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El narcocorrido global y las identidades transnacionales

2008, Revista de estudios hispánicos

Author: Cabañas, Miguel A Title: El narcocorrido global y las identidades transnacionales Source: Rev Estud Hisp; Oct 2008; 42, 3; pg. 519-542 ISSN: 0034-818X Publisher: Washington University 2008 Copyright Washington University . Provided by ProQuest LLC. All Rights Reserved. Desde los albores de la revolución mexicana, el corrido ha constituido la música emblemática del campesino. Por eso, el Estado mexicano en los comienzos de la democracia autoritaria del PRI promovía el corrido para incentivar una identidad nacional revolucionaria mediada a través de ejemplos fílmicos de la Época de Oro del Cine Nacional. En los años 70, el corrido se modernizó y ambas industrias la musical y la cinematográfica - continuaron ligadas, con la aparición del género conocido popularmente como cabrito western y un nuevo mercado de video. Este cine adopta la criminalidad en la frontera como tema y muchas veces pasa a los televisores del consumidor directamente sin pasar por el cine. En esta época, el corrido de traficantes aparece en Los Ángeles y se populariza en la zona fronteriza. Desde entonces, el narcocorrido se ha convertido en una de las expresiones más consumidas por los mexicanos a ambos lados de la frontera e incluso ha llegado a popularizarse en espacios urbanos y rurales de Colombia y algunos países centroamericanos. Este nuevo corrido con pretensiones globales consolida identidades fluidas transnacionales que proceden de complejos procesos políticos, económicos y culturales. El narcocorrido funciona como espejo de la violencia fronteriza y una forma de narrar el orden global en su interacción con la ilegalidad afianzada desde la "Guerra contra las drogas". No se podría explicar la popularidad del narcocorrido sin la censura del género que va de la mano de la criminalización de drogas producidas en países en vías de desarrollo para ser consumidas mayoritariamente en Europa y los Estados Unidos. Ambos procesos de ?legalización responden a una ideología que criminaliza a ciertas personas y lugares dentro y fuera de los Estados Unidos, mientras que mantiene intacta una "moral política" intervencionista y de control social de poblaciones trabajadoras y pobres. El narcocorrido reivindica la actuación de las clases populares en la globalización, mediante un proceso de agencia que canta la épica de las comunidades desplazadas y criminalizadas. En otras palabras, el narcocorrido reescribe la globalización desde sus márgenes. Dentro de la globalización hay dos nuevos sujetos ilegales, "el inmigrante" y "el narcotraficante", creados en parte por condiciones similares frente a la globalización neoliberal que los consolida como fuerza económica global, pero que a la vez los castiga. En este contexto, el fenómeno cultural desterritorializado del narcocorrido ofrece posibilidades de reescritura de la "historia oficial" del War on Drugs a. Ia vez que reinscribe estereotipos y mitologías del fenómeno. Como ha afirmado Curtis Marez, "drug-war music and films provide competing representation of state power, transnational capitalism, the mass of the world's poor, and the role of the mass media itself in the war on drugs" (9). Aunque, a diferencia de Marez, no aceptemos la generalización de que siempre venga "desde abajo", sin duda, el narcocorrido participa en interesantes debates sobre la hegemonía política y económica1. Por esto, el público migrante y campesino se ve atraído por estas historias en las que prima la agencia, el orgullo y la resistencia. La música popular, de acuerdo con Simon Frith, tiene correlación directa con culturas de clase y con las subculturas (120). A su vez, el narcocorrido establece un espacio cultural y unas coordenadas de identidades donde ciertas clases sociales y regiones concretas hacen frente a las consecuencias directas de la globalización y del neoliberalismo, al mismo tiempo que, paradójicamente, "se integran" en ese proceso global. Al analizar como proponemos el fenómeno de la globalidad del narcocorrido, se enfatizan las maneras cómo se debaten y se reestructuran las ideas de "lo nuestro" y lo de "los otros" en la cultura popular. Precisamente por la variedad de contextos de recepción del narcocorrido en los Estados Unidos, México, los países centroamericanos, Colombia, España y Chile, se produce una multiplicidad de significados que el género adquiere al interaccionar con las culturas populares y masivas de esos espacios. Según Néstor García Canclini, el desplazamiento de la música regional dentro de los mercados simbólicos permite ver cómo las nuevas nociones de ciudadanía, identidad y pertenencia no se construyen sólo desde el espacio nacional sino desde la interacción entre lo local, lo nacional y lo transnacional (39). Precisamente, las pretensiones de globalidad del narcocorrido entran en interesante tensión y diálogo por el arraigado regionalismo del género musical. Su popularidad tiene que ver con la transnacionalización de las culturas nacionales anterior y la difusión y apropiación de "lo extranjero" como propio mucho antes de la llegada de la globalización tecnológica de los 70s y 80s. El corrido tradicional ya había sido transnacionalizado a través de su difusión en todo el mundo de habla hispana con la adaptación cinematográfica de corridos conocidos en películas como La Valentina (1938), La feria de las flores (1942), Heraclio Bernal (1958), entre otras. Como mencionábamos brevemente antes, la popularización del narcocorrido tiene también antecedentes ficcionales cinematográficos del cabrito western como La Banda del Carro Rojo (1976), Contrabando y traición (1976), La mafia de L· frontera (1979), y muchas otras películas que debido a la crisis económica de la industria cinematográfica mexicana y por los avances tecnológicos del momento crearon un mercado de video que fusionaba el corrido "moderno" y el cine para un público migrante y fronterizo. Sin embargo, algo a tener en cuenta es cómo con la popularización del narcocorrido a partir de finales del siglo XX, se produce una desterritorialización más profunda por ser género perseguido, censurado y marginalizado desde las instituciones del Estado y las élites mexicanas. Por los datos que tenemos, la protoindustria musical del narcocorrido comenzó en los bares y fiestas privadas de East Los Ángeles y en los intercambios informales en los swap meets de la ciudad, donde los inmigrantes compraban cintas de Chalino Sánchez. En esta época, el narcocorrido y la "cultura del rancho" comenzó a desarrollar unos rasgos contraculturales atractivos para los jóvenes latinos que buscaban la forma de crear una identidad propia con "rasgos auténticos" y a la vez querían expresar su