Me dirigí a su domicilio con casi la certidumbre que aquel señor me daría la dirección de un anónimo suyo, habitante de un barrio apartado, refugiado en una choza humilde de ermitaño, envuelto en una túnica larga, acariciando una barba blanca y venerable.
Cuando pudo caminar y valerse, cuanta atención le sugería su imaginación para demostrarme su amor y gratitud la ponía en práctica. Si yo entraba en la
choza, ella se ponía de rodillas y besaba el suelo que pisaba.
Roberto Arlt
Y otro tanto, punto por punto, le sucedió a San Juan con el hermano segundo. Entre tanto, el Señor se había llegado a la choza del hermano menor.
En cada hogar mexicano, en la triste y sencilla choza del campesino de apartado rincón de la patria en donde ya se vislumbra un destino mejor, en la casa del obrero, en la del soldado de un glorioso ejército dedicado a sostener las Instituciones de la República, en el seno del hogar de la clase media, y en suma en la conciencia de todos los mexicanos que consolidan todos los días su amor a la libertad y a la democracia, la figura de usted cuando abandone el Palacio Nacional habrá penetrado en ello para vivir permanentemente como un ejemplo del mexicano de hoy, de mañana y de siempre.
593.- Se reputa casa habitada todo edificio, departamento, vivienda, choza, cabaña, aunque sea movible, o cualquier otro lugar que sirva para habitación.
Cuando los tres hermanos entraron en la choza provistos de grandes y largas porras pudieron contemplar un raro espectáculo: una mujer se hallaba extendida sobre el suelo, y Antoine le soplaba con todas sus fuerzas dentro de las orejas con un vulgar silbato.
Sin embargo, un viejo cazador, una tarde, regresando de su trabajo, oyó unos gritos desesperados que llegaban de la dirección de la choza donde él vivía.
3° Los pueblos deberían estar trazados en cuadro, con calles derechas, delineadas a cordel. Cada cuadra tendría cuatro solares y cada solar una choza, buhío o casa, donde habitaría un indio soltero o casado.
Mi madre, metida siempre en su cueva, lo mismo se ahogará en un rincón de una casucha de la ciudad que en su rincón de la
choza en que vivimos.
Leopoldo Alas
Este había ido al monte por una carguita de leña, y su mujer, cuando llegó el Señor, le dijo que pasase adelante y se sentase mientras volvía su marido. Cuando lo vio venir, le salió al encuentro y le dijo que en la choza estaba su amo.
El tejado va a ser una criba; cada envión que recibe mi choza, yo no sé cómo no la destroza; a tamaña batalla no es mucho que retiemble, y que toda se cimbre, cual si fuese de lienzo o de mimbre...
Se puede asegurar que no hay una piedra en Mérida que no haya formado parte de una habitación romana; nada más común que ver en una pared de una
choza del siglo XIX un fragmento de mármol o de piedra, labrado, de un palacio del siglo I.
Mariano José de Larra