Dave Oliphant, traductor de poesía chilena & mucho +:
hallazgo y traducción en una entrevista
Mary Anne Warken S. Sobottka 1
Universidad Federal de Santa Catarina
Dave Oliphant. Foto: Eric Beggs
Dave Oliphant (1939) nació en Fort Worth, Texas, Estados Unidos, y es Doctor
en Filosofía / Lengua Inglesa y Literatura (Universidad del Norte de Illinois, 1975) con
la tesis Poetry and Anti-poetry in the United States and Chile: Robert Lowell - William
Carlos Williams; Enrique Lihn - Nicanor Parra. Se desempeñó como docente en la
Universidad de Texas en Austin y se jubiló en 2006. Fue editor de la revista The Library
Chronicle del Centro de Investigación en Humanidades Harry Ransom 2, que cuenta con
importantes colecciones de libros raros y manuscritos, así como el archivo de la obra de
Gabriel García Márquez (1927-2014). Poeta y traductor, en su vasta lista de
publicaciones Dave Oliphant suma más de 30 libros de poesía, crítica y traducción,
entre los cuales se destacan Generations of Texas Poets (2015) y Hallazgo y traducción
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Mary Anne Warken es traductora y profesora de español. Actualmente, es estudiante de doctorado en el
Programa de Postgrado en Estudios de la Traducción de la Universidad Federal de Santa Catarina y
becaria CAPES. Egresada de Letras Lengua Española y Literatura y Magíster en Traducción Literaria de
la misma universidad (PGET/UFSC), investiga la obra de Nicanor Parra y desarrolla estudios sobre la
variación del español chileno y la literatura chilena. En el doctorado dedica especial atención a los
estudios de la traducción del texto poético realizados en Sudamérica. Correo electrónico:
warkenespanholufsc@gmail.com.
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www.hrc.utexas.edu.
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de poesía chilena (2019). Entre los artículos y ensayos de la publicación más reciente,
están tres estudios comparativos sobre Nicanor Parra (1914-2018), Enrique Lihn (19291988), Vicente Huidobro (1893-1948), Federico García Lorca (1898-1936) y Miguel de
Cervantes (1547-1616)3.
Dave, entre sus publicaciones, además de diferentes trabajos de traducción de
poesía están algunos sobre el jazz, tales como Texan Jazz (1996), The Early Swing
Era, 1930 to 1941 (2002), Jazz Mavericks of the Lone Star State (2007) y KD: A Jazz
Biography (2012). Para el trabajo que usted realiza como traductor, ¿cuál es la
importancia de la música y particularmente el jazz?
Como el jazz es un tema en la literatura mundial, a veces he traducido poemas que
tratan de la música. Más frecuentemente, en cursos de literatura, he enseñado cuentos,
novelas, obras de teatro, poesía y ensayos que están basados en el jazz o en que la
música representa ideas como la libertad y la igualdad. Como usted sabe, he escrito
bastante sobre la historia del jazz y siempre me interesan las obras en español que
mencionan la música – por ejemplo, las escrituras de Julio Cortázar. También, como
usted sabe, he escrito un ensayo sobre el jazz en la poesía chilena, y algunos de los
poemas que aparecen en ese ensayo yo traduje al inglés y fueron publicados en revistas.
Además de traducir al inglés, una vez, con la ayuda de amigos chilenos, traduje al
español dos poemas de William Carlos Williams sobre el jazz de los años 1923 y 1945.
Las traducciones fueron publicadas en la revista chilena El Navegante, y los títulos en
inglés y español son ―Shoot It Jimmy!‖ (―Tírala Jimmy!‖) y ―Ol‘ Bunk‘s Band‖
(―Banda del viejo Bunk‖). La música clásica la amo también, y tengo varios poemas
míos que tratan del tema – por ejemplo, un poema sobre el pianista chileno Claudio
Arrau. Incluso, en algunos poemas, he mencionado la música brasilera de Villa-Lobos y
Ernesto Nazareth.
Por favor, cuéntenos sobre su experiencia como docente en la Universidad de
Texas en Austin. ¿En las asignaturas se trabaja la poesía chilena con los
estudiantes? ¿Y se usan los estudios de traducción? ¿Usted considera que en
Estados Unidos existe interés por la poesía latinoamericana? En su libro Hallazgo y
traducción de poesía (2019), menciona que en la década de sesenta el poeta chileno
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Para conocer más de la trayectoria de Dave Oliphant el lector o lectora puede acceder a la página
www.daveoliphantworks.com.
