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Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad

2021, Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad

El libro colectivo "Pátzcuaro. Grandeza de una ciudad", coordinado por José Manuel Martínez y Fernando Mendoza, reúne 26 capítulos inéditos, de 28 destacados investigadores mexicanos, que abordan distintas temáticas de la historia del municipio de Pátzcuaro, bajo diferentes ópticas, abarcando un periodo de casi seis siglos. Los textos son abordados con todo el rigor académico, pero sin dejar de ser claros y accesibles para toda la sociedad. El lector que se adentre en la lectura de esta obra podrá disfrutar trabajos con temáticas sobre el pasado prehispánico y colonial, sociedad y formas de vida, epidemias y mortandad, instituciones religiosas, arquitectura y arte, personajes destacados, guerras y conflictos sociales, paisajes culturales y cartografía, obras y turismo, entre otras materias.

Pátzcuaro. Grandeza de una ciudad. 1ª Ed. / México / Agosto 2021 José Manuel Martínez Aguilar y Fernando Mendoza Molina (Coord.) Ayuntamiento de Pátzcuaro 2018 - 2021 / Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro 550 p. / 21.5 x 28 cm / ISBN 978-607-015-6 Esta obra fue dictaminada con arbitraje doble ciego según consta en el archivo del Consejo Editorial de la Universidad Privada de Michoacán. © José Manuel Martínez Aguilar © Fernando Mendoza Molina © Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro © Dirección de Comunicación Social © Autores de cada texto Imagen de portada: Mural "Historia de Pátzcuaro" Juan Torres 2019. Palacio Municipal. Daniel Aguilera Palomino Fotografía Ana Karen Alba Olvera Diseño y maquetación Impreso en Morelia, Michoacán, México. CONTENIDO 13 Agradecimientos 15 Prólogo 17 Introducción 25 I . Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro. 27 1.1- La población divina de Zacapu Harócutin Pátzcuaro: La piedra en la orilla donde tiñen de negro. Ricardo Carvajal Medina 49 1.2- Reanalizando las evidencias arqueológicas de Pátzcuaro prehispánico. José Luis Punzo Díaz y Efraín Flores López 71 1.3- Pátzcuaro: de Puerta del Cielo a la Ciudad de Michoacán. Igor Cerda Farías 89 II. Legalidad, vida social, economía e insurgencia. 91 2.1- Testamento de Antonio de Godoy, primer Alcalde Mayor español en Michoacán. Fernando Mendoza Molina 113 2.2-Pátzcuaro. Conformación de cabildos indígenas. Patricia Escandón Hurtado 133 2.3- Propietarios y esclavos africanos en Pátzcuaro de Michoacán. Siglos XVI-XVII. Martha Carolina Velázquez Hernández 149 2.4- José Andrés de Pimentel, destacado comerciante, hacendado y minero de Pátzcuaro en el siglo XVIII. Gabriel Silva Maldujano 167 2.5- La mortalidad en Pátzcuaro (1631-1865): epidemias, pandemias, causas y grupos de edad. Oziel Ulises Talavera Ibarra 189 2.6- “Vivo vigilante sobre esta plaza y sus puntos”. La isla de Janitzio, baluarte insurgente en la región lacustre de Pátzcuaro. Jaime Reyes Monroy 205 III. En el nombre de Dios. 207 3.1- Ángeles Pasionarios otra forma de visualizar el Vía-Crucis. Carlos Alfonso Ledesma Ibarra 225 3.2- Muy noble y muy leal. El uso de imágenes en la defensa de los privilegios de la ciudad de Pátzcuaro. Mónica Pulido Echeveste 243 3.3- Leer a solas: Bibliotecas y colecciones librarías en los aposentos jesuitas de Pátzcuaro. Una aproximación al índice general de los libros del Colegio Grande. Malinalli Hernández Rivera 263 3.4- El templo de San Agustín de Pátzcuaro. Vida y ocaso en el siglo XVIII. Eduardo Barriga Rivera 281 3.5- Vivir en el siglo o en claustro. José Martín Torres Vega 299 IV. En camino a la modernidad 301 4.1- Pátzcuaro durante la Guerra de Reforma y el Segundo Imperio, 1857-1867. Política, sociedad y guerra. José Arturo Villaseñor Gómez 319 4.2- La llegada del ferrocarril a Pátzcuaro y el aprovechamiento comercial de la madera para el tendido de la vía férrea. Víctor Manuel Pérez Talavera 335 4.3- Origen, funcionamieto y colapso del tranvía. José Manuel Martínez Aguilar 353 4.4- Los pequeños propietarios de Pátzcuaro. Características socio-demográficas y protagonismo político (1880-1939). Juan Manuel Mendoza Arroyo 371 V. De la Revolución a la época cardenista. 373 5.1- La Revolución Mexicana en Pátzcuaro a travésde la Fotohistoria. Gabriela Alvarado Flores 397 5.2- Las quintas de la colonia Morelos en Pátzcuaro: Lenguajes y discursos. Eder García Sánchez 421 5.3- Lázaro Cárdenas y el arte nacionalista en Pátzcuaro. José Manuel Martínez Aguilar 451 5.4- El congreso interamericano de Pátzcuaro de 1940. Un momento crucial para el indigenismo continental. Luis Alejandro Vallebueno Estrada 469 VI. Tradición y desarrollo urbano. 471 6.1- Las mojigangas de Pátzcuaro. Una rica y bella herencia cultural. Eugenio Calderón Orozco 483 6.2- Paisaje cultural y representaciones cartográficas de Pátzcuaro: tres momentos entre 1886-1950. Pedro S. Urquijo Torres y Andrea Naranjo Cruz 501 6.3- Pátzcuaro a partir de su incorporación al programa Pueblos Mágicos. Erika E. Pérez Mťzquiz y Cladia Rodríguez Espinosa 531 6.4- El Centro Histórico de Pátzcuaro a 24 años de su DeclaratoriaFederal de Monumentos Históricos. Las dinámicas urbanas en la gestión y conservación del patrimonio edificado. Valdemar Saavedra Melgoza Agradecimientos La publicación de este libro fue posible gracias a la voluntad de muchas personas e instituciones, las cuales se unieron para sacar a la luz una obra única, por sus características, autores y temas tratados. Primeramente, agradecemos a las autoridades municipales de Pátzcuaro, encabezada por el Lic. Víctor Manuel Báez Ceja, quien respaldó y apoyó este trabajo de manera entusiasta; sin distingos de tiempo se sumaron Daniel Aguilera Palomino, tomando fotografía; en el mismo tenor Ana Karen Alba Olvera, quien maquetó, diseñó portada y tomó fotografías; agradecemos a la Dr. Mercedes Gabriela Vázquez Olivera, Directora del CREFAL y Cecilia Fernández Zayas, Directora de Comunicación Social de la misma institución, que tuvieron la deferencia de permitir tomar algunas fotografías de los murales de la antigua Quinta Eréndira; Gracias al Señor Abad de la Basílica de Pátzcuaro don Leopoldo Sánchez Pérez, que nos facilitó el acceso para tomar imágenes del Lienzo de Pátzcuaro, del cual se presentan detalles a través de todos los capítulos. De la misma manera extendemos un fraternal agradecimiento a todas las personas que de una u otra manera contribuyeron a la realización de este libro. Fernando Mendoza Molina / José Manuel Martínez Aguilar Detalle del Lienzo de Pátzcuaro. Basílica de Ntra. Sra. de La Salud. Prólogo Los estudios históricos permiten conocer y entender el pasado de los seres humanos, pero también nos dan la oportunidad de reflexionar sobre nuestro presente y construir un futuro con bases sólidas. A través de la historia se puede encontrar un diálogo entre el pasado, presente y futuro, y generar una consciencia de quiénes somos como sociedad. Sobre el municipio de Pátzcuaro, y especialmente sobre la Ciudad, se han escrito, por fortuna, numerosos libros que dan cuenta de hechos pasados y actores que han quedado en la memoria histórica. Sin embargo, la historia se sigue descubriendo, reinterpretando y reescribiendo, ya sea por el trabajo colaborativo e interdisciplinario, o a la luz de fuentes documentales que no habían sido exploradas y que son revisadas desde nuevas perspectivas. El libro colectivo que presentamos reúne 26 capítulos inéditos, de 28 destacados investigadores mexicanos, que abordan distintas temáticas de la historia del municipio de Pátzcuaro, bajo diferentes ópticas, abarcando un periodo de casi seis siglos. Los textos son abordados con todo el rigor académico, pero sin dejar de ser claros y accesibles para toda la sociedad. El lector que se adentre en la lectura de esta obra podrá disfrutar trabajos con temáticas sobre el pasado prehispánico y colonial, sociedad y formas de vida, epidemias y mortandad, instituciones religiosas, arquitectura y arte, personajes destacados, guerras y conflictos sociales, paisajes culturales y cartografía, obras y turismo, entre otras materias. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Estoy muy complacido de impulsar y presentar este libro, que busca coadyuvar al fomento de la cultura en el municipio y que sin duda se convertirá en una obra de referencia obligada para todo aquel que se interese por conocer el invaluable pasado histórico de Pátzcuaro. Víctor Manuel Báez Ceja 16 Introducción A pesar de que la producción historiográfica sobre Pátzcuaro es muy amplia, no puede ni debe considerarse como agotada. A través del tiempo, numerosos historiadores, profesionistas diversos y aficionados, se han dado a la tarea de estudiar, redactar y publicar textos sobre la historia de esta ciudad en distintas temporalidades y desde distintos puntos de vista, entre los que proliferan los relacionados a la vida y obra de don Vasco de Quiroga, la rivalidad entre Pátzcuaro y Valladolid por la capitalidad de la provincia y sede del obispado, los referentes a la historia de la arquitectura, el turismo, las fiestas, costumbres y gastronomía, así como o algunas monografías e historia general. Muchas de esas publicaciones hicieron importantes contribuciones al conocimiento del pasado de la ciudad y mostraron las numerosas lagunas que estaban en espera de ser llenadas. Sin embargo, en las últimas décadas, un grupo de académicos de distintas disciplinas, formados en reconocidas instituciones del país, han publicado libros, capítulos de libros, artículos y tesis, que ofrecen contenidos originales, hacen uso de atinadas metodologías, herramientas y fuentes, y sobre todo ofrecen valiosos hallazgos historiográficos sobre esta ciudad, lo que revela un notable aumento en la producción historiográfica del municipio y abre nuevas posibilidades al conocimiento. Desde hace varios años, un pequeño grupo de patzcuarenses, interesados en la historia de la ciudad, examinamos la posibilidad de invitar a los profesionistas que están produciendo la nueva historiografía antes referida para conformar un equipo multidisciplinario y realizar una publicación colectiva. Fue hasta hace unos meses que se logró reunir a un nutrido grupo de académicos de Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad amplia y reconocida trayectoria académica, formados en historia, arquitectura, historia del arte, arqueología, antropología, sociología, ciencias y humanidades, geografía, medio ambiente, filosofía y leyes, para participar un proyecto común, denominado Pátzcuaro. Grandeza de una ciudad. Los capítulos que componen el libro ofrecen diferentes temáticas relacionadas con la historia de Pátzcuaro y su municipio, ubicados en distintas temporalidades y abordados desde múltiples perspectivas, mismos que se entrelazan entre sí, se traslapan o convergen. Todas ellas forman una historia de larga duración, que sin pretensión de ser completa y libre de interpretaciones, presenta aportaciones originales y de gran valor. Entre las perspectivas que los participantes tomaron en cuenta para sus discursos, independientemente de su disciplina, está la historia social, la historia de la vida cotidiana, la historia cultural, la microhistoria y otras que ponen en el escenario a los hombres y mujeres otrora invisibles, sus relaciones sociales y formas de vida. Se hace también uso de la inter, tras y multidisciplina que permita enriquecer las visiones sobre un mismo objeto de estudio y que posibilita el empleo de herramientas y metodologías de distintas áreas del conocimiento. A pesar de ser trabajos que se apegan a un rigor académico contemporáneo, los textos son fáciles de comprender, amenos y accesibles para todo tipo de lectores. Este libro es el primero en que conjunta 26 capítulos escritos por 28 autores de más de diez disciplinas para formar una historia de larga duración sobre Pátzcuaro. Uno de los pocos trabajos colectivo con una temática en común es el libro publicado recientemente por el ayuntamiento de Pátzcuaro a iniciativa del edil Víctor Manuel Báez Ceja y el licenciado Fernando Mendoza Molina, titulado Pátzcuaro, corazón de la utopía quiroguiana, en el que colaboraron cinco personas.1 A raíz de esa exitosa publicación y considerando los beneficios que representó para promover los valores culturales e históricos del municipio a través de la lectura, el presidente Báez dio luz verde para llevar a cabo este importante proyecto. Los veintiocho capítulos que se contiene este trabajo se dividió en seis grandes apartados de manera más o menos cronológica, aunque algunos, abarcan periodos más amplios de estudio y se pueden empalmar con otros, como ya se ha dicho. En el primer apartado llamado “Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro” se concentran tres capítulos: En el primero, titulado “La población divina de Zacapu Harócutin Pátzcuaro: la Piedra en la orilla donde Tiñen de Negro”, Ricardo Carvajal Medina hace una revisión de las fuentes históricas 1 Aunque éste se centra básicamente en la figura del primer obispo de Michoacán. Igor Cerda Farías y Oziel Gómez Mendoza, Pátzcuaro, corazón de la utopía quiroguiana, Morelia, Ayuntamiento de Pátzcuaro, 2020. 18 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad. del siglo xvI, como son la Relación de Michoacán, vocabularios y gramáticas de la lengua tarasca, las relaciones geográficas y varios documentos de archivo, en los que identifica información sobre la importancia de la ciudad precolombina de Pátzcuaro, como lugar sagrado. En el segundo capítulo, llamado “Reanalizando las evidencias arqueológicas de Pátzcuaro prehispánico”, José Luis Punzo Díaz y Efraín Flores López presentan los resultados de las últimas exploraciones y excavaciones arqueológicas hechas en la región lacustre, y en especial Pátzcuaro, que permiten tener un panorama general de la ocupación prehispánica de esta zona de Michoacán a través de los vestigios materiales. Además de la importancia del texto, las reconstrucciones hipotéticas son por demás interesantes. El periodo que abarca la transición entre el Pátzcuaro prehispánico y los primeros años de la ocupación española son abordados por Igor Cerda Farías en su capítulo “Pátzcuaro: de Puerta del Cielo a Ciudad de Michoacán”. Éste analiza el proceso político mediante el cual el antiguo reino de Michoacán se incorporó a la corona de Castilla y cómo años más tarde Vasco de Quiroga trasladó la sede del obispado a Pátzcuaro y colocó el nuevo templo cristiano sobre los antiguos adoratorios tarascos, formando una ciudad novohispana con una importante jerarquía. En el segundo apartado nombrado “Legalidad, vida social, económica e insurgencia.” se reúnen seis capítulos: Ubicándonos en los primeros años de la colonia, Fernando Mendoza Molina, en su trabajo “Testamento de Antonio de Godoy, primer Alcalde Mayor español en Michoacán” nos acerca a la figura de este funcionario del siglo xvI, luego de analizar a fondo su testamento que se resguarda el Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro. El trabajo aporta información inédita que enriquece, aclara o precisa lugares y personajes que vivieron en los albores de la Ciudad de Mechoacán, mismos que son mencionados en el manuscrito. Siguiendo con el siglo Patricia Escandón no presenta “Pátzcuaro. Conformación de cabildos indígenas”, donde señala que una vez que Vasco de Quiroga refundó Pátzcuaro se formaron dos cabildos: uno español y uno indígena. Ya instaurado el modelo dual español e indígena funcionó con arraigo, ya que se permitía resolver algunos asuntos menores de acuerdo con las tradiciones originarias, adaptándose a las necesidades de la época. Esto propició el encuentro de los conocimientos ancestrales con las nuevas formas asignadas por los europeos (y por mulatos), conformándose la organización de la ciudad multicultural. El texto “Propietarios y esclavos africanos en Pátzcuaro de Michoacán. Siglo xvI-xvII”, de Martha Carolina Velázquez Hernández, destaca la presencia de individuos africanos en la ciudad y los poblados aledaños durante el siglo xvI y xvII, identificando el origen de los esclavos, los nombres de sus propietarios y los trabajos que desempeñaron. Deja ver que durante este tiempo y las relaciones que establecieron con los vecinos de Pátzcuaro fue una urbe de considerable importancia 19 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad en la que convivieron españoles, indios y descendientes de africanos, aunque es claro que la mayoría de los habitantes eran indios por lo que el antecedente de negritud en la región terminó diseminándose entre esos habitantes, a tal punto que hoy por hoy es prácticamente imposible identificar los rasgos africanos entre los habitantes de la ciudad. Gabriel Silva Maldujano presenta el capítulo “José Andrés de Pimentel, destacado comerciante, hacendado y minero de Pátzcuaro en el siglo xvIII”. Como se anuncia en el título se desataca la figura de José Andrés de Pimentel, sevillano de origen, comerciante con tienda en la plaza principal de Pátzcuaro, propietario de la hacienda de Jorullo y dueño de minas de plata en el mineral de Curucupaseo, quien con parte de su caudal mandó a construir una lujosa mansión, la mejor de la ciudad, y cuando una de sus hijas decidió seguir la vida conventual, mandó construirle un claustro que repitiera en su arquitectura la mansión familiar. Pimentel perteneció al grupo de patzcuarenses que dieron esplendor a la ciudad lacustre a mediados del siglo xvIII, cuya huella histórica aún se percibe en su arquitectura y urbanismo que la caracterizan. En el siguiente capítulo titulado “La mortalidad en Pátzcuaro (1631-1865): epidemias, pandemias, causas y grupos de edad”, Oziel Ulises Talavera Ibarra, nos presenta un tema lejano en el tiempo pero muy vigente: las principales crisis demográficas ocurridas en Pátzcuaro entre los siglos xvII yxIx. En este periodo identifica las causas y los rangos de edad de la población más afectada, tanto en periodos de crisis como en “años normales” apoyándose en los registros parroquiales de la época. En el capítulo nombrado “«Vivo vigilante sobre esta plaza y sus puntos». La isla de Janitzio, baluarte insurgente en la región lacustre de Pátzcuaro”, Jaime Reyes Monroy nos relata cómo fue que durante la guerra de independencia se respiraba un ambiente de tensión en el área lacustre de Pátzcuaro ante la presencia de grupos armados y cómo la ciudad y otros poblados, como Janitzio, se convirtieron en un reducto insurgente a partir de 1816, en la consigna de mantener viva la llama de la independencia. En el tercer apartado enunciado como “En el nombre de Dios.” se reúnen cinco capítulos: Carlos Alfonso Ledesma Ibarra en el capitulo “Ángeles Pasionarios otra forma de visualizar el Vía crucis”, hace un estudio iconológico de una serie de siete óleos sobre lienzo que se encuentran en el templo de San Ignacio de Loyola, pintados por el afamado artista novohispano Juan Miranda, que representan a diversos ángeles portando algunos de los símbolos del Via crucis. El análisis le permite explicar el sentido del discurso de estas imágenes en función del arte de su época y las devociones promovidas por la Compañía de Jesús. En el siguiente capítulo: “Muy noble y muy leal. El uso de imágenes en la defensa de los privilegios de la ciudad”. Mónica Pulido Echeveste relata cómo fue que a fines del siglo xvII la 20 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad. élite de comerciantes de la ciudad de Pátzcuaro, auspiciados por el influyente Jerónimo de Soria Villarroel, logró refundar el ayuntamiento de españoles y, a partir de 1706, desplazaron a la ciudad de Valladolid como capital política de la alcaldía mayor. De su trabajo destaca el análisis que hace sobre las diversas imágenes –entre las que se encuentran el escudo de armas y la Salud–, que fueron utilizadas como estrategia para defender de los privilegios de la ciudad frente a sus vecinas. Malinalli Hernández Rivera, por su parte, nos ofrece el texto “Leer a solas: bibliotecas y colecciones librarías en los aposentos jesuitas de Pátzcuaro. Una aproximación al índice general de los libros del Colegio Grande”. A través de la revisión del acervo de los padres jesuitas le permite identificar el proceso de evolución de una biblioteca de especialidad, con libros que a partir de 1773 se consideraron sediciosos, infamantes y peligrosos, y que incluso llegaron a prohibirse e incautarse para evitar la dispersión de sus ideas. Apoyado en una serie de documentos inéditos, el texto titulado “El templo de San Agustín de Pátzcuaro; vida y ocaso en el siglo xvIII”, de Eduardo Barriga Rivera, nos da un recorrido por la historia de los edificios levantados por la orden de los agustinos en la ciudad, centrándose en el tema de la secularización de parroquias novohispanas que la Corona Española inició en 1749, y lo que representó para la materialidad del convento y templo de la ciudad. “Vivir en el siglo o en claustro” es el trabajo que presenta José Martín Torres Vega. En éste se expone cómo era la vida cotidiana de las mujeres patzcuarenses en el siglo xvIII, tanto en la sociedad como en la clausura, dos esferas que no eran necesariamente diferentes, sino muchas veces complementarias. En cualquier caso, explica que el género femenino tenía muy pocas posibilidades de desarrollar su vida fuera de estas dos opciones tradicionales. En el cuarto apartado nombrado “En camino a la modernidad.” se reúnen cuatro capítulos: José Arturo Villaseñor Gómez nos presenta el tema: “Pátzcuaro durante la Guerra de Reforma y el Segundo Imperio, 1857-1867. Política, sociedad y guerra”. El trabajo se aproxima al contexto que vivió el país durante la década 1857-1867 desde el escenario de Pátzcuaro. Se centra en la lucha entre liberales y conservadores, teniendo como eje central las políticas implementadas por las autoridades de dicho municipio respecto al papel del Estado y la Iglesia, sobre las maneras en que debía regirse la vida de los habitantes de este lugar. En este aspecto, se analiza la resistencia de las autoridades civiles y clericales patzcuarenses en contra del proyecto del discurso liberal que buscaba formar ciudadanos laicos y someter a la iglesia, mientras que esta última pretendía que los vecinos continuaran viviendo como fieles creyentes, según el clero nacional y diocesano, regidos desde la máxima autoridad católica instaurada en Roma. En el capítulo intitulado “La llegada del ferrocarril a Pátzcuaro y el aprovechamiento comercial de la madera para el tendido de la vía férrea”, Víctor Manuel Pérez Talavera analiza la llegada 21 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad del tren así como su abastecimiento forestal para la construcción del trayecto Morelia- Pátzcuaro durante la década de los años ochenta del siglo xIx. Destaca que el ferrocarril favoreció no solamente a la ciudad de Pátzcuaro sino también a una gran parte del Distrito, pues se contó con un entronque ferroviario que enlazó a la capital michoacana con la estación de la ciudad de México, considerado para esos años como uno de los principales centros comerciales que proveía de diversos productos a algunas entidades del país. José Manuel Martínez Aguilar nos presenta el texto de nombre “Origen, funcionamiento y colapso del tranvía”. En él nos ofrece información sobre la primera empresa que se formó para poner en funcionamiento un tranvía en Pátzcuaro, el cual se puso en marcha en 1899 y comunicaba a la estación del ferrocarril con el centro del poblado. Sin embargo, una serie de accidentes y problemas para su funcionamiento generó malestar y denuncias por parte de la sociedad patzcuarense. Explica cómo fue que los malos manejos y la introducción de transporte de motor a gasolina, entre otras causas, llevaron a la desaparición definitiva del tren urbano en la década de 1930. “Los pequeños propietarios de Pátzcuaro. Características socio-demográficas y protagonismo político (1880-1939)” es el trabajo que presenta Juan Manuel Mendoza Arroyo. En éste se analiza cómo aparecieron los pequeños propietarios de Pátzcuaro, cuál era su importancia demográfica, protagonismo político, articulación con las formas de trabajo a partido, los mecanismos de renta de la tierra y su incidencia en los poblados rurales del distrito de Pátzcuaro. Para ello se remite a explicar cuáles fueron los cambios operados en los sistemas de propiedad durante el porfiriato y la Revolución Mexicana, que transformaron el conjunto de relaciones sociales creadas en los espacios rurales y condicionaron las maneras en que se llevó a cabo la reforma Agraria en el lugar de estudio. En el quinto apartado llamado: “De la Revolución a la época cardenista”, se reúnen cuatro capítulos: En el trabajo que lleva por nombre “La Revolución Mexicana en Pátzcuaro a través de la Fotohistoria”, Gabriela Alvarado Flores analiza las condiciones sociales y los actos de violencia que trajo consigo el gobierno de Victoriano Huerta en la ciudad de Pátzcuaro. Dichos momentos históricos quedarían retratados por los hermanos Cachú, como actos de ejecución pública que realizaron en la ciudad las fuerzas rurales huertistas, creando con ello un fuerte descontento social y un ambiente de miedo en la población. Veremos que el estudio fotohistórico del movimiento armado nos abre un abanico de posibilidades de estudio respecto a la sociedad civil y su vida cotidiana en la época revolucionaria, mostrándonos aspectos de la vida cotidiana que en muchas ocasiones la historia deja de lado y que se vuelven visibles al observar una fotografía. En su texto sobre “Las quintas de la colonia Morelos en Pátzcuaro: Lenguajes y discursos”, Eder García Sánchez analiza una seria de casas campestres neocoloniales construidas en la tercera y 22 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad. cuarta década del siglo xx al norte de Pátzcuaro, que fueron habitadas por importantes funcionarios del gobierno de Lázaro Cárdenas. El análisis histórico y arquitectónico de las quintas de la colonia Morelos revela una parte de la historia de la ciudad que hasta hace unos años había sido ignorada en la historiografía local. En el siguiente capítulo de José Manuel Martínez Aguilar, titulado “Lázaro Cárdenas y el arte nacionalista en Pátzcuaro”, se hace un breve análisis histórico e iconológico de las obras de arte nacionalista erigidas durante la década de 1930 en el municipio de Pátzcuaro. El autor busca mostrar que la mayoría de estas obras fueron encargadas de manera directa por Lázaro Cárdenas a un grupo selecto de artistas y que las temáticas, e incluso la manera en cómo se representan las composiciones, se repitieron en varias ocasiones, lo que puede revelar los intereses que tenía el dirigente michoacano por determinados personajes y tópicos que ya eran íconos de la identidad michoacana y la región lacustre de Pátzcuaro, pero que en este periodo fueron exaltados como símbolos de lucha, resistencia, identidad michoacana, valor de la raza indígena, clase trabajadora y educación. Luis Alejandro Vallebueno, no presenta el texto “El congreso interamericano de Pátzcuaro de 1940. Un momento crucial para el indigenismo continental”, en el cual reconstruye nos da los antecedentes de esta reunión y nos habla de las relaciones de amistad y colaboración que se establecieron en esta importante reunión entre el encargado de la organización, Moisés Sáenz, embajador de México en el Perú y los diversos delegados latinoamericanos. El libro concluye con el sexto apartado titulado: “Tradición y desarrollo urbano”, donde se reúnen cuatro capítulos: “Las mojigangas de Pátzcuaro. Una rica y bella herencia cultural” es el tema que presenta Eugenio Calderón Orozco. El texto nos narra cómo fue que comenzó la tradición de sacar a las mojigangas por las calles de la ciudad en los preparativos de la fiesta de la virgen de la Salud; quiénes han sido las familias que resguardan las figuras y por qué es considerada la tradición como uno de los valores culturales de Pátzcuaro. Andrea Naranjo y Pedro Urquijo, presentan el tema “Paisaje cultural y representaciones cartográficas de Pátzcuaro: tres momentos entre 1886-1950”, en el que exponen cómo se han visibilizado las expresiones de identidad y arraigo de quienes viven en Pátzcuaro, a partir de la interpretación del sentido de lugar y del análisis de las representaciones espaciales en el paisaje, específicamente a través de las fuentes cartográficas, fotográficas y cinematográficas. Dicho de otra manera, destacan la importancia de la experiencia vivencial y emocional local en la construcción de hitos topológicos en el paisaje, desde un enfoque explícitamente culturalista. Erika E. Pérez Múzquiz y Claudia Rodríguez Espinosa exponen el texto nombrado “Pátzcuaro a partir de su incorporación al programa Pueblos Mágicos”. En él se analizan los principales 23 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad cambios surgidos en Pátzcuaro a partir de su integración al programa pueblos Mágicos, el proceso de evaluación en 2014 por parte de la Secretaría de Turismo y el establecimiento de nuevos procedimientos en 2020; cambios que generaron nuevas relaciones socioespaciales y transformaciones en el patrimonio cultural de esta ciudad. El último capítulo titulado “El Centro Histórico de Pátzcuaro a 24 años de su Declaratoria Federal de Monumentos Históricos”, es presentado por Valdemar Saavedra Melgoza, quien hace un análisis retrospectivo de la situación que guarda el patrimonio edificado de Pátzcuaro a 24 años de su declaratoria como Zona de Monumentos Históricos de 1990; para lo cual, identificó indicadores de las dinámicas urbanas que repercuten sobre éste, como son: el uso de suelo y sus transformaciones, estado de conservación, el comercio informal, la apropiación del espacio público, la actividad turística, el transporte y el crimen organizado, entre otros; por otra parte, la gestión sobre el patrimonio y la repercusión de programas federales como el de Pueblos Mágicos. Este libro tiene un gran valor para la redefinición de la historia de Pátzcuaro, pues no solo da un panorama de los acontecimientos ocurridos a lo largo de más de cinco siglos sino que desde distintas perspectivas, los autores nos presentan tópicos inéditos, de una manera afable, pero sin dejar a un lado el rigor que exige un trabajo serio. Además, una serie de fotografías históricas provenientes de varios repositorios públicos y privados, y otras recientes, capturadas por la lente de Daniel Aguilera Palomino, ilustran los textos y se convierten en documentos visuales. José Manuel Martínez Aguilar Fernando Mendoza Molina Coordinadores 24 I FILÓN DEL PASADO PREHISPÁNICO DE PÁTZCUARO Detalle de ofrenda del Día de Muertos en el Panteón de Tzurumutaro. La población divina de Zacapu Hamúcutin Pátzcuaro: la piedra en la orilla donde tiñen de negro1 Ricardo Carvajal Medina2 Pocas ciudades en México tienen una historia tan rica en sus calles, como lo es Pátzcuaro. Esta población al Sur de lo que queda donónico y moderno. Durante la época prehispánica, Pátzcuaro era considerado como asiento del el lago homónimo, puede jactarse de contar con vestigios de origen prehispánico, colonial, decimdios Curícaueri; fue la cabecera del señorío uacúsecha en vida de Taríacuri, héroe cultural tarasco; y una de las tres cabeceras del reino durante la época del Triunvirato Ihuatzio-Pátzcuaro-Tzintzuntzan (ca. 1420-1450). También fue el principal centro ceremonial del Estado tarasco, aunque el poder político fue trasladado a otros lugares; esta importancia motivó a Vasco de Quiroga en 1538, para mover la sede catedralicia de Tzintzuntan, antigua capital imperial del Tzintzuntzan Irechequa (“Reino de Tzintzuntzan”), a Pátzcuaro, convirtiéndose en cabecera de 1 La génesis de este texto, fue una charla titulada “La población divina de Pátzcuaro: la Piedra en la Orilla donde Tiñen de Negro”, que impartimos por invitación de nuestro estimado colega Fernando Mendoza Molina, cronista y director del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro, presentada en el Palacio Municipal (Portal Hidalgo #1), el día 15 de noviembre de 2019. Agradecemos la oportunidad de presentar nuestra interpretación sobre una parte del pasado prehispánico de Pátzcuaro. 2 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correo electrónico: ricarme123@gmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad la Provincia de Mechoacán hasta 1580. Pero a pesar de que el pasado prehispánico de Pátzcuaro hace eco en todas las historias, se han hecho pocos análisis sobre la información histórica conocida, que revela un panorama rico y complejo de su centro ceremonial e importancia sagrada. En el presente texto hacemos una revisión de las fuentes históricas del siglo xv I, como lo son la Relación de Michoacán, vocabularios y gramáticas, las “Relaciones Geográficas”, y algunos otros documentos, que permiten investigar los siguientes tópicos: 1) la historia previa del linaje uacúsecha hasta su llegada al sur de la cuenca de Pátzcuaro en el siglo xIv; 2) la región antes de su poblamiento y los elementos naturales descritos; 3) los mitos y dioses relacionados con la fundación; 4) el significado del topónimo Pátzcuaro; 5) la importancia sagrada del lugar y centro del universo según la cosmovisión tarasco-uacúsecha; y 6) las descripciones conocidas del gran centro ceremonial de Pátzcuaro según las fuentes históricas, que quedó sepultado por la ciudad colonial, y del que se han descubierto algunos vestigios arqueológicos. Con la investigación de estos temas, se espera profundizar en el conocimiento sobre el pasado prehispánico de Pátzcuaro, su importancia como lugar sagrado, así como ampliar la historia de Mesoamérica y del pueblo p’urhépecha. Los Chichimecas Uacúsecha llegan a Tarímichťndiro Para entender los orígenes de Pátzcuaro, debemos retroceder a los comienzos de la historia de los antepasados del cazonci (rey tarasco), el linaje de los señores uacúsecha (“águilas”), cuyo dios patrono fue Tirípeme Curícaueri (“El Precioso que es Fuego”), al cual le dijeron sus padres, los Dioses Engendradores del Cielo, que conquistara toda la tierra con gran poder. Los uacúsecha eran un grupo “chichimeca” que llegó desde algún lugar en el Norte al monte Uirunguarapexo (Cerro El Tecolote), cerca de la cuenca de Zacapu, en el siglo xIII. El fundador del linaje fue Ireti Ticátame, también mencionado en otras fuentes como Uacusticáteme, quien estableció una alianza matrimonial con una hija de Ziránziráncamaro, señor del linaje zizánbanecha de Naranjan, con quien engendró a Sicúirancha. A causa de malentendidos por el despellejamiento de un venado, Ticátame flechó a sus cuñados, y la alianza se rompió, por lo que se movió con los suyos a Zicháxuquaro (Cerro Tipicato, al noreste de Comanja), donde vivió varios años hasta su muerte.3 Sus sucesores migraron hacía Uayámeo (actual Santa Fe de la Laguna), en este lugar gobernaron cuatro generaciones de señores, trasmitiéndose el poder de padres a hijos: Sicúirancha, Pauácume I, Uápeani I, y Curátame I. Tras un agüero ocurrido en Mechuacan (actual Tzintzuntzan), en el que la diosa Xaratánga castigó a dos sacerdotes y sus dos hermanas por burlarse de ella, convirtiéndolos en culebras, varios señores chichimecas decidieron tomar cada uno de los otros cuatro dioses Tiripemencha, hermanos de Curícaueri, para separarse y fundar su propio asiento en el Sur 3 Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2008, pp. 16-24. 28 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro de la cuenca de Pátzcuaro. El señor Tarépecha Chánshori tomó a su dios Uréndecuauécara y se fue a vivir con su gente a Curínguaro (cerca de San Simón Quirínguaro); Ypínchuani con su dios Tiripeme Xungápeti fue a morar a Pichátaro; Terépupanguaran llevó al dios Tirípeme Turupten a vivir a Irámuco; Máhicuri con su gente y su dios Tirípeme Caheri empezó a vivir en Paréo. Quedando sólo Tirípeme Curícaueri, los señores uacúsecha, hijos de Curátame II, los hermanos Pauácume II y Uápeani II, tomaron a su dios y tras migrar por el Oriente de la cuenca llegaron a los cerros que rodean la actual ciudad de Pátzcuaro, dónde fundaron un asentamiento llamado Tarímichúndiro. Desde ahí pudieron observar la isla de Jarácuaro, dónde establecieron una alianza matrimonial con los señores hurendetiecha (“los sabios”); la unión de Pauácume II y una hija de un pescador dio a luz a Taríacuri, uno de los personajes más importes de la historia tarasca. Pero los señores de Curínguaro, uno de los señoríos fundados por los chichimecas que se separaron de Uayámeo, conspiraron para que los isleños expulsaran a los uacúsecha, por lo que Pauácume II y Uápeani II regresaron a Tarímichúndiro. Estando aquí, es cuando los uacúsecha descubrieron el lugar donde sería Pátzcuaro.4 Peñas, bosques y ojos de agua Los orígenes de Pátzcuaro se pierden en las profundidades del pasado y del mito.5 Las fuentes históricas describen la región antes de la edificación de Pátzcuaro, y de cómo fue el lugar al que llegaron los antepasados del cazonci en algún momento del siglo xIv: una región agreste, con ojos de agua, llena de peñas y bosques, a la orilla de una cuenca lacustre grande. Las sociedades indígenas han dado gran importancia a los elementos del paisaje, y los tarascos no fueron la excepción; los elementos naturales mencionados fueron considerados sagrados por sus fundadores prehispánicos, algunos de los cuales han sobrevivido hasta nuestros días, y que le confirieron a Pátzcuaro un topónimo y simbolismo religioso muy importantes, tanto para considerado como “Puerta del Cielo”. Por otras fuentes sabemos que los españoles consideraban el sitio donde está asentado Pátzcuaro como un lugar de difícil acceso. En dos testimonios de la década de 1580, ya estando la ciudad colonial trazada, se hace mención del pedregal que era el sitio. En la “Relación de la ciudad de Pátzcuaro” del 8 de abril de 1581, el bachiller Juan Martínez mencionó que “está asentada esta dicha ciudad en un lugar áspero y pedregoso y entre quebradas, y hay en él poco llano, y, a esta causa, las calles no están tan en orden en algunas partes como en otros pueblos”; y una pregunta que pedía 4 Ibídem., pp. 24-35. 5 Hay varias tradiciones historiográficas y mitos sobre los orígenes de Pátzcuaro, como la tarasco-uacúsecha, la de los nahuas de Michoacán, la mexica o la tlaxcalteca; en la presente ocasión sólo analizaremos las fuentes tarascas. Para un estudio sobre las historias de legitimación de los nahuas en Michoacán, consúltese: Hans Roskamp, “Los nahuas de Tzintzuntzan-Huitzitzilan, Michoacán. Historia, mito y legitimación de un señorío prehispánico”, en Journal de la Société des Américanistes, 2010, vol. 96, núm., 1, p. 75-106. 29 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad información sobre si en el lugar había cerca fortalezas o lugares inexpugnables, a lo que se contestó que “el sitio y puesto desta dicha ciudad es muy fuerte, especialmente p[ar]a los naturales y gente de a pie, porque, como dicho es, está en una cordillera larga de sierras y arcabucos, [a] donde con dificultad se puede subir a caballo.”6 Mientras que el tercer obispo de Michoacán, el agustino fray Juan de Medina Rincón, mencionó sobre Pátzcuaro que “el sitio es muy ruin y estrecho, barrancoso y pedregoso, al pie de un gran monte”.7 Esto no pareció importarle al primer obispo de Michoacán cuarenta años antes, pues el 19 de septiembre mandó levantar una “Información de don Vasco de Quiroga sobre el asiento de su iglesia catedral, 1538”, para justificar el traslado de la sede catedralicia, presentando diversos testimonios sobre “la bondad del sitio del barrio de Pazchuaro y malicia y maldad del barrio de Zinzonza”. Los testimonios mencionan que todos los pueblos de la laguna eran la Ciudad de Mechuacan, que Pátzcuaro era un barrio de ella, y supuestamente un asentamiento más importante, con un centro ceremonial más grande que Tzintztutnzan, donde residía el cazonci la mayor parte del tiempo, y siendo un lugar más llano, de mejor temple, calidad y vientos, de muchas aguas, fértil, con montes y arboledas frescas.8 La Relación de Michoacán es la única fuente que hace referencia a como era el sitio de Pátzcuaro antes de su fundación. Al relatarse la llegada de Pauácume II y Uápeani II, se menciona que los uacúsecha encontraron una elevación muy agreste y sin caminos, que estaba hecha monte con un bosque alto de encinos, cerrado, y donde había distintos ojos de agua y varias peñas. Allí encontraron unas petázequa, “que eran unas peñas sobre alto, encima las cuales edificaron sus cúes”, y más arriba siguiendo el curso de un agua, pues “no había camino, que estaba todo cerrado con árboles y con encinas muy grandes, y estaba todo escuro y hecho monte”, encontraron otros lugares, como cerritos, ojos de agua y “unas piedras alzadas como ídolos, por labrar”, que identificaron con sus dioses.9 Todos estos elementos fueron interpretados por los uacúsecha, como el lugar indicado por sus dioses para edificar su asiento principal. 6 René Acuña, Relaciones geográficas del siglo xvI: Michoacán, México, Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 197 y 202. 7 Juan de Medina Rincón, “Relación que su Majestad manda se envíe a su Real Consejo, por el obispo de Michoacán”, en J. Benedict Warren, Michoacán en la década de 1580, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, p. 42. 8 Benedict J. Warren, La conquista de Michoacán 1521-1530, Morelia, Fimax Publicistas, 1989, Apéndice x, pp. 439457. 9 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 36. 30 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro El lugar señalado por los dioses Esta parte del relato es oscura, pues es la única ocasión en que se menciona que los uacúsecha estaban destinados a encontrar “el lugar que sus dioses les habían señalado”.10 Probablemente esta parte de la historia se encontraba en la primera parte perdida de la Relación de Michoacán, y estuviera relacionada con el origen mitológico de los uacúsecha, así como con la historia del dios Curícaueri antes de su llegada al monte Uirunguarapexo, donde empezó su señorío. Los siguientes diálogos fueron mencionados por los “chichimecas” uacúsecha, al momento de encontrar los diferentes elementos naturales sagrados: “dijeron unos a otros: “vení acá: aquí es donde dicen nuestros dioses que se llama Çacapu hamúcutin Pázquaro. Veamos qué lugar es”;11 “andaban mirando las aguas que habían en el dicho lugar, y como las viesen todas, dijeron: “aquí es, sin duda Pázquaro: vamos a ver los asientos que habemos hallado de los cúes”;12 “ciertamente, aquí es, aquí dicen los dioses, que estos son los dioses de los chichimecas, y aquí se llama Pazquaro donde está este asiento”; 13 “y conoscieron que era el lugar que decían sus dioses”,14 “y así cortaron las encinas y árboles que estaban por allí, diciendo que habían hallado el lugar que sus dioses les habían señalado.” 15 En la narración de este importante acontecimiento, comparable con el mito fundacional del águila y la serpiente de México-Tenochtitlán, se proporcionan pistas de cuáles eran las características que hacían sagrado al sitio. El principal elemento sacro mencionado, son las peñas llamadas petázequa sobre las cuales los tarascos prehispánicos construían sus templos, “que decían esta gente en sus fábulas quel dios del infierno les envía aquellos asientos para sus cúes a los dioses más principales.”16 De acuerdo a investigaciones recientes sobre los mitos de creación tarascos, se sabe que los Dioses Engendradores del Cielo fueron la pareja primordial, conformada por Tucúpacha y Cuerauáperi, los cuales se creía que vivían en el cielo (Auándaro), mandaban las lluvias y daban la vida y la muerte. La superficie del mundo (Parahquapeni) estaba sobre las espaldas de una Diosa recostada boca abajo; era sostenida por diferentes deidades para que no se cayera, de los pies al Oriente por la diosa Cuerauáperi, de la cabeza en el Poniente por el Dios del Mar, y de los brazos en el Septentrión y en el Meridión por dos diosas que no se dicen sus nombres, formando un axis mundi hacía los puntos cardinales.17 10 Ibídem., p. 37. 11 Ibídem., p. 36. 12 Ídem. 13 Ídem. 14 Ibídem., p. 37. 15 Ídem. 16 Ibídem., p. 36. 17 Ricardo Carvajal Medina, “Los tarascos antes de la Conquista. Nuevas interpretaciones”, en Oriel Gómez Mendoza e Igor Cerda Farías (Coords). Pátzcuaro: Corazón de la utopía quiroguiana, Pátzcuaro, Gobierno Municipal de Pátzcuaro, 31 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Debajo de la superficie del mundo, en el inframundo (Uarichao), moraban otra pareja de dioses de los cuales sólo conocemos sus nombres en castellano, el Dios del Infierno y su esposa, la Diosa del Infierno, los cuales habían hecho y ordenado las cosas de la tierra. De acuerdo a lo mencionado en la Relación de Michoacán, estaban asociados al Dios del Infierno: los malhechores que echaban en los herbazales, los muertos enterrados y los descarnados; animales como tuzas, coyotes, zopilotes; y con las peñas petázequa. Su mujer, la Diosa del Infierno, tenía atributos engendradores, pues se menciona que ella parió las sierras peladas y la tierra sin fruto, los árboles, las demás plantas y animales.18 Fray Jerónimo de Alcalá tradujo petázequa como “asiento de cú”,19 que parece ser una traducción más conceptual que literal. La única pista que tenemos sobre el significado de este vocablo, la hemos encontrado en el vocabulario de Maturino Gilberti, quien registró las entradas “Petatzeni. lastimarse las carnes de estar echado mucho tiempo”, y “Petatzequa. aquella lastima”.20 Petatzequa significaría la herida causada por estar echado mucho tiempo, lo cual es sintomático, si recordamos que los tarascos creían que la superficie del mundo salía de las espaldas de una Diosa recostada boca abajo. Podría imaginarse que las petázequa, eran consideradas como las llagas que le salían en las espaldas a la Diosa recostada boca abajo, y el Dios del Infierno las enviaba para que las personas construyeran los templos de los dioses más importantes. Entre las peñas que encontraron los uacúsecha, estaban unas piedras alzadas como ídolos por labrar.21 Sobre las piedras, los uacúsecha mencionaron al verlas: “Mirad que esta piedra es la que se debe llamar Zirita cherengue y ésta Vacúsecha, ques su hermano mayor, y ésta Tingárata y ésta Mivequa ajeva. Pues mirad que son cuatro estos dioses.”22 Estos cuatro dioses uacúsecha son mencionados sólo en esta ocasión en la Relación de Michoacán, y no vuelven a ser referidos en otras fuentes. El significado de sus nombres, traducidos por Pedro Márquez Joaquín, nos da algunas pistas sobre sus características: se menciona que el hermano mayor de estos dioses es Vacúsecha, que como ya hemos visto, significa “águilas”, animal nahual de Curícaueri y numen del clan homónimo; Zirita cherengue se puede traducir como “La es- 2020, pp. 35-39. 18 Jerónimo de Alcalá, op. cit., pp. 160, 267, 129, 50 y 36; Francisco Ramírez, “Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro) hecha por el padre Francisco Ramírez [4 de abril de 1585]”, en Félix Zubillaga (Compilador), Monumenta Mexicana, Roma, Monumenta Histórica Societatis Iesu, 1959, vol. II, documento núm. 173, pp. 493-494. 19 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 36. 20 Maturino Gilberti, Vocabulario en lengua de Mechuacan, Zamora, El Colegio de Michoacán/Fideicomiso Teixidor, 1997, p. 128. 21 La correlación entre este tipo de elementos geológicos y las deidades tarascas, queda de manifiesto también en la Relación de Michoacán, que menciona a otra deidad explicítame asociada con una piedra de este tipo, el dios patrono de Zacapu tacanendan (actual Zacapu) llamado Querénda Angápeti, cuyo nombre puede traducirse como “Peña Enhiesta”. Jerónimo de Alcalá, op. cit, pp. 114-116; “Querenda. peña”, “anga, esta rayz sin h. significa estar enhiesto o poner enhyesto cosa larga…”, Maturino Gilberti, op. cit., pp. 142 y 212. 22 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 36. 32 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro pada”, de zirita (“espada”) y cherengue (“arma”); sobre Tingárata, menciona que la palabra podría venir de thingátani (“hacer arder”), pero en el Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán, se registró la entrada “Tizne, o hollin. Thingarata, tarahueta”;23 mientras que de Mivequa ajeva, Pedro Márquez lo reconstruye como posiblemente Miuqua (“cuenta”), y ajeua posiblemente sea exekua (“observación”), Miuqua exeua podría significar “observa a los que hacen la cuenta”.24 El topónimo de Pátzcuaro El nombre de un lugar encierra toda una carga simbólica, otorgada por un individuo o colectividades, que puede estar relacionada con las características físicas del lugar o por algún acontecimiento, ya sea real o imaginario. Para el caso del topónimo “Pátzcuaro”, se han dado muchas interpretaciones sobre su significado a lo largo del tiempo, unas más fundamentadas lingüísticamente que otras, tales como: “Lugar donde tiñen de prieto”, “Lugar de negrura”, “Lugar de asientos de cú”, “Lugar de alegría”, “Lugar donde guardan”, “Donde está la entrada al paraíso”, “La Puerta del Cielo”, etcétera.25 De todos estos, el que nosotros consideramos como la traducción más adecuada, es “Lugar donde tiñen de negro”, dada por el franciscano fray Juan Baptista de Lagunas en su Arte y dictionario con otras obras en lengua Michuacana en 1574; traducción que se puede sustentar y corroborar por otras fuentes. Ya vimos que el nombre completo de Pátzcuaro, es mencionado por los uacúsecha al descubrir las petázequa, encinos y ojos de agua: “…aquí es donde dicen nuestros dioses que se llama Çacapu hamúcutin Pázquaro…”.26 Este topónimo es relativamente fácil de traducir, compuesto de Tzacapu (“piedra”), Hamucutin (“orilla generalmente”);27 mientras que de la traducción de Pátzcuaro, Baptista de Lagunas mencionó su procedencia: “Phazquarho de Phazcani i,[e.] Teñir de prieto”;28 Gilberti registró el mismo significado: “Pazcani. teñir de color prieto”.29 En otra parte de 23 Autor o Autores Desconocidos, Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán. Introducción, paleografía y notas de J. Benedict Warren. Morelia, Fimax Publicistas, 2 tomos, 1991, T. I, p. 674. 24 Pedro Márquez Joaquín, “El significado de las palabras p‘urhépecha en la Relación de Michoacán”, en Jerónimo de Alcalá, Relación de ceremonias y rictos y población y gobernación de los indios de la provincia de Mechoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, [Apéndice I], pp. 726, 719, 720, 712. 25 Estos significados son los que popularmente se mencionan en el imaginario, y por eso los consignamos. Un análisis historiográfico y lingüístico, sobre las diferentes traducciones que se han hecho del vocablo “Pátzcuaro”, supera los objetivos del presente texto, aunque es un tema que podría investigarse en el futuro. 26 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 36. 27 Maturino Gilberti, op. cit., pp. 155 y 87. 28 Juan Baptista de Lagunas, Arte y dictionario con otras obras en lengua Michuacana [Edición facsimilar de 1574], Morelia, Fimax Publicistas, 1983, p. 181 [152 en la paginación original]. 29 Maturino Gilberti, op. cit., p. 127. 33 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad su Arte, al mencionar un ejemplo de una oración en tarasco y su traducción al castellano, mencionó de nueva cuenta el significado de Pátzcuaro (“Donde tiñen de prieto”), y proporcionó la traducción del nombre tarasco de México-Tenochtitlan, Echero (“Tierra echada a mano”).30 La “Relación de la ciudad de Pátzcuaro” de 1581, proporciona una traducción similar, y agrega algunos datos de interés; por ejemplo, habla de que el nombre de la ciudad proviene desde la época anterior su fundación, porque ya estaba poblado por tintoreros: “También se llama Pátzcuaro, porq[ue] antiguamente, antes de que la ciudad se fundase, había en el sitio algunos tintoreros, q[ue] en la lengua desta provincia, se llaman phaztza, y, así, Pátzcuaro quiere decir “lugar donde tiñen”.31 En efecto, Maturino Gilberti registró la palabra “Pazri. tinturero”.32 La idea de teñir de prieto, probablemente está relacionada con la costumbre de pintarse el cuerpo de color negro entre los tarascos, la cual tenía una connotación religiosa muy importante: era el color de Curícaueri.33 Así, Zacapu Hamúcutin Pátzcuaro podría traducirse entonces con estos elementos, como “Piedra en la Orilla donde Tiñen de Negro”. La piedra en la orilla muy probablemente se refiera a las petázequa, que se encontraban en uno de los cerros de la ribera del lago; recuérdese la peña que fue identificada con la deidad Tingárata, que puede traducirse como “tizne, o hollin”. Sobre teñir de negro, debe de tenerse en cuenta esta costumbre de entiznarse el cuerpo que tenía los uacúsecha, por ser el color de Curícaueri. En otro registro lexicográfico de otra lengua del siglo xvII, en este caso del idioma pirinda-matlatzinca de Charo, de la pluma del agustino fray Diego de Basalenque, se registró una lista de topónimos en un apartado titulado “Nombres de algunos pueblos bueltos en matlaltzingo”, en su mayoría tarascos, con su traducción al pirinda-matlatzinca.34 En dicho documento, se tradujo 30 “Nahxan yauanesquiyxu, notero phazquarho huahenani, Echero hameri niyarani. vel, Echero ni yarani. Que tanto ày, o que tan lexos es, leuantandonos, o saliendo de aquí, o del lugar, en donde tiñen de prieto i,[e.] Phazquarho, hasta Echero, pro, Echero i,[e.] Mexiuhco: porque dizen que es de tierra echada a mano &c.” Juan Baptista de Lagunas, op. cit., pp. 302-303 [99-100 en la paginación original]. 31 René Acuña, op. cit., p. 197. 32 Maturino Gilberti, op. cit., p. 127. 33 “En cierta ocasión en que Taríacuri fue a buscar una alianza matrimonial con Zurunban, señor de Tariaran (cerca de Ziracuaretiro), éste lo invitó a pintarse el cuerpo de color amarillo; Taríacuri en un principio no quería el color amarillo, y explicó “que ya yo tengo ese color negro, que es de mi dios Curícaueri”; al final aceptó el color amarillo, y Jerónimo de Alcalá mencionó sobre esta costumbre: “Solían los señores entiznarse todos en honra de Curícaueri, su dios. Por eso dice Taríacuri que tenía [a]quella color por amor de su dios.” “Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 37.” 34 Diego Basalenque, Arte de la lengua matlatzinga. mui copioso y assi mismo una suma y arte abrebiado compuesto todo por el padre maestro fray Diego Basalenque, de la orden de nuestro padre S. Agustin de la prouincia de Michoacan. anno. 1640, manuscrito inédito actualmente resguardado en la biblioteca John Carter Brown, en Rhode Island, EE. UU., Internet Archive, https://archive.org/details/artedelalenguama00basa/page/n3/mode/2up, consultado el 17 de marzo de 2021. 34 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Pazquaro por py quehti; según las investigaciones de Etna Teresita Pascacio Montijo y Carlos Paredes Martínez, el topónimo pirinda-matlatzinca py quehti significa “lugar donde se tiñe”35, lo que confirmaría la traducción de hace Bautista de Lagunas y la “Relación de la ciudad de Pátzcuaro”. La Puerta del Cielo: Importancia sagrada de Pátzcuaro Como mencionamos arriba, en la cosmovisión tarasca se concebía que el universo tenía tres planos (Cielo, Tierra e Inframundo); también se sabe que el mundo estaba dividido en cuatro partes, correspondientes a los solsticios, equinoccios y puntos cardinales, dónde vivían diversos dioses. Esta división del universo en planos y rumbos, conformaba una geografía cósmica, que dotó de orden al mundo según las creencias tarascas. Estos rumbos estaban relacionados con las extremidades de la Diosa recostada boca abajo, en cuya espalda estaba la superficie del mundo, que era sostenida por cuatro deidades para que no se cayera. Dentro de la empresa imperial tarasca, se sabe que esta concepción del espacio también influyó en la organización territorial del reino. La Relación de Michoacán menciona varias veces las cuatro fronteras, y los señores que estaban encargados de ellas, aunque el mismo texto no proporciona mucha información al respecto: “Tenía puestos [el cazonci] cuatro señores muy principales en cuatro fronteras de la Provincia y estaba devidido su reino en cuatro partes.”36 La función de estas cabeceras tenía un papel más religioso que organizativo, aunque los señores de las cuatro partes eran muy principales, parientes del cazonci; estaban presentes en la Equata cónsquaro, las guerras de conquista, en el consejo que elegía al nuevo cazonci y en su coronación. Su obligación era acrecentar las flechas de Curícaueri, es decir, conquistar territorios y pueblos para tener tributarios, e impedir que los enemigos cruzaran las fronteras.37 Sólo Jacona en el Norte es mencionada explícitamente como una de las cabeceras de las cuatro partes, las otras tres pudieron haber sido: Taximaroa en el Este, Cutzamala o Ajuchitlán en el Sur, y Tamazula en el Oeste. Los antecedentes más remotos de estas cabeceras de las cuatro partes, los encontramos en los lugares a los que fueron a morar los señores chichimecas-uacúsecha, que se separaron en cinco grupos tras el agüero de las culebras en Uayámeo. A partir de los asentamientos ocupados por los dioses Tirípemencha, se delimitó un axis mundi de acuerdo a los niveles del universo y las cuatro partes correspondientes a las extremidades de la Diosa recostada boca abajo. 35 Etna Teresita Pascacio Montijo; Carlos Paredes Martínez, “El registro de fray Diego Basalenque (1640): notas en torno a la toponimia matlatzinca y purépecha”, 2015, en prensa. Agradecemos enormemente al Dr. Carlos Paredes Martínez, por facilitarnos la consulta de este trabajo. 36 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 175. 37 Ricardo Carvajal Medina, La guerra en el Michoacán prehispánico en el Posclásico Tardío. Economía política, Estado y sociedad tarasca, tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia, Morelia, Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2019, p. 569-571. 35 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Éstas cabeceras de las cuatro partes tuvieron su desarrollo histórico, es decir, no siempre fueron las mismas durante el período en que existió el Tzintzuntzan Irechequa, y debieron de cambiar de lugar conforme se avanzaba o retrocedía en la conquista del territorio. En la Relación de Michoacán se menciona sobre Pátzcuaro, que “en este susodicho lugar, tuvieron sus antepasados, en mucha veneración y dijeron que aquí fué el asiento de su dios Curícaueri”, y que a pesar de que se cambió la cabecera del reino a Ihuatzio y luego a Tzintzuntzan, aquí siguieron trayendo las ofrendas. Fray Jerónimo de Alcalá mencionó también que “decía el caçonzi pasado [Francisco Tangáxoan], que en este lugar, y no en otro ninguno, estaba la puerta del cielo por donde descendían y subían sus dioses.”38 Esta afirmación debemos entenderla en su historicidad, ya que la Relación de Michoacán menciona los diversos lugares por dónde descendían y subían los dioses: en las batallas, al hacer las ceremonias, en los fogones, a través de un árbol, e incluso se menciona que en medio del patio del templo de Zacapu, había un “madero muy largo donde descendían los dioses del cielo,” 39 que recuerda el rito de los voladores. Cuando los tarascos conquistaron a los demás pueblos dónde se adoraba a los dioses patrones locales, los uacúsecha debieron haber erigido a Pátzcuaro, asiento de su dios Curícaueri, como el centro ceremonial más importante de ellos y los pueblos conquistados; “parece ser que Pátzcuaro y su cuenca era el centro del cosmos según la religión tarasco-uacúsecha […] al parecer poseía la capacidad de vincular los diferentes planos, tanto las dimensiones horizontales, como la dimensión vertical del cosmos, formando un quincunce”,40 de ahí que se haya creído que era “en este lugar, y no en otro ninguno, estaba la puerta del cielo”. Los primeros y principales cťes de Curícaueri De las antiguas capitales prehispánicas que conformaron el Triunvirato Ihuatzio-Pátzcuaro-Tzintzuntzan, sólo Pátzcuaro quedó totalmente bajo la mancha urbana de la ciudad colonial y moderna (por ahora). Curiosamente es de su centro ceremonial del que contamos con mayor información histórica; se registraron varios testimonios sobre el tema, gracias al conflicto iniciado en 1538 y causado por la decisión del obispo Vasco de Quiroga, de trasladar la sede catedralicia de Tzintunzan a Pátzcuaro, por lo que la otrora capital imperial tarasca, dejaría de ser la cabecera de la Provincia de Michoacán, a lo que se opusieron tanto la nobleza indígena tzintzuntzeña y los franciscanos. En la documentación del siglo xvI, hay descripciones y alusiones de las estructuras arquitectónicas en el centro ceremonial prehispánico de Pátzcuaro, tales como terrazas, paredes de pie- 38 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 37. 39 Ibídem., p. 114. 40 Ricardo Carvajal Medina, La guerra en el Michoacán prehispánico…, op. cit., Pp. 333-334. 36 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro dra, plazas, yácatas, casas de los sacerdotes, casas del cazonci, osarios, probablemente tzonpantli, entierros reales, y nombres de lugares dentro del templo principal de Curícaueri. 41Varias de esas referencias mencionan elementos que pueden ubicarse en el trazo urbano actual, con lo que se podría reconstruir hipotéticamente cómo estaban distribuidos los espacios sagrados, sus funciones y cómo era parte de la vida ceremonial en el Pátzcuaro prehispánico. En las mismas fuentes se resalta su importancia sagrada, que no deja lugar a dudas de que fue el principal centro ceremonial de los uacúsecha. La Relación de Michoacán menciona que cuando los uacúsecha encontraron el lugar donde fundarían Pátzcuaro, escombraron el lugar, cortaron los encinos, y construyeron lo que sería el centro ceremonial, “…aquí había tres cúes y tres fogones, con tres casas de papas, en un patio que hicieron después a mano, de tierra, sacando por algunas partes las paredes de piedra para igualarle y allanarle”,42 un sistema constructivo similar al usado en la Gran Plataforma de Tzintzuntzan o en Ihuatzio. Sobre este pasaje de la Relación de Michoacán, José Corona Núñez mencionó que: El patio a que se refiere este último párrafo, es muy extenso. Ahora están sobre él la Basílica de la Virgen de la Salud, el Colegio de San Nicolás, hoy Museo, y la iglesia y exconvento de la Compañía. Las empinadas calles que suben a estos lugares eran antes las rampas o escaleras antiguas, y en la huerta del exconvento de la Compañía todavía quedan restos de los cúes o pirámides tarascas.43 En “La posesión que se tomó en Pázcuaro para la translación de la iglesia” que se hizo en agosto de 1538, se describe cómo el lugar donde se edificarían los edificios para su proyecto catedralicio, pues el centro ceremonial para ese momento ya estaba destruido. En el documento, se menciona que Pátzcuaro era la ciudad principal y cabecera de la Provincia de Mechuacán, “donde solian morar y residir los que guardaban y servían a sus Cues primeros maiores primeros y principales de toda la provincia, y ser sus sacrificios mayores, como en lugar prencipio y principal de toda la provincia, y donde estan y parecen oy los edificios y señal de ello”; se menciona la “fuente de San Gregorio”, y se menciona que la plaza estaba cercada de piedra, pues la “plaça donde estavan los dichos Cues principales, y asi, como va y buelve la cerca alta de piedra seca, todo lo cerrado por la parte alta y por la parte baja…”. Del mismo testimonio se desprende que en el centro ceremonial de 41 Véase el cuadro “Elementos naturales y estructuras del centro ceremonial de Pátzcuaro según las fuentes históricas” en el anexo. 42 Ibídem., p. 37. 43 José Corona Núñez, Mitología Tarasca, Morelia, Instituto Michoacano de Cultura, 1999, p. 82. 37 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Pátzcuaro vivía la nobleza y casta sacerdotal tarascas, pues era “donde solian morar los que servian y tenian cargo de los Cues, y estaban dedicado á ellos, con parte del aposento donde solian morar los Caciques que estaban, y esta todo desamparado e derrocado.”44 En el documento que mandó realizar Vasco de Quiroga, para justificar el cambio de la sede catedralicia de Tzintzuntzan a Pátzcuaro, fechado el 19 de septiembre de 1538, se aludió que estas dos poblaciones prehispánicas formaban parte de la Ciudad de Mechoacan, y que cada asentamiento era un barrio, así como la importancia de Pátzcuaro sobe Tzintzuntzan. En la séptima pregunta que les hacían a los testigos, se pedía contestar sí era “…Pazcuaro, donde los naturales de esta ciudad tenían su principal población y sus cúes y sacrificios primeros y principales y donde era la cabecera de la provincia antes que los españoles viniesen”, y que si los indígenas pensaban sobre “Pansquaro como la cosa mejor y más principal que había en la provincia…”.45 Los testigos que contestaron las preguntas fueron vecinos españoles y principales indígenas, la mayoría de respuestas fueron afirmativas y que se contenía como la pregunta decía, aportando alguna información etnográfica complementaria. Así por ejemplo Suero Asturiano contestó que “vio muchos cúes y casas de placer del Cazonci que era señor de esta provincia y muy gran población junto a ellas, y que el sitio adonde ahora está la iglesia era casa de contratación adonde el dicho Cazonci venía a negociar con los naturales y españoles más que el más tiempo vivía en Pásquaro…”.46 Otro testigo, Pedro Moreno contestó que “…ha visto en el dicho Pasquaro muy mayores edificios de cúes que no en este sitio [de Tzuntzuntzan], y que sabe que allí tenía el Cazonci su casa principal de su vivienda, y que este sitio [Tzuntzuntzan] no lo tenía el dicho Cazonci sino para venirse a él a negocios…”. Por su parte, Juan Borrallo declaró que …que Pasquaro es tierra fértil y de mejores calidades que allí era casa del Cazonci y muy grandes cúes y muy mayores edificios que no en este asiento, [Tzintzuntzan] or donde parece ser cosa de más calidad, y que sabe que allí en el dicho Pasquaro hacía el Cazonci su más vivienda y fiestas y sacrificios como cosa más viciosa y cabecera como lo era.47 La mayoría de las respuestas de los testigos españoles son del mismo tenor, agregando que los cúes de Pátzcuaro eran más grandes que los de Tzintzuntzan. La Relación de Michoacán men- 44 Nicolás León, Don Vasco de Quiroga. Grandeza de su persona y de su obra, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1984, pp. 269-270. 45 Benedict J. Warren, La conquista de Michoacán 1521-1530, Morelia, op. cit., Apéndice x, p. 441. 46 Ibídem., pp. 445-446. 47 Ibídem., p. 450. 38 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro ciona el nombre de las yácatas de Pátzcuaro, en un pasaje que menciona como Taríacuri hizo caso de los sacerdotes viejos que lo criaron tras quedar huérfano; se menciona que “llegó a este lugar de Pázquaro y allí traía leña, y su casa tenía en un barrio del dicho pueblo llamado Tarímichúndiro. Y vínose allí donde se llama Pázquaro y traía leña a un cu llamado Zirípemeo y a Quaraco hoato, y llevaba a otro lugar llamado Yóngoan.”48 Pedro Márquez Joaquín propone traducción de estas voces: Zirípemeo se puede traducir como “Lugar donde se comprometen las personas. Posiblemente sea derivado de tzirípequa (reja). En este sentido Zirípemeo sería una expresión metafórica de lugar enrejado”; Quaraco hoato podría ser “Cerro de la Ardilla” de quaraco (“ardilla”) y hoato (“cerro”); mientras que Yóngoan dice que “la palabra más cercana es yóngomarini Hablar con voz grave. Lugar de cosas gruesas”.49 Unos testimonios sobre el lecho de muerte de don Antonio Huitziméngari en 1562, hijo legítimo del último cazonci, proporciona información sobre la importancia del centro ceremonial para el linaje uacúsecha y sus descendientes durante la época colonial temprana: como lugar de sus antepasados y herencia del linaje real. El acontecimiento sobre el que giran los testimonios, es una visita que hizo Vasco de Quiroga a don Antonio. El motivo de la visita nos lo da Miguel Cuara, criado de don Antonio, quien dijo que el obispo Quiroga “le pedía a don Antonio que le diese todo el cercado donde está el colegio y el campanario para el dicho colegio, y no se lo quiso dar, porque le dijo que no podía porque era de sus hijos”.50 Otro testigo, don Hernando Gutiérrez, escribano público, mencionó que la respuesta de don Antonio fue que el cercado, tierras y huerta donde estaba el colegio “era patrimonio de mayorazgo de sus padres y antepasados y que él no lo podía dar porque era de su hijo.”51 Otro testigo indígena fue Pedro Pemo, principal que afirmó haber estado presente en la visita, y que don Antonio Huitziméngari pidió consejo a Francisco Chaype y Marcos Chocho, indios viejos que fueron mayordomos del último cazonci: Padres, el obispo bueno que se fue agora de aquí, que me vino a ver, me ha pedido que le dé el cercado donde está fundado el colegio que está en esta ciudad, y yo no se lo quise dar porque es de mis hijos y es cosa de mayorazgo, y se quejarán de mí. ¿Qué os parece que haré?52 48 Jerónimo de Alcalá, op. cit., p. 47. 49 Pedro Márquez Joaquín, op. cit., pp. 726, 715 y 724. 50 Delfina Esmeralda López Sarrelangue, La nobleza indígena de Pátzcuaro en la época virreinal, Morelia, Morevallado Editores, 1999, Apéndice 2, “El cercado real y el obispo”, p. 308. 51 Ibídem., p. 309. 52 Ibídem., pp. 309-310. Nótese como en este pasaje se encuentra la retórica tarasca de hablar por negaciones, y la presencia de “viejos” para la toma de decisiones políticas. 39 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Al final, Huitziméngarí decidió no darle los terrenos a Vasco de Quiroga, que pasaron a formar parte del colegio de la compañía de Jesús en Pátzcuaro. En la misma declaración, se menciona sobre Pedro Pemo que: Y este testigo sabe, porque es cosa pública y así lo oyó decir muchas veces a don Francisco Pemo, su padre, y a otros principales viejos, que los cercados y sitio donde estaba fundado el dicho colegio y al presente está el pedazo de casa, todo ello fue de los reyes y señores que fueron de esta provincia en el tiempo de la infidelidad…53 Otro dato sobre el centro ceremonial de Pátzcuaro, lo proporcionó el jesuita Francisco Ramírez en la década de 1580, que nos da información de la monumentalidad del templo principal de Curícaueri: Y cuan soberbio y suntuoso fuese este edificio, y cuántos debían de concurrir de todas partes a los sacrificios y fiestas de sus dioses, muéstranlo bien las gradas de nuestra huerta, que corrían tres tantos de lo que se ve el día de hoy, con ser aún buena distancia; abajo de las cuales había otros dos órdenes de la misma suerte hasta llegar a la plaza; y la muchedumbre de piedra labrada y ruinas de edificios que se hallan en lo alto de nuestra huerta, y todo lo a ella circunvecino, donde solían ser las casas y habitación de los curites o sacerdotes.54 Aquí se describe la monumentalidad del sitio, y menciona otro elemento arquitectónico, las gradas, que podría estar haciendo referencia a los muros de contención de la plataforma, la cerca de piedra mencionada en el traslado de sede catedralicia, o quizás a otro elemento de la arquitectura tarasca: los uatziris, característicos de Ihuatzio. Francisco Ramírez también es de los pocos autores que usa la voz curites para referirse a los sacerdotes tarascos.55 Un último testimonio de finales de 1565 que nos gustaría rescatar, está relacionado con el arquitecto Hernando Toribio Alcaraz, encargado de la construcción de la catedral de Vasco de Quiroga, acusado de desviar materiales de construcción para dos de sus casas. Uno de los testigos, Diego Hurtado, vecino de Pátzcuaro, dio una interesante declaración, donde hace mención que 53 Ibídem., p. 310. 54 Francisco Ramírez, “Del principio y fundación de este Colegio de Michoacán y de su progreso y su aumento”, en Francisco Ramírez, El Antiguo Colegio de Pátzcuaro, Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 1987, p. 68. 55 “Curinsti. fogonero”, “Curihtsitari. fogonero de los ydolos”. Maturino Gilberti, op. cit., p. 75. Dos rangos sacerdotales tarascos mencionados en la Relación de Michoacán, son los cúritiecha y curíçitacha. Jerónimo de Alcalá, op. cit., p 183. 40 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro …dijo que este testigo sabe y vio, al tiempo que el reverendísimo Obispo de Mechuacan, abrían los cimientos de la dicha Iglesia y que en el sitio y comarca de ella solía haber unos cues muy grandes de idolatrías de los naturales del tiempo de su infidelidad y en el dicho sitio y comarca el dicho señor Obispo con los naturales de esta ciudad hizo abrir muchas zanjas y sacar los huesos de lo(s) que allí estaban enterrados, diciendo que no podían estar por ser infieles […] Y que le parece a este testigo que cuando el dicho señor Obispo fundó la dicha iglesia todo el circuito como ahora está cuadrado según que estaba en el tiempo de los cues era término y sitio para la dicha iglesia y lo en ella anexo y perteneciente…56 De esta información se infiere la existencia de un osario en lo que fueron los cimientos de la catedral de San Salvador, muy similar al existente en Tzintzuntzan. De aquí también se desprendería la existencia de “unos varales las cabezas de los sacrificados, que hacían gran sombra”, conocido como tzompantli en lengua náhuatl.57 Con todos estos elementos y estructuras, se entiende la importancia del centro ceremonial de Pátzcuaro. Conclusiones La historia prehispánica de Pátzcuaro se remonta al origen en algún lugar en el Norte, del grupo chichimeca llamado uacúsecha, a las zonas lacustres de Zacapu y Pátzcuaro. Este linaje fundaría su capital en lo que fuera una región boscosa, con varios ojos de agua, y muchas piedras, los cuales fueron considerados como elementos sagrados, señal de sus dioses para que se asentaran. De entre todos los elementos, destacaron unas peñas que eran llamadas petázequa, las cuales se creían que eran enviadas por el Dios del Infierno, para que se edificaran los templos de los dioses principales. Ahí se encontraron cuatro peñas alzadas que parecían ídolos por labrar, se relacionan con: 1) el nahual del dios Tiríripeme Curícaueri; 2) con la espada, símbolo guerrero; 3) con el tizne u hollín con el que se pintaban el cuerpo los antiguos tarascos; y 4) quizás con los sacerdotes, encargados de la cuenta del calendario, o los recolectores que contaban los tributos. El nombre completo de Zacapu Hamúcutin Pátzcuaro puede traducirse como “Piedra en la Orilla donde Tiñen de Negro”; dicho topónimo está relacionado con las petátzequa, y con la costumbre de los tarascos de pintarse la piel con tizne, en honor de Curícaueri. La importancia divina 56 Fernando Mendoza Molina, “Noticias sobre los inicios de la construcción de la catedral de don Vasco”, en Oriel Gómez Mendoza e Igor Cerda Farías (Coordinadores). Pátzcuaro: Corazón de la utopía quiroguiana. Pátzcuaro, Gobierno Municipal de Pátzcuaro, 2020, pp. 144-145. 57 Jerónimo de Alcalá, op. cit., pp. 8, 46, 86, 144 y 184. 41 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad de Pátzcuaro, se debió a que fue el lugar donde se construyó el principal templo de Tirípeme Curícaueri, y aunque la cabecera del reino fue trasladada a Ihuatzio y luego a Tzintzutnzan, Pátzcuaro siguió siendo considerado como el centro del mundo, según la cosmovisión tarasco-uacúsecha Esta investigación fue realizada con los testimonios históricos que hemos encontrado en diferentes pesquisas, con los cuales nos podemos dar una idea de cómo fueron los templos principales de los tarascos. Sin embargo, una búsqueda documental, bibliográfica, lingüística y arqueológica, ampliaría la cantidad de información, lo que podría darnos una imagen más completa del pasado patzcuarense. Los datos presentados aquí deben considerarse, como un primer intento de sistematización sobre las referencias del centro ceremonial prehispánico de Pátzcuaro, que podría ampliarse o modificarse con las nuevas investigaciones o interpretaciones futuras en el tema. 42 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Fuentes Acuña, René, Relaciones geográficas del siglo xvI: Michoacán, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1987. Alcalá Jerónimo de, Relación de Michoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2008. Autor o Autores Desconocidos, Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán. Introducción, paleografía y notas de J. Benedict Warren, Morelia, Fimax Publicistas, 2 tomos, 1991. Baptista de Lagunas, Juan, Arte y dictionario con otras obras en lengua Michuacana [Edición facsimilar de 1574], Morelia, Fimax Publicistas, 1983. 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Warren, Benedict J., La conquista de Michoacán 1521-1530, Morelia, Fimax Publicistas, 1989. 44 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Anexo Elementos naturales y estructuras del centro ceremonial de Pátzcuaro según las fuentes históricas Elemento Tipo Ubicación “Donde ha de ser la iglesia Petázequa Peñas sobre alto catedral” [hoy Basílica de Nuestra Señora de la Salud] Traducción Fuente -“Asiento de cu” -“Herida causada por estar RM, pp. 36 y 44. echado mucho tiempo” (RcM) Vacúsecha Piedra alzada como ídolo “” -“Águilas” RM, p. 36. Zirita cherengue Piedra alzada como ídolo “” -“La espada” [¿macúhuitl?] RM, p. 36. Tingárata Piedra alzada como ídolo Mivequa ajeva Piedra alzada como ídolo Otros peñascos Peñas Un agua Ojo de agua Cuirís quataro Cerrillo -“Hacer arder” “” -“Tizne, o RM, p. 36. hollin” (RcM) -“Observa a “” los que hacen RM, p. 36. la cuenta” RM, p. 37 “Fuente del patio RM, p. 36. del señor obispo” “Donde está la “En la casa campana grande” del pato” 45 RM, p. 36. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Caropu hopánsquaro / Carupu vta “La casa que tiene Ojo de agua [¿Fuente de San Gregorio?] Patio allanado con ahora don Pedro [Cuiniarángari]” -“Pepenar donde lavan plata” -“Collares de huesos colorados Terraza Plataforma Plaza donde estaban los dichos Plaza p. 270. RM, p. 37. PPI, p. 270. nIc, p. 145. cués principales Cercado PPI, y 152. por la sangre” paredes de piedra Cerca alta de piedra seca RM, pp. 36 Cerca [¿uatziris?] Cerca Alrededor de la plaza PPI, Colegio Jesuita [hoy Centro Cultural Antiguo p. 270. cRo, p. 308 Colegio Jesuita] [¿muros de contención de la plataforma?] Gradas [¿cerca de piedra?] [¿uatziris?] Cu con fogón Zirípemeo “bien las gradas de nuestra huerta, que corrían tres tantos de lo que se ve el día de hoy, con ser aún buena distancia; abajo de las cuales había otros dos órdenes de la misma suerte hasta llegar a la plaza”, Colegio Jesuita [hoy Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita] Pfc, -“Lugar donde se comprometen las personas” -“Lugar enrejado” Yácata 46 p. 68. RM, pp. 37 y 47. Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Cu con fogón Quaraco hoato “Cerro de la ardilla” Yácata RM, pp. 37 y 47. RM, pp. 37 y 47. -“Hablar con voz grave” Cu con fogón Yóngoan Yácata Casa de los papas Troje Casa de los papas Troje RM, p. 37. Casa de los papas Troje RM, p. 37. Casa principal del cazonci Troje Casa de contratación del cazonci Troje Casas de placer del cazonci Troje -“Lugar de cosas gruesas” RM, p. 37. “adonde ahora está la iglesia” IvQ, p. 447. IvQ, p. 446. IvQ, p, 445. Cimientos de la catedral de Huesos enterrados Osario San Salvador [hoy Basílica de nIc, p. 144. Nuestra Señora de la Salud] Cabezas en varales ¿Tzompantli? “” 47 nIc, p. 144. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Entierros de Uápeani II, Pauácume II y Taríacuri Al pie de las Entierros escaleras de RM, pp. 44 y 153. las yácatas FUENTES: Relación de Michoacán (RM), “La posesión que se tomó en Pázcuaro para la translación de la iglesia” (PPI), “Información de don Vasco de Quiroga sobre el asiento de su iglesia catedral, 1538” (IvQ), “Noticias sobre los inicios de la construcción de la catedral de don Vasco” (nIc), “El cercado real y el obispo” (cRo), “Del principio y fundación de este Colegio de Michoacán y de su progreso y su aumento” (Pfc). Todas las traducciones son de Pedro Márquez Joaquín, a menos que se indique lo contrario (RcM). Elaboración propia 48 REANALIZANDO LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE PÁTZCUARO PREHISPÁNICO José Luis Punzo Díaz58 y Efraín Flores López59 Introducción La arqueología en el lago de Pátzcuaro tiene más de 100 años de existencia. Ha sido esta bella región visitada por famosos viajeros y estudiada por algunos de los profesionales más prestigiosos de su momento en el campo de la arqueología. Los estudios arqueológicos realizados en el área del lago de Pátzcuaro han sido muy abundantes, con muy variados puntos de vista, metodologías diversas y acentos de investigación disímbolos. En este capítulo buscaremos mostrar una exhaustiva presentación de los trabajos arqueológicos realizados en la cuenca de Pátzcuaro, remarcando algunos datos relevantes, especialmente para la sección sur del lago, además de presentar los esfuerzos realizados en las últimas décadas para el recorrido de los sitios anteriormente registrados y su sistematización para su conservación y análi- 58 InAH. Correo electrónico: jlpunzod@gmail.com 59 InAH/EnAH. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad sis. Finalmente, presentaremos algunos ejemplos de trabajos de arqueología urbana en Pátzcuaro, uno de los grandes pendientes de la arqueología en la región. Esto nos dará cuenta de la abundante riqueza arqueológica que guarda el lago de Pátzcuaro, de sus logros y los enormes retos a los que nos enfrentamos. Empecemos con un poco de historia. Recuento de las investigaciones arqueológicas, viejos y nuevos datos Si bien no como investigaciones arqueológicas formales, si existen algunas reseñas en documentos históricos sobre la edificación de templos destacando sobre todo la descripción de los monumentos arqueológicos que se edificaron en Pátzcuaro, en época de Pauacume y Vapeani, lo cual es abundantemente tocado en los capítulos de Igor Cerda y Ricardo Carvajal, por lo que simplemente comentaremos que a partir de la lectura de dichas fuentes podemos suponer que se trataba de una gran plataforma que nivelaba la zona donde se hallaban las Petátzequa, las cuales eran unas peñas sobre las que los pobladores edificaron sus templos, estas eran el Axis Mundi de su cosmovisión, estas cuatro peñas comunicaban el mundo con el supramundo y el inframundo. 60 En este lugar se construyeron tres basamentos, tres fogones y las “casas de los papas”, sobre un patio que “hicieron a mano”, para “allanarlo” a través de la construcción de muros.61 Una cuestión importante que igualmente se menciona en la Relación de Michoacán sobre este lugar, es la existencia de un ojo de agua que crea una corriente, cuestión a la que regresaremos más adelante. Sobre esta zona hemos realizado un modelo digital (figura 1) que nos muestra cómo se pudo haber visto la zona en el centro de la actual ciudad de Pátzcuaro. 60 José Luis Punzo, “Paisaje y Arquitectura En El Mundo de Los Habitantes Del Michoacán Antiguo.” En Pedro Francisco Sánchez-Nava y Colette Almanza (eds.), Un Patrimonio Universal: Las Pirámides de México. Cosmovisión, Cultura y Ciencia, InAH/Gobierno del Estado de México, México 2018. pp.127–41. 61 Jerónimo Alcalá, La Relación de Michoacán, Zamora, Colegio de Michoacán, 2008. 50 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Fig. 1 Reconstrucción hipotética de la ciudad prehispánica de Pátcuaro. Fuente: José Luis Punzo y Santiago Ferreira. Fig 2. Reconstrucción hipotética de la ciudad prehispánica de Pátzcuaro Fuente Nicolás León 1903. 51 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Esta reconstrucción que presentamos nos sirve de pretexto para iniciar el recuento de los trabajos arqueológicos que se han realizado en la cuenca del Lago de Pátzcuaro, con énfasis en el actual municipio de Pátzcuaro. Como se sabe, a finales del siglo xIx Nicolás León fundó el Museo Michoacano, específicamente en 1886. Si bien la mayoría de las piezas de dicho museo provinieron de donaciones particulares, hubo algunos trabajos que darían inicio formal a la investigación arqueológica en Michoacán. Sobre las primeras exploraciones en el lago de Pátzcuaro, particularmente sobre los monumentos arqueológicos en Tzintzuntzan, Nicolás León menciona que en 1852 el cura Ignacio Traspeña sacó mucha piedra de la yácata número 3 y que el inglés Charles Hartford excavó ahí mismo en la yácata 4, acción que aprovechó León para analizar este sitio y hacer una primera publicación de sus observaciones en 1888.62 De una segunda publicación en 1903,63 es muy interesante remarcar la reconstrucción hipotética de los elementos arqueológicos de Pátzcuaro descritos en la Relación de Michoacán, que hemos comentado, ubicando tres basamentos independientes con lo que parece un fogón frente a ellos sobre una gran plataforma de tres cuerpos, que a su vez, se encuentra sobre lo que pareciera un gran terraplén, con huellas de modificación antrópica (figura 2). Cabe recordar que aún no se habían excavado de forma sistemática las yácatas en Tzintzuntzan o Ihuatzio y que éstas habían sido apenas visitadas unos años antes por León y a partir de esos primeros trabajos se pudo hacer una primera propuesta arquitectónica. 64 Sobre este mismo autor cabe remarcar la mención que hace de una pirámide en Zinapécuaro que dice, es igual al “templo mayor” de Pátzcuaro.65 Otro de los primeros investigadores en reportar objetos prehispánicos de Pátzcuaro es el noruego Carl Lumholtz, quien entre 1895 y 1898 hace un viaje por el norte y occidente de México, llegando a Michoacán. Aunque él centra sus estudios y reflexiones en diversas áreas, acerca del lago de Pátzcuaro ofrece datos interesantes para la arqueología, especialmente de Ihuatzio y Tzintzuntzan, de donde hace algunas descripciones de los monumentos arqueológicos, específicamente de las cinco yácatas; él las llama edificios en forma de T.66 Sobre Pátzcuaro, no hace referencias directas a la existencia de vestigios arqueológicos, pero se refiere a la compra ahí de diferentes objetos, entre ellos un espejo de obsidiana de Zirahuén, dos estatuas de piedra volcánica con la forma de chacmol, 62 Nicolás León, “Las Yácatas de Tzintzuntzan” Anales Del Museo Michoacano 1 (1), 1888, pp.65–70. 63 Nicolás León, “Los Tarascos, Notas Históricas, Etnográficas y Antropológicas, Segunda Parte. Etnografía Precolombina”, Anales Del Museo Nacional de México, 2a Época 1. 1903, pp.392–502. 64 Nicolás León, 1888, op. cit. 65 Nicolás León, 1903, op. cit., pp. 415. 66 Carl Lumholtz, Unknown Mexico, Reprint 19, New York, Dover Books, 1987. 52 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro una de ellas proveniente de Ihuatzio, el cual tiene una muy clara relación tolteca y que reproduce en su libro de México Desconocido.67 Este mismo viajero hace referencia a dos piezas que dice provienen de Pátzcuaro: una figura de hombre coyote y un cascabel metálico.68 El propio Lumholtz hace referencia a Eduardo Ruíz cuando describe las yácatas de Tzintzuntzan y resulta especialmente interesante en los trabajos de Ruiz, la ilustración de las yácatas de Ihuatzio y la descripción del sitio, en este sentido sabemos que Eduardo Ruíz realizó investigaciones sobre los vestigios arqueológicos en los alrededores del lago de Pátzcuaro y fue él quien dio notas a Lumholtz para su estadía en Michoacán. En ese mismo sentido en la obra de Lumholtz encontramos menciones a los estudios que hizo Eduard Seler sobre la región de Pátzcuaro, cabe mencionar que éste visitó Tzintzuntzan y Pátzcuaro en 1895, y que serán fuente de la publicación de Seler en 1908.69 Ese mismo año, Julián Bonavit publicó sus propias observaciones, especialmente del sitio de Ihuatzio mostrando las interesantes esculturas y especialmente los chacmoles que fueron hallados ahí.70 En 1930, con el mandato de la Dirección de Monumentos Arqueológicos, Alfonso Caso y Eduardo Noguera71 realizan la primera exploración formal en la zona del lago de Pátzcuaro. Si bien las exploraciones en un primer momento se realizaron en Zacapu y Zamora respectivamente, existen algunas menciones importantes sobre la zona que en ese momento era el municipio de Pátzcuaro. La primera mención que se hace es la visita al pueblo de Ihuatzio que pese a contar con las recomendaciones del Gobernador del Estado, en ese momento Lázaro Cárdenas del Río y del Presidente Municipal de Pátzcuaro, no pudieron realizar estudios en dicho lugar, por lo que ambos tuvieron que intervenir de manera directa para poder comenzar los trabajos. Cabe mencionar que un año antes, Ignacio Marquina realizó un levantamiento arquitectónico en Ihuatzio. Así mismo, se realizaron investigaciones en Tzintzuntzan, aunque fueron complicadas debido a la afectación de las estructuras. No obstante, destaca que a su regreso a la ciudad de Pátzcuaro, dichos arqueólogos hicieron visitas a distintos sitios de la región, desafortunadamente no dan mayores datos, a excepción de lo hallado en una cueva del malpaís, cercano a Pátzcuaro, donde el año anterior, es decir en 1929, se habían encontrado esculturas de piedra y fragmentos de una gran olla, que posiblemente 67 Ibidem, p. 440. 68 Ibidem, pp. 405, 439. 69 Eduard Seler, “Los Antiguos Habitantes de Michoacán.” En Moisés Franco (ed.), Relación de Michoacán, México, Morelia, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2008, pp.139–233. 70 Julián Bonavit, “Objetos arqueológicos encontrados en Ihuatzio”, en Boletín de La Sociedad Michoacana de Geografía y Estadística, núm. 4, 1908, pp.176-213. 71 Alfonso Caso, “Informe preliminar de las Iinvestigaciones en Michoacán”, en Anales del Museo de Nacional de Arqueología, Historia e Etnografía, de México, 6 (2): 1930. pp 446–52. 53 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad sirvió para depositar un entierro, similares a las que desde esas fechas ya se habían reportado en Zacapu. También reportan la adquisición de una serie de figurillas femeninas y vasijas que llaman de “estilo tarasco” que provenían del Cerro Colorado en las afueras de la ciudad de Pátzcuaro.72 Posterior a los trabajos de Caso y Noguera, a la región acudió Wilfrido DuSolier Massieu, quien realiza un recuento de varios sitios arqueológicos, entre ellos Ihuatzio, pero además reporta al sur de la ciudad de Pátzcuaro un sitio con grabados rupestres que llama Las Canteras.73 Los trabajos arqueológicos que siguieron se enfocaron casi exclusivamente en Tzintzuntzan, primero bajo la tutela de la Dirección de Monumentos Arqueológicos, en la llamada segunda temporada, desarrollada por los arqueólogos Alfonso Caso, Jorge Acosta y Daniel Rubín de la Borbolla, entre 1937 y 1938.74 Posteriormente, tras la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la tercera, cuarta, quinta y sexta temporadas fueron ejecutadas por Daniel Rubín de la Borbolla, entre 193975 y 1946, esta última con la ayuda de Ramón Gali76. Cabe mencionar sobre los trabajos que publicó Ignacio Marquina en 1951 se halla un plano de las yácatas de Tzintzuntzan e Ihuatzio muy detallado.77 La séptima temporada se enfocó en breves trabajos de mantenimiento a cargo de Rafael Orellana. Román Piña Chán llevó a cabo las temporadas octava, novena y décima 1962-1964, 196878 y 1977-1978 respectivamente, siendo auxiliado por Rubén Cabrera, quién publica los resultados de la décima temporada, cerrando el siglo xx 79; Efraín Cárdenas desarrolla en 1992 la onceava temporada de trabajo arqueológico.80 Ya en el presente siglo, los trabajos de Arturo Oliveros (2001, 2008-2009, 2011)81, Eugenia Fernández Villanueva82 y Nelly Robles y Olga Landa 72 Ibidem, p 452. 73 Wilfrido DuSolier, “Informe sobre las zonas arqueológicas de Copalillo, Ihuatzio, Zacapu y La Angostura, Michoacán.” Archivo Técnico del Consejo de Arqueología, InAH, México, 1936. 74 Jorge Acosta, “Exploraciones arqueológicas realizadas en el estado de Michoacán durante los años 1937 y 1938,” en Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, tomo III, 1939, pp. 85–96. Daniel Rubín de la Borbolla, “Antropología de Tzintzuntzan- Ihuatzio: Temporada I y II”, en Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 3 (2), 1937, pp.99–121. 75 Daniel Rubín de la Borbolla, “Exploraciones arqueológicas en Michoacán, Tzintzuntzan. Temporada III”, Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 5 (1), 1941, pp. 5–20. 76 Ramón Gali, “Arqueología de Tzintzuntzan, Temporada Iv” Anales del Museo Michoacano, 2a Época 4, 1946, pp. 50–62. 77 Ignacio Marquina, Arquitectura Prehispánica, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1951. 78 Román Piña Chán, “Diario de Campo Ix Temporada Tzintzuntzan”, Archivo Universidad Autónoma de Campeche, 1969. 79 Rubén Cabrera, “Nuevos Resultados de Tzintzuntzan, Michoacán, En su décima temporada de excavaciones”, en Rosa Brambila y Ana María Crespo (eds.), Primera reunión sobre las sociedades prehispánicas en el centro occidente de México, Memoria, InAH Querétaro, 1987, pp.193–217. 80 Efraín Cárdenas, “Proyecto Tzintzuntzan, Michoacán xI temporada, exploración y consolidación.” Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH, México, 1992. 81 Arturo Oliveros-Morales, Tzintzuntzan Capital Del Reino Purépecha, Fideicomiso México, Fondo de Cultura Económica/Colegio de México, 2011. 82 Eugenia Fernández-Villanueva, Una propuesta de conservación para la unidad urbana arqueológica histórica de Tzintzuntzan, Tesis de Maestría, Universidad de Guanajuato, 2005. 54 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro (2011, 2012)83, se cuentan entre los más recientes, estos enfocados principalmente a la restitución de los monumentos más relevantes de la zona arqueológica. Finalmente, desde el 2020 está en actividad el proyecto “Prospección arqueológica de Tzintzuntzan, antigua ciudad de Michoacán, mediante tecnología LiDAR” a cargo de José Luis Punzo. Mención aparte merecen los trabajos de Helen Pollard, quien en 1972 presenta su trabajo de tesis de doctorado Prehispanic urbanism at Tzintzuntzan, Michoacán por la Universidad de Columbia.84 Estos trabajos han sido la base de su larga carrera que hasta la fecha continúa estudiando la arqueología del lago de Pátzcuaro.85 Así mismo, es muy relevante para el estudio de dicha ciudad y del urbanismo tarasco. En los años setenta, igualmente derivado de la negativa de un permiso para el estudio en Tzintzuntzan (comunicación personal a José Luis Punzo), Helen Pollard hace recorridos en áreas aledañas localizando una buena cantidad de sitios arqueológicos en la margen del lago de Pátzcuaro. Si bien como ya mencionamos, la mayoría de los trabajos arqueológicos se centraron en Tzintzuntzan, ha habido algunos otros que por su carácter regional tocaron de manera más general el lago de Pátzcuaro y por ende el actual municipio de Pátzcuaro. El primero de estos fue el Proyecto Gasoducto, tramo Yuriria Uruapan coordinado por la arqueóloga de Salvamento Arqueológico del InAH Angelina Macías Goytia en 1982. En este trabajo se pudieron localizar una buena cantidad de sitios arqueológicos, en la parte sur de la cuenca del lago Pátzcuaro, por donde pasa el gasoducto.86 Otro proyecto regional importante en la zona fue el llamado Proyecto Pátzcuaro-Cuitzeo que en 1983 trabajó en las zonas de Quiroga y Erongarícuaro. Este proyecto que partió de la extinta Dirección de Investigaciones Arqueológicas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia fue coordinado por Giovanni Sapio y Javier López Camacho. En el proceso se pudieron localizar una buena cantidad de sitios en esa parte de la cuenca de Pátzcuaro, además de registrar croquis en cam- 83 Nelly Robles y Olga Landa, “Informe final. Proyecto especial Michoacán, mantenimiento y puesta en valor de las zonas arqueológicas de Tzintzuntzan, Ihuatzio, Tingambato, Huandacareo y Tres Cerros. Tomo I: Zona Arqueológica de Tzintzuntzan.” Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH, México. 2012. 84 Helen Perlstein Pollard, Prehispanic Urbanism at Tzintzuntzan, Michoacán, Columbia University, 1972. 85 Helen Perlstein Pollard, Tariacuri’s Legacy: The Prehispanic Tarascan State, Norman, University of Oklahoma Press, 1993. ———“La fase loma alta en la cuenca de Pátzcuaro: Unas raíces del pueblo Purépecha”, en Efraín Cárdenas (ed.), Las Tradiciones Arqueológicas Del Occidente de México, Zamora, Colegio de Michoacán, 2004, pp.183–93. ———“A model of the emergence of the Tarascan State”, en Ancient Mesoamerica 19 (Cambridge University), 2008, pp. 217–30. 86 Angelina Macias, Carlos Silva, Salvador Pulido, Lourdes González, y María Antonieta Moguel, “Proyecto gasoducto, tramo Yuriria-Uruapan. Informe de recorrido de superficie, 1era Temporada”, Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH, México, 1982. 55 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad po que, aunque escuetos en su mayoría, fueron esenciales para determinar ubicación y distribución arquitectónica.87 Desafortunadamente este proyecto se truncó apenas tras dos temporadas por la muerte de Sapio. Brevemente, aunque no de la región que estamos tratando, es importante hacer mención del inicio del Proyecto Michoacán, por parte del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (cEMcA), auspiciado por el gobierno de Francia quien desde 1983 hasta la fecha ha hecho posiblemente los estudios arqueológicos más completos en Michoacán centrándose en la región del norte de Michoacán, especialmente en Zacapu. En esta misma época, entre 1985 y 1988, se llevó a cabo el Proyecto Atlas Arqueológico Nacional en el estado de Michoacán.88 En lo referente al lago de Pátzcuaro se hicieron importantes trabajos que culminaron con el registro de múltiples sitios arqueológicos, especialmente en la región poniente del lago hacia Erongarícuaro, aunque también existen variados registros al sur de la cuenca, muchos de ellos realizados por Efraín Cárdenas. Este fue un gran esfuerzo para sistematizar los catálogos que existían y para llenar los amplios huecos de investigación arqueológica que faltaban en todo el país. En los años noventa, Helen Pollard inicia una serie de proyectos arqueológicos en el oeste del lago de Pátzcuaro, Urichu (1990-1996), Jarácuaro-Pareo (1995-1988) y Erongarícuaro (20012006) que se han convertido sin duda en el referente más importante de los trabajos de la cuenca de Pátzcuaro y los trabajos más sistemáticos realizados a la fecha.89 En estos estudios Pollard y su equipo, hacen profundos estudios sobre el paleoambiente del lago de Pátzcuaro, distintos materiales arqueológicos, prácticas funerarias y patrón de asentamiento, abundantes trabajos, ponencias y tesis dan cuenta de estos trabajos. Tal vez lo más importante es que los estudios de Pollard han podido establecer claramente una ocupación continua desde el periodo Preclásico tardío, es decir desde aproximadamente el 300 a. C. hasta el periodo virreinal. Es decir, documentó casi 2000 años de historia humana en las riberas del lago de Pátzcuaro, cambiando completamente el panorama que se había centrado casi exclusivamente en el periodo Tarasco, muy cercano a la llegada de los españoles a la región. 87 Giovanni Sapio y Javier López-Camacho, “Proyecto Pátzcuaro-Cuitzeo, Sección Quiroga-Erongarícuaro. Primera Temporada, Informe núm. 1.” Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH México, 1983. 88 Mirna Medina, “Informe de los resultados del proyecto atlas arqueológico nacional para el estado de Michoacán”, Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH México, 1989. 89 Helen Perlstein Pollard, “Proyecto desarrollo del Estado Tarasco: los señoríos Urichu, Xaracuaro y Pareo, Cuenca de Pátzcuaro, Michoacán, 1990-1998. Informe Final.” Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH México, 2001. ———“Proyecto Erongarícuaro. Informe técnico parcial al consejo de arqueología, InAH. Temporada 1 (Campo) 2001, Temporada 2 (Laboratorio) 2002-2004.” Archivo Técnico del Consejo de Arqueología InAH México, 2005. 56 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Aunque no propiamente arqueológico, el estudio palinológico de Sarah Metcalf y un equipo multidisciplinario han logrado estudiar varias cuencas lacustres entre ellas la de Pátzcuaro. Han logrado identificar perturbaciones humanas y la presencia de cultivos de maíz en la zona del lago de Pátzcuaro desde el 3500 al 1400 años antes del presente.90 Con lo que se ahonda aún más en la profundidad temporal de la habitación humana en Pátzcuaro. También muy relevante, y éste especialmente para la región sur de la cuenca de Pátzcuaro, fue el salvamento arqueológico liderado por Salvador Pulido en la autopista Pátzcuaro Uruapan. 91 En este estudio se pudieron identificar tres sitios arqueológicos con una clara ocupación del período Epiclásico del 600 al 900 d. C. Tócuaro, La Carcacha y Cerro Chendanas al sur del lago de Pátzcuaro, por otra parte, el sitio de Las Trojes en esta misma zona presenta un patrón arquitectónico muy interesante de estructuras cuadrangulares organizados alrededor de una plaza y una cancha de juego de pelota, esté ocupado durante los periodos Postclásico temprano y tardío también. 92 El sitio de Tócuaro es uno de los más importantes de esta región y se ubica en el malpaís Itzira Ahuácuti, siendo muy relevante en cuanto a sus vestigios arquitectónicos de planta cuadrangular, juego de pelota, cuartos sobre plataforma, plazas y un edificio en forma de “T”, forma arquitectónica que aparece en el Postclásico temprano a decir de los autores y una muralla que rodea la zona ceremonial.93 En 2006 inició el proyecto Legados de la Resilencia: La Cuenca del Lago de Pátzcuaro, a cargo del doctor Christopher T. Fisher, quien colaboró con Helen Pollard, profesor de la Universidad Estatal de Colorado. Este realiza estudios en la región sureste del lago de Pátzcuaro, donde se han detectado varios sitios arqueológicos. En 2007 se descubrió el importante sitio de Angámuco, ubicado sobre un malpaís, al este de Tzintzuntzan. En 2011 se hizo un primer estudio con tecnología LiDAR donde se localizaron miles de estructuras arqueológicas y una yácata de planta mixta como las de Tzintzuntzan,94 por lo que se continuaron los estudios LiDAR en 2014 y 2015, permitiendo ver una ciudad con una extensión de 26 kilómetros cuadrados, y a decir de los autores 39,000 estructuras de distintos tipos Este sitio presenta una ocupación que va desde el Epiclásico al Postclásico tardío es decir más de 600 años en que distintas partes fueron ocupadas y otras abandonadas. El estudio continúa actualmente y ha producido una gran cantidad de trabajos que nos han permitido conocer este importante asentamiento. 90 Sara, Metcalfe, Roy Bernard Brown, Hales Phillet, Robert-Alaine Perrot, y Francis-Alaine Street-Perrott. “Arqueología de Cuencas Lacustres. El impacto humano en Guanajuato y Michoacán”, en Arqueología, núm. 4, 1990, pp. 3–14. 91 Salvador Pulido y Luis Alfonso Grave, “De Pátzcuaro a Uruapan o de cómo nos topamos con lo Tarasco”, Arqueología, núm. 42, 2002, pp. 41–52. 92 Ibidem, pp. 42-43. 93 Ibidem, p. 46. 94 Christopher Fisher, Stephen Leisz, y Gary Outlaw, “LiDAR at Angamuco”, PE&RS 77 (10), 2011, pp. 959–67. 57 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Este recuento de los trabajos nos permite entender la forma en que se ha conformado el conocimiento arqueológico de esta área y la multiplicidad de proyectos y enfoques con que estos se han abordado. Sobre el estudio de la arqueología michoacana es importante no dejar de mencionar las importantes contribuciones en este campo de Claudia Espejel.95 Reanálisis de los datos a partir del registro arqueológico A partir del recuento de los diversos proyectos de exploración y aventura primero, el registro de monumentos espectaculares y lugares históricos, hasta los proyectos de investigación arqueológica, podemos apreciar la riqueza en expresiones culturales que distinguen a la población y municipio de Pátzcuaro, así como los municipios aledaños que en conjunto forman parte de la cuenca del lago y la armónica conjunción de la naturaleza y la presencia humana del pasado. No en balde, existe la emotiva mención que La Marquesa Madame Calderón de la Barca hizo de este lugar en el siglo xIx, escribiendo: “Pátzcuaro es un primor de ciudad, pequeña y con sus tejados inclinados, situado en las orillas de un lago que lleva su nombre, y frontero al pueblecito indio de Janitzio, edificado sobre una alta isleta en medio del lago”.96 Por tal motivo no es de extrañar que a lo largo y ancho de la región existan restos materiales de los asentamientos de distintas épocas previas a la intervención española, pero especialmente de aquellos del llamado periodo Postclásico tardío que compartieron espacio, recursos y modos de subsistencia. En la actualidad se han ido aplicando distintas estrategias de registro de la ubicación de sitios y monumentos con especial énfasis en las características y grado de conservación de estos, con el fin de tener un catálogo lo más amplio posible que permita tomar decisiones con certidumbre y responsabilidad ante dinámicas cada vez más intensas de crecimiento urbano, infraestructura, servicios y aprovechamiento territorial. Esta información no sólo tiene una función administrativa o de protección de acuerdo con los diversos ordenamientos de ley que tienen en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972 (LfMzAAH) su mayor referente; es al mismo tiempo, la materia prima de análisis y reflexión para la investigación académica. 95 Claudia Espejel, “Historia de La Arqueología de Michoacán”, en Claudia Espejel (ed.), La investigación arqueológica en michoacán, avances, problemas y perspectivas, Zamora, Colegio de Michoacán, 2014, pp. 9–102. 96 Madame Calderón de la Barca, La Vida en México: durante una residencia de dos años en ese país, Colección Sepan Cuantos, núm. 74, México, Editorial Porrúa, 2006. 58 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Por lo tanto, la calidad de la información resulta esencial, sobre todo al paso del tiempo y la imposibilidad de recuperar la forma en que muchos de los vestigios fueron reconocidos por los proyectos de recorrido sistemático y que recopilaron la información en cédulas de registro que se han venido actualizando desde los años setenta del siglo pasado. Al menos nueve tipos distintos de cédulas se ocuparon para registrar los sitios arqueológicos y sus evidencias materiales. Adicionalmente, la tecnología ha permitido que los registros sean más puntuales, exactos y con una mayor calidad de registro, sobre todo audiovisual y constitutiva como se ha visto. Un ejemplo concreto de estos trabajos fue el recorrido de la región de Pátzcuaro a través del proyecto del año 2011, conducido por Efraín Flores, denominado “Los Sitios Arqueológicos de la Cuenca del Lago de Pátzcuaro. Propuestas para su estudio, protección y difusión con base al Catálogo Nacional de Sitios y Zonas Arqueológicos”.97 En aquella ocasión, se pudo verificar la ubicación y registro de varios sitios que no habían sido reconocidos en más de 25 años, un periodo de tiempo que pareciera no ser muy extenso, pero que el ritmo de crecimiento exponencial de los asentamientos modernos, representan un constante riesgo de destrucción de datos imposibles de recuperar sin la intervención arqueológica. Tan solo en la cuenca del lago, se tenían registrados más de 413 sitios arqueológicos, en su mayoría asentamientos con algún tipo de evidencias arquitectónicas que demostraban en primera instancia, la considerable ocupación demográfica y la distribución de sitios en toda la ribera del Lago de Pátzcuaro en la época prehispánica. Uno de los proyectos mencionados, el llamado Pátzcuaro-Cuitzeo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, a través de su Departamento de Investigaciones Arqueológicas (dIAEnAH), que tuvo una fugaz existencia, pudo realizar un recorrido sistemático y que afortunadamente detectó varios espacios con vestigios y elaboró croquis de distribución de elementos que, junto con el Atlas Arqueológico Nacional, aportó en los años ochenta del siglo pasado, una cantidad considerable de sitios, los cuales se adicionaron a los importantes registros como los de Shirley Gorenstein, Helen Pollard y la Dirección de Salvamento Arqueológico. Con toda esta información, que anteriormente era vaciada en cartas topográficas del InEgI en papel, se podía llevar un registro general. Con la digitalización de fuentes e información cartográfica, la generación de bases de datos alimentadas con el contenido de las cédulas, y la vectorización de los croquis del proyecto dIAEnAH, 97 Efraín Flores López, “Los sitios arqueológicos de la cuenca del Lago de Pátzcuaro. Propuestas para su estudio, protección y difusión con base en el Catálogo Nacional de Sitios y Zonas Arqueológicos”, Informe inédito, México. Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, InAH. 2011. 59 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad fue posible generar una estrategia de recorrido sobre todo para actualizar los datos referentes a la ubicación, grado de deterioro e índice de vulnerabilidad ante las amenazas constantes del crecimiento de los núcleos de población. Aunque a la fecha, los sitios exclusivamente del municipio de Pátzcuaro rondan los 55 registros, es claro que la división municipal contemporánea es un factor que en términos de la amplitud del paisaje arqueológico pasa a segundo término, y aún más en el tiempo que estos sitios estuvieron ocupados. Por lo tanto, estos análisis en una primera etapa y apoyados en las referencias históricas nos permiten imaginar por un instante la extraordinaria y amplia visión que se pudo tener con respecto a una cabecera de la mayor importancia como Pátzcuaro, frente a los otros grandes centros de población, como Ihuatzio, Tzintzuntzan, Huecorio, Jarácuaro y Uricho como resultado inicial de esta labor de actualización, se puede tener una visión panóptica del lago y los espacios de ocupación que aún se pudieron reconocer sin las vicisitudes de la tenencia de la tierra, sobre todo en manos de particulares, las obras de infraestructura, el descenso del nivel del lago y el crecimiento demográfico. La totalidad de los croquis del proyecto dIAEnAH están digitalizados y se podrá realizar próximamente, una reconstrucción virtual de la ocupación con respecto al lago. Como elemento preliminar se puede apreciar su ubicación en un modelo digital de elevación y la vectorización de los croquis, en los cuales destaca sin duda Uricho, el malpaís de Tócuaro o Erongarícuaro. 60 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Fig. 3 Mapa de distribución de los sitios arqueológicos registrados en el lago de Pátzcuaro,incluyendo la división municipal actual. Fuente: José Luis Punzo y Efraín Flores. Fig. 4. Panorama general de la ubicación de los sitios arqueológicos registrados en el proyecto DIAENAH a través de sus croquis y ahora actualizados y digitalizados. (modelo digital de elevación, capas INEgI. José Luis Punzo y Efraín Flores). 61 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Algunos apuntes a partir de trabajos arqueológicos en la ciudad de Pátzcuaro Uno de los grandes faltantes en la arqueología en el sur de la cuenca de Pátzcuaro, es sin duda un programa permanente y sistemático de trabajos de salvamento arqueológico urbano en la ciudad de Pátzcuaro. Como sabemos el crecimiento de la ciudad colonial y moderna de Pátzcuaro se dio sobre una ciudad prehispánica de la cual sabemos casi nada, desde la arqueología. Sin embargo, aunque de manera aislada, existen trabajos que han podido asomarse de alguna manera al pasado tanto prehispánico como colonial temprano de la ciudad, en este sentido se han realizado breves salvamentos en algunos predios del centro histórico, especialmente destaca el realizado en el antiguo Colegio de la Compañía de Jesús. Para este estudio nos centraremos en dos trabajos realizados por distintos equipos de investigación, pero que tuvieron en común el uso de técnicas geofísicas de estudio y que muestran un camino con muy alto potencial de estudio en zonas urbanas como el de la ciudad de Pátzcuaro. El primero fue un estudio realizado por distintos departamentos del InAH, donde participamos la sección de monumentos históricos, arqueología y el laboratorio de prospección geofísica de la subdirección de laboratorios del InAH. En este sentido y derivado de la problemática de una inundación en una de las salas del Museo de Artes e Industrias Populares en Pátzcuaro, se buscó hacer una intervención coordinada, en conjunto con las autoridades municipales. Cabe recordar que el lugar donde se situaban las Petátzequa eran amplias plataformas prehispánicas, según las fuentes históricas y donde hoy se asienta la Basílica de Nuestra señora de la Salud, parte del proyecto catedralicio de Vasco de Quiroga -la Basílica de Nuestra Señora de la Salud-, el Colegio de San Nicolás Obispo -hoy Museo Artes e Industrias Populares-, El Colegio y Templo de la Compañía de Jesús, entre otros edificios. Este lugar tan importante para la forma de ver el mundo tarasco, menciona en el relato histórico de la Relación de Michoacán, un elemento muy importante y es la existencia de una corriente de agua que sale de un ojo de agua en dicho lugar. Actualmente dicha escorrentía pasa por la calle entre el Colegio Jesuita y el museo, llegando a la calle de La Alcantarilla. Esta corriente de agua fue la que ocasionó la intervención arqueológica. Se procedió en primer lugar a la generación de un plano topográfico y una ortofotografía digital del espacio con la utilización de un dron, a través de la creación de una nube de puntos. De dicho producto se procedió a incorporar la planimetría realizada por los arquitectos y posteriormente los alzados y cortes para comprender la zona de estudio. 62 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Fig. 5 Ortofotografía, plano topográfico y arquitectónico del Museo de Industrias Populares. Fuente: Secciones arqueología y de monumentos históricos del INAH-Michoacán. Fig. 6 Estudios geofísicos y detalles de las excavaciones en la calle de la Alcantarilla. Fuente: Laboratorio de prospección geofísica del INAH y Sección de arqueología INAH-Michoacán. 63 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Ya con esta base se comenzó a realizar un estudio geofísico, dirigido por José Ortega, responsable del laboratorio del InAH. En este sentido, se hicieron estudios mediante radar de penetración en la calle entre ambos edificios, así como por resistividad eléctrica en una línea más larga que cruzó desde la calle de la Alcantarilla hasta la contra esquina noroeste de la cuadra. Estos estudios nos permitieron identificar posibles muros, que nos muestran los procesos constructivos de la plataforma prehispánica sobre la cual desplantan los edificios coloniales. Así pudimos identificar distintas zonas de alta resistividad, especialmente en la tomografía eléctrica, qué pudimos corroborar con muros y rellenos constructivos de dicha plataforma. Además de los datos arquitectónicos que pudimos recuperar sobre la construcción de la plataforma, por supuesto que los trabajos de radar de penetración permitieron entender la trayectoria de la corriente de agua y las zonas de concentración de humedad con lo que el equipo de arquitectos dirigido por el arquitecto Ricardo González Garrido pudo atender la problemática. Los materiales arqueológicos recuperados fueron muy escasos, la mayoría de ellos, especialmente en las capas superiores, se trataba de materiales mezclados de muchas etapas, modernos, coloniales y prehispánicos, esto derivado de las múltiples intervenciones que han existido en el área, especialmente por el manejo del agua, así se pudieron identificar varios canales de distintas temporalidades y facturas, sin embargo, ya en los niveles inferiores, el material moderno ya no estuvo presente encontrándose solamente materiales coloniales tempranos y prehispánicos. Sobre los materiales prehispánicos destacan tipos cerámicos usados durante el periodo Postclásico tardío, que nos remiten a esa última ocupación y construcción de la plataforma, así como lascas y navajas de obsidiana, igualmente subrayamos un resto de escoria de producción de metal, sobre los materiales coloniales tempranos destaca sobre todos la presencia de un tipo cerámico nombrado Romita Sgraffito y Romita Liso, ambos han sido muy estudiados98 en la zona del lago de Pátzcuaro, además de restos de huesos humanos y animales. Sobre tiestos Romita Sgraffito y Liso se hicieron estudios de láminas delgadas petrográficas. El estudio confirmó la producción local de estos y una marcada continuidad entre los procesos productivos prehispánicos y coloniales tempranos, así mismo se hizo un estudio de espectrometría de rayos x con un equipo portátil para el análisis de los vidriados y pigmentos que arrojó datos muy 98 Ariana Juárez, Continuidad y cambio tecnológico en la producción alfarera del periodo postclásico tardío (1350-1521 d. C.) al colonial temprano (1521-1620 d.C.) en Tzintzuntzan, Tesis de Maestría en El Colegio de Michoacán, 2019. Patricia Fournier, James Blackman, y Ronald Bishop, “Los alfareros purépecha de la cuenca de Pátzcuaro: producción, intercambio y consumo de cerámica vidriada durante la época virreinal”, en Patricia Fournier (ed.), Arqueología y Complejidad Social, Thomas Charlton y Walbuerga Wiesheu, México, EnAH/ InAH /conAcULTA, 2007, pp.195–221. 64 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro importantes sobre la introducción de nuevos componentes en esta cerámica temprana.99 Por otro lado, se pudo fechar un tiesto de este tipo cerámico por la técnica de paleomagnetismo con el Servicio Arqueomagnético Nacional, el cual se determinó tenía una fecha probable del 1576 al 1712 d. C. Un segundo caso de aplicación de estudios geofísicos en esta zona de la ciudad de Pátzcuaro fue el estudio de un equipo del Departamento de Exploración del Instituto de Geofísica, UnAM100, que buscó mediante el uso de radar de penetración restos de la antigua nave, adosada a la actual iglesia de Nuestra Señora de la Salud, y que formó parte del proyecto catedralicio promovido por el Obispo Vasco de Quiroga en el siglo xvI, de lo que se abunda en distintos capítulos de este volumen. Queremos destacar de este estudio la posibilidad de la identificación de muros con esta técnica de prospección geofísica que indican que en al menos en una nave más se hicieron trabajos de cimentación. Derivado de dicho trabajo, en la sección de arqueología del InAH -Michoacán y en conjunto con un equipo de arquitectos liderado por Santiago Ferreira, realizamos una propuesta virtual de cómo pudo haber quedado edificada, de haber sido concluida, dicha catedral (ver imagen 6). 99 Ariana Juárez, op. cit. 100 Rocío Ponce, Denisse Argote, René Chávez, and María Encarnación Cámara. “Empleo de los métodos geofíscos en la prospección arqueológica urbana: La Basílica de Nuestra Señora de La Salud, Pátzcuaro, México”, Trabajos de Prehistoria, 61 (2), 2004, pp.11–23. 65 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig.7 Modelo digital con distintas vistas del proyecto de catedral de Vasco de Quiroga, montado sobre una imagen fotográfica aérea de 1930. Fuente: José Luis Punzo y Santiago Ferreira. 66 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Reflexión final Este breve trabajo buscó dar cuenta de la gran cantidad de trabajo arqueológico en la Cuenca del lago de Pátzcuaro y en los actuales límites municipales de Pátzcuaro. Es muy importante destacar esto trabajos en dos vertientes principales. La primera tiene que ver con el abundante registro de vestigios arqueológicos y el desarrollo de importantes proyectos de investigación que han abonado al conocimiento de la habitación humana en el lago de Pátzcuaro, así podemos hoy saber, que al menos desde hace 3500 años existieron grupos agricultores que modificaron fuertemente el paisaje, llegando a tener un importante impacto en el paisaje que los circundaba. Así mismo sabemos que al menos desde hace 2500 años hubo en esta zona grupos que fueron complejizando su vida social y agrupándose en aldeas que tuvieron producciones de objetos muy especializadas y que compartieron con amplias regiones circundantes. Tal vez el inicio más fuerte de la nucleación de las poblaciones comenzó en esta región hacia el año 600 d. C. y va a tener un muy importante crecimiento después del año 1000 d. C. hasta alcanzar niveles urbanos muy relevantes en ciudades como Angámuco, Ihuatzio y Tzintzuntzan. La segunda tiene que ver con la conservación. En este sentido estos más de 100 años de trabajos arqueológicos en la región nos han legado una importante colección de registros arqueológicos que deben ser sistematizados y atendidos para asegurar su conservación y su posible estudio futuro. El otro punto importante es la imperiosa necesidad de establecer un proyecto de arqueología urbana en la ciudad de Pátzcuaro, esto a través de una vinculación entre las instancias federales, estatales y municipales. Pátzcuaro y su lago es, sin lugar a dudas, uno de los lugares más importantes y apasionantes para el futuro de la arqueología en el estado de Michoacán, esta es una historia que tiene aun muchos capítulos que contar. 67 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía Acosta, Jorge, “Exploraciones arqueológicas realizadas en el estado de Michoacán durante los años 1937 y 1938”, Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, Tomo III, 1939, pp. 85–96. Alcalá, Jerónimo de, La Relación de Michoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2008. Bonavit, Julián, “Objetos arqueológicos encontrados en Ihuatzio”, en Boletín de La Sociedad Michoacana de Geografía y Estadística, núm. 4, 1908, pp.176-213. 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Este asentamiento hunde sus raíces por lo menos hacia el siglo xIII y se encuentra asociado a diversos personajes fundamentales para entender la historia de Michoacán durante los siglos xv y xvI, asociado principalmente a las figuras del irecha Tariacuri y del primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga. Lugar de leyendas, de historias de dioses y héroes, de obispados y de ciudades, de proyectos realizados y de utopías constructivas inacabadas, de las luchas de tres ciudades (Tzintzuntzan, 101 Facultad de Historia, UMsnH. Correo electrónico: igor.cerda@umich.mx Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Pátzcuaro y Valladolid) por la capitalidad de la provincia de Michoacán que, a la postre, terminó dotando a cada una de estas urbes de un carácter que todavía es posible reconocer en su arquitectura y en su traza urbana. Pátzcuaro, junto a las peñas por donde suben y bajan los dioses del cielo Antes de la fundación de la ciudad de Pátzcuaro por parte de los tarascos, el paraje era un espacio agreste y abundante de caza cercano el pueblo de Tarimichúndiro, pueblo fundado por Uapeani y Pauácume, donde nacería años después el héroe Tariacuri.102 Y sería de este lugar, en una de las correrías de caza, donde se descubriría por parte de los señores tarascos un sitio sagrado, más no cualquiera otro que pudiera ser asiento de sus dioses, sino un espacio natural al que de inmediato se le reconocieron características únicas: habían encontrado las puerta del cielo.103 Como tuviesen su asiento en el barrio de Pázquaro llamado Tarímichúndiro, hallaron el asiento de sus cúes llamado Petázequa, que eran unas peñas sobre alto, encima las cuales edificaron sus cúes, que decían esta gente en sus fábulas quel dios del infierno les envía aquellos asientos para sus cúes a los dioses más principales. Pues síguese más adelnate, yendo andando un agua hacia arriba, dijeron unos a otros: “vení acá, aquí es donde dicen nuestros dioses que se llama Çacapu hamúcutin Pazquaro” veamos qué lugar es. Y yendo siguiendo el agua, no había camino, que estaba todo cerrado con árboles y con encinas muy grandes y estaba todo escuro (…) Andaban mirando las aguas que habían en el dicho lugar, y como las viesen todas, dijeron: “aquí es, sin duda Pázquaro: vamos a ver los asientos que habemos hallado de los cúes”. Y fueron aquel lugar, donde ha de ser la iglesia catedral y hallaron allí los dichos peñascos llamados petázequa que quiere decir asiento de cu. Y está allí un alto, y subieron allí y llegaron aquel lugar y estaban allí encima unas piedras alzadas como ídolos, por labrar, y dijeron: “ciertamente aquí es, aquí dicen los dioses que estos son los dioses de los chichimecas y aquí se llama Pazcuaro donde está este asiento. Mirad que esta piedra es la que se debe llamar Zirita Cherengue, y ésta Uacúsecha, ques su hermano mayor; y ésta Tingarata y ésta Mirequa ajera. Pues mirad que son cuatro estos dioses”. Y fueron a otro lugar, donde hay otros peñascos, y conoscieron que era el lugar que decían sus dioses… En este susodicho lugar, tuvieron sus antepasados, en mucha veneración y dijeron que aquí fué el asiento de su dios Curícaueri. Y decía el caçonzi pasado, que en este lugar, y no en otro ninguno, estaba la puerta del cielo por donde descendían y subían sus 102 Jerónimo Alcalá, Relación de Michoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2001, p. 357 103 Ibidem, p. 363. 72 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro dioses. Y de contino trujeron aquí sus ofrendas. Aunque se mudó la cabecera a otras partes, aquí había tres cúes y tres fogones, con tres casas de papas, en un patio que hicieron después a mano…104 Como se desprende de esta larga, pero necesaria cita, la fundación de Pátzcuaro deriva de un sitio sagrado, el único lugar donde los dioses podían establecer contacto con el mundo de los humanos y por tanto, debió ser uno de los principales lugares de la geografía simbólica del reino de Michoacán. Puesto que no existe ningún documento que nos hable de qué papel tenía este asentamiento en los años anteriores al contacto con los europeos podemos aventurar tres momentos: Antes de 1522: Pátzcuaro era un sitio de relativa importancia puesto que era el centro de la cosmogonía tarasca, amén de lo que el centro ceremonial implicaba, sin duda, debió existir un número importante de pobladores que dieran servicio al culto en los tres templos y a la casta sacerdotal. Este lugar era donde reposaba Tariacuri y por tanto debía tener un fuerte simbolismo para la élite gobernante, aunque ello no significaba que representara competencia para la ciudad de Tzintzuntzan, que desde los años del reinado de Tangaxoan, había comenzado un continuo proceso de centralización política, religiosa y simbólica.105 La ciudad para ese entonces era un centro de mediana importancia, ligeramente menor que otros como Erongarícuaro o Ihuatzio y albergaba una población de alrededor de 5000 habitantes en un área superior a las 100 hectáreas.106 Entre 1522 y 1538: El asentamiento de Pátzcuaro sufrió un proceso de despoblamiento producto de la incorporación del estado tarasco al imperio de Carlos I y lo que ello conllevó en términos negativos: repartimiento de encomiendas a encomenderos que maltrataban a los indios, los repartimientos a las minas, las expediciones militares de Nuño de Guzmán, la actuación negativa de la primera audiencia en términos de servicio personal y la migración de la población, entre otros factores. Sin duda que esta situación afectó a las poblaciones de la parte central de Michoacán, núcleo del dominio hispano, y posiblemente ocasionó la migración/huida de mucha gente con el consiguiente despoblamiento de Pátzcuaro. Hacia 1538: Pátzcuaro había sido abandonado por la enorme mayoría de sus antiguos habitantes y había quedado reducido a una aldea, aunque quizá los vestigios del centro ceremonial, el recuerdo de Tariacuri y de glorias pasadas seguían vivos en algunos miembros de la nobleza indígena. 104 Ibidem, pp. 363-364. 105 Helen P. Pollard, Tariacuri´s Legacy. The Prehispanic Tarascan State, Oklahoma, The University of Oklahoma Press, 1993, pp. 29-62; Ulises Beltrán, “Organización política y población de los tarascos” en El Michoacán Antiguo, México, Gobierno del Estado de Michoacán-El Colegio de Michoacán, 1994, pp. 109-122. 106 Helen P. Pollard, “Lugares centrales y ciudades en el núcleo del estado tarasco” en El Urbanismo en Mesoamérica, vol. 1 (Sanders, Mastache y Cobean, Eds.), México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/The Pennsylvania State University, 2003, pp. 348, 376-378. 73 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Según un testigo de la época, don Pedro Guaco, el sitio “estaba despoblado porque no había sino un barrio que dicen Pereenje, había cuatro o cinco indios naguales, que es por cima de San Francisco, y por bajo había otros tres o cuatro indios de don Ramiro…”107 Este fue el escenario que encontró el obispo Vasco de Quiroga, el refundador de Pátzcuaro, después de 1538. La segunda fundación de Pátzcuaro en 1538 El carácter sagrado de Pátzcuaro, independientemente de su condición demográfica, debió ser conocido por el oidor Vasco de Quiroga en 1533, año en que pasó el otoño en la ciudad de Michoacán corrigiendo los desmanes realizados por la primera audiencia, destruyendo ídolos y otras actividades de interés para la corona. Quiroga, hombre defensor de las políticas reales y convencido de la necesidad de terminar con toda muestra de las religiones prehispánicas, no debió cegarse ante una realidad más que evidente: de entre todos los poblados religiosamente representativos para los tarascos, solamente en Uayameo no había una presencia efectiva de los religiosos franciscanos, quienes seguramente ya se habían establecido en Ihuatzio y Erongarícuaro. Se imponía, pues, romper ese lazo simbólico en aras del triunfo del cristianismo108 y por ello haya decidido establecer su proyecto de hospital en Uayameo, el futuro Santa Fe de Michoacán.109 En 1536, mediante la Bula Illius fulciti praesidio, el papa Paulo III creó el Obispado de Michoacán, siendo presentado para obispo a fray Luis de Fuensalida (ofM), quien rechazó el nombramiento.110 Ante ello, el nombramiento recayó en el oidor Vasco de Quiroga, quien se presentaría en Tzintzuntzan, la ciudad que ostentaba el título de Ciudad de Michoacán,111 a tomar posesión de su obispado el 6 de agosto de 1538 en la catedral de San Francisco, como señalaba la bula de erección 107 Benedict Warren, Estudios sobre el Michoacán colonial, Morelia, UMsnH/fIMAx, 2005, p. 179 108 Este acto lo conocía muy bien Quiroga, para quien el modelo granadino rondaba siempre en su mente. Allá, el obispo fray Hernando de Talavera realizó un acto similar al resignificar la mezquita del Albaicín en la iglesia de san Salvador. Nótese la coincidencia, además de los conocidos datos de la fundación del hospital de Santa Fe y su empeño en fundar para los españoles una ciudad que se llamaría Nueva Granada. 109 Por nuestra parte, creemos que el Oidor debió conocer el conocido augurio del destino final de los Tiripimencha, lo que nos lleva a que el poblado de Uayameo no haya sido elegido al azar sino que al hacerlo de esta forma, cerraba el ciclo de la presencia simbólica de los antiguos dioses tarascos, enterrándolos bajo el nuevo Santa Fe (Cfr. Jerónimo de Alcalá, Relación… pp. 349-352). En adición, creemos que las facilidades otorgadas por el gobernador de los indios Michoacán, don Pedro, tuvo mucho qué ver con el afán de legitimar su linaje y terminar con los mitos fundacionales de los señores águila, los hijos del cazonci al realizar con mucha premura la fundación de Santa Fe sin algo tan elemental como la posesión legal de las tierras estuviera resuelto (algo extraño en un oidor, un hombre que ponía el derecho por delante de sus juicios y acciones), y que ello no ocurriera sino hasta el 2 de junio de 1538, cuando el citado don Pedro y su mujer doña Inés “vendieron” al Oidor Quiroga las tierras donde se asentaba ya, desde hacía años, el Pueblo Hospital de Santa Fe. 110 Mina Ramírez Montes, La catedral de Vasco de Quiroga, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1986, pp. 45-46. 111 Por una real cédula del 28 de septiembre de 1534, se otorgó a tzintzuntzan el título de ciudad y se le concedió escudo de armas. 74 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro del obispado.112 Ese día, el obispo Quiroga, al frente de algunos clérigos y en presencia del cabildo de españoles de la Ciudad de Michoacán, tomó posesión de una pequeña y modesta iglesia en mal estado de conservación, localizada en la parte media del cerro Yarahuato, sobre una enorme plataforma prehispánica113 en la que posiblemente se encontraban los palacios de los antiguos reyes michoacanos.114 La presencia que hizo Quiroga en el sitio fue meramente para dar legalidad al acto relacionado con la erección del obispado alegando que Tzintzuntzan tenía un aire destemplado, que el sitio era malo para la vida organizada y que no había condiciones dignas para el asiento de la iglesia catedral.115 Al día siguiente, Quiroga trasladaría la sede catedralicia a otro sitio, Pátzcuaro, un poblado que se encontraba a poco más de 12 kilómetros al sur de Tzintzuntzan argumentando que no se violentaba la bula de erección del obispado, pues sólo estaba moviendo la sede de la iglesia catedral a un barrio de la misma Ciudad de Michoacán.116 El traslado del asiento de la catedral no debió ser fácil ya que la nobleza indígena de la Ciudad de Michoacán se opuso117 y quizá también los franciscanos quienes administraban allí los sacramentos desde 1525, pero Quiroga contaba con el apoyo del gobernador indígena, don Pedro Cuinierángari y otros nobles de Pátzcuaro.118 El acta de toma de posesión del sitio para el establecimiento de la catedral en Pátzcuaro es muy elocuente respecto a que cuando Quiroga ordenó 112 Juan Joseph Moreno, Fragmentos de la vida y virtudes de don Vasco de Quiroga, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (en adelante, UMSNH), 1998, pp. 37-40. 113 Igor Cerda Farías, “La Catedral de San Salvador de Michoacán: orígenes, ideales y realidades en su construcción, 1538-1565 en El Mundo de las Catedrales (España e Hispanoamérica) [Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, Coord], San Lorenzo de El Escorial, Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, 2019, pp. 751-755. 114 Helen Pollard, 1993, p. 38. 115 Armando Mauricio Escobar Olmedo, Vasco de Quiroga y la fundación de la Ciudad de Michoacán. (Tzintzuntzan, Pátzcuaro y la actual Morelia), Morelia, 2016, pp. 50-51. 116 La centralidad política de los asentamientos tarascos ha sido tratado desde la perspectiva de la Relación de Michoacán y la investigación arqueológica por Pollard (2003), sin embargo, creemos que una idea más clara proviene de testimonios de quienes vivían esa realidad. En este sentido, en 1540, Juan de Alvarado, encomendero de Tiripetío, preguntado si “Yten si saben q las poblaçiones de la provincia de mechuacan todas estan muy derramadas y aun qestan ansi derramadas sienpre se tiene por una población e un cuerpo della”, respondía lo siguiente: “A la sesta pregunta dixo que la sabe como en ella se contiene porque es muy publica e notoria que los pueblos de la dha provincia de mechuacan estan muy derramados por dichas partes et estancias como la pregunta lo dize e no estante que esten ansi derramados siempre se nombran un pueblo e la cabecera et si a qualquiera de los indios q estan ansi derramados les preguntan de donde son sienpre responden que son de la cabeça del pueblo et ansi mismo lo dicen et responden los que viben en los barrios de la dha ciudad de mechuacan q si les preguntan de donde son dicen que de mechuacan e lo mismo dicen los del pueblo de tiripitio questan encomendados en este testigo et es en la dha provincia de mechuacan q aunque esten rrepartidos et divididos por muchas partes nunca se nombran si no es por tirypitio” (AgI, Justicia 130, fs. 277-278r) (El énfasis en las cursivas es nuestro) 117 Mina Ramírez, op. cit., pp. 49-50. 118 Es lógico pensar en el malestar que el traslado de la silla episcopal causó en la nobleza de Tzintzuntzan, quienes sabían que con este acto se despojaba de simbolismo a la capital de los tarascos; y el mismo Vasco de Quiroga actuaba sabiendo que su acto deslegitimaba el asiento de los reyes y principal nobleza tarasca, es decir, la de Tzintzuntzan, a favor de los indios principales de Pátzcuaro. 