez Caballero
hacía del espacio cultural iberoamericano desde una perspectiva centralista y
hegemónica con base en Madrid, propiciaron el distanciamiento de los autores de
Presença (LOURENÇO, 2005), que acabaron desvinculándose del proyecto.
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Un año después, en 1928, encontramos de nuevo un poema de Fernando
Pessoa publicado en España. En ese momento, Gabriel García Maroto coordinó el
Almanaque de las Artes y las Letras para 1928, en el que aparecen juntos, por vez
primera y única, algunos de los grandes nombres de la generación del 27 (con
Federico García Lorca a la cabeza) junto a la plana mayor del primer Modernismo
portugués (Pessoa, Sá-Carneiro y José de Almada Negreiros). Sin embargo, la
responsabilidad fundamental de estas colaboraciones no hay que buscarla entre los
hombres del 27, que permanecieron, por lo general, bastante ajenos a Portugal y su
cultura, sino en el papel de mediación desarrollado por Almada Negreiros, que
residió en Madrid entre 1927 y 1932, años en que establece una notable red de
contactos con escritores, pintores, músicos, actores y arquitectos españoles (SÁEZ
DELGADO y SOARES, 2017). En el Almanaque, Pessoa publica “Pierrot bêbado” (Fig. 2),
que ya había aparecido en las páginas de Portugal Futurista en 1917, y el poema
aparece, como las demás colaboraciones portuguesas, en su lengua original, sin
traducción, marcando una línea inusual en el ámbito de la cultura castellana
(habitualmente necesitada y habituada a las traducciones), que, sin embargo, no
dejará de ser relativamente frecuente en el caso de Pessoa.
Fig. 2. Fernando Pessoa, “Pierrot bebado”, in Almanaque de las Artes y las Letras para 1928,
ordenado por Gabriel García Maroto. Madrid: Biblioteca Acción.
Segunda publicación de poemas de Pessoa en España.
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Se trata, además, de la última aparición realizada en España antes de su
fallecimiento en 1935, año en que la célebre Enciclopedia Espasa-Calpe cita su nombre
como referente inmediato de la generación de Presença (Enciclopedia Espasa-Calpe,
1935: 921). Se cierra así esta fase de recepción del escritor, marcada por la aparición
de su primera traducción en 1923, por los contactos con los jóvenes poetas ultraístas
y por los desencuentros previos con Miguel de Unamuno y Ramón Gómez de la
Serna. Su visibilidad durante este tiempo en el contexto peninsular fue reducida, y
tendrá que esperar hasta los años cuarenta, momento en el que el inicio de la
publicación de sus Obras completas en la editorial lisboeta Ática sitúa su figura en un
nuevo paradigma, para conocer nuevos textos publicados en España.
Segunda fase: recepción en el periodo del primer franquismo.
Tras la guerra civil española, la literatura —como la sociedad— española sufrió una
convulsión de dimensiones notables, al ver partir hacia el exilio a un extraordinario
conjunto de escritores republicanos. Los que permanecieron, fieles al régimen,
colaboradores circunstanciales u opositores silenciados o silenciosos, ven nacer una
literatura oficial de corte clasicista, neopopular y religiosa, en convivencia más o
menos activa con una literatura social frecuentemente entreverada con elementos de
corte existencialista. En el campo de la lírica, el viejo debate entre “poesía arraigada”
(la de los vencedores, cuyo máximo exponente sería la revista Escorial) y
“desarraigada” (la de los críticos, cuyo órgano sería Espadaña), hoy superado en su
expresión como dos trincheras estéticas irreconciliables, aisladas entre sí y del
contexto internacional, acabó, de alguna forma, constituyendo el caldo de cultivo de
la recepción de Fernando Pessoa en este momento histórico (CERDÀ, 2005).
En ese contexto, podemos encontrar a Fernando Pessoa en revistas de
diferente expresión y orientación, como la clasicista Garcilaso, dirigida por José
García Nieto, y su rival estética Espadaña, donde domina una línea disidente,
orientada desde León por Victoriano Crémer. Pero conviene matizar esta afirmación:
si bien es verdad que en la primera entrega de Espadaña encontramos un texto de su
director, titulado “España limita al este…” (CRÉMER, 1944: 10), en el que analiza la
última poesía portuguesa y donde cita a Pessoa (“Conocíamos la existencia de
núcleos de jóvenes poetas con auténtica personalidad, a quienes la magnífica
plenitud de Fernando Pessoa arrebataba y sostenía”), la verdad de los hechos parece
indicarnos que la recepción de Pessoa en las décadas de los años cuarenta y
cincuenta se fraguó en las calderas de una política cultural oficial y oficialista,
dirigida desde Madrid por los nombres afectos al Régimen, que encontraron en
António Ferro (director del Secretariado de Propaganda Nacional del gobierno de
Salazar y que fuera amigo de Fernando Pessoa, como es bien sabido) al compañero
perfecto para realizar una política de aproximación cultural entre los dos países. Se
trataba, en realidad, de una calculada estrategia política para ofrecer una imagen de
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normalidad y aperturismo que contrarrestase esa especie de bancarrota cultural en
que se sumía la España de la posguerra, tras el exilio masivo de grandes figuras de
su cultura. La poesía sirvió de una manera muy especial a esa construcción ilusoria,
dando una imagen de pluralismo y bienestar que Jaume Pont ha definido como la
“cortina de humo de la lírica” (PONT, 2007).
