Bendigamos al Señor por Medarda Piñero, María Israel Baquero, Madre Lucía y el Obispo Tomás Antonio Sanmiguel, cuyos testimonios de santidad nos impulsan también a ser santos.
Cargue usted, señor Duende, de raciocinio, llénese bien los bolsillos de lógica, que aquí está llovida con profusión, como el maná lo estuvo en otro tiempo sobre el pueblo de Dios; ¡
bendigamos la mano benéfica que nos la envía y no indaguemos de dónde la saca!
Mariano José de Larra
Veinte monjas y tres de velo blanco, contestó aquella después de pasar revista al rebaño. —Bendigamos á Dios, hijas mías, porque ha resultado ca- lumnioso un aviso anónimo que recibí aer.
-¡Qué horrores, Dios mío! -Así es la vida, Antonia, un semillero de horrores. Y bendigamos a Dios el no tener que repartir nuestro cariño. -¡Cállate!
Sigamos, pues, la norma que dejaste: purifiquémonos, pues pura fuiste; bendigamos el llanto, pues lloraste, y esperamos la gloria que tuviste.
Allá está el porvenir, encapotado, fatídico, nublado, que relámpagos fúnebres arroja al mundo estremecido: la esperanza está allí, sobre la roja superficie del mar: mientras retumba el bronce en el oriente siguiendo vuestra obra, ¡mártires! ¡bendigamos vuestra tumba!
enedicamus Domino (expresión en latin que significa «Bendigamos al Señor») es un saludo final utilizado en la misa romana, en vez de Ite missa est, en los casos en que no se canta el Gloria (como por ejemplo ocurre durante el periodo de Cuaresma).
Bendigamos al Señor que nos ha enriquecido con vocaciones sacerdotales y nos permite tener nuestros seminarios como signo de esperanza.
Bendigamos a Dios por la cordialidad de nuestra gente y la alegría de nuestros niños, por la sabiduría de los abuelos y la decisión de nuestros jóvenes.
Bendigamos a Dios por el café de Rubio y por las hortalizas de La Grita, por el ingenio de nuestros agricultores y el trabajo incesante de nuestro pueblo.
El 29 de abril del mismo año participó junto a Nariño en la siembra de un árbol en la plaza central de Santafé de Bogotá, motivo por el cual escribió los siguientes versos: Cantemos al Señor de las naciones Himnos de paz, gratitud y gozo; Bendigamos el brazo poderoso Que rompió de sus pueblos las prisiones Cacua Prada, Antonio.
Bendigamos a Dios por las Minas de Lobatera y los campos de Pregonero, por los paisajes de Queniquea y San José de Bolívar, por Táriba y su santuario y Michelena con sus aldeas.