75 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad mudar la silla episcopal a Pátzcuaro, ya existía allí un templo administrado por un cura diocesano119 e incluso, que ya se estaban realizando algunos trabajos para construir la catedral, las casas de los canónigos, el palacio episcopal y otros inmuebles para la nobleza indígena: …luego otro día siguiente adelante, en el dicho sitio de Pázcuaro (…) aprehendió e fue metido en la posesión donde el dicho sitio de Pázcuaro esta señalado que se a de fundar e trasladar la dicha Iglesia Catedral e se han de edificar las casas e palacios e audiencia episcopales del dicho obispado, como está comenzado a edificar juntamente con la dicha Iglesia Catedral, so la invocación de San Salvador, que el todo lo uno y lo otro en la dicha ciudad de Mechuacán e barrio de Pázcuaro120 Como se puede observar, el obispo Quiroga pretendía enviar un mensaje de una conquista total que proclamaba la alianza entre Dios y los monarcas hispanos, de la primacía del cristianismo sobre la religión prehispánica; tal y como había ocurrido en Granada.121 Es difícil precisar actualmente dónde estaban pensadas, fuera de la catedral, el colegio, el hospital y los edificios del cabildo, sin embargo, queda claro que se trababa de ocupar por completo la gran plataforma prehispánica. Estas plataformas, cuyas dimensiones hoy son reconocibles en Tzintzuntzan122 e Ihuatzio123 eran construidas124 como soporte para los templos y palacios de la clase gobernante. Creemos que al obispo Quiroga lo que más le interesaba en un primer momento era fijar el espacio de poder del diocesano y por ello, se apropió de todo el antiguo centro ceremonial,125 en el cual se encontraban también los montes pequeños donde estaban las piedras por donde subían y bajaban los dioses del cielo prehispánicos, empleando para sus nuevas obras todos los materiales de los antiguos templos y casas de los sacerdotes indígenas126. Para ubicar al lector en la ciudad actual, el lector debe considerar el espacio donde ubican ahora la basílica de Nuestra Señora de la Salud, el Museo de Artes 119 Armando Mauricio Escobar Olmedo, La catedral perdida de don Vasco. Basílica de Pátzcuaro, Michoacán, Morelia 2017, pp. 184-185. Este mismo parecer se extrae de: Benedict Warren, “Vasco de Quiroga y la fundación de Pátzcuaro colonial” en Estudios sobre el Michoacán colonial. Los inicios, Morelia, UMsnH, 2005, p. 86. 120 AgI, Justicia 130, f. 127-127v. 121 Mercedes García-Arenal, “Granada as a New Jerusalem: The Conversion of a City” en Space and Conversion in Global Perspective, Leiden, Brill, 2014, p. 30. 122 En este sitio alcanzan los 400 metros de largo por 200 de ancho y altura de 14 metros en promedio. 123 La gran plataforma de este sitio supera los 1000 metros de largo y los 250 de ancho y más de 12 de altura, con numerosas plazas internas, templos, el muelle, murallas y caminos. 124 El sistema constructivo de una plataforma, o yácata, consiste en el acumulamiento de piedras y tierra sobre una ladera hasta formar una plataforma cuya altura se ajusta a la topografía, la cual se termina con una hilada de lajas a presión y se recubre con losetas de basalto. 125 Mina Ramírez, op. cit., p. 174. La autora cita el testimonio de Diego Hurtado, un personaje muy importante para la historia michoacana del siglo xvI, quien en 1566 declaraba: “…que le parece a este testigo que cuando el dicho señor obispo fundó la dicha iglesia, todo el circuito como está ahora cuadrado, según que estaba en el tiempo de los cúes…” 126 AgI, México, Libro 3 de Oficio y Partes, fs. 167-167. Por informes recibidos, el emperador Carlos ordenó el 23 de agosto de 1538 que todos los templos y palacios de los sacerdotes prehispanicos fueran destruidos y sus materiales se emplearan en la construcción de iglesias y monasterios. 76 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro Populares (se dice que ahí estuvo el Colegio de San Nicolás) y, a juzgar por la forma que adoptan los edificios a la topografía y el perfil urbano, al menos una parte del colegio de la Compañía de Jesús, es decir, los límites que forman las calles Enseñanza y Arciga por el oeste, la calle Jardín de la Basílica por el norte y por el sur como máximo la calle Madrigal de las Altas Torres. (Figura 1) El espacio elegido por Vasco de Quiroga no era fruto de la casualidad ni una elección debido a una “sorpresa” por el tipo de catedral que recibía en Tzintzuntzan, sino una acción preparada por el obispo y sus clérigos tiempo antes de presentarse a tomar posesión del obispado. Él sabía perfectamente que recibiría una capilla muy humilde como catedral, que el sitio de Pátzcuaro estaba en una mejor posición para fundar una ciudad que lo que se le presentaba en Tzintzuntzan y sabía lo que representaba histórica y simbólicamente ese nuevo emplazamiento para los indios michoacanos. Quiroga había sido toda su vida una persona al servicio de la monarquía, y por ello, no debe extrañar su intención de hacer manifiestos los símbolos del poder hispano, colocando sobre los templos indígenas los edificios cristianos, lo que casaba muy bien con su ideario de fortalecer la presencia real en los nuevos dominios.127 La nueva ciudad de Pátzcuaro La imagen urbana del obispo Quiroga giraba, indudablemente, en torno a su catedral, la cual reemplazaría el centro ceremonial prehispánico y se convertiría en una gran población, mayor quizá a la que nunca fue Pátzcuaro. Su ideal de congregación como fin primero para una completa evangelización y vida en policía la había puesto en práctica con sus exitosos hospitales de Santa Fe, sin embargo, una ciudad no era, no puede ser, nunca pudo ser lo mismo que un pueblo pequeño. La experiencia de Quiroga en asuntos prácticos vinculados a la arquitectura o el urbanismo eran casi nulos, ya que sus estudios, experiencia y el arduo labor que desarrollaba como oidor no le permitieron desarrollar estas artes128 al grado que el hospital-pueblo de Santa Fe de México en realidad fue puesto en operación por el agustino fray Alonso de Borja, quien con ayuda de sus hermanos de orden, se encargaba de materializar los ideales del oidor Quiroga.129 La planificación de una ciudad requería de personal capacitado para ello, de un maestro de geometría, como se hizo en la traza de la nueva Ciudad de Michoacán-Guayangareo posteriormen- 127 Igor Cerda, 2019, pp. 751-756. 128 Armando Mauricio Escobar Olmedo, Vasco de Quiroga, el oidor, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 2016, pp. 150, 165. 129 Manuel González de Paz, Domicilio primera y solariega casa del Santísimo Dulscimo Nombre de Jesus. Historia de la Imperial Augusta religiosa casa de la Orden de los Ermitaños Augustinos de la Ciudad de Mexico. Chronica de su establecimiento,Ereccion y Continuacion Vidas y echos de sus Religiosissimos Prelados; y de muchos de sus mas singulares Hijos. Su extension Por las dos Americas Septentrional y Meridional. Su dilatacion por las islas de el Poniente, Imperio de el japon y de la China, T. I, fs. 69-83. (Manuscrito inédito) 77 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad te, y puesto que Quiroga se empeñaba en cumplir su voluntad para llevar a la realidad sus deseos, vislumbró un gran asentamiento donde los indios se organizarían en un espacio en torno a su catedral, donde su idea de Pátzcuaro como ciudad episcopal congregaría miles de indios de todos los pueblos comarcanos, cristianos e incluso aquellos a los que se evangelizaría una vez que se congregaran. Contrario a lo que se ha señalado reiteradamente en la historiografía, donde se menciona que Quiroga pretendía llevar a su ciudad a indios chichimecas, creemos firmemente que esto nunca pasó por la mente del obispo y que lo único que pretendía era congregar indios tarascos y aquellos de otras etnias pero que estuvieran impregnados de la cultura indígena dominante. La idea, literalmente (pero también linealmente) surge de la propia documentación colonial,130 sin embargo, sabemos que la palabra chichimeca no sólo designaba a los indios del septentrión novohispano, sino que se aplicaba a todos los indios no bautizados131 por lo que creemos que Quiroga buscaba establecer indios cristianos y otros que, con el ejemplo de los primeros, pronto abandonarían sus costumbres para vivir en policía. La traza urbana actual de Pátzcuaro ofrece, lamentablemente, muy pocos elementos para tratar de encontrar algún fundamento del sistema urbano que acaso tuviera en mente el obispo, 132 sin embargo, creemos que la ciudad de los indios estaría organizada de manera parcial, con los indios dispuestos en torno a la catedral en donde habría algunas calles principales y algunos espacios abiertos para plazas, mientras que los españoles harían su habitación en un sitio a dos leguas aproximadamente hacia el noreste llamado Chapultepec. Como se desprende, Quiroga no contravenía la Bula y respetaba la lógica espacial que diera lugar a lo que era reconocido como Ciudad de Michoacán con pueblos separados pero formando un mismo cuerpo. Creemos que Pátzcuaro comenzó a repoblarse con indios que tanto don Pedro, gobernador de los indios, y otros nobles hayan podido compeler para asentarse en el sitio y ayudar en las primeras tareas edilicias que ya estaban en marcha. Sin embargo, para dotar a su proyecto urbano de los necesarios vecinos se requería otro tipo de 130 Armando Mauricio Escobar, 2017, p. 153. 131 Diego Muñóz, Crónica de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán en la Nueva España, Guadalajara, Ediciones de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1951, p. 12, señala “Chichimeca es nombre común, entre los indios, del que no es baptizado…”. Esta misma idea la sostendría el mismo Muñoz años después en su Historia de Tlaxcala (México, Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1892, pp. 2829) al referirse a los chichimecas ya con la idea que se había fijado en el siglo xv II, pero también describir a los indios “indomésticos”. La idea de que eran chichimecas norteños los que pensaba congregar Quiroga se contradice cuando los identifica como cazadores de venados que andan en los montes, lo que no es congruente con los recursos de las tierras allende el río grande, amén de que aún no comenzaba el periodo de expansión hispana hacia esas tierras. Por último, y queremos enfatizarlo, llamamos la atención para que entonces, y en esta lógica, reexaminemos los discursos construidos con el término “chichimeca” para los indios del Michoacán central en la primera mitad del siglo xv I: No siempre se trata de indios del norte sino de indios aún no cristianos. Esto explicaría que fray Jerónimo de Alcalá hubiera reunido para tener mayor fidelidad en su información, a indios no bautizados y a otros sí, y dependiendo la información requerida, el franciscano hubiera optado por una u otra fuente. Y así, el fraile se refiere siempre a los antepasados del cazonci como “chichimecas” pues no estaban bautizados. 132 Vasco de Quiroga, Información en Derecho, biografía e Ideario, Morelia, UMsnH, 1992, pp. 113-130. En el apartado “Es lícita cierta compulsión para ordenar”, Quiroga manifiesta sus ideas acerca de cómo congregar y ordenas poblaciones, así como sus fines. 78 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro apoyos y de su formalismo legal, pues los indios, como vasallos del emperador, no podían ser obligados a residir en un sitio contra su voluntad. De esta manera, Quiroga elaboró el 9 de septiembre de ese año de 1538 una información acerca de las virtudes de Pátzcuaro y las mejores condiciones que existirían para el obispo y los indios si la sede se trasladara como de facto ya se había hecho, lo cual tendría una respuesta positiva casi un año después, el 25 de julio de 1539133 así que es posible pensar en que Quiroga comenzaría un proceso formal de congregación a finales de 1539 o quizá en los albores de 1540.134 Es posible que Quiroga tuviera en mente una congregación como la que había logrado para Santa Fe de México, muy exitosa sin duda135 que mostraba como principio regulador del espacio los trazos paralelos y perpendiculares que se generaban por la construcción de grandes cercados rectangulares en los cuales se disponía al centro una edificación grande (llamada “Familia”) en torno a la cual se edificaban viviendas sencillas en número de diez a quince, todas de planta sencilla construidas con adobe, madera y piedra.136 Es evidente que la disposición ordenada de estos elementos configuraba un orden regular que podría extenderse tanto como el terreno llano así lo permitiera, articulado por arterias principales que conectarían a la ciudad con el resto de poblaciones, especialmente, el ya existente camino real que iba a México y que corría hacia el oriente, pasando por el pueblo de Tiripetío. Evidentemente, la ciudad también corría hacia el oeste, donde estaba el monasterio de san Francisco, aunque es complicado señalar alguna traza particular. Esta idea urbana, Quiroga la sostendría años más tarde en su propuesta de ciudades costeras contenida en la Summa (sobre) como seran compellidos los yndios que quedan por allanar e subiectar.137 La congregación de Vasco de Quiroga para refundar Pátzcuaro implicó, como vimos, que miles de indios dejaran sus tierras y se asentaran en un entorno urbano, lo que por supuesto, causó malestar entre los encomenderos de la región, que vieron que este acto impactaría en el pago de tributos;138 además, el haber trasladado la sede catedralicia sin el visto bueno previo de la autoridad real (representada por el virrey) como estaba contenido en la Bula de erección del obispado generó el disgusto del virrey, quien prestó oídos a varios encomenderos michoacanos y vecinos de la aún capital y decidió apoyarlos en sus pleitos con el obispo. A pesar de los obstáculos mencionados, el 133 Armando Mauricio Escobar Olmedo, Vasco de Quiroga y la fundación de la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan, Pátzcuaro y la actual Morelia), Morelia, Edición a cargo del autor, 2016, pp. 41-44, 59-90. 134 Obtener el permiso real era necesario, dada la oposición a esta nueva fundación que varios actores políticos manifestaron. Vid, Warren, 2005, pp. 83-88. 135 Armando Mauricio Escobar, 2016, pp. 355-359, 391-392 (testimonio de los franciscanos Francisco Jiménez, Luis de Fuensalida, Francisco de Cisneros y Antonio de Ciudad Rodrigo, así como del agustino fray Juan de San Román) 136 Armando Mauricio Escobar, 2016, p. 181. 137 María Mercedes Delgado Pérez, «Granada en el horizonte civilizatorio mexicano: la instrucción del obispo Vasco de Quiroga (Ca. 1553)» en El quinto centenario de la fundación de Veracruz y el proceso civilizatorio hispano en Mesoamérica, México, Editorial Notas Universitarias S. A. de C. V., 2019, pp. 50-52. 138 Benedict Warren, 2005, pp. 86-87 79 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad obispo comenzó un proceso de congregación de indios que acudían voluntariamente (según algunos españoles e indios afines al obispo) o por la fuerza (como argumentaban los inconformes) para los cuales señaló extensas áreas de terreno al oriente de su catedral de manera que estuvieran en sitio llano y alineados al camino real. ¿Cuántos indios al final se asentaron en Pátzcuaro?, es difícil saberlo ya que no existen cifras en la documentación de la época, y quienes hablan de 30 mil o 40 mil almas, se fundamentan en documentos muy posteriores.139 La congregación de indios en Pátzcuaro impulsada por Vasco de Quiroga no debió ser fácil ya que por un lado, el obispo Quiroga, indudable y fatalmente, estuvo envuelto en diversos litigios desde la toma de posesión de su obispado hasta el día de su muerte. Esta situación le distrajo de sus proyectos y le obligó a realizar innumerables viajes a México para presentar sus alegatos ante la real audiencia, siempre alegando lo que a su juicio en derecho le correspondía, ya fuera por límites de su obispado, los diezmos, contra los encomenderos (especialmente Juan Infante), contra los indios de otros pueblo y contra los españoles que con apoyo del virrey habían fundado en Guayangareo la Nueva Ciudad de Michoacán, rivalizando con el proyecto episcopal.140 Es difícil saber el grado de participación de Quiroga en la traza urbana de la ciudad, ya que por un lado, sabemos que las obras comenzaron sin la participación de ningún especialista español, y por el otro, conocemos que sería hasta septiembre de 1545 cuando el cabildo de la ciudad firmó un acuerdo con el recién llegado maestro de obras de la catedral, Hernando Toribio de Alcaraz, para que realizara diversas obras públicas en la ciudad como un puente en el camino real, un humilladero, un acueducto, una fuente y las casas del cabildo.141 Las obras avanzarían con algún orden hasta 1547, año en que Quiroga viajó a España para resolver de manera directa muchos de los problemas que resultaban imposibles desde la Nueva España dada la complicidad existente entre españoles, frailes y autoridades virreinales que limitaban o francamente impedían sus proyectos.142 Durante su estancia en Europa es casi seguro que su proyecto urbano se detuviera abruptamente de la misma manera que lo había hecho su catedral. Sin la fuerte presencia del obispo, la posición de la Nueva Ciudad de Michoacán se fortaleció obligando a los indios de la cuenca de Pátzcuaro a trabajar en Guayangareo y el cabildo eclesiástico era incapaz de cumplir las órdenes de Quiroga de continuar con la obra de la catedral sin el apoyo de la autoridad real y tampoco del gobierno indígena ya que Antonio Huitziméngari143 apoyaba a los 139 Cfr. Nicolás León, Don Vasco de Quiroga. Grandeza de su persona y de su obra, Morelia, UMsnH, 1984, p. 148. 140 Benedict Warren, 2005, pp. 86-87. 141 Mina Ramírez, op. cit., pp. 144-146. 142 Ibidem, p. 57. 143 Don Antonio incluso participaría en el alarde que en 1551 se realizó en la Nueva Ciudad de Michoacán, es decir, como vecina de la dicha ciudad. 80 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro españoles y estaba construyendo unas casas para él en Guayangareo.144 Adicionalmente, los indios congregados por Quiroga comenzaron a abandonar la ciudad para irse a residir a los pueblos de los encomenderos Juan Infante y Juan de Alvarado, lo que indica que algo no marchaba bien y que los indios preferían vivir en pueblos de encomienda que “libres” en la ciudad episcopal.145 Los problemas, pues, de Pátzcuaro, se extenderían por siete años, tiempo que duró la estancia del obispo en España. A mediados de 1554, Vasco de Quiroga regresó a la Nueva España, deteniéndose en México algún tiempo para mostrar al virrey Luis de Velasco y a la real audiencia lo que prácticamente traía bajo el brazo y que, a pesar de tener fechas anteriores, las había guardado para ese momento. En estos documentos reales, Quiroga fortalecía de manera importante su posición ante todos sus adversarios: garantizaba el financiamiento real a la obra de la catedral, se humillaba a los españoles de Guayangareo ordenándoles que regresaran a Chapultepec y lo más importante, había logrado que el 21 junio de 1553, por una real cédula, el emperador Carlos otorgara armas a la Ciudad de Michoacán en Pátzcuaro,146 (Imágenes 2 y 3) ratificando así su capitalidad provincial, arrebataba a Tzintzuntzan definitivamente la primacía urbana y quitaba a Guayangareo cualquier posibilidad de intitularse como ciudad147. Estas mercedes e instrucciones reales fueron acatadas y para octubre de 1554, se libraron mandamientos para que se otorgaran recursos financieros y mano de obra para dar seguimiento a las obras de la catedral,148 que no para obras urbanas en la ciudad de Pátzcuaro.149 El triunfo temporal de Quiroga generó que el ambiente en Michoacán se enrareciera de nuevo y enfrentó de nuevo a indios, encomenderos y estancieros contra el obispo, enfocándose en las obras de la catedral, sin embargo, creemos que se reanudaron las obras urbanas, pues en diciembre de 1555 el virrey autorizó la construcción de “una fuente con su albergue y lavadero” en la plaza de la ciudad, frontera a las casas donde residía el alcalde mayor que sería costeada por el cabildo de la ciudad y los indios comarcanos.150 Desafortunadamente, no poseemos información adicional a lo mencionado que nos ayude a ubicar espacialmente la propia plaza, las casas reales y la misma fuente, ésta última parecida en su función a la que hoy se puede ver en Antigua Guatemala.151 144 Armando Mauricio Escobar, 2016, pp. 103-142. 145 Ibidem, 2016, pp. 128-129. Carta de los principales de Pátzcuaro a Vasco de Quiroga fechada el 10 de marzo de 1549. 146 AgI, México, 1089, L. 4, f. 156v.; AgI, México,1089, L.4, f. 216v, 217r.; AgI, Patronato, 275, R. 51, fs. 1-2r. El texto íntegro de la real cédula, puede consultarse en Armando Mauricio Escobar, 2016, pp. 396-397 147 Antonio Rubial García, “Los escudos urbanos de las patrias novohispanas” en Estudios de Historia Novohispana 45, México, Universidad Nacional Autónoma de México (UnAM), 2011, pp. 28-30, 35-37. 148 Archivo General de la Nación (Agn), Mercedes, Vol. 4, f. 73v.; Agn, Mercedes, Vol. 4, f. 74r. 149 AgI, Justicia, 155, fs. 28-30. 150 Agn, Mercedes, Vol. 4, fs. 282v-283r “Licencia del virrey Luis de Velasco al Gobernador, alcaldes y naturales de la Ciudad de Michoacán, 17 de diciembre de 1555” 151 Sabemos que existen otros lavaderos coloniales en México, como los de Xaltitic, cerca de Xalapa, sin embargo, dada la capitalidad y la población de Pátzcuaro, creemos que Guatemala es un ejemplo cercano. 81 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Entre 1554 y 1565, las obras de Pátzcuaro debieron avanzar razonablemente, aunque Quiroga pasaba grandes temporadas en México, atendiendo los diversos pleitos que mantenía con los indios de la provincia, los vecinos de Guayangareo,152 y con los franciscanos153 y agustinos.154 El virrey, por su parte, quien seguía la política real de protección a los indios y abiertamente había favorecido los intereses de los españoles y de las órdenes mendicantes, se limitó a cumplir lo que se le mandaba, pero nunca respaldó plenamente al obispo. En 1565 las cosas cambiaron. El 14 de marzo el obispo vasco de Quiroga falleció y su catedral y su ciudad episcopal tendrían un fin diferente al que él había soñado. De la enorme catedral, sólo se levantaban algunos muros que presentaban fracturas y problemas estructurales por la mala cimentación y la ciudad, aunque sin duda habría avanzado en el tema urbano, quizá estaría limitado a algunas obras emblemáticas como la plaza principal y los edificios civiles y eclesiásticos, las calles principales y otras obras urbanas sin ordenar plenamente una ciudad en la que la población crecía y menguaba con demasiada rapidez. Así pues, ¿qué aspecto urbano presentaba, en general, Pátzcuaro? Es imposible determinarlo actualmente, ya que la ciudad contemporánea cubre los restos de la ciudad soñada, y no ha existido hasta el momento, ningún esfuerzo por vincular las obras urbanas a la investigación arqueológica, como debería ser en lugares como éste. Por nuestra parte, creemos que aunque Quiroga mantuviera la idea de una congregación donde la traza urbana fuera clara y de naturaleza ortogonal, en realidad este tramado nunca existió más allá de las zonas principales y públicas y la realidad de la ciudad de Pátzcuaro era la de cualquier otro poblado tarasco, donde la forma de vida estaba en función de la existencia de una a varias casas juntas, con tierras alrededor para sementeras, y en otro sitio, otra casa u otro grupo de casas155 sin un orden aparente, o al menos, no visible para los españoles, tal y como se desprende del informe que sobre Pátzcuaro y su catedral se realizó en 1569 a instancias de don Antonio de Morales, segundo Obispo de Michoacán. Varios de los testigos, que conocían por años a Pátzcuaro declararon sobre el poco orden urbano que reinaba en la ciudad.156 Fray Juan de San Román, a la sazón provincial de los agustinos, que conocía la provincia desde 1537, declaraba: 152 AgI, Justicia, 204, N. 3, R. 2.; AgI, Justicia, 173, N. 1, R. 2 153 Cfr. Mina Ramírez, op. cit., pp. 82-83, 254-255. 154 Mariano Cuevas, Documentos inéditos del siglo xvI para la historia de México, México, Porrúa, 1975, pp. 257-264. 155 AgI, Justicia 130, f. 474. Esta es la descripción de un típico pueblo tarasco precolombino, tanto de los barrios de la ciudad de Michoacán como de Tiripetío y sus sujetos. 156 AgI, Patronato 182, R. 33. 82 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro … es verdad que el asiento de la çibdad esta entre unas montañas un quarto de legua poco mas o menos de una laguna grande que alli esta y por rrespeto de la alaguna paresce ser malsano E umedo el dho sitio y es verdad que mui de ordinario ay alli nyeblas es barrancoso que en el no se puede hazer plaça ni juntarse ennparte llana congregaçion de diez casas de españoles y asi si al presente ay algunos poblados son pocos y pobres y se fueron alli por rrespeto que el obispo pasado les hazia (…) porque mas de ser barrancoso y montañas esta todo poblado de yndios y lo tienen ocupado con sus casas y sementeras que en saliendo el cavallo de el español de su casa entra en las casas y lavores de los yndios y les hazen daño y lo mismo otro qualquier animal del servo y sustento de los onbres…157 Por su parte, el bachiller Alonso Martínez, quien fuera alcalde mayor entre 1556 y 1560, declaró que: …rresidio tres o quatro años en el offo en la çibdad de mechuacan pazquaro y estuvo tanbien en guayangareo y que lo que sabe es que el sitio de la dha çibdad de pazquaro es mui malo y de mui malas partes y propiedades por que esta en una hoya çercado de unas sierras altas casi por todas partes y por una dellas de la alaguna que estara menos de media legua del dho sitio de cuya causa es mui umedo y tiene mui malos serenos y muchas neblinas y no tiene salidas ni entradas y tiene tan poco sitio y suelo para asentar y hazer casas de españoles que si no es quitando las casas de los yndios no ay donde poderse hazer una casa de españoles el dia de oy e las mas de las que al presente están ffhas de españoles estan donde solian estar otras de yndios q por dineros o por fuerça se las an quitado e no ay comodidad para poderse hazer otras nyngunas si no es con agravio notable de los yndios naturales ny lugar ni parte donde hazer exidos ni donde se tengan ganados ningun genero dellos mayores ni menores ni donde pueda pacer un cavallo aunque lo quieran e usar al canpo si no es entre los maiçales y sementeras de los naturales ni dio pusiçion de tierra para poder andar carretas ni tener nyngun genero de eredades ni huertas en toda la rredonda…158 El conquistador Juan Rivera, uno de los primeros que visitó Michoacán y había estado en la provincia con los virreyes Mendoza y Velasco, manifestó lo siguiente: 157 AgI, Patronato 182, R. 33, f. 13 158 Ibidem, f. 18. 83 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad …dixo que este to tiene notiçia de la çibdad de pazcaro e del sitio e asiento del demas de quarenta y seys años a esta parte porque este to fue uno de los primeros conquistadores que entraron en aquella tierra y despues aca a bivido este testigo en la dha provinçia de mechuacan e çibdad de pazcaro (…) a visto el sitio de la çibdad de pazcaro el qual es mui malo e barrancoso e asentado entre sierras y peñascos junto a una alaguna el qual es malsano y de mal tenple por causa de la umedad de la alaguna e sierras que están alrededor e demas de dho tiene mala forma e asiento e traça de pueblo pano aver mas tales casas de los españoles junto sino mui apartadas de mas de lo qual es mui estrecho sitio e tanto que en saliendo un cavallo o un buei o otro animal del servio de los españoles de su casa luego da en las sementeras e casas de los yndios e haze daño por lo qual estan tan estrechos que aunque el pueblo quisiese ser mas mas de ello que es no ay donde estenderse (ilegible) de mas de lo qual por ser malo el sitio de la dicha çibdad si los naturales se rrevelasen o oviese algun alboroto mui poca gente de los yndios podrian mas que la gente de la dha çibdad por no poder andar a cavallo por todas partes y ser tierra toda pedregales e mui aspera e barrancosa…159 La imagen que describen los testigos se aproxima más al patrón de asentamiento tradicional entre los tarascos del siglo xvI y nos indica que la ciudad de Pátzcuaro presentaba, en la segunda mitad de ese siglo, un aspecto poco usual, con una limitada área donde era posible ver la huella hispana en un entorno de casas ya dispersas, ya apiñadas, pero que de ninguna manera prefiguraban el orden urbano de todos las fundaciones españolas y que chocaba fuertemente con el orden y la traza del sitio de los españoles en Guayangareo. Conclusiones Para Vasco de Quiroga, la creación de una nueva sociedad era la esperanza de un nuevo comienzo para la cristiandad, la posibilidad de empezar con un modelo de sociedad que abrevara del cristianismo primitivo y cuya prosperidad daría paso a una nueva etapa en la historia de la humanidad. Para ello era menester empezar de cero, destruyendo material y simbólicamente los vestigios de la antigüedad pagana de los indios y por ello eligió uno de sus asentamientos más conspicuos. No obstante los buenos deseos, la realidad de un proyecto urbano en torno a una catedral pronto superó con creces las posibilidades técnicas y prácticas de don Vasco, a lo que se sumaron los innumerables obstáculos que se le presentaron para llevar a cabo su ideal de ciudad episcopal. La ciudad de Pátzcuaro en el siglo xvI logró el reconocimiento y preminencias que derivaban del titulo de ciudad y la capitalidad al ostentarse como Ciudad de Michoacán. Sin embargo, este 159 Ibidem, f. 31-32. 84 Filón del pasado prehispánico de Pátzcuaro asentamiento, sin orden urbano aparente, sin el apoyo de los españoles y con una población fluctuante de indios, hacía muy difícil que consiguiera una apariencia acorde a los ideales del obispo. Al final, su carácter mayormente indígena y no español fueron determinantes para que los obispos posteriores a don Vasco pronto trataran de mudarse junto a los españoles en Guayangareo, sitio que, aunque pueblo, en su traza anunciaba su carácter hispano, al final, más acorde con la iglesia tridentina en detrimento de la iglesia evangelizadora. 85 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Documentos de archivo ARcHIvo GEnERAL dE IndIAs (AgI), JUsTIcIA 130. AgI, JUsTIcIA, 155. AgI, JUsTIcIA, 173, N. 1, R. 2 AgI , JUsTIcIA, 204, N. 3, R. 2. AgI, MéxIco,1089, L.4. AgI, PATRonATo 182, R. 33. AgI, PATRonATo, 275, R. 51. ARcHIvo GEnERAL dE LA NAcIón (Agn), MERcEdEs, VoL. 4. Agn, MERcEdEs, voL. 4. 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(infra n. 5t), t. III frente a p. 410 Foto: Gerardo Vásquez, 2008. Archivo fotográfico IIE-UNAM. 90 Testamento de Antonio de Godoy, primer alcalde mayor español en Michoacán. Fernando Mendoza Molina1 A manera de introducción Desde hace algunos años tuve la oportunidad de conocer el testamento de Antonio de Godoy, el cual está resguardo en el Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro. En este mismo archivo encontré noticias de su familia así como parte de su actuación como funcionario público. Debo mencionar que existe una primera versión paleográfica realizada por el Dr. Igor Cerda Farías,2 no obstante quise presentarles esta nueva versión, agregando notas a pie de página, situación con la que no cuenta la versión antes dicha. Godoy fue un hombre que vivió muy de cerca la conquista de Michoacán al lado de Nuño de Guzmán, claro que en su testamento ni lo menciona, en cambio presenta una relación muy cercana con varios frailes agustinos, asimismo con encomenderos y algunos otros españoles muy influyentes de la época. A la luz de la historia, Antonio de Godoy resulta 1 Archivo Histórico de Pátzcuaro. Correo electrónico: ferpatzcuaro@hotmail.com 2 Igor Cerda Farías, Tiripetio, un pueblo de Michoacán en el Siglo xvI, Morelia, UMsnH, 2000, pp. 261-276. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad muy atractivo dado que se convirtió en el primer alcalde mayor de Michoacán y después continuó vigente en la vida de la administración pública de Michoacán pese a ser un hombre casi analfabeta, como muchos de los conquistadores. Sobre la trascripción del testamento debo mencionar y aclarar lo siguientes: se hizo la trascripción de manera corrida no renglón por renglón, pero sí se indica con un número entre corchetes el principio de cada foja [f.01] [f.01v.], se respetaron los nombres propios tanto de personas como de lugares, es decir Godoi, Luysa, Mechuacan, se dejaron tal cual están en el manuscrito original, salvo los acentos que si se agregaron y la primera letra se escribió con mayúscula. Se modernizó la ortografía, (salvo en el caso anterior) es decir se agregaron o quitaron letras para cumplir la forma correcta de la palabra en el carácter actual de la gramática: ay por hay, echo por hecho, también se sustituyen como en los casos de la e por la y, cuando decía por ejemplo “otorgo e sustituyo” por “otorgo y sustituyo”, así mismo en palabras como yndio por indio. Los puntos, comas, dos puntos, punto y coma o acentuación las agregó el autor de la trascripción, buscando con ello que al lector se le facilite la lectura e interpretación. Los paréntesis se usaron para indicar que es una palabra que no está incluida en el original por lo tanto es una sugerencia o aclaración del transcriptor, también se agregaron al pie del documento 38 notas que refuerzan o aclararan palabras de la época así como personas que por alguna razón aparecieron en las cláusulas del testamento. Antes de dar inicio con la trascripción del testamento se presenta una breve biografía de Antonio de Godoy, bajo la idea de que dichas líneas pudiesen abonar e introducir a la interesante vida de este hombre. Biografía sucinta de Antonio de Godoy (1492 ? - 1558) Antonio de Godoy fue el primer Alcalde Mayor3, español en Tzintzuntzan o Uítzítzila, más tarde Ciudad de Michoacán. Desempeñó diferentes puestos públicos. Mantuvo una relación muy estrecha con Beltrán Nuño de Guzmán, presidente de la primera Audiencia de México. Para Godoy esta amistad significó que su nombre apareciera en la historia de Michoacán. Al poner en sus manos la alcaldía arrancó una larga lista de alcaldes hispanos. Según su testamento, declaró ser originario de la ciudad de Ubeda, aunque en la nota diez del libro “Proceso, tormento y muerte del Cazonci, último gran Señor de los tarascos” su autor, el 3 Alcalde Mayor. Juez de letras sin Garnacha, con jurisdicción ordinaria, aprobado por el Rey en su Consejo Real y Cámara de Castilla, como Asesor del Corregidor de alguna Ciudad. Suélese también llamar en algunas partes Teniente de Corregidor. Lat. Urbani Praetoris Assessor judex. Alcalde Mayor. También se llama así el Juez de letras que los señores (que tienen potestad para ello) ponen en sus lugares, para conocer en grado de apelación de los pleitos de los demás Alcaldes ordinarios de su Señorío. Lat. Judex appellationum aut provocationum D. A., T. I 92 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. maestro Armando Escobar da el dato que “es originario de la Ciudad de Baeza Provincia de Jaén”. 4 Declara en 1548 “ser de edad de más de 56 años”5 por lo tanto debió de nacer no después de 1492; hijo de Diego López de Godoy y de Luisa de Alaminos; se casó con Catalina de Vega, con la cual tuvo como hijos legítimos a Juan y Antonio. Antes de venir a tierras de la Nueva España estuvo en el descubrimiento del Perú y posteriormente viajó a Cuba desde donde se trasladó a la Nueva España en 1524.6 Su aparición a la vida pública la hizo a finales de 1527 cuando llevó al Pánuco la noticia a Nuño de Guzmán de que había sido nombrado presidente de la primera Audiencia de México, este hecho pareció atraerle la simpatía de Nuño quien lo mantuvo consigo y comenzó por comisionarlo para que acudiera por el Cazonci y los principales de Michoacán y los llevase a su presencia. El Dr. Warren en su libro La conquista de Michoacán 1521-1530 cita la actuación de Godoy en este asunto tomando una declaración del propio Godoy en los términos siguientes: “... puede haber dos años, poco más o menos, que fue luego que Nuño de Guzmán vino a esta Ciudad (de México) a usar el cargo de presidente, el dicho Nuño de Guzmán envió a este testigo (Antonio de Godoy) con un mandamiento para el teniente que era de Michoacán para que diese a este testigo a don Francisco Cazonci y a don Pedro, señores de Michoacán, y a todos los demás señores de la dicha provincia y los trajese a esta ciudad; y que el dicho alcalde mayor llamó a los dichos señores y les dijo viniesen con este testigo...”7 Al trasladarse Nuño de Guzmán a Michoacán, entre otros, trajo consigo a Antonio de Godoy, el cual, se mostró como su incondicional, dispuesto a hacer lo que le pedía sin cuestionar nada y con estas “cualidades” es nombrado Alcalde Mayor de Michoacán a finales de 1528, sustituyendo en el cargo al nahuatlato de Michoacán Gonzalo Xuárez, que había sido nombrado en este cargo por Alonso de Estrada. Tomo nuevamente una cita del mismo libro del Dr. Warren, justo en la carta que envió el Obispo electo de México fray Juan de Zumárraga al Rey en 1529 y se refiere al alcalde español en los términos siguientes: “... a Michoacán enviaron con cargo de justicia a un arriero que siempre ha vivido de ello hasta hoy con sus bestias, porque llevó a Nuño de Guzmán la nueva de su presidencia a Pánuco, y con este arriero dizque han enviado muchas mercaderías del Presidente y Oidores a Michoacán para que las venda a los mineros que andan cogiendo oro, así como calzas, jubones, 4 Armando M. Escobar Olmedo, “Proceso, tormento y muerte del Cazonci, último gran Señor de los tarascos”, por Nuño de Guzmán 1530, Morelia, Frente de afirmación Hispanista, 1997. 5 Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro, Serie Pátzcuaro, 131.1, f. 17. 6 D Icaza, Francisco A, Diccionario Autobiográfico de Conquistadores y Pobladores de Neva España, V. II, Madrid, 1923, p. 208. 7 Benedict Warren, “La conquista de Michoacán 1521-1530”, traducción de Agustín García Alcaráz, Morelia, Fimax Publicistas, 1977, p. 197. 93 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad vino, vinagre y aceite y otras cosas, y para lo llevar llevó éste mucha copia de indios cargados, cosa muy fea y muy prohibida”8. Lo ahí informado y descrito por el obispo tenía el claro objetivo de enderezar las cosas pero no se le hizo caso pues Godoy siguió ejerciendo la autoridad que le había sido conferida por el Presidente de la Audiencia. Actuando como Alcalde en 1529 verificó el retiro de la posesión de Uchichila (Tzintzuntzan) y Tuzantla con todos sus sujetos como parte de la encomienda del Marqués del Valle y en adelante “... hayan de servir a su Majestad y a él y a sus en su real nombre, acudan con los tributos y rentas que suelen y acostumbran dar...”9 pasaron a servir a la corona. En este mismo año la primera Audiencia encabezada por Nuño nombró a Godoy como encomendero de Cinagua. Cuando fue apresado por última vez el Cazonci, Godoy se encargó de vigilarlo siguiendo al pie de la letra los deseos de su benefactor Nuño. Le fue encargado junto con el nahuatlato Pilar que lo amedrentasen para que hablase del tesoro que tenía en resguardo de sus antepasados, a pesar de las amenazas que estos le hicieron; el Cazonci no dio ninguna información, más al parecer de alguna manera se informó de la ubicación de dichos tesoros pues fue él “...el cual le envió mucho oro y plata que sacó de las sepulturas de los naturales...”10 sin contemplación alguna. Pese a estar muy cerca de Nuño y haber sido su cómplice en la muerte del Cazonci y que por ello se siguió juicio a Nuño de Guzmán; Godoy logró mantenerse dentro de la estructura pública de la corona, pese a los cambios estructurales que de manera paulatina se iban dando con el desconocimiento de Nuño como Presidente de la primera Audiencia y con la llegada de la segunda y posteriormente con los Virreyes. Declaró como testigo en pleito entre Juan Infante y Don Vasco de Quiroga en 1540 sobre los pueblos de la laguna, manifestando claramente que Infante nunca presentó la cédula original donde se le encomendaban los pueblos de la laguna y señala que los traslados que ante él presentó no estaban autorizados ni sacados con autoridad de ningún juez. El interés de que se trasladara la sede episcopal a Guayangareo era un tema recurrente y de amplio interés que se manejaba entre varios españoles, principalmente encomenderos. Godoy sin ser encomendero se unió a ellos firmando una carta dirigida al Rey fechada el 15 de abril de 1540, junto con los demás españoles, tales como Juan de Villaseñor, encomendero de Puruándiro, en la cual le solicitaban dicho traslado. 8 Idem, p. 197. 9 Ex-convento de Tiripetío. Centro de Documentos Microfilmados de Michoacán. Justicia, legajo 130, f. 5v. 10 Mauricio Escobar Olmedo, Catálogo de documentos michoacanos en archivos españoles, Morelia, UMsnH, 1994. p 85. 94 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. 1542 fue un año muy ocupado para Godoy pues continuó con su actuación pública siendo nombrado por el Virrey Antonio de Mendoza el 27 de octubre de ese año. Fue Alguacil Mayor de la Ciudad y Provincia de Michoacán, remplazando en el cargo a Francisco de Santillana que había renunciado el dicho oficio en Antonio de Godoy, vecino de ella, dicho cargo le fue confirmado por el Virrey Luís de Velasco el 12 de enero de 1552.11 También, durante 1542 le da seguimiento a un pleito que entabló contra el fiscal sobre el pueblo de Cinagua, que le había sido encomendado por la primera Audiencia en sustitución de Juan de Plaza, vecino de Zacatula que había fallecido. Hizo el reclamo porque la segunda Audiencia se la quitó. Pide se la restituya. Durante el proceso argumenta el fiscal que la encomienda no se la habían quitado de manera arbitraria pues las leyes dictadas por el Rey ordenaban que no podían dar los miembros de la primera Audiencia encomiendas a parientes, amigos o apaniaguados,12 aunque Godoy dice no ser servidor de Nuño, queda de manifiesto lo contrario en tres cartas fechadas el 12 de julio de 1529, 20 de junio de 1529 y 20 de agosto 1529 donde Nuño le dice: “a mi especial amigo, Antonio de Godoy, mi criado”.13 También pareció olvidar la declaración que había hecho en la información que envió Don Vasco de Quiroga con fecha de 15 de octubre de 1533 desde Michoacán, sobre las minas de cobre, donde dijo: “... que lo que sabe es que en Cinagua, que está en cabeza de su Majestad ” había una veta de cobre y que en el pueblo de la Guacana, encomendada a Juan Pantoja “. ha oído decir este testigo (Antonio de Godoy) a su amo Juan Pantoja que hay minas de cobre. ”,14 es por esto que no parece muy cuerdo de su parte estar reclamando dicha posesión casi diez años después, cuando ya había reconocido dicho lugar como parte de las posesiones que estaban en cabeza del Rey. La querella presentada para recuperar Cinagua desde luego que no prosperó y hubo de seguir trabajando en el servicio público. Durante 1551 concentró su atención en atender la entrega de mercedes que se estaba realizando por parte del Virrey Luís de Velasco a los vecinos de la Villa de Zacatula, entre otros a Diego Ruiz, un sitio de estancia para ganado en términos de la dicha Villa “. donde se nombra Texuctepeque que vio Antonio de Godoy, Alcalde Mayor de la dicha Villa. ”15 el cual verificó que no se causaba perjuicio a la Villa. Así lo encontramos ejerciendo a la vez el oficio de Alcalde Mayor de Zacatula y como Alguacil Mayor de la Ciudad y Provincia de Michoacán. 11 Carlos Paredes Martínez, Y por mí visto..., Morelia, UMsnH-cIEsAs, 1994. p. 84. 12 Servidor personal y gratificado por los servicios. 13 op. cit., pp. 436-437. 14 Estas dos últimas citas fueron tomadas de Angélica Macías Goytia, “La arqueología en los anales del Museo Michoacano (Épocas I y II), Benedict. Warren, Minas de cobre en Michoacán”, México, InAH, pp. 588, 589. 15 op. cit. p. 53. 95 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Su relación con los agustinos fue muy estrecha y queda así patente en su testamento donde nombró como su albacea al insigne maestro fray Alonso de la Veracruz, además de dejar varias preeminencias para algunos de los conventos agustinos de Michoacán, como Yuririapundaro, Cuitzeo y Guayangareo. En Yuririapundaro actúa como corregidor durante 1556-1557 cobrando como sueldo 200 pesos. Su hijo Juan de Godoy en ese mismo año actuó en Yuririapundaro como teniente de corregidor cobrando 100 pesos.16 Su salud comenzó a deteriorarse hacia mediados de 1557 sufriendo una larga convalecencia al lado de su mujer, por ello preparó su testamento esperando resignado la hora de su muerte; lo modificó en varias ocasiones. La última noticia de su persona la tenemos el treinta de junio de 1558, por lo que deducimos que debió morir ese mismo año. Testamento [f.01] + Muy Magnífico SeñorEn la Ciudad de Mechuacán17 en doce días del mes de octubre de mil y quinientos y sesenta y dos años ante el muy magnífico señor el Bachiller [(Tes- 16 Debo estos datos al Maestro Igor Cerda Farías. 17 Cuidad de Mechuacán: Este nombre lo ostentaron tres poblaciones diferentes y hubo momentos en los cuales lo tuvieron dos a la vez. La primera a la que se la llamó Ciudad de Mechuacán fue a Tzintzuntzan-Uitcicila pues la Real Audiencia solicitó en 1533 para ésta el nombre de Ciudad; se da respuesta a la solicitud en Palencia el 28 de septiembre de 1534 otorgándole el título de Ciudad de Mechuacán. Se trasladó el nombre de Ciudad de Mechuacán a Pátzcuaro al hacer el Obispo don Vasco de Quiroga el traslado de la sede episcopal de Tzintzuntzan a Pátzcuaro por el año de 1539, recibiendo desde luego la autorización debida. Muchos españoles estuvieron en desacuerdo con que la sede episcopal fuera Pátzcuaro y convencen a don Antonio de Mendoza, Primer Virrey de la Nueva España de que la loma de Guayangareo era el lugar más adecuado para que se trasladara la Ciudad de Mechuacán, con ello se pretendía obligar a don Vasco a mover la sede del Obispado. Don Vasco no estuvo de acuerdo y argumentó lo inadecuado que sería retirarse a un lugar casi despoblado y dejar desamparados a los indios. Fueron casi once años los que se extendió el pleito de controversia por utilizar Guayangareo el título de Ciudad de Mechuacán, además se demuestra la confusión que causaba cuando el Virrey Luís de Velasco en una licencia de 6 de noviembre de 1551 la llamó Ciudad de Guayangareo, la controversia se da por culminada con un mandamiento dado por la corona el 20 de octubre de 1552 en la cual se prohibió a los habitantes de la loma de Guayangareo utilizar de manera oficial el título de Ciudad de Mechuacán, que le correspondía como sede a Pátzcuaro, así mismo se le degradó a la calidad de pueblo bajo la pena de 200 pesos al escribano que osara llamarlo Ciudad. La muerte de don Vasco en 1565 reanimó a los españoles de Guyangareo y finalmente en 1580 su propósito de trasladar la sede del Obispado se vio cristalizada, sin embargo, ya no llaman a la loma de Guayangareo Ciudad de Mechuacán sino Valladolid, aunque en un documento con fecha 30 de diciembre de 1598, editado por Carlos Paredes en el libro Y por mí visto... aparece como Ciudad de Guayangareo. El nombre de Ciudad de Mechuacán comienza a perder representatividad pues Pátzcuaro ya es conocida como Ciudad de Pátzcuaro, aunque sigue apareciendo como “Pátzcuaro Ciudad de Mechuacán” hasta mediados del siglo xvII. Aunque ya no era cabecera de la sede episcopal continuaba conservando la capital de la provincia. Este testamento se siguió en la Ciudad de Mechuacán Pátzcuaro. 96 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. tado) Miguel] Melchor Gómez de Soria, teniente de Alcalde Mayor 18 pareció presente Alonso de Cáceres19 por virtud del poder que tiene de Luís Blázquez y Fernandianes20 del cual y del escribano infrascrito doy fe que se otorgó ante mí, y presentó un escrito, su tenor del cual es este que se sigue: r. Alonso de Cáceres en nombre de Luís Blásquez y Fernandianes, digo que los dichos mis partes tienen necesidad de un traslado del testamento, codicilo21 e inventario y almoneda de Antonio de Godoi, difunto, signado en manera que haga fe para lo presentar en ciertas cuentas que los dichos mis partes dan ante las justicias ordinarias del pueblo de Guayangareo22 para sus descargos, lo cual está en poder de Francisco Troche,23 escribano. r. Por tanto a vuestra merced pido y suplico que todo ello se me mande dar en la forma que se pidió para el dicho efecto, que yo estoy presto de pagar al escribano sus debidos derechos, para lo cual y en lo necesario el muy magnífico oficio de vuestra merced imploro. Alonso de Cáceres. r. Presentado el dicho escrito en la manera que dicho es, el dicho señor teniente de alcalde mayor dijo que mandaba y mandó a mí, Francisco Troche, escribano 18 Alcalde Mayor: A mediados del siglo xvI el Alcalde Mayor era justicia mayor y gobernador de las alcaldías mayores, jurisdicción de las Provincias (de Michoacán, Zacatula, Colima, etc.) y de los reales de mineros. Los corregimientos correspondían a los pueblos de indios. 19 Alonso de Cáceres: Vecino de la Ciudad de Mechuacán – Pátzcuaro. Intérprete. Procurador. Defiende a un indio por el incendio de una de las casas de Alonso Gómez de Alfaro. También ocupó el cargo de escribano público en Valladolid. Fue tutor y curador de don Pablo Caltzontzin, descendiente de la familia real purépecha. En 1578 aparece haciendo la traducción de unos recaudos de venta que presentó Bartolomé Cuiris para probar su legítima posesión de ciertas casas en el Barrio de San Juan Evangelista en Uruapan. En 1584 llevaron juntos, con Juan Fernández Madaleno como escribanos el pleito de los franciscanos de Pátzcuaro y Valladolid contra Juan Gómez y el Padre Diego Gómez Calvillo, por haber metido una india al convento Franciscano de Pátzcuaro para implicar y enjuiciar a fray Mateo de Castro, quien denunció el agravio. 20 Luís Blázquez y Fernandianes o Hernandianes: Se trata de dos individuos diferentes Luís Blázquez fue casado con Luisa de Alaminos, hija de Juan de Godoy, la cual llevaba el mismo nombre y apellido de su bisabuela paterna. Fernandianes fue casado con Catalina de Godoy, también hija de Juan de Godoy y nieta de Antonio de Godoy, en 1562-63 fue tutor y curador de sus cuñadas menores María o Marina e Isabel de Godoy, participó de manera cercana en la repartición de los bienes de su suegro, representando a su esposa y a sus cuñadas. A.H.m.P., Serie Pátzcuaro, Caja 131, leg. 3. exp. 25 21 Codicilo: “S. M. El escrito en que uno declara su última voluntad, al que le hace el que tiene ya hecho testamento para reformar, añadir, o extender y declarar en él alguna cosa. ”, Diccionario de Autoridades. Real Academia Española. Tomo A-C, Edit. Gredos, Madrid, 1984, Pág. 394. En adelante D. A. 22 Guayangareo o Uayangareo: “propia Huayangario. De Huata, cerro, loma; Yosti, alargado, achatado, y Gari haz o caras (se toma también esta partícula por mirar). Lugar en una loma alargada o achatada. ” Macías, Angelina. Compiladora, La arquelogía en los anales del museo michoacano, épocas I y II, México, InAH, 1993, p. 30. Durante la época prehispánica estuvo habitado por pirindas que estaban bajo el poderío del imperio tarasco. En la loma de este poblado fue donde se asentó la Ciudad de Valladolid, actual Morelia. 23 Francisco Troche: Escribano de la Ciudad de Mechuacán, en 1548 aparece su primera actuación y así continúa ejerciendo cerca de treinta años. Asistió como escribano en varios de los pleitos que sostuvo don Vasco de Quiroga. También se hace referencia a él como presente en el momento en que Juan Infante pretendía apoderarse de los pueblos de la laguna de Pátzcuaro, a lo que don Vasco se opuso. 97 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad ante quien está el testamento y codicilo, que el dicho Alonso de Cáceres pide que saque un traslado de todo ello y signado en pública forma se lo dé al dicho Alonso de Cáceres, pagándome mis derechos; y así lo mandó y firmó de su nombre el Bachiller Melchior Gomes de Soria.24 Pasó ante mí, Francisco Troche, escribano. Y luego yo el dicho escribano, de pedimento del dicho Alonso Cáceres en los dichos nombres y mando del dicho señor teniente, hice sacar y saqué los dichos traslados del dicho testamento y codicilo que entre mis registros están, que su tenor de ellos uno en pos de otro es este que se sigue. Inde y nomine amen. Sepan cuantos esta carta de testamento vieren como yo Antonio de Godoi, natural de la Ciudad de Úbeda, hijo legítimo de Dyego Lópes de Godoi y de doña Luysa de Alaminos, vecinos de la dicha Ciudad. Vecino que soy al presente del pueblo de Guaiangareo de la Provincia de Mechuacán, estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad y en mi entero juicio como Dios me lo dio, siendo cierto que hemos de morir y creyendo como creo en la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios verdadero, protestando y confesando todo aquello que cualquier fiel cristiano es obligado a creer y tener, ordeno mi ánima en la manera siguiente: - Primeramente encomiendo mi ánima a Dios Nuestro Señor Jesucristo, que la creó y por su preciosa sangre la redimió y mandó mi cuerpo a la tierra de donde fue formado. - Yten, mas que siendo Nuestro Señor servido de esta presente vida llevarme, sea mi cuerpo sepultado en el monasterio de la orden [f.01v.] del señor San Agustín que más cercano estuviere donde muriere, que los religiosos que en el dicho monasterio [(Testado) estuvieren] se hallaren entierren mi cuerpo en la sepultura que pareciere al padre prior del convento, y todos los religiosos digan misa aquel día o el siguiente por mi ánima, y al cuerpo presente una misa cantada ofrendada de pan y vino y cera, como a mis albaceas le(s) pareciere y es común y costumbre, y les den a los dichos religiosos la limosna acostumbrada por el entierro y misas. Yten, mas mando que se me diga un novenario con misa cantada, cada día ofrendada como es costumbre, y los dichos nueve días todos los sacerdotes que se hallaren [(Testado) que] en el convento digan misa por mi ánima. 24 Melchor Gómez de Soria: Teniente de Alcalde Mayor de la Ciudad y Provincia de Michoacán. 98 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. - Yten, mando que se haga mi cabo de año25 con misa cantada y ofrendada, según es uso y costumbre, y [(Testado) día] que el mismo día digan misa por mí los sacerdotes que se hallaren en el dicho convento. - Yten, mando a las mandas forzosas un peso de tepuzque. - Yten, mando que siendo Nuestro Señor servido de llevarme de esta presente vida, mi legítima mujer, Catalina de Vega, por buenos servicios y compañía que de ella he recibido, haya y tenga por mejora, fuera de lo que viene de su mitad de todos los bienes que ambos poseemos, que se han multiplicado después del matrimonio, todas las alhajas que están dentro de mi casa de ropa, y la casa de Guayangareo que está frente del monasterio del señor Santo Agustín26, para que todo sea suyo, y de ninguna cosa de esto dicho se le pida cuenta por mis herederos, ni mis albaceas, ni justicia alguna; y por alhajas entiendo todo lo que hay dentro de casa de ropa, excepto la plata, sillas y armas y jaeces,27 y la dicha casa se edificó en mi solar propio. - Yten, declaro que cuando yo me casé con la dicha Catalina de Vega, mi legítima mujer, ella trajo mil pesos menos veinte en su dote, los cuales le tengo pagado y aún más según parece por las escrituras que de ello hay en mi poder, cuyo registro está en poder de Francisco Troche y Martín Martínez,28 escribanos, y declaro para el paso en que estoy que cuanto toca a lo que le pertenece al multiplico después que estamos casados, no la he defraudado en cosa alguna dándolo a mis hijos y quitándoselo a ella, antes recibí de mi hijo Juan de Godoi, siendo vivo muchas buenas obras en dineros y en mulas que me daba. - Yten, declaro que al tiempo que yo me casé con la dicha Catalina de Vega, tenía yo seiscientas ovejas en Chapultepeque,29 [f.02] que valían a medio peso de minas cada una, y dos negros 25 Al cumplirse su aniversario luctuoso. 26 Monasterio de San Agustín en Guayangareo: Se inició la construcción de este edifico en 1550, siendo el primero una pequeña capilla de prestado en tanto se construía la iglesia y el convento, obra que describe fray Matías de Escobar como: “Una de las más primorosas de este Nuevo Mundo, es tan delicada su arquitectura que al labrarse filigranas de los cantos, creyera que era tal nuestra torre, y a no enseñarnos la experiencia que no se funden o derritan en moldes las piedras, pudieran persuadirme que se habían vaciado en troquel”. 27 Jaeces: “Viene de Jaez. S. M. Adorno de cintas en forma de cairel, hecho con primor para los caballos de jineta, en alguna singular función de gala o fiesta. en la Germania significa ropa de vestidos.” D. A. T. D-N, Pág. 129. 28 Martín Martínez: fue escribano en la Ciudad de Pátzcuaro en el pueblo de Iztapa, en el pueblo de Guayangareo y posteriormente en la Ciudad de Valladolid, encontramos que sus funciones duraron de 1549 a 1584, en este último año presidió una presentación de pruebas presentadas por los frailes franciscanos fray Mateo de Castro y fray Luís González contra Juan Gómez Garzón por infamias, en el mimo legajo se contienen dos conflictos más relacionados uno con Juan de Ayala y el otro con Magdalena, india. 29 Chapultepeque (Chapultépec): vocablo de origen náhuatl que quiere decir: “el manantial, el gran manantial. De chapani, abundancia de agua, pol, aumentativo, y tepeo, cerro, pero con el significado únicamente del lugar: En el gran manantial, tal como lo expresa su jeroglífico.” José Corona Núñez, Diccionario geográfico tarasco-náhuatl, Morelia, Escuela de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1993, p. 28. En adelante: D.g.T.N. Se localiza al 99 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad que se vendieron por doscientos pesos de minas, el uno a Alonso Rangel y el otro a Juan de Cáceres, vecino de México en trueque de unas vacas y ciento y cincuenta pesos de minas que me dio Cristóbal de Oñate30 por la paga de Chupeo31 de Tacanbaro.32 Quiero y es mi voluntad que esto se saque del multiplico como cosa que me pertenece, de lo cual mi mujer es buen testigo, y de otras cosas que yo tenía no quiero que se saque del montón como caballos y alhajas, sino que solamente se saque lo sobredicho. - Yten, mando que todas mis deudas que parecieren por escritura o conocimiento firmado de mi nombre se pague de mis bienes, y así quiero que si alguno viniere jurando que le debo hasta cantidad de seis pesos sea creído y le paguen. - Yten, mando que mil pesos de oro común que yo debo a Juan Ynfante33 de censo que de él recibí, que se le paguen y se quite el censo. - Yten, mas declaro que debo a Alonso Rodríguez, clérigo, cincuenta pesos de oro común, que se los paguen y cobren de él dos piezas de plata que son: un tazón y una jarra con su sobrecopa, que tiene en prendas. oriente de Tzintzuntzan. Don Vasco de Quiroga en busca de un lugar para que fuera la ciudad de españoles les sugirió a éstos como alternativa Chapultépec, por sus condiciones que respondían a las exigencias de vida, como eran: agua, leña, vientos sanos, lugares aptos para el cultivo y pastoreo, no obstante las buenas condiciones hicieron caso omiso. No confundirlo con el Chapultépec de la Ciudad de México. 30 Cristóbal de Oñate: Encomendero de Tacambaro. Murió en el Real de Pánuco, Zacatecas en 1567. 31 Chupeo (Chupio): Vocablo de origen tarasco: “la concha. De chupi, concha y o, lugar” D.g.T.N., p. 31. Población cercana a Tacambaro, forma parte de los pueblos de entrada a la tierra caliente por ese lugar, sus condiciones climatológicas son muy favorables para la agricultura. 32 Tacanbaro (Tacambaro): Vocablo de origen tarasco: “el Izote. De tacamba, palma izote que da flores comestibles, y ro, terminación locativa”. D.g.T.N. p. 54. Se remonta su origen a la época prehispánica. Al hacerse el reparto de encomiendas queda como cabecera de la encomienda que se le otorgó al conquistador Cristóbal de Oñate. El 12 de noviembre de 1551 en acuerdo tomado por el Virrey y los Oidores de la Audiencia de la Nueva España se fijaron los tributos que debían de dar los indios de Tacambaro al encomendero. Paredes Martínez, Carlos, Y por mí visto..., Morelia, UMsnH-cIEsAs, 1994. Documento 84, p. 83. En adelante: Y por mí visto... 33 Encomendero rapaz. Logró apoderase de muchos pueblos de la laguna de Pátzcuaro y de la sierra. Tuvo varios pleitos en su contra, como el que sostuvo con Francisco de Villegas encomendero de Uruapan; así mismo se querelló con Hernán Cortés, Marqués del Valle y no debemos olvidar los grandes pleitos que tuvo con don Vasco de Quiroga, Obispo de Michoacán por la posesión de los pueblos de la laguna. Fue casado con Catalina Samaniego con la cual tuvo siete hijos y tres hijas (Juan Infante, Hernando, Luis, Francisco, Juan de Sandoval, Pedro, José, Jerónima, Mariana y Catalina) a los cuales les arregló matrimonios con las familias más poderosas de la Nueva España. A su muerte acaecida en 1574 quedó al frente de la encomienda como heredero su hijo Juan Infante Samaniego. 100 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. - Yten, mando que a la casa del señor Santo Agustín de Yorirapundaro,34 se le paguen, que le debo ciento y veinte y seis pesos de oro común, poco más o menos, según que el padre fray Diego de Cháves,35 prior del dicho convento dijere. - Yten, mando que seis pesos que debo (a) Alonso Ximenes, mercader, vecino de Guayangareo, que se los paguen. - Yten, mando que atento que yo no tengo otros herederos forzosos sino a mis nietas, hijas de mi hijo Juan de Godoi, legítimo, difunto, que ellas están bien paradas en su manera, quiero y es mi voluntad que todo lo que yo puedo de tercio y quinto de toda mi hacienda, pagadas mis deudas, mi ánima sea la mejorada y así todo lo que montare este tercio y quinto en cuanto puedo y de derecho debo lo mando y entrego al muy reverendo padre el maestro fray Alonso de la Veracruz+,36 provincial de la orden del señor Santo Agustín, para que él disponga de ello según y como lo tengo con él comunicado como a él le pareciere convenir al descargo de mi conciencia, y así ruego y encargo a las dichas mis nietas que se alejen de ello y lo tengan por bien y si fuere necesario le hago donación entre vivos del dicho tercio y quinto para el dicho efecto. 34 Convento de Yorirapúndaro, Yoririapúndaro (Yuririapúndaro): Palabra que quiere decir laguna de sangre. Fue considerado por los agustinos como un lugar idóneo para establecerse y poder construir un convento que les ayudara a brindar el pasto de la fe a los pobladores de la región, la relación de Yuririapúndaro de 1579 dice: “tiene novecientos indios tributarios. Solía tener siete y ocho mil, y por edificios que se han hecho en le dicho pueblo y un monasterio de religiosos, y que tiene de la orden del señor Santo Agustín y por enfermedades han venido en esta disminución”. Dicha labor iniciada, estuvo a cargo de fray Diego de Chávez (ver ficha siguiente) que en nueve años pudo ver concluida su monumental obra. 35 Fray Diego de Chávez: Nació en Badajoz, donde fue bautizado el 25 de julio de 1509. Los primeros 25 años de su vida son muy nebulosos, aún para sus biógrafos, pues no se logra ubicar de manera clara cómo pasó a la Nueva España y con quién pasó sus primeros años, aunque se supone que fue con sus tíos Jorge y Pedro de Alvarado, el conquistador. Ingresó a la orden de San Agustín en diciembre de 1535 profesando un año después en la Ciudad de México. Fue enviado a Michoacán y en Tiripetío puso su fuerza e ingenio para la construcción de la iglesia y el convento de ese lugar, así mismo lo hizo en Yuririapúndaro. Fue propuesto para ocupar la silla episcopal de Michoacán como tercer Obispo y tomando el camino para ir a México a recibir la consagración episcopal en el convento de Charo lo atacó una fiebre de la cual no se recuperaría falleciendo el 14 de febrero de 1573. Navarrete, P. Nicolás, Historia de la provincia agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, México, Porrúa, pp. 182-202. 36 Fray Alonso de la Veracruz: Alonso Gutiérrez, Nació en Caspueñas, Reino de Toledo en España hacia 1504, Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares y en la de Salamanca donde recibió el grado de Maestro en Teología. Su carrera académica en España estaba siendo brillante, no obstante la abandona atendiendo una invitación hecha por los frailes agustinos para impartirles cátedra en la Nueva España. En julio de 1536 llegó a Veracruz donde tomó el hábito agustiniano adoptando el sobrenombre de ese lugar. Dedicó su vida a la enseñanza de las artes y teología. En Tiripetío participó de manera activa en la fundación de la primera Escuela de Estudios Mayores, trajo a la Nueva España y desde luego a Michoacán una amplia biblioteca, aprehendió la lengua de los nativos de Michoacán teniendo como maestro de ella a don Antonio Huitzimengari. Sus obras publicadas sobre filosofía fueron las primeras de su tipo en el Nuevo Mundo, también impartió cátedra en la recién fundada “Real y Pontificia Universidad de México”. Murió en la Nueva España en 1584 dejando tras de sí una amplia obra; es llamado por Oswald Robles: “el padre venerable de la Inteligencia Mexicana”. O. Robles, Filosofía mexicana del siglo xvI, México, librería de Manuel Porrúa, 1950, p.11. 101 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad - Yten, mando que por cuanto yo debo ciertas cosas que aquí no se [f.02v.] pueden liquidar ni declarar y téngolas comunicadas con el dicho padre maestro,37 quiero y es mi voluntad que en mis bienes se paguen y den trescientos pesos de minas como deuda de vida y se los den para que él disponga de ellos como él sabe a quién se deben. - Yten, declaro que lo que yo tengo y poseo es lo siguiente: - Primeramente dos negros varones, que se llaman el uno Francisco y el otro Cristóbal y una negra que se dice Madalena, mujer legítima del dicho Francisco. - Yten, tengo más veinte marcos de plata labrada en saleros, gubiletes,38 cucharas, taza de plata y jarra con su sobrecopa. - Yten, tengo doscientas cabezas de yeguas de garañón, poco más o menos, herradas con una A griega y una O encima que es mi hierro. - Yten, tengo más dos asnos garañones con las dichas yeguas y cuatro caballos también garañones. - Yten, tengo más hasta cincuenta potros, pocos más o menos, en la isla que llaman el Potrero,39 señalados de mi hierro. - Yten, más tengo veinte mulas, fuera de las otras veinte que me tiene pagadas Diego Arias de Sotelo.40 - Yten, tengo más media estancia, a donde está el dicho ganado en compañía de mi hijo Antonio de Godoi. - Yten, tengo más ocho caballos aparejados de harria.41 - Yten, tengo más ocho bueyes de arada,42 para labor de la dicha estancia. 37 Se refiere a fray Alonso de la Veracruz. 38 Gubiletes: “Vasija metálica que se emplea como molde de pastelería” Diccionario enciclopédico, Larousse 2000, México, 2000. p. 303. 39 No se logró identificar dicho sitio. 40 Diego Arias de Sotelo: nació por el año de 1525 en Zamora, España. Llegó a la Nueva España como camarero del Virrey Antonio de Velasco en 1550. Emparentó con la familia Moctezuma al casarse con doña Leonor de Valderrama y Moctezuma, encomendera de Ecatepec y Acatlán. De este modo Arias de Sotelo se posesiona de estas dos ricas encomiendas, además de que peleó por la de Tlacopan (Tacuba) al morir su suegra Isabel de Moctezuma. Obtuvo varias mercedes, todas muy ricas en rentas. En 1561 tomó el cargo de regidor de la Ciudad de México. Formó parte del grupo que conjuró en 1565 y 1566 en contra de la corona encabezados por el Marqués del Valle (Martín Cortés, hijo de Hernán Cortés), al ser encarcelado y enjuiciado, sus bienes se le expropiaron. En 1568 fue desterrado de las Indias, aunque el padre Porras lo pone en duda. No perdió su encomienda pues la heredó a su hijo Fernando Sotelo Moctezuma cerca de 1590. Gran parte de los datos de esta nota fueron tomados del apéndice II de “La vida michoacana en el siglo xvI. Catálogo de los documentos del siglo xvI del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro” de Rodrigo Martínez y Lydia Espinosa. 41 Harria: “Viene sin duda de Harriar. v. a. Aguijar, avivar bestias, para que caminen. ” D. A. T. D-N, Pág. 129. 42 Arada: Romper la tierra con el arado. Arar. 102 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. - Yten, tengo más [(Testado) veinte] noventa y seis pesos que me debe Diego Arias de Sotelo, de resto de la venta de un caballo rosillo que me compró [(Testado) y también ganado]. - Yten, tengo más un caballo zaino, del hierro del padre clérigo Alonso Rodríguez. - Yten, mando que todas las armas que se hallaren en mi casa y fuera de ella que sean mías, se den al dicho mi hijo Antonio de Godoi y así mismo una silla jineta43 que yo tengo. - Yten, declaro que tengo dos jaeces negros, los cuales quiero que se vendan para cumplir mi ánima. - Yten, mando a la Casa de Yorirapúndaro cuatro arrobas de aceite, para que arda delante del Santo Sacramento. - Y mando que la silla estra diota (sic) que yo tengo se dé al padre fray Diego de Chaves para que haga de ella lo que le pareciere. [f.03]- Yten, mando que fuera y allende de lo sobredicho de alhajas y casa que mandé a la dicha mi mujer, también se le den cien pesos de oro común de mis bienes. - Yten, mando que para ayuda(r) a casar a Luzia de Castro, hija de Antonio de Castro se le den cincuenta pesos de oro común. 44 - Yten, digo que por cuanto yo he [(Testado) ch] hecho otras veces testamentos, quiero y es mi voluntad que éste sólo valga y desde aquí revoco y doy por ningunos todos cuantos yo he hecho hasta el día de hoy, quiero que éste sólo valga por mi última y postrera voluntad y sino valiere por testamento valga por codicilo y así mismo digo que este mi testamento y última voluntad le faltare alguna solemnidad necesaria en derecho por la cual no sea válido en el foro exterior por el estado poder cumplido y bastante al dicho muy reverendo padre maestro fray Alonso de la Veracruz +, para que pueda por mí y en mi nombre testar y disponer de todos mis bienes, así como yo mismo puedo hacer y lo que así testare e hiciere lo doy por válido y firme. 43 Jineta: Para montar a caballo. 44 Antonio de Castro: Teniente de Alcalde Mayor en la Ciudad de Mechuacán en 1562. Casado con María de Oviedo, mujer que fue de Juan de Godoy. Otorgó poder en 1562 en la Ciudad de Mechuacán para cobrar un caballo, en 1563 aparece como testigo en el remate público del diezmo de yeguas y vacas del Obispado de Michoacán, además sigue un pleito contra las hijas de su mujer (1562-63) para repartir los bienes que habían quedado a la muerte de Juan de Godoy. A.H.m.P. Serie Pátzcuaro, Caja 131, leg. 3., exp. 25. 103 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad - Yten, declaro que cumplido mi testamento según y como aquí está especificado por mis legítimos y necesarios herederos en el remanente de mis bienes, dejo y establezco a mis nietas Catalina de Godoi y Luysa de Alaminos y a Marina de Godoi y a Isabel de Godoi. - Yten, por cumplimiento de este mi testamento y mandas en él contenidos, constituyo por mis albaceas y testamentarios al dicho muy reverendo padre maestre fray Alonso de la Veracruz +, y al padre fray [(Testado) Alonso] Diego de Chaves, y a Juan de Baeza45, a los cuales y a cada uno de ello in solidum doy mi poder cumplido, según que de derecho puedo y debo, para que en juicio y fuera de él puedan pedir todos mis bienes: vender, rematar, cobrar y dar cartas de pago finiquitos como si yo mismo lo hiciera. - Yten, mando a la Casa del señor Santo Agustín de Guaiangareo un cáliz bueno rico y que lo digan de misas, según pareciere a mis albaceas. - Yten, mando que al monasterio del señor San Francisco de Guaiangareo le den cuatro arrobas de aceite para el Santo Sacramento, para que rueguen a Dios por mi ánima. [f.3v.] - Yten, mando que en el monasterio del señor Santo Agustín de Iurirapundaro se diga un treintanario46 por mí y por mis padres difuntos. - Yten, mando que en el monasterio del señor Santo Agustín de Cuiseo se diga otro treintanario por los indios fieles difuntos, a quien yo soy a cargo y se dé la limosna acostumbrada. - Yten, declaro más que tengo cincuenta pesos de oro común en tostones 47 en mi poder. Testigos que fueron presentados a todo lo sobredicho Juan de Baeza y los padres fray Alonso de Alvarado, y fray Miguel de Alvarado, y fray Juan de Montilla y fray Juan Núñes48 y porque es verdad lo firmé de mi nombre. Que es hecho a veinte y 45 Juan de Baeza: Vecino de la Ciudad de Michoacán, marido de Isabel Pérez. En 1545 Manuel de Ricalde lo acusó de deberle 150 fanegas de maíz del diezmo de Cuitzeo que había cobrado por él. El Virrey Luís de Velasco le dio el cargo como intérprete de la lengua tarasca por su buen conocimiento de ella, esto le dio una amplia influencia entre los naturales. Hizo juramento de dicho cargo el veinticinco de julio de 1561 (A.H.M.P., 131.3 SP, f.1) aunque ya ejercía desde 1560. En 1564 es comisionado como juez de residencia en Cirosto y Periban donde siguió la actuación de los gobernantes de estos lugares. Rodrigo Martínez y Lydia Espinosa lo encuentran como Alguacil de la Ciudad de Michoacán en 1560 y como Corregidor del pueblo de Chilchota en 1563. Su última actuación como intérprete la encontramos en 1580. 46 Treintanario: Se rece un rosario por treinta días. 47 Tostón: S. M. “Garbanzo tostado. Moneda portuguesa de plata que corresponde a 100 reís, aunque la hay de cincuenta y llaman medios tostones.” D. A., T. III. O-Z, Pág. 310. 48 Todos frailes mencionados pertenecían a la orden de San Agustín. 104 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. siete días del mes de abril de mil y quinientos y cincuenta y ocho años. Va entre renglones escrito donde dice: cosa Antonio de Godoi, fray Alonso de Alvarado, fray Miguel de Alvarado, fray Juan de Montilla, fray Juan Núñes, Juan de Baeza. - Yten, declaro que de las veinte mulas que yo declaro arriba tener ha de haber Antonio de Castro las siete, las cuales me ha pagado. - Yten, declaro cuanto a lo que toca a la casa de Guayangareo, que dejo a mi legítima mujer cuanto a la mejora, que por cuanto yo edifiqué la dicha casa en mi solar y en partes del de mi hijo Juan de Godoi, quiero que el cuarto que cae en el solar del dicho mi hijo lo haya mi nuera María de Obiedo49 y las dichas mis nietas como cosa que les pertenece. Testigos a lo sobredicho, los dichos de arriba: fray Alonso de Alvarado, fray Miguel de Alvarado, fray Juan de Montilla, fray Juan Núñes, Juan de Baeza. - Yten, es mi voluntad, que atento a que yo compré ciertas yeguas en el almoneda de Cristóbal de Espíndola, juez de comisión, de los daños que se hicieron en las estancias, y a Juan de Baeza se le vendieron once cabezas que yo compré y pude ser este agraviado el dicho Juan de Baeza, quiero y es mi voluntad que de los potros que yo tengo se le den escogidos diez potros de ellas porque le tengo por amigo, éstos cada y cuando que él quisiere hecha up supra. Testigos los dichos. Fray Alonso de Alvarado, fray Migel de Alvarado, fray Juan de Montilla, fray Juan Nuñes. - Yten, más después de todo lo suso dicho digo que yo tengo y poseo en la isla de Tenerife una heredad de viña y lagares50 y casas y cuarenta anegas de pan de renta [f.04] lo cual todo posee en mi nombre y con mi poder mi hermana Catalina de Godoy, mujer de Lorenzo Martín, la cual posesión está en el pueblo del Realejo que alinda con heredad y viña de Albornos. Mando y es mi voluntad que lo hayan mis nietas Catalina de Godoy y Loysa de Alaminos e Ysabel de Godoi y Marina de Godoi, hijas del dicho mi hijo Juan de Godoi como mis legítimas herederas y es mi voluntad que no le sea tomada cuenta a la dicha mi hermana de los frutos y rentas, porque de ellos le hago gracia y donación por buenas obras que de ella he recibido, y quiero que de los tales frutos y rentas goce hasta tanto que le fuere notificado y quiero y declaro que ésta sea una de las cláusulas de mi testamento. Hecho a doce días del mes de mayo 49 María de Oviedo: Casada de primer matrimonio con Juan de Godoy con el cual tienen cuatro hijas: Catalina, Luisa, María o Marina e Ysabel. Casó en segundas nupcias con Antonio de Castro, Teniente de Alcalde Mayor. A.H.m.P. Serie Pátzcuaro, Caja 131, leg. 3. exp. 25. 50 Lagares: Proviene de Lagar. “Lagar. S. M. Especie de estanque pequeño o alberca, en donde pisan la uva. ” D.A. T. D-Ñ, Pág. 350. 105 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad del dicho año de mil y quinientos y cincuenta y ocho años. Testigos los infra escritos. Antonio de Godoi, fray Juan Adriano, Juan de Baeza, fray Alonso de Alvarado, fray Juan de Montilla. r. Codicilo. - En la Ciudad de Mechuacán, en veinte y ocho días del mes de junio de mil y quinientos y cincuenta y ocho años, por presencia de Francisco Troche, escribano público de la dicha Ciudad y de los testigos de yuso escritos, Antonio de Godoi, el viejo, vecino de esta dicha Ciudad, dijo que por cuanto él tiene hecho y ordenado su testamento y después acá que le hizo se le ha ofrecido de le enmendar y a su noticia havenido de hacer algunas mandas y otras cosas que a descargo de su ánima y conciencia conviene, por tanto, dijo que por cuanto él está enfermo de su cuerpo y sano de su jui-cio y entendimiento natural, cual Dios Nuestro Señor plugo51 de le dar en aquella vía que podía y de derecho debía, quería hacer su codicilo en la forma y manera siguien- te: r. Primeramente, mando que si la voluntad de Dios Nuestro Señor fuere de le llevar de la enfermedad que al presente tiene de esta presente vida que su cuerpo se sea sepultado en la Iglesia Mayor de esta dicha Ciudad de Mechuacán, si muriere en ella y sino que el monasterio del señor San Agustín más cercano de donde muriere. r. Yten, digo y declaro yo el dicho Antonio de Godoi que tengo en la [(Testado) villa] isla de Tenerife en el lugar y pueblo del Realejo [f.04v.] unas casas y una viña y lagar que son y han por linderos: viña de fulano de Albornoz y por la otra parte de abajo el camino que va a la herotava (sic) que son las casas y lagar dentro en la viña, las cuales dichas casas y viña y lagar, quiero y es mi voluntad que como mis herederos legítimos lo hayan y herede Catalina de Godoy y Luisa de Alaminos y Marina de Godoy e Ysabel de Godoy, hijas de Juan de Godoy, mi hijo legítimo, y mis nietas e hijas de María de Oviedo, mujer legítima que fue del dicho Juan de Godoy, lo cual hereden por iguales partes. r. Yten, declaro que por cuanto en el testamento que yo tengo hecho, tengo declarado que un negro que vendí a Alonso Rengel que se llamaba Frazquiez que se lo vendí después que me casé con Catalina de Vega, mi legítima mujer, digo que es vedad que se lo vendí antes que con ella me casase y no después. r. Yten, declaro que por cuanto en el testamento que tengo hecho, tengo declarado y mandado que se despidan para hacer bien por mi ánima quinto y tercio de 51 Plugo: Place. 106 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. mi hacienda para que lo den al padre fray Alonso de la Veracruz, maestro en Santa Teología para que lo despenda y después de esto mande otros trescientos pesos de oro de minas para el dicho efecto, mando que no se gasten ni despendan más en hacer bien por mi ánima del dicho tercio y quinto de mis bienes y no los dichos trescientos pesos de oro de minas, por cuanto la manda de ellos revoco y doy por ninguna y de ningún valor y efecto, la cual manda quien y es mi voluntad que no valga, salvo ésta que al presente hago que quiero que valga como mejor haya lugar de derecho. [f.05] r. Yten, mando que todo lo que hubiere en mi casa de alhajas de casa y de vestir y otras cosas de servicio de ella que todo se le quede y lo haya la dicha mi mujer, sin le inventariar ni vender en almoneda, porque es mi voluntad que todo lo haya por las buenas obras y servicios que de ella he recibido que son dignos de mayor remuneración, por cuanto esta es mi voluntad. r. Yten, mando que den de mis bienes a Catalina de Vega, mi mujer por mejora cien pesos de oro de minas por los servicios que en mi larga enfermedad me ha hecho. r. Yten, mando que media estancia que yo tengo que se dice Zapatatilo que es en compañía de mi hijo Antonio de Godoy, que esta mitad de ella es de la dicha Catalina de Vega, mi legítima mujer, que no se la quiten ni la lleguen a ella por cuanto es la mitad de ella y la pertenece por cuanto la oye y adquirí durante nuestro matrimonio. r. Yten, digo que por cuanto en mi testamento dejé por mis albaceas y testamentarios al padre maestro fray Alonso de la Veracruz y a fray Diego de Chaves y a Juan de Baeza, que es mi voluntad que lo sea el dicho Fay Alonso de la Veracruz y Antonio de Castro y Pedro de Valtierra y no los demás, a los cuales [f.05v.] y a cada uno de ellos por sí in solidum doy todo mi poder cumplido para que entren y tomen tantos de mis bienes y de lo mejor parado de ellos para cumplir y pagar mi codicilo y testamento y postrimera y última voluntad, y los vendan y rematen en pública almoneda o fuera de ella a buen barato o a malo para que de su valor cumplan y paguen este dicho mi codicilo y testamento, y de lo remanente de los dichos bienes que yo tengo, mando y dejo por mis universales herederas a las dichas mis nietas para que los hayan y hereden, todos enteramente por iguales partes tanto a la una como a la otra y la otra como la otra. 107 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad r. Yten, mando que den de mis bienes y hacienda a Pedro de Godoy, mi nieto, hijo natural de Juan de Godoy cien pesos de tepuzque para que compre una fragua 52 para que gane de comer, porque esta es mi voluntad. r. Yten, mando que el dicho mi testamento que hecho tengo se guarde y cumpla según y como en él se contiene, sacando lo que aquí reservo en este dicho mi codicilo, el cual y esta es mi voluntad que valga y haga fe por mi testamento, codicilo o mandas o en aquella vía y forma que [f.06] más y mejor pueden y deben valer de derecho, y revoco y anulo y doy por ninguno y de ningún valor y efecto otros cualesquier testamento o testamentos, codicilo o codicilos que yo haya hecho y otorgado antes del dicho testamento y este codicilo en cualquier manera, los cuales quiero y es mi voluntad que no valgan ni hagan fe en juicio ni fuera de él en tiempo alguno ni por alguna manera sólo o éste, y este y el dicho testamento que hice y otorgué en el pueblo de Cuyseo en testimonio de lo cual lo otorgué ante el presente escribano y testigos de yuso escritos que es hecha y otorgada esta carta y codicilo en la manera que dicha es, en la Ciudad de Mechuacán, a veinte y siete días del mes de junio de mil y quinientos y cincuenta y ocho. Testigos que fueron presentes a lo que dicho es: el señor Alonso Carrillo, Alcalde Mayor y Fernando Toribio de Alcaraz; y Francisco Martín; Don Benito, vecino de esta dicha Ciudad; y Diego Ruyz, vecino de la Villa de Zacatula53; Alonso de Morales, clérigo, estante en esta Ciudad; y el dicho otorgante lo firmaron de sus nombres. Antonio de Godoy, Fernando Toribio, Francisco Martín, Don Benito, Alonso de Morales, Diego Ruyz. Pasó ante mí, Francisco Troche, escribano público. Y después de lo suso dicho, en la dicha Ciudad de Mechuacán, en veinte y nueve días del mes de junio de mil y quinientos [f.06v.] y cincuenta y ocho años, Antonio de Godoy, vecino de esta dicha Ciudad dijo que por cuanto él está malo del cuerpo y sano de su juicio y entendimiento natural tal cual a Dios Nuestro Señor plugo de se lo dar y que por descargo de su conciencia y por quitar y excusar pleitos que sobre ello se podrían parecer, declara que por cuanto Xerónimo de Vergara, vecino de la Villa de Zacatula, ya difunto, al tiempo de su fin y muerte, dejó una capellanía y para ello nombró por patrón a Juan de Godoy, ya difunto, y después de su fin y muerte al hijo o hija mayor del dicho Juan de Godoy y que para principio de ella dejó media estancia 52 Fragua: “S. f. La hornaza en que el hierro y otros artífices que trabajan en metales, tienen la lumbre para beneficiarles.” D. A. T. I., Pág. 788. 53 Zacatula: Zacatula resultó de gran interés para Hernán Cortés pues representaba la llegada por esa zona a “la mar del sur”. Hizo fundar una villa con ese nombre e instaló un astillero en el que comenzaron a construir dos bergantines y dos carabelas, también quedó asentado en “La relación de Michoacán” donde Cortés dijo al Cazonci que su gente llevara unas ancoras a Zacatula y no hiciese mal a los españoles que allá se encontraban. Durante le época precortesiana esta región había sido conquistada por Tzitzipandaquare, abuelo de Tanganxuan II, último rey purépecha. 108 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. en compañía suya de este declarante y setenta cabezas de vacas chicas y grandes; y que después acá Baltasar de Truxillo, vecino de la Villa de Zacatula trajo y llevó a la estancia de Juan de Godoy doscientos pesos de oro de minas, los cuales dio y entregó al dicho Juan de Godoy pasó un (sic) (en) la dicha capellanía los cuales y las dichas vacas son a cargo de los herederos de Juan de Godoy [(Testado) e] su hijo que fue de este declarante. Yten, tengo y declaro yo el dicho Antonio de Godoy que lo que pareciere por el libro de cuentas que tenía Gregorio de Ayala, mercader que murió en esta dicha Ciudad de que fue heredero con cargo de restitución, Andrés de Vargas, ya difunto, vecino que fue de esta dicha Ciudad en cuyo poder está el dicho [f.07] cobro, por tanto digo que mando que lo que pareciere deber en el dicho libro lo paguen a los herederos del dicho Andrés de Vergara de mis bienes y hacienda y así herederos que lo paguen por descanso de mi conciencia; y así dijo que lo declaraba y mandaba y lo firmó de su nombre. Testigo: Hernando Toribio de Alcaraz y Francisco Martín, Don Benito, vecino de esta dicha Ciudad, Antonio de Godoy, Fernando Toribio, Francisco Martín, Don Benito. Pasó ante mí, Francisco Troche, escribano público. Y después de lo suso dicho, en treinta días del mes de junio del dicho año [(Testado) el] por ante mí, el escribano y testigos infrascritos el dicho Antonio de Godoy declaró que por cuanto Diego Arias de Sotelo le debe noventa y seis pesos de oro de tepuzque de resto de un caballo que Juan de Godoy, su hijo, ya difunto, le vendió en mayor, contra de que a él se le hizo cargo en las cuentas que le fueron tomadas como de ellas pareciera. Por tanto dijo que mandaba y mandó que sus albaceas o tutor de los dichos menores los cobren y los den a los menores del dicho Juan de Godoy para en cuenta y parte de pago del alcance54 que se le hizo. r. Yten, declaro que él vendió a Antonio de Godoy, su hijo un asno de los dos que compró de Diego de Arias de Sotelo y le dio por él catorce cabezas mulas de año arriba y le ha dado las siete, mando que sus alba[f.07v.]ceas cobren las otras siete, en testimonio de lo cual lo firmó aquí de su nombre. Testigos que fueron presentes: Fernando Toribio de Alcaraz, y Francisco Martín, Don Benito, vecino de esta dicha Ciudad, Antonio de Godoy, Fernando Toribio, Francisco Martín, Don Benito. Pasó ante mí, Francisco Troche, escribano público. Va entre renglones do dice: /Melchior/ y dicho y se hallaren/ y en la margen de minas/ y puedo y / y my/ e ysla / y el dicho/ Vala. Y va testado do decía Miguel / y estuvieren / y que y si / yjo / y veinte / y ten tengo más/ y Alonso y e / y el / No vala. Mas va escrito entre renglones do dice /en tostones/ Vala. 54 Alcance: Seguimiento. 109 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad (Al margen) Traslado del testamento de Antonio de Godoi. Hecho y sacado fue este dicho traslado de los dichos originales que en poder de mí, Francisco Troche, escribano que soy en la Ciudad de Mechuacán, en doce días del mes de octubre de mil y quinientos y sesenta y dos años. Testigos que fueron presentes a los ver corregir y concertar con los dichos originales: Francisco Troche, el mozo, y Fernán Gutierres, vecino de esta dicha Ciudad. Y yo Francisco Troche, escribano público de su Majestad en la su corte, reinos y señoríos lo escribí, e hice escribir de mano del dicho subteniente según dicho es y por ende hice aquí este mío signo a tal en testimonio de verdad. Francisco Troche, Escribano. (Rúbrica). 110 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Fuentes documentales ARcHIvo HIsTóRIco dE LA CIUdAd dE PÁTzcUARo (A.H.M.P.) SERIE PÁTzcUARo, 131.1. Ex-convEnTo dE TIRIPETío- CEnTRo dE DocUMEnTos MIcRofILMAdos dE MIcHoAcÁn. JUsTIcIA, LEgAJo 130. Bibliografía Igor Cerda Farías, Tiripetio, un pueblo de Michoacán en el Siglo xvI, Morelia, UMsnH, 2000. Corona Núñez José, Diccionario geográfico tarasco-náhuatl, Morelia, Escuela de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1993. Diccionario de Autoridades. 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Transformándose al paso del tiempo y de los acontecimientos en ciudad por mandato de los peninsulares, quienes decidieron cambiar la sede político-administrativa del señorío Michuaque, de la ciudad de Tzinzunzan a la ahora ciudad de Pátzcuaro, en la cual se establecieron tanto los habitantes de los pueblos originarios de la región, como los españoles. Ubicada esta ciudad en un espacio territorial privilegiado tanto en lo político como en lo social, además de la riqueza natural que se encontraba en este lugar, ríos, manantiales, 55 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correo electrónico: escapaty@hotmail.com 56 “Cués”, templos prehispánicos. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad así como la vegetación que caracterizaba a la región. Esta ciudad se conformó y ha fungido a través de los siglos como centro político- económico- administrativo, no solo del municipio, sino que albergó a los pobladores de la región lacustre; conteniendo la mayor fuente de vida de la región en su entorno, el imponente lago de Pátzcuaro. En la época prehispánica, el centro político-administrativo de los antiguos señores, se ubicó en la extensión territorial donde ahora se conoce como la ciudad de Tzintzuntzan. Pátzcuaro se convirtió en ciudad de Michoacán a través de Vasco de Quiroga, quien solicitó trasladar la sede del obispado, así como la capital, trayendo consigo a la élite política de los antiguos señores de las tierras michoacanas. “Carlos v había concedido título de ‘ciudad de Michoacán’, por cédula de 28 de febrero de 1534 a Tzintzuntzan, pero a Pátzcuaro se le daba también ese nombre desde entonces, por considerarla un barrio de aquella ciudad.”57 El cambio de la sede político-administrativa del poderío Michuaque, de Tzintzuntzan a Pátzcuaro, modificó la organización y forma de vida de los pobladores, lo cual fue para muchos el fin del señorío Michuaque. “Llamó Quiroga a los principales de la provincia y a cuantos andaban desparramados por los montes y trajo consigo a Pátzcuaro ‘veintiocho familias de españoles.’ (…) de tal suerte que a los pocos años contaba la población con 30,000 habitantes.”58 Ya como ciudad Pátzcuaro, se instauró un espacio donde convivirían españoles e indígenas de estas tierras, teniendo gran auge político y económico con altas y bajas. Pátzcuaro se convirtió en el centro político - administrativo de la región, desarrollándose en torno a las nuevas formas de vida que trajeron consigo los peninsulares, que fueron fomentándose a través de obligaciones para la población, religiosas-sociales-políticas, actividades que debían cumplir sus pobladores de acuerdo a las normas de la época, dichas actividades influenciadas fuertemente por la religión católica que imperó durante la época colonial, convirtiéndose a través de los tiempos en costumbres y tradición. La población indígena se fue adaptando a las nuevas disposiciones, cambiantes a partir del siglo xvI, mezclando los conocimientos ancestrales con las nuevas formas impuestas por los europeos, trasformando la cultura de la región con la mezcla de los antiguos conocimientos prehispánicos, subsistiendo con la influencia colonial; lo cual se observa desde las celebraciones, las actividades económicas, políticas, sociales, religiosas, así como en la indumentaria que se ha venido transformando, convirtiéndose en parte de la identidad de la cultura p´urhépecha que permanece en la vida cotidiana de la ciudad, esto mayormente en las comunidades indígenas. 57 Justino, Fernández, Pátzcuaro, “Su situación, historia, y características”, Secretaría de Hacienda y crédito público, México, 1936, p.26. 58 Ídem. 114 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Conformación de cabildos indígenas Al ser ya un hecho consolidado la colonización española, suprimida la organización político-administrativa de la época prehispánica, para insertar el orden que los peninsulares idearon para la administración de los grupos ahí asentados, así como para los mismos españoles; en Michoacán, se transformó la situación de los antiguos gobernantes, cambiando el rumbo del antiguo señorío Michuaque, así como la situación de los distinguidos indígenas. “Una vez que éstos sirvieron como intermediarios entre los conquistadores y su pueblo, comenzó la obra de debilitar de forma global su poderío e influencia.”59 Con la finalidad de poseer el territorio incluyendo a los habitantes, a los que durante mucho tiempo se les negó la calidad de seres de razón. “La iréchequa, el estado p’urhépecha, es designado por los españoles como ‘reino’. Estaba integrado por los diversos irétecha (jefes supremos), que residían en Tzintzuntzan en el tiempo en que llegaron los españoles.”60 Asentada la corona española en estas tierras, concibieron los actos a establecer en los pueblos sometidos, llevándose a cabo acciones para obtener el control político y evangelizar; se llevaron a cabo acciones de tutelaje ya que se determinó que los nativos de estas tierras no eran capaces de gobernarse solos, promoviendo también la castellanización para beneficio de los españoles, buscando por todos los medios posibles la descomposición del sistema político prehispánico que diera indicio a la preservación de este. Entre 1520 y 1535 ubican el periodo en el cual la real audiencia ejecutó las ordenanzas tendientes, en un primer momento, a mantener estratégicamente las formas políticas prehispánicas, pero ya decapitadas por la desaparición de los grandes señores adversos a la conquista. En 1530 Carlos v promueve los primeros cargos políticos municipales entre los indios para familiarizarlos con la forma de gobernar española. Fue también la época de la creación de las comunidades de Vasco de Quiroga bajo el modelo de pueblos hospitales. En 1530, la corona mandó que en todos los pueblos hubiese un regidor y un alguacil con el fin de que los ‘naturales’ vivieran en su gobernación, como la policía y cosas de república.61 59 Luis M., Enkerlin, Pauwells, “El Cabildo Indígena en Pátzcuaro”, en Paredes Martínez, Carlos y Terán, Marta, (Coords.), Autoridad y Gobierno Indígena en Michoacán, Ensayos a través de su historia, México, El Colegio de Michoacán / Ciesas, UMsnH /InAH/ 2003, T. I, p.241. 60 Moisés, Franco, Mendoza, “El Gobierno Comunal - Municipal entre los P´urhépecha”, en Carlos, Paredes Martínez y Marta, Terán, (Coords.), Autoridad y Gobierno Indígena en Michoacán, Ensayos a través de su historia, México, El Colegio de Michoacán/ Ciesas/ UMsnH/ InAH, 2003, T. II, p. 552 61 Juan Carlos, Cortés Máximo, de Repúblicas de indios a ayuntamientos constitucionales, “Pueblos Sujetos y Cabeceras”, Instituto de Investigaciones Históricas/ UMsnH, Morelia, Michoacán, México, 2012, p. 128. 115 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Para constituir orden político- administrativo: “Por real cédula del 9 de octubre de 1549 se ordenó la formación de repúblicas de indios para el gobierno de los naturales.” 62 Esta institución se desarrolló para la integración de entidades. Los iberos (…) establecieron el sistema de gobierno conocido como república de indios. Los asentamientos indígenas de acuerdo con esa política fueron considerados en doble aspecto: 1. Como organización política. En este aspecto fue la república de indios, pueblo o el común. 2. Como organización económica. En este aspecto fue la ‘comunidad’. El órgano de gobierno de la entidad ‘república-comunidad’ se estatuyó atendiendo a los aspectos civil y religioso. a). - Para el gobierno civil interno: el cabildo. b). - Para el gobierno religioso local: el sacerdote.63 Siguiendo el modelo del gobierno español, se crearon cabildos en los pueblos indígenas. Los originarios de estas tierras fueron congregados en poblaciones, algunos removidos de sus lugares de origen como es el caso de los habitantes de Tzintzuntzan, hacia la ahora ciudad de Pátzcuaro; “… a raíz del traslado de la capital y sede del obispado de Michoacán en 1538, a instancias del obispo Vasco de Quiroga, de Tzintzuntzan a Pátzcuaro, se trasladó también una parte importante de la nobleza prehispánica, entre ella la descendencia de la familia real.” 64 Algunos pueblos fueron denominados ‘cabeza’, teniendo pueblos ‘sujetos’ o subalternos, estos pueblos subalternos obligados a prestar servicios o tributo al pueblo cabeza. La política de la corona respecto a los derechos de los indígenas tornaba en: …reconocimiento de las leyes y costumbres prehispánicas y de los ordenamientos que se generaron en el periodo colonial para normar la vida de los indios. En este sentido la Recopilación de Leyes de Indias, de 1680 recogió estas ideas pues dice: ‘Que se guarden las leyes que los indios tenían antiguamente para su gobierno, y las que se hicieran de nuevo’ añadiendo ‘ordenamos y mandamos que la leyes y buenas costumbres, que antiguamente tenían los indios para su buen 62 Luis M., Enkerlin, Pauwells, op. cit., nota 4, pp. 243 - 244. 63 Moisés, Franco, Mendoza, op. cit., nota 5, p. 552. 64 Laura Gema, Flores, García, et. al., “El cabildo, hospital y cofradía de indios en Pátzcuaro”, en Carlos, Paredes Martínez, y Marta, Terán, (Coords.), Autoridad y Gobierno Indígena en Michoacán, Ensayos a través de su historia, México, El Colegio de Michoacán / Ciesas / UMsnH /InAH/ 2003, T. I, p.186 116 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. gobierno y policía, y sus usos y costumbres observadas y guardadas después que son cristianos […] y las que han hecho y ordenado de nuevo se guarden y ejecuten. 65 La corona reconocía cierta jerarquía a los indígenas denominados principales, de acuerdo a las leyes de indias, dándose referencia a los derechos de los considerados clase dirigente, llegándose a denominar también señores o caciques, lo cual se consideró una distinción, dados los hechos y acontecimientos de la colonización. Los peninsulares establecieron una gradación para la organización de la urbe, “…de mayor a menor: ciudad, villa, pueblo o lugar. En el último grado se ubicó a los indígenas y el poblado indígena no pasó de la categoría de pueblo, tampoco constituyó algún municipio, su parecido fue república.”66 Estableciendo la organización del gobierno indígena como cabildo. Al tomar los peninsulares como propias las tierras encontradas a su llegada, ya configurada la llamada “conquista española”, en este periodo “…la corona española doto de tierras a unos y otros, de manera que el territorio venía a constituir, finalmente, el espacio donde tenía jurisdicción la república indígena.” 67 Para referirse al gobierno de los pueblos “…era indistinto utilizar los vocablos: ‘pueblo’, ‘común’ o ‘república’.” 68 Entendiéndose que se refería a los cabildos indígenas. Pátzcuaro tuvo una característica muy peculiar, diferente a otras ciudades; “Fue fundada como ciudad española e india por Vasco de Quiroga en 1538. En ella estableció la sede de gobierno y por ello dos cabildos: el español y el indio. No obstante, las cosas cambiaron a lo largo del tiempo.” 69 Al cambiar la sede del poder político del antiguo señorío prehispánico, cambia también la jurisdicción de este; al mover hacia la ciudad de Pátzcuaro el centro político - administrativo de la antigua sede del señorío Michuaque durante el siglo xvI, se dividió el grupo en poder, hubo quienes no aceptaron el cambio y se quedaron en la antigua sede político-administrativa prehispánica, dividiendo a la denominada nobleza de los gobernantes. Ya instaurado y aceptado el modelo político dual entre las instituciones española e indígena, funcionó con gran arraigo debido a que se les permitía resolver algunos asuntos menores de acuerdo a sus tradiciones, evolucionando y adaptándose a las necesidades de la época. 65 Juan Carlos, Cortés Máximo, op. cit., nota 6, pp.172 - 173. 66 Moisés, Franco, Mendoza, op. cit., nota 5, p. 554 67 Ibidem, p. 553 68 Ídem. 69 Luis M., Enkerlin, Pauwells, op. cit., nota 4, p. 241. 117 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Durante los siglos xvI y xvII el gobernador de indios fue, por lo general, algún descendiente o pariente del cazonzi, recibiendo el título de caciques. Al morir Tanganxoan II lo sucedió don Pedro Panze. Le siguieron los hijos del cazonzi don Francisco y don Antonio; su nieto don Pablo, y su tutor don Juan Puruata. Durante el siglo xvII los gobernadores más importantes fueron los descendientes de la familia mestiza: los Castilleja, los Garfias y los Castilleja Puruata, y de la familia ilegitima de don Antonio Huitziméngari. En la primera mitad del siglo xvIII se distinguen la familia Fernández Pitaqua y la Familia Nambo, sobre todo don Pedro de la Cruz y Nambo y Ureta que fue varias veces gobernador y posteriormente interprete general, heredando el cargo a su hijo don Nicolás.70 A raíz de la colonización española, donde los gobernantes prehispánicos quedaban de lado, pasando bajo la tutela y subordinación de las ordenes españolas, el “cabildo de indios” debía estar bajo la tutela del cabildo español, ya que los nombramientos tenían que ser confirmados por el alcalde mayor español. Los mandatos españoles disponían que las cabeceras debían tener un cabildo con un gobernador, de donde dependieran los barrios y pueblos subalternos. “Estos a su vez debían también estar organizados bajo alguna autoridad. En los pueblos o barrios donde hubiera más de 40 casas, debía elegirse un alcalde y un regidor. Cuando el pueblo rebasara las 80 casas, las Leyes de Indias mandaban que se eligiera a dos alcaldes y cuatro regidores.” 71 Trayendo consigo una relación entre la cabecera y los pueblos subalternos, los cuales tenían que tributar a la cabecera y servir, provocando esta situación diversas inconformidades, ya que los pueblos sujetos no siempre estaban de acuerdo con esta obligación. La figura del gobernador era sin duda la más importante localmente, calificada por Felipe Castro como ‘el rey del pueblo’. (…) Otros oficios registrados, integradores del cabildo indígena o surgidos de él, lo era el teniente del gobernador, los alcaldes, el alcalde mayor, los regidores, el aguacil mayor, mayordomos, los tequilatos mandones o sólo mandones, el carari o escribano, el intérprete, ‘defensor de los indios’, y para las labores propias de las pesquerías, se nombraba a un tharama ‘que es como mayordomo y guarda de la dicha laguna, el cual cobra y ha cobrado la dicha cantidad de pescado [120 pesos pescado grande]… en cada un año.72 70 Luis M., Enkerlin, Pauwells, “El Cabildo Indígena en Pátzcuaro”, en Carlos, Paredes Martínez y Marta, Terán (Coords.), Autoridad y Gobierno Indígena en Michoacán, Ensayos a través de su historia, México, El Colegio de Michoacán, Ciesas, UMsnH, InAH, 2003, T. I, pp. 247 – 248. 71 Ibidem, p. 245. 72 Laura Gema, Flores, García, y Carlos, Paredes Martínez, op. cit., nota 9, p. 190 118 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Entre los asuntos que atendía el cabildo indígena se integraban aspectos políticos, administrativos y religiosos; el cabildo se componía por un gobernador, regidores, alcaldes ordinarios y el procurador general. “El procurador general o procurador, que representaba un caso especial en el cabildo, pues no era totalmente miembro del mismo, sin embargo, lo representaba ante una autoridad superior. Es posible que en su evolución histórica se haya transformado en el procurador síndico que aparece en el siglo xvIII.”73 El cabildo se constituyó como una institución parcialmente autónoma, a través de la que los indígenas se organizaron y administraron para el desarrollo de sus pueblos, con influencia de las instituciones españolas, así como de las propias tradiciones y costumbres, impartiendo también en ciertos casos justicia. Pátzcuaro tuvo dos momentos que cambiaron la configuración de la población, el primer momento fue: “En 1576 la capital de la provincia mudó su residencia a Valladolid, quedándose el cabildo indígena como única institución representativa de la ciudad, encargándose de los asuntos civiles y políticos cotidianos, así como de sus principales problemas administrativos.” 74 Pátzcuaro pasó de ser una ciudad en su fundación, indígena y española, a quedar únicamente con la representación de gobierno indígena, el cual resolvía casos menores e internos de los habitantes indígenas; ya que el cabildo indígena de acuerdo a las leyes indianas, estaba bajo la supervisión del cabildo español. Dejando a la ciudad este cambio temporal de cierta forma relegada, propiciando el arraigo del cabildo indígena. “En 1689 vuelve nuevamente Pátzcuaro a convertirse en la sede de gobierno provincial y tener dos cabildos hasta 1767. A partir de este año se observa, una vez más, solo un cabildo, pero ahora el español.”75 Este segundo momento, surgido como resultado de un movimiento social de inconformidad en contra de las acciones del gobierno hacia sus pueblos indígenas, encabezado por el entonces gobernador indígena de Pátzcuaro, Pedro Soria Villarroel, recibiendo Pátzcuaro, sus pueblos sujetos y demás pueblos participantes, un castigo por revelarse en contra las nuevas disposiciones, dejando a Pátzcuaro sin la oportunidad de nombrar a su cabildo indígena. “En 1777 el alcalde mayor, consiente de su importancia, consideraba que estas debían ser reinstaladas, ya que era la estructura sobre la cual giraba la gobernabilidad de los indios.” 76 Ya que el gobernador indígena era el vínculo entre los dos mundos. La jurisdicción del cabildo de la ciudad de Pátzcuaro llegó a tener gran influencia en la época colonial sobre los pueblos sujetos, incluso fuera de su espacio de poder político. Se encuentran casos de la influencia de la llamada “nobleza tarasca” que aún persistía en dicho periodo, fuera del 73 Jaime, Hernández Díaz, “Los Ayuntamientos de Michoacán en los Inicios de la Vida Independiente”, en Juan Ortiz Escamilla y José Antonio Serrano Ortega, Ayuntamientos y Liberalismo Gaditano en México, El Colegio de Michoacán, Universidad Veracruzana, 2009, p. 240. 74 Luis M., Enkerlin, Pauwells, op. cit., nota 15, pp. 241-242. 75 Ibidem, p. 242. 76 Ibidem, p. 246. 119 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad espacio territorial designado para Pátzcuaro, donde se hace notar la presencia de los descendientes de los antiguos irecha, ahora como principales, “…se dan casos como el nombramiento de indios principales de Pátzcuaro para gobernantes de lugares tan lejanos como Taximaroa, al oriente de Michoacán.”77 Los principales tenían algunos privilegios entre los que estaban el no pagar tributos, así como el derecho a recibir servicios de los pobladores de los barrios o pueblos. En el siglo xvII los descendientes del linaje de los nobles Michuaques, estaba prácticamente extinto, debido a esto ya no necesariamente se elegía a quienes se reconocieran como principales o caciques, sin embargo, debían haber participado anteriormente en cargos en la organización indígena, obteniendo así reconocimiento y jerarquía. Ya para el siglo xvIII los cargos de cabildo no eran esencialmente ocupados por descendientes de los antiguos gobernantes, debido a la extinción de este linaje, eran escogidos sin que tuvieran el estatus de noble, sin embargo, debían haber participado en la ocupación de cargos obteniendo así cierta jerarquía, se menciona que al permitir que los gobernantes ya no fueran descendientes de la nobleza prehispánica, algunos pueblos comenzaron a perder respeto por estos gobernantes, ya que justamente no pertenecían al linaje del antiguo señorío Michuaque, por lo cual, en caso de que se suscitaran problemas de obediencia, al ser el cabildo indígena subordinado del español, acudían a este para recibir su apoyo y resolverlos. La formación del cabildo indígena patzcuareño a principios del siglo xvIII era la siguiente: un gobernador, dos alcaldes, doce regidores, un escribano, un intérprete general y -al igual que el cabildo español- un regidor mayor. Esta institución estaba sobre las autoridades de los barrios indígenas de la ciudad y los barrios o pueblos de la laguna.78 Los funcionarios a integrar los cabildos se elegían anualmente, de acuerdo a las normas establecidas y autorizadas por la corona, llevándose a cabo en enero y febrero de cada año, existiendo la posibilidad de que se pudieran convocar en diciembre. Las leyes de indias que eran las que imperaban, permitían a los indígenas la designación de sus funcionarios, sin intervención de alguna autoridad española; sin embargo, hay indicios de que los funcionarios españoles llegaban a interferir con la finalidad de influenciar con sus opiniones y designios alterando los resultados, aun en contra de lo establecido por la norma para el caso, ya que no estaba permitida la intromisión de los españoles para la designación del gobierno indígena. El alcalde mayor español o corregidor, era el encargado de vigilar que se nombrara a las autoridades de la “república de indios” de acuerdo a lo establecido. 77 Laura Gema, Flores, García, y Carlos, Paredes Martínez, op. cit., nota 9, p. 189 78 Luis M., Enkerlin, Pauwells, op. cit., nota 15, p.246 120 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Se convocaba a los denominados principales o caciques, a principios de cada año, para elegir a las autoridades, provenientes de familias de reconocimiento; ...distinguidos miembros, y/o macehuales con previa experiencia en el ejercicio de algunos cargos. Todos ellos pertenecientes a los tres barrios indígenas más importantes: San Salvador, San Francisco y San Agustín, excluyéndose a los pueblos sujetos. Los cargos además eran heredables. Se constituyen así grupos cerrados de poder -pues los cargos solo se rotan-, eliminando así la competencia. Para ser elegido gobernador los aspirantes debían haber cumplido con varios cargos en el sistema jerárquico de la republica de indios, comenzando por los más bajos. Los candidatos a ocupar un puesto en este sistema debían ser indios puros, buenos cristianos, saber leer y escribir o al menos hablar español y no ser alcohólicos. Estos requisitos no se cumplían en la mayoría de los casos.79 El cabildo indígena a pesar de mencionarse que podían resolver asuntos menores de acuerdo a sus tradiciones y costumbres, tuvo que irse adaptando de acuerdo a sus necesidades y a los acontecimientos de la vida colonial; Depender del reconocimiento de la autoridad del alcalde mayor español delimitaba la autoridad y legitimidad de los gobernantes indígenas, ya que de no resolverse alguna controversia se acudía al alcalde español, o al virrey, en última instancia se acudía a la Real Audiencia. En 1591 don Constantino Huitziméngari I, como gobernador de Pátzcuaro le recordaba al virrey Luis de Velazco que de ‘mucha antigüedad a esta parte’ existía la costumbre que se tenía de nombrar a las autoridades de la provincia de Michoacán. Con ello se hacía alusión al lejano poder del cazonci para asignar caciques en los pueblos de su señorío.80 Los cabildos indígenas a pesar de que las leyes indianas les permitían resolver asuntos menores de acuerdo a sus propias tradiciones y costumbres, no contaban con plena autonomía, ya que para casos mayores, tenían que acudir a la autoridad española, si bien hay quienes piensan que los cabildos de indígenas de la época colonial gozaban de autonomía, es evidente que tenían un poder limitado y tenían que rendir cuentas a una autoridad considerada superior. Sin embargo, tenían la facultad de dictar reglamentos, conocer sobre asuntos de venta realizadas por los mismos indígenas, actuar como justicia o tribunal en asuntos menores. 79 Ibidem, p. 247 80 Ibidem, p. 244. 121 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Las leyes de indias les otorgaban las siguientes facultades: podían dictar justicia en problemas menores, lo cual debía hacer en un lugar público fijado para ello. Los gobernadores y los alcaldes de los pueblos y barrios podían juzgar, corregir y castigar faltas de este tipo sin un proceso formal, mediante reconvenciones, azotes o, a lo más, un día de cárcel. Causas de Mayor envergadura como homicidio, o algún problema con un español, se llevaba ante el alcalde mayor o su representante. Podían aprehender mestizos o mulatos, pero debía notificarlo posteriormente a la justicia española. Los gobernadores estaban obligados, además, a visitar cárceles, acudir a las ceremonias públicas, combatir la venta de alcohol, vigilar la integridad y buen uso de los bienes de comunidad y cuidar que todos asistieran a la doctrina y cumplieran con los requisitos de la iglesia. Una de sus funciones más importantes fue la recaudación de los tributos y otras contribuciones. Podían elegir así mismo, a sus intérpretes generales.81 Los gobernadores tenían la atribución de proponer a quien ocupara los cargos, vigilaban que se cumpliera con los servicios personales, eran responsables de cuidar las tierras, así como otorgar tierra a quien no tuviera, administrando justicia tanto en la cabecera como en los pueblos sujetos, encargándose también de la recaudación de los tributos. “Sobre los bienes de comunidad (…) El cabildo indígena de Pátzcuaro tenía que dar un informe de sus entradas y gastos a las autoridades españolas.”82 El gobernador indígena era envestido con: “La vara de justicia o bastón de mando, como símbolo de poder.”83 Representaba el poder conferido para su ejercicio en la “república de indios” que se constituía como una organización de comunidad. Vigencia del cabildo indígena El cabildo indígena tuvo vigencia desde su instauración en el siglo xvI, siglo xvII hasta principios del siglo xvIII, donde las atribuciones del cabildo indígena fueron en disminución, limitándose a resolver situaciones menores y cobrar tributos. Para el siglo xvIII el cabildo indígena va transformándose y a la par va perdiendo poder, convirtiéndose la primera mitad del siglo xvIII, en un periodo de transformaciones, debido a las nuevas disposiciones borbónicas, a partir de que Carlos III toma el poder en 1759, este fue un cambio drástico en la política de la llamada Nueva España, pasando de la dinastía de la casa de Austria a la de los Borbones; haciendo significativos ajustes en lo concerniente a la política y administración 81 Ibidem, pp. 250 - 251. 82 Ibidem, p. 249 83 Moisés, Franco, Mendoza, op. cit., nota 5, p. 556 122 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. de las antiguas “repúblicas de indias”, cambiando el proceder y disposiciones de la época colonial. Caracterizándose las prácticas de los Austrias, por privilegiar las costumbres y tradiciones de los indígenas, buscando estabilidad social en equilibrio de las disposiciones reales permitiendo algunos signos del modelo político prehispánico. Por el contrario, los borbones ya para la segunda mitad del siglo xvIII, llevaron a cabo una serie de reformas encaminadas a fragmentar la estabilidad de los pueblos indígenas, relegándolos aún más, a un plano netamente secundario. La iuris dictio de los pueblos de indios conferida por la legislación indiana fue reformada por la Real Ordenanza de Intendentes (1786). Si bien esta ordenanza conservó el derecho y la antigua costumbre que tenían los indios de elegir cada año gobernador y demás oficiales, su gobierno se restringió únicamente al régimen económico y al cobro de tributos. Ahora con la presencia de subdelegados en los ‘pueblos cabeceras de meros indios’, estos perdieron la autonomía para nombrar a sus oficiales. En adelante los subdelegados debían presidir y aprobar la elección de los oficios de república. La prerrogativa de que los oficiales de justicia español no intervinieran en las elecciones había quedado atrás.84 A partir de la reforma de las leyes indianas por la Ordenanza de Intendentes, se crea la Intendencia de Valladolid en 1787, quedando bajo su jurisdicción la ciudad de Pátzcuaro, “…y las villas de Zamora, Zitácuaro, Uruapan y Colima; cada uno de estos asentamientos urbanos contaba, por tanto, con sus respectivos órganos de gobierno civil o ayuntamiento.”85 Dándose por consecuencia la reducción en las facultades del antiguo cabildo indígena de la ciudad de Pátzcuaro como cabecera, así como reduciendo el número de pueblos subalternos, pasando las atribuciones del gobernador indígena al subdelegado, “…que concentró funciones en las cuatro causas: justicia, policía, hacienda y guerra”. 86 Propiciando estas nuevas disposiciones, las crecientes inconformidades en los pueblos que quedaron bajo su jurisdicción. A partir de las reformas borbónicas los pueblos indígenas tendrían que elegir a sus oficiales con la presencia del subdelegado, así como, con su aprobación. Con la Real Ordenanza de Intendentes, las repúblicas perdieron toda distinción. “Al frente de cada subdelegación se encontraba una justicia española que presidía la elección de oficiales de república. Las 14 alcaldías mayores de la provincia michoacana desaparecieron para dar paso a las subdelegaciones, que fueron del orden 84 Juan Carlos, Cortés Máximo, de Repúblicas de indios a ayuntamientos constitucionales, “Pueblos Sujetos y Cabeceras”, Instituto de Investigaciones Históricas, UMsnH, Morelia, Michoacán, México, 2012, p. 132. 85 Jaime, Hernández Díaz, op. cit., nota 18, p. 241. 86 Juan Carlos, Cortés Máximo, op. cit., nota 29, p. 132. 123 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad de 28.”87 Ahora los gobernadores no tenían la facultad de cobrar tributos, pasando a ser simples ayudantes del subdelegado. Al tener que cumplir los pueblos sujetos con los servicios religiosos y civiles, ahora también las cabeceras comenzaron a tener problemas con su subdelegación. De 1786 a 1810, durante el gobierno de intendencia; “Con las reformas introducidas por los Borbones, los pueblos perdieron su autonomía para elegir gobernadores, alcaldes y demás oficiales de república. Los gobiernos indios fueron vigilados por las autoridades españolas de forma más estrecha, además de que se trasfirieron antiguas funciones indígenas al subdelegado.”88 Los indígenas no querían ser representados por otro que no fuera su gobernador, provocando tensiones entre la autoridad indígena y su respectivo subdelegado en cuanto a las correspondientes atribuciones. “Ante los nuevos pueblos reordenados y la caída demográfica, el gobierno indígena dejó de ser para siempre la autoridad suprema del linaje que dominaba el territorio étnico prehispánico para convertirse, como hemos mencionado, en una autoridad rotativa (cadañera) con una jurisdicción delimitada y restringida.”89 Provocando un gran desgaste político y económico en los pueblos indígenas. El comienzo de 1810 se distinguió por la pérdida de las facultades de gobierno y de justicia de los gobernadores y de los alcaldes. Las repúblicas de naturales resultaron afectadas por la Real Ordenanza de Intendentes en sus artículos 13 y 14 que prevenían que la elección de los oficiales del cabildo debían ser presididas por el juez subdelegado. Cada vez fue más común que éste y sus tenientes se infiltraran en la vida política indígena, lo cual generó tensiones entre indios y justicias españolas por el poder jurisdiccional. De manera que el común y los principales indígenas no sólo habían perdido la exclusividad de nombrar a sus gobernantes, sino que ahora sus facultades se concretaban al ‘gobierno puramente económico’, que incluía entre otras funciones, la recaudación de los impuestos.90 El cabildo y sus pueblos sujetos se vieron degradados y empobrecidos, debido a las disposiciones borbónicas perdieron territorialidad; en la ciudad de Pátzcuaro empezaron a perder dominio de bienes de comunidad, tierras de los barrios y pueblos sujetos por el excesivo cobro de tributos, además de no poder defender las tierras perdían su patrimonio. Con la promulgación de la constitución de Cádiz, se da otro duro golpe a los pueblos indígenas, siendo esta la primera constitución que tuvo vigencia en nuestro país; hubo dos periodos de vigencia de 1812 a 1814 y de 1820 a 1823. Con la cual se condenó a los cabildos indígenas a su 87 Ibidem, p. 155. 88 Ibidem, p.178. 89 Luis M., Enkerlin, Pauwells, op. cit., nota 15, p. 244. 90 Juan Carlos, Cortés Máximo, op. cit., nota 29, p. 182. 124 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. desaparición instaurando ayuntamientos, sin dejar de haber en los que su territorio alcanzara mil almas. “Ayuntamientos constitucionales con lo cual teóricamente terminaba el privilegio jurídico que tenían los naturales de administrarse y gobernarse como repúblicas.”91 Las nuevas disposiciones mandataban que las cabeceras y los pueblos sujetos ya no se gobernarían como antiguamente los venían haciendo, impactando a la población indígena, teniendo que acatar la nueva política administrativa. “…los gobiernos indígenas se trasformaron en ayuntamientos para mantener sus facultades políticas y territoriales. La mayoría de las antiguas sedes de república se convirtieron en ayuntamientos, pero surgieron problemas electorales debido a la emergencia y preponderancia de nuevos actores políticos que obstaculizaron la participación de los indios.”92 Con las nuevas disposiciones, se integró a otros sectores de la población que no tenían participación, como lo fueron los denominados “mestizos” y “mulatos”. El nuevo régimen constitucional, modificaba drásticamente la organización de gobierno de las antiguas repúblicas coloniales; El régimen constitucional gaditano modificó la organización del gobierno de las provincias, incorporando las diputaciones provinciales, y el carácter de los ayuntamientos. El liberalismo español optó por la proliferación de ayuntamientos, considerando a éstos como un medio importante para la participación de los ciudadanos en el gobierno; además transformó los ayuntamientos en órganos electivos representativos y consideró a los ayuntamientos como ‘el primer cimiento del gobierno interior de la nación, en el que se apoyan y de donde parten todas las funciones gubernativas hasta elevarse la autoridad suprema.93 A raíz de los cambios que se vinieron dando drásticamente a las repúblicas, primero con la ordenanza de intendentes y después con la constitución de Cádiz, surgió un movimiento rebelde en contra de las disposiciones que afectaban al general de la población. Debido a los movimientos de la guerra de independencia, las disposiciones de la constitución de Cádiz se aplicaron de manera parcial, a diferencia de otros espacios territoriales, en Michoacán solo se logró instalar el ayuntamiento de Valladolid, “…la conformación del ayuntamiento de Valladolid no estuvo exenta de problemas entre las élites criollas y peninsulares por el control del ayuntamiento (…) la situación de guerra impidió que se aplicaran muchas de las providencias gaditanas enviadas desde la ciudad de México 91 Ibidem, p.186 92 Ídem. 93 Jaime, Hernández Díaz, “Los Ayuntamientos de Michoacán en los Inicios de la Vida Independiente”, en Juan Ortiz Escamilla y José Antonio Serrano Ortega, Ayuntamientos y Liberalismo Gaditano en México, El Colegio de Michoacán, Universidad Veracruzana, 2009, p. 243. 125 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad a la capital de la intendencia de Michoacán.”94 Solo en Valladolid se fundó ayuntamiento constitucional, el 12 de julio de 1813. De acuerdo al Doctor Jaime Hernández “…se perciben conflictos en el funcionamiento del ayuntamiento de Valladolid entre 1817-1819, sin embargo, a partir de 1820, con motivo de la entrada en vigor una vez más del texto gaditano, parece claro que el asunto del municipio se coloca en un lugar privilegiado del debate político en la entidad.”95 La participación en lo referente a la administración pública sería por medio de los órganos representativos establecidos constitucionalmente, a través de los ayuntamientos donde los pueblos indígenas se vieron cada vez más desplazados. “Los liberales determinaron que ya no había indios, solamente ciudadanos, puesto que se había conseguido la igualdad para todos con derecho a participar en el ayuntamiento como nueva organización.” 96 Aunque los pueblos indígenas siguieron buscando gobernarse por sí mismos, se quedaron sin representación al ocupar los cargos de gobierno la población generalizada. Dejando en el plano religiosos la antigua ‘república de indios’, que si bien no dotaba autonomía completamente, sí permitía a los pueblos indígenas gobernarse a sí mismos y administrar sus bienes. De ser el cabildo indígena una representación política - administrativa, pasó a formar parte de la representación social - religiosa, conformándose en nuestros tiempos en algunos casos, como autoridades tradicionales al interior de las ahora comunidades indígenas. En la actualidad las formas de gobierno de los pueblos originarios han ido desapareciendo paulatinamente atraídos por una supuesta modernidad, es un proceso que ha permanecido en movimiento desde la colonización, pasando del régimen de repúblicas a ayuntamientos constitucionales, donde se constituyeron los municipios; lo que se conoce como autoridad tradicional en la actualidad, deviene de los antiguos cabildos indígenas en la época colonial, con una fuerte influencia de la fe católica, pasando a formar parte del culto religioso – social de las poblaciones a través del sistema de cargos, surgiendo diferencias en algunas comunidades, ya que debido a la particularidad de las poblaciones, no es posible homogenizar debido a sus características propias, ya sea por la zona geográfica en la cual están establecidos, así como, por sus propias formas de vida, tradiciones y costumbres; En lo que se refiere a la distribución y organización por barrios, es algo que se conoce en el imaginario del centro urbano, pero ya no se contempla formalmente, sin embargo, en algunas comunidades se continúa haciendo uso de esta forma de organización, principalmente para la toma de decisiones internas. 94 Juan Carlos, Cortés Máximo, de Repúblicas de indios a ayuntamientos constitucionales, “Pueblos Sujetos y Cabeceras”, Instituto de Investigaciones Históricas, UMsnH, Morelia, Michoacán, México, 2012, p. 209. 95 Jaime, Hernández Díaz, op. cit., nota 38, p. 237. 96 Moisés, Franco, Mendoza, “El Gobierno Comunal - Municipal entre los P´urhépecha”, en Carlos, Paredes Martínez y Marta, Terán (Coords.), Autoridad y Gobierno Indígena en Michoacán, Ensayos a través de su historia, México, El Colegio de Michoacán, Ciesas, UMsnH, InAH, 2003, T. II, p. 558. 126 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Aún en algunas comunidades se siguen llevando a cabo consensos entre la población a través de asambleas, así como para acceder al sistema de cargos, los cuales son voluntarios, donde la población toma decisiones de acuerdo a sus usos y costumbres, ya sea para resolver algún tema que involucre a la comunidad o para dar paso a las personas que recibirán el cargo para la siguiente celebración. Conclusión La ciudad de Pátzcuaro se conformó y ha fungido a través de los siglos como centro político- económico- administrativo, no solo del municipio, sino que albergó a los pobladores de la región lacustre. Ya como ciudad, se instauró un espacio donde convivirían españoles e indígenas de estas tierras, teniendo gran auge político y económico con altas y bajas. Pátzcuaro se desarrolló en torno a las nuevas formas de vida que trajeron consigo los peninsulares, que fueron fomentándose a través de obligaciones para la población, religiosas-sociales-políticas, actividades que debían cumplir sus pobladores de acuerdo a las normas de la época, dichas actividades influenciadas fuertemente por la religión católica que imperó durante la época colonial, convirtiéndose a través de los tiempos en costumbres y tradición. La población indígena se fue adaptando a las nuevas disposiciones, cambiantes a partir del siglo xvI, mezclando los conocimientos ancestrales con las nuevas formas impuestas por los europeos, trasformando la cultura de la región con la mezcla de los antiguos conocimientos prehispánicos, subsistiendo con la influencia colonial. Asentada la corona española en estas tierras, concibieron los actos a establecer en los pueblos sometidos, llevándose a cabo acciones para obtener el control político y evangelizar; se llevaron a cabo acciones de tutelaje ya que se determinó que los nativos de estas tierras no eran capaces de gobernarse solos, promoviendo también la castellanización para beneficio de los españoles, buscando por todos los medios posibles la descomposición del sistema político prehispánico que diera indicio a la preservación de este. Siguiendo el modelo del gobierno español, se crearon cabildos en los pueblos indígenas. Algunos pueblos fueron denominados ‘cabeza’, teniendo pueblos ‘sujetos’ o subalternos, estos pueblos subalternos obligados a prestar servicios o tributo al pueblo cabeza. La corona reconocía cierta jerarquía a los indígenas denominados principales, de acuerdo a las leyes de indias, dándose referencia a los derechos de los considerados clase dirigente, llegándose a denominar también señores o caciques. 127 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El cabildo encabezado por el gobernador, su jurisdicción comprendía los barrios y pueblos subalternos, en un inicio el cargo recaía en los descendientes de los antiguos irecha o gobernadores prehispánicos del territorio Michuaque, cambiando con el tiempo esta disposición, debido a que se fueron extinguiendo estos descendientes de la nobleza prehispánica. A partir de esta situación se hizo uso de un sistema de elección para obtener el cargo, dándose que llegara a recaer en personas que no tuvieran el vínculo antes mencionado, sin embargo, se cuidaba que tuviera cierta jerarquía, la cual se obtenía por haber ocupado algún cargo con anticipación, de esta forma sería bien visto por la población. Ya instaurado y aceptado el modelo político dual entre las instituciones española e indígena, funcionó con gran arraigo debido a que se les permitía resolver algunos asuntos menores de acuerdo a sus tradiciones, evolucionando y adaptándose a las necesidades de la época. Sin embargo, el cabildo indígena debía estar bajo la tutela del cabildo español, ya que los nombramientos tenían que ser confirmados por el alcalde mayor español. Entre los asuntos que atendía el cabildo indígena se integraban aspectos político, administrativo y religioso, el cabildo se componía por un gobernador, regidores, alcaldes ordinarios y el procurador general. El cabildo se constituyó como una institución parcialmente autónoma, a través de la que los indígenas se organizaron y administraron para el desarrollo de sus pueblos, con influencia de las instituciones españolas, así como de las propias tradiciones y costumbres, impartiendo también en ciertos casos justicia. El cabildo indígena tuvo vigencia desde su instauración en el siglo xvI, siglo xvII, hasta principios del siglo xvIII, donde sus atribuciones fueron en disminución. Para el siglo xvIII el cabildo indígena va transformándose y a la par va perdiendo poder, convirtiéndose la primera mitad de este siglo, en un periodo de transformaciones, debido a las nuevas disposiciones borbónicas, a partir de que Carlos III toma el poder en 1759, fue un cambio drástico en la política de la llamada Nueva España, pasando de la dinastía de la casa de Austria a la de los Borbones. Los borbones ya para la segunda mitad del siglo xvIII, llevaron a cabo una serie de reformas encaminadas a fragmentar la estabilidad de los pueblos indígenas, relegándolos a un plano netamente secundario, pasando las atribuciones del gobernador indígena al subdelegado. Con la promulgación de la constitución de Cádiz, se da otro duro golpe a los pueblos indígenas, esta fue la primera constitución que tuvo vigencia en nuestro país; hubo dos periodos de vigencia de 1812 a 1814 y de 1820 a 1823. Con la cual se condenó a los cabildos indígenas a su desaparición instaurando ayuntamientos. Las nuevas disposiciones mandataban que las cabeceras y los pueblos sujetos ya no se gobernarían como antiguamente lo venían haciendo, impactando a la población indígena, 128 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. teniendo que acatar la nueva política administrativa. La participación en lo referente a la administración pública sería por medio de los órganos representativos establecidos constitucionalmente, a través de los ayuntamientos donde los pueblos indígenas se vieron cada vez más desplazados. De ser el cabildo indígena una representación política administrativa, pasó a formar parte de la representación social y religiosa, conformándose en nuestros tiempos en algunos casos, como autoridades tradicionales al interior de las ahora comunidades indígenas. 129 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía Alcalá De, Jerónimo, estudio introductorio de Jean-Marie G. Le Clézio, Relación de Michoacán, 3a. ed., México, El colegio de Michoacán, 2013. Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Modelo de Atención Diferenciada en materia cultural en el estado de Michoacán, Michoacán, México, cdI delegación, 2013. Coromina, Amador, Recopilación de leyes, reglamentos y circulares, expedidas en el estado de Michoacán, Morelia, Michoacán, imprenta de los hijos de Aragón, 1886. 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Plaza Gertrudis Bocanegra PROPIETARIOS Y ESCLAVOS AFRICANOS EN PÁTZCUARO DE MICHOACÁN. SIGLOS XVI- XVII Martha Carolina Velázquez Hernández97 La introducción de africanos a la Nueva España fue inmediata al proceso de conquista, su ingreso se debió a las condiciones de la población nativa. Los africanos arribaron de manera forzada principalmente por el puerto de Veracruz o a través de Acapulco, para posteriormente ser dispersados por todo el territorio de la Nueva España.98 El obispado de Michoacán no fue la excepción, es por ello que el objetivo principal de este trabajo es mostrar la presencia de africanos en Pátzcuaro. Se abordarán de manera general los precios, el origen, las edades, los propietarios y las actividades realizadas por negros y mulatos, esclavos y libres, en dicha ciudad. 97 El Colegio de Michoacán. Correo electrónico: marcaro_17@hotmail.com 98 Para profundizar al respecto son esenciales: Marisa Vega, El tráfico de esclavos en América (Asientos de Grillos y Lomelín 1663-1674), Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos/Consejo Superior de Investigaciones científicas, 1984; Enriqueta Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1984;, Gonzalo Aguirre Beltrán El negro esclavo en la Nueva España: la formación colonial, la medicina popular y otros ensayos, México, Fondo de Cultura Económica, 1994; Luz María Martínez Montiel, La presencia africana en la cultura de México, México, Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1988. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La primera noticia sobre la presencia de un esclavo en la provincia de Michoacán data de 1531 y se trataba de Juan de 25 años esclavo negro de Pedro de Arellano –corregidor de la provincia.99 Cinco años más tarde en 1536 se registró la que parece ser la primera compraventa de un esclavo, en ella se menciona a Antón de 30 años de tierra fula que fue adquirido por Diego de Castañeda.100 Juan y Antón eran ejemplo de esclavos bozales -nacidos en África- que fueron comercializados durante el siglo xvI y los primeros años del xvII. La procedencia principal de los negros patzcuarenses fue Angola, El Congo y Mozambique, aunque también hubo presencia de esclavos nacidos en otros territorios entre los que destacan las Islas Canarias, Portugal y Santo Domingo, en América. A partir de 1620 aumentaron los esclavos ladinos y criollos, muchos de ellos nacidos en la propia ciudad de Pátzcuaro y quienes desplazaron a los bozales del mercado. Las transacciones realizadas muestran que la edad de los esclavos comercializados iba desde recién nacidos hasta los 60 años, pero aquellos de 15 a 25 años fueron el grupo más vendido, especialmente los varones. 101 Los costos de los esclavos en Pátzcuaro eran similares al resto de la Nueva España. De acuerdo a las cartas de compraventa realizadas entre vendedores de la ciudad de México y vecinos de Pátzcuaro, el precio durante los primeros quince años del siglo xvII osciló entre 130 y 160 pesos dependiendo del sexo, la edad y el origen, pero los precios fueron en claro aumento hasta llegar a encontrar esclavos en 500 pesos al final de la centuria con algunas excepciones como Francisco Zen esclavo con oficio que costó 1000 pesos.102 Al igual que en el resto de la Nueva España la compra no fue el único medio para adquirir esclavos, a ésta se sumarían las herencias, donaciones, empeños y dotes. Las herencias de esclavos por lo general fueron entre padres e hijos aunque a veces incluían a parientes cercanos, amigos, socios, asociaciones religiosas o a la parroquia de la ciudad. En Pátzcuaro tres ejemplos de este proceso fueron los de Leonor de Ribadeneyra y Oñate quien heredó a José de Borja un mulato llamado Ignacio de Loyola; 103 mientras que Leonor de Toledo y Valdivia le heredó a su hijo Fernando Moreno dos esclavos, madre e hijo;104 y también el cura Pedro López de Montemolín heredó dos esclavos, Juan y Josephe de 5 años, a Nicolás de Ayala.105 99 Brigitte Bohem de Lameiras, El Michoacán antiguo, Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 1994, p. 379 100 Archivo Histórico de Pátzcuaro (en adelante AHcP), Caja 6/Exp. 14/f. 759-760/1536. La tierra fula es actualmente Senegal en África. 