Vuélvete y mira tu estragada sede, pasto del fuego fiero y desatado; escucha el llanto que hasta el cielo accede, y da fe a lo que dice este criado.
Memora el hecho que con brava gesta salvó la vida el rey de gran fortuna, tras cuatro meses de continuo llanto que lo tuvieron de morir al tanto.
—ulularon enfurecidos los de la formación... Y la mujer, axfixiada por el
llanto, debilitada de suplicar, salió del Monte impío. Tal vez después tuvo que pedir misericordia por las calles, humillación infrahumana, para sus muertos de hambre.
Antonio Domínguez Hidalgo
Créame que en verdad lo siento... —y con el pañuelo de seda sacado del bolsillo de la bata que llevaba puesta, se enjugaba el
llanto.
Antonio Domínguez Hidalgo
por todos... Cipriano cantaba... y en su voz había un nadie sabe qué de misterio y de
llanto oculto... como una ansiedad esperanzada...
Antonio Domínguez Hidalgo
Tenías la pasión que da el cielo de España. La pasión del puñal, de la ojera y el llanto. ¡Oh princesa divina de crepúsculo rojo, Con la rueca de hierro y de acero lo hilado!
Dígame... - una anciana se acercó hasta la Magdalena que interrumpió el
llanto para entre hablar... - Es una desgracia larga de contar.
Antonio Domínguez Hidalgo
Si comprendieras este
llanto que escurre por mis mejillas, pálidas y mustias por tu lejanía, por tu ausencia eterna; si entendieras la súplica que ante ti diariamente brota de mis ojos y que luego...
Antonio Domínguez Hidalgo
520 algunos; y aunque pudiera la fuga salvar a Carlos, por no dejarme en el riesgo se detuvo temerario, de modo que la justicia, que acaso andaba rondando, llegó a nosotros, y aunque segunda vez obstinado intentaba defenderse, persuadido de mi llanto..
Yo siento que me ahoga una dulce esperanza abrileña. Hay en mis ojos humedad de sentimiento de llanto, y en mi alma una música sueña...
El muchacho dudó un segundo, como si no entendiese. Al cabo, entre un temblor de vida, con un
llanto salvador, con un grito, en que su espíritu nacía, exclamó: -¡Qué bonito!
Emilia Pardo Bazán
Con inocente coquetería se alisaba el pelo ondulado y se miraba en el espejo de tres lunas, cerciorándose de que las señales de las lágrimas se habían borrado del todo, después del lavatorio con colonia y el ligero barniz de velutina. ¡El
llanto no tenía para qué notarse!
Emilia Pardo Bazán