En Garcilaso apareció la segunda traducción española de Pessoa, exactamente
en el número 13, de mayo de 1944 (Fig. 3). En él, el poeta Rafael Morales (que había
inaugurado un año antes la mítica colección Adonais, con Poemas del toro), formado
en la Universidad de Coimbra y traductor de piezas de Eça de Queirós, Adolfo
Casais Monteiro, Alberto de Serpa o Fernando Namora, vertió al castellano, y la
revista lo ofreció en versión bilingüe, el poema “Qualquer música”, publicado
originalmente en el n.º 10 de Presença, en marzo de 1928, y después en Poesias, primer
volumen (1942) de las Obras de Ática.
Fig. 3. Fernando Pessoa, “Una música cualquiera”
(traducción de Rafael Morales), Garcilaso nº 13. Madrid, mayo de 1944, s/p.
Segunda traducción publicada de Fernando Pessoa en España.
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En esos años centrales de la década de los cuarenta, las relaciones entre las
culturas oficialistas de ambos países se estrecharon notablemente. La comunión
ideológica se perfilaba en los gabinetes oficiales, y se promovía una política de
aproximación a la que no fue ajeno el hermanamiento producido, a ojos de los
nuevos líderes peninsulares, entre el espíritu aún vivo del integralismo lusitano de
António Sardinha y sus seguidores, y la Acción Española orientada por Ramiro de
Maeztu y el Marqués de Quintanar. Téngase en cuenta que en marzo de 1939 se
había firmado el “Tratado de amistad y no agresión” entre los dos países, rubricado
por Oliveira Salazar y por Nicolás Franco, hermano del dictador español, en un
nuevo intento de reconstruir un escenario público en el que la cultura blanqueara,
bajo una fórmula apaciguadora, una realidad en la que, sin embargo, los gobiernos
de ambos países nunca parecieron dejar de mirarse de soslayo.
Entre 1944, de hecho, y 1949, año del doctorado Honoris Causa de Francisco
Franco por la Universidad de Coimbra, narrado por Ernesto Giménez Caballero a
mayor gloria del caudillo ese mismo año en Amor a Portugal, se sucede una serie
interesante de eventos y publicaciones en las que de nuevo volvemos a encontrar el
nombre de Fernando Pessoa.
En efecto, unos pocos días antes de la publicación del poema de Pessoa
traducido por Morales, en concreto el día 26 de abril de ese mismo año de 1944, se
realizó un recital público de poesía portuguesa en el Alcázar de Sevilla, donde la
directora del Teatro Nacional D. Maria II de Lisboa, Amélia Reu Colaço, declamó
versos de varios autores portugueses —de Gil Vicente a Afonso Lopes Vieira— entre
los cuales aparece Fernando Pessoa (GÓMEZ BAJUELO, 1944: 33). Las traducciones de
aquellos poemas recitados fueron obra de tres notables poetas: José María Cossío
(que había publicado la antología El soneto portugués un año antes), Dámaso Alonso
(que había traducido previamente a Gil Vicente) y Gerardo Diego, que publicó una
traducción de “El monstruo” (“O mostrengo”, de Mensagem) en Tántalo (1960). Sin
embargo, la traducción de Diego ya estaba hecha en 1944, y sitúa a su autor entre el
grupo pionero de mediadores de Pessoa. Este hecho lo confirma la crónica de una
segunda lectura, realizada por Maria Manuela Couto Viana, en el hotel Ritz de
Madrid el 25 de junio de 1946, con motivo de una Fiesta de la hermandad hispanoportuguesa auspiciada por Ferro, donde se cita el nombre de Diego y la lectura de
“El monstruo” de Pessoa (ANÓNIMO, 1946: 17). Conviene, por lo tanto, adelantar el
papel desempeñado por el autor de Imagen, nombre fundamental de la vanguardia
española desde las filas del Creacionismo, hasta 1944, aunque su traducción no
parece que se publicara hasta el volumen de 1960.