101 Información basada en 173 cartas de compraventa de los años 1536 a 1713 consultadas en el AHcP. 102 AHcP /Caja 9/Exp. 11/f. 393/1630; AHcP/Serie Pátzcuaro siglo xvII Caja 132/Exp.1/f.12/rollo115/1620. 103 AHcP /Caja 13/Exp. 1/f. 13-26/1653. 104 AHcP /Caja 13/Exp. 1/f. 65-83/1643. 105 AHcP /Caja 11/Exp. 5/f. 641-644/1662. 134 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Las donaciones se hacían en vida y eran la cesión de los derechos que se tenían sobre un esclavo, fueron comunes también entre familiares o como obras de caridad hacia instituciones religiosas. La mayoría de las donaciones efectuadas en Pátzcuaro fueron hechas por mujeres. Francisca de Sotomayor dio a su nieta María de Romero una esclava mulata llamada Nicolasa de 4 años y a su otra nieta María Antonia Burgos Castañeda una esclava de 11 años de nombre Juana.106 Inés de Herrera le dio a su nieta María, una mulata llamada Juana junto con su hijo Francisco de 3 años.107 Francisca Velázquez le dio a su hija Luisa Calvillo, una mulata de nombre Beatriz Mejía de 20 años.108 El clérigo Juan de Ortega y Covarrubias entregó a Juana Fernández, una mulata de nombre Lorenza valuada en 340 pesos.109 Como cualquier propiedad los esclavos también podían ser empeñados, es decir, los propietarios dejaban a su esclavo en garantía del pronto pago de un préstamo, aunque el prestamista podía decidir quedarse o no con el esclavo. Juan García de Baldemora le empeñó a Pedro de Izaguirre un esclavo de nombre Diego de 10 años en 155 pesos, a la muerte de García de Baldemora el esclavo entró en almoneda pública y se vendió en 180 pesos que fueron entregados a Izaguirre.110 Los esclavos patzcuarenses al igual que en todo el territorio de la Nueva España podían acceder a la adquisición de su libertad a través de la compra, la donación y la huida. La compra de la libertad fue poco frecuente ya que aunque a algunos esclavos sus propietarios les permitían quedarse con efectivo y otros lo hacían a escondidas, reunir la cantidad necesaria les podía tomar bastantes años. Lo más común fueron padres que compraban la libertad de sus hijos. Tal es el caso de Úrsula de los Santos quien compró la libertad de su hija Juana mulata de 10 meses en 100 pesos.111 La donación de la libertad era relativamente más frecuente y principalmente entre ama-esclava, como Sebastiana de Origel propietaria de María de Rueda, quien después de tenerla más de veinte años le otorgó su libertad en razón de los buenos tratos; 112 o Francisca Sáenz de Alizaga y su hermana Luisa quienes otorgaron la libertad a María, mulata esclava de 4 años, hija de la esclava Isabel que llevaba muchos años a su servicio.113 La tercera manera de obtener la libertad fue a través de la huida, a quienes lo conseguían se les llegó a conocer como huidos o fugitivos sino representaban un problema para el virreinato, o 106 AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 441/1694. 107 AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 507-509/1694. 108 AHcP /Caja 7/Exp. 6/f. 262-263/1616. 109 AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 559-560/1694. 110 AHcP /Caja 9/Exp. 4/f. 104-106 y 119-120/1630. 111 AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 500-503/1694. 112 AHcP /Caja 16/Exp. 3/f. 434/1686. 113 AHcP /Caja 16/Exp. 3/f. 476/1686. 135 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad cimarrones cuando fundaban comunidades autóctonas con resistencia a la esclavitud. En el caso de Pátzcuaro la documentación revisada no refleja la existencia de cimarrones en las inmediaciones de la ciudad, pero fugitivos claro que los hubo. En 1627 Juan de la Cruz fue encontrado por Marcos Sánchez en los caminos, dijo ser tierrango en un trapiche de Gerónimo de la Cámara y aceptó haberse escapado dos semanas atrás, fue entregado a su propietario quien pagó a Sánchez por devolverlo.114 Domingo, esclavo de Pedro de Izaguirre, andaba huido sin intención ya que perdió un caballo de su amo y salió a buscarlo, debido a que no lo encontró decidió no regresar por la reprimenda que le darían.115 Los huidos tenían que solventar sus gastos por lo que buscaban ofrecer sus servicios en minas, trapiches, haciendas, casas o donde se pudiera. Los contratantes debían pedir carta de libertad, pero a veces esto se pasaba por alto, como fue el caso de Francisca mulata esclava de Catalina Morán quien se escapó de su propietaria y fue admitida en la hacienda de Manuel Francisco de Mendoza, viviendo allí tuvo un hijo. Al enterarse su propietaria, acudió ante las autoridades a presentar escritura de Francisca quien fue obligada a regresar al lado de Catalina junto con su hijo.116 Aunque fueron dos o tres los ejemplos mencionados en cada una de las situaciones antes enumeradas, en realidad existieron muchas más, lo que permite vislumbrar a la sociedad patzcuarense como multiétnica ya que estaba habitada por indios tarascos pobres y nobles, africanos esclavos y libres, y por supuesto españoles, siendo éste último sector el que dominaba el mercado esclavista de la ciudad de Pátzcuaro. Propietarios de esclavos A lo largo del texto ya se han mencionado los nombres de algunos propietarios de esclavos residentes en Pátzcuaro, todos ellos españoles, debido a que ese grupo poseía a la mayor cantidad de esclavos, sin embargo, existieron otros dos grupos perfectamente identificables, el clero regular y secular y, aunque en menor medida, los indios nobles o caciques. En el grupo de los españoles se identificaron familias donde la mayoría de sus miembros tuvieron esclavos, tal es el caso de los Sagredo, Izaguirre, Alba y Centeno, Alejandre Villarroel y Ramírez. Todas iniciadas por un patriarca que había viajado desde España con la finalidad de destacar en la sociedad novoespañola y lo lograron en Pátzcuaro siendo mercaderes o desempeñando cargos públicos.117 114 AHcP /Caja 9/Exp. 11/f. 382-388/1626-1627. 115 AHcP /Caja 13/Exp. 5/f. 702-707/1659. 116 AHcP /Caja 13/Exp. 3/f. 458/16349. 117 La reconstrucción de estas familias se hizo a través de la consulta de diversas fuentes primarias y secundarias en especial: Alberto Carrillo Cázares, Partidos y padrones del Obispado de Michoacán 1680-1685, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1996; Teresa Castelló Iturbide, Pátzcuaro cedazos de recuerdos, Morelia, Edición de la autora, 1983; Esperanza Ramírez, Catálogo de monumentos y sitios históricos de Pátzcuaro y región Lacustre (tomo 1), Morelia, Gobierno 136 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Los Sagredo tuvieron presencia en Pátzcuaro a inicios del siglo xvII. Los fundadores fueron Pedro Priami Sagredo y su esposa Francisca de Vargas. Tuvieron por descendencia a dos hombres y ocho mujeres. Dicha familia contó entre sus posesiones con la negra Catalina de 28 años así como sus hijos Ignacio de 11 años, Ana de 4 años y Felipe de año y medio, todos valuados en 1000 pesos.118 Por dote de una de sus hijas Pedro entregó dos esclavos Nicolasa y Andrés. Aunado a ello en el censo de 1682 se menciona que las hermanas Sagredo vivían en compañía de Cristina, Catalina, Felipe y Josefa esclavos.119 La familia Izaguirre fue iniciada por Pedro de Izaguirre y Arteaga y Catalina de la Serna originarios de Vizcaya. Fueron padres de nueve hijos. Pedro de Izaguirre tuvo entre sus propiedades a Domingo mulato, asimismo se dedicaba a prestar dinero por esclavos, por ejemplo, Juana de Ortega le empeñó a su esclavo Luis de 14 años por 100 pesos.120 En 1682 las hijas no casadas del matrimonio Izaguirre compartían casa con María, Antonia, Isabel, Felipe, Tomás, Francisco y Josefa, todos mulatos esclavos.121 Los que se casaron también llegaron a poseer esclavos. Nicolasa de Izaguirre se casó con Juan de Urdanegui y tuvieron al esclavo Nicolás;122 Joseph de Izaguirre se casó con Luisa de Soria Villarroel y entre sus propiedades se contaban dos esclavas, madre e hija de 24 y 9 años;123 y María de la Torza –nieta de Pedro- se casó con Miguel Fernández Roldán y tuvieron entre sus propiedades a Agustina negra de 48 años, Lorenza mulata de 20 años y Santiago de 16 años.124 Otra de las familias propietarias fueron los Alba y Centeno. Integrada por Gerónimo de Alba, Ana Centeno y sus seis hijos. Esta familia contó entre sus propiedades esclavas con Luis bozal de 23 años y Elena conga de 16 años.125 Además cuando los hijos contrajeron matrimonio lo hicieron con reconocidos individuos de la sociedad patzcuarense y también tuvieron esclavos. Francisca de Alba se casó con Pedro del Corral y tuvieron como propiedad a José de 14 años y a Manuela recién nacida;126 Isabel de Alba se casó en segundas nupcias con Andrés Román quien del Estado de Michoacán, 1996; Gabriel Silva Mandujano, La casa barroca de Pátzcuaro, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 2005; Gabriel Ibarrola Arriaga, Familias y casas de la vieja Valladolid, Morelia, Fímax Publicistas, 1969. 118 AHcP /Caja 15/Exp. 2/f. 123-179/1680., 119 Alberto Carrillo Cázares, Partidos…, Op. Cit., p.82 120 AHcP /Caja 9/Exp. 4/f. 104-106/1630. 121 Ibídem. p. 80 122 AHcP /Caja 17/Exp. 2/f. 205-206/1699. 123 AHcP /Caja 17/Exp. 2/f. 235-236/1699. 124 AHcP /Caja 16/Exp. 3/f. 507/1687; AHcP /Caja 16/Exp. 2/f. 200-201/1693. 125 AHcP /Caja 7/Exp. 6/f. 278-279/1619; AHcP /Caja 8/Exp. 2/f. 245-246/16319. 126 AHcP /Caja 17/Exp. 2/f. 186-187/1693. 137 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad vendió a Nicolás de 18 años, compró una esclava de Manuel Alejandre Villarroel, y también era suya la esclava María de 40 años;127 Ignacio Alba y Centeno, uno de los hijos varones, se casó con María Morón y en su testamento refiere tener carta de propiedad de Catalina de 18 años.128 Los Alba y Centeno estuvieron relacionados con los Alejandre Villarroel otra de las familias importantes de Pátzcuaro. Fundada por el matrimonio de Bartolomé de Alejandre e Isabel de Villarroel y Vargas originarios de Sevilla. Lograron poner tiendas cerca de la plaza principal y hacerse de algunas piezas esclavas como un esclavo de 19 años del cual se desconoce nombre pero que fue adquirido a Sebastiana de Acuña vecina de Acapulco.129 Tuvieron cinco hijos de los cuales la única mujer fue Antonia quien se casó con Juan de Liébana, un inmigrante de la Villa de San Sebastián en Castilla, poseedor de varias casas y dos haciendas, una en el valle de Chapultepec y otra en Conguripo además de la negra María de 40 años.130 Este matrimonio tuvo una hija llamada Gerónima de Liébana que se casó con Toribio del Rivero dueño de 21 esclavos en la ciudad de Pátzcuaro.131 Los hermanos Alejandre tuvieron también matrimonios importantes. Manuel se casó con Juana de Alarcón y fueron dueños de Luisa de 27 años y vendieron a Margarita de 13 años; 132 Pedro de Alejandre se unió a Leonor de la Paz y Toledo vendieron a Bernarda y a Luisa esclavas que tenían en su hacienda de Urecho donde además había otros negros de su propiedad; 133 Gerónimo se matrimonió con Isabel de Velázquez y tuvieron propiedades como Clara de 18 años, 134 además eran dueños de la hacienda de San Juan Bautista Tombendán donde había esclavos “de todas edades algunos de ellos con sus hijos.”135 Otra de las familias de Pátzcuaro y propietaria de esclavos fue la iniciada por Antonio Ramírez, quien se desarrolló como escribano público de la ciudad a la muerte de Gonzalo Fernández Madaleno quien renunció el cargo a su favor por la cantidad de 6,000 pesos de oro común.136 Contrajo matrimonio con Leonor de Toledo y Valdivia, hija de Fernando Moreno Álvarez de Toledo 127 AHcP /Caja 10/Exp. 1/f. 391/1637. 128 AHcP /Caja 14/Exp. 3/f. 295-385/1637. 129 AHcP /Caja 7/Exp. 8/f. 630/1617. 130 AHcP /Caja 13/Exp. 5/f. 208-224/1658; AHcP /Caja 10/Exp. 1/f. 534-535/1638. 131 AHcP /Caja 16/Exp. 3/f. 542-545/1687. 132 AHcP /Caja 10/Exp. 1/f. 282/1637; AHcP /Caja 10/Exp. 1/f. 391/1637. 133 AHcP /Caja 13/Exp. 3/f. 468/1668. 134 AHcP /Caja 10/Exp. 1/f. 406-407/1638. 135 AHcP /Caja 14/Exp. 1/f. 45-48/1661. 136 René Becerril Patlán e Igor Cerda Farías, Catálogo de documentos históricos coloniales de Michoacán. Expedientes microfilmados y reproducidos, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2005, p.41 138 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. dueño de la hacienda La Catalina, en las inmediaciones del pueblo de Santa Clara y propietario de al menos 33 esclavos.137 Antonio y Leonor aparecen varias veces como donantes y herederos de esclavos. Aparte de las familias mencionadas hubo otros muchos individuos españoles y criollos no pertenecientes al clero que también tuvieron esclavos. Tal es el caso de Manuel de las Heras dueño de al menos 6 esclavos;138 Marcos Burgos;139 Melchor de Soria poseedor de 4 esclavos;140 Roque Rodríguez Torrero propietario de al menos 6 esclavos;141 y Fernando de Oñate y Mendoza que si bien radicaba en su hacienda “La Magdalena”, en las inmediaciones de Tacámbaro, estableció relaciones de amistad y compadrazgo con algunos patzcuarenses y muy seguido se le veía por la ciudad, entre las piezas esclavas que tuvo al menos se contabilizaron 53 en 1660.142 A los propietarios españoles ya mencionados se sumaban los indios. Varias investigaciones han puesto en evidencia que los indios sí podían tener esclavos y así lo hicieron. En general en Nueva España fueron muy pocos los indios que se incluyeron en este privilegio, solamente aquellos que contaran con el capital suficiente para comprar y por lo regular se trató de caciques o la antigua nobleza de cada región. En Pátzcuaro sólo se identificó a dos indios propietarios, Antonio Huitziméngari y Simón Cuiris, gobernador y regidor de los naturales, respectivamente. Huitziméngari tuvo problemas con un esclavo que de continuo huía143 y Cuiris vendió a Leonor de 35 años.144 Posiblemente otros indios que pudieron tener esclavos fueron Diego Fernández Pitahcua, Damián Quinarangari, Francisco Cuini, Andrés Harancha, Francisco Zinzon, Miguel Cuara, Pedro Cuini, Pedro Tzitziqui y Marcos Cuiris ya que todos detentaron un cargo dentro de la república de indios de Pátzcuaro.145 Otro sector poseedor de esclavos no sólo en Pátzcuaro sino en toda la Nueva España fue el clero tanto secular como regular, siendo el segundo el que mayor cantidad de piezas esclavos poseyó. El primer religioso secular del cual se sabe tuvo esclavos fue el obispo de Michoacán Vasco de 137 AHcP /Caja 10a/Exp. 6/f. 799-800/1631. 138 AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 515-517/1694; AHcP /Caja 16/Exp. 2/f. 325-326/1696; AHcP /Caja 17/Exp. 2/f. 363-364/1699; AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 546/1694; AHcP /Caja 16/Exp. 3/f. 453-454/1687. 139 AHcP /Caja 16/Exp. 2/f. 194/1690; AHcP /Caja 7/Exp. 2/f. 24/1611; AHcP /Caja 16/Exp. 2/f. 218-221/1690. 140 AHcP /Caja 13/Exp. 2/f. 112-189/1644. 141 AHcP /Caja 10a/Exp. 1/f. 328-331/1637; Alberto Carrillo Cázares, Op. Cit., p. 96 142 AHcP Serie Pátzcuaro, Siglo xvII /Caja 132/Exp. 3/f. 48/rollo 115/1660. 143 Rodrigo Martínez Baracs, , La vida michoacana en el siglo xvI del Archivo Histórico de la ciudad de Pátzcuaro, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1994, p.14 144 AHcP /Caja 8/Exp. 3/f. 279-322/1620. 145 Ibídem., p. 276, 350, 353, 368, 369, 370, 396, 420, 421 y 480. 139 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Quiroga quien en su testamento declaró tener varios esclavos hombres y mujeres aunque no precisó nombres ni edades, con excepción de Joan Catalán, quien era de la obra de la Iglesia y a quien pidió se regresará a ella.146 Entre los sacerdotes esclavistas destaca el cura beneficiado de la ciudad de Pátzcuaro Lorenzo Anguiano quien en 1682 vivía en compañía de sus esclavos Agustina, Francisca de la Cruz y Pedro de la Cruz; además en su testamento mencionó a Josefa, Juan Bautista, Juan Martínez, Pedro, Ana Joaquina, Francisco, Eustaquia y Gertrudis, todos mulatos esclavos de su propiedad.147 Aunque en menor cantidad los siguientes sacerdotes también tuvieron esclavos. Diego Gómez Calvillo fue dueño de Bernarda Mejía de 20 años y de Diego Anguiano de 12 años;148 Pedro López de Montemolín propietario de Josephe de 5 años y Juan;149 Nicolás Martínez de Mendoza tuvo un esclavo mulato llamado Pedro;150 y Diego Pérez de Mendoza dueño de Josefa de la Cruz mulata de 50 años y Pascual mulato de 24 años.151 Por su parte, el clero regular de Pátzcuaro estaba integrado por varios frailes pertenecientes a tres conventos, un hospital y un colegio de primeras letras que quedó como remanente del de San Nicolás cuando éste fue trasladado a Valladolid en 1580. Los jesuitas y agustinos de Pátzcuaro son las dos órdenes religiosas que se destacaron como propietarios de esclavos. El Colegio de la Compañía de Pátzcuaro se mantenía de sus labores y estancias, para 1649 eran propietarios de una “labor que dista un cuarto de legua y administra el cura de la Cathedral, otra que cae en el Beneficio de Tinquindin donde se da trigo y caña dulce por ser tierra templada y otra de ganado mayor en el Beneficio de la Guacana que es de tierra caliente.”152 Aunque en las descripciones no se mencionan esclavos, seguramente en la labor de Tingüindín los tuvieron ya que la caña de azúcar era una de las principales labores de los negros. Los jesuitas registraron regularmente compras, ventas e intercambios de esclavos ya fuera con otros conventos o con civiles. Para realizar alguna de estas transacciones se tenían que poner de acuerdo todos los habitantes de un convento, aunque es probable que la última palabra la tuviera el superior. Entre las transacciones realizadas por ellos están la compra de Catalina negra angoleña 146 Joseph Moreno, Vida de Vasco de Quiroga. Ordenanzas, testamento, Morelia, Balsal Editores, 1989. 147 AHcP /Caja 16/Exp. 4/f. 595-600/1682. 148 AHcP /Caja 7/Exp. 6/f. 258/1616. 149 AHcP /Caja 11/Exp. 5/f. 641-644/1662. 150 AHcP /Caja 13/Exp. 3/f. 400/1647. 151 AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 427-428/1694. 152 Francisco Arnaldo de Yssasi, “Demarcación y descripción del Obispado de Michoacán y fundación de su Iglesia de Catedral. 1649”, en Biblioteca Americana, Vol. I, Núm. I, Miami Florida, Biblioteca Americana de Editores, 1982, pp.61-205 140 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. adquirida a Juan de Liébana y Antonia de Villarroel;153 y en 1639 Alonso Crespo –religioso jesuitarecibió poder de Juan del Real –rector del Colegio de Pátzcuaro- para vender a Bartolomé negro de 24 años y a Catalina negra de 42 años. La venta se celebró con Juan Moya Quiñones quien debía pagar 750 pesos por ambos esclavos. 154 Aparte de dichos intercambios comerciales en los libros de bautismos, matrimonios y defunciones de la ciudad se mencionan algunos esclavos que fueron propiedad de los jesuitas como Juan de la Cruz, Miguel Hernández, María Salomé, Ignacio (recién nacido), Miguel de la Cruz, Bernavela Arriola y Gerónimo de Salmerón, todos ellos seguramente ayudaban en labores dentro del convento y del colegio de la orden.155 Sin lugar a dudas los grandes poseedores de esclavos fueron los agustinos, aunque la gran mayoría de sus piezas esclavas no residían en la ciudad sino en sus haciendas y labores que se encontraban fuera. Tal es el caso de las haciendas de San Ildefonso de Tareta que pertenecía a la provincia agustiniana de San Nicolás Tolentino –en la cual se incluía Pátzcuaro- y la de Cherátaro ubicada en Tacámbaro. Por lo general los agustinos preferían rentar sus haciendas, la de Cherátaro fue arrendada a Miguel Sánchez de Córdoba en el año de 1690 y en el inventario se mencionaron 17 esclavos de los cuales 11 eran hombres y 6 mujeres.156 La hacienda de San Ildefonso de Tareta se arrendó a Manuel de las Heras, vecino de la ciudad de Pátzcuaro; en ella los agustinos tenían una gran cantidad de esclavos, en 1636 en un inventario se contabilizaron 23 esclavos y en 1694 fueron 141 esclavos, en su mayoría varones.157 Los agustinos hicieron compraventas, intercambios de esclavos e inclusive dieron libertad a algunos de sus esclavos. Entre los intercambios destacó el realizado con Manuel de las Heras quien entregó a los agustinos a Manuela de 17 años y recibió a Catalina mulata de 20 años. 158 Asimismo a Diego mulato de 6 años hijo de Juana Francisca esclava agustina le otorgaron su carta de libertad porque su madre pagó 120 pesos por ella y además estaba enfermo, tenía nube en el ojo izquierdo.159 153 AHcP /Caja 98/Exp. 1/f. 534-535/1638. 154 AHcP /Caja 11b/Exp. 1/f. 35-40/1639. 155 Archivo Parroquial de Pátzcuaro (APP), Libro de Bautizos, 28 noviembre 1660; 15 abril 1663; 13 agosto 1662; 9 septiembre 1663. 156 AHcP /Caja 16/Exp. 1/f. 227-232/1690. 157 AHcP /Caja 10a/Exp. 1/f. 200-205/1636; AHcP /Caja 17/Exp. 3/f. 531-542/1694. 158 AHcP /Caja 6/Exp. 3/f. 464-467/1687. 159 AHcP /Caja 16/Exp. 3/f. 433/1686. 141 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Ocupaciones de los afropatzcuarenses Los negros y mulatos tuvieron dos condiciones jurídicas, libres y esclavos, a pesar de esa diferenciación las actividades económicas y productivas a las que se dedicaron eran prácticamente las mismas. La diversidad productiva estaba en el rol de género, las negras y mulatas se dedicaron a actividades del hogar; negros y mulatos a actividades donde se requería fuerza, destreza y resistencia física. Las afropatzcuarenses eran quienes ejecutaban los quehaceres de casa por lo que básicamente se trató de mujeres que sirvieron como cocineras, amas de llave, lavanderas, nanas, nodrizas, acompañantes y hasta parteras. Las nanas eran necesarias en familias numerosas, tenían como tarea cuidar y proteger a los menores. Tal fue el caso de Lucía, negra criolla de 28 años, propiedad de Gaspar Fernández Pinto, quien cuando falleció la forzó a ayudar en la crianza de sus menores hijos hasta que estuvieran en edad de casarse, hacer las labores de la casa e inclusive emplearse para el sostenimiento de la misma. Lucía era madre de dos pequeños los cuales probablemente compartieron juegos con los hijos de Gaspar.160 Otro ejemplo era el de Antonio Ramírez quien en su testamento heredó una esclava negra a su hija Inés María, dicha esclava se encargó de criarla.161 A veces las nanas tenían que ejercer también como nodrizas o amas de leche, eran aquellas esclavas que habían dado a luz por las mismas fechas que sus amas y las suplían en el amamantamiento. Aunque también había afropatzcuarenses libres que se dedicaban a alquilarse como amas de leche por unos cuantos pesos. Otras esclavas se dedicaron solo a las labores comunes del hogar, dentro de ellas se encontraban las amas de llave o de confianza en la casa, se las consideraba incapaces de robar, huir o hacer algo en contra de los intereses de sus amos. Probablemente eran las encargadas de repartir las labores entre el resto de los esclavos o empleados. Además tuvieron oportunidad de movilidad, salían a realizar las compras, ir por agua, ir a misa y en esas salidas podían entrar en contacto con otros sectores de la población y establecer relaciones de amistad o amorosas. En ocasiones las esclavas eran llevadas a las haciendas y estancias de sus propietarios, con a finalidad de que ayudaran en la casa cuando éstos iban o simplemente porque era necesario su trabajo en aquellos espacios, situación que contribuía a que las esclavas establecieran amistad con los indios y otros habitantes de aquellos lugares. Una de las labores más socorridas por las afropatzcuarenses libres fue el de lavanderas. Podían acudir a casas o atender a hombres solteros y viandantes, así como María Infante, mulata 160 AHcP /Caja 13/Exp. 5/f. 692-695/1651. 161 AHcP /Caja 12/Exp. 4/f. 465-479/1647. 142 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. libre, quien para facilitar su negocio vivía cerca de los lavaderos. Otras mujeres ofertaban sus servicios para hacer aseo en casas de hombres solteros o inclusive en cocinarles. Por ejemplo, cuando se acusó a Juan Rodríguez Pérez de amancebamiento con la mulata Gertrudis Pérez, él dijo que iba de continuo a casa de la mujer porque allí el cocinaban.162 El oficio de partera quedó preferentemente entre indias, pero algunas mulatas lo ejercieron como Micaela de Tobar.163 Ellas se encargaban de llevar a buen término los embarazos de las mujeres de la ciudad; recetar menjurjes para abortar; realizar legrados; y hasta corroborar la virginidad. También hubo mujeres dedicadas a la venta de diversos productos, pulque, miel, vino, entre otros, y muy esporádicamente eran prestamistas como Inés de Inzuba.164 También se ligaban afropatzcuarenses libres a la prostitución, sin embargo, en el caso de Pátzcuaro no hay referencias al respecto. En cuanto a los varones afropatzcuarenses esclavos y libres ayudaban en las tiendas, ejercían de comerciantes callejeros pero también tenían oficios como herradores, zapateros, canteros, pregoneros y arrieros. El mercader Agustín Francisco adquirió al esclavo Francisco Zen en 1,000 pesos, su precio era porque obtuvo el oficio de maestro de herrador y albeitería, rango generalmente reservado a españoles. A Francisco lo adquirieron en la ciudad de México y al llegar a Pátzcuaro fue ampliamente publicitado por su dueño quien esperaba obtener ganancias superiores al precio pagado, cosa que no sucedió porque era muy carero y además se siguieron prefiriendo los servicios de Juan de Saucedo y Baltazar de Acevedo.165 Francisca de Reinoso era propietaria de un esclavo llamado Juan de Izaguirre que se destacó varios años por su oficio de zapatero y que en 1670 logró comprar su libertad gracias a que su ama le permitía quedarse con algunas comisiones por la buena realización de su trabajo. Entre la competencia de Juan estaban otros mulatos libres, José de Silva y Mateo López.166 La barbería también fue un oficio realizado por los mulatos, tal es el caso de Juan Pascual quien desde pequeño fue llevado con el maestro Gabriel Arias para que lo preparara y posteriormente se dedicó a esta labor.167 162 AHcP /Caja 10a/Exp. 9/f. 906-922/1638. 163 AHcP /Caja 16/Exp. 1/f. 9-21/1683. 164 AHcP /Caja 6/Exp. 14/f. 816-817/1597. 165 AHcP /Caja 9/Exp. 11/f. 393/1630; AHcP Serie Pátzcuaro Siglo xvII/Caja 32/Exp. 1/f. 12/rollo115/1620. 166 AHcP /Caja 15/Exp. 2/f. 208/1670; AHcP /Caja 18/Exp. 2/f. 246-254/1695; AHcP /Caja 16/Exp. 1/f. 9-21/1685. 167 AHcP /Caja 7/Exp. 6/f. 283-285/1616. 143 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La cantería también se desarrolló en Pátzcuaro y aunque los mejores canteros fueron indios, se sabe de un mulato libre que se dedicó a ese arte, se trataba de Juan de los Santos, mulato del barrio de San Salvador quien inclusive tenía el grado de maestro.168 Otro oficio recurrente por los mulatos libres fue el de pregonero, del primero que se tiene noticia fue Nicolás un negro ladino, a él se sumaron en años posteriores Ignacio, Domingo, Cristóbal y Miguel.169 La arriería era otro oficio común entre los mulatos libres, sin embargo, por la movilidad misma de esta labor es complicado acceder a todos los que se dedicaron a ello, en este caso solo se sabe de Diego de Valdés mulato libre. También hubo comerciantes callejeros como los mulatos libres Manuel Guaxaca y Gerónimo de Ayala quienes principalmente se dedicaban a comerciar productos robados o prohibidos.170 Una de las ramas a las que también incursionaron los mulatos libres fue el entretenimiento de las personas. Algunos de ellos visitaron Pátzcuaro en diferentes ocasiones como Nicolás y Joseph a quien se le apodaba “el titiritero” y se estableció temporalmente en la ciudad mientras organizaba una cuadrilla.171 Quizá como ellos hubo otros mulatos que pisaron las tierras patzcuarenses por una corta estancia y no queda constancia de ello. Todas las actividades antes nombradas eran labores que podían desempeñar lo mismo esclavos que libres en los espacios urbanos, pero no hay que olvidar que la gran mayoría de los esclavos estuvieron en haciendas, trapiches y labores. En esos lugares los afropatzcuarenses eran capitanes de cuadrillas, caldereros, maestros de hacer azúcar y molenderos. Por ejemplo en la hacienda de San Ildefonso de Tareta propiedad de los agustinos en 1636 vivían Francisco de 40 años y Mateo de 70 años los cuales se desempeñaban como maestros de hacer azúcar;172 y en la de Cherátaro en 1690 eran caldereros Juan de Aguilera, Pedro de Lugo, Antonio Mercado, y José de Chavira, en el mismo espacio Diego de Bracamontes era maestro de hacer azúcar.173 168 Gabriel Silva Mandujano, La casa…, Op. Cit., p.60-62 169 AHcP /Caja 8/Exp. 3/f. 348-350/1620; AHcP /Caja 9/Exp. 4/f. 119-120/1630; AHcP Serie Pátzcuaro Siglo XVII/Caja 132/Exp. 2/f. 9/rollo 115/1633; AHcP /Caja 12/Exp. 1/f. 62/1641; AHcP /Caja 11b/Exp. 5/f. 613-614/1650; AHcP Serie Pátzcuaro Siglo xvII/Caja 132/Exp. 3/f. 7/rollo 115/1662. 170 AHcP /Caja 18/Exp. 1/f. 75/1696; AHcP /Caja 6/Exp. 9/f. 409/1625. 171 Este caso fue analizado por Patricia Pérez, Véase: Patricia Pérez Munguía, El proceso de liberación e integración social de los negros y los esclavos. Valladolid, 1750-1810, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1997, p.93-94 172 AHcP /Caja 10a/Exp. 1/f. 200-205/1636. 173 AHcP /Caja 16/Exp. 1/f. 227-232/1690. 144 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. A manera de conclusión Pensar a Pátzcuaro como una ciudad multiétnica a veces resulta complicado debido a que quienes la conocen tienden a caracterizarla como indígena, pero lo cierto es que durante los siglos xv I y xvII Pátzcuaro fue una urbe de considerable importancia en la que convivieron españoles, indios y descendientes de africanos, aunque es claro que la mayoría de los habitantes eran indios por lo que el antecedente de negritud en la región terminó diseminándose entre esos habitantes, a tal punto que hoy por hoy es prácticamente imposible identificar los rasgos africanos entre los habitantes de la ciudad. Pátzcuaro es un objeto de estudio interesante para aquellos que la identificamos como india pero de manera generalizada no se diferencio del resto de la Nueva España, prácticamente existieron las mismas dinámicas con la población afrodescendiente que se han estudiado en otros espacios geográficos como Valladolid o la ciudad de México . 145 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Archivos Consultados ARcHIvo HIsTóRIco dE PÁTzcUARo (AHcP) ARcHIvo PARRoQUIAL dE PÁTzcUARo (APP) Bibliografía Becerril Patlán, René e Igor Cerda Farías, Catálogo de documentos históricos coloniales de Michoacán. Expedientes microfilmados y reproducidos, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2005. Carrillo Cázares, Alberto, Partidos y padrones del Obispado de Michoacán 1680-1685, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1996. Castelló Iturbide, Teresa, Pátzcuaro cedazos de recuerdos, Morelia, Edición de la autora, 1983. 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Yssasi, Francisco Arnaldo, “Demarcación y descripción del Obispado de Michoacán y fundación de su Iglesia de Catedral. 1649”, en Biblioteca Americana, Vol. I, Núm. I, Miami Florida, Biblioteca Americana de Editores, 1982, pp.61-205. 147 Detalle al interior de la Sala de las Artes, del Palacio Municipal. JOSÉ ANDRÉS DE PIMENTEL, DESTACADO COMERCIANTE, HACENDADO Y MINERO DE PÁTZCUARO EN EL SIGLO XVIII Gabriel Silva Mandujano174 El siglo xvIII significó una época de esplendor de la ciudad lacustre michoacana, propiciada por una reactivación de la economía novohispana, cuya actividad minera se incrementó gradualmente en el transcurso de la centuria, propiciando a su vez una dinamización de la agricultura, la ganadería, las manufacturas y el comercio. En este contexto, Pátzcuaro se benefició por su ubicación estratégica en el centro de la provincia michoacana y entre la zona del altiplano, al norte, donde se ubicaban los principales centros mineros como Guanajuato y Zacatecas y la Tierra Caliente al sur, con sus productos propios de la región como el algodón, el azúcar, el tinte del añil, etc. De igual manera, se benefició con el control de las minas de cobre de Inguarán, principal sitio productor de dicho mineral en la Nueva España. De tal manera, en Pátzcuaro se conformó un grupo de empresarios comerciantes, hacendados y mineros que llegó a controlar dichas actividades en la región lacustre y 174 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correo electrónico: gasilman@gmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad sus alrededores y cuyo radio de acción comercial se extendió hacia el centro y el norte del virreinato. Uno de estos hombres emprendedores fue José Andrés de Pimentel, quien llegó a destacar entre la élite patzcuarense y pertenecer al cabildo con el cargo de Regidor Perpetuo. José Andrés de Pimentel Sarmiento y Sotomayor, como casi todos los comerciantes principales de Pátzcuaro de esa época, era inmigrante peninsular; nacido en Sevilla en 1709, hijo de don Joseph Pimentel Sarmiento y Sotomayor y de doña Ana Delgado, vecinos de dicha ciudad. Llegó a la Nueva España hacia 1727, y en los siguientes diez años se dedicó al comercio entre los principales puntos del centro y el norte del virreinato, aunque la mayor parte del tiempo permanecía en Pátzcuaro. Pasó a radicar definitivamente a esta ciudad a partir de 1737; el 15 de julio de ese año contrajo matrimonio con doña María Ana de Murga, hija de don Francisco de Murga, regidor del cabildo. Para entonces ya era una de las mayores fortunas de la ciudad, calculada en 40,000 pesos, y mantenía relaciones cordiales con la élite local, en especial con sus paisanos peninsulares, pues apadrinó el enlace don Jerónimo de Zuloaga, y entre los testigos se encontraba don Manuel de Olaciregui, ambos miembros del comercio local y oriundos de las provincias vascongadas.175 La fortuna continuó de su lado durante mucho tiempo. Además de adquirir una casa en la plaza mayor en 1738, al siguiente año compró la hacienda de Jorullo, latifundio ubicado en la Tierra Caliente, con una extensión de 44,000 hectáreas, compuesto de varias haciendas, ranchos y trapiches, dedicados a la ganadería, la siembra de maíz, y especialmente a la caña de azúcar.176 Los lazos comerciales, tanto de los productos importados como de los que salían de la hacienda, se extendían al valle de Toluca, la ciudad de México, Querétaro, Guanajuato y el rumbo de la Nueva Galicia; en Querétaro llegó a tener casa propia debido a sus constantes estancias en esa urbe. Durante un tiempo, Pimentel explotó las minas de San Miguel y La Soledad en el Real de Minas de Curucupaseo, cercano a Pátzcuaro por el rumbo del sureste. Es probable que siendo sevillano no haya tenido cabida en Inguarán que al parecer era coto exclusivo de los inmigrantes vascos.177 El éxito en los negocios lo convirtió en el hombre más rico de la ciudad, provocando con ello la envidia de sus compatriotas y demás miembros de la junta de comercio local.178 A su jerarquía económica agregó el cargo de regidor perpetuo en el Ayuntamiento. 175 Archivo Parroquial de Pátzcuaro (APP), Matrimonios, Libro 7, 1728-1747, ff. 60v.-61. 176 Ulises Beltrán Ugarte, “La Hacienda de San Pedro Jorullo, Michoacán. 1585-1795”, en Historia Mexicana, vol. xxvI, No. 4, México, El Colegio de México, 1977, pp. 540-575. 177 “Litigio entre don Andrés Pimentel y Juan Manuel Becerra. 1753”, Archivo Municipal de Pátzcuaro (AMP), Caja 36-A, Carp. 1. 178 Archivo Histórico Casa de Morelos (AHcM), Negocios Diversos, Leg. 291, Años 1760-1779. (Clasificación antigua) 150 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. La tienda de Pimentel se ubicada en el portal del lado oriente de la Plaza Mayor y era una de las mejor surtidas. Ofrecía a la vista una amplia variedad de productos que incluían telas y géneros de importación europeos y asiáticos así como productos del país: ruán, bramante, morlés, pontibi, cotense florete, bretañas, borlón, indianillas inglesas, cambray batista, estopilla labrada, escarlatas, monfort, sargas, paño musgo, encajes de Lorena, carro de oro oscuro, camellón de Francia, terciopelo, musgo de China, capichola y prusiana, medias, listones, hilos, galón de oro hondeado, galón de plata, camarón y bricho de plata, viso y torsal de oro y plata, encaje de Flandes, punta fina de Francia, botones, charreteras y mercería, manta de la Laguna, colchas, naguas, calzones, rebozos, cambaya de China, paños de Puebla; productos de cuero como cordobanes, badanas y gamusas, guangoches de Tarecuato, sombreros, latón de chapa, alambre, frascos castellanos, vasos chicos y grandes, líquido ámbar, piedras de lumbre, zapatos de palillo, cera de Castilla, clavo de comer, cacao de Caracas, chile, acero, herraduras, losa de Puebla, canela, anís, paños de plomo, vino de Parras, vino “cosido”, jabón de Puebla, velas de cebo, lazos, calentadores y un alambique, entre otras cosas.179 En las bodegas ubicadas al interior de la casa, en la planta baja, se almacenaba una gran variedad de productos, por ejemplo: bayeta mexicana, jerga ordinaria, sayal, paño de Querétaro, paño de Cholula, mantas de Villalta, naguas de Jilotepec, colchas de San Miguel, naguas y rebozos poblanos, medias de lana, gaza de China, liencillo de seda, velillo de China, encaje de plata, calcetas de la sierra, seda torcida de colores, azafrán, mascadas de Barcelona, farolitos, un espadín, pistolas guarnecidas de plata, un trabuco, polvorín de plata, bolsas valeras, una escopeta, cajas maqueadas, cobre, una salva, copitas y candeleros de plata, tintero, salvadera, un obleario, un bracerito, platos, cucharas, tenedores, mancerinas, tazas y bandejas, todo de plata; en otras bodegas se guardaban cosas del uso de la casa y las haciendas como: sal, jabón, cueros de chivo, vaquetas, fustes, aparejos, cueros de suela, zaleas, guruperas, atarrias, aderezos y corazas, sobreenjalmas, cinchas, hilo de Ixmiquilpan de arria, velas, marquetas de sebo, fierro, cobre viejo, lana y chile pasilla; además de una silla bordada de plata, otra silla brida con su freno, guarnecida de plata, estriberas y espuelas de filigrana, para el lucimiento del señor. Como su morada debía estar a tono con el alto nivel alcanzado, decidió demoler la casa antigua que había comprado y levantar otra nueva, más lujosa, en la que viviría con su esposa y sus 179 “Autos e inventarios de bienes de don Joseph Andrés Pimentel, 1768”, AHCM, Negocios Diversos, Leg. 291. Para el comercio de las telas de importación, su variedad, riqueza y procedencia, así como de artículos suntuarios véase el artículo de Gustavo Curiel, “Consideraciones Sobre el Comercio de Obras Suntuarias en la Nueva España de los Siglos xv II y xvIII”, en José Guadalupe Victoria et al., Regionalización en el arte, México, Gobierno del Estado de Sinaloa/Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Estéticas, 1992, pp. 127-160. 151 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad cuatro hijos, servidos por cinco criados y criadas, además de cuatro cajeros encargados de llevar el manejo de las dos tiendas que se ubicaban en la planta baja.180 Cuando su hijo mayor, el capitán Pedro Pimentel recibió de herencia esta casa en 1771, se anotó que […] está compuesta de altos y bajos, con el frente de portales y piedra de sillería, techos de vigas y tablas y sobretechos de teja, bien repartida y adornada de escalera y corredores espaciosos, salas, aposentos, tienda, bodegas y otras oficinas, todas de fábrica nueva […] con una pila de agua mercenada en corriente […] [la casa] es la más valiosa que hay en esta ciudad.181 Don José Andrés debió de edificarla en la década de los cincuenta, pues en 1756, cuando su hija determinó ingresar al convento de dominicas con el nombre de Ana María de Nuestra Señora de la Salud, dice la cronista de la Orden que mandó construirle dentro del claustro “una celda o casa conventual en toda forma con piezas, patio, baños y labrados de cantera en arcos, contraminos y puertas, enteramente como era su casa paterna”,182 lo que indica que la reprodujo en pequeño, como podemos aún constatarlo en una parte del antiguo convento en lo que se conoce actualmente como Casa de los Once Patios. Pimentel vivió en la palaciega casa de la plaza mayor con su esposa, doña María Ana de Murga, sus hijos: María Ana -la futura monja-, Pedro, José María y Ana María -que casaría con don Domingo Antonio de Urrutia, peninsular-, sus cuatro cajeros: Felipe, Juan, Manuel e Isidoro, y cinco criados esclavos: Felipa, Ana Antonia, María de Jesús, José Miguel y Juan Pablo. En septiembre de 1759 sufrió grave merma en su fortuna debido a la aparición sorpresiva de un volcán en su hacienda de Jorullo. El fenómeno nunca visto impactó a toda la región, cuya lava y cenizas arrojadas afectaron cultivos, ganados, arroyos, casas y personas. La humareda del volcán era visible a varios kilómetros a la redonda y las cenizas llevadas por el viento llegaron a caer hasta Querétaro a 250 kilómetros de distancia. Pimentel y sus administradores y mayordomos se movilizaron y lograron sacar gran cantidad de ganado y algunos productos, como el queso, que fueron trasladados y vendidos en el valle de Toluca, valle de México, Puebla y Jalapa, por un lado, y valle de Santiago, Irapuato y Querétaro, por el otro. Aperos de labranza, muebles, herramientas y utensilios fueron llevados en su mayor parte a las haciendas de Pedernales y Puruarán, cercanas a la de Jorullo y pertenecientes a su pariente Juan Antonio de Indarte, vecino también de Pátzcuaro. Las grandes explosiones del volcán continuaron hasta el mes de febrero de 1760, y en los años siguien- 180 “Padrón de Pátzcuaro, 1763”, AHcM, Parroquial, Siglo XVIII, Padrones, Caja 1300, Exp. 744. 181 “Protocolos del escribano público José de Castellanos, 1771”, AMP, Caja 50-C, 1770-1779, Carp. 1, ff. 117v.-121v 182 Citado por Josefina Muriel, “La habitación plurifamiliar en la ciudad de México”, en La ciudad y el campo en la historia de México, Memoria de la vII Reunión de Historiadores Mexicanos y Norteamericanos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 278. 152 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. tes fueron haciéndose progresivamente más raras, hasta casi desaparecer hacia 1770, Para entonces la ceniza volcánica comenzó a beneficiar las tierras de labranza y era notorio el surgimiento de los pastos y la vegetación.183 No obstante las adversidades, tanto don José Andrés como su familia demostraron siempre devoción y piedad religiosa, en especial a los cultos marianos locales: a la Virgen de la Salud le mandaron hacer un manto bordado con hilos de oro y una corona que los mismos consortes le colocaron, con un costo de 1,736 pesos. Ordenó se hiciese un retablo o colateral a Nuestra Señora de Guadalupe en el santuario de su advocación en Pátzcuaro y que tenía por patrona la hacienda de Jorullo, con un costo de 1,427 pesos. El retablo ya no existe pero debió ser de madera tallada y dorada. Murió don José Andrés Pimentel en la casa de su morada en la Plaza Mayor en 1768, siendo ya viudo, habiendo recibido los santos sacramentos y fue sepultado según su voluntad en la capilla de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia del convento de religiosas dominicas de Nuestra Señora de la Salud, con todos los honores inherentes a su posición social y política, con asistencia del Ilustre Cabildo de la ciudad, los representantes de los conventos de religiosos y los principales miembros de la élite patzcuarense.184 Sus bienes se cuantificaron en cerca de 200,000 pesos, una de las mayores fortunas en la región michoacana para la época. La casa fue valuada en 8,000 pesos y adjudicada a su hijo el capitán Pedro Pimentel.185 Éste la ocuparía junto con su familia formada con su esposa doña María Josefa de Indarte, hasta 1778, cuando fue vendida a don Ignacio de Barandiarán, regidor perpetuo y arrendatario de la hacienda azucarera de Pedernales.186 El precio de la compraventa fue de 13,000 pesos; cinco años más tarde, Barandiarán declaró que la estimaba en más de 16,000 pesos “según las mejoras que le tiene hechas”. No obstante, el 13 de septiembre de 1796, la finca fue vendida en la cantidad de 13,000 pesos al teniente coronel don Francisco Menocal, quien la ocuparía hasta la época de la guerra de Independencia.187 183 AHCM, Negocios Diversos, Leg. 291, Años 1760-1779 (clasificación antigua), “Autos que siguen varios censualistas contra el Reg. D. José Andrés de Pimentel como dueño de la hacienda de Jorullo”; Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Ed. Porrúa, 1973, pp. 164 y 165. 184 APP, Entierros, 1754-1779, f. 88. 185 AHCM, Negocios Diversos, Leg. 291, años 1760-1779. 186 “Registros de escrituras del escribano José Ignacio Ramírez, 1786-1810”, AMP, Caja 55-E, 1780-1789, Carp. 1, ff. 64-64v. 187 “Depósito irregular. Valladolid, febrero 9 de 1792”, Archivo de Notarías de Morelia (ANM), Protocolos del escribano Diego Nicolás Correa, vol. 191, Año 1792, ff. 102v.-104; “Registros de escrituras del escribano José Ignacio Ramírez, 1786-1810”, AMP, Caja 55-E, 1780-1789, Carp. 1, ff. 102-102v. Esta casa, pues, no fue construida por Francisco Menocal, quien tampoco fue conde, como quieren algunos escritores. 153 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La casa palaciega La casa construida y habitada por José Andrés de Pimentel, conocida actualmente como Casa del Gigante, es sin duda la más ostentosa no sólo de la plaza principal sino de la ciudad. Sin embargo, al exterior no revela la riqueza ornamental del patio. (Fig. 1) Su fachada solo se distingue por mostrar su paramento de piedra, si bien sabemos que no es la única de la plaza, sólo que en los otros casos se ha cubierto con aplanado de cal. El portal consta de una sencilla arquería de robustas columnas toscanas que reciben los arcos de medio punto. En lo alto se abren tres balcones cuyos marcos neoclásicos, con una flor sobre el dintel, denotan su factura del siglo xIx; los originales del siglo xvIII fueron lamentablemente sustituidos y debieron ser de estilo barroco, a tono con el interior. En el muro interior del portal se hallan las puertas de las tiendas, donde se expendían principalmente géneros y lencería europeos, como ya se mencionó; la portada de acceso a la casa, se distingue por su mayor tamaño, proporción casi cuadrada y marco moldurado; observamos que es igual a la de la casa de los Escudos, justo enfrente al otro lado de la plaza, por lo que podemos asegurar que son construcciones contemporáneas. Trasponiendo el portón se encuentra un largo zaguán que desemboca al corredor del patio. (Fig. 2) El impacto aquí es sorprendente: tiene corredores en tres de sus lados con arquería de piedra labrada donde todo es vibración y claroscuro; las columnas son corintias, -el orden clásico más ornamentado- su fuste luce anchas estrías y, en la mitad inferior, contraestrías. Los arcos, de medio punto, muestran el intradós y la arquivuelta profusamente moldurados. El alarde escultórico se acentúa en las claves con ornamentos vegetales; en dos de ellas aparecen un carnero, con sus patas colgantes, y una mujer alada. José Andrés Pimentel demostró así su riqueza mediante la ostentación de su casa. Del zaguán parte la escalera, con doble rampa y un descanso; amplia, cómoda y bien iluminada; desemboca en un vestíbulo adjunto al corredor poniente, que servía tanto para recibir a los visitantes como para el solaz de los moradores. En el muro sur se encuentra el tinajero, donde se colocaban recipientes con agua para las visitas, con un lujoso enmarcamiento barroco a base de estípites, conchas, mascarones, rocallas, guardamalletas y vegetales, (Fig. 3) muestra del buen gusto de José Andrés Pimentel y de un cantero de primera línea, conocedor de su arte. En este espacio, en el lado oriente, otra sorpresa: en el pilar donde se unen los arcos hacia el corredor, se encuentra la figura del Gigante que da nombre a la casa. (Fig. 4) Es una escultura adosada, de piedra tallada y pintada, que representa a un soldado romano, pero cuyo rostro, con largos bigotes y corte de pelo, denota la moda del siglo xvII; la mirada la dirige a su izquierda, hacia la escalera, como intimidando al recién llegado. Tan singular escultura nos recuerda las que describió el padre Ponce en 1586 para la fuente que existía en la plaza: 154 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Una fuente de labrada cantería, muy galana y curiosa, con ocho caños muy vistosos, los seis de ellos son seis gentiles hombres, labrados de talla y puestos en pie alrededor de una pila redonda, apartado uno de otro en igual distancia, que mirándose los unos a los otros, echan el agua por la boca y cae en la misma pila...188 Otra obra digna de mencionar es la pila que se encuentra en el patio. De traza octagonal, su brocal está profusamente moldurado y ornado con mascarones y flores. El interior de la taza está cubierta de azulejos, reminiscencia del origen sevillano de Pimentel. Los espacios de la casa incluían antesala, sala, oratorio, alcoba, comedor, cocina y varios cuartos para la familia, cajeros y sirvientes. El oratorio, ubicado cerca de la sala, estaba dotado de un retablo (llamado colateral en la época) de madera dorada, lienzos pintados, imágenes de marfil, tibores de porcelana y todo lo necesario para la celebración de la misa. En la parte posterior de la casa se hallaban: el patio secundario, con más bodegas; la caballeriza, donde se distinguían, entre varios aditamentos, una silla bordada con 96 onzas de plata, valuada en 130 pesos, una silla brida con su freno, guarnecida de plata, una silla vaquera, estriberas y espuelas de filigrana; y la cochera, con puerta hacia la calle de la Cuesta, que guardaba un forlón con todos sus aperos y librea, y una volante, también aperada. Los detallados inventarios de los bienes de Pimentel nos brindan una descripción detallada de los muebles que llenaban los espacios residenciales, así como de la ropa y las alhajas que lucía en los días cotidianos y especiales, cuya lista se incluye al final de este artículo. El claustro conventual de sor Ana María de la Salud Como ya se mencionó, cuando su hija ingresó al convento de dominicas, mandó hacer un pequeño claustro semejante a esta casa, para cumplir el deseo de la monja, erogándose en su construcción 7,000 pesos. Dicho claustro –“celda” le nombraban en ese entonces- aún lo podemos ver en la llamada Casa de los Once Patios, (Fig. 5) con sus aposentos particulares, capilla, cocina, cuartos para los sirvientes y todo lo necesario para una vida confortable, como un baño – placer, según lo llamaban en la época- con su vestidor, portada labrada con columnas salomónicas, conchas y vegetales, que da acceso al estanque poligonal abastecido de dos surtidores que brotan de mascarones: uno para el agua fría y otro para la caliente.(Fig. 6) La competencia de la vida externa de la élite se trasladaba hasta los escondrijos del laberíntico convento exponiéndose allí la encumbrada posición de la hija de Pimentel con respecto a las demás monjas patzcuarenses. En efecto tenemos noticia de 188 Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976, p. 73. 155 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad algunas hijas de las familias notables de la ciudad que profesaron como monjas en este convento; tal fue el caso de María Ana de Zuloaga, recluida desde 1750, hija del Sargento Mayor don Jerónimo de Zuloaga; o María Lugarda Juachina de la Luz Dominga, hija de don José Justo Meñaca, quien profesó a los 17 años de edad en 1761, para quienes se debió de construir su propia “celda”, es decir su pequeño claustro para su mayor comodidad dado el alto nivel social y económico de sus familias.189 La capilla de los Pimentel Otro recinto arquitectónico ligado a don José Andrés de Pimentel y su familia es la capilla dedicada actualmente a la virgen de la Soledad en el templo del Sagrario el cual era conocido como Santuario de Nuestra Señora de la Salud por servir por entonces para el culto de esta imagen antes de su traslado en 1908 a la actual Basílica. Esta capilla, debió de mandarse construir hacia 1760 por don José Andrés Pimentel para que le sirviera de capilla funeraria, así como a su familia y descendientes, lo cual era usual entre los miembros de la nobleza y de los estamentos sociales altos en la península, costumbre que pasó a la Nueva España. En su testamento, otorgado en la ciudad de México en 1765, especificó que su cuerpo recibiera sepultura “en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, cita en la iglesia y santuario de Nuestra Señora de la Salud”.190 Como no tenemos noticia de otra capilla en dicho recinto, suponemos que se trata de ésta que existe en su costado poniente. La capilla cuenta con un retablo (Fig. 7) que se acopla perfectamente al muro del altar y a la culminación del arco bajo la cúpula; las tres calles se delimitan por cuatro estípites, dos mayores que enmarcan el fanal central y dos más pequeños en los extremos junto a cuatro óvalos ocupados por pinturas. La ornamentación a base de follajes y roleos demuestran una mano diestra en el diseño y labrado de la madera y los torsos de dos angelitos denotan en sus rasgos la influencia indígena y su probable manufactura en esta ciudad, de centenaria tradición artística. Su manufactura se hizo seguramente hacia 1760, al término de la edificación de la capilla. La imagen de la virgen del Rosario que aquí se encontraba se colocó en el altar mayor cuando la virgen de la Salud se trasladó a la actual Basílica, y el fanal central del retablo se dedicó 189 Gabriel Silva Mandujano, La casa barroca de Pátzcuaro, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Morevallado Editores, 2005, pp. 181, 182 y 205; José Martín Torres Vega, La incidencia de la orden dominica de mujeres en el espacio urbano-arquitectónico de Pátzcuaro y el obispado de Michoacán, 1747-1867, Tesis de Doctorado en Arquitectura, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2013, p. 139. 190 Archivo General de Notarías de la Ciudad de México, Notaría No. 29, Año 1765, Escribano Mariano , Buenaventura de Arroyo, ff. 217v.-227. 156 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. entonces a la virgen de la Soledad que ahora vemos. En los óvalos aparecen las imágenes de san José, la virgen María, san Joaquín y santa Ana, cuyos nombres están ligados a la familia Pimentel: la esposa de don José Andrés fue doña María Ana de Murga; de sus cuatro hijos, un varón fue llamado José María y las dos mujeres recibieron el nombre de María Ana y Ana María.191 Cuando murió don José Andrés en 1768, sus deseos de ser enterrado en esta capilla fueron cumplidos; más tarde, algunos de sus descendientes fueron inhumados en este recinto: Pedro, su hijo mayor, en 1794, su hija Ana María Pimentel en 1799 y su nieta María de la Salud Pimentel en 1798.192 De manera que bien podríamos denominar este espacio como Capilla de los Pimentel. Otro detalle notable es la tribuna con reja de hierro forjado que se advierte en lo alto del muro sur, que se comunicaba con el convento. Podemos suponer que la hija monja de don Andrés, sor Ana María de la Salud, podía asistir desde esta tribuna a los ritos y ceremonias que se celebraban en la capilla, como inhumaciones de sus parientes, misas y rosarios dedicados a los mismos, y también a orar por sus familiares y la salvación de sus almas. Conclusión José Andrés de Pimentel perteneció al grupo de patzcuarenses que dieron esplendor a la ciudad lacustre a mediados del siglo xvIII. Es un claro ejemplo de aquellos inmigrantes que arribaron jóvenes procedentes de la península; con el tiempo forjaron una fortuna gracias a las actividades económicas a las que se dedicaron, principalmente el comercio, la agricultura, la ganadería y la minería; contrajeron matrimonio con mujeres criollas y formaron una familia. Llegaron a arraigar profundamente al grado de considerar a la ciudad de Pátzcuaro como su segunda patria pues nunca regresaron a España y decidieron morir y ser enterrados en ella. Su huella histórica aún se percibe en la arquitectura y el urbanismo que caracterizan a esta urbe. Inventario de bienes del difunto José Andrés de Pimentel. 1769 (Fragmento) [Archivo Histórico Casa de Morelos, Negocios Diversos, Leg. 291, ff. 70v.- 84 (Clasif. antigua)]. Valor en pesos y reales de plata. Un peso igual a 8 reales. Oratorio 191 Idem. 192 APP, Entierros, Años 1754-1779, f. 88; Años 1786-1815, f. 57; Años 1786-1815, ff. 88 y 97. 157 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Un colateral, compuesto de frontal y cuatro lienzos, seis imágenes chicas de marfil, siete dichas de pasta, una de Nuestra Señora de la Salud, y un Santo Lignum Crucis, arco, dos tibores donde se sostiene, palabreros, cortina en la puerta, credencia y Cajón de ornamentos 300 pesos Un ornamento de tizú, con todo lo a él anexo 60 p. Una alba con su amito 25 p. Un misal 20 p. Una tabla de manteles con Palio en el altar 8 p. Una lámina de San Francisco de Pa la con marco d plata 20 p. Un relicario grande con cera de Agnus Dei 14 p. Un atril de plata con 16 marcos, a ocho pesos marco 128 p. 4 blandoncillos, pila de agua bendita, campanilla y plato de vinajerascon 27 marcos 4 onzas 220 p. Un cáliz sobredorado 50 p. Un Santo Cristo de más de tres cuartas, con corona, clavos, cantoneras e INRI de plata 50 p. Dos láminas, una del Señor San Joseph, y la otra de Nuestra Señorade Bethlen con vidrios, medio punto y sobrepuestos de plata 45 p. Una lámina calada de la Sangre de Cristo, con vidrios y sobrepuestos De plata 12 p. Sala 20 paisecitos en tejamanil, a real y medio 3 p. 6 r. 2 candiles de plata, con 90 marcos, a 9pesos marco 810 p. Un Santo Cristo, de una vara poco menos, con su corona, clavos y cantoneras de plata, con su baldoquín y Dolorosa de lámina al pie, un marco dorado 100 p. Una lámina de Nuestra Señora de Guadalupe, con medio punto y sobrepuestos de plata 15 p. 2 papeleras grandes maqueadas con chapetuelas de plata y encimados imágenes de Nuestra Señora y San Vicente Ferrer 160 p. Un escaparate de cristal con varias piezas de los mismo, que tiene debajo de llave 150 p. 4 tazas grandes de china con tapaderas a 16 pesos par 32 p. 2 dichas más medianas a 12 pesos par 12 p. 3dichas sueltas más chicas a 8 pesos par 8 p. 2 más pequeñas a 2 pesos par 2 p. Un tiborcito chiquito con tapadera 1 p. 2 tazas medianas como las de arriba, a 12 pesos par 12 p. Un tiborcito con tapadera 12 p. 9 tazas anchas sin tapas a 6 pesos par 27 p. Dichas con pelo 2 p. 3 dichas más chicas a 2 p. cada una 6 p. Una dicha quebrada 1 p. Siete dichas calderas usuales a 6 reales 5 p.2r. Una dicha quebrada 1 p. 158 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. 2 leones de China con sus figuras a 4 r. 1 p. 14 piezas de Guadalajara 4 p. 2 tibores grandes con tapa y peana 150 p. 15 óvalos dorados de una vara con los 12 apóstoles, la SantísimaTrinidad, esposo y esposa, a 5 p. 75 p. 4 láminas de cotense de media varas con los 4 doctores, a 10 r. 5 p. 4 dichas de media vara, con marco dorado, a 4 p. 16 p. 2 espejos de siete ochavas con marcos dorados , a 50 p. 100 p. 4 pantallas ordinarias, a 10 r. 5 p. Un tiborcito con tapa quebrada 4 p. Un rodastrado de China con 24 tablas, dos mesitas, sus escabeles alfombra morisca, un nicho de mdia vara con un nacimiento y varias figuras 215 p. 4 docenas de taburetes claveteados, de bqueta, a 20 p. docena 80 p. Una laminita, sobre puerta de media vara 3 p. Una mesa redonda 5 p. Antesala Un crucifijo en la antesala de una vara con su corona, clavos, cantoneras de plata y baldoquín 36 p. 13 lienzos de dos y media varas con marcos nácar y oro y una sobrepuerta a 7 pesos 98 p. Un terno de hebillas de oro sin corbatín 4 onzas 7 adarmes, a 14 p. 68 p. 2 r. Unas mancuernillas de oro 6 p. Un relicario de oro con Agnus Dei y tres perlitas 25 p. 11 y ¾ onzas de plata en varias piezas sueltas a 6 r. 8 p. 6 ½ r. Un tumbagón de metal 2 p. Un par de hebillas de plata con 3 y ¾ onzas 3 p. Un terno de hebillas de piedras 6 p. 5 pulseritas y unos aretes 6 p. Un par de hebillas charreteras en 12 r.1 p. 4 r. Un peine guarnecido 1p Una botonadura de piedras en mancuernillas 8 p. 6 mancuernas de esmeraldas en plata 15 p. 2 pulseritas y un tembeleque 1 p. 4 r. Una redomita de concha para espíritus 2 p. Unos espejuelos con caja de plata 3 p. Un vidrio graduado 1 p. Un terno de cruz de lazo y sarcillos de oro y diamantes 60 p. Unas pulseras con chapetuelas de oro y esmeraldas 120 p. Un reloj de repetición de oro 250 p. Un abujoncito 1 p. 4 r. Un acicatito 1 p. Una cuchilla de cortar plumas 4 r. Un vacil (¿vacín?) de cama de viento 20 p. --------------------4 630 p. 2 ½ r. Una colgadura de cama de Damasco encarnado, con rodapié y sobrecama de China 250 p. 159 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Un apretador de diamantes que el difunto compró para su hija Doña Ana Un hilo de perlas y unas pulseras que dicho difunto en vida de su difunta esposa dio a dicha Doña Ana su hija 450 p. 800 p. Fig. 1. Fachada de la casa de José Andrés Pimentel en el lado oriente de la Plaza Mayor. 160 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Fig. 2. Patio principal de la casa palaciega con arcos y columnas corintias. Fotografía del autor. Fig. 3. Tinajero en el recibidor de la casa. Fotografía del autor. 161 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 4. Escultura del gigante en el corredor poniente. Fig. 5. Claustro o celda conventual de sor Ana María de la Salud. 162 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Fig. 6. Baño de la monja sor Ana María de la Salud en el antiguo convento de dominicas, hoy Casa de los Once Patios. Fig. 7. Retablo de los Pimentel, hoy dedicada a Nuestra Señora de la Soledad en el templo de El Sagrario. 163 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía Beltrán Ugarte, Ulises, “La Hacienda de San Pedro Jorullo, Michoacán. 1585-1795”, en Historia Mexicana, vol. xxvI, núm. 4, México, El Colegio de México, 1977, pp. 540-575. Ciudad Real, Antonio de, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976. 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La conquista causó una debacle poblacional aborigen debido a las enfermedades y epidemias que trajeron los españoles y los esclavos africanos, así como a la explotación y los abusos de los conquistadores; otros elementos que trastocaron la sociedad indígena fueron los movimientos de población forzados en las campañas de conquista militar y espiritual del norte y occidente de México, así como en las congregaciones de pueblos en la provincia, además de los conflictos por la capitalidad de la provincia y obispado de Michoacán. Las epidemias y pandemias fueron constantes a lo largo de siglos, volvieron a hacerse presentes en la actualidad con el covId 19, quedó en evidencia la fragilidad del género humano ante 1 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correo electrónico: ozie.ltalavera@umich.mx Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad las mutaciones de simples microorganismos, de su capacidad para transmitirse de los animales a los humanos, y sobre del contagio y daño causado a las personas. La gran diferencia en el presente es la evolución que ha tenido el conocimiento científico y tecnológico en la medicina y en la salud. En la época colonial y hasta bien entrado el siglo xIx se desconocían las causas de las enfermedades, los mecanismos de transmisión, se carecían de medios efectivos para su combate, entre otros aspectos que no permitían un control eficaz; tan solo se contaban con la vacuna de la viruela desde inicios del siglo xIx. El fallecimiento de seres queridos fue parte de los acontecimientos inevitables de la vida en la sociedad mexicana, ya fuera en años sin epidemias o bien cuando llegaba el flagelo de una crisis de mortalidad, se consideraba que era un castigo divino por los pecados cometidos, parte de los acontecimientos fatales en la existencia del ser humano. En casos de suma gravedad se rogaba la intercesión divina para poner fin a las pestes; la devoción de la Virgen de la Salud en Pátzcuaro tiene su origen en los milagros de la imagen mariana contra enfermedades, epidemias y sequías. Como resultado de esta visión fatalista se tienen escasas referencias de archivo sobre estos eventos, la fuente más fiable y precisa para estudiar las crisis son los registros parroquiales o civiles de entierros. La muerte afectaba sobre todo a los niños que aportaban la mitad de difuntos en años normales, dependiendo de la epidemia la situación podía empeorar para los párvulos, como ocurrió con la viruela y el sarampión, en otros casos, como el tifo y el cólera, los más afectados eran los adultos. El presente texto aborda las crisis de mortalidad en Pátzcuaro, se describe la fuente utilizada, aspectos generales sobre la población, los eventos más mortales en los siglos xvII, xvIII y xIx, las causas de muerte y los rangos de edad al fallecimiento; con la intención de dar cuenta del desarrollo y vicisitudes de la sociedad patzcuarense. La fuente La investigación tomó como punto de partida las partidas de entierros de la parroquia de Pátzcuaro consultados en línea en el sitio Family Search2 que tiene datos a partir del año 1631, hasta el año 1774 los libros estaban separados entre el clero secular y el clero regular, este último, a su vez, entre agustinos y franciscanos. A partir del último cuarto del siglo xvIII la anotación quedó concentrada en el clero secular. La calidad de las partidas fue variable, aunque por lo regular sucinta. El problema más grave, al igual que la mayoría de las parroquias novohispanas y mexicanas, fue el subregistro de párvulos, es decir los niños menores a 7 u 8 años que aportaban la mitad de los fallecidos. Hasta el año 1836 se tendría un registro completo de fallecidos. Las causas de muerte y la edad del fallecido se encuentran de manera constante a partir de 1846; en total se capturaron 30,839 actas. 2 Family Search (en adelante fs), familysearch.org, consultado en línea el 2 de marzo de 2020. 168 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. La anotación de los difuntos es completa hasta el año 1865, posteriormente el registro civil retoma las funciones de control de la población, aunque no de forma completa, quizás hasta el porfiriato el gobierno tuvo una anotación casi absoluta. Por otra parte, se incluyen datos de población de la época colonial y hasta inicios del siglo xx, tomando en cuenta los más fiables, pues una buena cantidad de cifras son aproximaciones, además no son continúas. Los primeros registros contenían en el mismo volumen a todas las calidades, a partir de 1664 se separó la anotación entre españoles, indios y castas; existe un subregistro de indios entre 1765 y 1773. A partir del año 1822, con el México independiente, se eliminó la separación por calidad y todos quedaron registrados en el mismo volumen, aunque eventualmente se identificaron a los indígenas con las denominaciones “descendientes de los primeros pobladores” o “ciudadanos agraciados”. La atención espiritual y, por lo tanto, la anotación estaba separada de la siguiente forma. Bajo el Curato: barrio de San Salvador, y los pueblos de Tupátaro, Cuanajo y Zurúmutaro, además de la población no indígena que vivía en Pátzcuaro, así como en ranchos y haciendas de los alrededores; con los franciscanos: barrio de San Francisco y los pueblos de Tócuaro y Nocutzepo; con los agustinos: los barrios de Santa Catarina Mártir, San Bernardino y San Agustín, los pueblos de Huecorio, Janitzio, San Bartolomé Pareo, San Pedro Pareo, Chapitiro y Tzentzénguaro. El escenario: población y condiciones Pátzcuaro, al igual que el resto de los asentamientos mexicanos, formaba parte del antiguo régimen demográfico, con una alta mortalidad, sobre todo infantil, agravada en ciertos años por epidemias y pandemias, las hambrunas y la guerra tuvieron poco efecto en México. La alta mortalidad era compensada por una alta natalidad dando como resultado un lento crecimiento poblacional. En teoría, los trastornos políticos y administrativos por ser la capital civil y religiosa de Michoacán afectaron negativamente a Pátzcuaro. El establecimiento del sistema de intendencias terminó por privilegiar a Valladolid, lo que supondría un impacto negativo en el número de habitantes. Los datos de población para Pátzcuaro tienen la particularidad que en ocasiones incluyen los pueblos de la parroquia y en otros casos únicamente a la ciudad, por lo cual se pueden tener cifras muy diferentes; hay una buena cantidad de datos sobre tributarios, pero la ciudad tenía una porción importante de españoles y castas, por lo que el cálculo puede ser deficiente. Algunos de los datos fueron calculados a partir de las “casas”, “familias” o individuos de “comunión y confesión”. Es evidente que en algunos años las cifras eran aproximadas, como se muestra en las cifras cerradas a miles. De manera general los datos del siglo xvII reflejan el descenso poblacional de los indígenas a la llegada de los españoles que se prolongó hasta el siglo xvIII. 169 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En el año 1581 se estableció que los indios de Pátzcuaro, y al parecer de todo el imperio purépecha, en tiempo de su gentilidad, vivían mucho más sanos, duraban y multiplicaban más, según dijeron nunca se vio pestilencia entre ellos, como ocurrió después de la conquista. La percepción era que se trataba de un castigo divino por los cambios que tuvieron, por ejemplo, antes no conocían hombre y mujer sino hasta los 30 o 40 años, no comían ni bebían como en la época colonial, pues se volvieron extremadamente viciosos. Pátzcuaro tenía un temple sano, aunque algo frío y húmedo, los naturales hacían muchas bubas, evidencia del mal francés o sífilis; las enfermedades ordinarias eran el tabardete y el dolor de costado.3 De las múltiples epidemias del siglo xvI se tiene constancia de una a partir de la muerte de Don Pablo Guzmán Huitzimengari, quien recibió las órdenes menores de los jesuitas y se dedicó al cuidado de los contagiados de tifo en el hospital de Santa Marta, contrajo el mal y falleció en 1577, con él terminó la descendencia legítima del cazonci.4 El clérigo Ysassi en 1649 señaló que la ciudad tenía un temple frío en invierno, en tiempo de aguas llovía mucho, no había calor; el cura administraba 9 o 10 barrios de indios de diversos oficios con poca gente que apenas llegaban a 60 vecinos, igual situación vivía cuatro pueblos: Cuanajo, Tupataro, Zurumútaro y “Guipio”, también se habían acabado los pobladores de otros 4 o 5 barrios; la decadencia de los barrios y pueblos indios era compartida en las jurisdicciones de los frailes franciscanos y agustinos.5 Una información, al parecer de 1744, señala que Pátzcuaro tenía temperamento benigno y muy frío, contaba con un padrón eclesiástico de cuatro mil almas, la nobleza indígena casi estaba extinta por la mezcla con negras y mulatas, así como por las epidemias, tenía el regalo de todos los frutos de la tierra caliente que estaba muy cerca.6 Algunos usos y costumbres de Pátzcuaro aparecen en una disposición del virrey, marqués de Cruillas en aspectos de “sanidad” y “seguridad”, a solicitud del Procurador General de este lugar. Los vecinos debían empedrar el frente de sus propiedades, hasta llegar a los canales, y encañar los desagües cubriéndolos para permitir el paso, lo que se debería hacer en término de 15 días, caso contrario la obra sería ejecutada por el procurador y se cobraría el costo, además de 6 pesos de multa. Ninguna casa o persona arrojarían basuras en la plaza, plazuelas y calles, so pena de castigo de 50 azotes a los de color quebrado (esclavos o criados), por cada vez que lo hicieran; a sus amos y demás personas les cobrarían una multa de 6 pesos que se utilizarían en las obras públicas de la 3 Rene Acuña, Relaciones geográficas del siglo xvI, Michoacán. México, UnAM, 1987, pp. 200-201. 4 Dagmar Bechtloff, Las cofradías en Michoacán durante la época de la Colonia: La religión y su relación política y económica en una sociedad intercultural. México, El Colegio de Michoacán: El Colegio Mexiquense, 1996, pp. 92-94. 5 Francisco Ysassy. “Demarcación y descripción del Obispado de Mechoacan y Fundación de su Iglesia Cathedral”, en Bibliotheca Americana, vol. 1, núm. 1. 1982, pp. 116-121. 6 Archivo General de Indias (en adelante AgI), Indiferente, 108. f. 278. 170 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. ciudad. El procurador general, a costa de los arbitrios, haría limpiar la plaza, plazuelas y calles de los basureros. Las basuras se pondrían en las barrancas, donde se juntaría con las aguas del desagüe y derrames, o en los solares que estaban fuera del barrio, caso contrario se aplicaría multa de 6 pesos por cada vez que así lo hicieran.7 Ninguna persona tendría lechones en las calles, plaza ni plazuelas, ni tampoco en los barrios, estos animales podrían ser matados por cualquier persona y tomar la carne, en dado caso lo haría el verdugo público, para que “se eviten los graves daños y perjuicios que los referidos animales hacen en los empedrados, desagües, cañerías, y milpas, huertas y sembrados, principalmente de los miserables referidos yndios”.8 Los panaderos y revendedores de pan deberían apegarse al peso y norma, dando la onza de pan al precio de las harinas, en caso contrario perderían el pan que sería repartido entre los pobres, además de una multa de 12 pesos. Ninguna persona lavaría ropa ni otra cosa en las pilas, piletas de la plaza o plazuelas; tampoco, tampoco se debían permitir que los animales abrevaran ahí, so pena de multa de 6 pesos. Ninguna persona admitiría en sus casas a forasteros sospechosos y con especialidad en los barrios, dando cuenta en 24 horas a la Real Justicia, so pena de un mes de cárcel. Ninguna persona debía portar armas cortas, ni vedadas. Todo lo anterior se dio a conocer el 10 de marzo de 1765 por voz del pregonero público Juan Tupatan. Un icono de Pátzcuaro es la Virgen de la Salud; en 1860 el clérigo Romero señaló que la devoción fue impuesta como patrona de los enfermos por Vasco de Quiroga, de ahí su devoción en todo el obispado. La temperatura de Pátzcuaro y pueblos circunvecinos era bastante fría, pero con un clima muy sano, las enfermedades dominantes eran las pulmonías.9 Los datos de población no son continuos, ver cuadro 1, aunque se pueden evidenciar una disminución de la población hasta 1679, posteriormente viene un ligero crecimiento, pero irregular, desafortunadamente hay un salto en la información entre fines del siglo xvII y hasta la primera mitad del xvIII; a partir de entonces se muestra un crecimiento de la población que fue general en Michoacán, aunque las cifras pueden resultar contradictorias, por ejemplo, entre 1784 y 1789 aumentó la población, cuando hubo crisis de mortalidad como las fiebres o Gran Hambre en 1785 y 1786; caso diferente es la cifra del año 1790 que incluye a 94 religiosos y 157 religiosas, el dato de 1803 claramente es una aproximación, la cifra de 1822 reflejaría un incremento de habitantes respecto al año 1790, aunque por lo regular se establece lo contrario, un descenso por efecto de los once años del conflicto armado insurgente, las batallas y enfrentamientos debieron causar un éxodo de personas. 7 Ibid, f. 57-61. 8 Ibid, f. 59. 9 José Guadalupe Romero, Noticias para formar la historia y estadística del obispado de Michoacán, Morelia, Fimax publicistas, 1972, pp. 74-77. 171 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Año Habitantes Año Habitantes Año Habitantes 1619 3,485 1763 2,486 1835 7,343 1631 2,520 1765 3,000 1860 10,015 1649 2,070 1768 2,527 1860 3,783 1679 1,418 1770 2,586 1873 6,065 1681 2,204 1775 3,800 1882 7,511 1683 2,232 1784 3,095 1895 7,057 1683 2,268 1789 4,339 1900 7,621 1754 4,348 1790 4,659 1910 6,875 1760 3,653 1803 6,000 1910 6,910 1758 3,244 1822 5,129 1921 7,748 Cuadro 1.- Habitantes en la ciudad de Pátzcuaro.10 10 Alberto Carrillo Cázares, Partidos y padrones del obispado de Michoacán: 1680-1685, Zamora, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán. 1996, pp. 78-99. Juan José Martínez de Lejarza, Análisis estadístico de la Provincia de Michoacán en 1822, Morelia, Fimax publicistas, 1974, p. 38. 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Un ejemplo de números diferentes es en el año 1860, entre el emitido por José Guadalupe Romero y el de un padrón civil, una diferencia de más del doble es posible que el levantamiento tuviera subregistro, pero el dato de Romero es excesivo. Los censos nacionales en teoría arrojarían una cifra más fiable, aun así llama la atención el decrecimiento entre 1900 y 1910 cuando fue una etapa de crecimiento, en sentido contrario hubo un aumento entre 1910 y 1921, en tanto que para el resto del país hubo un decrecimiento debido al conflicto armado, la gripe española y el tifo. Las crisis de mortalidad Los efectos de las crisis de mortalidad se establecen en la proporción de población que falleció, que se mide sobre todo a través de la Tasa Bruta de Mortalidad, este parámetro requiere datos fiables de habitantes, lo que se tendría hasta 1895 con los censos nacionales; pero, incluso en la actualidad, es un tema complejo. La cantidad de fallecidos por covId 19 es objeto de discusión, al comparar la mortalidad del 2020 y 2021 con años anteriores se tienen cifras mayores de sobremortalidad respecto a las oficiales que toman en cuenta únicamente los casos confirmados.11 La historia demográfica cuenta con varias fórmulas y métodos para establecer el grado de intensidad de una epidemia, a partir de los fallecidos en un año en comparación con años normales, por lo regular se utilizan diez como referencia, en este trabajo se utilizó el procedimiento de Lorenzo del Panta y Massimo Livi-Bacci.12 Históricamente las epidemias y pandemias han tenido un impacto diferente en las regiones y asentamientos de México. Los congresos y coloquios que estudian el tema han mostrado el grado diverso de afectación, así como en el periodo de la crisis y el tiempo de llegada. La contingencia actual ha mostrado un comportamiento similar, estados, regiones y municipios con situaciones distintas. Otra realidad histórica ha sido la presencia de crisis de carácter local o regional, con pocas 11 Mario Romero Zavala y Laurianne Despeghel. “¿Qué nos dicen las actas de defunción de la cd Mx? Actualización al 27 de diciembre 2020” en Nexos, Datos.nexos.com.mx, revisado en línea el 1 de marzo de 2021 y Raúl Rojas. “México, con 190 mil muertos y 10 millones de contagios, calculan” en El Universal, www.eluniversal.com.mx, consultado en línea 21 de septiembre de 2020. 12 La fórmula es: I= Dx_Mx I = Intensidad de mortalidad en un año determinado. Dx = Cifra anual de defunciones en cierto año. Mx= Media aritmética defunciones anuales. Se toman cinco años atrás y cinco años posteriores del año a medir, se eliminan los dos valores más y bajos, y los dos más altos, con lo cual se obtiene la Media. Las cifras de Intensidad de 1.5-2.5 son Crisis menor, 2.5-3.5 son Crisis media y > a 4 son Gran crisis.Lorenzo Del Panta, y Massimo Livi-Bacci, “Chronology, intensity and diffusion of mortality in Italy, 1600-1850”. Charbounneau H., Larose A. (Eds.). The great mortalities: methodological studies of demographic crises in the past, Schenectady, N. Y., Liege Ordina Editions, 1979, pp. 72, 76-77. 173 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad referencias de archivo, pero que dejaron su huella en una estela de muertes. El impacto de las crisis es diferente por grupo de edad, así como el covId 19 ha mostrado una afectación mayor en los adultos de más de 60 años, enfermedades como viruela o sarampión atacaron más a la población infantil, y otras como cólera o tifo se cernían sobre la población adulta. Mortalidad año normal: 1631-1821 8.5 8 7.5 7 6.5 6 5.5 5 Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Gráfica 1.- Mortalidad en año normal: 1631-1821. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. Es evidente que la mortalidad normal tenía un comportamiento estacional, a lo largo del año se presentaban etapas más agudas como se muestra en la gráfica 1. Es notable el incremento a partir de marzo y cúspide en mayo, posteriormente un descenso que se prolonga hasta noviembre y después un ligero repunte en diciembre y enero del siguiente año, seguido de una caída. El aumento se tiene en la época de calor y la temporada de lluvias, de la mano de las enfermedades gastrointestinales. Al sacar el porcentaje de hombres y mujeres fallecidos se tiene una distribución cercana a los porcentajes por sexo de la población en Pátzcuaro, 48% hombres y 52% mujeres. La mortalidad normal en párvulos, con datos completos, muestra un cierto patrón, como se tiene en la gráfica 2; en el arranque de la curva tiene mayor participación los adultos, entre marzo y mayo, y repunte en julio, los párvulos se suman desde abril, con cúspide en junio y posterior descenso que se prolonga más respecto los adultos. 174 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Mortalidad año normal: 1822-1865 17 15 13 11 9 7 5 Ene Feb Mar Abr May Jun Párvulos Jul Ago Sep Oct Nov Dic Adultos Gráfica 2.- Mortalidad en año normal en adultos y párvulos: 1822-1865. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. Las crisis del siglo XVII La frecuencia de epidemias en esta centuria fue factor importante en el decrecimiento poblacional, pese al subregistro de párvulos es evidente el impacto mayor sobre los más pequeños, sobre todo debido a la viruela y al sarampión, como se puede observar en el cuadro 2. En la viruela era común que transcurriera cierta cantidad de años después de la última afectación, cuando llegaba sobre una población que no resultó inmunizada por la última epidemia. Hay varias crisis medias o gran crisis de las cuales no se tienen referencias o son muy escasas, como en 1636, 1673 o 1682. Hubo años difíciles entre 1645 y 1648, el obispo Fray Marcos Ramírez de Prado mandó una limosna para las mujeres pobres de Pátzcuaro, como beneficiarias aparecen varias mujeres españolas o de razón, incluso se encuentran Doña Mariana Castilleja y Doña Magdalena Puruata.13 Del año 1673 se tiene referencias de una muerte por “achaque repentino contagioso” de doña María Alba Senteno, española casada.14 13 Archivo Casa Morelos (en adelante AcM), 1197. 29. 14 fs, defunciones, Pátzcuaro, f. 18. 175 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Año Tipo de crisis y grupo de edad Causa posible 1636 Media en total, adultos y párvulos Crisis agrícola 1639 Menor párvulos Sarampión 1642 Menor adultos Tifo 1645, 1647-1648 Menor párvulos Peste 1652-1653 Menor párvulos Viruela 1659 Menor párvulos Sarampión 1660 Menor adultos y total Calentura y dolor de costado 1662 y 1665 Menor párvulos Viruela 1670 Menor párvulos ¿Crisis local? 1673 Media en párvulos y menor en adultos y total Escasez maíz 1682 Gran crisis párvulos Enfermedad 1683 Menor párvulos Enfermedad ¿tifo? 1689 Menor total y adultos Viruela 1692 Gran crisis párvulos, media total y menor adultos Viruela y sarampión 1693 Menor total, adultos y párvulos Viruela y sarampión Cuadro 2.- Crisis de mortalidad en Pátzcuaro en el siglo xvII. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. 176 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Existe una referencia sobre tifo en los años 1682 y 1683, aunque esta afectaba a la población adulta. Fray Bartholome Días [sic], Prior del Convento y Hospital de San Juan de Dios en Pátzcuaro, señaló que en un libro sobre los enfermos del hospital apareció Ana de Aruga, vecina de Pátzcuaro, casada de veinte años, entró a curarse de tabardillo, pero murió el 26 de octubre de 1684.15 El año de 1692 debió ser calamitoso, fue necesaria la intercesión de la Virgen de la Salud para controlar la peste. La imagen mostró una estrella en la frente, desde ese día comenzaron a mejorar los enfermos y se fue desvaneciendo la epidemia. También hubo retraso en las lluvias, se presentaron hasta mediados de junio y esto después de sacar en procesión la imagen mariana. De nueva cuenta aparece el tifo como responsable; Doña Gerónima Sagredo, era víctima del tabardillo al igual que Doña Rosa Rangel, pero en este último caso se señala que, en presencia de la imagen peregrina de la Virgen de la Salud, dos parótidas que tenía en la garganta se reventaron y con ello Rosa recuperó la salud.16 Este síntoma corresponde a peste bubónica, el azote del medievo europeo, no de tifo. Le llevaron para su consuelo a la Santa Imagen Peregrina y sin otra diligencia, ni otro medicamento más, que la presencia de la Señora Peregrina, se rompieron y abrieron por sí solas las parótidas, y por sus aberturas o bocas despidió la enferma todo el mal, hasta quedar perfectamente buena y sana.17 En las mismas fechas escribió Fray Francisco de Morales, prior del convento y hospital de San Juan de Dios en Pátzcuaro, que el hospital era sumamente pobre y estaba cargado de enfermos, “Por lo qual se halla dicho ospital desnudo de todas las ropas por averse destruydo lo poco que en el se allava en la epidemia que actualmente se esta padeciendo”.18 Es curioso que en los años 1682, 1683, 1692 y 1693 en los cálculos la población afectada fueron los párvulos, pero en las pocas fuentes encontradas se habla de tifo en los adultos, se puede especular que el fallecimiento de niños era visto como algo “normal” parte de los acontecimientos cotidianos en las familias. Es evidente la frecuencia de las epidemias en este siglo, en algunos casos podía ser una epidemia que transcurrió a lo largo de dos años, aunque también es posible un rebrote después de la afectación principal. 15 AcM, Diocesano, Gobierno, Sacerdotes, Informes, Caja 21, Exp. 49, s.f. 16 Manuel Toussaint, Pátzcuaro, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Escuela de Arquitectura, 1942, pp. 249-250. 17 Id. 18 AcM, 435, diocesano, gobierno, religiosos, juaninos, caja: 13, exp. 6. 177 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Las crisis del siglo XVIII En esta centuria las epidemias mostraron un mayor espaciamiento a lo largo del tiempo, ver cuadro 3, resalta que el Gran matlazáhuatl no fue tan grave en Pátzcuaro, previamente tuvo lugar una crisis local en 1737 de categoría media en adultos y total, se puede afirmar que es una enfermedad diferente por el tiempo de afectación, más rápido en afectar a un asentamiento en un rango de 2 a 30 días; en tanto que el matlazáhuatl, a lo largo de 1738 y hasta mediados de 1739, duraba más tiempo castigando a la población, entre 50 y 100 días.19 Existen varias actas de inicios de 1737 que contienen la muerte del matrimonio en una sola anotación, dando cuenta de un contagio inmediato y fatal.20 Año Tipo de crisis y grupo de edad Causa posible 1700 Menor adultos y párvulos Tifo 1704-1705 Menor total, adultos y párvulos Tifo y viruela 1706 Media párvulos, menor total y adultos Tifo y viruela 1717-1720 Menor o media en párvulos Tifo 1727 Menor párvulos Viruela 1734 y 1735 Menor o media en párvulos ¿Crisis local? 1737-1739 Media o menor total y adultos Matlazáhuatl y ¿crisis local? 1747 Menor párvulos Viruela 1749 Menor párvulos Epidemia y hambre 1754, 1768, 1774 y 1776 Menor párvulos ¿Crisis regional? 1762-1763 Gran crisis o menor párvulos Viruela y tifo 1780 Gran crisis párvulos, media total y menor adultos Viruela 1784-1786 Menor párvulos, adultos y total Fiebres ¿gran hambre? 1798 Media párvulos, menor en total y adultos Viruela Cuadro 3.- Crisis de mortalidad en Pátzcuaro en el siglo xvIII Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. 19 Se tiene una discusión a mayor profundidad y comparando con Valladolid y Pátzcuaro en Oziel Talavera, “Las crisis de mortalidad en Valladolid-Morelia, Pátzcuaro y Uruapan, Michoacán, México, (1631-1860)” en Revista de Demografía Histórica, xxxvI, pp. 141-144. 20 fs, defunciones, Pátzcuaro, f. 75. 178 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Para el año 1700 se tiene testimonio de muerte por tabardillo o tifo, en relación con la primera pandemia del siglo.21 Para el resto de la centuria no se tiene información sobre los padecimientos que llevaron a las personas a la tumba, aunque existen referencias para otras zonas. Otro caso que muestran la variación regional en la afectación son los años del “Gran hambre”, que en realidad fueron fiebres,22 con un impacto menor respecto otras crisis, como en 1762-1763 y 1780, que tuvieron un efecto terrible en los párvulos e incluso en los adultos. Los efectos de la epidemia de 1780 fueron devastadores en Michoacán, tanto en Valladolid como en Pátzcuaro, aunque en ambos casos se tiene una estimación del impacto al no contar con el total de niños fallecidos, como ocurrió en Uruapan donde fue una gran crisis.23 La viruela se hizo presente nuevamente a fines de la centuria, aunque también afectó a la población adulta. Las crisis del siglo XIX Durante la centuria decimonónica, ver cuadro 4, llegaron dos pandemias que se originaron en Asia, llegaron a Europa y se trasladaron al continente americano. Los cóleras de 1833 y 1850, retomando lo dicho sobre la variación regional, tuvieron un impacto menor, hubo otros eventos con mayor grado de afectación. El sarampión de 1804 atacó con severidad a los más pequeños, seis años después ocurrió una crisis media, posiblemente de tipo local. A partir de la consumación de la Independencia disminuyó la frecuencia de las epidemias pese a la constante movilización de tropas debido al continúo estado de guerra del país. Año Tipo de crisis y grupo de edad Causa posible 1804 Gran crisis párvulos y menor total Sarampión 1810 Media párvulos ¿Crisis regional? 1814 Menor adultos y total Fiebres misteriosas 1815 y 1816 Menor párvulos ¿Crisis local? 1826 Menor párvulos Viruela y tifo 1830 Menor párvulos Viruela 21 fs, defunciones, Pátzcuaro, f. 16. 22 "Ver: Oziel Talavera, “Las crisis de mortalidad en Valladolid-Morelia, Pátzcuaro y Uruapan ..." 23 Se tiene una discusión a mayor profundidad y comparando con Valladolid y Pátzcuaro en Oziel Talavera, “Las crisis de mortalidad en Valladolid-Morelia, Pátzcuaro y Uruapan, Michoacán, México, (1631-1860)” en Revista de Demografía Histórica, xxxvI, pp. 144-146. 179 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad 1833 Menor adultos y total Cólera 1840 y 1841 Menor en párvulos y/o total Viruela 1848 Menor en total, adultos y párvulos Tifo 1850 Menor en total y adultos Cólera 1856 y 1857 Menor en párvulos Viruela y tifo Cuadro 4.- Crisis de mortalidad en Pátzcuaro en el siglo xIx. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. En el siglo se vuelve a tener la misma situación de pocas referencias de archivo, en especial de las que fueron más graves como las de 1804 y 1810. Se tiene alguna información para el año 1830, a partir de los estragos de la viruela en la ciudad de México se establecieron una serie de medidas para el resto de ciudades y pueblos de la federación, sobre todo se debía procurar la propagación del fluido vacuno entre los niños, sabiendo la influencia de los párrocos y demás eclesiásticos en las familias de los indígenas se pidió el apoyo de todos los integrantes del clero de la diócesis, además se remitieron cien ejemplares del método curativo para la viruela elaborado por el “Tribunal del Proto-Medicato de esta Capital”.24 La pandemia de cólera de 1833, pese a que se sabía de su propagación desde años atrás, tomó por sorpresa a las autoridades, parte de la medidas incluyó tomar noticias sobre los médicos que había en el estado de Michoacán, todos concentrados en Morelia, salvó uno que estaba en Pátzcuaro, la intención era tener noticias de las enfermedades a través de los facultativos, la gran mayoría de los ayuntamientos no contaban con el personal sanitario, por lo cual se nombró una comisión para calificar la enfermedad donde apareciera.25 Años más adelante llegó nuevamente el cólera, en 1850 el gobierno del estado publicó un boletín dando cuenta del desarrollo del mal. En Pátzcuaro se había empezado a desarrollar desde hacía dos o tres días, como se dio cuenta el 27 de marzo, en Tupátaro y Cuanajo comenzaron los estragos; posteriormente, entre la semana del 2 al 9 de abril, habían enfermado 136 personas y muerto 74. El 12 de mayo se reportó que en una semana enfermaron 24 personas, 15 hombres y 9 mujeres, la mayoría superaban los veinte años.26 24 AcM, s. xIx. Diocesano, gobierno, Correspondencia, autoridades civiles. Caja 35, exp. 100. 25 Archivo Histórico del Municipio de Morelia (en adelante AHMM), Caja 23, exp. 1C. 26 Agn. Boletín sobre el cholera morbus en Michoacán, Morelia. Imprenta de I. Arango. Boletín núm. 4, jueves 4 de abril de 1850, Boletín núm. 8 viernes 19 de abril de 2010. 180 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Las causas de muerte En la época colonial y buena parte del siglo xIx no se signaba la causa de fallecimiento, excepcionalmente, cuando no podían recibir los sagrados sacramentos, se llegaba a mencionar, era común que aparecieran las muertes súbitas, repentinas o violentas. Por ejemplo, Pedro Sánchez de Alcaraz, en enero de 1683 fue traído a la ciudad por la Justicia, pero a media legua de distancia muchos vecinos lo mataron; o Nicolás de Ayala Montemolín, quien estando de pie cayó muerto en mayo de 1681, quizás un infarto fulminante; de manera similar María Curdaque murió repentinamente de algo que le dio a beber un indio curandero en abril de 1696.27 De manera excepcional se daba cuenta de muertes en extrañas circunstancias como el cuerpo de un niño amortajado que amaneció colgado el 29 de julio de 1698 en la ventana de la casa del bachiller Cristóbal Ramírez, cura y juez eclesiástico, aunque el pequeño de un año murió un día antes, se puede especular que fue procreado por el clérigo, puesto que el cadáver fue sepultado en la capilla mayor del hospital de Santa Marta, Ramírez firmó el acta respectiva. En otros casos se dio cuenta de la ejecución de criminales, para escarnio de la población, se exhibió una cuarta parte del cadáver de Manuel Frías, quien fue ejecutado en la ciudad de México, después de cinco días de ser expuesto se enterró en agosto de 1756. Algunas actas daban cuenta de asesinos y sus asesinatos, como Ignacio Santos quien se refugió en el convento de San Agustín tras dar muerte a Manuel Pelallo, Santos fue herido por uno de los guardias puesto por la justicia cerca del convento, después de ocho días falleció sin confesión, lo que ocurrió el 21 de septiembre de 1751.28 Al contar con la causa del fallecimiento, por lo regular, se reportan los síntomas, no la enfermedad, había algunas enfermedades bien identificas históricamente como la viruela o el tabardillo (tifo), por lo regular, aparecen fiebre, disentería, dolor o algún otro padecimiento similar, mismos que podían corresponder a un sinfín de enfermedades. Las diez principales causas de muerte en años normales se muestran en el cuadro 5. En primer lugar, aparece la disentería con poco más del 15%, en seguida la fiebre con algo más de 10%, con cifras menores se encuentran: hidropesía, dolor de costado, tos, dolor, entre otros, resalta el concepto de malnacido que corresponde a niños recién nacidos, más adelante se aborda. 27 fs, defunciones, Pátzcuaro, f. 12, 14, 37 y 40. 28 fs, defunciones, Pátzcuaro, f. 12, 15, y 85. 181 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Causa Cantidad % Disentería 487 16.4 Fiebre 402 13.5 Hidropesía 172 5.8 Dolor costado 136 4.6 Tos 135 4.5 Dolor 122 4.1 Inflamación 103 3.5 Malnacido 91 3.1 Ético 87 2.9 Tisis 81 2.7 Cuadro 5.- Causas de muerte en Pátzcuaro, año normal: 1849-1865. Elaboración propia a partir de libros de defuncines, parroquia de Pátzcuaro en fs. Ya se mencionó que los párvulos aportaron la mitad de los fallecidos en años normales, sus causas de muerte fueron algo diferente como se puede ver en el cuadro 6. En primer lugar, estuvo la disentería con poco más de una quinta parte, en segundo lugar, la fiebre, poco más de una décima, muy de cerca se encuentra la tos; a continuación, viene malnacido que correspondería a muerte perinatal, niños que apenas nacían y prontamente morían; después se encuentran otros padecimientos. Es evidente que los males gástricos aquejaban a los más pequeños con la disentería; la fiebre desciende un poco, en tanto que la tos adquiere más importancia, lo que se relaciona con el aparato respiratorio. 182 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Causa Cantidad % Disentería 303 22.2 Fiebre 169 12.4 Tos 133 9.8 Malnacido 91 6.4 Ético 83 6.1 Dolor 75 5.5 Inflamación 31 2.3 Tisis 26 1.9 Dolor costado 24 1.8 Alferecía 16 1.2 Cuadro 6.- Causas de muerte en párvulos en Pátzcuaro, año normal: 1849-1865. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. Los rangos de edad al fallecimiento Casi al mismo tiempo que la causa de muerte hace su aparición la edad del fallecido en las actas de defunción. La anotación no corresponde más a párvulos, adultos, casados, viudos, solteros o doncellas, sino que además se asienta determinada edad, muy probablemente aproximada, pues las personas tendían a redondear en decenas el dato, sobre todo, pasando los veinte años. Resulta evidente lo que ya se mencionó, los párvulos eran la mitad de los fallecidos, ver cuadro 7, dato próximo a los niños menores de diez años, el siguiente decenio tiene la cifra más baja, menos del 5%, posteriormente sube a cifras entre 6.9 % y 8%, para volver a incrementar a partir de los 60 años, dando una forma de herradura o “U” en una gráfica. 183 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Rango años Cantidad Por ciento 0-9 2,463 49.0 10-19 222 4.4 20-29 391 7.8 30-39 400 8.0 40-49 371 7.4 50-59 346 6.9 60 o más 685 13.6 Sin dato 152 3.0 Total 5,030 100 Cuadro 7.- Rangos de edad en defunciones en Pátzcuaro, año normal: 1846-1865. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. Las cifras en los menores a diez años muestran la mayor mortandad en los que no habían cumplido su cuarto aniversario, casi el 85%; los niños que no llegaron al año constituyeron poco más de un tercio del total, los de un año fueron poco más de una quinta parte, seguidos de cerca por los niños de dos años, ver cuadro 8. Lo anterior muestra la gran proporción de niños pequeños que morían, en una época casi sin vacunas, salvo la de viruela, sin antibióticos, sin un sistema hospitalario moderno, ni atención médica; fue un hecho que la atención “sanitaria” se centraba en la población en edad productiva y reproductiva, con los cuales se podía reponer la población después de una crisis con la procreación de niños, de igual manera se reactivaban las actividades económicas. 184 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Rango años Cantidad Por ciento Menor a 1 845 34.3 Uno 548 22.2 Dos 445 18.1 Tres 247 10.0 Cuatro 118 3.3 Cinco 82 3.7 Seis 90 1.0 Siete 25 1.7 Ocho 42 1.0 Nueve 21 1.7 Total 2,463 100 Cuadro 8.- Rangos de edad defunciones en niños, año normal, Pátzcuaro: 1846-1865. Elaboración propia a partir de libros de defunciones, parroquia de Pátzcuaro en fs. Epílogo El desarrollo poblacional de Pátzcuaro estuvo determinado por una alta mortalidad agravada en varios años por crisis debido a epidemias y pandemias, de un declive que comenzó a partir de la conquista española pasó a un ligero crecimiento comenzando la segunda mitad del siglo xvIII. Las constantes enfermedades que azotaban a la sociedad tuvieron una afectación diferente respecto la Nueva España o México, aunque fue más propensa a la llegada de pestes por ser un importante punto de intercambio comercial. La población tomó como parte de los acontecimientos inevitables de su acontecer la muerte de seres cercanos, sobre todo niños, tanto en años de normalidad como en los de crisis, cuando eran particularmente graves, pedían la intercesión divina para aplacar la peste. El registro de niños 185 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad difuntos y los efectos de las diversas crisis en ellos se puede dimensionar en su totalidad hasta bien entrado el siglo xIx, al existir una anotación completa, para tiempos anteriores tenemos una idea del costo de vidas por consecuencia de enfermedades como el sarampión y la viruela. El desarrollo científico y tecnológico en materia de salud ha permitido desarrollar tratamientos, vacunas, medidas de prevención, atención hospitalaria, entre otras medidas para combatir las enfermedades, medios con los cuales no se contaba sino hasta bien entrado el siglo xx. Llama la atención que después de centurias de padecer las pestes, exista en la actualidad, por una parte de la población e incluso de gobernantes, la negación de la pandemia, hacer caso omiso de las medidas de prevención, ofrecer medicinas milagrosas, sacar provecho del miedo de la gente, hacer uso político, por citar algunos comportamientos que se han manifestado con el COVID 19, con sus consecuencias negativas. 186 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Bibliografía Acuña, Rene (edición). Relaciones geográficas del siglo xvI: Michoacán. México, UnAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1987. Bechtloff, Dagmar. Las cofradías en Michoacán durante la época de la Colonia: La religión y su relación política y económica en una sociedad intercultural, México, El Colegio de Michoacán, El Colegio Mexiquense, 1996. Carrillo Cázares, Alberto (paleografía y transcripción del documento). Michoacán en el otoño del siglo xvII, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1993. 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En 1813, el intendente Manuel Merino y Moreno informó a Calleja que desde 1811 la capital michoacana estaba aislada y privada de todo comercio con el resto de la provincia; y a ello habría que añadir otros azotes, como la epidemia de tifoidea de 1813.30 Merino había sido nombrado intendente corregidor de Michoacán desde el estallido de la insurrección, sin embargo, fue encarcelado por los insurgentes y no le fue posible tomar posesión de su cargo sino hasta un año después, el cual desempeñó hasta 1821. 29 UMnsH/InAH. Correo electrónico: jaime_reyes@inah.gob.mx 30 Margaret Chowning, Wealth an Power in Provincial Mexico. Michoacán from the Late Colony to the Revolution, Stanford, California, Stanford University Press, 1999, p.86. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La llegada de Félix María Calleja al gobierno virreinal, en marzo de 1813, trajo consigo un recrudecimiento de las hostilidades y un retroceso en el avance insurgente, ya que los insurrectos comenzaron a perder importantes posiciones; las disputas internas entre los revolucionarios y las derrotas sufridas en los campos de batalla desmoralizaron la causa, por lo cual, se menciona que al término del gobierno de Calleja en 1816, el nuevo virrey, Juan Ruiz de Apodaca encontró una situación casi controlada, pues únicamente subsistían pequeñas bandas de guerrilleros en ciertas regiones aisladas del territorio novohispano, a las cuales se siguió combatiendo. El papel de Calleja como gobernante de la Nueva España fue muy importante en términos militares, fue un verdadero “represor de la insurgencia”. 31 Pese a la debilidad de las células insurgentes, éstas seguían presentes y sus acciones afectaban igual a la sociedad entera; por ejemplo, en octubre de 1815, Mariano de Aragón, alférez urbano de Valladolid, declaró que sus padres le habían heredado a él y su hermana las existencias de la hacienda de Taretan, propiedad que había sido de los agustinos, pero que como todas “ha sido saqueada y destrozada por los rebeldes”. Aún así, y ante su escasa economía familiar, Aragón solicitó permiso de cuatro meses para trasladarse a su finca, con la esperanza de hallar algo de sus cuantiosos productos, “mediante el arbitrio de contribuir a aquellos bandidos con los donativos que piden, porque negándoselos como era justo, arrasarían con todo y sería mayor el daño”.32 En 1815, se agudizó la crisis demográfica de una Valladolid saqueada y destruida, y sumida en la pobreza y el abandono; el ambiente de la capital de la intendencia michoacana no era muy diferente al resto del territorio. Según los datos de la época, el comercio se redujo a la mitad debido a la salida de capitales. Chowning indica, entre otras cosas, que entre 1811 y 1819, disminuyeron las ventas de propiedades y el circulante, aunados a la falsificación de moneda, la crisis económica se hizo patente en sitios como Zitácuaro, Pátzcuaro, Ario, Tacámbaro, Uruapan y Apatzíngán.33 Otro fenómeno que afectó gravemente a la intendencia fue el bandolerismo. Las gavillas infestaban el territorio michoacano, tal como lo registran los informes de los jefes militares destacamentados en la provincia. El 28 de mayo de 1816, José Ramón Gómez informó al Comandante 31 Moisés Guzmán Pérez, La Junta de Zitácuaro, 1811-1813. Hacia la institucionalización de la insurgencia, Morelia, UMsnH, Instituto de Investigaciones Históricas, 1994. (Col Historia Nuestra núm.10.). Moisés Guzmán Pérez, “Los métodos de represión realista en la revolución de independencia de México, 1810-1821”, Marta Terán y José Antonio Serrano, Las guerras de independencia en la América Española, México, El Colegio de Michoacán, UMsnH, InAH, 2002, pp.323-335; Carlos Juárez Nieto, “La Política del terror durante la insurgencia en Valladolid de Michoacán, 1811”, Uribe Salas, José Alfredo, et.al., en: Historias y Procesos. El quehacer de los historiadores en la Universidad Michoacana, Morelia, Mich, UMsnH / Escuela de Historia / Instituto de Investigaciones Históricas / IMc, 2000, pp.173-182; Xavier Tavera Alfaro, “Calleja, represor de la insurgencia mexicana”, Carlos Herrejón Peredo (Comp.), en: Repaso de la independencia, Zamora, Mich. El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 1985, pp.71-93. 32 Archivo General de la Nación (AgN), Operaciones de Guerra, vol.129, ff.89 y 92, 1815. 33 Margaret Chowning, op. cit., p.87. 190 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. General del Ejército del Norte, José Castro, que a sabiendas de que en los ranchos de Cointzio se hallaba una partida de la “gavilla de Sánchez”, salió el día 27 por la noche, logrando decomisar 35 caballos y unas mulas robadas en Valladolid, las cuales fueron devueltas a sus legítimos dueños; el militar observó en su reporte, que de no haberse metido los ladrones en el escabrozo malpáis de Itzicuaro, e internado en el cerro de Coapa, el golpe asestado a los delincuentes hubiese sido mayor.34 Para tratar de abatir el problema del bandolerismo, las milicias trataron de reforzar y de ampliar su presencia en más territorios; obedeciendo a dicha estrategia, a mediados de 1816, Matías Martín de Aguirre se encargó de vigilar los parajes entre Maravatío y Tlalpujahua, donde reportó la presencia de muchos enemigos; en sus jornadas, de Aguirre presenció la tala y quema de Zitácuaro por los insurrectos, quienes buscaron repetir la acción en Tuxpan y la hacienda de Los Laureles.35 Moisés Guzmán considera que algunos materiales producidos durante el conficto bélico, como los diarios o bitácoras militares, son importantes referentes, producto de una “cultura de la guerra”; Guzmán observa que los autores de los mismos necesariamente debieron poseer una preparación académica y una cultura del escrito. Los diarios de campaña “registran derroteros, movimientos del enemigo, estado y situación de las tropas, ejecuciones y a veces planes de ataque”. 36 Muchos informes e itinerarios militares, son de pequeño formato, fojas sueltas de papel simple, sin sello, Guzmán piensa que las anotaciones se realizaban “al caer la tarde, cuando finalizaba una jornada y acampaban en algún sitio seguro, o al anochecer a la luz de una fogata, una vela o una linterna”. En el Fondo de Operaciones de Guerra del Archivo General de la Nación, es común encontrar “papelillos” con mensajes, como los que se solían utilizar para envolver tabaco.37 El islote de Janitzio como baluarte insurgente En ciertas regiones michoacanas se respiraba un ambiente de tensión permanente ante la presencia de grupos armados, y el caso de la región lacustre de Pátzcuaro es uno de ellos. Los partes militares de Felipe Castañón y José Castro, fechados a principios de mes de agosto de 1816, describen un suceso muy significativo, ya que dan parte de la toma del islote de Janitzio por parte de los “cabecillas” Sánchez y Muñíz. El informe militar enviado al virrey Calleja da cuenta de la existencia de 300 hombres en posesión de 6 cañones en el citado islote, además de consignar cómo los insurgentes habían “reco- 34 AgN, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff. 115 y 116, 1816. 35 AgN, Operaciones de Guerra, vol. 41, ff.1 y 12, 1816. 36 Moisés Guzmán Pérez, L`occident du Mexique et l´independance socibilité, révolution et nation, (Thèse de dotorat en histoire), 2 T., Parìs, Université de París 1, Panthéon Sorbonne, 2004, pp.313 y 314. 37 Ibid., p.318. 191 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad gido” las canóas en los pueblos ribereños, e introducido víveres en el fuerte. Una vez conocido el contenido del citado reporte, la situación fue evaluada inmediatamente por las autoridades militares, quienes determinaron que aunque la isla tenía una circunferencia pequeña, no era posible atacar desde tierra firme, aún y con artillería de grueso calibre.38 El gobierno virreinal consideró que acciones de resistencia como la de Janitzio, atentaban gravemente contra la seguridad, por lo cual debían impedirse con todos los medios al alcance, persiguiendo y castigando al enemigo sin dar tregua.39 Y el asunto no era menor, ya que en seguimiento al asunto de Janitzio, el 15 de agosto Castañón informó que Sánchez, Huerta y Muñíz se habían reunido en la ciudad de Pátzcuaro, a donde llevaron 300 fusiles, mismos que supuestamente Muñiz había mantenido “enterrados” en la Tierra Caliente.40 La presencia de grupos insurrectos en la región lacustre de Pátzcuaro no era algo nuevo, ya que al menos desde 1813 la isla de La Pacanda venía operando como presidio insurgente, y allí eran enviados los acusados de infidencia y traición a la causa independentista; Rayón describió el islote de la siguiente manera: “su circunferencia es de tres cuartos de legua poco más o menos, y en la mayor parte cubierta de una cerca de piedra con espesor de dos varas. Es fragosa, áspera, y en el centro que está levantado formando un conotrunco cuya base es toda la periferia de la isla, puede construirse una fortificación inexpugnable”.41 Por lo anterior, podemos asegurar que la región lacustre de Pátzcuaro era un importante bastión insurgente, o que al menos se tenía un mayor control de la misma, y que proyectos de fortificación como el el de la isla de Janitzio, probablemente ya hubiesen sido considerados. Lo cierto es que la fortificación del islote de Janitzio fue un tema que mantuvo ocupados a los altos mandos coloniales, alertados por los informes que seguían recibiendo, pues ya a finales del agosto de 1816, Castañón comunicó a Ramón Reguera, que en Pátzcuaro se estaba formando una considerable “reunión” con los cabecillas Muñíz, Sánchez y otros; y que derivado de lo anterior se habría dado un enfrentamiento, resultando “batida” la gavilla, logrando confiscarle armas y caballos, lo cual derivó en la dispersión de los rebeldes. El informe de Castañón es muy contundente al 38 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff.248-252: Correspondencia entre Felipe Castañón, José Castro y el virrey Calleja, 6 de agosto de 1816. 39 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, f. 202, México, 13 de agosto de 1816. 40 AgN, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff.276 y 277, Valladolid, 15 de agosto de 1816. 41 A decir de Moisés Guzmán, los oficiales relistas e Insurgentes acusados de robo, violación, asesinato y otros delitos considerados graves, eran encarcelados, y una vez procesados y confesados se les sometía a la pena capital. Moisés Guzmán Pérez, Op. Cit., La Junta, pp.117 y 118. 192 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. afirmar que: “el objeto de esta reunión o concurrencia fue para fortificar la isla de Janitzio, como efectivamente tienen dentro de ella trescientos fusiles, ocho cañones, tienen construido un baluarte y han recogido todos los cañones”.42 Ya para el 20 de agosto, Castañón consignaba la presencia de 800 rebeldes en Pátzcuaro, así como una refriega en la cual habían logrado dar muerte a 40 insurrectos, sobresaliendo entre los caídos un tal Juan Ma. Estrada, el segundo de Sánchez; la acción también reportó la confiscación de 37 fusiles, 13 pares de pistolas, 66 lanzas y 65 caballos.43 El proyecto de Muñíz y de Sánchez para fortificar la isla de Janitzio se confirmó, pues se describe un baluarte armado con una batería de 8 cañones de diversos calibres; sin embargo, a pesar de la gravedad del asunto, en la correspondencia militar también se considera que la distancia que mediaba entre la isla y tierra firme, impedía batir el bastión rebelde con artillería gruesa, siendo necesario construir canoas para apoyar una posible ataque a cargo del teniente coronel Juan Pesquera y del capitán Elorza, quienes estaban destacamentados en el sitio.44 A pesar de la tensión que se vivía en la cuenca lacustre de Pátzcuaro, Felipe Castañón continuó sus operaciones en las regiones sur y oriente de Valladolid, pues según argumentaba el realista, los de Janitzio estaban llenos de terror a consecuencia de haber mandado una partida de caballería por el estrecho de la isla de Jarácuaro, creyendo que la misma se iba a situar para atacar. Por este motivo, describe Castañón, los insurgentes aprovecharon la oscuridad de la noche para extraer más de 200 fusiles y salvaguardarlos fuera de la laguna. A pesar de lo anterior, Castañón describió que los insurrectos seguían trabajando en la construcción de murallas y trincheras, las cuales tenían un espesor de tres varas, aunque sin foso o zanja, como se había rumorado, pero que sí contaban con un “baluartito” que miraba a Ihuatzio. Pese a la realización de los mencionados trabajos de fortificación, los informes militares sucesivos mencionan que a los rebeldes les faltaba mucho para circundar el cerro, pues las veces que las tropas realistas se habían hecho presentes en las inmediaciones de la isla, los trabajos se habían suspendido. Al paso de los meses siguientes, y dados los acontecimientos militares en la región, se dice en los partes militares que los “cabecillas” conferenciaban entre sí la posibilidad de abandonar el fuerte en caso de que se les atacara antes de concluir la fortificación; de acuerdo a diversos infor- 42 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 41, f. 90 y v., Correspondencia entre Felipe Castañón, Ramón Reguera, Matías Martín de Aguirre y el virrey Calleja, Acámbaro, 20 de agosto de 1816. 43 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, f. 278 y v., Correspondencia de José Castro, Salvatierra, 20 de agosto de 1816. 44 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff.274 y 275 y v., Correspondencia de José Castro, Salvatierra, 20 de agosto de 1816. El 13 de abril del año 2000, fue descubierto un pequeño cañón en las profundidades del Lago de Pátzcuaro, el cual se localizaba a una distancia de 17 metros del embarcadero de la isla de Janitzio, y a una profundidad de 1.40 metros. La pieza es de bronce y tiene un peso de 200 kg; actualmente, el cañón se encuentra en exhibición en el interior del Museo que alberga el monumento a Morelos ubicado en la isla de Janitzio. 193 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad mes, el jefe Sánchez permaneció un tiempo considerable en Janitzio, pero varios integrantes de su “gavilla” comenzaron a evacuar la isla, dejando solamente una cantidad de municiones suficiente para defender el sitio. A finales de agosto de 1816, cuando el tema del fuerte del islote de Janitzio estaba en ebullición, una representación importante de los pueblos de la República de Indios asentados en las riberas del lago de Pátzcuaro, se presentaron ante la autoridad virreinal para manifestar su buena disposición con la causa contrainsurgente; Castañón no desaprovecho la oportunidad para insinuar los rigurosos castigos a que se harían acreedores quienes brindaran auxilio a los alzados. En vista de lo anterior, los naturales comprometieron que el día del asalto a Janitzio –lo cual se infiere, estaba planeado-, brindarían todo el apoyo posible a las autoridades. La presunción de un ataque a la isla de Janitzio por parte de las fuerzas realistas se fortalece con el reporte de Felipe Castañón, fechado el 26 de agosto, quien informó a sus superiores haber decomisado, “recogido”, todas las canoas de la laguna, mismas que puso a resguardo, además de que, aseguró, que era fácil comprometer a los indios para que robaran algunas barcas al amparo de la noche. En estos supuestos preparativos para un asalto a Janitzio, Castañón puso sobre la estrategia de concentrar una tropa en el pueblo de Cucuchucho o Ihuatzio, los cuales, de acuerdo a sus cálculos, eran los sitios más próximos al islote, y desde los cuales era posible asestar un golpe certero a los rebeldes y hacerlos huir. Esta acción, preciso la solicitud de dos cañones “de a ocho”, dos obuses, municiones suficientes, dos pedreritos para colocarlos en las canoas, dinero para los gastos de la división, y más tropas de caballería para prevenir el amago de los insurgentes que operaban en tierra firme, de esta manera, según Castañón, “se tomaría Xanicho sin perder gente, gastar dinero, ni hacer demora de otros asuntos, pues si no se aprovechan los momentos que por ahora precisa la suerte, después será difícil la empresa”.45 En respuesta a la estrategia de asalto a la isla de Janitzio planteada por Castañón, el propio virrey Calleja entabló comunicación con José Castro y el mismo Felipe Castañón, ofreciendoles los recursos necesarios para la empresa de Janitzio.46 En atención a la oferta anterior, el 2 de septiembre se desapacharon a Valladolid un obús, un cañón de a ocho, un lote de municiones, artillería y mulas de tiro, además de 141 hombres de caballería a cargo del capitán de dragones de Moncada, Luis Cortazar, así como 5 mil pesos, cantidad que se prometió aumentar con recursos provenientes de Querétaro. Dada la magnitud de la operación y los recursos comprometidos, no se dejó de tomar 45 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff. 327-329 y v., Informe de Felipe Castañón, Valladolid, 26 de agosto de 1816. 46 AgN, Operaciones de Guerra, vol. 108, f. 299 y v., 28 de agosto de 1816. 194 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. las medidas precautorias que ameritaba la empresa militar, por ello, en algunos documentos se advertía la posibilidad de que en este evento se presentaran “los Rayones” en la ciudad lacustre de Pátzcuaro.47 Este episodio de la guerra de independencia no fue algo aislado, sino que aparece como un ejemplo de los varios que se presentaron en la última etapa de la insurgencia. Archer considera que la experiencia acumulada por los insurrrectos en los campos de batalla, había demostrado la efectividad del combate desde posiciones aisladas, de allí el auge de la estrategia de construcción de fortalezas que dotaran de vigor y contribuyeran al sostenimiento de la causa, sobre todo a nivel regional. Algunos de los ejemplos más característicos de fortificaciones rebeldes en áreas lacustres son, la ya mencionada de la Isla de Janitzio, la cual fue tomada por los realistas a finales de 1816, además de Mezcala, en el Lago de Chapala, la cual fue escenario de guerra más o menos constante entre 1813 y 1816.48 Como se mencionó anteriormente, a pesar de su carácter de fortificaciones, los insurgentes que lograron mantener la posición, a pesar del embate realista, establecieron nexos con el exterior, con ciudades y regiones de importancia política y estratégica para el movimiento, tales como Valladolid y la tierra caliente, o de pueblos como Cotija, Los Reyes, Apatzingán y Uruapan, que en su momento apoyaron a los rebeldes de Chapala. Los suministros de los hombres y de los alimentos necesarios para la resistencia de las fortalezas lacustres, se hacían mediante flotillas de canóas que se internaban en las aguas por la noche; de allí el por qué el ejército real tenía como prioridad la confiscación de semillas, y en no pocos casos, se llegaron a incendiar total o parcialmente pueblos, haciendas y ranchos que proveían a los atrincherados. Los ataques esporádicos de los insurgentes y el estoicismo de la gente de Janitzio y de Mezcala no fueron suficientes para impedir la caída final, el bloqueo naval y las tácticas terrestres del gobierno español rindieron los frutos esperados en ambos casos a finales de 1816.49 Una guerra sin tregua. Pátzcuaro después de Janitzio A pesar de la caída de Janitzio a finales de 1816, las acciones contrainsurgentes se recrudecieron en la región lacustre, particularmente en la ciudad de Pátzcuaro. El temor de los habitantes de resultar afectados en sus intereses, particularmente por parte de los propietarios, llevó a este sector a manifestar la posibilidad de que los insurgentes incendiaran algunas propiedades en Pátzcuaro y Tzintzuntzan, una vez que Castañón se retirara de la región, ya que, a decir de los hacendados y 47 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff. 319-321, Correspondencia de José Castro, 2 de septiembre de 1816. 48 Christon Archer, El ejército en el México borbónico, México, fcE 1760-1810, 1987, p. 143 49 Ibid., pp.144-154. 195 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad rancheros, refiriéndose a las gavilleros, que no necesariamente podían ser insurgentes: “obsecados en toda especie de desastres nada les horroriza ni contiene a pesar de los severos castigos que ven se les aplican a los delincuentes”.50 El mismo ayuntamiento de Valladolid dirigió un escrito a Calleja el 12 de septiembre de 1816, donde la corporación manifestó su preocupación por los daños públicos que pudieran ocurrir si Felipe Castañón se retiraba; tal era la preocupación, que se remitió copia del documento al comandante general, José Castro, a quien de paso se acusó de procurar un duro trato al cabildo; los firmantes del manifiesto fueron Isidro Huarte, Benigno Antonio de Ugarte, Pascual de Alzúa y José Manuel de Olarte. Los capitulares vallisoletanos expresaron la idea de que el cabecilla Rayón no se encontraba en el rumbo de Salvatierra, motivo por el cual se creía se trasladaría a Castañón, pues de lo contrario, afirmaban los miembros del cuerpo político, ese individuo rondaba por los parajes de Patzcuaro. En respuesta al antedicho escrito, Castro expresó su molestía porque “el ayuntamiento se ha dejado influenciar de noticias o rumores y por pensar en que este no podrá brindar seguridad a la ciudad, pues manifiesta su capacidad para ello. Desmiente que haya ordenado la retirada de Castañón, pues era una falsedad de algún corazón pusilanime de los muchos que hay en esa ciudad”. Dura acusación, que sin duda manifiesta las contradicciones entre las autoridades virreinales, en tiempos de crisis y donde la unión de ideas y proyectos eran necesarios para mantener la causa antiinsurgente. Para fundamentar sus decisiones, el comandante realista aseguró tener conocimiento de los movimientos de los rayones, así como la capacidad para organizar sus tropas.51 En este sentido, se realizó un reajuste en las tropas realistas para estar en condiciones de enfrentar cualquier eventualidad, por lo que a principios de 1817 se procedió a formar la Compañía de Realistas de Caballería de Pátzcuaro, y se procuró proveer el empleo de capitán, “en personas de conducta, valor y aplicación”; por ello, el cabildo patzcuarense, haciendo uso de las facultades que Su Majestad le había conferido, propuso en primer lugar a Don Manuel Robledo, “en quien concurren las expresadas circunstancias y haber acreditado su amor y lealtad al Soberano”. En segundo lugar se mencionó a Ignacio Caro, y por último a Joaquín Castañeda. Sin embargo, a pesar de reconocer en los tres individuos cualidades necesarias para el puesto, se favoreció la candidatura de Robledo. En ese proceso electivo, la terna fue propuesta por José María Iriarte, Luis Solórzano, José María Márquez y Miguel Zincunegui.52 50 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff. 349 y 350, Correspondencia de José Castro, Salvatierra, 3 de septiembre de 1816. 51 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 129, ff. 383-386 y v., Salvatierra, 20 de agosto de 1816. 52 AHMP. Caja 29, exp.10, fojas 68-3/534, 1817. 196 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Para afianzar la estrategia político – militar en la región lacustre, el 24 de febrero de 1817 se reunieron el Cabildo y Regimiento, representados por Antonio de Linares, teniente coronel de los Reales Ejércitos y comandante general de la Provincia de Michoacán; Agustín de Barandiarán, presidente, regidor y alcalde provincial; Ignacio de Solórzano, Juan de Dios de Acha e Ignacio de Arraiga, regidores capitulares, y citados según uso y costumbre, estos individuos fueron notificados por el comandante de que había llegado el tiempo de organizar la ciudad y que se debería proceder al nombramiento de subdelegado, por lo que de común instaron al Excelentísimo Señor Virrey, para que se dignase disponer lo que fuera de su superior agrado. La selección de funcionarios también incluía el cargo de procurador síndico personero, que representara y promoviera los intereses públicos, y además, recaudara los propios y arbitrios de la ciudad; para los electores, era necesario considerar que el subdelegado fuera “sujeto de probidad y adornado de circunstancias, a fin de que coadyuve a la pacificación de la Provincia, al mismo tiempo que sea bien recibido del público”. Para cumplir dicha disposición, los regidores analizaron a los vecinos del lugar y procedieron a la votación de subdelegado, saliendo favorecido Ignacio de Solórzano; en seguida procedieron a votar el procurador síndico personero, siendo designado Francisco de Molina. Asímismo, el comandante considero necesario el nombramiento de un tesorero para el fondo militar, puesto que confirieron a Juan Basilio de Leiva; de esta manera, se procedió a librar los oficios oportunos para el uso de los citados ministerios, concluyendo la auscultación y elección. Dieron fe de dicho acto los señores Antonio de Linares, Agustín de Barandiarán, Ignacio de Solórzano, Juan de Dios Acha, Ignacio de Arriaga y José Ignacio Ramírez.53 En tanto se realizaban los reajustes políticos, en aras de alcanzar mejores resultados en el gobierno y administración de la ciudad de Pátzuaro, los informes militares relativos al ambiente político y social que guardaban las localidades de la provincia siguieron fluyendo. Y en particular, se solicitó al comandante general de Michoacán, Antonio Linares, un informe de los acontecimiento en Pátzcuaro, pero haciendo énfasis en la necesidad de observar especialmente lo relativo a los individuos que se presentaban para solicitar la gracia del indulto.54 En los partes militares remitidos a la autoridad virreinal, se registra la presencia de rebeldes en las inmediaciones de Pátzcuaro, tanto que, se consigna el incendio del pueblo de Ario; de igual manera se ubicaba al cabecilla Sánchez en la hacienda de la Huerta, localizada a una y media o dos leguas del sitio, además de la presencia de Torres, quien se decía, andaba rondando la región.55 53 AHMP. Caja 29, exp.10, foja 536 y v, 1817. 54 Agn, Operaciones de Guerra, vol.130, ff.19-21, Correspondencia entre José Castro, Antonio Linares y el virrey Juan Ruiz de Apodaca, Pátzcuaro, 3 de marzo de 1817. 55 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 130, f.36 y v., José Castro al virrey Apodaca, Valladolid, 18 de marzo de 1817. 197 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El escenario descrito arriba se clarifica a través de las instrucciones giradas al coronel Matías Martín y Aguirre, para que saliera en auxilio del comandante Linares, pues en una misiva fechada el 12 de marzo de 1817 manifestó: "… habérsele cargado todas las gavillas del Bajío y que se interesaba mucho se le auxiliase respecto a que de lo contrario volvería a subir la insurrección en la provincia”. Los informes secretos elaborados por los espías del gobierno reportaron que “los rebeldes subsisten aún sobre Pátzcuaro asediando aquella ciudad en términos que no dejan entrar víveres ningunos y matando cuantos desconocen. Que el infame Torres marchó con las cargas que quitó a la partida que salió de aquí como para Zacapu, mandando las mujeres que cogió prisioneras a Pátzcuaro a excepción de la del capitán Román, que la lleva consigo, como asimismo al P. Capellán de Nueva España Fray Antonio Gallo y al doctor Arellano cura de San Jerónimo Purenchécuaro”. Otros datos ofrecidos sobre este asunto, precisaron que los insurgentes se mantenían en la región falseando retiradas y publicando bandos para alistar gente de la sierra y de la tierra caliente, y que inclusive, desde Zitácuaro habían surgido voluntarios; por lo cual a Linares le era preciso sostener la ciudad de Pátzcuaro, siendo imposible iniciar la persecución de Torres, pues no podía desamparar la ciudad, ya que la “quemarían los rebeldes y cometerían otros excesos de que es susceptible su maldad”. Ante estas circunstancias el propio José Castro afirmó: “vivo vigilante sobre esta plaza y sus puntos”.56 Finalmente, Aguirre entro a Valladolid el 20 de marzo de 1817, y “temeroso de que los caminos estuviesen interceptados por el rumbo de Pátzcuaro”, salió a dicha ciudad acompañado por 4 capitanes, 6 subalternos, 151 sargentos, tambores, cabos y soldados, entre artilleros infantes y caballos, llevaba dos cañones de a 4, municiones, 12 mil cartuchos de fusil, mil piedras de chispa, 300 pitipines y 50 lanzas lanzafuegos, algún dinero en libranzas, pan, galleta y maíz. 57 El coronel Aguirre arribó a Pátzcuaro el 21 de marzo a las 5 de la tarde, mientras la gavilla que asolaba la plaza emprendió la retirada un día antes, “sin lograr ventaja alguna”. Informes posteriores recabados por los realistas dieron noticia de que el padre Torres marchó al bajío, mientras que otros de sus acompañantes se habían refugiado en sus “madrigueras en la dispersión que acostumbran cuando se saben perseguidos por fuerzas respetables”; a pesar de que aparente, o realmente el peligro se había extinguido en la ciudad lacustre, Aguirre permaneció en 56 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 130, ff. 37 y 38 y v., Informe de José Castro al virrey Apodaca, Valladolid, 18 de marzo de 1817. 57 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 130, ff.47-49, Informes de José Castro, Valladolid, marzo 21 de 1817. 198 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Pátzcuaro para realizar algunas investigaciones y permitir que los caballos descansasen, y desde ese momento el oficial realista asumió el mando de la provincia en sustitución de Antonio Linares, quien fue reubicado en el bajío. El 23 de marzo, el nuevo mando militar dipuso la creación de dos divisiones volantes de infantería y caballería, las cuales estarían integradas por 350 y 200 efectivos respectivamente, bajo las órdenes del teniente coronel Miguel Barragán y del capitán Juan Amador; su tarea consistiría en recorrer el territorio, perseguir a los rebeldes y proteger a la ciudad de Pátzcuaro, pues como observaba Aguirre: “… esta provincia… esta en el estado más infelíz, los más pueblos y haciendas incendiadas o arruinadas por los rebeldes últimamente, sin recursos en lo absoluto para las tropas… los rebeldes están bien montados y con conocimiento del territorio. Pátzcuaro, comprometido con alguna fuerza urbana creada y comenzada la fortificación será incendiada y destruida en el momento que no haya en ella y alrededores fuerza respetable”. 58 Sin duda, las acciones emprendidas para contrarestar la insurgencia surtieron efecto en muchos casos, como lo demuestra la solicitud de indulto interpuesta por Manuel Muníz a mediados de mayo de 1817, presentada ante el teniente coronel Placido Fernández; se menciona que el jefe rebelde se hizo acompañar en el acto por 200 hombres armados y 5 cabecillas más. 59 Por esas fechas también se verificó la aprehensión de los insurrectos José María Muñóz, quien tenía el grado de brigadier; José María Posadas, coronel y tesorero; Antonio Muñóz, teniente coronel; José María Arriola, capitán, y del administrador de la hacienda de Chupio, Antonio López, así como de cien hombres de la “chusma”.60 La incursión del caudillo español Francisco Javier Mina en territorio novohispano, en el verano de 1817, fue un suceso relevante para la ya muy debilitada causa insurgente. Después del fracaso de esta nueva intentona revolucionaria, no se volvieron a presentar acciones de guerra mayores. Con motivo de la campaña de Mina, el virrey ordenó castigar a quienes apoyaran la causa del peninsular, para lo cual envió un documento a las diferentes provincias, donde se especificaban las penas a las que se hacían acreedores quienes violaran dicha disposición; este documento llegó a Valladolid el 13 de julio de 1817, e inmediatamente, el coronel Matías Martín de Aguirre lo publicó en todas las villas y ciudades de la intendencia. De cualquier forma, y a pesar del esfuerzo del gobierno español para acabar con las células rebeldes, las guerrillas no lograron ser exterminadas por completo. El 5 de octubre el teniente Es- 58 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, ff.21-25, informe de Matías Martín de Aguirre al virrey Juan Ruiz de Apodaca, Valladolid, 24 de marzo de 1817. 59 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 130, f.51, Informe de Ramón Reguera, Acambaro, 15 de mayo de 1817. 60 Agn, Operaciones de Guerra, vol.130, f.55, Correspondencia de Castro a Apodaca, Valladolid, 15 de mayo de 1817. 199 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad teban Moctezuma salió rumbo a Ario para esperar la incursión de Chibilini y Carabajal, quienes como de costumbre, acudían a la citada población a cobrar las alcabalas; así pues, en una jornada, y al término de la misa mayor, la plaza fue cercada, sin embargo, no apareció ningún rebelde, aunque en las inmediaciones fueron confiscadas 25 cabezas de ganado al insurgente Loya, y a dos leguas de Ario, el capitán Juan Ma. Estrada, realizó la revisión de una barranca donde sospechaba estaba oculto el traidor Saavedra, el cual, posteriormente se supo agarró el rumbo de Cocupao al mando de tan sólo 14 hombres, mientras que el desertor Estrada se localizó en la zona de Jaujilla.61 En las noticias que llegaron al virrey Juan Ruiz de Apodaca por parte del coronel Matías Martín de Aguirre sobre las acciones emprendidas en octubre de 1817 por el teniente Esteban Moctezuma, se describen sus empresas en diversos puntos de la provincia michoacana; y se consigna como a principios de ese mes, en Santa Clara del Cobre se había dado muerte a un rebelde y aprehedido a tres más con sus machetes y caballos, y que después de efectuar las disposiciones cristianas, estos individuos fueron pasados por las armas.62 En las jornadas llevadas a cabo en Puruarán, Chupio y Turicato, y al mando de 180 hombres, Moctezuma emprendió la persecución de Chibilini y Caravajal porque “molestan y seducen a los habitantes incautos de la Tierra Caliente”.63 Por si esto fuera poco, a finales de octubre, Aguirre manifestó que desde su salida de Pátzcuaro, arribaron varias guerrillas animadas por un posible triunfo de Mina, y que en la ciudad había una conspiración de plebeyos que querían robar o quemar el parque, misma que fue descubierta, por lo que mandó fusilar a tres conspiradores, entre ellos una mujer, posiblemente la “Heroína de Pátzcuaro”, Gertrudis Bocanegra. Para concluir, el escenario de guerra en la región lacustre de Pátzuaro a finales de 1817 podríamos decir que era aún muy inestable. En el mes de diciembre, el capitán Juan Amador capturó y fusiló a 13 rebeldes en Acuitzio, menguando aún más la insurgencia, 64 y el día 24 Matías Martín de Aguirre solicitó desde Jaujilla al comandante de Pátzcuaro le enviara a los rumbos de Erongarícuaro unos diez o doce caballos para hostigar a los rebeldes de los islotes y ver si podía capturar hombres y armas; sin embargo, más adelante, el solicitante reconoció la dificultad de la empresa debido a lo extenso de la laguna de Pátzcuaro, y porque los jefes rebeldes que habían permanecido en el fuerte instalado en ella ya habían evacuado el lugar, a excepción de 200 hombres a cargo del un tal Lope.65 61 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, f. 416 y v., Informe de Esteban Moctezuma, 6 de octubre de 1817. 