-Justo, que las vendimos el mes pasao al sobrino del Regioso, con perdón de ustedes, que por aquel pique que tuvo por la cuñá del Mostrenco, que ya con este mote le han de enterrar, por el lindero del prao que le tocó a resultas del cobicillo que encontraron debajo del jergón de su tío, que en santa gloria esté...
Y esta pregunta se la hizo Lolita la Caperuza a Consuelo Cárdenas, más conocida por la Niña de Porcelana, una chavalilla que justificaba cumplidamente su mote con lo maravillosamente nacarino de su tez y lo delicado de su figura.
La señá Frasquita inclinó la cabeza sobre el pecho con aire meditabundo, y, tras algunos instantes de reflexión, díjole a su marido con voz imperativa: -Pos hay que darle esos parneses ar señó Hermenegildo, manque tengamos que empeñar jasta el mote; hay que buscar esos parneses manque sea der centro de la tierra pa sacar a ese hombre de su atollaero.
Se llama de nombre tío Miguel; pero responde a todo el mundo por el mote de Tremontorio, corruptela de promontorio, mote que le dieron en su juventud por su gigantesca corpulencia y por su vigor para tirar del remo contra corrientes y celliscas.
Ya se disponía a llamarlo bruto de nuevo el señor Curro cuando el Chivati, que no había despegado hasta entonces sus labios, dijo incorporándose y dirigiéndose al de los Caracoles: -Camará, ¡y quién eres tú!, el señor Curro tiée más razón que naide; lo que ha jecho el Tobi no se jace más que cuando las cosas no tiéen compostura, y lo que el Tobi debió jacer fue lo que jizo mi compadre el de Tebas, Toñico el de la Jalapa. -¿Y qué fue lo que jizo ese del mote tan peguntoso?
¡Bástele a usted saber que las gentes disipadas y poco asustadizas con quienes se reúne en el Casino y en los cafés, le han puesto por
mote el Capitán Veneno, al ver que siempre está hecho un basilisco y dispuesto a romperse la crisma con todo bicho viviente por un quítame allá esas pajas!, Urgeme, sin embargo, advertir a usted, para su tranquilidad personal y la de su familia, que es casto y hombre de honor y vergenza, no sólo incapaz de ofender el pudor de ninguna señora, sino excesivamente huraño y esquivo con el bello sexo.
Pedro Antonio de Alarcón
Y lívida, descompuesta por la ira, penetró la señá Pepa en el patio y nunca más que en aquel instante mereció el Pórvora su mote, pues todavía no había llegado al promedio del patio la irritadísima anciana, cuando ya él habíase puesto a salvo de sus garras, mientras Pepita corría en dirección a la puerta de la calle, y la señá Rosalía procuraba calmar en su justa indignación a su comadre, diciéndole con acento resignado: Si yo se lo decía a usté, si eso ya se sabe; si es que no se pué una fiar ni de la tierra que se pisa; si es que bien dice el refrán, que donde menos se piensa...
Nació de aquí que la gente del pueblo lo bautizara con el
mote de e l padre guaragüero, á lo que el juandediano contestaba con acento andaluz y sonriéndose: —Déjenme en paz, reyes de taifa (tunantes), que cada quisque anda como Dios le ayuda.
Ricardo Palma
Los amigos de éstos acuden in- mediatamente á prestarles ayuda y brazo fuerte, y en alguna festividad fué tan descomunal la batalla, que hasta San Pedro resultó con la cabeza separada del tronco, lo que dio campo á los envidiosos pueblos vecinos para que bautizasen á los co- ronguinos con el mote de mata á San Pedro.
La revolución se extendió también, como aceite en pañi- zuelo, por el Alto Perú, poniéndose á la cabeza de la indiada el famoso cura Muñecas, quien abandonando á su suegra, mote que algunos clérigos dan al breviario, se armó de sable, canana y trabuco, y el 24 de Septiembre emprendió el ataque de La Paz.
La pobre andaluza, después de ocho años de litigio, en el que, según tasación de costas, gastó 610 pesos de oro y 6 to- mines, ganó el apodo de la Nariz de camello mote con que ella misma se bautizara en su primer recurso.
Llámase José Mercedes Tamariz, aunque generalmente se le conoce por él Tuerto si bien él se requema cuando oye el mote y la empren- de á puñetazo limpio con el burlón.