inconformidad con las culturas nacionales hegemónicas de México y de los Estados Unidos. Como ha apuntado Sam Quiñones, el llamado "Chalinazo" constituyó un cambio fundamental en la apreciación del corrido y se convirtió en moda contracultural para los jóvenes llevar las botas y los sombreros norteños, así como escuchar corridos sobre migrantes y narcos. Gracias al corrido a comisión inventado por Chalino, cualquier persona que quisiera podía tener un corrido propio (Quiñones 27). Este fenómeno constituye una revalorización de la culturas regionales norteñas que se popularizan de vuelta en México desde el espacio diaspórico. Los grupos más importantes de difusión masiva - como Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, Los Huracanes del Norte, el Grupo Exterminador, Chalino Sánchez y la familia Rivera, entre otros - han acumulado riqueza económica al hacer resurgir la "música folklórica norteña" y transformarla en un género que apela a sensibilidades glocales. Los grupos y artistas nombrados están vinculados de forma importante con la creación de una industria discografica en español en Los Angeles, aunque el consumo del narcocorrido se lieve a cabo a ambos lados de la frontera y llegue hasta Colombia o, cómo ya hemos indicado, a países como Chile e incluso España. Según Arjun Appadurai: At the same time, deterritorialization creates new markets for film companies, art impressarios and travel agencies, who thrive on the need of the deterritorialized population for contact with its homeland. Naturally, these invented homelands, which constitute the mediascapes of deterritorialized groups, can often become sufficiently fantastic and one-sided that they provide the material for new ideoscapes in which ethnic conflicts can begin to erupt. El nuevo contexto mediatizador desterritorializado se constituye en un ideoespacio o medioespacio en el que el sujeto subcultural desplazado mantiene su identidad marginal con respecto a las culturas hegemónicas de México y de los Estados Unidos. Es ya un lugar común caracterizar a este tipo de música como apología del narcotráfico y el consumo de drogas. Tanto es así que esta música ha sido criminalizada y censurada por un número de instituciones locales y nacionales a ambos lados de la frontera MéxicoEstados Unidos. Helena Simonett, entre otros estudiosos, sugiere que la popularización del género tiene que ver con la promoción directa de los capos en la música. Esta conexión también es a menudo sugerida por los medios de comunicación. Sin ir más lejos, en la prensa, los recientes asesinatos de miembros de la música grupera como Zayda Peña del grupo Zayda y Los Culpables, Sergio Gómez de K-Paz de la Sierra, Valentín Elizalde y Javier Morales, son presentados como prueba fehaciente de la asociación entre narcocorridistas y el narcotráfico. En un artículo de Lorena Seijo, el encabezado afirma esta conexión entre grupos norteños y capos guatemaltecos: "Música para narcos". Sin embargo, el género en sí y sus orígenes tienen más que ver con la marginalidad del campesino migrante y con la aparición de subculturas en el margen. Precisamente lo que sorprende es que los asesinatos de los grupos norteños aparezcan relacionados con el narcotráfico y no hayan sido resueltos por las autoridades. Y sí estaban coludidos con el narcotráfico, ?no sería tan válida la hipótesis de que el narcotráfico no quería que se difundieran sus historias o que los asesinatos demuestren, cuando menos, que las bandas narcotraficantes y los narcocorridistas no mantienen una relación armónica? La simplificación de los hechos y lo inconcluso de los casos hace pensar que el narcotráfico se ha convertido en la principal vía para el Estado para explicar cualquier tipo de violencia y a la vez para establecer nuevas formas legítimas de represión política. Si tomáramos la perspectiva criminalizadora de vincular el género en su totalidad con el narcotráfico perderíamos de vista el complejo fenómeno de su consumo masivo, además de la multiplicación de significados metafóricos que se entremezclan con las situaciones políticas y sociales de estos nuevos lugares de recepción, constituyendo una forma de narrar la realidad desde "otro lugar". Hace poco, James Nicolopulos ha descubierto corridos con el tema del contrabando de droga que datan de 1934 en San Antonio, aunque no se pueda hablar más que de algunos ejemplos aislados y no la popularidad que el género toma a partir de los años 80 y 90. María Herrera-Sobek apunta cómo inicialmente en muchos casos el corridista denunciaba al narcotráfico y así podemos darnos cuenta de que ha habido una evolución del género. También Juan Carlos Ramírez- Pimienta apunta este cambio: "a finales de los años ochenta y principios de los noventa comienzan a aparecer más y más corridos donde no encontramos la 'advertencia' de épocas anteriores. Incluso se habla de una 'apología al narcotráfico'" (151). Por tanto, es necesario historizar y contextualizar un fenómeno que tiende a una gran heterogeneidad. La difusión del narcocorrido es igualmente heterogénea. Simonett apunta que la popularidad del narcocorrido se debe al poder de los narcos y a la comercialidad de los temas (202). Simonett advierte que los narcocorridos no podrían ser considerados "folk ballads" (229). Para ella, el nuevo corrido se doblega a la mistificación comercial del narcotraficante y al poder hegemónico de las industrias de cultura popular que intentan superar las barreras sociales, regionales, nacionales y de género (229). Esto presupone que la mediación de los traficantes y la industria discogràfica multinacional producen esta popularidad desde arriba2. A pesar de que no pretendemos rebatir categóricamente ambos factores de la difusión del género, quizá será teóricamente más fructífero buscar las discontinuidades entre las mediaciones y la participación de un público que apoya el narcocorrido comprando discos legales y "piratas" y yendo a conciertos. De hecho, la piratería ha sido la mejor manera de difundir esta música debido a la censura oficial que ha sufrido3. También, el narcocorrido tiene muchas maneras de narrar los códigos de la dominación: narrativas imperialistas, narrativas de explotación del campesino, narrativas de género, narrativas sobre la globalización. Por tanto, no puede remitirse a generalizaciones, ni a leyes estéticas comunes o estructuras musicales universales, sino que existe una gran variedad que va desde el violento corrido "perrón" o "pesado" al narcocorrido político; desde el narcocorrido ficticio al corrido social. Aquí evitaremos tratar todos los corridos, compositores y artistas como si se tratara de un fenómeno cultural armónico sin discontinuidades y con significados estables. Ya que tenemos varias maneras de entender los narcocorridos y el perspectivismo del