Al ver que el príncipe no cejaba, comprendió que nada iba a conseguir con el silencio, puesto que no había de disuadirle de aquella era su habitación y le dijo que para creer en su ternura y sinceridad era preciso que bajase al jardín, cerrase tras el la puerta, y se conformara a escuchar lo que desde la ventana le hablaría.
Es carne de mi carne, ungida con el óleo sagrado y misterioso de la inocencia amorosa; no tiene, por ahora, rudimentos de buena crianza, y su madre y yo, grandes pecadores, pasamos la vida tomando vuelo para educar a Rosina; pero aún no nos hemos decidido ni a perforarle las orejitas para engancharle pendientes, ni a perforarle la voluntad para engancharle los grillos de la educación a los dos años se erguía en su silla de brazos, a la hora de comer, y no cejaba jamás en su empero de ponerse en pie sobre el mantel, pasearse entre los platos y aun, en solemnes ocasiones, metió un zapato en la sopa, como si fuera un charco.
No, señor; era amor de la medida, del orden, de la plomada y del nivel, de la simetría, de la línea recta. Y no cejaba en su empeño.
De regreso a su motel, Callahan es agredido por el sobreviviente del ataque desde el auto blindado, uno de los matones de Threlkis, que no cejaba en su intento de asesinarlo.
Sin embargo, Francisco Villa, no cejaba en su empeño de capturar Tampico, por lo que ordenó al General Tomás Urbina, que en su repliegue había capturado San Luis Potosí, que avanzara por la vía hacia Tampico.
Pero aparte de eso pesaban en Leguía otras consideraciones, como el deseo de deshacer la tácita alianza entre Ecuador y Colombia (en efecto, no bien se enteró del tratado, el Ecuador rompió relaciones con Colombia, pues lo interpretó como una felonía de este país) y consolidar una relación armoniosa y fructífera con la nación colombiana, lo que era muy importante en el contexto sudamericano, entonces envenenado por las maquinaciones de Chile, que no cejaba de azuzar a todos los vecinos del Perú contra éste.
El compositor Amadeo Vives, que la oyó en la segunda representación, quiso contratarla para el teatro Apolo para representar zarzuela, pero por entonces sólo quería representar ópera; volvió a Barcelona e hizo algunas grabaciones gramofónicas; Antonio Cortis, un famoso tenor desconocido en España, quiso entonces contrarla para Chicago, pero ya había firmado por Tivoli y Amadeo Vives no cejaba de incitarla a que se dedicase a la zarzuela a través de una amiga común...
En esta ciudad, el capitán Diego García de Paredes, que ya conocía a Rodríguez Suárez porque eran amigos y habían militado juntos en las conquistas neogranadinas, los agasajó y los protegió. Pero la Real Audiencia de Santa Fe no cejaba en su empeño de apresar a Rodríguez Suárez y envían una comisión.
Así narraba el profesor Guhl esta singular experiencia en tierra colombiana: Paul Rivet no cejaba en la posibilidad de encontrar a los yurumanguí, y fue así como entre octubre y diciembre de 1945, Guhl regresó en compañía de los antropólogos Gerardo Reichel Dolmatoff y Roberto Pineda.
La victoria los mantenía líderes una semana más, pero el Valencia no cejaba en su persecución, todavía a un punto de los atléticos.
Despechado, el Duque de Medina-Sidonia, Juan Alonso Pérez de Guzmán, no cejaba en sus derechos, fundados en la donación de Enrique IV.