Entre una lectura y otra, en concreto el 28 de febrero de 1945, un nombre
fundamental de la poesía española oficialista del momento, José García Nieto,
fundador y director de Garcilaso, escribió en el diario Línea de Murcia, bajo el
seudónimo José María Lizar, un interesante artículo titulado “Letras en Portugal.
Fernando Pessoa”, en el que afirma rotundamente:
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Dentro de las letras portuguesas es Fernando Pessoa, sin duda alguna, el más grande poeta
contemporáneo. En Pessoa sí que la línea de la poesía lírica del país hermano, se trunca y se
vitaliza, toma rumbo distinto y eterno a la vez, ordena ya para mucho tiempo las voces que
han de sucederle, marca un punto de fuego en el atormentado tiempo del decir de los
hombres. Hablar de Pessoa en Portugal es sentir alrededor nuestro la unanimidad de todas
las preferencias, es ver coincidir, como de milagro, a tirios y troyanos para alabar al poeta
genial, ya desaparecido, pero para siempre paladín de la poesía lusitana durante una época
ancha y profunda.
(LIZAR, 1945: 5).
El ambiente, por lo tanto, parecía propicio para el desembarco pessoano. En ese
contexto, en 1946 ve la luz la primera colectánea de poemas de Pessoa en España,
bajo el título Poesías y de la mano del catedrático de literatura Joaquín de
Entrambasaguas (Fig. 4). Apareció como suplemento (de 48 páginas) de Cuadernos
de literatura contemporánea, revista dirigida por el propio Entrambasaguas, y en
concreto dentro de la serie “Antología de la literatura contemporánea”. El proyecto
editorial pertenecía al CSIC, que nació vinculado al nacionalcatolicismo del
Régimen, y que colaboró abiertamente en la difusión de autores portugueses dentro
del contexto ideológico que hemos mencionado.
Fig. 4. Fernando Pessoa, Poesías (nota preliminar y selección de Joaquín de Entrambasaguas).
Madrid, CSIC, 1946. Primera selección de poemas de Pessoa publicada en España.
Para esta pequeña antología, su autor se sirvió como base fundamental del
volumen Poesia de Fernando Pessoa, de Adolfo Casais Monteiro, cuya segunda edición
había aparecido en 1945. En ella se ofrecen (de nuevo en su lengua original, sin
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traducción al castellano) poemas, por este orden, del ortónimo, Alberto Caeiro,
Ricardo Reis y Álvaro de Campos. Entrambasguas firma su estudio preliminar (de
once páginas) en Lisboa, en la primavera de 1946, y en él establece una interesada
genealogía del desdoblamiento heteronímico que le conduce a invocar los nombres
de Fray Luis de León o Quevedo junto a los más cercanos de Antonio Machado o
Eugenio d’Ors. Sin embargo, probablemente lo más interesante de estas páginas es
la rotundidad con que Entrambasaguas, como ya hiciera García Nieto, sitúa a Pessoa
en el lugar más destacado del canon de la lírica lusa:
Es indudable que de toda la lírica lusitana contemporánea —pese a los destacados poetas con
que cuenta— la figura más importante y trascendental es la de Fernando Pessoa. […] Otro
gran poeta, Adolfo Casais Monteiro, no duda en considerarlo, con Camões, Antero de
Quental y Teixeira de Pascoaes, como una de las cumbres de la evolución poética de su país.
En España, por desidia imperdonable, no se conoce la obra de Fernando Pessoa, que abre
nuevos horizontes a la poesía lírica de nuestro tiempo, pero en Portugal la crítica,
unánimemente, reconoce en él uno de esos poetas cuyo nombre marca una época literaria.
(ENTRAMBASAGUAS, 1946: 3-4)
En 1946 apareció también, editado por el Serviço Nacional de Informações que
dirigía António Ferro, impreso en Lisboa pero publicado en español, el libro Visión
de la literatura portuguesa, de José Osório de Oliveira, donde encontramos
información sobre Pessoa y un retrato del poeta, y en 1947 se publicó Antologia da
lírica portuguesa contemporânea, de António Jorge Dias, editada por la Universidad de
Santiago de Compostela, donde encontramos el poema “Mar portugués”,
perteneciente a Mensagem. Parece evidente, visto este momento de efervescencia,
que nombres como José García Nieto o Joaquín de Entrambasaguas, además de los
citados posteriormente, tras las aportaciones de Rafael Morales y Gerardo Diego,
actuaron de forma firme en un intento de cambio de paradigma de la recepción de
la poesía portuguesa en España, comenzando un proceso de legitimación de la
figura de Pessoa como sustituto histórico de Eugénio de Castro o Teixeira de
Pascoaes, los poetas más traducidos y divulgados en España todavía en los años
cuarenta.