género permite una múltiple significación, nos enfocaremos cómo a través del narcocorrido se cuestiona la globalización en diferentes entornos. Los Tigres del Norte representa uno de los grupos con más popularidad entre el público transnacional, reconocido, además, a través de los premios como los Grammys y apariciones en cine fronterizo, televisión y radio4. Otras figuras importantes como Chalino Sánchez, Pedro, Lupillo y Jenni Rivera son también personajes diaspóricos, y pioneros de la industria discogràfica mexicano-americana. Específicamente, Los Ángeles sirve de centro dónde se desarrolla la industria del narcocorrido ya desterritorializada, frente a la industria del mariachi mexicana y frente a las manifestaciones estadounidenses de música popular masiva. El narcocorrido es un producto híbrido entre la música folclòrica mexicana y los largometrajes de Hollywood e incluso goza de intertextualidades con el Gangsta Rap5 También, Chalino Sánchez, considerado el Tupac Shakur del narcocorrido por su misteriosa y violenta muerte en 1992, escribió e interpretó canciones que él mismo vendía en cintas. Las canciones de Chalino dedicadas a narcotraficantes de poca categoría que querían pasar a la posteridad en forma de mito representan un monumento popularesco a los trabajadores invisibles de la industria de las drogas. En el narcocorrido, las historias se convierten en protagonistas y en ellas, la gama de personajes populares cobra importancia6. Como nos explica Quiñones y quizá por Chalino, Los Ángeles "is now the center of redefinition for the most Mexican of musical idioms" (12). Las nuevas tecnologías han permitido a personas como Chalino plasmar su arte popular. Posteriormente, Pedro Rivera, dueño de Cintas Acuario y padre de Lupillo y Jenny, compró los derechos de autor de la música de Chalino con su marca discografica local que luego fue absorbida por Sony. Como explica Quiñones: In the mid-1980s Rivera started Cintas Acuario in Long Beach. In LA. at the time, only the large labels served the Mexican community: CBS, EMI-Latin, Musart, RCA. Musicians were at the mercy of these labels. Singers with finished recordings that they'd paid for themselves would go to these labels, where theyd be charged another ten thousand dollars to put their albums out under the label's name. Rivera figured he could offer these singers a better deal [. . .] Cintas Acuario was among the first of what is now a constellation of tiny and nimble independent labels on the outskirts of LA.'s Mexican music industry. (16-17) Chalino no era más que un migrante indocumentado que a veces tuvo que recurrir a vender droga en el barrio. El narcocorrido como industria creó nuevas oportunidades para las comunidades migrantes que transformaron sus conocimientos y experiencias en una suerte de capital social. El narcocorrido fue en su día una alternativa a las industrias culturales en las que primaban la salsa, el tango o el bolero como expresiones transnacionales hegemónicas latinoamericanas. Sin embargo, según WaId, hoy en día las bandas mexicanas representan dos tercios de las ventas en el mercado latino en los Estados Unidos y la mayoría son narcocorridos (1-2). La aparición del corrido "Contrabando y traición" a principio de los años 70 coincide con el aumento de la migración de México como consecuencia de una profunda crisis en el campo y la atracción de migrantes a ciudades en los Estados Unidos. En esta época comienza una reformulación de identidades transnacionales. La ascendencia del narcotráfico en los años 80 funcionó como un freno a la profunda crisis económica que se cernía en México. Históricamente, la cuestión de la "identidad ilegal" ha marcado las conexiones metafóricas entre el tráfico de drogas y la inmigración ilegal. Ambos eran aspectos cruciales para un público norteño y fronterizo, porque el héroe-narcotraficante en su burla a los "rinches" o "rangers" ofrecía un modelo para reivindicar la habilidad del mexicano frente a su persecución. A partir de los años 80, muchos narcocorridos planteaban moralejas que resaltaban la moral hipócrita de la guerra de las drogas por penalizar más a la sociedad productora que a la consumidora y la doble moral del capitalismo que se aprovechaba del trabajo del inmigrante pero no le ofrecía los derechos y lo discriminaba negando su importante aporte a la economía7. Con el campo empobrecido y la falta de inversión estatal llevada a cabo en el contexto de los ranchos mexicanos, tanto la migración como el narcotráfico abrían avenidas para el ascenso social del campesino representado en los corridos. La importancia de los Tigres del Norte en la construcción del narcocorrido global tiene que ver con la censura en la radio de sus Corridos prohibidos en 1989. Los datos de la prohibición del corrido indican cómo desde el poder del Estado y desde los gobiernos locales ha surgido una campaña de censura. Antes del álbum Corridos prohibidos, ya se había desarrollado de manera informal una censura "blanda" que se radicalizó progresivamente a partir del 1998 hasta la exhortación de la senadora Yolanda Eugenia hacia el gobierno federal en el 2001 de eliminar los narcocorridos de todos los medios electrónicos locales y nacionales (Astorga, "Notas críticas" 149). La primera acción de censura se dio contra el título "El 'Gato' Félix" del mismo CD que hace referencia al periodista con ese apodo que se dedicaba a investigar la corrupción y las conexiones entre las élites locales y el narcotráfico y que fue asesinado misteriosamente en 1988. Es crucial apuntar que la censura de la canción en Baja California atrajo mucha más atención cuando el semanario donde trabajaba Héctor Félix Miranda, alias "El Gato", condenó la censura del siguiente corrido: [...] Llegó de Choix, Sinaloa que era su tierra natal. Pero se quedó en Tijuana porque le pegó la gana y en algo quiso ayudar. Con lo que escribía en el diario al gobierno hizo temblar Se acabó el abecedario de amenazas, un rosario. La Zeta lo hizo popular con una pluma valiente Señaló la corrupción. Ayudó siempre a la gente y más de dos presidentes le prestaron atención [. ..] Ya se murió El Gato Félix ya lo llevan a enterrar será uno más en la lista 7 de valientes periodistas que así han ofrecido callar. (Los Tigres del Norte, Corridos prohibidos: 1) La canción presenta el tema de la censura de "El Gato" Félix y otros periodistas investigativos, hecho de veracidad confirmado por organizaciones como Amnistía Internacional. Es evidente aquí la relación que el narcocorrido quiere tener con la verdad de lo que pasa en el país. Al mismo tiempo, la canción apela a la crítica del migrante que ve a México como el lugar que le ha negado las posibilidades de prosperar. A partir de la censura local y más tarde nacional, el narcocorrido se autoproclamó como el