llanta

Desde entonces el maestro Tin-tin se echó a buscar por los caminos, trozos de hierro, pedazos de llanta, clavos, zunchos, pernos, tuercas, y echándolos todos a una bolsa, se volvía paso a paso a su casa y la vaciaba al pie de la fragua.

Cuanto el corcel dista de las ruedas del carro en que lleva a su señor por la llanura (las últimas cerdas de la cola tocan la llanta y un corto espacio los separa mientras aquél corre por el campo inmenso; tan rezagado estaba Menelao del eximio Antíloco; pues si bien al principio se quedó a la distancia de un tiro de disco, pronto volvió a alcanzarle porque el fuerte vigor de la yegua de Agamemnón, de Eta, de hermoso pelo, iba aumentando.

Poseía la patente de la llanta irrompible Openshaw, y alcanzó tal éxito en su negocio, que consiguió venderlo y retirarse con un relativo bienestar.

En el centro tenía un picadero de leña enterrado en el suelo. Cerca de la chimenea una llanta de carreta reunía pavas, parrillas y hombres.

Las ruedas, de llanta ancha, se hundían poco en el suelo; los elásticos, fuertes y macizos, estaban todavía reforzados por un enrollamiento de tiras de cuero crudo, de tal resistencia que, en alguna sacudida imprevista, saltarían primero, despedidos del asiento, los pasajeros, antes que se rompiesen aquellos.

Neumático (en España y Chile). Cubierta (en España, Argentina, Paraguay y Uruguay). Llanta (en Bolivia, Centroamérica, Colombia, Ecuador, México y Perú).

Temple fuerte de armazón de acero con llanta de goma; poesía de la energética y del hormigueo urbano; vibración afinada que circula dentro de las estrofas y toques de humorismo que salta derecho con el klacson, esos son los rasgos vitales de EL HOMBRE QUE SE COMIO UN AUTOBUS.

Al fin, las estrellas empalidecieron; por el Este apareció el borde de un sol rojo que fue creciendo como una llanta de fuego; los marineros izaron el bote a las seis de la mañana; el buque vibró bajo la trepidación de las máquinas en marcha y un grumete anunció que la avería estaba reparada.

Ahora que tiene la mano tibia de la sangre de la oveja, se siente dueño. Cuelga la res, prende fuego, ensilla el mate. Las llamas juegan en el fogón de llanta de carreta. La caldera comienza a chillar.

Cada una es un carro, de estilo moderno, largo de diez metros, colocado en dos ruedas de dos metros y medio de diámetro, con llanta de veinte centímetros de ancho.

Cecilia siguió yendo por las noches a ver al forastero, este se mostraba cada vez más afectuoso con ella; ella sentía que abrasaba su pecho la llanta del amor.

Herrero desde muchos años, prestaba sus servicios en la hacienda, componiendo un día la llanta de una carreta, supliendo otras el perno de un arado, haciendo el cerrojo de un portón o soldando los zunchos de una tina.