Aquel relato hizo nacer la esperanza en muchos corazones devorados por la inquietud. María de los Ángeles, apoyada en la barrera, sintió que la tenaza que mordía sus entrañas
aflojaba sus férreos garfios.
Baldomero Lillo
Este daño no tenía remedio; si corría, para escapar a las persecuciones de este malvado, los pinchos me desgarraban: si, para ahorrar este dolor, aflojaba el paso, caían los palos, que era una bendición.
La corriente del Paraná, que llegaba cargado de inmensas lluvias, retorcía la jangada en el borbollón de sus remolinos y
aflojaba lentamente los nudos de isipó.
Horacio Quiroga
Entonces salía al campo con un nuevo regatón de carne y cuando éste se
aflojaba, ella seguía entre el fuego mostrando los colmillos.
Yamandú Rodríguez
Y, cuando el hombre obedeció, Jesús observó que llevaba enroscada al cuello una serpiente, la cual, tan pronto lo sofocaba, como aflojaba sus anillos.
¿Cómo hablar de eso? Podándose, castrando a la raza, faltó a la recomendación de todos los agonizantes. ¿
Aflojaba? Sí.
Aflojaba; pero no él: después de él.
Yamandú Rodríguez
Pasaban las muelas de Santa Apolonia a manos de Izquieta, quien haciendo con la izquierda una cruz bajo el tapete,
aflojaba senas o quinas que era un primor.
Ricardo Palma
Corcobió la rubiecita Pero al fin se sosegó, Cuando el Dotor le contó Que él era el de la cajita. Asigún lo que presumo, La rubia
aflojaba laso, Porque el Dotor, amigazo, Se le quería ir al humo.
Estanislao del Campo
Si había algo absurdo en el mundo, era, con toda seguridad, la eternidad de los vínculos conyugales; en mi opinión bastaba con examinar o sentir toda la pesadez de estos vínculos para dejar de considerar como crimen la acción que los aflojaba; la naturaleza, como hemos dicho hace un momento, ha dotado a las mujeres de un temperamento más ardiente, de una sensibilidad más profunda que a los individuos del otro sexo, y por ello les vuelve más pesado el yugo de un himeneo eterno.
Rico un mes, pobre dos. Hacía vida con la Bayana Paula, que no le
aflojaba en nada. Era una vida brutalmente linda o extremadamente peligrosa, sin término medio.
Juan José Morosoli
Cuando la formación llegaba al Alto, un código de silbatazos anunciaba que la titular ahora era dueña del tren, y seguía su camino a solas, pues la auxiliadora aflojaba su andar y volvía a su galpón de Zárate Alto.