espacio de autenticidad, dónde se narran eventos sacados de las noticias locales, o más específicamente de la nota roja, pero con una perspectiva irónica. Uno no podría argüir que el corrido "El 'Gato' Félix" sea controversial porque haga una apología del narcotráfico, sino porque debate el tema de la corrupción y disemina ampliamente este mensaje entre la población que ya desconfía de las autoridades. En cierta manera, desquebraja el poder de las élites y construye una ética popular alternativa a la idea hegemónica de nación difundida en otros medios. La competición del corrido con el género periodístico es lugar común puesto que el narcocorrido ofrece una crítica muy dura a la coaptación de los medios. Muchas de las producciones de Los Tigres del Norte contienen un mensaje más o menos directo que contextualiza el narcotráfico dentro de conflictos transnacionales y globales. Como ha afirmado Elija WaId en su libro Narcocorrido (2001) [t]he finest album yet to come out of the corrido boom, Jefe de Jefes was like a panoramic portrait of modern Mexican culture, painting the lives of peasant farmers, successful immigrants, greedy politicians, and all the varied denizens of the drug world in lyrics full of unpretentious but powerfully moving poetry. (5) El "Jefe de jefes" de la canción juega con la verdad y la mentira para ejercer su poder: "muchos creen que me busca el gobierno / otros dicen que es pura mentira / desde arriba no más me divierto / pues me gusta que así se confundan". El tema del corrido enfatiza el juego de información falseada entre la ilegalidad y la legalidad. Ambiguamente, el "Jefe de jefes" se encuentra entre el mundo del poder legítimo y el del crimen. Este corrido metaficticiamente apunta a los medios como cómplices en esta corrupción: "ay mi nombre y mi fotografía / nunca van a mirar en papeles / porque a mí el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde". La introducción hablada al comienzo del corrido contrasta de forma contundente con respecto a esto: "A mí me gustan los corridos porque son los hechos reales de nuestro pueblo. Sí, a mí también me gustan porque en ellos se canta la pura verdad". El narcocorrido también se asienta en la convención genérica de "autenticidad" y "verdad". A diferencia de lo que José Pablo Villalobos y Juan Carlos Ramírez-Pimienta han afirmado con respecto al discurso de "la pura verdad" en el narcocorrido, apuntando que éste se apropia de la voz popular, todo el álbum Jefe de jefes presenta un perspectivismo que intenta calar en la complejidad del narcotráfico y sus actores, la relación entre la conformación social y la política gubernamental en lo referente a la migración y el empobrecimiento del campo. Precisamente la censura delata los intentos de amordazar las narraciones y su difusión masiva. También parece importante establecer las conexiones entre la globalización y el narcotráfico para poder determinar si el narcocorrido es simplemente la apropiación de la voz del pueblo para preservar al narcotráfico, o, más bien, para ponerlo en el contexto de las identidades marginadas transnacionales emergentes. Precisamente, argüiremos aquí que el narcocorrido complica las narrativas de la globalización. Desde el punto de vista de Michel Foucault, la verdad objetiva forma parte del discurso de poder y el narcocorrido deconstruye los enunciados de verdad que se "naturalizan" a través de la guerra de las drogas. La censura trata de controlar un producto cultural masivo que se ha cotizado precisamente por la prohibición de su consumo. El culpar al narcocorrido de la "apología" de la violencia y del desarrollo del narcotráfico es perder la perspectiva de los procesos del neoliberalismo y la globalización en general. Como explica Germán Palacio Castañeda: La cuestión del narcotráfico debe enmarcarse dentro de los procesos de globalización (Uprimny, 1996): primero, porque la economía de drogas ilegales ha llegado a ser completamente transnacionalizada: los procesos productivos se encadenan con la transformación, el transporte y el consumo en cadenas que integran diversos países del mundo; por fin, la circulación de los beneficios irriga los circuitos financieros mundiales. (83) Para el politólogo colombiano, el narcotráfico no puede ser entendido de forma independiente a los procesos de expansión de mercados propios del neoliberalismo legal. Palacio Castañeda continúa preguntándose: *iexcl;Por qué tanto escándalo con los dineros de los narcos producidos en el esquema mercantil del sistema capitalista y por qué tan poco con los dineros de los grandes industriales y de las élites empresariales del país y, eventualmente, de otros países? Si fuese cierto que los dineros de los narcos comprometen la autonomía del gobierno, [sic] acaso los otros dineros no lo hacen? (96) Esta crítica nos hace plantearnos otras preguntas de esta compleja relación socioeconómica: ?Cómo se beneficia la globalización del narcotráfico? De forma simbólica, ?se pone el énfasis en la creación de grandes capitales ilegítimos, mientras que hay una explotación de las comunidades globales por élites empresariales glocales? ?Si los intereses de los narcos comprometen la democracia, no lo hace también el capital global legítimo? Hoy en día, a través de diversos métodos de lavado, al menos 600.000 millones de dólares de la venta de drogas se incorporan en los bancos norteamericanos y europeos. Los temas más censurados tienen más que ver con la denuncia de la corrupción que con la diseminación del narcotráfico como modelo para los jóvenes. Otros temas interpretados por Los Tigres del Norte que han recibido gran censura son los corridos "Crónica de un cambio" y "Las mujeres de Juárez". Si "Crónica de un cambio" presenta el recelo que tienen los mexicanos al "cambio" que ofreció la elección de Vicente Fox del partido PAN en el 2000, tampoco es una perspectiva priista de la cuestión: "Llegó una cuerda bien torcida y trajo el cambio / y es que al obrero no le alcanza ya el salario / al campesino siempre lo han bocabagiado I unos señores que controlan el agrario" ( Uniendo Fronteras: 14). La desilusión de la situación política es parte de una historia de explotación del campesino. En el caso de "Las mujeres de Juárez" se acusa indirectamente a las autoridades locales, nacionales e incluso internacionales de no resolver los casos de los asesinatos y una llamada a la acción cívica. Entonces, no parece tener que ver simplemente con la apología del narco. El narcocorrido, uno puede argüir, nos hace reflexionar sobre los orígenes de las relaciones sociopolíticas entre represión y lo que Luis Astorga ha llegado a denominar el "Narcoliberalismo" Mitología 31). Este "Narcoliberalismo" recibe sanciones de la estructura legal que tiene el "monopolio legítimo para establecer las reglas del