Sin duda, la breve antología de Entrambasaguas y algunos otros textos breves
publicados en aquel momento sobre Pessoa (que aparecen recogidos en RUIZ
CASANOVA, 2011) sembraron el interés para que los críticos se fueran acercando a la
obra pessoana. Es el caso del aragonés, exiliado posteriormente en Estados Unidos
en los años sesenta, Ildefonso-Manuel Gil, autor del volumen Ensayos sobre poesía
portuguesa, donde incluye un amplio capítulo titulado “La poesía de Fernando
Pessoa”, en el que sigue la línea interpretativa de Entrambasaguas y no traduce los
fragmentos citados en el texto, aunque ofrece, por el contrario, una traducción en
castellano del fragmento central de la conocida carta a Adolfo Casais Monteiro sobre
la génesis de los heterónimos. Gil destaca el intelectualismo de Pessoa y aboga por
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la “indestructible unidad” (GIL, 1948: 36) de su obra, por encima incluso del discurso
de los heterónimos.
Así, llegamos a un nuevo momento clave en la recepción pessoana en España,
cuando, en el año 1955, de nuevo Joaquín de Entrambasaguas publica la monografía
Fernando Pessoa y su creación poética, un volumen de más de 150 páginas en el que
retoma el hilo argumentativo de su texto de 1946 y se adentra en el universo del
poeta portugués, en el que parece ser el primer estudio crítico de carácter
monográfico dedicado a Pessoa fuera de Portugal (Fig. 5). En él, sin citar los
contactos establecidos por Adriano del Valle y la traducción adánica de Rogelio
Buendía, el profesor afirma que “En España, por desidia incalificable, nada se había
publicado sobre Pessoa hasta que le dediqué, en 1946, un breve pero fervoroso
estudio” (ENTRAMBASAGUAS, 1955: 8), e indica que el volumen mencionado venía a
suponer la reparación pública de ese silencio.
Figs. 5 y 6. Libros de Ildefonso-Manuel Gil y Joaquín de Entrambasaguas.
El de 1955, es la primera monografía crítica dedicada a Pessoa.
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La radicalidad con que Entrambasaguas defiende la poesía pessoana, en la
línea de los textos anteriores ya citados, sirvió, sin duda, para ayudar a construir la
figura del escritor en la España del primer franquismo, sentando las bases de la
enorme proyección que comenzará a alcanzar pocas décadas después: “Por eso
Fernando Pessoa, profundamente lírico, fabulosamente expresivo, no es sólo el más
grande poeta de Portugal en su tiempo y uno de los mejores contemporáneos, sino
también, en la poesía universal, el más alucinante ejemplo del fenómeno humano y
literario de la creación poética” (ENTRAMBASAGUAS, 1955: 154). En ese contexto, no
es de extrañar que la magnífica colección Adonais, promovida en 1943 por José Luis
Cano y en la que aparecieron los nombres fundamentales de la poesía internacional,
publicara en 1957 el primer volumen dedicado íntegramente a la poesía pessoana,
en concreto a los Poemas de Alberto Caeiro, con selección, versión, prólogo y notas de
Ángel Crespo, quien habría de convertirse, ya en la tercera fase de la recepción, en
uno de sus mediadores más activos y rigurosos.
Tercera fase. Recepción desde los años sesenta hasta la actualidad.
En los primeros años sesenta, la recepción de la obra de Fernando Pessoa vivió un
hito fundamental, cuando el poeta Octavio Paz publicó la Antología (1962) que hizo
célebre al portugués en el espacio hispanoamericano, que contó con prólogo,
selección y traducción del mexicano. El texto de Paz que abre el volumen, “El
desconocido de sí mismo”, continúa aun hoy siendo una de las referencias
fundamentales para comprender la poesía del autor de los heterónimos, que
aparecen ahora antecediendo a la poesía del ortónimo, encabezados por el maestro
Caeiro. La mediación de Octavio Paz resultó fundamental en este proceso, pues el
libro, aunque publicado por la UNAM en México, tuvo una pronta circulación en
España y, gracias en buena medida al prestigio del poeta americano, consiguió
hacerse visible en los círculos literarios del país. Paz, además, había leído los ensayos
críticos de Entrambasaguas, Gil y Crespo (PIZARRO 2019), con lo cual se demuestra
que su participación en el eje receptor hispanoamericano tendió sus puentes a ambos
lados del Atlántico.