62 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, ff. 412-414, Informe del coronel Matías Martín de Aguirre al virrey Juan Ruiz de Apodaca, 1817. 63 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, f. 418 y v., Informe de Operaciones de Esteban Moctezuma, 20 de octubre de 1817. 64 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, f. 452 y v., Valladolid 10 de diciembre de 1817. 65 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, ff. 456-458, 1817. 200 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Pese a los esfuerzos del gobierno, todavía a finales de 1817, Pátzcuaro vivía amenazado por varias gavillas, aunque la plaza seguía controlada por los realistas,66 y al parecer, amenazada por otros frentes, como lo ejemplifica la carta que consigna la recepción de dos cuadernos sobre la causa formada al Lic. Manuel Diego Solórzano, en virtud de su conducta en tiempos de la revolución.67 El temor de un ataque rebelde en Pátzcuaro no era infundado, pues el 13 de enero de 1817 una gavilla había incursionado en el poblado, registrándose una “vizarra defensa”.68 Es así como después de Janitzio, entre 1817 y1818, Pátzcuaro se convirtió en el centro operativo del coronel Matías Martín de Aguirre, y el teniente Miguel Barragán fue comisionado en Huetamo, Urecho y Ario, con el propósito de apoyar al coronel José Gabriel de Armijo en la pacificación de la región.69 Se reconoció que Valladolid y Pátzcuaro habían contribuido “con ciertos recursos” para la causa.70 De acuerdo con el coronel Aguirre, en julio de 1818 aún permanecían las fortificaciones de Zacapu y Erongarícuaro.71 Entre noviembre y diciembre de 1818, Matías Martín de Aguirre se concentró en Pátzcuaro para lograr una más eficaz coordinación de las acciones militares.72 Aunque los focos de la insurrección estaban bien localizados, y no representaban un gran peligro para las principales ciudades, los cuerpos de defensa se mantenían, pero estos ya acusaban el mismo cansancio y las carencias que los insurgentes. En julio de 1818, José María Iriarte, capitán de infantería de la Compañía de Realistas de Pátzcuaro, envió una carta al comandante general, Matías Martín de Aguirre, donde mencionaba que, desde que se le había conferido el honor se ser nombrado capitán, había procurado desempeñar bien su oficio, siendo su objeto principal: “sostener los derechos del Soberano, e igualmente contribuir en parte a el honor de este ilustre ayuntamiento como fundador de la expresada compañía”; sin embargo, añadía que, como en su casa había llegado la pobreza, y atravesaba por una situación crítica, teniendo que desatender su familia por cumplir sus obligaciones militares, solicitaba se le ministrara algo para su sostenimiento, o en caso contrario, se le asignase a otro departamento donde pudiera servir con más desahogo y satisfacción, para continuar su carrera con el honor y el patriotismo que aspiraba”.73 66 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 42, f. 447 y v., 1817. 67 Agn, Operaciones de Guerra, vol.130, f.96 y v., Valladolid, 31 de diciembre de 1817. 68 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 130, f.116 y v., 1818. 69 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 44, ff. 65-72, 1818. 70 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 44, ff. 87-89, México, 4 de abril de 1818. 71 Agn, Operaciones de Guerra, vol.48, ff.2-6, Informe de Matías Martín de Aguirre al virrey Juan Ruiz de Apodaca, Valladolid, 1 de julio de 1818. 72 Agn, Operaciones de Guerra, vol. 48, ff. 126-130; 154-160, Informe de Matías Martín de Aguirre al virrey Juan Ruiz de Apodaca, Huiramba, 7 de noviembre de 1818. 73 AHMP, Caja 29, exp.9, fojas 68-2/186 y v, 1810-1819 201 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Los otrora prominentes hombres de negocios y miembros de la oligarquía de Pátzcuaro, y por ende, los mayores interesados en defender la plaza y sus intereses, manifestaron la ruina e imposibilidad de mayores sacrificios, como el señor Alday, quien argumento lo siguiente: “…no es mi intención dejar de contribuir a una obra tan justa con lo que mis fuerzas alcancen, estoy bien instruido de las obligaciones que tengo como vasallo y de las necesidades en que se halla la corona pero también interesa mi honor en que no se cargue en mi la obligación que no puedo cumplir y de este modo se presuma que es una mezquindad criminal la imposibilidad de satisfacer la contribución asignada”.74 Podriamos pues concluir con la cita de Hamnett, para quien “… la rápida pérdida de impulso y la fragmentación regional del movimiento revolucionario explican la forma en que la insurrección de 1810-1811 se convirtió en la insurgencia de 1811-1821”.75 74 AHMP, Caja 29, exp.10, fojas 68-3/584-585 y v, 1818. 75 Brian R. Hamnet, Raíces de la insurgencia, p.31. 202 Legalidad, vida social, economía e insurgencia. Cuadro 1 Fortalezas insurgentes en la intendencia de Michoacán 1811-1819 Año(s) Nombre Fecha de capitulación Localización 1811 Villa de Zitácuaro Villa de Zitácuaro 1812 San Juan Evangelista (Jaujilla) Zacapu 1812 / 1813 Campo del Gallo Tlalpujahua 1813 Las Balsas Zacatula 1814 / 1816 San pedro de Cóporo Jungapeo 1815 Cerro de Chimilpa Pátzcuaro Chimilón Sur de Uruapan Cerro Prieto Norte de Carácuaro Barrabás Sureste de Zirándaro Janitzio Lago de Pátzcuaro Agosto / 1816 1816 2/01/1817 Campo de San Miguel 1817 San Pedro de Cóporo Jungapeo Noviembre / 1817 1817 / 1818 Jaujilla Zacapu 06/03/1818 1819 Santiago Cerro de Barrabás Fuente: Moisés Guzmán Pérez, L`occident du Mexique et l´independance socibilité, révolution et nation, (Thèse de dotorat en histoire), 2 T., Parìs, Unversité de París 1, Panthéon Sorbonne, 2004., pp.874 y 875 203 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Siglas Agn. ARcHIvo GEnERAL dE LA NAcIón. MéxIco AHMP. ARcHIvo HIsTóRIco MUnIcIPAL dE PÁTzcUARo, MIcHoAcÁn. Fuentes Archer, Christon, El ejército en el México borbónico, México, fcE 1760-1810, 1987. Chowning, Margaret, Wealth an Power in Provincial Mexico. Michoacán from the Late Colony to the Revolution, Stanford, California, Stanford University Press, 1999. Guzmán Pérez, Moisés, “El papel de la mujer en la Revolución de Independencia”, Universidad Michoacana, núm.14, Morelia, Mich., UMsnH. ----------, La Junta de Zitácuaro, 1811-1813. Hacia la institucionalización de la insurgencia, Morelia, Mich., UMsnH, Instituto de Investigaciones Históricas, 1994. 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Y presentación de Carlos Herrejón), en: Repaso de la independencia, Zamora, Mich. El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 1985. 204 III EN EL NOMBRE DE DIOS Escultura en una de las fuentes de la Casa de los 11 Patios ÁNGELES PASIONARIOS OTRA FORMA DE VISUALIZAR EL VIA CRUCIS Carlos Alfonso Ledesma Ibarra1 Introducción Esta serie de pinturas fue realizada a principios del siglo xvIII. Un tiempo trascendental para la pintura novohispana que discurría hacia los valores formales de una joven generación de pintores. Nuevas consideraciones en la ejecución se imponían gracias a esta generación encabezada por los hermanos Rodríguez Juárez, entre estos artífices se encontraba Juan Miranda, quien pintó estos ocho lienzos de “Ángeles Pasionarios”. De acuerdo con el historiador del arte Marco Díaz un par de éstos ostentan la rúbrica de dicho artista. Otro de los objetivos de este trabajo será proponer una explicación para el uso del color en estas pinturas de buena factura servirán para emprender algunas preguntas alrededor de éste, por ejemplo: ¿Cuáles fueron los colores usados por el pintor y por qué utilizó éstos? Además, si se 1 Facultad de Humanidades, UnAM. Correo electrónico: cledesmai@yahoo.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad aplicaron en función de un modelo de composición o tienen relación con el trabajo particular de este autor. Con este objetivo, se comparará esta obra de Juan Miranda con otros lienzos del artista y también con otras pinturas que hayan abordado la misma temática con la intención de saber si los colores usados corresponden a una convención al representar esta temática. La elección, uso, conjugación y composición de colores en la pintura novohispana no es accidental, responde a necesidades discursivas específicas y combinaciones donde éstos se influyen unos a otros. Es decir, el color no se explica en sí mismo, sino en relación con los otros que se encuentran en la composición. Más aún, en este caso no sólo al interior de la pintura, pues también se deben considerar a los otros ocho lienzos de la serie. Indudablemente, el autor pensaba en el conjunto y cómo se mirarían éstos en el templo. En función de esta idea los elementos de análisis para este trabajo se construyen en varios niveles, ya que por un lado, se debe explicar cómo se influyen los colores al interior de la obra; posteriormente éstos en función de los otros lienzos de la serie. Por su temática, en este caso la explicación estará alrededor de la Pasión de Cristo, ya que los ángeles representados portan los instrumentos y objetos que acompañaron a Jesús durante su pasión y muerte. Este es el misterio fundamental del cristianismo católico y se ha representado en infinidad de ocasiones, pero en el siglo xvIII fue recurrente la representación de los símbolos acompañados de ángeles. Otro aspecto que debe considerarse es el espacio donde se colocaron estos lienzos de dimensiones considerables, pues la iluminación del templo influye en la distribución de los cuadros. Por sus dimensiones esta serie debió distribuirse a lo largo de la nave, en forma de cruz latina y, quizás, como actualmente se encuentran colocados, cuatro de ellos en los brazos de ésta. No obstante, no parecen seguir una secuencia narrativa o cronológica en su ubicación contemporánea. El trabajo se encuentra dividido en los siguientes apartados: primeramente, el contexto histórico que le permitirá al lector conocer ciertas consideraciones sobre la historia de la Compañía de Jesús en Pátzcuaro. Posteriormente, se hace una descripción y presentación de nuestro objeto de estudio que es la serie de Ángeles Pasionarios del templo de la Compañía de Jesús en Pátzcuaro. Enseguida se aborda el problema de los Ángeles Pasionarios desde dos perspectivas: la iconográfica para conocer el significado de este tipo de representaciones y la formal con énfasis en los colores. En el siguiente apartado se estudian algunos datos biográficos del pintor Juan de Miranda. Finalmente, en las conclusiones, se realiza una síntesis de todos estos apartados con el objetivo de establecer algunos resultados coherentes de estos datos y comparaciones. 208 En el nombre de Dios Contexto Histórico La Compañía de Jesús arribó a Pátzcuaro en 1573. Cuando los jesuitas, Juan de la Carrera y Juan Curiel, llegaron todavía esta ciudad era la sede episcopal de Michoacán. Fue entonces que el obispo les solicitó que se establecieran aquí y para ello, un año más tarde, les cedieron la antigua catedral provicional usada por don Vasco de Quiroga y el Colegio de San Nicolás también fundado por el primer obispo de Michoacán. Así como algunos terrenos aledaños y casas para los colegiales y religiosos. En 1583 el primer edificio sufrió un incendio y tuvo que ser reconstruido casi en su totalidad con la ayuda decidida de los naturales, especialmente, los del pueblo de Cuanajo, quienes aportaron toda la madera para la techumbre. No obstante, el templo dedicado a San Ignacio de Loyola inició un nuevo proceso de reconstrucción a finales del siglo xvII. Al parecer en esa época hubo cierta efervecencia constructiva en la ciudad. En 1699 ya localizamos registros de compra de materiales para la construcción. Dicha edificación se concluiría en 1717 bajo la dirección del maestro mulato Juan de los Santos.2 Ese mismo año se realizaría la dedicación del templo de San Ignacio de Loyola. Seguramente fue en esta época de renovación arquitectónica, principios del siglo xvIII, que se incorporaban estas obras pictóricas con devociones propias de la pintura virreinal de esa época. El que los jesuitas hubiesen permanecido en esta ciudad a pesar de la mudanza de la sede del obispado de Michoacán a la naciente población española de Valladolid a finales del siglo xvI y que, además, impulsaran, dirigieran y financiaran los colegios de Santa Catarina (dedicado a la enseñanza de las Primeras Letras) y San Ignacio de Loyola (Colegio Mayor), significó ganarse el respaldo de las autoridades españolas e indias de la ciudad y tener un alto grado de identidad y compenetración con buena parte de la población. Los Ángeles Pasionarios de Pátzcuaro Por otro lado, debe considerarse que La Compañía de Jesús se distinguió por promover la “Pasión de Cristo” como un elemento inspirador fundamental en sus predicaciones y en la realización de sus “Ejercicios Espirituales”, los cuales no se impartían únicamente entre sus miembros y estudiantes, éstos llegaron a impartirse a fieles adultos de diversas edades y condiciones. La reflexión alrededor de los episodios dolorosos de la pasión y muerte de Jesús fueron una constante de su espiritualidad, sus estudios, su literatura y en el arte que promovieron para la conversión de los laicos. 2 Carlos Ledesma, El templo y el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús en Pátzcuaro, México, UAEMéx, 2013, p. 97. 209 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Los Ejercicios Espirituales son una secuencia ordenada de oraciones, meditaciones y contemplaciones —ejercicios— escritos por San Ignacio de Loyola. Usualmente se realizan en un periodo de 28 a 30 días, aunque existen versiones más breves para ser practicadas por laicos. Fueron escritos por el padre fundador a partir de sus reflexiones en la vida eremítica que llevó cuando se retiró a Manresa y están destinados para aumentar la experiencia personal en la fe católica. Existen versiones impresas de éstos desde la primera mitad del siglo xvI, pero no es una obra propiamente para leer, sino para realizar dichos ejercicios bajo la dirección de un guía espiritual. El objetivo de éstos, que exigían retiro y silencio, era encaminar la mente y los sentimientos a un encuentro con Dios, sin dejarse afectar por afecciones propias de la vida cotidiana. Cabe señalar que los Ejercicios Espirituales como metodología para educar los sentidos se auxiliaba de todas las artes plásticas. La serie que estudiamos está conformada por ocho óleos sobre tela, con marco de madera de un 1 x 1.5 metros con el tema de los ángeles pasionarios y son enumerados conforme se localizan en la nave del templo de izquierda a derecha: 1. Ángel con linterna. Este ángel aparece de cuerpo completo camina con gracia: su pierna izquierda queda adelante y se flexiona ligeramente. Los brazos quedan a sus lados y con la mano izquierda porta una linterna, la cual puede aludir a la oración en el Huerto de Getsemaní. Su cabeza se inclina hacia su hombro izquierdo. Su rostro, aunque amable, expresa tristeza, sus ojos apenas se abren y sus mejillas están ligeramente sonrojadas. El color de su piel es de un rosa muy cercano al blanco con tonos grises y su cabello café. Viste una cota de color beige, la cual está decorada con elementos fitomorfos que combinan el azul y un amarillo cercano al dorado. Bajo ésta se asoma, primero, una prenda color amarillo mostaza y bajo ésta, se distingue una falda de color rosa. Su capa en cambio es roja y vuela rodeando al personaje imprimiéndole una sensación de movimiento y ligereza. Los trapeados ejecutados por el artista denotan su oficio y maestría. Sus alas son blancas con tonos grises. El fondo del cuadro es obscuro. La luz de la composición proviene del ángel y no de la linterna y puede situarse en una línea vertical desde su frente hasta la pierna izquierda, la cual adelanta en la composición. Esta línea de luz se complementa con otra que va de su mano derecha a la punta superior de su ala izquierda. El trabajo se distingue por un atinado dibujo, composición y suavidad de la pincelada. [Fig. 1] 210 En el nombre de Dios 2. 3. 4. 5. 6. Ángel con escalera. El ángel se encuentra de pie sobre nubes sostiene una escalera con sus dos manos a la izquierda de la composición. El ángel gira su rostro y cuerpo en dirección contraria, su rostro es dulce y de facciones finas. Su piel de color carne pálido con tonos grises y su cabello café. El ser angélico viste una camisa azul, bajo ésta se asoma una prenda de color verde y, finalmente, una falda amarilla dorado. Su capa también es roja de un tono más obscuro que el de sus sandalias que poseen bordes en verde. Sus alas son grises. Esta es una composición más luminosa, donde la luz parte del rostro hasta los pies del personaje. El fondo de este cuadro es azul. [Fig 2] Ángel con cruz. De pie y sobre nubes éste carga la cruz y el cáliz: elementos centrales de la Pasión. Su camisa es azul debajo de ésta se observa una prenda de color rosa. Su piel es color carne pálido con tonos grises y su cabello es rubio. La expresión de su rostro es dulce y mira de frente al espectador, lo que lo hace más memorable. La falda, cuyas puntas se levantan por el viento, es verde. Las sandalias del personaje son azules, al igual que su casco que luce un par de plumas una blanca y otra roja. Estas prendas contrastan con el rojo de su capa. El fondo de esta escena es azul. En este cuadro se distingue un dibujo más sólido. [Fig. 3] Ángel con guante. Este personaje se encuentra de pie de tres cuartos y adelanta su pierna izquierda rodeado de nubes. Su piel es color carne pálido. El ángel levanta su mano izquierda donde observa el guante que golpeó el rostro de Jesús. En la mano derecha parece llevar el látigo (es difícil distinguir por el deterioro). Viste una túnica roja, bajo la que se asoma una falda verde obscuro. Lleva una prenda ceñida a la cintura de color azul claro al igual que su capa. Sus sandalias son púrpuras con bordes azules. El dibujo, la composición y el color son similares a los observados en otras pinturas de esta centuria. [Fig. 4] Ángel con paño de la Verónica. En este cuadro el personaje principal aparece de pie y porta el lienzo con el rostro de Cristo con las dos manos lo sostiene y lo muestra a su derecha. Su rostro está triste y compungido y es de color carne claro y el cabello café obscuro. Su túnica es verde obscura y la falda es amarilla cercana al color mostaza. La capa es rosa. Sus alas son blancas con tonos grises. El santo rostro está representado en un manto blanco. La luz se extiende del rostro del ángel a su pierna derecha descubierta y horizontalmente de los brazos a las manos y el lienzo. [Fig. 5] Ángel con túnica. El fonso de este cuadro se encuentra invadido por nube. Este personaje se encuentra de pie y lleva en las manos una prenda color morado. La mirada del personaje se fija en este elemento. Su cuerpo es color carne pálido y su cabello café. Sus alas, en este caso, son más cercanas a los tonos grises. Su túnica es verde obscuro al igual que las sandalias; también viste una falda roja y la capa amarilla es cercana al color mostaza, pero con tonos rojos y verdes. En este cuadro se observa un dibujo más descuidado en comparación con los otros. [Fig. 6] 211 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad 7. 8. Ángel de la columna. En este lienzo el protagonista se encuentra de pie junto a la columna donde ataron a Cristo mientras le azotaron. El fondo de la escena es azul. En la mano derecha porta una sábana blanca en la que se envolvió el cuerpo de Cristo muerto. La piel del personaje es color carne pálido con tonos grises. Su túnica es color rosa y su capa azul, la falda es verde y sus sandalias azules. Sus alas son color blanco con tonos grises. Es un tipo angélico diferente pero bien ejecutado en el dibujo y donde el pintor ha cuidado todos los detalles. [Fig. 7] Ángel con lanza e hisopo. En este caso el protagonista se encuentra de pie sobre una nube y porta la lanza de Longinos, con la que el mítico soldado romano atravesó el costado de Cristo para asegurarse de su fallecimiento, y la esponja donde se le ofreció vinagre a Jesús sediento. La mirada del personaje se fija en la punta de este elemento. Su piel es color carne pálido con tonos grises y su cabello café. Su túnica es color verde obscuro, con falda rosa y capa roja. Un cinturón dorado y sus sandalias completan su indumentaria. Las alas son blancas con manchas luminosas en los bordes. [Fig. 8]. Iconografía e iconología de los Ángeles Pasionarios De acuerdo con Reau, estos ángeles pasionarios representan la ejecución de la justicia divina y en el momento del juicio final portarán los instrumentos alusivos a la Pasión de Cristo. 3 De acuerdo con la historiadora del arte española María del Dolores Díaz Vaquero en su artículo: “Tipologías iconográficas de las jerarquías angélicas en la escultura barroca: El ejemplo Cordobés”, los ángeles pasionarios se representan, generalmente, con indumentaria uniforme que se compone de la siguiente manera: […] túnica, ceñida a la cintura, con aberturas en la parte delantera que dejan ver las piernas, y manto. Su actitud también es bastante similar en todos los casos: adelantan una pierna, flexionándola, así como el brazo más próximo al altar mayor con el que sostienen una lámpara. Estos ángeles, en ocasiones, muestran algún elemento propio de la indumentaria militar, aludiendo a su pertenencia a los ejércitos celestiales.4 3 María del Dolores Díaz Vaquero, “Tipologías iconográficas de las jerarquías angélicas en la escultura barroca: El ejemplo Cordobés” en Cuadernos de Arte e Iconografía, t. II, núm. 3, España, Fundación Universitaria Española, 1989, pp. 265 – 273. 4 Idem. 212 En el nombre de Dios En el mismo artículo la autora referida menciona el caso de este tipo de imágenes que se localizan en el presbiterio del antiguo templo jesuita en Córdoba España.5 Los ángeles buenos debían vestir túnicas, esta situación es propia de la tradición pictórica medieval europea y bizantina que distinguía de esta manera de la desnudez de los demonios, aunque originalmente los ropajes eran blancos o luminosos.6 También convendría considerar en este estudio las esculturas de ángeles pasionarios que se encuentran en el Ponte de Saint Angelo en Roma y cuya elaboración está inspirada en modelos realizados por Gian Lorenzo Bernini. Es muy probable que este conjunto escultórico haya servido de modelo a posteriores creaciones con el mismo tema. Las esculturas del puente romano son once: a) el ángel que lleva la columna fue realizada por Antonio Raggi; b) el ángel que lleva el flagelo quedó a cargo de Lázaro Morelli; c) el ángel con la corona de espinas fue esculpida por Paolo Naldini; d) el ángel que lleva la sábana dónde se envolvió el cuerpo de Cristo también fue hecho por Paolo Naldini; e) el ángel que lleva el sudario de la Verónica fue esculpido por Cosimo Fancelli; f) el ángel que lleva los tres clavos fue ejecutado por Girolamo Lucenti; g) el ángel que lleva la inscripción realizada por Gian Lorenzo Bernini; h) el ángel que lleva la cruz fue hecho por Ercole Ferrata; i) el ángel que lleva la esponja quedó a cargo de Antonio Giorgetti; j) el ángel que porta la lanza fue realizada por Domenico Guido.7 En el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán también se localizan tres pinturas anónimas del siglo xvIII con el tema de ángeles pasionarios. El primero de éstos es un óleo sobre tela de 63 por 43 centímetros. El personaje porta una jofaina y una charola. Ambos elementos recuerdan el momento en que Poncio Pilatos se lavó las manos ante la inminente ejecución de Jesús. Interesante resulta que en la misma charola se observan las treinta monedas que recibió Judas por entregar a su maestro. El ángel lleva una linterna que alude a la oración en el huerto. Su túnica es color morado, su falda amarilla, sandalias doradas y un manto verde obscuro.8 El color de la piel del ángel es demasiado pálida, más cercano al blanco que al rosa pálido. Las alas también tienen brillos blancos, pero el color tiende más a lo obscuro. Es conveniente incluir otro ángel pasionario del Museo del Virreinato de Tepotzotlán salido del mismo pincel y que posee las mismas medidas, pero se encuentra en mejores condiciones de conservación. En este caso el ángel viste una túnica azul en alusión a la verdad revelada y el manto 5 Idem. 6 Consuelo Maquívar, Ángeles y Arcángeles, México, p. 50. 7 Mark S. Weil, The history and decoration of the ponte S. Angelo, Pennsylvania, The Pennsylvania State University, University Park and London, 1974, pp. 53 – 78. 8 Pintura Novohispana. Museo Nacional del Virreinato, t. II, México, Instituto Mexiquense de Cultura, 1994, p. 162. 213 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad es amarillo color de la incorruptibilidad, pues se relaciona con el oro9. El ángel sostiene una charola donde se observan, el cáliz que contiene la sangre de Cristo, el guante que alude a la bofetada en su rostro, las pinzas y el martillo utilizados en la crucifixión. Su rostro es casi blanco sombreado en algunas partes. Sus sandalias son azules con adornos dorados. Existe también un óleo de autor desconocido del siglo xvIII localizado en el Museo del Virreinato de Tepotzotlán y cuyas medidas son 59 x 35.5 cm. Este ángel pasionario lleva una charola con las treinta monedas de oro pagadas por el Sanedrín a Judas para entregar a su maestro, la caña que recuerda el pasaje de la coronación de espinas, el guante, la cuerda de la aprehensión, el martillo y las alicatas de la crucifixión. El ángel viste una túnica púrpura y bajo ésta la falda es color azul y el manto color verde obscuro. Las alas oscilan en tonos que van del blanco al azul. El rostro del personaje es color carne pálido y su cabello ensortijado es café. Las sandalias son de un rojo encendido con adornos dorados. Los tonos son muchos más claros y luminosos en comparación con los de Pátzcuaro. Otro ángel pasionario que fue contemplado para este estudio lo realizó José Rubí de Miramón en el siglo xvIII. En esta obra el personaje es un Ángel de la Columna y aparece de pie recargado en este elemento, su rostro de color carne pálido y su cabello es largo color café. Su túnica es verde y la falda roja al igual que su capa. Existe otro ángel pasionario del mismo autor donde el personaje porta el paño de la Verónica y la lanza de Longinos. En este caso el ser angélico viste una túnica morada con rosa, su pantalón es verde y su capa naranja. Ambos fueron posteriores a las pinturas de Pátzcuaro. Más aún, no puede quedar al margen de este estudio el retablo de la Virgen de los Dolores de la hacienda de jesuita de Santa Lucía ubicada en la cercanía de la laguna de Zumpango y realizado en las postrimerías del siglo xvII; también localizamos este tipo de ángeles pasionarios. En el guardapolvo del retablo se encuentra una serie de pequeños ángeles pasionarios. Aunque en este caso los personajes angélicos son niños pequeños envueltos en dinámicos paños que le imprimen movimiento a la imagen y ofrece variedad a la unidad del conjunto. Los colores que utilizan sus paños son rojos, azules y rosas. Casi todos ellos se encuentran de pie, únicamente los cercanos a la curva del arco de remate se representan en vuelo.10 El primero de éstos, en la esquina inferior izquierda porta la Santa Faz, el velo de la Verónica; posteriormente aparece el ángel portador de la columna y continúa otro con un par de pinzas. Los siguientes son un par de angelitos que sostienen la túnica morada de Cristo y una escalera. Del lado opuesto los angelitos portan una cruz, el cáliz, las hierbas 9 Idem. 10 Clara Bargellini, El retablo de la Virgen de los Dolores, México, Fundación Cultural Televisa, Centro Cultural Arte Contemporáneo, 1993, p. 58. 214 En el nombre de Dios amargas, los tres clavos y la bandeja donde Poncio Pilatos lavó sus manos. Los siguientes ángeles llevan: el primero la lanza, la esponja y la vara de Ecce Homo, el siguiente la corona de espinas; el siguiente lleva el sudario, los travesaños, el guante, la linterna, los dados, el pan amargo, la inscripción del InRI. Los colores de los paños de los personajes son rojos, rosas en varios tonos y verde. Otra serie con estos ángeles pasionarios se localiza en los retablos de la capilla de la Hacienda de San Nicolás Peralta en el municipio de Lerma, Estado de México. Esta edificación pertenecía, en la segunda mitad del siglo xvIII, a la orden Nuestra Señora del Carmen. Uno de los retablos laterales del edificio posee temática pasionaria e incluye las representaciones angélicas; no obstante, en este caso las obras corresponden al último tercio del siglo antes mencionado. Es decir, son posteriores a los ejemplos aquí estudiados. En cuanto a la aplicación del color en la pintura novohispana, Manuel Toussaint distinguió dos tipos para la pintura virreinal del siglo xvII: una forma luminosa y otra oscura.11 No obstante, como observa Clara Bargellini, estas características que estaban a la vista de todos no se cuestionaron bajo la perspectiva de significados simbólicos y se aceptó el colorido como una consecuencia de la pertenencia a algún taller o de la influencia formal del artista. Por lo tanto, se abandonó la posibilidad de encontrar en esta característica un recurso iconográfico o retórico de la propia pintura.12 En las Ordenanzas de doradores y pintores de 1557 y 1686, las cuales rigieron el trabajo de este gremio durante el periodo colonial se localizan alusiones directas sobre el uso correcto del color. No obstante, es mayor el énfasis puesto en la corrección del dibujo en este tipo de escritos reglamentarios.13 En efecto, el color de la luz divina es variado y complejo en la tradición pictórica. El uso de colores cambiantes en este caso es para expresar la distancia infranqueable entre los personajes divinos, alejados de cualquier naturalismo, y las demás figuras del lienzo, aunque sean ángeles y santos.14 Estas características son visibles en la serie de Ángeles Pasionarios localizados en el Templo de San Ignacio de Loyola. Es conveniente agregar que resulta visible el trabajo propio de un taller de pintura debido a las diferentes calidades de cada uno de los cuadros. 11 Manuel Toussaint, Pintura colonial en México, Tercera Edición, México, IIE, UnAM, 1990, p. 104. 12 Clara Bargellini, “Interrogantes sobre los colores del arte virreinal” en El color en el Arte Mexicano, México, UnAM, 2003, p. 207. 13 Idem. 14 Ibídem, p. 222. 215 IIE, Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El artista Juan de Miranda fue hijo natural de Antonio Miranda y Nicolasa Ramírez. En los documentos aparece como maestro de pintor, vecino natural y originario de la ciudad de México. Se casó con María de Mendoza y no tuvo hijos.15 De acuerdo con el historiador Manuel Toussaint realizó sus trabajos más sobresalientes entre 1697 y 1711. En cuanto a su pintura el más famoso de sus trabajos es el primer retrato de Sor Juana Inés de la Cruz. Esta obra no es un retrato en el estricto sentido de la palabra, pues la monja jerónima ya había muerto cuando se pintó. Por otra parte, el dibujo, la forma y las características de ésta han sido calificados por varios especialistas como anacrónica, pues, por ejemplo: el dibujo y sus contornos se encuentran limitados por una arcaica línea oscura que ya no era usada en su tiempo. Asimismo, deben mencionarse una serie de lienzos de los apóstoles que se encuentran en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México. Estos trabajos localizados y publicados por primera vez por Manuel Toussaint en su obra Pintura Colonial en México16 poseen elementos formales y de composición que recuerdan a los ángeles pasionarios que se encuentran en Pátzcuaro. Por otra parte, son un indicativo del prestigio de este artista, quien recibía encargos de la propia catedral metropolitana. Otras pinturas de este autor se localizan en la actual catedral de Cuernavaca y la combinación y uso de colores posee importantes similitudes con los ángeles pasionarios del templo de San Ignacio de Loyola. De acuerdo con Marco Díaz estos lienzos de Los Arcángeles fueron obra de Juan de Miranda; no obstante, el autor no presenta prueba alguna para dicha atribución; sin embargo, sabemos que un par de las obras se encuentran firmadas.17 Por su parte, Esperanza Ramírez en su Catálogo de Monumentos y sitios de la región lacustre asegura que las pinturas no están firmadas, ni fechadas y sólo cita a Marco Díaz para repetir este dato.18 Si bien es cierto que Díaz no aportó una razón en su obra para sostener su afirmación, considero, pudo apoyarse en la localización de dicho par de firmas en las obras de Pátzcuaro, como se registra en la fototeca del Instituto de Investigaciones Estéticas. Las pinturas angélicas parecen encaminadas a subrayar la predicación sobre los misterios de Pasión de Cristo. Los cuadros donde los ángeles muestran los símbolos de la pasión son auxiliares en la visualización del Vía Crucis. Las imágenes predicaban a los laicos y se convertían en recur- 15 Manuel Toussaint, op. cit., p. 263. 16 Ídem. 17 Marco Díaz, La arquitectura de los jesuitas en Nueva España, México, UnAM, 1982, p. 43. 18 Esperanza Ramírez Romero, Catálogo de Monumentos y sitios de la región lacustre. Pátzcuaro t. I, México, Universidad de San Nicolás de Hidalgo, Gobierno del Estado de Michoacán, 1990, p. 153. 216 En el nombre de Dios sos retóricos que procuraban la conversión efectiva de las malas conductas. Eran un auxiliar que aumentaba la elocuencia de los sermones y los rituales que se efectuaban en el templo. Ayudaban a materializar mediante imágenes las ausencias, lo que sólo podía imaginarse ahora tenía un camino mediante la visualización. Un aspecto que debe destacarse es la función de las imágenes en la predicación de los jesuitas, específicamente en la práctica de los Ejercicios Espirituales, durante la primera semana se requiere la meditación de lo visible para contemplar la presencia de Cristo. Mirar en la fe con el auxilio concreto de nuestra imaginación.19 En la serie los ángeles muestran las reliquias pasionarias: la lanza, el santo sudario, la escalera, la columna, la cruz que se transforman en el vínculo entre los devotos y el pasaje más sagrado del catolicismo. La Compañía de Jesús en esta serie pictórica refrenda su fe en las imágenes y las reliquias como un camino a la salvación. En el tomo I de los Anales de Baronio expresa: Todos los instrumentos de la pasión y del sepulcro de Cristo han subsistido intactos , y también los lugares mismos donde fueron hechos , por la rememoración consagrada de un hecho de tal importancia, como otros tantos trofeos de una victoria, y han sido evidentes y fructíferos ante los ojos del mundo entero, de tal suerte que han surgido de ellos, como fuentes inagotables, torrentes de gracias y milagros […].20 Los ángeles al mostrar las imágenes de las reliquias indican el camino de la meditación y visualización del Via Crucis como discurso de persuación para la conversión de los laicos. Asimismo cabe resaltar la cantidad de ejemplos enunciados para entender el éxito de esta devoción durante el virreinato. Conclusiones En la serie de “Ángeles Pasionarios” de Pátzcuaro los colores parecen repetirse y sólo modifican sus formas de combinación. Es muy probable la condición simbólica de estos colores como es expuesto por algunos especialistas. No obstante, a pesar de esta posibilidad es inexacto otorgar a los colores valores simbólicos generales. En otras palabras, los colores establecen un código debido a 19 Carlo María Martini, “Los ejercicios y la educación estética”en Arte y espiritualidad Jesuitas, México, Artes México, 2004, p. 11. 20 Marc Fumaroli, “Apologética de las imágenes sagradas” Arte y espiritualidad Jesuitas, México, Artes México, 2004, p. 27. 217 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad su interrelación y con respecto a los demás elementos plásticos de la composición de la imagen. En este caso el uso recurrente de los colores para vestir a los seres angélicos, a principios del siglo xvIII, fueron heredados de la tradición pictórica novohispana. Por otra parte, el uso de los colores puede obedecer a ciertas convenciones de iluminación y color de los temas pasionarios y la solemnidad que éstos exigen. Dichas convenciones, a su vez, pueden estar en función de la necesidad de trabajar con colores primarios como una forma de validar el dominio del oficio en este tipo de temas. Más aún, podríamos proponer tentativamente alguna relación entre el elemento que portan los ángeles, su luminosidad y los colores que visten, pues en este sentido, por lo menos con el gesto de sus rostros, sí parece existir dicha relación. En el caso de Pátzcuaro se observan colores que tienden a lo obscuro. La luminosidad es mínima en estos cuadros, quizás, el contenido del lienzo indique la necesidad de tonalidades apagadas. Éstas generalmente se relacionan con temas pasionarios, los cuales por su solemnidad poseen poca luz. Es importante resaltar el papel de las representaciones pictóricas en las devociones promovidas por la Compañía de Jesús y la espiritualidad exaltada por dicha orden, directamente relacionada con la práctica de los Ejercicios Espirituales. En este sentido, debe subrayarse el encargo a Juan de Miranda, uno de los artistas más renombrados del virreinato, de una serie pictórica devocional que parece referir a los Ejercicios Espirituales; esta solicitud evidencia el uso de la representación pictórica desde la perspectiva de la reflexión, la meditación y la oración propias de las imágenes pasionarias y la práctica difundida de los ejercicios entre la población. En otras palabras, las pinturas fueron una de las vías más importantes para realizar su trabajo evangelizador y aquellas imágenes que se relacionaban directamente con el misterio de la pasión cobraban mayor relevancia por su relación con la contemplación; entendiéndose como una acción de recreación mental que propiciaba la meditación y la conversión de malas conductas o pensamientos. La pasión de Jesús y su Crucifixión era el momento donde se manifestaba la doble naturaleza de Cristo como Dios y hombre. De aquí parte de la trascendencia de estas representaciones, las cuales además se apoyaban, como ya se ha mencionado, en el uso de la imaginación como materia constante en la predicación jesuítica, donde se habla del “imperialismo radical de la imagen” que sería explotada con éxito por los padres ignacianos.21 21 Juan Plazaola, “Ignacio de Loyola y el arte de los jesuitas” en Arte y espiritualidad Jesuitas II, México, Artes México, 2005, p. 14. 218 En el nombre de Dios Fig 1. Ángel con linterna, Ca. 2010. Fuente: Carlos Alfonso Ledesma Ibarra. Fig. 2. Ángel con escalera. Fuente: Carlos Alfonso Ledesma Ibarra. 219 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 3. Ángel con cruz. Fig. 4. Ángel con guante. 220 En el nombre de Dios Fig. 5. Ángel con paño de la Verónica. Fig. 6. Ángel con túnica. 221 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 7. Ángel de la columna. Fig. 8. Ángel con lanza e hisopo. 222 En el nombre de Dios Bibliografía Arte y espiritualidad Jesuitas, Dir. Alberto Ruy Sánchez Lacy, núm. 70, México, “Artes México”, 2004. Arte y espiritualidad Jesuitas II, Dir. Alberto Ruy Sánchez Lacy, núm. 76, México, “Artes México”, 2005. Bargellini Cioni, Clara, El retablo de la Virgen de los Dolores, México, Fundación Cultural Televisa – Centro Cultural, Arte Contemporáneo, 1993. Catedral de México. Patrimonio artístico y cultural, México, Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, Fomento Cultural Banamex, 1986. Díaz, Marco, La arquitectura de los jesuitas en la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1982. Jesuitas. Su expresión mística y profana en la Nueva España, México, Gobierno del Estado de México, 2011. Díaz Vaquero, María del Dolores, “Tipologías iconográficas de las jerarquías angélicas en la escultura barroca: El ejemplo Cordobés” en Cuadernos de Arte e Iconografía, t. ii, No. 3, España, Fundación Universitaria Española, 1989. 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Artesana: Beatriz Ortega Ruiz. MUY NOBLE Y MUY LEAL. EL USO DE IMÁGENES EN LA DEFENSA DE LOS PRIVILEGIO DE LA CIUDAD DE PÁTZCUARO Mónica Pulido Echeveste22 Desde 1538, cuando Vasco de Quiroga eligió el sitio para fundar su iglesia catedral, hasta 1580, año en que se trasladó a Valladolid, la ciudad de Pátzcuaro gozó de las preeminencias que le conferían ser la capital del obispado y cabecera de provincia. La capitalidad le duró poco, pero en los años que siguieron a la mudanza, no cesó de defender sus privilegios. No sólo logró conservar el título de ciudad de Mechuacan, sino que a mediados del siglo xvII aún era preferida por el alcalde mayor.23 Más sorprendente resulta que en 1706 arrebatara a Valladolid su lugar como cabecera política. 24 Pero, ¿cuáles fueron los argumentos para conseguir mercedes? ¿Con qué estrategias se enfrentaron a la competencia de las otras urbes? En este artículo me interesa analizar el papel que tuvieron las 22 EnEs Morelia, UnAM. Correo electrónico mp.echeveste@enesmorelia.unam.mx 23 Francisco Arnaldo de Yssasi, “Demarcación y descripción del obispado de Mechuacan y fundación de su iglesia catedral. Número de prebendas, curatos, doctrinas y feligreses que tiene y obispos que ha tenido desde que se fundó. 1649”, en Bibliotheca Americana 1, 1982, pp. 112-113. 24 “Gaceta de México, No. 80, Julio de 1734”, en Ernesto Lemoine, Valladolid-Morelia 450 años. Documentos para su historia (1537-1828), Morelia, Morevallado, 1993, pp. 207-208. El tema ha sido tratado por Gabriel Silva Mandujano, “La pugna por la capitalidad en la provincia de Michoacán durante la época colonial”, en Tzintzun. Revista de estudios históricos, núm. 13, Enero-Junio de 1991, pp. 9-34. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad imágenes dentro de este proceso, en particular los escudos de armas, los edificios vinculados a la memoria de Vasco de Quiroga y la escultura de la Virgen de la Salud. Mas, antes de adentrarnos en los casos particulares, conviene primero examinar los principios que permitían establecer una diferencia en las jerarquías de las ciudades. Dado que –en el marco del mundo hispánico– cada ciudad estaba vinculada a la Corona por sus propios privilegios y ordenanzas, los ayuntamientos nombraron procuradores que acudían a la Corte y al Consejo de Indias para hacer peticiones y abogar por los derechos municipales.25 Por medio de sus Representaciones consiguieron privilegios políticos, por ejemplo ampliar el número de regidores; económicos, como la obtención de repartimientos de indios y exenciones de impuestos; y honoríficos, como el uso de maceros o la posibilidad de sacar el pendón real.26 Como señala Beatriz Rojas, la subsistencia y florecimiento de una ciudad dependía en gran medida de las ayudas que le concedía el rey a modo de privilegios, lo que favoreció una política de “individualización”, pues “cada ciudad veía por ella misma”.27 Pero a la vez, el número y la importancia de las mercedes, al estar en consonancia con los servicios y méritos de la ciudad, permitió establecer una diferenciación en su importancia. A pesar de que no se convocaba a Cortes como en Castilla, no faltan ejemplos sobre cómo las ciudades se medían entre ellas. En el caso de Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Valladolid esta competencia es más que clara. En las Leyes de Indias, dentro de las disposiciones sobre las “Ciudades, villas y sus preeminencias” se concedió a la ciudad de México el primer voto entre sus pares de la Nueva España, “en atención a la grandeza y nobleza de la Ciudad de México y a que en ella reside el Virrey, Gobierno y Audiencia de la Nueva España y fue la primera Ciudad poblada por Cristianos”, mientras que en Perú se le dio a Cuzco y a Lima, la capital, se le otorgaron excepciones y privilegios especiales.28 De modo que las concesiones se traducían en una diferencia real en términos de representación política, pero además podían situar la antigüedad y las prerrogativas particulares por encima de la jerarquía jurisdiccional.29 No en todos los casos el orden era explícito, pero era bien conocido que a Puebla 25 María Luisa Pazos, El Ayuntamiento de la Ciudad de México en el siglo xvII: Continuidad institucional y cambio social, Sevilla, Diputación de Sevilla, 1999, p. 34. 26 Beatriz Rojas, Las ciudades novohispanas. Siete ensayos. Historia y territorio, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, El Colegio de Michoacán, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2016, pp. 57-61 27 Ibid, p. 61. 28 Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, 1680, Libro Iv, Título vIII, Leyes II, Iv y v. 29 Para la Nueva España, caso de Tlaxcala es un referente necesario. La nobleza de Tzintzuntzan recurrió a las excepciones concedidas a su república de naturales como argumento para defender sus propios privilegios como aliados de la Corona. Véase Jaime Cuadriello, Las glorias de la república de Tlaxcala o la conciencia como imagen sublime, México, MUnAL, UnAM-IIE, 2004. 226 En el nombre de Dios se le concedía ser la segunda ciudad en importancia en la Nueva España, ¿cómo se establecía, entonces el orden y la preeminencia? La tradición que se formó en Castilla entre los siglos x Iv y xv puede ilustrar algunos elementos. Hacia 1434, el obispo de Burgos, Alfonso de Cartagena, exponía que de la misma forma en que se llamaba nobles a personas particulares, así mismo se les nombraba a las villas y los reinos, distinguiendo entre diferentes jerarquías de ciudades “nobles”, “muy nobles” y “muy nobles y leales”, dependiendo del tamaño, la antigüedad y los servicios prestados por cada urbe. Estas distinciones derivaron en el establecimiento de una jerarquía en el orden de presentación de sus representantes en las Cortes generales, en el respeto a fueros y preeminencias y en el derecho a exhibir un blasón.30 La adopción del imaginario de la aristocracia por parte de las ciudades ha sido bien estudiado por Adeline Rucquoi. Concebidos como “personas morales”, los ayuntamientos adoptaron el uso de símbolos de poder y nobleza antes reservados a personas y familias: recibieron concesiones reales de escudos heráldicos y convirtieron su historia en una narrativa genealógica que garantizaba la pureza de su cristiandad.31 Se tratara de familias o de ciudades, el ennoblecimiento fue concebido como un proceso temporal que sólo podía ser alcanzado por el esfuerzo intergeneracional. Tanto las virtudes como las mercedes conseguidas eran heredadas. El origen antiguo, los vecinos nobles y virtuosos, algún héroe epónimo o fundador mítico garantizaban el mérito y nobleza de las urbes y les granjeaban beneficios. El caso madrileño analizado por María José del Río resulta revelador. A través del estudio del culto de los patronos de la villa, san Isidro Labrador y las vírgenes de Atocha y Almudena, muestra cómo hacia los siglos xvI y xvII, las ciudades de la península se sumaron a un proceso de invención de tradiciones y reescritura de la historia.32 Pretendían, como sostiene Fernando Rodríguez de la Flor, “resemantizar el espacio”: liberar la geografía española de las raíces hebraicas e islámicas que la “contaminaban”.33 Esta manipulación de la memoria ligada a los santos patronos y las imágenes tenía sentido dado que el prestigio de las ciudades “se medía en términos de religión y antigüedad”.34 Si bien el caso novohispano posee sus propias particularidades, tengo para mí que las ciudades americanas también se concibieron a sí mismas como personas morales nobles, linajudas y cristianas. 30 Adeline Rucquoi, “Des villes nobles pour le Roi”, en Realidades e imágenes del poder. España a fines de la Edad Media, Madrid, Ámbito, 1988, p. 201. 31 Ibid, pp. 197-212. 32 María José del Río, Madrid Urbs Regia, Madrid, Marcial Pons, 2010, pp. 92-118. 33 Fernando Rodríguez de la Flor, “La imagen corográfica de la ciudad penitencial contrarrefomista: el Greco, Toledo, h. 1610”, en Del libro de emblemas a la ciudad simbólica, ed. Víctor Mínguez, Castelló, Universitat Jaume I, 2000, pp. 59-82. 34 María José del Río, op. cit. p. 106. 227 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Al tratar de defender sus privilegios frente a Tzintzuntzan y Valladolid, Pátzcuaro apeló a esta triada de valores que se hicieron ostensibles por medio del uso de las imágenes y la cultura material. En primer lugar, se recurrió el despliegue de su nobleza, manifiesta en el escudo de armas que fue bordado sobre el pendón real y labrado en piedra en el pedestal del Cristo del Humilladero –un privilegiado locus de la memoria–, sobre el portal del convento de dominicas que estaban bajo el patrocinio del ayuntamiento y quizá también sobre las casas reales, aunque de ello no se conserva registro. En cuanto al linaje, la figura de Vasco de Quiroga como venerable fundador y pater de la provincia fue ampliamente aprovechada tanto en las crónicas como en la tradición de los verdaderos retratos que le dieron una presencia continua y perdurable. Por último, en la imagen de la Virgen de la Salud, patrona de la ciudad a la que se atribuyó ser la primera imagen en recibir culto público tras la conversión al cristianismo. Si bien no era posible retrotraer la adopción de la fe más allá del siglo xvI, la narrativa local subrayó el carácter voluntario de su aceptación. Serán pues, estas tres familias de imágenes las que guíen nuestro recorrido. El escudo de armas En el año de 1553, el emperador Carlos V concedió a la ciudad de Pátzcuaro, nombrada entonces Ciudad de Mechuacan, un escudo de armas que representaban elementos principales de su geografía: “de aquí adelante la dicha Ciudad de Mechuacan haya y tenga por sus Armas conocidas un Escudo, que haya en él una laguna de agua de su color, con una Iglesia sobre un Peñol, que es la advocación de S. Pedro y S. Pablo, y cerca de la dicha Laguna, e Iglesia, la Iglesia Cathedral, y dentro de dicha Laguna otros tres Peñoles, según que aquí va pintado y figurado”.35 Se trataba de una merced hecha al gobernador de naturales, Antonio de Huitzimengari, descendiente legítimo del cazonci Tanganxoan, por medio del procurador Juan de Oribe.36 Según noticias de Joseph Moreno, la gestión se debió al mismo Quiroga quien, durante su viaje a España, en 1553, estando ya próximo a regresarse, hizo que Juan de Orive, el Agente de quien se solía valer para sus negocios en la Corte, se presentasse en nombre de la Ciudad de Michoacán haciendo presentes los servicios que avían hecho a la Real Corona sus vecinos, quando en el año de 1541, y siguientes, salieron diversas vezes para Xuchiplia, y la Nueva Galicia en auxilio del Virrey D. Antonio de Mendoza, a la entera pacificación de los Chichimecas; y que en atención a esto se sirviese su Magestad de conceder escudo, y merced de Armas.37 35 AgI, México 1042, f. 43v. 36 AgI, México 1042, fs. 40-45. 37 Joseph Moreno, Fragmentos de la vida y virtudes del llmo. Sr. D. Vasco de Quiroga, México, Imprenta del Colegio de San Ildelfonso, 1766, p. 90. Llaman la atención los servicios prestados. Aunque no lo explicita, sitúan a la nobleza indígena representada por Huitzimengari como aliados conquistadores. No queda claro si se incluyó a los vecinos españoles 228 En el nombre de Dios Ante el conflicto por la capitalidad que abrieron los fundadores de la Nueva Ciudad de Mechuacan en el valle de Guayangareo desde 1540, la concesión de este escudo significó un medio para asegurar el poder y control de Pátzcuaro sobre sus vecinas desde dos flancos: primero, la ostentación de un registro visual con peso jurídico y, segundo, la representación simbólica de la reconfiguración política del espacio. No resultó casual que, junto con la merced de las armas, el procurador Oribe hubiera conseguido la orden que degradaba a la “Nueva Ciudad de Mechuacan” a “pueblo de Guayangareo”.38 El escudo, seguramente diseñado por el mismo Vasco de Quiroga, era a la vez una especie de mapa o corografía que ofrecía una imagen resignificada de la geografía lacustre. Tras el desplazamiento de Tzintzuntzan, la geografía simbólica del lago se transformó. Los elementos representados en el escudo muestran ese nuevo orden político: al sur, el plano de la catedral representa metonímicamente a la ciudad de Pátzcuaro, como aquella utópica comunidad cristiana que imaginaba Quiroga. El lago, cuyo aprovechamiento era uno de los principales privilegios de la capital, se muestra con el detalle de sus ramales. La pequeña capilla de san Pedro, en la isla más próxima, hacía referencia a un punto concreto de la geografía: la capilla en la isla de Apupato que conmemoraba el pacto político entre el cazonci y el rey, edificada por Pedro Cuiranangari y Antonio Huitzimengari, los primeros gobernadores indígenas. Ahí se celebraba la fiesta de San Pedro, para conmemorar el paso de la gentilidad a la nueva era cristiana. En cuanto a los otros tres peñoles, hacían alusión a las islas de Janitzio, Tecuén y Yunuén.39 Es claro que cuando los vecinos españoles del valle de Guayangareo fundaron la Nueva Ciudad de Mechuacan bajo el auspicio del virrey Antonio de Mendoza en 1541, no pretendieron la creación de una nueva ciudad, sino el traslado de la ciudad de Mechuacan ordenada por Carlos V en la cédula real de 1534. El cambio de emplazamiento era posible bajo la comprensión de su doble naturaleza, como urbs y como civitas.40 Si bien se trataba de una nueva ubicación, el traslado del ayuntamiento garantizaba que se trataba de la misma entidad moral. La dimensión material de la ciudad, la urbs, podía sustituirse, pero la comunidad cristiana que la habitaba, la “república” que que, convocados por el virrey, también participaron en la pacificación del Mixtón. La fundación –o pretendido traslado– de la Nueva Ciudad de Mechuacan al valle de Guayangareo, se justificó con el establecimiento de marcas que evitaran el avance de los chichimecas al sur del río Grande, aunque en realidad la rebelión fuera posterior. Cfr. Diego de Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán del Orden de Nuestro Padre San Agustín, México, Jus, 1963, pp. 97-98. 38 AgI, México 1042, fs. 40-45. 39 Pablo Beaumont, Crónica de Michoacán, tomo III, Morelia, Basal Editores, 1970, p. 310. 40 Richard Kagan, Imágenes urbanas del mundo hispánico, 1493-1780, Madrid, El Viso, 1998, pp. 17-46. 229 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad constituía la civitas, seguía siendo la misma. Vasco de Quiroga había echado mano de este mismo recurso jurídico para trasladar la catedral y la capital de Tzintzuntzan a Pátzcuaro con todo y los privilegios y mercedes que le pertenecían al título de Mechuacan. 41 Cuando se autorizó el traslado, los vecinos de Valladolid intentaron apropiarse también de mercedes y documentos. Conocemos esta pretensión gracias a un episodio ocurrido en 1577.42 El escribano de Valladolid-Guayangareo, Hernán Sánchez Urdiales, trató de robar el cofre de tres llaves del cabildo de naturales, según denunció el gobernador Juan Purúata ante el teniente de alcalde mayor. En esta caja se resguardaban “todos los privilegios, títulos y mercedes que Su Majestad ha hecho a esta ciudad [Pátzcuaro] y a los naturales della”. El escribano se introdujo subrepticiamente en las casas del cabildo y con la ayuda de un par de indios intentó llevarse el cofre escondido entre petates. El hurto fue descubierto por Purúata quien después de recuperar los valiosos documentos realizó un inventario. Así sabemos que contenían “el título de las Armas que su majestad le hizo merced” y un pendón de damasco azul con las armas de la ciudad, así como los libros de actas de cabildo y la provisión del emperador que había degradado a Guayangareo a pueblo.43 Esta no fue la única intentona del cabildo vallisoletano de hacerse del título de concesión de las armas. Como he tratado en otro lugar, en la primera mitad del siglo xvII Valladolid hizo uso de un escudo que reinterpretaba la concesión original y la representaba de distinta manera, tal como quedó registrado en los dos blasones que Gil González Dávila incluyó en su Teatro eclesiástico. Mientras preparaba su obra, publicada en 1649, el cronista recibió información de las “armas actuales” que tenía la ciudad, refiriéndose al escudo de los tres reyes.44 Me parece que la presencia del escudo de armas en el pedestal de la capilla del humilladero resulta muy elocuente para entender su uso en el discurso local. La capilla en la que se veneraba un cristo de piedra fue construida por el cantero Hernando Toribio de Alcaraz, maestro de obras de la catedral, entre 1555, fecha en que rindió testimonio sobre las obras que había realizado por encargo del cabildo de naturales, y 1557, año consignado en una de las caras del pedestal.45 Marcaba, como 41 Alain Musset ha demostrado que la refundación de ciudades y los continuos cambios de emplazamiento fue una práctica común. En muchas ocasiones, la búsqueda de fuentes de agua motivó las mudanzas. Alain Musset, Ciudades nómadas del Nuevo Mundo, México, fcE, 2011. 42 Aunque la mudanza de la catedral se efectuó hasta 1580, el traslado se había autorizado desde finales de 1576. El 1 de enero de 1577 el ayuntamiento estaba ya en Guayangareo. En ese mismo año se inició también la construcción de la catedral provisional. Rodrigo Martínez Baracs, Convivencia y utopía. El gobierno indio y español de la “ciudad de Mechuacan”, 1521-1580, México, fcE, conAcULTA, InAH, 2005, p. 384. 43 Rodrigo Martínez, op.cit, pp. 375-76. 44 Gil González Dávila, Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias occidentales, Madrid, Imprenta de Diego Díaz de la Carrera, 1649, p. 138. 45 “Testimonio de Toribio de Alcaraz maestro de la obra de la catedral de Pátzcuaro, sobre los cargos que se le hacen. Cd. De Michaocan, 4 de diciembre de 1555”, en Mina Ramírez Montes, La catedral de Vasco de Quiroga, México, El Colegio de Michoacán, 1986, p. 144. 230 En el nombre de Dios capillas análogas en España, el lugar de entrada y salida de la ciudad, pero, a partir de la refundación del ayuntamiento de españoles en 1689, se transmutó su sentido. Desde el siglo xvI, el cabildo de naturales había celebrado la fiesta de San Pedro –en cuyo día había tenido lugar la rendición de los naturales– con el paseo del pendón que culminaba en la capilla del santo patrón en la isla de Apupato. Según Yssasi, era “el día más alegre de la ciudad”.46 Al sacar el pendón –que llevaba bordada en una de sus caras las armas reales y por la otra las de la ciudad– se reactualizaba el pacto de paz entre los principales indígenas y la Corona, reafirmando así su carácter de aliados y leales vasallos. Cuando los vecinos españoles, congregados en torno al ayuntamiento, hicieron uso de su derecho de celebrar su propio paseo, trasladaron el locus histórico de la capilla de San Pedro a la capilla del Humilladero, a la que convirtieron en el emplazamiento donde se había llevado a cabo la rendición. Transformaron así el discurso de concordia y dignidad que ostentaban los naturales en una narrativa de conquista y sumisión. Así lo describía José Antonio de Villaseñor en el Teatro Americano, publicado en 1746: Al plan donde está la ciudad recintada de cerros, forma entrada una calzada ancha, toda de piedra, y lo primero que se descubre por el oriente es una capilla en donde se venera la imagen de nuestro Redentor Crucificado; llaman a este sitio el Humilladero por ser el paraje en que los indios de la provincia, se rindieron humildes a los españoles que emprendieron su pacificación.47 Tanto el derecho a sacar el pendón real durante la fiesta de San Pedro, como la celebración de las juras y otras fiestas regias se convirtieron en arena de batalla entre los cabildos de naturales y de españoles, pero también en flanco de disputa con las ciudades de Tzintzuntzan y Valladolid, que reclamaron en distintas ocasiones su derecho a llevar a cabo sus propias celebraciones y a no ser obligadas a asistir a las que se realizaban bien en Pátzcuaro, bien en Valladolid. El despliegue del aparato festivo no sólo permitió hacer alarde de la riqueza de ciudades y corporaciones, sino que además se interpretaba como un servicio más realizado a la Corona y una prueba de su lealtad –como muestra el informe de la jura de Felipe V enviado por el cabildo al Consejo de Indias. Eran, así, una manifestación de los privilegios y obligaciones que tenían como vasallos.48 46 Yssasi, op. cit., pp. 117-118. 47 José Antonio de Villaseñor y Sánchez, Theatro Americano. Descripción general de los reinos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, México, UnAM, 2005, p. 411. 48 Mónica Pulido Echeveste, “Lances fingidos y discordias reales. Las fiestas regias y la ceremonia del Pendón en la provincia de Michoacán”, Arte y patrimonio en Iberoamérica. Tráficos transoceánicos, Castellón de la Plana, Universitat Jaume I, 2016, pp. 445-456. 231 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La memoria material de Don Vasco De los nueve retratos coloniales de Vasco de Quiroga que se conservan, solo dos se encuentran en Pátzcuaro dentro de la basílica de Nuestra Señora de la Salud, uno de cuerpo entero que pertenecía al colegio jesuita y otro del rostro, con una inscripción que asegura que se trata de una vera effigie.49 En Morelia, antigua Valladolid, podemos ubicar cuatro. Aunque ahora uno de ellos forma parte del acervo del Museo Regional Michoacano y otro de la Universidad Michoacana, ambos pertenecieron al Colegio de San Nicolás; los otros dos se encuentran en la catedral. Esta diferencia podría interpretarse como el reflejo de la importancia que se dio a su recuerdo, o como el relevo en la conservación de una herencia común, pero al examinar los discursos en torno a la memoria fundacional, es patente que, en el caso de Pátzcuaro, los retratos son solo un medio –primordial, pero sin duda no el único– que conservó e hizo presente la memoria de Quiroga. En los Fragmentos de la vida y virtudes del V. Illmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Vasco de Quiroga, Primer Obispo de la Santa Iglesia Catedral de Michoacán, biografía con envase hagiográfico publicada en 1766, Joseph Moreno dedicó un capítulo a una serie de objetos que habían pertenecido a don Vasco y que se conservaban a modo de reliquias, como testimonio de “la veneración en que se ha tenido su memoria”. Se contaban entre ellos un capelo que conservaban las monjas dominicas de la Salud y una campana a la que se atribuían poderes apotropaicos, pues tenía la capacidad de disolver tempestades. Pero la mayor prenda que podía conservar la ciudad eran los restos fúnebres de su prelado, celosamente resguardados en el templo de la Compañía.50 En uno de sus sermones, el cura Joseph Eugenio Ponce de León, experto predicador, llamaba a la ciudad “urna felicissima de las cenizas Venerables del Illmo. Señor Don Vasco de Quiroga”.51 Ciertamente, la ciudad entera –o al menos buena parte de sus edificios más entrañables– estaban emparentados con el obispo. Entre los edificios que guardaban relación, estaba en primer lugar la catedral con su curioso diseño semiradial. Aunque solo se terminó una de las cinco naves que se planeaban, esta nos da una idea de las dimensiones esperadas. No me centraré ahora en ella por ser uno de los proyectos más conocidos y estudiados.52 En cuanto a la provisional, construida con muros de adobe y techumbre 49 En los últimos años, la ubicación de ambos retratos ha variado dentro de la basílica. El retrato de cuerpo entero se encontraba en el mausoleo, pero en años recientes fue retirado y no he podido comprobar dónde se encuentra ahora. El verdadero retrato formó parte de las evidencias presentadas en la causa de canonización; he podido observarlo en las oficinas. 50 Sobre estos y otros objetos como el báculo episcopal, un zapato y un juego de arras y anillos me he ocupado en Mónica Pulido Echeveste, “Imágenes, objetos, reliquias: Vasco de Quiroga y la materialización de la memoria”, en Caiana. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (cAIA), núm. 16, primer semestre 2020, pp. 82-99. 51 Joseph Eugenio Ponce de León, La abeja de Michoacán. La venerable señora doña Josefa Antonia de Nuestra Señora de la Salud, México, Imprenta del Nuevo Rezado de doña María de Rivera, 1752, p. 136. 52 Véase Mina Ramírez, op. cit. 232 En el nombre de Dios de madera, fue donada a la Compañía de Jesús como una manera de honrar las gestiones que el prelado había realizado en vida para la expansión de la orden a la Nueva España. El retrato de cuerpo entero que aún se conserva en la basílica indicaba en la cartela: El Venerable y Ilustrísimo Sr. Don Vasco de Quiroga Obispo de Michoacán cuyos respetables huesos se conservan en este Colegio en el Presbiterio de su Iglesia; cuyos deseos y súplicas enviadas a N.P. General San Francisco de Borja por mano de el Sr. Chantre de la Catedral de Pátzcuaro Don Diego Pérez Negrón; fueron las primeras diligencias que motivaron la venida de la Compañía de Jesús a estos Reinos. En su Testamento dejó sus Casas para Colegio de Estudios lo que verificó con el tiempo la misma Compañía. Manuel de la Zerda fecit. Año de 1755. Por medio de esta inscripción, el cuadro se convertía en un documento que daba a Vasco de Quiroga el carácter de fundador.53 El tratamiento de su capilla funeraria lo igualaba a otros benefactores, como Alonso de Villaseca, patrono del colegio de San Pedro y San Pablo de México, y Pedro Ruiz de Ahumada, benefactor del noviciado de Tepotzotlán, aunque a diferencia de estos dos patronos, a Vasco de Quiroga no se le construyó una efigie sino un retrato fúnebre que tenía fama de haberle representado “en el mismo traje en que fue sepultado”. El cuadro fue descrito tanto por Arnaldo de Yssasi a mediados del siglo xvII, como por Joseph Moreno un siglo después. Lamentablemente ya no se conserva. La cartela establecía que el establecimiento del colegio de la Compañía satisfacía la voluntad expresada por Quiroga en su testamento en lo que respectaba al legado de sus casas para “Colegio de Estudios”. En realidad, la última voluntad del prelado se refería a la cesión de las casas “de prestado” al colegio de San Nicolás. 53 Desarrollo más este argumento en Mónica Pulido Echeveste, “Los retratos de Vasco de Quiroga: imagen y memoria”, en La función de las imágenes en el catolicismo novohispano, México, UnAM, Fideicomiso Felipe Teixidor y Montserrat Alfau de Teixidor, 2019, pp. 178-181, 233 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad …que también se le quede al dicho Colegio de San Niculás, perpetuamente, todo el aposento nuestro que está junto al dicho Colegio que hicimos de prestado, hasta que se hagan los aposentos que han de ir encorporados en nuestra Iglesia Catedral […] dejóselo todo al dicho Colegio, así como va y está edificado y cercado con todo a la huerta, así como va cercada y está la cerca de ella y con el edificio de la capilla de Sant Ambrosio y de la sala grande en que está dicha capilla, que podrá servir de librería del dicho Colegio, hasta que otra mejor se haga, aderezándose como convenga para ello.54 El Colegio de San Nicolás era –seguido por los hospitales de Santa Fe– la institución que más preocupaba a Quiroga conservar, pues la formación de clérigos que hablaran las lenguas indígenas constituía una piedra angular para su proyecto episcopal. 55 Con el fin de asegurar su manutención, le legó haciendas y nombró al cabildo catedral como patrono. Los capitulares fueron, en efecto, los más férreos defensores del colegio y aseguraron su pervivencia a lo largo de los siglos, pero no dudaron en mudarlo a Valladolid junto con la catedral. Quedaron, por lo tanto, vacías las casas que habían ocupado a un costado de la antigua catedral reconvertida en templo y colegio de la Compañía.56 Lo cierto es que los jesuitas aprovecharon esta cesión que nada tenía que ver con su propio colegio para enaltecer el uso que hacían de la antigua catedral, demostrando así que la memoria conservada era maleable y podía ser enunciada a modo. El traslado de la catedral y el Colegio de San Nicolás a Valladolid resultó en una escisión de la memoria quiroguiana. Para ambas ciudades, la figura del prelado era indisoluble de su historia fundacional, pero las maneras de recordar y las instituciones ligadas a su nombre fueron distintas. Mientras que Pátzcuaro se constituyó como la heredera material, guardiana de sus reliquias y sus edificios, Valladolid se vio a sí misma como heredera intelectual y espiritual, donde las instituciones que había fundado se mantenían con vida.57 En cualquier caso, es notorio que la relación con Quiroga fue aprovechada como un capital simbólico potente y muy preciado para la defensa de los privilegios de las ciudades. 54 “Testamento de Vasco de Quiroga”. Disponible en https://es.wikisource.org/wiki/Testamento_de_Vasco_de_Quiroga. Consultado el 15 de marzo de 2021. 55 En su testamento también se establecía que los hijos de los indios que habían colaborado para su construcción debían recibir educación gratuita en el mismo colegio. 56 Del antiguo edificio no se conserva casi nada. A lo largo de los años, se fue adaptando a los distintos usos que se le dio, hasta el establecimiento del Museo de Artes e Industrias Populares de Pátzcuaro. De manera indirecta, el museo rinde homenaje a la tradición que atribuye a Quiroga la introducción de las distintas artes y la organización de las actividades productivas de los pueblos. 57 Mónica Pulido Echeveste, “Imágenes, objetos, reliquias”, op. cit. p. 82. 234 En el nombre de Dios Nuestra Señora de la Salud Al frente del colegio y la catedral de prestado se levantaba el hospital de indios de la catedral, puesto según el testamento de Quiroga bajo la advocación de “Nuestra Señora de la Asumpción y Santa Marta”. Más tarde, el hospital sería nombrado como de Santa Marta y la Concepción, quizá como una estrategia para situarlo a la cabeza de los hospitales de la Concepción del obispado, cuya paternidad se disputaba con los franciscanos.58 Al obispo Quiroga se le ha atribuido la autoría intelectual de la imagen de Nuestra Señora de la Salud que, según Joseph Moreno, mandó fabricar para venerar a las titulares del hospital en su capilla, para lo que encargó “una Imagen de caña de maíz batida, que es un genero de pasta, usado en este Reyno, cuyo peso es ligerissimo y de grande consistencia”.59 Los inventarios de la cofradía de Santa Marta no consignan a principios del siglo xvII imágenes de bulto que se correspondan con las características de Nuestra Señora de la Salud. Registran en cambio que, para 1621, el altar mayor era “un colateral de Nra. Sra. De la Concepción dorado con su lienzo que es el altar de dicho hospital”. Entre 1640 y 1649 se recogen noticias de obras de pincel de Santa Marta, San Nicolás, San Salvador y una serie de los apóstoles, y esculturas de la Transfiguración, Cristo de la Columna, Ecce Homo, la Resurrección, San Sebastián, Santa Marta y dos imágenes marianas, una Virgen de media vara y “una imagen de la Concepción en sus andas doradas”, que bien podría ser la futura patrona.60 En esta selección es notoria la impronta quiroguiana, pues en las fiestas que señaló como obligatorias para los hospitales se contaban Nuestra Señora de la Asunción, San Salvador, la Exaltación de la Cruz, San Miguel Arcángel, San Nicolás, San Ambrosio y de la Concepción de Nuestra Señora.61 Según Moreno, con el tiempo “se fue borrando la memoria de Hospital, el título de Santa Martha, y aun el de la Assumpción, y se fue subrogando, en su lugar, el Santuario de Nuestra Señora de la Salud de Patzquaro”, lo que implicaba también la sustitución de la Asunción por la Concepción. El biógrafo continuaba: “hoy solo se conserva del primer título, una fiesta de segundo orden 58 Ambos misterios estaban relacionados, pues la ausencia del pecado original es lo que había permitido a María ascender en cuerpo y alma. Además, solo en torno al 1500 la iconografía de la Inmaculada se distinguió con claridad de la Asunción, por lo que en ocasiones se les confunde, sin embargo, se trataba de dos fiestas bien diferenciadas. A la Asunción se le celebra el 15 de agosto, a la Inmaculada el 8 de diciembre y ninguna de las catedrales dedicadas a la Asunción cambió su advocación por el de la Concepción, así que es probable que la mudanza de titularidad fuera posterior. Véase Suzanne Stratton, La Inmaculada Concepción en el arte español, Madrid, Fundación universitaria, 1989. 59 Joseph Moreno, op. cit. p. 63. 60 Mónica Pulido Echeveste, “Prácticas devocionales y entramados sociales: el culto a Nuestra Señora de la Salud de Pátzcuaro” en Intersecciones de la imagen religiosa en el mundo hispánico, Morelia, ENES Morelia, 2018, p. 332. 61 Testamento de Vasco de Quiroga, op. cit. 235 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad en el Santuario. Al título de Santa Martha, juzgó la devoción satisfacerle con erigirle un Altar, y retablo en la Iglesia nueva”.62 Este “olvido” no se debió a un desgaste natural de la memoria. Fue el cura Juan Meléndez Carreño quien a partir de su llegada a la ciudad reorganizó el culto, convocó al patriciado de la ciudad y marginó a los naturales de la capilla de su propio hospital, en especial a partir de la erección del santuario. La invención del título de la Salud se dio durante un episodio bien conocido: el recorte de la imagen para poder vestirla que tuvo lugar en 1691, rodeado de un aura portentosa. Fue mientras se tuvo a la imagen oculta en la sacristía que se descubrió la inscripción de “Salus infirmorum” que le granjeó su nuevo título. En los años que siguieron la imagen consolidó su fama milagrera y su predilección por la ciudad. Pero, si bien los milagros prodigados alcanzaban a hombres y mujeres españoles, criollos e indígenas, fue notorio que en el círculo más cercano al culto nacido en 1691 se encontraban los miembros del recién electo ayuntamiento. Como señala María José del Río, Da la impresión de que los patronos urbanos eran vistos entonces no sólo como protectores espirituales de las ciudades, sino también como encarnación simbólica del sentimiento de orgullo cívico no lejano al que los encomios y crónicas urbanas expresaban de forma literal.63 En efecto, tanto la crónica publicada por el jesuita Pedro Sarmiento con el título Breve noticia del origen y maravillas de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Salud, como los sermones impresos de Ponce de León dan cuenta de este orgullo cívico. En buena medida, el desarrollo de su culto coincidió con el renacer político de la ciudad de Pátzcuaro. La iniciativa de construir un nuevo santuario surgió a la par del intento por recuperar la capitalidad y la dedicación y estreno – durante la fiesta del 8 de diciembre de 1717, dos meses después de que la Real Audiencia decretara por sentencia de revista a Pátzcuaro como “capital política de la provincia de Michoacán”–, le ofreció la ocasión de celebrarse como ciudad triunfante bajo el amparo de su reina política. En este clima, resultan especialmente agudas las palabras de Ponce de León, que vale la pena incluir pese a su extensión: 62 Joseph Moreno, op. cit. p. 65. 63 María José del Río, op. cit. p. 94. 236 En el nombre de Dios Cómo lo negarás si la delgada deleitable agua, con justas, te dicen las tradiciones de Padres a Hijos, que fue perenne llanto de un Peñasco herido por el Señor D. Vasco de Quiroga con aquel Báculo de humilde madera, que se guarda en su Sala Capitular entre sus más preciosos espolios la ínclita siempre célebre Santa Iglesia Catedral de la Nobilísima Ciudad de Valladolid, hoy Eclesiástica Capital de Michoacán, no sé si para recuerdo de la mano o del prodigio de Nuestro Primer Prelado? Pero cómo lo negarás Pátzcuaro Augusto, Capital Política, si eres felicísimo depósito de la Prodigiosa Imagen de Nuestra Señora de la Salud, fabricada de la débil materia de la caña de maíz, e incorrupta después de haber cansado a el tiempo en la carrera de dos siglos? Cómo lo negarás? Mas si no puedes, y tu obligación te compele agradecida a la práctica de las virtudes, oye una voz de quien te quiere bien y te encomienda, que conserves en lo futuro la paz, y unión, en que vives: mira, que esta prenda te debe hacer singular, más que otra dicha; así porque un Reino dividido, con estarlo, tiene mucho para desolarse; como porque con amarnos unos a otros basta para que Dios nos ayude.64 El cura y predicador hizo uso de la memoria fundacional, probablemente reescrita a modo. Cuando Vasco de Quiroga buscaba el sitio ideal para establecer su catedral, hizo ciertas salidas a diferentes partes acompañado por fray Jerónimo de Alcalá, y decidió fundar en Pátzcuaro “porque les dio contento el agua que salía de la fuente”.65 En la intersección formada por el Colegio de San Nicolás, la catedral de prestado y el hospital de Santa Marta había un ojo de agua que abasteció por siglos las fuentes de la ciudad. Una caja de agua rematada por una imagen de la Virgen de la Salud, construida en 1901, rememora el manantial que “el gran padre Dn. Vasco de Quiroga hizo brotar con su báculo pastoral en 1540”.66 Esta pequeña pila resulta muy elocuente, pero aún más interesante resultan las noticias de una majestuosa fuente construida hacia 1556 al centro de la plaza mayor. Se trataba de un monumento al agua misma y al obispo, ya fuera por haberla descubierto y distribuido o por haberla hecho brotar milagrosamente. La fuente fue concebida desde 1540, año en que el virrey Antonio de Mendoza otorgó licencia para su edificación. Su complejo programa llamó la atención de Antonio de Ciudad Real y su compañero, fray Alonso Ponce, durante su estancia en la ciudad en el año de 1586: 64 Joseph Antonio Ponce de León, op.cit. pp. 104-105. 65 Rodrigo Martínez Baracs, op.cit. p. 254. 66 Mónica Pulido Echeveste, “Imágenes, objetos y reliquias”, op. cit. p. 90. 237 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La plaza, la cual es grande y cuadrada y tiene en medio una fuente labrada de cantería, muy galana y curiosa, con ocho caños muy vistosos; los seis dellos son seis gentiles hombres, labrados de talla […], echan el agua por la boca y cae en la mesma pila, otro caño es un águila […] que echa el agua por la corona y subiendo algo alta, cae en la mesma pila; el octavo caño es un león de piedra […] y de allí toman agua todos los indios e indias del pueblo. Esta fuente dicen que descubrió el obispo de Michoacán, Quiroga (que tuvo nombre de santo), cuando estaba en aquella ciudad la catedral.67 En el discurso de las figuras de piedra, el agua del manantial que gozaban los hombres por regalo de la naturaleza se convertía en el origen y símbolo del orden y la urbanidad de las ciudades cristianas. Aunque, como he dicho antes, la memoria quiroguiana tuvo en Pátzcuaro un notorio registro material, pues se percibía como encarnada en sus propios muros, esto no impidió su destrucción y transformación. El ejemplo más claro es el del hospital de Santa Marta y la Concepción. Desde la construcción del santuario, los naturales se vieron marginados del que antes fuera su principal espacio social y político. Este despojo real y simbólico se completó con la erección del convento de monjas dominicas. Joseph Moreno comentaba, mucho más se han borrado estas memorias, desde que la piedad, y amor a el bien publico, del Señor D. Joseph Eugenio Ponce de León, Cura de la misma Ciudad, solicitó y consiguió, que la Iglesia edificada por el Señor Carreño, se donasse a las R.R. Madres Dominicas, que fundaron allí mismo un Convento con el fin de dar más culto, y veneración a la Santa Imagen, como con efecto se ha conseguido.68 Solo una causa percibida como piadosa –y autorizada por la misma Virgen por intermedio de la beatita de Pátzcuaro, doña Josefa, la abeja michoacana– podía justificar la pérdida del edificio y la corporación fundadas por el obispo. Pero también es preciso considerar, como señala Cristina Ratto, que “los conventos de monjas, sus iglesias y sus moradoras fueron considerados una parte significativa del mundo urbano y, al mismo tiempo, un signo de la opulencia, la nobleza y la piedad de los ciudadanos”.69 Estos beneficios se tradujeron en la solución a una necesidad que debió percibirse como acuciante: las hijas de Pátzcuaro ya no tendrían que partir hacia Valladolid para profesar y las ganancias, tanto espirituales como sociales, de sus vidas religiosas redundaría en la mayor riqueza, fama y bienestar de su propia civitas. 67 Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, Tomo II, México, UnAM-IIH, 1976, p. 73. 68 Joseph Moreno, op. cit. 66. 69 Cristina Ratto, “La ciudad dentro de la ciudad. Las imágenes del convento de monjas en los virreinatos de Nueva España y Perú”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 94, 2009, p. 73. 238 En el nombre de Dios A modo de conclusión Los casos aquí examinados permiten observar cómo los conceptos de nobleza, linaje –o antigüedad– y cristiandad permitieron a la ciudad de Pátzcuaro construir discursos e imágenes que la dotaron de un sentido de pertenencia. Quizá podríamos adelantar que también le dieron una identidad política diferenciada, en el sentido de la representación que podía hacerse como “persona moral” frente a sus pares, pero, sobre todo, hacían posible su afirmación en la intersección de varias interacciones. Por medio de su escudo de armas, la defensa y el orgullo de la memoria fundacional y el culto a su patrona, la Virgen de la Salud, los vecinos afirmaban sus privilegios y obligaciones frente a la Corona y la Iglesia; ante Dios y ante el rey; así como entre su ciudad y las vecinas, en especial Pátzcuaro y Valladolid, pero también las ciudades y pueblos con los que comerciaba. Permitía, a su vez, ordenar las relaciones al interior de la misma, dando centralidad o desplazado a ciertos grupos y actores, como vimos en la relación entre el cabildo de naturales y el de españoles. El panorama era cambiante y mucho más amplio de lo que he podido introducir aquí. Pero conviene tener en cuenta que los discursos, estrategias y artefactos examinados fueron maleables y en ese sentido permitieron un cierto juego que igual dio lugar a la confrontación que a la concordia. A lo largo de la época colonial, y aún después, se sucedieron distintos reacomodos que dependieron de múltiples y complejos factores: el cambio en la casa reinante, la degradación del poder político de la nobleza indígena, la llegada de comerciantes vascos que formaron un nuevo patriciado, por señalar solo algunos. Sus implicaciones y motivaciones rebasan, desde luego, el espacio de lo local en el que hemos centrado nuestra mirada, pero no hay que pasar por alto que, frente a estos irremediables devenires, tanto Tzintzuntzan como Pátzcuaro lograron conservar su autonomía después de haber perdido la capitalidad y que esta pequeña conquista les significó a sus habitantes una gran diferencia. 239 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fuentes de archivo AgI, MéxIco 1042. Bibliografía Basalenque, Diego de, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán del Orden de Nuestro Padre San Agustín, México, Jus, 1963. 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En menos de una década la Orden había fundado tanto casa como templo, y sus miembros enseñaban las primeras letras, iniciaron cátedras en la lengua de los naturales y misionaban diligentemente en los territorios apenas convertidos. El crecimiento fue tortuoso a pesar de las notables ayudas que les prestaron los vecinos de Pátzcuaro, pero ni los inconvenientes naturales de su arribo, ni los conflictos ajenos a ellos -como el traslado de la sede episcopal a la vecina Valladolid- frenaron la actividad de un conjunto que permaneció latiendo hasta la expulsión en 1767. Durante casi dos siglos de ocupación ejecutaron su ministerio de forma ininterrumpida. La catequesis, la vida colegial y la enseñanza, dependieron en buena medida de un esfuerzo constante por crear y fortalecer bastos fondos bibliotecarios que les 70 UMsnH/UnAM. Correo electrónico: mherb_pque@hotmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad proporcionaron las herramientas intelectuales necesarias. La creación de librerías era un elemento obligatorio en la Compañía de Jesús, que destinaba recursos especiales desde Roma para fundarlas y dotaba a las residencias de algunos libros para que comenzaran sus acervos comunitarios. Este esfuerzo institucional convivía con la existencia de pequeñas colecciones personales que aliviaban las necesidades de los padres de una lectura íntima o los ayudaba a prepararse para su misión pastoral. En el presente capítulo abordo la existencia de las colecciones bibliográficas personales, encontradas en los aposentos de los jesuitas expulsos de Pátzcuaro en 1767. Mi análisis se basa en la revisión del índice levantado por las autoridades virreinales en 1768, documento inédito hasta ahora, a través del cual mostraré algunas tendencias en la posesión de libros de trabajo en una residencia caracterizada por el origen criollo de sus habitantes. El análisis de los acervos nos permite poner en perspectiva la misión y actividad jesuítica de esta pequeña fundación en el corazón del Centro – Occidente del Virreinato, su capacidad de circulación de materiales librescos, la evolución de colecciones de especialidad, la posesión de libros que a partir de 1773 fueron prohibidos e incautados, y la convivencia entre la práctica institucional del isomorfismo71 bibliotecario y la adquisición individualizada de libros. Con ello demostraré que, aunque existió un proyecto corporativo emanado de Roma con respecto al uso y posesión de libros, los aposentos jesuitas se convirtieron en pequeños estudios que se constituyeron con cierta independencia. Pátzcuaro resulta ideal para este análisis por varios elementos que desarrollaré en las próximas líneas y que obedecen a dos particularidades: primero, su inclinación a la formación de indígenas y, segundo, las singulares características del inventario de los libros. El capítulo se encuentra divido en tres partes, una contextual y dos demostrativas. Primero abordaré brevemente la presencia jesuita en Pátzcuaro y sus antecedentes institucionales en la acumulación de un fondo bibliotecario común, para demostrar que la suficiencia de materiales colectivos para el estudio y trabajo no desalentaba la propiedad individual. En segunda instancia abordaré la existencia de colecciones privadas ubicadas en pequeños studiolos dentro de la residencia, independientes de la actividad colegial; y finalmente expondré algunas tendencias estadísticas sobre los libros inventariados y el proceso de clasificación con que se intervinieron. 71 El término isomorfismo, tomado de las Matemáticas, se refiere a dos elementos que tienen la misma estructura. Importado al campo bibliotecológico se ha utilizado para describir la propiedad por la que las bibliotecas de la Compañía de Jesús mantenían una estructura y un fondo base de autores y títulos idénticos en todas sus residencias y colegios. Gracias a ella, la Orden garantizaba un modelo organizacional idéntico en todas las librerías, pero también el sostenimiento del canon sobre los autores aceptables y los prohibidos. Para mayores referencias, léase Araceli de Tezanos, “El Isomorfismo de las bibliotecas jesuitas (siglos xvI-xvIII)”, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades Universidad de Santiago de Chile, vol. 18, núm. 2, julio - diciembre, 2014, pp. 105-138. 244 En el nombre de Dios “Si algunos de los nuestros quedasen en Pátzcuaro”.72 El arribo jesuítico a Pátzcuaro estuvo precedido de varios intentos y peticiones. En 1562 el chantre de la primitiva catedral michoacana, Don Diego Pérez Negrón,73 se hallaba en España con la encomienda de solicitar al propio Ignacio de Loyola que enviara algunos de sus jesuitas a Nueva España.74 El asunto le había sido encargado por el primer Obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, quien al ver que su petición no prosperaba insistió unos años más tarde mediante una entrevista con el segundo Prepósito General de la Orden, Pedro Laínez S.J.75 Este intento también resultó infructuoso, pues fue hasta 1571 -seis años después del fallecimiento de Quiroga- cuando por fin el tercer General de la Compañía, Francisco de Borja y Gandía S.J., autorizó el viaje de quince jesuitas a la Nueva España.76 El Puerto de Veracruz fue el punto de desembarco del pequeño grupo encabezado por Pedro Sánchez S.J., primer provincial de la Provincia Mexicana, bajo cuya guía marcharon hacia México para fundar su primer colegio seminario en 1573. Con esa misma presteza, dos jóvenes de la Orden fueron enviados a Pátzcuaro en agosto del mismo año. Se trató del hermano Juan de la Carrera y el estudiante Juan Curiel, quienes se instalaron en unas habitaciones de las casas episcopales,77 donde fueron acogidos por prebendados de la Catedral. La fundación formal de la residencia patzcuarense tardó un poco más; el 19 de noviembre de 1574 el provincial Pedro Sánchez tomó posesión de una casa y un templo donado a la Compañía para que se instalaran de manera permanente. 72 El Padre General de la Compañía, Claudio Aquaviva, escribió en una carta al P. Rector del Colegio de Valladolid, Diego López de Mesa, su preocupación por cómo se desarrollaban las cosas en Pátzcuaro; la tardía llegada de la Compañía a la Nueva España -cincuenta años después de los pioneros franciscanos- frecuentemente causaba desavenencias con otras órdenes, y la Ciudad de Michoacán no era la excepción. Los jesuitas se quejaban constantemente con sus superiores del cuidado con que debían ejercer sus ministerios para no molestar a otras órdenes asentadas previamente en la misma ciudad, y de los trabajos que pasaban para sobrevivir de las limosnas en tanto que otros religiosos ya las habían acaparado. En febrero de 1580 Aquaviva sugería que “si algunos de los nuestros quedasen en Pazcaro” debían actuar con sumo cuidado para no enfadar a otros religiosos, pues la situación de la permanencia de la residencia patzcuarense peligraba debido a la posibilidad de trasladar la sede episcopal a Valladolid. Vid “31. El Padre Claudio Aquaviva, Gen. Al Padre Diego López de Mesa” en Felix Zubillaga, Monumenta Mexicana, Tomo II, Roma, 1959, p. 68. (En Adelante MM) 73 La tradición historiográfica de la Compañía ha atribuido a Vasco de Quiroga las peticiones de envío de Jesuitas a territorios novohispanos, sin embargo ningún documento de la MM atestigua la correspondencia o encuentros descritos posteriormente en crónicas o relaciones de hechos, que atribuyen a Quiroga dichas solicitudes. A este respecto, la MM se refiere a la Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro), escrita en 1585 por el P. Francisco Ramírez, y las Noticias que presta en su correspondencia con el Prepósito Claudio Aquaviva. MM, Tomo I, Roma, 1959, pp. 474-538 74 Juan Carlos Cortés Máximo, “Estudio introductorio a la Relación sobre la Residencia de Michoacán (Pátzcuaro), Revista Relaciones, núm. 95, vol. xxIv, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2003, pp. 167-177. 75 Elsa Cecilia Frost y María de Lourdes Ibarra Herrerías, “La crónica general jesuita en Nueva España”, en Historiografía mexicana. La creación de una imagen propia. La tradición española. Tomo 2: Historiografía eclesiástica, México, vol. II, Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Históricas, 2019, p. 1184. Disponible en: https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/317_02_02/317_02_02_04_25_CronicaJesuita.pdf, fecha de consulta 16 de marzo de 2021. 76 Juan Sánchez Baquero, Fundación de la Compañía de Jesús en Nueva España, 1572-1580, prólogo de Félix Ayuso, México, Editorial Patria, 1945. 77 Francisco Ramírez, El antiguo colegio de Pátzcuaro. Estudio, Edición, Notas y Apéndice de Germán Viveros, Morelia, El Colegio de Michoacán/Gobierno del estado de Michoacán, 1987, p. 21. 245 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Para la fundación también se les concedió una suma de 800 pesos en efectivo, y una huerta vecina al templo -que había fungido como la primer catedral michoacana- y al Colegio de San Nicolás, que desde ese momento pasaba a sus manos. Para hacerse cargo de él, el Provincial concedió el traslado de otro padre y dos hermanos: Juan Sánchez, Pedro Rodríguez y Pedro Ruiz de Salvatierra, quienes estarían a cargo de la rectoría del seminario, unos cursos de gramática y la enseñanza de primeras letras para niños, respectivamente.78 Estas actividades se alternaban con lo cotidiano y el ministerio para indios y españoles, desde la administración de la huerta hasta el aprendizaje de las lenguas autóctonas, la enseñanza del latín, las visitas a las cárceles de la ciudad, la prédica, la administración de los sacramentos, y la organización de las misiones.79 Los primeros años no carecieron de esfuerzos. Los jesuitas fundadores -a quienes pronto se sumaron seis más- se enfrentaron al incendio de la techumbre del templo primitivo80 y a la epidemia de cocoliztli que diezmó a la población, y en consecuencia a su joven alumnado.81 Pero sin duda el conflicto que determinó el rumbo del conjunto colegial patzcuarense fue el cambio de sede episcopal desde la Ciudad de Michoacán a la vecina Valladolid. El traslado consumado en 1580 tuvo repercusiones importantes para los jesuitas, quienes deberían mudarse a la capital del Obispado para atender San Nicolás y establecer un colegio para jóvenes españoles bajo su completo cargo. Después de una serie de disquisiciones sobre cuán inoportuno era abandonar el complejo patzcuarense y algunas revueltas y ofrecimientos de los vecinos de esta ciudad para convencer a las autoridades de la pertinencia del asentamiento jesuita para el socorro espiritual de la zona lacustre, se decidió que se conservarían ambos domicilios.82 En Valladolid, un nuevo colegio requeriría de la presencia de varios miembros de la Compañía que se dedicaran al ministerio pastoral tanto como al educativo, mientras que el de Pátzcuaro quedaría “convertido en escuela de primeras letras para niños indígenas y españoles -suspendido el estudio de Artes- en donde, además, los clérigos estudiaban 78 Ibídem p. 22. 79 Pátzcuaro compartió con los Colegios de San Gregorio de México, y el Seminario de Tepotzotlán el ministerio de las lenguas; los jesuitas tenían la obligación de aprender las lenguas de los naturales para poder misionar entre ellos, y se ha reconocido a Pátzcuaro como el punto de partida para las primeras misiones del Norte de la Nueva España que partían desde San Luis de la Paz (Guanajuato) hasta Parras (Chihuahua) en un primer momento. Vid Gabriel Gómez Padilla, “Las misiones del Noroeste. Otra visión de la educación jesuita”, Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, Universidad Iberoamericana, México, vol. xxvI, núm. 1-2, 2006, pp, 49-73. 80 En agosto de 1583, un rayo provocó el inicio del fuego en la antigua catedral de la Ciudad de Michoacán; las llamas lograron apagarse y las reliquias y vasos sagrados recuperarse, gracias a la intervención de los indios avencidados en las cercanías que acudieron a apagar las llamas y resguardaron cuanto pudieron del interior del templo. Francisco Ramírez, op. cit., pp. 90-91. 81 Ibidem p. 35. 82 Con el traslado en puerta, los naturales y vecinos españoles ofrecieron a las autoridades de la Compañía socorrerlos con fondos especiales para que costearan su permanencia en Pátzcuaro. Además, se registraron inconformidades que aparentemente tomaban el camino de la revuelta pública por intentar tomar las reliquias de la antigua catedral, los restos de Vasco de Quiroga y el colegio de San Nicolás para trasladarlos a Valladolid. Francisco Ramírez, primer cronista jesuita de Pátzcuaro, ofrece detalles sobre los levantamientos y las negociaciones. Vid. Juan Carlos Cortés Máximo, op. cit, pp. 195-197. 246 En el nombre de Dios lenguas autóctonas”.83 El conflicto radicaba en que aunque el conjunto de Pátzcuaro permaneciera ahora sería dependiente de Valladolid y perdía con ello capacidad de acción, tanto como fondos para laborar, pues los bienes que recibió en donación para fundar residencia, templo y Colegio, pasaban junto con la administración de San Nicolás -y sus bienes adjuntos- a la nueva capital del Obispado. Pátzcuaro fungió como vicerrectorado de Valladolid84 sólo de manera temporal. En enero de 1585 el Provincial Antonio de Mendoza S.J. informaba a Roma que la residencia dependía administrativamente de la Provincia, aunque seguía pidiendo algunas ayudas económicas al colegio vallisoletano.85 Como resultado de su visita general, Mendoza elogiaba la forma en que el conjunto patzcuarense se había volcado a la actividad indígena, tanto en la enseñanza básica como en la administración sacramental y las misiones, que se hacían cada vez más frecuentes y más lejanas. La labor misional que habría sido uno -sino es que el más importante- de los fines de la Compañía dependía de la capacidad de comunicación entre los profesos y sus fieles, por lo que la labor ejecutada en Pátzcuaro no sólo venía bien en un momento en que todavía estaba en duda si era factible el sostenimiento de dos domicilios tan cercanos. La vocación de los aquí avecindados se volcó por completo sobre los indios de la región y el aprendizaje y réplica de las lenguas nativas, lo que les valió no sólo la preservación del asentamiento, sino la discusión sobre la disposición de fondos e incluso sobre un posible retorno de los padres enviados a Valladolid.86 El siglo subsecuente estuvo dominado por este interés, que tenía largas raíces tanto en la Compañía como en el Colegio de San Nicolás. El primer cronista jesuita del colegio patzcuarense, Francisco Ramírez, hacía referencia a la lengua tarasca y la existencia de un importante número de libros y “papeles de hombres curiosos en ella, que es gran ayuda para los que la aprenden”,87a los que evidentemente tendrían acceso los misioneros de la Compañía. Aunque la forma más certera de dominar la lengua era la práctica directa con los naturales, es indudable que tuvieron una importante base documental que Ramírez conocía, pues hacía patente ya en 1585 su conocimiento sobre elementos gramaticales específicos en la conjugación y raíces de las palabras en lengua tarasca. El vehículo indicado para hablarla correctamente parecía ser el libro, y su acceso estaba garantizado en el Colegio, pues ¿de qué otro modo podía hacerse de material tan específico y conocer la existencia de textos cosmogónicos de los purépechas, sino en contacto directo con ellos? 83 Francisco Ramírez, op. cit. p. 26. 84 Ibidem, p. 27. 85 “151. El Padre Antonio de Mendoza, Prov. Al Padre Claudio Aquaviva, Gen.”, en MM, Tomo II, pp. 432-442. 86 “Respuestas al memorial de la congregación provincial, hecha en México, a 2 de noviembre 1585, dadas en Roma, a 9 de mayo de 1587”, ibídem, pp. 646-647, y “211. El padre Francisco Majano al padre Claudio Aquaviva, Gen.” Ibídem, pp. 694-700 87 “173. Relación sobre la residencia de Michoacán (Pátzcuaro) hecha por el Padre Francisco Ramírez”, en MM, Tomo II, p. 492. 247 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La producción bibliográfica de la Compañía fue muy copiosa e inició de manera temprana gracias a la sociedad que estableció desde 1578 con el impresor Antonio Ricardo, para que tirara algunos libros y manuales que necesitaban para sus alumnos en México. La relación comercial fructificó y un par de años más tarde, la imprenta completa estaba funcionando en el Seminario jesuita de San Ildefonso,88 de modo que para 1585, cuando Ramírez escribió su crónica, algunos de los textos referidos bien podían haberse producido dentro de la Compañía, tratarse de manuscritos de autoría de algún compañero, de algunos libros de autores ajenos, en posesión del Colegio, o una combinación de todos estos factores. Las Constituciones de la Orden, su documento normativo, indicaban claramente que cada fundación jesuita debía contar con una biblioteca propia bien surtida,89 por lo que el Generalato les dotaba de dos herramientas indispensables: un fondo original y un Procurador encargado. Desde Roma se procuraba el envío de algunos libros para que se iniciaran las colecciones; éstas se iban incrementando con envíos constantes por donación o compra a través de un Procurador ubicado en Sevilla, cuyo papel era acercarse a las ferias y bibliotecas más grandes para surtir los encargos de los domicilios que costeaban sus propias compras.90 Pátzcuaro contaba además con una herencia singular que había recibido de manos de Vasco de Quiroga. El Obispo le concedió su biblioteca personal al Colegio de San Nicolás por medio de su legación testamentaria; se trataba de 626 ejemplares de su propiedad que cedía para el aprovechamiento de los jóvenes estudiantes de aquella institución, que había fundado con tantos esfuerzos.91 Su voluntad era muy clara, el Dean y Cabildo de la Catedral supervisarían que todos los libros ubicados en su domicilio fueran entregados a San Nicolás, a menos que no fueran útiles para la formación de los jóvenes seminaristas; si ese fuere el caso, estaban autorizados a vender los que no eran fructíferos para comprar otros más propios para la institución. 88 Malinalli Hernández Rivera, “Los libros peregrinos. Desmembramiento, tránsito y dispersión de las bibliotecas jesuitas novohispanas. 1767-1798”, Tesis para obtener el grado de doctora en Historia, El Colegio de Michoacán, México, 2019, pp. 32-33. 89 “haya librería, si se puede, general en los Colegios y tengan llave de ella los que el Rector juzgare deben tenerla. Sin esto, los particulares deben tener los libros que les fueren necesarios. Con esto no los deben glosar. Y tenga cuenta de ellos el que tiene cargo de los libros”. Santiago Arzubialde, J. Corella y J. M. García Lomas, (eds.), Constituciones de la Compañía de Jesús. Introducción y notas para su lectura, Editorial Sal Terrae, Málaga, España, 2010, p. 180. 90 Era tan importante y cotidiano el envío de libros desde el otro lado del Atlántico, que el propio rey dispensaba algunas ayudas para su compra. Felipe II obsequió al Padre Francisco Vaez -futuro Rector del Colegio de Pátzcuaro- 200 ducados para que comprara algunos “libros, cálizes, casullas y otros”, y los llevara a la Nueva España durante su viaje de 1584. “78. Felipe II, Rey, al Presidente y Oficiales de la Casa de Contratación”, MM, Tomo II, op. cit., pp. 226-227. 91 He consultado la reproducción de su Testamento en: Nicolás León, El Ilmo. Señor Don Vasco de Quiroga, Primer obispo de Michoacán, Grandeza de su Persona y de su Obra, Tip. De los Sucesores de F. Díaz de León, México, 1903, pp. 98-99 y 104. 248 En el nombre de Dios El edificio original de San Nicolás sí que contaba con un espacio específico para el resguardo de los libros, “la sala grande en que está la dicha capilla [de San Ambrosio] que podrá servir de librería en el dicho colegio hasta que otra mejor se haga”.92 Este aposento dedicado al estudio debería permanecer abierto para los jóvenes estudiantes y permitírseles el acceso en días de fiesta, según lo había pedido el Obispo Quiroga. Así, durante los años en que San Nicolás en Pátzcuaro estuvo a cargo de los jesuitas, sus libros también lo estuvieron, y aunque es muy factible que a éstos se hayan sumado los textos enviados por Roma, algunas adquisiciones individuales y otros auxilios no registrados por la ausencia de libros de cuentas, no cabe duda de que éste fue el fondo de origen de la librería colegial. El conflicto subyacente al traslado a Valladolid es que entre los bienes retirados también estaban los libros.93 Las bibliotecas debían tener un control de sus libros en existencia, y cuántos de éstos se sacaban en préstamo; el medio para hacerlo era conservar una nómina permanentemente actualizada. Esta obligación parece no haber sido abrazada en Nueva España, pues hasta ahora no hemos encontrado ningún inventario previo a 1767. Con respecto a las listas de préstamos, se sabe que el medio para el registro era una pizarra ubicada en las bibliotecas donde el Prefecto anotaba los libros que salían y borraba los entregados; éste método parece haber sido el más común, puesto que sólo dos de los más de cincuenta domicilios jesuitas contaron con libretas para su registro: el Colegio de San Juan de Guadalajara (1766-1767) y en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México (1767).94 Lo más natural es que Pátzcuaro hubiera utilizado este mismo método, pues aunque no hay un registro específico de cómo o cuándo se consolidó la librería o de los préstamos y consultas que de ella emanaban, existen indicios de la persistencia de volúmenes para lectura en la Residencia. La posesión de libros fue siempre un asunto escabroso para la Compañía, y Pátzcuaro no estuvo exento de conflictos o escándalos a ese respecto. Los volúmenes a disposición en la Residencia habían causado cierta polémica, pues en 1694 un proceso inquisitorial levantado en contra del jesuita Francisco David, catalán ubicado en el colegii patzcuarensis, sacó a la luz acusaciones en contra de él y sus hermanos de Orden por “impulsar las enseñanzas de las sectas de Lutero y Calvino por el uso dudoso de algunos textos religiosos”.95 La mención no es poca cosa, pues alude no sólo a la persistencia de libros en el complejo, si no a su uso y estudio dentro y fuera de la Compañía. 92 Ibidem p. 86. 93 Francisco Ramírez se lamentaba de que Valladolid “no sólo se llevó allá la renta, pero lo más del ajuar de la casa y cosas de sacristía y libros, con que de todo quedó poco o nada.” El remarcado es nuestro, aparece como pie de página en el “173. Relación […]”, op. cit., p. 505. 94 Malinalli Hernández, op. cit., pp. 77-82. 95 Aquí nos remitimos a Carlos Alfonso Ledesma Ibarra, El Templo y Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús en Pátzcuaro, Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México/Facultad de Humanidades, 2013, p. 70. Ledesma informa de un caso consultado en el Archivo General de la Nación de México, en el ramo de Inquisición. 249 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Conforme avanzaba el siglo las condiciones materiales de Pátzcuaro iban mejorando; las donaciones y el trabajo en la huerta, estancias de ganado y haciendas adheridas fructificaron en la construcción del complejo como actualmente se conoce. El proceso se dio por iniciado con la petición de fundar -nuevamente- un Colegio Seminario en la ciudad en 1657; la propuesta del Cabildo de los naturales se vio acompañada de donaciones que alcanzaron también el viejo templo, que se remozó durante largo tiempo hasta quedar terminado y dedicado al fundador de la Orden, en 1717. El siglo xvIII encontró a la Compañía en Pátzcuaro con tres posesiones: el Seminario de Santa Catalina Mártir, el Colegio y Templo de San Ignacio de Loyola. Una biblioteca comťn, ochos aposentos privados. La primera biblioteca colegial de que gozó Pátzcuaro fue la de San Nicolás, ubicada en las casas privadas de Vasco de Quiroga; a su muerte, sugirió que ésta pasara al espacio de una capilla para que fuera más cómoda. Poco se sabe sobre este espacio durante las primeras décadas de asentamiento, salvo que la librería original debió estar en el edificio que hoy ocupa el Museo de Artes Populares, y que entonces fungía como escuela de primeras letras.96 Para mediados del siglo xvIII, la distribución del edificio donde finalmente se instaló el Colegio, da algunas señales de dónde y cómo se orientaba la biblioteca común. Las librerías se componían por medio de diversos mecanismos para integrar títulos, por lo que fue necesario establecer todo un marco normativo para su fundación, crecimiento y administración. Contaban con un sistema de organización y clasificación basado en dos textos rectores: la Bibliotheca Selecta de Antonio Possevino (1533-1611) y el Musei sive Bibliotheca de Claude Clement (1594). El primero era una especie de catálogo en donde se indicaban los libros apropiados para novicios y estudiantes, cuáles y cómo debían ser censurados, cuáles títulos se consideraban necesarios en las bibliotecas católicas, y cuáles eran los espacios ideales para adquirirlos: “jubileos, sínodos, visitas pastorales, ferias en las ciudades, recomendando siempre puestos de venta junto a iglesias y universidades”.97 Possevino también estableció una jerarquía para los libros que sólo comprendía tres materias posibles: Sagradas escrituras o Divina Historia sive Theologia positiva, Theología Escolástica y Theología Práctica.98 El Musei de Clement se concentraba además en las condiciones materiales que todas las bibliotecas jesuíticas deberían cumplir. La habitación estaría orientada de Norte a Sur, y las puertas dispuestas hacia el Poniente; a los costados se colocarían las imágenes de los santos bajo cuya 96 Carlos Ledesma, op. cit., pp. 106-111. 97 Emilio García García y Aurora Miguel Alonso, “El examen de ingenios de Huarte de San Juan en la Bibliotheca Selecta de Antonio Possevino”, en Revista de Historia de la Psicología, año xxv, 2003, p. 392. 98 Malinalli Hernández, op. cit., p. 116. 250 En el nombre de Dios advocación estaría consagrado el recinto y en las paredes podrían colocarse imágenes alusivas, ya fuera en murales o cuadros. Los libros impresos deberían disponerse en estantes separados de los manuscritos, organizados según 24 materias, además de un espacio destinado para las lenguas “ancianas”.99 Esta disposición coincide con la reconstrucción arquitectónica de la supuesta Biblioteca de la Compañía en el edificio del actual Ex Colegio. Carlos Ledesma, historiador del Arte, ha reconstruido la que piensa pudo ser la disposición original del edificio; calcula que por el peso de los volúmenes la librería debió haberse ubicado en la planta baja, alejada de la humedad y el fuego; esto era la cocina, la cámara refrigerante y los baños. Con respecto a la necesidad de luz, considera que debió estar ubicada en el lado Este del edificio para que estuviera iluminada todo el día. 100 Coincidentemente, los aposentos estaban ubicados en la planta superior de la misma ala, pero a un patio de distancia; es decir, que mientras la biblioteca estaba flanqueada a la izquierda por ventanales hacia un patio interior y a la derecha ventanales mirando hacia un pasillo techado que lindaba con el patio principal, los aposentos lindaban a la diestra con la calle de Alcantarilla y a la izquierda con el patio interior.101 Las habitaciones de los jesuitas y de los estudiantes se hallaban separadas de un costado al otro del edificio alrededor del cubo del patio, de modo que ambas gozaran de ventanales; esta disposición tenía el mismo sentido que en la biblioteca, proporcionar ambientes iluminados por buena parte del día y suficientemente frescos. Los aposentos de los jesuitas, salvo el del portero que estaba ubicado cerca de la entrada de la Residencia, estaban dispuestos uno al lado de otro. Se trataba de pequeñas celdas bien dispuestas pero muy modestas donde los profesos podían pasar buena parte de su día en un trabajo intelectual y reflexivo, gracias a la distribución del tiempo y las actividades comunitarios.102 La actividad cotidiana de un colegio estaba regida por el sol, con el amanecer se iniciaba el día y en el ocaso los aposentos se convertían en el refugio privado para la oración o el trabajo; en el inter se disponía de buena parte de la tarde para la labor en privado. Alrededor de las 2:30 de la tarde se llamaba a comer en silencio y ordenadamente, mientras un hermano leía en voz 99 Araceli Tezanos, op. cit., p. 111. 100 Carlos Ledesma, op. cit., pp. 147, 181 y 286 o plano I. 101 Ibídem, plano II. 102 Sobre la vida cotidiana en los colegios novohispanos de la Compañía, la distribución del tiempo y las actividades diarias, vid Elsa Cecilia Frost, “Los colegios jesuitas”, en Historia de la vida cotidiana en México, tomo II, fcE/El Colegio de México, México, 2005, pp. 327-329. 251 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad alta para todos los asistentes al refectorio.103 Al terminar la comida comenzaba la quiete,104 un breve periodo de descanso y esparcimiento en el que se podía caminar y conversar en comunidad o bien tomar una pequeña siesta; al finalizar esta convivencia los jesuitas se retiraban a sus aposentos para atender sus propias reflexiones hasta poco antes de las letanías a la Virgen, de las 19:30 horas. Al final del día, después de atender sus deberes piadosos y disfrutar otra pequeña quiete, cada jesuita se retiraba de nuevo a sus celdas. En el silencio de los aposentos se podían consultar los libros tomados en préstamo de la biblioteca común. Estudiantes y profesos podían solicitar un número ilimitado de volúmenes hasta por varios meses, que se les dispensaban a sus habitaciones después de recibir el permiso del superior,105 pero esta facilidad pareció más benéfica para los pupilos que para los jesuitas, quienes tuvieron la oportunidad de consolidar pequeñas bibliotecas personales en el interior de sus celdas. Stricto sensu, las colecciones particulares estuvieron prohibidas por las Constituciones, ya que la existencia de un repositorio común debía ser suficiente para cubrir las necesidades de los habitantes de las casas, además de facilitar el control sobre la lectura y la circulación de textos de cualquier género. Los títulos comunes estarían debidamente enlistados y clasificados, mientras que los que se resguardaban en la privacidad de las celdas podían abstraerse más fácilmente de las normativas generales, debido a que al considerarse una propiedad personal y no un bien de la Orden, no tenían que ser glosados ni inventariados de ninguna forma. Para evitar el desorden, la Compañía sugería que a menos que no hubiera “ni la más mísera librería”, nadie tuviera volúmenes de su propiedad. Pero esta simple aseveración funcionó como llave de acceso para cientos de jesuitas de todos los tiempos, que, en su calidad de bibliófilos, se hicieron de importantes acervos personales. El Generalato de la Compañía consideraba que estas colecciones eran lujos innecesarios que iban contra su voto de pobreza y hasta un signo de vanidad 103 La lectura en voz alta regularmente era ejecutada por un hermano coadjutor que compartía la lectura del día con los demás asistentes al refectorio mientras ellos comían. Para este ejercicio había textos diarios escogidos específicamente para ese fin, y los libros dispuestos para ellos no pertenecían a la biblioteca, regularmente estaban colocados en baldas arriba de la puerta del propio refectorio o en algún estante donde se acomodaban permanentemente. Era habitual que pequeños conjuntos de libros se hallaron dispuestos en diversos puntos de las casas; los más comunes eran la portería -donde también se vendían en el caso de que en el domicilio hubiera imprenta-, la botica e incluso las cocinas. He nombrado estos pequeños conjuntos como librerías funcionales, pequeños acervos de temas específicos con un fin utilitario inmediato, que no respondían a la Regula de Biblioteca, la normativa general de las librerías jesuíticas. Malinalli Hernández, op. cit., pp. 103-104. 104 En 1737, el Diccionario de Autoridades definía la Quiete como “Lo mismo que Descanso. Tómase regularmente por la hora o el tiempo que en algunas Comunidades de Religiosos se da para el sossiego. Sale del Latino Quies, etis.” Versión electrónica en: https://webfrl.rae.es/DA.html (Consultada el 16 de marzo de 2021). 105 Regulae Praefecti Bibliothecae, número séptimo. Sobre el préstamo al interior del domicilio. Transcrito en Ma. Victoria Játiva Millares, “La biblioteca de los jesuitas del Colegio de San Esteban de Murcia”, Tesis para obtener el grado de doctor, Universidad de Murcia, Murcia, España, 2007, pp. 379-380 252 En el nombre de Dios que debía extirparse,106 por lo que constantemente hacía llamados a los Provinciales y Rectores de los Colegios para evitar que se formaran estos conjuntos. Incluso se tomó la decisión de prohibir que los Procuradores recibieran dinero para compras personales de libros, que hicieran sobrepasar la decencia y humildad con que se debía vivir en las celdas de la Compañía,107 pero a pesar de los esfuerzos corporativos la posesión de bibliotecas particulares se convirtió en una práctica general. La existencia de fondos librarios comunes bien abastecidos nunca hizo desistir a los miembros de la Compañía de tener algunos de su propiedad, convirtiendo sus aposentos en pequeños studiolos, habitaciones divididas entre el espacio para el descanso y el trabajo intelectual, donde se resguardaban acervos bibliográficos de toda naturaleza.108 Emilia Recéndez describe los aposentos jesuitas del Colegio de Zacatecas como habitaciones de buen tamaño donde podía separarse el dormitorio propiamente dicho, de espacios más grandes y ventilados dedicados al estudio donde se disponían “sillas, escritorio, libreros y estantes donde se ubicaban los libros, manuscritos, cartas y papeles, así como cuadernos, tinteros y plumas”, además de un buen número de candelabros y velas109 que indicarían que la horas nocturnas eran las más apreciadas para el estudio en privado. Los studiolos jesuitas parecen haber sido muy frecuentes en la Nueva España. A partir de 1767, año de la expulsión decretada por Carlos III, las autoridades virreinales tomaron posesión de los edificios de la Compañía en nombre del Rey; el procedimiento oficial disponía un registro detallado de cada habitación y los bienes que ahí se encontrasen. Gracias a este ejercicio de inspección e inventario podemos conocer que hubo bibliotecas personales en los Colegios de San Andrés, San Gregorio, San Ildefonso y la Casa Profesa, en México; de San Luis de la Paz, San Luis Potosí, Celaya y la librería de Guanajuato; del Espíritu Santo y Colegio de San Francisco Xavier en Puebla; el Colegio de Zacatecas, el Colegio de Durango, el Colegio de Mérida y, por supuesto, el Colegio de Pátzcuaro.110 106 Disposición para que no haya acumulación, en al año 1762, Archivo Histórico de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús (En adelante AHPMcJ) /Sección III / Documentos Antiguos/Caja 34/Doc. 1572/2 fs. 107 Instrucción del Padre Provincial a los procuradores, AHPMcJ /Sección III/Documentos Antiguos/Caja 37/ docto 1486/ Foja 2. 108 “Sobre algunas obras se hizo un uso personal del libro que se materializó en la constitución de bibliotecas particulares dentro de las habitaciones de algunos de los personajes más relevantes de cada comunidad jesuita. En dichos espacios se almacenaba un buen número de volúmenes relacionados con la ocupación de los religiosos, convirtiendo la celda en una especie de studiolo (estudio-biblioteca) que se asemejaba al existente en los espacios domésticos de otros eruditos y profesionales de la época.”, Játiva Millares, “La biblioteca de […] Murcia”, op. cit., pp. pp. 38-39. 109 Emilia Recéndez Guerrero, “Las Bibliotecas particulares de los Jesuitas en Zacatecas en el siglo xvIII”, en Idalia García y Pedro Rueda Ramírez, comp., Leer en tiempos de la Colonia. Imprenta, bibliotecas y Lectores en la Nueva España, UnAM, México, 2010, p. 45. 110 Malinalli Hernández Rivera, op. cit., pp. 87-88. 253 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Cuando la Pragmática Sanción que decretaba la expulsión de la Compañía se leyó en Pátzcuaro, ocho jesuitas habitaban el Colegio. La orden Real expedida en abril de 1767 fue leída en la mayoría de los domicilios novohispanos la noche del 25 de junio del mismo año; el documento había llegado de España y debía permanecer sellado hasta el día y la hora indicadas para su cumplimiento, sin embargo el ambiente en Pátzcuaro, caldeado por los levantamientos populares que se habían producido desde el año anterior, mantuvo en vilo a las autoridades encargadas de tomar posesión del Colegio jesuita, quienes pretendiendo evitar un levantamiento enviaron por delante un piquete de Dragones de la Reina.111 La lectura en Pátzcuaro se retrasó una semana con respecto del resto de domicilios novohispanos, incluso de la vecina Valladolid, y finalmente el 3 de julio Tiburcio Sedano llegó al a ciudad para tomar posesión del Colegio y sus bienes.112 Los libros de Pátzcuaro: el corazón de la Compañía Con la expulsión de la Compañía devino la ocupación de sus bienes, puesta en manos de oficiales locales o enviados desde la capital virreinal específicamente para el asunto. La Pragmática del Rey venía acompañada de instrucciones específicas para levantar inventarios que le permitieran conocer fielmente la totalidad de las propiedades de la Orden. Sorprendentemente, la primera disposición emitida desde Madrid no se relacionaba con el dinero líquido ni con las alhajas u otro bien con valor de cambio, sino que iba dirigida a la contención del material escrito: “archivos, papeles de toda especie, biblioteca común, libros y escritorios de aposentos”113 debían reunirse en una sola habitación y ponerse bajo llave hasta que se dispusiera su destino. En atención a la “Instrucción del modo con que debe hacer los Comisionados de los Inventarios de los Papeles, muebles y efectos de los Regulares de la Compañía, y Interrogatorio por el que deben ser preguntados sus Procuradores”, contenida en el numeral III de la Pragmática, se dispuso que todos los jesuitas debían ser conducidos al puerto más cercano para embarcarlos fuera de todo territorio hispánico, salvo los rectores o procuradores que pudieran dar información de asuntos por 111 Felipe Castro Gutiérrez, Movimientos populares en Nueva España: Michoacán, 1766-1767, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, p. 123 112 El Licenciado Tiburcio de Sedano y Ortiz fue un abogado de la Audiencia de México de origen peninsular, que llegó a Nueva España con el visitador Gálvez. Fue comisionado para ejecutar la expulsión en Pátzcuaro y, posteriormente, sofocar las revueltas que acontecieron. La tardía ejecución de su mandato lo expuso a una acusación por parte de un escribano de la Audiencia, quien lo inculpó por haberle facilitado la copia del manuscrito que debía permanecer secreto. Vid Gabriel Torres Puga, Opinión pública y censura en Nueva España: indicios de un silencio imposible, 1767-1794, México, El Colegio de México, 2010, pp. 60-61, y David Brading, “Poder y justicia en Real de Catorce”, Zamora, Revista Relaciones, pp. 93-120. Versión electrónica en: https://www.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/069/DavidABrading.pdf 113 “Instrucción de lo que deberán executar los Comisionados para el Extrañamiento y ocupación de bienes y haciendas de los Jesuitas, en el Real Decreto de Execución”, en Colección General de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el extrañamiento y ocupación de Temporalidades de los Regulares de la Compañía, que existían en los Dominios de S.M. de España, Indias, e Islas Filipinas a consecuencia del Real decreto de 27 de Febrero y Pragmática Sanción de 2 de Abril de este año, Parte I, Madrid, España, Imprenta Real, 1767, pp. 1-3. 254 En el nombre de Dios resolver o de especial interés para la Corona.114 De este modo, en Pátzcuaro se decidió que José Meléndez, Rector del Colegio, debía permanecer en el domicilio para auxiliar a Sedano en los asuntos por resolver, mientras el resto de sus compañeros salían definitivamente de la ciudad el día 6 de julio.115 Los inventarios de libros rara vez se hicieron a tiempo, debido a que se trataba de una materia difícil de manejar, que necesitaba de un ojo entrenado para hacer las anotaciones pertinentes a un índice, es por ello que la existencia de un inventario de libros en Pátzcuaro, levantado en los meses inmediatos a la expulsión y con una separación explícita entre la biblioteca común y los acervos personales es tan singular. Los únicos inventarios tempranos que se han localizado hasta ahora son los de Celaya, Santa María de Parras (Chihuahua) y la Casa Profesa de México de 1767, y San Luis Potosí y Pátzcuaro, de 1768. Sólo estos tres últimos registraron libros privados. El patzcuarense, es el único de los tres colegios dedicados a la educación indígena que cuenta con un inventario con las características antes señaladas, por lo que la información que se pueda obtener de él permite al investigador establecer ciertos parámetros en el ejercicio de la lectura en instituciones jesuíticas en condiciones semejantes a las de este Colegio. El interés académico no ha escaseado pero hasta ahora no hay una investigación dedicada al asunto que nos ocupa, en parte por las condiciones materiales de las fuentes. No existe ninguna copia de los inventarios patzcuarenses disponible en archivos históricos mexicanos; hasta ahora sólo ha sido posible identificarlos en el Archivo Nacional de España (AHn, en adelante) donde hemos consultado el índice que aquí comenzaremos a desglosar, y que, por supuesto, merece un estudio mucho más profundo en el que ahora me encuentro trabajando. Se trata del Índice General de todos los libros y papeles impresos (De Pátzcuaro), identificado en los libros 412 y 413 en el AHn, en la sección Clero/Jesuitas, que por desgracia no puede consultarse físicamente sino mediante el microfilme en negativo 4721. Antes de avanzar en algunas consideraciones sobre este inventario, es necesario reconocer -aunque sea brevemente- los esfuerzos que me han precedido. El documento que aquí exploraré es inédito, sin embargo, tres investigadores se han acercado a la biblioteca colegial de Pátzcuaro desde distintas perspectivas. El primero, Gabriel Silva Mandujando, quien en 2002 escribió un texto titulado “Colegio de la Compañía de Jesús en Pátzcuaro”, donde obsequia al lector 12 títulos de libros ubicados en la Biblioteca, que actualmente se resguardan en el Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública de la UMsnH. Los tomos fueron ubicados gracias a un ex libris de tinta en cada uno de los ejemplares, y una marca de fuego compuesta por “una rueda con cuchillas, un látigo y una 114 En la Colección General de Providencias, Parte I, op. cit., pp. 54-61. 115 Ofelia Mendoza Briones, “Los Tumultos de Pátzcuaro, 1766-1767. Una propuesta de Investigación Histórica”, tesis para obtener el título de licenciado en Historia, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Facultad de Historia, 1995, p. 150 255 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad pértiga, instrumentos del martirio de santa Catalina de Alejandría, titular del colegio”, 116 que ha sido identificada como propia de la Compañía en Pátzcuaro. Ésta es una primera lista parcial de tomos ubicados en la librería comunitaria que Idalia García identificó con el número de legajo 87, en el AHn en el mismo ramo de Clero/Jesuitas117 donde ubiqué el inventario de aposentos. García no des- cribe el contenido o características del documento, pues su intención es hacer una suma de todas las “memorias de libros jesuitas”, entre las cuales figura Pátzcuaro. Debo hacer notar que en el verano de 2018 intenté ubicar el legajo en cuestión para obtener una copia con el fin de analizarla, pero no fue encontrado por el personal del Archivo, de modo que es probable que se haya encontrado en restauración o se haya perdido. Finalmente, un estudio de caso. Roberto Aceves publicó en 2019 un trabajo titulado “Descripción de un libro del siglo xvI que formó parte del acervo original del Colegio de la Compañía de Jesús de Pátzcuaro”, donde analiza un volumen de la biblioteca patzcuarense que encontró fortuitamente en una librería de viejo en la ciudad de México: el Librum doudecim Prophetarum comentarii, del jesuita Francisco de Ribera. El trabajo nos muestra el estado de conservación de un texto de frecuente consumo entre la clerecía novohispana, que se hallaba en los estantes del Colegio, sus características tipográficas y ornamentales, así como las marcas de propiedad que llevaron al autor a asociarlo con el asentamiento michoacano.118 A diferencia de las investigaciones que he citado, la aproximación que ofrezco a las colecciones de las celdas no está basada en el análisis material de los libros que las compusieron, sino en su inventario. Se trata de un libro tamaño folio compuesto por 96 fojas sumamente dañadas por la humedad, particularmente ilegible desde la mitad hacia la parte inferior; en el microfilme, el evidente daño del papel se suma a las condiciones de luz en las que fue reproducido, por lo que el registro que presento a continuación es un conteo parcial en el que he tratado de extraer la totalidad de los datos de las librerías. El inventario119 tiene dos niveles de organización. El primero es alfabético de la A a la Z conforme el apellido del autor. El segundo es espacial, pues enlista los aposentos en donde se ubicaron los libros, siempre en el mismo orden. Es decir, bajo la letra A se inscriben las celdas de la siguiente 116 Gabriel Silva Mandujano, “Colegio de la Compañía de Jesús de Pátzcuaro”, en Nuestros libros. Encanto de lo antiguo, Juan García Tapia coord., Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2002, pp. 266-274. 117 Idalia García Aguilar, “Imprenta y librerías jesuitas en la Nueva España”, en Idalia García Aguilar y Pedro Rueda Ramírez, coords., El libro en circulación en la América colonial. Producción, circuitos de distribución y conformación de bibliotecas en los siglos xvI al xvIII, México, Quivira, 2014, pp. 205-237. 118 Roberto Aceves Ávila, “Descripción de un libro del siglo xv I que formó parte del acervo original del Colegio de la Compañía de Jesús de Pátzcuaro”, en Bibliographica, vol. 2, núm. 2, México, UnAM, 2019, pp. 42-68. 119 A partir de aquí trabajaré con el mismo documento, el Índice general aphabetico numerado de todos los libros existentes en este Colegio Grande de Pazquaro, del 9 de septiembre de 1768, en AHN/Clero/Jesuitas/Microfilme negativo 4721. 256 En el nombre de Dios manera: Aposento Rectoral (de Juan Meléndez, aunque nunca lo menciona), P. (José) Piedra, P. (Salvador) Bustamente, P. (José) Pazin, P. (José) Nájera, P. (Ignacio) Pérez y Hno. (Juan) Sager. En cada aposento se enlistan los títulos cuyos apellidos del autor comienzan con la letra correspondiente, y así subsecuentemente.120 Esta forma de registro es producto del reacomodo físico promovido por el encargado, Antonio Miguel Chacón, quien firmó el inventario el 9 de septiembre de 1768. Chacón alude a dos circunstancias: que la forma de indexar los títulos se hizo conforme las Providencias que le facilitó Tiburcio Sedano, y que además responde al orden en que fueron dispuestos en la librería fuera de sus locaciones originales: las celdas. Llama la atención que en este inventario no aparece el aposento del P. Manuel Guralla S.J., quien fue reconocido por el P. Rafael de Zelis en su Catálogo de sujetos de la Compañía de Jesús que formaban la provincia de México el día del arresto,121 como el rector del Seminario de Pátzcuaro. Si bien, el inventario debería tenerlo en consideración, el título del mismo es Índice general alphabetico numerado de todos los libros existentes en este Colegio Grande de Pazquaro, de manera que es factible que se haya consignado su celda en un documento aparte por meras circunstancias administrativas, bajo la denominación de Seminario de Santa Catalina. El conjunto patzcuarense estaba habitado por ocho jesuitas: seis profesos, un escolar y un hermano coajutor, éste último extranjero. El resto de los habitantes eran criollos cuyas edades iban de los 24 a los 65 años y sin excepción poseían libros para su uso personal, en distintas pero importantes cantidades, salvo el citado Juan Sacher o Sager que poseía únicamente cinco volúmenes, tres de ellos en latín. 120 El orden es un poco confuso, se compone de la siguiente manera: A: Aposento Rectoral, P. Piedra, P. Bustamante, P. Pazin, P. Nájera, P. Pérez y Sager. B: Aposento Rectoral, P. Piedra, P. Bustamante, P. Pazin, P. Nájera, P. Pérez y Sager. El mismo orden se sigue hasta terminar el alfabeto, y al final se agrega una lista de obras de autor anónimo, respetando el orden de los aposentos. 121 Rafael de Zelis, Catálogo de los sugetos de la Compañia de Jesús que formaban la provincia de México el dia del arresto, 25 de junio de 1767, contiene los sugetos por orden alfabético, por orden de edad, por orden de grado, los colegios, las misiones y los difuntos; comenzado en Roma por Don Rafael de Zelis el dia 27 de junio y terminado el 23 de agosto de 1786. Versión electrónica en https://cd.dgb.uanl.mx/handle/201504211/12418 (Consultada el 17 de marzo de 2021). 257 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Tabla 1 – Relación de tomos por aposento.122 Nombre del habitante Lugar de nacimiento Estatus en la Compañía Edad Ubicación Núm. de tomos en aposento. Salvador Bustamante Pátzcuaro Profeso 65 Colegio 116 Manuel Guralla México Rector 36 Seminario José Melendez Puebla Rector 40 Colegio 231 José Nájera México Profeso 33 Colegio 168 José Pazin Veracruz Profeso 54 Colegio 203 Ignacio Pérez Xalostotitlán Escolar 24 Colegio 146 José Piedra Pátzcuaro Profeso 62 Colegio 211 Juan Sacher Pettersdorf Coadjutor temporal 65 Colegio 5 Las bibliotecas personales se convirtieron en un solo conjunto que hemos contabilizado en 1080 tomos, impresos en cuarenta ciudades diferentes; sólo 98 de ellos -el 18.5%- habían sido impresos en Nueva España: 90 en México y 8 en Puebla. El resto provino de distintas latitudes, desde 101 piezas de Madrid, hasta procedencias extraordinarias como las tres piezas impresas de Yn Glostadi (Inglostadt, Alemania), cuatro de Basilea (Suiza), diez de Maguncia (Alemania) o una de Sicilia. Las locaciones incluyeron tanto territorios dentro de la Monarquía, como Madrid, Valladolid, Sevilla, Zaragoza, Barcelona, Granada y Cádiz, como centros de impresión tanto más lejanos pero muy apreciados en el periodo, particularmente de Antuerpia o Amberes y de Lvgdvni o Lyon. Más del 80% de los libros registrados eran importados y por lo general no eran muy recientes. Del total de registros, sólo 716 tiene una fecha de edición legible. Los libros estaban más balanceados a este respecto, pues sólo una cuarta parte había sido impresa en el siglo xvI, mientras que 282 eran ediciones del siglo xvII y 251 del xvIII. A pesar de su antigüedad y salvo en las ocasiones en que fueron registrados como “muy disminuidos” por haber perdido folios o la portada, 122 Tabla de elaboración propia conforme la información del Índice general. 258 En el nombre de Dios las condiciones materiales en que se encontraban eran razonables. 594 libros fueron clasificados según su estado de conservación, en descripciones que iba desde “nuevo” hasta “muy viejo y maltratado”. Más de la mitad parecía encontrarse en buenas condiciones: 83 nuevos y 267 buenos, 139 eran viejos, pero apenas unos cincuenta fueron consideras como “maltratados”, “muy maltratados” o “viejos y maltratados”. Por lo general se consideró que estaban en buenas condiciones, salvó por la plaga de polilla que había “picado” unos 50 libros, es decir, menos de un 5% de todos los volúmenes registrados. Considerando que menos de una cuarta parte de los libros disponibles pertenecía al siglo de la expulsión, es natural pensar que los acervos pudieron ser heredados y formarse a través del tiempo. Se trataba de libros de trabajo, mayoritariamente escritos por jesuitas en lengua latina. De entre los 1080 ítems, 854 pudieron identificarse con una lengua que bien podía ser latín, castellano, francés, “belga”, germano, otomí, purépecha o mexicano. Estas últimas lenguas, apenas acumularon una docena de obras, mientras que 665, el 88%, fueron escritas en latín y 178 en castellano, fundamentalmente sermonarios compuestos en la década anterior a la expatriación. Las materias de los títulos no son asunto de interés en esta investigación, pues representan una discusión aparte. Baste saber que no se registró ninguna obra literaria, y apenas unas docenas de textos históricos; el resto se trató de obras de Teología, lo que explica la importante presencia de autores religiosos, por supuesto, la mayoría jesuitas. En los estantes se encontraron textos de autores agustinos, carmelitas, dominicos, franciscanos, juaninos, capuchinos, betlemitas, benedictinos, mercedarios, trinitarios y cartujos, que en conjunto apenas representaron el 19% de las bibliotecas, frente a un arrollador 81% jesuita. Es muy interesante considerar que las características generales de los conjuntos personales apunten a literatura de trabajo y no de esparcimiento; en ningún aposento se conservaron libros de rezado, Ejercicios Espirituales ni hagiografías, y mucho menos textos manuscritos de autoría propia. Por el contrario, los títulos consignados como anónimos en el indexado de Chacón fueron Cartas Anuas, copias de las Constituciones y copias manuscritas de sermonarios leídos en otras partes del Virreinato. Salvo algunos panegíricos sobre la Virgen de la Salud, poco o nada parece haberse producido en este Colegio en particular; éste, fue, en cambio, un centro de consumo de obras de géneros y orígenes diversos que seguramente participaron de círculos de intercambio y préstamo auxiliados por los domicilios con los que tuvieron contacto, gracias a la situación estratégica de este pequeño colegio que hasta el final de sus días, fungió como un enclave para la partida a misiones. 