Unos la juzgan del Vinci y otro del Sarto. Yo la creo del marido de Doña
Lucrecia del Fede, pero tocada por el Divino. Ya sabéis que era cosa frecuente entre maestros y discípulos.
Ramón María del Valle-Inclán
Que, aún más casta que Lucrecia, y más bella que una Diosa, a la larga no se aprecia y nos es pronto enfadosa la que es ignorante y necia.
Al cabo con ellas anda Trastornada la cabeza. ¡Qué pie tiene la Felisa! ¡Qué mirada la Lucrecia! ¡Qué movimientos Aurora! ¡Y qué voz la Berenguela!
Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis para prentendida, Thais, y en la posesión,
Lucrecia.
Sor Juana Inés de la Cruz
¡Qué cosa más docta y providente que Junio Bruto, que, sabiendo no parecer que sabía, engañó la malicia del tirano; que supo abrigar su venganza con un delito tan participado en la honra de todos, como la fuerza que a Lucrecia hizo Tarquino...
Aquella mujer que, si hubiera escogido un compañero que la hubiera podido sostener, hubiera sido acaso una
Lucrecia, sucumbe por fin a la seducción y a la falaz esperanza de mejor suerte.
Mariano José de Larra
En la que Lucrecia y Bruto derribaron los reyes que pesaban sobre las cabezas romanas: Bruto, a quien debemos la libertad; Lucrecia, a la que debemos Bruto.
Entonces los mayores galopines se harían probos para vivir á lo Príncipe, y las suripantas echarían la zancadilla á Lucrecia y á Susana, á fin de conseguir por ese medio lo que por el opuesto logran ahora.
De esta justicia y bondad resultó que, después de desterrados el rey Tarquino y sus hijos, de los cuales Sexto había forzado a Lucrecia, el cónsul Junio Bruto hizo por la fuerza que Lucio Tarquino Colatino, marido de Lucrecia, y su compañero en el consulado, hombre inocente y virtuoso, que sólo el nombre y parentesco que tenía con los Tarquinos renunciase el oficio, no permitiéndole vivir en la ciudad, cuya acción fea efectuó con auxilio o permisión del pueblo, de quien el mismo Colatino habla recibido el consulado, así como Bruto.
De Lucrecia, que se mató por haber sido forzada Celebran y ensalzan los antiguos con repetidas alabanzas a Lucrecia, ilustre romana, por su honestidad y haber padecido la afrenta de ser forzada por el hijo del rey Tarquino el Soberbio.
Seleccionamos los casos de los 28 desaparecidos de 1966, (CI N°68); la desaparición forzada de Edgar Fernando García, Sergio Saúl Linares Morales y Rubén Amílcar Farfán, (CI N°48); la desaparición forzada de miembros de la Central Nacional de Trabajadores, (CI N°51); la desaparición forzada de América Yolanda Urizar Martínez de Aguilar, Ana Lucrecia Orellana Stormont...
A vista de este lamentable suceso, ¿qué diremos? ¿En qué concepto hemos de tener a Lucrecia, en el de casta o en el de adúltera? Pero quién hay que repare en esta controversia?