juego", pero no es eliminado por su poder económico y "empresarial" Mitología 31). Lo que parece ser censurado es, una vez más, la compleja relación entre el poder legal e ilegal. Según Deleuze, los ensamblajes de dominación se encuentran en la lógica de mercado neoliberal: "The operation of markets is now the instrument of social control and forms the impudent breed of our masters" (citado en Williams 108). Tampoco es casualidad que los momentos de más censura del narcocorrido coincidan con épocas críticas para el sistema de certificación, iniciado por los Estados Unidos para que los estados latinoamericanos apoyaran la guerra de las drogas. Críticos como Helena Simmonett, José Villalobos y Juan Carlos Ramírez Pimienta apuntan cómo los grupos musicales y la industria discografica se apropian de la perspectiva del pueblo. Pero, si bien es cierto que la mediación de la realidad aparece implícita en cualquier producto cultural masivo, en el caso del narcocorrido su éxito radica en incendiar la mente con su ironía política, crear un imaginario alternativo e interpelar a identidades transnacionales. El narcocorrido presenta la posibilidad de llevar a cabo una visión dialógica entre la globalización y su imagen de espejo oscuro, el narcotráfico. Desde esta perspectiva y quizá de forma paradójica el narcocorrido consigue ofrecer una estética y una ética popular que resisten a la opresión colonial ejercida por los mecanismos nacionalistas y de la globalización que explotan el trabajo honrado del migrante y de los pobres en los países en desarrollo. Así, las categorías maniqueas creadas por la guerra de las drogas son carnavalizadas por el narcocorrido en el sentido de Mikhael Bakhtin, para invertir y subvertir los valores de control global. Luis Astorga presenta este aspecto como "un retorno de lo reprimido" a la discusión pública Mitología 139), y a la vez plantea cómo el corrido actual transforma capital económico en capital social y simbólico para los narcos (79). Según Mark Cameron Edberg, el narcocorrido no puede ser considerado como una celebración del tráfico de drogas, sino como parte de un proceso social que participa en símbolos complejos para una población mexicana diversa. Aunque, siguiendo los pasos de Astorga, Edberg sugiere que la persona del narcotraficante actúa como el "bandido social" teorizado por Eric Hobsbawm en la lucha contra la pobreza, un gobierno corrupto y los racistas gringos, así como la imagen de empresarios astutos o figuras violentas en un mundo en decadencia, o como símbolos del orgullo rural. Pero, al fin y al cabo, Edberg fetichiza y mitifica una vez más la figura del narcotraficante sin tomar en cuenta las narrativas transamericanas de globalización presentes en los corridos: The narcotrafficker becomes a symbol, a persona who represents a whole aggregation of values and meanings. As such, one does more than just model behavior after the persona one seeks to construct one's self, one's being, as an iteration of the persona in order to express the same relationship to the larger world that the persona does. (120) El narcocorrido cuyos personajes son capos conocidos representa una proporción pequeña dentro del género. Más bien, el narcocorrido desvela cómo las tragedias de la violencia y los riesgos del trabajo de trasladar las drogas ilícitas tienen que ver con personajes menores que van desde campesinos mariguaneros hasta policías incorruptos. El narcocorrido representa la teatralización y la carnavalización de la guerra de las drogas. La idea de Stuart Hall que "[fjdentity [...] is a structured representation which only achieves its positive through the narrow eye of the negative. It has to go through the eye of the needle of the other before it can construct itself" nos permite entender que la identidad del narcotraficante es una identidad "en negativo" de resistencia a la guerra de las drogas, a la hegemonía norteamericana en las Americas y a la indefensión del migrante ilegal ("The Local and the Global" 21). El narcotraficante no es en sí alabado, sino metaforizado como "agente subjetivizado" que crea sus normas en la globalización a diferencia de los trabajadores desplazados y campesinos explotados. La identidad se convierte en las experiencias comunes dentro de la estructuración de las políticas criminales supragubernamentales. No es casualidad que el rock chabón y la cumbia villera en Argentina canten al consumo de drogas y a la violencia callejera del antiguo "malevo" tanguero como una manera de reivindicar el espacio urbano para las clases populares. Como apunta Eduardo Galeano, en Latinoamérica, donde un alto por ciento de la población vive por debajo del nivel de pobreza, "la publicidad no estimula la demanda sino la violencia" al mostrar que la persona que no consume, no tiene un espacio social propio (citado en Guinsberg 197). La presentación de la violencia en los medios como procedente del mundo del narco hace que la atención nacional no se enfoque en el exceso de violencia estatal, como en el caso de la masacre de Tlatelolco. El narcocorrido cuestiona que la noticia televisada sea la realidad misma y nos ofrece diferentes versiones mediante el poder de la subjetividad y el testimonio como antídoto. En el doble CD titulado Jefe de jefes, Los Tigres del Norte conjugan temas de reforma sociopolitica a la vez que contextualizan el narcotráfico dentro de conflictos nacionales y transnacionales. Esta visión panorámica de la sociedad mexicana se establece desde el punto de vista del "mojado" y del "narco". Mientras que canciones como "Jefe de jefes" y "Pacas de a kilo" narran en la voz "auténtica" de un narco, en otras se ofrecen diferentes perspectivas, como en "El dolor de padre" donde se relatan los remordimientos de un padre que se lamenta de haber perdido a su hijo por las drogas: Yo conozco algunas gentes que ahora son traficantes sepan que yo perdí a un hijo y ustedes son los causantes disculpen si los ofendo pero es el dolor de un padre (jefe de jefes 1 : 4) Este padre se desdobla al final del corrido cuando una voz de niño tira un beso y dice "I love you daddy". Este gesto performativo de filiación bilingüe considera las pérdidas de los padres del lado mexicano y del lado norteamericano debido a la violencia o la drogodependencia como resultado del narcotráfico. Por tanto, esta canción tampoco puede ser interpretada como apología del narcotráfico. Las canciones "Jefe de jefes" y "El sucesor" que podrían ser entendidas como "apologías" del narcotráfico, en contexto con el resto de las canciones cobran otros sentidos. En "Por debajo del agua", el héroe es un policía honrado y lo que se enfatiza es la corrupción producida por la intervención norteamericana y en particular la DEA, mientras que los corridos "También las mujeres pueden" y "El dolor