Mientras tanto, que nada supiese Nora. ¿A qué
disgustar a los chicos con cosas superiores a su alcance? Aquí se borraba la sonrisa.
Emilia Pardo Bazán
Bien quisiera yr luego a ser enfermero de su amigo, mas temió no disgustar a sus padres y, más que esto, no dar causa que no passassen adelante con la merced que le hazían.
-Yo lo estimo mucho, pero mucho, Enrique -dijo Emer con frialdad y sin rudeza-, pero ¡cómo ha de ser!, una no está siempre para conversaciones y zalamerías, y lo que hoy gusta mañana puede disgustar, sin que haya nada malo en eso, ni nada que echarse en cara los unos a los otros.
Ella dice que no es suya la culpa, sino de la Casa Real... Allí son enemigos de los curas facciosos, y no se les debe disgustar. ¡Oh, si dependiese de mi protectora!...
Todos los cafés, aquí, se cierran a la 1 de la tarde, por orden del general Zaragoza. ¿Qué piensan ustedes de esta medida, que va a disgustar a quienes apoyan al gobierno?
Algo debió disgustar á don Ramón, porque alzando el tono do la voz y con las interrupciones que le eran peculia- res, le oímos decir los muchachos que rodeábamos el grupo pre- sidencial: —Vuelva usted á bordo, señor capitán de puerto...
Por consiguiente, el pueblo se empieza a disgustar contra el Virrey, Marques de Gelves, y creciendo ese disgusto se llegó a la asonada y hasta el incendio de algunos de los edificios principales de la ciudad.
Janet pareció un poco sorprendida de verme en el sofá como una estatua, pues no me atrevía a moverme por temor a disgustar a mi tía; pero se fue a cumplir la orden.
Es el hada más linda y encantadora del mundo; yo la admiro, como mi amigo, extraordinariamente, y si no fuera por no disgustar a Copperfield, diría que al casarse desmerece, que podía aspirar a mucho más; estoy seguro, y lo juro, ha nacido para señora.
Curval, que había pasado la noche con Constanza, por la mañana se quejó vivamente de ella. No se sabía muy bien cuál era el motivo de sus quejas; es necesario tan poco para disgustar a un libertino.
En el templo sólo se colocaron algunos dísticos latinos, y las musas castellanas enmudecieron por no
disgustar al virrey, que se burlaba de aquella profusión de coplas que tanto dio que reír en las descripciones de exequias en los tiempos del buen conde de Superunda.
Ricardo Palma
Sentimos que para hacer disculpable la Constitución de Cádiz, se haya envuelto al Pueblo en la creencia de que a ella deben su libertad, siendo así que se la han conseguido las armas Aliadas, a los valerosos soldados españoles bajo la dirección del inmortal Wellington, de ese héroe superior a todo elogio, a cuya presencia vino a deshacerse el carro, en que la fortuna conducía el mayor monstruo coronado que vio la especie humana y que los autores de esa Constitución solo han contribuido a disgustar las tropas...