Apacíguese, pues, tu corazón: yo mismo te
cedo la yegua que he recibido; y si de cuanto tengo me pidieras algo de más valor que este premio, preferiría dártelo en seguida, a perder para siempre tu afecto y ser culpable ante los dioses.
Homero
Rozas, Francisco de (Alférez en 1582). ARMAS. Sa(l)cedo, Blas de & Alonso, yerno de doña María (1582). Sánchez, doña Catalina (1582).
Parte, Gower querido, al pueblo parte, y dile al gran Liniers, que me ha vencido; que le
cedo el laurel con que venía, a coronar mis sienes; parte, amigo, parte y busca tan solo las ventajas que más convengan al que está rendido».
Vicente López y Planes
Que hagas cuanto de hoy queda reposo y mañana empecemos, te concedo; pues no me fuera hoy vencerte honroso, si estás cansado de batirte en ruedo.» «No me es tal hecho armado novedoso, ni por tan poco a la fatiga cedo --Marfisa respondió--; y a tu despecho espero darte prueba de tal hecho.
Cabe no remojar el espíritu; si cedo el placer, me tendré que ceder al dolor, a la fatiga, y a la pobreza; e igual poder querrán sobre mí la ambición y la ira; entre tantas pasiones, habré de ser estirado, mejor dicho, roto.
Traducción de Marcelo Dos Santos Yo, el autor de las traducciones precedentes, originales e inéditas,
cedo todos los derechos, a todos los efectos, a The Wikimedia Foundation, exclusivamente para la Wikipedia en Español y Wikisources.
Emily Dickinson
Puedes quitarnos los amados seres, nuestra alegría convertir en llanto, mudar en desventura los placeres, y trocar en gemidos nuestro canto: Señor, tan grande y poderoso eres, es tan inmenso tu gobierno santo ¡que a tu amenaza amedrentada cedo y te digo ¡Señor, tú eres el miedo!
hizo su tiro. Aquí
cedo la palabra al cronista del Suelo de Arequipa convertido en cielo, porque hay cosas que yo no sé cómo contarlas.
Ricardo Palma
Por medio de este acto, el elector dice al candidato: os doy mi libertad sin restricciones ni reservas; pongo a vuestra disposición mi inteligencia, mis medios de acción, mis haberes, mis réditos, mi actividad, toda mi fortuna; os
cedo mis derechos de soberanía.
Anselme Bellegarrigue
Era una hoja arrancada de un libro viejo, que jamás hubiera pensado que lo tratasen así, pues era un libro de poesía. -Todavía nos queda más -dijo el tendero-; lo compré a una vieja por unos granos de café; por ocho chelines se lo
cedo entero.
Hans Christian Andersen
-Estabais feliz, y deseo que salgáis de aquí contento. Os cedo mi derecho. Rogerio sintió, al arrojar los dedos, algo extraño que le hizo cerrar los ojos.
-Lo que soy yo, callaré como un difunto, que no me gusta informar a nadie de vidas ajenas; pero en lo que atañe al decoro de mis campanas no
cedo ni el canto de una uña, que no las fundió el herrero para rufianas y tapadoras de paseos pecaminosos.
Ricardo Palma