de padre" reflexionan sobre el devastador efecto de la violencia. Otros solamente desarrollan temas de filiación simbólica entre los mexicanos "de ambos lados". Estos continúan la tradición originada en la ya paradigmática y temprana canción interpretada por Los Tigres del Norte, "Contrabando y Traición," donde se narra el desamor entre dos traficantes de mariguana, Camelia, La Texana y Emilio Várela, un mexicano norteño y, por tanto, se relata los complejos conflictos afectivos y económicos que se producen en intercambios desiguales de influencia. Como he sugerido anteriormente, el narcotráfico se entremezcla con el discurso del inmigrante mexicano. En este sentido, la canción "Mis dos patrias" desarrolla el tema de la traición a la propia identidad nacional cuando habla de la conversión a ciudadano en los Estados Unidos: Pero que importa si soy nuevo ciudadano sigo siendo mexicano como el pulque y el nopal y mis hermanos centro y sudamericanos, caribeños y cubanos traen la sangre tropical Para que respeten los derechos de mi raza caben dos patrias en el mismo corazón. (Jefe de jefes 1 : 8) El hecho de que lo llamen malinchista y que lo tomen por traidor (tema constante también en los narcorridos), hace al hablante defenderse y reinscribe su identidad en el flujo entre lo "mexicano" (como el pulque y el nopal) y una identidad "latina" con la solidaridad que esto conlleva (quizá este flujo es lo que llamaremos una identidad transmexicana). Este paso de convertirse en "ciudadano" se presenta como el proyecto del corrido: reestablecer el orgullo y la dignidad del individuo en el espacio transnacional. Hay otras dos canciones, "Ni aquí ni allá" y "El mojado acaudalado", que evocan la frontera y la liminalidad de la identidad transmexicana. En ambas canciones hay un recuento de las razones de salida hacia el norte: la búsqueda de riqueza en el caso de "El mojado acaudalado" y la injusticia social en el caso de "Ni aquí ni allá". El narcocorrido se convierte en el espacio cultural hegemónico de la "latinidad" en el Suroeste de los Estados Unidos, pues intenta abarcar el mercado latino mediante solidaridades entre distintos grupos de habla española8. La teatralización de la autoestima y agencia en el narcocorrido tiene que ver con el concepto propuesto por Judith Butler sobre la performatividad. Nos damos cuenta que el juego identitario que aparece en los corridos afirma que la identidad étnica-local "is performatively constituted by the very 'expressions' that are said to be its results" (33). Como ha señalado Stuart Hall, "[FJ denti ties are [...] points of temporary attachment to the subject position which discursive practices construct of us" ("Who Needs 'Identity'?" 6). Se podría argüir por lo tanto que el narcocorrido y su consumo reformulan la invisibilidad de las comunidades marginadas (el campesino que trabaja para el narcotráfico en Colombia, Estados Unidos y México). Este consumo tanto en los espacios privados como públicos las convierten en identidades y subjetividades que interaccionan simbólicamente y se resisten a las fuerzas capitalistas que explotan su trabajo de forma directa e indirecta dentro y fuera de la legalidad. Las identidades transnacionales cuestionan las motivaciones de las instituciones y el Estado y, consecuentemente, toman una actitud crítica e irónica frente a la legalidad y la guerra de las drogas. En el narcocorrido se exploran las razones escondidas de circuitos transnacionales de negocios que permiten que la droga viaje a los mercados de consumo. La canción de Los Tigres del Norte, "El sucesor", se refiere a la voz del jefe del "negocio" que le da las claves para que continúe. "Por debajo del agua," a su vez, plantea la corrupción de Washington que ordena el asesinato de un policía honrado que rechaza el pago de los narcotraficantes: cuando dijo no me vendo se escuchó un cuerno de chivo dos agentes se murieron y Reynoso mal herido alcanzó a matar a cuatro de los que serían cautivos. yo no sé porque callaron el asunto era importante desde Washington mandaron dar luz verde a los maleantes y en el hospital moría asfixiado el comandante, /f de jefes 1 : 3) La narración sobre el caso ficticio de Reynoso no representa una apología del narco, sino una épica del "policía honrado" que lucha contra la corrupción dentro del conflicto global. Esto es una crisis del Estado como gestor de la ley civil que tiene que ver con la globalización y las intervenciones de lo global en lo local. La DEA y Washington en el corrido son las entidades que gestionan y controlan lo que sucede con las drogas. Al fin y al cabo, se critican las intervenciones de los poderes globales con respecto a los individuos (post-nacionales). Como parte de los debates entre el narcotráfico y la inmigración surgen también las dificultades de comunidades campesinas, migrantes y trabajadoras que tienen que ver con la participación en la globalidad y con los derechos del ciudadano. Como explica Jesús Martín Barbero: [T] he mass media has begun to mediate in the production of a new imaginary which in a certain way integrates the citizen's tattered urban experience. [...] This same new urban experience that oblige us to rethink the relationships between culture and politics [...] A political culture is a way of interpellation among social actors, an interweaving fabric of interpellations and discourses by which these social actors become subjects (Landi). It is for this reason that the transformation of Modernity demand that we consider communications not only as a matter of markets and technologies but also as a decisive space in the construction of democracy. ("Communications" 45) El narcocorrido articula un perspectivismo de eventos significativos para un público transnacional y sirve de espacio simbólico para apuntar las insuficiencias democráticas y para comunicar esa liminalidad legal del migrante. En Colombia, desde los 90s, han aparecido los allí llamados Corridos Prohibidos que se pueden encontrar en Cali, Bogotá y la región paisa9. En un principio había recopilaciones, con una mayoría de artistas mexicanos, pero ahora han surgido más de 200 agrupaciones. Grupos norteños colombianos vestidos a la usanza del norte de México como Uriel Hernao y Los Tigres del Sur, Darío Gómez, Rey Fonseca y Los Renegados, Grupo Mezcal, El Charrito Negro, Johnny Rivera o La Furia Norteña - se han apropiado del género para narrar situaciones en su entorno local10. Según algunos estudiosos, en los años 80, José Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, introdujo el narcocorrido en Colombia (Astorga, "Los corridos de traficantes" 13). El rumor es que él fue el primero que divulgó corridos en grabaciones caseras que más tarde aparecieron en fiestas de capos. Este origen mítico, sin embargo, deshistoriza la popularidad