A pesar de que Jorge Guillén tradujo los poemas “Pecado original” de Álvaro
de Campos y “Cansa sentir cuando se piensa” del ortónimo (ambos ven la luz en
Homenaje, 1967), todavía tardó en aparecer la primera antología poética de Pessoa en
España, que tuvo como responsable al poeta y crítico catalán Rafael Santos Torroella,
quien tradujo unos Poemas escogidos (Plaza&Janés) en 1972. A partir de este
momento, comenzó lentamente a fraguarse el boom de Pessoa en España, que alcanzó
su cénit en los años ochenta y noventa, y del que aún seguimos participando, hasta
el punto de que resulta una tarea que roza lo imposible ofrecer un catálogo
exhaustivo de las traducciones realizadas hasta la actualidad, así como la totalidad
de estudios dedicados a su obra, revistas, exposiciones, espectáculos teatrales,
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seminarios universitarios o publicaciones de diversa índole. Intentaremos, no
obstante, citar algunos de los elementos más importantes que convierten al escritor
portugués en una presencia habitual y en casi un emblema de Portugal en el seno de
la vida cultural española, remitiendo a la entrada dedicada al autor (elaborada por
Perfecto Cuadrado) en el Diccionario histórico de la traducción en España para una
información más completa en lo relativo a las traducciones realizadas en las
diferentes lenguas peninsulares (CUADRADO, 2009: 887-890).
Hablar de la recepción de Pessoa en España en la década de los ochenta
significa, inmediatamente, hacerlo del extraordinario trabajo desarrollado por Ángel
Crespo. En 1982 publicó su esencial antología El poeta es un fingidor (Espasa-Calpe,
incorporada en 2018 al prestigioso catálogo de Cátedra), en 1984 su personal Libro
del desasosiego (Seix-Barral) y sus Estudios sobre Pessoa (Bruguera), en 1988 la biografía
La vida plural de Fernando Pessoa (Seix Barral) y en 1995 el volumen de ensayos Con
Fernando Pessoa (Huerga y Fierro), títulos que divulgaron notablemente la figura del
escritor y marcaron, sin duda, una forma de leerlo. Otros dos nombres
fundamentales de aquel momento fueron José Antonio Llardent, que publicó en
1978, con introducción y notas suyas, una Antología de Álvaro de Campos (Editora
Nacional) y en 1983 una amplia antología (Poesía, Alianza Editorial); y Miguel Ángel
Viqueira, que tradujo y anotó en 1981, con prólogo de Gonzalo Torrente Ballester,
dos volúmenes de Obra poética (Libros Río Nuevo). A ellos, hay que unir el trabajo
realizado por otros estudiosos, como el poeta y profesor José Luis García Martín,
que en 1982 publicó Fernando Pessoa (Júcar, reescrito como Fernando Pessoa, sociedad
ilimitada en 2002, Llibros del Pexe), un amplio estudio biográfico y crítico seguido de
una extensa antología de poemas; Ángel Campos Pámpano, que tradujo, entre otros,
El marinero en 1982 (Pre-Textos) y, ya en 2001, con prólogo suyo, la amplia y sólida
antología Un corazón de nadie. Antología poética 1913-1935 (Galaxia Gutenberg);
Perfecto E. Cuadrado, autor —entre otros títulos— de la segunda traducción
española del Libro del desasosiego (Acantilado, 2002, edición de Richard Zenith); José
Ángel Cilleruelo, que seleccionó en 1985 con García Martín los fragmentos de un
amplio volumen de Teoría poética (Júcar); Nicolás Extremera Tapia, Enrique
Nogueras Valdivieso y Lluïsa Trias i Folch, que publicaron en ese mismo año un
amplio volumen titulado Sobre literatura y arte (Alianza Tres), en el que recogían
material de las Páginas de Doutrina Estética, de las Páginas de Estética e de Teoria e
Crítica Literárias y de las Páginas Íntimas e de Auto-Interpretação. A los nombres de
estos traductores debemos unir, en los años ochenta y noventa, los de otros también
activos, como Adolfo Montejo Navas, Pablo del Barco o Jesús Munárriz, que desde
su atalaya en la editorial Hiperión tradujo Mensaje, en 1997, o los Cantares, ya en
2006.
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Fig. 7. Antología poética organizada por Ángel Crespo.
A este rico panorama hay que unir el papel desempeñado por las revistas
literarias, con al menos cuatro hitos fundamentales: el número monográfico que
dedicó al poeta la revista Poesía, n.º 7-8, en 1980, dirigida por Gonzalo Armero y
coordinada por Eduardo Freitas da Costa, José Antonio Llardent y Joaquín Puig; el
que ofreció, en 1987, Anthropos, n.º 74/75, bajo el título F. Pessoa. Poeta y pensador,
creador de universos, dirigida por Ramón Gabarrós; el dossier que le dedicó Hora de
poesía, nº 57-58, bajo la dirección de Rosa Lentini Chao, en 1988; y el monográfico de
Revista de Occidente, nº 94, en 1989, dirigida por Soledad Ortega.