259 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Repositorios ARcHIvo HIsTóRIco dE LA PRovIncIA MExIcAnA dE LA CoMPAñíA dE JEsús (AHPMcJ) ARcHIvo HIsTóRIco NAcIonAL dE EsPAñA (AHn) Bibliografía Aceves Ávila, Roberto, “Descripción de un libro del siglo xvI que formó parte del acervo original del Colegio de la Compañía de Jesús de Pátzcuaro”, en Bibliographica, vol. 2, núm. 2, México, UnAM, 2019, pp. 42-68. Arzubialde, Santiago, J. Corella y J.M. García Lomas, (eds.), Constituciones de la Compañía de Jesús. Introducción y notas para su lectura, Editorial Sal Terrae, Málaga, España, 2010. Castro Gutiérrez, Felipe, Movimientos populares en Nueva España: Michoacán, 1766-1767, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990. 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VIDA Y OCASO EN EL SIGLO XVIII Eduardo Barriga Rivera123 Introducción Para pobladores y visitantes que caminan por la Ciudad de Pátzcuaro existen iconos representativos y puntos de referencia en la ciudad, dos de ellos son los edificios que actualmente ocupan el teatro Emperador Calzontzin y la Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra. Anteriormente en este espacio se localizaba el templo y convento de la orden del San Agustín, fundados en el siglo xv I. De este complejo conventual sólo queda la nave central de la iglesia y algunos vestigios del convento. A lo largo de su historia el complejo sufrió cambios, tanto físicos como utilitarios: desde convento, oficinas públicas, biblioteca, sala de cinematógrafo y teatro. El propósito de este pequeño trabajo es relatar lo sucedido con el problema de la secularización de parroquias iniciado por que la Corona Española en 1749, y lo que representó para el convento e iglesia de Pátzcuaro, aportar nuevos datos históricos que permitan conocer más rasgos de la historia del convento de los misioneros Agustinos durante la época colonial. 123 Correo electrónico: barrigariveraedu@hotmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El trabajo inicia con una idea general de la importancia de la Ciudad de Pátzcuaro, de la llegada de la orden agustina a Michoacán, la fundación del convento y la labor que realizaron los religiosos en la región, y la crónica del proceso de secularización del templo y convento, el cual finalizó en 1769, dejando a la orden agustina sin templo y sin doctrina. Para lo anterior se realizó la consulta del Archivo Histórico de la Casa de Morelos, del Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro, de crónicas y obras de interés. La Ciudad de Pátzcuaro La Ciudad de Pátzcuaro es uno de los sitios más importantes para la historia michoacana, fundada de manera casi mítica en el siglo xIv por Veapani y Puacume; cuna del imperio Tarasco cuando Tariácuri logró unificar el reino. Fue refundada como ciudad española, en 1538 por Vasco de Quiroga,124 una fundación destinada a la obra social y humanística. Don Vasco fue nombrado prelado del Obispado de Michoacán en 1536, 125 logró que la ciudad fuera el centro social, religioso, educativo y político del Obispado y provincia de Michoacán. En agosto de 1538 Quiroga tomó posesión de su Obispado en la ciudad de Tzintzuntzan, en ese entonces capital de la Provincia de Michoacán; dos años después se trasladó al sitio de Pátzcuaro, lugar que eligió por su mayor acomodo para ciudad, pues contaba con agua suficiente; además, los naturales lo tenían por un sitio muy venerado. En el lugar inició la construcción de una catedral, un colegio y un hospital. Fundó, asimismo, el Colegio de San Nicolás Obispo, cuya finalidad era la formación de nuevos clérigos presbíteros, españoles, para administrar la doctrina y sacramentos; también era un centro educativo para los naturales. Los Agustinos y el convento de Pátzcuaro En el agradable y pluricultural territorio michoacano el proceso de evangelización española fue iniciado por la orden de los frailes de San Francisco, la cual se estableció la Ciudad de Tzintzuntzan, capital del reino tarasco, lugar más poblado y núcleo de la cultura tarasca. Los frailes de la orden de San Francisco llegaron a Michoacán a ruego del propio Cazonci, y a finales de 1525 o principios de 1526, encabezados por fray Martín de Jesús o fray Martín de la Co- 124 Vasco de Quiroga, (Villa de madrigal ¿1470? – Pátzcuaro 1565) Licenciado en derecho canónigo. Nombrado oidor de la Segunda Audiencia de la Nueva España en 1530. Visitador de la Provincia de Michoacán en 1533. Fundador de los hospitales de Santa Fe en la ciudad de México y Michoacán para ayuda de huérfanos y viudas. 125 El Obispado de Michoacán se fundó por cédula real en 1534, y erigido canónicamente por la Bula Ilius Fulciti Praesidio del Papa Paulo III en 1536. Inicialmente se ofreció la silla al franciscano fray Luis de Fuensalida, quien no aceptó la mitra, ofreciéndose así al licenciado don Vasco de Quiroga, oidor de la Real Audiencia de México, de quien el obispo Fray Juan de Zumárraga recomendó ampliamente por ser persona humilde y de justicia. 264 En el nombre de Dios ruña: “llegaron a la gran población de Tzintzuntzan, y los llevó a hospedar el mismo rey a su palacio, y habiéndoles cortejado con su real magnificencia, le pidieron les asignase lugar para fundar su iglesia y pobre hospicio.”126 Fue allí donde estuvieron los orígenes de la cristiandad en Michoacán. La Orden de San Agustín arribó a la Provincia de Michoacán en 1537, año en que don Vasco de Quiroga los inicios de su gestión como obispo. Los agustinos llegaron por invitación del encomendero del pueblo de Tiripetío Juan de Alvarado, lugar donde comenzaron su tarea evangelizadora, internándose hacia la llamada Tierra Caliente michoacana, territorio inhóspito y peligroso. Fig. 1. Símbolo de la Orden Agustina, detalle de la antigua iglesia de Pátzcuaro. Foto Eduardo Barriga Rivera 126 Pablo Beaumont, fray, Crónica de Michoacán, México, Balsal Editores, 1988, 3 tomos, pp. 123-124. 265 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fray Diego de Chávez y fray Juan de San Román fueron los primeros predicadores en llegar a Tiripetío; otros fueron fray Juan Bautista Moya y fray Francisco de Villafuerte, misioneros en la insufrible Tierra Caliente. Entre las fundaciones más representativas de la Orden de San Agustín están Tacámbaro, una puerta a la evangelización de la referida región michoacana; otros conventos muy importantes fueron Cuitzeo, Charo y Yuriria debido a su magnificencia. Uno de los más grandes maestros agustinos de esa época fue fray Alonso de la Veracruz,127 prior de Tacámbaro, fundador de la Escuela de Altos Estudios de Tiripetío, y cuatro veces provincial de la orden; fray Alonso tuvo una gran amistad con don Vasco de Quiroga, “y le quería tanto el señor Obispo don Vasco de Quiroga, (que) trató ahincadamente que ampliase nuestra religión en su Obispado. Acudió muy bien a ello el señor Obispo, porque le concedió la fundación de la casa de Valladolid, la de Yuririapundaro, Cuiseo, Charo y Guango…”128 la Orden tenía 22 complejos conventuales en el Obispado de Michoacán a finales del siglo xvI, lo que llevó a la creación de la Provincia Agustiniana de San Nicolás Tolentino de Michoacán en el año de 1600, siendo el fundador fray Miguel de Sosa. Fray Diego de Basalenque, cronista de la orden agustina, refiere que el convento de la Ciudad de Pátzcuaro se fundó en 1576 por orden de fray Juan de Medina Rincón, 129 tercer obispo de Michoacán, y “visitando su doctrina, como la que tenía más a los ojos era la de Pátzcuaro, viendo la multitud de gente que había […] quiso admitirlos al cuidado de la de Pátzcuaro; y así el año de 1576, dio a la orden la doctrina”.130 Medina Rincón encargó a fray Francisco de Villafuerte la ordenación de la doctrina y obra del edificio; sobre la doctrina se dieron a la orden la administración de seis o siete visitas alrededor de la laguna y una isla (Janitzio). Llegado el padre Villafuerte comenzó el edificio el cual “dejó la iglesia comenzada y el convento todo de tierra”.131 Pero sucedió que Villafuerte llegó a Pátzcuaro enfermó y falleció durante los trabajos de la obra en la isla de Janitzio. 127 Nació en Caspuelas, Reino de Toledo. Miembro de los primeros misioneros Agustinos que llegaron a la Nueva España en junio de 1536. Visitador de las provincias del Perú y Filipinas. Falleció el año de 1584, siendo de más de 80 años. 128 Diego Basalenque, fray, Historia de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, Morelia, Balsal Editores, 1989, p 104. 129 Fray Juan de Medina Rincón (Medina del Campo 1520 – Valladolid de Michoacán 1588) Misionero agustino que llegó a la Nueva España en compañía del virrey Antonio de Mendoza siendo joven para ingresar a la orden agustina y profesar en 1543. Estudio filosofía y teología. Fue nombrado obispo de Michoacán el año de 1574. Realizó el cambió la sede episcopal de Pátzcuaro a Valladolid en 1580, aun con la oposición de su Cabildo; asimismo trasladó el Colegio de San Nicolás que había sido fundado por Vasco de Quiroga. 130 Diego Basalenque. op cit. p 240. 131 Idem. 266 En el nombre de Dios El padre Nicolás de Navarrete, también cronista, precisa que la fundación del convento sucedió el año de 1574, pues el padre Villafuerte murió en 1575, por lo que no pudo fundar el convento en el 76. El padre Navarrete aduce una confusión de Basalenque en la fecha de fallecimiento de fray Francisco de Villafuerte. A fray Nicolas Navarrete lo apoya la solicitud que la propia orden hizo al virrey de la Nueva España Martín Enríquez para establecerse en la ciudad; la cual fue concedida y menciona lo siguiente: “Don Martín Enríquez, Visorrey y Gobernador […] Por cuanto los religiosos de la Orden de Señor San Agustín me han hecho relación que teniendo consideración en la Ciudad de Paschuaro es muy poblada de indios y residen en ella la iglesia catedral de Mechoacán, y cantidad de españoles, y podrán aprovechar y servir a Dios Nuestro Señor poniendo y fundando en la dicha Ciudad de Paschuaro un monasterio de religiosos de la orden, lo querían asentar y fundar y me pidieron les diese licencia para ello; y por mí visto […] doy licencia a la dicha orden para que pueda asentar y fundar en la dicha Ciudad de Paschuaro un monasterio de religiosos de ella, y mando al alcalde mayor de la dicha ciudad que señale a los dichos religiosos sitio en parte cómoda y sin perjuicio de tercero, a donde puedan asentar y fundar, y les dé para ello todo favor y ayuda y no consienta en que les sea puesto embargo y contradicción alguna. Hecha en México, a treinta días de mes de abril de mil y quinientos y setenta y cuatro. Martín Enríquez.”132 Con licencia en mano, los religiosos y fray Alonso de la Veracruz, quien había sido elegido para un cuarto período provincial (1575–1578) en su nombre, pidieron al alcalde mayor de la Provincia de Michoacán Antonio Gines, les diese la posesión del sitio que él considerase; el acto de posesión se llevó a cabo el día 11de noviembre de 1574, señalando por sitio “la cuadra de la calle que atraviesa de las casas del canónigo Pardo133 a las casas de Gerónimo Galván y da vuelta a la laguna hasta las casas de Alonso Gómez, diez pasos antes, exclusive la dicha casa hasta las cercas de las casas y corrales del canónigo Pardo y de Andrés Gómez, vecino de Zacatula, inclusive las casas de Diego Sánchez Caballero”.134 Fueron testigos: Francisco Sarriá,135 Alonso Gómez Alfaro y Antonio del Castillo, teniente de alcalde mayor de esta 132 Archivo Histórico Casa Morelos (AHcM). Diocesano. Gobierno. Religiosos. Agustinos. Siglo xvIII. Caja 200. 133 García Rodríguez Pardo, canónigo de la iglesia catedral desde la década de los cincuentas durante la gestión de don Vasco de Quiroga, para el año de 1584 aun fungía como prebendado, estando ya la sede episcopal en Valladolid. Siendo miembros del Cabildo: Alonso De la Mota, Deán; Diego Pérez Negrón, Chantre; don Diego de Orduña, Maestrescuela; don Pedro de Aguayo, Tesorero; García Rodríguez Pardo, Alonso de Morales, Gonzalo de Yepes, el licenciado Alonso Ruiz, Nicolás Martínez, y el licenciado Antonio de la Parra, Canónigos; Alonso de Estrada, Félix de Peñafiel y Jerónimo de Medina, racioneros. 134 AHcM, op cit. 135 Personaje ligado a la vida institucional de la Ciudad de Pátzcuaro en la segunda mitad del siglo xvI, llegado del norte de la Nueva España (Villa de Cadereyta, Durango) fundó el ingenio azucarero de Sirimicuaro, aparece como albacea de Doña Francisca de Castilleja, en documentos relativos al Cabildo de la ciudad, mayordomo y apoderado de la iglesia catedral del Obispado de Michoacán en 1569; llegó a ocupar el cargo de alcalde ordinario y teniente de alcalde mayor, entre otros. 267 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La fundación se dio en medio de la discusión sobre el traslado de la catedral al pueblo de Guayangareo, la cual tenía su origen desde 1540 aproximadamente, cuando algunos vecinos españoles desistieron de vivir en Pátzcuaro, fundando una ciudad sólo de españoles contra los deseos del Obispo Quiroga y ordenanzas reales. El Obispo Medina Rincón realizó el traslado, lo que le trajo varios conflictos con los canónicos. Respecto al nombre de la advocación que se le dio a la iglesia de San Agustín de Pátzcuaro, el padre Basalenque indica solamente que la cabecera se llamó Santa Catalina; el padre Navarrete especifica ser la advocación Santa Catalina Mártir;136 sin embargo, en un documento localizado en el archivo de Pátzcuaro, solamente 8 años después de su fundación, en un poder dado, en 22 de febrero de 1582, por el prior del convento fray Juan Martínez, y los conventuales fray Gaspar de Baeza, el padre Pedro del Toro y fray Rodrigo de Tolentino a fray Andrés de los Reyes, se nombra “Monasterio de Santa Catalina de Sena de la Ciudad de Michoacán”.137 Esto me generó confusión respecto a la advocación que tenía, sin embargo, me inclino por la de Santa Catalina Mártir, ya que el padre Navarrete lo afirma y varios documentos así lo corroboran, puede ser que haya sido una desatención del escribano. Esta advocación de Santa Catalina de Sena o Siena138 la tenía el convento de religiosas Dominicas de la Ciudad de Valladolid, fundado hacia 1590. La edificación del convento e iglesia Iniciado el siglo xvII, la Ciudad de Pátzcuaro gozaba de una gran condición como centro político y comercial de la Provincia de Michoacán, esto a pesar que la silla episcopal había sido llevada a Valladolid, pero la alcaldía mayor permaneció en la llamada Ciudad de Michoacán. Los padres agustinos de Pátzcuaro tuvieron como doctrina varios de los pueblos alrededor de la laguna, para mediados del siglo xvIII la orden seguía administrando los barrios que se le habían encomendado desde finales del siglo xvI; según informe ordenado por el Obispo Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, el año de 1760, eran los siguientes: “ocho pueblos inmediatos unos de otros, de modo, que hallándose como se halla lo largo de la laguna de oriente a poniente, y quedando Paz- 136 Santa Catalina Mártir de Alejandría. (Martirizada en 307 d.c.) Virgen de Alejandría que hizo profesión pública de cristianismo y fue muerta después de crueles torturas (se le dio suplicio en una rueda dentada) Mujer de gran saber, se convirtió en patrona de los filósofos cristianos. 137 Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro (AHcP), Serie Pátzcuaro 113; 131.5. 138 Catalina de Siena, (1347–1380) nació en la Ciudad de Siena, desde niña tuvo fama por sus prácticas ascéticas y su gran devoción, a los seis años tenía la costumbre de flagelarse. En la adolescencia hizo voto de virginidad y profesó en un convento de Dominicas. Cuidó de los enfermos y convirtió a muchos incrédulos. Combatió las disensiones del pasado que tanto escándalo producían a la cristiandad. Fue canonizada en 1461. 268 En el nombre de Dios tquaro de la laguna como un cuarto de legua al Sur […] en la manera siguiente: El pueblo de San Joseph139 al Oriente […] de ahí el pueblo de Zurumutaro, y siguen por cordillera San Bernardino,140 Vecorio, Zenzenguaro, Santa Ana Tzintzio,141 San Pedro Pareo y San Bartolomé Pareo”.142 Las doctrinas anteriores contaban para esas fechas con 600 o 700 feligreses, cantidad muy disminuida respecto a centurias anteriores en las que la región de la laguna llegó a albergar a más de 40,000 almas. En los inicios la obra material del convento estaba hecha de tierra (adobe), y la obra del templo comenzada y por causa del fallecimiento del padre Villafuerte quedó de esta manera, sólo siendo alargada la iglesia. No se realizaron nuevos trabajos hasta la década de los años cuarenta del siglo xvII, cuando, según indica el padre Basalenque, se adornó el templo, haciéndolo de media tijera, y se tenía posada para cinco o seis religiosos.143 En 1670 se autorizó que se mudase el artesonado del techo de madera por bóveda de mampostería y hormigón. En cuanto al convento estaba aún estancado con tan sólo cinco celdas, y la obra de la segunda planta se inició hasta 1697 y en 1706 se concluyeron los trabajos.144 La obra no tuvo grandes alteraciones. En 1760 el templo tenía la portada principal a la plazuela y sur, con 50 varas de largo y 13 de ancho; la altura las paredes eran de cal y canto de 15 varas de alto y dos de ancho hasta el entramo a punto de recibir bóveda. Sobre la puerta de la iglesia estaba acabada la bóveda, firme entre el suelo y pavimento del coro; también la portada estaba casi acabada y completamente pulida, y en ella una claraboya y ventana que iba a dar luz al coro y en los costados de oriente a poniente tenía ocho ventanas rasgadas y cuadradas y dos claraboyas ovaladas y pulidas; a espaldas del presbiterio se hallaba la sacristía con 13 varas de largo y 10 de ancho con tres ventanas anexadas, paredes de cal y canto. El cubo de la torre era fuerte y firme y se eleva y enrasaba ya con las paredes referidas del templo.145 139 Respecto a este sitio Claudia Espejel Carvajal nos comenta que la actual población de Chapultepec en el siglo xvI se llamaba San Antonio Tacupan, el pueblo de San José seguramente estaba localizado cerca de Chapultepec, pero actualmente no aparece en los mapas ningún poblado llamado San José, y los habitantes de la región no recuerdan que haya existido alguno con ese nombre... suponemos que es El Jagüey, donde hay una pequeña capilla colonial; sin embargo tomando en cuenta las distancias es más bien, en o cerca del actual Nuevo Rodeo. Espejel Carvajal, Claudia, Caminos de Michoacán… y pueblos que voy pasando, México, InAH, 1992. 140 Esta es la capilla de la actual colonia Ibarra, ya dentro de los términos urbanos de la ciudad. 141 Error del escribano, debió haber escrito Chapitiro, no Tzintzio. 142 AHcM, op. cit. 143 Diego Basalenque, op cit. p 240. 144 Nicolás Navarrete, Historia de la Provincia Agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, México, Porrúa, 1978, 2 tomos, p 689. 145 AHcM, Diocesano… Caja 200. 269 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Para la manutención del convento se instruyeron capellanías y se invirtió en préstamos a casas y haciendas de la región, azucareras principalmente, que pasado cierto plazo pasarían a ser de su propiedad. Hacia el año de 1595, el señor Gil de Rueda instituyó una capellanía a favor del convento por 1,600 pesos, dejando a censo la hacienda nombrada Sanabria. Para principios del siglo xvII los religiosos ya tenían bajo censo la hacienda azucarera de Taretan, y para 1622 la orden logró adquirir de Álvaro Pérez de Acuña y María de Guido, su mujer, por medio de un censo la hacienda de hacer azúcar de Acúmbaro. En 1649 los religiosos trabaron litigio con don Juan Huitzimengari, gobernador, sobre la posesión de unas casas donde se hospedaban los señores Obispos, fronteras de la iglesia mayor en Pátzcuaro. En 1658 se impuso un censo por la hacienda de Tomendán, propiedad de Jerónimo de Alexandre Villarroel; la orden adquirió la hacienda en 1685 por deberse más de nueve años de renta. A inicio del llamado Siglo de las luces el convento tenía en posesión la hacienda de Urecho, en la Tierra Caliente; Sanabria, en términos de Pátzcuaro, junto con la isla de Apupato, hoy extinta; la hacienda de Colunga; la de La Parota; la de Jongo; el Puesto de los Pareos y la de Intzbetzicu. De las anteriores el convento recibía 1,296 pesos de rentas, sin contar las casas que les pertenecían en Pátzcuaro por las cuales también tenían percepciones. Los religiosos perdieron la mayor parte de estas tierras durante el último tercio del referido siglo xvIII, debido a los procesos de secularización que la Corona había ordenado. Igualmente, los Agustinos fundaron un Hospital anexo al convento, donde se enseñaba doctrina y oficios; este hospital llevó el nombre de Santa Catalina. Antonio Salas León refiere que el Hospital Agustino de Pátzcuaro se fundó por 1565,146 aunque no hubo convento en la ciudad hasta 1574. El Hospital se localizaba en la antigua calle de Santa Catarina (hoy avenida Álvaro Obregón); y para 1942 los restos del monumento estaban siendo utilizados como garaje.148 No existen estudios específicos sobre el Hospital que existía en la ciudad, sin embargo, a mediados del siglo xvIII su capilla sustituía provisionalmente al templo principal debido a la restauración y construcción que se estaba llevando a cabo en éste último, y se realizó una breve descripción, mencionando que: “la iglesia del Hospital es antigua, fabricada de adobe, y el arco de la puerta de cal y canto, artesón de madera pintado a semejanza de bóveda de tres puntos, y en la capilla mayor cuatro columnas de madera en que se forman tres arcos, una mayor que los otros, tallados, pintados y dorados”. Sobre el piso menciona que era una entablonada y el coro también de madera sobre pilares y 147 146 Nicolás Navarrete. op cit. p 138. 147 Antonio Salas León, Pátzcuaro, cosas de antaño y de hogaño, 2ª ed. Morelia, Mich. Cantera, 1956, pp 164 – 165. 148 Manuel Toussaint, Pátzcuaro, México, UnAM, 1942, p 121. 270 En el nombre de Dios techado todo de tejamanil. La sacristía era de adobe, un tanto maltratada con techo de madera de 10 varas de largo y 6 de ancho. El complejo además tenía una enfermería ruinosa de 22 varas de largo y 6 de ancho. Enfrente de la iglesia tres cuartos de adobe servibles. La casa de los semaneros que tenía de sur a norte 27 varas, y 58 de oriente a poniente, todas ellas de adobe y techos de tejamanil; finalmente unas oficinas y un solar de 95 varas de oriente a poniente, y 54 de sur a norte.149 Igualmente, los naturales de este barrio declararon tener un chinchorrillo corto de reces y algunas exiguas rentillas que cobran de un ranchuelo y algunos solares que cobran para los gastos del Hospital y sus fiestas. Asimismo, poseían una casa en la plazuela de San Agustín que nombraban de Santa Catalina del Santo Hospital y barrio de San Agustín, por las que percibían tan solo quince pesos anuales. La otra descripción que conocemos la realizó Toussaint en su libro Pátzcuaro, indicando que: “La nave del templo está utilizada como taller. Puede verse todavía una bella portada con arco de medio punto, alfiz y molduras muy contrastadas. En una placa al lado se lee la fecha de 1681. El interior parece haber sido de una sola nave con techo de madera a dos aguas.”150 El complejo del Hospital vio sus últimos días a mediados de la década de 1980, a causa de un incendio, lo que quedó del edificio terminó por ser demolido, y dar paso a construcciones modernas. 149 AHcM, op. cit. 150 Manuel Toussaint, op. cit. pp 121-122. 271 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 2. Capilla del Hospital de Indios de Santa Catalina durante el incendio que laconsumió y condujo a su posterior demolición. Foto Eduardo Barriga Rivera 272 En el nombre de Dios La secularización en Nueva España A mediados del siglo xvIII, llegó a la Nueva España una cédula real fechada en 4 de octubre de 1749, por la cual la Corona ordenaba la secularización de las iglesias que tenían en administración las órdenes religiosas. Con esta cédula se llegaba al final de una larga discusión entre el clero diocesano y las órdenes regulares por la administración parroquial, que surgió desde la instauración de las primeras diócesis en los territorios de la Nueva España en el siglo xvI. Por principio, secularizar significa “hacer secular alguna cosa que era eclesiástico o regular”, Según el diccionario de Autoridades,151 o sea “hacer pasar al clero secular o diocesano la administración eclesiástica, principalmente, bautismos, matrimonios y defunciones”. En la Nueva España, las órdenes religiosas, principalmente la franciscana y agustina, se hicieron cargo de la administración sacramental, debido esencialmente a la falta o inexistencia del clero secular, lo que les hizo ganar prebendas para fundar iglesias y ejercer sacramentos, con consentimiento del Papado, especialmente por la Bula del Papa Adriano vI, del 9 de mayo de 1522, llamada Omnímoda, por la cual concede toda su autoridad para la conversión y administración de sacramentos.152 Con la fundación de los obispados de México y Coatzacoalcos (que nunca fue erigido) en 1529 y los de Tlaxcala, Antequera y Michoacán en 1534153 inicio la gestión del clero secular; sin embargo, el primer problema de los Obispos fue la falta de clérigos para la administración diocesana y obligó a éstos a consentir que los frailes ejercieran los sacramentos. Esta situación cambió con la celebración del primer Concilio Mexicano de 1555,154 donde los obispos de la Nueva España acordaron que las órdenes religiosas no entendieran en causas de bautismos y matrimonios, y fundaran iglesias sólo con consentimiento del obispo; esto suscitó una querella entre ambos cleros; los regulares, escudándose en las prebendas que tenían, apelaron las decisiones y se les otorgaron cédulas y breves los años de 1557, 1562 y 1568, por las cuales se les mandaba a los obispos no modificaran estado alguno, ni molestasen a los religiosos en sus posesiones y administración. 151 Editorial Gredos S. A. Diccionario de Autoridades. Editorial Grados S. A. Madrid, España. 1990. 3 tomos. 152 Pablo Beaumont, fray, op cit. p 349. 153 Cédula real fechada en Toledo, 20 de febrero de 1534. 154 Se inauguró el 29 de junio y se clausuró el 7 de noviembre. Asistieron, además del Arzobispo de México, Alonso de Montufar, los Obispos de Michoacán, Vasco de Quiroga; de Tlaxcala, Martín Sarmiento de Hojacastro, de Oaxaca, Juan López de Zarate; y de Chiapas Tomás de Casillas. 273 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En Michoacán, Vasco de Quiroga fundó el Colegio de San Nicolás Obispo con la finalidad de solventar esa ausencia de clérigos diocesanos; y fue aquí donde las diferencias entre ambos cleros se acrecentaron más; las discusiones legales pasaron al plano de acusaciones directas entre clérigos, derrocamiento de iglesias y capillas, y a corta distancia de los enfrentamientos físicos.155 Alonso Montufar, Arzobispo de México, y Vasco de Quiroga, Obispo de Michoacán, escribían al Consejo de Indias en 1560, que las órdenes mendicantes querían quedarse a solas, sin mendicar; solo asegurando su bienestar y abundancia. los acusaban de querer estar “donde hay curas y ninguna necesidad de su ayuda, porque toda la convierten en confesiones y parcialidades y en menosprecio y vilipendio de los curas y prelados diocesanos obligados, no queriendo ellos obligarse a cosa alguna”.156 Posteriormente se dictaron cédulas por las cuales se ordenaba disminuir las exenciones de los religiosos, los años de 1583, 1603 y 1621; no fue hasta el año de 1640, cuando una cédula ordenó que las doctrinas fueran ocupadas por los clérigos, esto generó mucha controversia y querellas entre ambos cleros, viéndose la Corona obligada a emitir en 1644 una cédula por la cual “ordenaban que las doctrinas se estuviesen en el estado en que aquella cédula les cogiese, las de frailes en frailes, y las de clérigos que ya se poseían en clérigos, hasta tanto que se oyesen a los procuradores de las religiones que no habían sido oídos”.157 A partir de este período el proceso quedó en suspenso y no se realizó cambio de importancia hasta mediados del siglo siguiente, cuando una nueva familia accedió al poder de la Corona. A inicios del siglo xvIII una nueva dinastía accedía al poder de la Corona Española, la familia de los Borbones, el primer Rey de esta dinastía fue Felipe V (1700–1746). De inmediato se iniciaron cambios en la organización del Estado, el propósito era hacerlo más eficaz, se intensificó la política regalista, buscando mayor supremacía del poder del Estado sobre el poderío que había logrado la Iglesia con el tiempo. 155 Véase los procesos entre don Vasco de Quiroga y los franciscanos por la administración de la Pila Bautismal; y contra la orden agustina por el convento de Tlazazalca, sobre este último existe publicada la obra. Alberto Carrillo Cazares, Vasco de Quiroga: La pasión por el Derecho. El pleito con la Orden de San Agustín (1558-1562), 2 vols. Zamora, Arquidiócesis de Morelia, El Colegio de Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003. 156 Archivo General de Indias (AgI). Justicia, legajo 1013, N° 2, ramo. México, año de 1561. El Arzobispo de México y el Obispo de Mechuacán contra ciertos Frailes de San Francisco, San Agustín y Santo Domingo, sobre Jurisdicción. 157 Diego Basalenque, op cit., p 189. 274 En el nombre de Dios Fig. 3 Fachada del templo de San Agustín de Pátzcuaro158 158 México en fotos: https://www.mexicoenfotos.com/antiguas/michoacan/patzcuaro/patcuaro-templo-de-san-agustin-1951-MX14469111635094/2 30/06/21 275 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En las colonias el objetivo era incrementar el control administrativo, por lo cual los cargos públicos se proporcionaron a gente española peninsular. Durante el reinado de Fernando vI (1746– 1759) se expidió la cédula de secularización de parroquias para las colonias, la cual fue inapelable para las órdenes religiosas y aceptaron entregar la administración al clero secular. Durante el reinado de Carlos III (1759–1788) tocó a la iglesia agustina de Pátzcuaro entregar la administración. Crónica de la secularización de la Iglesia de San Agustín de Pátzcuaro El proceso de secularización indicaba que el edificio de la iglesia y su administración parroquial debía ser entregado al clero diocesano, y en caso de que el convento no contara con un número mínimo de ocho religiosos residiendo continuamente en el convento, el mismo también sería expropiado para uso del párroco diocesano. El convento de la Ciudad de Pátzcuaro, era una de las casas más queridas por los frailes agustinos y al mismo tiempo una de las más pobres de la provincia; sin embargo, la cédula de secularización aplicaría de la misma manera que a otras iglesias y conventos de la orden. Un antecedente de la preocupación que tenían los frailes agustinos para que no les fuese separada la administración que tenían del Barrio de Pátzcuaro lo encontramos en 1723 en la solicitud que hizo la orden al Virrey don Juan de Acuña, Marqués de Casafuerte, para que les concediera mantener su iglesia; a esto el Virrey libró un despacho (22 de septiembre) al procurador de la Provincia de Michoacán don José Ochoa para que no perjudicase la administración al curato y doctrina de Santa Catalina de Pátzcuaro; así, la comunidad continuó ejerciendo los sacramentos como lo habían hecho por espacio de 150 años. Un decreto de junio de 1757 concedía dejar a los frailes en administración del lugar donde habían sido canónicamente nombrados párrocos hasta su muerte, y sólo después de su fallecimiento las iglesias iniciarían su proceso de secularización.159 El calvario de la orden comenzó el año de 1760, cuando, el 24 de mayo, falleció el padre fray Domingo Barrios, cura ministro de la doctrina del Barrio de San Agustín. Los encargados de dar noticia fueron el Cabildo, Justicia y Regimiento de la Ciudad de Pátzcuaro en carta de 28 de mayo a fray Nicolás de Ochoa,160 Provincial de la Orden Agustina, donde se le informa del dicho fallecimiento. Posteriormente, en primero de junio, el padre provincial escribe al obispo de Michoacán 159 David A. Brading, Una iglesia asediada: el Obispado de Michoacán, 1749–1810, México, fcE, 1994, p 82. 160 Electo provincial en dos ocasiones, el primer periodo en 1758–1762, y el segundo en 1766–1770, le tocó vivir los años en la que la secularización de parroquias estaba en auge, y durante su administración tuvo que entregar diez de sus iglesias al clero secular. 276 En el nombre de Dios Pedro Anselmo Sánchez de Tagle poniéndolo al tanto de los hechos, solicitando además que quedara a cargo de la doctrina fray Joaquín Zepeda, entretanto que el Virrey resolviera qué hacer; El obispo envió la noticia a la Ciudad de México para que el Virrey ordenase lo necesario. A la par, el Cabildo de Pátzcuaro solicitó al obispo por la permanencia de los religiosos en la ciudad, pues eran queridos y de gran utilidad a la ciudad. Cosa similar suplicó el padre provincial, mencionando al obispo que los religiosos entregarán la administración del barrio, pero pide se les conceda conservar el convento; el prelado les respondió que por su persona no habría inconveniente, pero que se esperara la decisión del Virrey. Sin embargo, a pesar de las suplicas, el Virrey ordenó el 16 de agosto de ese mismo año que “se proceda a ocupar esta doctrina con su convento, iglesia, bienes, rentas, fundaciones y dotaciones que le pertenezcan como que todo es y debe ser de la parroquia, y proceda a proveerla en el clérigo secular que la sirva en título”. Asimismo, indicó que en cuanto dejarlos o no conservar el convento, que lo decidieran los ciudadanos de la ciudad y su doctrina, tomando en cuenta el Breve del Papa Paulo v, donde se dispone que se haga supresión de los conventos que cuenten con menos de ocho religiosos; y también que mantengan y reedifiquen el edificio del convento. El mes de septiembre el obispo Sánchez de Tagle les concedió seguir manteniendo su convento. Pasó casi un año, cuando el propio obispo Sánchez de Tagle ordenó, el 4 julio de 1761, al comisario licenciado don José Joachín Beltrán Villaseñor tomara posesión de la doctrina y nombrara al Bachiller Francisco Xavier de Bargas como cura interino de la parroquia. El día 27 del mismo mes se presentaron los interesados en la Ciudad de Pátzcuaro, y notificaron a fray Mariel Farías, prior del convento, la determinación. El comisario y el bachiller tomaron posesión del hospital, que estaba sirviendo de parroquia, como ya lo mencionamos anteriormente, luego del convento y finalmente de la iglesia y sus bienes, confiscaron los libros parroquiales y se les concedió seguir viviendo en el convento y mantener la iglesia. Días adelante se tomó posesión de las doctrinas de Xanicho, San Pedro, San Bernardino, Santa Ana, Sensenguaro y Huecorio, realizando en las capillas los mismos protocolos y haciendo inventario de sus bienes. Durante los tres años siguientes continuó el litigio por la posesión del edificio conventual y la iglesia; ante la Real Audiencia los frailes presentaron las pruebas que se requerían para comprobar la institución canónica del convento, de la buena manutención de éste, de que se observase la conventualidad de ocho religiosos, y comprobar que la gente de la ciudad estaría de acuerdo con la permanencia de los religiosos. La persistencia de la orden rindió frutos y en un auto, del 3 de marzo de 1764, el obispo Sánchez de Tagle aplicó la iglesia principal y convento, junto con el Hospital, a los religiosos, pues el cura que tomaba posesión dijo no necesitar la iglesia para ejercer la administración diocesana, 277 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad solamente requería de los libros de registro, bautismales, matrimoniales y demás. Asimismo, el obispo condicionó a los religiosos que viviesen en observancia y disciplina regular, además de que se hicieren los arreglos y reparaciones necesarias al conjunto conventual. Casi diez años después de haber iniciado el proceso de secularización de la iglesia Agustina de Pátzcuaro, y cinco de habérseles concedido la conservación de la iglesia, el convento y del hospital, el obispo informó al Rey (15 de febrero de 1769) del estado en que se hallaba el convento e iglesia; resaltó que los frailes se mantenían celebrando en la capilla del hospital y que no habían hecho obra alguna de reedificación, ni de la iglesia ni del convento, por lo que le pedía proveyese lo que fuere más de su real agrado. La respuesta se dio el 17 de septiembre de 1769, donde por cédula se ordenó que se ocuparan las haciendas que tenía el convento, pues a pesar de que eran para su manutención y restauración no se habían utilizado para ello. A pesar de haber entregado la administración sacramental y lograr la conservación del convento e iglesia la pobreza invadía a los religiosos; no pudieron cumplir con los mandamientos impuestos; hubo queja también de hacinamiento de religiosos en los conventos, que los obligó a no aceptar nuevos novicios por espacio de diez años, y para agrandar su problema les fueron reducidas las rentas de algunas haciendas y otras expropiadas. Así finalizó este periodo histórico para la orden agustina, opacando su obra artística y monumental. Con la llegada del régimen de los Borbones la vida de las colonias españolas cambió. En toda Nueva España se gestaba un movimiento de rechazo a las políticas gubernamentales y la Ciudad de Pátzcuaro no fue la excepción, los nuevos impuestos afectaron a la ciudad, los vecinos en 1760 hablaban y se quejaban de una decadencia del comercio; les sobrevino la expulsión de la Orden de la Compañía de Jesús en 1767, frailes muy queridos en la ciudad, encargados de dar enseñanza a muchos de los hijos de los pobladores; lidiaron también con la exclusión que hacía la Corona de los criollos a los cargos públicos. Una nueva generación de ciudadanos mexicanos estaba naciendo; en Pátzcuaro correteaban por las calles Pedro Advíncula de la Vega (militar insurgente), Gertrudis Bocanegra Mendoza (heroína insurgente) José María Anzorena (político insurgente), Manuel de la torre Lloreda, (clérigo insurgente) y Andrés Venegas (independentista) ellos y muchos más participarían en la lucha de independencia de 1810 y dejarían las bases para la formación de una nueva nación. Los religiosos establecidos en Pátzcuaro, permanecerían en su convento hasta inicios del siglo xx, sufriendo miserias y el acoso gubernamental; sus haciendas fueron desamortizadas al igual que su amado convento de Santa Catalina Mártir; este período merece otro trabajo por lo que queda para posteriores investigaciones, quedando viva una gran época de hombres consagrados a la evangelización, educación y edificación de grandes monumentos, así la obra de la orden agustina seguirá causando admiración. 278 En el nombre de Dios Fuentes de información ARcHIvo HIsTóRIco dE LA cAsA dE MoRELos (AHcM). ARcHIvo HIsTóRIco dE LA CIUdAd dE PÁTzcUARo (AHcP). ARcHIvo GEnERAL dE IndIAs (AgI). Bibliografía Basalenque, Diego de, Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, Edición de Gerardo Sánchez, Morelia, Basal Editores, 1989. Beaumont, fray Pablo, Crónica de Michoacán, México, Balsal Editores, 1988, 3 tomos. 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Toussaint, Manuel, Pátzcuaro, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1942. 279 Detalle de aldaba, portón del Templo de la Compañía VIVIR EN EL SIGLO O EN CLAUSTRO José Martín Torres Vega161 Introducción Últimamente se ha trabajado acuciosamente el tema de la vida cotidiana en diferentes puntos de la geografía novohispana y en diferentes temporalidades. Esto ha permitido que con el paso de los años haya una aproximación detallada a lo sucedido en diferentes esferas de la sociedad. El presente trabajo tiene como objetivo general mostrar la vida cotidiana de las mujeres patzcuarenses, ya fuera en el siglo o en la clausura, dos esferas que no son necesariamente diferentes, más bien fueron complementarias. La ciudad de Pátzcuaro fue un punto importante en Michoacán, constituida como la primera capital del obispado, pero a partir del cambio de sede de los poderes civiles y eclesiásticos a la ciudad de Valladolid en 1580 comenzó una pugna por la capitalidad y cierta competencia que se manifestó en muchos aspectos. 161 Facultad de Arquitectura, UMsnH. Correo electrónico: josemartintorresvega@hotmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La vida en el siglo de las mujeres patzcuarenses correspondía a lo comúnmente establecido en la Nueva España, el género femenino tenía muy pocas posibilidades de desarrollar su vida fuera de las dos opciones tradicionales: la vida en el siglo a través del matrimonio o en una institución de clausura. Las que optaban por la vida en sociedad -que eran la mayoría-, se dedicaban prácticamente a la actividad doméstica, circunscripta a las labores del hogar encargadas de las actividades de esposas y madres, roles asignados por la iglesia y la sociedad. Por su parte, la vida en la clausura femenina, particularmente en el convento de monjas dominicas de Nuestra Señora de la Salud, estaba regida por la Regla y las Constituciones de la orden, en las que se establecía que debían de cumplir los votos de obediencia, pobreza, castidad y clausura, los cuales tuvieron una aplicación especial; de manera particular el de pobreza, pues debido a su condición de religiosas calzadas, algunas tuvieron ciertas mitigaciones. La vida de las monjas de la orden dominica estuvo marcada por el ritmo de las horas del Oficio Divino, al que atendían haciendo los rezos de maitines, prima, tercia, nona, vísperas y completas; además de las horas de comida y descanso. Existió un tercer grupo de mujeres, las que no consiguieron entrar a un convento o institución religiosa y que tampoco contrajeron nupcias; las comúnmente llamadas “quedadas” o “solteronas”, esas que permanecieron en la casa paterna y que socialmente no tenían el prestigio por no haberse consagrado a Dios en el matrimonio o en el claustro. Metodológicamente el trabajo se fundamentará con bibliografía especializada sobre el tema y manuscritos e impresos históricos de la época del estudio. La vida común en la ciudad de Pátzcuaro que se revisa en este trabajo se centra en el siglo xvIII, y como lugares de actividad social se seleccionaron lo que sucedía en las casas de las familias de este lugar, la plaza grande -hoy Plaza Vasco de Quiroga- y el convento de monjas dominicas de Nuestra Señora de la Salud. Con relación a la vida común, nos referiremos al grupo humano que se formó con las raíces culturales: española, indígena, mulata y mestiza. Por tanto las actividades, costumbres, alimentos, etcétera, se fueron mezclando para lograr un grupo especial, que de hecho sigue hasta hoy día siendo verdaderamente singular. La ciudad de Pátzcuaro tenía una gran concentración de población indígena en el siglo xv I, pero con el paso de los años se fue transformando en una población multiétnica en la que los indígenas fueron siendo desplazados, primeramente por los españoles y posteriormente por los mestizos 282 En el nombre de Dios y mulatos.162 Existen varios testimonios sobre la ciudad en el siglo xvIII, entre ellos los elaborados por los viajeros, quienes observaron la ciudad desde afuera como el caso cuando el 9 de julio de 1763, el nuncio apostólico eligió al fraile capuchino Francisco de Ajofrín163 para que viajara a tierras novohispanas con el fin de colectar dinero para las misiones del Tibet, pero dado que el fraile era un hombre ilustrado, decidió en su recorrido por las tierras del nuevo mundo elaborar un diario, el cual, además de escribir a mano, ilustró con vistas de los lugares que visitó. Después de su arribo a la ciudad de Valladolid, viajó a la ciudad de Pátzcuaro a la cual llegó el 16 de mayo de 1764, ya en el lugar registró varios aspectos de la ciudad, y realizó algunas vistas -dibujos a tinta sobre papel- tanto del asentamiento humano, como del lago, las islas y los pueblos de su contexto (Fig. 1) donde mencionó que: Su vecindario consta de quinientas familias de españoles, mestizos y mulatos, y de otras dos mil familias de indios del idioma tharasco, que componen su república con gobernador y alcaldes de la misma nación.164 Para el siglo xIx, según el Análisis Estadístico de 1822, la ciudad tenía 5,129 habitantes, clasificados en hombres y mujeres, de los cuales 2,037 eran hombres y 3,092 eran mujeres, en ambos casos este número de personas incluía en cada género a los solteros, casados y viudos.165 Este breve recorrido por el tiempo da una idea de la manera en que aumentó la población y la concepción que se tuvo en el siglo xIx de contar a los habitantes por igual sin hacer distinción de raza. 162 Gabriel Silva Mandujano, La Casa Barroca de Pátzcuaro, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Instituto de Investigaciones Históricas/Morevallado Editores, 2005, p. 26. 163 Su verdadero nombre fue Bonifacio Castellano de Lara, nació en el pueblo de Ajofrín, provincia de Toledo en Castilla-La Mancha en España, fue bautizado el 20 de mayo de 1719 y el 24 de noviembre de 1740, dejó su nombre de pila y tomó el hábito y para 1747 ya había profesado, bajo el nombre de “Francisco de Ajofrín” 164 Francisco de Ajofrín, Diario del viaje que hizo a la América en el siglo xvIII, Tomo I, México, Instituto Cultural Hispano Americano, 1964, p. 160. 165 Juan José Martínez de Lejarza, Análisis Estadístico de la provincia de Michoacán en 1822, Morelia, Fimax Publicistas, 1974, p. 116. 283 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 1 Vista de Pátzcuaro desde la iglesia del Calvario. Francisco de Ajofrín. Fuente: Diario del viaje que hizo a la América en el siglo XVII. 284 En el nombre de Dios Vida cotidiana en el siglo La vida cotidiana en sociedad es lo que se conoce como “vida en el siglo”, o vida de las personas seglares, que no tenían votos ni pertenecían a alguna orden religiosa y que no estaban enclaustrados. Ciertamente había una parte del clero que vivía en el siglo, por tanto es el llamado “clero secular”, era ese grupo de sacerdotes católicos que no viven en un monasterio, sujetos a una regla –regula-, sino formando parte de la comunidad, adscritos a una parroquia, colegiata o catedral.166 Sin embargo, en este trabajo el aspecto secular que se revisa es una ligera aproximación a la vida cotidiana de las mujeres. Según el derecho castellano de familia, las mujeres eran percibidas como menores de edad, por lo que necesitaban la protección, la aparente debilidad con la que eran consideradas hacía que los padres las tuvieran bajo tutela, por lo tanto se requería que la sociedad creara instituciones que coadyuvaran en la protección y formación de la población femenina. Tanto las niñas o jóvenes estaban bajo la tutela del padre, quien podía comprometerlas al matrimonio desde los 7 y 12 años, aunque las jóvenes debían de dar su consentimiento.167 Las mujeres que contraían matrimonio quedaban bajo el amparo, autoridad y la tutela de su marido, quien ciertamente era el encargado de la protección, lo cual hacía que las mujeres estuvieran bajo protección, pero sumisas y prácticamente sin posibilidad de tomar decisiones propias, eran las encargadas de la casa, de la alimentación y en especial de la educación de los hijos, en la formación de valores humanos y religiosos. Un grupo menor pero relevante de mujeres de patzcuarenses, fueron las pertenecientes a familias de acaudalados comerciantes, hacendados o políticos de altos cargos; ellas jugaron un rol diferente y no fueron solamente amas de casa, sino que incidieron el desarrollo de la ciudad, sus instituciones y su gente. Un caso de esta naturaleza lo constituyó Manuela Isaguirre y Soria, hija de José de Izaguirre, regidor del cabildo civil de la ciudad de Pátzcuaro, en sus segundas nupcias –después de haber enviudado de Antonio Calleja de la Vega- contrajo nupcias con el capitán de infantería Pedro Antonio de Ibarra en el año de 1719.168 Este matrimonio con el capitán le permitió ser una mujer protagonista en el vida de la ciudad, por ejemplo, tanto a ella como a “La Beatita” Josefa Antonia Gallegos, se les considera las impulsoras de la fundación del convento de monjas dominicas. La Beatita recibió en un sueño las 166 Edgar Royston Pike, Diccionario de Religiones, México, Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 106. 167 Josefina Muriel, “Las viudas en el desarrollo de la vida novohispana”, en Manuel Ramos Medina (comp.), Viudas en la historia, México, Centro de Estudios de Historia de México/Condumex, 2002. p. 95. 168 José Manuel Martínez Aguilar, 100 patzcuarenses que han dejado huella, Morelia, Talleres Genotipo Gráficos, 2017, p. 85. 285 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad instrucciones de la Virgen de la Salud, indicándole que materializara el monasterio femenino, así que se lo hizo saber a Manuela de Isaguirre, quien donó treinta mil pesos para tal efecto; el acto se vio reconocido por el Rey, en la Real Cédula de Fundación fechada en el año de 1745 en la que manifestó: […] y que este original se entriegue a la parte de la Señora fundadora (que en pas descanse) Doña Manuela de Ysaguirre: Para que lo haga á las Señoras Religiosas primeras fundadoras que lo fueron del Santo convento a que destina dicha fundación.169 Pero además de su importante participación en la erección del convento de monjas, otorgó dinero para que se pudieran dotar a por lo menos cinco jóvenes que desearan ingresar al convento y no tuvieran dinero, aunque estableció que se diera prioridad a las que fueran sus parientes. Doña Manuela también participó en la fundación del hospital de Jesús, y en varias obras de beneficencia para la ciudad y su gente, por ejemplo dejó una cantidad de dinero para que cada año se repartiera entre los pobres de la ciudad. Las mujeres viudas eran otro grupo especial, constituido principalmente por españolas, criollas y mestizas, al romperse el lazo del matrimonio quedaban en posibilidad de acceder a la dote matrimonial que entregaron al casarse, así como a la herencia del marido. Esas características hacían de ellas un punto de atención de los varones solteros –o también viudos- y es por ello que varias se volvieron a casar.170 Otras en lugar de tener segundas nupcias, optaron por la vida religiosa y buscaron su ingreso a alguno de los conventos de monjas, pues ya habían cumplido su tarea de criar a los hijos y también se había disuelto el lazo de matrimonio con la muerte de su marido.171 Por ejemplo, en el convento de Nuestra Señora Inmaculada de la Salud de Pátzcuaro, se dio el ingreso de María Anna Beltrán Villaseñor, hija del fallecido Regidor y Depositario General Joseph Beltrán Vicente y de la difunta Juana Manuela de Villaseñor; la mencionada María Anna había sido esposa del Álferez Real Fernando Antonio Terreros, una vez viuda solicitó y consiguió el ingreso a la clausura del monasterio dominico y profesó como monja de velo y coro el día 09 de junio de 1752 a la edad de 38 años.172 169 Archivo Histórico Casa de Morelos de Morelia, en adelante AHcM, Diocesano, Gobierno, Religiosos, Dominicas, caja 257, exp. 03, año de 1745, 180 fs. 170 Josefina Muriel, op. cit., p. 97. 171 Jane Brox, Silencio. Del monasterio a las prisiones: historia social de un castigo o una bendición, Ciudad de México, Paidós, 2020, p. 226. 172 José Martín Torres Vega, La incidencia de la orden dominica en el espacio urbano-arquitectónico de Pátzcuaro y el Obispado de Michoacán, tesis de doctorado en Arquitectura, Aguascalientes, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2013, p. 87. 286 En el nombre de Dios Pero en Pátzcuaro también existieron viudas que si bien no ingresaron a la clausura, sí tuvieron una vida espiritual, virtuosa y solidaria; ocuparon su tiempo en ayudar a sus semejantes en todo y cuanto estuvo a su alcance, gestionado, cooperando y poniendo al servicio de los habitantes del lugar su propio trabajo. Un ejemplo de ese modelo de mujer lo fue Josefa Antonia Gallegos, “La Beatita de Pátzcuaro” (Fig. 2), ella nació en Tzintzuntzan en el año de 1668, perteneció a la nobleza, aunque no a una familia acaudalada, y aunque desde pequeña deseaba la vida religiosa, un confesor le dijo que se casara con un hombre que apenas conocía, lo hizo y descubrió que el matrimonio no fue lo que ella deseaba.173 Obra anónima, la beatita de pátzcuaro, Josefa Antonia Gallegos y Díaz, ca. 1800, Óleo sobre lámina de hojalta. Colección Museo Soumaya -Fudación Carlo Slim, A. C./Ciudad de México. 173 Luz del Carmen Vallarta, “Voces sin sonido: José Eugenio Ponce de León y su modelo de mujer religiosa”, en Relaciones, núm. 45, vol. xII, Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, 1991, pp. 47-48. 287 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fue enfermera y partera, siempre auxiliada por la Virgen de la Salud de quien era una ferviente devota, también se desempeñó como cuidadora de enfermos, catequizadora de indias, instructora en el rezo del rosario y cuidadora de la lámpara del Santísimo.174 Su carácter amable y solidario, aunado a su gran devoción cristiana, le ayudó a tender un puente entre las autoridades eclesiásticas y la sociedad patzcuarense para que se cumpliera la petición que la Virgen de Salud le hizo para que gestionara un convento de monjas que atendiera las necesidades de ingreso a la clausura de las mujeres de la ciudad y de la región. La vida cotidiana se manifestó en otros espacios, además de los de la casa habitación; por ejemplo en la plaza principal se realizaban varias actividades civiles y religiosas; como las de los años de 1770 y 1771, se tiene información que refiere que las limosnas que se recogieron en el templo de las monjas para la celebración de la fiesta del Hospital de Santa Marta, patrona del Hospital de Indios.175 Para el año de 1772 se celebraron nuevamente las festividades de Santa Marta y laexaltación de la Santa Cruz; para tal efecto se arrendó madera para cercar la plaza.176 Este espacio abierto tenía la singularidad de ser una de las pocas plazas principales de la Nueva España donde no estaba la sede del poder religioso, es decir la catedral no se encontraba en este lugar, pero era y ha sido un sitio de reuniones y eventos que ha ido cambiando su fisonomía con el paso del tiempo, y en ello han participado sus pobladores. En el último cuarto del siglo xIx la Plaza Grande fue intervenida, se le integraron las bancas de cantera y el alumbrado a base de farolas de aguarrás, los trabajos habían comenzado en 1876 y se inauguraron en 1879. Los fondos fueron diversos, por un lado las autoridades gestionaron una parte y otra corrió a cargo de las señoras y señoritas de la ciudad que participaron organizando “fiestas de jamaica” con las que obtuvieron algunos recurso monetarios para la obra material.177 Este acto muestra la importancia del género femenino en las actividades de recaudación de recursos económicos, y más que la cantidad recaudada, es la presencia y participación de este grupo humano, además esta actividad debió servir de entretenimiento y sano esparcimiento fuera de los espacios domésticos, pues para el siglo xIx, este espacio abierto era considerado un área de paseo, y había dejado atrás el uso para torneos y juegos que tuvo en la época colonial.178 174 Luz del Carmen Vallarta, op.cit., pp. 48. 175 AHcM, Diocesano, Gobierno, Religiosos, Dominicas, caja 262, exp. 69, años de 1770-1771, 22 fs. 176 AHcM, Diocesano, Gobierno, Religiosos, Dominicas, caja 262, exp. 75, años de 1772, 26 fs. 177 Antonio Salas León, Pátzcuaro. Cosas de antaño y hogaño, Morelia, Editorial Cantera, 1956, p. 29. 178 Esperanza Ramírez Romero, Las zonas históricas de Morelia y Pátzcuaro ante el T.L.C., Morelia, Instituto Michoacano de Cultura/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1994, p. 46. 288 En el nombre de Dios Vida cotidiana en el claustro El modelo de mujer que se debía seguir por parte de las religiosas, era la virgen María y un grupo enorme de santas, por tanto se esperaba que fueran virtuosas como ella, que dedicaran una buena parte de las horas del día a la oración en comunidad, a través del Oficio Divino, las misas y la oración y meditación a solas. Según lo establecido en la Regla y las Constituciones de 1789179 la vida al interior de los conventos de Santa Catarina de Siena y Santa Inés de Montepulciano habitados por monjas dominicas en la ciudad de Puebla; el día comenzaba con el rezo de la Prima a las 4:00 de la mañana el resto del año y a las 4:30 en invierno; se debía hacer confesión general y la oración de Altísimo Señor y Dios Eterno. La mencionada Regla establecía que la Prima y Tercia podían rezarse a las 6:00 am., y después de ellas debía comulgar toda la comunidad, especialmente los días que estaban dispuestos para ello. Enseguida del rezo de la Tercia, seguía la misa rezada, a la cual asistía toda la comunidad –o estaba establecido que asistieran todas las religiosas- al coro, en donde debían rezar y cantar. En algunas ocasiones especiales la misa se celebraba en una capilla lateral a la nave del convento, en el caso del convento de monjas de Pátzcuaro, en la Capilla de Nuestra Señora de Rosario, espacio además identificado con la cofradía de ese nombre, de ahí es la figura 3, en ella se aprecia el retablo de madera dorada y las tribuna desde la cual las religiosas presenciaban la misa sin tener contacto físico ni visual con los asistentes. 179 Regla Del glorioso doctor de la Iglesia N. G. P. S. Agustín, que han de guardar las religiosas de los conventos de Santa Catarina de Siena, Santa Inés de Monte Policiano, de la orden de N. P. Santo Domingo, establecidos en esta ciudad de Puebla de los Angeles, México, 1789. Se tomó como base este documento debido a que al día de hoy no se conocen la Regla y Constituciones de convento de monjas dominicas de Nuestra Señora de la Salud de Pátzcuaro, pero se supone que fueron las que se siguieron debido a que las fundadoras del convento de Santa Catalina de Sena de la ciudad de Valladolid salieron del monasterio domino de Puebla, y por ende el de Pátzcuaro fue una rama del de Valladolid, así que en términos generales se consideran de una misma línea. 289 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 4 Refectorio del ex-convento de Santa Mónica en Puebla. Fuente: Foto del autor. Figura 3 Capilla de Nuestra Señora del Rosario. Fuente: Álbum de Pátzcuaro, s/p. 290 En el nombre de Dios Al término de la celebración eucarística se desayunaba, los alimentos debían consumirse en el refectorio con la comunidad ocupando la mesa las monjas de coro y velo negro, mientras las monjas de velo blanco generalmente eran las encargadas de servir los alimentos. La diferencia de color de velo tenía que ver con la categoría, las de velo negro habían pagado una dote completa (para el siglo xvIII eran tres mil pesos), mientras las de velo blanco solamente había pagado la mitad; esa diferencia hacía que las de mayor jerarquía se dedicarán por completo a la oración, mientras que las de categoría inferior además del rezo apoyaran al convento con algunos trabajos como el de apoyo en el refectorio, en el coro o en otras actividades necesarias para el buen funcionamiento del monasterio. Fig. 4 Refectorio del ex-convento de Santa Mónica en Puebla Fuente: Fotografía del autor. 291 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Los alimentos eran acompañados por una religiosa quien desde el púlpito del refectorio hacía lecturas piadosas, pues se debía alimentar el cuerpo, pero también el alma. Para el caso de las dominicas se debía hacer las lecciones de San Agustín. (Fig. 4). Después de desayuno regresaban al coro a oír misa cantada y de las 8:00 a las 9:00 a.m. rezaban la Sexta, y luego pasan a sus celdas a descansar, pero también a hacer examen de conciencia. A las 11:00 a.m. era la comida, o bien a las 11:15 en días de vigilia; en la Sala de Profundis180 decían las oraciones Deus, qui inter Apostólicos. Sacerdotes, y la de Fildelium. Después de la comida tomaban un recreo, y de ahí pasaban a sus celdas para descansar, leer o meditar. A las 13:00 horas rezaban la hora Nona cuando no era día de ayuno; la Regla y las constituciones indicaban que a este acto debían asistir al coro todas las religiosas, sin excepción alguna. Al término del rezo la mencionada hora, pasaban a sus celdas a descansar, pues a las 14:00 horas seguían las Vísperas y debían de ser rezadas por la comunidad completa, esta era una de las horas mayores, junto con los Maitines y las Vísperas. Al caer la tarde se rezaban las Completas, en un horario de 17:00 a 18:00 horas, se establecía que después de esa hora se cantara la antífona181 Salve Regina y siguieran cantando hasta las 18:30. Al término de esta actividad seguía la cena en el refectorio –con sus respectivas lecturas piadosas-. La última actividad del día era el rezo de los Maitines a las 21:00 hrs., la cual cerraba con la antífona Sub tuum praesidium y la oración Protege. Después de los maitines se iban a dormir a sus celdas, ya fueran comunitarias o particulares, porque las actividades el siguiente día comenzaban a las 4:00 de la mañana. Las religiosas dominicas generalmente vestían hábito blanco, velo negro o blanco según fuera el caso, capa negra, rosario y zapatos, pero la orden dominica femenina de Pátzcuaro tuvo otra singularidad, en algún momento presentaban en el pecho un escudo como era característico en las monjas concepcionistas o jerónimas, no se sabe por qué habrán tenido este elemento en su hábito, pero existen la evidencia en algunas pinturas de la época de en las que se muestra el escudo como lo vemos en el retrato de Sor María de los Cinco Señores (Fig. 5). También se encuentra la evidencia de un escudo pectoral bordado con la representación de la virgen de la Salud, hecho con hilos de 180 En el convento de monjas dominicas de la ciudad de Pátzcuaro La Sala de Profundis se encontraba en un espacio intermedio entre en refectorio y la iglesia, según una reconstrucción histórica de que se ha realizado, José Martín Torres y Eugenia A. Salomao, “Habitabilidad y vida conventual femenina en Pátzcuaro, siglos xv III y xIx” en Diálogos en la Diversidad. La investigación posdoctoral en la UmsNH, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2019, p. 93. 181 Antífona. Proviene de la palabra antiphon, debido a que originalmente eran cantadas de modo antifonal, de tal manera que los versículos eran cantados alternativamente a uno y otro lado del coro por los cantores. Es una composición musical cuyas palabras se han tomado de la Sagrada Escritura y en algunas ocasiones equivale a himno. Edgar Royston Pike, op.cit., p. 28. 292 En el nombre de Dios seda y plata, las manos y cara fueron elaboradas con pintura al óleo, el soporte es de tela y el armazón de carey (Fig. 6). No se dan datos sobre la ubicación de este objeto, pero se dice que perteneció al convento de Nuestra Señora de la Salud de Pátzcuaro.182 A diferencia de otros objetos del hábito de las monjas, los escudos de pecho se han conservado debido a que eran retirados del cuerpo de la monja antes de ser sepultada, algunos se conservaron el los conventos y es posible que algunos otros fueron entregados a la familia de la religiosa fenecida, por ello se encuentran circulando en colecciones privadas. Es necesario un trabajo más a profundidad de las diferentes prendas que las religiosas portaron a través del tiempo y la evolución de las mismas; por ejemplo Madame Calderón de la Barca en su visita a la ciudad de Pátzcuaro refirió: […] rematamos en el convento de Santa Catarina. Vimos algunas de las monjas vestidas con hábitos blancos y que en vez de velo, usaban el rebozo negro de las indias. Son mujeres de aspecto vulgar y sus modales distan mucho de ser amables; pero no pasamos más allá de la puerta del convento […]183 De la cita anterior se percibe que el hábito podía tener ligeras modificaciones como el caso de uso del reboso en lugar de un velo tradicional, eso explica que esa aparente flexibilidad de usar una prenda en vez de la otra, como el caso de los escudos pectorales propios de otras órdenes religiosas, pero que las dominicas de Pátzcuaro usaron en algunos casos. 182 Pinterest, tomado de https://www.pinterest.es/pin/457678380865159647/[26.02.2021]. 183 Enrique Soto González, Antología de Pátzcuaro, Pátzcuaro Talleres Gráficos del cREfAL, 1982, p. 48. 293 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 5 Sor María José de los Cinco Señores. Fuente: Colección particular. Fig. 6 Escudo Pectoral de monjas. 294 En el nombre de Dios Conclusión La vida cotidiana de las mujeres en Pátzcuaro es entendida con mayor precisión cuando se observan distintos ámbitos, como en este caso donde se hizo una ligera aproximación a lo que sucedía en el siglo y en los espacios del convento de monjas. Las mujeres en el siglo tenían la posibilidad de contraer matrimonio, tener una familia, por tanto sus ocupaciones consistían en hacerse cargo de la casa, atender al marido y a los hijos, en un ambiente secular, pero impregnado de un ambiente religioso que les relacionaba con la iglesia. Algunas tuvieron un rol protagónico apoyando diversas instituciones como el caso de la Beatita y doña Manuela de Isaguirre, artífices principales en la fundación del Convento de monjas dominicas de Nuestra Señora Inmaculada de la Salud. Por su parte las religiosas enclaustradas, dedicaban el día a día a rezar el Oficio Divino, asistir y participar en las misas y hacer algunas otras actividades intramuros. Su labor brindó prestigio a la ciudad y sus espacios fueron el refugio para muchas jovencitas y mujeres que encontraron la paz en sus almas. 295 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía Ajofrín, Francisco de, Diario del viaje que hizo a la América en el siglo xvIII, Tomo I, México, Instituto Cultural Hispano Americano, 1964. Álbum de Pátzcuaro, Morelia, Imprenta de S. Ignacio, Amapolas, núm. 34, [1899]. Brox, Jane, Silencio. Del monasterio a las prisiones: historia social de un castigo o una bendición, Ciudad de México, Paidós, 2020. Martínez Aguilar, José Manuel, 100 patzcuarenses que han dejado huella, Morelia, Talleres Genotipo Gráficos, 2017. 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DIocEsAno, GoBIERno, RELIgIosos, DoMInIcAs, cAJA 262, ExP. 75, Años dE 1772, 26 fs Impresos históricos Regla Del glorioso doctor de la Iglesia N. G. P. S. Agustín, que han de guardar las religiosas de los conventos de Santa Catarina de Siena, Santa Inés de Monte Policiano, de la orden de N. P. Santo Domingo, establecidos en esta ciudad de Puebla de los Angeles, México, 1789. Fuentes electrónicas Pinterest, tomado de https://www.pinterest.es/pin/457678380865159647/[26.02.2021]. 297 Maquinaria del reloj en la torre del Templo de la Compañía IV EN CAMINO A LA MODERNIDAD Detalle de campana rota, en el atrio de la Basílica PÁTZCUARO DURANTE LA GUERRA DE REFORMA Y EL SEGUNDO IMPERIO, 1857-1867. POLÍTICA, SOCIEDAD Y GUERRA José Arturo Villaseñor Gómez1 Vientos de renovación política y transición hacia la secularización En el siglo xIx germinó en México el espíritu del cambio social, y con él la caída de los gobiernos monárquicos ligados a las instituciones religiosas. Este fue el principio de un sistema de gobierno que buscó establecer una sociedad dominada por el liberalismo; sistema que transformaría las normas, valores sociales y trastocaría las conciencias de los mexicanos para depositarlas en instancias y organismos civiles. Dicha transformación implicó el derrumbe de una época y el advenimiento de una nueva era, en ella la conciencia desligada de la religión formó parte de ese cambio; la libertad antes reprimida bajo la amenaza del pecado y revestida de obediencia ciega al clero, se transformó en otro discurso, vestida con el traje de libertad individual y democracia ante la aspiración de llegar a la modernidad.2 1 Presidente de la Asociación de Cronistas por Michoacán A. C. j.arturo.villasenor@hotmail.com 2 Los primeros ideólogos liberales del México independiente plantearon una república como modelo de gobierno; comprendían que la nación no estaba bien definida, que hacían falta un gobierno sólido y un ejército fuerte, que era necesario Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En el inicio de su vida como nación independiente México se encontraba en problemas políticos, sociales y económicos; en busca de una solución las elites de poder plantearon definir el tipo de gobierno que asumiría el país, de acuerdo a la visión de nación que tenían, en un país eminentemente católico e inmerso en los postulados que Iglesia Católica les predicaba y, la inercia de la tradición heredada del virreinato. A partir de la Independencia, los mexicanos comenzaron a buscar una identidad nacional; tras tres siglos donde habían sido considerados novohispanos; esta búsqueda encontró su momento propicio para manifestarse durante la Guerra de Reforma y cristalizar tras la caída del emperador Maximiliano.3 Estados como Michoacán fueron parte importante en este fenómeno de transición de lo tradicional hacia la configuración de un estado rumbo a la modernidad; en esta entidad se expresaron y actuaron personajes cuyas ideas buscaron defender, su concepto e interpretación de conciencia, una conservadora que integraba la vida de los mexicanos totalmente con la religión, la otra propuesta era la separación de la conciencia de la religión, para ello debían surgir instituciones laicas; lo que desembocó en un enfrentamiento que causó impacto a nivel nacional por lo polémico de sus argumentos ideológicos y sus acciones concretas.4 Es en este periodo que ocurrió la transición en la transformación de uso de espacios públicos, misma inició en la práctica con la aplicación de la Ley Lerdo que buscó activar la propiedad raíz; con esa intención, se incorporaron las fincas de las corporaciones civiles y eclesiásticas que estaban en desuso, para adjudicarlas a quienes las tenían arrendadas; solamente conservó parcialmente intocables los edificios destinados a las instituciones, como fue el caso de los templos, puesto que los colegios, hospitales, palacios episcopales, hospicios, mercados, casas de corrección y beneficencia se declararon propiedad de Estado, no se salvaron de esta Ley los atrios de los templos ni los conjuntos conventuales. trasladar la antigua lealtad que hubo al rey y a las instituciones virreinales hacia un nuevo objeto: la patria en forma de república y sin la participación del clero en la vida pública de los mexicanos. Para lograr ese ideal los liberales consideraban indispensable una conciencia sin que la religión interfiriera en la vida política de los mexicanos, para ello, era preciso elaborar una legislación adecuada a su proyecto, construir vínculos de unidad, explorar en el pasado para retomar ideas y encontrar raíces que sirvieran como elementos de identidad y cohesión. En el aspecto simbólico, era claro que el pueblo mantenía la imagen guadalupana en la que convergían la fe religiosa y la identidad con elementos indígenas prehispánicos como la danza, las fiestas y la gastronomía; pero hacía falta crear una lealtad al nuevo estado. Era necesaria, para esos ideólogos, la construcción de otros rituales, símbolos y objetos, que sustituyeran los tradicionales. 3 Entendida la identidad de un grupo social como “aquella que una comunidad asume como propia a partir de relaciones compartidas de origen, etnia, religión, lenguaje, o de proyectos de vida…”, ver Revueltas Acevedo, Eugenia “Cultura letrada, cultura popular: la construcción de la imagen de los franceses a la luz de sus contemporáneos mexicanos”, en Galeana, Patricia, El impacto de la Intervención Francesa en México, México, Siglo xxI editores, 2011, p. 270. 4 Los municipios con autoridades afines al grupo conservador una parte importante de la sociedad se integró a esos principios, convencida por el clero de que al defender la religión protegerían la moral, el trabajo, la propiedad, la dignidad y la “patria” de los ataques de los liberales, destacan en ese rubro los municipios de Morelia, Zamora, Puruándiro, La piedad y Pátzcuaro. 302 En camino a la modernidad Contra la Ley de nacionalización de bienes, el clero protestó, e involucró en el conflicto a toda la grey católica: en Michoacán, no tardaron en surgir escritos en donde las señoras morelianas y patzcuarenses, dirigieron sendas misivas al Congreso del Estado protestando por la tolerancia de cultos, en ellas expresaban la importancia de los valores que inculcaba la religión a los fieles, misma que podría verse contaminada por las ideas paganas de otras religiones.5 Las damas patzcuarenses además agregaban a lo anterior que “defenderían la existencia de una sola religión: la de sus padres, sin permitir tolerancia alguna”.6 En este ambiente tenso se publicó en abril de 1858 la convocatoria para la elección de los diputados al constituyente de Michoacán, que excluía a los ministros del culto religioso. Se publicó además en ese mismo mes y año, la Ley Federal sobre Obvenciones Parroquiales, que estableció la gratuidad en cobros de la iglesia en servicios de bautizos, casamientos y entierro de pobres. 7 En la Guerra de Reforma y durante el Segundo Imperio, muchas poblaciones con sus moradores, sin una idea clara del por qué y para quien luchar, cambiaban constantemente de dueño o de bando, algunas veces por miedo, otras, obligados.8 Esa acción de secularización de espacios religiosos, en Pátzcuaro surgió del Gobierno del Estado a cuyo cargo estaba el general Epitacio Huerta, en plena Guerra de Reforma, quien dio indicaciones para que el Hospital de San Juan de Dios de dicha ciudad fuera instalado en el convento de San Francisco por estar (el hospital) casi en ruinas, quedando bajo la inspección de la Junta de Beneficencia Pública, con esta medida se pretendía, de acuerdo a lo escrito por el gobernador, reme- 5 Representación que algunas señoras morelianas elevan al soberano Congreso Constituyente contra la tolerancia de cultos, Morelia, Imprenta de Ignacio Arango, 1856, pp. 56, en Archivo Histórico del Congreso de Michoacán de Ocampo, en adelante (AHcMo) Impresos Michoacanos, núm. 29. 6 Representación de varias señoras de Pátzcuaro, dirigida al soberano Congreso Constituyente contra la tolerancia de culto, Imprenta de Ignacio Arango, 1856, p. 4, en AHcMo, Impresos Michoacanos, núm. 29. 7 Definidos los pobres como “la gente que solo obtuviere por su trabajo lo indispensable para subsistir”, buscando con esta ley evitar los abusos de algunos curas en ese rubro. Por otro lado, la Constitución Política de Michoacán de 1858, propuso varias medidas de diversa índole: en materia educativa en su artículo 121, señaló que la enseñanza sería gratuita y proporcionada por el Estado; formadora de ciudadanos útiles a la cual el ejecutivo daría una protección especial y con preferencia sería impulsada por las leyes. Constitución Política del Estado de Michoacán, expedida por su Congreso Constituyente en 21 de enero de 1858, Morelia, Imprenta de Octaviano Ortiz, 1858, pp. 3-18, en AHcMo, Impresos Michoacanos, núm. 1, vol. 23. Entre otros, firmaban esta constitución Vicente Domínguez, diputado presidente; Francisco W. González, Miguel Silva, Justo Mendoza, Jesús Maciel, Macedonio Gómez, Francisco Barriga y Anselmo Argueta. Ver también Mercado Villalobos, Alejandro, El liberalismo político en Michoacán, 1851-1861, Tesis para obtener el grado de Maestro en Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Instituto de Investigaciones Históricas, 2008, pp. 198-200. 8 Los decretos de 1859-1863 de las Leyes de Reforma se dieron en uno de los momentos más difíciles de la guerra; así en julio de 1859 la Ley Juárez emitida desde 1855, y Ley Lerdo de 1856; se declararon implementadas, a la par se promulgó la nacionalización de bienes eclesiásticos; la secularización de cementerios y la libertad de cultos el 4 de diciembre de 1860. En enero de 1861 se hizo un decreto, y a partir de entonces se ratificó la ley de 1833 en donde ya no se obligaba a los fieles al pago de diezmos. Para febrero se dio la libertad de imprenta, también la secularización de hospitales y centros beneficiaros, de igual forma el establecimiento del sistema métrico-decimal y para 1863, se decretó la extinción de comunidades religiosas. 303 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad diar un poco los males que aquejan a Pátzcuaro”. Por las condiciones en que encontraba el Hospital de San Juan de Dios, al trasladarlo al convento franciscano se enajenó también este último edificio a favor del estado 8 de noviembre de 1859.9 Una difícil transición social en Pátzcuaro En esta etapa se dio un choque directo más violento, con acciones concretas en contra de las aspiraciones de poder y control de la Iglesia frente al gobierno que buscó suprimir cualquier expresión de rebelión o insubordinación conservadora hacia su mandato, para ello emitió un decreto que literalmente decía: “Toda protesta o censura de la actividad eclesiástica que tienda a desvirtuar o entorpecer esta ley será castigada con la expatriación y ocupación de temporalidades”.10 La lucha política, como era ya una constante en el México del siglo xIx, se trasladó una vez más de lo discursivo y simbólico al campo de las armas, provocando también que la construcción del imaginario nacional sobre la conciencia se transformara en un arma bélica-ideológica; relacionada directamente con la búsqueda de obtener el poder, para así dar legitimación al gobierno, imprimir una identidad para la unidad nacional y mostrar esa imagen al pueblo.11 En los municipios del estado de Michoacán, los gobiernos tanto liberal como conservador, cada cual por su parte, buscaron organizar una estructura que les permitiese el control sobre los ciudadanos; sin que las acciones que estos hicieran que pudieran alterar el orden público; en Morelia por ejemplo se comisionó a las jefaturas de los cuatro cuarteles encargar cada regidor estar pendiente de la tranquilidad en su cuartel; dentro de sus funciones estaba perseguir delincuentes, hacer rondas las veces necesarias en especial los días festivos y de mercado, cuidar el alumbrado público, 9 Archivo Histórico Municipal de Morelia (en adelante AHMM), Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 11, circular 329 y 330, 1859, fs. 1 y 1.1. Estos hechos ocurrieron porque en cuanto los liberales llegaron al poder en 1855, buscaron poner en vigor las propuestas de Mora. A nivel nacional, fue la Ley de 1856, conocida como Ley Lerdo, la que afectó de manera directa a la Iglesia al exigir la venta de las propiedades, casas, haciendas e inmuebles; legislación que aplicaba para las corporaciones civiles, incluyendo a los pueblos de indios; se publicó también la prohibición a la Iglesia de poseer propiedades, junto con la negación a los clérigos de actuar como diputados, dando a las autoridades federales facultades para regular la religión; estas medidas despertaron grandes protestas y la rebelión. Ante la publicación del Decreto de la Ley Lerdo en 1856, de nueva cuenta, los obispos de México y Michoacán protestaron; desde la Diócesis de Morelia Clemente de Jesús redactó un texto, en que cual refutaba ante tal medida; utilizó para ello el derecho canónico de lo que consideraba propiedad de la iglesia; incluso solicitó la derogación de tal ley que atacaba la soberanía de la Iglesia. Ver también Mercado Villalobos, Alejandro, op. cit., pp. 185-188. 10 Coromina, Amador, Recopilación de Leyes, Decretos, Reglamentos y Circulares Expedida en el Estado de Michoacán, formada y anotada por…, Morelia, 1886, Imprenta de los hijos de Arango, Tomo xv, p. 16. 11 La idea a difundir una imagen de unidad era para enviar un signo de fortaleza, de que la soberanía residía en el pueblo y en sus representantes bajo la forma republicana. Ver Vázquez, Josefina Zoraida, “De la Independencia a la consolidación de la República”, en Gonzalbo Escalante, Pablo, et. al., Nueva historia mínima de México, México, El Colegio de México, 2012, p. 137. 304 En camino a la modernidad la limpieza de las calles, plazas y fuentes, recoger niños abandonados, reprender a los vagos, empadronar a los vecinos de su cuartel, anotar el número exacto de mesones, los nombres de los huéspedes, sus datos de origen e indagar sobre los extranjeros avecinados en su cuartel e inscribirlos.12 El papel de los ayuntamientos del grupo conservador, como los de Morelia y Pátzcuaro, para obtener un mejor control de los ciudadanos buscaron el apoyo de los jefes de manzana, quienes llevaban un cuaderno con el padrón exacto de sus vecinos; además dentro de sus funciones estaba exigir se les informasen sobre los huéspedes que recibían y anotar el nombre, procedencia, modo de vivir y oficio del visitante; también comisionaban a los propios vecinos para hacer rondas, vigilar el alumbrado, la conducta de los serenos y que no hubiera escándalos. Se prohibieron los juegos en las plazas, calles, mercados y el uso de armas de cualquier tipo; quien era encontrado ebrio se le imponían actividades de trabajo o multas económicas; los bailes y “fandangos” no podían verificarse sin licencia, ni embriagarse ni bailar en los velorios; también se dejaron de realizar las mudanzas por la noche; a pesar de la guerra las fiestas religiosas y civiles se siguieron realizando, aunque con menos esplendor y debían terminar antes de las diez de la noche, hubo veda para la cacería dentro de la ciudad, se fijó el día y lugar oficial de mercado, se vigiló quién ingresaba a la ciudad revisando sus productos, a quienes se instalaban en las plazas, se prohibió amarrar animales en los pilares de los portales.13 También, de acuerdo a la ley, se definieron los conceptos para designar el estatus de un individuo en un lugar; se consideró como vecino a quien habitaba en un lugar y era conocido por la gente con un tiempo mínimo de diez años, debía pagar derechos vecinales y podía ocupar cargos en el ayuntamiento, se consideraban transeúntes a quienes solamente se hallaban de paso en un lugar y ciudadanos a los hombres miembros de una sociedad en donde tenían derecho de participación en la organización pública para obtener cargos de elección popular, para ser ciudadano se requería ser mayor de 18 años y ganar doscientos pesos anuales.14 12 Bando General que para el arreglo de policía formó el M. I. Ayuntamiento en el año de 1852 y aprobó el gobierno del estado con dictamen de su consejo en 1853, Morelia, Imprenta de Octaviano Ortíz, 1853, en AHcMo, Impresos Michoacanos, núm. 1, vol. 20, pp. 2-5. 13 El Ayuntamiento ordenó que las panaderías y carnicerías se colocara la lista de precios de los artículos, éstas eran supervisadas por un regidor; se prohibió a los carpinteros y otros artesanos hacer fogatas, lo mismo para la costumbre de volar papalotes en las calles, plazas y paseos públicos; se declaró la Ley seca o suspensión de venta de licores después de las tres de la tarde en los días festivos, los comercios y billares debían cerrar antes de las diez de la noche; de igual forma se declaró legal la inhumación de cadáveres para realizarse sólo de acuerdo a la ley previo lleno de documentos en el Registro Civil, esta ley no excuso a los militares ni a los miembros del clero, lo que causó protestas de estos sectores. Bando General que para el arreglo de policía…, op. cit., pp. 7-17. 14 González, María del Refugio, Historia del derecho, México, Antologías Universitarias/Instituto Mora/Universidad Autónoma Metropolitana, 1992, pp. 49-52. Esta legislación no establecía una igualdad jurídica en todos los habitantes de la República, en ella imperan restricciones de tipo económico. El concepto de derecho civil obedecía en ese periodo de transición a la tradición iusnaturalista que funcionó hasta que en el último tercio del siglo xIx se adoptó el derecho 305 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En esta etapa la gente buscó sobrevivir de la mejor manera ante un estado irregular, la educación estaba paralizada, el comercio era muy limitado deficiente y de consumo local, el campo y la producción agrícola de las haciendas estaba casi abandonada; a pesar de ello la gente de los poblados y ciudades del estado llevaban su vida lo más normal posible; asistían a las misas y a sus costumbres habituales aunque obedecían al toque de campana, se vivía en la zozobra, ante el temor de que a su lugar de residencia cayera uno u otro bando a imponerles prestamos, decomisar armas, semillas, alimentos, animales o a imponerles prestamos forzosos a quien tenía recursos y la temida leva a quien estaba apto para asistir a la guerra.15 En la guerra de Reforma e Intervención, lo ideológico y lo pragmático se fundieron tanto en el discurso como en las acciones y determinaciones legales, a manera de ejemplo se puede señalar el caso del municipio de Pátzcuaro, en donde el gobierno liberal, para mostrar su supremacía, a manera de represión y control sobre el grupo conservador que incluía a las damas católicas de esa ciudad, fijó su atención en las campanas de los templos. En muchas ocasiones el uso de este sonoro objeto se utilizó tanto para el antiguo “toque de queda,” como para reunir a los pobladores y emitirles una señal de alarma; no obstante un uso más pragmático fue fundirlas y, con el metal obtenido de las mismas fabricar cañones y balas cuando estas escaseaban. Transformando así el sentido de congregación y religión de un objeto por el “del sonoro rugir del cañón”. En efecto, el gobernador de Michoacán Epitacio Huerta, de manera oficial solicitó en 1859, tanto a la Iglesia católica, como a gente con recursos económicos de la región de Pátzcuaro, los consabidos “préstamos forzosos;” es decir, dinero en efectivo, o bien la entrega de caballos y armas, entre otros materiales para mantener a la tropa del Ejército Republicano del Centro. Ante la renuencia y negativa a tal petición, el gobernador comisionó a Porfirio García de León, un hombre muy temido y odiado por los conservadores, para que se apoderase del cobre de las campanas que se encontraban en las torres de los templos de Pátzcuaro.16 positivo como corriente filosófica. En la práctica, en lo que se refiere a la administración e impartición de justicia no hubo una notoria disminución de crímenes y actos fuera de la Ley en ese periodo. 15 Se pueden distinguir tres etapas en la política administrativa de Maximiliano: Al principio buscó conciliar todos los interese de Europa visitando al papa, aunque cabe destacar que no trató al fondo y de manera específica el asunto de los bienes de la Iglesia mexicana, ni de las prerrogativas que ésta tenía. La segunda fue a su llegada a México, cuando quiso aplicar una política liberal que desde su imaginario debía tener el país, a la altura de los países europeos. La tercera ocurrió en su etapa de crisis, cambiar su política liberal para atraer a la Iglesia y los conservadores. Ver Galeana, Patricia, Las relaciones Estado-Iglesia durante el Segundo Imperio, México, Siglo xxI Editores, UnAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2015, p. 250. 16 García de León cumplió cabalmente su comisión, los documentos del Archivo Histórico Municipal de Morelia así lo indican: “El subprefecto de Pátzcuaro entregó al señor teniente – coronel Porfirio García de León 478 arrobas de cobre (5497 kg), que salieron de 13 campanarios pertenecientes a la ciudad de Pátzcuaro”. Las equivalencias eran: 1 libra = 0.46 kg. 1 arroba = 25 libras, 1 quintal = 100 libras, ¼ de quintal = 25 libras. Ver AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 8, circular 220, 1859, fs. 1 Agradezco al doctor José Manuel Martínez Aguilar por la información proporcionada del AHMM para este artículo. 306 En camino a la modernidad Una acción más sobre el decomiso de campanas en Pátzcuaro la realizó por esas mismas fechas La Segunda División del Ejército Federal de José María Arteaga, dispuso “que de la torre del convento de las monjas Catarinas se bajen las campanas para cubrir cien arrobas de cobre, que se necesitan para la fundición que está a cargo de Antonio Agüero”.17 Porfirio García de León realizó con prontitud su comisión en la ciudad de Pátzcuaro; e incluyó en su maniobra un despliegue, ordenado también por el gobernador del Estado, en el cual se le comisionaba para que publicase La Ley General y su Reglamento, cuyo contenido marcaba la manera en que “debían conducirse en cuanto al acato y sujeción de los ciudadanos y la Iglesia; así como la obediencia y respeto que deberían tener todos con el gobierno civil”.18 En un acto que enviaba un mensaje simbólico de poder, autoridad y además con una idea de divulgación, se asignó un recurso a García de León, para que realizara en público, “con gran solemnidad,” ante las autoridades católicas y los vecinos de los templos del centro de la ciudad, a manera de regocijo, los festejos por la publicación de dicha Ley.19 En ese mismo tenor, le fue girado un documento a la máxima autoridad de la mitra patzcuarense, en donde el gobernador del Estado de Michoacán ordenaba al religioso que no debía cerrar los templos ni los servicios al pueblo, ni negar el servicio del culto a quienes lo requirieran. Con esta medida buscaba el gobierno civil no despertar antipatía ni rechazo en una población eminentemente católica, hacia el grupo liberal.20 Siguiendo la orden de aplicar las Leyes de Reforma, los templos y conventos quedaron abiertos al culto y “bajo riguroso inventario.” El Gobernador indicó a las autoridades eclesiásticas de la “Sagrada Mitra” sobre los templos que su “gobierno civil” deseaba quedasen abiertos al 17 AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 8b, circular 4, 1859, fs. 9 de mayo de 1859, firmada por José María Arteaga con el lema Dios y Libertad. 18 El documento del Archivo dice literalmente: “Se comunica la designación del C. Porfirio García de León para que pase a la ciudad de Pátzcuaro a publicar la Ley General, así como su reglamento, haciendo entrega de los ejemplares de las leyes e impresos”. Un último embate hacia las campanas de las torres de los templos de Pátzcuaro en esa época, ocurriría a finales de ese mismo año, en esta ocasión de nueva cuenta, en donde “Por disposición del Gobierno del Estado se indica que se bajen las campanas necesarias de los templos para completar la cantidad de trescientas arrobas del metal y se remitan al c. Codallos”. El pago a los trabajadores de la operación costó $56.25 e incluyó los gastos en el traslado del metal a las maestranzas establecidas por los liberales del c. Codallos Ver AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 63, circular 102, 1859, fs. 1 Pátzcuaro, diciembre 20 de 1859, G. Merino. 19 Se le respondió por parte del subprefecto que: “este gobierno ha tenido a bien autorizar a usted para que pase a la ciudad de Pátzcuaro a publicar la Ley General del 12 del mes anterior, así como su reglamento con la solemnidad debida, se le autoriza para que gaste lo necesario en las muestras de regocijo que se tengan que hacer”. También fue nombrado el coronel Ignacio Echeverría como prefecto, comandante-militar del partido de Pátzcuaro en 22 de agosto de 1859. Morelia, Dios y libertad, Agosto 17-1857, en AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 8, y 8b, circulares 4 y 224, 1859, fs. 1. 20 El documento textualmente decía: “Comuniqué al señor gobernador de la 2ª mitra los templos que deben quedar abiertos al culto, y todos aquellos conventos quedan expedidos por riguroso inventario. Así mismo se impuso al regidor del I. Ayuntamiento de Pátzcuaro, Miguel Jáuregui, una multa de 25 pesos por haberse negado a asistir al acuerdo de la Ley General de 12 de julio. La prefectura recabará esa multa a Jáuregui por dar con su actitud pie a un mal ejemplo a los demás señores capitulares”. AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 8, circular 232, 1859, fs. 1. 307 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad culto, incluía también en esa instrucción a todos los conventos que debían quedar expedidos por riguroso inventario; el general Huerta, giró instrucciones a sus empleados civiles y militares de que verificaran que se cumplieran sus órdenes y le informasen puntualmente al respecto.21 Los objetos existentes en esos templos quedaron al cuidado de un encargado de verificar la entrega por riguroso inventario al gobernador de la mitra; expresando al custodio que: “si a los seis días se negare usted, se le manifestará que son su exclusiva responsabilidad las pérdidas que haya de los objetos mencionados”. Se enfatizó también en cuanto al uso de los recursos; declarando que serían destinados al establecimiento de la beneficencia pública, para ello, según el documento aquí citado “se depositarán en un solo local bajo el cuidado de una persona de total confianza de la prefectura, quien será la responsable de cualquier falta que en su guardia ocurriere”.22 No conforme con las medidas anteriores, con el objetivo de mostrar de manera severa la autoridad y supremacía del Estado sobre el Clero, y en un afán de control, dos años más tarde el gobernador de Michoacán, mediante una disposición advirtió a los sacerdotes que no podían salir por las calles con distintivos, acompañamientos ni solemnidades; además de que los actos religiosos no podían celebrarse antes del alba para evitar “albazos”, ni después de la oración de la noche; indicó el uso las pocas campanas que se conservaron, sólo se utilizarían a determinadas horas; señaló también que las limosnas debían ser libres y voluntarias de acuerdo al reglamento expedido por Antonio Huerta en el periódico la Bandera Roja, número 8 dictado en Morelia el 25 de octubre de 1861.23 La guerra al servicio del poder político Ya en el periodo de Intervención francesa, instalado Maximiliano en nuestro país, el Ejército Republicano del Centro en Michoacán hizo una resistencia importante y nunca dejó de hostilizar a su enemigo, que era superior en equipo, disciplina y armamento, los combates eran constantes y de manera alternativa se perdía o ganaba, aunque no de manera definitiva. 21 El Gobernador hábilmente consideraba que con la apertura de templos, se daría una imagen de que la lucha no era contra el pueblo, evitaría el malestar de la gente de Pátzcuaro en contra del gobierno civil. Con la misma finalidad quedaron también expeditos y a disposición del uso con fines laicos, los espacios pertenecientes a los conventos extinguidos excepto, el de San Juan de Dios y el de la Tercera orden de Pátzcuaro habilitados un poco después como espacio para el servicio de los “ciudadanos.” 22 AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 8, circular 230, 1859, fs. 1 Orden del E. S. General Gobernador, agosto 26, 1859. 23 Cabe señalar que el reglamento en cuanto a tolerancia de cultos, de acuerdo con lo dicho en el documento aquí analizado “fue letra muerta”, pues el clero siguió realizando sus actos de culto externo, incluyendo el repique de campanas y las procesiones públicas; incluso los sacerdotes siguieron vistiendo “el traje talar” por las calles, como una muestra de rebeldía en contra de las autoridades civiles. AHMM, Fondo Independiente, siglo xIx, caja 86, exp. 11, circular 331, 1859, fs.1. 308 En camino a la modernidad En marzo de 1864 Leonardo Márquez envió de Morelia a Pátzcuaro una columna expedicionaria a instalarse ahí a las órdenes del general Gutiérrez, fueron recibidos con alegría, música, repiques de campana, vivas al imperio y mueras a la república, liderados por Higinio Mondragón quien odiaba a los liberales.24 El clero local y un grupo de vecinos conservadores de Pátzcuaro, en 1864, recibieron a Leonardo Márquez con júbilo, a su llegada tapizaron las calles de flores, hubo repiques de campana y música. Esta situación se debía a que la ciudad tenía gran ascendencia católica, existían en ella muchos edificios, templos y conventos dedicados al culto católico bajo el cuidado de de los agustinos, franciscanos, jesuitas, juaninos, monjas catarinas y un clero secular bien instalado donde oficiaban el culto católico en más de doce templos. Aunado a la devoción a la imagen de la virgen de la Salud y vigente el culto y recuerdo de don Vasco de Quiroga, es decir, la ciudad poseía gran cantidad de monumentos religiosos y una población que seguía fielmente sin cuestionar las palabras de los religiosos y sacerdotes, particularmente había agrupaciones femeninas devotas del culto religioso quienes creían actuar bien.25 En julio de 1864, Manuel García Pueblita26 atacó Pátzcuaro que estaba en poder del grupo conservador, en una batalla donde la contraguerrilla se unió a los imperiales quienes obtuvieron la victoria. El 24 de julio de 1864 con una fuerza integrada por el batallón de Matamoros a cargo del comandante Genaro Román y José Vicente Villada, además del Coronel Méndez Cardona y Maximiliano Rocha, al ataque se unieron “los Lanceros de la Libertad”, dirigidos por el coronel Eugenio Ronda, al que se unió un pequeño cuerpo al mando del coronel Francisco Hernández. Por los conservadores defendía la plaza el general Luis Tapia con ochocientos hombres de la división de Marques, cuatrocientos del tercer batallón, seiscientos de auxiliares de Pátzcuaro tenían una batería de cañones rayados, ciento cincuenta jinetes de la contraguerrilla de Magdaleno del Rio, José María Orozco y Camilo Pureco; además de seiscientos vecinos de Pátzcuaro. 24 Durante la guerra de intervención el templo de la Compañía de Jesús de Pátzcuaro era ocupado, por temporadas como cuartel imperialista. Al instalarlo Márquez convocó a los vecinos del lugar a que tomaran las armas en favor del imperio, reclutó a 800 vecinos con los que formó un batallón de infantería bajo las órdenes del coronel Sabás Fernández y cuerpo de caballería bajo el mando de Magdaleno del Río, quien era el jefe de la contra guerrilla local, comisionado por Márquez para patrullar los caminos de Pátzcuaro vigilando a favor del imperio. Ruiz, Eduardo, Historia de la Guerra de Intervención en Michoacán, Morelia, Basal editores/Comité Editorial del Gobierno de Michoacán, 1986, p. 106. 25 Ibíd. pp. 112, 114-116, y 179. Aunado a lo anterior el grupo conservador veía en Pátzcuaro un lugar bien ubicado geográficamente, además de las cuestiones económicas, pues el municipio poseía valiosas haciendas abundantes en recursos y tierra fértil. Pátzcuaro no se consideraba plaza militar estratégica para combates, aunque sí era un sitio adecuado a manera de cuartel para reunir militares y transmitir información tanto a la capital del país. 26 Ibídem. p. 428. Un patzcuarence notable de filiación liberal, fue Manuel García Pueblita, estuvo en 1847 en el batallón Matamoros que combatió a los norteamericanos, luego fue guardia nacional, después se incorporó con Epitacio Huerta en la Revolución de Ayutla, luchó en favor de la Guerra de Reforma y en contra de la intervención francesa. Murió en Uruapan el día 24 de junio de 1865. 309 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Tres horas duró el ataque por distintos puntos de la ciudad, pero al final los imperialistas resistieron y ganaron el combate en donde los atacantes perdieron treinta y dos hombres muertos en batalla y sesenta hechos prisioneros, junto con cuatro piezas de artillería y más de cien fusiles. Tras el combate, la contraguerrilla persiguió a los republicanos y realizó un nuevo combate en el calvario, esta vez los perseguidores fueron derrotados y regresaron a refugiarse a Pátzcuaro.27 En Santa Anna Amatlán, el 13 de octubre de 1865, Ramón Méndez hizo prisioneros a importantes oficiales del Ejército Republicano del Centro, de ellos fusiló en Uruapan a José María Arteaga y Carlos Salazar, por este hecho partió rumbo a Morelia a recibir su banda de General de Brigada, otorgada por Maximiliano, llevando con él en calidad de prisioneros a algunos coroneles y otros oficiales, además de soldados para ser encarcelados en Pátzcuaro y más tarde serían canjeados en Acuitzio.28 Esta derrota causó desaliento en los liberales y temor entre la población; en tanto que el Imperio se fortaleció en Morelia, Maravatío, Puruándiro, La Piedad, Zamora y Pátzcuaro, con un total de más de cinco mil hombres a las órdenes de Leonardo Márquez. De esta forma los imperialistas tenían las ciudades más importantes del estado, con excepción de Uruapan.29 A su vez el comandante José Vicente Villada atacó a los imperialistas en Coalcomán en julio de 1864 y se replegó a Pátzcuaro; puesto que desde la derrota en diciembre de 1863 de los liberales en Morelia, la guerra en Michoacán se hacía mediante la guerra de guerrillas, método que integraba partidas de “chinacos,” intangibles cuando se les perseguía, imponentes y terribles cuando atacaban por sorpresa; antes de luchar sabían el punto en donde reunirse, eran de sueño ligero y podían recorrer grandes distancias a pie o a caballo, sabían emboscar y retirarse; su táctica consistía en pequeñas escaramuzas, eran conocedores del terreno y espacio de combate, llegaban hasta el enemigo sin que éste los percibiera, de pronto gritaban vivas a la libertad y disparaban su mosquete o utilizaban su lanza; simulaban huir y regresaban a atacar, si el enemigo era numeroso sólo hacían alardes, gritaban y desaparecían.30 27 Ibídem, p. 180. 28 De los presos canjeados en Acuitzio, capturados en Santa Ana Amatlán, estaban los Coroneles José Vicente Villada, José María Pérez, los teniente coronel Jesús María Romo, Manuel García de León y diecinueve oficiales más, junto con ochenta soldados. Las cárceles de Pátzcuaro y Morelia estaban llenas de prisioneros republicanos a los que se sumaron los caídos en Santa Anna Amatlán, a su vez los liberales tenían también soldados imperialistas en cárceles del Estado y en la región de Huetamo y Zirándaro, donde estaba parte del ejercito belga, que era la escolta de Carlota. Por el grupo liberal Vicente Villada, desde su prisión en Pátzcuaro envió una misiva a Vicente Riva Palacio, solicitándole intercediera en favor del canje, Riva Palacio se apresuró a gestionar las negociaciones del canje realizado el 5 de diciembre de 1865 en el apenas 10 años atrás creado municipio de Acuitzio. Ibídem, p. 529. 29 Ibídem, pp. 172-184. 30 El típico chinaco, usaba “sombrero negro ancho jarano”, corbata tricolor, chaqueta de cuero, chaparreras negras, en el cinto un revolver, el sable terciado en la silla y en la cuja la lanza con el mosquete en el carcax. Durante los combates se veían flotar las banderas con sus lanzas y al terminar la batalla el triunfador lanzaba toques de diana y gritos a favor 310 En camino a la modernidad Portaban en su traje y sombrero adornos de plata, cuero, pistolas, botas, mosquetón, “armas de agua”, que no eran sino piel de chivo, silla mexicana vaquera y cantimplora o guajes. También portaban espadín-machete, reata vaquera de tres o cinco hilos que medía hasta veinte metros, con ella lazaban y colgaban al enemigo. Complementaba el atuendo una lanza de carrizo de dos metros de largo, con afilada punta de acero, que le llamaban “venadillo”, adornada con un banderín de color rojo que antes de entrar en combate amarraban orgullosamente a la punta. En tanto que el banderín de los intervencionistas era blanco.31 También tomaban mezcal de tierra caliente al término del combate, según su dicho: “pa’ templar el ánimo”. 32 Eran los chinacos gente bravía, con una conciencia simple, básica, amantes de su región, tradiciones, costumbres, encariñada a su tierra, a la música que era parte de sus sentimientos; con una identidad bien definida contra lo extranjero que venía a invadir su espacio, por eso se dio la resistencia y lucharon en favor del triunfo republicano.33 Algunas medidas administrativa de Maximiliano en su visita a Michoacán para mejorar la administración en beneficio de sus pobladores se conocieron apenas pasados unos días de su visita a la capital de esta entidad: el ministerio de fomento de Morelia, el 12 de octubre de 1864 determinó “por indicaciones de S. M.”, bajar el costo del maíz, e indicó a los regidores vigilar el cumplimiento de este asunto; para contener la epidemia de tifus que asolaba a la población por los miasmas que se desprendían de esos fosos, se eliminaron esos sitios; acción ejecutada en coordinación con los de la República de Juárez y de Salazar, si el triunfo era liberal. A los oídos de Napoleón III también llegó la fama de las guerrillas republicanas, situación que le decidió a enviar al sanguinario Charles Louis Desiré Dupin, a combatirlas, este pseudo-militar arrasó pueblos de forma despiadada, de tal suerte que Maximiliano pidió se le retirara, pero el monarca francés hizo caso omiso a tal petición por considerarlas necesarias para consolidar su obra. En Galeana, Patricia, op. cit., pp. 263-269. 31 Cuando no estaban en combate organizaban comidas, domaban potros y cantaban canciones acompañados de sus mujeres, los chinacos tenían gran apego por su tierra, por el campo, y portaban con orgullo la ropa mexicana, degustaban su comida que incluía frijol, cecina, queso seco, tabaco, agua fresca, sal ruda, tortillas, chiles y guisos como el “aporreadillo”, por lo que se deduce que el chinaco se consideraba parte del entorno y su tierra, adoptando una actitud de orgullo y pertenencia por esta vida campirana. Por ello defendía sus tradiciones, su tierra, acompañados de su familia. Ver Sierra García de León, Fernando Eugenio, García de León. Un soldado republicano, 2016, edición electrónica disponible en Amazon, p. 485. 32 La comida del chinaco olía a “humo, eran frijoles, tortillas calientes, queso blanco de Cotija, agua fresca, sal ruda de grano, chiles y salsas de molcajete; al servirlo se escuchaba el sonido de los platos de barro y cucharas de madera, entre platicas, chanzas y pullas de amigos que compartían las faenas. Los chinacos tomando su mezcal de tierra caliente. También había cecina de res y de venado de botanas y para el postre, dulces de leche, no faltaba una vihuela para cantar junto a la fogata”. Sierra García de León, op., cit., p. 14. 33 Destaca la participación de las mujeres, quienes también se integraban al ejército, o apoyaban desde sus viviendas al proveer de víveres a la tropa, se desvelaban por atenderlos en sus enfermedades, en las marchas cargaban los fusiles, durante los combates acarreaban el agua y llegaron a ser “soldaderas”, “cabos” o “sargentas”, según la categoría de su hombre; si alguna daba a luz, todas la cuidaban aunque estuviesen peleadas, ayudaban a repartir el parque a la hora del combate, no temían al combate, sacaban al herido en medio de la pelea y hasta servían de espías. En Ruíz, Eduardo, op. cit., pp. 315 y 457-463. 311 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad militares y autoridades municipales; de igual forma los pantanos causantes de insalubridad fueron clausurados, sin cerrar la presa de “Gusano” que pertenecía a la hacienda de Altamirano,34 medidas que expresaban sus ideas de búsqueda de modernidad.35 En enero de 1866 empezó a mejorar la situación para el bando en sus aspectos militares y estado de ánimo de los republicanos, quienes veían más cerca la posibilidad de triunfar; se plasman hechos como la crisis de fallido imperio, los problemas del emperador con el papa y el rey de Francia. Ese mismo mes, menciona alguna misiva, el arribo de “el traidor Méndez,” quien llegó con todo su batallón a Morelia; en tanto, en Huetamo los republicanos planeaban estrategias para engañar, escapar o enfrentar al enemigo; se mandaban también cartas para pedir más provisiones y el material indispensable de “parque,” para no ser sorprendidos sin el abastecimiento de esos requerimientos.36 En junio de 1866 los republicanos recuperaron de manera definitiva la tierra caliente michoacana, que incluía Huetamo, Apatzingán, Tacámbaro; Ario fue también integrado y otros puntos del oriente, como Zitácuaro; sin embargo, los hechos sin duda definitivos en la guerra en favor del ejército republicano, ya comentados, fueron el retiro que Napoleón III hizo del ejército que estaba en México para embarcarlo a Europa; y la oposición que los Estados Unidos de Norteamérica tenían ante la presencia francesa en nuestra nación; poco a poco las fuerzas republicanas en todo el país empezaron a recuperar espacios.37 El 30 de diciembre de 1866 las tropas republicanas entraron triunfantes a Uruapan acompañadas del tañer de las campanas, el tronar de cohetes, las calles tapizadas de flores, los balcones adornados con banderas y la música tocando canciones de los chinacos. De ahí partió Villada rumbo 34 Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán, (en adelante AgHPEM) El Periódico Oficial del Imperio Mexicano, tomo II, núm. 81, 1864, p. 1. 35 El emperador deseaba para Michoacán el establecimiento de vías férreas, con un ramal que uniera a Michoacán con Guanajuato y así mejorar el traslado de mercancías de ese corredor comercial, para ello invitó a particulares a convertirse en accionistas; firmaron el acta de colaboración los asistentes: José Vallejo, J. N. Flores, Manuel Elguero de C. Anciola, Fermín Ortega, Agapito Solórzano, P. Gutiérrez, Luis G. Sámano, Macouzet hermanos, F. Román, Jesús Ponce y Antonio del Moral, entre otros. En El Periódico Oficial del Imperio Mexicano, tomo II, núm. 134, noviembre de 1864, p. 2. Llama la atención el proyecto de construcción de vías férreas indicadas por Maximiliano para Michoacán, acatando la indicación, el sub-secretario de Fomento, Luis Robles a reunió la junta de principales hacendados y comerciantes de la región para invitarlos a formar una sociedad, en unión con Guanajuato y Querétaro para hacer la construcción de un ferrocarril en el bajío. 36 Archivo del Museo Regional Michoacano, Centro InAH, Morelia, Michoacán, Correspondencia del General Vicente Riva Palacio, Carpeta 3, Tomo 1, foja 62. La descripción de la correspondencia es muy precisa: “en este momento a las tres de la tarde acaba de llegar a Morelia el Señor D. Manuel Y G. Alvírez y dice que anoche entro Méndez el traidor con toda la fuerza con que expedicionera y que no sabe si habrá continuado su marcha o permanezca aún en Morelia.” En la correspondencia se describe sobre de lo que se debía disponer para el combate con los traidores y franceses. “el señor comandante Topete me supongo habrá llegado hoy conduciendo quince cajones de parques de fusibles y seis de cañón que hay disponibles; con este equipamiento aumentó el armamento”. 37 Carlos García Mora, “Guerra y sociedad durante la Intervención francesa. 1863-1867”, en Florescano, Enrique (Coordinador), Historia General de Michoacán. Volumen III, Morelia, Instituto Michoacano de cultura, 1989, p. 92. 312 En camino a la modernidad a Pátzcuaro, ya era enero de 1867 cuando el día 4 amagaron la ciudad, tomaron posiciones de ataque en el calvario, igualmente por el camino de Santa Clara con otro cuerpo del Ejército Republicano, en tanto, por el norte de la ciudad llegaron Garnica y Ronda, era el grueso de ejército republicano con dos mil seiscientos hombres, quienes atacaron la ciudad el día 5 de enero por la madrugada, llegaron al centro histórico y se trabó un feroz combate; el templo de San Francisco fue incendiado destruyéndose su techumbre.38 Había resentimientos del grupo republicano contra la ciudad de Pátzcuaro por el rechazo que tuvieron sus habitantes contra los liberales, no obstante, el general Régules impidió saqueos a las viviendas y otros desmanes, para conseguir su objetivo ordenó a su ejército pernotar en las afueras de la ciudad, también fue nombrado comandante militar y prefecto de Pátzcuaro, Crescenciano López, asimismo se nombró un ayuntamiento y funcionarios judiciales; se mandó exclaustrar de nuevo a las monjas de Santa Catarina, quienes con el llegado de Maximiliano habían regresado a su antiguo recinto, el encargado de la exclaustración fue el licenciado Manuel Valdéz.39 Con la salida francesa, las fuerzas conservadoras en Michoacán quedaron al mando de Ramón Méndez, quien tampoco logró exterminar la resistencia armada, no obstante que, entre septiembre y noviembre de 1866, consiguió algunos triunfos a su favor. Finalmente, Riva Palacio abandonó el Estado de Michoacán, quedando las fuerzas republicanas sólo en la tierra caliente, encabezadas por el coronel José Vicente Villada. En diciembre de 1866 el ejército conservador abandonó Michoacán para concentrarse con Maximiliano y en 1867 Uruapan fue el lugar que reintegró una vez más al Ejército Republicano del Centro.40 Si bien es cierto que Michoacán, durante la Intervención y gobierno de Maximiliano nunca estuvo pacificado en su totalidad, si se le consideró oficialmente incorporado al Imperio.41 Vale la pena reflexionar en torno a las palabras cargadas de amargura sobre la percepción, identidad y rechazo de un pueblo hacia lo extranjero ante una invasión. En ese sentido la empe- 38 Eduardo Ruiz narra magistralmente la forma en que los clarines de los conservadores tocaron su rendición y los su soldados voltearon la culata de sus armas para declararse prisioneros, el triunfo fue de Régules, quien hizo fusilar a Higinio Mondragón, junto a Camilo Pureco y Martin Orozco, que habían caído prisioneros tras el combate. Ruiz, Eduardo, op. cit, p. p.716-721 39 El día 6 de enero de 1867, partió el Ejército Republicano del Centro rumbo a Morelia, y un mes más tarde, precisamente el 5 de febrero, Zamora caería ante el embate republicano, irónicamente ese día se embarcaba el ejército francés encabezado por su general Aquiles Bazaine en el puerto de Veracruz rumbo a Europa. Con el ataque a Zamora, terminó en Michoacán la guerra de intervención. 40 En febrero de 1867 el ejército francés abandonó la capital del país de manera definitiva para embarcarse hacia Francia, el arzobispo Pelagio Antonio Labastida y Dávalos los despidió y ese mismo día renunció a su cargo para abandonar México, en tanto, el Ejército Republicano del Centro en Michoacán tomo la ciudad de Zamora. Después de esta batalla se unió al resto de los republicanos que se dirigían a Querétaro, rumbo a la batalla final que cerraría de forma dramática esta etapa del efímero y fugaz imperio. 41 Conte Corti, Egon Caesar, Maximiliano y Carlota, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, pp. 82-85. 313 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad ratriz Carlota, desde Europa en 1866 escribió al emperador una carta redactada tras el desengaño propiciado por el rechazo que obtuvo de Napoleón III y Pío Ix a la petición de apoyo a su fallido imperio: “Maximiliano, para los liberales mexicanos tú puedes ser liberal, pero nunca tan liberal como Juárez; puedes tener ideas democráticas, pero los verdaderos democráticos están del otro lado, tu proyecto de gobierno es el mejor pero tú no naciste en México y para ellos ¡Tú no eres mexicano! Esa frase quedaría plasmada en una desgarradora misiva que marcaba con certeza el sentir del grupo liberal mexicano en cuanto a la percepción, sentimiento de identidad y conciencia mexicana.42 42 Ver correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota. En periódico La Jornada fecha 27 de diciembre 2003, disponible en www.jornada.com.mx>2003/12/27. Consultado el 17 de febrero de 2021; ver también Benito Juárez. Documentos, discursos y correspondencia, selección y notas de Jorge L. Tamayo, CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana, primera edición electrónica, México 2006, disponible en www.biblioteca.tv>...>1860-1869 314 En camino a la modernidad Fuentes consultadas De Archivo Archivo Histórico del Congreso de Michoacán de Ocampo. Impresos Michoacanos, núm. 29. Representación que algunas señoras morelianas elevan al soberano Congreso Constituyente contra la tolerancia de cultos, Morelia, Imprenta de Ignacio Arango, 1856. Impresos Michoacanos, núm. 29. Representación de varias señoras de Pátzcuaro, dirigida al soberano Congreso Constituyente contra la tolerancia de culto, Imprenta de Ignacio Arango, 1856. Impresos Michoacanos, núm. 1, vol. 20. Bando General que para el arreglo de policía formó el M. I. Ayuntamiento en el año de 1852 y aprobó el gobierno del estado con dictamen de su consejo en 1853, Morelia, Imprenta de Octaviano Ortíz, 1853. Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán. El Periódico Oficial del Imperio Mexicano, tomo II, núm. 81, 1864. Constitución Política del Estado de Michoacán, expedida por su Congreso Constituyente en 21 de enero de 1858, Morelia, Imprenta de Octaviano Ortiz, 1858. Coromina, Amador, Recopilación de Leyes, Decretos, Reglamentos y Circulares Expedida en el Estado de Michoacán, formada y anotada por…, Morelia, 1886, Imprenta de los hijos de Arango, Tomos I-xIv. Bibliográficas Conte Corti, Egon Caesar, Maximiliano y Carlota, México, Fondo de Cultura Económica, 1976. Florescano, Enrique (Coordinador), Historia General de Michoacán. Volumen III, Morelia, Instituto Michoacano de cultura, 1989, Carlos García Mora, “Guerra y sociedad durante la Intervención francesa. 1863-1867”, pp. 63-100. Galeana, Patricia, El impacto de la Intervención Francesa en México, México, Siglo xxI editores, 2011 Galeana, Patricia, Las relaciones Estado-Iglesia durante el Segundo Imperio, México, Siglo xxI Editores, UnAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2015. González, María del Refugio, Historia del derecho, México, Antologías Universitarias/Instituto Mora/Universidad Autónoma Metropolitana, 1992. 315 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Mercado Villalobos, Alejandro, El liberalismo político en Michoacán, 1851-1861, Tesis para obtener el grado de Maestro en Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Instituto de Investigaciones Históricas, 2008. Ruiz Eduardo, Historia de la Guerra de Intervención en Michoacán, Morelia, Basal editores/Comité Editorial del Gobierno de Michoacán, 1986. Sierra García de León, Fernando Eugenio, García de León. Un soldado republicano, 2016, edición electrónica disponible en Amazon. Vázquez, Josefina Zoraida, “De la Independencia a la consolidación de la República”, en Gonzalbo Escalante, Pablo, et. al., Nueva historia mínima de México, México, El Colegio de México, 2012. 316 Detalle del Lienzo de Pátzcuaro. Basílica de Ntra. Sra. de La Salud. Nicho en la primer columna del Portal Hidalgo no. 70. LA LLEGADA DEL FERROCARRIL A PÁTZCUARO Y EL APROVECHAMIENTO COMERCIAL DE LA MADERA PARA EL TENDIDO DE LA VÍA FÉRREA Víctor Manuel Pérez Talavera43 Introducción En la segunda mitad del siglo xIx la expansión del ferrocarril en América Latina tuvo uno de sus mejores momentos; la exigencia por contar con un medio de comunicación que pudiera cumplir las características de enlazar a las principales zonas rurales y urbanas, se hizo patente a través de la consolidación de este medio, el cual ayudó a mejorar notablemente el flujo comercial, no sólo de manera regional sino también internacional. No obstante, como lo refiere Sandra Kuntz Fincker, en algunos países la llegada del ferrocarril sigue siendo un dilema, pues aún se discute si este medio de transporte trajo progreso a cada nación, ya que se ha llegado afirmar que los más beneficiados fueron los inversionistas extranjeros, quienes acapararon las líneas para la explotación y comercialización de sus productos sin dejar ganancias a los estados.44 43 Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán. Correo electrónico: vic_aute@hotmail.com 44 Sandra Kuntz Fincker, La expansión ferroviaria en América Latina, México, El Colegio de México, 2015, pp. 32-46. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En este sentido, en lo que refiere a México y específicamente al estado de Michoacán, la introducción del ferrocarril comenzó a vislumbrarse a partir de 1880, durante el gobierno de Octaviano Fernández, quien gestionó con el gobierno federal la concesión para enlazar las ciudades de Pátzcuaro, Morelia y Salamanca. El proyecto desde luego comprendía diversos beneficios para aquellas zonas que se encontraban aisladas, ante la carencia de un medio de transporte que ayudara a comercializar en gran escala sus productos. La madera se convirtió en la materia prima de la base principal para el tendido de los rieles, no solamente para la ruta que se había trazado en la entidad, sino también para otras zonas donde las compañías ferrocarrileras realizaban trabajos similares. La relación comercial entre madereros y ferrocarrileros desempeñó una función primordial de negocio: los primeros ofertando el producto en grandes cantidades y los segundos administrando el recurso forestal en los tramos en construcción y en la distribución en diversos puntos del país. El siguiente trabajo tiene como objetivo analizar la llegada del ferrocarril así como su abastecimiento forestal en el trayecto Morelia- Pátzcuaro durante la década de los años ochenta del siglo xIx. Cabe mencionar que la línea del ferrocarril favoreció no solamente a la ciudad de Pátzcuaro sino a una gran parte de los municipios que comprendían de dicho Distrito, pues se contó con un entronque ferroviario que enlazó a la capital michoacana con la estación de la ciudad de México, considerado para esos años como uno de los principales centros comerciales que proveía de productos a diversas entidades del país. El enfoque que se utilizó para este trabajo fue a través de la historia económica, centrando nuestro análisis en el aprovechamiento comercial de la madera para el tendido de la vía férrea. La víspera del ferrocarril en Michoacán Con la llegada de Porfirio Díaz como presidente de México (1876-1911) se comenzó a impulsar una política de construcción de ferrocarriles a través de la promoción de concesiones. Con dicha disposición se enlazó una red de alcance regional que condujo a un sistema que vinculó internamente al país. Sin embargo, fue a partir del periodo presidencial de Manuel González (1880-1884) que se implementa una política más atractiva y de apertura a la inversión extranjera, situación que generó una disputa por el derecho de concesiones entre Estados Unidos e Inglaterra, ambas consideradas potencias económicas de Occidente. Tres de las cuatro líneas más importantes del país que se concedieron durante ese periodo, curiosamente no fueron autorizadas durante la administración de Manuel González, sino pocos meses antes de que el general Díaz concluyera su primer mandato presidencial. Para septiembre de 1880 se puso en manos de las empresas extranjeras la responsabilidad de tender las principales líneas troncales, las cuales enlazarían al centro del país con la frontera estadunidense y el Golfo de México y, eventualmente, se extenderían hasta el Pacífico en pos de la comunicación interoceánica. En este sentido, empezaron a operar las compañías Ferrocarril Central Mexicano, Ferrocarril Nacional Mexicano y el Ferrocarril de Sonora. Al asumir González 320 En camino a la modernidad la presidencia de México en 1880 las condiciones sobre las que operarían dichas empresas ya se habían establecido, no obstante, a su administración le tocó concesionar diversos tramos, entre ellos uno de gran envergadura que se le asignó a la compañía del Ferrocarril Internacional Mexicano, además de una cantidad considerable de concesiones para la construcción de vías locales en diferentes entidades del país, muchas de las cuales alcanzarían su conclusión durante el segundo periodo de gobierno de Porfirio Díaz.45 Es importante mencionar que durante el régimen de Díaz se impulsó una política de construcción ferroviaria basada en los recursos de los estados de la federación y de los capitales locales con el apoyo del Estado. Los resultados de esta política fueron modestos, los contratos que se otorgaron entonces aportaron, en plazos muy variables, menos de 250 kilómetros de vías férreas, dispersos en pequeños tramos aislados dentro de los estados más prósperos. Era evidente que el camino de las concesiones a los gobiernos estatales podía conducir a una cierta integración entre las principales ciudades de dos o tres estados con intereses afines, pero difícilmente se traduciría en un esquema de desarrollo del trasporte de alcance nacional.46 El proyecto de Díaz fue exitoso en su propósito de atraer los recursos necesarios para construir una red ferroviaria que abarcara amplias porciones del territorio nacional. Se formó una densa red de comunicación ferroviaria en torno a la ciudad de México y los estados del centro-sur del país, particularmente en dirección al Golfo, y se conectó a esa parte del territorio nacional con la frontera estadounidense. Asimismo, se crearon vías alternativas de acceso al Golfo de México desde el centro y el norte de la República, que desembocaron en el puerto de Tampico; además se estableció una línea interoceánica en el istmo de Tehuantepec, con lo que se conformó una red de mayor dinamismo económico en el norte del país.47 Ante el desarrollo y expansión de las redes ferroviarias que se venían hilvanando entre los principales puntos comerciales del país, se abrió la posibilidad de introducir el ferrocarril en tierras michoacanas. Los avances en materia de comunicación se empezaron a gestar a partir de 1880 mediante la figura del entonces gobernador Octaviano Fernández, quien buscó la autorización del gobierno federal para hacerse cargo de la construcción de un ferrocarril que enlazara las ciudades de Pátzcuaro, Morelia y Salamanca.48 45 José Georgette, Valenzuela, Los ferrocarriles y el general Manuel González: necesidad, negocios y política, Universidad Iberoamericana, Biblioteca Francisco Xavier Clavijero, México, 1994, pp. 9-10. 46 Sandra Kuntz Ficker, “Los ferrocarriles y la formación del espacio económico en México, 1880-1910,” en Kuntz Ficker, Sandra y Priscilla Connolly (coords.), Ferrocarriles y Obras Públicas (Lecturas de Historia Económica), México, Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, IIH-UnAM, 1999, p.105.p.105. 47 Ídem. 48 Periódico Oficial de Michoacán, Morelia a 5 de marzo de 1880, número 130, tomo I, p. 3. 321 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Las compañías Limitada del Central Mexicano y la Constructora Nacional Mexicana, dos empresas de capital estadounidense comenzaron a disputarse el permiso del gobierno federal para extender sus rieles por territorio mexicano, las cuales a su vez se vieron envueltas en una frontal competencia por obtener del estado de Michoacán el traspaso de la concesión para construir el tramo ferroviario que se había proyectado.49 Previamente, el Ejecutivo federal había autorizado al estatal la anuencia correspondiente para que por su cuenta, o por la compañía que mejor le pareciera, explotara durante noventa y nueve años las vías del ferrocarril. Se había vislumbrado que la construcción de la obra se dividiera en dos secciones, la primera de Morelia a Pátzcuaro y la segunda de Morelia a Salamanca. En el caso de la primera debería de estar terminada en un plazo de dos años.50 Como parte de la apertura económica el gobierno buscó los mecanismos necesarios para facilitar la inversión y el trabajo de las compañías ferroviarias, entre las que se encontraban la exención de impuestos y el libre derecho de importar su materia prima durante veinte años, así como del derecho de vía en terrenos nacionales por una anchura de setenta metros en toda la extensión del ferrocarril, donde además la empresa podía disponer de predios que fueran necesarios para estaciones, almacenes, edificios, depósitos de agua y de más accesorios indispensables que se entregarían sin retribución alguna. Del mismo modo, la compañía contó con la prebenda de aprovechar de los terrenos de propiedad nacional todos los materiales en especie que fueran necesarios para la construcción, explotación y reparación del camino (agua, bosques, minerales).51 Un aspecto que me parece importante señalar es que en las concesiones ferroviarias se estipuló que la empresa podría, previa indemnización, tomar propiedades y materiales de construcción de propiedad particular, basándose en el artículo 27 de la Constitución de 1857.52 En caso de que ambas partes no llegaran a un arreglo en cuanto a la indemnización, tanto la empresa como el propietario recurrirían a un perito valuador quien tendría la función, de acuerdo a sus conocimientos, de establecer el pago justo por la expropiación de los predios.53 En este contexto, Sandra Kuntz Ficker refiere que durante el siglo xIx hay varios ejemplos representativos de diferentes modalidades de subvención al tendido de vías férreas en países de América Latina, entre las más recurrentes se encontraban: la garantía de rentabilidad otorgada 49 José Alfredo, Uribe Salas, “Las Comunicaciones y medios de transporte 1870-1910”, en Florescano Enrique (coordinador), Historia General de Michoacán, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, Instituto Michoacano de Cultura, Departamento de historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Volumen III, Tomo Iv, 1989, pp. 195. 50 Periódico Oficial de Michoacán, Morelia a 5 de marzo de 1880, número 130, tomo I, p. 3. 51 Periódico Oficial de Michoacán, Morelia a 5 de marzo de 1880, número 130, tomo I, p. 3. 52 El artículo 27° de la Constitución declara que la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio mexicano y los recursos del subsuelo corresponden originalmente a la nación, y que ésta tiene el derecho de transmitir su dominio a los particulares para construir la propiedad privada. Véase, Daniel Cosío Villegas, La Constitución de 1857 y sus críticos, (segunda edición) México, Fondo de Cultura Económica, Clío, El Colegio Nacional, 2007, p. 174. 53 Periódico Oficial de Michoacán, Morelia a 5 de marzo de 1880, número 130, tomo I, p. 3. 322 En camino a la modernidad por el Estado, el subsidio fijo por kilómetro construido, así como el otorgamiento de tierras y la concesión de una zona de privilegio por un tiempo determinado para evitar la competencia de otras líneas. En el caso de México privó una sola modalidad: el subsidio por kilómetro construido que a partir del decenio de los años noventa sólo se otorgó a las líneas consideradas prioritarias, ya que la concesión de tierras se consideraba riesgosa para la soberanía, dada la vecindad con Estados Unidos y la aún cercana experiencia de la pérdida del territorio frente a ese país.54 En lo que respecta al estado de Michoacán y después de varios meses de negociaciones con representantes de las compañías Limitada del Central Mexicano y Constructora Nacional Mexicana, se optó por traspasar la concesión a esta última, por tanto la empresa asumió los derechos y obligaciones que el gobierno michoacano había contraído con la federación. Así, el gobierno del estado formalizó con Mauricio Kingsley apoderado de la Compañía Constructora Nacional Mexicana, el contrato para iniciar la obra del ferrocarril el 14 de diciembre de 1880.55 Los problemas por incumplimiento de contrato entre la empresa ferrocarrilera y el gobierno estatal se hicieron presentes, por lo que los tramos que se habían pronosticado para terminarse en determinado tiempo no se llevaron a cabo. Sin embargo, los caminos de terracería que se abrieron para el cimiento de los rieles los llevó a cabo la compañía sin ningún problema. Durante los trabajo de reconocimiento del trayecto de Morelia-Pátzcuaro se expropiaron diversas tierras de propiedad privada que pertenecían a latifundistas, quienes lejos de oponerse al paso del ferrocarril vieron la oportunidad de conectar sus fincas con línea del trayecto estatal. Por ejemplo, encontramos el caso de las haciendas de Cointzio, Coapa, Chapultepec y la de Ibarra; es en esta última en cuyos terrenos quedó ubicada la estación de Pátzcuaro.56 Cabe mencionar que en 1881 en la parte que correspondió al trayecto entre el vecino estado de Guanajuato y la capital michoacana, se comenzaron a expropiar las primeras tierras de propiedad privada destinadas para la línea del ferrocarril, en la mayoría de los casos los dueños de las fincas lograron llegar a un acuerdo con la empresa en cuestión. Desde luego hubo excepciones, como fue el caso de Indaparapeo, donde se hicieron denuncias debido a la inconformidad por la pérdida de una fracción de sus tierras. 54 Sandra Kuntz, op. cit., pp. 29 y 30. 55 Archivo Histórico Municipal de Morelia, caja 136 A, expediente 8, 14 diciembre de 1882. 56 Gloria Belén Figueroa, El ferrocarril y la modernización urbano arquitectónica, Morelia, Pátzcuaro y Uruapan 18801910, tesis de maestría, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Arquitectura, 2008, p. 6. 323 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Hacienda Expropiada Distrito Año Hacienda de Quirio Zinapécuaro 5 de diciembre 1881 Hacienda de Tzintzimeo Zinapécuaro 5 de junio de 1883 Hacienda Zacapendo Zinapécuaro 8 de junio de 1883 Hacienda de Atapaneo Morelia 13 de junio de 1883 Hacienda Salinas de Arano Pátzcuaro 16 de julio de 1883 Hacienda La Lagunilla Pátzcuaro 17 de julio de1885 Hacienda Chapultepec Pátzcuaro 4 de enero de 1886 Cuadro 1. Haciendas a las que se expropiaron parte de sus tierras por la Compañía Constructora Nacional Mexicana durante los años de 1881-1886. Fuente: Archivo Histórico General de Notarias de Michoacán, colección de escrituras públicas, distritos de Zinapécuaro, Morelia y Pátzcuaro, libros 2-7, de los años de 1881- 1886. En lo que refiere al trayecto de Morelia-Pátzcuaro, la Compañía Constructora Nacional Mexicana tomó terrenos de algunas fincas. En 1883 en la hacienda de Salinas de Arano, en el municipio de Pátzcuaro, fueron expropiadas parte de sus tierras. La compañía se comprometió a indemnizar económicamente a los dueños, así como respetar las aguas y los pasos acostumbrados de los pobladores.57 En otro punto del trayecto ferroviario la compañía logró obtener también parte de los terrenos de la hacienda de Chapultepec, perteneciente a la municipalidad de Pátzcuaro. Asimismo, la hacienda de la Lagunilla también le fue expropiada parte de sus tierras. A diferencia de las expropiaciones que se habían llevado a cabo en la de Salinas de Arano y la de Chapultepec, la de la Lagunilla obedeció más bien a un acuerdo en el que tanto el propietario como la compañía se vieron beneficiados. Los dueños de la finca donaron parte de su superficie territorial a cambio de que el casco de la hacienda tuviera conexión con la vía en construcción. El total de las tierras cedidas fue de 339, 017 m2., además, a la familia Ponce de León, dueños de la hacienda, se les otorgó un único pago de $ 600 pesos por concepto del maíz sembrado en dicho terreno.58 57 Archivo Histórico General de Notarias de Michoacán, escrituras públicas, libro 7, escritura 144, Ramón Huerta Notario Público, foja 314, Morelia 16 de julio de 1883. 58 AHgnM (en adelante Archivo Histórico y General de Notarías de Morelia), escrituras públicas, libro 10, escritura 259, Ramón Huerta Notario Público, foja 306, Morelia 17 de julio de1885. 324 En camino a la modernidad Es importante mencionar que desde inicios de 1881 la Compañía Constructora Nacional Mexicana había iniciado los trabajos simultáneamente entre los tramos de Pátzcuaro-Morelia y Toluca-Maravatío, sin embargo, la compañía le dio preferencia a este último trayecto y a otros que posteriormente se culminarían, debido a la frontal competencia que tenía con la empresa Limitada Central Mexicano la cual pugnaba por conseguir contratos en esta zona del país.59 El proyecto original de la ruta que inicialmente se había contemplado partiendo de Pátzcuaro, Morelia y Salamanca, no se llevó a cabo en tiempo y forma debido al incumplimiento de la empresa ferroviaria, no obstante, años después la ruta quedaría modificada partiendo de Acámbaro, Morelia y Pátzcuaro como se verá más adelante. Suministro forestal para el tendido de los rieles Para llevar a cabo el tendido de las vías del ferrocarril en el trayecto que correspondió de Morelia a Pátzcuaro, se necesitó de una gran cantidad de madera en sus diferentes modalidades, tanto en la elaboración de durmientes como en vigas y tablones, estos últimos utilizados generalmente en la construcción de puentes y bodegas. Al respecto, es importante ubicar la dinámica forestal que prevaleció en las operaciones para la compra y venta del producto, para tal caso se detectaron tres maneras en que se obtenía el recurso maderable: la primera, fue a partir del arrendamiento de montes por un número de años; la segunda, se dio por la venta total de una determinada superficie forestal, y la tercera opción fue mediante la compra específica de una cantidad de árboles, para esos años esta última opción fue la que predominó en esta zona del estado de Michoacán. El negocio de la madera atrajo el interés de figuras importantes, donde se puede observar la participación de exgobernadores, militares, representantes comunales, presbíteros, latifundistas, así como de madereros independientes que al incrementar sus ganancias vieron la opción de conformarse en sociedades de explotación forestal en gran escala. Por ejemplo, el exgobernador de Michoacán Octaviano Fernández, después de que concluyó su mandato (1879-1881), aprovechó la vinculación empresarial que había logrado construir, a tal punto que al terminar su gestión se convirtió en uno de los principales intermediarios entre madereros y ferrocarrileros. En mayo de 1882 Fernández negoció la venta de 100,000 durmientes a la Compañía Constructora Nacional Mexicana. Para agosto de 1883 el mismo Fernández había realizado la compra de esos mismos 59 El tramo entre Toluca y Maravatío se inauguró en febrero de 1883 con una longitud de 153 kilómetros, dos meses después se abrió el trayecto de 58 kilómetros de Acámbaro a Maravatío, y el 12 de septiembre de 1883 quedaría comunicada la capital michoacana con Acámbaro y Celaya a través de una línea con una extensión de 167 kilómetros. José Alfredo Uribe Salas, op. cit. p.197. 