de la música mexicana de un Agustín Lara o José Alfredo. Precisamente en Colombia, la música mexicana fue imitada por cantante locales y se la denominó "música de despecho". Entonces, ya existía un público que podía adoptar los Corridos Prohibidos como suyos. Siguiendo los pasos de Los Tigres del Norte, Alirio Castillo en Alma Records produjo una serie de discos titulada Corridos prohibidos, y por tanto, creó esta nueva categoría musical. Estos discos combinan grupos transnacionales como el Grupo Exterminador o Los Tucanes con artistas locales cuyos narcocorridos trovan sobre la realidad colombiana y retratan tanto los aspectos de la producción, tráfico y consumo de drogas, como las conexiones entre drogas, conflicto armado, violencia urbana y el Plan Colombia. Las largas guerras, los desplazados y la inestabilidad social que se produce entre las clases más pobres, hace que el corrido sea una manera de desestabilizar el discurso gubernamental de "Paz y progreso". En un corrido cantado por Héctor Herrera con el Grupo Los Magníficos del Norte se pone esto de manifiesto: Mire a su gente jipatica y en pelotas Con su gobierno perdieron hasta la ropa Y entre los suyos la guerra está que se explota El hambre se mira desde el llano hasta las costas. Es un recluta que no limpian ni las botas un vendepatria de todos sus compatriotas [...] Se cree Bolívar, pobre criollo tragasopas No se da cuenta que está poniendo la torta Qué en mi país hay ya suficiente gente loca y para ellos no sirve ni de mascota. Corridos prohibidos. 15 grandes éxitos: 4) La crítica del presidente tiene un tono mucho más fuerte que cualquier diario. Los improperios carnavalescos de "vendepatria" y "tragasopas" contribuyen a la manera humorística de presentar el tema. Este tipo de crítica no participa de la ideologización partidista de izquierdas o de derechas, sino que se asienta en un espacio marginal que critica a la élite criolla ("Se cree Bolívar, pobre criollo tragasopas"). En Colombia, el narcocorrido es consumido por los estratos de la población más desarraigados de Bogotá, Cali y Medellín, además de ser muy popular en las zonas de producción de la coca como en Putumayo en el sur de Colombia donde, según especialistas, se produce el 60% de las drogas colombianas. La cuestión de clase en el corrido se materializa en una estética popular marginal por lo que ha sido rechazada en la televisión y en las radios. Por esto, la industria inaugurada por Castillo y promovida desde su compañía independiente, se nutre de organizar festivales de Corridos Prohibidos y de vender discos - hasta la fecha más de setecientos mil, según Castillo, sin contar las copias piratas. El campo en Colombia ha sufrido continuas fumigaciones y el Plan Colombia diseñado por el gobierno estadounidense y colombiano tiene el objetivo doble de erradicar el cultivo de la coca y el de luchar contra los grupos revolucionarios como las FARC y el ELN. El narcotráfico se presenta en el narcocorrido colombiano como una alternativa a la incursión de las multinacionales en las economías de América Latina y por esto el campesino y las clases populares toman esta ruta para resistirse a las políticas globales y al mismo tiempo participar en los procesos de la globalización y el consumo que se les impone desde los cambios neoliberales. En un diálogo al comienzo del "Corrido del Cocalero" de Uriel Hernao, se pone esto de manifiesto: - Mire cómo tengo las manos de tanto raspar coca, compadre - Sí, es verdad. Pero qué le vamos a hacer. Es lo único en que nos está yendo bien. O que quiere, ¿qué nos devolvamos a seguir jornaleando en esas fincas por un sueldo miserable? - No, eso ni locos. - Mejor seguir raspando coca a ver si algún día nos cambia la suerte y así salir de esta pobreza miserable. Corridos prohibidos 1:12) Para Luis Astorga, a través de los corridos, los traficantes han aprendido a "desarrollar estrategias simbólicas de construcción de identidad emblemática" ("Los corridos de traficantes "20). Sin embargo, esto supondría que la industria de las drogas es la que dirige la producción del narcocorrido. No obstante, en un artículo de 2005 Astorga mismo reconoce que la censura llevada a cabo por las instituciones estatales del narcocorrido pretende trasladar la lógica prohibicionista sobre ciertas sustancias psicoactivas a la producción simbólica que narra la sociodisea de los traficantes de drogas desde una posición ajena y contraria a las versiones oficiales. No se cuestiona la lógica prohibicionista misma que tiende a multiplicar los ámbitos censurables, pero no resuelve los problemas de fondo. ("Corridos de traficantes y censura" 163) Si la industria de las drogas se ha convertido en un tipo de resistencia a la globalización por parte de las clases populares, a la vez, paradójicamente eso ha significado su incorporación a los procesos de globalización marginal. Es a través del consumo y de la exaltación de lo prohibido que se crea una agencia y una ética en contra de la guerra de las drogas, la cual usa el pretexto del control de la violencia y el narco para llevar a cabo una política de represión y que se beneficia indirectamente del narcotráfico formal e informalmente. Los paramilitares colombianos controlan la gran mayoría del negocio de las drogas. Más recientemente, se han descubierto nexos del gobierno de Alvaro Uribe con el patrimonio de los paramilitares. Como afirma Fernando Arellano Ortiz, "el paramilitarismo en Colombia constituye un fenómeno político mafioso"". El intento de despolitizar el asunto simplemente no funciona. El narcotráfico interactúa con las políticas del Estado y las intervenciones de políticas transnacionales. La desconfianza de las políticas del Estado y las incursiones de la globalización llevan a que muchos vean la droga como una industria salvadora de la derrota económica en Latinoamérica. Pero, incluso la cultura popular entiende que esto es una falacia. El narcocorrido "Mi primera dosis," interpretado por el grupo colombiano Los Renegados, plantea esta fantasía popular en el sueño de la dosis de cocaína: [...] Por conseguir la droga anhelada, Panamá nos entregó el Canal, los árabes todo su petróleo, las potencias todo su arsenal, los gringos el Pentagon entero y a estos sí que les fue pero mal. La droga llegó a ser tan normal que la visita presidencial que Pastrana y Clinton en Cartagena se metieron un pase especial y como no podía faltar también el gobierno en general. [Corridos prohibidos. 