brega


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Sinónimos para brega

andar a la brega

Sinónimos

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.

Sinónimos para brega

Ejemplos ?
Entra, por fin, en la Basílica; cruza las naves, desciende la escalera dorada que conduce a la cripta, y mientras a sus espaldas la guardia brega para reprimir el empuje del torrente humano que pugna por arrimarse a la balaustrada, en el recinto descubierto, más bajo que la multitud, el Papa queda solo.
Según Jimenez de la Espada, cuando la Audiencia encomendó a uno de sus oidores y al arzobispo don fray Jerónimo de Loayza la dirección de la campaña contra el caudillo revolucionario Hernandez Giron, la musa popular del campamento realista zahirio la pachorra del hombre de toga y la afición del mitrado al ajedrez con este cantarcillo pobre rima, pero rico en verdades: El uno jugar y el otro dormir, ¡on que gentil¡ No comer ni apercibir ¡oh que gentil¡ Una ronca y el otro juega...¡ y así va la brega¡ Los soldados ...
Sucedido de actualidad y que con el correr del tiempo dará tela para una tradición.) Há más de un cuarto de siglo que, por malos de mis pe- cados, que deben ser muchos y gordos, tuve un litigio judi- cial con el que, á pesar de haber alcanzado, tras no pocos meses de brega, sentencia favorable, quedé escarmentado pnra no meterme en otro.
Se han hecho dos campos: en el uno, maltrechos y poco numerosos, se atrincheran los hombres acomodados y tranquilos, seguros de goces nobles y plácidos, que les dan derecho de amar fervientemente el Griego y el Latín; en el otro, tumultuosos y ardientes limpian las armas los hombres nuevos, que están ahora en medio de la brega por la vida, y tropiezan por todas partes con los obstáculos que la educación vieja en un mundo nuevo acumula en su camino, y tiene hijos, y ven a lo que viene, y quieren libertar a los suyos de los azares de venir a trabajar en los talleres del siglo xix con los útiles rudimentarios e imperfectos del siglo xvi.
Veinte veces, el carpintero estuvo a punto de abandonar la partida y otras tantas reaccionó para seguir en la brega gastando sus últimas fuerzas que la ira y la desesperación agigantaban.
os abusos de los poderosos, las miserias del pueblo, las injusticias que sangran la espalda de los oprimidos, el hambre y la explotación que fabrican ancianidades prematuras y prostituciones dolientes, llaman un día a la puerta de la sensibilidad de un hombre fuerte y justo; sus sueños de libertad se vuelven deseos vehementísimos; sus aspiraciones de mejoramiento social erectan sus energías convirtiendo en acción el idealismo y ese individuo, temperamento guerrero, apóstol o filósofo, a veces reuniendo a los tres en su persona, y brega...
LABOR PERIODISTICA.- Junto a la brega diaria de la educación, ha estado su labor periodística, con sus artículos de índole pedagógica, social, cultural; sus crónicas iluminadas y tropicialistas, que tienen el viejo sabor de la Sultana de los Andes.
Me hace olvidar un poco la brega, a veces pequeña o mediana, y a veces grande allá en la capital, y me gusta este ambiente, donde sé que de antemano, y quizás en justa proporción que me van a tocar unos cuantos silbidos y unos cuantos aplausos.
Tan presto saltó el Sastre del Campillo y dijo que quién metía a Juan Ramos con el Sastre, y él dijo pues no mejoraba de apellido aunque mudaba de sexo, pues dijeran el gato de Juan Ramos, y no la gata. Si dijeran no dijeran, el Sastre desconfió de las tijeras y fió de las uñas (con razón) y empezóse una brega del diablo.
Nuestro silencio sólo puede ser conseguido con la muerte; pero aun así, la pluma rebelde que empuñamos seguira implacable mercenando el manto del césar para enseñar a la espada el camino de su podrido corazón; el espíritu inmortal de la revolución, identificado en ella, encontrará cien manos dispuestas a sucedemos en la brega.
Todo lo escucho con avaro oído: el blando hundirse de las anchas rejas; el suave rodar hacia los lados de la mullida tierra; el alentar pujante de los bueyes, de cuyos bezos charolados cuelgan tenues hilos de baba transparente que el manso andar no quiebra; aquel pausado y firme posar de sus pezuñas gigantescas; el crujir dormilón de las coyundas que el yugo pulimentan; un aliento de brisa tan suave que apenas se menea, un hondo y general rumor de vida y un ruido sordo de pujante brega.
¡Faena terrible! ¡Brega que doña Maura presentía estéril! Saletita, de fijo, nada sospechaba aún; pero cuando lo supiese pondría el grito en el cielo...