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Óscar Hahn (1938-) estuvo en Texas... fue un poeta que usted tradujo. Por favor,
coméntenos cuál es para usted la importancia de la forma, las rimas y las imágenes
sonoras al realizar una traducción.
Durante mis años de docente en la Universidad de Texas en Austin, tuve la oportunidad
de enseñar un curso sobre la poesía chilena. Originalmente, di la clase en el campus de
Austin, pero después, en 2006, fui a Chile con siete alumnos para dar la misma cla se en
Santiago y a un pueblo cerca de Valparaíso. Los estudiantes pudieron conocer en
persona al famoso antipoeta Nicanor Parra y también a unos poetas jóvenes. Para mí, el
curso cerró un ciclo, desde cuando yo era alumno en la Universidad de Texas. Viajé por
primera vez a Chile como miembro de un grupo de 15 estudiantes que participaron en
un programa de intercambio entre las universidades de Texas y Chile. Fue durante esa
visita en 1965 que conocí a Don Nicanor. Dos años antes de mi introducción a Chile y a
su tradición de poesía, el poeta chileno Óscar Hahn ya había visitado Texas por medio
del mismo programa de intercambio. En 1965, después de conocer a Parra, yo hice mi
primera traducción, de unos fragmentos de su poema ―Coplas del vino‖, y en el año
1969 traduje un soneto de Hahn para una revista que se llamaba Micromegas, situada en
la Universidad de Iowa. Una clase que di sobre la poesía latinoamericana incluyó a
poetas de Brasil. Para el curso, leímos una antología publicada por la editorial de la
Universidad de Texas, y me acuerdo de que a los alumnos les gustaron mucho unos
sonetos paradójicos de João da Cruz e Sousa.
Dave, me gustaría saber si la traducción empieza a ser tema de su interés al llegar
a Chile en la década de sesenta, o si antes, en Texas, usted ya había traducido
poemas desde el idioma español. ¿Cómo se dieron los primeros pasos para su
aproximación a la traducción de poesía? En Hallazgo y traducción de poesía, usted
comenta sobre el poeta Robert Creeley (1926-2005) y dice que encuentra
similitudes con Parra. ¿Podría, por favor, contarnos un poco sobre Creeley?
Yo todavía era un estudiante de español en los años de la escuela secundaria, y no seguí
con el idioma en la Universidad. Sin embargo, me encontré con el libro de Federico
García Lorca, que se llama El Poeta en Nueva York, traducido al inglés por Ben Belitt.
No pude entender muy bien la poesía de García Lorca, pero me impresionó y me inspiró
para escribir un poema de un afroamericano que conocí. Eso fue mi primera experiencia
con una traducción del español, pero fue solamente años después, cuando enseñaba en
una escuela secundaria con muchos alumnos de herencia mexicana, que empecé a tener
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interés en la lengua. Durante la primera visita a Chile, pude hablar muy poco en
castellano, pero cuando volví al país en 1966 para enseñar literatura norteamericana en
la Universidad Católica aprendí algo y leí mucho. Fue en 1969, cuando traduje el soneto
de Óscar Hahn, que empecé a traducir la poesía chilena en serio. En 1971, volví a Chile
y coleccionaba y traducía la poesía de 22 poetas para una antología que se publicó por la
revista Road Apple Review, en Wisconsin. De ese entonces, me dedicaba a traducir la
poesía de Enrique Lihn y, después, en la primera década de 2000, la antipoesía de Parra,
principalmente su Discursos de sobremesa, en 2009.
La poesía de Robert Creeley me interesó muy temprano en mi carrera como poeta
aspirante. Su actitud un poco irrespetuosa y su estilo bastante sencillo en vocabulario
me atrajeron, y cuando leí la antipoesía de Parra en 1965 pensaba en los poemas de
Creeley. Hay grandes diferencias entre las obras de los dos poetas, pero en ese momento
me pareció algo directo e irónico en Parra, lo que ya me había gustado en Creeley. Sigo
leyendo a los dos.