15 grandes éxitos: 6) En el sueño de la legalización de la droga, Colombia se convierte en el país más importante del mundo. Como potencia comienza a ganar tanto el poder estratégico (el canal de Panamá) o el poder económico global (el petróleo), como el militar (todo el arsenal de armas y el Pentagon). El final del sueño es tragicómico cuando el narrador, después de su visión alucinógena, se encuentra orinado y encarcelado. Ese sueño se convierte en pesadilla del colombiano. Otros corridos colombianos, como "Por el plan Colombia" o "Prefiero una tumba en Colombia" de Uriel Hernao y Los Tigres del Sur, son críticas directas a la intromisión de la guerra de las drogas en comunidades campesinas. Si el oficialismo de la guerra de las drogas construye la visión del narco como una visión estereotipada y unitaria, estos corridos humanizan a los que trabajan en esta industria ilegal mediante los distintos personajes y niveles del narco y demuestran cómo cada uno se incorpora a un imaginario global. Las identidades prohibidas encuentran expresión y gestos performativos para ofrecer una complejidad mayor y una memoria histórica que permanece en el imaginario popular, promoviendo los multisignificados del narcotráfico y su inserción en los modelos de dominación global. Pequeñas compañías locales de música, como la de Alirio Castillo, se intentan hacer camino en el mercado internacional dominado por las compañías majors. Hace poco, Castillo ha comenzado a ganar popularidad en el mercado brasileño (cantantes como Uriel Hernao y Rey Fonseca) y las bandas que graban con este productor empiezan a componer corridos sobre personajes como el narcotraficante Fernandinho Beira-Mar que fue capturado en el 2001. Esa es una forma de insertarse en nuevos mercados, incluso grabando corridos en portugués'2. En conclusión, necesitamos entender el narcocorrido en toda su complejidad histórica y tampoco podemos despolitizar el género. El narcocorrido responde a la ideología y las imágenes hegemónicas de la guerra de las drogas en los Estados Unidos, México y Colombia que tienen que ver con el control político y social de los trabajadores explotados por la maquinaria multinacional capitalista. Como afirma Hermann Herlinghaus, estas canciones son "the heterogeneous, often unarticulated narrative that marks the post-national, massively deterritorialized drama of Mexican working-class life" (1). Esta afirmación se podría extender al contexto de Colombia. A la vez, el narcotráfico está estructurado y va a la par con los procesos transnacionales de globalización. John Storey, por su parte, explica el flujo de la identidades: "The movement of people and commodities around the globe, bringing the global into the local, clearly challenges the idea the locality can fix the boundaries witnessing a shift in how we see cultures, a shift from culture as 'roots' to culture as 'routes'" (117). El narcocorrido hace patente Ia complejidad de la cara oscura de Ia globalización y por eso se reprime y criminaliza en el espacio público. Nos sorprende que en algunos narcocorridos o en canciones de Gangsta Rap aparezcan imágenes de consumo exacerbado, de lujo, de violencia y desprecio por la muerte. Sin embargo, esos son valores que el neoliberalismo promulga, pero excluyendo a las clases populares. En esta narración de un mundo sin justicia, la violencia y las drogas, paradójicamente, aparecen como fuerza liberadora y descolonizadora de identidades marginadas. MICHIGAN STATE UNIVERSITY NOTAS 1 En este trabajo, queremos enfatizar la multidireccionalidad de las perspectivas que aparecen reflejadas en el corrido y en sus usos ideológicos. Su uso y su consumo tiene connotaciones diferentes entre las comunidades de producción de la droga, los grupos desplazados y migrantes en los Estados Unidos, las comunidades fronterizas, o los migrantes mexicanos a las ciudades. Paradójicamente, estas comunidades "imaginarias" comienzan a compartir algunos significados, se identifican y se afilian. 2 Según Martín Barbero, no podemos hablar de esta desconexión entre lo popular y lo masivo: "al mestizaje [...] de formaciones sociales y estructuras del sentimiento, de memorias e imaginarios que revuelven lo indígena con lo rural, lo rural con lo urbano, el folklore con lo popular y lo popular con lo masivo" (De los medios a las mediaciones 10). 3 Según informaciones oficiales, el 40% de todos los CDs y cassettes vendidos alrededor del globo son piratas. En el caso del narcocorrido, podemos asegurar que el porcentaje es mucho más alto. Algunos narcocorridos no se encuentran excepto en el mercado negro. 4 Los Tigres han sido consecutivamente nominados a los Grammy y ganaron un año, aunque no con un narcocorrido. Tienen 130 discos de platino y actúan en general ante públicos de 30 a 70 mil personas. Tienen una fundación para la preservación de la música mexicana y han aparecido en 14 películas. Ver Klass Wellinga. 5 El intérprete más cercano al Rap es la familia Rivera. Pedro Rivera, por ejemplo, en su canción "Violencia en Los Ángeles" critica el abuso del poder de la policía contra Rodney King. Como en el Gangsta Rap, su hijo Lupillo Rivera incorpora en sus canciones el exceso, el sexismo, el consumo exacerbado y la violencia barrial como temática. 6 Por ejemplo, "El general y el sargento" en 18 Corridos Famosos nos presenta al sargento como protagonista en el apresamiento de su jefe corrupto. 7 Ramírez-Pimienta comenta: "el héroe del narcotráfico lo es en Ia medida en que logra burlar a las autoridades norteamericanas, los odiados rinches en la medida que consigue - de alguna manera - reivindicar las ofensas del mexicano fronterizo a manos de alguna agencia estadounidense (i.e., emigración, aduanas, policía, etc.)" ("El corrido de narcotráfico" 155). 8 Como ejemplo, escuchar "El Centroamericano" en Uniendo Fronteras. 9 Ver Patti Reyes. 10 En Boyacá, Cundinamarca y Santander, hay programas diarios de radio muy populares como el dirigido por Gabriel Acuña llamado "Super norteñísimas." 11 En México, conocemos el caso de Carlos Salinas de Gortiari y su hermano Raúl en relación con el narcotráfico. Este caso se ve plasmado en el narcocorrido de Los Tigres titulado "El circo". 12 Ver Valquíria Rey. REFERENCE OBRAS CITADAS Appadurai, Arjun. "Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy". 10 agosto 2007. /www.intcul.tohoku.ac.jp/-holden/MediatedSociety/Readings/2003_04/Appadurai.html>. Arellano Ortiz, Fernando. "Nexos de gobierno Uribe con narcoparamilitares generan consecuencias internacionales". La haine. 30 abril 2007./lahaine. org/index.php?blog=3&p=220 1 8>. Astorga, Luis. "Los corridos de traficantes de drogas en México y Colombia". 21 marzo, 2006. Online. /lasa.international.pitt.edu/LASA97/astorga.pdf>. _____ . Mitología del "Narcotraficante" en México. México: Plaza y Valdés, 1995. _____ . "Notas críticas: Corridos de traficantes y censura". Región y Sociedad 17.32 (2005): 145-65. Butler, Judith. Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity. New York: Routledge, 1999. Corridos prohibidos, volumen 1. Alma Records, 1997. 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