325 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad 100,000 durmientes a Rosendo Medal poderoso hacendado dedicado al negocio forestal en la región de Pátzcuaro y Morelia,60 con quien pactó la entrega de la madera a la compañía ferroviaria en el trayecto de Coapa a Pátzcuaro.61 Fernández logró concretar la operación en un precio de veinticinco centavos por cada durmiente elaborado, para posteriormente duplicar el precio y revenderlo a la compañía ferroviaria. En este sentido, hay un elemento importante a considerar el cual tenía que ver sobre las especificaciones del requerimiento de madera, por ejemplo, las compañías pedían que tuviera algunas características de determinado tipo de árbol, generalmente se pedían de pino blanco, encino u oyamel, yarin de más de treinta años de edad, excluyendo el ocote; labrados a hacha, sin rajaduras u otros defectos que los hicieran impropios para la construcción de ferrocarril; las medidas que se especificaban eran de 15 cm. de grueso, con 20 cm. de ancho y 2 m. de largo.62 En dichos contratos se puede observar la exigencia en cuanto la elaboración del producto forestal y de alguna manera también la forma en que la compañía ferroviaria protegía su negocio, ya que no aceptaban durmientes con ocote ni mucho menos con rajaduras.63 Esto propiciaba que en el monte hubiera un despilfarro de árboles sin utilidad, pues si por alguna circunstancia la madera que se cortaba llegaba a tener alguna rajadura no era apta para el fin que se requería, por lo que se estima que una gran cantidad de madera no llegaba a utilizarse por estar dañada o por contener un exceso de resina. Fueron varios los negocios que Fernández logró realizar como intermediario. El 4 de octubre de 1887 compró 7,000 durmientes a Lucas y Gregorio Alva, quienes se comprometieron a entregarlos a la orilla del camino de fierro, en el cambio de vías de Chapultepec, directamente al inspector de la Compañía Constructora Nacional Mexicana.64 El 24 de octubre del mismo año Fernández com- 60 A Rosendo Medal se le ha logrado ubicar como propietario del aserradero y de la hacienda de Irícuaro, ubicada en el Distrito de Pátzcuaro. Medal celebró algunos contratos tanto con representantes de la compañía ferrocarrilera como con particulares a los que abastecía de durmientes, vigas, tablones etc. Véase, AHgnM, escrituras públicas, libro 7, escritura 163, Ramón Huerta Notario Público, foja 360, Morelia 4 de julio de 1883. Asimismo, es importante mencionar que era común que algunos empresarios tuvieran sus propios notarios que llevaban a cabo los negocios, por lo que era constante que algunos contratos se ratificaran ante una autoridad diferente al distrito de origen. Esto se pudo observar en el caso de Ramón Huerta Notario Público de la ciudad de Morelia, quien llegó avalar contratos establecidos en Pátzcuaro. Así como Mariano Laris Notario de la capital michoacana quien ratificó transacciones hechas por Santiago Slade en el Distrito de Uruapan. 61 AHgnM, libro 8, Ramón Huerta Notario Público, escritura número 229, foja 109, Morelia 26 de agosto de 1883. 62 AHgnM, escrituras públicas, libro 8, escritura 229, Ramón Huerta Notario Público, foja 109, Morelia 23 de agosto de 1883. 63 En las especificaciones de madera que la compañía ferroviaria pedía exentaba el ocote, debido a que al momento de que se incrustaba el clavo en el durmiente éste se rajaría, situación que posteriormente alteraría la durabilidad y estabilidad de las vías. 64 AHgnM, libro 16, Ramón Huerta Notario Público, escritura número 229, foja 595-596, Morelia 4 de octubre 1887. 326 En camino a la modernidad pró 30,000 durmientes a Octaviano Cortés en el Distrito de Pátzcuaro.65 Para 1895 el exgobernador de Michoacán formalizó su negocio, al conformar una sociedad denominada “Octaviano y Serafín Fernández” con oficinas en la ciudad de México pero con trabajos de explotación en Michoacán.66 La compra y venta de madera entre particulares o comunidades fue otra característica en que la empresa ferroviaria pudo hacerse del recurso forestal destinada principalmente para la elaboración de durmientes. Al respecto, el 5 de marzo de 1881 los indígenas del pueblo de Erongarícuaro, perteneciente al Distrito de Pátzcuaro, realizaron un contrato con el general Abraham Plata,67 intermediario de maderas, por la venta de 16,000 durmientes en el monte el Caracol, con un precio de $ 25 centavos cada uno.68 Asimismo, Maximino Ponce de León vendió a Juan Basagoiti y Compañía, en la población de Tiripetío, perteneciente al municipio de Morelia, la cantidad de 10,000 durmientes de diferentes clases de pino a cuarenta centavos cada uno.69 Además de Basagoiti se pudo identificar a otros comerciantes forestales que fungían como intermediarios de la compra y venta de madera que posteriormente vendían a la compañía ferrocarrilera. Por ejemplo Juan G. Barajas, al parecer comerciante independiente compró a Eligio Cortes,70 en junio de 1883 en el Distrito de Pátzcuaro, la cantidad de 50,000 durmientes y 10,000 tablones de pino blanco, además de 200,000 tejamaniles de pinabete.71 Juan Barajas es un personaje que figura tanto en el Distrito de Morelia, como en los de Pátzcuaro y Zinapécuaro realizando varias adquisiciones de madera. Un ejemplo más de lo anterior lo encontramos en diciembre de 1883 cuando compró la cantidad de 100,000 pinos de la sierra de Irapeo, los árboles estaban destinados en gran medida a sacar vigas, tablones, así como para la elaboración de durmientes.72 65 AHgnM, libro 16, Ramón Huerta Notario Público, escritura número 237, foja 582-583, Morelia 24 de octubre de 1887. 66 Véase, Noticias del movimiento de sociedades mineras y mercantiles, habido en la oficina del Registro Público de la Propiedad y del Comercio durante los años de 1886-1910, formada por la Dirección General de Estadística a cargo del Doctor Antonio Peñafiel, México, Imprenta y fototipia de la Secretaría de Fomento, 1911, pp. 46-287. 67 El general Abraham Plata además de que fungió como negociador de maderas en la entidad, fue un importante político de la época en Michoacán, personaje allegado al general Manuel González. Véase, María Eugenia Ponce Alcocer, La elección presidencial de Manuel González 1878-1880, México, Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia, 2000, p. 86. 68 AHgnM, colección de copias de escrituras públicas, libro 3, escritura 47, foja 167, Pátzcuaro 5 de marzo 1881. 69 AHgnM, colección de copias de escrituras públicas, libro 4, escritura 247, Pátzcuaro 15 de octubre de 1881. 70 Eligio Cortés, se le ubica como arrendatario del monte de la hacienda de las Casas Blancas en el Distrito de Pátzcuaro, Véase Francisco Pérez Gil, (comp.), Primer Inventario de los bosques y montes de Michoacán 1885 (edición facsimilar), Morelia, Centro de Desarrollo del Estado de Michoacán, Instituto de Investigaciones Históricas y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales de la UMsnH, Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Fundación PRodUcE Michoacán AC, Comisión Forestal del Estado de Michoacán y la Comisión Nacional Forestal, 2006, p. 89. 71 AHgnM, colección de escrituras públicas, libro 7, escritura 141, foja 308, Pátzcuaro 13 de junio de 1883. 72 AHgnM, colección de escrituras públicas, libro 8, escritura 298, foja 316, Pátzcuaro 5 de diciembre de 1883. 327 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Los trabajos para la construcción del ferrocarril se siguieron realizando y la búsqueda de madera también prosiguió. La Compañía Constructora Nacional Mexicana realizó varios contratos madereros con particulares y con pobladores de comunidades indígenas, con la finalidad de adquirir madera de buena calidad para la elaboración de durmientes. En este sentido, en un informe del inspector J. M. Romero, de la Compañía Constructora Nacional Mexicana, dirigido al gobierno del estado y a la Secretaría de Fomento, se dio cuenta de los avances en la construcción del ferrocarril entre los tramos de Pátzcuaro a Morelia y Salamanca, donde se dio a conocer con detalles la cantidad de madera utilizada hasta el momento y su precio: Para la construcción del ferrocarril se han realizado obras de superestructura en puentes y alcantarillas tanto en la sección del Este (Acámbaro) como en la del Oeste (Pátzcuaro) y se han ejecutado conforme a tres distintos sistemas, dependiendo de las dimensiones, escuadría y enlace de las trabes y piezas de madera de la clase de madera y objeto de las obras de arte. En las 13 obras de superestructura ejecutadas en la sección del Oeste (Pátzcuaro) y en las 40 del Este (Acámbaro), se emplearon 214.2 metros cúbicos de madera, teniendo el metro cúbico a un precio medio de $ 13, 8 centavos. El importe total de estas 53 obras de superestructura, teniendo en cuenta el precio de la madera, los fletes, herraje y costo de construcción, fue de $ 5,036 .83 centavos. Asimismo se informa sobre la adquisición de durmientes en la división de Morelia, donde se tiene contratados 828,000 a un precio que varía de 42 a 62 ½ centavos por durmiente.73 73 Memoria presentada al Congreso de la Unión, por el Secretario de Estado y del Despacho, de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco, correspondiente a los años transcurridos de diciembre de 1877 a diciembre de 1882, tomo III, México, Oficina de la Secretaría de Fomento, 1885 p. 550. 328 En camino a la modernidad Cuadro 2. Contratación y entrega de durmientes para la construcción de las vías férreas de Pátzcuaro, Morelia y Salamanca durante el año de 1881. Lugar de entrega Precio Número Contratado Número Entregado Clase de pino Indaparapeo a Santiago 42 centavos 34,916 34,916 Pino colorado y blanco Indaparapeo a Lagunillas 50 centavos 79,084 21,986 Pino colorado y blanco Santiago a Qurumutan 42 centavos 16,000 13,046 Pino colorado y blanco Quiringuaro a Pátzcuaro 37 ½ centavos 50,000 9,144 Pino colorado y blanco Lagunillas a Pátzcuaro 37 ½ centavos 30,000 ………….. Pino colorado y blanco Chapultepec a Pátzcuaro 50 centavos 100,000 14,000 Pino colorado y blanco Chapultepec a Pátzcuaro 45 centavos 300,000 …………… Pino colorado y blanco En Araró 43 centavos 5,000 3,884 Pino colorado y mestizo En rancho del Toro 50 centavos 15,000 7,035 Pino colorado y mestizo Coapa a Cadena 50 centavos 40,000 13,045 Pino colorado y aile 329 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En Araró 50 centavos ……….. 553 Pino blanco mestizo En Araró 50 centavos 8,000 10,800 Pino blanco mestizo Araró a Acámbaro 62 ½ 150,000 1,600 Pino blanco mestizo 828,000 130,009 Sumas Fuente: Memoria presentada al Congreso de la Unión, por el Secretario de Estado y del Despacho, de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco, correspondiente a los años transcurridos de diciembre de 1877 a diciembre de 1882, tomo III, México, Oficina de la Secretaría de Fomento, 1885 p. 550. En este contexto, podemos tener una percepción general de las cantidades de madera que se necesitaron para el cimiento de los rieles. Si partimos de la referencia de que para una milla (1,609 metros) de vía ferrocarrilera se necesitaban 2,500 durmientes y si tomamos en cuenta que de cada árbol se podían sacar dos durmientes, era preciso cortar 1,250 árboles para una sola milla (1.6 kilómetros), o 1´250,000 para 1,000 millas de camino (1600 kilómetros), con una distancia de 64 centímetros de centro a centro. A esto hay que agregar que los durmientes se removían cada seis años.74 En lo que refiere al tramo Morelia-Pátzcuaro la distancia fue de 62 kilómetros, para lo cual se necesitaron alrededor de 96,333 durmientes, 48,943 árboles con un impacto de 137 hectáreas explotadas.75 Al término de la construcción ferroviaria creció el interés de los norteamericanos por acercarse a una de las regiones más ricas, fértiles y prósperas de la entidad, pues se vislumbró la posibilidad de extender la conexión hasta a la ciudad de Uruapan, la cual se dio a conocer por el general Mariano Jiménez entonces gobernador de Michoacán, el mismo día en que se inauguró el servicio ferro- 74 Estos cálculos los hicimos con base en, Alejandro, Tortolero Villaseñor, Notarios y agricultores: crecimiento y atraso en el campo mexicano, 1780-1920: propiedad, crédito, irrigación y conflictos sociales en el agro mexicano, México, Siglo xxI, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 2008, p. 149. 75 Víctor Manuel Pérez Talavera “El arribo del ferrocarril a Michoacán y su abastecimiento forestal durante el porfiriato”, Revista de Estudios Históricos, núm., 63, enero-junio, 2016, pp. 121-148. 330 En camino a la modernidad viario de Morelia a Pátzcuaro el 18 de abril de 1886. Con la conclusión de dicho trayecto comenzó una etapa importante en el trasiego comercial del centro del estado de Michoacán hacia diferentes entidades del país, ya que la compañía del Ferrocarril Nacional Mexicano anteriormente Compañía Constructora Nacional Mexicana, comunicó a la capital michoacana con la ciudad de México y esta a su vez con la frontera con Laredo Tamaulipas, donde se construían diversos tramos ferroviarios entre los que destacaban el de Tampico-El Higo, Cañitas-Durango y Saltillo al Oriente.76 Durante estos años en que se concluyó la construcción de la vía Morelia- Pátzcuaro, la región se vio favorecida ya que se dio un incremento en la exportación de algunos productos del campo como el maíz, garbanzo, frijol, trigo, ajonjolí, cebada, haba y caña de azúcar, todos estos provenientes de diversos municipios del estado los cuales tenían como punto de concentración las estaciones del ferrocarril de Pátzcuaro y Morelia. Cabe mencionar que para inicios de la década de los años ochenta del siglo xIx ambos Distritos aglomeraban un total de 63 haciendas, 46 comunidades y 444 ranchos. En este sentido, Gerardo Sánchez Díaz refiere que la industrialización de los productos del campo fue una de las características más importantes que se le dio impulso a la agricultura michoacana, la cual se dio precisamente por el mejoramiento de las vías de comunicación y la presencia del ferrocarril, ya que este medio de transporte posibilitó a los empresarios agrícolas la introducción de nueva maquinaria y una movilidad más rápida de la producción, situación que se vio reflejado en un mayor impacto económico regional.77 Todas estas medidas favorecieron el desarrollo comercial no solamente de la ciudad de Pátzcuaro, sino también de otros municipios que no estaban tan distantes y que se caracterizaron por la producción agrícola como fue el caso de Ario, lugar donde se cosechaba la caña de azúcar; en las haciendas de Nueva Italia y Lombardía en la región de la Tierra Caliente se sembraba arroz, así como Turicato y Tacámbaro donde se producía el azúcar, alcohol y el curtido de pieles. Todos estos productos eran concentrados en bodegas que estaban generalmente cerca de la estación del ferrocarril de Pátzcuaro, para seguir la ruta hacia Morelia y posteriormente hasta el centro del país lugar donde se distribuía a diversos estados.78 76 Sandra Kuntz, op. cit. “Los ferrocarriles y la formación...” pp.106- 111. 77 Gerardo Sánchez Díaz, “Tenencia de la tierra, agricultura y ganadería”, en Enrique Florescano (coordinador), Historia General de Michoacán, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, Instituto Michoacano de Cultura, Departamento de historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Volumen III, Tomo Iv, 1989, pp. 232-239. 78 John W. Durston, Organización Social de los mercados campesinos en el centro de Michoacán, México, Consejo Nacional para las Cultura y las Artes, Instituto Nacional Indigenista, 1992, pp. 44 y 45. 331 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Consideraciones finales El tendido del ferrocarril en territorio michoacano generó una vinculación comercial importante, pues buscó una mayor integración entre las principales zonas del estado. Durante la década de 1880 como en otras entidades del país se integró a la dinámica de los intereses económicos de Estados Unidos e Inglaterra, quienes acapararon las zonas más productivas de México. En Michoacán se puede notar el interés por conectar una de las regiones con mayor riqueza natural, esto quedó de manifiesto a finales del siglo xIx cuando quedaron entroncadas tres de las ciudades más importantes del estado, Uruapan, Pátzcuaro y Morelia, teniendo como ruta de salida el centro del país. El aprovechamiento y comercialización de la madera fue una de las actividades básicas para los trabajos de construcción de las vías del ferrocarril en la conexión Morelia-Pátzcuaro, la dinámica sobre la compra y venta del recurso forestal nos dejó de manifiesto el negocio fructífero que dejaba esta actividad. La explotación de los bosques maderables en esta zona del estado no solo obedeció a una necesidad de ir construyendo el tramo proyectado, sino también al de dotar de materia prima a otras entidades del país donde la Compañía Constructora Nacional Mexicana realizaba trabajos similares. En este sentido, la región central del estado no solo se convirtió en un proveedor de maderas para diferentes puntos del país, sino también en un factor de exportación al extranjero, esto se puede deducir a partir que se enlazó la ruta ferroviaria desde tierras michoacanas hasta la frontera estadounidense, para esos años se construía en Laredo, Tamaulipas, diversos tramos que fueron considerados como una zona estratégica para el intercambio comercial de madera entre México y los Estados Unidos. 332 En camino a la modernidad Fuentes consultadas Archivo ARcHIvo HIsTóRIco MUnIcIPAL dE MoRELIA. ARcHIvo HIsTóRIco GEnERAL dE NoTARIAs dE MIcHoAcÁn. Hemerografía Periódico Oficial del Estado de Michoacán de Ocampo, (1880-1885). Memoria presentada al Congreso de la Unión, por el Secretario de Estado y del Despacho, de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco, correspondiente a los años transcurridos de diciembre de 1877 a diciembre de 1882, tomo III, México, Oficina de la Secretaría de Fomento, 1885. Memoria presentada al Congreso de la Unión, por el Secretario de Estado y del Despacho, de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco, correspondiente a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, Tomo II, México, Oficina de la Secretaria de Fomento, 1888. Noticias del movimiento de sociedades mineras y mercantiles, habido en la oficina del Registro Público de la Propiedad y del Comercio durante los años de 1886-1910, formada por la Dirección General de Estadística a cargo del Doctor Antonio Peñafiel, México, Imprenta y fototipia de la Secretaría de Fomento, 1911. 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Desde 1886, el traslado entre la estación del tren y el centro de población se había hecho en diligencia, hasta 1899, cuando el tranvía se convirtió en el principal medio de transporte, el más práctico y económico. Y a pesar de haber sobrevivido a las vicisitudes de la Revolución Mexicana y a los problemas económicos y político sociales que de ella se desprendieron, no pudo continuar más allá de la década de 1930, debido a una serie de situaciones que abajo se revisarán. 79 Facultad de Arquitectura, UMsnH. Correo electrónico: majmanuel999@hotmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En el presente capítulo se ofrece un panorama general de los actores y hechos que permitieron la instauración y funcionamiento del tranvía en Pátzcuaro, desde finales del siglo x Ix hasta la tercera década del siglo xx, mientras la ciudad apostaba por fomentar el turismo como una nueva actividad económica, para después enfrentar e intentar superar los problemas derivados de la Revolución Mexicana. Se destaca la figura de Tirso Sáenz, quien llegó a ser el propietario de las empresas de trenes urbanos de Pátzcuaro y de Morelia, a las que dio un importante impulso. El trabajo se inscribe en la historia local, la historia del transporte y la vida cotidiana, componentes de la Microhistoria, que tiene como finalidad estudiar la vida diaria de los pueblos en su acontecer cotidiano y que permite conocer su propia identidad y autenticidad, sin extraerla de un contexto más amplio o negar la posibilidad de conectarla a otras historias.80 Turismo y transporte en Pátzcuaro 1886-1910. En 1886, la llegada del ferrocarril a Pátzcuaro representó un parteaguas para esta ciudad, ya que al quedar mejor comunicada con la capital, incrementó su dinámica económica, al intercambiar productos hacia y desde diferentes lugares de manera más rápida, efectiva y a menor costo. Además, los recorridos fueron más cómodos y les permitió a los viajeros llevar más carga con ellos si lo requerían. Desde entonces la afluencia de visitantes a la ciudad, ya fuera por gente de negocios, peregrinos o aventureros, se incrementó notablemente. Fue a partir de ese tiempo que algunos vecinos de Pátzcuaro vieron la oportunidad de invertir en servicios de hospedaje, alimentos, transporte y venta de productos destinados al turismo.81 El Ayuntamiento vio con buenos ojos esta nueva actividad que beneficiaba a la ciudadanía, pero también a los empresarios, muchos de los cuales ocupaban cargos administrativos en el gobierno municipal o eran familiares y amigos de los funcionarios. Desde 1899, la introducción de la energía eléctrica en la ciudad permitió tener mejor iluminadas las calles, plazas y edificios, incluyendo los hoteles, que gracias a tal adelanto podían ofrecer un mejor servicio. Estos sitios de hospedaje fueron sustituyendo a los mesones, pues además ofrecían habitaciones más limpias y cómodas, alimentos, servicio de bar y billares para hacer más placentera la estancia, así como información turística y servicios de transporte foráneo. A finales del siglo xIx, los visitantes que llegaban a Pátzcuaro en tren podían hospedarse y tomar alimentos en el hotel Ibarra, a unos cien metros de la estación.82 En el centro de la ciudad se ubicaba el hotel Acha, conocido como hotel de las Diligencias, el hotel De la Concordia y, poco 80 Javier Ocampo López, “La microhistoria en la historiografía general”, en HIsToReLo, col. 1, núm. 1, junio 2009, pp. 202-228. 81 José Manuel Martínez Aguilar, “Una mirada al surgimiento del turismo en Pátzcuaro durante el porfiriato”, en Pasos, revista de turismo y Patrimonio Cultural, vol. 15, núm. 2, abril 2017, pp. 409-418. 82 El hotel Ibarra, propiedad de Francisco Sólorzano Solórzano, funcionó desde 1888. El hotel Del Lago, de Julio Miguel Alfaro, ya existía en 1809. 336 En camino a la modernidad después, el hotel Quiroga y el Mercado.83 A principios del siglo xx ya estaba en funcionamiento el hotel Del Lago, que se encontraba justo atrás de la estación del ferrocarril. Cerca de ahí la Sociedad de Navegación construyó seis lujosos chalets que tenían vista al lago y su propio embarcadero.84 Mejorar el transporte fue una necesidad para la gente del lugar y de los pueblos vecinos que comerciaban en la ciudad, pero también para el crecido número de turistas y peregrinos que acudían cada año a visitar la imagen de la Santísima Virgen de Nuestra Señora de la Salud. En 1887 ya se había puesto en circulación la pequeña embarcación de vapor, llamada Mariano Jiménez, que trasladaba a excursionistas de la hacienda Ibarra a Quiroga.85 En 1901 la Compañía de Navegación del lago de Pátzcuaro adquirió más embarcaciones de vapor y gasolina para que navegaran en el mismo lago. Seis años después estaba en funcionamiento un bote de motor a gasolina de nombre Victoria y poco más tarde uno de nombre Deba, así como uno de vapor llamado Don Vasco. Por su parte, los empresarios españoles Eduardo y Alfredo Noriega inauguraron en 1909 un remolcador, bautizado como Tzintzuntzan. Casi al mismo tiempo el hotel Del Lago puso en servicio lanchas de motor.86 Antes de que llegara el tranvía se podían tomar en la estación del ferrocarril los carruajes que conducían a los pasajeros al centro de Pátzcuaro, con un costo de 25 centavos. Los caminos de la ciudad y sus alrededores solían estar en malas condiciones y con frecuencia -sobre todo en tiempo de lluvias- los carruajes se atascaban o descomponían con facilidad. Aunque el gobierno municipal hacía reparaciones, fue a inicios del siglo xx cuando pusieron mayor empeño en renovar las vías que rodeaban de la plaza principal, así como la calle que conducía a la estación del tren, la calle Ibarra y algunos puentes. El tranvía, al igual que el ferrocarril y la energía eléctrica, era un símbolo de la modernización de las ciudades del porfiriato. La llegada del tranvía Poco después de la inauguración del ferrocarril en Pátzcuaro, se conformó una compañía comercial para construir una línea de tranvía de tracción animal, del centro de la ciudad a la estación, conocida como Ibarra, y viceversa, con un presupuesto inicial de 26,000 pesos. Los fundadores eran Victoriano Torrentera, Agustín Villanueva, Nicolás Luna y Amado Espinosa, cuatro empresarios y políticos de la ciudad.87 En agosto de 1887 Agustín Villanueva y los nuevos socios Pedro Beaurain, 83 Thomas A. Janvier, The Mexican guide, New York, Charles Scribner´s Sons, 1980, p. 463. 84 María T. Cortés Zavala, “Pátzcuaro: remembranza y aconteceres del ayer”, en Gerardo Sánchez Díaz (coord.), Pueblos, villas y ciudades de Michoacán en el Porfiriato, Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas/UMSNH, 1994, p. 118. 85 La Juventud Literaria, 15 de mayo 1887, p. 6. 86 Thomas P. Terry, Terry´s Mexico Handbook of travelers, New York, Houghton Miffin Company, 1909, p. 313. 87 Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro (en adelante AHMP), actas de cabildo libro, f. 72. Torrentera fue prefecto de la ciudad, coronel del primer cuerpo de rurales de la federación, agricultor y empresario. Agustín Villanueva tenía tierras de labor agrícola y fue presidente municipal en 1888. Nicolás Luna era médico, presidente municipal en 1886, 1890 y 337 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Diego Díaz Barriga y Espiridión Melgoza,88 solicitaron al Ayuntamiento de Pátzcuaro que se les concediera establecer un tranvía de la ciudad a la estación del tren. La respuesta fue afirmativa, aunque faltaba el permiso del gobernador del estado. Por desgracia, el 19 de enero de 1889 Victoriano falleció, dejando a sus socios la tarea de seguir las gestiones para obtener el permiso definitivo.89 Fue Diego Díaz Barriga,90 uno de los gestores para la introducción del ferrocarril en Pátzcuaro,91 quien consiguió, el primero de junio de 1889, que la legislatura del estado de Michoacán expidiera una ley concediéndole autorización para la construcción y comercialización de la vía, misma que se ejecutaría en término de tres años.92 El problema era que la concesión para la puesta en operación de tranvías en varias ciudades, incluyendo Pátzcuaro, la tenía la Compañía de Fierro Nacional Mexicano desde 1886. Para 1892 el proyecto del tranvía seguía sin ejecutarse, debido a que la compañía que tenía la concesión no la ejercía. En una ocasión se presentó el médico Melesio Medal, quien representaba al señor Marcos Ortega, vecino de Morelia, para solicitar la obra del tranvía en Pátzcuaro. El dictamen del Ayuntamiento fue favorable, ya que el visto bueno que se le había dado a la empresa que representaba el señor Díaz Barriga había caducado, pero el obstáculo mayor seguía siendo que la cfnM, que legalmente poseía el permiso.93 Los trámites llevaron mucho más tiempo del que se esperaba, hasta que en 1896, el entonces presidente municipal José Arriaga presentó el proyecto al Ministerio de Comunicaciones en la Ciudad de México.94 El mismo año, los representantes de Compañía de Fierro Nacional Mexicano determinaron que a pesar de que ya tenían las líneas contratadas estaban dispuestos a ayudar a la empresa particular de Pátzcuaro para que ejecutara el proyecto, pues ellos no pensaban hacerlo. 95 Una vez teniendo la anuencia de la cfnM, el 5 de diciembre de 1898 el arzobispo José Ignacio 1891. Amado Espinosa Torres tenía tierras agrícolas y era socio de Victoriano Torrentera y Antonio Navarro en el negocio de los empeños. 88 Fue regidor en 1886 y presidente municipal de enero a junio de 1888. 89 El Siglo XIX, 21 de enero 1889, p. 2. 90 AHMP, actas de cabildo, libro 9, f. 72; libro 10, f. 22. Tenía una fábrica de loza fina; fue presidente municipal en agosto de 1886 y 1888; diputado federal entre 1890 y 1894. 91 Georgette, José Valenzuela, Los ferrocarriles y el general Manuel González, México, Universidad Iberoamericana, 1994, pp. 141-143. 92 El Diario del hogar, 13 de noviembre 1887, p. 3. 93 AHMP, actas de cabildo, libro 10, ff. 123-124. 94 AHMP, actas de cabildo, libro 11, f. 146. 95 Ibídem, f. 170. 338 En camino a la modernidad Árciga y Ruiz de Chávez bendijo el camino del tranvía de la ciudad y se colocó el primer riel. En febrero de 1899 finalmente se terminó el tendido de las vías y se puso en servicio el transporte, con asistencia de autoridades y vecinos de Pátzcuaro.96 El primer gerente fue Ramón Carranco,97 un empresario guanajuatense radicado en Pátzcuaro, socio de la Compañía Limitada de Luz Eléctrica de Pátzcuaro S. Cop. A., quien acepto administrar el negocio en beneficio de la sociedad y con dividendos para la empresa. Poco después Carranco dejó la gerencia del tranvía para ponerse a cargo de una cooperativa.98 Tranvías entre la plaza de San Agustín y el hotel De la Concordia (Ca. 1908). Floresll foto. Fototeca del Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro. 96 Centinela, 5 de marzo 1899, p. 3. 97 La Libertad, 16 de mayo 1899, p. 3. 98 José Manuel Martínez Aguilar, 100 Patzcuarenses que han dejado huella, Morelia, Genotipo gráficos, 2017, pp. 108111. 339 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad De la estación a la calle Ibarra Ya estando en funcionamiento el tranvía, los pasajeros que bajaban del tren y deseaban trasladarse al centro de la ciudad tenían que caminar unos cuantos metros para abordarlo.99 Un par de jóvenes ofrecían llevar las maletas de los viajeros a cambio de unas monedas. Los equipajes eran acomodados arriba de los carros con ayuda de los conductores. Una vez que los pasajeros estaban en sus asientos y los relojes indicaban la salida, los carros avanzaban tirados por cuatro mulas con rumbo al sureste, donde estaba el poblado. Tomaba un camino empedrado de pendiente ascendente, hasta llegar a la calle de los Molinos, donde se encontraba el molino de Guadalupe; hasta el barrio de la Cruz Verde, pasando el molino San Rafael y continuando hasta la plazuela de San Agustín. La mayoría de los viajeros que llegaban a la ciudad para quedarse por uno o más días bajaban frente a esta plazuela donde se ubicaba el hotel De la Concordia, uno de los primeros hoteles de la ciudad, para hospedarse y tomar sus alimentos. También podían alojarse en el hotel Mercado, al sur de la misma plazuela, o en uno de los muchos mesones que había en el centro de la ciudad, como el San Agustín, San Cristóbal, del Arcángel, El Salvador, entre otros. No obstante, la mayoría de los pasajeros que abordaban el tren urbano eran comerciantes que provenían de los pueblos ribereños y se dirigían al centro del poblado a vender su mercancía. De la plazuela de San Agustín, el tranvía continuaba por la calle de Zaragoza hasta llegar a la esquina de la plaza principal, donde doblaba hacia el poniente, por la calle Pedro Antonio de Ibarra, donde hacía una última parada. El tren continuaba hasta el depósito ubicado en el número 57 de la misma calle, donde desenganchaban los arneses de las mulas para que de regreso el carro bajara por inercia, controlado por el conductor mediante un freno, en tanto que las bestias eran llevadas aparte.100 Los carros de tranvía, que llegaron a ser al menos cuatro, debían estar bien sincronizados para no encontrarse en el trayecto, pues sólo había un par de rieles. El único tramo donde se bifurcaban y se volvían a unir era frente a la plazuela de San Agustín, justo enfrente del hotel De la Concordia, pues era una de las paradas principales. Un texto de 1908 indicaba que los tranvías hacían viajes a la estación cada hora, partiendo de la plaza principal, mientras que de la estación al centro eran cada media hora.101 99 Los carros utilizados habían sido fabricados por la John George Brill Company, en Brill, Filadelfia, y transportados por tren hasta Pátzcuaro. 100 Melchor, Ramos Montes de Oca, La colonia de Pátzcuaro, Morelia, Morevallado, 2014, pp. 79, 82-83. 101 Bonavit, Julián y Carlos Treviño, Breve guía histórica de la Ciudad de Pátzcuaro, Morelia, Talleres de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz, 1908, p. 52. 340 En camino a la modernidad Cuando arribaba a la ciudad algún visitante distinguido, uno de los carros del tranvía más nuevos era adornado para transportarlo a su destino, tal como pasó en enero de 1908 cuando llegó a la estación de Ibarra el gobernador Aristeo Mercado, acompañado del vicepresidente de la República don Ramón Corral y los gobernadores del Distrito Federal, don Guillermo de Landa y Escandón, y de Puebla, el general don Mucio P. Martínez, así como los licenciados Francisco Alfaro y Luis G. Valdés. En esa ocasión fueron recibidos por las autoridades municipales, quienes los acompañaron a bordo del tranvía al centro de la ciudad, para ser alojados en la casa de don Abundio Barriga y de don Luis G. Arriaga, dos importantes empresarios agrícolas de la ciudad.102 En cuanto a las tarifas del peaje, éstas tuvieron diferentes ajustes a lo largo del tiempo que duró el servicio. De inicio, el traslado tenía un costo de diez centavos por persona, más otros cinco o diez si llevaban equipaje pesado o voluminoso, mientras que los niños menores de dos años que viajaran en los brazos de un adulto estaban exentos de pago. En 1916 el señor Alberto Martínez, entones propietario de los tranvías, solicitó al gobierno del estado un permiso para aumentar las tarifas de pasajes y fletes argumentando que los gastos de mantenimiento, alimentación de mulas y pago a empleados no le dejaba ganancias.103 Al parecer se le concedió el aumento, pero unos años después el gobierno municipal, encabezado por José Carrillo Arriaga, pidió a la empresa del tranvía que bajara las tarifas de pasaje a diez centavos. También exigió que el servicio se hiciera por horas corridas, de seis de la mañana a seis de la tarde, y que sincronizara el servicio a la hora de llegada y salida del ferrocarril, ajustándose a los cambios que hiciera el tren.104 Además, en sesión de cabildo se acordó poner dos gendarmes en la estación del ferrocarril para evitar desórdenes a la hora de la llegada del tren y el abordaje de los pasajeros al tranvía.105 Más tarde, Alfredo Manríquez, representante del nuevo propietario de la empresa de los tranvías, José Juárez Sosa, pidió aumento del 20% en pasajes alegando que desde se habían fijado los precios, hacía varios años atrás, no había aumentado la cuota.106 Tiempo después, el dueño de la empresa elevó las tarifas sin pedir la autorización y solamente fue advertido de que se requería la anuencia de las autoridades correspondientes para aumentar el costo de los pasajes.107 102 El Mundo Ilustrado, 19 de enero 1908, pp. 6-7. 103 AHMP, actas de cabildo, 20 de mayo 1916, libro 13, f. 19; Ibídem, 20 de noviembre 1916, f. 32. 104 AHMP, actas de cabildo, libro 15, 5 de marzo 1921, f. 88. 105 Ibídem, 19 de abril 1921, f. 90. 106 Ibídem, ff. 59-61. José Juárez Sosa fue miembro del cabildo de Pátzcuaro en 1921 y 1922. Presidente municipal interino por dos días, del 10 al 12 de febrero de 1922. Entonces era dueño del hotel México, en la misma ciudad. Se aprobó sólo el 5%, quedando de la siguiente manera: el pasaje tendría un costo de 20 centavos, la tarifa por llevar bultos no voluminosos era de 10 centavos; por una carga de hasta 50 kg, 20 centavos por bulto y de más de 50 hasta 100 kg, 30 centavos por bulto. 107 AHMP, actas de cabildo, libro 15, f. 24. 341 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Tranvías de mulitas cerca de la estación del ferrocarril.Globe Stereograph Co. Fototeca del Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro. 342 En camino a la modernidad Quejas y fallas Cuando circulaba el tranvía de Pátzcuaro, más de un usuario se quejó de las malas palabras que ciertos pasajeros empleaban y del mal ejemplo que daban a los niños.108 Debido a estos comportamientos el Ayuntamiento pidió a la administración que colocara un letrero en los carros prohibiendo a los pasajeros utilizar palabras obscenas, ya que de hacerlo se les impediría abordar los coches.109 También estaba prohibido subir en estado de ebriedad o cualquier otra condición que ofendiera la moral, o si eran portadores de alguna enfermedad contagiosa. Pero las malas palabras no eran de los incidentes más preocupantes. Según el periódico La Libertad, en una ocasión, el señor José María Rodríguez Sámano, hijo del reconocido abogado Anselmo Rodríguez, fue obligado a descender de un tranvía porque el conductor necesitó dar cumplimiento a una prevención expresa del bando de policía. Molesto, el pasajero amagó con sacar su pistola, pero el conductor lo asió fuertemente hasta que intervino el señor Francisco Solchaga, administrador de la línea de tranvías, amonestando a ambos y dando fin a la escena.110 Otro periódico dio una versión muy diferente del incidente. Según éste, una vez que el señor Rodríguez descendió del tranvía en la plazuela de San Agustín, un sirviente le ayudó a bajar su equipaje; el conductor debió creer que el asistente era otro pasajero y le exigió pagar los 15 centavos del pasaje. El señor Rodríguez le reprochó el abuso al conductor, quien reaccionó de manera agresiva, empujándolo y tirándolo al piso. Don Francisco Solchaga, encargado del tranvía, presenció lo sucedido y ayudó a levantar al señor Rodríguez, sin reprender al conductor. El columnista preguntaba si el señor Tirso Sáenz, que para entonces era el propietario de la empresa, podía consentir tales atropellos a los pasajeros y si el prefecto de Pátzcuaro dictaría alguna medida para castigar al culpable.111 Las quejas no terminaban ahí. En varias ocasiones se denunció el mal servicio del transporte y el riesgo que corrían los pasajeros al abordar los carros, ya que los accidentes se habían vuelto más constantes. Recién se había inaugurado la ruta del tranvía cuando uno de los carros se volcó en el punto más peligroso, haciéndose pedazos y causando graves contusiones al conductor y unos empleados de la empresa que iban en una plataforma, enganchada en la parte trasera del carro; en esa ocasión no llevaba pasajeros. Un periodista reseñaba que de San Agustín había una pendiente hacia la estación del tren, por lo que los coches no necesitaban mulas y sólo avanzaban por gravedad al gobierno del garrote manejado por el conductor. Como en esa ocasión se rompió el garrote, el chofer inexperto no pudo frenarlo, hasta que se descarriló. Señaló que el desastre produjo alarma 108 El Centinela, 18 de junio 1905, pp. 1, 3. 109 AHMP, actas de cabildo, 20 de mayo 1916, libro 13, f. 19. 110 La Libertad, 3 de abril 1900, p. 3. 111 El Centinela, 11 de noviembre 1900, pp. 2-3. 343 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad entre los usuarios, ya que de romperse nuevamente el garrote mientras el tranvía llevara pasajeros, ocurriría una desgracia mayor. Por último, alertaba que la vida de los usuarios estaba en peligro y las autoridades debían vigilar por su seguridad y pedir a la empresa que cambiara la ruta por donde no hubiera tanta inclinación.112 Poco después se publicó que el servicio del tranvía se encontraba en lamentable estado debido a que se había empleado a conductores sin experiencia que no conducían con cuidado. En cierta ocasión ocurrió que una indígena que salía de comprar maíz de un expendio inmediato a la plazuela de San Agustín fue atropellada por el tranvía, causándole la muerte.113 El columnista exhortaba al empresario Tirso Sáenz para que se les diera una indemnización a los tres hijos de la víctima.114 Otra volcadura ocurrió el 17 de diciembre de 1906 cerca de la estación del tren, resultado muerto el cochero Antonio Saldaña, mientras que once pasajeros quedaron heridos de menor o mayor gravedad. Un grupo de vecinos denunciaron el suceso y suplicaron al periódico que mediante su conducto solicitaran a la dirección de Obras Públicas que nivelaran el camino por donde circulaba el tranvía, ya que en las condiciones en que se hallaba era muy difícil el tránsito de los carruajes.115 Con todo y las adversidades, durante la Revolución Mexicana, el tranvía siguió ofreciendo sus servicios. En este periodo, los usuarios provenientes de otras entidades fueron menos frecuentes, debido a la inseguridad que representaba viajar y que los bolsillos del grueso de la población estaban vacíos. Quienes sí se sirvieron de los carros fueron los soldados federales que eran enviados para resguardar la ciudad, sobre todo después de que un grupo de revolucionarios tomara la ciudad por unos días. En esa ocasión los rebeldes abandonaron la plaza al saber que el general de brigada Alberto Yarza, jefe de las armas de Morelia, había destacado una columna para perseguirles.116 El primero de julio de 1913, uno de los grupos de federales a cargo de Francisco Cárdenas mandó colgar a dos prisioneros en dos árboles, de la plaza mayor y de la plazuela de San Agustín, a unos pasos de las vías del tren urbano. Estos actos preocuparon a las autoridades locales, quienes solicitaron mayor seguridad y tranquilidad para la población. El 2 de julio arribaron más tropas federales a la ciudad con el propósito de establecerse por algunos meses mientras intentaban controlar a los grupos rebeldes. Lo cierto es que la gente seguía teniendo miedo a viajar. En 1913, por ejemplo, se anunció que para la próxima fiesta del 8 de diciembre, en honor a la Virgen de la Salud, habría seguridad en el tren y en los caminos para la gente que quisiera visitar a la ciudad; pero con 112 El Centinela, 11 de junio 1899, p. 3. 113 No se conoce el nombre de los conductores de entonces. En la década de 1930 tres de los conductores de los tranvías fueron Juan Nambo, Jacinto Zarco y Diego Villanueva. Información de Felipe Pimentel Ramos, junio de 2012. 114 El Centinela, 23 de septiembre 1900, pp. 2-3. 115 El Popular, 19 de diciembre de 1906, p. 4. 116 El País, 28 de junio 1913, p. 3. 344 En camino a la modernidad todo el número de visitantes fue muy reducido. Lo único que estuvo muy concurrido fue el espectáculo que se presentó en nuevo teatro Salón Apolo, instalado frente a la parada principal del tranvía, frente al hotel De la Concordia.117 Es probable que durante este tiempo de crisis social y económica la empresa no obtuviera ganancias suficientes para darle mantenimiento a las vías y los coches. En 1912, por ejemplo, varias personas se quejaron de que la madera que soportaba los rieles del tranvía se encontraba podrida. El Ayuntamiento, atendiendo a las reclamaciones, remitió un oficio al entonces propietario de la empresa, Alberto Martínez, para que procediera a hacer las reparaciones cuanto antes y así garantizar la seguridad del público.118 En 1924 uno de los coches del tranvía se descarriló, por lo que el Ayuntamiento, encabezado por José Pimentel, cobró a la empresa una multa de cien pesos y le dio un plazo de treinta días para que compusiera las vías y frenos de los coches, ya que de no hacerlo se suspendería el tráfico.119 Ya con anterioridad se le había advertido a la empresa que se sancionaría si ponían en servicio carros y plataformas que no estuvieran en buenas condiciones de seguridad. El ex presidente municipal José Juárez Sosa se comunicó con la tesorería pidiendo que no se hiciera efectiva la multa e informando que los arreglos se harían a la brevedad, pero la respuesta fue negativa y la multa se hizo efectiva. Después del accidente se comisionó a dos miembros del Ayuntamiento para que pasaran al depósito del tranvía a inspeccionar los carros.120 Más tarde, surgieron quejas por el cambio de paradas de los carros. Según la señora Francisca C. viuda de García, el tranvía no se detenía frente al hotel De la Concordia, con perjuicio para los huéspedes. Ante la queja, el cabildo resolvió citar al señor Juárez para aclarar el cambio. 121 Al parecer, en esta ocasión se logró que la parada se respetara. Fue hasta 1929 que el secretario del Ayuntamiento propuso que se formara una comisión para reglamentar la empresa del tranvía, siendo que éste estaba en funcionamiento desde hacía tres décadas atrás, por lo que se puede ver que tal reglamento no existía o era ineficiente.122 Se sabe que para el quince de enero de 1932 el propietario de la empresa del tranvía era Jesús Valencia. En esa fecha el dueño se quejó del robo de la tubería del depósito de los carros. Al siguiente año se le dio autorización al mismo Valencia para construir dos “Y” para el acceso del 117 El Centinela, 12 de diciembre 1913, pp. 3-4. 118 AHMP, actas de cabildo, 12 de marzo 1912, libro 12, f. 31. 119 AHMP, actas de cabildo, 13 de octubre 1924, libro 15, ff. 2-4. 120 Idídem, 14 de noviembre 1924, ff. 6-7. 121 Idídem, 16 de julio 1925, f. 30. 122 HMP, actas de cabildo, 8 de septiembre 1929, libro 16, f. 163. 345 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad tranvía; una en la primera de la calle Ibarra y otra en la segunda de la calle Lloreda.123 Al parecer no se llevó a cabo la obra, pues poco después dejaron de funcionar los trenes urbanos para dar paso a los camiones y carros de motor de gasolina. Tranvía entre las calles Ibarra y Zaragoza, Ca. 1908. Anónimo. Fototeca del Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro. 123 Ibídem, 2 de abril 1933, libro 16, f. 283. 346 En camino a la modernidad El empresario Tirso Sáenz y el fin del tranvía El tranvía tuvo distintos propietarios, pero ninguno tan interesante como Tirso Sáenz, ya que también fue el dueño de la empresa de tranvías en Morelia, donde invirtió como ninguno de sus predecesores para extender las vías hacia distintos puntos de la ciudad. Sobre este empresario se sabe que nació en Santa Clara del Cobre, Michoacán, en enero de 1841; hijo de Francisco Sáenz e Ignacia Luna, descendientes de empresarios y comerciantes españoles; casado con María de la Soledad Plancarte Menocal, sobrina de quien fuera obispo de Puebla y abad de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, don Pelagio Antonio Labastida y Dávalos.124 La pareja y sus hijos vivieron en Pátzcuaro, Morelia y la Ciudad de México; en esta última, en la colonia San Rafael. Tirso fue un hombre respetado por el éxito que tenía en sus negocios, pero más apreciado por la sociedad de su tiempo por apoyar obras de caridad. Por ejemplo, en diciembre de 1899, después de que el arzobispo José Ignacio Árciga coronara a la Virgen de la Salud de Pátzcuaro, el señor Sáenz lo hospedó en su casa para darle los cuidados necesarios, ya que el prelado estaba muy enfermo, aunque con todo y las atenciones de Sáenz, Árciga falleció en enero de 1900.125 En su casa también hospedó en 1904 al obispo de Cuernavaca don Francisco Plancarte y Navarrete, con motivo de las fiestas de la Virgen de Guadalupe.126 Tres años más tarde, dio una importante donación para la reconstrucción de la cárcel municipal de Pátzcuaro.127 De sus negocios se sabe que fue miembro del Consejo de Administración de la Compañía Bancaria Católica de México, que se encontraba en la calle Capuchinas, en la capital del país. Renunció a finales de 1905, después de que se dio a conocer la quiebra del banco.128 Poco tiempo antes había comprado el antiguo Hotel Gillow, ubicado en la calle Isabel la Católica, número 17, en el actual centro histórico de la Ciudad de México. Una vez que tomó posesión del inmueble lo remodeló para darle el confort, lujo y servicio de un hotel de primera clase. El domingo 11 de Septiembre de 1904, con la asistencia del presidente Porfirio Díaz y del ministro de Justicia e Instrucción, Justino 124 Gabriel, Ibarrola, Familias y casas de la vieja Valladolid, Morelia, fIMAx, p. 54. 125 J. Galván Zavala, Apuntes históricos de la ciudad de Pátzcuaro, Morelia, Tip. Mercantil J. Zavala y Cia, 1924, p. 58. 126 La Voz de México, 24 de mayo 1904, p. 1. 127 La Patria, 16 de enero 1907, p. 1. 128 La Voz de México, 10 de diciembre 1905, p. 2. 347 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fernández, lo reinauguró con gran solemnidad.129 El hecho de que el Presidente de la República acudiera a la reapertura del hotel es indicativo de la importancia que tuvo el evento y de las influencias que había ganado el señor Sáenz en la sociedad de su tiempo.130 Sáenz también fue propietario del hotel Metropolitano y de la hacienda Xaltipa y sus anexas Tlaltepan, San Juan Atempa y Rancho de Rivero, alias Buena Vista, y las del Sabino, Almaraz y la Corregidora, mismas que vendió a la señora Laurence Ricard de Braniff y al señor Thomas Braniff, el 31 de diciembre de mil 1904.131 El 4 de enero de 1890, Sáenz había adquirido la Compañía Limitada de Ferrocarriles Urbanos del estado de Michoacán en cuarenta mil pesos: veinticinco mil por los derechos de la concesión de 1883 que amparaba la construcción de ferrocarriles urbanos de Morelia y otras ciudades, entre ellas Pátzcuaro, que incluía vías, estación y terrenos; y en quince mil los coches, mulas, plataformas, enseres y demás accesorios. Los anteriores propietarios se habían desecho de la empresa por las pocas ganancias que les generaba, lo que les impedía hacer mejoras y renovar las deterioradas vías. Es probable que no tuvieran una buena administración y los cuidados necesarios para evitar los descarrilamientos y uno que otro atropellado, lo que les ocasionó continuas demandas y quejas de los usuarios.132 En el año de 1894, una vez que se había hecho las reparaciones necesarias, Sáenz obtuvo permiso del gobierno para prolongar la línea del tranvía de Morelia hasta el nuevo panteón municipal, que se inauguró el primero de enero de 1895. Para entonces, el administrador del tranvía era su hermano Juan M. Sáenz, quien había trabajado como administrador de una de las minas de cobre en las cercanías de Santa Clara, propiedad del patzcuarense Francisco Arriaga. En 1902 don Tirso solicitó permiso para extender la vía hacia el sur de la ciudad, rumbo al pueblo de Santa María de los Altos, pero nunca se concluyó. En febrero de 1909 se asoció con Joaquín E. Oseguera, Felipe Iturbide, Ramón Ramírez García, Francisco Elguero, todos fundadores del Banco Refaccionario de Michoacán,133 y Loreto Árciga, hermana del arzobispo José Ignacio Árciga y viuda Juan M. Sáenz, para crear la compañía llamada Empresa Michoacana de Tranvías Eléctricos, S. A., con un capital de 330,000 pesos. La idea era convertir al tranvía en un sistema eléctrico, pero el inicio de la Revolución Mexicana truncó el proyecto.134 129 http://www.hotelgillow.com/historia.html, fecha de consulta 21 de diciembre 2018. 130 Murió en la Ciudad de México el 30 de julio de 1919, de 78 años de edad, a causa de una afección cardiaca. Fue enterrado en panteón español. 131 Gabriel Ibarrola, op. cit., p. 54. 132 J. Alfredo Uribe Salas, Morelia, los pasos a la modernidad. Morelia, Instituto de investigaciones históricas/UMsnH, 1993, pp. 26-29. 133 Álvaro Ochoa Serrano, Repertorio michoacano 1889-1926, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1995, p. 378. 134 J. Alfredo Uribe Salas, op. cit., pp. 26-29. 348 En camino a la modernidad Poco después de que Sáenz vendiera la empresa, las fallas del tranvía continuaron en Morelia. Eran comunes las quejas por conglomeración en los trenes, irregularidad de horarios, trenes viejos, mulas flacas que no tenían fuerza para tirar de los coches, conductores que andaban sucios y mal fajados y vías en mal estado que hacían latentes los descarrilamientos y ponían en riesgo la vida de los usuarios, por lo que también se llamaba la atención a la empresa del tren urbano.135 El tranvía había logrado sustituir el transporte de diligencias en la ciudad; sin embargo, desde la década de 1920 tuvo que competir con el servicio que comenzaron a dar los automóviles y camiones de motor de gasolina. A principios de 1925 un grupo de quince vecinos de Pátzcuaro se asociaron para construir un nuevo camino del centro de la ciudad a la estación del ferrocarril -ahora avenida Lázaro Cárdenas-. La aportación que hicieron era en realidad una inversión, ya que las acciones les daba derecho a utilizar automóvil particular por seis años o tener una concesión de transporte público por cuatro, sin pagar impuesto alguno.136 El camino fue habilitado en poco tiempo y de inmediato se pusieron en servicio varios camiones de transporte público. Al principio cada concesionario establecía sus propias tarifas, por lo que el regidor Rafael García pidió al Ayuntamiento que se regularan los cobros.137 Ante el aumento paulatino de camiones y automóviles en la ciudad se hacía necesaria la instalación de estaciones de gasolina. En marzo de 1926 se autorizó instalar una bomba a los arrendatarios del hotel De la Concordia.138 Después se otorgó otro permiso al ex presidente municipal Juan B. Carvajal para una nueva gasolinera frente al hotel Guízar México –antes hotel Mercado–, misma que fue inaugurada el 23 Abril de 1926, comercializando combustible de la Huasteca Petroleum Company. Una año más tarde, Adalberto Castillo y Compañía pidieron permiso para instalar otra gasolinera enfrente del mismo hotel, pero antes de ser autorizada, José Heredia, en representación de la misma compañía, pidió que se le permitiera instalar la bomba frente al hotel De la Concordia, aunque no se sabe cuál fue la resolución en esta ocasión.139 En 1934 los taxistas solicitaron hacer paradas frente a los hoteles Plaza y De la Concordia.140 Poco después se levantaron todas las vías del tren urbano definitivamente. En los años posteriores debió extrañarse este tipo de transporte ya que durante la Segunda Guerra Mundial la gasolina y las refacciones automotrices escasearon y se encarecieron en todo el país. 135 El Centinela, 26 de abril 1914, p. 4. 136 AHMP, actas de cabildo, 25 de febrero 1925, libro 15, ff. 18-22. 137 Ibídem, 18 de mayo 1925, f. 25. 138 Ibídem, 29 de marzo 1926, ff. 54-55. 139 Ibídem, 14 de marzo 1927, ff. 84, 87-88. 140 Ibídem, f. 30. 349 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Un carro de tranvía entre el hotel De la Concordia y el hotel Mercado, Ca. 1908-1915. Anónimo. Fototeca del Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro. 350 En camino a la modernidad Conclusión El trabajo aquí presentado muestra cómo, inmediatamente después de su inauguración, el tranvía de Pátzcuaro se convirtió en el medio de transporte más importante de las primeras décadas del siglo xx, ya que permitió agilizar el traslado de personas y mercancía hacia y desde la ciudad, como una extensión urbana del ferrocarril. En los mismos años que estuvo en uso el tren urbano, y en parte gracias a él, el turismo comenzó a despegar en Pátzcuaro, aunque la Revolución Mexicana no permitió su desarrollo. Logró mantener vigencia y utilidad durante casi cuatro décadas pero no siempre tuvo fallas en su funcionamiento. A diferencia de la Ciudad de México donde este medio de transporte evolucionó de manera notable, se electrificó y funcionó hasta la década de 1970, el tranvía de Pátzcuaro no tuvo un desarrollo importante, aunque fue uno de los pocos –solo cincoque circularon en el estado de Michoacán. Los empresarios que participaron en la creación y puesta en marcha del negocio del tranvía eran en su mayoría gente adinerada de la ciudad o que tenía relación de parentesco y amistad con la sociedad patzcuarense, la mayoría involucrados en cargos del Ayuntamiento. Al igual que en otros negocios, esta posición privilegiada les permitió obtener beneficios por un tiempo, pero la crisis que ocasionó la Revolución Mexicana, la introducción de los camiones de motor y una mala administración, ocasionó que fuera imposible mantener el negocio y sacar buenos dividendos del mismo. El caso del empresario Tirso Sáenz como propietario del tranvía es significativo, pues era un michoacano que tenía sus negocios en la Ciudad de México, pero había decido adquirir las compañías del tren urbano de Morelia y Pátzcuaro; posiblemente, al ver que este tipo de transporte se había desarrollado con éxito en la capital del país y podía ser igual de fructífero en Michoacán. No obstante, los documentos de archivo y las noticias de la época dan cuenta que los problemas que tuvo él y sus sucesores para administrarlo y hacerlo funcionar adecuadamente. 351 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía Bonavit, Julián y Carlos Treviño, Breve guía histórica de la Ciudad de Pátzcuaro, Morelia, Talleres de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz, 1908. Cortés Zavala, María T., “Pátzcuaro: remembranza y aconteceres del ayer”, en Gerardo Sánchez Díaz (coord.), Pueblos, villas y ciudades de Michoacán en el Porfiriato, Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas/UMsnH, 1994, pp. 116-132. Galván Zavala, J., Apuntes históricos de la ciudad de Pátzcuaro, Morelia, Tip. Mercantil J. Zavala y Cia, 1924. Ibarrola, Gabriel, Familias y casas de la vieja Valladolid, Morelia, fIMAx, 1969. José Valenzuela, Georgette, Los ferrocarriles y el general Manuel González, México, Universidad Iberoamericana, 1994. Janvier, Thomas A., The Mexican guide, New York, Charles Scribner´s Sons, 1980 Martínez Aguilar, José Manuel, 100 Patzcuarenses que han dejado huella, Morelia, Genotipo gráficos, 2017. Martínez Aguilar, José Manuel, “Una mirada al surgimiento del turismo en Pátzcuaro durante el porfiriato”, en Pasos, revista de turismo y Patrimonio Cultural, vol. 15, núm. 2, abril 2017, pp. 409-418. Ocampo López, Javier, “La microhistoria en la historiografía general”, en HIsToReLo, col. 1, núm. 1, junio 2009, pp. 202-228. Ochoa Serrano, Álvaro, Repertorio michoacano 1889-1926, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1995. Ramos Montes de Oca, Melchor, La colonia de Pátzcuaro, Morelia, Morevallado, 2014. Terry, Thomas P., Terry´s Mexico Handbook of travelers, New York, Houghton Miffin Company, 1909. Uribe Salas, J. Alfredo, Morelia, los pasos a la modernidad. Morelia, Instituto de investigaciones históricas/UMSNH, 1993. 352 LOS PEQUEÑOS PROPIETARIOS DE PÁTZCUARO. CARACTERÍSTICAS SOCIO-DEMOGRÁFICAS Y PROTAGONISMO POLÍTICO (1880- 1939) Juan Manuel Mendoza Arroyo141 En las tres últimas décadas del siglo xIx las políticas porfiristas de apertura al capital extranjero propiciaron el desarrollo de las comunicaciones (construcción de vías férreas, telégrafos y caminos), y la introducción de la energía eléctrica en las industrias, las ciudades y los pueblos. En materia agraria, los repartos de bienes comunales incrementaron la compra venta de tierras. La introducción de maquinaria amplió la capacidad productiva de varias haciendas incrementando en algunos casos su extensión territorial. Asimismo, se formaron nuevos ranchos surgidos de la fragmentación de propiedades descapitalizadas y de la compra de las tierras de comunidad. Si bien en algunos países europeos los inversionistas acumulaban capital a través de un incipiente intercambio monetario, en Pátzcuaro, como en muchas regiones de México, el pago con dinero era poco común, siendo más frecuente las formas de pago en especie. Los propietarios y co- 141 Instituto de Investigaciones Históricas, UMsnH. Correo electrónico: juan.mendoza@umich.mx Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad merciantes generalmente recurrían a documentos notariales que exhibían obligaciones de pago en especie, en trabajo y, ocasionalmente, en dinero. Para ello hacían respaldar su capacidad de crédito en la posesión de ciertos bienes y en la capacidad productiva de sus propiedades. La relativa estabilidad del régimen porfirista y sus políticas de apertura al capital extranjero favorecieron el establecimiento de compañías foráneas cuyos representantes establecieron contacto con los dueños de las casas comerciales de la ciudad de Pátzcuaro. Comerciaron con productos como el azúcar, el añil, la madera y el café, aunque para adquirirlos llegaron a comprar y vender maíz, frijol, trigo, carne y quesos, productos que eran la base para el intercambio de las otras mercancías. Algunas de estas compañías operaron de manera semejante a (o asociados con) los miembros de la oligarquía local, acaparando y especulando con ciertos productos de su interés. En Pátzcuaro, los grupos oligárquicos de la segunda mitad del siglo xIx, al igual que sus antepasados coloniales, se agrupaban en torno a lazos familiares y comerciales. La posición económica la mantenían mediante la diversificación de sus actividades productivas y mercantiles. 142 Sus redes familiares les permitían comercializar una gran variedad de productos europeos que llegaban a sus tiendas vía la ciudad de México: desde telas, objetos suntuarios y maquinaria que vendían a los hacendados. También comercializaban mercancías cuyo destino era la población en general. Su actividad mercantil les permitió acumular dinero, lo que favoreció su fama como prestamistas en una sociedad con escasez de circulante. Por ello, al referirnos a estas oligarquías hablamos de mecanismos de comercio particulares y de formas de acumulación de capital específicas en donde la propiedad de la tierra permitía usarla como aval para el financiamiento, y era su usufructo mediante la producción, lo que garantizaba los pagos en especie. Así los usos productivos de la tierra favorecían diversos mecanismos de renta, los que estructuraban las jerarquías de individuos y grupos pertenecientes a diversas categorías sociales: hacendados, rancheros, aparceros, peones, jornaleros y parcioneros. 142 Las elites a las que hacemos referencia se fueron consolidando desde finales del siglo xvII y durante todo el siglo xvIII, ocuparon posiciones de prestigio como hacendados, comerciantes, mineros, miembros prominentes de la iglesia y de otro tipo de sociedades tanto religiosas como filantrópicas. La influencia de este grupo oligárquico sobre la sociedad y el gobierno se expresaba a partir de redes de parentesco y paisanaje, mismas que eran fijadas por alianzas matrimoniales y vínculos de compadrazgo. Tales relaciones propiciaban la unión de negocios familiares y bienes mediante la práctica del mayorazgo; es decir, de la sucesión de tierras y riqueza al primogénito. Así, los bienes adquiridos por la elite se incrementaban y protegían, tanto por las relaciones e influencia familiar, como por la diversidad productiva en que eran invertidas las ganancias. Sobre el particular véase la introducción al libro de Carlos Juárez, La oligarquía y el poder político en Valladolid de Michoacán 1785-1810, Morelia, H. Congreso del Estado de Michoacán de Ocampo/cncA/Instituto Nacional de Antropología e Historia/Instituto Michoacano de Cultura, 1994. Véanse anexos estadísticos en Jaime Reyes Monroy, Los grupos de poder en Pátzcuaro 1786-1804, Tesis de licenciatura en Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1999. Gabriel Silva Mandujano, “Comerciantes Mineros y Vascos en Pátzcuaro durante el siglo xvIII”, en Amaya Garritz (coordinadora), Los vascos en las regiones de México, siglos xvI-xx, 2 t., México, Universidad Nacional Autónoma de México, Ministerio de Cultura del Gobierno Vasco, Instituto Vasco-Mexicano de desarrollo, 1996. 354 En camino a la modernidad La inversión de capitales extranjeros en el país y el desarrollo de áreas estratégicas como el transporte, la electricidad, la industria y la banca financiera dieron paso al surgimiento de una elite empresarial que tomó el control que antiguamente estaba en manos de las oligarquías comerciales. Al iniciar el siglo xx la economía fue introduciendo me manera gradual el uso de la moneda lo que hizo cada vez más obsoletas las formas de renta basadas en la acumulación y administración de grandes extensiones de tierra con fines de arrendamiento y aparcería. Estos cambios se aprecian en los testamentos de la época, pues fue quedando en desuso la institución del mayorazgo que antaño permitía conservar territorialmente las haciendas, de manera que, hacia finales del siglo xIx, era poco costeable mantener grandes propiedades, lo que favoreció la venta y división de las mismas. La existencia de testamentarías y sociedades productivas y mercantiles no evitaron que las propiedades comenzaran a fraccionarse generando una serie de reacomodos. Un proceso similar ocurrió en los pueblos que repartieron sus bienes de comunidad y abrieron porciones de su territorio a un mercado de tierras. De la conjunción de ambos procesos aparecieron familias de pequeños propietarios, grupos de rancheros que adquirieron pequeñas propiedades a las que les dieron un uso agroganadero. La formación y composición de estos ranchos se relacionó con la movilidad laboral que desde tiempos coloniales había entre la región lacustre de Pátzcuaro y sus haciendas de maíz y trigo respecto de las haciendas azucareras del corredor Ario-La Huacana.143 Estos movimientos de población, relacionados a la contratación laboral, estaban ligados a los ciclos agrícolas. La siembra del maíz iniciaba a finales de mayo y principios de junio. De junio a octubre, en el periodo de lluvias, se fortalecía la planta, en ese momento también se sembraba el frijol, la calabaza y el haba, cultivos que complementaban la dieta de los habitantes de las poblaciones rurales. De octubre a diciembre se cosechaba el maíz, por lo que, de diciembre a marzo, en el periodo más, frío las familias de los pueblos de las zonas altas emigraban con sus familias a la Tierra Caliente donde se alquilaban como jornaleros por temporadas hasta de 4 meses, donde trabajaban en la cosecha de la caña de azúcar a cambio de jornales que eran hasta 50 % superiores al promedio nacional.144 En 1900 Michoacán tenía 307,000 hombres con capacidad productiva, de éstos 245 mil eran jornaleros. Muchos combinaban actividades de aparcería con el trabajo de jornalero, sobre todo 143 Si bien hace falta documentar de qué manera y bajo qué modalidades se daba esta movilidad laboral, es necesario remarcar el hecho de que había propietarios en Pátzcuaro que también tenían haciendas en Tacámbaro y Ario de Rosales, los cuales probablemente movían a sus jornaleros en función de los ciclos productivos en maíz, trigo, y caña de azúcar. Una parte de la agenda de investigación que queda pendiente será aclare las características de esta movilidad. Sólo así podremos comprender cómo un ranchero como Ladislao Molina logró mover una tropa conformada hasta por 400 personas por las tierras de diversos propietarios que simpatizaban con la causa cristera. 144 Arnulfo Embriz Osorio, La liga de comunidades y sindicatos agraristas de Michoacán. Práctica política sindical 1919-1929, México, Centro de Estudios del Agrarismo en México, 1984, p. 81. 355 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad en temporadas en el que la carga de trabajo en las haciendas y ranchos aumentaba. Para 1910 el número de familias en el estado era de 248 mil, de las cuales 489,000 eran hombres y 513 mil eran mujeres. La disminución de hombres era ocasionada por la emigración a Estados Unidos, y a otros estados del país como Veracruz, Campeche y Tabasco. “Las crisis agrícolas de 1904 y 1907 desempeñaron un papel de expulsoras de jefes de familia. La mujer comenzó así a remplazar al hombre en diversas actividades”.145 Debido a lo anterior, el número de jornaleros aún mantenía un alto porcentaje de la población en edad laboral (75%), aunque en números reales su número disminuyó respecto del año de 1900, pues eran 187,000. De ahí que se comenzara a contratar a las mujeres para trabajos diversos. En Pátzcuaro había 300, en Tacámbaro 200 y en Ario de Rosales había al menos 500 mujeres incorporadas al trabajo en haciendas y ranchos.146 Paul Friedrich al describir los cambios operados en Naranja con el reparto de bienes comunales y la desecación de la Ciénega de Zacapu, nos muestra como sus pobladores al ser “sacados de la economía de subsistencia de las comunidades… [fueron incorporados] a un extenso mercado de trabajo impersonal, de haciendas maiceras a gran escala y de plantaciones azucareras que producían para los mercados nacionales e internacionales”. Una tercera parte de la población se desplazaba para trabajar en las plantaciones cañeras —lo que Friedrich asoció con “la formación de un proletariado rural semi-migratorio”— que en muchos casos buscaba asegurar su subsistencia y en otros obtener ingresos extra que le ayudaran con los compromisos religiosos contraídos.147 En las haciendas y ranchos cerealeros de Pátzcuaro, por ejemplo, se estima que hacia 1900 había cerca de 6,000 jornaleros en tanto que en Tacámbaro y Ario fluctuaba entre 7 y 10 mil en cada uno de estos distritos, muchos de ellos sin duda eran parte de las redes de movilidad laboral descritas por Friedrich.148 Si bien diversos estudios dan cuenta de la movilidad laboral de las ciudades y pueblos lacustres hacia la tierra Caliente, muy poco se ha investigado el proceso inverso, es decir la migración y asentamiento de grupos provenientes de la tierra caliente. Es posible que los calentanos que se asentaron en Pátzcuaro y poblados aledaños lo hicieran de manera gradual desde tiempos coloniales a partir de lazos de parentesco entre la población movilizada a la tierra caliente y los mestizos que residían en el corredor Ario La Huacana. La apertura de un mercado de tierras a finales del siglo xIx, favorecido por la fragmentación de las haciendas y el reparto de bienes comunales contribuyó al asentamiento de grupos mestizos ajenos a los pueblos de indios, pero también un tanto distantes de las dinámicas económicas de las haciendas capitalizadas y empleadoras de jornaleros. 145 Cayetano Reyes García, “Las condiciones materiales del campo michoacano 1900-1940” en Historia General de Michoacán. t. Iv, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán/Instituto Michoacano de Cultura, pp. 117. 146 Ibid, pp. 112-119. 147 Paul Friedrich, Revuelta agraria en una aldea mexicana, México, cEHAM/Fondo de Cultura Económica, 1981. 148 Cayetano Reyes García, op. cit., p.112-119 356 En camino a la modernidad Estos pequeños ranchos no sólo se adaptaron a las condiciones del mercado laboral, sino que incluso favorecieron el surgimiento de nuevos centros de población, muchos de ellos ubicados a medio camino entre haciendas maiceras y plantaciones cañeras. Así, los ranchos comenzaron a recibir trabajadores sin tierra o a grupos que, si bien tenían acceso a porciones de tierra, su ingreso era complementado con el trabajo en estas fincas agrícolas mediante contratos de aparcería, contribuyendo también, aunque de manera indirecta con las actividades ganaderas de estos grupos. ¿De qué manera este grupo emergente de pequeños propietarios rancheros entabló relaciones con amplios grupos de trabajadores mediante formas de trabajo a partido (aparcería)? ¿Cuáles fueron sus vínculos con los propietarios de extensiones mayores? ¿En qué términos dichos propietarios se relacionaron con los poblados que tenían bienes de comunidad? Para abordar estas cuestiones es necesario caracterizar el establecimiento de estos ranchos en el distrito de Pátzcuaro. El censo de 1882 En 1881 el gobernador del estado mando a los prefectos a contar la población de Michoacán y conocer así las condiciones demográficas de cada municipio para modificar, donde fuera necesario, la conformación de los distritos administrativos mediante la promulgación -o la adecuación- de Leyes y decretos sobre la división territorial del estado. En el caso de Pátzcuaro sus resultados indican una temprana presencia de grupos de rancheros ocupando espacios intermedios entre los pueblos y las villas del distrito de Pátzcuaro; e incluso asentándose dentro de la jurisdicción territorial de los mismos. En esta estadística, el Prefecto de Pátzcuaro contabilizó únicamente aquellas rancherías que tuvieran más de 50 habitantes, permitiéndose incluso el agruparlas ─aun cuando éstas estuvieran distantes entre sí─, a fin de mostrarlas como espacios que concentraban población básicamente dedicada a labores agrícolas, ganaderas y artesanales. Bajo este procedimiento, no fueron censadas las rancherías con menos de 50 personas. Pese a esa omisión, las rancherías sumaron poco más de un 20% de la población del distrito. 357 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Poblado No. de Poblados Población Porcentaje Pátzcuaro, Zacapu y Santa Clara (Cabecera municipal) 3 14197 32 Pueblos 28 17312 39 Haciendas 20 3536 8 Ranchos 114 9335 21 Total 165 44380 100 Cuadro 3. Población del distrito de Pátzcuaro 1882 Población del distrito de Pátzcuaro, 1882 Patzcuaro, Zacapu y Santa Clara (Cabeceras municipales) 32% Ranchos 21% Haciendas 8% Pueblos 39% Gráfica 1 Si hacemos esta misma comparación, pero esta vez considerando la población por cabecera municipal veremos que en Santa Clara la población de los ranchos competía con aquella concentrada en los pueblos y las cabeceras de su municipio. En el caso de la cabecera de Pátzcuaro la concentración de poblados indígenas hace que éstos destaquen, después le sigue en importancia la 358 En camino a la modernidad población de la ciudad de Pátzcuaro y, finalmente, a pesar de que la población de los ranchos es relativamente mucho menor a la de los pueblos y su cabecera, el número de gente viviendo en los mismos es mucho mayor a la registrada por las rancherías de Santa Clara o Zacapu. Distribución de la población en el Distrito de Pátzcuaro, 1882. Cabecera municipal y de distrito Pueblos (tenencias) Haciendas Ranchos 11036 7511 4677 3547 3001 31393275 1656 1682 477 Pátzcuaro Zacapu 2976 1403 Santa Clara de Portugal Gráfica 2 La presencia de estos pequeños poblados (rancherías) la podemos apreciar si analizamos el número de ranchos existentes por municipio. En el gráfico siguiente podemos apreciar la importancia de estas poblaciones en el municipio de Santa Clara. Número de Poblados del Distrito de Pátzcuaro, 1882. Cabecera municipal y de distrito Pueblos (tenencias) Haciendas Ranchos 69 37 21 9 1 Pátzcuaro 9 8 1 3 2 Zacapu Grafica 3 359 1 4 Santa Clara de Portugal Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad A medida que bajamos al sur, en los distritos de Tacámbaro y Ario, la presencia demográfica de rancheros será mayor al menos hasta el inicio de la década de 1910, pues conforme avanzaba la Revolución, hubo movimientos de población de las rancherías y pueblos hacia las ciudades y villas.149 Sin embargo, el desplazamiento de población hacia las ciudades y pueblos grandes no pararon la tendencia que, desde finales del porfiriato, llevó a subdividir la propiedad favoreciendo la llegada de nuevos vecinos cuyas familias se agrupaban para formar pequeña rancherías. En el censo de 1881 la distribución de la población en el municipio de Pátzcuaro era la siguiente: Municipalidad de Pátzcuaro, tenencias, haciendas y ranchos 1881. Municipalidades Pátzcuaro Tenencias Categoría Haciendas Ranchos Ciudad Población 7,511 San Nicolás de Ibarra 90 Aranjuez 24 Charahuen 88 Chapultepec y El Molino 415 La Tareta 49 Yuritzio, Molino de Vicentelo y del Refugio 115 149 No fue el único estudio estadístico, pero si fue el más minucioso toda vez que también se hizo un intento por contabilizar y nombrar las rancherías existentes. En 1895 Alfonso Ruiz de Velasco publicó Geografía y estadística del Estado de Michoacán en ella presenta una serie de noticias demográficas, botánicas y productivas. Pese a que este estudio se publicó 13 años después del informe remitido por el prefecto de Pátzcuaro al gobernador, el informe de 1882 presenta información más novedosa toda vez que el estudio de Alfonso Luis Velasco se basó en una serie de informaciones anteriores a 1880. No es de extrañar que la población de Pátzcuaro sea en el estudio de 1895, sea de 40,312 habitantes, 4,068 habitantes menos que en 1881. De igual manera contabiliza a la villa de Zacapu como tenencia de Pátzcuaro cunado que para 1895 esta era ayuntamiento. Zacapu dejo de ser tenencia en 1868, cuando la ley del 10 de abril la nombro ayuntamiento. Posteriormente el 28 de mayo de 1884 volvió a ser considerada tenencia, para después volver a su estatus de ayuntamiento el 16 de septiembre de 1889. 360 En camino a la modernidad San Miguel y Tererio 65 El Zapote, el Llanito y Zacapangamuco 225 La Puerta de Gehuanhuachen, Canacucho y la Cacana 203 La Rosa de San José y El Pino 174 La Tinaja, Zitunero, La Noria, y El Tecolote 146 Cuanajo Pueblo 1,414 Pichátaro “ 1,592 Ihuatzio “ 1,084 Janitzio “ 548 Zurumútaro “ 442 Tupátaro “ 497 Huecorio “ 339 Tzentzenguaro “ 244 San Bartolo “ 275 Tócuaro “ 137 Nocutzepo “ 153 361 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Arocutín “ 144 Ajuno “ 323 ILEGIBLE 195 Santa Ana “ 219 San Pedro “ 312 Puácuaro “ 323 Jarácuaro “ 417 Uricho “ 352 Erongarícuaro “ 851 Napízaro 340 Porumbo 134 Huiramba Zinciro, La Noria, Yotatiro y Coaca 1,125 San Mateo, Las Latas, Tercero y Gerónimo, Opongio y Carichero 393 1,175 Lagunilla 375 Quirínguaro 141 362 En camino a la modernidad Huazangio, El Correo, Fontesuelas, Los cerritos, La Nopalera, San José, 1,438 La Joya, Las Tablas, La Purísima y Condémbaro 723 Número total de habitantes en el municipio 24,890 Fuente: Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán (AgHPEm), División Territorial del Estado de Michoacán de Ocampo, Distrito de Pátzcuaro, 1 de diciembre de 1881. Elaborado por Pedro Solórzano. Si consideramos los datos presentados en la tabla anterior se aprecia el dinamismo de los ranchos y la cantidad de población residente en 1881, pues los ranchos albergaban a más personas que las haciendas e incluso su población era mayor a la de varios pueblos de la municipalidad. Veamos algunos ejemplos: En el caso de los ranchos colindantes a la hacienda de Napízaro y cercanos al pueblo de Erongarícuaro como son Zinciro, La Noria, Yotatiro y Coaca, éstos tenían registrados 1,125 habitantes mientras que Erongarícuaro tenía 825 y la hacienda de Napízaro 320. Algo similar ocurrió con los 1,438 habitantes de los ranchos de Huazangio, El Correo, Fontesuelas, Los Cerritos, La Nopalera y San José, cercanos a las haciendas de Lagunillas (que tenía una población de 375 personas) y Coapa; por su parte, el cercano pueblo de Huiramba tenía 1,175 habitantes. La hacienda de Quirínguaro, estaba entre este último y Tupátaro y tenía 141 personas residentes. Los ranchos de La Joya, Las Tablas, y la Purísima habían sido fraccionados de Quirínguaro, y junto con el rancho Condémbaro tenían 723 habitantes. En los años siguientes la actividad económica de estos espacios de pequeñas propiedades favoreció el crecimiento de la población, lo que alentó aún más el fraccionamiento de tierras y el número de aparceros que deseaban llegar a ser propietarios. Algunos de estos propietarios comenza- 363 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad ron a comprar parcelas pequeñas hasta concentrar terrenos relativamente grandes. Para 1886, la hacienda de Quirínguaro se había partido en diez fracciones y muchos de los propietarios y aparceros asentados en la exhacienda comenzaron a ampliar sus áreas de trabajo hacia las tierras de Tupátaro y Cuanajo, concretamente en los predios de Inguarán y Canacucho los cuales desde finales del siglo xvIII ya eran entregados mediante contratos de aparcería a pequeños agricultores.150 Diversos conflictos de tierras entre los pueblos de Tupátaro y Cuanajo abrieron la puerta para que varios predios como Agua Nueva, Mesa de la Víbora, Cerro de Zimbicho, Las Eras, La Cofradía, y Santa Juana, entraran primero a arrendamiento y después a venta. Véase mapa: 150 En 1832 un grupo de 32 arrendatarios (aparceros) de Canacucho declaró en un conflicto de tierras limítrofes entre los pueblos de Tupátaro y Cuanajo y muchos de ellos dijeron que tenían más de 20 años trabajando esos terrenos y algunos declararon que sus padres también los arrendaban. Canacucho era uno de varios predios comunales que la autoridad comunal entregaba en arrendamiento. Véase: Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro (AHMP), caja 81 H, Exp. 1, 8 de octubre de 1834, ff. 34-45. 364 En camino a la modernidad Esos espacios fueron ocupados por los pequeños propietarios que años atrás se habían asentado en Quirínguaro, otros provenían de los ranchos de la demarcación de Santa Clara, mismos que, como vimos en el censo de 1881, ocupaban cerca del 28% de su población municipal. Otros más provenían de las inmediaciones de Pátzcuaro, y algunos otros eran arrendadores y aparceros en la hacienda de Casas Blancas. Ellos fueron quienes ocuparon las tierras al occidente de Cuanajo, en el rancho San José, los terrenos de la Cruz de la Vitela, y el rancho denominado Los Ojos de Agua. Estas familias de rancheros comenzaron a comprar pequeñas fracciones de tierra, tanto de las haciendas fraccionadas como de los bienes comunales, estos últimos comprados a precios muy por debajo de su valor comercial.151 Al sur de Cuanajo y Tupátaro, la familia Molina acaparó predios y propiedades comprados a comuneros indígenas. José Reyes, arrendatario en Quirínguaro, adquirió buena parte del predio de Inguarán. En tanto que Esteban Reyes, José y Jesús Domínguez, José María Guízar, y Zacarias Ruelas Guerrero reconcentraron buena parte de las tierras de la exhacienda de Quirínguaro.152 Estos propietarios mantenían una posición precaria respecto de la posesión de las tierras recién adquiridas. La estabilidad que podían lograr en terrenos disputados entre comunidades, como lo eran las tierras al sur de Tupátaro y Cuanajo, o en tierras privadas que estaban en medio de herencias disputadas, dependía en buena medida de las relaciones clientelares que éstos creaban con los aparceros sin tierras. Una característica de estos pequeños propietarios es su vínculo estructural con las formas de trabajo a partido, es decir, los pequeños propietarios vivían de los contratos de aparcería y recibían pagos en especie por concepto de renta de la tierra. El ir a medias con el aparcero difícilmente permitía la capitalización de las fincas, sin embargo, esta relación laboral fortalecía los vínculos del pequeño propietario con sus aparceros, quienes gradualmente se convirtieron en sus aliados, sobre todo al momento de que algunos de estos propietarios vieron la necesidad de armarse para defender sus intereses. Al estar sus tierras asentadas en áreas de conflicto, la seguridad de las propiedades se volvió una necesidad para dichos propietarios, misma que se agudizó con el estallido de la Revolución y el tránsito de grupos armados por los caminos rurales. Si bien la historiografía oficial nos habla de hacendados que pagaban guardias blancas para defender sus intereses, para el caso de la zona de Pátzcuaro lo que había eran defensas civiles lideradas por pequeños propietarios que aprovecharon 151 Juan Manuel Mendoza Arroyo, Cuanajo y Tupátaro: Luchas agrarias por el control del pueblo, la comunidad y el ejido, 1822-1985, Tesis de Doctorado en Ciencias sociales, El Colegio de Michoacán, 2017. Véase capítulo 4. 152Idem. 365 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad los vínculos creados con sus aparceros. Por ello muchas de estas defensas se formaron en esos ranchos donde había cierta densidad de población que, como vimos en el censo de 1881, favorecía el reclutamiento. Por ejemplo, si revisamos los datos del censo veremos que las haciendas comprendidas entre las Tiripetío y Pátzcuaro no contaban con los aparceros suficientes para formar defensas civiles. Si bien los hacendados no formaron ni encabezaron grupos armados, si se vincularon con los pequeños propietarios que lideraban tales defensas civiles. Personajes como los Molina, los Guizar, los Domínguez, mantenían relación e intereses comunes con propietarios como Nicolás y Rafael Ponce de León, que eran los dueños de Lagunillas, o Luis Ortiz Lazcano, el hacendado de Casas Blancas La presencia de estos pequeños propietarios y sus aparceros dió lugar a la formación de rancherías. Por ejemplo, en las tierras compradas por Ladislao Molina se formaron las de Santa Juana, Los Palmitos, La Mesa (también llamada Yuretzio), Agua Nueva, y El Refugio. Los pobladores de estas rancherías entraron en contacto con los indígenas de Cuanajo. Si revisamos algunos datos demográficos basados en los registros matrimoniales de la parroquia de este pueblo veremos la huella dejada por estas relaciones. En el periodo que va de marzo de 1866 a junio de 1912 se registraron 620 matrimonios, de los cuales 362 fueron de parejas oriundas de Cuanajo, es decir un 58.39%. Solo 19 hombres del pueblo casaron con mujeres de otros lugares, es decir, un 4.99%, y en el caso de las mujeres la cifra es aún menor, pues solo 14 de ellas (un 3.72%) se casaron con hombres de otros lugares. Ahora bien, en el periodo aludido llama la atención que hubo muy pocos matrimonios entre pobladores de Cuanajo y Tupátaro, pueblos distantes entre sí por escasos 3 kilómetros. En el caso de los hombres de Cuanajo que casaron con mujeres de Tupátaro, una de ellas era originaria de Chapultepec y la otra de Tiripetio, pero estaban avecindadas en Tupátaro. En otro de los registros el hombre era originario de la hacienda de Chuén, pero avecindado en Cuanajo, lo que nos resta sólo un registro de matrimonio entre personas originarias de ambos pueblos. En el caso de las mujeres de Cuanajo que casaron con hombres de Tupátaro, también hubo cinco matrimonios, pero una era originaria de Pátzcuaro y las otras dos procedían del rancho Santa Juana. Por tanto, solo dos mujeres de Cuanajo casaron con hombres de Tupátaro, lo que reduce a tres los matrimonios entre jóvenes de ambos pueblos en un lapso de 46 años. Lo anterior deja entrever como la rivalidad y los conflictos por tierras entre ambos pueblos afectaban otras esferas de la vida social. 366 En camino a la modernidad Ahora bien de esos 620 matrimonios, 188 (un 30.32%) fueron entre cónyuges cuya procedencia eran los ranchos cercanos, es decir, casi una tercera parte de los casamientos, lo que parece corresponder con la estadística de la población que habita los ranchos y que es poco menos de un tercio de la población del municipio1. Una conclusión que se desprende de estos números es el hermetismo que mantuvo el pueblo de Cuanajo respecto de los grupos rancheros ajenos al pueblo. Desde el conflicto de tierras de 1831 entre pobladores de Tupátaro y Cuanajo, muchos de los aparceros que declararon a favor de Cuanajo pidieron se les dejara vivir en el pueblo. Desde entonces han permitido el establecimiento de grupos mestizos pero en el barrio de San Miguel Canacucho, lo que estableció una especie de división imaginaria entre quienes pertenecían a las antiguas familias y que residían en el barrio de San José y las familias de mestizos que residían en San Miguel.2 De igual manera las tierras comunales fueron también divididas entre las tierras del sur pegadas al camino a Tacámbaro y las tierras del norte más ligadas a pobladores del barrio de San José, que fueron quienes conservaron en mayor medida sus hijuelas de comunidad. Mientras que las primeras terminaron vendiéndose a particulares durante las dos últimas décadas primeras del siglo xIx y las primeras dos décadas de del siglo xx. Las tierras del centro y norte quedaron en manos de los parcioneros. Posteriormente formarían parte de las tierras bajo la jurisdicción de la comunidad indígena, una vez que esta fue reconocida de manera legal en 1985. La división entre lo indígena y lo mestizo creada durante este periodo, la aborda muy bien James Michael Acheson en su tesis doctoral sobre Cuanajo, publicada en 1970. El pueblo es descrito por este antropólogo en los siguientes términos: […] estuvo cerca del centro de la zona tarasca, ahora es el pueblo tarasco más oriental. De hecho, la comunidad es una pequeña isla de hablantes tarascos en un mar de mestizos. Los ranchos y los pueblos cercanos están sólidamente mestizados”. Este investigador mencionó además la existencia de 23 ranchos de mestizos a menos de 6 Kilómetros de Cuanajo. Bajo estas condiciones el contacto era inevitable. 1 Análisis de los registros matrimoniales de la parroquia de Cuanajo entre marzo de 1886 y junio de 1912. 620 registros totales. Véase Archivo parroquial de Cuanajo (APc), Libros de matrimonio, Iglesia Católica. Santa María de la Natividad (Cuanajo, Michoacán); Archivo Diocesano de Morelia en la página: FamilySearch.org. Este documento formo parte de un avance de investigación del año 2015, inédito. 2 Juan Manuel Mendoza Arroyo, op. cit., p. 71. 367 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Los rancheros pasan a través de Cuanajo en su camino a Pátzcuaro y Morelia; ellos compran cosas en Cuanajo (porque los ranchos no tienen tiendas); ellos van a la iglesia en Cuanajo y pagan sus impuestos sobre la propiedad ahí. No obstante, el conflicto entre mestizos e indios es efímero en el mejor de los casos. Ambos son muy conscientes de la brecha cultural y social entre ellos.3 Así, –decía Acheston–, las relaciones conflictivas entre mestizos e indígenas definían, en buena medida, varios aspectos de la vida en Cuanajo. Dicha relación: […] era civil pero no cordial; las relaciones de parentesco entre ellos eran raras. Los mestizos no colaboraban en las fiestas religiosas de Cuanajo, a pesar de que ellos asistían regularmente a la iglesia. Los mestizos no vivían de manera permanente en el pueblo, salvo aquellos pocos que habían casado con hombres indios. Y a pesar de que algunos mestizos como el maestro de escuela o los recolectores de impuestos lograron vivir físicamente en el pueblo, no eran parte de él.4 Otro aspecto importante en el que destacaron los pequeños propietarios de la municipalidad de Pátzcuaro fue en su actuar político en diversas proclamas vinculadas a las sucesiones de cargos públicos como los de presidente y gobernador. La facilidad con la que podían agrupar a contingentes armados les permitió cierto margen de acción política. Respaldaron primero, el Plan de Agua Prieta de Álvaro Obregón contra Venustiano Carranza después se conformaron como la oposición del proyecto agrarista de Francisco J. Múgica. En este caso, es necesario decir que estos grupos protagonizaron una rebelión que influyó en la licencia presentada por Múgica para dejar el cargo de gobernador en marzo de 1922. Estos grupos armados también participaron en la rebelión de la huertista, y tras su fracaso, algunos se pasaron al bando cristero. Su protagonismo político y armado fue gradualmente desmantelado por Lázaro Cárdenas cuando fue gobernador de Michoacán y retomó las iniciativas agrarias que había dejado truncas Francisco J. Múgica. Sin embargo, cabe decir que esos pequeños propietarios durante los 50 años en que tuvieron presencia social y política, definieron formas de organización social, política y territorial sobre las que el propio cardenismo tomó decisiones de gobierno. No podríamos entender por ejemplo la formación de los ejidos en la municipalidad de Pátzcuaro sin comprender a estos pequeños propietarios y a sus acciones como uno de los principales grupos emergentes surgidos con la modernización porfirista y la Revolución. 3 James Michael Acheston, Where opportunity knocked, social and economic change in the tarascan pueblo of Cuanajo, Michoacán, Tesis para obtener el grado de doctor en filosofía, Universidad de Rochester, Rochester New York, 1970, pp. 13-14. 4 Ibid, p. 15 368 En camino a la modernidad Bibliografía citada Acheston, James Michael, Where opportunity knocked, social and economic change in the tarascan pueblo of Cuanajo, Michoacán, Tesis para obtener el grado de doctor en filosofía, Universidad de Rochester, Rochester New York, 1970. Embriz Osorio, Arnulfo, La liga de comunidades y sindicatos agraristas de Michoacán. Práctica política sindical 1919 1929, México, Centro de Estudios del Agrarismo en México, 1984, p. 81. 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LA REVOLUCIÓN MEXICANA EN PÁTZCUARO A TRAVÉS DE LA FOTOHISTORIA Gabriela Alvarado Flores1 Introducción Este trabajo analiza las condiciones sociales y los actos de violencia que trajo consigo el gobierno de Victoriano Huerta en la ciudad de Pátzcuaro. Dichos momentos históricos quedarían representados en las fotografías realizadas por los hermanos Cachú, en ellas se muestran algunos de los momentos de la contienda revolucionaria, así como dos actos de ejecución pública que realizaron en las plazas principales de la ciudad las fuerzas rurales huertistas, trayendo con ello un fuerte descontento social y un ambiente de miedo en la población. Veremos que el estudio fotohistórico del movimiento armado nos abre un abanico de posibilidades de estudio respecto a la sociedad civil y su vida cotidiana en la época revolucionaria, mostrándonos aspectos de la vida cotidiana que en muchas ocasiones la historia deja de lado y que se vuelven visibles al observar una fotografía. 1 Instituto de Investigaciones Históricas, UMsnH. Correo electrónico: gaf_latinoamerica@hotmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Finalmente, veremos que trabajar la historia a partir de la imagen resulta de lo más interesante, no solo para el investigador, sino para todo aquel que logre ver la riqueza interpretativa que encierra la fotografía a partir de un análisis dialéctico entre texto e imagen. Pátzcuaro durante el huertismo Once días después del primer ataque a Tacámbaro (16 de abril de 1913), el gobierno de Miguel Silva, sabiendo del accidente del general Sánchez, buscó aprovecharse de tal situación planeando desde la capital su ataque contra los que llamaban rebeldes, así lo decía la prensa anunciando el plan de campaña del Dr. Silva el 27 de abril de 1913: Se iniciarán movimientos simultáneos, por el rumbo de Uruapan, aprovechando la vía férrea de Zamora a Los Reyes y de Morelia por la hacienda de La Huerta Cuapa, a fin de coger a dos fuegos a los rebeldes que tienen en su poder las plazas de Pátzcuaro, Ario y Tacámbaro hasta el sur como Huetamo (…), los rebeldes se encuentran desmoralizados por la falta personal del cabecilla2 Después de tomar la plaza de Tacámbaro, los revolucionarios salieron rumbo a Pátzcuaro en donde no hubo necesidad de combatir, pues sabían de antemano que la guarnición que existía en esa ciudad era escasa, al igual que en varias poblaciones del estado. La poca guardia que tenía la capital era conocida desde finales de 1912 por la prensa: Es un hecho que la fuerza que guarnece a Morelia en estos momentos es poca, pues habiéndose separado el cuerpo federal, estamos atenidos únicamente a la tropa del Estado que es muy reducida y acaso insuficiente para defender todo el perímetro de la ciudad. (…) Al mismo tiempo redactaba, La situación en Michoacán se ennegrece cada día más con la falta de seguridad.3 Ante tal carestía se esperaba la llegada del grueso de la fuerza militar que se encontraba en camino de México a la capital michoacana, al mismo tiempo que se temía la fuerza que desarrollaban los grupos armados constitucionalistas: 2 Semanario El Centinela, 27 de abril de 1913, núm. 40. 3 Las cursivas son mías. El Centinela, 6 de octubre de 1912. 374 De la Revolución a la época Cardenista Todo el mundo sabe que los rebeldes del Sur se encuentran posesionados de las plazas de Huetamo, Tacámbaro, Ario y Pátzcuaro, y que se proponen a atacar Morelia, y para ello esperan el refuerzo que, les viene, según ellos, del Norte.4 El 27 de abril, después de una semana de haberse mantenido estacionado el grupo revolucionario constitucionalista en Pátzcuaro, Renteria Luviano dio a conocer sus peticiones al gobierno huertista el cual las calificó de “absurdas”. Estas se resumían en lo siguiente: pedían una tregua de 15 días y 100,000 para el sostenimiento de sus fuerzas, tiempo en el cual las fuerzas revolucionarias se comunicarían con los líderes del norte.5 La respuesta de Huerta fue tajante e inmediatamente ordenó al general Dorantes -jefe de armas en el estado-6 se les batiera enérgica y activamente a los rebeldes, de esta forma se rompieron las pláticas y los revolucionarios no intentaron más partir hacia Morelia, y retrocedieron hacia Huetamo.7 Los revolucionarios no se movilizaron hacia la capital, finalmente la determinación de su jefe Rentería Luviano fue la de detener su avanzada, esto aun cuando era conocido por los revolucionarios que Morelia se encontraba con pocos elementos para su defensa, ya que el grueso de la fuerza militar se encontraba en camino de México a la capital.8 Cachú capturó en una fotografía el momento en que los revolucionarios se disponían a abandonar la población de Pátzcuaro (foto 1). Justo al otro día de haber enviado sus peticiones y haber recibido tal negativa por parte del gobierno estatal y federal, el 28 de abril de 1913, Rentería decidió que era momento de partir, lo vemos en la fotografía con los revolucionarios formados en la plaza de San Agustín, preparándose para partir.9 4 El Centinela, 27 de abril de 1913, núm. 40. 5 Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.), Vientos de rebelión en Michoacán. Continuidad y ruptura en la revolución mexicana, Morelia, Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, 2010. p. 138. 6 Álvaro Ochoa Serrano y Martín Sánchez. (colab.), Repertorio Michoacano 1889-1910, México, El Colegio de Michoacán, 2004. p.149. Alberto Dorantes. Militar. Federal en el 2° regimiento de Matamoros (1908). Jefe del 2° regimiento de guarnición en Cuernavaca, Mor. (nov. 1910). Gobernador interino y jefe de las armas en el estado (abr jun 1913). 7 Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.)… op. cit., p. 138. 8 Rentería Luviano no dejó de lado su plan de atacar Morelia y en el mes de mayo se dispusieron a intentarlo, lo cual no lograron debido a que las tropas revolucionarias avanzaron hasta Maravatío, y en la hacienda de Queréndaro se estacionaron el 19 y 20 de mayo, en vez de continuar hacia Morelia Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.)… op. cit. pp. 137- 141-166. 9 José Manuel Martínez Aguilar, El Pátzcuaro de ayer en el imaginario, Pátzcuaro, Secretaria de Cultura de Michoacán, 2012. p. 36. 375 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Foto 110 Movimiento de los revolucionarios de Luviano Renteria a su salida de Pátzcuaro el 28 de abril de 1913, Michoacán, 1913, de la colección Juan Cachú. 10 Fotografía de los hermanos Cachú donada anónimamente al presente análisis. 376 De la Revolución a la época Cardenista Para realizar la toma, Cachú se colocó en el segundo piso del hotel “Mercado” ,11 seguramente desde una de las habitaciones. Mismo hotel que aparece al fondo en una de las fotos más escalofriantes que muestra la violencia huertista que se vivió en Pátzcuaro un mes después de que Cachú retratara a este grupo revolucionario (foto 1). Resulta interesante preguntarnos las razones que tuvo Juan Cachú para alejarse tanto del ejército constitucionalista para fotografiarlos. Para estos momentos, se sabe que los hermanos Cachú mantenían informado al ex maderista Doctor Miguel Silva de lo que ocurría en Pátzcuaro a través de la correspondencia que se enviaba Morelia. Así quedó demostrado en uno de los telegramas que envío el gobernador Silva al licenciado Tena, quien fuera un conocido Juez de Pátzcuaro y prefecto del mismo lugar durante el gobierno silvista, en él se le pide que pagué a Cachú por su gran labor de informante.12 Estos hechos explican la distancia con la que Cachú retrata a los revolucionarios, pues los constitucionalistas no contaban con ningún tipo de apoyo económico o aprobación del doctor Miguel Silva. Ante los problemas que traía consigo la revolución y el interés de estos fotógrafos por captar las escenas de la lucha, pronto los Cachú debieron decidir con cuál jefe trabajarían o qué bando revolucionario apoyarían, pues se tornaba necesario asegurar su protección en estos momentos. Más adelante, veremos que los Cachú, en una corta etapa, se inclinaron hacia las huestes villistas fotografiando la brigada sanitaria, jefes principales y vagones personales del general Villa. Vemos que a pesar de ser una toma abierta, enfocada en captar a los revolucionarios bajo las órdenes de Renteria Luviano, ninguno de ellos percibe la cámara de Cachú, los únicos que aparecen mirando hacia él son unos cuantos civiles, en ningún momento se ve a alguno de los revolucionarios posando para la lente del fotógrafo y Luviano aparece muy lejos en la toma, lo que nos habla de un casi total desconocimiento o indiferencia de éste a que se tomara dicha foto. Como hemos visto, este tipo de foto en exteriores que se abren a la inclusión de varios actores sociales, ayuda a rescatar detalles importantes de la fisionomía social. En este caso, resaltaremos la visibilidad de los hombres del ejército constitucional: hombres humildemente vestidos de sombrero y huarache, formando las filas revolucionarias, parados al lado de sus caballos, colocados a la sombra de aquellos grandes fresnos. De esta forma, quedó retratado uno de los aspectos escritos 11 El hotel “Mercado” se convirtió en el “Gran Hotel Guizar” cuando la familia Larragoiti vendió la propiedad a María Herrera Viuda de Guizar, en los años 20´s del siglo pasado, para luego pasar a manos de Miguel Leal, que lo convirtió en el hotel “Ocampo”, el cual era administrado por Hipólito Rodicio y por doña Esperanza García. José Manuel Martínez Aguilar, op. cit. p, 84. 12 Carta de Miguel Silva a Federico Tena (31 mar 1913), Archivo particular de Dante Servín (APds), sin clasificar, 1 f., en José Manuel Martínez Aguilar y Gabriela Alvarado Flores, “Federico Tena y los movimientos armados en Pátzcuaro (1911-1914)”, documento inédito. 377 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad por Verónica Oikión y que se rescata gracias a la visibilidad de la vestimenta de estos hombres, pues ella refiere que las fuerzas constitucionalistas estaban compuestas por campesinos sin tierra, y tal vez por obreros desempleados, que pasaron a formar parte del ejército.13 En la imagen, los revolucionarios están colocados de frente al portal oriente, entre el portal y los revolucionarios, podemos ver a un hombre montado en un caballo blanco, el único que no está de pie, cabe decir. La posición de este sujeto delante de aquellos hombres enfilados, nos da una buena aproximación de que se trate de Rentería Luviano quien por su posición advierte un grado más alto. Actualmente, se han modificado varios aspectos del portal y de la misma plaza chica, sin embargo, como sabemos hay aspectos de la naturaleza inamovibles como lo es el cerro que se vislumbra al fondo, su ubicación nos ayuda a decir acertadamente que la fotografía fue tomada justo en esa plaza. Analizando un poco más la imagen, vemos un elemento que ya no está pero que significó un aspecto importante para la sociedad patzcuarense: las antiguas vías del tranvía, que aunque fueron tapadas para dar paso a las calles como están actualmente, aún se recuerda que recorrían su camino a un costado de esta plaza. El tranvía únicamente pasaba por esta plaza, después daba vuelta para regresar a la estación. Fue el transporte colectivo más importante de la ciudad, era utilizado para llegar de la estación ferrocarrilera al centro de la población y viceversa, este medio de transporte relatado por Manuel Martínez como “pintorescos coches de tracción animal” -cuatro mulas, funcionó de esta forma hasta que don Jesús Valencia los automatizó colocándoles motores de camión. Finalmente, este tipo de transporte dejó de trabajar después de que las autoridades mandaron retirar las vías, para dar paso a los coches.14 A partir de mayo, los revolucionarios se mantuvieron en diferentes campañas contra las huestes federales, provocando en varias ocasiones que salieran huyendo hacia los cerros o, como también ocurrió, uniéndose a los rebeldes engrosando cada vez más el grupo revolucionario; para el 21 de mayo el grupo que lideraba Rentería ya sumaba más de 500 hombres.15 13 Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.)… op. cit., p. 134. 14 José Manuel Martínez Aguilar, op. cit., p. 78 15 Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.)… op. cit. 140. 378 De la Revolución a la época Cardenista Para el mes de junio de 1913, ya se podía percibir una fuerte actividad rebelde en Michoacán e iba en aumento. No en vano los propietarios tanto michoacanos como extranjeros, que veían amenazados sus intereses en la entidad, dirigían alarmantes y continúas comunicaciones al gobierno del estado.16 Ante estas débiles e insuficientes fuerzas militares encargadas de resguardar las poblaciones del estado, se mostraba de total importancia para el gobierno huertista la llegada de huestes federales y, los hermanos Cachú, captaron esta situación (foto 2). La fotografía nos muestra la llegada de las fuerzas federales a Pátzcuaro el 2 de julio de 1913. La aglomeración en torno al tren que la fotografía nos deja ver, nos habla de una costumbre anterior a la Revolución, proviene de años atrás cuando la llegada de un destacamento de rurales a una población era un hecho que atraía una especial atención del público. La población, sin importar el sentimiento de rechazo trataba de congraciarse con ellos, especialmente los representantes de los intereses prominentes y autoridades, ansiosos de obtener protección a su posición política y financiera que podía darles la policía.17De esta forma, entendemos que la composición social de esta fotografía se inclina hacia hombres de traje que aparecen a la izquierda mesclados con personas de sectores populares vestidos de manta, ambos grupos curiosos ante las fuerzas federales. Sin embargo, el hecho de que las personas en la toma a aparezcan borrosas, nos habla de que las personas alrededor del tren no eran el objetivo principal. Tal vez ésta fotografía pudo haber sido considerada una mala toma por sus personajes movidos, ya que la mayor parte de los operadores estaban obsesionados en mantener estáticos a sus modelos,18 pero la subjetividad dentro de la imagen nos indica que la atención de los Cachú estaba enfocada en lo que la gente estaba mirando: la llegada de este último vagón cargado de cañones y soldados federales enviados a combatir a los revolucionarios. Las fuerzas federales se mantuvieron en territorio michoacano hasta un año más tarde. En el mes de julio de 1914, desmoralizadas, no se atrevieron a cerrarles el paso a los revolucionarios en su camino a Morelia, y optaron por marchar rumbo a Acámbaro y de ahí a la ciudad de México.19 16 Verónica Oikión rescata el caso de los señores Cusi que reclamaban insistentemente protección y, el de la American Smelting and Refining Co., cuyas instalaciones habían sido asaltadas por los revolucionarios el 25 de junio de 1913. Ibídem, p, 146. 17 Paul Vanderwood, Los rurales mexicanos, Visto en línea en: Google/Libros, https://books.google.com.mx/books?uid=106022976638459760378&hl=es Consulta: 10/03/2021. 18 Miguel Ángel Berumen, México: fotografía y revolución, México, Ed. Lunwerg y Fundación Televisa, 2009. p. 29. 19 Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.)… op. cit., p. 166. 379 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La cuestión es, ¿por qué los Cachú se enfocaron en mostrar la calidad de arsenal y cantidad de soldados que llegaban al estado? Porque eran la novedad, la sorpresa, porque era información que tenían el deber de entregar al doctor Miguel Silva, o, tal vez porque simplemente, querían mostrar a través de sus fotografías su voluntad o avidez como testigos de ese momento. Un día antes de que llegaran los refuerzos federales, comenzó en Pátzcuaro una etapa de violenta militarización por parte de los rurales de Cárdenas. Sus fuerzas se movieron a dicha ciudad en donde emplearon una brutal represión contra maderistas o civiles, exhibiendo sus cuerpos inertes colgados de los postes y árboles de la plaza principal y de la plaza chica, misma que había sido ocupada pacíficamente por los revolucionarios tres meses antes. El 1° de julio de 1913, un día antes de haber retratado la llegada del tren que venía de la Ciudad de México, la cámara de los hermanos Cachú capturó unos de los hechos que marcaron la época revolucionaria en Michoacán: “los colgados de Pátzcuaro”. 380 De la Revolución a la época Cardenista Foto 2. Archivo Histórico Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (AHUbUAP)20 20 Archivo Histórico Universitario Escenas, Código: FFC/0037. BUAP (AHUBUAP), Fondo: Familia Cachú, Sección: Revolución y posrevolución, Serie: 381 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Los colgados de Pátzcuaro Muchos de los alzamientos persistieron y/o se intensificaron en 1912 y sobre todo a lo largo de 1913 a raíz del golpe huertista; algunos seguían lanzando vivas a Madero, otros en cambio, se identifican con Pascual Orozco e inclusive con Emiliano Zapata.21 Sin embargo, los sujetos sociales que nos atañen en este apartado, son aquellos ex maderistas y demás hombres que aun después de los hechos lamentables de la “decena trágica”, siguieron la lucha revolucionaria constitucionalista para derrocar a Victoriano Huerta. Estos rebeldes no recibieron un castigo menor, más aun, pagaron con su vida siendo colgados y exhibidos en las plazas de la población de Pátzcuaro bajo las órdenes del recientemente ascendido a teniente coronel del 7° cuerpo rural: Francisco Cárdenas. Como vimos anteriormente, el huertista Francisco Cárdenas ya había enfrentado a los grupos revolucionarios de Luviano y Gertrudis Sánchez sin haber obtenido resultados satisfactorios; sin embargo, su cacería, su violencia y su no sorpresiva crueldad conocida desde el porfirismo como policía rural, fueron dirigidas contra exmaderistas y rebeldes. Estos hechos fueron capturados por la cámara de los hermanos Cachú en el mes de julio de 1913. Este año fue llamado “el año de los colgados” debido a la crueldad con que fueron tratados estos presos. Aunque estas fotografías sobre “los colgados” han sido retomadas en diferentes estudios, sabemos que aún queda un análisis social al que pueden ser sometidas, ya que algunos de estos estudios las abordan únicamente como ilustración y no como un documento que parta de un estudio que nos diga quiénes eran estas personas y qué estaba ocurriendo en ese momento. En este apartado, abrimos una ventana a responder si realmente fue –como menciona Berumen- una práctica que los Cachú realizaron con la intención de entregar una fotografía a las familias de los difuntos: Ya que estaba prohibido descolgarlos, ante la incertidumbre de lo que pasaría con sus muertos, los familiares acudían a los Cachú para que tomaran el retrato postrero del ser querido, el cual conservarían de recuerdo.22 Este análisis sugiere adentrarnos a una situación social revolucionaria que como sabemos, no fue característico de Michoacán, pues los rituales que siguieron algunos cuerpos armados para castigar y exhibir a sus contrarios haciéndolos colgar, ocurrieron en varios de los estados de la República, 21 Ibídem, p. 102. 22 Miguel Ángel Berumen, op. cit., p. 181. 382 De la Revolución a la época Cardenista Unos días antes de que la gente de Cárdenas comenzara a colgar exmaderistas, -que después de la muerte de Madero, serían más bien parte del grupo levantado en armas de los constitucionalistas-, en las plazas de Pátzcuaro, a fines de junio de 1913, el avance revolucionario ya amenazaba gravemente la estabilidad del viejo orden. Pátzcuaro era uno de los distritos que se mantenían invadidos parcialmente por los revolucionarios.23 Seguramente, ésta fue una razón por la que Cárdenas, jefe de los rurales que se encontraban en la defensa de esta población decidieron cometer este tipo de actos en un intento de intimidación y ejemplo de castigo hacia la población. Dentro del significado que puede tener para nosotros las fotografías 3 y 4 se rescata el valor interpretativo del documento que se puede observar “como una demostración de la victoria federal o como un documento de la enorme desigualdad de recursos”.24 En este caso, la ropa desgastada de los dos cuerpos colgados de las fotografías “nos dejan ver esa asimetría de las fuerzas”25, en comparación con los rurales de Cárdenas. Sin embargo, la palabra “desgastada” es un adjetivo débil, pues los hombres de las fotos 3 y 4, tienen la ropa casi en harapos, ambos están descalzos, su apariencia es más de un mendigo que de un revolucionario constitucionalista o exmaderista. En el documento encontrado en el Archivo del Registro Civil de Pátzcuaro, encontramos que el Hospital Civil: Recibió el día 2 de julio a las 10:00 de la mañana a dos cadáveres de hombres desconocidos de 21 a 22 y de 25 a 28 años, presentando rigidez cadavérica, color trigueño, pelo negro castaño, nariz regular, boca chica y grande, poco bigote, y presentan una rosadura de riata en el cuello. Visten camisa de calicot y pantalón blanco y azul de mezclilla. La causa de la muerte fue asfixia por suspensión.26 Gracias a la leyenda que escribió Cachú en sus fotografías, sabemos que los hombres fueron ejecutados apenas la noche anterior -el 1° de julio-, de cuando son llevados al Hospital Civil, lo cual nos dice que este fotógrafo tuvo que haber hecho su trabajo por la mañana. Y si los exmaderistas colgados -como escribió Cachú- tenían que servir de ejemplo para futuros actos de rebeldía, debieron permanecer al menos unas horas en las plazas en que habían sido ejecutados, de tal forma que si fueron llevados al hospital a las diez de la mañana, fueron descolgados al menos una hora antes, por lo tanto, Cachú debió fotografiarlos muy temprano, tal vez cuando apenas amanecía y rápidamente se había convertido en noticia principal en la población. 23 Verónica Oikión Solano y Martín Sánchez Rodríguez (coord.)… op. cit., p. 148. 24 Jhon Mraz, Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e iconos, México, InAH, 2010. p. 106. 25 Ídem. 26 Archivo del Registro Civil de Pátzcuaro (ARcP), Carpeta del año 1913, Acta núm. 217. 383 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Foto 3 (AHUbUA)27 Revolucionario maderista colgado en la noche del 1º de julio de 1913 en Páztcuaro, Michoacán, por la gente de Cárdenas. Cachú hermanos. 27 AHUBUAP, Fondo: Familia Cachú, Sección: Revolución y posrevolución, Serie: Escenas, Código: FFC/0028. 384 De la Revolución a la época Cardenista Foto 428 Revolución ma derista, colgado en la plaza de Pátzcuaro, Michoacán, julio de 1913, México, 1913, de la colección Juan Cachú. 28 Fotografía de los hermanos Cachú donada anónimamente al presente análisis. 385 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El clima de las primeras horas del día se alcanza a percibir en la vestimenta de la mayoría de las personas que aparecen en la imagen, vemos a las mujeres y niñas con sus rebozos, y a niños y hombres son sus chales y mantas cubriéndose del frío húmedo y airoso característico de las mañanas de julio en Pátzcuaro. Frío que seguramente empeoraba al presenciar tal acto de crueldad. Los sujetos principales en estas fotografías son: el maderista y el rural que aparece sujetándole. A pesar del acta que encontramos en el Archivo del Registro Civil, no se encontró en ningún repositorio documental el nombre de los sujetos que se ubican en la fotografía, ni de los rebeldes ni de los rurales, pues sólo se refieren a los colados como “dos hombres ejecutados desconocidos que fueron ejecutados por la columna militar que opera en este distrito”.29 No hay ningún documento que compruebe que efectivamente hayan sido maderistas, ni ninguna información que nos hable de la razón por la que fueron ejecutados de tal forma como hombres peligrosos. Evidentemente no eran de Pátzcuaro porque están como desconocidos, entonces ¿Por qué traerlos de otro lugar para colgarlos en Pátzcuaro? En ambas imágenes vemos que el rural aparece sujetando al desafortunado hombre. En la foto 3 aparece tomándolo de un brazo y en la siguiente de uno de los pies que penden del árbol, este acto nos sugiere una especie de protagonismo por parte de los rurales o quizás, un intento por mantenerlo quieto para la fotografía. Llama la atención la visión que tiene Cachú al realizar su trabajo, recuperando en sus fotografías contextos, pues, aunque se enfoca en el sujeto que cuelga sin vida, se sensibiliza e incorpora distintos actores sociales del pueblo testigos del horror de una mañana. También es de interés el público que Cachú captura en ambas imágenes, pues en las dos vemos claramente la presencia de niños. A pesar de que el hombre colgado constituye el centro de la fotografía, nuestra mirada no puede pasar por alto el rostro de los infantes que observan ese momento. John Mraz ha aconsejado tener cuidado al pretender hacer lecturas psicológicas por medio de la fotografía, en este caso, podríamos asegurar que los niños de las fotografías tenían miedo, mortificación, tristeza o terror al observar sus caras. Sin embargo, aun sabiendo que “hacer juicios psicológicos con base en expresiones “aparentes” de sentimientos es una gran tentación en las historias gráficas”30 y, que al ser lentas las cámaras “la gente no podía aparecer contenta porque no se podía mantener una sonrisa estética por el tiempo requerido”, nos atreveremos a decir que aquí 29 Idem. 30 Jhon Mraz, op. cit., p. 179. 386 De la Revolución a la época Cardenista no había una razón para posar, no había nada porque sonreír o porque mantener una cara seria. Así, en lo que respecta a los niños, “no hay nada que decir, solo un pequeño gesto que a veces el arte consigue develar”.31 Las personas que se encontraban presentes ante tal hecho, se encontraron no con el cuerpo de un hombre, sino con un cadáver, una forma muy distinta de ver la muerte, pues éste último refiere a un cuerpo sin vida fuera de cualquier contexto ritual.32 En este tipo de escenas existe una relación entre vivos y muertos que horroriza al mismo tiempo que inspira respeto y veneración, en el cadáver –aunque no sea un familiar- está el miedo a la muerte, en él habita la persona, el familiar, el amigo, el hijo, se combinan estados pasionales,33 dejando ver en la fotografía el miedo, el horror y la sorpresa que produjeron tales hechos. En la primera fotografía (3) vemos al hombre colgado de uno de los faroles que anteriormente alumbraban los andadores de la plaza mayor de la población. Entre los aspectos materiales que rescata la imagen, tenemos las plazas de Pátzcuaro que fueron y siguen siendo el corazón de su vida política, económica, social y cultural, así como sitios de gran importancia como escenario de manifestaciones de la lucha armada. De todas, esta plaza mayor o plaza grande, ha sido desde los orígenes de la ciudad el espacio público de mayor importancia; en su mayoría empedrada, con lunetas alrededor, con un jardín lleno de árboles de fresno, trueno y otros.34La relevancia de este espacio público nos lleva a entender por qué los rurales prefirieron, en un acto demostrativo, colgar a los rebeldes en este lugar. En la misma fotografía, se alcanza a vislumbrar al fondo un elemento que duró no más de treinta años en pie, nos referimos al kiosco. Como sabemos, la fotografía tomada en exteriores tiene la riqueza de mostrarnos elementos que van más allá de la intención del fotógrafo, en este caso, tenemos este kiosco de ocho columnas que soportaban un techo en forma de concha inaugurado en 1905, siendo esta la única parte que se alcanza a vislumbrar en la foto. Ahora es un elemento que ha quedado únicamente en la memoria de las personas mayores de la población, pues ya no existe, en su lugar actualmente lo sustituye una fuente con la estatua de Vasco de Quiroga.35 31 Hermes Osorio Cossio, “Un velo para la muerte. Las fotografías post mortem de niños en Medellín, 1898-1932”, Ensayo, Trashumante, Revista americana de Historia Social 8, 2016, p. 327. 32 Iván Bondar y Pamela Olmedo, “Velorios “de la ropa” y “de la foto”. Dos casos de muerte adulta”, vITA bREvIs, año 4, núm. 6, enero-junio de 2015. pp. 11-15. 33 Ídem. 34 Teresa Cortés Zavala, “Pátzcuaro”, op. cit., p. 210. 35 José Manuel Martínez Aguilar, op. cit. pp. 32-33. 387 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El hombre de la foto 4 cuelga de un árbol que se ubicaba en la plaza chica y que actualmente tampoco permanece. A principios del siglo xx la plaza de San Agustín se había convertido en un área arbolada, con plantas algo descuidadas y caminos empedrados alrededor y por medio de la plaza por donde se transitaba. Tenía como ahora unas bancas alrededor donde la gente se sentaba a descansar y a conversar.36 Al fondo, seguramente sin intención de que apareciera, está el hotel Mercado –desde el cual, Cachú fotografió la salida de Rentería un mes antes-. Este se convirtió en el “Gran Hotel Guizar” cuando la familia Larragoiti vendió su propiedad a María Herrera Vda. de Guizar en los años 20´s del siglo pasado, para luego pasar a manos de Miguel Leal que lo convirtió en el Hotel Ocampo. Actualmente se encuentra el hotel “el Refugio”.37 Otro de los aspectos que llama la atención cuando observamos ambas fotografías, es el lazo de yute que utilizaban para colgar a los rebeldes. Vemos que era muy delgado, poco resistente, por lo que no resultaba difícil que se rompiera al intentar colgar a una persona, como le ocurrió al sujeto de la foto 5. Se ubica siendo escoltado por cuatro rurales hacia el vagón del tren, fue retratado por la cámara de los Cachú al igual que los otros dos ejecutados en la misma población. Se trata de un prisionero maderista que estaba siendo trasladado por los rurales de Cárdenas. Según la leyenda que escribió Cachú en la imagen, la razón por la que este maderista seguía aún con vida, era porque había sido colgado tres veces, mismas en que la cuerda o lazo de su ejecución se rompió, por lo que decidieron dejarlo con vida y llevarlo preso. La fotografía no tiene la fecha, sin embargo por el corto tiempo que estuvieron los rurales de Cárdenas en Pátzcuaro y por las otras fotografías del mismo tema hecha por los Cachú, podemos suponer que fue tomada el mismo día en que colgaron a los otros dos -el 1° de julio de 1913-. Vemos que al hombre del vagón, a pesar de ya haber pasado por el mismo proceso que los otros dos hombres, y después de haber sido colgado tres veces, sus ropas no presentan las mismas condiciones que los colgados maderistas, de hecho, este hombre aún conserva sus zapatos, cuestiones que están sin respuesta, pero que no está de más resaltar. Partiendo de la crudeza de las fotografías 3 y 4, del horror que emana de tales imágenes, pensemos de nuevo en la idea sostenida por Berumen y Mraz respecto a que dichas fotografías fueron hechas por encargo de los familiares de los colgados 36 Ibídem. p. 36. 37 Ibídem. p. 84. 388 De la Revolución a la época Cardenista Foto 5 (AHUbUA)38 Revolucionario maderista colgado 3 veces y rota la cuerda de su ejecución las 3 veces quedando al fin prisionero por el 7 ° Cuerpo Rural. Estación de Pätzcuaro, Michoacán. s/f . 38 AHUBUA, Fondo: Familia Cachú, Sección: Revolución y posrevolución, Serie: Retrato, Código: FFC/0031 389 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La fotografía mortuoria o de difuntos fue una práctica común desde la aparición del daguerrotipo, a mediados del siglo xIx, hasta bien entrado el xx,39 este tipo de fotografías respondían a la función social del recuerdo, sobre todo cuando se trata de muertes trágicas e inesperadas, la asimilación por parte de los seres queridos era muy difícil.40 Para hacer la fotografía del difunto, las familias arreglaban y vestían a la persona con sus mejores ropas, de gala si era posible, después se le pedía al fotógrafo que hiciera su trabajo.41 Se le vestía y arreglaba para alejar lo más que se pudiera la idea de la putrefacción del ser amado, que al mismo tiempo contradecía su presencia viva.42 Sin embargo, la fotografía no sólo servía como un elemento de recuerdo para el difícil duelo. Había ciertas circunstancias, en las que se volvía imposible la presencia de los restos mortales del difunto para que pudiera llevarse a cabo el ritual funerario, ante esto los dolientes instrumentaban recursos para superar la situación y apelaban a las pertenencias del difunto o a sus fotografías. 43 El no contar con el cuerpo no era impedimento para realizar un ritual funerario, el velorio como un elemento fundamental para las familias no podía faltar, radicando su importancia en que, en ellos “se vive la muerte y muere la vida. Para casi la totalidad de los dolientes es una de las últimas instancias de contacto con el difunto”,44 aunque tenga que ser a través de una fotografía. Sin embargo, sabemos que no fue el caso de estos dos desafortunados hombres. Sabemos por el acta encontrada en el Archivo del Registro Civil, que no duraron ni doce horas colgados en las dos plazas como para que sus familiares no pudieran haber esperado a recoger el cuerpo y hacerles el velorio correspondiente, pues, como sabemos, fueron colgados en la madrugada y descolgados a primera hora de la mañana para ser llevados al Hospital Civil de Pátzcuaro. No obstante, nadie reclamó los cuerpos de ambos hombres, no había familiares locales que pudieran haber pedido la fotografía a Cachú, sus cuerpos fueron llevados al panteón de forma anónima en donde fueron inhumados. Esto nos habla de que seguramente estas personas murieron lejos de donde vivía su familia, lo cual pudiera darnos una buena razón para que Cachú pensara en realizar una foto post mortem para entregar a su familia, pero, aun así, no parece encajar bajo el mismo concepto de fotografía post mortem. 39 Andrea Cuarterolo, “La visión del cuerpo en la fotografía mortuoria”, Aisthesis 35, 2002. pp. 51-56. 40 Carrillo Soto, “Post Mortem: El proceso de duelo a través de la fotografía”, p. 7-8. 41 El cadáver era amortajado con uno de sus mejores trajes, y a veces era conducido al estudio fotográfico, ahí, el fotógrafo componía la escena. Lara López, “La representación social de la muerte a través de la fotografía (Murcia y Jaén, 1870-1902): una historia de la imagen burguesa”, Revista de dialectología y tradiciones Populares, Consejo superior de Investigaciones Científicas, Licencia Creative Commons 3.0, España. p. 138. 42 Iván Bondar y Pamela Olmedo, op. cit. pp. 11-15. 43 Ídem. 44 Ídem. 390 De la Revolución a la época Cardenista Al no contar con el cuerpo, la imagen del fallecido recibe el mismo tratamiento que el cuerpo físico, pues se presupone, sin lugar a dudas, que “algo del muerto” está presente y permanece en el objeto velado.45 La fotografía mortuoria funcionaba como un objeto mediador que permitía tener el cuerpo del otro, del ser amado y era el medio perfecto para representarlo.46 Sabiendo lo importante que era la imagen del difunto, difícilmente podríamos imaginar que alguien pensara en entregar la fotografía de un muerto como el que se ve en las imágenes, un cuerpo maltratado, con el cuello roto, con esa postura tan cruel que muestra claramente la forma en que había sido ejecutado. Para un velorio, la fotografía ni siquiera se selecciona al azar, se trata de utilizar una foto que muestre al personaje de una forma agradable a los ojos de los familiares, pues “la dignidad del sujeto ante la muerte proporciona un cierto consuelo a los dolientes”.47Alivia la angustia, tranquiliza, revitaliza la imagen del fallecido y le confiere la facultad de consolar a los dolientes. 48 Estas fotografías producen sensaciones y emociones muy diferentes, además, se sabe que anteriormente en Pátzcuaro, las familias que hacían fotografiar a sus seres fallecidos, lo hacían arreglándolos previamente con sus vestimentas, flores y coronas,49 en conclusión, se hacía todo un eufemismo ante la muerte que ni mínimamente se percibe en ambas imágenes de los Cachú. Descartando que hayan sido fotografías realizadas bajo pedido de los familiares, nos queda la interrogante, entonces, para qué Cachú retrato a estos cadáveres y además, de una forma tan cruda. Sabemos que dentro de la Revolución Mexicana, en diferentes lugares del país, hubo quienes retrataron los horrores de la contienda, sobre todo los cometidos por los grupos federales en la prensa realizando: Fotografías cuyo tema principal fue la exhibición de cadáveres de bandidos después de haber sido fusilados o haber muerto en combate. (…) fusilamientos, colgados, mutilados, cadáveres tendidos en el suelo, etc., abundan en una galería de atrocidades de las guerras50 Sin embargo, estas fotografías de Cachú nunca se publicaron en ningún periódico ni en algún medio de comunicación masiva. Si bien, se sabe que “la mayoría de las publicaciones preferían des- 45 Ídem. 46 Andrea Cuarterolo, op. cit., pp.51-5. 47 Jesús Jiménez Varea, “El sujeto efímero: la fotografía como culminación del lugar de la muerte en la imagen popular”, p. 151. visto en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2161816 10/03/2021. 48 Iván Bondar y Pamela Olmedo, op. cit., pp.11-15. 49 J. Manuel Martínez Aguilar, op. cit., p. 95-96. 50 El autor apunta asertivamente, cuando dice: “Obviamente y por desgracia, cada país tiene sus propias imágenes en este lúgubre terreno”. Luis Ramírez Sevilla, “La vida fugaz de la fotografía mortuoria: Notas sobre su desaparición y surgimiento”, Relaciones 94, Primavera 2003, vol. xxIv, p. 175. 391 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad tacar la militarización de la sociedad para defender el huertismo”,51 los Cachú no buscaron mostrar ni una visión positiva de la guerra ni fue su intención mostrar la parte violenta de ésta, como dice Mraz: “no hay evidencia de que los Cachú tuvieran mucho interés en documentar los horrores de la guerra, ni que hubiera mucho mercado para fotos así en revistas”52 Al no ser publicadas sus fotografías, no se ve intención alguna de crear imágenes que obligaran a algún público espectador a pensar y a decantarse por algún bando, 53 sin embargo, aunque el trabajo de Cachú no haya llegado a tener el poder de una imagen que se publica en la prensa o que en su momento no mostró públicamente la violenta militarización de Victoriano Huerta en Pátzcuaro, sus fotografías han sido pieza medular para conocer el huertismo y su modus operandi en el estado. Por las fotografías, podemos ver que los Cachú tenían la posibilidad de trabajar sin ningún problema cerca de los soldados y de los rurales huertistas, aunque no así, de los revolucionarios. Recordemos la foto hecho por los Cachú desde el segundo piso de una casa de la plaza chica de Pátzcuaro. La lejanía con la que fotografió a los constitucionalistas en comparación con la cercanía con la que retrata a los rurales de Cárdenas, supone que Cachú tenía alguna forma de demostrar que trabajaba para el gobierno del Dr. Miguel Silva, -el cual era un subordinado de Victoriano Huerta-. Este aspecto seguramente era algo sabido no sólo por los soldados y por los rurales, pues intuimos que la misma población sabía para quien trabajaba Cachú. Ser ya conocidos en su terruño y haber retratado la violencia del huertismo, tal vez fueron razones importantes para que finalmente en 1914, Cachú optara por unirse a algún bando y trabajar como fotógrafo de algún líder revolucionario. Finalmente, el trabajo que realizó tuvo consecuencias en Cachú, e influyó para que ese líder resultara siendo el general Francisco Villa, uno de los más fuertes opositores a Huerta. Aunque el objetivo de la fotografía hubiera sido singularmente la de captar la muerte del ex maderista o constitucionalista colgado como parte del informe que Cachú debía mandar al gobernador a cambio de una paga, como acabamos de analizar, la fotografía nos muestra mucho más de lo que el fotógrafo tuvo la intención de mostrar. 51 Jhon Mraz, op. cit., p. 137. 52 Ídem. 53 John Ingledew, Fotografía, Barcelona, 2013, p. 94. 392 De la Revolución a la época Cardenista A lo largo del proceso histórico de la Revolución Mexicana, encontramos imágenes de revolucionarios muertos que se publicaban en la prensa con la intensión de desmitificar la inmortalidad que la sociedad había creado en torno a ellos y su empoderamiento. En muchos casos, parecía que “sólo a través de la imagen se podía constatar la muerte de los caudillos, siendo tal el poder de la imagen, que se llegaba a exhibir como prueba la ropa ensangrentada de los generales muertos”,54 acto contrario si no se contaba con ninguna evidencia, la gente dudaba de la muerte. Siendo la característica objetual de la fotografía, la capacidad de encerrar un carácter de documento veraz y fiel, lo que permite registrar el hecho mismo de la muerte.55 54 Jorge Berdeja y Rebeca Monroy, “Fotografía y muerte: Dos siglos de imágenes mórbidas”, Reportaje Especial, InAH. Visto en línea: https://www.inah.gob.mx/images/boletines/reportajes/20131004_muerte/muerte.pdf 10/03/2021 55 Ídem. 393 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Archivos AUdIovIsUAL dE LA BEnEMéRITA UnIvERsIdAd AUTónoMA dE PUEBLA (AHUBUA). ARcHIvo dEL REgIsTRo CIvIL dE PÁTzcUARo, MIcHoAcÁn (ARcP). ARcHIvo PARTIcULAR dE DAnTE SERvín (APds). Bibliografía Berdeja, Jorge, “Fotografía y muerte: Dos siglos de imágenes mórbidas”, Reportaje Especial, InAH. Visto en línea: https://www.inah.gob.mx/images/boletines/reportajes/20131004_muerte/ muerte.pdf 10/03/2021 Berumen, Miguel Ángel, México: fotografía y revolución, México, Ed. Lunwerg y Fundación Televisa, 2009. Bondar Iván y olmedo Pamela, “Velorios “de la ropa” y “de la foto”. Dos casos de muerte adulta”, vITA bREvIs, año 4, núm. 6, enero-junio de 2015. Cuarterolo Andrea, “La visión del cuerpo en la fotografía mortuoria”, Aisthesis 35, 2002, pp. 51-56. Ingledew, John, Fotografía, Barcelona, 2013. Jiménez, Varea, “El sujeto efímero: la fotografía como culminación del lugar de la muerte en la imagen popular”, visto en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2161816 10/03/2021. 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Decir que el neocolonial reflejó los ideales y rasgos del contexto sería una interpretación somera, ya que los lenguajes de diseño utilizados y los discursos simbólicos asociados a las edificaciones respondieron a un proceso ideológico y cultural más complejo, plasmado en la materialidad de las fincas. Si bien es cierto, el caso de Pátzcuaro no es excepcional, sí brinda una oportunidad interesante de analizar la arquitectura de las quintas desde una perspectiva más amplia e integral, inserta en un fenómeno político que permeó en la concreción de políticas e ideologías en un momento relevante para el desarrollo de la ciudad, y en general del país. 56 Facultad de Arquitectura, umsnh. Correo electrónico: ederkx@gmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Contexto La colonia Morelos en Pátzcuaro fue un asentamiento que se conformó durante la década de 1930 al norte de la ciudad, en la ribera del lago. Su desarrollo estuvo vinculado con diversas acciones que se llevaron a cabo años atrás, tales como obras de mejoramiento material promovidas por los presidentes municipales en turno.57 De igual forma fue de gran importancia la labor de Lázaro Cárdenas en la región de Pátzcuaro, en la concreción de políticas encaminadas al fortalecimiento de una identidad nacional,58 y el fomento a obras enfocadas en la promoción de un sitio representativo de la vida rural en México.59 Si bien, la creación misma de la colonia no correspondió directamente a estos proyectos de difusión de una ideología política y cultural, si fueron factores que se asocian a los fundamentos y materialización del sitio y su arquitectura. El contexto físico, los rasgos culturales, la tradición constructiva, y las intenciones de los grupos de poder, fueron factores que derivaron en la concreción de una tipología edilicia: la quinta. Se entiende por quintas a las casas de descanso ubicadas a las afueras de la ciudad, 60 visitadas por la población urbana en busca de tranquilidad,61 vinculadas a grandes vías que faciliten su comunicación,62 y generalmente destinadas para las clases sociales altas.63 Otros aspectos a considerar en su conformación son la importancia de los jardines de ornato y huertos, el uso de porches como mediadores entre interior y exterior, la inclusión de terrazas o torreones, y construcciones complementarias de menores dimensiones,64 generalmente de servicio. En cuanto a los lenguajes arquitectónicos son variados, y dependen de la época y el sitio, para el caso de la colonia Morelos se puede decir que oscilaron entre la modernidad de su tiempo y la revaloración de un contexto tradicional. 