Usted conoció Chile en 1965 y luego pudo conocer a Nicanor Parra. Después,
sucedieron otras visitas al país en diferentes contextos históricos. ¿Podría decirnos
con una mirada de ahora, del 2020, como era el Chile de aquella época y qué
significó para su profesión como traductor y profesor dicha experiencia (es decir,
conocer y poder conversar con el poeta que usted tradujo)? En su libro Hallazgo y
traducción de poesía chilena, usted dice que al traducir a Parra el traductor se
enfrenta a la importancia de considerar el poema/antipoema como una “alegoría
de la vida”. Por favor, coméntenos un poco sobre esto.
En 1965, Chile era un país que se disputaba entre sí el tipo de gobierno que debería
escoger: la democracia o el socialismo. Fue un período de grandes esperanzas para los
dos lados del tema. Aunque no me metí mucho en la política, preferí a los Demócratas
Cristianos de Eduardo Frei en vez de Salvador Allende. Lo que me impactó
tremendamente fue la oportunidad de conocer a Nicanor Parra, que en su antipoesía
siempre encuentra lo absurdo en los pensamientos y las acciones de los políticos de
cualquier perspectiva. Cuando en mi libro Hallazgo yo digo que el antipoema de Parra
es una ―alegoría de la vida‖, me refiero específicamente al poema ―Un hombre‖, que
define como ―una narrativa absurdista, en un lenguaje coloquial que trata de las
ocurrencias del mundo cotidiano y urbano‖. El hombre en el poema experimenta una
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serie de incidentes que revela la falta de lógica de la vida contemporánea, o de cualquier
época. Por medio de mi interés en Parra, y luego en Enrique Lihn, yo empecé a leer más
y más en español. En 1968, estudiaba en la Universidad de Nuevo México para el
doctorado y tomaba clases en español. El profesor de un curso era de Chile, y escribí
para él un ensayo sobre el poeta chileno Guillermo Blest Gana, del siglo diecinueve; en
1972, ese ensayo se publicó en Chile en la Revista Chilena de Literatura. Después de
mudarme a Illinois, seguí en el programa doctoral en una universidad allá.
Originalmente, iba a escribir mi tesis sobre el poeta norteamericano Louis Zukofsky,
pero decidí que sería mejor hacerla sobre la antipoesía en Chile y Estados Unidos. Esa
decisión fue el resultado de mi primer viaje a Chile y mi creciente afición por la
antipoesía de Parra. Durante mis cinco años en Illinois, un amigo chileno, Carlos
Cortínez, me invitó a traducir unos poemas para un número especial de la
revista Micromegas, dedicado a la poesía chilena. Fue entonces que traduje ―Un
hombre‖, de Parra, un soneto de Óscar Hahn, dos poemas de Pablo Neruda y un poema
de Cortínez. Desde ese tiempo, me enfocaba en traducir y discutir la poesía
latinoamericana, y en 1978 me invitaron a escribir un libro con el título de Civilization
and Barbarism: A Guide to Teaching Latin American Literature.
Se tradujeron textos suyos en la edición de Hallazgo y traducción de poesía chilena,
un trabajo con diferentes traductores. ¿Cómo fue la experiencia de ser traducido?
¿Usted revisa, comenta e interviene cuando es traducido? ¿Podría contarnos un
poco sobre este proyecto editorial reciente?
Algunos de los ensayos en Hallazgo fueron traducidos por amigos y publicados en
revistas en Chile. Dos artículos, uno sobre mis intentos de traducir la antipoesía de Parra
y el otro sobre el jazz en Chile y en su poesía, yo mismo escribí en español. La reseña
de Cántico cósmico, de Ernesto Cardenal, apareció en una revista en Texas y fue
traducida por alguien en Nicaragua, sin saberlo yo. Descubrí la traducción por
casualidad cuando salió en una colección de escrituras sobre la obra de Cardenal. Fue
una sorpresa tan grande y tan grata que alguien hubiera encontrado la reseña y la
hubiera traducido e incluido en el libro Re-visiones de Ernesto Cardenal. Otro ensayo,
sobre Enrique Lihn y los poemas de su estadía en Nueva York, fue traducido por dos
profesores de la carrera de pedagogía del inglés de la Universidad Metropolitana en
Santiago, pero ellos perdieron la traducción. Un día, estaba buscando en la red y me di
cuenta de que mi ensayo sobre Lihn apareció en una publicación virtual que se llamaba
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Bitácora dedicada a la obra y palabra del poeta chileno Enrique Lihn. Fue otra
sorpresa grata y misteriosa, porque los profesores que hicieron la traducción no sabían
cómo su trabajo había terminado en la revista virtual. Estoy tan agradecido por la ayuda
de tantos amigos que me han hecho posible el compartir de mis escrituras con lectores
hispanos. Siempre podía hacer sugerencias, pero los traductores sabían mejor que yo la
lengua de destino. De hecho, ellos mejoraron mis ensayos, creo yo. A veces, mis
oraciones estaban enredadas, y los traductores las hicieron más claras en español que en
mi inglés tejano.