En los primeros años ochenta comienzan también a aparecer traducciones en
Cataluña, siendo las primeras la que firma Pep Vila en la revista de Girona L’estruc,
en 1981, y la de Lluís Solà, en Reduccions. Revista de poesía, 1983. Estas dieron pie a las
traducciones de la poesía venidas de la mano de Joaquim Sala-Sanahuja (Poemes
d’Álvaro de Campos, Edicions del Mall, 1985; Poemes d’Alberto Caeiro, Edicions del
Mall, 1986; Odes de Ricardo Reis, Edicions 62, 1992; y Poemes de Fernando Pessoa,
Quaderns Crema, 2002) y a dos traducciones del Livro do desassossego: Llibre del desfici,
por Vimala Devi y Manuel de Seabra (Proa, 1990) y Llibre del desassossec, por Gabriel
Sampol y Nicolau Dols (Quaderns Crema, 2002), así como a otros libros, entre los
que destaca Escrits sobre Catalunya i Ibèria (editado y traducido por Víctor MartínezGil, L’Avenç, 2007), muchos de los cuales con reediciones hasta nuestros días.
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En los años noventa y ya en las dos últimas décadas, editoriales como Abada
(gracias al trabajo de Juan Barja y Juana María Inarejos Ortiz), Acantilado
(fundamentalmente a través de las traducciones de Roser Vilagrassa), Alianza,
Hiperión (con Jesús Munárriz a la cabeza), Pre-Textos (con una clara apuesta por las
ediciones originales coordinadas por Jerónimo Pizarro), Quaderns Crema,
Renacimiento, Seix Barral o Visor continuaron apostando en la obra pessoana,
abarcando lo más destacado de su producción existente en portugués o inglés. En
2006 aparece Garaipen oda, primer volumen en euskera (traducido por Xabier
Galarreta), al que seguiría, en 2012, Poemak pluralean (por Iñigo Roque Eguzkitza).
Cuentos, diarios, epistolarios, aforismos y fragmentos de diversa índole son
traducidos en estos años, hasta llegar en 2010 a una tercera traducción del Libro del
desasosiego (por Manuel Moya, editorial Baile del sol, siguiendo de nuevo la edición
de Richard Zenith) y a una cuarta en 2014 (traducción de Antonio Sáez Delgado e
edición de Jerónimo Pizarro) en la editorial Pre-Textos, que había publicado en 2013
los textos ibéricos de Pessoa reunidos en Portugal por Pablo Javier Pérez López y
Jerónimo Pizarro (Ática, 2012) bajo el título Iberia. Introducción a un imperialismo
futuro (traducción e introducción de Antonio Sáez Delgado). En 2014 apareció
también, en traducción de Enrique García Rodríguez, el Llibru del desasosiegu en
asturiano (Alto Creativos), e incluso en gallego podemos encontrar muestras de la
obra pessoana, como O banqueiro anarquista (traducido por Xoán Montero
Domíngurez, Edicións Embora, 2007) o la reciente Poesia recogida y traducida por
Carlos Taibo (Catarata, 2014).1
Un género que también ha experimentado un crecimiento exponencial en los
últimos años es el de los ensayos o monografías dedicadas al autor, desde diversas
perspectivas: crítica literaria, biografía, filosofía, política, psicología, etc. Entre ellos,
caben destacarse títulos como Fernando Pessoa: identidad y diferencia, de Manuel Ángel
Vázquez Medel (Alfar, 1988); Poética y metafísica en Fernando Pessoa, de Pedro Martín
Lago (USC, 1993); La vida sexual de Fernando Pessoa, de Dori Salomó (Bromera, 1994);
El caso clínico de Fernando Pessoa, de Mario Saraiva (Ediciones del oriente y del
mediterráneo, 1996); Identidad y alteridad en Fernando Pessoa y Antonio Machado, de
António Apolinário Lourenço (Univ. Salamanca, 1997); El discurso cartográfico,
filosófico y postcolonial en Mensagem, de Fernando Pessoa, de Carmen Moreno Nuño
(Episteme, 1998); Extraño extranjero: una biografía de Fernando Pessoa, de Robert
Brechon (Alianza, 2000); Adriano del Valle y Fernando Pessoa: apuntes de amistad
(Llibros del pexe, 2002) y Pessoa y España (Pre-textos, 2015), de Antonio Sáez
Para una visión exhaustiva de las traducciones pessoanas en España, junto a la entrada
correspondiente al autor en el Diccionario histórico de la traducción en España, elaborada por Perfecto
Cuadrado, recomendamos la consulta del catálogo electrónico del ISBN (más de 200 entradas):
http://www.mcu.es/webISBN/tituloSimpleFilter.do?cache=init&prev_layout=busquedaisbn&layout
=busquedaisbn&language=es (última consulta 21 de agosto de 2019).