57 José Manuel Martínez Aguilar, “Lázaro Cárdenas, impulsor del turismo y el arte en Pátzcuaro”, en: Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 17, núm. 5, 2019, pp. 1081-1082. 58 Eugenio Mercado López, Turismo, imagen urbana y arquitectura en las políticas públicas. México en las primeras décadas del siglo xx, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Red Temática conAcYT Centros Históricos de Ciudades Mexicanas/Instituto de Investigaciones Sociales de la UnAM, 2020, p. 182. 59 Catherine R. Ettinger, La arquitectura mexicana desde afuera. Episodios en la construcción de un imaginario, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Miguel Ángel Porrúa, 2017, p. 119. 60 Iliana Mignaqui & Daniela Szajnberg, “Tendencias en la organización del espacio residencial en la región metropolitana de Buenos Aires en los noventa”, en Rodolfo Bertoncello, Carlos Alessandri & Ana Fani (comp.), Procesos territoriales en Argentina y Brasil, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 2003, p. 95. 61 Fernanda González, “Los establecimientos rurales de un partido de frontera rural-urbana. Actividades y pluriactividades en San Andrés de Giles, PBA”, en III Congreso de Geografía de Universidades Públicas, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2001, p. 6. 62 Ramon F. Recondo, “Las casas quintas matanceras, una innovación de la arquitectura cubana del siglo xIx”, en Blanca Paredes (coord.), Relaciones entre la teoría y las concreciones en la conservación del patrimonio cultural edificado, Mérida, Universidad de Yucatán/Colegio de Cuba/IcoMos Cuba, 2014, p. 350. 63 Sandra M. Vélez, Poéticas de habitar en la casa moderna en Medellín: Casas Pedro Nel Gómez – Rafael Uribe – Fabio Ramírez, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2014, p. 30. 64 Enrique Ayala, La idea de habitar: La Ciudad de México y sus casas. 1750-1900, México, Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, 2009, p. 149. 398 De la Revolución a la época Cardenista Es claro que, por su ubicación y el tipo de edificaciones, la colonia Morelos se creó como un sitio de descanso, aludiendo a los paseos y alamedas decimonónicas,65 de una trama radial en que se insertaron grandes terrenos, priorizando el contexto natural frente a la edificación de pocas construcciones aisladas,66 y con las quintas como el esquema de diseño idóneo. Es incierto el número exacto de propiedades que conformaron el asentamiento, pero los registros apuntan a veintidós lotes.67 Tampoco se sabe con certeza si en algún momento la colonia lució una imagen integral con todas sus quintas en pie, ya que las evidencias físicas actuales y las fotografías antiguas identificadas no muestran ese momento (fig. 1 y 2), lo más probable es que no se haya concretado. En la actualidad se identifican claramente nueve quintas, y aunque la historia oral hace referencia a más proyectos de este tipo, las modificaciones derivadas de subdivisiones de predios, remodelaciones, nuevas construcciones y falta de evidencia contundente, impiden una lectura más precisa sobre si existieron y sucumbieron al paso del tiempo, o en algunos lotes nunca se construyeron quintas. 65 Silvia Arango, “Espacios públicos lineales en las ciudades latinoamericanas”, en Revista Nodo, vol. 7, núm. 14, 2013, p. 12. 66 Silvia Arango, Ciudad y arquitectura. Seis generaciones que construyeron la América Latina moderna, México, Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2012, p. 133. 67 Diario Oficial de la Federación, tomo cxLII, núm. 9, 12 de enero de 1944, p. 2. 399 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 1. Panorámica de la colonia Morelos desde el Estribo Chico, ca. 1940. Fuente: Archivo Histórico de Pátzcuaro. Fig. 2. Vista de la calzada de al lago en la colonia Morelos, ca. 1940. Fuente: Archivo Histórico de Pátzcuaro. 400 De la Revolución a la época Cardenista El anhelo campestre El proyecto de las quintas surgió, como en otros casos similares en el país, con el objetivo de proporcionar a las clases sociales altas un lugar tranquilo alejado del bullicio urbano. Otro aspecto es la idea de higiene, como una forma de sanar el cuerpo y la mente de los ajetreos de la cotidianidad urbana, al exponerse a espacios que prioricen el contexto natural. En este punto cabe señalar un rasgo importante, los predios y las quintas son de propiedad privada, pero en entorno urbano es de carácter público, por lo que se tienen dos grupos involucrados. Al respecto, Emilio Luque señala que estas zonas históricamente han contribuido a “la jerarquización del ocio […], en un contexto de interés por parte de las autoridades por controlar el espacio urbano, ocupado de forma cotidiana por sectores populares”.68 Se tiene entonces el anhelo de un estilo de vida campestre o rural por parte de los grupos urbanos, que conlleva un despojo de los sitios de aquellos que de manera natural ya gozaban de esa forma de vida. Surge por tanto el cuestionamiento sobre el qué ocurre con ambos grupos, mediante las percepciones y apropiaciones del espacio conformado a partir de un proyecto elitista. Este tipo de proyectos normalmente surgen como una alternativa de recreo para las clases sociales altas, es decir, no se trata de su residencia habitual, sino de una posesión más que será utilizada cuando sea necesario. En la mayoría de los casos esto conlleva un desapego por el sitio, una falta de identidad por un lugar que saben que es suyo en cuanto a posesión, pero que desconocen en cuanto a pertenencia. Existe admiración por las características contextuales en que se inserta la obra, pero no difiere mucho de la misma sensación que se tiene por un sitio agradable que se visita una vez en la vida. Mientras no exista ese vínculo de arraigo con respecto al lugar, no se puede establecer una relación que permita apreciar la verdadera magnitud de los factores que dan identidad al sitio, y que lo definen como un lugar propio para un grupo determinado, o desde un punto de vista personal. Qué pasa ahora con grupo residente, se trata de una sociedad que, a diferencia de los anteriores, ya habían establecido el vínculo de identidad y pertenencia con respecto al sitio a lo largo de la historia. Si existe un desplazamiento se da un desapego cultural, a menos que se busque un contexto de valores compartidos en una misma región, así la transición puede ser menos fuerte. Un tercer caso se da cuando no existe un desplazamiento, pero si hay una correlación a nivel regional entre el lugar y los grupos cercanos que integran un marco cultural más extenso. Esta situación fue la que ocurrió con el proyecto de las quintas de la colonia Morelos, al ser terrenos que poco tiempo 68 Emilio J. Luque, “Conformación y características de las alamedas y paseos en ciudades de Hispanoamérica”, en Anuario de Estudios Americanos, vol. 72, núm. 2, 2015, p. 500. 401 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad antes de su formación aún pertenecían a una hacienda,69 había arraigo y pertenencia local. La interrogante que surge es sobre cómo se adaptaron los grupos urbanos a un contexto histórico y cultural arraigado, y la aceptación de las nuevas formas por parte de la sociedad residente. Hay que entender que, más que el contexto cultural, lo que detona inicialmente este tipo de proyectos es el entorno natural. Más allá de las respuestas arquitectónicas que se dieron; en este caso se evidenció una preocupación por la integración paisajística de las propiedades (fig. 3). Para ello se optó por dos esquemas generales, la liberación del predio, y el trabajo paisajístico y de jardinería. Con respecto al primero, la idea fue en lo posible eliminar las limitantes físicas entre el terreno y el entorno natural existente. Aunque las propiedades tienen límites y se incluyeron trazos de caminos y calles que alteraron el paisaje, al eliminar barreras como cercas, muros, o el trabajo premeditado de jardinería y forestación,70 el espacio abierto fue más extenso en apariencia y en concordancia con el entorno. Con relación al segundo esquema, el objetivo fue fortalecer el ideal campestre a partir del acentuar los elementos vegetales como una nueva manera de ver la naturaleza.71 Los rasgos culturales de la región son una realidad que no se puede obviar, para los propietarios de las quintas, ese sentido de arraigo y pertenencia fue algo que se desarrolló y fortaleció eventualmente. Prolongadas estancias que se llegan a convertir en permanentes, o una sucesión generacional que permitió a las personas sentir al sitio como propio, bien por nacimiento o por decisión propia, lo que de manera simbólica los convirtió en los nuevos pobladores locales de la zona y por ende en parte de ella. Esto se evidencia en las fuentes orales contemporáneas, y en el cuidado y valoración que tienen de sus inmuebles. Los propietarios coinciden en que, independientemente de la expansión urbana, el crecimiento demográfico, y el aumento de la actividad turística, sus quintas representan esa tranquilidad que difícilmente se puede conseguir en otros puntos de la ciudad. Para los habitantes de la región no existió ese anhelo campestre o rural, ya que era parte de su cotidianidad. El proyecto de las quintas fue percibido entonces de una manera diferente, como un espacio de esparcimiento a partir de los atractivos propios del sitio, con el agregado de las quintas como elemento de carácter ornamental. Fue común que con el tiempo la zona se transformara en un 69 Luise M. Enkerlin, “La conformación de las haciendas en la ribera sur del lago de Pátzcuaro”, en Martín Sánchez & Cecilia A. Bautista, Estudios Michoacanos Ix, Zamora, El Colegio de Michoacán/Instituto Michoacano de Cultura, 2001, p. 16. 70 Arialdo Magaña, residente de la colonia Morelos y propietario de la quinta Gral. Moya, entrevista realizada por el autor, Pátzcuaro, Michoacán, 22 de marzo de 2017. 71 Catherine R. Ettinger, “El habitar campestre: Jardines y casas del Paseo de San Pedro”, en Catherine R. Ettinger & Carmen Alicia Dávila (coord.), De barrio de indios a bosque Cuauhtémoc de Morelia, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Gobierno del Estado de Michoacán/H. Ayuntamiento de Morelia/Miguel Ángel Porrúa, 2012, p. 135. 402 De la Revolución a la época Cardenista área de paseo dominical para la sociedad en general,72 apropiándose del espacio al aceptarlo como parte de su realidad contemporánea. En conclusión, dicha apropiación se da indistintamente de los grupos sociales involucrados, surge a partir de las interpretaciones que cada grupo o individuo da a los rasgos que componen al lugar. El anhelo campestre está presente, bien para el grupo social que lo busca e incluso lo llega a fabricar, o para el que lo percibe como parte de su cotidianidad. Desde esta perspectiva, proyectos como el de las quintas son entendidos más como un gusto romántico por lo tradicional que como una visión meramente de progreso. Fig. 3. Ejemplo de la integración paisajística de las construcciones a orillas del lago, ca. 1940. Fuente: “Lago de Pátzcuaro”, Casasola: Fotógrafo. Fototeca Nacional. 72 Guadalupe Irepani, residente de la colonia Morelos y nuera de los propietarios de la quinta Pulido, antes quinta Calimaya, entrevista realizada por el autor, Pátzcuaro, Michoacán, 24 de febrero de 2017. 403 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Discursos de poder Las quintas en Pátzcuaro surgieron en una época donde las tendencias artísticas, incluyendo la arquitectura, se enfocaron en la difusión de una ideología nacionalista de revaloración de los componentes de identidad y arraigo de la sociedad mexicana.73 Así como la pintura mural fue utilizada como medio de educación social, en la arquitectura se pueden entender ciertas intenciones de diseño que concordaban con las tendencias de la época, como parte de una misma corriente ideológica. Si a esto se añade que la historia primaria de las quintas está asociada a altos mandos políticos y militares (fig. 4),74 se tiene un proyecto vinculado a un aparato ideológico de supremacía política, basado en representaciones materiales con lenguajes de diseño de principios culturales asequibles a la sociedad común. La colonia Morelos en su conjunto puede ser entendida como una más de las acciones en donde se buscó referenciar a Pátzcuaro como un punto de encuentro político e intelectual. Fig. 4. Relación de quintas y propietarios que se han podido identificar. Reconstrucción 1938. Elaboró: Eder García. 73 Berta Ulloa & Joel Hernández (coords.), Planes en la nación mexicana. Libro 8: 1920-1940, México, Senado de la República. LIII Legislatura/Dirección de Publicaciones de la Coordinación de Información y Relaciones Públicas y Oficialía Mayor, 1987, p. 220. 74 Enrique Soto González, cronista de la ciudad de Pátzcuaro y director de Cultura del H. Ayuntamiento de Pátzcuaro, entrevista realizada por el autor, Pátzcuaro Michoacán, 26 de abril de 2016. 404 De la Revolución a la época Cardenista La importancia de Pátzcuaro radica por supuesto en sus valores naturales y culturales innatos, pero para este momento también en el apego por parte del máximo líder político de la época, Lázaro Cárdenas. En este sentido, no hay que confundir la idea de Pátzcuaro bajo una clara intención por aprovechar su potencial turístico y cultural75 mediante diversas acciones político-administrativas,76 con la propuesta de un centro de confluencia ideológica. Por el contrario, retomando el concepto del anhelo campestre como la búsqueda de un espacio propicio para la tranquilidad y el reposo, se entiende que la interpretación más acertada es visualizar a la región como un sitio de retiro para discutir, de manera más privada y sin tanto escaparate, el devenir político del país. Pátzcuaro fue ese gran proyecto, donde las propuestas materiales se plantearon con la intención de mejorar la calidad de vida de la sociedad, así como vincular a ciertos grupos dirigentes con el potencial de la zona. A partir de este doble discurso se generaron acciones que tuvieron la aprobación social, mediante un balance político que no se fundamentara ni en una postura populista, ni en una elitista. Proyectos culturales específicos como teatros, bibliotecas y escuelas, fueron un medio para acercar la educación y la cultura, pero a la vez condicionó qué aspectos de éstas son los que se desean difundir, de qué manera y bajo qué finalidad. La respuesta a estas preguntas tiene que ver con el ideario nacionalista, los aspectos que se deseaban difundir fueron los que exaltaban los éxitos de las acciones políticas a través de la historia,77 la manera como se hizo fue mediante los difusores palpables por la sociedad,78 y la finalidad fue el refuerzo de los ideales de unidad, pertenencia y arraigo, con los cuales la población se identificara con su país, sus líderes y sus connacionales. Por otro lado, la creación de monumentos contribuyó a exaltar valores del discurso nacionalista, a través de la glorificación de líderes políticos e históricos como referentes del constante desarrollo del país. Al mismo tiempo, acciones concretas de infraestructura y equipamiento fueron indicativos de un ideal de progreso, revalorando los rasgos culturales identitarios,79 pero con la promesa de un crecimiento constante, es decir, la aparente búsqueda del progreso social, político y material. Las obras que se gestaron en torno a la colonia Morelos, y el asentamiento mismo, se pueden leer bajo esa intención política e ideológica. Claro ejemplo es la importancia de los medios de comunicación, terrestre, marítima y ferroviaria, con el mejoramiento de todas ellas y la construcción 75 Eugenio Mercado López, op. cit., p. 66. 76 Eugenio Mercado López, Ideología, legislación y patrimonio cultural. Legislación local para la conservación del patrimonio urbano-arquitectónico en Morelia, 1825-2001, Morelia, Secretaría de Cultura de Michoacán/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/H. Ayuntamiento de Morelia/Colegio de Arquitectos del Estado de Michoacán, 2013, pp. 142-146. 77 Julián Galindo & Joaquín Sabaté, “El valor estructurante del patrimonio en la transformación del territorio”, en Apuntes, vol. 22, núm. 1, 2009, p. 29. 78 Jennifer Jolly, Creating Pátzcuaro, Creating Mexico: Art, Tourism and Nation Building under Lázaro Cárdenas, Austin, University of Texas Press, 2018, p. 89. 79 Elisa Speckman, “Población y sociedad”, en Sandra Kuntz (coord.), México. Tomo 3_1880/1930: La apertura al mundo, México, Fundación MAPfRE/Santillana Ediciones Generales, 2012, p. 275. 405 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad de nuevo equipamiento (fig. 5). La traza urbana radial de la colonia fue un aspecto que, al menos para el contexto de la región, fue algo novedoso. Sin embargo, los diseños arquitectónicos basados en elementos de la tradición fueron una constante de integración cultural, a partir no de copias sino de reinterpretaciones híbridas de formas típicas basadas en conceptos más relacionados con los ideales de la modernidad. Aquí es donde cobran fuerza los discursos de poder, mediante lenguajes manejados en un contexto socio político nacionalista y formas relacionadas más con los entornos urbanos periféricos que con una tradición histórica y cultural de corte rural. Los discursos de poder representados en los componentes conceptuales y morfológicos de las quintas se pueden entender en tres rubros: cultura, jerarquía y modernidad. El primero está referenciado en la apropiación de los rasgos de la tradición constructiva local y de las reinterpretaciones de la arquitectura virreinal, como una exaltación de la historia y los valores culturales del sitio. El segundo aspecto se observa en las representaciones socio económicas de las quintas como muestra del poder de los propietarios, así como en componentes específicos que enfatizan tal condición. El tercer componente se ejemplifica en los lenguajes funcionales, los conceptos de modernidad, e incluso en el fundamento del neocolonial como tendencia arquitectónica en que se basan los diseños, todo ello para acentuar los ideales de progreso dentro de un contexto tradicional. Asimismo, se puede hacer una interpretación política metafórica de las quintas. La propiedad de las quintas se asocia a varios personajes allegados a Cárdenas e incluso se especula que la propiedad inicial de los terrenos fue suya.80 La quinta Eréndira, casa del general, aunque no forma parte de la colonia Morelos sí guarda una estrecha relación física y conceptual. Con esto como premisa nos enfrentamos a un círculo político intelectual liderado por Cárdenas, y su vivienda resaltando sobre las quintas, no solo por el diseño y la jerarquía de su construcción, sino también en gran medida por la posición que guarda con respecto a las otras a partir de su emplazamiento elevado (fig. 6). Esto puede ser entendido como una estructura jerárquica en donde la Eréndira está físicamente encima del resto, mientras que a manera de analogía también se establece la supremacía de su propietario. Independientemente de las analogías, lecturas e interpretaciones que se han hecho, se denota una intencionalidad en la conformación de las quintas y el asentamiento donde se ubicaron. con la influencia de factores ideológicos y contextuales en los procesos de diseño y construcción. Esta tendencia permeó en diversas obras que se desarrollaron en ese momento, no solo en Pátzcuaro y Michoacán, sino en diversas regiones del país. 80 Periódico Oficial del Gobierno Constitucional del Estado Libre y Soberano de Michoacán de Ocampo, T. LvI, núm. 19, 24 de junio de 1935, 1-2. 406 De la Revolución a la época Cardenista 5. Muelle del lago de Pátzcuaro en las cercanías de la colonia Morelos. Fuente: Archivo Histórico de Pátzcuaro. Fig. 6. La quinta Eréndira y su posición jerárquica frente a su contexto inmediato. Fuente: Archivo Histórico de Pátzcuaro. 407 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Patrones de diseño La lectura inicial que se puede hacer de los diseños de las quintas de la colonia Morelos es de un esquema homogéneo. Por supuesto esto no quiere decir que se trata de conceptualizaciones reiterativas o construcciones en serie, sino que parte de una tipología acorde a los factores en que se desarrollan los proyectos. El diseño de los componentes que integran las quintas obedece a cuestiones como funcionalidad, contexto regional, y en algunos casos a influencias externas. Para propósitos prácticos se establecen dos categorías de análisis, morfología estilística, y distribución espacial, la primera enfocada en aquellos rasgos plasmados en la imagen exterior del inmueble, y la segunda en los que determinan el partido arquitectónico de la obra. El rasgo inicial del primer grupo son las cubiertas inclinadas a una o diversas vertientes, con un sistema tradicional de viguería de madera y teja de barro, salvo casos muy puntuales como el casino de Tres Reyes, con una estructura más compleja para sortear en amplio claro, probablemente influenciada por la cubierta de caballete y largueros usada en algunos templos de la zona lacustre.81 El esquema general es reiterativo en todas las edificaciones, tanto es las construcciones principales como en las de servicio (fig. 7). Si bien es cierto es una respuesta a un problema funcional y del contexto natural al ser una zona de alta precipitación pluvial, también se entiende su vinculación al fortalecimiento de un imaginario regional, que se forjó a partir de la arquitectura vernácula del sitio,82 y se plasmó como una imagen constante de las representaciones de la arquitectura mexicana de principios de siglo.83 Otro componente son los enmarcamientos en vanos, cuya manufactura es diversa y va desde la piedra en clara relación a la arquitectura virreinal, o en ladrillo o concreto en relación con los ideales de progreso de la modernidad.84 Es un elemento jerárquico, que enfatiza el carácter socio económico de las viviendas, siendo más evidente a partir del grado de ornamentación del elemento. Entre más importante es el vano, el espacio que comunica o la edificación como conjunto, más profusa es la ornamentación presente. Representan un ideal de poder, al ser asociado particularmente a 81 Luis Alberto Torres Garibay, “Estereotomía de cubiertas de madera en templos virreinales de Michoacán”, en Boletín de Monumentos Históricos, núm. 36, 2016, p. 33. 82 Vid. Adam Rubalcava, Pátzcuaro, México, Avándaro, 1961; Idem, “Pátzcuaro. Ambiente arquitectónico”, en Arquitectura México. Selección de arquitectura, urbanismo y decoración, núm. 3, 1939; G. Richard Garrison & George W. Rustay, Early Mexican Houses. A Book of Photographs & Measured Drawings, Lanham, Taylor Trade Publishing, 2012 [1930]. 83 Eduardo N. Mijangos, “Inventando al mexicano. Identidad, sociedad y cultura en el México posrevolucionario”, en María R. Rodríguez, Lisette Rivera, Martín Pérez & Eduardo N. Mijangos (coord.), Imágenes y representaciones de México y los mexicanos, México, Editorial Porrúa/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2008, p. 110. 84 Jürgen Habermas, “Modernidad: Un proyecto incompleto”, en Marshall Berman, et.al., El debate modernidad/posmodernidad, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1993, p. 131. 408 De la Revolución a la época Cardenista obras de carácter religioso, gubernamental o de alta clase social. Este aspecto se complementa con el uso de paramentos lisos y el cómo enfatizan los enmarcamientos y en general los componentes ornamentales. Con respecto a la distribución espacial son cuatro los aspectos a considerar y que dan un carácter particular a las quintas. El primer rasgo es la sencillez morfológica, que bien puede asociarse a los principios racionales de la modernidad, pero también se relaciona con las intenciones de uso del inmueble. Al ser primordialmente una casa de descanso o veraneo su ocupación fue eventual. La necesidad de una gran cantidad de habitaciones se cambió por la de espacios de un diseño simple y reducidos en número, pero elegantes y apostando por un juego de proporciones y escalas que dependían de aspectos como la disposición con respecto al predio, y el estatus social del propietario (fig. 8). Asimismo, los edificios complementarios destinados a servicios hicieron que la casa principal ostentara su jerarquía y carácter. Los corredores es otro elemento importante de las quintas, presente en casi todos los casos independientemente de su diseño o proporción. Es un componente de articulación entre la vivienda y el exterior, un mediador entre el espacio cerrado y el abierto a partir de una zona semiabierta. Conceptualmente el corredor también se vinculó a esa conexión con el medio campestre representado por los jardines,85 y la vida urbana manifestada en algunos espacios y sus comodidades de corte citadino. Desde el punto de vista funcional, los corredores proveen un medio de goce exterior, y el resguardo de las inclemencias climáticas del exterior. Otro elemento un tanto menos utilizado y con más variaciones es la terraza, retomado más de la tipología de quinta que del contexto inmediato, ya que en las edificaciones virreinales fue más común el balcón y en las viviendas tradicionales no se contemplan. Se trató más de un rasgo propio de la arquitectura californiana,86 donde climas más cálidos que el de Pátzcuaro permiten el aprovechamiento de espacios de este tipo. Conceptualmente se puede decir que las terrazas cumplen una función similar a los corredores, como articulaciones entre interior y exterior. Sin embargo, la terraza no provee la protección de un área semiabierta, y tiende más a usarse como mirador, una forma de tener contacto con el exterior a partir de un cambio en la perspectiva del entorno inmediato. El último componente es la escalera exterior, la cual resulta aún más interesante al considerar los factores medioambientales señalados previamente. La determinación de optar por este tipo de diseño pudo obedecer a dos aspectos: el primero es el no interrumpir el ordenamiento de los espacios interiores, ya que muchos de ellos se conectan entre sí. El segundo aspecto pudo estar rela- 85 Catherine R. Ettinger, “El habitar campestre…”, op. cit., p. 145. 86 Catherine R. Ettinger, La arquitectura mexicana desde afuera... op. cit., p. 38. 409 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad cionado con la función de dominio del espacio exterior de las terrazas, al proveer una comprensión paulatina del paisaje. Esto no resulta raro, ya que todas las escaleras exteriores llegaban, o bien a un espacio vestibular semi abierto, o a la misma terraza (fig. 9). Este tipo de diseños de escaleras no fue propio de la región, ni en edificios virreinales ni tradicionales, al igual que las terrazas, es un elemento foráneo relacionado con el modo de entender la vida campestre de las casas de campo. Se pueden señalar otros componentes de diseño, como el trabajo de carpintería que brindó diseños interesantes en puertas y ventanas, vinculados particularmente a las formas de las edificaciones virreinales. La inclusión de elementos estructurales en madera además de la viguería, igualmente propios de la arquitectura virreinal local y que se plasmaron en gualdras, capiteles y columnas. Las chimeneas, con una doble intención, para contrarrestar el clima frío de la región y como un símbolo de estatus social. Y por último los accesos esquinados al predio, que si bien es cierto no fue una constante, en varios ejemplos se observa esta característica que enfatiza el acceso a la propiedad tras el cercado del terreno, con grandes portones y una decoración que incluyó columnas, volutas, dinteles y pináculos. Fig. 7. Juego de cubiertas en la casa principal y búngalos de la quinta Tres Reyes. Fotografía: Eder García. 410 De la Revolución a la época Cardenista Fig. 8. La morfología de las quintas ejemplificada en la propiedad del Gral. Carlos Moya. Fotografía: Eder García. Fig. 9. Escalera exterior conectando con la terraza en la quinta El Fresno. Fotografía: Eder García. 411 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Cuestionando el neocolonial La arquitectura neocolonial se fundamenta en la reinterpretación de rasgos propios de las obras virreinales o coloniales,87 trasladándolos a los requerimientos propios de la época en que se desarrolla la tendencia. En el caso de México, el neocolonial predominó durante las décadas de 1920 y 1930, principalmente como una arquitectura que dio respuesta a los problemas de diseño de escuelas y viviendas de ciudades como Guadalajara, Cuernavaca y Ciudad de México,88 sin ser exclusivo de éstas. Así mismo, está marcada como una tendencia de carácter nacionalista, al buscar una introspección identitaria en las raíces de México como nación en el periodo novohispano y sus manifestaciones.89 Si se toma como parámetro esta definición del estilo arquitectónico y se traslada al caso de Pátzcuaro, se tiene que la arquitectura neocolonial de la región debió estar inspirada en las edificaciones virreinales del sitio, lo cual en parte es cierto, pero no se limita a esas formas. Los proyectos ejecutados durante la década de 1930 en Pátzcuaro comúnmente son catalogados como neocoloniales, debido a los rasgos virreinales y haberse gestado a la par del ideario nacionalista cardenista, el ejemplo más claro de ello es el teatro Emperador Caltzontzin. Sin embargo, esta categorización se limita a una referencia estilística, se omiten otros factores que permiten tener una visión más integral del proyecto y contemplan su gestación, construcción e integración al entorno. Los lenguajes de las quintas no son solo novohispanos o rurales, también retoman aspectos de la modernidad de la primera mitad del siglo xx. Vale la pena entonces reflexionar sobre su composición arquitectónica más allá del estilo. La respuesta más sencilla sería abordarlo como una arquitectura ecléctica, una mezcla de varias tendencias y patrones de diseño. El problema es que esto nos limitaría a una manera simplista de comprender un problema más profundo. Desde el punto de vista material, la arquitectura neocolonial utiliza criterios de las edificaciones novohispanas como los paramentos lisos, los enmarcamientos en vanos, y la inclusión de detalles ornamentales en elementos como cornisas, columnas, cerramientos, losetas, y los mismos marcos (fig. 10). Cabe aclarar que en este análisis no se incluyen las tejas que, aunque fue un rasgo recurrente del neocolonial en varias partes del país, en el caso de Pátzcuaro se considera que está inspirado más en la tradición constructiva. Con respecto a lo conceptual se retoma la idea de jerarquía, el poder socio económico y político que representaron las grandes casonas y edificacio- 87 Enrique X. de Anda, Historia de la arquitectura mexicana, Barcelona, Gustavo Gili, 2008, p. 164. 88 Aracy Amaral, “La invención de un pasado”, en Aracy Amaral (coord.), Arquitectura neocolonial: América Latina, Caribe, Estados Unidos, Sao Paolo, Fundación Memorial de América Latina, 1999, p. 13. 89 Johanna Lozoya, Las manos indígenas de la raza española, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2010, p. 141. 412 De la Revolución a la época Cardenista nes coloniales, aunque otra influencia directa sería también la arquitectura porfirista. Este rasgo se evidencia en las casas de la colonia Morelos por el carácter de altos mandos de la época de sus propietarios. Los aspectos materiales que se retoman de la tradición constructiva local, sin ser exclusivos de ella, son el predominio del macizo sobre el vano, el trabajo en madera estructural y carpintería en puertas y ventanas, y primordialmente la utilización de cubiertas inclinadas de teja de barro y viguería. Este sistema, además de su función, contextualización y relación con la ideología nacionalista de la época, se asoció como un rasgo distintivo de la arquitectura campestre. Con respecto a lo conceptual, la idea más importante es el gusto romántico por lo rural, una vida de tranquilidad anhelada por la sociedad urbana, surgida de la inspiración en diseños arquitectónicos contemporáneos, pero con un dejo de sencillez tradicional. Por otro lado, la integración con la naturaleza y la vida al exterior, este último se tuvo en las viviendas virreinales con la inclusión de patios centrales, mientras que el contacto con la naturaleza se dio mediante los jardines y plazas públicas. Las quintas retomaron esa idea, pero invierten la respuesta, careciendo de espacios abiertos interiores para vincularse al contexto natural con diseños de juegos volumétricos que priorizaron el espacio ajardinado sobre el edificado, la amplitud de la que carecían los centros urbanos y que era añorada por quienes encontraron respuesta en las quintas y la vida campestre (fig. 11). La influencia exterior se dio por la modernidad arquitectónica que permeaba en la época a nivel internacional. De ella, en las quintas se retomó la simpleza y funcionalidad de diseño, viviendas de ocupación eventual con cantidad reducida de espacios que permitieron un mejor aprovechamiento de recursos (fig. 12). Aunque la imagen fue de inmuebles “disfrazados” de tradicionales, la estructura principal se basó en el ladrillo y el concreto como sistemas que facilitaron la labor constructiva. Ejemplo de ello son los muros de ladrillo, aplanados de mortero de cal y pintura a la cal, o entrepisos de concreto con viguería de madera, que en ocasiones más que actuar como soporte estructural fueron un elemento decorativo. En el aspecto conceptual se implementaron ideas como la racionalidad en el diseño, la estandarización espacial, estructural y en vanos, y la economía en recursos, espacios y construcción. A pesar de ese gusto romántico y el anhelo por lo rural, los usuarios deseaban conservar ciertas comodidades de la vida urbana, lo cual aunado al carácter jerárquico y de estatus, hizo del concepto de progreso una constante y rasgo distintivo de la modernidad. En conclusión, las quintas son producto de un proceso de hibridación arquitectónica de referencias materiales y conceptuales del contexto y momento en que se gestaron.90 A grandes rasgos, de la arquitectura virreinal retoma las manifestaciones plásticas, del porfiriato las ideas de jerarquía y estatus, de la tradición local el gusto romántico por lo rural, y de la modernidad la noción de pro- 90 Arjun Appadurai, Modernity at Large, Minneapolis, University of Minnesota Press, 2005, p. 17. 413 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad greso.91 Se cuestiona el neocolonial porque las quintas no encajan tajantemente en ese estilo, pero tampoco puede descartarse por la inclusión de otros conceptos y elementos ajenos a su categorización. El neocolonial sí fue la inspiración y el parteaguas del diseño de las quintas, al ser el estilo predominante entre los grupos dirigentes del momento. Tal vez estemos en la posibilidad de afirmar que los lenguajes arquitectónicos de las quintas corresponden a una tipología del neocolonial que, más que buscar respuestas en una reinterpretación histórica, las obtiene en un entendimiento del contexto en que se inserta la obra. Cultura, historia, naturaleza y contemporaneidad se entretejieron para generar diseños con una visión más integral de la obra y su entorno. Fig. 10. Reinterpretación de elementos virreinales en la quinta Atzimba. Fotografía: Eder García 91 Jürgen Habermas, “La conciencia del tiempo de la modernidad y su necesidad de autoconvencimiento”, en Sociológica. Revista del Departamento de Sociología UAm-A, vol./año 3, núm. 7-8, 2015, p. 3. 414 De la Revolución a la época Cardenista Fig. 11. Las quintas priorizaron la integración con un contexto natural, Quinta San Ángel. Fotografía: Eder García. Fig. 12. La simpleza volumétrica y materiales contemponeos en la quinta del Gral. Martín del Campo Fotografía: Eder García. 415 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Reflexiones finales En el presente documento se han revisado los distintos factores asociados a la gestación de las quintas de la colonia Morelos. No se puede hablar de la concreción de un caso excepcional, sino de una discrepancia ideológica plasmada en la respuesta arquitectónica dada. No se trata de una mezcla arbitraria de componentes, sino de la respuesta a una intencionalidad en la concepción de la obra. Se tienen entonces una hibridación arquitectónica, un proceso en el que entran en juego una multiplicidad de factores de diversa índole y origen, que dependen del bagaje de los actores involucrados, así como de un lugar y un tiempo específicos.92 Dichos procesos conllevan una serie de cuestionamientos sobre los paradigmas historiográficos y estilísticos que. Si bien es cierto, estos parámetros facilitan la organización de la arquitectura y su entendimiento en un contexto determinado, también limitan una visión más completa de la obra entendida no como un producto, sino como resultado de un proceso y sus variables. El objetivo no es sugerir nuevas clasificaciones, sino comprender que la arquitectura va más allá de una lectura espacial o morfológica, con fenómenos implícitos que condicionaron el devenir de su concepción y materialización. Las quintas son muestra de este proceso de hibridación de factores que median entre la tradición y lo contemporáneo, las permanencias de lo regional y la influencia de lo foráneo, los valores culturales históricos y la ideología propia de la época, el anhelo campestre y el ideal de progreso. Esta multiplicidad de factores converge en proyectos que, más allá de lo tangible, conllevan conceptos que condicionaron desde alguno de los componentes que integran la obra, hasta la ideología dentro de ese proceso que permitió llegar a la respuesta material. La arquitectura nacionalista del cardenismo no puede entenderse solo como una tendencia política ideológica de su momento, la inserción de sus obras dentro de un proyecto cultural a gran escala permite tener un panorama más completo de un fenómeno histórico y arquitectónico. Este trasfondo dio como resultado que representaciones como las quintas tengan tras de sí una carga teórica más compleja, que solo puede ser entendida de manera integral a través de la comprensión de estos procesos de hibridación arquitectónica. 92 Felipe Hernández, Bhabha for Architects, London, Routledge, 2010, pp. 80-87. 416 De la Revolución a la época Cardenista Bibliografía III Congreso de Geografía de Universidades Públicas, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2001. Amaral, Aracy, (coord.), Arquitectura neocolonial: América Latina, Caribe, Estados Unidos, Sao Paolo, Fundación Memorial de América Latina, 1999. Appadurai, Arjun, Modernity at Large, Minneapolis, University of Minnesota Press, 2005. Arango, Silvia, “Espacios públicos lineales en las ciudades latinoamericanas”, en Revista Nodo, vol. 7, núm. 14, 2013, pp. 9-20. Arango, Silvia, Ciudad y arquitectura. 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XI LÁZARO CÁRDENAS Y EL ARTE NACIONALISTA EN PÁTZCUARO José Manuel Martínez Aguilar93 Introducción En Michoacán, el gobernador Lázaro Cárdenas fue el primer mandatario que apoyó y promovió el arte nacionalista como parte de su política educativa, cultural y de promoción turística. Además de la pintura mural, utilizó la escultura y la arquitectura como medios de comunicación con la sociedad y los visitantes. Para ello mandó realizar una serie de obras, principalmente en Morelia, Pátzcuaro, Jiquilpan y algunos poblados de la ribera del lago de Pátzcuaro. En el municipio de Pátzcuaro, las temáticas fueron recurrentes: la independencia de México, representada por héroes como José María Morelos y Pavón y doña Gertrudis Bocanegra, la Revolución, temas como Vasco de Quiroga, la clase trabajadora, la cultura indígena y paisajes de la región lacustre, el gobernador tarasco Tangaxhuan II y la mítica Eréndira. Los edificios en donde se pintaron estos temas fueron construcciones nuevas o adaptadas para bibliotecas, teatros, museos, escuelas y edificios guberna- 93 Facultad de Arquitectura, UMsnH. Correo electrónico: majmanuel999@hotmail.com Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad mentales. Su propia casa de descanso en Pátzcuaro: la Quinta Eréndira, fue remodelada con un estilo neo regional, para luego ser decorada con pintura mural y esculturas que representan la historia de Michoacán. En este trabajo se hace un breve análisis histórico e iconológico de las obras de arte nacionalista erigidas durante la décadas de 1930 en el municipio de Pátzcuaro. Se busca mostrar que la mayoría de estas obras fueron encargadas de manera directa por Lázaro Cárdenas a un grupo selecto de artistas y que las temáticas, e incluso la manera en cómo se representan las composiciones, se repitieron en varias ocasiones, lo que puede revelar los intereses que tenía el general michoacano por determinados personajes y tópicos que ya eran íconos de la identidad michoacana y la región lacustre de Pátzcuaro, pero que en este periodo fueron exaltados como símbolos de la lucha, la resistencia, la identidad michoacana, las bellezas naturales de la región lacustre, el valor de la raza indígena, la clase trabajadora y la educación. El estudio complementa una serie de trabajos que en los últimos tres años han publicado investigadores nacionales y extranjeros sobre pintura mural, arquitectura y turismo en Pátzcuaro en la década de 1930.94 Aquí las obras de arte se agrupan, comparan y analizan por su temática para mostrar que hay una intención clara de Cárdenas por exaltar determinados íconos que consideraba representativos de la identidad michoacana, como parte de su proyecto socio cultural para el municipio, y que algunas obras son tan similares entre sí que no dejan duda de la influencia entre los artistas que trabajaron en Pátzcuaro durante ese periodo de tiempo. José María Morelos y Pavón El tema de la independencia, representado con las figuras de los michoacanos José María Morelos y Gertrudis Bocanegra Mendoza, fue utilizado por Cárdenas en varias de las obras que ordenó realizar en Pátzcuaro.95 En 1933, siendo gobernador, mandó levantar en un la cumbre de la isla de Janitzio un monumento al héroe de la patria José María Morelos y Pavón. Se trataba de un edificio de 47 metros de altura desde su base, con tendencia Art Decó, formado con una estructura de concreto armado, muros de tabique y un revestimiento externo de cantería. Aunque siempre se le ha 94 P. e. Jennifer Jolly, Creating Pátzcuaro, Creating Mexico. Art, Tourism and Nation Building under Lázaro Cárdenas, Austin, University of Texas Press, 2018. Catherine R. Ettinger, “Roberto Cueva del Río en Michoacán. Arquitectura, pintura mural y la génesis de una iconografía regional”, en Eugenio Mercado López (coord.), Arquitectura y murales en Michoacán. Génesis de una iconografía para la identidad regional, Morelia, Fimax, 2018, p. 168. José Manuel Martínez, “Lázaro Cárdenas, impulsor del turismo y el arte en Pátzcuaro”, en Pasos, revista de turismo y patrimonio cultural, vol. 17, núm. 5, 2019, pp. 1079-1092. 95 El nombre de Morelos había sido elegido también para denominar a una colonia formada al norte de Pátzcuaro en 1932. Eder García Sánchez, La arquitectura nacionalista del cardenismo. Las quintas campestres y el proyecto cultural en Michoacán (1927-1950), Tesis de doctorado en arquitectura, Facultad de Arquitectura/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2017. 422 De la Revolución a la época Cardenista adjudicado la obra a Guillermo Ruiz,96 hay evidencias para afirmar que el papel que tuvo Juan Tirado Valle en el proyecto y la ejecución de la obra fue protagónico. También se sabe que contó con la colaboración del maestro Martín Pineda y del ingeniero Antonio Rojas, además de un regimiento de caballería y una fracción de zapadores.97 La estatua representa al “siervo de la nación”, con un cuerpo robusto y corto, su cabeza redonda está girada ligeramente hacia arriba; tiene el brazo derecho levantado y la mano empuñada en señal de fuerza o triunfo o bien como símbolo del llamado a la lucha y la libertad. En la mano izquierda sostiene una espada medieval, que apoya en el piso. El cuerpo del prócer insurgente está cubierto por una túnica o capa que lo oculta completamente. Tras la conclusión del monumento, Cárdenas solicitó a Ramón Alva de la Canal que pintara en su interior la vida del “generalísimo” y su participación en la guerra de independencia de México, integrando así la escultura y la pintura en una obra excepcional. A partir de 1935, el muralista, con ayuda de su esposa, comenzó a pintar 56 escenas, en el mismo número de paneles, que se distribuirían en cinco niveles. Las pinturas de Alva de la Canal se van adaptando en los paneles irregulares, donde la figura de Morelos ocupa siempre un lugar protagónico al ser colocada al centro o al frente de la composición, destacando de los demás personajes.98 La imagen de Morelos volvió a ser solicitada por Cárdenas en más de una ocasión. A Roberto Cueva del Río le pidió una serie de murales al fresco y dos óleos, empezando con un mural sobre la “Historia y Paisaje de Michoacán” para su Quinta Eréndira, ubicada al norte de Pátzcuaro. En uno de los fragmentos, dedicado a la Independencia de México, aparece una escena del “generalísimo” con el título de “Morelos en la Guerra de independencia levanta al pueblo de Carácuaro;”, en ella se le observa portando en su mano izquierda la composición: los “Sentimientos de la Nación”, mientras que su brazo derecho da la señal para que el pueblo lo siga. Al frente de él, un niño descalzo toca el tambor; a su izquierda aparece una mujer cargando un niño y, atrás, un grupo de hombres en actitud de lucha cargan machetes, lanzas y rifles.99 96 P. e. Blanca E. Ávila Juárez, “Monumento a Morelos en Janitzio: una obra nacionalista para el siervo de la nación, en Eugenio Mercado López (coord.), op. cit., pp. 173-203. Manuel Toussaint, Pátzcuaro, Instituto de Investigaciones Históricas/Facultad de Arquitectura/Universidad Nacional Autónoma de México, 1942, p. 192. 97 “El 1º. de mayo de 1934 en la isla de Janitzio el regimiento ʻ22ʼ de Caballería y la Fracción de ʻZapadoresʼ empezaron a construir el gran monumento a Morelos, con la colaboración del ingeniero Sr. Antonio Rojas y del escultor Sr. Juan Tirado, así como del señor Martín Pineda, maestro de grupo […]”. Constancia de la participación de Juan Tirado, Martín Pineda y Antonio Rojas en la construcción del monumento a Morelos, Janitzio Mich., 26 de agosto de 1935. Archivo particular de la familia Tirado Moreno. 98 Blanca E. Ávila Juárez, op. cit. pp. 191-203. 99 Elisa García y Leticia López, José María Morelos en el arte, México, Secretaría de Educación Pública/InEHRM, 2015, p. 77. Catherine R. Ettinger, “Roberto Cueva…”, op. cit., p. 168. 423 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad “En el mural “La historia de Michoacán”, pintado por Juan OʼGorman al interior de la biblioteca pública Gertrudis Bocanegra entre 1941 y 1942” Morelos ocupa un lugar principal en uno de los fragmentos. Aparece de pie con su traje militar rojo y azul frente a un grupo de campesinos; sostiene en su mano derecha un estandarte: “El Doliente de Hidalgo”, que representaba la guerra a muerte sin cuartel; en su mano izquierda porta un pergamino que representa los “Sentimientos de la Nación”, con la leyenda “Independencia y libertad para todos los pueblos de América”.100 Aunque estrictamente el mural no entra en el periodo del gobierno cardenista, se sabe por el mismo OʼGorman que el entonces ex presidente Cárdenas le aconsejó pintar el mural en la biblioteca pública de Pátzcuaro, por lo que esta obra puede considerarse como la culminación del periodo artístico nacionalista de la década anterior en Pátzcuaro.101 "Escenas de la vida de Morelos", interior del mismo monumento. Roberto Alva de la Canal (1935-1936) “Escenas de la vida de Morelos”, interior del mismo monumento. 100 Para más detalle sobre el mural véase Adriana Avedaño Saldoval, El Mural “La historia de Michoacán” de OʼGorRoberto Alva de Michoacana la Canal (1935-1936). man, estrategias semionarrativas, Morelia, Universidad de San Nicolás de Hidalgo, 2015, pp. 153-154. Cfs. Enrique A. Cervantes, Pintura de Juan OʼGorman en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra de Pátzcuaro, Mich., México, n. p., 1945. 101 Juan OʼGorman, “Autobiografía”, en Antonio Luna (ed.), Juan OʼGorman: autobiografía, antología, juicios críticos y documentación exhaustiva sobre su obra, México, Cuadernos Populares de Puntura Mexicana Moderna, 1972, pp. 69195. 424 De la Revolución a la época Cardenista Monumento a J. M. Morelos en la isla de Janitzio, Juan Tirado et. al. (1933-1934). 425 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Gertrudis Bocanegra La imagen de Gertrudis Bocanegra fue enaltecida por Lázaro Cárdenas durante su periodo como gobernador de Michoacán y como presidente de México. Desde 1916 se formó en Morelia una comisión para levantar un monumento y conmemorar el centenario de su muerte, pero sin éxito. Fue hasta 1932 que Cárdenas mandó aderezar la plaza de San Agustín, segunda en importancia en la ciudad, y la rebautizó con el nombre de Gertrudis Bocanegra, luego de que don Luis Ortiz Lazcano desmantelara el Salón Apolo, que se ubicaba en ese espacio público, por vencimiento del contrato de concesión para su funcionamiento.102 Al templo de San Agustín lo secularizó y pasó a ser propiedad federal desde principios de 1936 por decreto presidencial y en ese año quedó bajo resguardo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para ser destinado como Biblioteca Pública con el nombre de “Gertrudis Bocanegra”.103 En 1937 el general Cárdenas encargó al escultor Guillermo Ruiz la elaboración de un monumento a la heroína de la independencia. Ruiz, con la ayuda de sus discípulos, entre los que se encontraba Carlos Cruz, terminó y levantó la obra en la plaza del mismo nombre a finales del siguiente año. Se trata de una escultura de bronce de unos tres metros de altura, colocada sobre un pedestal de base rectangular recubierto con cantería.104 Representa a una mujer desafiante que parece dar un paso hacia el frente, aceptando su participación en la insurgencia, mientras se toca el seno izquierdo, que denota estar dispuesta a ser fusilada antes de denunciar a sus cómplices o pedir indulgencia. En la base del pedestal se halla una placa de bronce con un bajo relieve donde aparece la misma mujer hincada en el patíbulo mientras un grupo de indígenas angustiados está expectante de su destino y un soldado la vigila de cerca. En un letrero aparece la leyenda “Gertrudis Bocanegra sacrificada en aras de la Independencia Nacional, octubre 1818”.105 La misma escena aparece en la portada del libro “Gertrudis Bocanegra de Lazo de la Vega…” de Jesús Romero Flores, publicado el mismo año en que se inauguró el monumento.106 102 Para más detalle sobre el Salón Apolo véase, José Manuel Martínez, “El ʻSalón Apoloʼ de Pátzcuaro. Un teatro construido durante la Revolución Mexicana, en Historias de la arquitectura en Michoacán. Una mirada desde las fuentes, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2020, pp. 197-206. 103 Esperanza Ramírez, Catálogo de monumentos y sitios de la región lacustre, tomo I, Pátzcuaro, Gobierno del Estado de Michoacán/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1986, p. 90. La secularización de edificios y espacios como los de Pátzcuaro también se efectuó en Jiquilpan y otros lugares, como parte del proyecto cardenista en Michoacán. 104 La base fue diseñada por el arquitecto Alberto Le Duc. 105 Gertrudis murió el 10 de octubre de 1817. José Manuel Martínez, Gertrudis la insurgente, Pátzcuaro, ayuntamiento de Pátzcuaro, 2020, p. 53. 106 Jesús Romero Flores, Gertrudis Bocanegra de Lazo de la Vega. Heroína de Pátzcuaro sacrificada en aras de la Independencia Nacional, México, Editorial México Nuevo, 1938. 426 De la Revolución a la época Cardenista Como ya se había adelantado, en un fragmento del mural “La historia de Michoacán” de Juan OʼGorman aparece también doña Gertrudis Bocanegra, de piel morena y pelo negro, vestida de blanco, hincada, con los brazos atados a la espalda y la cabeza inclinada hacia abajo; de su pecho brota un chorro de sangre, pues como lo dice un letrero que yace en el suelo: “Ma. Gertrudis Bocanegra dio su sangre por la Independencia”.107 Monumento a Gertrudis Bocanegra, plaza del mismo nombre, Guillermo Ruiz (1938). 107 En el salón de actos del Palacio de Gobierno de Morelia, Fermín Revueltas pintó también en 1931 “El fusilamiento de Gertrudis Bocanegra”. Velarde Cruz, Sofía, Entre historias y murales. Las obras ejecutadas en Morelia, Morelia, Instituto Michoacano de Cultura/Departamento de Investigación de la Cultura y las Artes, 2002, p. 33. 427 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fragmento del mural: “Historia de Michoacán”. Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra Juan OʼGorman (1941-1942). 428 De la Revolución a la época Cardenista La Revolución Mexicana y la clase trabajadora El tema de la Revolución Mexicana como detonador de un cambio social, incluyendo la reivindicación de la clase obrera, los campesinos y los indígenas, fue común en el arte nacionalista de los años 20 y 30. En algunas obras artísticas del país la lucha armada y los temas sociales formaron parte de una misma composición, en otros casos estuvieron separados. En Pátzcuaro, la Nueva Colonia Ibarra creada durante el gobierno estatal de Lázaro Cárdenas como resultado de la expropiación de una parte de la hacienda Ibarra cambió su nombre a colonia “Revolución” en 1932.108 En el jardín central de esta zona urbana se inauguró en noviembre de 1936 un monumento a la Revolución Mexicana y los obreros, obra de Juan Tirado.109 Es un monolito en forma de muro, con un alto relieve en una de sus caras, donde aparecen cuatro personas: al centro se ve una mujer que estrecha la mano con un hombre que está a su izquierda; atrás aparece otro varón y a su derecha un militar. De ese lado, al fondo, se puede ver un cañón, unas armas y las letras: “Revolución Mexicana”; del lado opuesto se aprecia el campo, unos nopales, montañas y el sol. Las personas sostienen una bandera que dice: “Obrero, la Revolución espera de ti lealtad para tus hermanos de clase”. Más arriba, al centro, hay un grabado de un rifle, una hoz y un libro, símbolos de la Revolución, el campo y la educación. Además de celebrar el triunfo de la Revolución nombrando una colonia, también se bautizó la calle del Progreso, antes calle de los Molinos, como avenida Álvaro Obregón: revolucionario que estuvo a cargo de la presidencia de la República entre el 1 de diciembre de 1920 al 30 de noviembre de 1924. Además, a la plazuela de San Francisco, tal como sucedió con la plaza de San Agustín, fue secularizada simbólicamente poniéndole el nombre de plazuela de la Revolución. En cuanto a la pintura mural, en una de las esquinas inferiores de la obra de Juan OʼGorman, aparece de manera discreta el tema de la Revolución, con la representación de Emiliano Zapata, quien se ubica a la izquierda de Morelos y Gertrudis Bocanegra, tanto físicamente como en ideología; solo se le ve el rostro, una parte del dorso y la mano izquierda, donde porta un pergamino con su lema “Tierra y libertad”; enfrente se observa a una mujer con una hoz y un grupo de campesinos. Otros temas relacionados a la Revolución fueron pintados en 1938 por Cueva del Río en un fresco de la escuela primaria Tzitzipandácuare, en la isla de Yunuén. Estos temas no fueron para Lázaro Cárdenas solo apologéticos. Desde que tomó el cargo como gobernador de Michoacán se encargó de llevar a la práctica algunas ideas derivadas del rena- 108 Colonia Revolución, antes Nueva Colonia Ibarra, piden obtener ejidos. Diario Oficial de la Federación, sábado 13 de noviembre de 1937, Tomo cv, núm. 12, p. 6. 109 Juan Tirado Valle, “Relación de obras realizadas por el escultor Juan Tirado Valle”, documento inédito, Pátzcuaro, 1991, Archivo particular de Damián Román Estrada. 429 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad cer de la nación, como la creación de museos, bibliotecas y escuelas, entre las que se contemplaban algunas para los hijos de militares, obreros y trabajadores del Estado, como la “Escuela Industrial Hijos del Ejército”, de Pátzcuaro, en la entrada norte a la ciudad, un edificio cuya morfología asemeja las casonas de Pátzcuaro, pero con marcos de puertas y ventanas de tendencia art-decó.110 Monumento a la Revolución, colonia del mismo nombre, Juan Tirado Valle (1936). 110 En 1929 Cárdenas fundó en Pátzcuaro el Colegio Industrial Indígena José María Morelos y en 1931 el Internado Industrial Hijos del Ejército (“Melchor Ocampo”), con 300 alumnos. Eitan Ginzberg, Lázaro Cárdenas: gobernador de Michoacán, 1928-1932, El Colegio de Michoacán/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1999, p. 117. 430 De la Revolución a la época Cardenista La cultura indígena y los paisajes naturales Los indígenas y la cultura regional fueron de los temas más presentes en los proyectos culturales de Cárdenas en el municipio. Es conocido que el general pidió a Roberto Cueva del Río decorar los muros del teatro Emperador Caltzontzin con paisajes de la región lacustre e imágenes de indígenas. El mural del auditorio se desarrolla en franjas delimitadas en la parte baja por una cenefa formada con peces blancos. Del lado poniente se representa el lago de Pátzcuaro, la isla Pacanda, la isla Tecuena, canoas, cacería de patos, figuras de pescadores, mujeres vestidas con sus trajes típicos, danzas tradicionales y familias de comerciantes. En el muro oriente se aprecian figuras que representan la artesanía y la educación, teniendo de fondo el lago y las islas de Janitzio y Yunuén.111 Precisamente en la Escuela Primaria “Tzitzipandácuare” de la isla de Yunuén, Cueva del Río pintó varios murales que hacen alusión a la llegada de los primeros tarascos al lago de Pátzcuaro, escenas de pescadores, los deportes y nuevamente aparece el tema de la educación, haciendo alusión a la idea de conjugar la tradición con el progreso para superar los rezagos y la pobreza de sus habitantes.112 En un mural pintado en la planta alta del teatro emperador en 1937, Ricardo Bárcenas retrató “Seis años de progreso y artesanía michoacana”: una composición colorida formada por un grupo de artesanos hombres y mujeres, con el lago de fondo. En el mismo espacio Bárcenas realizó el mural llamado “El plan sexenal”, con una visión del México moderno, donde representa la formación de ejidos, la expropiación de industrias y a los trabajadores.113 Como parte de la modernización de México, la construcción de carreteras tomó un papel primordial en el gobierno cardenista. Esta infraestructura permitió impulsar el turismo por tierra a diferentes poblados “típicos”, es por eso que en los años 30 y 40 fue común ver en las guías turísticas rutas que llegaban a Pátzcuaro y la ribera lacustre. En el arte mural de la ciudad, los mapas también tuvieron lugar, influenciados quizá por el mapa de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en 1936, publicado por Justino Fernández, donde se ilustra el lago de Pátzcuaro, las islas y los poblados de la ribera del lago.114 En una terraza de la Quinta Eréndira Francisco Borbolla realizó 111 Catherine R. Ettinger, “Roberto Cueva…”, op. cit., pp. 133-172. Inclusive, las lámparas del auditorio del teatro tienen forma de bateas, como las que se fabrican en Uruapan y la region lacustre. 112 Eugenio Mercado López, Turismo, imagen urbana y arquitectura en las políticas públicas. México en las primeras décadas del siglo XX, México, Facultad de Arquitectura/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2020, p. 182. Así mismo, en el Centro Escolar Francisco I. Madero de Jiquilpan, Cueva del Rio pintó un fresco dedicado a “La educación y la Revolución”. Catherine R. Ettinger, “Roberto Cueva…”, op. cit., pp. 161-165. 113 Jennifer, Jolly, “Ricardo Bárcenas´s Plan Sexenal and Industrias de Michoacán: Between modernization and preservation” en Eugenio Mercado López (coord.), op. cit., pp. 97-131. Jennifer, Jolly, Creating… op. cit., pp. 142-163. En el antiguo Colegio de San Nicolás de Morelia, Marion Greenwood había pintado entre 1932 y 1934 un mural con el tema de la pesca, la cosecha de trigo y maíz, la fabricación de artesanías populares como petates y alfarería. Velarde Cruz, Sofía, op. cit., p. 51. 114 Justino Fernández, Pátzcuaro. Su situación, historia y características, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Secretaría de Hacienda y Crédito Público/Talleres de estampillas y valores, 1936, s/p. 431 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad un mapa del lago de Pátzcuaro sobre azulejo vidriado donde se alude a las actividades de los pobladores -agricultura y pesca-, a las artesanías y a la educación.115 Otro mapa de Pátzcuaro, cuyo autor desconocemos, fue pintado en un muro interior de la gasolinera Servicios Espinosa, inaugurada al norte de la ciudad en 1940.116 Continuando con los temas costumbristas, se pueden apreciar dos obras de pintura mural en el mirador del Cerro Colorado o Estribo Chico, diseñado y construido por el arquitecto Antonio Llamosa y por el ingeniero Roberto Mejía Ortiz en 1938.117 En uno de los pabellones, Roberto Cueva del Río pintó dos murales con el tema del tianguis o Vendimia y la Danza del pescado, respectivamente. El pescado blanco por ser una especie endémica del lago de Pátzcuaro se convirtió en un ícono de la región lacustre por lo que aparece también en muchas de las obras artísticas hechas en el periodo estudiado. Un caso representativo es la fuente que Cárdenas mandó fabricar en 1935 para que se colocara en el centro de la plaza principal de Pátzcuaro, en lugar de un quiosco porfiriano que fue retirado y obsequiado al pueblo vecino de Tzurumútaro. La fuente formada por cuatro peces debajo de un templete que arrojaban agua por sus bocas, fue diseñada por el patzcuarense Salvador Solchaga, construida por el ingeniero Jesús Martínez y supervisada por el arquitecto Alberto Le Duc.118 En su quinta Eréndira, el general pidió a Guillermo Ruiz construir una fuente diferente con el tema de la doncella Eréndira, conocida como “fuente Eréndira” -Ca, 1935-1941-, una indígena como remate y dos peces a los costados. En el mismo lugar, Juan Tirado dejó una escultura de mayor tamaño de una indígena o “guari” y en el poblado vecino de Tzurumútaro otra escultura con el mismo tema, según él mismo lo aseguró.119 Al igual que los indígenas pescadores, las “guaris”, tarascas o indígenas fueron comunes en la mayoría de pinturas costumbristas, como las ya señaladas. Una indígena vendedora de pescado fue pintada en uno de los muros de la biblioteca Gertrudis Bocanegra, pero actualmente está tapada.120 115 En la Quinta Eréndira Cueva del Río decoró un biombo y un tibor con escenas de indígenas pescadores y vendedoras de pescado. Otro tibor lo pintó con motivos prehispánicos. Catherine R. Ettinger, La Quinta…, op. cit., pp. 40, 42. 116 Los otros tres muros tienen pinturas que aluden a la historia prehispánica. “Arquitectura e imaginarios pueblerinos. La creación del equipamiento cultural y turístico para la región lacustre de Pátzcuaro, Michoacán (1931-1942)”, en Ivan San Marín Córdova y Alejandro Leal Mengus, Arquitectura y ciudad del Movimiento Moderno en México, Ciudad de México, UnAM, 2020, p. 187. 117 “Están ya casi concluidas las obras de Pátzcuaro”, Surco, julio 10, 1938, pp. 1, 4. 118 El diseño del artista patzcuarense Salvador Solchaga se basó en la fuente que había sido inaugurada en 1868 y desmontada en 1905, compuesta por una amplia taza, de cuyo centro destacaban unas columnas de orden compuesto, formando un templete que se remataba con una cúpula, en la cual se hallaba una estatua de una india que representaba a América y en el templete el busto de Hidalgo. Servían de surtidores unos pescados, que a decir de algunos, parecían caimanes o algo raro que era difícil de clasificar. “Pátzcuaro”, El constitucionalista, tomo I, núm. 95, Morelia, 10 de agosto de 1868, p. 4. 119 Juan Tirado Valle, “Relación de obras realizadas por el escultor Juan Tirado Valle”, documento inédito, Pátzcuaro, 1991, Archivo particular de Damián Román Estrada. 120 Jennifer Jolly, Creating…, op. cit., p. 105. 432 De la Revolución a la época Cardenista El tema del indígena ocupó un lugar importante en el proyecto cardenista, sin embargo, la preocupación por los aborígenes estaba presente en toda América, lo que motivó a un grupo de académicos a celebrar una reunión continental donde se trataran asuntos que atañeran los intereses de estos grupos. La primera reunión que se pensaba realizar en Bolivia no se pudo efectuar, pero el presidente Cárdenas ofreció la ciudad de Pátzcuaro como sede y él mismo se encargó de dar el discurso inaugural. Hablamos del Primer Congreso Interamericano indigenista, efectuado entre el 14 y 24 de abril de 1940, que reunió a intelectuales y representes políticos de casi todos los países de América.121 Unos años antes, se había reconocido el valor del trabajo de los artesanos michoacanos con la creación del Museo de Artes Populares, en el antiguo Colegio de San Nicolás, fundado por Quiroga en el siglo xvI. Si bien desde la década de 1920 se había concebido como un museo etnológico, finalmente se concretó en 1936-1937, cuando se restauró el edificio y se empezaron a adquirir las piezas que serían exhibidas -utensilios de madera, bateas laqueadas, imágenes de pasta de caña, textiles, etc.122 121 Al final del evento, los discursos del presidente Cárdenas y de John Collier, director de la oficina de asuntos indígenas, fueron depositados en una urna al pie de la escultura a Tangaxhuan, símbolo de los aborígenes. Tanto en el Congreso de Pátzcuaro como en la práctica del recién creado Instituto Indigenista Interamericano “gravitarían de forma destacada los ideales de la Revolución mexicana que (…) planteaba que problemas como el acceso a la tierra, a la educación y a la salud, eran fundamentales para la integración de los indígenas a las respectivas naciones. Cárdenas enfatizó la necesidad de reconocer el valor de los pueblos indígenas y su contribución a la historia de México y de América. Cree, firmemente que el problema de emancipar al indio —como él lo dice— es similar a la de la liberación del obrero. En ambos casos, se trata de incorporarlo a la cultura universal para que se aproveche de la ciencia y de las técnicas, de manera que puedan ser ciudadanos útiles. Roberto Pineda, “El Congreso Indigenista de Pátzcuaro, 1940, una nueva apertura en la política indigenista de las Américas”, en Baukara, núm. 45, julio-diciembre 2012, pp. 17, 26. 122 José Manuel Martínez, op. cit., pp. 143-144. 433 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Alfareros pintados en el auditorio del teatro Emperador, Roberto Cueva del Río (1938). Danza del pescado en pabellón del Estribo Chico, Roberto Cueva del Río (1939). 434 De la Revolución a la época Cardenista Vasco de Quiroga Uno de los íconos de Pátzcuaro que no podía pasar desapercibida en el arte cardenista fue la figura de Vasco de Quiroga, el primer obispo de Michoacán que refundó la ciudad en 1538 y se ganó el aprecio de los indígenas, pues fue a quienes más procuró: primero como miembro de la Segunda Audiencia de México y luego durante su cargo diocesano. Es por eso que, aunque Cárdenas no era apegado a la religión, en el arte de los años 30 aparece el obispo en varias ocasiones.123 Incluso, el mismo dirigente tuvo la intención de levantar un monumento a Quiroga de 15 metros de altura en el cerro del Estribo Grande, que finalmente no se concretó.124 Una escultura de don Vasco de Quiroga que sí se construyó, actualmente desaparecida, fue elaborada Juan Tirado. No se sabe dónde se ubicaba, pero creemos que corresponde a un busto que decoraba una gasolinera en la calle Federico Tena.125 Sería hasta 1965 que se erigiera la escultura del primer obispo de Michoacán sobre la fuente central de la plaza principal.126 Respecto al arte pictórico, en la sala de banderas de su quinta Eréndira aparece una escena pintada por Cueva del Río donde se observa a Quiroga en primer plano guiando a un grupo de indígenas hacia su pueblo hospital de Santa Fe de la Laguna; abajo aparece la leyenda: “Vasco de Quiroga agrupa a los purépechas que vivían errantes perseguidos por los encomenderos 1532”. En el mural de OʼGorman aparece el obispo llevando a cabo la Utopía de Tomás Moro, quién está a sus espaldas, delante de los padres de la iglesia. Al frente, una familia de indígenas está aprendiendo el oficio de los hilados. En nombre del obispo también se usó en la industria hotelera. A principios de 1938, de acuerdo a un programa de inversiones que contribuyese al fomento del turismo, que diera comodidad a los viajantes y permitiera conservar el ambiente y las tradiciones regionales, la Azteca Compañía Mexicana de Seguros S. A. comenzó la construcción del hotel Posada Don Vasco, que abrió sus 123 Dice Mercado que “el discurso intelectual de la época (años treinta), de fuerte carga ideológica, vinculaba, por ejemplo, la obra de don Vasco de Quiroga con los fines de la Revolución mexicana y específicamente con la acción desplegada por el general Lázaro Cárdenas”. Eugenio Mercado López, “Entre el recuerdo y el olvido. La aventura de muralistas estadounidenses en la provincia mexicana”, en Catherine R. Ettinger (coord.), Imaginarios de modernidad y tradición. Arquitectura del siglo XX en América Latina, México, MaPorrúa, 2015, p. 217. 124 En sus memorias, Juan Tirado narra que Cárdenas lo llamó para pedirle que hiciera un monumento a Vasco de Quiroga, de 15 metros de altura, en la cumbre del cerro del Estribo Grande; pero que estando ahí vieron la isla de Janitzio y el general le preguntó qué le parecería si se hiciera en la isla. Los dos se desplazaron a ese poblado y estando ahí supieron por uno de los habitantes que José María Morelos había estado ahí en tiempos de la independencia por lo que se decidió que el monumento a Quiroga sería cancelado y en su lugar se construiría uno a Morelos. Dice Tirado que le dijo al general que si se levantaba de 15 metros se perdería a la distancia, por lo que el gobernador le dio la libertad de hacerlo del tamaño que le pareciera conveniente. Juan Tirado Valle, “Autobiografía de Juan Tirado Valle”, documento inédito, Pátzcuaro, 1991, Archivo particular de Damián Román Estrada. 125 Juan Tirado Valle, “Relación de obras realizadas por el escultor Juan Tirado Valle”, documento inédito, Pátzcuaro, 1991, Archivo particular de Damián Román Estrada. 126 Obra del costarricense Francisco Zúñiga. En la fachada lateral de la estación de servicios de Pátzcuaro se colocó (Ca. 1940) una placa alusiva a don Vasco de Quiroga. 435 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad puertas al público en enero de 1939. Si bien no fue una obra encargada por Cárdenas, el programa sí fue creado durante su gobierno por lo que puede verse la influencia de la ideología del mandatario.127 La posada captura la esencia de la arquitectura patzcuarense, creando una arquitectura casi escenográfica que recrea un poblado michoacano en miniatura o una hacienda, utilizando el nombre de una de las figuras más emblemáticas de la ciudad. Los indígenas, como los que protegió Quiroga, están presentes en todos los murales, ya que entre los ideales de la posrevolución había un sentimiento de estar en deuda con los grupos originarios, que históricamente habían sido explotados y marginados. Al respecto, Cárdenas consideraba que a los indígenas tenían que ser integrados a la sociedad, ofreciéndole los medios para ello, en sus palabras “no es conservar indio al indio, ni (…) indigenizar a México, sino (…) mexicanizar al indio. Para ello es necesario dotarlo con tierra, crédito y educación”.128 127 El autor del proyecto es desconocido pero se le atribuye a Alberto Le Duc. 128 Discurso de inauguración del Primer Congreso Interamericano indigenista celebrado en Pátzcuaro el 14 de abril de 1940. Roberto Pineda, “El Congreso Indigenista de Pátzcuaro, 1940, una nueva apertura en la política indigenista de las Américas”, en Baukara, núm. 45, julio-diciembre 2012, pp. 17, 26. 436 De la Revolución a la época Cardenista Pintura mural titulada: “Vasco de Quiroga agrupa a los purépechas que vivían errantes, perseguidos por los encomenderos, 1532”, Quinta Eréndira (CREFAL), Roberto Cueva del Río (Ca. 1937-1939) Fragmento del mural: “Historia de Michoacán”. Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra Juan OʼGorman (1941-1942). 437 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El gobernante tarasco Tangaxhuan II Los aborígenes prehispánicos o del siglo xvI, fueron de gran interés para Cárdenas y el arte nacionalista, por representar parte importante de las raíces locales y de la identidad de México. Particularmente los gobernantes tarascos fueron un tema recurrente en los años 30. En varias obras aparece Tariácuri repartiendo sus dominios, Tzitzipandácuare y Tangaxhuan II, a quién le tocó enfrentar la conquista española, o indígenas siendo evangelizados o esclavizados,129 Tzitzipandácuare130 y Tangaxhuan II, a quién le tocó enfrentar la conquista española. En 1936 el general le pidió a Alberto Le Duc terminar de demoler el exconvento agustino del siglo xvIII que se encontraba muy deteriorado y en su lugar construir un teatro neobarroco, 131 que se pensaba nombrar “Teatro Popular Lázaro Cárdenas”, pero que el presidente de la República prefirió llamar “Emperador Caltzontzin”, haciendo referencia al último cazonci o tzintzicha tarasco Tangaxhuan II.132 El nombre que se le dio al teatro refleja una admiración personal de Cárdenas por gobernante tarasco, haciéndose más evidente en obras posteriores.133 En 1938 encargó a Guillermo Ruiz una escultura dedicada al antiguo gobernante Tangaxhuan II, para ser colocada en una glorieta ovalada, recién formada cerca de la quinta Eréndira, entre el corazón de Pátzcuaro y la estación de ferrocarril. Representaba la parte moderna de la ciudad, pues en los alrededores se comenzaban a levantar casas y quintas neocoloniales, hechas con tabique, concreto -materiales poco comunes en ese entonces en Pátzcuaro- y madera. 134 La escultura del último rey tarasco es de tres metros de altura, montada sobre un pedestal de cantería, de base cuadrada, de 3.64 metros de alto. Representa a un hombre de estatura media, de cuerpo grueso, pero atlético, semidesnudo, sólo cubierto por un taparrabos y una capa larga. Su rostro, girado hacia su izquierda como mirando el lago, presenta pómulos pronunciados, ojos rasgados, nariz ancha y labios gruesos; su cabellera es larga y ondulada. Tiene una postura algo rígida y 129 Por ejemplo, el mirador del Estribo se llamaba Tariácuri. 130 Por ejemplo, a la escuela primara de la isla Yunuén se le puso este nombre. 131 La obra se inauguró el primero de enero de 1938. Vida, tomo I, núm. 3, Pátzcuaro, julio 1° de 1938, p. 3. 132 Caltzontzin, Cazonci o Kalsonsi proviene de kajtxi y ontsi que significa el halo con que se protege el soberano y su pueblo, mientras que Tangaxoan o Tanachuan proviene de tanachuikuni que significa apoyar o apuntalar, en este caso, el que sostiene el pueblo. Chávez Cervantes, Felipe, Biografía de Tanachuan, Pátzcuaro, Impresiones Garcés, 2017, p. 23. 133 El mismo nombre de Caltzontzin se le dio al primer edificio estilo neocolonial o “regional” hecho exprofeso para funcionar como gasolinera, ubicado a la salida a Morelia, propiedad de Joaquín Espinosa Robleda, amigo cercano de Cárdenas. Cuauhtémoc Cárdenas, Cárdenas por Cárdenas, México, Grijalbo, 2016, p. 27. Originalmente se llamaba “Servicios Espinosa”. Catherine R. Ettinger, “Imaginarios pueblerinos. Las gasolineras del cardenismo en México”, en Registros, vol. 12, núm. 2, julio-diciembre 2018, pp. 28-50. 134 Contó con la colaboración del joven artista Francisco Zúñiga y otros de sus discípulos 438 De la Revolución a la época Cardenista piernas semi abiertas; sus grandes manos empuñadas denotan una actitud desafiante; en la derecha porta el bastón de mando, símbolo de su jerarquía. No se representa como un hombre vencido, sino como un indígena fuerte, honorable, valiente, líder del pueblo purépecha.135 En cada una de las cuatro caras del pedestal se encuentra un altorrrelieve de bronce con escenas de la vida de Tangaxhuan II; tres de ellas están acompañadas de otra placa que explica brevemente los sucesos. El altorrelieve que adorna el pedestal en la parte frontal muestra el árbol genealógico de los “reyes” tarascos, similar al que aparece en la Relación de Michoacán.136 En la placa que está colocada al oriente de la estatua se lee: “El valiente y generoso rey Tariácuri, que tuvo más vastos dominios que sus antecesores, dividió su territorio en los reinos de Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Coyuca, dando a su sobrino Tangaxhuan el de Tzintzuntzan y a su hijo Hiquigare el reino de Pátzcuaro y a su sobrino Hirepan el de Coyuca; señalando al primero la insignia verde, al segundo el color blanco y al tercero el rojo”. En la escena se ve al rey de pie, al centro de la composición, rodeado por un grupo de nobles y guerreros. Al frente, una mujer coloca los penachos a los sobrinos e hijos del rey, quienes lo reciben hincados. El mismo tema se halla pintado en un fragmento del mural “Historia y Paisaje de Michoacán”, pintado por Cueva del Río en el antiguo comedor de la quinta Eréndira. Es casi una réplica de un mural anterior hecho por Fermín Revueltas entre 1929 y 1934. En ambos, Tariácuri está sentado en su trono, rodeado por su séquito, mientras una mujer coloca los penachos a Tangaxhuan, Hiquíngare e Hirepan. Al fondo se ve el lago de Pátzcuaro y un poblado; abajo aparece una leyenda idéntica a la que tiene la placa del monumento de Ruiz.137 La placa que se ubica a espaldas de la escultura explica la escena que la encabeza: “Encuentro del rey purépecha, el estoico Tangaxhuan II, con el conquistador Cristóbal de Olid, en el lugar conocido hoy como ´Humilladero´, situado al noroeste de la ciudad de Pátzcuaro en el año de 1523”. En ésta, el gobernador tarasco, cargado por sus súbditos se entrevista con Olid, quien se halla montado en su caballo, en compañía de siete españoles. Tangaxhuan se representa con rasgos indígenas, porta una capa y un sencillo penacho, y en su mano derecha sostiene su bastón de mando. Este relieve es muy parecido al mismo tema pintado en la planta alta del teatro Emperador por Cueva del Río, que se titula: el “Encuentro del rey Tangaxhuan II y Cristóbal de Olid en los alrededores 135 El monumento tiene similitud con muchas de las esculturas dedicadas a gobernantes del Valle de México, en el sentido de enaltecer a figuras indígenas como hombres fuertes físicamente, lideres, en posturas serenas pero desafiantes, orgullosos de su linaje: sin embargo, la escultura de Ruiz no deja de tener un estilo propio, como los rasgos toscos, no sólo del cuerpo y extremidades, sino de los pómulos, boca y nariz, y los ojos rasgados, como lo hizo con su escultura de Gertrudis Bocanegra. Por otro lado, una de las pinturas de caballete elaborada por Cueva del Rio en 1941 para la “Galería de los Héroes Michoacanos”, también fue dedicada a Tangaxhuan: Un guerrero de cuerpo completo que porta un bastón de mando, arco y flechas. Atrás se aprecia un poblado, posiblemente Tzintzuntzan, y más atrás el lago de Pátzcuaro. 136 Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, México, El Colegio de Michoacán, 2000, lámina xxv II, p. 169. 137 Catherine R. Ettinger, “Roberto Cueva…”, op. cit., p. 23. 439 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad de Pátzcuaro en 1522.”138Una de las pocas diferencias es que Olid se presenta de pie frente al gobernante tarasco. Muy similar también es la pintura que el mismo autor pintó en la Quinta Eréndira, replicando el mural que Fermín Revueltas había pintado años antes en la misma casa y que se perdió tras la remodelación del edificio.139 Hacia el poniente del monumento elaborado por Ruiz aparece una placa con la leyenda: “Muerte de Tangaxhuan II en Conguripo a las orillas del río Lerma, por órdenes del sanguinario y ambicioso Nuño de Guzmán el año de 1530. Mirad -Dijo Tangaxhuan al Guerrero Ecuangari- el mal trato que me dan después de acogerlos en mi territorio y haber creído en sus dioses. Tomad mis cenizas y regarlas por mis pueblos para que guarden la memoria de su rey”. 140 En este relieve los soldados españoles tienen al cazonci atado de pies y manos, sentado sobre una fogata, ante la presencia de Ecuangari, uno de sus hombres de confianza, y tres indígenas más. El martirio de Tangaxhuan también fue pintado por OʼGorman en el mural de la biblioteca Gertrudis Bocanegra. En su composición, el otrora gobernante tarasco está siendo colgado en un tronco por un grupo de españoles, con la intención de torturarlo y ejecutarlo. En un letrero se lee: “Tangaxhuan II último monarca de los indios Purépecha fue torturado y asesinado por las feroces hordas conducidas por el sádico-vil Nuño de Guzmán”. 138 Ibid., p. 145 139 La leyenda que se muestra abajo es la misma que en la pintura que realizó en el teatro. Casi todos los textos usados en las obras de arte de Pátzcuaro fueron tomados de manera literal de la obra del nativo de Paracho, Michoacán, Eduardo Ruiz o de la Relación de Michoacán. Eduardo Ruiz, Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas, Morelia, Oficina tipológica de la Secretaría de Fomento, 1981. Jerónimo de Alcalá, op. cit. 140 Cf. Armando Escobar (introducción, versión paleográfica y notas), Proceso, tormento y muerte del cazonci, último gran señor de los tarascos por Nuño de Guzmán. 1530, Morelia, Fuente de Afirmación Hispanista, 1997, p. 32. 440 De la Revolución a la época Cardenista Monumento a Tangaxhuan II, Guillermo Ruiz, et. al. (1938). Fuente: Fototeca del Archivo Histórico Municipal de Pátzcuaro. 441 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Encuentro del Cazonci con Cristóbal de Olid, placa en la base del monumento a Tangaxhuan II, Guillermo Ruiz, et. al. (1938). Encuentro del Cazonci con Cristóbal de Olid, planta alta del teatro Emperador, Roberto Cueva del Río (1937). 442 De la Revolución a la época Cardenista La princesa Eréndira En cuanto al tema de Eréndira, se puede conjeturar que Cárdenas quedó impresionado por la leyenda creada por Eduardo Ruiz sobre la doncella tarasca, quien huyó en un caballo blanco de los ejecutores de su padre Timas, consejero del mismo Tangaxhuan II.141 Además debió considerarla un símbolo de la mujer indígena, sojuzgada pero valiente. Por esta razón, una vez que fue construida la casa de descanso del general Cárdenas, cerca de la estación del ferrocarril de Pátzcuaro, éste la bautizó como Quinta Eréndira.142 En 1927 la quinta fue construida con un estilo moderno, pero para mediados de la década siguiente Cárdenas solicitó al arquitecto Alberto Le Duc que la remodelara, y éste utilizó como modelo la arquitectura patzcuarense.143 La evidencia material denota cómo algunos de los elementos, por ejemplo, las guardamalletas son similares a las del primitivo Colegio de San Nicolás y los capialzados se asemejan a los del ex templo de San Agustín, ambos edificios intervenidos por Le Du. Asimismo, las balaustradas fueron reproducidas de las que se encuentran en la casa que perteneció a don Antonio Huitziméngari, último descendiente directo de los irechas tarascos. Caso similar fue el de la quinta del general Francisco J. Múgica, una construcción neocolonial construida a principios de la década de 1940, localizada a la orilla del lago de Pátzcuaro, donde se aprecia la influencia de la arquitectura local, incluyendo el mismo modelo de las balaustradas de la casa de Huitziméngari.144 En cuando a la pintura mural, Eréndira fue pintada por Fermín Revueltas en el comedor de la quinta del mismo nombre. Unos años después, Cueva del Río retomó la pintura que habría de perderse en un fragmento del gran mural “Historia y Paisaje de Michoacán”. En ambos trabajos aparece la princesa Eréndira al centro de la escena huyendo de los españoles en un corcel blanco mientras los guerreros michoacanos les hacen frente. También al centro, en la parte baja de la pintura, yace muerto su padre, el guerrero Timas. Al fondo se divisa una casa en llamas y unas montañas. En la obra de Cueva del Río una leyenda señala que “Eréndira, hija del guerrero Timas, muerto en la heroica defensa de Pátzcuaro se libró de sus perseguidores en el caballo quitado a los conquistadores”, mientras que en el mural de Revueltas se podía leer: “Eréndira la valiente hija de Timas, el heroico 141 Eduardo Ruiz, op. cit., pp. 491-502. 142 Lázaro Cárdenas también impuso el nombre de Eréndira a un terreno costero de su propiedad, aledaño al Puerto Lázaro Cárdenas, en Michoacán. También aparece en un mural del Auditorio del Centro Interdisciplinario de Investigaciones para el Desarrollo Integral Regional (cIIdIR/IPn) en Jiquilpan, donde nació y vivió el general Lázaro Cárdenas. Ana Cristina Ramírez, “Eréndiras de leyenda y carne y hueso”, en Relaciones, núm. 123, vol. xxxI, verano, 2010, p. 92. 143 En los demás edificios que se hicieron por instancias de Cárdenas, se utilizaron techos de teja, acabados rústicos y elementos típicos de la región lacustre. 144 José M. Martínez y Erika Pérez, “Arquitectura doméstica campestre en la ciudad de Pátzcuaro. El caso de la Quinta Tzipécua”, en Catherine R. Ettinger, José Martín Torres Vega y Eugenio Mercado López (coord.), Historias de arquitectura en Michoacán. Una mirada desde las fuentes, Morelia, Facultad de arquitectura/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2020, pp. 47-62. 443 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad defensor de Tzintzuntzan y el barrio fuerte de Pátzcuaro; a la muerte de su padre en Capácuaro huyó en el caballo tordillo que quitó a los españoles en el combate de Pátzcuaro”.145 El último mural en donde se ilustra la figura de Eréndira es el de Juan OʼGorman, donde la princesa está montando un caballo blanco. Es representada como una indígena morena de larga cabellera negra, con el torso desnudo, que parece liderar a un grupo de guerreros contra los españoles En la misma quinta, Juan Tirado elaboró una fuente de cantería, decorado con un relieve de Eréndira cabalgando, rematada con la imagen de una indígena y en cada una de las orillas un pez similar a los de la fuente de los pescados antes descrita. Al interior de la Quinta existió una escultura de Eréndira, ahora desaparecida, según Philip Kinsley: “En el jardín de la casa de veraneo del presidente, que se construyó sobre un cerro con terrazas y porches que sobresalen para ver el lago y las escenas antiguas de la gloria tarasca, se encuentra una estatua de la inquietante doncella Eréndira, hija del rey, por quien Cárdenas bautizó su villa Quinta Eréndira (…)”.146 Por último, se vuelve a utilizar el nombre de Eréndira para una avenida que conectaba la quinta de Cárdenas y la estación del ferrocarril con el muelle de Pátzcuaro. Esta avenida, junto con la de los Purépechas, la avenida Tzurumútaro y tres parques cercanos al norte de la ciudad, que fueron mejorados por indicaciones de Cárdenas entre 1934 y 1935.147 Izquierda. Fragmento de Eréndira huyendo de los españoles, Quinta Eréndira (c REfAL) Fermín Revueltas, (1931-1932). Derecha. Fragmento de Eréndira huyendo de los españoles, Quinta Eréndira (cREfAL), Roberto Cueva del Río (Ca. 1937-1939). 145 Catherine R. Ettinger (coord.), La Quinta Eréndira de Lázaro Cárdenas. De casa campestre a sede del CREFAL, documento inédito, p. 93. Catherine R. Ettinger, “Roberto…”, op. cit., 142. 146 Philip Kinsley, “Ruler of Mexico Both a Scholar and a Warrior. Cárdenas, Part Indian, Holds Nation’s Fate”, en Chicago Daily Tribune, 22 sept 1937, p. 10. 147 José Manuel Martínez y Catherine R. Ettinger, “Pátzcuaro da la bienvenida al turista. La obra de Lázaro Cárdenas al norte de la ciudad”, en Legado de arquitectura y diseño, año 16, número 29, enero-junio, 2021, pp. 108-115. 444 De la Revolución a la época Cardenista Fragmento de Eréndira huyendo de los españoles, Quinta Eréndira (CREFAL), Roberto Cueva del Río (Ca. 1937-1939). 445 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Conclusiones Coincidimos con Catherine Ettinger cuando dice que en el municipio de Pátzcuaro los pintores Roberto Cueva del Río, Ramón Alva de la Canal, Ricardo Bárcenas, el escultor Juan Tirado Valle, Guillermo Ruiz, el arquitecto Alberto Le Duc, así como el arquitecto y artista plástico Juan OʼGorman formaron parte de un grupo selecto por Cárdenas que por medio de sus proyectos artísticos gestaron una iconografía propia de la región, rescatando héroes y heroínas como símbolos de la misma región, el estado y la nación.148 Si bien la mayoría de los personajes y elementos en que se inspiraron ya se identificaban como símbolos representativos de Michoacán y Pátzcuaro, el general Cárdenas les dio un papel preponderante en las obras que encargó al grupo de artistas de su confianza.149 Tanto José María Morelos como Gertrudis Bocanegra, son dos héroes michoacanos de la Guerra de independencia que se convirtieron en símbolos de la lucha para conseguir mejores condiciones de vida para el pueblo. Desde luego que Bocanegra está lejos de ser conocida y reconocida como lo ha hecho el “Siervo de la Nación”; sin embargo, en el contexto local, Cárdenas fue uno de los que contribuyó a oficializar el culto cívico de esta mujer al usar el nombre de la heroína para la plaza y el antiguo templo de San Agustín, y al erigir un monumento en su honor. Los temas sobre la clase trabajadora, los indígenas, la educación y la industria fueron siempre insolubles con el de la Revolución, pues la lucha armada aspiraba a favorecer a los sectores que durante décadas estuvieron al margen del progreso y del reconocimiento. Como se sabe, desde el gobierno de Álvaro Obregón se impulsó la creación de un arte que exaltara la identidad nacional a través de la historia y la cultura de México, pero que también permitiera reivindicar el papel del indígena, el campesino y el obrero, como entes de cambio en un nuevo comienzo posrevolucionario. Se trataba de un proyecto cultural educativo, que tenía un evidente fondo social y político, y que estaba dirigido al pueblo. Es por ello que en las obras de Cárdenas, quien compartía la ideología de otros revolucionarios, estos temas están siempre presentes. En el caso de Pátzcuaro, temas como las costumbres locales, los paisajes y los recursos naturales, dónde destaca el lago de Pátzcuaro y el pescado blanco, son empleados casi siempre como recursos que buscan reforzar la identidad regional y ser presentados al turista como unos de los principales valores de Michoacán. Así mismo, en la búsqueda de personajes que dieran mayor identidad a Pátzcuaro y a la región lacustre aparece la figura del primer obispo de Michoacán don Vasco de Quiroga, guiando a los indígenas al pueblo de Santa Fe de la Laguna o impulsando los oficios de los nativos. Además, de una manera clara, se engrandecieron las figuras de los gobernantes tarascos, entre los cuales destaca 148 Catherine R. Ettinger, “Roberto Cueva…”, op. cit., p. 170. 149 Quienes seguramente se conocían y llegaron a coincidir en algunas obras. De hecho, como se expuso arriba, en varias de las obras se puede advertir la influencia entre unos artistas y otros, al representar figuras y escenas muy similares. 446 De la Revolución a la época Cardenista la de Tangaxhuan II, quien fue representado como un guerrero fuerte, pero también como un mártir ante el embate de los españoles, quienes lo torturaron y lo humillaron. Tangaxhuan se convirtió en un ícono de los antepasados de los indígenas de la región; en un símbolo para recordar que éstos siguen presentes en la sociedad y que en muchos casos no se les ha hecho justicia. Por último, la figura de Eréndira es por demás interesante, pues fue producto de una composición literaria de Eduardo Ruiz que simboliza la mujer indígena, quien al ser presa de la codicia de los españoles y la traición de algunos guerreros tarascos, se rebeló y huyó en un corcel que arrebató a los europeos.150 Al igual que con Gertrudis Bocanegra, Cárdenas rescató la figura de una mujer y le dio un lugar distinguido entre los emblemas michoacanos. En este caso usó el nombre de la doncella legendaria para nombrar su casa de descanso y después pidió que fuera pintada en murales y esculpida en varias ocasiones. Es así que en este trabajo se pudo ver cómo las obras artísticas ordenadas por Cárdenas en Pátzcuaro formaron parte de un proyecto socio cultural y económico, concebidas para ofrecer al turismo un poblado típico, dotado de valores históricos y simbólicos que le conferían una identidad propia. Además de la pintura mural y la escultura, las edificaciones erigidas en la década de 1930 eran un híbrido entre arquitectura moderna y tradicional que hacía uso de materiales contemporáneos y creaba nuevos espacios, pero que trataba de conservar parte del aspecto “típico” de los poblados auténticos michoacanos, como lo era Pátzcuaro.151 150 Ana Cristina Ramírez, op. cit. p. 96. 151 Ettinger, Catherine, “Questioning the Narrative Cárdenas, Michoacán and Post Revolutionary Architecture”, en Fernando Lara (coord.), Arguments for Decolonizing the Architectural History of the Americas, University of Texas en Austin, 2021. 447 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía Alcalá, Jerónimo de, Relación de Michoacán, México, El Colegio de Michoacán, 2000. Avedaño Saldoval, Adriana, El Mural “La historia de Michoacán” de OʼGorman, estrategias semionarrativas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2015, pp. 153154. 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Correo electrónico: vallebueno@gmail.com 153 Cada apartado de este capítulo abre con haikus escritos por José María Arguedas mientras asistía como delegado al congreso celebrado en Pátzcuaro Michoacán durante el mes de abril de 1940. Biblioteca “Gertrudis Bocanegra”, Pátzcuaro Michoacán. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Las resoluciones del Primer Congreso Indigenista Interamericano, celebrado en el pueblo de Pátzcuaro Michoacán, durante el mes de abril de 1940 fueron un antecedente importante para la convención americana que motivó el surgimiento del Instituto Indigenista Interamericano. Durante la celebración de dicho congreso se buscó estimular, clasificar y coordinar una política indigenista en las diversas naciones americanas, buscando diferenciarse de los proyectos indigenistas del pasado con un novedoso alcance panamericano que superase las ideologías políticas y los límites fronterizos. Los juicios tempranos de la historiografía sobre el congreso de Pátzcuaro fueron muy elogiosos para volverse negativos a partir de 1970. La mayoría de estas impresiones son testimoniales a partir de sus protagonistas y son una expresión de conflictos profesionales y generacionales que se presentaron, además de los magros resultados que tuvieron en la realidad de la población indígena de América.154 Estos condicionantes han sesgado o impedido estudios analíticos más actuales sobre el tema, como es el caso de las memorias escritas por algunos de los delegados asistentes a este evento continental, a excepción de los trabajos de algunos historiadores, como es el caso de la madrileña Laura Guiraldo. Sin embargo, el estudio de los archivos que albergan la documentación con que se sustenta este trabajo ha sido muy dificultoso, pues los diversos documentos se encuentran dispersos en varios archivos, de acceso no siempre abierto para los investigadores del tema.155 A pesar de estas dificultades, el congreso indígena de Pátzcuaro fue un parteaguas en el legado del indigenismo, pues estructuró una red de interesados en las cuestiones indígenas además de establecer una serie de normas políticas coordinadas y clarificadas que influirían la acción de los interesados en el indigenismo a lo largo del siglo xx. En la conferencia de Pátzcuaro existía una aparente homogeneidad ideológica, que se fracturó a lo largo de las sesiones, con predominio de los antropólogos, con trasfondos vitales diversos y nociones dispares sobre indigenismo e incluso contradictorias en torno a la personalidad de los grupos indígenas dentro de la nación progresista. Los conceptos del indigenismo profesionalizado tuvieron su etapa de formación durante el evento de Pátzcuaro, pues a este evento concurrieron una serie variopinta de interesados en la temá- 154 Este puede ser el caso de Juan Comas, Panoramas del indigenismo continental, en Ensayos sobre el indigenismo, México D. F., Instituto Indigenista Interamericano. 1953. 155 Laura Giraudo, La apertura de Pátzcuaro (1940), un espacio indigenista, En La ambivalente historia del indigenismo, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2011, pp. 21-99. 452 De la Revolución a la época Cardenista tica de la vida y los derechos indígenas. En las mesas de trabajo se presentaron algunas posiciones radicales en cuanto a demanda de derechos políticos con aspiraciones de trasformación social para los grupos indígenas de las Américas.156 Durante ese periodo, el movimiento indigenista en América Latina pasaba por etapas muy diversas, por un lado, existía un indigenismo negado durante el gobierno del General Jorge Ubico en Guatemala (1932-1944) y desaparecido alrededor de esta fecha en Perú, con la llegada de Luis Bustamante y Rivero al poder ejecutivo; mientras que las medidas de protección implementadas por el gobierno del general mexicano Lázaro Cárdenas, se convirtió en un referente continental. Se deben analizar las varias ambivalencias que se reflejaban en las aspiraciones de los proyectos indigenistas defendidos por las diversas delegaciones asistentes a la reunión continental y las imbricaciones de las relaciones de amistad e intereses personales que permitieron la instalación del congreso y la arbitraria selección de sus delegados. Ese aparente orden del azar, tiene como denominador común los vínculos de amistad que cada experto tenía con el principal organizador del evento, Moisés Sáenz Garza, ya sea en el ámbito diplomático, pedagógico o antropológico. El conjunto de los interesados en asuntos indígenas en América Latina, nunca fue un grupo homogéneo de expertos, basado en la preeminencia de interesados en la antropología aplicada, quienes generalmente buscaban introducirse en una burocracia integrada del aparato estatal. Dentro de las críticas hechas al movimiento indigenista se le catalogaba como una organización de gran capacidad política para la acción dentro de los estados nacionales.157 Lo anterior se puede explicar por el hecho de que las diversas iniciativas de trasformación y ambiciones creadas por el indigenismo no siempre contaban con suficientes recursos económicos y materiales, para llegar a buen término siempre tuvieron que tutelarse bajo el ala de los gobiernos en turno. Además, se dificulta el auge del indigenismo en los países latinoamericanos por varios factores internos, como la urbanización extensiva, el ansia de modernización citadina, la importancia cada vez mayor de la industria manufacturera, la guerra fría y su relación con las dictaduras militares que florecían en la región. 156 Por ejemplo, ver las conclusiones finales de la VIII Conferencia Panamericana de Lima, disponible en Archivo Histórico Documental. Gerardo Sánchez Díaz. IIH-UMsnH, serie 36 conferencias americanas, Rollo 33. 157 Comité del Cuarto Congreso Indigenista, Actas Finales del Primer Congreso Indigenista Interamericano de Pátzcuaro, Mich. México, Ciudad de Guatemala, Guatemala, Ministerio de Instrucción, 1959, pp. 35 453 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El indigenismo, también fungía como un catalizador que aglutinaba a los grupos originarios del Estado nacional latinoamericano dentro de la esfera del progreso continental, aunque nunca fue este el discurso dominante ni central dentro del conjunto de identidades discursivas que se configuraban por entonces.158 El indigenismo también sirvió como justificación para la legitimidad política entre un grupo prominente que buscaba mantener un carácter legal especial dentro del tejido social que se perfilaba como homogéneo bajo el modelo del mestizaje. La historia del indigenismo debe analizar las profundas ambivalencias que favorecen los estigmas y el desigual ejercicio de derechos como colectivo y en forma de cada uno de los individuos y su relación con el Estado nacional, enmarcado en su función legal. Por otro lado, es importante no caer en el simplismo de los atributos pues lo aparta de la propia trasformación social, trasformación inspirada por los postulados de Manuel González Prada. La apertura de Pátzcuaro de un espacio por y para los indigenistas El lago en la Noche ¿Qué noche tiene las constelaciones De este cielo, caído desde el cielo Que engasta su turquesa entre los montes? El congreso indigenista de Pátzcuaro fue el primer espacio de discusión de amplio espectro que comprendió el concierto de más de un centenar de especialistas de prácticamente todos los países. Dichos especialistas tenían pasados heterogéneos y buscaban la revitalización de la cultura indígena, el pluralismo cultural o la autodeterminación política, la mayoría habían formado parte de las estructuras burocráticas de los diversos gobiernos, y en gran medida habían realizado un gran trabajo intelectual y de corte práctico. Los principales resultados del congreso permitieron la adopción de un acuerdo acerca de los objetivos que debía perseguir el indigenismo, recogidos en su acta final, pensada como una hoja de ruta para intervenir en las comunidades nativas de cada nación latinoamericana. También se logró la colección de datos y difusión de información nacional especializada, que derivó en la creación del 158 Ricardo Pérez Monfort, Lázaro Cárdenas, Un mexicano del siglo XX, Ciudad de México, Editorial Debate, 2019 p. 155 454 De la Revolución a la época Cardenista Instituto Indigenista Interamericano, con sede en la capital mexicana, sus principales tareas eran la producción de documentos y difusión de actividades acerca de los diversos pueblos indígenas, alentar su estudio científico y promover reuniones periódicas con diversos especialistas y expertos.159 Sin embargo, la unidad fue muy frágil, la nueva organización no pudo realizar su labor en todos los países de las Américas, y en su seno hubo muchos conflictos desde su fundación en el congreso de Pátzcuaro, donde se permitió establecer para los diversos actores un espacio transnacional para analizar el indigenismo por los propios interesados en temas indígenas. Los intelectuales se convirtieron en portavoces que buscaron relacionarse con los gobiernos republicanos, en favor de los indígenas, alentando el nacimiento de un campo de profesionalización de los problemas indígenas que debían integrarse a la burocracia estatal para su resolución; los ponentes de este congreso eran parte de una elite intelectual dentro de sus propios países, donde realizaban actividades políticas en favor de la población indígena, o modificaban el marco legal y gubernamental en favor de los pueblos nativos.160 En el caso del Perú era considerado como un país con una preocupación real por el tema indígena, desde donde se interpretó y defendió la idea de un indigenismo latinoamericano, a partir de varias propuestas integradoras, como son los casos de Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui,161 La integración de la comunidad indígena se logró con las listas de invitados a este congreso, confeccionadas por el profesor Moisés Sáenz a pesar que existieron importantes ausencias; los asistentes al congreso se constituyeron como el grupo de referencia para crear un directorio de indigenistas de las Américas, quienes finalmente se convertirían en los corresponsales y secretarios de las instituciones indigenistas con sede en cada uno de los países firmantes.162 El análisis de los expedientes que conforman este directorio latinoamericano de interesados en materias indígenas, permite evidenciar las profundas diferencias y complejidades de este colectivo indigenista por su heterogeneidad; discutían sus postulados básicos en defensa de sus propios intereses y no de las comunidades originarias, como pregonaban ante las autoridades de los diversos países. 159 Laura Giraudo, Los inicios del Instituto Indigenista Interamericano, abril de 1940- marzo 1942, En América Indígena, Instituto Indigenista Interamericano, Vol. 62 No 2, México D. F., 2006, p.17 160 Osmar Gonzáles, En torno a los intelectuales y la política en el Perú, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010, p. 75 161 José Luis Reñique, Imaginar la nación, viajes en busca del verdadero Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2016, p.116 162 Los archivos del Instituto Indigenista Interamericano se encuentran resguardados en el acervo Manuel Gamio perteneciente al PUIc UnAM. 455 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Esta documentación y la publicación del primer número de su órgano de difusión: la revista América indígena, reflejan una pugna ideológica entre proyectos incompatibles para lograr la redefinición del indigenismo latinoamericano, se alejaba rápidamente de las ideas propuestas ideadas por Moisés Sáenz y se orientaban bajo la nueva dirección de Manuel Gamio, al morir el profesor Sáenz.163 Los participantes convocados al congreso La Calle del pueblo Las piedras de tu calle, cuando pasas, Sufren con gozo su rural martirio Porque al herirlas tú, suenan a plata. Los únicos países que no asistieron a las reuniones de Pátzcuaro fueron Canadá y el Paraguay, por lo que la conferencia tuvo en efecto carácter continental y tuvo gran repercusión internacional. Las delegaciones se pueden clasificar de la siguiente manera: delegados gubernamentales, un contingente de invitados especiales, asesores técnicos y un grupo de delegados indígenas procedentes de México, Estados Unidos y Panamá, además de un representante araucano no acreditado por la delegación chilena. El momento más simbiótico del indigenismo latinoamericano ocurre durante la reunión de Pátzcuaro, pues es cuando convergen la formación nacional mexicana y el interés de los científicos sociales auspiciados por el presidente Lázaro Cárdenas del Rio. La designación de la sede del primer congreso indigenista en Pátzcuaro fue hecha de última hora y de manera fortuita, pues la sede inicial fue en la capital boliviana. Debido a la importante fracción de población quechua y aimara que habitan en la región altiplánica de este país sudamericano.164 Lizardo Pérez, primer encargado de la organización del congreso y, posteriormente, primer delegado de Bolivia, había tomado la estafeta con ocasión de la conferencia de educación panamericana, efectuada en La Paz, donde presentó su propuesta sobre la Escuela comunitaria del Ayllu en Warisata. 163 Un archivo muy importante para documentar todo el proceso de planeación del primer congreso indigenista panamericano y la manufactura de su órgano de difusión, América Indígena es la biblioteca del cREfAL en Pátzcuaro Michoacán. 164 En los prolegómenos del Acta final del congreso se apunta la necesidad apremiante de poner a Pátzcuaro como sede emergente. 456 De la Revolución a la época Cardenista El profesor, Moisés Sáenz, entonces embajador mexicano en el Perú, fue designado delegado ante la octava conferencia panamericana realizada en Lima, acordó, por iniciativa propia, la fundación de un Instituto Indigenista Interamericano, coordinado por una reunión fundadora continental.165 Sin embargo, con la muerte del presidente German Busch y el ascenso del gobierno militar de Carlos Quintanilla se suspendieron las actividades organizativas de la reunión indigenista en La Paz; tras un ofrecimiento formal hecho por el General Lázaro Cárdenas para celebrar la reunión en alguna ciudad de México.166 Con el cambio de gobierno militar en la Bolivia, se produce una invitación a exiliarse en México a Lizardo Pérez, importante diplomático boliviano, para colaborar en la organización del congreso efectuado en Pátzcuaro durante la primavera de 1940. A Pátzcuaro llegaron varios indigenistas con diferentes perspectivas que acordaron promover un movimiento interamericano a favor de los indígenas. Este congreso buscaba presentar y analizar el llamado problema indigenista como un factor identitario concatenado para todas las naciones de América Latina y enfrentaron modalidades semejantes y comparables cuya resolución demandaba cooperación internacional. El acuerdo defendió la idea del indigenismo como política especializada fundada en el conocimiento y el trabajo científico profesionalizado y conjunto de todos los interesados.167 Uno de los objetivos principales de la reunión fue mejorar de manera integral las condiciones de vida material y espiritual de los indígenas, sin embrago, solamente se logró parcialmente por una serie de dificultades que impidieron la implementación de las medidas creadas a partir de la conferencia indigenista de Pátzcuaro. Las resoluciones aprobadas en Pátzcuaro implicaban el inicio de una nueva política entre iguales, y a pesar de ello no todos los países ni todos los actores tuvieron el mismo peso ni determinación en aprobar los resultados propuestos por la conferencia.168 165 Archivo Histórico Genaro Estrada, Secretaria de Relaciones Exteriores, expediente 35-13-13 166 Archivo General de la Nación Serie Lázaro Cárdenas 533.4/1 3-28-39. 167 Henry Favre, El movimiento indigenista en América Latina, Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos, , 2007, p. 116 168 Comité del Cuarto Congreso Indigenista, op. cit, 41. 457 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Estas controversias y complejidades se ven reflejadas en el acta final del congreso, así como se puede inferir que los apoyos dados a las materias indígenas y la propia designación de los delegados, y la importancia las relaciones amistosas que se crearon entre los diversos profesionales, que serían la base de la defensa de los derechos indígenas de cada nación asistente a la conferencia. La designación de delegados oficiales al evento fue el principal fruto del trabajo de los representantes diplomáticos de México, encabezados por el embajador en Lima, quien se convirtió en una figura insigne del indigenismo, no sólo en tierras aztecas, sino en todo el continente. Estas gestiones se realizaron gracias al desempeño que, desde la dirección del Departamento de Asuntos Indígenas, a cargo del profesor Luis Chávez Orozco y la cancillería mexicana en la vital labor de Moisés Sáenz, como coordinador de las acciones previas al inicio de las actividades de la reunión latinoamericana.169 Así el profesor Sáenz se convirtió en el organizador principal de las actividades del congreso en colaboración del director del Departamento de Asuntos Indígenas, Luis Chávez Orozco influido por las teorías estalinistas sobre las nacionalidades, que estaban en boga precisamente en esa época. Junto a Sáenz y Chávez Orozco colaboraron en la organización del congreso, otros intelectuales nacionales, entre los que destacan: Miguel de Mendizábal como secretario y Ramón Bonfil, quienes serían la base principal que conformaría la delegación anfitriona, quienes estaban identificados con visiones integracionistas sobre el indigenismo.170 El 27 de enero de 1940 Moisés Sáenz informó a la Secretaria de Relaciones Exteriores acerca de su entrevista con el presidente peruano, Manuel Prado Ugarteche con el fin de designar como delegados ante el Primer Congreso Indigenista Interamericano a José María Arguedas y Luis E. Valcárcel.171 De estas negociaciones surgió la primera delegación integrada del congreso indigenista, ésta estaba conformada por el antropólogo Uriel García, el lingüista César Berrio, el también antropólogo Luis Eduardo Valcárcel, el escritor José María Arguedas además de José Rafael Pareja.172 Uriel García y Luis E. Valcárcel representaron dos visiones antagónicas en el debate peruano que se caracteriza por una variedad de posturas e ideas en torno al discurso indianista. Tanto Valcárcel como García pertenecían a la escuela antropológica cusqueña con visiones enfrentadas sobre el 169 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista. Carta de Moisés Sáenz a Chávez Orozco 27 de enero de 1940. 170 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista. Carta de Sáenz a Mendizábal 20 de febrero de 1940. 171 Archivo Histórico Genaro Estrada, Embajada en Perú, Moisés Sáenz a Lázaro Cárdenas, 27 de enero de 1940. 172 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, Memorándum de integración de Indigenistas peruanos, 25 de febrero de 1940. 458 De la Revolución a la época Cardenista progreso indígena. Mientras que para Valcárcel era necesario un amplio movimiento revolucionario de liberación de corte mesiánico que guiara la acción de emancipación coordinada de los grupos indígenas, para Uriel García, esta autonomía debía surgir de la acción propia e individual de cada grupo. Luis Eduardo Valcárcel se integró al aparato burocrático peruano y fue nombrado primer director del Instituto Indigenista del Perú y transitó de un discurso radical, de reivindicación política de autonomía hacia un más conciliador, basada en la consolidación de las culturas nativas en el conjunto de la nación.173 Por otro lado, José Rafael Pareja había fungido como director de educación indígena del Perú, durante los diversos gobiernos militares, a lo largo de la cuarta década del siglo xx, y después del congreso sería el responsable de asuntos indígenas durante el gobierno democrático de Luis Bustamante y Rivero. Moisés Sáenz consideraba que no existe otro país en América, donde la preocupación por las cuestiones indígenas es más profunda y extendida que en el Perú, y lo declaraba después de haber recorrido extensamente la amplia geografía peruana, sino además de vastas regiones de América Latina.174 Moisés Sáenz elaboró una serie de clasificaciones basadas en la orientación de los intelectuales respecto a la cuestión indígena; indianistas eran aquellos que estudiaban al indio, categoría compuesta por arqueólogos, sociólogos e historiadores mientras los indiófilos se componen artistas y folcloristas; finalmente los verdaderos indigenistas eran aquellos promotores de una nueva política y ejecutora de programas que buscaban redimir al indio. Estas categorías no son excluyentes, es decir, se podía (y se deseaba) pertenecer a más de un grupo, y para Sáenz la etiqueta de indigenista era una especie de barbarismo moderno, pues se buscaba dar el campo de profesionalización en los asuntos indigenistas.175 Para Sáez la emoción del sentimiento era el elemento identitario del profesional indigenista, pues para el pedagogo mexicano, existieron indianistas e indianofilos débiles en su sentir de la cultura autóctona, pero los indigenistas estaban llamados a formar una política pensada en la cabeza y el corazón.176 173 Luis Eduardo Valcárcel, Memorias, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1981, p. 235 174 Moisés Sáenz, Sobre el indio peruano y su incorporación al medio nacional, México D. F., Secretaria de Educación Pública, 1933, p. xIII 175 El profesor Sáenz consideraba que la palabra indigenismo tenía una carga de desprecio y solapado racismo, auspiciado desde las élites gobernantes en las grandes metrópolis alejadas del mundo rural. 176 Archivo General de la Nación. Serie Lázaro Cárdenas, 533.4 9 de noviembre de 1940. 459 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Como medidas de preparación al congreso, Sáenz extendió invitaciones a varios precursores del movimiento indigenista peruano como es el caso de Pedro Zullen y Dora Mayer, fundadores de la conocida Asociación Pro-indígena en el año de 1909, quienes lucharon contra la opresión indígena de los gamonales andinos.177 Dora Mayer declinó la invitación por cuestiones de salud, pero envío su trabajo titulado El valor de la raza indígena leído en el congreso de Pátzcuaro por José María Arguedas. Por su parte Rafael Larco Herrera director del diario La crónica de Lima y Clotario Espinoza, corresponsal en Jauja, también enviaran ponencia ante la imposibilidad de asistir personalmente a Pátzcuaro.178 Mientras que el profesor Emilio Vásquez solicitó a Moisés Sáenz, su gestión frente a la legación mexicana en el Perú y la dirección de educación superior para sufragar sus gastos de viaje, a fin de presentar un informe de actividades ante el pleno de sesiones del Congreso Indigenista Interamericano.179 Según los datos enviados a Sáenz en marzo de 1940, por parte del encargado de negocios en Lima, Carlos Alberto Baunmbach reportaba que, durante los primeros meses de ese año, se habían invitado a más de 65 peruanos, además de varias instituciones educativas, obreras y gubernamentales.180 Durante el mes de febrero de 1940, el profesor Sáenz viajó a Guatemala,181 el representante que encabezaba la delegación chapina fue Carlos Girón Cerna abogado y poeta quien tuvo un lugar de privilegio en el desarrollo de este Congreso Indigenista Interamericano. Este personaje fue el encargado de gestionar una representación más nutrida y especializada por parte del gobierno guatemalteco para que obtuviese mejores resultados.182 Siguiendo los comandos de Sáenz, la embajada mexicana invitó a Fernando Juárez Muñoz, importante antropólogo guatemalteco, quien inicialmente estuvo influido por el determinismo racial, para después defender una opción contraria a la explotación indígena y creó un programa de integración indígena mediado por la educación bilingüe para lograr una rápida integración con la nación. Animado por la reforma agraria implementada por el gobierno de José Arévalo quien pugnó por eliminar la individualización del indio, e incorporarlo a la nación a partir del trabajo comunitario y el mejoramiento de sus condiciones materiales de vida, ligada al ámbito rural. 177 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista Carta de Dora Mayer a Sáenz 9 de febrero de 1940. 178 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista Carta de Larco Herrera a Sáenz, 10 de febrero de 1940. 179 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, Carta de Emilio Vázquez a Sáenz, 10 de febrero de 1940. 180 Archivo Histórico Genaro Estrada, Embajada en Perú, Carlos Baumbach a Moisés Sáenz, 27 de febrero de 1940. 181 Archivo General de la Nación. Serie Lázaro Cárdenas, 532.4 19 de febrero de 1940. 182 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, El nombramiento de delegado jefe de Carlos Girón fue firmado por Jorge Ubico, presidente guatemalteco el 11 de marzo de 1940, sección Guatemala. 460 De la Revolución a la época Cardenista Juárez Muñoz finalmente estuvo ausente en el Congreso Interamericano, pero envió un trabajo que fue leído por David Vela, durante los preparativos Vela elaboró una lista de asistentes guatemaltecos conformada por casi cien nombres, aunque solamente la mitad llegaron a Pátzcuaro.183 A principios de la primavera de 1940, Moisés Sáenz continuó trabajando desde su oficina de la Secretaria de Relaciones Exteriores, distribuyendo listas de los asistentes sugeridos para cada país bajo la clasificación de invitados especiales, e investigadores con un perfil deseable para una futura colaboración.184 Dentro del grupo de asistentes norteamericanos figuró John Collier, quien para el momento de celebración del congreso era Comisionado de Asuntos Indígenas, nombrado por Franklin D. Roosevelt en 1933 para una política que fue conocida como el New Deal; Collier consideraba que esta tendencia indigenista era una oportunidad para el gobierno de Rooosevelt para fortalecer la política de las minorías poblacionales de los Estados Unidos.185 Por gestiones de John Collier el congreso de Pátzcuaro tuvo fondos financieros especiales y particulares para su realización por parte del gobierno norteamericano, con 3600 dólares, además de mil dólares donados expresamente por el General Lázaro Cárdenas.186 Sáenz utilizó esta financiación extraordinaria para invitar a estudiosos indigenistas que con seguridad no eran incluidos en las delegaciones oficiales, o que necesitaban un apoyo especial para sufragar los gastos, de esta manera por ejemplo se amplió la presencia de delegados de Panamá y Brasil. Otra partida especial para gastos extraordinarios sufragados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia quien envió las invitaciones a nombre del presidente de la república, Lázaro Cárdenas. Sáenz escribía a John Collier que él personalmente conocía a todos los invitados, y que en su opinión, éstos representaban lo mejor de cada país en el trabajo en favor de las comunidades indígenas.187 183 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, Lista de indigenistas de Guatemala, sin fecha, sección de Guatemala, Asuntos Generales. 184 Biblioteca del CREFAL, Documentos Relativos a la primera reunión interamericana indigenista. 185 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, Correspondencia Sáenz a Coolier, 12 de marzo de 1940. 186 Archivo General de la Nación. Serie Lázaro Cárdenas, 578.3 16 de marzo de 1940. 187 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, Correspondencia Sáenz a Coolier, 12 de marzo de 1940. 461 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Para comandar la delegación boliviana, Sáenz proponía a Eduardo Arce Lauredio, antiguo ayudante de Lizardo Pérez en el proyecto de la escuela ayllu y que presidió la sección económica en Pátzcuaro. En la delegación boliviana también participó Jael Oropeza, quien fuera directora de la escuela ayllu de Warisata.188 Dadas las dificultades políticas que enfrentaba Bolivia al iniciar la década de 1940, Lizardo Pérez fue el único delegado oficial, designado por el ejecutivo de La Paz (Aunque sí asistió un grupo reducido de observadores no inscritos, o formaron parte de otras delegaciones). junto con el embajador residente en la capital mexicana, Enrique Finart. El grupo boliviano se caracterizó por su fragmentación y conflictividad, y las autoridades mexicanas quisieron mediar en estas diferencias; para lograrlo, Sáenz incluyó entre sus miembros al peruano Gamaliel Churata exiliado en la ciudad de Potosí al establecerse la dictadura del coronel Sánchez Cerro.189 Churata fue fundador del grupo indigenista de Orcopatra y director del Boletín Titicaca que circuló en el altiplano andino entre 1923 y 1930, no sólo en las provincias andinas de Bolivia, sino que se leía en los departamentos peruanos de Puno, Moquegua y Tacna promoviendo una propuesta de literatura y pintura de vanguardia. La delegación peruana se completaba con la presencia del antropólogo Uriel García y José María Arguedas, invitado personalmente por Moisés Sáenz, en los primeros días de ese mismo año, y Hildebrando Castro Pozo conocido por su denuncia de la explotación india. También formó parte José Antonio Encinas, quien fuera el rector de la Universidad Mayor de San Marcos antes de su clausura en 1932 y ligada posteriormente a la organización del partido Alianza Popular Revolucionaria de América. Por esta razón Encinas estaba exiliado en La Habana así, que fue integrado a la delegación cubana, aunque trabajó muy de cerca a sus colegas peruanos, de manera relevante en aspectos jurídicos de la cuestión indígena. Sus propuestas respecto a la protección social y legal de los pueblos indígenas se recogían en el código penal peruano de 1924 y la constitución nacional de 1930. 188 Roberto Pineda C, El congreso indigenista de Pátzcuaro, 1940, una nueva apertura en la política indigenista de las Américas, en Revista Bukara, Bogotá, Julio-diciembre 2012, p.18. 189 Giraudo, Los inicios…, op. cit 46. 462 De la Revolución a la época Cardenista Moisés Sáenz consideraba a Encinas, como uno de los más lúcidos teóricos sobre la cuestión indígena y fuente importante de propuestas para abordar el problema en el Perú, y por extensión como modelo para todas las naciones del continente americano.190 Los principales miembros de la delegación peruana actuaron en calidad de invitados especiales, José María Arguedas, Hildebrando Castro Pozo y Gamaliel Churata, el gobierno de Lima designó como delegado especial a Gerardo Bedoya quien era ministro de trabajo, además de diputado por Acomayo, en el departamento del Cusco.191 Ángel Escalante actuó durante las sesiones de Pátzcuaro como secretario técnico de la sección educativa, además fue el encargado de gestionar la ratificación de los acuerdos tomados en Pátzcuaro por parte del congreso peruano. Para el Ecuador Sáenz propuso al gobierno de Quito nombrar a Pio Jaramillo Alvarado, además de incluir a Víctor Garcés, Jorge Icaza y Ricardo Paredes fundador del Partido Comunista Ecuatoriano. Como en el caso peruano, Sáenz tenía un conocimiento directo sobre el Ecuador, y había dedicado uno de los libros a Pio Jaramillo portavoz de los que llevaron la causa del indio ante los tribunales.192 El sociólogo Jaramillo Alvarado era una referencia obligada del movimiento indigenista del Ecuador, publicando un libro en 1922 titulado: indio ecuatoriano contribución al estudio de la sociología indoamericana. Denuncia la explotación social y política del indio, pero manteniendo una actitud paternalista y asignaba a los indigenistas la tarea de liberación de la población indígena. Por su parte, Víctor G. Garcés era el representante ecuatoriano ante la organización y realizó un estudio titulado: Sobre las condiciones de vida de los trabajadores indígenas y participó activamente en la definición de la política laboral en América Latina, al tener un papel destacado en la Organización Internacional del Trabajo. Sobre Guatemala, Moisés Sáenz opinaba que Antonio Gobeau era el personaje ideal para presidir la delegación de asistentes al Congreso Indigenista Interamericano, y que Juárez Muñoz y David Vela asistieran en calidad de delegados especiales, con el fin de dar más dinamismo al colectivo chapín193. 190 Moisés Sáenz, op. cit , XIV. 191 Biblioteca del cREfAL, Documentos Relativos a la primera reunión interamericana indigenista. 192 Víctor Garcés, Indigenismo, Quito, Casa de la cultura del Ecuador, 1956, p. 18 193 Archivo del Instituto Interamericano Indigenista, Sáenz carta a Celestino Herrera 27 de marzo de 1940, sección de Guatemala, Asuntos Generales. 463 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Para Panamá, Colombia y El Salvador, las propuestas del profesor Sáenz para comandar la delegación fueron Rubén Pérez Kantulhe delegado indígena arawaco, el sindicalista de extracción socialista Antonio García y Fidias Jiménez respectivamente. Colombia completó su contingente con el patólogo César Uribe Piedrahita, rector de la Universidad del Valle del Cauca, y además Gerardo Cabrera Moreno, jefe del Departamento de Asuntos Indígenas del Cauca.194 Panamá nombró como integrantes acreditados de su delegación al embajador Manuel M. Valdez y al rector de la Universidad Nacional de Panamá, el doctor Octavio Méndez Pereda. Los delegados salvadoreños fueron el embajador Héctor Escobar Serrano, acompañado por el licenciado José Orantes, subsecretario de instrucción pública. El resto de países solamente inscribieron a sus respectivos representantes diplomáticos y Moisés Sáenz no tuvo mayor interés en incentivar la participación de sus delegaciones de por sí escuetas. La delegación brasileña fue una importante excepción en este sentido, pues estuvo complementada con la presencia del antropólogo físico Edgardo Roquete Pinto. El grupo de delegados chilenos se vio fortalecido con la asistencia del embajador Manuel Hidalgo, además del ingeniero Cesar Coloma Cobos, y el dirigente araucano Venancio Coñoepán Huenchal, quien fuera ministro de tierras y colonización durante el gobierno del presidente Aguirre Cerda.195 La delegación norteamericana tuvo un carácter muy especial por ser el grupo extranjero más numeroso, conformado con nueve delegados oficiales, 34 asesores y un contingente nutrido de representantes indígenas pertenecientes a doce tribus del sur del país. La influencia de John Collier quedó esparcida en la numerosa correspondencia que mantuvo con Moisés Sáenz y el hecho que el hizo la réplica al discurso de apertura. La delegación anfitriona era la más numerosa, pues estuvo compuesta por trece delegados oficiales, 38 asesores y 32 delegados indígenas, de los grupos zapoteca, otomí, mazateca, totonaco, maya, mixteca, seri y nahua; este conjunto representaba un ramillete tan diverso de posiciones, que incluso en varias cuestiones llegaron a ser contradictorias. Una minoría de los delegados indígenas mexicanos demandaban autonomía política, pero en su mayoría los diversos representantes indígenas suscribieron las propuestas paternalistas auspicia- 194 Guillermo Espinosa, Colombia en el archivo histórico del Instituto Indigenista Interamericano, 1940-1949. Pátzcuaro , cREfAL, , 2003, p. 15 195 Recuperado de https://web.archive.org/web/20090327121314/http://www.er.uqam.ca/nobel/r27020/id42.htm el día 25 de septiembre de 2019. 464 De la Revolución a la época Cardenista das por el presidente Lázaro Cárdenas; el discurso indigenista propagado por Lázaro Cárdenas se enmarcaba en la ideología de hegemonía política y de fortalecimiento de la nacionalidad, dentro de la potestad legal del Estado nacional.196 El delegado de “la raza” zapoteca, Taurino Santiago, procedente del pueblo de Ixtlán presentó ante el presidente Cárdenas un pliego de demandas que incluían a la construcción de una carretera, la ampliación del tendido eléctrico y el mejoramiento de la infraestructura educativa en toda la región de los valles centrales de Oaxaca.197 Los invitados de Moisés Sáenz al congreso de Pátzcuaro representaban visiones innovadoras del indigenismo en sus países, como es el caso de Gamaliel Churata en Bolivia, Eduardo Arce e Hildebrando Castro en el Perú, Fernando Juárez Muñoz y Antonio Gobaud en Guatemala, entre otros. Según las categorías creadas por Sáenz estos expertos podían ser indianistas e indigenistas.198 Las resoluciones aprobadas en el acta final del congreso fueron, en gran medida, reflejo de las posturas defendidas por Moisés Sáenz, pues muchas de sus 72 recomendaciones buscaban la defensa social de las comunidades indígenas, además de pugnar por modificar el marco legal que socorría a los grupos nativos de América. Sin embrago, el documento finalizado recordando que sus recomendaciones y acuerdos no eran materia legal vinculante y eran compromiso de base moral.199 Este carácter desligado de la esfera gubernamental fue el principal escollo del Instituto Indigenista Interamericano, no solamente para su financiación, sino además para la independencia de sus actividades y proyectos; el acta final también representaba un consenso sobre el significado y los objetivos que buscaba el movimiento favorable a los indígenas a nivel continental.200 Varias resoluciones del congreso apuntaron en la necesidad de la profesionalización de los trabajadores, así como los líderes políticos que tomaban decisiones sobre temas que afectaban a los indígenas. Los resultados del congreso se enmarcaron en el impulso, que las políticas generadas en esta reunión contribuirían a la mejor resolución del llamado problema indígena por medio de una institución de referencia, en este caso el Instituto Indigenista Interamericano. 196 Ricardo Pérez Monfort, op, cit p. 156 197 Pliego de peticiones que presenta el delegado zapoteca en Ixtlán para el III 6 de abril de 1940 198 Ellos podrían caer en ambas categorías, puesto que además de están interesados en asuntos de corte indígena, ocuparon cargos de importancia en los diversos gobiernos latinoamericanos. 199 Comité del Cuarto Congreso Indigenista, Actas finales, 68. 200 Comité del Cuarto Congreso Indigenista, Actas finales, 66. 465 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Sin embargo, el mismo término “indigenista” acuñado por Sáenz en 1933 y considerado por el propio creador como un barbarismo no era igualmente aceptado por todas las delegaciones, este es el caso del delegado Lizardo Pérez de Bolivia, afirmaba que “hubiésemos preferido que se funda el instituto de indiologia pues la palabra indigenista tiene resabios de patronato y superioridad”.201 Consideraciones finales En el trascurso del trabajo nos pudimos dar cuenta de la gran importancia que revistió la celebración del Primer Congreso Interamericano Indigenista, que como se ha dicho, ocurrió durante el mes de abril de 1940; este trabajo busca señalar la vital participación que tuvo el profesor Moisés Sáenz Garza para la celebración de tal evento. Esta participación tiene su valía dado el enorme tejido de redes intelectuales que se tejieron alrededor de este personaje, y que con el pretexto de la discusión de las políticas indigenistas continentales se estableció una conexión importante entre este grupo de intelectuales de la más variada procedencia, tanto nacional como profesional y que marcaron la pauta de las importantes normas legales que marcarían la vida social de los pueblos indígenas en América latina. En esta red de amistades intelectuales que se estableció gracias al congreso de Pátzcuaro destaca el caso de William C Townsend, quien participo como delegado del grupo norteamericano, pero que estableció un importante vínculo con el presidente Lázaro Cárdenas, lo cual será estudiado a mayor profundidad en el siguiente capítulo. El principal valor que tuvo la celebración de este evento panamericano, es que éste se convirtió en un punto de inflexión en cuanto a los anales de la política de las poblaciones nativas americanas, pues en los pasillos donde se celebraron las diversas sesiones se trataron una multitud de asuntos tan diversos como la salud, higiene, educación, legislación y organización social de las diversas comunidades nativas del continente americano. Esta conferencia les dio visibilidad real a los integrantes de estas comunidades indígenas, pues en un inicio fueron marginados por los propios estudiosos y burócratas del tema, pero al trascurrir las sesiones los propios indígenas presentaron propuestas innovadoras que afectaron los intereses de sus propias comunidades en la formación de normativas que afectaron su vida como grupo dentro de la nación. 201 Gonzalo Aguirre Beltrán, Obra polémica. Obra antropológica reunida, (Tomo XI, Fondo de Cultura Económica, México, D. F. 1992, Pág. 187). 466 De la Revolución a la época Cardenista Y es que en el congreso de Pátzcuaro se enfrenaron dos visiones contrapuestas en la manera de concebir a los grupos indígenas como miembros de una sociedad progresista moderna y dentro de un estado de derecho y como miembros de una nación. Por una parte, encontramos las posiciones integracionistas defendidas por Moisés Sáenz y sus seguidores que buscaban considerar al indígena como un miembro de pleno derecho y con autonomía propia dentro de la marcha nacional. Por otro lado, encontramos la posición de asimilación que busca eliminar las diferencias existentes entre los grupos latinos y no nativos de una nación, y que concibe a los grupos indígenas como comunidades que necesitan la tutela y la buena guía del gobierno para el mejor desarrollo de su sociedad. También es importante señalar, como objeto de estudio de este trabajo, la importancia que este evento tuvo dentro de la trayectoria vital del escritor peruano José María Arguedas quien participo en esta reunión como un elemento experto en educación indígena, pero que en realidad le permitió dar voz a grupos de comuneros de varias regiones de ande que no pudieron asistir al conclave de Pátzcuaro. Por otro lado, la asistencia de José María Arguedas a este congreso permitió fortalecer su larga amistad con Moisés Sáenz, pues como se ha demostrado la reunión de Pátzcuaro tuvo un impacto importante en la obra de este escritor, no solamente existen evidencia físicas de la poesía arguediana dedicada al pueblo de Pátzcuaro, sino que, durante las sesiones del congreso, en la mente del escritor ya se perfilaba la construcción de su primera novela, jawar fiesta, publicada en Lima al año siguiente. Se busca dejar constancia como tema central de este trabajo la importancia fundamental que tuvo el trabajo colectivo de intelectuales, interesados diplomáticos y grupos indígenas que coincidieron en el pueblo michoacano, pues al margen de las sesiones oficiales se establecieron fuertes vínculos de amistad y trabajo que perdurarían a lo largo del siglo xx y que darían sus frutos en la creación de instituciones duraderas que manejaran la política indigenista de este país. A este respecto podemos encontrar el instituto interamericano indigenista cuyo primer director fue Moisés Sáenz, y que era la colección de los institutos nacionales indígenas de cada país latinoamericano. Así pues, el congreso de Pátzcuaro fue una innovación que, aunque nació de la emergencia de un golpe de estado, no tuvo una repercusión hasta diez años después de su celebración. 