Nicanor Parra tradujo Rey Lear (1606), de William Shakespeare, al español
chileno de una forma bastante transcreadora, incluso el título: Lear Rey &
Mendigo (2004). Los diálogos, en la traducción parriana, se crearon en un español
bastante chileno y cargado de expresiones idiomáticas. ¿Cómo sería transcrear y
adaptar Parra a Estados Unidos y a Texas? ¿Sería posible aplicar la concepción de
traducción de Parra para traducirlo?
En mi traducción de Discursos de sobremesa, de Parra, hay varios intentos de traer al
inglés el significado de los modismos y las expresiones idiomáticas en los antipoemas.
Igualmente, hay ejemplos del apellido del antipoeta incorporado en o sustituido por
palabras como ―para‖ o ―paranoico‖, que resultan en las frases ―basura parra todos‖ y
―No soy tan parranoico‖. También hay letras insertadas en palabras que cambian o
añaden el significado: ―tra(i)ductor‖ – traductor como traidor; ―Después de esta vi(u)da
no hay otra‖. Me he equivocado en traducciones, pero es bien difícil manejar las
transcreaciones de Parra. La traducción de King Lear por Parra, como su propia
antipoesía, requiere que el lector reconozca su juego con palabras y con la historia de la
literatura. Por ejemplo, en Lear Rey & Mendigo, Parra introduce un anacronismo en un
parlamento del Bufón (o Fool) cuando traduce el verso ―No heretics burn‘d, but
wenches‘ suitors‖ como ―No más brujas a la hoguera / Sino perseguidores de
Dulcineas‖. Aunque Don Quijote fue escrito durante la época de Shakespeare y
traducido al inglés en 1612, antes de la muerte del vate, la gente que frecuentaba el
teatro probablemente no hubiera reconocido la alusión de Parra. Sin embargo, hoy en
día un lector goza el ingenio del antipoeta que cambia ―wenches‖ por ―Dulcineas‖ y
juega metapoéticamente con las obras de dos de los más grandes escritores del mundo.
Parra siempre juega con la lengua en sus artefactos y sus antipoemas. Por ejemplo, en
Discursos, Parra declara que ―El español es una lengua muerta / Moribunda en el mejor
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de los quesos / Es x eso que Rulfo redactó su Quijote / En el habla del siglo XVI‖. Con
respecto a los modismos chilenos, no sé si la frase ―se creía la muerte en bicicleta‖ sea
de Chile, pero su significado aprendí durante mis estadías en el país. También había
escuchado la frase con ―bote‖ en vez de ―bicicleta‖. En cualquier queso, significa que
alguien se muestra demasiado orgulloso o ―se le fueron los humos a la cabeza‖ (¿otro
modismo?). Parece que ―la muerte en bicicleta‖ se usa en Cuba, pero como algo arduo.
La cosa es que el traductor debe aprender los modismos y tratar de encontrar un
equivalente en la lengua de destino. Es una tarea ardua.
Sé que uno de los primeros poemas de Parra que usted tradujo fue “Coplas del
vino”, de la obra La cueca larga, aún en 1965, ¿verdad? Estos poemas son muy
cargados de expresiones idiomáticas y referencias a Chile, existen muchas rimas y
además son versos que consideran la estética de un género musical, con sus reglas.
¿Podría comentarnos sobre las complicaciones en términos formales al traducir
desde el español chileno al inglés? ¿Considera que traduce a un inglés tejano? En
sus traducciones, ¿usted busca eliminar “acentos” y marcas regionales?