1
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Delgado; Fernando Pessoa y otros precursores de las revoluciones nacionales europeas, de
Raúl Morodo (Biblioteca Nueva, 2005); Sexualidad y esoterismo en Fernando Pessoa, de
Madeleine Jordà (Lleonard Muntaner, 2006); Fernando Pessoa, homage: proceso
heterónimo, de Francisco Peralto (Corona del Sur, 2010); Los pliegues del sujeto: una
lectura de Fernando Pessoa, de Ani Bustamante (Biblioteca Nueva, 2010); Estéticas de
vangarda. Fernando Pessoa, de Raquel Bello Vázquez (USC, 2011); Como si no pisase el
suelo: trece ensayos sobre las vidas de Fernando Pessoa, de Carlos Taibo (Trotta, 2011);
Poesía, ontología y tragedia en Fernando Pessoa, de Pablo Javier Pérez López
(Manuscritos, 2012); Lisboa: la ciudad de Fernando Pessoa, de Juan José Vázquez
Avellaneda (Recolectores urbanos, 2012); Estudi del Llibre del desassossec de
Fernando Pessoa, de Antònia Arbona i Santamaria (Luhu, 2016); Fernando Pessoa: una
mirada a través del espejo, de Juan Manuel Villamayor (Villamayor Milagro, 2017);
Fernando Pessoa: casi una autobiografía, de José Paulo Cavalcanti Filho (Manuscritos,
2017); o Fernando Pessoa: el misántropo desdeñoso, de Rafael Morales Barba (Libros del
Aire, 2019); incluso, en otro orden de cosas, ha llegado, con notable éxito, al mundo
del cómic, a través de Pessoa & cia, de Laura Pérez Vernatti (Luces de gálibo, 2012).
Más allá del mundo editorial, la figura de Fernando Pessoa ha conocido varias
exposiciones monográficas en España, entre las que cabe destacar, al menos, cinco
fundamentales, con catálogos propios: la primera de ellas tuvo lugar en pleno inicio
del boom pessoano, en 1981, y se llevó a cabo en la Fundación Juan March de Madrid,
bajo el título Fernando Pessoa, el eterno viajero, con orientación científica de Teresa Rita
Lopes; la segunda, Les Lisboes de Pessoa (comisario: Juan Insúa), se desarrolló en el
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, en 1997; la tercera tuvo como título
Fernando Pessoa en España (comisarios: Antonio Sáez Delgado y Jerónimo Pizarro), la
acogió en 2014 la Biblioteca Nacional de Madrid, y tuvo como motivo esencial la
recepción pessoana en España; la cuarta se tituló Pessoa / Lisboa (comisarios: Alberto
Ruiz de Samaniego y José Manuel Mouriño), y se celebró en el Círculo de Bellas
Artes de Madrid, entre diciembre de 2016 y marzo de 2017 (en paralelo a esta
muestra se llevó a escena Oda Marítima, con interpretación de Diogo Infante); y la
quinta y última, sin duda la que ha alcanzado una mayor divulgación entre el
público, al tomar a Pessoa como motivo central de las artes plásticas del primer
Modernismo portugués, se tituló Pessoa. Todo arte es una forma de literatura
(comisarios: Ana Ara y João Fernandes) y tuvo lugar en el Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía, de Madrid, en 2018. Esta última exposición generó una
interesante onda que favoreció la presencia pessoana en la dramaturgia de la capital
española, en la que el Teatro de La Abadía llevó a escena la pieza Enigma Pessoa, con
dirección de Pablo Viar, y se representó también El marinero, a cargo de La
Cacharrería, en el Ateneo de Madrid, dirigida por Eduardo González.
Por último, cabe destacar, siquiera brevemente, la huella que la obra de
Pessoa ha dejado en numerosos poetas españoles, algunos de los cuales, como Ponç
Pons o Adrián González da Costa, han escrito poemarios íntegros como tributo al
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escritor portugués, como Pessoanes (2003), en el caso del primero, o Rua dos douradores
(2003), en el del segundo. Asimismo, es interesante referir, aunque solo sea como
indicación para una nueva línea de investigación, la profunda huella que la creación
heteronímica ha dejado en un interesante conjunto de poetas españoles, que
desdoblan sus voces en heterónimos que multiplican su obra poética. Entre ellos, y
sin afán exhaustivo, cabe destacar a Bruno Mesa (autor de El libro de Fabio Montes,
2010), al también traductor pessoano Manuel Moya (autor del heterónimo Violeta C.