467 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Bibliografía consultada Aguirre Beltrán, Gonzalo, Obra polémica. Obra antropológica reunida, tomo XI, Fondo de Cultura Económica, México, D. F. 1992. Comas, Juan, “Panoramas del indigenismo continental”, en Ensayos sobre el indigenismo, México D. F, Instituto Indigenista Interamericano. 1953. Comité del Cuarto Congreso Indigenista, Actas Finales del Primer Congreso Indigenista Interamericano de Pátzcuaro, Mich. México, Ciudad de Guatemala, Guatemala, Ministerio de Instrucción, 1959 Espinosa, Guillermo, Colombia en el archivo histórico del Instituto Indigenista Interamericano, 1940-1949, Pátzcuaro, cREfAL, 2003 Favre, Henry ,El movimiento indigenista en América Latina, Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2007. Giraudo, Laura, “La apertura de Pátzcuaro (1940), un espacio indigenista”, en La ambivalente historia del indigenismo, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2011. . “Los inicios del Instituto Indigenista Interamericano, abril de 1940- marzo 1942”, en América Indígena, Instituto Indigenista Interamericano, vol. 62, núm. 2, México D. F., 2006. Gonzáles, Osmar, En torno a los intelectuales y la política en el Perú, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010. Pérez Monfort, Ricardo, Lázaro Cárdenas, Un mexicano del siglo xx, Ciudad de México, Editorial Debate, 2019. Reñique, José Luis, Imaginar la nación, viajes en busca del verdadero Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2016. Sáenz, Moisés, Sobre el indio peruano y su incorporación al medio nacional, México D. F., Secretaria de Educación Pública, 1933. Valcárcel, Luis Eduardo, Memorias, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1981. 468 VI TRADICIÓN Y DESARROLLO URBANO Detalle del mural: "Historia de Pátzcuaro" Juan Torres 2019 LAS MOJIGANGAS DE PÁTZCUARO. UNA RICA Y BELLA TRADICIÓN Eugenio Calderón Orozco1 El escribir este trabajo vienen a mi mente muchos recuerdos tanto de mi infancia como de personas sencillas, que de manera amena e interesante me han ensañado a soñar con este Pátzcuaro; muchas de estas personas ya se nos han adelantado en esta vida físicamente, pero su recuerdo perdura en este trabajo como un homenaje a todos ellos; al escucharlos vibraban y parecía que volvían a vivir y nosotros extasiados disfrutamos sus recuerdos y vivencias. No quisiera dar nombres de mis informantes, porque ingrato sería olvidar a alguno. Quisiera agradecer a mi familia que ha contribuido a darme ánimo, me han apoyado secundando mi empresa para preservar esta tradición para deleite, admiración y gusto de propios y extraños. Durante algunos años, al llegar el mes de noviembre, escuchaba los cohetes que anunciaban la salida de las figuras de las mogigangas. Andando detrás de ellas, ayudando a bailarlas, así llegué a organizar y administrar uno de los grupos de mogigangas, dotándolas de ropa, alcancías, así como mandando arreglar las armazones y repintar las cabezas deterioradas de las figuras. Durante las salidas había gente que preguntaba que significaban, que representaban, como se llamaban etcétera, lo cual me llevo a indagar sobre el origen de ellas. Solo se decía que “Don Vasco las había traído”, 1 Correo electrónico: con-ciencia@live.com.mx Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad otros decían “que eran de origen español”, sin embargo, al restaurar algunas de las cabezas empezó a surgir la realidad, por dentro de una de ellas se veían algunas inscripciones, como la fecha y nombre de quien las había realizado, cosa que veremos más adelante. ¿Por qué salen? Cada año, un mes antes de la fiesta patronal en honor a María Inmaculada de la Salud, la tranquilidad habitual se rompe; por la tarde se empiezan a escuchar cohetes y repiques en la basílica, que anuncian que será la primera reseña2 de preparación para la fiesta de la ciudad. Por las típicas callejuelas de alargados alerones y rojas tejas, surgen imponentes las figuras de unos gigantes de más de cuatro metros que al compás de dulces sones y abajeños pueblerinos, danzan torpe pero incesantemente ante el asombro de los niños y el deleite de los adultos: “son las tradicionales mogigangas”. Como ya se mencionó, las figuras anuncian la víspera de las festividades en honor a María Inmaculada de la Salud, patrona de la ciudad y del arzobispado de Morelia. La nota la dan desde hace más de tres siglos y medio; estas pintorescas figuras de mogigangas que son portadas desde su interior por un danzante que hace posible darles movimiento. Si por alguna u otra razón no llegan a salir algún año como ya ha ocurrido, la gente dice que la “fiesta no sirvió, pues faltaron las mojigangas.” Origen El origen de estas figuras está ligado al fervor del pueblo de Pátzcuaro y vinculado con el culto de nuestra Señora de la Salud, al ser utilizadas para ayudar para la construcción del Santuario de Nuestra Señora de la Salud, (actual Templo del Sagrario) y albergar esa imagen que es baluarte de un pueblo, mandada hacer por indicaciones del primer obispo de Michoacán Don Vasco de Quiroga, realizada por manos y técnica indígenas, donde apoyó un lego franciscano. Hay quienes desconocen su historia y le adjudican al primer Obispo su hechura y todavía más agregan: que fueron utilizadas para hacer bajar a los indígenas que habían huido a los montes temiendo a los conquistadores como el feroz y sanguinario Nuño Beltrán de Gúzman y Cristóbal de Olid, quienes habían hecho muchas tropelías, herrando, robando y violando a las mujeres de los pueblos conquistados. Y pese a la labor de los misioneros franciscanos no era posible hacer 2 Reseña: Así se le llama a cada salida de estas figuras. 472 Tradición y desarrollo urbano bajar a los indios, hasta que idearon estas figuras, acompañadas de primitivos instrumentos como tambores, chirimías y al ver los nativos el colorido desfile y el bullicio empezaron a bajar para ser catequizados.3 Otra conseja, a mi parecer la más acertada, dice que: A finales del siglo xvII llegó a esta ciudad de la antes provincia de Michoacán un virtuoso caballero español de nombre Francisco Lerín, el cual se convirtió en uno de los más destacado benefactores de la ciudad; este caballero se entregó de lleno al culto de nuestra Señora de la Salud y, como persona acaudalada que era, cooperó para poner en marcha la obra del Santuario de nuestra Señora de la Salud; realizó un viaje por toda la Nueva España, recaudando fondos para la empresa, pero eran insuficientes; además del capital, les faltaba más mano de obra de gente que trabajara y los indígenas eran desconfiados con motivo y rehuían. El altruista Francisco Lerín que veía que pese a sus esfuerzos la obra estaba semi paralizada y que era un sueño suyo y de Don Juan Meléndez Carreño, entre otras bien intencionadas personas. Cavilante y pensativo por las calles de la ciudad, se le ocurrió una idea de cómo motivar a los vecinos y recordó que en su país, sobre todo en las fiestas de los corpus y en fiestas patronales de algunos pueblos españoles, se sacaban comparsas de gigantes y cabezudos que eran la alegría de chicos y grandes, y pensó que quizás esto diera resultado en estas tierras y así granjearse la voluntad de los vecinos para el proyecto del santuario. Puso manos a la obra en la construcción de esas gigantescas figuras y con tan buen éxito que hasta los más duros vecinos atraídos por el colorido, la música y alegría de tan pintoresco desfile empezaban a cooperar y fue así como se pudo construir el actual Templo del Sagrario, antiguo Santuario de Nuestra Señora de la Salud.4 Es así como surge una tradición de más de trescientos cincuenta años, un legado cultural que es ya una tradición propia de nuestra ciudad, pues si es cierto que en algunas otras ciudades se sacan comparsas de gigantes o mogigangas, no tienen una historia tan rica como la nuestra, además de que se han conservado algunas de las figuras originales. Las mogigangas inician su desfile por las calles de la ciudad, un mes antes de la fiesta patronal el 8 de noviembre y posteriormente vuelven a salir el día en que caerá la festividad patronal, salían desde las cuatro de la tarde y hasta las nueve de la noche, pero ahora por motivos económicos para mantener los gastos de música, pago a cargadores, alcancilleros y comidas, se optó por sacarlas los domingos desde temprana hora y hasta casi la noche para juntar lo necesario y sufragar los gastos. Hubo algún tiempo en que parte de lo que se juntaba era entregado a la Basílica para cooperar para la fiesta, ahora es poco y no alcanza. 3 Tradición oral popular. 4 Tradición oral 473 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El sequito musical que acompaña actualmente a las mogigangas en su recorrido toca sones y abajeños característicos de la región (zona lacustre de Michoacán). Es muy probable que en un principio los instrumentos utilizados fueran un tambor y chirimías, en la actualidad se utilizan instrumentos de cuerdas: violín alto y violín bajo, guitarra, vigüela, bandolón o bajo (tololoche), y en ocasiones en fiestas donde las han invitado les ponen una banda musical. Las primeras figuras Sobre las figuras primitivas, se sabe eran: una pareja de moros los gigantes y una pareja de orientales los enanos cabezudos; a los primeros les apodaron; al moro a quién llamaban “Don Croscóforo Mensorras” y a su pareja “Doña Esmeralda Escaramuza”, de los cabezones no tenemos ni idea. Las figuras concuerdan con la tradición española y el significado de “mojiganga” que proviene del antiguo moxiganga, variante fonética de vejiga, en el sentido de burla, además recordemos que España estuvo invadida por los moros durante ocho siglos y los cabezones orientales nos recuerdan el activo comercio ejercido con ellos. Con el paso del tiempo, las figuras las han ido guardando de casa en casa por personas que se quieran responsabilizar de seguir con la tradición, entre estas de quien se tiene noticia que las han tenido es de don Luis Ortiz Lazcano a quien apodaban Conde de Casas Blancas, don Luis Díaz Barriga, don Agustín Magaña, don José Ochoa Rentería, este último las guardó en su casa en la caballeriza, seguramente los caballos se asustaban al verlas y las pateaban, así desaparecieron dos de ellas y las otras dos resultaron deterioradas, fue cuando la señora Esperanza Correa de Guízar, aprovechando el compadrazgo que tenía con el señor Ochoa las pidió para resguardarlas, llevándolas al antiguo Palacio de Huitziméngari, donde permanecieron por años, hasta que quien esto escribe las recibió de la señora Corre de Guizar y las ha resguardado. ¿Cómo surge un nuevo grupo de mojigangas? Al parecer, luego de la guerra cristera, dejaron de salir, al grado que se creían extintas, por lo que de las figuras originales de gigantes se hicieron copia, nuevas armazones y ropa, en la década de 1930 al parecer se hicieron las cabezas de los moros y años más tarde se agregaron otras dos figuras más, las de personajes de la época de oro del cine nacional “Jorge Negrete y María Félix” a quienes nombraban “los guapos”, según una inscripción dentro de una de las cabezas, reza: “Reproducción de Alfonso Melgarejo Cuevas, 1930 y 1940”. No se sabe con exactitud cuando empezaron a salir estas figuras, a las que posteriormente se les adicionaron otras figuras medianas a quienes llamaban los cuates, el juanito y una tortuga que era el terror de la chiquillada, pues abría la boca que contenía infinidad de pequeños clavos y correteaba a la chiquillería. Posteriormente, un señor de apellido Gómez, regaló una figura de una china poblana que utilizaba para promocionar su marca de calzado “Zemog” que era su apellido al revés, y con ella demostrar que sus zapatos eran resistentes, ahora 474 Tradición y desarrollo urbano esta figura se convirtió en una guarecita. Cuya cara es una máscara de madera. Estas figuras han sido celosamente guardadas por la familia del señor Jesús Tena, quién las cedió a su nuera doña Isabel Mora de Tena y actualmente su hija Marta Tena Mora, quien las ha prestado a jóvenes de la familia Tovar para que las sigan sacando. De esta forma es cómo surgió este nuevo grupo de mogigangas. Resurgimiento de las figuras originales y otras nuevas Volviendo a las figuras originales, la señora Esperancita Correa de Guízar puso todo su empeño y posibilidades para restaurarlas a su modo, un día de 1985 me abordó y me solicitó que fuera a su casa, porque quería mostrarme algo, y así fui a su tienda de artesanías en el Palacio de Huitziméngari, se alegró de la visita y diciéndome: “tú que traes las mogigangas de los Tena te quiero enseñar las originales”; entró a su trastienda y de entre tantas cosas que tenía, de una enorme caja sacó una cabeza, era la del moro y de una bolsa sacó la cabeza del oriental ambas en mal estado pero interesantes, me dijo: “ayúdame para arreglarlas y devolverlas a la ciudad, fíjate que mande hacer otras más” y me mostró otras cabezas (cuatro más) que había mandado hacer al artesano José León, originario de Cortázar Guanajuato. Y evocando su niñez me contó que “en algunas ocasiones cuando chiquilla, me cuereaban, porque desde que salían en la tarde las monas me les pegaba, llevando un palo y un farol, hasta que rendían.” Finalmente acepte la empresa, le pedí apoyo a una de mis tías María de los Ángeles Calderón Barrera para hacer algunos vestidos, e inicie los preparativos, para hacer las armazones de los cuerpos, teniendo que ir hasta cerca de la Huacana, al rancho de San Ignacio, para conseguir otates, fue toda una odisea pues las otateras se encontraban en una barranca y había que sujetarse bien para cortarlos, además desconocíamos los riegos y no reparamos en que dichos lugares eran también nido de víboras, y al estar cortando empezaron a salir los animales olvidándonos de los otates, razón por la cual, tuve que contratar a gente del rancho para que nos cortara una gruesa de otates con la que inicie la construcción de armazones, apoyado por un amigo cohetero Pablo Guizar, ya que los otates son correosos, provocaban alergia y cortadas. Hubo muchas otras anécdotas al elaborar dichas armazones cosa que no fue fácil. Ya terminados cinco cuerpos, le avise a la señora Correa, quién me pidió los llevara a su casa para tomar las medidas, fue otra odisea, pues por todo lo que ella tenía en su casa no pudimos entrar por la puerta principal, sino que nos tocó meter dichas armazones por una de las ventanas, era mediados del mes de octubre de 1986, quiero agregar que estos trabajos fueron un gran sacrificio para la señora Esperancita Correa; pues se encontraba muy enferma de cáncer y sobreponiéndose a los intensos dolores, con paciencia repintaba las cabezas, las parchaba y así enferma hizo algunos de los vestidos para sacarlas de nuevo. 475 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El malestar de la señora por su enfermedad aumentaba, pero no así su empeño en arreglar las mogigangas, la meta era tenerlas listas para el 8 de noviembre, cosa que no se pudo, sino hasta los ocho días después, ya citados los músicos, cargadores y alcancilleros con anticipación; todo era un correr, un probar las ropas ajustarlas, queríamos que salieran a las diez de la mañana, pero no estaban listas. Por fin, a la una de la tarde, todo estaba listo y nuevamente salieron las mogigangas las antiguas y caras nuevas, el moro Croscóforo, el chino, la china, la María, el Rey y tres diablillos llamaban la atención, eran la admiración por su colorido, de inmediato el primer sonecito con lo que todos, junto a doña Esperancita vio coronado su esfuerzo, alegría, sollozos y de inmediato a la Basílica a visitar a la patrona, a dar gracias e iniciar el recorrido que duró hasta pasadas las nueve de la noche, regresamos al Palacio de Huitziméngari, doña Esperancita no quiso recogerlas me dijo: “Ahora es tu problema, haber donde las pones, ya salieron de aquí, ahora te toca hazte cargo de ellas.” No sabía qué hacer, nos dirigimos a la casa de mis abuelos en la calle Nueva del Panteón 44, ahí, bajo un tejaban, las acomodamos e hicimos cuentas del día, pagando a todos. Desde entonces las he conservado. En 1987 realicé un réplica del moro, así mismo inicie la reparación del enanito cabezón del cual también saqué una réplica y realicé la pareja. De las figuras adicionales que mandó hacer Esperancita Correa, el señor José León artesano de Cortazar, Guanajuato quién elaboró otras cabezas nos regaló la de una enanita y otra a la que apodaron “Jorge el guapo.” Las reseñas Así se les denomina a cada una de las salidas de estas figuras, como ya se mencionó, la primera es el día ocho de noviembre, un mes anterior a la fiesta patronal y luego vuelven a sacarse o a salir el día en que caerá el 8 de diciembre, ya sea lunes, martes etc. Luego de salir de la casa, lo primero es dirigirse a la Basílica a bailarle a la virgen y de ahí a los diferentes barrios, antes salían desde las cuatro de la tarde a pasadas las nueve de la noche. Y ahora salen los domingos de las diez de la mañana a las nueve de la noche. Una costumbre que se tenía era que al salir se iba primero al Sagrario, seguramente para recordar sobre como surgieron y para que, ahí se bailaba y de allí a la basílica a visitar a la virgen de la Salud. 476 Tradición y desarrollo urbano Curiosidades El día de la fiesta se tiene la costumbre de que después de las mañanitas son bailadas por vecinos de la ciudad, principalmente algunas mujeres para pagar mandas. Este día salen desde las cinco de la madrugada y todo el día. Además, hay que preparar para todos los integrantes un ponche en la mañana, luego el almuerzo y la comida. El vestuario El vestuario es muy costoso. Cada figura se lleva un promedio de una pieza de tela, el costo también varía dependiendo del tipo de tela, han existido algunas persona que de buena voluntad visten una figura, en otros casos habrá que buscar cómo hacerle. Además, no cualquier costurera quiere comprometerse a elaborar el vestuario por el tamaño que tienen. Detalles dignos de saberse Uno de ellos es la emoción, admiración de los niños al verlas, el deleite y gusto del adulto, hay cosas que el dinero no da, son mágicas, pues mis hijos y algunos de los cargadores de los enanitos con anticipación hacían sus tareas sin necesidad de andar tras ellos. Recuerdo que en una de las salidas por la Loma, Colonia Vasco de Quiroga, una ancianita con andadera se estaba asoleando y al escuchar los cohetes y el bullicio de sus nietos les preguntó qué pasaba y le gritaron “son las mogigangas”; los chiquillos corrían, ella les gritaba que regresaran, como pudo la mujer avanzó y se postró a la entrada de su casa para ver, al percatarme de su esfuerzo le dije: “Ahorita vienen”. Ella me miró y con la cabeza asistió, le dije no se desespere ahorita se las traigo, a lo que la mujer respondió: “No joven, no tengo dinero para pagar”, y le respondí “no señora no va a pagar nada”, se las traje para que le bailaran un jarabe; la anciana mujer no sabía que hacer de gusto, unas lágrimas rodaron de sus ojos y solo me dijo: “que recuerdos joven, ¿ese grandote es el moro verdad? lo recuerdo muy bien, muchas gracias, que Dios se lo pague”. Dígame usted amigo lector que mejor pago por preservar esta tradición. Ver los rostros de los niños, su emoción, admiración por los gigantes y cabezudos, ese deleite y sana diversión que todavía podemos paladear. Mogigangas he conocido en otras partes, como Yuriria, para el corpus, en San Miguel de Allende, en bodas, y para “el festival de locos”, en Puruándiro, en la fiesta del Señor de la Salud en el mes de mayo; era común verlas en la ciudad de México por la Alameda, pero también las he visto en España en las fiestas patronales y en el corpus, bailando polcas y jotas en comparsas muy diferentes, rígidas, pero muy elegantes, pero no como las de aquí, con un toque muy especial. 477 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Algunos de los cargadores que las han llevado y bailado ininterrumpidamente en la década de los sesenta son Jesús Venegas, Hilario Paredes Saucedo, Gregorio Moreno Pedro Árciga, Salvador Alcaráz, Raúl López (El Calavero), Rubén Hernández, Avelino Aguirre, Pedro Buitrón, recientemente la familia Tovar: Ramón, Miguel, José Luis Tovar Cruz, Eliseo Tovar Paz, Pedro Tovar Salvador y muchos otros que escapan a mi memoria. De los sacerdotes que se han interesado e preservar esta tradición están el señor abad Rafael Nambo, el canónigo Miguel Escamilla, don Román Acevedo, el señor abad Javier Murillo Díaz, El abad Francisco Amaya Fuentes. Quiero recordar que hay dos grupos de Mogigangas en nuestra ciudad el de la familia Tena que data de la década de los años 1930 y las que posee la familia Calderón donde se resguarda dos de las figuras más antiguas. Participaciones de las mojigangas en otros lugares Por su vistosidad y colorido, las “mojigangas de Pátzcuaro” han participado en ferias como en Maravatío, en el Festival de la Mariposa monarca 2003, en Angangueo, en Tlalpujahua, en Morelia, han participado en eventos artísticos como la “K’uinchekua Michoacana” (Fiesta Grande de Michoacán), en varias ediciones en el Teatro Morelos de la capital michoacana, en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México en 2011, así como durante la visita del Papa a Michoacán 2016, recientemente se participó en la reapertura del Teatro Mariano Matamoros de la ciudad de Morelia, acompañadas por la Banda Real de Ichán una de las mejores del estado. De ellas se ha escrito en periódicos, revistas de arte y cultura como: Artes de México, núm. 120, en la Revista Omega,6 la Voz de Michoacán,7 un capítulo en el libro El lago de Pátzcuaro su gente, su historia y sus fiestas,8entre otras publicaciones.9 5 Finalmente tenemos todavía un gran legado cultural que contra viento y marea se sigue manteniendo, dando ese toque de color, vistosidad y sano entretenimiento, que con apoyo de la gente solo así se podrá mantener para las futuras generaciones. 5 Artes de México, núm. 120, año xvI, 1969. 6 Revista Omega, núm, 5, Morelia, septiembre de 2001. 7 Voz de Michoacán. Suplemento, Morelia Michoacán, Diciembre de 1966. 8 Aída Castilleja y Víctor Hugo Valencia (coords.) El lago de Pátzcuaro su gente, su historia y sus fiestas, Colección Divulgación, México, InAH, 1993. 9 Revista A propósito de… núm. 48, publicación mensual, Morelia, Fimax, Octubre de 1966. Revista Era de Michoacán, núm, 27, Morelia, noviembre de 1983. 478 Tradición y desarrollo urbano Fig. 1. Mojigangas de la Familia Tena. Colección particular Eugenio Calderón. Fig. 2. Mojigangas reparadas en 1986. Colección particular Eugenio Calderón. 479 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 3. Esperanza Correa con cara de oriental. Colección particular Eugenio Calderón. Fig. 4. Mojigangas de la familia Tena. Colección particular Eugenio Calderón. 480 Tradición y desarrollo urbano Figura 5. Mojigangas afuera del Museo de Artes Populares. Colección particular Eugenio Calderón. . Figura 6. Mojigangas en las calles. Colección particular Eugenio Calderón. 481 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Referencias A propósito de… núm. 48, publicación mensual, Morelia, Fimax, Octubre de 1966. Artes de México, núm. 120, año xvI, 1969. Castilleja, Aída y Víctor Hugo Valencia (coords.) El lago de Pátzcuaro su gente, su historia y sus fiestas, Colección Divulgación, México, InAH, 1993. Era de Michoacán, núm, 27, Morelia, noviembre de 1983. Omega, núm. 5, Morelia, septiembre de 2001. Voz de Michoacán. Suplemento, Morelia, diciembre de 1966. 482 PAISAJE CULTURAL Y REPRESENTACIONES CARTOGRÁFICAS DE PÁTZCUARO: TRES MOMENTOS ENTRE 1886-1950 Pedro S. Urquijo Torres10 y Andrea Naranjo Cruz11 Introducción En este capítulo nos proponemos exponer, someramente, cómo se construyen cultural e históricamente las imágenes y significados territoriales respecto a Pátzcuaro. Para este cometido recurrimos a las representaciones espaciales, que son una forma de aproximación geográfica que nos permite interpretar las valoraciones que se otorgan a ciertos hitos topológicos manifiestos, material o simbólicamente, en el paisaje.12 Las representaciones espaciales son imágenes narrativas, visuales o auditivas a través de las cuales las personas comparten, interpretan, proyectan o modelan experiencias vivenciales con el lugar, y pueden expresarse por medio de literaturas, fotografías, películas, 10 Facultad de Ciencias Ambientales, UnAM. Correo electrónico: andreanaranjo.mexico@gmail.com 11 Facultad de Ciencias Ambientales, UnAM. Correo electrónico: psurquijo@ciga.unam.mx 12 Kevin Lynch, plantea que los seres humanos poseen una conciencia espacial. Las ideas o imágenes mentales que cada persona interpreta respecto a sus lugares constituyen hitos topológicos. Es decir, son elementos sobresalientes del espacio específico, cargados de alto valor o simbolismo, tales como el centro histórico, un parque público, un monumento, un puente importante, un bosque, entre otros. Ver: Kevin Lynch, Image of the City, Cambridge, M. I. T. Press, 1960, pp. 1-13. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad tradición oral, música o cartografías. En esta ocasión nos enfocaremos específicamente en las últimas; es decir, recurriremos al contenido visual e informativo de mapas y sus contextos. Asimismo, vamos a exponer representaciones espaciales elaboradas desde el afuera; esto es, recurrimos en las cartografías elaboradas por quienes no poseen la experiencia vivencial de la cotidianidad. Nos interesa reconocer en la mirada del extranjero o del visitante, las ideas que se hace a partir de lo que interpreta en el lugar; las ponderaciones o repeticiones que otorga a lo que los locales muestran o establecen como hitos topológicos en el paisaje y las emociones que desea compartir respecto a su propia experiencia. En cuanto a nuestro posicionamiento reflexivo, consideramos adecuado el enfoque de la geografía cultural. Bajo esta perspectiva, se fortalece la subjetividad implícita con la cual las personas, de manera individual o colectiva, construyen sus propias realidades espaciales, articulando holísticamente los elementos estructurales, funcionales y simbólicos en el espacio, en contextos históricos y sociales concretos. En este sentido, el paisaje se concibe más allá de preceptos cartesianos o geométricos empíricamente observables, reconociéndolo como una entidad geográfica dinámica y multivalente, depositaria de significados materiales e imaginarios que lo interpretan y reinterpretan. El paisaje se proyecta así con ideas y significados, que establecen a la vez formas de relación con el lugar; con emociones topofílicas y topofóbicas, con los recuerdos individuales o colectivos de quienes lo proyectan por medio de representaciones geográficas.13 El caso que ahora nos atañe es por demás pertinente. Pátzcuaro es un paisaje pletórico en manifestaciones culturales referentes a su valor histórico y patrimonial, a través de diversas marcas y símbolos expresados en sus lugares, tanto rurales como urbanos, que se establecen como expresiones geográficas de las memorias colectivas. Pátzcuaro es un espacio neurálgico y de profundo raigambre en la región occidente de México, pues su importancia como un nodo geográfico se remonta a momentos previos a la irrupción española, cuando formaba parte de la triple capital del imperio purépecha (con Tzintzuntzan e Ihuatzio). En las primeras décadas del periodo novohispano, en el año 1538, la ciudad fungió como capital provincial del Obispado de Michoacán, hasta que, a finales del siglo xvI, perdió preeminencia política y eclesiástica frente a la ciudad de Valladolid, en el cercano valle de Guayangareo. No obstante, continuó funcionando como un nodo regional para las dinámicas territoriales de Michoacán, pues su estratégica posición geográfica, permitió un funcionamiento de enlace entre las regiones agrícolas y comerciales del Bajío guanajuatense, con la Tierra Caliente y la costa del Pacífico michoacano, y entre las poblaciones de la sierra y las del lago de Pátzcuaro. En las últimas tres décadas, el valor histórico excepcional manifiesto en sus notables 13 Antoine S. Bailly, “Lo imaginario espacial y la geografía. En defensa de la geografía de las representaciones”, en Anales de Geografía de la Universidad Complutense, núm. 9, 1989, pp. 11-19. 484 Tradición y desarrollo urbano arquitecturas vernáculas, su tradicional traza urbana, la belleza escénica de la ciudad y su entorno ribereño, entre otros elementos, han derivado en proyectos gubernamentales para su postulación como Patrimonio Mundial de la UnEsco.14 Lo anterior ha despertado el interés de diversos especialistas, quienes han investigado y problematizado los paisajes culturales de este poblado lacustre desde diferentes aristas, considerando los imaginarios plasmados en diferentes tipos de representaciones espaciales.15 El uso de representaciones visuales ha sido una constante, particularmente a través de fotografías e imágenes publicitarias. Las representaciones narrativas también han enriquecido la interpretación de los paisajes culturales en Pátzcuaro, sobre todo aquellas que consideran las visiones paisajísticas de los particulares viajeros y visitantes que plasmaron en crónicas sus experiencias vivenciales, desde finales del siglo xIx y mediados del siglo xx: Alfred Conkling (1884), Fanny Chambers (1887), Reau Campbell (1895), Marie Robinson Wright (1897), Thomas A. Janvier (1886) y Wallace Gillpatrick (1911), entre otros.16 Considerando este enriquecedor ámbito analítico y en un afán de contribuir al mismo, dirigimos ahora nuestra atención a un insumo que bien merece mayor atención en el análisis de las representaciones espaciales desde el enfoque culturalista: los mapas. La geografía, como ámbito disciplinario, se ha legitimado en torno a la búsqueda, análisis y producción de imágenes, tanto para la investigación como para la enseñanza. En el trabajo de campo, recorriendo el paisaje, hay también un afán por la evidencia visual, por aquello que la mirada puede captar en el entorno. La representación espacial más emblemática del quehacer geográfico es, sin duda, el mapa. Sin embargo, paradójicamente no se ha tenido un claro posicionamiento sistemático y reflexivo sobre el uso de las representaciones visuales, sus alcances y limitaciones o los contextos en los que se elaboran. Como señalan Verónica Hollman y Carla Lois, a diferencia de otras disciplinas sociales, como la antropología o la historia, en geografía ha habido poco interés 14 Carlos Alberto Hiriart Pardo, “La gestión del territorio patrimonial de la ciudad de Pátzcuaro frente a las expectativas para su nominación como Patrimonio Mundial”, Revista MEC-EDUPAZ, núm. 6, 2014, p. 72. 15 Bajo un enfoque de paisaje cultural o indagando en torno a la importancia de la construcción de imaginarios paisajísticos, pueden señalarse los siguientes trabajos. Claudia Rodríguez Espinosa, “Paisaje cultural y redes comerciales. El caso de la cuenca lacustre de Pátzcuaro, Michoacán, en el siglo xv I”, Palapa. Revista de Investigación Científica en Arquitectura, vol. 2, núm. 2, 2007, pp. 39-50; Leticia Arista Castillo y Francisco Javier Fuentes Farias, “El paisaje cultural desde la construcción de un imaginario. La cuenca lacustre de Pátzcuaro, en Memoria del VI Seminario Internacional de Conservación del Patrimonio, Morelia, Facultad de Arquitectura de la UMsnH, 2010, pp. 1-14; José Manuel Martínez Aguilar, El Pátzcuaro de ayer en el imaginario, México, Secretaría de Cultura de Michoacán/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2012; Eder García Sánchez, Pátzcuaro pintoresco. Entre imaginarios y turismo (1920-1950), (Tesis de Maestría en Arquitectura, Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos), Morelia, Facultad de Arquitectura de la UMsnH, 2013; Jennifer Jolly, Creating Pátzcuaro, Creating México. Art, Tourism, and Building under Lázaro Cárdenas, Autin, University of Texas Press, 2018; Eugenia María Azevedo Salomao y Francisco Javier Fuentes Aguilar, “Paisaje cultural y conservación del patrimonio: reflexiones en torno a ejemplos mexicanos”, Revista Relicario, vol. 4, núm. 7, 2018, pp. 43-67; Andrea Naranjo Cruz y Pedro S. Urquijo Torres, “Paisaje cultural y revisitación geográfica. El lago de Pátzcuaro, México”, Revista de Historia y Geografía, núm. 42, 2020, pp. 131-157. 16 Eder García Sánchez, op cit, 33-36. 485 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad por problematizar “lo visual” en tanto objeto de estudio y modo de interpretación, construcción y difusión de conocimiento. Incluso, con notables excepciones, en un campo con tanta tradición como es el de la cartografía histórica.17 En este capítulo, entonces, nos proponemos también una invitación a repensar las múltiples formas de interpretar los contextos y las subjetividades con las cuales también se elaboran las representaciones espaciales cartográficas. Para nuestra breve exposición, hemos seleccionado tres mapas de tres diferentes temporalidades y escalas –nacional, regional, local–, en las que se visibilizan los significados, arquetipos e intencionalidades de los distintos personajes involucrados en su elaboración. Son tres formas de mirar geográficamente a Pátzcuaro y de proyectar hitos topológicos. El primero momento, entre 1886 y 1910, está marcado por el establecimiento del tendido ferroviario y el arribo de visitantes, principalmente norteamericanos y hasta el estallido de la Revolución mexicana. Recurrimos aquí a cartografía en escala general elaborada por una compañía Mexican National Rail Road, de los años de 1897 y 1902. El segundo periodo, la década de 1930, nos permite acercarnos a la consolidación de Pátzcuaro como uno de los principales destinos turísticos nacionales. En ese entonces, la promoción oficial cardenista recurrió a personalidades del arte para la elaboración de guías, imágenes y fotografías. Este fue el caso de Justino Fernández, quien en 1936 elaboró dos planos de la ciudad, que pueden leerse en clave histórica y estética. Finalmente, en 1950, el geógrafo norteamericano Dan Stanislawski publicó una investigación derivada de su tesis doctoral en la que diseccionó la fisonomía urbana de once pueblos en Michoacán, Pátzcuaro incluido. A diferencia de las dos representaciones espaciales anteriores, la de Stanislawski no tuvo una intencionalidad de guía para foráneos ni de promoción, y de ahí la sobriedad que veremos en su imagen. Sin embargo, al igual que las anteriores las cargas culturales de los hitos topológicos permite reconocer las valoraciones que proyectaron los habitantes de Pátzcuaro y la lectura propia que el geógrafo culturalista realizó. 1886-1910. Pátzcuaro en ferrocarril Como señala José Manuel Martínez Aguilar, si bien diversos estudios establecen como el inicio de una actividad turística, regional y nacional, la década de 1920 durante el gobierno estatal del general Lázaro Cárdenas, se cuenta con argumentos históricos que permiten afirmar que desde finales del siglo xIx, algunos inversionistas locales y foráneos aprovecharon la posición geográfica de Pátzcuaro, las diversas vistas del lago y la arquitectura colonial de la ciudad, para impulsar un incipiente, pero prometedor proyecto económico basado en el hospedaje, alimentación y recreación de visitantes.18 Hasta antes de la inauguración del ramal ferroviario que conectó a la ciudad de 17 Verónica Hollman y Carla Lois, Geo-grafías. Imágenes e instrucción visual en la geografía escolar, Buenos Aires, Paidós, 2015, pp. 29-31. 18 José Manuel Martínez Aguilar, “Una mirada al surgimiento del turismo en Pátzcuaro”, Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 15, núm.2, 2017, p. 410 486 Tradición y desarrollo urbano Morelia con Pátzcuaro, en 1886, los comerciantes y viajeros extranjeros, así como los visitantes de diferentes partes de Michoacán que llegan a la ciudad lacustre –principalmente por negocios agrícolas, comisiones gubernamentales o peregrinos de la Virgen de la Salud– debían recorrer caminos tortuosos. La conectividad establecida entre la capital del estado y Pátzcuaro con el tendido ferroviario permitió entonces un mayor traslado de personas y en mejores condiciones, lo que funcionó también como aliciente a empresarios locales para el establecimiento de servicios de alimentación y hospedaje.19 Es importante señalar que el tramo ferroviario Morelia-Pátzcuaro era una pequeña conexión que se desprendía de una ruta de primera importancia entre las conexiones territoriales entre México y los Estados Unidos, que vinculaba, hacia finales del siglo xIx, a la Ciudad de Corpus Cristi, en Texas, con la capital de la República Mexicana. El servicio era brindado por la compañía Mexican National Railroad y se trataba de la ampliación de la famosa Laredo Route. La apertura del ramal ferroviario y su estación fue una nueva puerta al mundo –un hito topológico– y el principio de un cambio geográfico, sin retorno, por demás significativo en la región: Pátzcuaro, el paisaje más internacional de Michoacán (figura 1). El mapa de la figura 1 es la guía de la ruta que los pasajeros del servicio Laredo-México Route, en 1897. En el largo periplo desde la localidad de Corpus Christi, en el estado de Texas, hasta la capital mexicana, marcado con una línea roja, existen dos pequeños ramales que se desprenden de la ruta. Al llegar a la ciudad de México, se podía continuar el trayecto hacia el norte a través del ramal México-Huehuetoca, entonces una próspera región agrícola y de grandes haciendas. El otro desprendimiento, en el centro-occidente, ocurría a partir de la estación de Acámbaro, en Guanajuato, y dirigía justamente a Pátzcuaro. De esta forma, las personas que realizaban viajes de negocios, provenientes de los Estados Unidos, podían continuar sus actividades o explorar nuevos mercados en las productivas tierras de la Meseta purépecha y sus cercanías. Al mismo tiempo, podían encontrar algo de descanso y distracción en un poblado que se prestaba para ello. De acuerdo con la información que el mismo mapa brindaba a sus pasajeros, Pátzcuaro era uno de los mejores lugares para “el turismo en América”, ya que se localizaba en las cercanías del hermoso lago del mismo nombre. Además, desde ahí se podía visitar la antigua capital del imperio tarasco, Tzintzuntzan, famosa por resistir los embates del emperador azteca Moctezuma. Se recomendaba, finalmente, para los amantes del arte, visitar la iglesia colonial y sus pinturas. Como puede apreciarse en la figura 2, la descripción de Pátzcuaro es más extensa que la de Morelia, lo que indica que, para la compañía ferrocarrilera, el destino principal para el disfrute del viajero era la ciudad lacustre y no necesariamente la capital del estado (figura 2). 19 Ibidem, p. 412. 487 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Figura 1. Mapa de la ruta Corpus Cristi-Ciudad de México (Laredo-México Route) de la Mexican National Railroad (1897). Fuente: Mapoteca Ramsey, Universidad de Stanford. 488 Tradición y desarrollo urbano Figura 2. Schedule Laredo Route Mexican National Railroad, 1897. Fuente: Mapoteca Ramsey, Universidad de Stanford. 489 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Las estaciones de la extensa ruta tenían como objetivos favorecer el comercio agrícola y minero; de ahí que los nodos principales se establecieran en regiones productivas con estas vocaciones. Así, como hemos mencionado, los ramales que se desprendían de la ruta principal, dirigían a los pasajeros a dos áreas rurales de considerable producción, una en el norte de la ciudad de México y otra en la región del lago de Pátzcuaro. El éxito de la agricultura regional, sobre todo el aumento en los precios del arroz, hizo que unos pocos años después, en 1889, la empresa ofreciera un servicio extendido hasta la ciudad de Uruapan, otro nodo territorial michoacano (figura 3). Figura 3. Fragmento del mapa de la ruta Laredo-México, de la Mexican National Railroad (1902). Fuente: Mapoteca Ramsey, Universidad de Stanford. 490 Tradición y desarrollo urbano La cartografía de 1902 –que incluía la ampliación del ramal hasta la ciudad de Uruapan–, a diferencia de la del año de 1897 mostraba la topografía del territorio mexicano, lo que permitió visualizar algunos elementos notables de los diferentes paisajes, como el Pico de Tancítaro, en Michoacán. Asimismo, en su publicidad y costos de boletaje, anunciaba un boleto especial para servicios turísticos. Por cuatro dólares, el pasajero podía desviarse, por un día, a partir de la estación Acámbaro y viajar idea y vuelta a Pátzcuaro, para conocer la ciudad y el lago. Sin duda, con el arribo constante de visitantes, que detonó con el establecimiento del ferrocarril y sus conexiones nacionales e internacionales, el cuerpo lacustre y sus islas se habían convertido en hitos topológicos en esos primeros años del siglo xx. En la región, los visitantes podían abordar alguno de los barcos que ofrecían recorridos, como el vapor “Mariano Jiménez” de la Compañía de Navegación del Lago de Pátzcuaro, de los concesionarios Wallerio Mórcom y Anastacio Obregón.20 Sin embargo, la dinámica económica, social y cultural que ello conllevaba, se vio trastocada por el estallido de la Revolución mexicana el periodo de inestabilidad que imperó a partir de 1910 y hasta 1920, cuando las condiciones políticas permitieron un resurgimiento de los servicios turísticos como principal actividad económica de la localidad. Década de 1930 Paisajes pintorescos En 1936 el artista e historiador Justino Fernández elaboró un par de representaciones espaciales de Pátzcuaro, por encargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el marco de la promoción turística que emprendió el gobierno cardenista.21 Los planos formaron parte de un conjunto de imágenes y guías que incluían representaciones de Morelia y Uruapan, para Michoacán, y de Taxco, para Guerrero. Justino Fernández colaboró en estos proyectos con el también historiador Manuel Toussaint, quien realiza la introducción a las cartografías michoacanas. En los planos de Justino Fernández se aprecia un carácter pictórico y paisajístico de la cartografía novohispana. Asimismo, en estas representaciones cartográficas se recurrió a un método sustentado en la percepción subjetiva del dibujante en la recreación de paisajes, y no en la precisión cartesiana. De esta forma, los planos pintorescos de Fernández combinan la calidad descriptiva propia de los buenos mapas, pero también estética propia de la pintura de paisaje (figuras 4 y 5). 20 Ibidem, p. 411. 21 Justino Fernández, Pátzcuaro, México, Publicaciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1936. 491 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Figura 4. Pátzcuaro, Michoacán. Justino Fernández, 1936. 492 Tradición y desarrollo urbano Figura 5. Lago de Pátzcuaro. Justino Fernández, 1936. 493 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En el plano de la ciudad de Pátzcuaro (figura 4), Justino Fernández remite a la forma de representación paisajística de las cartografías novohispanas, en el siglo xvI, mediante el entorno de vegetación y el uso de una línea que la circunde, en este caso un río, y el uso de cintilla descriptiva a manera de marco de la imagen. En este sentido, los términos pintura y paisaje se conjugan tal y como se hace en las cartografías de la colonia temprana. Asimismo, y de acuerdo con Mónica Ramírez Bernal, la exposición del escudo de armas y el retrato de Don Vasco de Quiroga brindan una espacialización del tiempo y funcionan como símbolos significativos de la ciudad.22 Además de una obra de arte, el plano debe cumplir con la función de representar lugares de interés para el visitante –recordemos que su intención es funcionar como guía– y de ahí que la leyenda contenga una serie de hitos topológicos que el historiador selecciona por su relevancia geográfica e histórica. Fernández no escatima información en este sentido; menciona los lugares que él conoció y brinda detalles obtenidos no solo de la experiencia en el lugar, sino también de la revisión bibliográfica que realizó. El mapa es, así, fiel reflejo de la figura de quien lo elabora: un artista-historiador. En el mismo orden de ideas, el plano del lago de Pátzcuaro (figura 5), en escala regional, fue inspirado en el famoso mapa de fray Pablo Beaumont, de 1778, que aparece en la Crónica de Michoacán y que narra el traslado de la campana y el órgano de Tzintzuntzan a Pátzcuaro. La representación espacial de Fernández es una panorámica a vuelo de pájaro, ideada desde el Mirador Tariácuri, en el cerro El Estribo, con la intención de mostrar la posición de los pueblos lacustres de la región. Aunque el punto de vista cambia en relación con la imagen novohispana, los hitos que representa siguen las pautas de Beaumont. Por ejemplo, las yácatas del sitio arqueológico de Tzintzuntzan y las viviendas de las poblaciones siguen el modelo de su predecesor novohispano. Incluso, para remitir a éste, Justino Fernández crea una escena en la parte inferior derecha con la presencia de tres personajes que se trasladan de un lugar a otro.23 Otro aspecto que establece la relación dialógica entre ambas representaciones es el camino circular que enmarca el lago. En el caso de Fernández, el camino real es sustituido por la vía del ferrocarril. 1950: anatomía geográfica de Pátzcuaro Dan Stanislawski fue un geógrafo norteamericano, formado en la tradición culturalista de la Escuela de Berkeley, cuyo fundador fue Carl O. Sauer. El libro La Anatomía de once pueblos de Michoacán, publicado por la Universidad de Texas en Austin en 1950, era una disección de las estructuras urbanas de poblados seleccionados por su “personalidad” cultural, estrechamente 22 Mónica Ramírez Bernal, “A rumbo y tanteada: escala local en los planos pintorescos de Justino Fernández”, en Pedro S. Urquijo y Andrew Boni (coords.), Huellas en el paisaje. Geografía, historia y ambiente en las Américas, Morelia, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UnAM, 2020, p. 193-195. 23 Ibidem, pp. 97-98. 494 Tradición y desarrollo urbano relacionadas con su población, fuera de ascendencia criolla, mestiza o indígena.24 Así, planteaba que el paisaje urbano podía reflejar sus influencias culturales en sus estructuras materiales y en los manejos comerciales. De ahí en énfasis analítico que puso en el reconocimiento de plazas, negocios y viviendas.25 En este sentido, Pátzcuaro era un paisaje urbano de memoria hispánica, pero estrechamente vinculado a las localidades indígenas de la región del lago. En la apreciación histórica que realizó Stanislawski, el siglo xx fue un momento en que la ciudad cambió sustancialmente. Había transitado de un poblado rural, con poca susceptibilidad a la transformación –antes de la apertura del ramal ferroviario de 1886–, a un paisaje urbano en el que la aristocracia local emprendía negocios para el ocio y la recreación –antes del estallido de la Revolución–, a, finalmente, un centro turístico de alta demanda a mediados de la centuria. En su disección anatómica de la forma urbana, Stanislawski llama la atención de la permanencia de la belleza escénica colonial, a pesar de lo invasivo del turismo contemporáneo. El modelo de las calles conserva también la traza reticular y sus plazas originales, aunque, a diferencia de las trazas coloniales convencionales, en Pátzcuaro las formas pueden ser irregulares por la topografía y de ahí que las manzanas presenten dimensiones distintas. Los trece mesones que cuenta en su recorrido son los mismos que estaban en la misma posición cinco décadas antes; y nota que geográficamente, en cuatro casos, guardan relación o simetría con alguna iglesia, por lo que los considera “instituciones conservadoras”, pero “con cierto honor” por su cercanía a las estructuras arquitectónicas para el culto.26 El mapa de Pátzcuaro de Stanislawski, elaborado en escala local y con fines científicos – de ahí la sobriedad–, muestra la concentración de los negocios de la urbe alrededor de dos plazas principales, como es la costumbre que data de la época novohispana. La intención de Stanislawski es reconocer intencionalidades en las formas de la ciudad, de ahí que busque vocaciones de la fisonomía urbana. Así, señala que un gradiente de densidad poblacional se presenta afuera de las rutas de transporte, siendo la más importante la que vincula a la localidad con el lago y los pueblos indígenas de la región, en toda una dinámica cultural, social y económica. Otro gradiente, segundo en importancia, se localiza en el extremo oriental; es decir, cerca del antiguo camino real a Morelia, el cual se divide, a su vez, en ramales que dirigen hacia Tacámbaro y la Tierra Caliente. Un tercer gradiente, sin mucha importancia a mediados del siglo xx, es un remanente de la antigua conectividad con Uruapan, antes de la apertura del ferrocarril (figura 6). 24 Dan Stanislawski, La Anatomía de Once Pueblos de Michoacán, Morelia, Centro de Investigaciones en Desarrollo del Estado de Michoacán/Instituto de Geografía UnAM/Dirección General de Estudios de Posgrado UnAM, 2007. 25 Pedro S. Urquijo, “Geografía cultural en Michoacán. Los casos de Dan Stanislawski y Donald Brand”, en Lorena Ojeda (ed.), Pioneros de la antropología en Michoacán. Mexicanos y estadounidenses en la región tarasca/purépecha, Morelia, Facultad de Historia, UMsnH/El Colegio de Michoacán, 2018, pp. 301-321. 26 Stanislawski, op. cit, pp. 58-61. 495 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Figura 6. Mapa de Pátzcuaro. Dan Stanislawski, 1950. 496 Tradición y desarrollo urbano El análisis del paisaje urbano que realiza Stanislawski pone un énfasis en la vocación laboral (los oficios) de Pátzcuaro. Por ello, enumera y marca los negocios y sus recintos en la representación cartográfica. Para él, el paisaje urbano no se diseña históricamente a partir de ciertas vocaciones terratenientes y eclesiásticas, como suele asumirse, sino que es una clase social conformada con negociantes locales, altamente respetados, pero poco articulados entre sí, los que mantienen una economía regional y, derivado de ello, logran una personalidad particular en la fisonomía de la ciudad, por lo menos desde mediados del siglo xIx. Respecto a ello, llama la atención la preponderancia que Stanislawski otorga a los empresarios del cuero y a sus recintos, mayoritariamente localizados en los alrededores de las dos plazas principales. No obstante, si bien en su relación menciona la existencia de mesones, hoteles y otros negocios de vocación turística, no los hace evidentes en su representación espacial, pues es posible que no los considere lo suficientemente “tradicionales”. En este sentido podemos decir que Stanlislawski lee en el paisaje lo que reconoce –oficios tradicionales y gradientes económicos–, pero no percibe o “lee” en el espacio algo que sin duda está ahí y que, hasta cierto punto, él también forma parte: una ponderación topológica en torno a negocios y actividades para los visitantes. Un aspecto sobresaliente en la descripción del geógrafo norteamericano, aunque de forma casi anecdótica, es la asociación de algunos oficios dentro del comercio turístico con la población indígena. De esta manera, menciona la existencia de algunas tiendas para bateas de madera pintadas o laqueadas, con vendedores indígenas y propietarios mestizos, así como indígenas vendiendo artesanías, productos agrícolas o alimentos en las plazas. Si bien no hay una disección geográfica específica sobre la economía del turismo, como y mencionamos, ello debió estar muy presente durante las visitas de Stanislawski, pues la cuestión de la relación de los indígenas con la ventas para el visitante capta su mirada, y le dedica una de las dos únicas fotografías que presenta sobre Pátzcuaro en su libro (la otra, es una casa colonial). Reflexiones finales El paisaje cultural en Pátzcuaro se elabora o define socialmente en una hibridación histórica entre las vivencias locales y cotidianas; pero también, como hemos tratado de plantear, en la interpretación y proyecciones que se conciben por los foráneos; la experiencia de la extranjería, en términos de Bruce Bégout.27 Las ideas o concepciones históricas que propios y extraños manifiestan a través de representaciones espaciales, marcan o establecen hitos topológicos que, en el devenir, se convierten en símbolos de identidad con y en el lugar, de la memoria colectiva y en objetos de patrimonialización. 27 Bruce Bégout, La découverte du quotidien, Paris, Allia, 2005. 497 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Las representaciones espaciales, en este caso cartográficas, nos permiten una aproximación a los códigos culturales con los que las personas en el pasado conciben el contexto paisajístico de Pátzcuaro, y con el cual se elabora el arraigo y la memoria colectiva. Nos parece importante insistir en las diferentes formas con las que se pueden reconocer las históricas expresiones culturales manifiestas en el lugar, sobre las particularidades locales, en un contexto globalizado como el actual, en el que lo específico en la identidad y la tradición se ven constantemente trastocada. La disminución de las actividades agrícolas y pesqueras, la homogeneización paisajística que norma o restringe la diferencia, la urbanización con poca o nula planificación, la implementación de infraestructuras que privilegian los servicios turísticos por encima de las necesidades cotidianas, ponen en constante tensión el sentido específico del lugar y los significados geográficos e históricos de Pátzcuaro. Ante ello, es necesario seguir insistiendo en nuevos retos conceptuales y metodológicos. Compartimos así con Joan Nogué la propuesta de que ante este mundo velozmente cambiante que erosiona culturas locales, hay que asumir posturas propositivas. No se trata, entonces, de testificar la pérdida de significados históricos implícitos en el paisaje, sino más bien debemos intervenir en ellos para crear de manera activa y socialmente consensuada nuevas identidades, reconociendo sus cimientos históricos y sus formas espaciales de profundo raigambre.28 28 Joan Nogué, “Intervención en imaginarios paisajísticos y creación de identidades territoriales”, en Alicia Lindón y Daniel Hiernuax (dirs.) Geografías de lo imaginario, Barcelona, Anthropos/UAM-I, pp. 129-139. 498 Tradición y desarrollo urbano Referencias bibliográficas Arista Castillo, Leticia y Francisco Javier Fuentes Farias, “El paisaje cultural desde la construcción de un imaginario. La cuenca lacustre de Pátzcuaro, en Memoria del vI Seminario Internacional de Conservación del Patrimonio, Morelia, Facultad de Arquitectura de la UMsnH, 2010, pp. 1-14. 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Pérez Múzquiz30 y Claudia Rodríguez Espinosa31 Introducción El programa de Pueblos Mágicos se creó desde el gobierno federal, como una política que intentaba promover en los poblados pequeños, un modelo de gestión local que les permitiera desarrollar la economía, principalmente basada en la actividad turística; a su vez intentaba promover la cultura y tradiciones del lugar a través de la clasificación mediante apoyos federales y estatales que mejoraban la infraestructura. La ciudad de Pátzcuaro Michoacán, desde hace décadas ha contado con una buena afluencia turística y es reconocida dentro del ámbito local, regional, nacional e internacional, como un sitio de tradición, cultura e historia que data desde la época precolombina. 29 Agradecemos a la Coordinación de la Investigación Científica de la UMsnH por financiar nuestros proyectos de investigación; a los alumnos Alicia Medina Villanueva, Mayra Ivón Rodríguez Cortés y Luis Fernando González Barriga, prestadores de Servicio Social de la Facultad de Arquitectura. 30 Facultad de Arquitectura, UMsnH. Correo electrónico: pmuzquizerika@gmail.com 31 Facultad de Arquitectura, UMsnH. Correo electrónico: claudia.rodriguez@umich.mx Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad La relevancia de la ciudad de Pátzcuaro en el contexto local y nacional es y ha sido tal que al momento de ingresar en el programa de Pueblos Mágicos, la cantidad de población rebasaba lo establecido por el programa, sin embargo, debido al cúmulo de valores culturales que presentaba la localidad: arquitectura, fiestas y tradiciones, entre otros elementos que hacían visible la necesidad de incorporarla como parte del programa, le permitieron salvar este detalle y a su vez, beneficiarse del mismo, ya que antes de esta política, los poblados tradicionales difícilmente contaban con un este tipo de recursos, dirigidos específicamente para la promoción y desarrollo de las poblaciones pequeñas. Los beneficios e impactos del programa han sido ampliamente cuestionados desde su aparición, sin embargo, han sido mayores los temores sobre la posible perturbación a las comunidades a través de los visitantes; debido a que los pobladores de estos pequeños asentamientos viven en su mayoría de la economía creada por la industria turística, en gran medida promovida desde el sector gubernamental a través del programa, que ahora ha desaparecido, dejando un hueco en la política de promoción y crecimiento en dichas localidades. Las autoras de este trabajo han seguido la trayectoria de los Pueblos Mágicos desde su creación, en particular las del estado de Michoacán y la de Pátzcuaro. El objetivo principal de este trabajo es el de revelar una trayectoria del programa de Pueblos Mágicos a través de la incidencia que ha tenido en la comunidad; se analizan las políticas, transformaciones y permanencias así como los impactos, para explicar desde la creación del programa, cuál ha sido su alcance. Para llevarlo a cabo se han realizado varias visitas y trabajo de campo en el que hemos aplicado varios tipos de observación que nos permitan contrastar los resultados de la política puesta en práctica, con la investigación de gabinete que incorpora el análisis de las políticas públicas, planes de desarrollo y obras de infraestructura derivadas de estos instrumentos. Al mismo tiempo, la evaluación de los resultados a través de la opinión recogida desde los actores del lugar, pobladores, prestadores de servicios y visitantes ha permitido contar con un panorama muy amplio sobre el impacto del programa en el sitio. Al mismo tiempo, hemos podido corroborar que algunas de las costumbres y tradiciones del lugar, han sido promovidas a través del programa de Pueblos Mágicos y han rebasado a su vez el ámbito local para convertirse en política de promoción estatal, como la fiesta de día de muertos, cuyo impacto regional tiene sus antecedentes en la trayectoria del programa. Dentro del proceso generado con la participación de Pátzcuaro en el programa federal Pueblos Mágicos, es posible diferenciar tres momentos clave: su ingreso al programa en el año 2002; el 502 Tradición y desarrollo urbano proceso de evaluación en 2014 por parte de la Secretaría de Turismo y el establecimiento de nuevas reglas de operación; y finalmente en 2019 que se da por terminado en primera instancia el programa, pero con el establecimiento de nuevos procedimientos en 2020. El trabajo aborda cada una de estas etapas, en las que Pátzcuaro ha experimentado tanto transformaciones como permanencias definidas en su arquitectura y urbanismo. La introducción de infraestructura establecida para todas las poblaciones pertenecientes al programa, nuevos sistemas de medición de afluencia de turismo cultural tanto nacional como extranjero, especulación inmobiliaria por parte de inmigrantes principalmente extranjeros, entre muchos otros factores, han generado nuevas relaciones socioespaciales en este lugar. A partir de este análisis de cada una de estas etapas, se buscará identificar los principales cambios surgidos en Pátzcuaro a partir de su integración al programa Pueblos Mágicos, generando nuevas relaciones socioespaciales y transformaciones en el patrimonio cultural de esta ciudad. Primer momento: la inscripción de Pátzcuaro en el Programa Pueblos Mágicos El programa Pueblos Mágicos fue creado en el año 2001 por la Secretaría de Turismo federal, con la intención de mejorar las economías locales de poblaciones menores a 20,000 habitantes, aprovechando la magia de cada lugar como atracción para el turismo cultural. El caso de Pátzcuaro fue diferente desde un inicio, ya que al momento de su inscripción al programa superaba el número de habitantes. Sin embargo, el atractivo o magia de este asentamiento ya era reconocido a nivel internacional, por lo que se pensó que este programa federal podría incrementar aún más la economía no solo local, sino regional, apoyando a comunidades cercanas ubicadas principalmente alrededor del lago de Pátzcuaro. El estado de Michoacán basa en gran parte su economía en remesas y turismo, por lo que suena congruente la inversión en este rubro. Inclusive, en el Diario Oficial de la Federación del 19 de diciembre de 1990, se publicó el Decreto por el que se declara una zona de monumentos históricos en la ciudad de Pátzcuaro, Mich., con el perímetro, características y condiciones que se mencionan, y que puede observarse en la figura 1: 503 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 1. Perímetro basado en el Decreto del 19 de diciembre de 1990. Elaboró: L. Fernando González Barriga 504 Tradición y desarrollo urbano En este documento, se marcaba que una de las prioridades del Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994, en materia de política cultural era la protección de la riqueza cultural, y en los considerandos se señalaba lo siguiente: Que la ciudad conserva la traza original de cuadrícula con calles que van de norte a sur y de oriente a poniente, con su plaza de enormes proporciones en el centro. Cabe destacar que algunos barrios siguen una traza irregular adaptándose a los desniveles elevados del terreno, dicha característica proporciona a la ciudad un sello único integrando paisaje y arquitectura, ya que de las plazas y calles se observa en perspectiva el lago, las islas y los cerros circundantes. Que las características formales de la edificación de la ciudad, la relación de espacios y su estructura urbana, tal como hoy se conserva, son elocuente testimonio de excepcional valor para la historia social, política y artística en México. Que es indispensable dentro de los programas de desarrollo de los asentamientos humanos, la protección, conservación y restauración de las expresiones urbanas y arquitectónicas relevantes que integran el patrimonio cultural de la Nación. Que para atender convenientemente a la preservación del legado histórico que tiene esta zona sin alterar o lesionar su armonía urbana, el Ejecutivo Federal ha considerado procedente incorporar la zona de referencia, al régimen previsto por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos que dispone que es de utilidad pública la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos y de las zonas de monumentos históricos que integran el patrimonio cultural de la Nación […]32 Se puede apreciar entonces la importancia que en ese momento tenía Pátzcuaro como riqueza cultural, y que, en los siguientes Planes Nacionales de Desarrollo, destacará el impulso al turismo cultural, siendo Pátzcuaro entonces considerado para su inclusión en varios programas federales relacionados a este rubro, y destacando el de Pueblos Mágicos. En el momento de su inscripción, debía cubrir las características que debería tener un asentamiento para ingresar en el programa, englobadas en los ocho grandes rubros generales para integrar los expedientes y sus solicitudes de ingreso. 1- Involucramiento de la sociedad y de las autoridades locales. 2- Diseño de instrumentos de planeación y regulación. 3- Impulso al desarrollo municipal. 4- Oferta de atractivos turísticos simbólicos y atractivos turísticos diferenciados. 32 dof, 19-12-1990. 505 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad 5- Sustentar una tesis sobre la magia de la localidad. 6- Condiciones y espacios territoriales. 7- Monitoreo del impacto del turismo en la localidad. 8- Creación de talleres de desarrollo de capacidades locales. Con esa información y otra generada dentro del proyecto de investigación “Memoria y preservación de arquitectura histórica en Michoacán. Políticas de conservación patrimonial y conflictos sociales”, financiado por la Coordinación de Investigación Científica de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y coordinado por nosotras, llegamos al siguiente análisis de cada uno de los rubros anteriormente señalados, durante los primeros años posteriores al nombramiento de Pátzcuaro. 1. Involucramiento de la sociedad y de las autoridades locales. Que abarca el compromiso de la participación de la sociedad local, así como de las autoridades estatales y municipales. Desgraciadamente en la práctica esto no se cumplió cabalmente porque los recursos eran aplicados por la administración municipal en obras que consideraban convenientes, pero al parece, tomando poco en cuenta el parecer de la población local. 2. Diseño de instrumentos de Planeación y Regulación a niveles de Planes de Desarrollo Estatal y Municipal; programas de desarrollo turístico municipal; reglamento de imagen urbana y plan de manejo en función del Programa Pueblos Mágicos, además de los muy necesarios programas de reordenamiento del comercio semifijo y/o ambulante (como el que aún se ubica frente a la Basílica de Nuestra Señora de la Salud), cuya falta de aplicación han sido el motivo de que se hagan señalamientos por parte del programa federal. 3. Impulso al Desarrollo Municipal, mediante programas diversos de desarrollo turístico. Obviamente, este punto haría énfasis en el desarrollo económico de la localidad, lo cual en el caso de Pátzcuaro se pudo observar y confirmar en la percepción de los habitantes. 4. Oferta de atractivos turísticos simbólicos y atractivos turísticos diferenciados, como arquitectura, edificios emblemáticos, fiestas y tradiciones, producción artesanal, cocina tradicional, además de servicios turísticos que garanticen su potencial comercialización, así como servicios de asistencia y seguridad. Aquí es importante mencionar que la crisis de seguridad nacional por la que aún atraviesa el país en general ha afectado de forma significante a algunos de estos atractivos, que en 1990 eran los señalados en la figura 2. 506 Tradición y desarrollo urbano 5. Sustentar una tesis sobre la magia de la localidad, junto con la declaratoria de “Zona de Monumentos Históricos” y la definición de acciones de conservación del patrimonio tangible e intangible. Uno de los principales problemas en este punto, es que los elementos que el gobierno selecciona como “mágicos” en algunos casos son fabricaciones exprofeso para el turista, como es el caso del Pueblo Mágico de Pátzcuaro, en Michoacán, cuya “magia” relacionada a la tradición de la celebración de Noche de Muertos, es una interpretación de “La festividad indígena del Día de Muertos ha sido proclamada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Tal reconocimiento es otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UnEsco)”,33 pero que ha sido implementado en toda la región lacustre e incluso a nivel estatal. 6. Condiciones y Espacios Territoriales, que incluye accesibilidad terrestre, factibilidad para la comercialización turística y por supuesto, un producto turístico sólido. Esto incluía que se ubicara cerca de una ciudad o localidad de mediano tamaño o capital de una entidad federativa, que pueda proporcionar los servicios al turismo que no puedan darse en el pueblo mágico correspondiente. En el caso de Pátzcuaro, su oferta hotelera es muy amplia desde los años ochenta del siglo pasado, por lo que su turismo sigue dejando derrama económica en ese rubro. 7. El impacto del turismo en la localidad y área de influencia, deberá ser monitoreado a través del sistema de información turística estatal, junto con la valoración del mismo a nivel regional y/o municipal. En el caso de estudio, no se contaba con suficientes datos y fuentes de consulta fiables y/o gubernamentales para verificar este rubro. 8. Finalmente, se deberá fomentar el desarrollo de capacidades locales a través de la implementación de un taller de inducción al Programa Pueblos Mágicos y otro de planeación y gestión del turismo cultural, que normalmente se realizaban de forma apresurada, desorganizada y sin la convocatoria local necesaria. En general, el estado que tenía Pátzcuaro en ese momento, ha sufrido varias transformaciones a lo largo de los años, y el siguiente corte que permite identificar permanencias y transformaciones es el de la revisión del programa realizado en el año 2007, y del cual se tiene un documento de re- 33 América Pedraza “Patrimonio Cultural en Michoacán. Celebración del Día de Muertos” en Cuadernos Patrimonio cultural y turismo, México, conAcULTA, 2018, p. 145. 507 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad ferencia. Posteriormente, en 2012 se cerraron las nominaciones al programa y se realizó un nuevo análisis, en este caso más amplio que el de 2007 y que terminó en la creación de las Nuevas Reglas de Operación del programa que se empezaron a aplicar en 2014. Fig 2. Monumentos y edificios históricos; basado en el Decreto del 19 de diciembre de 1990. Fuente: Elaboró L. Fernando González Barriga. 508 Tradición y desarrollo urbano Segundo momento: la revisión del programa (2007) y las nuevas reglas de operación (2014) En el año 2007, se realizó una evaluación puntual sobre algunos Pueblos Mágicos: Estudio para la Evaluación del Programa Pueblos Mágicos en localidades integrantes para fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias. En su presentación, se menciona lo siguiente como su objetivo: Es por ello, que la Secretaría de Turismo, en un afán de fortalecer las acciones y alcances de este exitoso programa ha realizado una labor de investigación en doce de los Pueblos Mágicos, con la finalidad de encontrar factores de coincidencia en el éxito de los procesos que se dan al interior de cada una de las localidades, así como aquellos factores susceptibles de ser mejorados y que pudieran representar áreas de oportunidad para el enriquecimiento del programa. Evaluar el impacto que ha tenido el Programa Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo en sus localidades integrantes, con el propósito de fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias. De ahí que se derivan una serie de objetivos particulares para el estudio, como son: - Conocer el estado del desarrollo turístico de las localidades antes y despuésde su nombramiento como Pueblo Mágico a través de los principalesindicadores turísticos. - Analizar el impacto de las acciones establecidas en las líneas estratégicas del Programa en las localidades integrantes del Programa. - Obtener información sobre los beneficios económicos y sociales que el Programa ha generado en las localidades. - Conocer los casos de éxito de localidades del Programa con el propósito de replicarlas en otros destinos. 34 Para el año 2007, el programa contaba con 32 Pueblos Mágicos (ver figura 3). 34 Secretaría de Turismo, Estudio para la Evaluación del Programa Pueblos Mágicos en localidades integrantes para fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias, México, pp. 3-4. 509 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 3. Pueblos Mágicos en 2007. Fuente: Secretaría de Turismo, Estudio para la Evaluación del Programa Pueblos Mágicos en localidades integrantes para fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias, México, p.8. Los pueblos seleccionados para ese estudio son los siguientes: 1. Parras, Coahuila 7. Valle de Bravo, Estado de México 2. San Miguel de Allende, Gto 8. Pátzcuaro, Michoacán 3. Taxco, Guerrero 9. Tlalpujahua, Michoacán 4. Huesca, Hidalgo 10. Real de Catorce, San Luis Potosí 5. Tapalpa, Jalisco 11. Cosala, Sinaloa 6. Tequila, Jalisco 12. Izamal, Yucatán En esta evaluación se analizaron los siguientes rubros: Infraestructura, Servicios e Imagen Urbana; Equipamiento Turístico; Creación, Mejoramiento y Rehabilitación de Sitios de Interés Turístico; Creación, Desarrollo e Innovación de Productos Turísticos; Excelencia y Calidad de los Servicios; Agenda 21 y certificación ambiental; Fomento a la Inversión; Mercadotecnia integral. Para el caso específico de Pátzcuaro, se analizan algunos de estos rubros, principalmente aquellos referidos al turismo que tuvieron mayor influencia en la transformación de Pátzcuaro. 510 Tradición y desarrollo urbano En el rubro de Infraestructura, servicios e imagen urbana, se menciona que los principales proyectos realizados en 2002 fueron: Intervención de las calles de Arciga, Terán, Enseñanza y Lerín, con empedrados, banquetas, etc., además, con restauración de fachadas; se unificó la Nomenclatura en el Centro Histórico. Para 2003: Construcción de la primera etapa del mercado de artesanías; restauración de pilas del centro histórico de Pátzcuaro, pintura en fachadas e iluminación escénica de la Plaza Vasco de Quiroga; se rehabilitaron la Calzada Las Américas que conduce a los muelles del lago de Pátzcuaro; la calzada que va al muelle “Las Garzas”; y dos plazuelas frente a la estación del ferrocarril. En 2004: Construcción del mercado de antojitos y artesanías. En 2005 solo se reporta la continuación de la construcción del mercado de antojitos y artesanías de Pátzcuaro. Para los años 2006 y 2007 no se menciona ninguna obra, pero en la figura 4 se puede observar que tuvo un ingreso para erogar en imagen urbana de más de ocho millones de pesos. Año Concepto Federal Estatal Municipal Total 2007 Imagen urbana 2'705,000.00 2'705,000.00 2'705,000.00 8'115,000.00 2006 Equipamiento 3'000,000.00 3'000,000.00 3'000,000.00 9'000,000.00 2005 Imagen urbana 3'430,00.00 3'890,000.00 3'890,000.00 11'210,000.00 2004 Imagen urbana 750,000.00 3'500,000.00 ------------- 4'250,000.00 2003 Imagen urbana Mat. Informativo 2'550,000.00 5'000,000.00 ------------- 7'550,000.00 2002 Imagen urbana 2'000,000.00 1'000,000.00 3'000,000.00 6'000.000.00 2001 Imagen urbana 350,000.00 350',000.00 ------------- 700.000.00 14'785,00.00 19'445,000.00 12,595,000.00 Total 46'825.000.00 Fig. 4. Tabla con los montos erogados en el rubro de Infraestructura, servicios e imagen urbana. Fuente: Secretaría de Turismo, Estudio para la Evaluación del Programa Pueblos Mágicos en localidades integrantes para fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias, México, p. 90. 511 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad En este mismo rubro se hacen comentarios generales de algunos aspectos de Pátzcuaro en ese año 2007, como que el acceso a la ciudad se encontraba en muy buenas condiciones y eso atraía más turistas; que no había propaganda política a pesar de ser año de elecciones; se menciona que existe un gran comercio informal en el atrio de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud (el cual persiste); se habla de la necesidad de reubicar el paradero de autobuses anexo al mismo templo; y un tema puntual es “Al igual que en prácticamente todos los Pueblos Mágicos visitados, Pátzcuaro tiene un grave problema de circulación vehicular y sitios para estacionamiento. Es indispensable hacer un estudio de vialidad para resolver esta problemática que se agudiza en temporadas vacacionales y fines de semana. A este respecto la Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente del Gobierno del Estado, entregó el proyecto de Mejoramiento Vial para la ciudad de Pátzcuaro”,35 lo cual no tuvo efecto, ya que este problema persiste hasta hoy. En el rubro de equipamiento turístico, se presenta una tabla (ver figura 5) que representa el crecimiento de hoteles y hospedaje en general, apreciándose un desarrollo constante a lo largo del periodo señalado. De once hoteles que fueron creados en ese momento y que se enumeran en el estudio, diez siguen operando, aunque varios han cambiado su nivel a menos estrellas o a Bed & Breakfast. También se menciona que existían veinte restaurantes y tres agencias de viajes (cifra que ha crecido exponencialmente). Indicador 2002 2003 2004 2005 2006 Establecimientos 38 40 41 42 46 Habitaciones disponibles 867 898 913 979 983 Fig. 5. Datos de equipamiento urbano. Fuente: Secretaría de Turismo, Estudio para la Evaluación del Programa Pueblos Mágicos en localidades integrantes para fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias, México, p. 92. En el tercer indicador, Creación, Mejoramiento y Rehabilitación de Sitios de Interés Turístico, solo menciona que una gran parte de los recursos destinados a Pátzcuaro como Pueblo Mágico fueron destinados a al mejoramiento de los sitios de mayor interés para los turistas (dejando de lado que también es para disfrute de la población local). En cuanto a la Creación, Desarrollo e Innovación de Productos Turísticos, se menciona que no hubo cambios, solamente se introdujo el tranvía turístico (mismo que se ha establecido en una gran mayoría de los Pueblos Mágicos). Incluye una 35 Ibídem, pp. 91-92. 512 Tradición y desarrollo urbano gráfica (ver figura 6) que muestra las actividades que el turista realizaba en el año 2006. Es curioso revisar las actividades, que incluye jugar golf, considerando que en esta ciudad no existen campos de golf hasta el momento. Fig.6 Actividades del turista en Pátzcuaro en 2006. Fuente: Secretaría de Turismo, Estudio para la Evaluación del Programa Pueblos Mágicos en localidades integrantes para fortalecerlo y en su caso reorientar sus estrategias, México, p. 92. En cuanto al indicador de Excelencia y Calidad de los Servicios, menciona solamente que varios establecimientos cuentan con los distintivos “H” y “M”, sin embargo, en diciembre de 2018, Pátzcuaro contaba con solo cuatro distintivos “H” y en marzo de 2020 con solo un distintivo “M”.36 Sobre el rubro de Agenda 21 y certificación ambiental, se menciona que Pátzcuaro es uno de los Pueblos Mágicos que muestra mayores avances en materia de conservación ecológica. Describe básicamente un listado de los diagnósticos realizados entre 2002 y 2006 y se enumeran cuatro acciones puntuales: La operación del relleno sanitario intermunicipal; la rehabilitación de la red de 36 Los distintivos “H” y “M” son otorgados por la Secretaría de Turismo Federal. El Programa de Calidad Moderniza o distintivo “M” es un Sistema para el mejoramiento de la calidad a través del cual las empresas turísticas podrán estimular a sus colaboradores e incrementar sus índices de rentabilidad y competitividad. El Programa “H” es una estrategia diseñada para mejorar la calidad de los servicios turísticos en materia de higiene de alimentos. Tomado del sitio Web de la Secretaría de Turismo del Gobierno de México, https://www.gob.mx/sectur/acciones-y-programas/programa-manejo-higienico-de-los-alimentos-distintivo-h y https://www.gob.mx/sectur/acciones-y-programas/programa-de-calidad-moderniza; fecha de consulta: (01/03/2021). 513 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad agua potable y la implementación de ecotecnias entre la población. Los dos últimos indicadores, Fomento a la Inversión y Mercadotecnia integral, no presenta ningún tipo de datos. Cierra el documento con una serie de propuestas. Cinco años después, en el año 2012, se detienen los nombramientos del programa Pueblos Mágicos cuando lo integraban 83 asentamientos, con la finalidad de analizar los aciertos y equivocaciones en el proceso de implementación de esta política pública. El programa entonces quedó en un impase de dos años, durante los cuales la Secretaría de Turismo contrató a diversos organismos, como el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, para realizar una evaluación (no muy detallada ni confiable como se pudo demostrar en un análisis realizado por las autoras de este texto), cuyos resultados fueron publicados en el año 2014, junto con las nuevas reglas de operación basadas en dos rubros generales de sustentabilidad y competitividad. El análisis mencionado formó parte del programa de investigación “El Programa Pueblos Mágicos: el turismo cultural y su impacto en la conservación del patrimonio cultural de Michoacán” financiado por la Coordinación de Investigación Científica de la UMsnH.37 El objetivo fue medir el impacto del turismo que experimenta la población local en Pátzcuaro, para lo cual se utilizó un método directo que se basa en la propia información que proporciona la población local, los proveedores de servicios y los turistas, relacionados con una localidad, que forma parte del programa nacional Pueblos Mágicos. La metodología seleccionada para averiguar cómo valora el ciudadano residente el impacto económico, social y cultural del programa en esta primera etapa, es a través de la aplicación de cuestionarios estandarizados y entrevistas abiertas;38 estas últimas fueron grabadas y posteriormente transcritas. En este apartado, se presenta en un primer punto los resultados generados por la aplicación de entrevistas al primer grupo, es decir, los habitantes de la localidad de Pátzcuaro residentes dentro de los límites de la zona de monumentos. El primer rubro de preguntas se centró en su apreciación o relación con la inscripción de Pátzcuaro al programa Pueblos Mágicos. La primera pregunta realizada fue sobre su conocimiento sobre el funcionamiento del programa Pueblos Mágicos, contestando un 60% de la población que desconocía esta situación, y solo el 40% manifestaron 37 Ver publicaciones: Claudia Rodríguez y Erika Pérez Múzquiz, “Participación social y gestión del espacio público: aciertos y desaciertos del programa Pueblos Mágicos” en María Elena Torres Pérez (coord.) Hacia una Evaluación de las Ciudades Contemporáneas: Diagnóstico y Estrategias para la Habitabilidad Sostenible y Calidad De Vida, México, UAdY/RnIU, 2018, pp.864-881; Claudia Rodríguez Espinosa, Erika E. Pérez Múzquiz y Salvador García Espinosa, “Pátzcuaro, Michoacán. Contraste entre la realidad y la información pública” en Liliana López-Levi, Carmen Valverde, María Elena Figueroa (coords.) Pueblos Mágicos. Una visión interdisciplinaria, vol. III, México, UAM Xochimilco/UnAM, 2017, pp. 47-70; Claudia Rodríguez Espinosa, “Arquitectura y patrimonio, programa Pueblos Mágicos en México. Gestión Contemporánea de turismo cultural para el desarrollo” en William Pasuy (coord.) Arquitectura & urbanismo contemporáneos en centros históricos, Bogotá, Universidad La Salle Bogotá, 2017, pp. 110-122. 38 Roberto Hernández Sampieri, et al., Metodología de la Investigación, México, McGraw-Hill, 2008. 514 Tradición y desarrollo urbano conocer algo al respecto. De este porcentaje, destacaba su información sobre el programa de mejoramiento urbano, seguido de la gestión de apoyos económicos para la localidad y la promoción turística de su ciudad. Sin embargo, más del 80% de los encuestados manifestaron desconocer las acciones tomadas por las autoridades locales dentro del manejo de este programa federal, lo cual mostraba la falta de socialización por parte de los gobernantes y la carencia manifiesta de poder en la toma de decisiones de la población. Por ello, se les cuestionó a los habitantes patzcuareños cómo consideran que la inclusión de su ciudad en el programa federal ha beneficiado a su calidad de vida, manifestando el 30% que ha obtenido un bajo beneficio, otro 30% un mediano beneficio, un 15% ningún beneficio y solo el 10% un gran beneficio. Esto se apoya en la consideración de que el porcentaje de participación de la comunidad en proyectos turísticos se limitaba a un 6% de la población encuestada frente a un 60% que estaba desinformada y no le interesaba participar activamente. La percepción de los habitantes con respecto a los beneficios obtenidos, se refiere a varios rubros. La mayoría de la población consideraba que el impulso turístico no había creado nuevos empleos directos, ni había mejorado el problema relacionado con los espacios para estacionamiento de vehículos, sobre todo en los alrededores de las dos plazas principales: Vasco de Quiroga y Gertrudis Bocanegra, y tampoco percibían una mejoría en las vialidades de la zona centro. Por otra parte, la población si percibía una mejoría en el alumbrado público, en el sistema de recolección de basura y la imagen urbana en general de la zona de monumentos, aunque más de la mitad de los encuestados manifestaron que la promoción turística no abarcaba todos los monumentos y atractivos culturales de la localidad. En cuanto a los aspectos culturales y tradicionales, la población encuestada daba un papel protagónico a las artesanías que se ofertaban en Pátzcuaro, considerándolas un 70% como el producto comercial más importante a ser ofertado por el comercio local. Igualmente, en ese mismo porcentaje, la comunidad consideraba que la ciudad ofertaba eventos culturales y artísticos dirigidos al turismo, pero que también beneficiaban a los habitantes locales, mejorando su calidad de vida a través de este esparcimiento y participación en actividades culturales. Como resumen, las acciones señaladas por los encuestados como más importantes para aumentar los beneficios generados por el turismo cultural, y que deberían ser promovidas con más intensidad por el programa Pueblos Mágicos, eran: la promoción de Pátzcuaro como atractivo cultural a nivel local, nacional e internacional; el rescate de las tradiciones y costumbres locales; una mayor inversión en la conservación del patrimonio urbano-arquitectónico y una mayor oferta hotelera y restaurantera. 515 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El cuarto grupo encuestado fue el del turismo y los resultados obtenidos mediante la aplicación de encuestas se refieren a continuación. El principal turismo que llegaba en esas fechas a este Pueblo Mágico, era de procedencia nacional, y más del 70% de los encuestados hicieron referencia a que la publicidad generada por el programa Pueblos Mágicos fue el motivo por el cual seleccionaron este destino de turismo cultural para ser visitado. Al cruzar esta información con búsquedas en Google y en agencias de viajes de las principales ciudades de México, se pudo comprobar que la difusión de los atractivos de esta localidad era intensa y muy generalizada. Más de 300,000 resultados fueron arrojados por la búsqueda “Pátzcuaro Pueblo Mágico”. Igualmente, la campaña nacional Visit Mexico, fue mencionada por varios turistas encuestados, que la vieron en revistas, suplementos de diarios nacionales, en televisión, en internet y en las pantallas de algunos autobuses de pasajeros. Inclusive algunos citaron que buscan recorrer todos los Pueblos Mágicos, a partir de la experiencia vivida en Pátzcuaro. La mayoría hizo referencia a los atractivos arquitectónicos de la localidad, lo cual se refleja en los resultados de las encuestas realizadas a los turistas, que indicaron que el principal interés turístico es la arquitectura tradicional de Pátzcuaro con un 41.38%, seguido del paisaje natural ribereño y su lago que representaron un 27.59% del interés de los turistas; el tercer rubro más importante dentro de las preferencias turísticas señaladas por el estudio realizado, fueron las costumbres y tradiciones que llegaron a un 17.24%, la oferta de eventos culturales con 6.90%, finalmente la comida y la historia ambas con un 3.45% del interés respectivamente. Al estar ubicado Pátzcuaro a media hora de Morelia, capital del estado de Michoacán, parecería lógico que el turismo local (entendido como regional) fuera el más abundante. Sin embargo, los resultados obtenidos fueron que el 44.83% es turismo nacional, seguido de 34.48% de turismo local y el 20.69 % restante es internacional. El comportamiento del turismo local, sobre todo del procedente de la ciudad de Morelia, era ir a comer a Pátzcuaro, comer una nieve en los portales, dar la vuelta en la plaza Don Vasco, adquirir algún mantel o artesanía para decoración de los hogares, y regresar a su lugar de origen sin pernoctar en la localidad. Este turismo es asiduo, ya que muchas familias encuestadas procedentes de Morelia, afirmaron acostumbrar viajar a Pátzcuaro al menos una vez al mes, por lo que además de impactar en la economía del lugar, generan esquemas de apropiación cultural de la localidad, en especial en la zona centro, y desconocen por completo las zonas periféricas creadas en la segunda mitad del siglo xx. En oposición a lo anterior, los resultados generados referente a la ocupación hotelera, muestran que existía una estadía promedio de dos días, siendo el turismo internacional o el turismo nacional que tienen familiares en la localidad los que permanecen más tiempo, por arriba de los cuatro días, llegando a varios meses para el caso del turismo internacional, que sobre todo proceden de Estados Unidos o Europa, rentando habitaciones o viviendas durante los meses de invierno o verano. 516 Tradición y desarrollo urbano Este turismo, acorde a lo investigado y resultado de las encuestas aplicadas, refirió que su principal gasto en la localidad de Pátzcuaro está conformado por el hospedaje en un 58.62%, seguido del consumo de alimentos que representa un 27.59%, y finalmente la adquisición de recuerdos, principalmente artesanías o prendas como playeras estampadas con el nombre de esta ciudad, constituye un 13.79%. Esto mostraba que hacía falta una mayor promoción de los productos locales, con el objeto de que la economía local tuviera un verdadero impacto positivo. Finalmente, el 100% de los turistas encuestados, determinó que regresaría a la localidad de ser posible, lo cual podría interpretarse como que el producto turístico cultural de Pátzcuaro era exitoso, sin embargo, solo el 79.31% consideró que la localidad merece sin lugar a dudas el título de “Pueblo Mágico”, aunque ninguno mencionó que no lo mereciera. Entre los aspectos negativos señalados por los entrevistados, destacaba el comercio ambulante, sobre todo el ubicado frente a uno de los mayores atractivos arquitectónicos de la localidad: la Basílica de la Virgen de la Salud, así como el instalado en los portales de la plaza Gertrudis Bocanegra. Tercer momento: la terminación y nueva operación del programa En diciembre de 2018, en un comunicado, el Gobierno Federal anunciaba que terminaría el presupuesto federal para este programa: “El secretario de Turismo, Miguel Torruco Marqués, confirmó la desaparición de PRoMÁgIco. Argumentó que el gobierno federal busca, con esta acción, que las entidades y municipios denominados Pueblos Mágicos inviertan recursos en su propia estructura y promoción. A pesar de que la Secretaria de Turismo tendrá un incremento del 124 % en su presupuesto para 2019, para impulsar la construcción del Tren Maya, los apoyos etiquetados para PRodERMÁgIco desaparecen y se acrecienta la incertidumbre sobre el desarrollo turístico y flujo de derrama económica en estos Pueblos Mágicos”.39 Sin embargo, en 2020, el mismo Gobierno dio a conocer nuevas estrategias para la operación de este programa, e incluso se integraron nuevos pueblos llegando a un total de 132 con presencia en todas las entidades federativas.40 Este acuerdo es muy breve, y en su capítulo III del nombramiento y permanencia, solo hay tres artículos: Cuarto. Corresponde a la Secretaría emitir el Nombramiento. Quinto. La Localidad aspirante a obtener el Nombramiento, deberá acreditar la singularidad y autenticidad de su Patrimonio. 39 Ángel Delgado, “Dejan sin recursos a 121 Pueblos Mágicos de México. El proyecto de Presupuesto 2019 no contempla recursos para localidades con este reconocimiento” en El Universal, 21 de diciembre de 2018, https://www.eluniversal. com.mx/nacion/sociedad/dejan-sin-recursos-121-pueblos-magicos-de-mexico fecha consulta (12/02/2021). 40 DOF 10/03/2020 ACUERDO por el que se establecen los criterios generales para el Nombramiento de Pueblos Mágicos, http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5588815&fecha=10/03/2020 fecha de consulta (20/02/2021) 517 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Sexto. Para que la Localidad conserve el Nombramiento, deberá sujetarse a las disposiciones emitidas por la Secretaría.41 Es claro que el Gobierno de México a través de la Secretaría de Turismo, solo se limita a manejar los nombramientos, pero no se hace cargo de la operatividad del programa. En los transitorios se especifica que el acuerdo anterior del 26 de septiembre de 2014 queda abrogado, que los anteriores nombramientos seguirán vigentes, pero ajustados a lo establecido en este acuerdo (que en realidad no establece nada). Para dar una idea más clara de las transformaciones o permanencias que los atractivos turísticos destacados en Pátzcuaro han experimentado, retomamos un análisis realizado en 2016 y publicado en 2017 a nueve marcados como muy destacados,42 en que analizamos el antes y el ahora de cada uno de ellos: 1. Visita al embarcadero. Por su característica de asentamiento ribereño del lago de Pátzcuaro, desde la época prehispánica el principal medio de comunicación entre las diversas comunidades ribereñas, fueron las canoas que transportaban personas, mercadería o se usaban para la pesca de los tradicionales charales y el pescado blanco endémico de este cuerpo lacustre.43 Hasta 2016, se mantenía la actividad pesquera, aunque en menor escala, y uno de los atractivos era acudir al embarcadero, observar a los pescadores lanzar las redes en forma de alas de mariposa, comprar una red pequeña para los niños, o comer un vasito de charales fritos con limón y sal. No ha cambiado. En los alrededores se pueden encontrar tiendas de artesanías, restaurantes, áreas para acampar, pequeños locales de antojitos, espacios para asar carne y juegos infantiles, cuenta con estacionamientos y disfrutar de la espectacular vista al lago. Es muy concurrido durante el Día de Muertos pues mucha gente visita Janitzio para la gran fiesta que se lleva a cabo en este lugar. Desde este muelle se puede contratar una embarcación que vaya a Janitzio, sobre el Lago de Pátzcuaro. En los alrededores se pueden encontrar restaurantes, en su mayoría con oferta de pescados y mariscos. Desde este punto también parten lanchas rumbo a la Isla de Pacanda. 2. Visita a la isla de Janitzio. Se aborda una lancha en el embarcadero, de tipo abierta y se cruza el lago, para llegar a la isla más grande del lago: Janitzio. Aquí se podían apreciar las caracte- 41 Idem. 42 Claudia Rodríguez Espinosa, Erika E. Pérez Múzquiz y Salvador García Espinosa, “Pátzcuaro, Michoacán. Contraste entre la realidad y la información pública” en Liliana López-Levi, Carmen Valverde, María Elena Figueroa (coords.) Pueblos Mágicos. Una visión interdisciplinaria, vol. III, México, UAM Xochimilco/UnAM, 2017, pp. 47-70. 43 Magdalena García Sánchez, “La vida en las cuencas lacustres” en Cárdenas García, Efraín (coord.) Tradiciones arqueológicas, México, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 2004, pp. 96-103. 518 Tradición y desarrollo urbano rísticas de traza urbana concéntrica,44 la uniformidad de las edificaciones. Se podía subir a lo largo de calles angostas, empedradas y serpenteantes, mientras que se degustaba a lo largo del camino algún platillo típico de la zona lacustre o admirar alguna artesanía. Al final, en la parte más alta de la isla, se encuentra una escultura gigante de José María Morelos y Pavón, en un estilo art decó. Igualmente se podía ingresar al monumento y subir las escaleras de caracol de su interior hasta llegar al observatorio que cuenta con una vista privilegiada del lago, al igual que sucedía desde los tiempos del reino tarasco.45 Ha cambiado parcialmente. Para llegar a la isla de Janitzio se debe tomar los “taxis” acuáticos, que son lanchas con capacidad de 40 pasajeros, con un costo de $50.00 pesos por viaje redondo. Una vez que se paga el viaje, se debe esperar en la lancha que le indiquen que será la siguiente salida, no existen horarios, solo se tiene que esperar un poco a que se ocupen todos los lugares para que la lancha salga. Para el regreso, no está condicionado a ninguna hora en particular, solo se debe subir a la lancha que le indiquen que será la próxima en regresar a Pátzcuaro. De Pátzcuaro a la isla de Janitzio es un viaje de 20 minutos hasta la orilla. Al llegar a Janitzio, se aprecia una gran cantidad de olores a comida, fruta y flores, mientras los vendedores y guías locales (niños) le hablarán al mismo tiempo para tratar de vender algo. La celebración del Día de Muertos se ha convertido entre una de las festividades más populares, teniendo un alto rango de turistas gracias a esta festividad lo cual la isla de Janitzio se ha convertido en uno de los atractivos turísticos más concurridos (ver figura 7). Sin embargo, la promoción turística en Pátzcuaro ha aumentado a raíz del cantoya fest el cual comenzó a ser parte de un atractivo turístico desde el 2017 (ver figura 8). 3. Como resultado de su ubicación lacustre, la relación de la sociedad de Pátzcuaro y la explotación de sus recursos naturales se ha mantenido a lo largo de los siglos. El principal producto natural gastronómico, es el pescado blanco (chirostoma estor) endémico del lago de Pátzcuaro y que ha formado parte de la alimentación ribereña.46 El grado de contaminación actual del cuerpo 44 Catherine Rose Ettinger McEnulty, Las transformaciones de los asentamientos de la cuenca lacustre de Pátzcuaro, siglos xvI y xvII, Morelia , UnAM/UMsnH, 1999, pp.155-159. 45 Claudia Rodríguez Espinosa, “Territorio y estructuras de poder: noroeste de la cuenca lacustre de Pátzcuaro, primera mitad del siglo xvI” en Anuario del Posgrado de Ciencias y Artes para el Diseño, México, UAM Xochimilco, 2005, pp. 71-83. 46 Guillermo Vargas Uribe, et.al., Apuntes e indicadores para la historia ambiental del Estado de Michoacán, Morelia, UMsnH/IMc, 2000, p. 115. 519 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 7. Isla de Janitzio el 1° de noviembre de 2018. Fig. 8 Cartel promocional del Cantoya Fest 2016.47 47 Archivo de la Dirección de Comunicación Social del Ayuntamiento de Pátzcuaro 520 Tradición y desarrollo urbano lacustre, ha provocado una disminución de su número, y su consumo, por lo tanto, no es tan seguro como antes. Sin embargo, se mantiene como el platillo más buscado de la zona, junto con los charales, ambos en múltiples presentaciones. 4. Otra tradición local, es comer la famosa nieve de pasta de Pátzcuaro, que se adquiere en los portales alrededor de la Plaza principal o Don Vasco. La mezcla de sabores y sus presentaciones, aunado al disfrute del espacio semicubierto de los portales, crea un punto de referencia turística. Sí ha cambiado. De acuerdo a las visitas de campo, ha habido una reducción de puestos y carritos de nieve de pasta. Actualmente se visualizan 5 puestos de nieve y 2 carritos típicos de nieve de pasta en el centro de la localidad. Hoy en día sigue siendo uno de los puntos de referencia turística. 5. La artesanía más característica de la zona ribereña de Pátzcuaro, es la elaborada con fibras vegetales, como consecuencia directa de un entorno lacustre. Popotillo, carrizo, chuspata, tule son la materia prima de infinidad de productos artesanales, que se ofertan en varios sitios, como La Casa de los Once Patios o el Palacio de Huitzimengari. Esta tradición procede también de su pasado prehispánico, en que cestas y demás enseres de uso cotidiano eran elaborados con las plantas que crecían a la orilla del lago.48 Sí ha cambiado. El Programa Institucional Artesanal 2017–2021, desarrollado por el Instituto del Artesano Michoacano, presentó un análisis de fodA, en que destacan los siguientes puntos: la disminución de la participación de artesanos ante la falta de estímulos, poniendo en riesgo sus objetivos y beneficios; los productos artesanales son desplazados por otros de procedencia extranjera y de manufactura industrial; ante la poca presencia de artesanos en muestras ya establecidas, el nivel de especialización del personal se ve sustituido por otros perfiles, no conocedores de esta actividad, perdiendo su esencia; la producción artesanal disminuye paulatinamente ante la falta de apoyos y programas de fomento que la impulsen; la presencia de otros productos o actividades reducen la posibilidad de promover y comercializar las artesanías michoacanas. “El Programa de financiamiento desaparecerá al corto plazo por la ineficiencia de su operación y dificultad del artesano para acceder al mismo”.49 6. Como resultado de la vida novohispana en la localidad y la existencia de órdenes conventuales femeninas, dominicas en especial,50 las artesanías textiles realizadas en manta son muy 48 Magdalena García Sánchez, op. cit., pp. 108-112. 49 Gobierno del Estado de Michoacán, Programa Institucional Artesanal 2017-2021, http://laipdocs.michoacan.gob. mx/?wpfb_dl=117826 fecha de consulta (22/02/2021). 50 Dora María Guízar Vargas y Claudia Rodríguez Espinosa, “Vida cotidiana en el convento novohispano, siglo xv III” en Memorias de III Encuentro académico internacional sobre conservación y vII Foro de investigación en arquitectura, Morelia, UMsnH, 2009, pp. 141-142. 521 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad cotizadas. Manteles, cortinas, cojines de colores, hasta trabajos muy finos en manta cruda deshilada, como ropones y vestidos de primera comunión, se venden principalmente en tiendas alrededor de la plaza Vasco de Quiroga o al interior del Mercado de Artesanías Casa de los Once Patios (ver figura 9). No ha cambiado. 7. El primer atractivo urbano arquitectónico, es el de los espacios abiertos. La plaza principal o Vasco de Quiroga, destaca por sus dimensiones y su ubicación privilegiada en el corazón de la localidad, donde probablemente se ubicó el tianguis prehispánico del reino tarasco.51 Es el centro de reunión por excelencia, lleno de vida, vendedores de todo tipo de productos, desde frituras hasta globos, los fines de semana se presentan varias veces al día grupos de danza que bailan la famosa Danza de los Viejitos. Este espacio durante la Semana Santa, se convierte en el segundo tianguis artesanal más importante del estado, superado únicamente por el de Uruapan.Es el corazón de la ciudad, rodeado de portales y una arquitectura homogénea característica y que se ha cuidado su permanencia mediante varios instrumentos legales normativos (ver figura 10). Fig. 9 Casa de los Once Patios 51 Eugenia María Azevedo Salomao, Espacios abiertos comunitarios durante el periodo virreinal en Michoacán, Morelia, UMsnH/Morevallado, 2002, p.209 522 Tradición y desarrollo urbano Fig. 10 Plaza Vasco de Quiroga 523 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad No ha cambiado. 8. La arquitectura religiosa destaca por su cantidad y su calidad. Las obras más destacadas pertenecen al periodo virreinal, siendo la actual Basílica de Nuestra Señora de la Salud la más grande. Creada en el siglo xvI para convertirse en la Catedral de la Ciudad de Michoacán por el Obispo Vasco de Quiroga, a su muerte quedó una nave que es la que se observa hoy en día.52 Igualmente, durante el siglo xvI, se fundó el convento e iglesia de San Francisco. El sitio donde actualmente se halla asentado el ex conjunto conventual jesuita, en tiempos prehispánicos era donde se encontraba un centro ceremonial purépecha. La primera edificación colonial en el lugar fue un templo que comenzó a construirse en el siglo xvI y que sirvió como catedral provisional llamada “Catedral de San Salvador” la cual funcionó hasta 1566, mientras se edificaba la que sería la catedral definitiva del Obispado. Las actuales edificaciones del conjunto arquitectónico templo y ex convento o colegio corresponden a una reconstrucción del siglo xvII.53 No ha cambiado. 9. La arquitectura civil destaca en general por su homogeneidad, aunque es importante recalcar que los colores actuales de los paramentos, blanco con guardapolvo rojo óxido, fueron introducidos en 1976 con el Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos.54 Dentro de los edificios más destacados está el Palacio de Huitzimengari (residencia del hijo de Tangaxoan II, Antonio de Huitzimengari, ahijado del Virrey Don Antonio de Mendoza y es la obra civil más antigua de la ciudad, construida en 1711) sus características arquitectónicas son las correspondientes a la época, dos plantas distribuidas alrededor de un patio central (ver figura 11). La Biblioteca Gertrudis Bocanegra fue parte del convento de los Agustinos, fundado en 1576 siendo obispo de Michoacán Fray Juan Medina Rincón y provincial de la orden Fray Alonso de la Veracruz, el anexo es el Teatro Emperador Caltzontzin. La Casa de los Once Patios, llamada así por ser anteriormente el Convento de Santa Catarina, de la orden de Santo Domingo, construido alrededor de 1743 en donde alguna vez se encontrará el Hospital de Santa Marta, fundado por Don Vasco de Quiroga, y que, gracias al poder económico de esta institución religiosa, adquirió poco a poco las casas adyacentes, llegando a un total de once (ver figura 12).55 No ha cambiado. 52 Carlos Chanfón Olmos, Temas escogidos, arquitectura del siglo xvI, México, UnAM, 1994 53 Idem. 54 José Corona Núñez, A través de mi vida. Historia de mi pueblo, Morelia, UMsnH, 1984, p. 391. 55 Dora María Guízar y Claudia Rodríguez, op. cit. 524 Tradición y desarrollo urbano Fig. 11 Casa de los Once Patios Fig. 12 Biblioteca Gertrudis Bocanegra 525 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Conclusiones A manera de conclusión, el futuro de Pátzcuaro desde el punto de vista del turismo cultural, puede tener un periodo de desarrollo que debe ser analizado. Acorde a Richard W. Butler, 56 los sitios turísticos tienen un ciclo de vida que puede graficarse en una curva, que abarca las etapas de Exploración, Intervención, Desarrollo, Consolidación, Estabilización, y a partir de ahí puede tener cinco direcciones: (ver figura 13). Re-desarrollo exitoso. En el caso de Pátzcuaro es relativamente factible que logre este escenario ya que la derrama económica procedente de la actividad turística es constante, por lo que su desarrollo no depende tanto del recurso federal que obtenía vía el programa Pueblos Mágicos. Sin embargo, existe siempre el peligro de que los recursos estatales o municipales sean desviados a otros programas o rubros. Modificaciones menores y ajuste a los niveles de capacidad, protección continua de recursos, puede permitir un crecimiento constante. Varios programas gubernamentales tanto estatales como municipales, pueden generar estrategias que garanticen la protección de los recursos turísticos, así como el acceso limitado de turismo para evitar que llegue a ser depredador y agote los recursos. Reajuste a todas las categorías de afluencia, que permita un nivel más estable de visitantes después de un reajuste inicial y posterior. En algunos destinos turísticos se han tenido que tomar acciones y decisiones extremas para evitar la decadencia, y este será siempre un factor de riesgo que debe ser avaluado constantemente para el caso de Pátzcuaro. Continua sobreexplotación de los recursos, no remplazo de los mismos y competitividad decreciente puede aumentar la curva hacia el declive. En nuestro caso de estudio, algunos conceptos específicos como la deforestación inmoderada ha causado la disminución de la profundidad del lago gracias al azolve que las lluvias producen. Existen varios focos rojos que deberán ser evaluados de manera inmediata si se busca extender el ciclo de vida de Pátzcuaro como sitio turístico. Sucesos catastróficos (como guerra o catástrofes naturales) pueden llevar al declive total del sitio turístico. Este escenario es poco probable, ya que a pesar de la crisis de seguridad que existe actualmente en toda la República Mexicana, no se prevé que escale a mayores, ni es posible tampoco prever una catástrofe natural. 56 Richard W., Butler, The tourism Area Life Cycle, Gran Bretaña, Channel View, 2006, pp. 3-11. 526 Tradición y desarrollo urbano Fig. 13. Evolución hipotética de un área turística. Fuente: Tomado y traducido de Richard W., Butler, The tourism Area Life Cycle, Gran Bretaña, Channel View, 2006, p.5 527 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fuentes bibliográficas Azevedo Salomao, Eugenia María, Espacios abiertos comunitarios durante el periodo virreinal en Michoacán, Morelia, UMsnH/Morevallado, 2002. 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Vargas Uribe, Guillermo, et.al., Apuntes e indicadores para la historia ambiental del Estado de Michoacán, Morelia, UMsnH/IMc, 2000. 529 Detalle del reloj del Palacio Municipal EL CENTRO HISTÓRICO DE PÁTZCUARO A 24 AÑOS DE SU DECLARATORIA FEDRAL DE MONUMENTOS HISTÓRICOS LAS DINÁMICAS URBANAS EN LA GESTIÓN Y CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO EDIFICADO Valdemar Saavedra Melgoza57 Un análisis retrospectivo de la situación que guarda el patrimonio edificado de Pátzcuaro a 24 años de su declaratoria como Zona de Monumentos Históricos de 1990, fue la investigación realizada para mi tesis de Maestría.58 Ésta permitió obtener resultados respecto, al impacto de las dinámicas urbanas que interactúan sobre éste, como son: el uso de suelo y sus transformaciones, el estado de conservación, el comercio informal, la apropiación del espacio público, la actividad turística, el transporte y el crimen organizado, entre otros. Que para este trabajo en particular, se considerará solamente lo relativo a los cambios de usos de suelo, la conservación del patrimonio y el impacto en general que las dinámicas urbanas ocasionan sobre el patrimonio. 57 Facultad de Arquitectura, UMsnH. Correo electrónico: valdemar.saavedra@umich.mx 58 Maestría en Arquitectura, Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos, de la Facultad de Arquitectura de la UMsnH. Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Por otra parte, se revisará la gestión sobre el patrimonio, medidas de conservación y la repercusión de programas federales como el de Pueblos Mágicos. Aspectos que determinaron el estado de conservación que guarda el patrimonio edificado en cuestión. El Patrimonio Cultural edificado Hablar de patrimonio puede tener diversos enfoques que lo han convertido en un concepto dinámico; hoy en día, el término permanece en una trayectoria diferente y resonante. 59 El concepto de patrimonio histórico lo establece Françoise Choay en su Alegoría del Patrimonio, que lo muestra como la expresión que destina un fondo para el disfrute de una comunidad, constituido por la acumulación continúa de diversos objetos integrados por pertenecer a un pasado común: obras maestras de las bellas artes, artes aplicadas, trabajos y productos de toda índole y habilidades humanas.60 Fue hasta la convención de la UnEsco en París en 1972, en donde se dio como resultado la definición de este concepto en tres grandes tipos de patrimonio cultural: 1) Los monumentos: obras arquitectónicas, esculturas, elementos o estructuras de carácter arqueológico y grupos de elementos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia. 2) Los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia, y 3) Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza, así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.61 Los centros históricos contienen esta tipología de patrimonio y representan una carga sociocultural que se han venido acumulando en las ciudades a través de los siglos de su existencia, América Latina constituye una imagen de una extensa unidad territorial cultural, en la que sus ciudades, sus centros históricos, su patrimonio edificado, así como la situación socioeconómica que los envuelve, conforman rasgos comunes que, aun por sus diversos orígenes prehispánicos, reflejan características semejantes en sus actuales centros históricos.62 59 Françoise Choay, Alegoría del Patrimonio, Barcelona, GG, 2007, pp. 7-21 60 Idem, pp. 7-21. 61 Ernesto Vega y Eduardo Peters, México: Patrimonio y Medio Ambiente, Patrimonio Cultural y Turismo, cuaderno 3, México, conAcULTA, 2003, pp. 84-85. 62 Marina Waisman, El Interior de la Historia Historiografía de la Arquitectura para Uso de Latinoamericanos, Bogotá, Escala, 1999, s/p. 532 Tradición y desarrollo urbano En México, la mayoría de los centros históricos han sido motivo de conservación, debido a la importancia que tienen como patrimonio cultural del país, el cual reside en los elementos que conforma la memoria que da coherencia y constituye la identidad de la sociedad mexicana, razones suficientes para que el Estado asuma su protección, mediante los decretos de Zona de Monumentos Históricos. La zona de monumentos históricos se define en el artículo 4° de la Ley Federal sobre Monumentos y sitios Arqueológicos, Artísticos e Históricos: “Zonas de monumentos históricos, es el área que comprende varios monumentos históricos relacionados con un suceso nacional o la que se encuentre vinculada a hechos pretéritos de relevancia para el país”.63 Los centros históricos son sitios que reflejan la cultura de la sociedad que los habita y que, a pesar de los múltiples problemas urbanos que los acontecen, cuentan con un importante potencial de desarrollo; son asentamientos humanos vivos, dispuestos de una estructura física venida del pasado, que son representativos de una sociedad.64 Además, son elementos que fortalecen la apreciación de esta zona de monumentos como un patrimonio urbano, pues se entiende como las expresiones culturales de un pueblo que se consideran dignas de ser conservadas, ya que desde su origen existen obras apreciadas como valiosas y legítimas respaldadas por su prestigio histórico y simbólico.65 Aunque los centros históricos lo constituyen un diverso y determinado número de inmuebles, de los cuales una parte se consideran monumentos históricos y/o artísticos; además de otros inmuebles de valor contextual de características modestas, en la mayoría de los casos, es precisamente este conjunto total de inmuebles el que les da ese valor, como lo señala Patrice Melé, al referirse a los conjuntos de bienes culturales, en donde el conjunto como tal es el que representa el valor universal excepcional, y no sus elementos constitutivos o individuales.66 Un componente significativo integrante de este conjunto histórico, es su espacio público; cuya función para la cual fue destinado se ha venido transformando con el tiempo, al grado de que podría decirse que ha implicado un franco retroceso en la calidad de vida urbana; tan es así, que se 63 Gobierno del Estado de Michoacán de Ocampo, Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos; Reglamento de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos, Morelia, Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente, 2003, p. 17 64 Jorge Hardoy y Mario De los Santos, Impacto de la Urbanización de los Centros Históricos Latino-Americanos, Perú, Proyecto Regional del Patrimonio Cultural, PnUA/UnEsco, 1981, p. 19. 65 Universidad Autónoma Metropolitana, Alteridades, El Patrimonio Cultural, Estudios Contemporáneos, México, UAM, año 8, núm. 16, 1998, p. 3. 66 Patrice Melé, Sacralizar el espacio urbano: El centro de las ciudades mexicanas como Patrimonio Mundial no renovable, México, UAM, año 8, núm. 16, p. 18. 533 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad dice que al hablar de crisis del espacio público se está evocando de alguna forma al fenómeno de la desintegración social, la complicación de convivir juntos en las ciudades y la disolución de lo urbano como lugar de encuentro y de intercambio.67 El espacio público en general es parte fundamental de la infraestructura física de la ciudad, pues está comprendido por un conjunto de espacios inmersos en áreas urbanizadas que tiene como particularidad ser de uso común y de apertura a toda la población, sobre los cuales, la población hace contacto y cohabitan cotidianamente.68 Resulta por demás interesante el tema del espacio público, pues tiene gran repercusión en la ciudad, sobre de él se hace presente la dinámica de la población, la fisonomía de la ciudad, el patrimonio edificado y con ello, la historia común de la ciudad, entre otros aspectos; al respecto, Jordi Borja y Zaida Muxi lo describen de la siguiente forma: “La historia de la ciudad es la de su espacio público. Las relaciones entre los habitantes y entre el poder y la ciudadanía se materializan, se expresan en la conformación de las calles, las plazas, los parques, los lugares de encuentro ciudadano, en los monumentos.69 Con base en lo anterior, queda de manifiesto que debe haber un interés por conservar dicho patrimonio, situación que se abordará a continuación. Aspectos jurídicos para la conservación del patrimonio edificado Para que el legado patrimonial pueda ser preservado, se debe tener una legislación que permita su conservación. Existen, diversos instrumentos de carácter jurídico que tienen que ver con el ámbito de la conservación de este patrimonio; se tiene, un conjunto de instrumentos jurídicos elaborados por las autoridades federales, estatales y municipales en la esfera de su competencia, en los que se determinan las normas para regular su desarrollo urbano, particularmente su conservación y mejoramiento; se dividen en 3 niveles de competencia: • Ámbito federal. Preceptos constitucionales y diversos ordenamientos de índole federal. • Ámbito estatal. Constituciones estatales, leyes diversas y sus reglamentos. • Ámbito municipal. Bandos de policía y buen gobierno, reglamentos, circulares y disposiciones administrativas que expida el Ayuntamiento conforme a la ley. 67 Duhau, E. y Giglia. Á., El Espacio Público en la Ciudad de México, De las Teorías a las Prácticas, en G. G. Schteingart, Los Grandes Problemas de México, Desarrollo Urbano y Regional, México, Colegio de México, pp. 390-447. 68 Ediciones de Administración Urbana, Administración Urbana Municipal, Guía para Autoridades Municipales, México, EAU, 1994. 69 Borja, Jordy y Muxi Zaida, El Espacio Público, ciudad y ciudadanía, Barcelona, 2000, p. 9 534 Tradición y desarrollo urbano La nueva Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, define como conservación: “acción tendiente a preservar las zonas con valores históricos y culturales, así como proteger y mantener el equilibrio ecológico en las zonas de servicios ambientales”70 además de patrimonio natural y cultural: “sitios, lugares o edificaciones con valor arqueológico, histórico, artístico, ambiental o de otra naturaleza, definidos y regulados por la legislación correspondiente”.71 La Ley establece las causas que son de utilidad pública en su artículo 6, que son de interés público y de beneficio social los actos públicos en donde se establezcan provisiones, reservas, usos de suelo y destinos de áreas y predios en los centros de población, que contemplen los programas de desarrollo urbano. Entre las causas de utilidad pública que aplican a contextos históricos señala a la protección del patrimonio natural y cultural de los centros de población y la creación, recuperación, mantenimiento y defensa del espacio público para uso común y la movilidad. Debido a que no existe un reglamento de construcción municipal o algunas disposiciones particulares locales para intervenciones sobre la Zona de Monumentos Históricos de Pátzcuaro; salvo, lo considerado en el Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población de Pátzcuaro 2007. Por consiguiente, la autoridad municipal recurre a la legislación federal y apoyo en el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Políticas pťblicas de gestión del patrimonio edificado Una de las primeras políticas públicas de gestión para la conservación del patrimonio edificado es la delimitación y declaratoria de Zona de Monumentos Históricos. La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972, señala que el Instituto Nacional de Antropología e Historia está facultado para promover e iniciar los estudios para la delimitación de zonas de monumentos históricos que permitan desarrollar estrategias apropiadas y programas especiales para su protección, cuyo objetivo final es preservar los monumentos históricos inmuebles contenidas en él y las trazas originales de las ciudades.72 70 Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, Diario Oficial de la Federación, México, 2020. p. 3 71 Ibidem, p. 4 72 “Artículo 42. En la zona de monumentos y en el interior de éstos, todo anuncio, aviso, carteles; las cocheras, sitios de vehículos, expendios de gasolina o lubricantes; los postes e hilos telegráficos y telefónicos, transformadores y conductores de energía eléctrica, e instalaciones de alumbrado; así como los kioscos, templetes, puestos o cualquiera otras construcciones permanentes o provisionales, se sujetarán a las disposiciones que al respecto fije esta ley y su reglamento” Gobierno del Estado de Michoacán de Ocampo, Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos, p.17 535 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad El Gobierno de la Republica asumió como política cultural en su Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994 la protección de nuestra riqueza cultural, así como el objetivo de proteger y difundir el patrimonio arqueológico, artístico e histórico; con ello, la nutrición de nuestra cultura nacional. 73 Como consecuencia, se declara Zona de Monumentos Históricos a la ciudad de Pátzcuaro en 1990. Ante este hecho, su centro histórico se considera por su arquitectura y urbanismo una manifestación que enriquece la cultura nacional, digna de conservación, difusión y promoción. Esta declaratoria describe la fisonomía urbana y arquitectónica por la cual, la ciudad de Pátzcuaro recibe tal distinción: Que la ciudad conserva la traza original de cuadricula con calles que van de norte a sur y de oriente a poniente, con su plaza de enormes proporciones en el centro. Cabe destacar que algunos barrios siguen una traza irregular adaptándose a los niveles elevados del terreno, dicha característica proporciona a la ciudad un sello único integrando paisaje y arquitectura, ya que las plazas y calles se observa en perspectiva el lago, las islas y los cerros circundantes. Que las características formales de la edificación de la ciudad, la relación de espacios y su estructura urbana, tal como hoy se conserva, son elocuente testimonio de excepcional valor para la historia social, política y artística en México. Que es indispensable dentro de los programas de desarrollo de los asentamientos humanos, la promoción, conservación y restauración de las expresiones urbanas y arquitectónicas relevantes que integran el patrimonio cultural de la Nación. Que para ascender convenientemente a la preservación del legado histórico que tiene esta zona sin alterar o lesionar su armonía urbana, el Ejecutivo Federal ha considerado procedente incorporar la zona de referencia al régimen previsto por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos que dispone que es de utilidad pública la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos históricos que integran el patrimonio cultural de la Nación, he tenido a bien expedir el siguiente. 73 Diario Oficial de la Federación, Decreto de Zona Ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, México, Gobierno de la Republica, 1990, p. 1. 536 Tradición y desarrollo urbano DECRETO ARTÍCULO 1°.- Se declara una zona de monumentos históricos en la ciudad de Pátzcuaro, Estado de Michoacán, con el perímetro, características y condiciones a que se refiere este decreto.74 A su vez, quedan establecidos los vértices del polígono de la zona objeto de la declaración de referencia (ver Fig. 1). En la misma declaratoria se hace de manifiesto, que, con el fin de prever una mejor conservación de la zona de monumentos de referencia, el InAH, establecerá la coordinación necesaria con las autoridades estatales y municipales competentes en la materia.75 El municipio retoma sus facultades destinadas al ordenamiento urbano y la conservación y salvaguarda de su sitio cultural; sin embargo, deberá previamente obtenerse la autorización del InAH como lo establece la declaratoria: ARTÍCULO 5°. Las construcciones que se realicen en la zona de monumentos históricos de la ciudad de Pátzcuaro, Estado de Michoacán, se sujetarán a las condiciones establecidas en las disposiciones legales aplicables y, en todo caso, cualquier obra de construcción, restauración y conservación en la zona de monumentos históricos, deberá realizarse con la autorización previa del Instituto Nacional de Antropología e Historia.76 74 Ibidem. La zona de monumentos históricos materia de este decreto comprende un área de 0,89 kilómetros cuadrados y sus linderos así como la relación de las obras civiles relevantes se describen en dicho decreto en pp. 2-8. 75 Ibidem, p. 8. 76 Idem. 537 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Fig. 1. Vértices del polígono motivo de la declaratoria Fuente: elaboración propia 2015 Fig. 2. Íconos patrimoniales del centro histórico de Pátzcuaro Fuente: elaboración propia, con imagen de Google Earth 2015 538 Tradición y desarrollo urbano A partir del año de 2001, se institucionaliza el Programa Pueblos Mágicos, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales. Programa que contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones de todo el territorio mexicano, los cuales representan opciones nuevas y diferentes para visitantes nacionales y extranjeros, en donde se hace un reconocimiento más que un rescate, a los habitantes de las poblaciones incorporadas, por salvaguardar la riqueza cultural e histórica que contienen.77 La ciudad de Pátzcuaro, es de las localidades más exitosas de las que contiene dicho Programa, pues refleja los argumentos con los cuales se identifican a los pueblos mágicos: Un Pueblo Mágico es el reflejo de nuestro México, de lo que nos ha hecho, de lo que somos, y debemos sentirnos orgullosos. Es su gente, un pueblo que a través del tiempo y ante la modernidad, ha sabido conservar, valorar y defender, su herencia histórica y cultural, y la manifiesta en diversas expresiones a través de su patrimonio tangible e intangible. Un pueblo mágico es una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas historias, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin, MAGIA que emana en cada una de sus manifestaciones socioculturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico.78 Con base en la declaratoria de zona de monumentos históricos se puede hacer una lectura del patrimonio edificado de Pátzcuaro; entre los cuales, se identifican íconos patrimoniales que destacan y convierten en su conjunto en el legado cultural de Pátzcuaro, que son los referentes que el turismo tiene interés por visitar (ver Fig. 2). Los indicadores identificados son: uso del suelo, estado de conservación, valores, la normatividad, la participación de organizaciones y autoridades, el impacto de las actividades económicas y del comercio informal, espacio público, compatibilidad y cambios de uso del suelo, impacto de la vivienda deshabitada, calidad de vida, impacto del turismo y el crimen organizado; todo ello relacionado con el patrimonio edificado. Todos estos indicadores fueron de importante consideración para determinar el estado de conservación del patrimonio en cuestión; sin embargo, por lo amplio de los aspectos metodológicos para su realización, solo se detallarán de forma general lo correspondiente al estado de conservción y cambios de uso del suelo; para ello, se recurrió a la clasificación del estado de conservación es- 77 sEcTUR, “Programa Pueblos Mágicos”, Secretaría de Turismo, octubre 2006, [22/03/07] <http://www.visitmexico. com/wb2/visitmexico/visi_pueblos_magicos. 78 Ibidem. ver apartado 5 ¿Qué es un Pueblo Mágico? del instrumento metodológico para seleccionar los primeros 23 pueblos mágicos, s/p. 539 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad tablecidos en el Catálogo de Monumentos Históricos de Esperanza Ramírez; sobre los cuales, se consideraron los inmuebles catalogados que presentaron un estado de conservación en su momento (1986) al año de 2014; así mismo la totalidad de los inmuebles del polígono decretado, solamente su estado de conservación a la actualidad; quedando la clasificación en muy bueno, bueno, regular y malo; de igual forma los usos de suelo y los cambios realizados al 2014. Conforme al nivel de conservación establecido para el año de 1986 sobre los inmuebles catalogados; se utilizaron, para el registro al año de 2014, mediante el levantamiento del estado que guardaban todos los inmuebles dentro del polígono de zona de monumentos históricos, obteniendo resultados que demuestran que el estado de conservación del patrimonio edificado de Pátzcuaro predomina un estado de conservación bueno y muy bueno, incluyendo los inmuebles catalogados (ver Fig. 3). Fig. 3. Estado de conservación de la zona de monumentos históricos 2014 Fuente: elaboración propia 2015, con información de campo 2014 540 Tradición y desarrollo urbano De los registros de usos de suelo en la zona de estudio, se tienen en primera instancia los generados por los inmuebles catalogados desde su uso original hasta el año de 1986 (ver Fig. 4), en donde resultó que los cambios de usos de suelo que más modificaciones generaron son los mixtos habitacional y comercial con 10 modificaciones de los 58 registrados, correspondiendo a un 17.24% del total de inmuebles catalogados, así como el habitacional con 8 cambios con un 13.79% del total. Para el periodo de 1986 al 2004, se registraron 38 cambios de uso de suelo de inmuebles catalogados, conforme a la información de Catastro,79 en donde predominaron los correspondientes usos mixtos habitacional comercial a comercio y uso habitacional con 10 y 13 respectivamente, correspondiendo a un 60.53% del total registrado. Fig. 4. Usos del suelo específico de monumentos catalogados 1986 Fuente: elaboración propia 2015, con información del Catálogo de Monumentos Históricos, Esperanza Ramírez 1986 79 Conforme al plano catastral al 2004, de la Dirección de Catastro del Gobierno del Estado de Michoacán. 541 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Finalmente, los cambios de uso del suelo que se registraron con la información catastral de referencia del periodo de 2004 al 2014 (registrados en campo 2014), en donde se identificaron 520 cambios de uso de suelo, destacando con 451 cambios el uso habitacional a diferentes modalidades de aprovechamiento del uso del suelo, correspondiendo al 86.73% del total, de los cuales destacan con 263 para uso comercial y 68 para uso mixto habitacional y comercial (ver Fig. 5). Fig. 5. Usos del suelo de la zona de monumentos históricos 2014 Fuente: elaboración propia 2015, con información de campo 2014 542 Tradición y desarrollo urbano El impacto de las dinámicas urbanas sobre el patrimonio edificado Las dinámicas urbanas son de diversa índole y pueden ser medibles mediante indicadores que permitan determinar la condición que guarda el patrimonio edificado del centro histórico de Pátzcuaro; se pudieron identificar indicadores urbanos con base en la propuesta hecha por Antonio José Campesino sobre los indicadores para la conservación de los centros históricos.80 Con la identificación de los indicadores y clasificación de estos se estableció un análisis de las interacciones que estos tienen con respecto a los ámbitos de influencia del patrimonio edificado, como son el ámbito territorial, de Zona de monumentos, del monumento, del paisajístico, de lo social y económico; obteniéndose las siguientes interacciones, a su vez los factores posibles de impacto ya sean benéficos o adversos. Sobre los indicadores de las dinámicas urbanas, se identificaron un total de 50 interacciones, de las cuales 3 se presentaron en el ámbito territorial; para la zona de monumentos, se presentaron 13 interacciones; por su parte, a nivel monumento se presentaron 11 interacciones; en el ámbito paisajístico se obtuvieron también 11 interacciones; en el correspondiente al ámbito social 7 y al económico 6. Este número de interacciones, manifiestan una naturaleza de impacto que puede ser benéfica o adversa, a su vez la magnitud de éstas; sobre las cuales, en el ámbito territorial las tres resultaron benéficas con magnitud muy alta; para la zona de monumentos, 7 fueron benéficas y 6 adversas, destacando las magnitudes altas y muy altas de las benéficas; en tanto a nivel monumento, 6 fueros benéficas en tanto las adversas se presentaron con 5, destacando estas últimas con magnitud moderada; en cuanto al nivel paisajístico, se obtuvieron 6 benéficas y 5 adversas, destacando las altas y muy altas magnitudes de las benéficas; en cuanto al aspecto social, 3 fueron benéficas contra 4 adversas, sobresaliendo las 3 de magnitud muy alta de las benéficas; finalmente en lo económico, destacan 5 benéficas contra 1 adversa, las primeras de magnitud alta a baja y la adversa como muy alta (ver Fig. 6). 80 Campesino Fernández, Antonio José, Centros Históricos Latinoamericanos, Patrimonio de la Humanidad: Planificación, Gestión y Seguimiento Efectivo de su Conservación, en Seminario Internacional de Ciudades Históricas Iberoamericanas, Toledo, 2001, Comité Español del Consejo internacional de Monumentos y Sitios, http://www.esicomos.org/ Nueva_carpeta/libroTOLEDO/04_josecampesino.htm . 23/10/2015. 543 Pátzcuaro. Grandeza de una Ciudad Existencia de planes y programas de desarrollo urbano Existencia de programas de gestión patrimonial Permanencia de tipologías constructivas tradicionales Impacto por cobertura de transporte Impacto por tráfico y conflictos viales Existencia de unidades administrativas en la aplicación de normatividad Impacto de las actividades económicas sobre el patrimonio cultural Impacto de economía informal sobre apropiación del espacio público patrimonial Pertinencia y compatibilidad de los usos Cambios de uso del suelo Impacto de la vivienda deshabitada sobre el patrimonio edificado Impacto del estado de conservación del patrimonio edificado Identidad y permanencia de la población Participación de las autoridades y población en apoyo al patrimonio edificado Calidad de vida. Educación, salud, trabajo, alimentación, vivienda y otros Impacto del turismo sobre al patrimonio edificado Impacto de las celulas del crimen organizado sobre el patrimonio edificado MA MA MA Naturaleza /magnitud M M A A M A MA MA MA MA M MA M M MA M A MA M MA A MA A A B M M B B A M M M MA M B M MA B A M M Importancia Social Económico Paisajistico Monumento Zona de monumentos Identificación de indicadores de impacto al patrimonio Territorial Interacciones en ámbitos de influencia S S S S NS S S S NS S S S S B S MA MA NS S A MA MA Naturaleza Magnitud MA = Muy Benéfico Alto Adverso A = Alto M= Moderado S Importancia S= Significativo NS = No significativo B = Bajo Fig. 6. Impactos por indicadores sobre la zona de estudio de acuerdo a su naturaleza y magnitud Fuente: elaboración propia 2015 Conclusiones Se identificaron y evaluaron las dinámicas urbanas que repercuten sobre la conservación del patrimonio, encontrando impactos adversos como: falta de un programa parcial del desarrollo urbano del centro histórico, tráfico y conflictos viales sobre el espacio patrimonial, falta de una unidad administrativa encargada del centro histórico, economía informal y apropiación del espacio público, cambios de uso del suelo y la presencia del crimen organizado. Impactos benéficos, el Programa Pueblos Mágicos, Actividades económicas formales, usos de suelo compatibles y el turismo. En lo referente al estado de conservación del patrimonio edificado desde la década de los 80’s, se tiene, un predominio de buen estado de conservación de los monumentos históricos y demás inmuebles comprendidos en la zona de monumentos históricos, salvo una minoría que está en condiciones de deterioro significativo y precario de conservación. 544 Tradición y desarrollo urbano Bibliografía Borja, Jordy y Muxi Zaida, El Espacio Público, ciudad y ciudadanía, Barcelona, 2000. Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, Diario Oficial de la Federación, México, 2020. Campesino Fernández, Antonio José, Centros Históricos Latinoamericanos, Patrimonio de la Humanidad: Planificación, Gestión y Seguimiento Efectivo de su Conservación, en Seminario Internacional de Ciudades Históricas Iberoamericanas, Toledo, 2001, Comité Español del Consejo internacional de Monumentos y Sitios, http://www.esicomos.org/Nueva_carpeta/libroTOLEDO/04_josecampesino.htm . 23/10/2015. Diario Oficial de la Federación, Decreto de Zona Ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, México, Gobierno de la Republica, 1990. Duhau, E. y Giglia. Á., “El Espacio Público en la Ciudad de México, De las Teorías a las Prácticas”, en G. G. Schteingart, Los Grandes Problemas de México, Desarrollo Urbano y Regional, México, Colegio de México. Ediciones de Administración Urbana, Administración Urbana Municipal, Guía para Autoridades Municipales, México, EAU, 1994. Vega, Ernesto y Eduardo Peters, México: Patrimonio y Medio Ambiente, Patrimonio Cultural y Turismo, cuaderno 3, México, conAcULTA, 2003. 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