En 1965, cuando traduje tres estrofas (¿redondillas?) del poema ―Coplas del vino‖, de
Parra, sabía muy poco español. Me sorprendió muchos años después qué atrevido fui en
ese intento, y al mismo tiempo qué fiel había sido al traducir los versos, dentro de las
limitaciones de mi conocimiento de la lengua. La palabra ―huelga‖ en un verso sabía,
quizás, porque las huelgas fueron tan frecuentes en Chile en esa época, igual que hoy
día. Una estrofa que no traduje contiene la palabra ―piluchos‖, que es de origen
mapudungún; solamente años después, aprendí su significado de ―desnudo‖. El
vocabulario del poema fue un desafío. En 1972, cuando traduje 11 redondillas o
cuartetas del poema ―La cueca larga‖, también fue un desafío tratar de rimar los versos,
pero al mismo tiempo fue un placer tremendo. Del ritmo del poema, con su alternación
de 7 y 5 sílabas, no sabía nada, pero trataba de traducir el significado de los versos y
recrear un poco de la música. A veces, usaba el dialecto de los afroamericanos para
sugerir el sonido de los versos de Parra (El poeta norteamericano John Berryman
emplea el mismo dialecto en algunos de sus Dream Songs, o canciones de sueño. Hice
algo semejante en el poema ―Un hombre‖, cuando usé un modismo norteamericano,
pero después me arrepentí y desde entonces en adelante rechacé esa práctica). En 2008,
cuando estaba traduciendo Discursos, de Parra, me gustaba mucho el intento de rimar
unas estrofas de la canción de cuna que el antipoeta cambia para su ―Discurso del Bío
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Bío‖. En la sección XXVII, que lleva el subtítulo ―Canción protesta‖, en vez de las
letras de la canción de cuna que son ―pío pío‖, el sonido de los pollitos, Parra tiene el
nombre del río Bío Bío que atraviesa la ciudad de Concepción, donde el antipoeta
recibió su doctorado Honoris Causa.
A un lector ubicado en Estados Unidos, que va a leer los poemas de Parra en
inglés, ¿usted considera importante ofrecerle notas explicativas y comentarios
sobre referencias históricas que están en el poema?
Yo creo que las notas explicativas y comentarios sobre referencias históricas son muy
útiles para un lector que no sabe español. Yo incluí algunas notas en mi traducción de
Discursos de sobremesa, y después quise que hubiera incluido más, porque son cosas
que para muchos lectores no tendrían sentido o hay juegos y chistes cuyos propósitos se
habrían perdido. Incluso a los lectores que saben la lengua las notas les ayudarían a
ganar un mejor entendimiento del concepto de la antipoesía y de las alusiones a figuras
en la historia de Chile, a eventos contemporáneos y a otros escritores que Parra satiriza
o elogia.
¿Considera que Parra es más leído en Estados Unidos hoy que en la década de
sesenta? O al revés: ¿lo leían más antes que ahora?
Yo diría que Parra es mucho más leído en Estados Unidos hoy día que en los sesenta.
Cuando fui a Chile en 1965, pocos alumnos tenían idea de quién era, y me parece que
todavía menos en Estados Unidos. Solamente en ese año apareció en este país su libro
Poemas y antipoemas, en edición bilingüe. No sé – es una pregunta sobre la cual no
había pensado. Es que tantos libros suyos han aparecido entre los sesenta y ahora, y
quizás sus ideas ecológicas y sus artefactos han atraído a más lectores hoy en día que
antes.
Usted también tradujo a Enrique Lihn. ¿Podría contarnos sobre la diferencia
entre traducir a Parra y a Lihn?