Rangel, que ha firmado libros como La posesión del humo, 1998), a Julio César Galán,
desdoblado en Jimena Alba (Introducción a la locura de las mariposas, 2015), Luis Yarza
(Para comenzar todo de nuevo, 2017), Pablo Gaudet (¿Baile de cerezas o polen germinado?,
2010) u Óscar de la Torre, que firma junto con Jimena Alba y el propio Galán el
volumen Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia (2017), a Antonio Rivero
Taravillo (creador del poeta y traductor Humberto Fabbro) o al traductor y estudioso
pessoano José Ángel Cilleruelo (y su heterónimo Clemente Casín).
Todo ello, en suma, desde la primera traducción en 1923 hasta la avalancha
editorial de los últimos años —por primera vez, incluso, existe actualmente en
España una editorial, La umbría y la Solana, con una colección dedicada por entero
a la literatura portuguesa, donde han aparecido dos obras pessoanas: Argumentos
para películas (2017) y Sobre el fascismo, la dictadura militar y Salazar (2018)—, pasando
por la recepción del escritor en los años de la dictadura franquista y en las primeras
décadas de la democracia, han configurado y construido la imagen de Fernando
Pessoa en España, un país tan cercano y tan lejano, en paralelo, a sus intereses, pero
en el cual ha alcanzado una fortuna editorial y una presencia en el ámbito de la
cultura al alcance de tan solo un selecto conjunto de nombres de la literatura
internacional. A partir de aquí, con una oferta editorial tan importante como la
existente en España en todo cuanto a Pessoa se refiere, probablemente será necesario
reevaluar y redefinir periódicamente los criterios de calidad que harán, sin duda, ir
decantando con el paso del tiempo ediciones y traducciones, hasta constituir un
perfil más exacto, aunque siempre mutable e inabarcable, del autor de los
heterónimos.
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ANTONIO SÁEZ DELGADO é professor associado com agregação na Universidade de Évora e
investigador integrado no Centro de Estudos Comparatistas da Faculdade de Letras da
Universidade de Lisboa. É especialista nas relações literárias entre Portugal e Espanha no início
do século XX, assunto ao qual dedicou vários livros (o mais recente dos quais De espaldas abiertas.
Relaciones literarias y culturales ibéricas (1870-1930), 2018, com Santiago Pérez Isasi) e numerosos
artigos e capítulos de obras coletivas. Também publicou em Espanha e Hispano-América
traduções de obras de escritores portugueses como Fernando Pessoa, José Saramago, António
Lobo Antunes e outros. Foi comissário das Exposições Suroeste. Relações Literárias e Artísticas entre
Portugal e Espanha 1890-1936 (MEIAC, 2010, com catálogo publicado em Espanha e Portugal) e,
com Jerónimo Pizarro, Fernando Pessoa em Espanha (Biblioteca Nacional de Portugal, 2013;
Biblioteca Nacional de Espanha, 2014). Como critico literário, é colaborador habitual de Babelia,
suplemento de cultura do jornal El País. É diretor da Suroeste. Revista de Literaturas Ibéricas. Em
2008 recebeu o Prémio Giovanni Pontiero de tradução, e em 2014 o Prémio Eduardo Lourenço de
Estudos Ibéricos.
ANTONIO SÁEZ DELGADO is an associate professor at University of Évora and an integrated
researcher at the Centre of Comparative Studies at Faculty of Humanities of the University of
Lisbon. He is a specialist in early twentieth century literary relations between Portugal and
Spain, subject to which he has devoted several books (the most recent of which De espaldas
abiertas. Relaciones literarias y culturales ibéricas (1870-1930), 2018, with Santiago Pérez Isasi) and
numerous articles and chapters in collective works. He has also published in Spain and Spanish
American countries translations of works by Portuguese writers such as Fernando Pessoa, José
Saramago, António Lobo Antunes, among others. He commissioned the exhibitions Suroeste.
Relações Literárias e Artísticas entre Portugal e Espanha 1890-1936 (MEIAC, 2010, which catalogue
was published both in Spain and Portugal) and, with Jerónimo Pizarro, Fernando Pessoa em
Espanha (National Library of Portugal, 2013, National Library of Spain, 2014). As a literary critic,
he is a frequent contributor to Babelia, the cultural supplement of El País newspaper. He is the
director of Suroeste, Journal of Iberian Literatures. In 2008 he received the Giovanni Pontiero
Translation Award, and in 2014 the Eduardo Lourenço Prize for Iberian Studies.
Pessoa Plural: 16 (O./Fall 2019)
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