Dentro sólo se oía al desconocido cantando una canción en idioma extraño, de ritmo lento y triste. Los otros, abrumados por el sol y la caña,
cabeceaban somnolientos.
Juan José Morosoli
Guiándonos por las hogueras, llegamos a un gran raso de yerba donde cabeceaban, sacudidos por el viento, algunos cocoteros desgreñados, enanos y salvajes.
Las tripulaciones nada pudieron hacer para controlarlos y los buques parecían haber sido atrapados por un remolino permanente. Ya en el uso cotidiano, cabeceaban y se tambaleaban de forma excesiva incluso en aguas moderadas.
Cada vez que cabeceaban se hacían un tajo en la frente porque, con el sol y la humedad, el tiento de la pelota se afilaba como un cuchillo.