Parra sentía admiración por Lihn y hablaba bien de él como poeta, aunque la poesía de
los dos sea distinta. Algunos críticos dicen que Lihn fue influenciado por la antipoesía
de Parra, y me parece que en términos de un punto de vista antisocial ambos comparten
una actitud crítica de los valores de la sociedad. Sin embargo, las diferencias entre el
tipo de poesía que cada uno escribió son muchas, y la dificultad de traducir la obra de
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Parra difiere de la traducción de Lihn. La obra de Parra es, para mí, más fácil de
entender y requiere más que nada la habilidad de encontrar en inglés palabras o dichos
equivalentes para su lenguaje irónico y juguetón. Para traducir la obra de Lihn, siempre
me costaba comprender sus ideas, que tanto tienen que ver con su propia actitud
paradójica en presencia de la lengua con que escribía. Al mismo tiempo que desconfía
en la lengua, la necesita para avivar, como dice en su poema ―Porque escribí‖. Las
imágenes que empleaba para expresar sus ideas pueden ser un poco enredadas, a
diferencia de la antipoesía de Parra, que no es tan descriptiva ni tan simbólica. Parra no
desconfía de sí mismo ni de su lenguaje antipoético, basado en las palabras coloquiales;
él evitaba expresiones de sentimiento y en general no escribía de sus conflictos íntimos
como hizo Lihn. A pesar de la dificultad de traducir la poesía de Lihn, siempre me
gustaba el desafío de su obra. Sus metáforas y sus analogías me fascinaron, y su voz
llena de dudas me atraía desde que leí su poema ―Nieve‖, en 1966. Es una voz de
simpatía con la gente más sencilla, especialmente en sus poemas sobre la gente en el
metro de Nueva York. Su largo poema ―Mester de juglaría‖ me encantó, igual que el
poema que sirve como el título de su libro Escrito en Cuba. Me equivoqué en la
traducción de la obra de Lihn, pero me quedo feliz con la experiencia de leer y tratar de
capturar en inglés su voz y sus perspectivas tan únicas.
¿Qué poetas brasileños le gustan a usted? También me gustaría saber si ha
traducido poesía brasileña y qué poetas de Estados Unidos recomienda que lean
nuestros lectores y lectoras. Por fin, ¿qué poetas contemporáneos de EEUU
deberíamos traducir en Brasil?
Cuando fui a Brasil por segunda vez, en 2001, conocí al poeta Affonso Romano de
Sant‘Anna, muy brevemente, pero sabía de su poesía por medio de un profesor en la
Universidad de Texas, Fred Ellison. Después de comprar el libro Textamentos en esa
ocasión y luego su O lado esquerdo do meu peito, descubrí que Sant‘Anna había escrito
un lindo poema dedicado al Profesor Ellison, que se llama ―Preparando a casa‖. Me
gustó el sentido de humor en la poesía de Sant‘Anna, como por ejemplo su ―Cão poeta‖,
donde habla de escribir ―como um cão / marcando na história alheia / – meu
imponderável território‖. También en Textamentos hay un poema con el título ―Austin,
1976‖, que trata de una conversación con su hija sobre su nacimiento, el amor y la orilla
de un río. Desgraciadamente, nunca se me ocurrió traducir esos poemas, ni otros del
poeta Lêdo Ivo que me gustaron de su libro O rumor da noite, que compré en el mismo
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viaje. Otro libro que compré es Morte e vida severina, de João Cabral de Melo Neto; de
esa colección me gustó su largo poema ―O rio, ou relação da viagem que faz o
Capibaribe de sua nascente à cidade do Recife‖.
Sobre la poesía de mis contemporáneos y de los poetas posteriores de mi país, puedo
recomendar a muchos, pero en estos días estoy leyendo con un nuevo interés los poemas
de John Berryman, en su libro ya mencionado, The Dream Songs. Admiro la forma de
sus canciones, que es de su invención: tres estrofas de seis renglones, con rima casi
siempre, pero al mismo tiempo casi imperceptible – tengo que buscar las rimas porque
no se escuchan. El tema de su pérdida de interés en seguir viviendo es un poco
deprimente, pero el lenguaje y la música de sus versos son, para mí, encantadores.
Lamentablemente, se suicidó. Un poeta favorito por décadas ha sido William Carlos
Williams. En Texas, tenemos poetas buenos. Una poetisa que es bien popular es Naomi
Shihab Nye; sus poemas son muy alegres y celebran las cosas de cada día. Ella ha
recibido varios premios importantes. El poeta más prolífico se llama Walt McDonald y
su poesía ofrece una amplia perspectiva de la vida y la fauna de Texas – la flora nos
falta bastante en el oeste del estado. Yo opino que no tenemos poetas del mismo tipo
que los de Chile y Brasil, pero, no obstante, los nuestros también valen la pena.
REFERÊNCIA
OLIPHANT, Dave. Hallazgo y traducción de poesía chilena. Raleigh, NC: Editorial A
Contra Corriente, 2019.
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