Sus labios eran demasiado rojos; su pelo, lacio, negro, abundante, debía de pesarle. Vestía una bata
grana y llevaba al cuello un collar de amuletos egipcios...
Emilia Pardo Bazán
Alza los ojos al cielo, y el cielo de primavera azul, despejado, puro, que espléndidos hermosean celajes de oro y de
grana, do el sol poniente refleja, una bóveda de plomo que sobre su frente pesa, que lo ahoga y lo confunde, sin aire y sin luz en tierra, se le figura, y le faltan para echar el paso fuerzas.
Ángel de Saavedra
Porque al primer albor de nuestra vida en el alma inocente la ventura se anida, Y preciosa guardamos en la mente de azul y
grana la ilusión teñida.
Antonio Plaza
¡yo haré que todo el mundo conmovido se postre de rodillas a tus plantas! ¡Y te daré de mí gloria una diadema, de mi mente una túnica de
grana, de.
Pedro Bonifacio Palacios
Con razón decían los de gusto más selecto del barrio que era Dolores entre las hembras de más tronío, lo que entre los luceros la luna; que tenía nuestra heroína por obra y gracia del Altísimo, como soles los ojos, los labios como la grana, los dientes como de marfil, oval el semblante, como la endrina de negro el pelo y más anillado que una tumbaga, y un cuerpo capaz de hacer levantarse de su sepultura a las momias del sexo viril que nos legaran los dignísimos faraones.
Luis, influido por el sitio, pensaba en Goya y en las duquesas graciosas y atrevidas que, vestidas de majas, venían a sentarse bajo aquellos árboles, con sus galanes de capa de
grana y sombrero de medio queso.
Vicente Blasco Ibáñez
Petra, a quien la alegría deslumbraba de modo que la hacía buena y no la dejaba sentir la envidia, se volvió sonriente hacia el rincón de Juana, que estaba como la grana, con la mirada extática, fija en D.
La fuerza de las cosas la trae y la impone en todas las conciencias que se abren a la reflexión. Cuaja y grana su futuro la nueva semilla cuando apenas si el tallo salía a luz.
--- Iba a rayar el sol en el Oriente: y la serena luz de la mañana teñía suavemente con brillantes matices de oro y grana la diáfana extensión del horizonte, la claridad tendiendo mansamente por las laderas del lejano monte.
El cárdeno fulgor del sol poniente, que desde encima de la azul montaña la última luz de su inmortal flamero sobre la tierra espléndido derrama, con resplandor de incendio reverbera sobre los vidrios que su azul refractan, tornando de su cámara el ambiente en rojo pabellón de ópalo y grana.
asaca, pantalón y mantillas del caballo, verde aceituna, cuello, vuelta, solapa y forros de grana; chalecos y vivos blancos, siete ojales en la solapa, uno en el cuello, y tres en las vueltas de la casaca, de seda del mismo color de la grana: sable corvo y media bota, sombrero llano, cabos de oro, flores de lis en los faldones.
Yo muero, cuando veo que el cielo se colora y al fin anuncia el día, tras lóbrego capuz; si
grana necesitas, para teñir tu aurora, ¡vierte la sangre mia, derrámala en buen hora, y dórela un reflejo de su naciente luz!
José Rizal